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i OIffitill DE GÉNERO Y SOCIEDVID:

una COES11611DE PODER


3,10_ tiLms_DENEN SER step'« SUMISAS- (
ROUSSOIU).
RA LAS MUJERES:
L 0.1 VIOLENCIA CONT
DISCURSO PATRIARCA
TEORIR FEMINISTA
REFLEXIONES DESDE LA
Luisa Posada Kubissa
tulo de este libro,
er lugar lo acertado de ti
Quisiera resaltar en prim tenemos poder para
problema es el poder y no
que deja claro que "El elia Valcárcei (1991:
tal corno lo ha expresado Am
solventar el problema", caracteriza. El titulo que,
conceptual que siempre le
79), con L3 precisión cita de Rousseau,
para este texto recoge una
por mi parte, he elegido en ser siempre sumi.
asevera que "La hijas deb
en la que este pensador de ilustración meri-
a, esta ata viene a servir
sas" (1979: 516). Sin dud aforismo, resume
una sentencia breve o de un
diana que, a la manera de iento sobre las
toda la historia del pensam
el talante que ha presidido a cita de El Emilio o de
sexos. Pero el recurso a est
leUriOneS entre los meta°, sino que
sólo, ni principalmente a ese
la eduracton no obedece del revés, par así
n precisamente para ponerla
se plantea aqui más bie para Subrayar aquí
palabras de Victoria Sau,
decirlo. O, por decirlo en permite el desafio
, a pesar de todo, la que
que "es la condición de hita 43).
á abierta al camba* (2000:
y la indignación. La que est
a la ciertamente
sentido que la apelación
Precisamente éste es el to de mi inter-
ere tener en el encabezamien
brusca cita de Rousseau qui pueSto indica, rió
segunda parte del titulo pro
vención. En ella, y corno la
1:1
e la nuenlr timelisisil atarte la Uulrurlu dr uériren k rl inider mann otario) Y SOUEDfID: unn GUMMI DE PODER
ene centrar& sin embargo, en la consideración de las muchas barbander de recordatorio. En el transcurso de esta obra, compuesta a modo de
deS. teóricas a las que el discurso filosófico• rousseauniano o no- nos breve pieza teatral en siete actos, Sade ros dice por boca de uno de sus
tiene acostumbradas, cuando de hablar de las readones entre los sexos, personajes que, a causa de algunos "pesadillas caseros" la victima y pro-
n, lo que es peor, de disertar sobre el sexo femenino se trata. tagonista femenina central fue azotada poi su rimado "a más no poder".
El marido en cuestión, que a la sazón, y como nos revela Sade también en
Pero no quisiera comenzar sin apuntar cómo estos discursos vienen a la propia obra, resulta ser un correligionario libertino, le dejó "les nalgas
minada, por encima de toda idea antagónica, cuando lo que está en luego como un tafetán chino". Precisamente este personaje femenino, la Sra. de
es la leglernadon de la violencia y de su uso o abuso: cuando se trata de. Malva!, será en la trama sadeana la víctima propiciatoria no sólo de la vio.
por así decirlo, meter a las mujeres en cintura. Tomemos el caso de dos 'ende conyugal, sino de la violencia que ejerce contra ella el circulo de
decursos coetáneos: el discurso del propio Roas...km1 y el de Sade. libertinos en allana fraterna con el propio mando. Y antes de la resolu-
ción de la obra, en la que la Sra. de Mistival recibe el supremo y virulen-
En el primero, la violencia contra las mujeres viene a justificarse to castigo por su condición de madre, consistente en coserte el aparato
desde la norma: es decir, se trata de un discurso en el que esa viulenoa vaginal, todos los diálogos y actos en los que se estructura la obra ofre-
forma parte de la propia normabvidad, de los mismos valores y formas cen un abundante repe-tono de la violencia ejercida contra esta mujer,
de relación que la sociedad va instituyendo como modelos de vida en la que, en nombre de la liberación sexual y de la Irasgresión, viene aqui a
modernidad ilustrada. Así, amén de la ata presente en el titula de este legibmarse nuevamente corno norma. Asi, se asegura que se va a hacer
lego, encontramos por todas partes en el discurso de Rousseau con ella "la cosa más natural del mundo: la voy a depilar y a magullar los
misma norma pedagógica, cuando se ocupa de establecer cómo debe muslos a fuerza de pellizcos", mientras el texto indica que tal exclamación
ser la educación de las niñas Recordaré sólo algunas de sus afirmacio- se hace "azotándola O aparecen expresiones propias de la más
nes, para que sirvan aqui de gráfico boten de muestra: "Generalmente, pura tradición que accrnpaña habitualmente la agresión a una mujer: "'Ay,
las niñas son más chicas que los muchachos". nos dice nousseau en el pitorra. Te esbangubria", por ejemplo. E, Incluso, leemos cómo el perso-
capitulo V del Emilio-: y prosigue: 'y también debe hacerse mayor uso naje libertino centrai afimia que "na hay nada tan lúbrico como una mujer
de la autoridad con ellas (....) Acostumbrad a las niñas a que se vean desvanecida", en tanto que a lo largo de todo el libro se nos argumenta
interrumpidas en sus Juegos y a que las llamen para otras ocupaciones que "nada debemos a nuestras madres, constituidos 031110 estamos por el
son Que murmuren (...) Toda la vida han de ser esclavas de la más con- esperma del padre"( 1989: 256-7; 259; 260; 253. En general, las citas
tinua y severa sijoJón ( ..) Es preciso acostumbrarlas ala sujeción cuan. aqui entrwacadas corresponden al SOtimo y último diálogo de La obra).
