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1944 a 1954
¿Cuál es el nombre con el cual se le conoce a estos diez años (1,944-1954), por qué?
Década Democrática, La Década Revolucionaria, Primavera Democrática. Llamada así por buscar el
cambio para los grupos indígenas y ladinos pobres y el cual abolió leyes que aun regían el
trabajo forzoso, leyes inhumanas y una situación económica que beneficiaba a las clases altas. Se
establecieron leyes que mejoraban la calidad de vida de la población el magisterio recibió mejoras en
su labor docente y se establecen diversos aportes en beneficio de todos.
¿En qué fecha se creó el comité nacional de Alfabetización y cuáles eran sus objetivos?
En 1986 se emitió la Ley de Alfabetización (vigente) que establece los lineamientos para la
organización del Comité Nacional de Alfabetización CONALFA. El Reglamento respectivo contiene
los principios por los que habría de regirse la alfabetización y la forma de organización del CONALFA.
Da prioridad a las personas cuyas edades oscilan entre los 15 y los 30 años.
Se considera que el analfabetismo ha sido el resultado de una estructura política discriminatoria y
una economía injusta, que percibe en la situación de pobreza y atraso que vive el país.
¿Fue creada la primera escuela Normal Rural, en qué lugar y cuál era su objetivo
formativo?
Finca La Alameda, su objetivo era formar maestros destinados al ambiente campesino.
¿Se hicieron escuelas Tipo Federación en 1944, quien o quienes plantearon la idea?
Doctor. Juan José Arévalo Bermejo
15. ¿En qué fecha y con qué objetivo se empezó con la educación para la conservación y
aprovechamiento de los recursos naturales?
La preocupación Ambiental se remonta al año 1972. El aprovechamiento de los recursos
naturales, debe hacerse de manera que no afecte el balance natural de los bosques, ríos, lagos,
el aire, el suelo y la vida animal. Es por eso que es tan importante un desarrollo sostenible y no
un desarrollo que destruya la naturaleza y que al final destruirá a los seres humanos. El
desarrollo sostenible es aquel por medio del cual podamos obtener beneficios de la naturaleza
pero sin provocarle un daño que después no podamos corregir.
Una de las prioridades de la junta revolucionaria fue la educación que se realizó para
determinar el estado en el cual se encontraba Guatemala en ese tiempo.
Con la conclusión de los gobiernos militares se inicia la vida constitucional, con miras a
instaurar un proceso democrático que habría de dar mayor importancia a la educación.
El desarrollo educativo ha sido lento y la cobertura del sistema en los niveles de pre primaria,
primaria y media insuficiente y no correspondía a las necesidades reales de la población.
Se produjeron algunos deterioros como la desprofesionalización del magisterio no solo por el
estancamiento salarial sino también por la falta de estímulo de superación profesional.
Una de las incidencias que afecto la vida cultural y económica del país fue el terremoto que le
toco vivir a Guatemala en el año de 1976, ya que se perdieron muchos edificios escolares,
además del daño sufrido por alumnos y maestros. El departamento más perjudicado fue
Chimaltenango con el 71% de los edificios escolares quedaron totalmente destruidos o
inutilizables
El progreso con 57%
Baja Verapaz con 40%
Jalapa con 48%
Sacatepéquez con 26%
Totonicapán con 25%
Izabal con 15%
El ministerio de educación después de hacer una evaluación de los daños emprendió un programa de
reparación de edificios, o reconstrucción total.
Dos días después del derrocamiento de Ponce Vaides, la Junta Revolucionaria de Gobierno
presento a los miembros del gabinete:
Enrique Muñoz Meany, Relaciones Exteriores
Jorge Luis Arriola, Educación
Juan Córdova Cerna, Gobernación
Rafael Pérez de León, Comunicaciones
Pedro Confió, Agricultura
Gabriel Orellana, hacienda
Rodrigo Robles Chinchilla, Secretario General
El nombramiento del Ministro de Educación, Jorge Arriola, merece particular atención ya que, luego de
sufrir prisión y torturas durante 15 días en el segundo Cuerpo de las fuerzas represivas de Ponce, la
Junta Revolucionaria, al darse la victoria, lo nombro el 21 de octubre para dicho cargo y lo hizo salir
directamente de la cárcel al Palacio de Gobierno.
Arriola acepto y prometió impulsar una reorganización completa de la educación:
La revolución de octubre de 1944 se planteó, desde sus inicios, como una idea legitimadora en la que se
promovieron acciones con la intención de ejecutar un programa que incidiera en la población indígena
guatemalteca, la educación y sobre todo en los ámbitos de la cultura alrededor de 1945.
Celso A. Lara Figueroa
Ello fue lo que propició que se determinara la creación de un ente impulsor que condujera y
mantuviera la directriz de las políticas en este cambio durante el período revolucionario.
Previo a esto, es necesario identificar las características que se establecieron en la sociedad
guatemalteca poco antes de la llegada a presidencia del Doctor Juan José Arévalo Bermejo. El hilo
conductor se desarrolla en un remozamiento del ideario liberal propio de principio del siglo XX,
aunque ello solo haya servido para rellenar los discursos de los gobernantes en turno y no se pusiera en
práctica ninguna de sus visionarias recomendaciones.
