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Prof.

: Manuel Martínez Ortega

DIDÁCTICA Y PEDAGOGÍA DE L A RELIGIÓN EN LA ESCUELA

TEMA3º
Dinamismo psicorreligioso y moral del
educando

FUNDACIÓN SAN PABLO ANDALUCIA CEU PROFESOR MANUEL MARTÍNEZ ORTEGA


INTRODUCCIÓN
Tres son las dimensiones que vamos a estudiar del educando: La dimensión creencial,
la dimensión relacional con Dios y la dimensión moral. ¿Es que se pueden separar ambas
dimensiones? Ciertamente son distintas, aunque la segunda y tercera están condicionadas
por la primera, al menos para el hombre "religioso". En este tema vamos a presentar tres
ejes, una la dimensión psico-religiosa del educando y dos la dimensión moral del educando.
El tercer eje queda implícito en el tema: es el modo de relación. Esta última tiene un cuadro
de referencia al final del documento.

Hemos de partir siempre de que el individuo es una realidad integral,


actitud1, creencia2 y conducta3. Su personalidad es polifacética, pero todas sus dimensiones
constituyen una "única unidad".

I.- DIMENSIÓN PSICO-RELIGIOSA

1. Naturaleza y origen de la religiosidad


La "religiosidad" es la faceta actitudinal y comportamental del hombre en su relación
con el Misterio, con el Trascendente, con el radicalmente "Otro", con Dios.
Desde la Historia de las Religiones y desde la Fenomenología Religiosa es hoy
verificable la condición religiosa del hombre. Se puede decir con toda verdad que el hombre
histórico es "homo religiosus". El hombre se relaciona con aquello que le transciende, siendo
la creencia configurador de la cultura en la que vive.

¿Cuál es, entonces, el origen de la religiosidad del hombre? Es difícil dar una
respuesta precisa al origen específico de la religiosidad, ya que los elementos religiosos están
muy entremezclados con otras experiencias Vg. psicológicas. Unos hablan de "religiosidad
innata"; otros de "realidad derivada de necesidades psicológicas"; están quienes hablan de
"disponibilidad religiosa" en cuanto realidad difusa en todo psiquismo humano. En
definitiva, se puede afirmar de "comienzo ambivalente de la experiencia religiosa".

¿Se puede hablar de religiosidad auténtica en el niño? Son diversas las respuestas
dadas por los estudiosos de la "psicología religiosa". La respuesta más común es que sí,
aunque ciertamente se trataría de una religiosidad distinta a la del adulto. Dice MILANESI:

"El niño es capaz de ser religioso en la medida en que está capacitado para sacar de las
experiencias existenciales un estímulo para proyectarse hacia realidades que transcienden las

1 Actitud entendemos la postura del sujeto ante cualquier objeto psicológico, está compuesta de una dimensión
cognitiva, una dimensión afectiva y una dimensión conductual. La actitud, es pues, un constructo psicológico.
2 La creencia es otro constructo psicológico, ya que es la “adhesión” de un sujeto a un objeto psicológico, tiene
el elemento actitudinal más el elemento de “convicción intima” o “adhesión”.
3 La conducta es el tercer constructo psicológico que presentamos, es el conjunto de actividades tanto
psíquicas como físicas que el sujeto realiza (corriente behaviorista)

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mismas experiencias. Y esta capacidad, es en definitiva, el lenguaje simbólico" (Psicología de
la Religión, p.97).

2. Educabilidad de la dimensión religiosa


La educabilidad de la dimensión religiosa está fundamentada en la educabilidad de la
personalidad. El educando -el hombre- es un ser dinámico. La personalidad no está fijada,
aunque sí condicionada. Lógicamente la dimensión religiosa es objeto también de evolución.
No faltan quienes pongan en duda la educación religiosa, sobre todo en la edad
infantil. La considera como una manipulación. En esta apreciación hay una confusión básica
de lo que es la educación religiosa. Hacen una extrapolación de la educación religiosa de
adultos a los pequeños.

