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para el proyecto “Desarrollo profesional en alfabetización inicial”, Coord. Silvia M. González, Área Lengua, DNGE, Ministerio de

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EL FAMOSO NÚMERO TRES
hjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxc ITINERARIO PARA SEGUNDO Y TERCER GRADO

vbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmq María del Pilar Gaspar

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Material de trabajo especialmente escrito para el proyecto


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Desarrollo profesional en alfabetización inicial
qwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwerty
uiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasd Área Lengua, Coord. Silvia M. González

Dirección de Educación Primaria

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Ministerio de Educación de la Nación

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Material de trabajo especialmente desarrollado por María del Pilar Gaspar,
para el proyecto “Desarrollo profesional en alfabetización inicial”, Coord. Silvia M. González, Área Lengua, DNGE, Ministerio de
Educación de la Nación diciembre 2009

ITINERARIO PARA SEGUNDO Y TERCERO


EL FAMOSO NÚMERO 3

Esta propuesta para los niños de segundo y tercer grados consiste en un desarrollo de la
presentada en NAP. Cuaderno para el aula. Lengua 2, en donde se sugiere un itinerario de
lecturas que presenta una reiteración particular, la del número tres, que siempre se relaciona con
un procedimiento que crea mayor intensidad narrativa. Los invitamos a leer el siguiente
fragmento:

EL FAMOSO NÚMERO 3
¿Por qué siempre son 3 los deseos que hay que pedir? ¡Cuántas son las familias literarias
que constan de 3 hermanos! El número 3 convoca gran cantidad de cuentos, tanto
tradicionales como modernos. En algunos casos se trata de nuevas versiones que adaptan
antiguas historias a contextos más contemporáneos; en otros, simplemente la permanencia de
un tema sobre el que siempre se vuelve.
Cuando el 3 se une a la palabra “deseos”, aparecen una serie de historias en las que se
repiten algunas situaciones o personajes. A partir de esas similitudes, esos cuentos pueden
compararse para comentar sus distintos modos de resolución, las diferentes actitudes de los
personajes, las variaciones que cada nueva historia introduce.
Quizás una de las historias más antiguas sea, precisamente, “Los tres deseos”, el relato
tradicional del que circulan numerosas versiones. En Psicoanálisis de los cuentos de hadas1,
Bruno Bettelheim resume la historia de esta manera: “En su forma más sencilla, un extraño o
un animal ofrecen algunos deseos, normalmente tres, a un hombre a una mujer como
recompensa por una buena acción. En “Los tres deseos” se concede esta gracia a un hombre
que no se para a reflexionar sobre el don que ha recibido. Al llegar a casa, su esposa se
presenta con la cena de siempre, a base de sopa. “Sopa otra vez, me gustaría comer un
postre para variar”, dice él, y el postre aparece inmediatamente. Al preguntarle su mujer
cómo ha podido suceder una cosa así, él le explica su aventura. Furiosa porque su marido ha
malgastado un deseo en una cosa tan poco importante, exclama: “¡Merecerías que te tirara
el postre por la cabeza!”, deseo que se cumple rápidamente. “¡Dos deseos desperdiciados!
Ojalá que desapareciera este postre de una vez!”, dice el hombre. Y así se perdieron los tres
deseos”. A pesar de las consecuencias que pueden tener los malos deseos, el autor subraya la
importancia de estos cuentos, pues vienen a indicar que las cosas se arreglan de nuevo, con
buena voluntad y gran esfuerzo.
Entre las versiones que circulan, se encuentra el relato de los hermanos Grimm “El pescador
y su mujer”. En este caso, un pez, a quien el pescador le ha salvado la vida, es quien concede
los deseos. En una versión más moderna y que dialoga con el relato anterior, Graciela
Montes escribe “Historia de un Ramón, un salmón y tres deseos”, donde el personaje con el
poder suficiente para otorgar los dones es nada menos que un salmón que aparece por la
canilla de la pileta del baño.
Si se comparan las situaciones narradas en cada cuento, podría decirse que los tres deseos se
convierten en tres oportunidades que se le otorgan al protagonista de la historia. Casi