Si se toma en cuenta que durante la dictadura de Manuel Estrada Cabrera, la injerencia externa en los
asuntos internos acentuaban la paranoia del Estado, se entiende entonces que el pensamiento sobre el
Estado y los indígenas se enmarcaba en el “saber aprovechar inteligentemente al indígena y su cultura,
ese tesoro de fortaleza física, carácter dócil y natural inteligencia, que aún quedara, otras razas
dominadoras vendrían a aprovecharlo y a la vuelta de unos cuantos años él estaría elevado y los no
indios serían reducidos a la categoría de parias pagando así el delito de imprevisión en las venas
sangres de indios y haber persistido sin embargo, en solo querer llevar entre las manos el látigo de los
conquistadores”, según lo expresa Rodríguez Beteta, uno de los pocos liberales que se dedicaron a
estudiar el desarrollo del pensamiento ilustrado, lo cual le permitió plantear concepciones y propuestas
al estilo de José Cecilio del Valle en los inicios del siglo XIX, y del cual fue biógrafo. Se le atribuyó
entre otras cosas, ser el artífice prolongador del ideario liberal, el cual hablaba de modernización y
progreso pero desde un enfoque estrecho que preconiza el autoritarismo como forma de resolver la
contradicción del aparato productivo nacional: latifundios ociosos en su mayoría y minifundios en
constante proceso de pulverización.
Ese obstáculo estructural impidió cualquier proyecto integracionista, culturalista y educativo con
posibilidades de consolidación. Durante esta etapa histórica, la situación agraria era el eje de todo el
sistema, el cual marcó el límite de las iniciativas reformistas. La dotación de pequeñas suertes de tierra
no tuvo espacio en los programas estatales anteriores a 1944.
Tras el derrumbe de la dictadura de Manuel Estrada Cabrera, se sucedieron una serie de gobiernos de
corta duración entre los cuales destacó el encabezado por Lázaro Chacón, quien proporcionó amplio
respaldo a la Universidad Nacional, en donde se abrió uno de los primeros espacios académicos en que
se tomaría en cuenta el aspecto cultural e indígena, a partir de la disposición de crear una cátedra
universitaria libre de “lenguas indígenas y civilización maya-quiché”.
Es muy probable que J. Antonio Villacorta, Ministro de Instrucción Pública de aquel gobierno, haya
tomado como asunto propio la formación de profesionales especializados en el conocimiento de la
realidad indígena. Sin embargo, esta iniciativa se quedó sólo en entusiasmo ya que en febrero de 1931
asumió el poder el general Jorge Ubico para quedarse por espacio de 14 años, hasta ser derrocado por
una insurrección popular en 1944.
Con Ubico, Guatemala entró en un período de drásticas restricciones a las libertades civiles, que en la
forma no difería de las dictaduras precedentes pero que tuvo consecuencias que permiten hablar sin
exageración de un retroceso en todos los órdenes de la vida nacional. Se cerraron escuelas, se eliminó
la autonomía universitaria, se suprimieron las plazas de los directores de las escuelas públicas y se
persiguió a los maestros por sus ideas políticas.
La educación pública, bandera de los liberales, pivote que permitiría la incorporación de las mayorías
urbanas y rurales al carro del progreso, durante el período ubiquista sufrió el mayor de los
descalabros. Ubico se reservó el derecho de designar a los funcionarios universitarios y estableció que,
como centro educativo, la Universidad debía de fomentar el espíritu de solidaridad social, exigir a los
profesores y alumnos corrección en sus expresiones y trabajar por la incorporación del indio a la
cavilación moderna. La Facultad de Humanidades fue clausurada y se reformó la ley orgánica de la
Universidad por no haber llenado las expectativas para las que fue creada.
Las escuelas normales fueron militarizadas. En 1935, por medio de un decreto, dispuso militarizar
todos los centros de enseñanza media. Al final de la carrera, el estudiante recibía además de su título
profesional, los despachos de subteniente de reserva. Desde su ascenso al poder hasta su caída en
1944, Jorge Ubico tuvo mano de hierro para manejar la economía y la educación y sobre todo la cultura
con el fin de sofocar la libertad en Guatemala.
Durante 1944 la Universidad de San Carlos fue el espacio donde empezó a cobrar forma la oposición
organizada contra la tiranía ubiquista. La Asociación de Estudiantes Universitarios y el magisterio
convocaron a una protesta pública en la ciudad capital.
Los estudiantes universitarios demandaron la destitución de las autoridades universitarias impuestas y
la restitución de la autonomía universitaria, así como una serie de reformas internas entre las que se
contempló la creación de un instituto de Ciencias Indigenistas.
Ideas reformistas y reivindicatorias en las que tuvo un papel relevante Manuel Galich, que formó parte
del primer Grupo Indigenista, integrado en diciembre de 1941 y que posteriormente, tras la caída de la
dictadura sirvió de base para la estructura del Instituto de Antropología e Historia en 1945. Manuel
Galich se convertiría posteriormente en ministro de Educación del gobierno revolucionario.