lo antes, con el fin de que nunca les sea violenta; a que resistan todos
5115 caprichos, para sujetarlos a las voluntades ajenas" (1979: 515-517), En fin, hasta aqui se ha apuntado cómo la violencia contra las muje-
res entra como referente normativo en el discurso de la modernidad,
Desde una glosofia diametralmente opuesta, el marqués de Sade pro llanto en el que se presenta como constituyente de la propia norma,
seda otra versión del discurso sobre la violencia contra las mujeres que coma es el caso rousseauniano, como en el que se quiere trasmino,
sin embargo vuelve a hacer de ésta un referente rormathro, en este caso de la misma, como ocurre con la filosofía sadeena, Sn embargo, hasta
al setvioo del discurso de la trasgr ión. Si bien en Sacie la violencia (Fo- aqui no habríamos sino ilustrado en discursos concretos lo que puede
rrara su contenido de neutro juego sexual, que también es ejercido por hacerse extensivo a otros momentos y a otros discursos del devenir
personajes femeninos, el discurso del marqués no deja por este recurso hIstórico.
de entender al conjunto de las mujeres reales como sexo Susceptible de
ser sometido y viene a coincidir así con la concepción rousseauniare de la En lo que sigue, sin embargo y como ya dije, esta intervenciósi no se
semaildad femenina. La Plosofia en el tocador, ese gran alegato sadeano va a mover en esa dirección de reconstrucción arqueológica del discur-
contra la maternidad. ofrece buenas muestras de lo que vengo diciendo, 93 sobre la violencia sexual presente en esos "glandes relatos"; como los
do manera que no me resistiré a incorporar aqui algunos ejemplos a modo llama Lyotard, en los que nuestra [Libera se ha contado a si misma,
1 relis-unikiitii limlnista arder la stuksicla de WIRTO e Vi poder
UIOWICIR DE arab Y SOCI ENID:11111 INIESTKIII DE PODER
Abundando en el titulo de esta intervención, quiero realizar una aproxi- En estos términos, por tanto, de fenómeno estructural y de discurso
mación al problema de la violencia contra las mujeres, desde algunas sobre la sexualidad es cómo la teoria feminista del llamado neafeminis-
reflexiones actuales que se derivan del uso de la teoría feminista como mo norteamericano de los años 60 y 70 hizo suyo el tema de la violen-
tedia °dice. Y, en este sentido, el problema de la violencia contra las cia contra las mueres. Relacionándolo siempre con la desigualdad ente
mujeres resulta ser también el problema del discurso en el que ésta se los sexos, Shulamith Firestone (1973:159), por ejemplo, insistia en que
insena. Me estoy refiriendo aqui, como es obvio, a ese discurso que la opresión de las mujeres se recubre como amor y se constituye en
llama a la violencia deseo y encubre asi la dialéctica conflictiva de los baluarte de toda la dialéctica entre los sexos. No otra cosa sigue man-
colectivos genéricos, en palabras de Alicia Poleo (1992: 207); que esta- teniendo, por cierto, parte de la teoría feminista actual: por ejemplo,
blece, a partir de ahí, Ja asimetria de la posición de mujeres y de hom- lonásdoltir, al hablar en su ertsayo de El poder del amor, sigue defen-
bres en nuestra cultura y que la soporta mientras no se base en ta vio- diendo tesis parecidas a las de Firestane y, en particular, la de que en las
lencia, sino en el amor, esta vez en expresión del estudio de Begoña sooedades accidentales, formalmente libres e igualitarias, el amor con•
Pernas sobre acoso sexual (2000: 70); y que, en fin, resulta ser una vio- Unir° siendo un recurso de explotación de las mujeres en la vida priva-
lencia latente, imposible de resolver, en términos ahora de Rosa Cabo, da (1993:156).
ya que, desde el momento en que hay sujeción por una de las partes,
hay violencia por la otra, porque ~idn y violencia son teaficlades Desde esta concepoón de la sexualidad como discurso, como construc-
correlativas (1995: 297). t° politico y cultural, como "dispositivo heterogéneo" en el sentido foil-
caulbano, que la critica feminista hace extensiva ya en los años 70 al aná-
Entendida asi, la violencia contra las mujeres viene a integrarse, lisis de la dinámica de las relaciones entre los scios y, de manera prion-
además, en el más amplio contexto del discurso sobre la sexualidad, tafia, al fenómeno de la violencia sexual como violencia estructural de esa
que hace del sexo femenino un todo sujeto a la donilmxión masculina. mema dinámica, es desde donde quiero situarme antes de pasar a la
Y ésta se establece por una violencia que es estructural, que está enrai- segunda parte de este texto. En él, corno el titulo indica, se quiere hablar
zada en la misma dinámica de retengo entre los sexos y que, por lo de discurso peinar-cal y violencia, para aproximarse a algunas reflexiones
mismo, se convierte en un problema pelito) de género que no afecta desde la teoria feminista. Pero la perspectiva teórica para abordar tal cosa
sólo a aquellas mujeres que son objeto material de la misma (Sau se ha venido estableoendo aqui ya en parte. Ahora, cabe resumirla para
Sandiar, 2000: 166-7). abundar en eta, lo que a mi juicio contribuye a clarificar a pnori qué se
entiende aqui por perspectiva feminista y por qué se entiende ast aun
Estamos por tanto hablando de la violencia sexual como parte de lo cuando para ello haya que traer ahora a cniaóón lo que, a 'nado de con-
que Foucauit designó corno "dispositivo de la sexualidad" y que definió clusiones. suele dejarse para el final.