La justificación de la educación religiosa desde la más tierna infancia se basa en los


siguientes principios psicopedagógicos:
- La educación es un proceso dinámico, continuo y permanente.
- El sujeto de la educación es el educando y todo él, en su integridad.
- Los comienzos del proceso educativo se identifican con los orígenes del "ser del
hombre" y de "cada hombre".

- Cada faceta a educar deberá responder a las exigencias características y mecanismos


propios de cada momento y edad del educando. De ahí la necesidad de una educación
adecuada a la edad.

3. Rasgos de la religiosidad del educando


La educación infantil tiene dos ciclos bien diferenciados: 0-3 y 3-7

Etapa de estar en el mundo: de 0 a 3 años


El espíritu humano, después de vivir la experiencia fetal, es arrojado y recibido en un
mundo de relaciones que él bebe deberá incorporar en su aprendizaje. Su dimensión
relacional, moral y creencial se desarrollará igual que las otras capacidades humanas. La
esencialidad de los padres es tan importante como la correcta relación con ellos ya que
configurará una “matriz existencial” que le durará todo el proceso vital. El niño asocia los
“campos de significados” a actitudes y creencias. Por ello identificará los lugares con los
sentimientos que los adultos le atribuyen, como bendecir la mesa, cena de Navidad, día de
Reyes, portal de Belén, ir a misa.

Etapa Mágica: de 3 a 7 años

En la infancia, sobre todo de los 3 a 7 años, es característica la religiosidad mágica y


animista. El niño utiliza la forma de pensamiento también en otros campos. Es natural y en
cierta forma prepara el auténtico despertar religioso. Tales rasgos van unidos a la propia
realidad de egocentrismo. El proceso de disminución de tal actitud va unido al proceso de
maduración y de educación.

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El "ANIMISMO" 4 y el "MAGICISMO" 5 son unos mecanismos de
egocentrismo. El proceso de disminución de tal actitud va unido al proceso de maduración
y de educación. Cuando tales mecanismos tienen preponderancia, la religiosidad queda
impregnada de sus características y se configura animista y mágicamente. Es decir, aparece
una religiosidad "animista o mágica". Tal "configuración" significa que lo religioso -la fe- es
instrumentalizado, se manipula. Las expresiones religiosas son "respuestas psicológicas" en
vez de una respuesta de fe.

Algunos rasgos característicos del "animismo religioso" son:

- Religiosidad egocéntrica de la "providencia". Se instrumentaliza teniendo como


referencia siempre el propio "yo".
- Negar toda "autonomía" a la realidad profana. La causa inmediata de todo
acontecimiento está en la "fuerza superior".
- Minimizar el carácter del "milagro". Cada acontecimiento es considerado
"milagro" en su estricto sentido.

Algunos rasgos característicos del "magicismo religioso":


- Asociar a "gestos" y "ritos", vacíos de sentido, una relación causal con unos
beneficios espirituales.
- Confusión entre magia y religión.

En síntesis: una religiosidad caracterizada por el "animismo" y el "magismo" no es


una religiosidad adulta y madura. A lo sumo es una "actitud" pre-religiosa.

La auténtica actitud religiosa se caracteriza por la relación del hombre con el


"Misterio-Dios", siempre que éste sea concebido como el "Trascendente", el "Absoluto", el
"radicalmente Otro". Según sea la "imagen" o "concepción" que de Dios tenga el alumno, así
será su actitud religiosa. Es fundamental, pues, conocer el proceso que el alumno lleva en
relación con la concepción de Dios en orden a garantizar un descubrimiento auténtico del
Dios "Cristiano". En la infancia, en los primeros años, esta imagen de Dios está
condicionada por la imagen simbólica de los padres. A partir de los 8-10 años se puede
considerar que está en una fase atributiva, esto es, la concepción de Dios se fundamenta en
los atributos. Tres clases de atributos:

- Objetivos: Grandeza-Omnipotencia-Omnisciencia.
- Afectivos: Potencia-Fuerza, Belleza-Santidad-Pureza.
- Subjetivos: Bondad-Amor, Justicia.