Esta nueva forma de pensar que se estaba construyendo adquirió su estatus de ideología oficial hasta
1945, configurando una línea de pensamiento encaminado a la reestructura de lo cultural y educativo: a
nivel étnico cultural, reflexiones y estudios previos como el trabajo etnográfico realizado por
científicos alemanes a fines del siglo XIX y principios del XX, prepararon el terreno para que la
investigación antropológica pudiera adquirir un carácter de ciencia aplicada, así como la labor
propiciada por la Sociedad de Geografía e Historia (fundada en 1923), a la que se vinculó la Fundación
Andrés Carnegie que propició a partir de 1936, estudios antropológicos en el occidente
guatemalteco. Estos trabajos se realizaron bajo la dirección de Robert Redfiled y Salomón Tax de la
Universidad de Chicago y constituyó el inicio de los estudios de comunidad en Guatemala.
El escenario anterior, fortalecido por corrientes de pensamiento de orden cultural e indigenista a nivel
continental, propició el nacimiento de un grupo de guatemaltecos que formularon las bases de un
programa para lograr la plena participación social tomando elementos culturales y étnicos (para ese
entonces indígenas), estableciéndose como máxima que: “el progreso de la nación entera dependía del
mejoramiento de las condiciones que vivía el indígena, así como de la valoración de todo patrimonio
cultural”.
Todo lo anterior ya en el marco de la Revolución de 1944. Juan José Arévalo, como pedagogo se
constituyó en foco de atención internacional por la naturaleza de sus concepciones políticas muy
ligadas a su experiencia de educador y político.
Al momento de tomar posesión de la presidencia Juan José Arévalo, el 15 de marzo de 1945, la
situación socioeconómica del país presentaba duros contrastes. El salario del campesino estaba en una
escala que iba de cinco a veinte centavos de dólar al día. El 2% de los hacendados poseía el 72% de la
tierra y el 90% de los pequeños propietarios tenían entre todo el 15% de los terrenos productivos.
Los indígenas en el campo estaban atados a las grandes plantaciones por el antiquísimo sistema de
trabajo forzado, que imponía al menos 150 días del año de deuda de trabajo en vez de
impuestos. Aunque desde la primera constitución del país se abolía la esclavitud, los sistemas de
trabajo rural prevalecientes hasta 1945 eran apenas distinguidos de la servidumbre involuntaria pues la
tasa del 75% de analfabetos llego hasta el 95% entre los indígenas. El promedio de vida era de 50 años
para los mestizos y de 40 para los indígenas.
Una de las primeras medidas que tomó el Gobierno Revolucionario de Arévalo, fue aumentar
sustancialmente los sueldos de los maestros. En 1946, el Congreso aprobó la primera ley de seguridad
social que se promulgaba en el país, y otorgaba garantías en la conservación de la fuente de trabajo,
indemnización por accidente, protección a la maternidad, educación básica y atención sanitaria. De
consecuencias más profundas fue el Código de Trabajo aprobado en 1947 y que por primera vez en la
historia laboral guatemalteca protegía al trabajador frente a los grandes propietarios agrícolas y otros
patronos.
La reacción de los grandes latifundistas no se hizo esperar: configuraron una corriente de opinión
opuesta a las reformas que recogió lo más reaccionario del pensamiento oligárquico y lo combinó con
las renovadas ideas del “anticomunismo macarthista” de la postguerra. La oligarquía de la época llevó
su posición sobre el estatuto jurídico de los indígenas en Guatemala en la que dejaba entrever la
inconveniencia de considerarlos sujetos de la ley a la par de los mestizos, debido a la supuesta
inferioridad natural del indio.
En el orden internacional, la expansión del imperialismo en el período de postguerra buscaba la
explotación de materias primas, encontrando en Latinoamérica la posibilidad de efectuarla, y para el
conocimiento del país se necesitó del apoyo de instituciones que efectuaran una amplia labor de
investigación sobre la cultura, geografía, lingüística, etc. Una de las instituciones dedicadas a esto fue
el Departamento de Asuntos Indígenas, convirtiéndose en el futuro en el Instituto Indigenista
Interamericano que tendría su sede en México y a partir de él, la creación de institutos en cada país de
América Latina.
El eje de interés de consolidación de la política indigenista fue facilitar la penetración capitalista y por
ende la ideología neoliberal. Sin embargo, todo esto respondió a una política ideológica basada en las
posiciones epistemológicas como el relativismo cultural y el funcionalismo, como representaciones
teórico-metodológicas que colaboraron con la extensión en ese entonces del capitalismo. La política
indigenista de mayor fuerza fue la de México, y lo que llegó a Guatemala fue la Política de Integración,
la cual quería corregir las ideas etnocentristas e introducir un elemento de justicia social en la política
indigenista estatal.
“El progreso de la nación entera dependía del mejoramiento de las condiciones que vivía el indígena,
así como de la valoración de todo patrimonio cultural”.
Durante 1944 la Universidad de San Carlos fue el espacio donde empezó a cobrar forma la oposición
organizada contra la tiranía ubiquista.