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ANANDF¿ANDES PACUCHAANDAHUAYLAS
INDICE
INTRODUCCION ...................................................................................................................3
ACTO HUMANO ...................................................................................................................4
Definición .................................................................................................................................. 4
Clasificación del acto humano................................................................................................... 4
a) según el impulso de la facultad: ........................................................................................ 5
b) según la clase de facultad: ................................................................................................ 5
c) según la necesidad de la Gracia ........................................................................................ 5
d) según sus condiciones:...................................................................................................... 5
e) según el modo en que se ajusta a la recta razón y las normas de la moral: ..................... 5
f) según esté autorizado por la ley natural o la ley positiva legítima: .................................. 5
g) según el conocimiento del acto por el entendimiento: .................................................... 5
Elementos del acto humano ..................................................................................................... 6
Elemento cognoscitivo .............................................................................................................. 6
Las consideraciones fundamentales en torno a la advertencia son: ........................................ 6
1) La advertencia es indispensable para el acto humano ..................................................... 6
2) La advertencia debe relacionar el acto humano con el orden moral ............................... 6
3) El grado de advertencia está directamente relacionado con la moralidad de un acto .... 6
4) La advertencia consecuente no afecta a la moralidad del acto ........................................ 6
CONCIENCIA MORAL ............................................................................................................7
Hipótesis sobre el funcionamiento de la conciencia moral. ..................................................... 8
Juez de nuestras acciones ......................................................................................................... 9
Conducta moral e inmoral......................................................................................................... 9
Los juicios y la conciencia moral ............................................................................................. 10
Acto de voluntad ..................................................................................................................... 10
LAS VIRTUDES CARDINALES O MORALES ............................................................................ 10
1.- La virtud de la Prudencia.................................................................................................... 11
1.b. Requisitos de esta virtud .................................................................................................. 12
1.c. Defectos y vicios opuestos ............................................................................................... 13
1.d. Virtudes teologales y prudencia....................................................................................... 13
2.- La virtud moral de la justicia .............................................................................................. 14
2.a. Significados del término “justicia” ................................................................................... 14
3.b. Los actos fundamentales de esta virtud .......................................................................... 14
3.c. Pecados contrarios a la fortaleza...................................................................................... 15
3.d. Partes integrantes de la fortaleza .................................................................................... 15
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Los vicios opuestos a la magnanimidad son: .......................................................................... 15
4.- La virtud moral de la templanza ........................................................................................ 15
4.a. El cometido de la templanza ............................................................................................ 16
4.b. Relación con la fortaleza y prudencia .............................................................................. 17
4.c. Templanza natural y sobrenatural.................................................................................... 17
4.d. Vicios opuestos a la virtud de la templanza ..................................................................... 18
4.e. Virtudes anejas ................................................................................................................. 18
LOS VICIOS ........................................................................................................................ 19
1.La pereza .............................................................................................................................. 19
2.La lujuria, .............................................................................................................................. 19
3.La ira, .................................................................................................................................... 19
4.La gula .................................................................................................................................. 20
5.La avaricia ............................................................................................................................. 20
6.La soberbia y 7.el orgullo ..................................................................................................... 20
CONCLUSIONES ................................................................................................................. 21
BIBLIOGRAFÍA.................................................................................................................... 22
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INTRODUCCION
No podemos decir que el agua es buena cuando nos quita la sed y mala cuando
inunda, sino que nos beneficia o nos perjudica; el agua no puede actuar de un
modo diferente al modo en que lo hace en cada caso concreto.
Para que un acto humano pueda ser calificado como moralmente bueno o
moralmente malo es necesario tener conocimiento de los elementos que
integran a este: objeto, intención y circunstancias; así para que un acto sea
moralmente bueno es necesario que su objeto, intención y circunstancias lo sean
también; para que un acto sea moralmente malo basta con que alguno de sus
elementos varíe.
Así, los actos humanos son los únicos moralmente calificables pues es el
hombre el único ser capaz de tener el conocimiento de su acto y de las
consecuencias que emanan de el, así como tener la voluntad de hacerlo y ser
libre para elegir el realizarlo o no.
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ACTO HUMANO
Definición
Dado que el hombre emplea sus actos humanos como medio para alcanzar el
último fin (la visión beatífica de Dios), se impone considerarlos por lo menudo.