El descubrimiento de Dios como "transcendente" y, por tanto, como radicalmente


"otro" no es todavía significativo. Es lógico, si se tiene en cuenta su desarrollo psicoafectivo:
pensamiento lógico-concreto.

4Animismo: tendencia a atribuir a los acontecimientos y a la realidad inanimada intervenciones "benéficas"


(animismo protector) o "maléficas" (animismo punitivo).

5 Magicismo: apoderarse del poder superior mediante signos y ritos, para un provecho personal.
Manipulación de lo divino a través de ritos.

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Rasgos de la religiosidad de primaría del educando
Primer ciclo: 6-7-8 años (En la LOMCE desaparece el concepto de ciclo…).
El ser humano en estos momentos pasa de un ámbito de mucha seguridad a un
mundo más autónomo. El niño tiene las primeras operaciones concretas. Su seguridad psico-
corporal le hace más hábil en su estar en el mundo. La relación está muy dependiente de la
familia y entienden la amistad como una actividad concreta con alguien que se tiene a mano.
Creencialmente el niño acepta las creencias de los tutores sin poner en duda su
certeza personal y moralmente viven en la etapa heterónoma.

9-10 años
Es la etapa más estable del niño. Domina su cuerpo como parte de su identidad, con
el que se identifica sin dificultad. Conceptualmente dominan el pensamiento concreto y
operacional, sienten tanto atractivo por lo estable que se convierten en guardianes del orden
establecido. Los amigos empiezan a ocupar un espacio cada vez más significativo, les piden
confianza mutua y se terminaría la amistad si los actos son incongruentes. Moralmente
entran en la socionomía en muchos aspectos, pero en otros se mantienen en la autoridad
familiar. Creencialmente comienzan a poner en solfa algunas creencias establecidas, pero su
actitud todavía no es crítica con el mundo.

11-12 años
El muchacho y la muchacha reciben el primer enviste de las hormonas sexuales,
todavía no es abundante y su cuerpo comienza un nuevo tiempo que alcanzará su máximo en
edades futuras. De gran estabilidad conceptual, será el mundo de los sentimientos los que
llamarán su atención, y las primeras fijaciones afectivas. La relación se centrará en la
negociación afectiva, el sentirse bien comenzará a ser el criterio de relación, y no el deber de
los años anteriores. Crencialmente el adolescente deja de creer en lo que le han dicho sus
padres y comienza a creer lo él necesita, en la bondad o maldad de su propios compañeros.
Importancia de crearles el espacio de interioridad y el clima de la oración como algo que le
“sienta bien” pues le ayuda emocionalmente a reconstruir su mundo. Moralmente son
sociónomos y con una enorme tendencia al democratismo moral (es bueno o malo lo que la
gente mayoritariamente decide que es bueno o malo). Importancia de los modelos o
referentes que se les presenta, ídolos del fútbol, cantantes. Jesús ha de ser su líder.

Rasgos de la religiosidad de secundaría


Etapa de cambio y entusiasmo: 14, 15, 16 años
La necesidad psicológica de estas edades es la necesidad básica de ser aceptado por el
mundo, especialmente por el grupo. La dinámica sexual les lleva a un deseo de experiencias
que acerquen, conozcan y hagan relaciones, aún muy inestables. La necesidad espiritual es la
fuerza que no dominan y ante la cual sólo cabe la entrega, especialmente a las fuerzas de
identidad y las fuerzas de ser respetado y reconocido. En esta etapa un Dios que los respeta,
que decide junto a ellos, una fuerza que los posibilita y no que los castra.

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Rasgos de la religiosidad adulta
Etapa de decisiones en grupo: 17, 18,19 años
La fuerza está centrada en la relación de fidelidad y de complicidad con el grupo y
con la relación que emerge en la pareja. La sociedad carga significativamente estas edades
con la plenitud de derechos civiles, es el salto a la realidad social, sea trabajo, sea
universidad. El mundo afectivo-sexual comienza a tener estabilidad y se comienzan
relaciones estables de intimidad. La necesidad espiritual es la de percibir las fuerzas
superiores como posibles de controlar y la entrega a una fuerza ideal, se descubre un Dios
que te acompaña y que te da fuerzas para tomar decisiones.

