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UTILITARISMO, MODERNIDAD Y POLÍTICA EN EL PROYECTO EDUCATIVO

RADICAL EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX

Helia María Chivatá1


Robinson Rojas Gómez2

Resumen:

El siguiente artículo tiene como objetivo presentar una breve reflexión teórica sobre la situación
del sistema educativo colombiano en el siglo XIX en general, centrándose específicamente en
la reforma educativa de 1870. Tratando de mostrar como un proceso de reformas involucró una
gran discusión entre élites que no lograron entender y acordar el camino modernizador que
debía tomar la nación colombiana, por el contrario, este periodo estuvo marcado por los
vaivenes de la política, donde cada una de las partes enfrentadas se concentró en imponer sus
convicciones a la fuerza.
Para la realización del escrito se hizo una revisión bibliográfica acerca del problema propuesto,
por medio de la cual se pudiera argumentar y sustentar elementos claves para definir el sustento
filosófico y político de la reforma de 1870. De igual manera fue necesario tener en cuenta los
fundamentos teóricos que utilizaron quienes se opusieron al plan liberal radical.
Se logró identificar, que el proyecto liberal radical fue esencialmente modernizador, pero no
por ello fue aceptado socialmente en el territorio colombiano, por el contrario, encontró un
fuerte rechazo en instituciones como la Iglesia Católica y el Partido Conservador, que sintieron
seriamente amenazada su posición dominante en la construcción mental de la sociedad
colombiana. Católicos y Conservadores lograron con base en el control local del poder,
modificar y adaptar la reforma a sus principios, representados en la implementación de un
concordato que le devolvió a partir de 1887 el control total de la educación en Colombia a la
Iglesia Católica.

Palabras claves: Educación, Laico, Reforma Liberal, Modernización.

1
Especialista en lúdica educativa, Fundación universitaria Juan de Castellanos, Correo:
heliamariachivata@hotmail.com Cel.: 3222369474
2
Especialista en lúdica educativa, Fundación universitaria Juan de Castellanos, Correo: elchitarero@hotmail.com
Cel.: 3118409017
Summary:

The following article aims to present brief theoretical reflection about Colombian education
system in the nineteenth century, focusing specifically on the educational reform of 1870.
Trying to prove, as a process of reform generated a great discussion among elites, they did not
understand, that in the Colombian nation it was necessary to start a modernizing process,
conversely, this period was influenced by political debates, where each of the groups faced,
tried to imposed their ideas to the force.

For write the article, a bibliographic review was done about the proposed problem, by which it
could to argue and sustain keys, elements to define the philosophical sustenance and political,
included in the 1870 reform. Similarly, it was necessary taken into account the theoretical and
philosophical arguments, of those who opposed the radical liberal plan.

Could be identified, that the project radical liberal was essentially modernizer, but not socially
accepted in the Colombian territory, conversely, found a strong rejection in institutions such
the Catholic Church and Conservative Party, Catholics and conservatives felt threatened their
dominant position in Colombian society. After 1886 the Catholic Church and the Conservative
Party, were able to modify and adapt the reform to their political interests and give back the
control of education system to the Catholic Church

Keywords: Education, laic, Liberal Reform, Modernization.


INTRODUCCIÓN

El presente escrito tiene como propósito mostrar por medio de una revisión bibliográfica, el
surgimiento, la aplicación y el rechazo de un proyecto educativo modernizador, sustentado en
las ideas utilitaristas que buscaban esencialmente construir una sociedad con principios
liberales. Como objetivo general de este escrito se planteó establecer criterios de análisis, que
permitan entender los principios filosóficos que sustentaron el proyecto de reforma educativa
liberal radical propuesta en la segunda mitad del siglo XIX, de igual forma pretende explicar
algunos alcances, y por último describir como los principios de la reforma fueron acogidos y
rechazados por la sociedad, en cabeza del partido Conservador y la Iglesia Católica.
Para la realización del trabajo se procedió metodológicamente haciendo una revisión de tipo
documental, clasificando, lecturas y análisis de material bibliográfico relacionado con el
problema de investigación, representado básicamente en: libros, artículos y algunas fuentes
primarias de la época; enfocado en tratar de generar ideas que permitieran resolver el problema
planteado como punto de partida en la revisión del material bibliográfico. Esta breve reflexión
bibliográfica busca resaltar el problema de la modernización del sistema educativo en
Colombia, tuvo su génesis con el surgimiento de la república colombiana a comienzos del siglo
XIX, siglo que se caracterizó por continuas luchas políticas, que trascendieron al siguiente siglo.