1
Bruno Bettelheim, (1984) Psicoanálisis de los cuentos de hadas, Grijalbo, Barcelona, pág.
101.

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para el proyecto “Desarrollo profesional en alfabetización inicial”, Coord. Silvia M. González, Área Lengua, DNGE, Ministerio de
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siempre, el primer deseo sale mal o tiene consecuencias nefastas para el personaje (Ramón,
por ejemplo, después de expresar su deseo de volar y una vez concedido éste, se encuentra
con que, al igual que las palomas, está a punto de poner un huevo). El segundo deseo,
entonces, viene a reparar la situación provocada en el primero; y el tercero, en ocasiones, se
usa para desembarazarse del genial personaje que, hasta ese momento, sólo había aparecido
para favorecer al protagonista.
También, pueden mantenerse pequeñas conversaciones para comparar las características del
personaje que concede los deseos (a veces, ofrece sus dones con agradecimiento y humildad;
otras, se presenta de manera arrogante y como alguien que, literalmente, ha venido a “hacer
un favor”) así como también la relación que entabla con el protagonista de la historia (que
puede admirarlo y necesitar su ayuda o ni siquiera soportarlo, sin saber cómo hacer para
sacárselo de encima).
De igual manera que sucede con otros temas, es una excelente oportunidad para explorar el
vocabulario convocado en estas historias (“deseo”, “don”, “favor” / “cumplir”, “realizar” /
“dar”, “otorgar”, “conceder”, etc.) así como para rastrear la presencia del número 3 en
letras de canciones (“Tres pelos tiene mi barba…”), las rondas infantiles y otros textos
vinculados al juego (“A la una, a las dos y a las… tres”).
En el caso de las historias que presentan a tres hermanos, también hay situaciones narrativas
que se reiteran: todos se ven sujetos a superar una prueba similar (por lo general propuesta
por el padre, o bien desencadenada a partir de su muerte), dos de ellos siempre fracasan y es
el tercero el que viene a sortear el obstáculo presentado y repara la situación inicial.
También en estos casos es posible notar la presentación de una serie de oportunidades
necesarias para resolver una situación, de las cuales siempre: la tercera es la vencida.
En “El gato con botas”, por ejemplo, recopilado por Charles Perrault y del que circulan
varias versiones, a la muerte del padre, los tres hermanos se reúnen para distribuir entre
ellos la herencia; el menor, a quien sólo le ha dejado un gato, es el que se verá
recompensado más adelante, gracias a esa herencia. En “La mesa, el burro y el bastón”, la
situación inicial es diferente: los tres hermanos son expulsados de la casa paterna; cada uno
aprende un oficio y obtiene un bien a cambio (el mayor, la mesa; el segundo, el burro; el
tercero, el bastón), pero si bien los dos primeros hermanos resultan engañados, el tercero es
quien repara el daño y devela a su padre cómo han sucedido exactamente las cosas.
Este fragmento fue escrito por Fernanda Cano, en: Gaspar, M. P. y S. González (coords.)
(2006) Cuaderno para el aula. Lengua 2. Ministerio de Educación de la Nación. (pp. 72 – 75)

Seguramente luego de leer este fragmento, nos vienen a la mente algunos de los relatos
mencionados u otros, pues, efectivamente, buena parte de la literatura popular o de la literatura
infantil contemporánea juega con este número. En este itinerario alfabetizador proponemos
justamente abordar cuentos que trabajan en torno del número 3.

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para el proyecto “Desarrollo profesional en alfabetización inicial”, Coord. Silvia M. González, Área Lengua, DNGE, Ministerio de
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TRES… DESEOS

Esta propuesta se basa en la versión de Beatriz Ferro del cuento de Perrault: “Los tres deseos”,
en: Ferro, Beatriz (2008) Los cuentos de Perrault. Buenos Aires: Editorial Estrada

Lecturas y relecturas
Dado que este cuento tiene cierta extensión y escasas ilustraciones, además de presentar el
universo del bosque propio de muchos cuentos tradicionales (que tal vez los niños
desconozcan), será importante leerlo al menos dos veces de manera completa.
Volver a escuchar un cuento siempre es una situación que a los chicos los entusiasma, por
diferentes motivos. Por un lado, porque en cada relectura se vuelven a vivir aquellas
experiencias que siempre regala un buen relato. Por otro lado, porque escuchar una historia y
vislumbrar el final antes de que este acontezca en la lectura, o jugar mentalmente a recordar los
acontecimientos principales mientras se vuelve a leer o escuchar, es una situación estimulante y
que fortalece la imagen de los niños de sí mismos como sujetos inteligentes.
Los adultos a veces pensamos que a los niños no les interesará volver a escuchar un cuento cuyo
final conocen; tengamos en cuenta que en realidad, frente a una historia interesante y bien
contada, los chicos disfrutan mucho de su relectura.

Escenas que interrogan a los lectores


En este relato de “Los tres deseos” se presentan algunas situaciones de intensidad dramática, en
la que los lectores se interrogan sobre lo que sucederá, por ejemplo:
- Las nubes negras detrás de las que aparece Júpiter, quien además le recrimina al leñador
que siempre se queje. Los niños viven estas escenas con preguntas que los inquietan
¿Quién está detrás de esas nubes? ¿Qué hará Júpiter para castigar al leñador?
- El leñador podrá pedir tres deseos, pero teme equivocarse. Este temor suele ser
compartido por los chicos: ¿Cómo se hace para elegir solo tres de los innumerables
deseos que una persona puede tener? ¿Cómo hacer para no desear tonterías, de las que
después uno se arrepienta?
- Las enumeraciones de los deseos del hombre y la mujer, que invitan a los lectores a
tomar partido, con el consecuente temor a equivocarse. ¿Qué deseo pediría yo si
estuviera en su lugar? ¿Será mejor elegir esto o aquello?
- Los deseos del leñador (la salchicha, y que esta se pegara en la nariz de la mujer), que
obligan a preguntarse sobre cómo serán revertidos. ¿La mujer seguirá con la salchicha en
la nariz? ¿Un buen médico dejará la nariz como antes?
Tener en cuenta cada una de estas situaciones que genera intriga permite leer de manera
particular: detenidamente, con pausas “dramáticas” o ritmos rápidos, con tonos de voz que den
cuenta de las emociones de los personajes, entre otras.
Por otra parte, considerar estas escenas como núcleos narrativos nos permite también
concentrarnos en cada uno de ellos de manera separada, al planificar el conjunto de sesiones de
clase posible para abordar este cuento.
De allí que las sesiones de clase para este cuento están organizadas en relación con estas escenas
y con un conjunto de preguntas que instan a la relectura. En esta secuencia se encuentran
transcritos los fragmentos correspondientes, para que los chicos puedan leerlos por sí mismos.
Estos fragmentos pueden pegarse en los cuadernos de clase o bien en hojas sueltas, para que
finalmente cada uno cuente con un pequeño libro que se puede ilustrar. En el anexo de esta
secuencia se presenta el texto completo, que puede recortarse en 15 páginas pequeñas.

