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UNIVERSIDAD SURCOLOMBIANA
FACULTAD DE INGENIERIA
PROGRAMA DE INGENIERIA AGRICOLA
NEIVA, MAYO 19
2010
1. INTRODUCCION
El proceso histológico comienza con la obtención del tejido objeto de estudio. En el caso
de los tejidos vegetales se toman muestras de los distintos órganos que componen el
cuerpo de la planta, mientras que para los tejidos animales podemos optar por dos
opciones: coger una porción de dicho tejido o procesar una parte, órgano o parte corporal,
o el animal completo. En cualquier caso las muestras son habitualmente fijadas con unas
soluciones líquidas que contienen unas sustancias denominadas fijadores, las cuales
mantienen las estructuras celulares y moleculares en sus posiciones iniciales durante el
procesamiento posterior. También podemos fijar las moléculas de los tejidos por
congelación rápida. Fijar un tejido es como si hiciésemos una fotografía del tejido que se
mantendrá hasta su observación. Sin embargo, el uso de fijadores o medios de inclusión
afectan a veces las características tisulares que queremos observar y por tanto tenemos
que recurrir a la congelación para endurecer el tejido para después poder obtener
secciones del mismo.
Todos los tejidos, cuando se extraen del organismo o el organismo muere, sufren dos
tipos de procesos degradativos: autolisis (acción de enzimas intracelulares, es decir,
autodigestión) putrefacción (acción bacteriana). Fijar un tejido es preservar sus
características morfológicas y moleculares lo más parecidas posibles a las que poseía en
estado vivo. Es como hacer una fotografía del tejido vivo y poder observarla, tras cierto
tratamiento, con el microscopio. Así, los fijadores deben proteger frente a ataques
bacterianos, evitar autolisis, insolubilizar elementos solubles que se quieren estudiar,
evitar distorsiones y retracciones tisulares, penetrar y modificar el tejido para poder llevar
a cabo tinciones específicas posteriores, si es necesario, etcétera. No existe un fijador
universal, ni un método de fijación único. Incluso podemos usar varios fijadores
secuencialmente según nuestras necesidades. La elección depende de las características
fijadoras que necesitemos. Por ejemplo, si queremos estudiar actividades enzimáticas
debemos usar un fijador que no nos altere el centro activo de dichas enzimas, y quizá
para ello tengamos que sacrificar en cierta medida la morfología tisular. Si queremos
estudiar la ultraestructura celular debemos usar fijadores que la preserven y que protejan
a las membranas celulares durante el procesamiento de inclusión en resinas, y quizá esto
altere su apariencia por los colorantes generales. Si queremos teñir un determinado
componente celular difícilmente teñible quizá debamos usar un fijador que lo modifique
para que sea reconocido más fácilmente por los colorantes.
En cualquier caso, hay características de los fijadores que tenemos que tener en cuenta
antes de su uso:
Efecto mordiente. Algunas estructuras tisulares son difíciles de teñir puesto que
tienen poca apetencia por los colorantes, pero puede ser incrementada con un
tratamiento previo. Algunos fijadores, además de fijar, modifican químicamente a
ciertas estructuras celulares para que posteriormente puedan unirse a ellas los
colorantes. Este tipo de modificación química se le denomina efecto mordiente.
Existen diferentes formas de fijar los tejidos, dependiendo del tipo de fijador, de la
estructura a fijar y de lo queramos observar. Los métodos de fijación se pueden clasificar
en dos tipos: físicos y químicos.
Los fijadores físicos están basados en una congelación muy rápida del tejido, en la
aplicación de calor o microondas. Se utilizan cuando el tipo de muestra lo requiere,
cuando los fijadores químicos alteran las estructuras que queremos observar, o cuando
necesitamos una fijación muy rápida. La congelación rápida es un buen método de
preservación de las características moleculares y es conveniente que sea rápida puesto
que así se impide la formación de grandes cristales de hielo que nos destrozarían la
estructura del tejido. Los métodos de fijación por calor de fijación no son frecuentemente
usados, excepto para observar microorganismos.
Los métodos químicos utilizan soluciones acuosas compuestas por moléculas fijadoras
que establecen puentes entre las moléculas celulares, manteniéndolas en sus lugares
originales e impidiendo su degradación.