Se plantearon objetivos enfocados a identificar, describir y definir situaciones problema


relacionados con el proyecto educativo de 1870. Tratando de formular algunas hipótesis que
permitieran ahondar en la discusión y análisis de los hechos que sucedieron en Colombia en la
segunda mitad del siglo XIX. La hipótesis principal que articula este escrito es: el proyecto de
reforma educativa implementado por los liberales radicales, buscó adoptar en la nación
colombiana elementos modernizadores que permitieran una mejor articulación a las exigencias
internacionales, pero encontraron en sectores del mismo partido Liberal, el Partido Conservador
y en la Iglesia Católica una fuerte oposición que terminó adaptando e imponiendo en Colombia
un sistema educativo “modernizador” pero moldeado por intereses tradicionales después de
1886. Vale entonces la siguiente pregunta ¿es posible hablar en Colombia de una pedagogía
utilitarista inserta en la reforma liberal de mediados del siglo XIX?
SUSTENTO FILOSÓFICO DEL PROYECTO LIBERAL RADICAL

En la segunda mitad del siglo XIX un grupo de políticos denominados liberales radicales
intentaron llevar a cabo una serie de reformas políticas, económicas y sociales que buscaban
transformar las viejas estructuras coloniales y llevar la sociedad colombiana hacia una
modernidad, tratando de adaptarla a los requerimientos de la época. Las ideas liberales
predominantes desde 1850 y profundizadas con la constitución de 1863, quisieron adecuar la
sociedad colombiana a las exigencias de la sociedad occidental dominada por la fuerte presencia
del capitalismo industrial, que buscaba insertar países latinoamericanos en la nueva realidad
económica.
En la sociedad colombiana de mediados del siglo XIX aún permanecían muchos rasgos del
colonialismo español. En lo político las disputas de caudillos locales en los años posteriores a
la independencia no permitieron la consolidación de las ideas políticas modernas, por eso
apenas en 1848, se discutía en Colombia la formación de partidos políticos con algún tinte
moderno. En lo económico, predominaba lo que José Antonio Ocampo denomina relaciones
“pre-capitalistas,” es decir la producción económica estaba dominada por una fuerte presencia
de valores coloniales que todavía existían a pesar que ya había pasado medio siglo desde la
independencia. (Ocampo J. A., 1984, pág. 30).

A pesar que, durante el siglo XIX, el proceso de industrialización en Colombia fue casi nulo,
Aun así, fue necesario, modificar las relaciones sociales e introducir reformas que adecuaran al
país a la transformación de las relaciones internacionales sustentadas en la industrialización y
el comercio. Esta dinámica económica generó la llamada “división internacional del trabajo” a
nivel de países (Furtado, 1979). Por lo tanto, el papel signado por este nuevo orden económico
a países como el nuestro fue el de convertirse en productores y exportadores de materias primas,
y en consumidores de manufacturas elaboradas, esto exigía que el sistema educativo formara
ciudadanos que pudieran actuar en esta nueva lógica económica.
Se hicieron necesarios los cambios en el imaginario productivo, y en la adecuación de la
formación de los ciudadanos hacia el nuevo reto que significaba dejar atrás la tradición colonial
y enfocar la sociedad colombiana por la vía del liberalismo económico impulsado por Inglaterra
como nueva potencia colonial.
Con base en lo anterior es posible sustentar, que la relación de un proyecto educativo articulado
a un proyecto político y económico, buscó cambiar y modernizar las relaciones sociales en
Colombia, enfocadas a convertir y crear en el país unas condiciones que permitieran la inserción
de Colombia en el marco de la economía capitalista. Mariano Narodowski, dice que la ideología
política imperante ordena y homogeniza la escuela y la maneja como “un hilo invisible”.
(Narodowski, 1999, pág. 26).

El proyecto político de los liberales decimonónicos colombianos se concentró en la búsqueda


de un fin modernizador que permitiera enfocar la nación colombiana hacia una economía de
mercado. El principal objetivo de las reformas educativas impulsadas por los liberales fue
modernizar el país y enfocarlo hacia la economía capitalista dejando atrás los antiguos valores
coloniales. El siglo XIX fue de trasformaciones burguesas en la sociedad occidental, y el marco
de esas transformaciones era necesario adaptar la sociedad colombiana a esos nuevos valores
impuestos por la economía capitalista.
La nación colombiana se encontraba en la segunda mitad del siglo XIX en un estado de atraso
total, la élite política colombiana entendió que era necesaria la modernización de la economía
colombiana. La discusión fue como lograrlo, dentro del ideario liberal radical, se mantuvo la
idea que la modernización económica del país se podía alcanzar con base en la educación,
porque mediante el conocimiento de la técnica se podía preparar a los individuos para construir
las diferentes obras, tales como: ferrocarriles, caminos y puertos que permitieran a Colombia
comenzar a articularse como una economía que pretendía articularse al comercio mundial.

En Colombia la naciente ideología burguesa necesitaba romper con valores tradicionales


impuestos durante el periodo colonial, el siglo XIX al igual que en otras latitudes la escuela se
convirtió en esa creación moderna, que fue reemplazando a la familia como principal institución
educadora; la escuela se convirtió entonces en esa máquina de educar, “como una tecnología
replicable y masiva para “aculturar” grandes masas de la población”. (Pineau, Dussel, &
Caruso, 2005, pág. 22)
En este sentido la escuela se convirtió en la principal institución de manipulación e imposición
ideológica del estado. La élite liberal radical pensaba que si controlaba la escuela lograba
imponer su visión ideológica en la sociedad. Por lo tanto, en la reforma el estado proclamó su
derecho de nombrar los maestros, hacer inspección y vigilancia, pero sobre todo contratar
pedagogos extranjeros con el fin de hacer un plan de estudios acorde con el ideario político de
la élite en el gobierno, que permitiera sostener el proyecto liberal a largo plazo.
Los liberales decimonónicos entendieron que, si querían transformar el sistema educativo,
tenían que buscar el control de todo el sistema educativo desde la instrucción primaria hasta la
formación universitaria, por ello la segunda mitad del siglo XIX fue bastante prolífica en la
fundación de escuelas, colegios y universidades en todo el territorio colombiano.