como un "conjunto heterogéneo" formado, pm asi decirlo, por las capas
de múltiples discursos, como los propios de las instituciones, de las Aun cuando práctrcamemte todos los discursos actuales que manejamos
ieym, de las [corlas cantillos y filosóficas, de las doctoras morales, y sobre la violencia de género, y desde todas sus variadas perspectivas,
muchos más. En resumidas cuentas, y para lo que aqui nos Interesa, se apuntan a que ésta responde a una construcción social, en el mismo sen-
trata de una concepción de la sexualidad que la entiende coma cons- tido en el que la hacia el nederninismo de Os 70 corno ya he señalado
truct° de la red discursiva que forman los saberes y los poderes de cada antes, lo cierto es que, mando vanos a ver olmo se sustenta este presu-
momento y que, claro está, la construirán desde sus propios intereses puesto teórico, nos encontramos a menudo con la perplejidad de hallar-
(1985:128). Precisamente este consbuctivismo, que entiende la sexua- NOS afile analisiS del fenómeno bien distintos En pocos de esos discursos
lidad como producto de un dispositivo sala) y cultural habita de intere- se parte de las condiciones de desigualdad sexual remo núcleo de análi-
sar particularmente al análisis critico feminista, ya que cabe defender ses, y el menos aún se mantiene además tal núcleo analibm como eje
desde ahí, parafraseando a Simone de 8020.NOir, que la sexualidad y, en central a b largo de toda la consideración &tenor sobre la violencia con-
concreto, la normativictad sexual femenina "no nace, sino que se hace". tra las mujeres, aunque asi se haya enunciado de antemano.
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ia e 1.`1111111Nui sobre la slialpist traririr. UIMMO DE GÉRERO Y SOCIENID: OMR CUestibe DE PODER
nene a duda agresiva, e incluso sobre las hormonas o sobre COMpOrlenteS qui•
hor otra parle, la manera de abordar la videncia de género
plantearse cada vez con mayor frecuencia desde perspect
ivas especiali- micos como la leStoterona y otros. Quiero insistir en que me refiero a
perspecti- trabajos realizados en el marco de la consideración de la violencia con-
zadas. Y, también resulta cada vez más frecuente que tales
perspecbva del crimen o de tra las mueres, y no a análisis dedicados al fenómeno de la violencia en
vas Se ocupen del hecho violento desde la sexual la con- otro tipo de términos.
la patologia. De este modo, el tratamiento de la violencia
ón como deli-
nene en materia J'indica, que la aborda desde su tipificaci
los hijos, puf ejem- Peto, como ha señalado la teórica feminista norteamericana Carole
to de malos tratos o vlolenoa sobre la Mujer y sobre Sheffield - en un trabajo que titula Terrorismo sewat- hay que sepa-
Puíz,I997: 38);
plo en el articulo 153 de nuestro actual Código Penal (Gil rar cuidadosamente la violencia sexual de cualquier otro comporta-
relatNas a la
o que la orienta hacia las consideraciones psiquiátricas
patologia del agresor o a las secuelas psicológicas propias de
la vichma miento categonzado como violencia. Porque no se trata de violencia,
sin más, sino que en palabras de esta autora: "La violencia contra las
(Izquierdo, 1998: 82).
mujeres es poder sexualmente expresado. (-..) Y sin el poder de Inti-
mujareS apa• midar y castigar a las mulera sexualmente, la dominación de éstas
De esta manera, el problema de la videncia contra las
como apare en todas las esferas de la sociedad -política, social y económica- no
rece en nuestros días muy a menudo- casi tan a menudo
za- podría existir"( 1999: 59)-
ce- corno objetó de estudia que ocupa a distintos saberes especiali
tematizado por
dos. Asi, encontrarnos este fenómeno habitualmente A estas alturas de mi intervención, supondrán ya cuál es la conclu-
%emelt,-
juristas, psicólogos, psiquiatras, neurofislólogos, sociólogos O sión de todo lo dicho y que aqui funciona como punto de partida. Ambas
de estudio. Y sin
gos, entre otros, cada cual desde su óptica especifica
perspettivat, lo que tosas, conclusión y presupuestos, se enbenden en realidad como una
que nadie punga en solfa aqui la relevancia de esas
a no es sino la misma reclamación: se trata de reclamar aquí el terna de la violencia
Parece claro es que el resultado de esta práctica parcelad
de la violen- sexual para una perspectiva feminista, sólo desde la cual es posible
atomización del problema mismo, que sustituye el análisis
pocas pala- entenderlo, sin fragmentario, en el contexto de la ancestral desigualdad
cia serial por hecho violento en sí a describir o, dicho en
entre los sexos que nombramos como patriarcado. De este rnodu, no se
bras, Que obvia la causa por el efecto. trata sano de recuperar para el feminismo, como discurso oitico, lo que
Mienten, ya desde Las años setenta y hasta nuestros días éste ha venido incorpo-
Cono ya he señalado, y quiero repetir otra vez para evitar
y la sala esas rando en forma de reivindicación práctica, pero también en forma de
dictes en lo que digo, no se trata aqui de negar el pan
que indudable- inCilbples y valiosas aportaciones desde la actividad teórica. No cabe
perspectivas especializadas en cuanto a la relevancia
la violencia con- admitir que el análisis de la violencia sexual sea segregado de la impug-
mente tienen para abordar ciertos aspectos del tema de
de ese tra- nación de la desigualdad entre los sexos. Tampoco resulta de recibo que,
tra las mujeres. Pero si hay que advenir que el uso y abuso
pervertir su consi- cuando se empieza a ini.unimar el tema de la violencia contra las mue-
tamiento "por parcelas' de este problema acaba por
s entre 10s res al debate público y al Interés social, se olvide, rano en otras or_a-
deración, en tanta que to abstrae del terreno de las relacione
acerca de la siones, que ha sido el discurso feminista quien lo ha do filtrando. Ni
petos y lo vacía de todo contenido corno discurso critico
análisis sobre La mucho menos, que se quiera hacer de la M'ocio feminista en este
sexualidad y el poder. No otra cosa acune cuando los
la violencia y punto algo de lo que prescindir. Precisamente por éstas y otras razones
violencia sexual retraen ésta al discurso general sobre
r, por ejemplo, que dejo ahora fuera de consideración por el momento, es por lo que
toman esta última corno referencia. Es frecuente encontra
planteándose el pasaré a ocuparme en lo que sigue, y como la segunda parte del Mulo
análisis sobre este conflicto sexual que comienzan
de mi intervención enunCla, de algunas redemenm sobre la violencia
carácter violento o no de los humanos Primitivos o, en su defecto, de los
literatura sexual desde la teoria feminista.