Los fijadores químicos son los más frecuentemente empleados, bien con un solo tipo de
sustancia fijadora o con mezclas de varias de ellas. Sin embargo hay que tener cuidado,
ya que la mayoría de las sustancias fijadoras son tóxicas por inhalación o por contacto,
algunas de ellas cancerígenas. Hay que seguir las indicaciones de seguridad para su
manejo y utilización:
Glutaraldehído. Forma puentes entre las moléculas de los tejidos. Se usa a una
proporción de entre el 0,5 y el 3 %. Tiene una alta capacidad para preservar la
estructura celular, por lo que es el fijador de referencia para observación de
ultraestructuras celulares con el microscopio electrónico. Pero hay que tener
cuidado con su baja penetración tisular y puede producir retracciones.
El tamaño de la mayoría de los organelos y partes que constituyen los tejidos animales y
vegetales es tal que resultan difíciles de ver con el microscopio óptico. La principal
dificultad es la falta de contraste entre la célula y el medio que la rodea, y el medio más
simple de aumentar el contraste es la utilización de colorantes. Estos pueden emplearse
para distinguir entre tipos diferentes de células o para revelar la presencia de
determinados constituyentes celulares, tales como flagelos, esporas, cápsulas, paredes
celulares, centros de actividad respiratoria, etc.
La mayoría de los colorantes son compuestos orgánicos que tienen alguna afinidad
específica por los materiales celulares. Muchos colorantes utilizados con frecuencia son
moléculas cargadas positivamente (cationes) y se combinan con intensidad con los
constituyentes celulares cargados negativamente, tales como los ácidos nucleicos y los
polisacáridos ácidos. Ejemplos de colorantes catiónicos son el azul de metileno, el cristal
violeta y la safranina. Otros colorantes son moléculas cargadas negativameute (aniones) y
se combinan con los constituyentes celulares cargados positivamente, tales como muchas
proteínas. Esos colorantes incluyen la eosina, la fucsina ácida y el rojo Congo. Otro grupo
de colorantes son sustancias liposolubles; los colorantes de este grupo se combinan con
los materiales lipídicos de la célula, usándose a menudo para revelar la localización de las
gotículas o depósitos de grasa. Un ejemplo de colorante liposoluble es el negro Sudán. Si
se desea simplemente incrementar el contraste de las células para la microscopía, son
suficientes los procedimientos simples de tinción. El azul de metileno es un buen
colorante simple que actúa sobre todas las células bacterianas rápidamente y que no
produce un color tan intenso que oscurezca los detalles celulares. Es especialmente útil
para detectar la presencia de bacterias en muestras naturales, puesto que la mayor parte
del material no celular no se tiñe.
La tinción negativa es el reverso del procedimiento de tinción usual: las células se dejan
sin teñir, pero se colorea en cambio el medio que las rodea. Lo que se ve, por tanto, es el
perfil de las células. La sustancia utilizada para la tinción negativa es un material opaco
que no tiene afinidad por los constituyentes celulares y que simplemente rodea las
células, tal como la tinta china (que es una suspensión de partículas de carbono coloidal)
o la nigrosina (un colorante negro insoluble en agua). La tinción negativa es un modo
satisfactorio de aumentar el contraste de las células en la microscopia óptica, pero su
máxima utilidad está en revelar la presencia de cápsulas alrededor de las células
bacterianas.
Los métodos de tinción son de gran utilidad, pero deben usarse siempre con precaución,
ya que pueden conducir a errores. Las moléculas de colorante forman en ocasiones
precipitados o agregados que parecen estructuras celulares auténticas, pero que son
formaciones completamente artificiales inducidas por el mismo colorante. Tales
estructuras se denominan artefactos, y deben tomarse muchas precauciones para tener la
seguridad de que no nos estamos equivocando al creer que un artefacto es una estructura
realmente existente.
4. PREPARACION DEL MICROPREPARADO: COLÉNQUIMA Y
ESCLERÉNQUIMA
El Colénquima es un tejido vivo formado por un solo tipo celular, la célula colenquimática.