Etapa de comunidad: 20, 21,22 años


La fuerza está centrada en la relación de intimidad y en la capacitación de
independencia, tanto psicológica como laboral. La idealidad de la relación pasa a la
experiencia de la relación, grandes deseos de construir juntos y se buscan colaboradores. La
Fuerza de la relación con Dios está centrada en las pasiones que nos habitan y en la
generosidad de todos los actos juveniles, Necesidad de ver a Dios como gratuito y
abundante.

Etapa de compromiso vocacional o matrimonial: 23, 24,25 años


La fuerza de la vida está centrada básicamente en la relación de pareja, sus
dinamismos y sus conflictos, sus proyectos y sus motivaciones. La comunidad se parte en
multitud de relaciones íntimas, o de pareja. La motivación está en el “amor de pareja”. La
fuerza superior es la misma relación y se descubre la relación de intimidad, de entrega y de
sacrificio por el otro. El compromiso matrimonial o vocacional es la expresión de este deseo.

II. Dimensión moral


1. Naturaleza del sentido moral del niño
Al igual que la dimensión religiosa, la dimensión moral constituye una faceta del
hombre y hace referencia a la actividad del individuo en relación a los valores, a las normas,
al deber, etc... "El hombre es un ser moral, capaz de configurarse libremente su vida, pero ligado por
un deber" (S. Urbano, I, 147). La concepción integral del hombre integra esta dimensión
moral como aspecto fundamental de su personalidad.

La "moralidad" de la conducta (bondad o maldad) implica "responsabilidad" y, por


tanto "consciencia" y "libertad". ¿Podemos hablar, entonces, de "sentido moral" en el niño?

Hay que hacer una distinción entre la conciencia moral como "estructura"
(conciencia habitual) y como "función" (conciencia actual). La primera es inherente a la
persona. Todo ser humano tiene el sentido del bien y del mal. Dice el Vaticano II:

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"Hay que ayudar, pues, a los niños y adolescentes, teniendo en cuenta el progreso de la
psicología, de la pedagogía y de la didáctica, a desarrollar armónicamente sus condiciones
físicas, morales, intelectuales a fin de que adquieran gradualmente un sentido más perfecto de
la responsabilidad en el recto y continuo desarrollo de la propia vida y en la consecución de la
verdadera libertad..." (GE, 1).

No se puede confundir el hecho de educar el sentido moral con el cómo y cuándo. Lo


primero es indiscutible. Los segundos están condicionados a múltiples factores: edad,
ambiente, cultura, etc.

2. Etapas en el desarrollo moral


Desde el punto de vista educativo es de capital importancia conocer cuál es el
desarrollo; el proceso evolutivo del sentimiento moral. De él dependerá la respuesta
educativa que haya que dar.
Existen diversos modelos explicativos. A modo de síntesis ofrecemos una explicación
basada en Piaget.

El desarrollo oral pasa por diversas etapas, que son como estructuras
comportamentales transitorias y sucesivas con un determinado orden. Las etapas hacen
referencia a un núcleo común: la "nomía” (normativa ética). Por tanto las etapas nos
especificarán de dónde proviene dicha normatividad, si de fuera o de dentro del sujeto. Las
etapas hacen también referencia a una edad cronológica, aunque su significado es sólo
aproximativo o indicativo.

Etapa de anomía (Etapa pre-moral. En torno a los 0-6 años)


• Es una etapa, aunque premoral, decisiva para la configuración del sujeto moral.
• Entre los factores de especial repercusión están: expectativa ante el futuro hijo,
primera relación, aparición del otro como gratificante, complejo de Edipo.
• El comportamiento es desde la instintividad.
• El control del comportamiento está en el placer o dolor.

Etapa de heteronomía (moral externa: 7-8 años)


• Moral impuesta desde fuera, y las fuentes de imposición son tres: Familia, Escuela,
Sociedad.
• El control del comportamiento está en el premio o castigo.
• Puede tener una funcionalidad positiva si es considerada como un medio y no como
un fin.