chimpancés y orangutanes. Y que, incluso, existe tecla una
disertaciones, más
sobre la violencia contra las mujeres que arranca de
hay en la. con-
o menos centificas, sobre lo que de innato o genético
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IH
I irmoitilimlo 1riiiltiltito muto.- le riuhiu la ele otorro t 01 poder
violines° OE GÉRERO Y SOCIEDRO: URfi CUEST1611 DE PODER
Algunos refleadones desde lo teoría feminista
hora de aplicarse corno análisis. Tornar
é como ejemp lo alguna de las
propias investigaciones aqui recogidas, para
ilustrar lo que quiero decir.
Uno de estos trabajos subraya que la lucha
En principio, parece claro que, como ya he apuntado antes, hasta ahora contra "la desigualdad
patriarcal tren una dimensión ética". Y, a partir de
La perspectiva feminista ha partido, al hablar de la videncia contra las muje- tal dimens ión, aboga
porque "el deseo de venganza" se traduzca 'en
res, de un enfoque constnictIvista, que se inserta dentro dd más amplio compa sión", para con-
cluir que esto es posible si diferenciamos "a las
. discurso sobre ta sexualidad femenina corno constructo del dispositivo person as de las pos,
dones sociales que ocupan, al no confun dir a los
patriarcal. Nadie lo ha espesado tan radulmente como Catherine bombo s Con los "hora-j(
bias"" (Izquierdo, 1990: 90). Esta perspectiva sin
filaclOmon, cuando dice que "Poder ser violada, posición que es social y ro duda, si bien no resul-
ta Incompatible, si viene a diferir sustan
biológica, es b que define a una muje" (1995:319). cialme nte de La que presenta
otra de las aportaciones sobre el tema, tambié n mencio nada aquí. Para
esta última "El dominio masculino es sexual: un hombr
También en el panorama reciente del pensamiento feminista en e en concreto, por
no decir los hombres sólo, somatizan la Jerarquía,
España hay gran número de análisis que, desde estos MISMOS presu- y el género es una de
esas jerarquias" (l995: 222),
puestos constructIvistas, inciden en que la causa de la violencia sexual
no ha de buscarse en las circunstancias particulares del maltratacior, ni Asi, pues, asistimos aqui a una cierta discrep
en su perfil patológico, sino en lo que de social y estructural tiene su ancia a la hora de aplicar
el análisis feminista al fenómeno de la violenc
conducta, como mantiene, entre otros, et estudio de Ana MI Pérez del ia sexual . Porque, obvia
mente, el análisis del fenómeno de la viderxia
Campo(1995: S0).Y en la misma linea, otros trabaos también actuales sexual que se propone
separar - a las personas, en este caso a los hombr
es concretos, "de las
sentencian que ablirdar 195 malos tratos o la violencia doméstica, des- posiciones sociales que ocupan", y propugna en
entendiéndose del papel que juega el reparto desequilibrado de podes consecuencia "no C001-
hindi- a los hombres concretos "con "los hombr es" como genéric o, pare-
entre los sexos en ella en tanto que causa clesencadenante, Invalida el ce apuntar hacia una via más reconciliadora,
más compa siva, como nos
tratamiento mismo de la cuestión, porque imposibilita un conocimiento ate el texto. Y, desde luego, se trata de una posició n menos radical que
real de la misma (Fernández Villanueva, 1990:57). Porque, corno la vie- aquella que parte de que en cada hombre concre
te se encam a esa jerar-
nen a subrayar muchas de las investigaciones feministas recientes hay quia socio-sexual que es el género. Sin duda, el
primer anasis hará de
que entender eso que se llama malos tratos como violenc la violencia contra las mujeres un problema
ia estruct ural que afecta al contun do social
que no cabe reducir a la casuística concreta (Izquierdo, 1998: y que, por lo mismo, también interesará resolve
82-2). r a los hombr es particu-
lares y concretos. En tanto que, en el segund o análisis , la posibilidad
En estos pocos ejemplos del pensamiento feminista actual en España- misma de abstraer a los hombres concretos del genéric
o "hombre" pare-
,/ que selecciono a la fuerza entre los muchos posibles- parece claro que ce desechada de antemano. Y. por lo mismo , cabe supon e que, desde
la violencia sexual se comprende corno parte de un sistema de domina. esta segunda perspectiva, el discurso contra
la violenc ia sexual, mino
non y de sus prácticas de dominio, pues como lo ha resumid) Celia Lodo el discurso de la sexualidad femenina,
se entiend e como compe-
Amorós: 'El patriarcado..., lejos de tener una unidad ontológica estable, tencia de la teoría feminista. Sin duda, estamo s ante una comprensión
es un conjunto de prácticas- es decir, que se constituye en y mediante más o menos radical, no tanto del fenómeno de la violenc ia sexual, cuan-
un sistema de prácticas reales y simbólicas y torna su consistencia de to de qué se entienda por una tedia feminista del
mismo.
esas prácticas." (1990: 49).