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PROPUESTA DE SESIONES DE CLASE PARA ANALIZAR Y REFORMULAR

Primera sesión: Lectura completa del cuento


Durante la primera sesión, se realiza una primera lectura completa del cuento. Si se tiene
oportunidad de hacerlo el mismo día, el maestro puede leerlo completo una segunda vez.
Al concluir la lectura, se puede volver sobre el título: ¿Por qué el cuento tiene por título “Los
tres deseos”? ¿Quién le concedió al leñador la posibilidad de elegir tres? ¿Qué fue lo que
aconteció con los tres deseos?

A través de esta conversación, se recuperará lo básico del cuento: Júpiter le concede al leñador
tres deseos. El leñador, presa del hambre, pide una salchicha. Su esposa lo reta, entonces él
desea que la salchicha se pegue en su nariz. Finalmente, el leñador pide su último deseo: que la
salchicha desaparezca.

 La historia no es el relato
En esta primera conversación, entonces, se delinean los momentos clave de la historia. Pero en
todo buen relato literario no alcanza con el conocimiento de la historia; la historia es una
construcción de lenguaje, y el relato delicioso presente en esta versión comienza a disfrutarse
más en las relecturas.

Actividad escrita
Como cierre de esta primera lectura, se puede culminar por ilustrar a los personajes y escribir
sus nombres: Júpiter, el leñador y la mujer del leñador. En caso de que el maestro proponga que
cada niño arme su propio libro, estas primeras ilustraciones pueden ubicarse en la primera
página, bajo un título como: “Los personajes de la historia”.
Si el maestro lo considera oportuno, puede concentrarse también en repasar (o introducir por
primera vez) algunos aspectos del sistema de escritura y de la ortografía presentes en estas
palabras, por ejemplo:
- ¿Por qué Júpiter va con mayúscula y por qué el leñador no?
- ¿Si en lugar de poner la J en “Júpiter” se escribiera la letra G, qué pasaría? ¿Sucedería lo
mismo para la palabra “mujer”?
- La letra ñ a veces nos confunde: hay palabras que se escriben con “ni” (por ejemplo,
nieto, Antonio, nieve) y otras con “ñ” (caño, leñador, ñoquis). Entre todos, se puede
hacer un listado de palabras usuales que van con ñ y otro que van con ni, para tenerlas a
la vista y no confundirse a la hora de escribir.

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Segunda sesión: Un leñador quejoso


Se propone entregarles a los niños la transcripción de la primera parte del cuento.

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LOS TRES DESEOS


Había una vez un leñador que no paraba de quejarse.
- ¡Soy tan pobre! –decía -. ¡Hasta las ratas del bosque tienen más que yo!
Entonces su mujer le recordaba que tenía una hermosa cabaña, unas buenas hachas y unos
lindos machetes, y también un sombrero nuevo, reluciente como la piel del topo. (En realidad,
el sombrero nuevo era bastante viejo pues lo había comprado para su casamiento, años atrás,
y estaba sin usar, guardado en una caja.)
- ¿Y para qué sirve tener un sombrero nuevo? –protestaba el hombre -. ¿Para ir al baile de los
conejos o a la fiesta de la lechuza?
- Sirve… ¡para tener un sombrero nuevo! –aseguraba entonces su mujer.

Luego de que el maestro lo lea una vez, se puede proponer una lectura compartida, en la que un
chico asume la voz del leñador y otro la de su mujer.
Para eso, el maestro puede llamar la atención sobre las rayas de diálogo, proponerles que las
marquen con distintos colores de acuerdo con quién habla o bien subrayar con un color lo que
dice el leñador y con otro color lo que dice su mujer.

Actividades escritas
Antes o después de la lectura de este fragmento, se puede proponer alguna de las siguientes
actividades.

o Tachá la palabra intrusa en cada una de las siguientes listas:

protestar hacha lechuza


quejarse cuchara salchicha
bailar machete topo
rezongar serrucho rata
refunfuñar sierra conejo

Es probable que el maestro necesite hacer aclaraciones sobre las palabras; en particular,
rezongar, refunfuñar, machete, sierra, pueden resultarles desconocidas a los chicos.

