Você está na página 1de 2

Agradezco

A Dios Todopoderoso, dador de vida, de dones y Señor de la Historia, por llevarme hasta aquí;
A la santísima Virgen María, madre de Jesucristo, el divino maestro, que siempre me acompañan y
me han guiado en las buenas y las malas;
A San Juan Bautista de La Salle, San Ignacio de Loyola y San Juan Bosco, hombres santos y
educadores, que se consagraron siempre enseñar a la juventud ciencia y virtud, amar y servir y el
ser buenos cristianos y honrados ciudadanos;
A la Universidad Central de Venezuela, la Universidad Católica Andrés Bello y la Universidad
Simón Bolívar, ilustres casas de estudio que me han dado tanto, formándome dentro como fuera de
sus aulas, sea como alumno o docente y me han enseñado muchísimo en el camino de la vida;
A mi mamá, Dora Elisa, por la vida y tantos años de amor y paciencia conmigo;
A mis viejos amigos y hermanos lasallistas: Daglhier Abreu, Elvis Dimarcantonio y Guillermo Tell
Aveledo porque siempre estuvieron pendientes y alentándome con este gran reto académico;
A mis antiguos alumnos de ayer, hoy amigos y hermanos de pleno derecho, Alfredo y Leopoldo,
por tantos momentos compartidos y su permanente apoyo a mi persona;
A mis alumnos pasados y presentes de la UCV, UCAB y USB, porque a pesar de los difíciles
tiempos en que nos ha tocado enseñar, encuentro siempre motivos y personas que me estimulan a
continuar con orgullo en el oficio de formar juventudes;
A los profesores Alejandro Mendible y María Elena González Deluca, quienes fueron
respectivamente, el director del Doctorado en Historia de la UCV y mi primera tutora doctoral cuando
inicié mi postgrado, por darme la oportunidad de comenzar esta etapa y acompañarme buenamente;
A los profesores Vidal Saéz y María Josefina Barajas, respectivos director y coordinadora
académica de la Comisión de Estudios de Postgrado de la Facultad de Humanidades de la UCV
cuando inicié mi Doctorado, por su gran amabilidad y profesionalismo para conmigo;
Al profesor Don Julio López Saco, sabio y gran maestro quien fue mi jefe y profesor durante los
inicios de mi Doctorado en Historia, brindándome su amistad y su confianza, siempre atento a
escucharme y aconsejarme, y de quien aprendí mucho con su ejemplo tanto dentro como fuera de
las aulas;
Al profesor Don Rodrigo Fernández Del Río, sabio y grande maestro, que en todo momento tanto
en pregrado como postgrado me ha brindado el don de su amistad y el privilegio de su sabiduría en
las artes históricas, siendo un gran referente ético para este educador e historiador en formación;
Al profesor Don Tomás Straka, sabio y grande maestro, que me dio clases en los inicios de mi
Doctorado y siempre tuvo a bien apoyarme y aconsejarme desinteresadamente tanto en mi
postgrado como en el oficio de historiador y docente, confiando en mis capacidades, pese a mis
naturales fallas y limitaciones;
A mis amigos y colegas profesores universitarios de la UCV, UCAB y USB: Alberto Hoyos, Víctor
Pineda, Jorge Bracho, Carlos Balladares, Gustavo Vaamonde, Fernando Falcón, Luis Daniel
Perrone, Ysrrael Camero, Agustín Arzola, Edgar Maldonado, Pedro Castro, Bernardino Herrera,
Francisco Alfaro, Germán Guía, Sócrates Ramírez y Alejandro Cardozo Uzcátegui, por su apoyo,
interés y recomendaciones sobre la elaboración de esta tesis doctoral;
A mi querida e ilustre tutora Inés Quintero, digna representante de nuestra historiografía
contemporánea, quien con gran amabilidad y total profesionalismo me ha honrado al ser su tesista,
atendiendo con gran prestancia, ojo experto y maestría mi trabajo, siendo un apoyo y un aval
inestimable y extraordinario en esta empresa académica que asumimos.
A Estefany, “La arquimunicadora social” por su amorosa devoción y leal compañía en la gran
mayoría de mis actividades en estos últimos años;
Y finalmente, a Bobby (+), Peluso y Gatúbela, por haber sido mis fieles compañeros en las largas
noches de redacción de esta tesis doctoral.
A todos, de corazón, mi sincero y eterno agradecimiento por su apoyo y presencia.

Você também pode gostar