Etapa de socionomía (moral externa/interna: 9-12 años)


• Los criterios éticos se configuran a través de la relación con los otros. Moral externa,
porque viene del grupo; interna, porque es miembro del grupo.
• El control del comportamiento está en la balanza y censura, aunque también
predominan los de las etapas anteriores.
• Es éste un criterio moral también de la madurez.

Etapa de autonomía (moral interna, desde los 13 años)


• Marca el final del desarrollo moral. Es el nivel característico de la conducta moral
adulta.
• El comportamiento es regulado desde el interior del sujeto.

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• El control del comportamiento radica en la coherencia e incoherencia personal.


• Se da una autonomía de criterio y autonomía emocional.
• Tiene función integradora de la vida moral adulta.

III. Criterios religiosos para la educación


1. Criterios generales
Tener muy presente el carácter dinámico de la personalidad y el proceso
evolutivo de la religiosidad.
La maduración religiosa tiene su ritmo y su proceso y esto exige:

• Ayudar a que el alumno avance progresivamente y quema las sucesivas etapas.


• Evitar que en la actitud y en la conducta religiosa se den tanto la fijación o
regresión (comportamiento religioso infantil) como el adelantar etapa (v.g.
concepto de pecado y de condenación a edad temprana 6-7 años).

La formación y la maduración religiosa ha de integrarse en la evolución total de la


personalidad

Por tanto:
• La educación religiosa ha de estar en sintonía con el crecimiento y evolución de las
otras facetas de la personalidad. Más aún, como lo religioso ofrece un universo de
valores trascendentes, dicha sintonía supone partir de la realidad que vive el
educando e iluminarla.
• Evitar el desfase, sobre todo cuando el déficit afecta al campo religioso, v.g.: Ser un
niño en planteamientos religiosos cuando su vida social es de adulto.

Incidencia recíproca entre formación religiosa y las otras facetas de la educación

La unidad de la personalidad conlleva la interrelación de los distintos procesos


educativos.
• La formación religiosa ha de ejercer una función de personalización, de maduración
de la personalidad.
• Evitar y ayudar a superar las repercusiones que sobre la conducta religiosa ejerce el
desajuste de la personalidad (vg.: agresividad, trauma, etc.) y, a la inversa: evitar los
desajustes en la religiosidad y su influencia en la personalidad (v.g.: Moralismo,
complejos de culpa, etc.).

2. En relación con la actitud mágica y animista


Situar lo religioso y lo profano en su respectiva autonomía

• Explicar normalmente los acontecimientos humanos y naturales por su causa natural


e inmediata, sin necesidad de recurrir a la "intervención divina". Explicar la verdad
objetiva de los hechos, porque no debe haber contradicción con la interpretación
creyente de los hechos.

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• Evitar el "mediatizar" a Dios para la explicación y justificación de todos los asuntos


humanos, v.g.: trivializar el milagro, interpretar punitiva o benéficamente los
acontecimientos humanos, etc.
• Se trata de una auténtica "secularización" y "desacralización" de lo profano.

Formación religiosa adecuada, capaz de dar razón de la propia fe

• Es fundamental alcanzar un adecuado conocimiento, "racional" y "comprensivo", de


la fe y de sus verdades. El "misterio" no es oposición o negación de la
"racionalización" de la fe, sino, a lo sumo, una limitación de la razón humana para
su comprensión plena. El misterio no es "razonable" -comprensible y explicable- en
su naturaleza, pero sí en su existencia.
• Evitar toda explicación obscurantista y espiritualista, milagrera, sensiblera, etc., de
los misterios, sacramentos, celebraciones de la fe, expresiones religiosas, etc... v.g.
sobrevaloración del "ex opere operato" relegando la disposición del sujeto, "ex opere
operantis".

