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La historia del arte donde lógicamente se incluye la historia de la pintura, debe ser
entendida como una ciencia humanística que tiene unos criterios estrictos y unos
métodos adecuados de análisis de su base fundamental como ciencia: la obra de
arte. Pero a lo largo de la gestación de la historia del arte han ido surgiendo
diversas metodologías que han pretendido ser exclusivas y excluyentes del
estudio del fenómeno artístico: unos han puesto el acento en la historia de lo
artistas como base fundamental de la creación (concepción biocentrica).
La historia del arte ha de ser una reflexión crítica sobre la creación artística, que
pone en evidencia los problemas culturales, visuales, estéticos, políticos, sociales
y religiosos en un momento y lugar concreto. Solo una visión interdisciplinar y
globalizadora del fenómeno creativo puede dar paso a una historia del arte
madura que abandone viejos esquema y admita nuevos aportes.
La tela surge con fuerza a partir del Renacimiento, alternando su uso con la
madera o uniéndose a la misma. Pero el lienzo va ir conquistando poco a poco a
los pintores, pues permite mayor comodidad en la pintura y en el transporte. En
sus múltiples variantes la tela debe ser preparada previamente con una base para
poder ser utilizada.
Las texturas diversas del papel, cartón y cartulina han sido también utilizadas por
los pintores desde épocas remotas y siguen siendo hoy fundamental para muchos
artistas. La variedad de los soportes es realmente impresionante.
En el siglo XVIII se extendió la técnica del pastel, que consiste en aplicar, sobre
papel granulado, pergamino o cualquier otra superficie rugosa, lápices de color,
aglutinados con caolín o yeso, produciendo un aspecto suave y aterciopelado. El
pastel presenta sin embargo, un problema de adherencia que obliga a fijarlos con
procedimientos todavía no resueltos.
La acuarela que se aplica sobre el papel aprovechando el blanco del mismo como
color, utiliza colores trasparentes muy diluidos en agua. Un procedimiento similar
es la aguada o gouache cuyos colores son más espesos y utiliza el color blanco.
Los instrumentos utilizados por el pintor también son variados. El hombre del
Paleolítico se limitaba a los palos, cañas y a las propias manos; pero la pintura
tiene tres instrumentos fundamentales: los pinceles, las espátulas y la paleta. A
ellos podemos añadir otros útiles, como la tela que frota la pintura, el tubo de
pintura que se aplica directamente, el caballete, el tiento, etc
*La forma
Cuando nos enfrentamos con una pintura, lo primero que percibimos son unas
imágenes con una forma determinada, o mejor, un conjunto de formas. Pero
normalmente confundimos las formas del arte con las formas naturales. Estas se
presentan al hombre de manera espontánea y, por lo tanto, no debemos
reconocer en ellas sino lo que vemos. Por lo tanto, el primer prejuicio visual que el
espectador de una pintura debe vencer es intentar identificar formas artísticas con
formas naturales.
*La línea
Existe en la pintura otra dualidad establecida por la línea: hay cuadros donde
domina la línea cerrada o dibujística, alcanzando una forma acabada, limitada y
clara que en la historia responde a momentos de seguridad racionalista y
canónica. La línea cerrada, por su valor de definición de las formas, crea un arte
ordenado y distanciador.
La línea abierta responde al dominio de lo pictórico, de la pincelada discontinua,
donde las formas aparecen indeterminadas, imprecisas, casi abocetadas, que
permiten al espectador recrearse en su contemplación y al mismo tiempo recrear
lo que solamente sugiere. La línea abierta, por su valor de sugerir y no definir,
invita al espectador a acercarse a la obra y aportar su propia creatividad a través
de la imaginación.
*El color
*La luz
La luz es el agente físico que hace visible las cosas de la realidad y que nos
permite contemplar el propio cuadro. Pero cuando hablamos de la luz no nos
referimos a la natural, sino a la luz pictórica, la que es creada y representada para
establecer el espacio autónomo del cuadro.
Según su contraste, la luz puede ser uniforme, gradual, lógica y racional propia del
Renacimiento donde se le despoja de acentos exagerados y que pretende una
imitación de la realidad. Una luz intensa y contrastada que recorta las imágenes y
acentúa los efectos del claro obscuro.