2) Subrayá la palabra “pobre” en cada una de las siguientes expresiones:

• ¡Soy tan pobre!


• ¡Soy muy pobre!
• ¡Pobre de mí!
• ¡La rata es muy pobre!
• ¡Qué pobre soy!

¿Cuál de las expresiones anteriores no diría el leñador? ¿Por qué?

3) El leñador era pobre, pero tenía algunas cosas. Leé el cuento nuevamente con la
ayuda de tu maestro y tildá lo que sí tenía el leñador:

o una hermosa cabaña


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o unas monedas brillantes


o unas buenas hachas
o unos lindos machetes
o un sombrero nuevo
o una hato de cabras

 Actividades y propósitos de enseñanza


Si las actividades se realizan antes, se espera que colaboren para la comprensión del texto y
también para la fluidez de la lectura posterior.
Si las actividades se realizan luego de las relecturas, es porque se desea focalizar en la lectura y
escritura de algunas de esas expresiones y palabras, así como en la reflexión sobre algunos
elementos del sistema de escritura: la letra ch, en la actividad 1; el grupo br o los signos de
admiración, en la actividad 2; la letra ch o el grupo br en la actividad 3.
Estas actividades (algunas más simples, como buscar una palabra en una oración, otras más
complejas como leer expresiones y tomar decisiones sobre ellas) varían a su vez en su nivel de
dificultad, de acuerdo con la forma en que se lleven a cabo: de manera individual, o con la
ayuda del docente, o de forma colectiva entre todos. El maestro, de acuerdo con su
conocimiento sobre sus alumnos, toma decisiones en relación con la dinámica de trabajo.

Para concluir, el maestro puede proponerles ayudar al leñador a ser más quejoso, sumando otras
frases que puede decir, usando una estructura similar a la presente en el texto, por ejemplo:

- ¡Hasta las ratas del bosque tienen más que yo!


- ¡Hasta los pájaros que …………………. tienen más que yo!
- ¡Hasta las …………………….. que se arrastran tienen más que yo!
- ¡Hasta ……………………… que viven bajo la tierra tienen más que yo!

***

Tercera sesión: Júpiter concede tres deseos


Para esta tercera sesión de lectura, se propone releer (primero el maestro, luego con la misma
dinámica de la sesión anterior, es decir: el maestro asumiendo la voz del narrador y dos chicos
sendos personajes) el encuentro entre Júpiter y el quejoso leñador.

Un día, estaba en el bosque haciendo su tarea cuando, de pronto, el cielo se cubrió de nubarrones.
- Tormenta en puerta – murmuró el hombre - ¡Qué mala suerte!
Pero se equivocaba.
Los nubarrones oscuros escondían a un personaje importante. Porque en aquel bosque se refugiaban
algunos dioses antiguos entre los que estaba Júpiter, el más poderoso de todos ellos.
De pronto brilló en el cielo una espada de luz, estalló un estruendo y, al segundo, los nubarrones se
abrieron como un telón gris y en medio de la escena apareció el propio Júpiter.
El leñador, aterrado, trató de hacerse pequeñito pequeñito para pasar inadvertido. Pero a aquellos
dioses antiguos no se les escapaba nada y Júpiter lo señaló con el dedo.
“Me ha visto”, pensó el hombre. “¡Mala suerte!”

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- Buena suerte – tronó Júpiter tonante -. Estoy harto de oírte decir “mala suerte”. Tus quejas envenenan
el aire y acabarán por espantar a los pájaros y marchitar las flores. Pero ya basta de lamentos, porque
yo, Júpiter, te haré el más dichoso de los hombres. Te otorgo tres deseos, que se cumplirán siempre que
los pidas en voz alta y surjan del fondo de tu corazón. ¡Adiós leñador, y no quiero más quejas!
El telón de nubarrones volvió a cerrarse y el hombre aplaudió tímidamente, como el único espectador
en un inmenso teatro.
“Entonces, ¿ahora tengo suerte?” se preguntó el hombre. Y se contestó a sí mismo “¡Sí! ¡La tengo! Y
puedo desear lo que se me antoje, por ejemplo, que el sol se vuelva cuadrado y verde y gire al revés”.

Si el maestro lo considera oportuno, en alguna ocasión se puede detener la lectura para


reflexionar sobre el sentido de algunas expresiones, como las subrayadas:
1. “Un día, estaba en el bosque haciendo su tarea…” ¿Cuál era su tarea?
2. “Tormenta en puerta”¿Cómo nos damos cuenta de que hay una tormenta en puerta?
3. “Te otorgo tres deseos, que se cumplirán siempre que los pidas en voz alta y surjan del
fondo de tu corazón” ¿Alguna vez desearon algo desde el fondo de su corazón?
4. “dejó la mente en blanco, como un cuaderno nuevo” Intentemos poner la mente en
blanco, ¿se puede o no se puede? ¿Pudieron no pensar en nada?