En primer lugar, conviene tener presente que no todos los actos llevados a cabo
por el hombre son actos humanos propiamente dichos. Así, los actos del hombre
pueden ser de cuatro tipos:
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- Que sea moral, en cuanto se ajusta o no a las reglas de la moralidad.
- Que sea imputable, por cuanto el sujeto asume la responsabilidad del mismo.
Existen diversos parámetros por los que clasificamos a los actos humanos:
d) según sus condiciones: puede ser válido, si reúne todas las necesarias
según la ley, o inválido, si carece de alguna.
f) según esté autorizado por la ley natural o la ley positiva legítima: puede
serlícito, cuando está expresamente autorizado; permitido, si no está prohibido;
o ilícito, si explícitamente no está autorizado.
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Elementos del acto humano
Elemento cognoscitivo
Es el primer elemento del acto, sin el cual los demás no tienen lugar. El principal
componente del elemento cognoscitivo es la advertencia. Se define la
advertencia como la percepción por el conocimiento del acto futuro o presente.
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clásico es aquel que mata a un hombre sin saber que era su padre hasta
cometido el crimen. Será culpable de homicidio, pero no de parricidio.
Por último, el imperio de la razón, que intima a la voluntad el acto, y el uso pasivo,
que simplemente ejecuta el acto cuando no es necesaria la voluntad, bien por el
mismo entendimiento (leer un cartel que tenemos frente a nosotros, por ejemplo),
o por las potencias ejecutivas (pasear, comer, etc.).
CONCIENCIA MORAL
Los actos morales, como actos que son, están orientados hacia el exterior, la
realidad, el mundo, los demás. Pero, por ser morales, tienen un aspecto interno,
que es el que hace que sean valorables. No podemos olvidar que somos morales
porque sabemos que podemos elegir, porque sentimos que tenemos posibilidad
de seguir caminos diferentes en nuestra vida, porque nos damos cuenta de que
nuestras acciones tienen consecuencias. La conciencia de estas consecuencias
es la base del aspecto interno de la moral, en ella está el origen de la valoración
de nuestros actos, nuestros hábitos o nuestro modo de vida. Pero la conciencia
moral es también conciencia de la libertad, conciencia de que no todas las
posibilidades de elección son igualmente valiosas. Por eso es especialmente
importante plantearnos qué es y cómo funciona. La misma palabra que usamos
para referirnos a ella ya nos da una pista: estar consciente significa darse cuenta
de lo que ocurre alrededor. La conciencia es una forma de conocimiento o de
percepción. La conciencia moral es con lo que nos damos cuenta de lo que vale,
de lo que merece la pena para la vida, de lo que es bueno -o bien, de lo que no
merece la pena, de lo malo, de lo que hay que evitar-.
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Hipótesis sobre el funcionamiento de la conciencia moral.
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de las cosas y las acciones, sin intervención de los sentidos físicos ni del
razonamiento.
Sabemos que algunas personas tienen una conducta moral y que otras no; por
lo tanto, podemos decir que la misma persona es el sujeto de la conducta moral,
porque la conciencia moral es la que capacita al ser humano para captar y vivir
los valores morales. Su desarrollo y perfección dependen de la personalidad de
cada uno, pero una vez que esto se logra, la conciencia moral es indeleble; es
decir, sabe distinguir entre el bien y el mal.
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Los juicios y la conciencia moral
La conciencia juzga el hecho antes y después del acto moral. Los juicios previos
establecen los principios; por ejemplo, sabemos que hay que hacer el bien y
evitar el mal; es decir se juzga que, si un acto es bueno, debe ser realizado; si
es malo, debe ser evitado. Después del acto, la conciencia acepta el hecho si
fue bueno, pero si fue malo, lo rechaza; juzga también si el acto fue digno de
recompensa o de castigo. Si fue malo sabe que tiene la obligación de reparar los
males causados.
Acto de voluntad
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Poseemos esas virtudes en su forma sobrenatural cuando permanecemos en
estado de gracia. La gracia santificante nos da prontitud y facilidad para practicar
esas virtudes.
Hay cuatro virtudes morales o cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y
templanza. Estas cuatro virtudes comprenden las cuatro direcciones
fundamentales del buen obrar del hombre y perfeccionan las cuatro potencias
humanas:
La prudencia: determinando la elección de los medios que se deben emplear
para un fin, perfecciona el entendimiento.