También podemos resaltar el surgimiento de una burocracia pública especializada en la


formación de maestros dirigida por el estado y encargada a las escuelas normales. Según,
Angelo Panebianco las burocracias públicas son el sustento sobre el cual se han construido los
estados modernos. (Pasquino, Bartolini, Cotta, Morlino, & Panebianco, 1988, pág. 375) Para
los radicales del siglo XIX era fundamental impulsar la aparición de esta “burocracia
especializada” dirigida por el gobierno de cada estado y encargada a la misión pedagógica
alemana, que se encargaba de supervisar que en cada uno de los estados se estuviera cumpliendo
con los requerimientos.

La segunda mitad del siglo XIX fue una época de grandes transformaciones en occidente, el
desarrollo industrial que alcanzaron naciones como Inglaterra y Estados Unidos, obligaron a
países como Colombia a buscar la forma de alcanzar un desarrollo económico basado en la
ciencia y la técnica como vía hacia el desarrollo, liberales y conservadores entendían en su
momento que eran necesarias estas trasformaciones, la diferencia profunda estaba en posición
que debía cumplir la iglesia en la organización del sistema educativo.
Después de 1863 los liberales proyectaron la sociedad colombiana como una sociedad abierta
a las ideas religiosas distintas a las dominantes expresadas en el catolicismo, desde la misma
reforma educativa se planteó la posibilidad que la instrucción religiosa no fuera obligatoria en
las escuelas, esta idea junto con la posibilidad que la Iglesia Católica perdiera el control en el
manejo del sistema educativo se convirtieron en el ideario de quienes se opusieron a la reforma.

En el campo educativo el siglo XIX se presentó como el tiempo de la generalización de la


educación, el Estado se encargó de esta masificación, pero con un objetivo claro, se trató de
buscar herramientas que permitieran la evolución de una economía agraria hacia una que
permitiera el inicio de una economía preindustrial, y para ello fue necesario insertar modelos
educativos externos que se sustentaran en los conocimientos técnicos y no tanto en los
conocimientos humanistas que habían predominado en los primeros años de Colombia como
república.
Vale entonces la siguiente pregunta ¿es posible hablar en Colombia de una pedagogía utilitarista
inserta en la reforma liberal de mediados del siglo XIX?
Son varios los elementos que nos permiten evidenciar que si existió el intento de implementar
una pedagogía utilitarista por parte de los liberales radicales. El decreto Orgánico de instrucción
pública de 1870 consagraba varios principios que nos permiten hacer esta afirmación. Entre
ellos cabe resaltar la idea de implementar en la enseñanza y la práctica educativa, el método de
las ciencias experimentales; también se consagró una enseñanza gradual dependiendo de las
capacidades del niño.
Sin embargo, la discusión sobre el utilitarismo en el sistema educativo estuvo en boga en
Colombia desde los inicios de la historia republicana en la primera mitad del siglo XIX. Fue el
general Santander el primero en introducir las ideas de Bentham con el objetivo de modernizar
el sistema educativo en Colombia, y desde sus inicios el ideario utilitarista contó con grandes
intelectuales que defendieron su aplicación y también quienes se opusieron por considerar que
resaltaban la individualidad sobre el ideario de la religión católica. (Ramírez, 2008, pág. 25)

Entre 1862 y 1886, el actual territorio colombiano funcionó como una federación de nueve
estados autónomos, las disposiciones expuestas en el Decreto Orgánico de instrucción pública
estaban dirigidas a que se aplicaran de manera autónoma en cada uno de los estados de la unión
llamada Estados Unidos de Colombia. En la conformación de la estructura burocrática cada
Estado acogía las recomendaciones expuestas en el Decreto Orgánico y las aplicaba.
Por ejemplo, en el caso del Estado soberano de Santander el Presidente del Estado dispuso que
era necesaria la inspección “activa y poderosa” para que los esfuerzos en la aplicación del nuevo
modelo de instrucción fueran eficaces. Para ello se contempló la conformación de un modelo
de inspección y vigilancia que controlara las escuelas en todo el territorio del Estado; con el fin
de dar cumplimiento a lo dispuesto en todo el cuerpo jurídico que soportaba la reforma
educativa. (Martínez & Pardo, 2008, pág. 62)
La reforma educativa en cuestión tuvo el cuidado de legislar sobre todos los aspectos del
sistema educativo. La administración, los métodos de enseñanza y la disciplina, pero también
se tuvo atención en crear los sustentos para organizar el sistema educativo en todos los niveles,
desde la instrucción primaria, hasta la organización de un sistema universitario con la
Universidad Nacional fundada en 1867, como modelo organizativo del sistema de educación
superior en los Estados Unidos de Colombia.
La intervención del Estado y la obligatoriedad de la educación fueron elementos bastante
polémicos en la reforma. Nuevamente sectores conservadores y liberales moderados se unieron
para acusar a los radicales entre otras cosas de querer suplantar la autoridad de los padres y
reemplazarla por la autoridad estatal. Otro punto de la reforma bastante polémico fue que se
decretara la educación religiosa como una opción voluntaria no obligatoria, ante esta propuesta
la iglesia reaccionó catalogando la reforma como “atea”. (Ramírez, 2008, pág. 27)