 Variando las preguntas


Todas estas preguntas parten de la idea de interrogarse sobre “qué quiere decir”, que es mejor
que no siempre sea directa: la pregunta 1 apela a la referencia de la expresión, la pregunta 2
supone poner en juego las experiencias de los chicos con respecto a ese fenómeno, la 3 requiere
traer a la memoria algo vivido, la 4 experimentar una sensación.
Muchas veces, en las aulas solo preguntamos directamente: “¿Qué quiere decir?”.
Preguntar de estas diferentes maneras les permite a todos los chicos hacerse a sí mismos esa
pregunta y en tal caso, hacérsela al maestro o inferir la respuesta a partir de lo que va dándose
como experiencia de pensamiento propia o de las ideas que surgen de los demás.

Dada la potencia de esta escena, también puede proponerse una dramatización: con dos trapos o
telas o incluso cualquier prenda, se pueden representar a los nubarrones, y una regla amarilla
bien puede ser una espada de luz. El maestro puede leer la parte que le corresponde al narrador
y dos niños participar como los personajes. Dado que el parlamento de Júpiter es bien extenso,
se puede practicar previamente varias veces … “¿Cómo hablará el rey de los dioses?” es una
pregunta que puede orientar este desafío para practicar la lectura antes de la dramatización.

Por último, si lo considera viable, el maestro puede resaltar la diferencia entre la raya de diálogo
(para lo que dicen los personajes) y las comillas (para lo que piensa el leñador), presente en este
fragmento.

Actividad escrita
El maestro puede proponerles a los chicos que inventen otros deseos ridículos:

El leñador, feliz de tener tres deseos, se le ocurre que puede pedir que el sol se vuelva cuadrado
y verde y gire al revés. Luego se arrepiente, porque se da cuenta que es un deseo muy poco
conveniente…
¿Qué otros deseos tontos podrían ocurrírseles?

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La idea es que los chicos enuncien algunos deseos ridículos que se les ocurran, anotarlos entre
todos en el pizarrón y conversar si son tan ridículos como parecen… porque que algo no sirva
para mejorar la forma en que se vive no quiere decir que no pueda ser hermoso.
Por ejemplo:

- Que el sol se vuelva cuadrado y verde y gire al revés.


- Que los pájaros no puedan volar más
- Que las mariposas se posen arriba de mi casa y la pinten de colores.
- Que llueva golosinas.
- Que la luna salga todas las noches.
- Que los perros no ladren tan fuerte.

Luego, cada uno podrá elegir el deseo más ridículo pero más hermoso de todos y copiarlo en su
cuaderno.

 Ampliar el horizonte cultural


Si bien en el cuento se explica relativamente quién es Júpiter, el maestro puede ofrecer a los
niños una explicación más amplia, pues es probable que este sea uno de sus primeros
acercamientos a personajes mitológicos.

***

Cuarta y quinta sesiones: Desear cosas inalcanzables


Prontamente el leñador descubre que ni para él ni para nadie es tarea sencilla desear aquello que
sabemos que se podrá cumplir. En esta sesión y en la siguiente, nuestro héroe y su mujer se
enfrentan a la difícil tarea de escoger tres y solo tres deseos.

Lo mejor era volver a la cabaña, a pensar con calma. En el camino, para no tentarse, entrecerró los
ojos y dejó la mente en blanco, como un cuaderno nuevo.
No bien llegó le contó a su mujer lo sucedido. La leñadora dio gracias al cielo y le preguntó si ya sabía
lo que iba a pedir.
- Todavía no – contestó él-. No es tan sencillo como parece; estas cosas hay que meditarlas mucho. Para
empezar, dame el sombrero nuevo.
Ella no le preguntó para qué, pues comprendió que aquella era una gran ocasión, digna de usar el
sombrero nuevo.
El leñador alisó la copa con el revés de la manga y se lo puso. Después acercó dos sillas y ambos se
sentaron, muy serios, frente al hogar encendido.
- ¿Y ahora? – preguntó la leñadora.
- Ahora, cada cual por su lado, pensemos qué nos gustaría tener. Después nos contaremos los deseos,
elegiremos los tres mejores y los pediremos en voz alta.
- ¡Qué maravilla, bendito sea Júpiter! –exclamó la mujer - ¿Puedo desear una cabaña más grande?
- Hasta un palacio de cincuenta habitaciones, si se te antoja – afirmó él.
- ¿Cincuenta? ¿Y tendré que limpiarlas una por una?
- Podrías pedir veinte criados…

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- ¿Veinte? – saltó la leñadora - Con la poca memoria que tengo, ¿cómo haré para recordar sus
nombres? ¿Y si veinte criados no me alcanzan?
- Silencio, mujer. Pensemos con calma, inteligentemente.
-Inteli – gente - mente – repitió ella.
Pero ni la mujer ni el marido estaban acostumbrados a pensar cosas inalcanzables y no se les ocurrió
absolutamente nada.
- Tengo la mente en blanco – dijo ella -. Las ideas se me volaron como pajaritos.
- ¡Silencio! –gruñó el leñador, fastidiado porque a él también se le habían volado las ideas.