La justicia: que inclina la voluntad del hombre a que dé a cada uno lo que le
es debido.
La fortaleza: afianzando el apetito irascible contra el temor irracional,
preservándolo también de la temeridad.
La templanza: que modera el apetito concupiscible y los placeres sensibles,
ordena al hombre a dominar y regular sus propias pasiones.
Hay muchas otras virtudes morales, pero de un modo y otro todas están
contenidas en estas cuatro, por eso se les llama “cardinales”. Esas otras virtudes
son: piedad, obediencia, veracidad, liberalidad, paciencia, humildad, castidad…
Si nosotros somos prudentes, justos, fuertes y vivimos con templanza, las otras
virtudes les seguirán del mismo modo que un niño sigue y acompaña a su madre.
Es una virtud que ayuda a nuestra inteligencia a la hora de hacer juicios sobre
cosas y personas. Es la virtud que ordena todas las acciones al debido fin, y para
ello busca los medios convenientes de modo que la obra salga bien hecha, y por
tanto, agradable al Señor.
Como primera y principal de las virtudes cardinales, la prudencia es la virtud que
dirige nuestro entendimiento para discernir e imperar en cada uno de nuestros
actos lo que es bueno y debe hacerse porque nos conduce a nuestro último fin.
En cada momento “discernir lo que es útil para ir a Dios, de lo que nos puede
alejar de Él ésta es la misión de la prudencia sobrenatural “.
La prudencia es una fuerza o virtud intelectual nueva, que amolda la ley moral a
todos y cada uno de los casos que pueden presentarse. Es en primer lugar un
conocimiento práctico: partiendo del conocimiento de las verdades de la fe y de
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la moral, verdades universales y permanentes, pasa al conocimiento de los
hechos, de las personas y circunstancias concretas que nos rodean, y dictamina
lo que debe hacerse en ese momento. Y a la vez es una decisión imperativa, que
hace llevar a la práctica ese cometido.
El hombre debe reconocer la voluntad de Dios en cada momento. Y para ello no
es suficiente la “buena voluntad”, ni el deseo de ser justo, fuerte y templado.
Estas disposiciones previas requieren una luz que oriente y determine en cada
caso el impulso procedente de las mismas: y esta luz es la prudencia.5 Sin la
prudencia no hay virtud moral. Ella determina en las virtudes la característica
fundamental de todas las virtudes morales: el justo medio, entre los dos
extremos, por defecto y por exceso.
Al mismo tiempo, por su calidad de ordenadora imperante de la conducta, pone
en ejercicio todas las virtudes, comprometiendo a todo el hombre en su camino
hacia la eternidad: no puede darse prudencia perfecta si no se dan al mismo
tiempo las disposiciones estables de fe, caridad, justicia, fortaleza, templanza.
No se debe confundir con la idea de mediocridad, titubeo, indecisión o astucia,
que a veces la palabra prudencia evoca en nuestro lenguaje.
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pueden emplear y el juicio de conciencia debido. Cuando falta esta cualidad,
se llega fácilmente a los escrúpulos, a la timidez o vacilación del juicio, con
lo que tiende a diferirse la acción necesaria.
En los pasos indicados se ha mirado al pasado, se ha captado el presente;
pero la prudencia debe mirar al futuro, y dar vida a un proyecto. Y para ello
se exigen la previsión, facultad que nos dispone a apreciar una determinada
acción que conduzca a la obtención del bien propuesto y cuya misión es
prever las consecuencias de un hecho y proveer de los medios necesarios
para que se alcance efectivamente el fin propuesto.
Del análisis de los distintos pasos que sigue la decisión prudente, es fácil ver los
vicios que pueden darse contra la prudencia, y que genéricamente se engloban
bajo el nombre de imprudencia.
Todo pecado es en cierto modo una imprudencia.
Si falta alguno de los requisitos para el conocimiento de la verdad que ha de
medir el acto personal, se habla de la ignorancia culpable, la precipitación y
la temeridad en el juicio.
Si después de investigar la verdad, falta la ejecución, aparecen la indecisión,
la negligencia, la imprevisión y la inconstancia
Hay aparentes formas de prudencia, una de ellas es la llamada “prudencia
de la carne”, o la excesiva preocupación por lo temporal: A veces, el hombre
sustituye su verdadero fin (lo que Dios le pide en cada momento) por otro fin
creado por sus intereses y sus pasiones; y pone al servicio de este fin todas
sus energías, de forma análoga a lo indicado para la prudencia verdadera.
