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SUPUESTO VIOLATORIOS EN EL CASO DE LA EUTANASIA

SUPUESTO Que no puede ser afirmado con completa certeza que sea lo que el nombre
expresa.

VIOLATORIOSQue viola una ley, tratado, precepto, promesa, etc. Medida violatoria de los
derechos humanos.

Que es la eutanasia?

 Acto de provocar intencionadamente la muerte de una persona que padece una


enfermedad incurable para evitar que sufra.
 Muerte sin dolores, molestias ni sufrimientos físicos

¿Qué se entiende hoy por eutanasia?

Hoy, más estrictamente, se entiende por eutanasia el llamado homicidio por compasión, es
decir, el causar la muerte de otro por piedad ante su sufrimiento o atendiendo a su deseo de
morir por las razones que fuere.

Sin embargo, en el debate social acerca de la eutanasia, no siempre se toma esta palabra en el
mismo sentido, e incluso a veces se prefiere, según el momento, una u otra acepción para
defender tal o cual posición dialéctica. Esto produce con frecuencia la esterilidad del debate y,
sobre todo, grave confusión en el común de las gentes.

¿Por qué la eutanasia es la negación de la Medicina?

Porque la razón de ser de la Medicina es la curación del enfermo en cualquier fase de su


dolencia, la mitigación de sus dolores, y la ayuda a sobrellevar el trance supremo de la muerte
cuando la curación no es posible. La eutanasia, por el contrario, no sólo es la renuncia a esa
razón de ser, sino que consiste en la deliberada decisión de practicar justamente lo opuesto a
la Medicina, ya que es dar muerte a otro, aunque sea en virtud de una presunta compasión.
Cualquiera es perfectamente capaz de advertir la diferencia sustancial que existe entre ayudar
a un enfermo a morir dignamente y provocarle la muerte.

La eutanasia no es una técnica, un recurso de la Medicina: la eutanasia expulsa a la Medicina,


la sustituye. La eutanasia, además, precisamente por ser la negación de la Medicina, se vuelve
contra el médico que la practique.
¿Cuáles son los principales argumentos que se emplean para promover la legalización de la
eutanasia?

Se suele promover la legalización de la eutanasia y su aceptación social con cinco clases de


argumentos:

 el derecho a la muerte digna, expresamente querida por quien padece sufrimientos


atroces;
 el derecho de cada cual a disponer de su propia vida, en uso de su libertad y
autonomía individual;
 el progreso que representa suprimir la vida de los deficientes psíquicos profundos o de
los enfermos en fase terminal, ya que se trataría de vidas que no pueden llamarse
propiamente humanas
 la manifestación de solidaridad social que significa la eliminación de vidas sin sentido,
que constituyen una dura carga para los familiares y para la propia sociedad.

En que situaciones no debería darse la eutanasia? EN CONTRA

 Se incide en el respeto por la vida y la inviolabilidad de la misma.


 La Asociación Médica Mundial considera contrarios a la ética y condena tanto el
suicidio con ayuda médica como la eutanasia.
 La fe y la Iglesia al igual que la Biblia considera la Eutanasia como un suicidio y
violación a la vida, de la cual es dueño solo el creador.

LA EUTANASIA VIOLA LOS DERECHOS FUNDAMENTALES

Asistimos, en este tiempo, a una presentación de la eutanasia de manera edulcorada. Se busca


que se consagre como un derecho a tutelar. Es parte de una verdadera cultura de la muerte,
desde la que se defiende y se pretende instaurar el suicidio asistido como una supuesta salida
para problemas o sufrimientos.

Es importante reflexionar sobre los efectos de dichos razonamientos. La aceptación social


legalizada de la eutanasia genera, en primer lugar, una presión moral institucionalizada sobre
todos los que, de alguna manera, puedan sentirse como un peso para la familia o la sociedad.
Se invierte la carga moral. Ya no serán los discapacitados, enfermos o ancianos los que tendrán
derecho a la solidaridad de la humanidad, sino que se los hará sentir responsables porque no
asumen la necesidad de alivianar costos y molestias a la sociedad.
A la muerte se la mostrará endulzada y como un acto de comprensión de parte de ellos a lo
deficitario que resulta mantenerlos.
El matar a los débiles será la consecuencia propia de una cultura de la muerte que busca
instalarse. En ella se apunta también a medir a las personas sólo en base a su eficiencia en lo
económico. Más, la conciencia se calmará en el disfraz de hacer aparecer que, de esa manera,
se mitiga el sufrimiento.