Presenta una gruesa pared celular primaria caracterizada por engrosamientos distribuidos
de manera desigual y esto confiere al tejido gran fuerza de tensión y resistencia al estrés
mecánico. Es un tejido poco extendido en el cuerpo de las plantas ya que, por lo general,
no está presente en las raíces ni tampoco en estructuras con crecimiento secundario,
donde es sustituido por el esclerénquima. Se sitúa en posiciones periféricas, donde
realiza mejor su función, bien justo debajo de la epidermis o separada de ella por una o
dos capas de células parenquimáticas. Sirve de soporte durante el crecimiento de tallos
herbáceos, hojas y partes florales de las dicotiledóneas. Está ausente en las
monocotiledóneas y actúan como soporte de los órganos jóvenes en crecimiento.
El Esclerénquima, a diferencia del colénquima, presenta dos tipos de células con pared
celular engrosada, pero ésta es secundaria y lignificada en las células maduras.
Las células esclerenquimáticas maduras son células muertas. Gracias a la estructura de
sus paredes celulares el esclerénquima tiene una función muy importante en el soporte de
los órganos que han dejado de alargarse, pues protege las partes más blandas de las
plantas y más vulnerables a estiramientos, pesos, presiones y flexiones. Por eso aunque
está distribuido por todo el cuerpo de las plantas, ya sean estructuras con crecimiento
primario o secundario, es más abundante en tallos y hojas que en raíces. Este tejido es
complejo y los dos tipos de células que lo componen se distinguen principalmente por su
forma, su origen y su localización. Un tipo son las fibras, células alargadas y fusiformes, y
el otro las esclereidas, que son células variadas en su forma pero típicamente más
isodiamétricas que las fibras.
Las fibras son células alargadas de extremos puntiagudos, con una pared celular
secundaria más o menos gruesa con muchas capas y con un grado de lignificación
variable. La pared celular de la fibra madura puede ser tan gruesa que a veces ocupa
completamente el interior celular. La mayoría de las fibras son células muertas en la
madurez, aunque se han encontrado elementos fibrosos vivos en el xilema de algunas
dicotiledóneas. Debido a su resistencia a la tensión son de gran importancia económica y
se empaquetan por lo general formando hebras que constituyen la fibra comercial. Las
fibras de las hojas de algunas monocotiledóneas son comercialmente importantes en la
manufactura de la ropa y otros tejidos. Las fibras se clasifican según su posición
topográfica en la planta. Las fibras extraxilares son aquellas que se encuentran en el
floema (fibras floemáticas), en la corteza (fibras corticales), o bien las fibras xilares que se
encuentran en el xilema.
Las esclereidas muestran paredes secundarias muy gruesas y lignificadas que a menudo
están interrumpidas por unas patentes punteaduras. Sus formas pueden ser
isodiametricas, estrelladas, ramificadas, etcétera. Están ampliamente distribuidas entre
las angiospermas pero son más abundantes en dicotiledóneas que en monocotiledóneas.
Se encuentran en los tallos, hojas, frutos y semillas, aisladas o formando capas.
Clásicamente se clasifican según su forma: astroesclereida, braquiesclereida (también
llamada célula pétrea), macroesclereida, osteoesclereida y tricoesclereida. Poco se sabe
de la función completa de las esclereidas. En muchos tejidos, aparte de tener una función
mecánica, se les atribuye una misión protectora para paliar el efecto de los herbívoros o
para disuadirlos. Aunque se han propuesto otras funciones más específicas en las hojas
tales como conducir agua a la epidermis o incluso parecen ser transmisoras de luz
(actúan como fibras ópticas) incrementando los niveles luminosos de las hojas.
Portaobjetos
Cubreobjetos
Hoja de Apio
Azul de Metileno/Azul Alcián
Microscopio
Tallo de Maíz
Safranina
Esmalte Transparente
Caja de Petri
4.2.1. Para el Montaje de el Colénquima
Hacemos un corte Transversal muy delgado del Peciolo del Apio y preparamos una placa
para su observación. Luego le aplicamos unas gotas del colorante (Azul de
Metileno) para resaltar el contraste de la muestra, y procedemos a su observación
en el microscopio. Si la placa hecha esta bien, le aplicamos esmalte transparente
para conservarla.
Hacemos un corte Transversal del Tallo del Maíz en germinación y preparamos una placa
para su observación. Luego le aplicamos unas gotas del colorante (Safranina ó Azul
Alcián), luego procedemos a su observación, y si está bien, le aplicamos también esmalte
transparente.
5. OBSERVACIONES CON EL MICROSCOPIO