La reforma educativa buscó reemplazar el poder anteriormente expresado en la iglesia, y


transformarlo en laico y controlado por el Estado, los radicales pretendían convertir al maestro
en ese ejemplo antes representado por el cura, otorgándole poder pastoral capaz de influir con
sus enseñanzas en la trasformación y modernización de la sociedad. Alejandro Álvarez define
al maestro como: “apóstol, pedagogo y funcionario encargado de la formación de las nuevas
generaciones” (Álvarez, 1995, pág. 62)
La pedagogía experimentó a lo largo del siglo XIX un auge notorio, se construyó una idea y un
método pedagógico, pero sobre todo la aparición de un cuerpo de “pedagogos especializados”
sirvieron para compilar y promover lo que se debía enseñar, con el propósito de controlar y
disciplinar a los nuevos ciudadanos, enfocándolos hacia unos requerimientos utilitarios que el
nuevo estado liberal moderno requería, esto es lo que se conoce como “sacerdote laico” definido
de la siguiente manera:
El maestro debe ser un modelo dentro y fuera de la escuela, se le puso un peso muy importante
en su accionar, perdió así su vida privada, que quedó convertida en pública y expuesta a
sanciones laborales.” (Popkewitz, 1998, pág. 36)

La legislación que sustentó la reforma comprendió sanciones para los maestros que no
cumplieran sus funciones, estas fueron expresadas en el decreto orgánico de instrucción pública
que fue expedido por el gobierno federal, y fue acogida por los gobiernos de cada estado. Según
el artículo 212 del Código de Instrucción Pública, la comisión de vigilancia creada en el Estado
de Santander tenía la obligación de:

“Informar mensualmente al Consejo departamental sobre el Estado de la instrucción pública


en el distrito. En el informe se expresará el número de visitas practicadas en las escuelas, el
nombre del inspector que las haya hecho, los días y horas en que han tenido lugar, las faltas
observadas, las providencias dictadas para corregirlas, los descuidos y negligencias de parte
de las autoridades municipales de los padres de familias, y los demás hechos que directa o
indirectamente puedan tener alguna influencia en el progreso de la educación” (Martínez &
Pardo, 2008, pág. 64)
Lo problemático con el cambio en el enfoque del sistema educativo en Colombia fue que el
conocimiento y las trasformaciones que se buscaban con el nuevo modelo pedagógico, se
relacionaba con una corriente utilitaria y materialista que alejaba al individuo de la moral
católica y lo acercaba al socialismo. Este no fue un fenómeno exclusivo de los países de
América del sur, según Inés Dussel en Europa el positivismo del siglo XIX e incluso el
enciclopedismo del siglo anterior fueron acusados de materialista. (Pineau, Dussel, & Caruso,
2005, pág. 54)
Lo que ocurrió en la segunda mitad del siglo XIX en Colombia con el proyecto liberal radical
en general, y con la reforma educativa de 1870 en particular, puede considerarse una lucha de
ideas entre las élites, que de vez en cuando incluyeron a la población generando numerosas
guerras civiles. Es claro que la idea “anti-socialista” como llama (Molina, 1971) a la reacción
que se generó en torno al proyecto liberal tiene sus raíces en el siglo XIX y trasciende hasta
nuestros días.
Aceptando lo propuesto por (könig, 1994), se puede afirmar que la composición de la sociedad
colombiana desde los inicios de la historia republicana, se dio “desde arriba” y no se tuvo en
cuenta las capas bajas de la sociedad en su conformación, lo que limitó la participación de estas
últimas en la toma de decisiones en cuanto a la administración del estado.
Sin embargo, fueron importantes cuando élites locales necesitaban legitimar alguna lucha
ideológica, convertida en guerra civil. En ese momento movilizaban grandes grupos de
población que defendían las posturas de un caudillo o de un partido, ya enfrentadas en una
guerra. Finalizada la guerra acababa la participación de las capas bajas y todo volvía a su
normalidad. (könig, 1994, pág. 318)