Baste pensar que, en la lógica antes referida, se abren también tortuosos caminos de
resultados impredecibles en su monstruosidad. Al desactivar los límites morales ante la vida,
evidentemente, será una opción mucho más rentable para empresas aseguradoras, de
medicina prepaga o de jubilaciones privadas, entre otras, el inducir a la muerte, antes que el
abonar tratamientos o montos jubilatorios por tiempos prolongados.

Los hombres tenemos el deber indeclinable de asumir la defensa del derecho humano a la
vida. No existe un derecho a la muerte. Por eso nuestras constituciones, tanto nacional como
provincial, garantizan la vida a cada hombre y mujer desde la concepción, o sea desde el
nacimiento del impulso vital del nuevo ser, y hasta su muerte. La muerte, en definitiva, no es
un accidente imprevisto o impensado de la vida, sino un contenido de su esencia.
Nacer y morir implica el principio y fin del argumento necesario y personalizado del mandato
biológico de cada uno de nosotros; seres únicos e irrepetibles. Siempre se nace y se muere
físicamente. Pero, en esos extremos esenciales e inmutables, la riqueza de la existencia se da
en la posibilidad de dar contenido propio al gran acto de vivir, aunque conozcamos el final.
La vida misma es el fundamento de todos los bienes, la fuente y condición necesaria de toda
actividad del hombre y de toda convivencia social.

NORMAS VIGENTES

El artículo 4 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, conocido como Pacto de


San José de Costa Rica, determina: “Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este
derecho estará protegido por la ley, a partir del momento de la concepción”. En el mismo
sentido lo establece el artículo 1 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre y el artículo 3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Todos estos Pactos
Internacionales tienen jerarquía constitucional en Argentina, de acuerdo a lo que dispone el
artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional.
A su vez, de este derecho a la vida surge el derecho a la salud. Es innegable, en principio, que
de la salud que se tenga dependerá, en cierta medida, la calidad de vida que se puede gozar.
Lo desarrollado es fundamental para entender las razones básicas por las que nuestro derecho
no acepta la eutanasia. El producir la muerte, aunque sea por piedad, vulnera el derecho a la
vida. Termina siendo un escapismo que le niega a la propia existencia la atribución de
determinar el momento final y permite que lo más personal de la vida, como el nacer y el
morir, pueda quedar librado a determinaciones de otros.
El respeto a la vida está en la esencia de todo esfuerzo humano; especialmente, quienes hacen
de la medicina su profesión deben hacer honor a ello. Cabe recordar que, conforme se
estableció en la fórmula elaborada por el griego Hipócrates, padre de la medicina, cada médico
jura que “jamás dará a nadie medicamento mortal, por mucho que se lo soliciten, ni sugerirá
tal uso”.

SITUACIÓN LEGAL DE LA EUTANASIA EN EL PERÚ.

Nuestro Código Penal, en el título referido a los Delitos contra la vida, el cuerpo y la salud,
tipifica el delito de "Homicidio por piedad", en el artículo 112 del citado cuerpo normativo; no
se utiliza pues el término eutanasia.

El artículo 112 del Código Penal señala lo siguiente:

"El que, por piedad, mata a un enfermo incurable que le solicita de manera expresa y
consciente para poner fin a sus intolerables dolores, será reprimido con pena privativa
de libertad no mayor de tres años".

Tal como señala el Dr. Luis Alberto Bramont-Arias Torres , especialista en Derecho Penal,
nuestra legislación ha tipificado en el homicidio por piedad a la eutanasia activa, mas no a la
pasiva (no prolongar artificialmente la vida de quienes indefectiblemente están destinados a la
muerte, en la medida en que tal alargamiento sólo traiga efectos de sufrimientos), ni la
indirecta (que supone el adelantamiento de la muerte -que se conoce como cierta- mediante
el suministro de medicamentos que sirven para mitigar el dolor físico del enfermo). Pero, no
obstante tipificar el homicidio por piedad, el legislador lo ha atenuado disponiendo una pena
máxima de 3 años pues brinda vital importancia al consentimiento expreso y voluntario del
enfermo, colocando al que realiza la eutanasia como un mero colaborador, por lo que es este
acto de colaboración lo que se castiga. Así, existen tres aspectos fundamentales para concluir
que estamos, legalmente, frente a la figura de la eutanasia activa u homicidio por piedad: el
móvil de piedad que es el que impulsa al autor del hecho, la petición expresa y consciente de
la víctima y la existencia de dolores intolerables que hacen difícil la vida del paciente.

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