Según su origen, nos encontramos con una luz propia que parece emanar de la
misma pintura, ateniéndose al comportamiento de la luz física, con una
luminosidad diurna, de amanecer o crepuscular. La luz determinada procede de un
foco inventado, de estudio; este foco puede aparecer implícito en la obra.
La pintura utiliza dos medios para sugerir la visión del volumen: el modelado y el
escorzo. El modelado es todo aquello que da aspecto a las imágenes de bulto
redondo; el sistema utilizado para modelar es la gradación de la luz y de la
sombra, consiguiendo que los cuerpos adquieran volumen. Esta gradación puede
ir desde el contraste violento de los tenebristas a la suavidad del difuminado de
Leonardo da Vinci.
*El espacio
Si hemos visto que la imagen pictórica se esfuerza por hacerse volumétrica, es
lógico que la totalidad de la obra procure crear un espacio tridimensional donde
inscribirse. Este espacio fingido, no real, ha sido preocupación permanente de los
artistas a lo largo de la historia de la pintura, que procura alcanzar lo que es propio
de la arquitectura, que dispone de un espacio tridimensional real. De esta manera,
el cuadro se transforma en una estructura de espacio, donde el artista, luchando
con las dos dimensiones con que cuenta, inventa un espacio.
Para la pintura primitiva el espacio es algo que viene impuesto sin que exista una
necesidad de romper la bidimensionalidad. En la pintura rupestre o egipcia la
perspectiva frontal o ley de la frontalidad a esta manera peculiar de representar lo
cercano y lo lejano mediante la yuxtaposición de las imágenes en horizontal y
vertical. La pintura egipcia incorpora la perspectiva jerárquica en la que cada
personaje tiene mayor o menor tamaño según su importancia.
A finales del siglo XV y principios del XVI se producen dos aportes que
perfeccionan la perspectiva lineal de la mano de Leonardo da Vinci: perspectiva
del color por el cual los colores se difuminan en relación a la distancia, y la
perspectiva menguante por la cual las figuras pierden nitidez y precisión en
relación también a la distancia.
Los pintores del Barroco utilizaron la perspectiva aérea, que plasma la atmosfera
que envuelve a los objetos, degradando la coloración de los mismos a medida que
estos se introducen en la profundidad del cuadro.
Los pintores del XVIII no presentan en general ninguna propuesta diferente desde
el punto de vista espacial. Dos experiencias, una en un mundo veneciano y la otra
en Francia. La <veduta> veneciana supone un acercamiento científico a la
naturaleza del paisaje mediante la utilización de la cámara obscura, consiguiendo
así una similitud extraordinaria, semejante a la fotografía actual y cuyo resultado
es la perspectiva múltiple porque múltiple es la realidad. La segunda experiencia
es la de la pintura rococó con la creación de una perspectiva o espacio
atmosférico, como podemos observar en los cuadros de Watteau.
El primer atentado contra la concepción racional del espacio creado por el
Renacimiento viene de la mano de los impresionistas que crean un espacio a
través del color en pequeños toques fragmentados. Es un espacio vivido al aire
libre a través de los sentidos, no de la geometría. Así se anuncia un nuevo sistema
de representación del siglo XX.
Picasso al realizar la revolución cubista demostraba que la visión era mucho más
compleja, utilizando una concepción multiocular –un objeto puede ser captado
desde distintos ángulos, móvil –porque el artista puede desplazarse- y de
desarrollo en el tiempo –ya que el pintor capta las sucesivas posiciones que pueda
adoptar el modelo.
*La composición
El objeto de la historia del arte no puede ser otro que la misma obra de arte, su
conocimiento histórico y su análisis estético que nos permiten una interpretación
profunda de la misma.
La obra de arte, en nuestro caso la obra pictórica, hay que entenderla como una
totalidad, como un conjunto coherente donde materia, contenido y forma
constituyen una unidad indisoluble y no una yuxtaposición de partes. El método de
análisis, que incide en sus diferentes aspectos, no es sino la delimitación de
sucesivas fases estructuradas que permiten una lectura pormenorizada, pero
partiendo siempre de su concepción unitaria.
B- El pintor y su mundo:
-Influencias y préstamos.