Las virtudes teologales dan a la prudencia las luces y motivos más auténticos
para que investigue y dirija la realización del bien concreto. La fe da al cristiano
la Verdad que comprende todas las verdades humanas. La caridad la abraza
para hacerla operante en todas sus acciones. La esperanza anhela a Dios y lo
busca contando con su ayuda.
Con esa luz y esa dirección hacia Dios, y utilizando todas las energías humanas,
la prudencia descubre los medios más oportunos para la realización de la
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voluntad de Dios. Esta virtud alcanza su plenitud con el don de consejo: “la
prudencia que implica rectitud de la razón, alcanza su máxima perfección en
cuanto es regulada y movida por el Espíritu Santo. Y esto es propio del don de
consejo”
Los actos fundamentales de esta virtud son dos: soportar y emprender. Estos
aspectos responden correlativamente al temor y a la audacia. Como nos dice J.
Pieper: “Sólo el que realiza el bien, haciendo frente al daño y a lo espantoso, es
verdaderamente valiente. Pero este hacer frente a lo espantoso presenta dos
modalidades que sirven, por su parte, de base a los dos actos capitales de la
fortaleza: la resistencia y el ataque”.
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3.c. Pecados contrarios a la fortaleza
Son aquellos actos que constituyen, por exceso o defecto, un desorden del temor
y de la audacia: cobardía, timidez, impavidez y temeridad.
La fortaleza no elimina el temor, sino que lo ordena conforme a las exigencias
de la razón. Actitudes viciosas son tanto un temor excesivo ante los peligros y la
muerte, como la ausencia de aquél en circunstancias en que la razón lo
aconseja. La fortaleza no adultera la realidad, sino que la acepta tal como es, por
esta razón el hombre auténticamente fuerte ni ama la muerte ni desprecia la vida.
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Se entiende por templanza la virtud que enriquece habitualmente a la voluntad y
la inclina a refrenar los diferentes apetitos sensitivos hacia los bienes deleitables
contrarios a la razón.
Dos son las tendencias sensitivas principales del llamado apetito “concupiscible”
que arrastran al hombre a los bienes deleitables: el placer de comer y el sexual;
vinculado el primero a la conservación del individuo, y el segundo a la de la
especie. Estas tendencias no son malas en cuanto logran sus bienes deleitables
dentro de la consecución de sus fines respectivos para los que han sido
constituidas por Dios.
El desorden o pecado en este terreno consiste en el uso de los goces de tales
inclinaciones contra los fines naturales o en el uso de los mismos con exceso o
fuera de la medida necesaria para la consecución de los mismos. Para tener
estos apetitos sometidos, la voluntad necesita perfeccionarse con la virtud de la
templanza. Mediante la repetición de sus actos de dominio sobre las demandas
de tales pasiones, la voluntad va creando paulatinamente en sí misma la virtud
de la templanza, la cual la capacita y la inclina a un dominio permanente sobre
aquellas inclinaciones.
La templanza es virtud cardinal o principal, porque bajo su noción genérica se
sitúan un conjunto de virtudes necesarias para el establecimiento del orden moral
de los diferentes apetitos concupiscibles inferiores.
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4.b. Relación con la fortaleza y prudencia
La templanza, junto con la fortaleza, informa todo el ámbito del apetito sensitivo
con el orden racional y, con él, el dominio del espíritu, que confiere al hombre la
libertad para ordenarse a su último fin y consiguiente plenitud humana.
La templanza, moderando las inclinaciones naturales a los bienes
deleitables y haciéndolas servir al hombre honesto.
La fortaleza, moderando las inclinaciones naturales que rehúyen el dolor y,
en general, todo lo dificultoso, sometiendo las inclinaciones sensitivas al
trabajo y al esfuerzo para lograr el orden y la perfección humana.
Para que la templanza logre ser verdaderamente virtud, es menester que
este orden racional le sea ajustado en cada acto por la inteligencia; la cual
sólo puede hacerlo habitualmente por la virtud de la prudencia.