Al escuchar o leer los diálogos entre estos protagonistas, los chicos suelen interrogarse y
ponerse de un lado o del otro. Nuevamente, se recomienda leer este fragmento del cuento de
manera que en la segunda relectura los niños asuman el rol de los personajes y el maestro el del
narrador.
Recordemos que siempre es conveniente marcar las rayas de diálogo con distintos colores de
acuerdo con quién habla y dar oportunidad a los chicos de practicar lo que van a leer, a veces
con la “excusa” de encontrar los tonos de voz apropiados.

Como oportunidad para esa “práctica”, sugerimos el desarrollo del siguiente juego2:

Frases para leer y reírse

Materiales:

 Tablero con los números 1 al 6 (se puede realizar con papel afiche o bien dibujarse en el
pizarrón). El tablero se ubica en el centro del juego o en el pizarrón.

 Cada niño (o grupo de no más de tres) cuenta con un pequeño cartón o algún otro
indicador (botón, semilla, etc), para ubicar en el tablero cuando corresponda.

 Un dado.

 Una pila de frases extraídas del cuento, por ejemplo:

Dame el sombrero nuevo.


Después nos contaremos los deseos.
Bendito sea Júpiter
Puedo desear una cabaña más grande
Podrías pedir veinte criados
Pensemos con calma, inteligentemente.
Y si veinte criados no me alcanzan.
Inteli-gente-mente
Tengo la mente en blanco
Las ideas se me volaron como pajaritos.
Silencio

2
Este juego está basado en el juego Humor, realizado por Asbro.

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 Pila con palabras que indican las emociones del futuro lector o bien los modos en que leerán.
Estas palabras se escriben sobre cartones de un tamaño un poco menor que los números del
tablero. Por ejemplo:

feliz asustado enamorado con vergüenza


gritando murmurando con hipo estornudando
triste preocupado preguntando seguro
muy rápido cantando exclamando como un loro

¿Cómo se juega?
El maestro o un niño toma seis palabras (pila 2) y las coloca sobre el tablero, una sobre cada
número. Las palabras se leen en voz alta.
Un niño toma al azar una frase de la pila 1. Luego de leerla en silencio (o despacito, al maestro),
hasta saberla bien, tira el dado (ocultando el resultado a los compañeros), busca la palabra o
expresión que corresponde a ese número y relee (en silencio y con la ayuda del maestro) la
forma en que leerá la frase a sus compañeros.
Luego de leerla (puede ser más de una vez, pues no es tarea fácil), los compañeros votarán
(colocando el cartón o botón en el tablero) la palabra o frase que indica la forma en que fue
leído. Se cuentan las votaciones y se da a conocer cuál es el resultado correcto.
Luego, entre todos, se puede practicar la lectura de esa frase, nuevamente.

Se reitera cuantas veces se desee y mientras el juego continúe siendo interesante para los chicos.

 No es fácil aprender las reglas de un juego


Cualquier juego reglado tiene un primer momento que supone el aprendizaje mismo del juego.
De allí que alentamos a no abandonarlo si en una primera sesión de clase resultó un tanto difícil
llevarlo a cabo.
Por otra parte, dado que en el juego se reiteran las frases y palabras, el ritmo de juego irá
mejorando cuanto más se juegue.

***

Sexta sesión: Más deseos


El leñador y su mujer se dan un tiempo para pensar qué van a pedir… Y cada uno se sumerge en
sus propios pensamientos, que los lectores “espiamos” de contrabando. Proponemos que la
lectura de esta zona del cuento se realice de forma especialmente pausada, para dar tiempo de
que los chicos puedan ir elaborando mentalmente cada una de las ricas imágenes que el texto
despierta.

Como les costaba mucho trabajo pensar, comenzaron a imaginar cosas como cuando eran pequeños.
La mujer dejó vagar la vista por su delantal floreado y se dijo:
“Quiero tener un jardín muy grande, con flores y árboles. Que en los árboles broten quesos, jamones y
panes, para no tener que cocinar. Que haya flores como copitas, unas con vino y otras con miel. Que los
gusanos de seda fabriquen la ropa, y las arañitas tejedoras zurzan y remienden. Que no vuele el polvo,
pero por si algo se ensucia, que surja un manantial de agua caliente para lavar la ropa. Que yo pueda
pasearme todo el día como una gran señora, sin hacer nada. Que el jardín lo disfruten también un perro
y un gato, una vaca y un burro, porque es bueno tener animales. Que vengan de visita los pájaros y las
mariposas y las mujeres de otros leñadores con sus niños, ¡que haya un cañaveral de caramelos para
todos los niños! Que no llueva nunca, pero que en uno de los árboles crezcan paraguas porque nunca
está de más tener un paraguas…”

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El leñador, por su parte, estiró las piernas, se miró las botas gastadas y pensó:
“Quiero unas botas sin agujeros en las suelas para recorrer un bosque muy grande. Quiero que todo ese
bosque sea mío y que por todas partes haya sierras que talen los árboles y silben como una orquesta de
violines. Quiero tener un gran aserradero; que compren mi madera los constructores para hacer pisos,
puertas y ventanas; que la compren los ebanistas para taller los tronos de los reyes, y los dueños de los
astilleros para hacer los mástiles de los barcos. Cuando sea muy rico, quiero que un ingeniero me
invente una nave de madera que lleve mi nombre y sirva para andar por la carretera, para navegar por
los ríos y volar por los aires. Quiero ser tan importante que los seres que nos espían desde otro lugar
lleguen a decir: Esa es la tierra; allí vive el Leñador Famoso…”
Al rato, marido y mujer se adormecieron junto al fuego, pensando como sabían, imaginando como
podían.