En ese afán de buena parte de la élite política colombiana por evitar cualquier asomo de ideas
socialistas, es que el proyecto liberal radical desde sus inicios estuvo condenado al fracaso.
Incluso al interior del partido liberal se generaron dos corrientes, una moderada u una radical.
La primera corriente aceptaba las ideas liberales en la economía, y política al estilo inglés, pero
señalaban como peligroso adoptar algunos principios del liberalismo de Europa continental, en
especial del liberalismo francés al cual consideraban muy cercano al socialismo.
La segunda conformada por jóvenes un tanto idealistas como Manuel Murillo Toro, visionaron
una sociedad por fuera de la realidad que se podía alcanzar. Incluso, podemos decir que los
radicales fueron bastante incomprendidos por la excesiva modernidad de sus ideas, más que por
los logros alcanzados. Los cuales se quedaron cortos frente al ideario que se propuso en los
inicios de su proyecto político. Podemos decir que cuando se trató de propuestas, el ideario
radical giraba en las esferas de la especulación, pero en el momento de logros y aplicaciones
reales no fue tan exitoso como algunos lo quieren mostrar. (Molina, 1971, pág. 70)
EL SURGIMIENTO DE UN SISTEMA EDUCATIVO HOMOGENEIZADOR

En la construcción del estado nacional colombiano se encuentra un elemento común en todas


sus fases, este es la violencia generada por la “rivalidad regional” (könig, 1994), que es un
fenómeno heredado luego de la consolidación de la independencia. Esta dinámica no permitió
la formación de un proyecto unitario de nación, sino que cada proyecto político expresaba la
visión de una pequeña élite, pero el rechazo de otros grupos de poder locales, que generaban
resistencia hasta provocar un cambio a su favor, que no significaba la inclusión de los vencidos.
König define este fenómeno de la siguiente manera:

“Las diferencias económicas y sociales existentes a nivel nacional y suprarregional exigían


reglamentaciones especiales resultando así un gran obstáculo para la integración de una
nación unificada” (könig, 1994, pág. 405).

Se puede afirmar que la única institución capaz de generar un proyecto unificador finalizando
el siglo XIX fue la Iglesia Católica, quien a su manera logró sentar las bases para la construcción
de una nación unitaria, la Regeneración se convirtió entonces en un proyecto no que rechazó la
modernización, sino en la construcción de una modernización bajo el interés de la Iglesia
Católica.

Fue un fenómeno común en occidente, la transformación de la sociedad en la segunda mitad


del siglo XIX, tanto en los países industrializados como en sus antiguas colonias ahora
convertidas en territorios de influencia, necesarios para expandir sus ideas políticas, pero sobre
todo sus intenciones comerciales. Países como Colombia se vieron presionados a transformar
sus viejas estructuras coloniales para adecuarlas a los requerimientos de la nueva economía
industrializada.
Por eso las reformas a los sistemas educativos que implicaban la masificación de la educación
tenían objetivos políticos tanto en los países desarrollados como en los países como el nuestro,
en este sentido: “La escuela se convirtió en un innegable símbolo de los tiempos, en una
metáfora del progreso, en una de las mayores construcciones de la modernidad”. (Pineau,
Dussel, & Caruso, 2005, pág. 28)

La idea homogeneizadora parte de una visión de política económica que buscaba entregarle a
la sociedad individuos capaces de insertarse en el sistema económico predominante, era
necesario transformar una sociedad en la que predominaban fuertemente valores coloniales, en
una sociedad capitalista. Los políticos liberales radicales buscaban articular el sistema
educativo con el sistema productivo del país. Para lograrlo intentaron a través de estas reformas
homogenizar todo el sistema educativo. El sistema educativo es sometido y manejado por el
estado como principio de disciplinamiento ideológico. (Narodowski, 1999, pág. 27)
La reforma educativa propuesta por el radicalismo después de 1870, se centró en dos principios
estructurales. El primero la obligatoriedad; y el segundo la laicidad. Esto con el fin de alcanzar
la cobertura universal del sistema educativo, en especial en la escuela primaria, porque era allí
donde el ser humano se preparaba para ser libre. (Molina, 1971, pág. 108)

A pesar de las buenas intenciones que pudieron tener estos dos principios, fue muy
problemático su sustento incluso desde el mismo ideario liberal radical. Porque
ideológicamente su propuesta se sustentaba en la libertada del individuo, pero a su vez el Estado
les quitaba la libertad a los padres de decidir si sus hijos iban o no a la escuela. La obligatoriedad
de la educación fue defendida sobre la base de combatir el analfabetismo, pero, los sectores
conservadores atacaron la reforma, porque la consideraban como lesiva de la autoridad de los
padres sobre los hijos, a lo que los radicales respondía que la educación era un derecho no de
los padres, sino de los hijos, que debían tener unos conocimientos mínimos para poder actuar
como hombres libres. (Molina, 1971, pág. 112)