Coi loamos en que la violencia contra las mujere s, real y medi-
Sin embargo, hay que prei:isar ahora que la coincidencia de esta pers- ta, no es tamo una lacra que afecta al conjun to de la vida politictmodal,
pectiva feminista, que parte de la condición de construct° patriarcal para cuanto un efecto que esta misma sigue regene rando. Esto es tanto como
decir que la propia sociedad • a través de
la violencia sexual, no hace de la misma algo homogéneo y unlvoo3 e la diverso s vehicutos de tocare-
sien e, Incluso, individualmente- condena ei
hecho en sí de esta vloiery
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I Prossmeiruto Imitabais »ubre la I loknitii dr *num s el moler ti I OIERCIO DE GÉOPERD SOCIEDAD: ORM CU ESTKill DE PODER
cia y sus manifestaciones luctuosas, a la vera qué Perpetim las cundido- en otras palabras, puede que haya (ilen se pregunte en este punto por
nes del dominio de un sexo sobre otro como estructura central de rela qué no parece suficiente aqui, para hablar de una óptica critica feminis-
don y, con ello, la sigue haciendo posible. En este sentido, resulta cuan- ta, con aborda, el Fenómeno de la violencia sexual por si mismo, abs-
do menos paradójico pensar, como lo han señalado ya algunos estudios, traldo de una más amplia teoría feminista de la sexualidad.
que en nuestros des los llamados "malos tratos" no lamen parte de lo
que nuestras sociedades ocodeniales llene por valores vigentes e, inclu- Creo Que ya te ido adelantando hasta aqui algunas de las respuestas
so, que asistamos a una actitud hoy generalizarla de condena social posibles a este interrogante. Quisiera ahora dar una sola respuesta, pre-
hacia la misma, sin que por ello la violencia contra las mujeres haya des- cisa y completa. Y, para ello, voy a recurrir a quien, bien de forma expre-
aparecido, y in tan siquiera parezca disminuir sustancialmente sa o bien implicitamente, ya ha do apareciendo a lo largo de esta inter-
(Hamovich, 1990: 95). vención. Encuadrar la violencia contra las mujeres en la más amplia con•
sideración de la sexualidad femenina como resultado del dominio mas-
Estas consideraciones nos llevan a lo que, siendo una oh:nadad, a culino es, para Catherine Madcinnon, la única manera de no perder la
menudo parecemos olvidar: que el rechazo no es análisis critico Es Mita feminista de análisis al considerar este y otros fenómenos relati-
más, que a menudo una cosa no depende de la otra. V. sin embargo, tse vos a la sumisión femenina. Mackinnon entiende que la teoría feminis-
juego de las confusiones impide incluso que se nombre la realidad con ta se convierte en el proceso de analizar esa situación para enfrentarse
Precisión analítica. cuando encubrimos como "violencia doméstica" o, a a ella por lo que es y poder cambiarla". Porque, añade además, toda teo-
lo sumo, como malos tratos, por ejemplo, lo que para un discurso (t'U- ría feminista de la sexualidad ha de basarse a su vez en los datos de la
nista debe nombrarse siempre como ejercicio del poder sexual sobre las violencia sexual, para anudes "dentro de una teoría de la desigualdad
mujeres. En este sonido hay que entender las palabras de la filósofa entre los sexos, que significa la jerarquia soda) de las 'vimbre% sobre 135
norteamericana Caree J. Sheffield, cuando se refiere a una forma de mujeres. Para hacer feminista una teoría", concluye Madcinnon, "no es
agresión, que llama ternxisino, que está enraizada de tal manera en suficiente que haya sido creada por una mujer, ni que describa la sexua-
nuestra cultura, que es percibida como el orden natural de las cosas lidad femenina como forma distinta (aunque igual) de la sexualidad mas-
Esta forma de violencia se ejerce corno violación, como mabita domés- culina, o como si la sexualidad de las migues existiera ineluctablemen-
tico, corno Incesto, pomografia o acoso. Y concluye Sheffield: "Yo lo te en algún ambito más allá, debajo, sobre, detrás de un orden social
denomino "terrorismo sexual", porque es un sistema por er cual los hom- desigual y, en todo caso, fundamentalmente aliada en inmóvil relación
bres atemorizan a las mujeres y, al aterignizarlas. las controlan y las con aquél" ( 1995: 227).
dominan"( 1999. 46).
En esta cita, a modo de definición, Mackinnon viene a ejemplificar la
Interpretada y nombrada asi, la violencia contra las mujeres no cabe perspectiva de arras muchas teóricas feministas actuales, para quienes
analizarla absb-alda de un discurso sobre el poder social y sexual mas- la puesta en luego del corpus de análisis leminista pasa por una leerla
cullno, ni entenderla fuma de la comprensión de la sexualidad femenina también feminista de la sexualidad, en tanto que critica politica del poder
como producto y expresión de ese mismo poder socio-sexual. Si a este sexual. Tal critica ha de estar presente o presupuesta en todo análisis
análisis le añadimos la voluntad de transformación de tal estado de sobre las relaciones entre los sexos, en tanto que relaciones Impuestas
cosas, en particular la voluntad de quienes siempre resultamos pajude y no consensuadas por las mujeres, Y, por lo mismo, desde estas posi-
radas por el memo, resultará claro que nos estamos refiriendo aqul al dones no cabe aislar analíticamente el fenómeno de la violencia contra
discurso feminista, corno ya adelantamos antes. Ahora bien, si bien las mujeres del análisis de la sexualidad femenina, dividirlo y derivado,
puede parecer de suyo que hablemos de la MIS:lectiva feminista a la con ello, a discusiones no pertinentes. Esto es lo que defiende también
hora de abordar el problema de la violencia sexual, puede resultar vCarole Pateman, cuando afirma que "El sexo está dividido en áreas difu-
menos claro por qué se entiende aqui que esa perspectiva está irreme- sas de discusión porque nunca se lo discute en tanto sexo. ta violación is
d'ab/amante vinculada al discurso feminista sobre la sexualidad. Dicho se discute en tanto que violencia; la prostitución se discute en tanto que
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iél dellillilbta liebre la l'Haya. lx 'Se ftraieru el purin U101111Cle DE SÉKRO Y SOCIEDAD:UN CUESTIISUE PODER
largo de toda esta interyenctán. Porque, aun aceptando que el análisis
libre atieso a un empleo; la pomografia se discute en Tanto que liber-
de la violencia sexual ha de ser recuperado para un discurso feminista
tad de expresión y el sadomasoquismo en tanto que consentimiento e
iguoldaCI (1995: 307). de la sexualidad, cabe preguntarse qué entendernos aquí por tal cosa.