Educar en las actitudes religiosas como base del comportamiento religioso

• La formación religiosa ha de orientarse hacia las actitudes, más que a los


comportamientos o conductas. Éstos han de ser respuestas de aquéllas. La
religiosidad es fundamentalmente, una "actitud" relacional del hombre con Dios,
que cristaliza en expresión y conducta religiosa. De ahí la importancia por descubrir
y subrayar la actitud que debe subyacer en todo acto religioso, v.g. asistencia a la
eucaristía, la confesión...
• Evitar el acentuar los "ritualismos y formulismos" religiosos cuando están vacíos de
contenido o, al menos, el contenido que se le da no es el suyo, v.g.: masticar la forma.

3. En relación con la concepción de la imagen de Dios

Descubrimiento progresivo de Dios


Llegar al descubrimiento pleno de Dios, sobre todo del Dios cristiano, es una meta a
alcanzar progresivamente.
La presentación de Dios ha de responder al criterio siguiente: de lo universal a lo
específico y de lo concreto a lo abstracto. Esto es:
• De los rasgos universales de Dios (Creador, Todopoderoso...) a los rasgos específicos
del Dios cristiano (v.g. Padre, Trinitario, etc.).
• De los rasgos concretos y asequibles al niño, esto es, de las manifestaciones y
acciones concretas de Dios (Jesucristo nacido de María, curando a los enfermos, etc.)
a los rasgos abstractos (Creación de la nada, Dios Trinitario,...).

Este ha sido el proceso seguido por Dios en la revelación bíblica. Esto no quiere decir
que en la educación religiosa haya que seguir el proceso de seguir primero el A.T. y
luego el N.T.
• Evitar los infantilismos y sentimentalismos en las explicaciones y presentación de
Dios, v.g.: Dios anciano y con barba, el frío de Jesús niño, compasión por Jesús en la

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cruz, etc. De esta forma se evitará y se superará la fijación de una imagen falsa o
impropia de Dios que traería consigo, tarde o temprano, un rechazo y con él el
abandono de lo religioso.

Hacia una concepción de Dios como trascendente, como radicalmente “otro”


• La presentación de Dios ha de ser "objetiva", esto es, como una realidad
trascendente, distinta de mí, distinta de las cosas, distinto del mundo y de los otros,
con quien se puede entrar en comunicación y diálogo, con quien es posible la relación
yo-Tú, porque es realmente "Otro", el Trascendente, el Absoluto, el Eterno.
• Evitar o superar, toda proyección egocéntrica de Dios: configurar a Dios a nuestra
imagen y semejanza. No instrumentalizar a Dios según nos interesa y pidan nuestras
necesidades. Dios no es manipulable.

Hacia el descubrimiento de un Dios vivo, personal, presente... operativo en la


historia de hoy también
• Presentar a Dios como realidad viviente, que actúa y que está presente, no sólo en
la realidad de lo creado, sino también en Jesucristo, en la comunidad. Es importante
destacar la dimensión de "ALGUIEN".
• Evitar toda "objetivación" de Dios, esto es, un Dios reducido a "cosa" (v.g.:
Creador), como si fuese parte de un museo, como si nada tuviese que ver con el
hombre. Para ello es importante que de él se hable y se haga referencia en toda la
formación religiosa y no sólo como "contenido" de un tema y nada más.

4. En relación con la formación de la conciencia moral


Necesidad de formar la conciencia moral, pero de forma progresiva

La conciencia es la norma última de conducta. La conciencia debe ser formada para


garantizar la "rectitud", la "verdad" y la "certeza". Formación progresiva según las
etapas: de forma indirecta en la "anomia", y directa en las otras. Pasar de moral heterónoma
a una moral autónoma.

Formar la conciencia moral, específicamente “Cristiana”


Asumir la moral en su dimensión ética, pero transcendiéndola hasta alcanzar la
dimensión religioso-cristiana. Orientar los comportamientos y criterios de la conducta según
Cristo. Referencia al Evangelio. Pasar de una moral simplemente legalista a una moral de
motivaciones cristianas.