Con el fin de garantizar la formación de ciudadanos aptos para el nuevo modelo económico, el
proyecto del liberalismo radical buscaba el control total del estado sobre el sistema educativo.
Este objetivo fue bastante utópico debido a la diversidad y amplitud territorial, pero no solo fue
el factor geográfico y territorial lo que generó problemas para la implantación efectiva de la
reforma educativa. El atraso social producido por el enquistamiento de los valores coloniales
fue la mejor arma de quienes se opusieron al proyecto reforma educativa.
La resistencia a la reforma educativa radical se dio principalmente bajo las banderas del
catolicismo. La reforma fue bastante ambiciosa en querer modificar las costumbres productivas
del país, ya que se buscó transformar la tradición católica poco dada al desarrollo capitalista;
por misiones pedagógicas venidas de países con una mayor desarrollo capitalista e industrial
como Alemania, Inglaterra y Estados Unidos, no es coincidencia que se buscara un sustento en
países con una fuerte tradición protestante, especialmente de procedencia alemana. La ley
estableció que en cada Estado existiera una escuela normal, y de igual manera se asignó un
pedagogo alemán de la siguiente manera:
Con el fin de garantizar la formación de ciudadanos que se adaptaran a las nuevas condiciones
económicas y políticas de la segunda mitad del siglo XIX, el proyecto liberal radical en lo
referente a la educación buscó, el control total del sistema educativo por parte del estado, sin
embargo, esta propuesta fue bastante utópica, porque hasta mediados del siglo XIX, no había
existido un proyecto político, económico o social que articulara y unificara la nación
colombiana. Tanto en lo político como en lo económico predominaban relaciones de tipo local,
marcadas por grandes diferencias entre una región y otra, en lo económico esta tendencia local
afectó la integración y articulación de un mercado nacional.
A pesar que en la segunda mitad del siglo XIX Colombia experimentó alguna integración a
mercados externos a través del crecimiento de algunas exportaciones, las relaciones económicas
predominantes parecían más a las coloniales que a las capitalistas liberales que predominaban
en el mundo occidental. (Ocampo J. A., 1984, pág. 28)

Autores como Jorge Enrique González afirman que el proyecto radical fue “demasiado
progresista, frente a la ignorancia tradicionalista que predominaba en el territorio colombiano”
(González, 2005, pág. 44) En este contexto pensadores decimonónicos como Manuel Ancizar,
Santiago Pérez y Manuel Murillo Toro, imaginaron la sociedad colombiana construida sobre
los cimientos de la ilustración europea. La ilustración fue un movimiento paralelo al
surgimiento de los estados nacionales entendido como la idea que el tiempo “se movía hacia
adelante y por lo tanto la sociedad, como si se tratara de un destino ineludible también”
(Álvarez, 1995, pág. 16)

Edgar Ramírez señala que los primeros intentos de incluir las ideas de la ilustración en el
sistema educativo colombiano se dieron finalizando el siglo XVIII, cuando en el marco de las
reformas borbónicas, el estado colonial le encargó a Francisco Moreno y Escandón la
realización de algunos estudios para fundar una universidad púbica. Fue este hecho el que dio
inicio a la posibilidad de una educación impartida por el estado. (Ramírez, 2008, pág. 20)
Cabe resaltar que las ideas ilustradas hicieron su aparición en Colombia, no en los campos
académicos como ocurrió en Europa, sino en los espacios políticos, lo que le da al fenómeno
un carácter particular, era más importante la discusión sobre el modelo de estado más acertado
que se debería implementar luego de la independencia, Federalismo-centralismo; Liberal-
Conservador, y no los nuevos avances del conocimiento y como estos podrían ayudar en la
construcción de una nueva sociedad adaptada a los cambios que la modernidad exigía.
De igual forma en la segunda mitad del siglo XIX, el debate sobre la modernización del sistema
educativo, se dio más en el campo político que en el campo académico. La reforma de 1870 se
estructuró con la intención de diezmar el poder de la iglesia en todas las esferas de la sociedad
colombiana, la reforma se convirtió en una lucha ideológica entre quienes pretendían la
construcción de un modelo de Estado separado de la iglesia y su parte opuesta que buscaban
mantener a la iglesia católica como el faro de la sociedad colombiana.

La idea de los radicales fue estructurar un sistema educativo sobre la base de la práctica, que
modificara un poco la tradición humanista predominante en la educación, en los últimos años
de la colonia y en los primeros años de la república; con este fin insertaron en la reforma
educativa de 1870 los postulados del pedagogo suizo Johann Heinrich Pestalozzi para quien la
educación debía sustentarse más en cuestiones prácticas.
En su libro, La Ética protestante y el espíritu del capitalismo el sociólogo Max Weber plantea
varias conclusiones que nos permiten relacionarlas con los intereses de los liberales radicales
en transformar el sistema educativo con base en un ideal pedagógico práctico, enfocado a
transformar una sociedad colonial regida por principios del tradicionalismo católico, en una
sociedad moderna que se adaptara a los principios de una economía liberal burguesa.
En su estudio Weber nota diferencias profundas en el tipo de educación que dan los padres
católicos, frente a la educación que dan los padres protestantes, enfocada esta última hacia
actividades técnicas relacionadas con profesiones burguesas; mientras que en las familias
católicas había prelación por las humanidades y las profesiones ya consolidadas. (Weber, 1969,
pág. 30)

Podemos decir entonces que los liberales radicales del siglo XIX entendieron que, si querían
modernizar el sistema educativo, de alguna manera tenían que romper con el tradicionalismo
católico e, e implementar modelos pedagógicos desarrollados en países con un fuerte proceso
de revolución industrial y por ende con principios burgueses sólidos, que sirvieran para
transformar una sociedad tradicional y pobre en una sociedad con principios liberales, de ahí lo
que se entendía por instrucción en la reforma educativa de 1870.