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a superar más fácilmente los obstáculos que se oponen a su ejercicio. Así como
la gracia borra el pecado, pero no las disposiciones naturales que se oponen a
ella, tampoco la virtud sobrenatural de la templanza quita las inclinaciones
contrarias a ella, no se la da para que lo consiga sin lucha. De modo que, para
superar más fácilmente tales dificultades, la virtud sobrenatural infusa de la
templanza debe enriquecerse con la virtud natural adquirida de la misma,
mediante la repetición de los actos. De este modo, ambas virtudes, la natural y
la infusa o sobrenatural, se ayudan mutuamente.
Las virtudes anejas a la templanza forman toda una gama de actitudes que
refuerzan el ideal de dominio espiritual en todos los sectores de la vida humana.
La virtud de la continencia refrena los ímpetus vehementes de las pasiones.
Moderando el deseo de ver y conocer, cohibirá el vicio de la curiosidad o
apetito inmoderado de toda clase de conocimiento,
La virtud de la estudiosidad que exige la aplicación constante y ordenada de
la inteligencia.
La humildad modera el amor desordenado de la propia excelencia.
La modestia regula el comportamiento adecuado en las actitudes corporales.
A este mismo ideal se refiere el uso virtuoso de vestidos y adornos, de
acuerdo con lo que sugiere para la cualidad y condición de la persona.
La mansedumbre modera la pasión de la ira.
Frente a la crueldad, encontramos la virtud de la clemencia.
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LOS VICIOS
3.La ira, que tanto nos ciega, que nos perturba y nos convierte en amargados,
que nos retrasa nuestro trabajo y nos aleja de la familia y los hermanos, esa que
es la base del egoísmo que nos ata a una vida llena de maldad, es sin duda unos
de los factores más perturbadores en el proceso del crecimiento espiritual,
desvanece el amor y sin amor es imposible crear obras a la gloria del gran
arquitecto del universo. Al transformar la ira en armonía con nosotros mismo y
nuestros semejantes, rectificando, corrigiendo ayudando y sobre todo
perdonando, podremos seguir cultivando el arte de trasmutar los vicios en
virtudes y en este caso particular la armonía espiritual necesaria para ejecutar la
obra.
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4.La gula, es otro factor destructivo que generalmente vinculamos con la forma
afanosa y desmedía de consumir alimentos, pero este vicio aplica, al cigarrillo,
la bebida, y otras tantas cadenas que llevamos encima por permitir que este vivo
de nosotros, como parasito que destruye poco a poco nuestro cuerpo físico que
fue prestado para cumplir la obra de redimirnos en este plano. Al trabajar con
este vicio y convertirnos en seres comedidos, disfrutaremos de una vida más
plena, sin excesos y sin abusos de ninguna índole, impidiendo que por nuestros
propios actos destruyamos la materia que ocupamos y el daño que muchas
veces sin saber infringimos a nuestros semejantes.
5.La avaricia es otro de los más perversos vicios, que nos encadena y nos
ciega en el terrible mundo del materialismo, que es atraso de todo tipo,
paralizando por completo cualquier adelanto en nuestra obra interior,
llevándonos a cometer los peores crímenes por el amor desmedido de las
riquezas materiales, impidiendo cristalizar ese factor fundamental en el
desarrollo de la obra que es el sacrificio consiente y desinteresado por la
humanidad, contribuyendo con lo que podamos y en justicia tengamos para tal
fin. La dominación de de este vicio nos lleva a un comedido uso de lo material,
para el desarrollo y la mejora de la calidad de vida para nuestras familias y
hermanos, sin descuidar el óvolo, de la beneficencia que tiene que plasmarse
tanto en el plano material como en el espiritual.
6.La soberbia y 7.el orgullo, no es más que el antifaz que sigue puesto en
nuestros ojos e impide ver la luz que se nos entregó en el día de nuestra
iniciación, es muy peligroso, porque nos impide de verdad entregarnos a una
rectificación verdadera y por ende dar inicio al trabajo de dominar estos aspectos
negativos que destruyen y paralizan el trabajo ya iniciado.
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CONCLUSIONES
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BIBLIOGRAFÍA
http://www.abc.com.py/edicion-impresa/suplementos/escolar/conciencia-
moral-550831.html
http://ficus.pntic.mec.es/~cprf0002/nos_hace/concienc.html
http://www.infocatolica.com/blog/matermagistra.php/1605250708-el-acto-
humano-definicion-y-c
https://adelantelafe.com/las-virtudes-cardinales-morales/
https://www.diariomasonico.com/planchas/los-siete-vicios-y-las-siete-
virtudes.
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