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Actividad No. 10
Por:
María Alejandra Silva
Eduar Arley Angulo Rivas
Teniendo en cuenta la importancia que presenta la lectura, para cada uno de los integrantes
del grupo, acerca de las resistencias sociales en Colombia, se suman algunas otras
investigaciones realizadas, por el grupo de autores que realizan el presente ensayo. En donde
se evidencia la problemática de los indígenas del continente americano, desde tiempos
inmemoriales particularmente desde la conquista se tienen algunos escritos históricos de la
cultura indígena resistente y como a través de los siglos, A las diferentes comunidades
indígenas se les ha relegado y simplificado su territorio por la “cultura del blanco”, quien
poco a poco se ha apoderado de los sus territorios y el uso indiscriminado de los recursos
naturales existentes en estos, los conquistadores han cambiado de rostro pero la problemática
de los territorios de las comunidades ancestrales se perpetúan a través de la historia. Se puede
observar que estos movimientos comunitarios, han presentado acciones en la búsqueda de
los objetivos a través de la confrontación armada, hasta lograr una cultura de paz y respeto
por la vida. El cuestionamiento planteado, acerca del primer interrogante sobre:
¿en qué sentido coinciden las experiencias de los indígenas colombianos y de los
zapatistas mexicanos en una nueva forma de concebir el poder?
Con lo anterior se puede evidenciar congruencias entre los dos movimientos en cuanto a la
búsqueda del retorno a la tierra, las autonomías comunitarias, el cuidado y respeto por la vida.
Y la importancia de la mujer en los procesos de lideresas en el caso de la comunidad nasa y
la candidatura a la presidencia de México de María del Jesús Patricio, por el movimiento
independiente. Los movimientos anteriormente mencionados han promovido el
resurgimiento del poder en la resistencia, a través de procesos comunitarios nuevos, que
apoyan el surgimiento de espacios de encuentro hacia nuevas experiencias culturales, no
violentas, y como, “asumen el problema de las territoriedades de paz, de la recomposición
del espacio de las comunidades y tejido social no violentas” Useche (2006).
¿Qué puntos de contacto encuentran en estas dos experiencias en torno a la opción ética
de la resistencia social no violenta?
¿Cuáles son los aportes en estos dos territorios en cuanto a resistir desde una economía que
sirva a la vida y a la gente?
Las experiencias de estos territorios nos permiten recoger grandes enseñanzas, como expresa
Useche los acontecimientos de resistencias no son extáticos se trasforman para garantizar su
permanencia, pero para que se pueda seguir resistiendo se deben realizar transformación desde los
social, lo político, lo cultural y también lo económico.
El primer aporte que podemos extraer es que para transformar el sistema económico las
comunidades deben estar organizadas, debe existir una resistencia política, cultural y social fuerte,
pues solo el pueblo organizado puede transformar su economía, ya que las alternativas que nos
presenta la economía del “buen vivir” está fundamentada en lo colectivo, en el bien común, en la
virtud de lo comunitario.
Esta emergencia de una economía resistente fortalece los lazos de la comunidad a través de la
búsqueda del bien común, a diferencia del capitalismo que lo único que busca es el beneficio
individual y posesivo, es de gran importancia aclarar que en estas prácticas económicas alternativas
se re-piensa en concepto de lo común, como lo común no-estatal, sino en manos de la misma
comunidad, diferenciándose así de las ideologías comunistas.
Para la consecución de ese fin que es el bien común, se acude a la recuperación de muchas prácticas
ancestrales, como el brazo prestado, el convite, la minga, entre otros, que se caracterizan por la
colaboración, la recuperación del valor de la vecindad y de la ayuda mutua. Dejándonos como
aprendizaje el valor del esfuerzo compartido, del trabajo comunitario y de solidaridad.
Las alternativas económicas propuestas incluyen aspectos que el sistema económico hegemónico
tradicional no tiene en cuenta, ya que no impactan en la rentabilidad, pero que son fundamentales
para construir tejido social, como la ética, la moral, la cultura, la historia de cada comunidad. Cambia
la propuesta del capitalismo de homogenizar la población y propenden por el respeto de la
heterogeneidad, y de cómo estas diferencias afectan cada fase del proceso económico.
La relación entre el hombre y la tierra también se transforma, la tierra deja de ser entendida solo
como uno de los factores de producción, como lo cita Useche “Para esta gente sencilla del campo,
la tierra se percibe, se siente y se nombra en primera instancia como un atributo de la vida. Es legado
proveedora de sustento, motivo de contemplación y goce, espacio de tiempo y encuentro, es la vida
misma, antes que ámbito de trabajo y menos aún que moneda de cambio” (2016 pág. 498). Cuando
se acoge esta concepción de la tierra se piensa en una producción responsable y respetuosa, con la
tierra, como con las generaciones venideras que también tienen derecho de gozar de esa misma
tierra.
Como respuesta a las propuestas de la revolución verde de industrializar y tecnificar el agro, a través
de la inclusión de semillas mejoradas agroquímicos y maquinaria agrícola, la economía resistente
nos enseña que la autonomía económica, se debe defender a través del uso y recuperación de las
semillas nativas, de los abonos orgánicos y demás insumos que podamos obtener para la producción
sin necesidad de depender de una firma comercial propietaria de los mismos.
BLIBLIOGRAFIA