Purificar las deformaciones religioso-morales del niño


Tarea importante por las repercusiones en el desarrollo. Purificar el "animismo
punitivo"; superar la tendencia de proyectar sobre Dios las sanciones negativas de los padres;
subsanar los falseamientos religiosos; V.g. falsa imagen de Dios.

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Educar en la interiorización de los valores superando una moral legalista y


autoritaria
Educar es capacitar para descubrir y optar por los valores. Educar, por tanto, en la
libertad y en el discernimiento. Capacidad crítica en la lectura de la realidad social. Desde la
perspectiva cristiana significa descubrir en los valores la presencia de "Alguien" que "llama"
e "invita" a vivir según esos valores.

Valor pedagógico de la norma moral y características en su formulación


La "norma" es positiva y necesaria según la edad. La norma no ha de tener carácter
de ídolo. Es mediación. La norma sin "valor" en su contenido se convierte en legalismo.
Formularla en forma positiva, motivada, orientadora, abierta...

Jerarquización en la responsabilidad moral


No existe moral sin responsabilidad. Distintos niveles de responsabilidad: ante la
"opción fundamental", ante las "actitudes" o ante los "actos externos". Distinguir los tres
niveles.

Proyectar la educación de la fe, también al plano moral


La educación de la fe no puede ser desencarnada. A Cristo no sólo se le "contempla",
sino que se le sigue. La educación religiosa debe ayudar a descubrir los "valores" según el
Evangelio.

5. En relación con la formación del sentido del pecado


Encuadrar el pecado en las coordenadas de su dimensión religiosa
El pecado es un concepto religioso. No todo el fallo humano es pecado. El pecado
hace referencia, directa o indirectamente a Dios. Descubrir a Dios ante que al pecado. Ante
una "falta", antes de culpabilizar, resaltar el valor "ofendido". Peligro de instrumentalizar el
pecado como estrategia pedagógica, v.g. si no comes, pecas.

Descubrir el sentido del pecado, pero con referencia al perdón


A la respuesta negativa del hombre a Dios -el pecado- la respuesta de Dios es el
perdón. Pecado y perdón son un binomio inseparable. Educar, por tanto, ante el pecado con
actitud de alegría, optimismo, gozo. Descubrir la "conciencia de culpa" no es lo mismo que
"complejo de culpabilidad", que normalmente lleva a la angustia vital, al trauma,...

Iniciar al niño en la prioridad de la “intención” y de la “reparación” de la falta


cometida
Toda falta moral requiere "intencionalidad" y en consecuencia "reparación".
Prioridad de la intención significa que el pecado radica en el corazón. Se supera así la
conciencia legalista. Ante la "reparación" el niño encuentra la respuesta en "confesarse". La
reparación debe traducirse también en la vida. Relación fe-vida.

Descubrir el pecado como “ruptura” y “alineación” de si


La plenitud del cristianismo está en Cristo. El pecado supone una ruptura con Dios.
Supone, por tanto, impedir la propia realización personal. Es una alienación del yo. Se ha
centrado en sí mismo.

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Iniciar al niño en la dimensión eclesial del pecado


Que sea iniciado en la ruptura de la comunión y unidad de la Iglesia comunidad. No
es sólo ruptura con el "tu" social, sino también con el "tu" eclesial. Facilita esta conciencia la
celebración comunitaria del perdón. El perdón es reconciliación "con" y "en" la Iglesia.

Postura educativa en relación con el “pecado mortal”


El pecado mortal implica toda la persona en su libertad y opción fundamental. No
parece que sea posible en el niño antes de los 10-11 años. Evitar la obsesión educativa ante el
pecado mortal y sus consecuencias.

Purificar y clarificar las deformaciones sobre el pecado


Consiste en corregir los errores, liberar de las consecuencias psicológico-religiosas, y
clarificar dudas, lagunas,... La respuesta está en una seria formación religiosa.

Postura liberadora, comprensiva y de acogida


Es la síntesis del actuar del educador ante el despertar del niño a la conciencia del
pecado. Postura desculpabilizante. La del padre con el hijo pródigo. La de Jesús con los
pecadores.

ºBibliografía

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