Coma parece evidente, no sólo seria unan sentido, sino que incluso
En definitiva, la óptica feminista aqui resumida se sigue moviendo,
resultaría algo poco deseable el pretender dictar aquí cuál ha de ser el
como es fácil deducir, en planteamientos teóricos afines a los que ya
contenido doannarlo para toda teoria de la sexualidad y, por tanto, tam-
defendiera el neofeminismo de los años 70. V, aun con aporboones ana-
bién para todo análisis de la violencia sexual que se quiera reclamar
laicas nueras y, sin duda y a la fuerza, más atustadas a la realidad de feminista. Pero, dicho esto, si es posible sin embargo partir de lo que se
nuestro presente, sigue siendo aquí el paradigma analítico cortstructivs- ha Ido estableciendo hasta anule proponer qué elementos se hacen
ta la perspectiva critica compartida a la hora de abordar un discurso imprescindibles para cualquier posible discurso que quiera dar voz femi-
feminista sobre la dinámica sexual y su violencia contra las mujeres. nista a sus análisis sobre violencia y sexualidad. Y para ello, hay que
Esto, que así dicho puede parecer poco más que una perogrullada, se recoger ahora la formulación de MacIlinnon esta dirección, si bien hay
revela sin embargo corno una apelación muy neasarla, cuando asisti- que decir que se trata de entenderla ahora no como contenidos hechos
mos a cómo desde distintas perspectivas se obvia y olvida, sin más, este y acabados, sino más bien como requisitos críticos que han de presen-
presupuesta a la hora de abordar el análists sobre la violencia sexual, tes, según esta autora, en el discurso que quiere modular sus análisis
Asi, y enlazando ahora con el principio de mi intervención, resulta cada sobre la sexualidad en claves feministas.
vez más frecuente encontrar discursos atomistas sobre la videncia
sexual, que fragmentan su consideración en aras de un tratamiento de Aplicando dichos requisitos analíticos al análisis feminista de la Vio-
la misma supuestamente especializada; que, por lo mismo. ~ala su lencia sexual, cabe establecerlos en tres: en primer lugar, que se trate
consideración por completo del contexto en el que - y, par tanto, dm- de una perspectiva teórica que busca la transformación efectiva de las
bien por el que - tal cosa se viene perpetuando; y que, en definitiva, aca- condiciones de sumisión femenina; en segundo lugar, que inscriba la
ban por agotarse en si mismos, al presentar como análisis lo que no es violencia sexual en el contexto teórico de la desigualdad socio-sexual
más que la desolación de unos hechos violentos y de unas relaciones entre los sexos; y, en tercer lugar, que no venga a isencialear la
de aignbien, como P hvbieran caído de un guindo. Pero, de sobra sabe- sexualidad femenina, corno si tal cosa hubiera e/65hr» 0 lanbera
mos que nada «une asi, Y a una teoria feminista de la violencia sexual desde siempre al margen de ese mismo orden social desigualitaria.
le ha de Interesar más cómo brota y se fortalece el guindo, que lo que
de él pueda caer, sr se me permite resumido de este modo, para dar Die,de esta triple consideración parece claro que un discurso feminis-
paso asi al tercer y último momento del retenido que este texto se pro- ta sobre la violencia sexual estará en la órbita de un discurso critico, por
pone cubo. M que la violencia contra las mujeres ha de ser entendida siempre corno
violencia 1:5(1yr:tura' (Gallego, 1990: 74), Es decir, que puede ser lekla
corno acto sexual (1995: 320) violento desde luego, pero que no es vio-
lencia sin más. Se me ocurre la pregunta bastante obvia, coma nos dice
r i ¿Desde qué teoría establatet? la propia Maceinnon, que cabe hacerse en tate sentido: ante el caso de ll.
X la vielación de una mujer, si es videncia sólo lo que hay aquí, y no sexo,
't por qué el agresor no se limitó a golpearla?" ( 1995: 238).
La última cuestión que quiero proponer en estas reflexiones acera de
Por otro lado, se deriva de los requisitos expuestos que tampoco le
la violencia contra las muiera desde la teoria feminista se enunoa como crió posible al análisis de esta violencia estructural, que se quiera fem.
pregunta: desde qué leerla feminista se habla aqui? Y se trata sin duda
oeste, prescindir de un discurso de la desigualdad sexual, entendido
de una pregunta que de hecho esta planeando constantemente a lo
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antes que nada como discurso sobre el poder sexualmente expresado comenzaban a surgir por entonces en el panorama feminista Italiano. Me
como "violencia erolizadal 1999: 59). centraré en las consideraciones que esta posición sostuvo en torno al
lema de la regulareación juridica de la violencia sexual, sin que por ello
Pero, en particular, será el último punto de esta propuesta de requisi- quepa señalar que las que mantuvieron con relación a la legalización del
tos teóricos para un análisis feminista el que concite ahora nuestro inte- aborto dieron también lugar a un discurso que cabe calificar, cuando
rés, por cuento en él se viene a establecer lo que seria algo S como un menos, de peculiar.