En segundo lugar, el maestro puede proponer diferentes actividades de relectura de partes del
fragmento. Por ejemplo, bajo la pregunta “¿De quién es este deseo?”, el maestro les sugiere a
los chicos leer algunos cartones donde figuran deseos del leñador y de su mujer, extraídos del
texto.
La idea es ir ubicando esos cartones debajo del personaje correspondiente, releerlos y luego
verificar si pertenecen al personaje escogido, en una nueva relectura de texto.

Actividad escrita
Una vez concluida la actividad anterior, se puede realizar la siguiente, en los cuadernos:

Estos son algunos de los deseos del leñador y de su mujer. Subrayá el más lindo del
leñador y el más lindo de su mujer.

La mujer del leñador


Quiero que haya un cañaveral de caramelos para todos los niños.
Quiero que en los árboles broten quesos, jamones y panes
Quiero que vengan de visita los pájaros y las mariposas

El leñador
Quiero unas botas sin agujeros en las suelas para recorrer un bosque muy grande
Quiero una nave de madera que sirva para andar por la carretera, para navegar por
los ríos y para volar por los aires
Quiero que por todas partes haya sierras que talen los árboles

Una vez que los chicos leen y subrayan los deseos que les gustan más, la idea es compartir esas
elecciones, de manera que se produzca un pequeño intercambio con las opiniones de cada uno.
Si es posible, también en este diálogo el maestro va tomando notas de las razones a favor de
cada uno de los deseos esbozadas en el intercambio.

***
Séptima sesión: Deseos hechos y deshechos
En la última zona de relectura es donde se concentran los elementos que más hacen al avance de
la historia. De allí que proponemos especialmente que antes de la relectura se recuperen los
hechos fundamentales acontecidos hasta este momento de la historia, con el propósito de
escribir una renarración colectiva del cuento3.

3
La dinámica propia de la renarración colectiva se encuentra desarrollada en: “Ejemplo de secuencia de
abordaje de ‘Los sueños del sapo’, de Javier Villafañe.

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Material de trabajo especialmente desarrollado por María del Pilar Gaspar,
para el proyecto “Desarrollo profesional en alfabetización inicial”, Coord. Silvia M. González, Área Lengua, DNGE, Ministerio de
Educación de la Nación diciembre 2009

Solo con un fin ilustrativo, incluimos esta posible renarración:

Los tres deseos


Había un leñador muy quejoso.
Un día apareció Júpiter y le dijo:
- Te voy a conceder tres deseos.
El leñador volvió a su casa. Él y su mujer pensaron y pensaron sobre los deseos que iban a
elegir.

Luego de la renarración de lo acontecido hasta el momento, se lee la última parte del cuento,
sobre la que se realiza posteriormente la renarración colectiva.

De pronto crepitó un leño y los despertó. El hombre se desperezó y sintió hambre, mucha hambre, y le
entraron unas ganas irresistibles de comerse una salchicha. Entonces exclamó, desde el fondo de su
corazón:
- ¡Qué bueno sería comerse una salchicha!
La mesa estaba vacía pero, en cuanto él expresó su deseo, encima apreció una cosa.
- ¿Y eso, qué es?- preguntó, sobresaltado.
- Yo veo una salchicha. ¡La mesa estaba vacía y ahora hay encima una salchicha! –dijo la mujer muy
divertida-. Apareció sola, no tuvimos que ir a comprarla… ¡tenemos una salchicha gratis!
El marido se puso pálido.
- ¿No te das cuenta? –gritó-. ¡He malgastado un deseo! Podía haber pedido cien mil kilos de oro y en
cambio pedí cien gramos de salchicha. ¡Eso no tiene perdón!
- ¿Eso ocurrió? ¡Es claro que no tiene perdón! ¿Para eso pensamos tanto? ¡Y yo, que lo tenía planeado
todo para ser felices! Como siempre, solo pensaste en comida, gordo glotón. ¿Qué esperas para comerte
esa salchicha?
El leñador se puso hecho una furia.
- ¿De veras crees que quiero comerla? ¿No te das cuenta de que ahora odio las salchichas? Por tonta y
retonta, ¡ojalá que se te pegue en la nariz!
Estaba tan rabioso que lo deseó de veras y, no bien lo dijo, la salchicha dio un brinco y fue a pegarse en
la nariz de la señora.
La mujer se puso bizca; tironeó de la salchicha tratando de desprendérsela, pero fue inútil.
-¡Qué desgracia! –gritó, desesperada-. Yo ya me veía linda y feliz, paseando por mi jardín como una
princesa, y ahora… ¡soy un esperpento!
El marido se agarró la cabeza: había malgastado estúpidamente el segundo deseo y, como si eso fuera
poco, estaba casado con la mujer más ridícula del mundo.
- Veamos –dijo por fin-. Pensemos con serenidad… Sólo nos queda un deseo y de ninguna manera
podemos malgastarlo.
La leñadora no cesaba de llorar:
- ¡Hay que hacer algo! No quiero vivir pegada a esta cosa. ¡Estoy horrible!
- Tal vez se vaya sola –dijo él.
- ¡Estas desgracias no se van solas!
-Lo mejor será pedir muchísimo dinero, así podremos ver al mejor médico del mundo, que seguramente
sabrá curarte.