“Dar poder, dar riqueza y moralidad, pues en la medida que el pueblo se instruyera podría
liberarse de la ignorancia, de la miseria de la esclavitud y habilitarlo para ser ciudadano. De
esta forma se le dio a la educación el carácter de imprescindible, tanto para la sociedad como
receptora como para el Estado como promotor, vigilante y controlador del nuevo sistema
instruccionista” (Paredes, 1867, pág. 10)

De todas maneras, la resistencia no se hizo esperar y la fortaleza de esta coincidió con la


debilidad del proyecto de reforma liberal, a pesar que desde los inicios del proyecto fue bastante
polémico y débil, podemos decir que quienes se opusieron a las reformas aprovecharon esta
debilidad para atacarlo.
La guerra civil de 1876, también conocida como guerra de las escuelas fue una guerra impulsada
desde los púlpitos católicos en contra exclusivamente de la reforma educativa, finalizada esta
guerra y tras la victoria de la facción conservadora, la iglesia recuperó el control sobre el
proyecto educativo; esto no significó la desaparición del proyecto modernizador; sino que este
quedó bajo el control de la Iglesia Católica y del partido Conservador, adoptó un concordato
con la Santa Sede por medio del cual la Iglesia recuperaba los pocos espacios que había perdido
durante el experimento radical.
POSITIVISMO SI, UTILITARISMO Y MATERIALISMO NO. EL OCASO DE LA
REFORMA EDUCATIVA RADICAL

La implementación de la reforma educativa en la segunda mitad del siglo XIX en Colombia,


como buena parte de los proyectos políticos, fue sometida a un gran debate, especialmente entre
las élites gobernantes. Es claro que el debate no se queda únicamente entre quienes
administraban el estado; sino que casi de manera general el grueso de la población termina
involucrándose en estos debates debido a la conexión que tienen las élites con grupos de poder
local.
Sin embargo, existe una particularidad, cuando el debate llega a las capas bajas de la sociedad
generalmente llega con expresiones violentas. Las guerras civiles del siglo XIX, y la violencia
política en el siglo XX, nos permiten demostrar como una discusión entre élites termina
involucrando violentamente a las capas bajas de la población. Según (González, 2005) estas
contiendas estuvieron ligadas a varios factores entre la fuerte confrontación ideológica que
surge en las altas esferas de la sociedad y se mueve hasta involucrar a gran parte de la población.
Sobre el momento del “olimpo” u oligarquía liberal radical el autor dice lo siguiente:

“Aquello que ha sido denominado como oligarquía radical liberal debe ser entendida como
como una frase de combate que la oposición conservadora y algunos sectores liberales
distanciados del grupo radical, endilgaron a ese sector político que dominó la administración
pública desde 1864 hasta 1878.” (González, 2005, pág. 140)

La organización del sistema educativo fue una cuestión de lucha política desde la misma
conformación de la república colombiana, la idea utilitarista de “mayor felicidad para un mayor
número de personas” fue la bandera de los sectores políticos liberales desde el inicio de la
república, sin embargo, la Iglesia aprovechó toda su tradición para defender su postura
escolástica durante todo el siglo XIX. En todos los aspectos el siglo XIX colombiano está lleno
de confrontaciones ocasionadas por la lucha de las ideas que frecuentemente se daban entre las
élites políticas de la nación colombiana.
Generalmente una reforma se combatía con una contra reforma. Por ejemplo, en 1842 Mariano
Ospina Rodríguez abolió el plan liberal de una educación utilitarista basada en los principios
de Bentham, le devolvió el control a la Iglesia Católica, permitió el retorno de los jesuitas que
habían sido expulsados anteriormente, e instauró un sistema educativo basado en los principios
cristianos, con la inclusión de materias como: agricultura, economía e historia, pero sustentada
en la disciplina y la moral católica. (Ramírez, 2008, pág. 25)

Durante los años en que se trató de impulsar la reforma educativa radical, la confrontación
ideológica se centró en la posibilidad de inculcar nuevos valores a los ciudadanos en formación
que era como los liberales radicales consideraban al niño. El reto de formar ciudadanos “útiles”
para un modelo de estado diferente fue bastante polémico. Por una parte, amenazaba con
debilitar el poder hegemónico que había tenido la iglesia católica en la formación de la sociedad,
y por otra se abría la posibilidad de la entrada del pensamiento materialista que se encontraba
en boga en Europa.
Tanto iglesia como sectores moderados del liberalismo hicieron frente común para oponerse a
la reforma, la cual fue acusada de fomentar entre la sociedad colombiana valores liberales,
opuestos a los valores morales tradiciones impuestos por la religión católica, frente a los cuales
la iglesia solo ofreció una propuesta rotunda de oposición. Pio IX pensaba que un católico no
puede ser liberal, para este pontífice era imposible conciliar las ideas liberales y el catolicismo.
(Guevara & Parra, 2004, pág. 23)
Lo que no fue imposible dentro del sustento filosófico de la regeneración fue conciliar los
avances científicos con la religión. Rafael Núñez se convirtió en el principal ideólogo de la
regeneración en Colombia y en varios de sus escritos defendió la postura spenceriana sobre la
no contradicción entre la ciencia y la religión. (Ocampo J. , 1986, pág. 57) Núñez citando a
Herbert Spencer defendía esta idea de la siguiente manera:

“Religión y ciencia tratan de las mismas cosas, pero las tratan desde puntos de vista distintos,
y para fines diferentes. En la ciencia la actitud del hombre frente al mundo es cognoscitiva, en
la religión es sensitiva y valorativa, la ciencia se ocupa de determinados hechos y sus
reflexiones, la religión se ocupa de algo indeterminado que hay en el fondo de todos los
fenómenos y de todas las relaciones” (Ocampo J. , 1986, pág. 58)

Ya desde la presidencia de la república Rafael Núñez promovió una nueva constitución


sustentada en el positivismo spenceriano, como única herramienta capaz de imponer en la
nación colombiana el orden y el progreso sustentados en la justicia social, los tradicionalismos
representados en los valores de la Iglesia Católica se convirtieron en el punto de referencia en
la construcción de un proyecto unificador de la nación colombiana. (Andrade, 2011, pág. 160)
CONCLUSIONES

El siglo XIX colombiano se caracterizó por el intento de formar un estado nacional


independiente del imperio español. En este intento convergieron varias visiones sobre lo que
debería ser a futuro la nación colombiana, representadas estas posturas en las diferentes formas
de pensar de los grupos de poder o élites.

Se pueden identificar al menos tres de estos grupos. El primero conformado por hacendados y
grandes terratenientes que sentían un fuerte apego por la tradición colonial; el segundo dirigido
por comerciantes y artesanos que aceptaban el liberalismo económico, pero mantuvieron la
tradición católica en cuanto a la organización de la sociedad; y el tercero lo conformaron
liberales intelectuales ilustrados, que no pertenecía las familias tradicionales. Fueron estos
últimos quienes en la segunda mitad del siglo XIX plantearon la reforma educativa.

Cada uno de estos grupos buscaron imponer un proyecto modernizador en beneficio de sus
intereses y basados en sus posturas ideológicas, fue en este contexto que surgieron los dos
principales partidos políticos en Colombia. Tanto liberales como conservadores tuvieron la
constante de organizar sus proyectos políticos desde arriba, sin tener en cuenta las capas bajas
de la sociedad, a estas últimas se les reservó únicamente la participación violenta en la
resolución de los diferentes y constantes conflictos civiles que se dieron a lo largo del siglo
XIX.

El partido liberal fundado a mediados del siglo XIX, contó desde sus inicios con una división
ideológica entre sus militantes. Por una parte, se encontraba un grupo “moderado” que aceptaba
el liberalismo en sus aspectos económicos y un segundo grupo llamados liberales radicales,
conformado por jóvenes intelectuales alejados del poder tradicional quienes en la segunda
mitad del siglo XIX intentaron imponer su visión que iba en contravía de la tradición colonial,
y buscó la modernización del país a partir de la transformación del sistema educativo.

En 1870 lograron estructurar un modelo educativo bastante moderno y utópico para la época,
la reforma daba continuidad al utilitarismo propuesto desde inicios de siglo, pero profundizaba
hacia la búsqueda de generar ciudadanos libres y capaces de actuar en un estado democrático.
Básicamente esta reforma educativa giró en torno a cuatro ejes, que fueron: obligatoriedad,
gratuidad, universalidad y control estatal del sistema educativo. Pedagógicamente la reforma
educativa se basó en las ideas pestalozzianas que modificaban radicalmente la forma como se
venía impartiendo la educación en Colombia; sin embargo, la exclusión de la Iglesia Católica
como institución que controladora del sistema educativo, fue el detonante del fracaso de esta
reforma.

Liberales moderados, conservadores e Iglesia Católica lograron imponer su visión y poner fin
al proyecto radical en Colombia. La regeneración fue el final del experimento radical. Los
regeneradores lo que hicieron más allá de suprimir por completo las ideas radicales fue
adecuarlas a los principios del cristianismo católico. Como se ha venido argumentando, las
élites en su conjunto buscaban la modernización del país, en este sentido, la Regeneración fue
modernizadora, porque sus ideólogos entendieron la importancia de adecuar el país a los nuevos
retos.

Rafael Núñez como cabeza visible del proyecto regenerador mantuvo muchos elementos
propuestos en la reforma educativa radical, entre ellos la formación de maestros en las escuelas
normales, la necesidad de un plan de estudios enfocado hacia el conocimiento científico, pero
descartó de plano la exclusión de la Iglesia Católica del sistema educativo. Por el contrario, a
partir de 1887 firmó un concordato con la Santa Sede, en el cual la Iglesia recuperó todo el
control del sistema educativo colombiano.
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