a priori teórico en negativo. O, dicho de otra manera, también habrá que
establecer desde qué concepción de la sexualidad es Imposible abordar A las mueres que se agriaron en tenlo a la Liberia de Milán y que se
la violencia sexual estructural, o elaborar una teoría que se pretenda reclamaron entonces - y se siguen reclamando hoy- defensoras de la dile-
feminista. Porque si se parte de la perspectiva de la sexualidad femeni. ✓oicia femenina- entre las que la más conocida es hoy Luisa Muraro- les
na corno esencia y se la abstrae de toda relación con el entramado de astillaba "inquietante; como nos dicen, que "a algunas muleros hubiese
peder, tratándola, por tanto, al margen de toda referencia a la dialécti. podido ocurrírseles abordar el sufrimiento de su propio sexo convirtiéndolo
ca que la ha venido - y que la viene- construyendo, entonces se estará en melena de ley" (1991: 81). Desde su discurso de la diferenda alba-
renunciando de antemano, y aun cuando no se reconozca explidtamen. t on, no las posiciones en fuego, Sino el hecho mama del debate feminista
te, al análisis feminista en su condición histórica de discurso critico. sobre la vioienoa sexual y su propuesta de ley correspondiente, asa que jr
Sujuldo respondía ala más pura óptica patilarcalista presente en el femi-
Consecuencia de esta ~ancla teórica- insisto, sea ésta o no sea asu- nismo anterior, al que designaron corno (animismo de la igualdad. Rente a
mida - será la reducción de manera sistemática de categorías criticas éste, las fennestas italianas de la diferencia rechazaron la consigna iguali-
elaboradas por tradición feminista de pensamiento. Asi, por poner un lana como politica central del feminismo y vinieron a proclamar, eu calor
ejemplo la categoría de género se utiliza en un sentido reductivo cuan- del debate sobre la voleada sexual, lo que consideraron, en SUS probas
do, desde discursos ahistóricos y acribas de la sexualidad femenina, se palabras, "el prinopio más elemental de la politica de las mujeres: el recha-
aplica en su más ramplona acepción corno identidad y diferencia gene. zo de la reposentadón politica, ya que "cualquier forma de representa-
ricas. Y con ello parece que se desconoce o que, más bien, se quiere ción, aunque sea asumida por mujeres, reduce nuevamente a las mujeres
hacer nidos sordos al carácter critico con el que me concepto de géne-Y al silencio v a la inexistencia social, 1991: 54).
k ro emenjló en la teoría feminista contemporánea, para designar la des:.
Igualdad social y sexual que define al conjunto de las mujeres desde Sin entrar más a considerar este feminismo italiano que se auto-
siempre. Y que las convierte en género como resultado de una cons ✓eciama de la diterencia, cosa que nos desviada de la reflexión a la que
Micción ancestral, que está más allá de la diferencia biológica entre los se nos ha convocado hoy, si quiero subrayar que, de las citas bastante
sexos y que se ha vendo a configurar en los términos del discurso explícitas del mismo aqui consideradas, cabe destacar al menos dos de
patriarcal desde sus correspondientes intereses masculinos. sus tesis, y hacerlo, además, con especial preocupación: por un lado, se
(excluye todo debate feminista sobre la violencia sexual, al menos todo
Pero, vayamos aqui a la consideración de qué se nos dice desde tales V aquél que se establezca desde la perspectiva de transformar et trata- 1(
posiciones, en lo que hace al tema de la violencia sexual. Comenzaré por A miento jurídico de la misma; y, por otro lado, se quiere excluir a las
la breve consideración del caso italiano. A finales de las anos setenta, mujeres, feministas o no, de todo el ambito político de decisión, porque
concretamente en 1979, comenzó a plantearse en Dalia una propuesta al parecer se mensa que éste jamás podrá servir a los intereses femeni-
de ley, por via de la iniciativa popular, sobre la violencia sexual. Este X nos. Estas ideas, públicamente defendidas, habrian de hacemos refle-
ir. debate vino a sustituir al que, años antes, habla propiciado el movi- xionar sobre la gravedad de este tipo de llamadas al mundo femenino,
miento feminista italiano con sus masivas mandestecitas en favor de la para que se abstenga de participar en el orden simbólico • politica exis-
legalización del aborto. Pues bien, ambos momentos politices Convoca- tente y, con ello, para que renuncie a todo intento de mejorarlo. (Lo que,
ron el discurso del llamado feminismo de la demencia, cuyas posiciones por dato, viene a ser tanto como proponer que hagamos lo el soldado
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tuye una amenaza incuestionable de la autondad. De ahi que se haya
confinado al ámbito privado y femenino" (Martínez Guanin, 1998: 122). Hasta aquí, habremos sospechado quizá que la autora proclama una
suerte de resignación estoica de las mujeres ante la violencia sexual, en
Quiero recordar que me sigo remitiendo aqui exclusivamente a textos aras a preservar su ser madre como esencial diferencia del ser femeni-
que abordan la violencia sexual y que no he cambiado de terreno sin pre no. Porque, según la autora lo que "lo que está en Juego - que haya o
vio aviso. contra lo que pueda parecer. Y antes de que alguien me recuer- no vida humana nueva "-, nos dice, "es algo grande'. Pues bien, ahora
de aquello de que de buenas intenciones está el Infierno empedrado, podremos pasar de la sospecha a la certeza, al encontramos con este
quiero señalar a propósito de esta ¿aluna cita tan sólo dónde tropieza en párrafo: "(...)puedo (estibar, ir restituyendo a la voz de mi madre, a la
particular mi discrepancia con la misma. Porque esa aseveración de que voz femenina, a mi voz, lo que es, desde su origen, de ella. Una parte