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Material de trabajo especialmente desarrollado por María del Pilar Gaspar,
para el proyecto “Desarrollo profesional en alfabetización inicial”, Coord. Silvia M. González, Área Lengua, DNGE, Ministerio de
Educación de la Nación diciembre 2009

- ¿Un médico? ¿Qué puede hacer un simple médico contra un deseo cumplido por volunta de Júpiter?
El marido insistió. Le propuso que usara vestidos con cuellos muy altos o sombreros con alas muy bajas
para disimular su nariz, pero no pudo convencerla.
Entonces sucedió algo: miró a su esposa y, al verla tan fea, deseó de todo corazón volver a ver su linda
nariz y su carita alegre.
Y utilizó el último deseo:
- ¡Que desaparezca la salchicha!
Se esfumó en un instante, como si todo hubiese sido un sueño.
Inmediatamente, la leñadora dejó de ponerse bizca, se tocó su nariz de siempre y rió de felicidad.
El leñador la abrazó, le dio un beso en la nariz y rió con ella.
-¡Ah, qué bueno volver a tener mi cara de siempre!
- ¡Qué raro!-dijo él.
-Raro, ¿qué cosa?
-Me parece que estás más linda que antes.
Olvidaron los deseos malgastados y las fortunas perdidas. Se tomaron del brazo y salieron a pasear
aprovechando que él tenía puesto el sombrero nuevo.
Tal vez hayan ido a caminar por el bosque, o a visitar a otro leñador, o a la fiesta de la lechuza. Lo
cierto es que se los veía contentos como si hubiesen cumplido todos sus sueños.
Y dicen que el leñador no volvió a quejarse ni una sola vez… al menos por ese día.

Esta renarración colectiva se puede publicar en el aula, en un afiche. Si se ha optado por


construir un librito con las diferentes páginas del cuento, se puede decidir entre todos incluir
parte de ella en la contratapa…
Para escribir la contratapa, es importante revisar las de algunos libros, de manera de llegar por
ejemplo a la conclusión de que suelen tener dos partes: una relativa usualmente a la historia que
se cuenta; otra en términos de comentario.
- En cuanto a la historia, es conveniente recordar que en la contratapa no conviene
incluirla toda, pues esto puede provocar que los futuros lectores no se interesen por
leerla. La decisión será, entonces, hasta dónde copiar de la renarración colectiva;
decisión que se toma cuidadosamente entre todos.
- En cuanto al comentario, este también supone una escritura colectiva, a partir de una
conversación en el aula sobre: ¿Por qué recomiendan este cuento? ¿A quiénes se lo
recomiendan? ¿Cómo lo vamos a escribir, de manera breve?

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Material de trabajo especialmente desarrollado por María del Pilar Gaspar,
para el proyecto “Desarrollo profesional en alfabetización inicial”, Coord. Silvia M. González, Área Lengua, DNGE, Ministerio de
Educación de la Nación diciembre 2009

EL ITINERARIO CONTINÚA

Como se señala al comienzo de este texto, todo itinerario supone un recorrido por distintas
lecturas. Hasta aquí, se ha ejemplificado con un cuento posible, en la versión de una reconocida
autora argentina.

A modo de sugerencias finales, incluimos comentarios sobre tres (¡tres!) cuentos más sobre los
deseos y el tres:

- “El pescador y su mujer”, relato de los hermanos Grimm en la tónica de los tres deseos,
bastante similar al de Perrault.
- “El genio y el pescador”, de Las mil y una noches, en que un pescador logra engañar a
un genio: si bien al ser encerrado el genio había pensado conceder tres deseos, harto de
su larga espera dentro de una botella, decide matar al que la encuentre. Recomendamos
la versión de Gustavo Roldán, en la colección Pajarito Remendado de ediciones Colihue,
que también figura en la antología Cuentos de todo el mundo, colección Pajaritos en
bandadas de la misma editorial.
- “Historia de un Ramón, un salmón y tres deseos”, cuento de Graciela Montes, que
reescribe en clave paródica el tema de los tres deseos. Se encuentra en la colección
“Pajarito remendado”, de ediciones Colihue y en la antología Cuentos de aquí nomás, de
la misma editorial.

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