la preuimpaoón y el cuidado de los otros "constituye una amenaza de esta voz está - yo pienso- en el enigma de la mujer que se resiste
Incuestionable de la autoridad" puede resultar ya de por si más que dis- persistentemente a romper un vinculo incluso cuando arriesga la vio-
cutible. Ahora bien, lo que ya no es ni siquiera de recibo para una discu- lencia y la muerte" ( Rivera, 2001: 40)
sión sena es que se pretenda que, precisamente por su carga supuesta-
mente revolucionaria, tales valores se hayan ''confinado al ámbito priva- No deja de ser sorprendente que a la autora le resulte enigmático el
do y femenino . Decir esto es querer Ignorar los análisis acerca del ongen hecho de que una mujer agredida por su marido, compañero o amante
del patriarcado. Hacerlo, además, en aras a una pretendida revaloriza- se resista "a romper un vinculo incluso cuando arriesga la violencia y la
ción de lo femenino, es simplemente un insulto e la historia y a los aná- muerte". Porque desde el sentido común, sin más, no se ve aqui enigma
lisis feministas y, además, a la inteligencia de sus teóricas. que valga. Y, desde luego, desde la leona feminista lo que hay son aná-
1195, antes que enigmas insondables cuando se hala de la Violeneia
En esta misma dirección quiero referirme a una perspectiva más ela- sexual. Dejemos de nuevo que sea Catherine Mackinnon quien venga a
borada y que aborda el complejo terna de la violencia sexual desde su asestar el supuesto misterio a razonamiento. Dice Maciannon: "Por qué
vertiente simbólica ( Rivera, 2001).De este recientísimo trabajo quiero una persona "permite" la tuerza en lo privado (la pregunta de "por Que
transcnbfr un párrafo algo largo, peso cuya lectura puede servir para no se marcha" que se hace a las mujeres mentadas) es una pegunta
ejemplificar cómo entiende fa autora ese tratamiento del terna: La que se convierte en un insulto por el significado social de lo privado
madre, nos dice este párrafo, "que arriesga la vida cada vez que regre-
COMO Sera de opción. Para las mMeres• concluye la medida de la inti-
sa a casa de un cóctel en una embajada o de una cena de neg000s, con midad ha sido la medida de la opresión. Ésta es la razón de que el femi-
su marido conduoendo a lo loco porque ha bebido y está celoso o ner- Nutro haya tenido que hacer explotar lo privado. Ésta es la razón de que
vioso, comparte algo grande con la mujer Que aguanta las palizas de un el feminismo haya visto lo personal como podido" (1995: 340).
marido violento mientras espera a que sus hijos o hijas se hagan mayo
res. Este algo es la sabiduría de que la relación (incluso) con ese hom-
bre es todavia necesaria para sacar adelante el proyecto de vida en el
que ella un die se embarcó." EConclusiones
51 les ha sorprendido esta puesta en escena a modo de relato- lla-
mémosle así- de la violencia sexual vista desde la dIferenoa de set j Me queda sólo 5:Menet las tesis centrales que he venido defendien-
mujer, les rogaría que no se perdieran la siguiente consideración que de desde el comienzo de estas reflexiones:
la autora agrega e teolinuación: "A mi me parece; añade ahora, "que
esta es la gran dignidad de una mujer maltratada: su ofrecerse, su la primera, sin duda, será la de no es posible obviar la perspectiva
ofrendarse, a mantener viva la memora de la importancia del vinculo, feminista en los análisis acerca de la violencia sexual. Porque el carácter
de su amor al vinculo". de discurso sobre la totalidad de la sexualidad femenina y de su cons-
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trucado, en el que la tradición feminista de pensam
discursos que ki
insertado este fenómeno, no puede ser soslayado por
lizadas, o por
quieren resolver en áreas de análisis parceladas y especia
un análisis
consideraciones que pretenden disolverlo en los términos de
sobre la violencia en general. AMORÓS, Celia (1990): "Violenta contra las mujeres y pactos palian-a-
y
violen- lee. en: Virginia Maquiera y Cristina Sánchez (cornil,), VKI0entia
En segundo rugar, parece claro que la atención feminista a la sociedad patriarcal, Fundación Pablo Iglesias, Madrid, 39-53.
sta, claro está)
cia sexual tendrá que enmarcarse en una teoría (femini
ación de la des- 0380, Rosa (1995): Fundamentos del patriarcado moderno. ken
de la sexualidad que incorpore, ante todo, la Impugn Jacques Rousseau, Cátedra (Feminismos), Madrid.
ente, la volun-
igualdad socio-sexual en sus análisis, asá como, lógicam
tad de transformar ese estado de cosas. Por tanto, y
como conclusión FERNÁNDEZ VILLANUEVA. Concepción (1990): "El Concepto de egresó,
que se desprende de las anteriores y que, a la
vez, vuelve sobre ellas, en una sociedad sexista", en: Virginia Mactuiera y Cristina Sánchez y
un discurso como éste sólo es posible desde la compre
nsión del femi- otras (comp.), Violencia y sociedad parriarral, Fundación Pablo
nismo corno teoría critica Desde ah', la sexualidad femenina y la
vio- Iglesias, Madrid, 55-80.
lencia se entienden como discurso y poder. FIRESTONE, Shulamills (1973): ¿a draléctita del seto, 'Caeos, Barcelona.
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Fuera de estos parámetros feministas, sólo queda el
habla sobre la sexualidad femenina y 9.15 atávicos
enigmas. Y el nuevo GALLEGO, Ma Teresa (1990): "vioienda, politica y feminismo. Una aPro-
mundo neoliberal asiste a ese discurso esenoallsta sobre lo
femenino, *nación conceptuar, en: Virginia MAQUIERA y Cristina
compla-
complacido por sus inconfundibles señas de identidad. Esto es: SÁNCHEZ y otras (comp.), Violencia y sociedad patriarcal Fundación
no peligra ni el
cido porque con estas "armas de mujer" de siempre Pablo Iglesias, Madrid, 67-80.
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