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LA IMPORTANCIA DE LA FAMILIA EN LA SALUD MENTAL

En este artículo se aborda la temática de la importancia de la familia, en relación a la salud mental desde una teoría de la
Psicología Grupal y Social. Se señalan aspectos importantes de los síntomas y enfermedades que se enmarcan en lo que es
una familia, así como causas y efectos en la salud mental de los integrantes de la misma.
La comunicación es uno de los aspectos que marcan y demuestran el grado de salud mental de una familia. Las relaciones
entre los miembros de una familia, roles asignados y asumidos van a pautar también niveles de salud mental tanto de cada
uno de sus miembros como de la familia como grupo o sistema.
Lo intergeneracional es un aspecto muy importante en lo que es la salud mental de una familia. Esto se relaciona con:

 las ideas,

 memorias,

 pensamientos,

 anécdotas,

 valores que se trasmiten de generación en generación y marcan a una familia.

En la familia hay un clima de afecto y aceptación que permite que los miembros expresen lo que sienten, sin temor al
rechazo. En estas familias las personas se sienten consideradas y aceptadas, aunque a veces opinen distinto a los
demás. Son familias en que todos se sienten, por lo general, queridos y sienten que quieren a los demás, aun cuando
puedan estar enojados o tener diferencias de opinión frente a algún tema. Se establecen vínculos profundos entre los
miembros de la familia. Esto quiere decir que la familia conversa de los valores, creencias y metas personales,
incentivando a todos y en especial a los hijos, a tener un proyecto personal de vida. Esto último siempre tiene que ver
con los valores y la forma de ver el mundo que comparten como familia. De esta manera lo que se generó como un
espacio de crecimiento para todos, permanece y deja huella en cada uno de los miembros.

Existen familias que no logran un equilibrio o estabilidad y no son funcionales. Estas familias presentan síntomas que
acusan una disfunción o problema. Los síntomas más extremos pueden llegar a ser: La Drogadicción, el Alcoholismo
de algunos de sus miembros o la Violencia Intrafamiliar. Cuando estos síntomas se presentan o han existido durante
un tiempo en forma encubierta, siempre nos encontramos con familias que tienen una relación disfuncional o
"enferma". No son las personas que presentan los síntomas los enfermos, sino que el problema o enfermedad está en
la relación que ellos tienen como familia. Por ello es tan importante su detección y derivación a especialistas
(Terapeutas Familiares, Psicólogo, Médicos, Psiquiatras y otros trabajadores del área social, en conjunto).
Se pueden describir algunas características que son comunes en las familias que tienen este tipo de problemas en su
relación. Esto permite detectar más tempranamente las dificultades, antes que los síntomas hagan su aparición.

SALUD MENTAL DEL NIÑO


Los psicólogos somos testigos de cómo en esta última década los padres y madres acuden con mayor frecuencia a la consulta
de psicología con el objetivo de cuidar la salud mental de los niños que en ocasiones se ve amenazada por distintas causas.
Es más fácil detectar cuáles son las necesidades físicas de un niño (tiene hambre, tiene sed, tiene frío, etc.) que
las necesidades emocionales. Además, muchas veces los niños no entienden qué les sucede y por tanto no pueden expresarlo
con claridad. Esto hace que en muchos casos no sea fácil identificar que el niño no goza de una salud mental adecuada.
Seguidamente, detallamos los principales motivos que pueden alterar la salud mental del niño:
- Ser víctima de acoso escolar.
- Inadaptación en el centro educativo.

- Ser testigo de violencia en la familia.

- Haber sido víctima de un abuso sexual o haber sufrido agresiones físicas y/o psicológicas por parte de sus progenitores o
cuidadores.
- No sentirse querido por sus principales figuras de apego y no recibir cariño de los mismos.

- Sufrir la separación traumática y tormentosa de sus padres en la que ambos han llegado a las manos, se han insultado,
humillado, despreciado, etc.

- Haber sufrido la muerte de ser querido o haber sido testigo de cómo alguno de los progenitores ha enfermado (cáncer,
trasplantes, etc.).
- Estar hospitalizado durante períodos largos de tiempo por enfermedad.

- Tener un problema psicológico, un trastorno psiquiátrico o enfermedad mental.

- Haber vivenciado una situación de catástrofe natural (incendios, terremotos, etc.).

- Estar sometido a un estrés continuo en la familia debido a condiciones económicas poco favorables (situación de desempleo
de los padres, falta de recursos para satisfacer necesidades básicas como agua, alimentación o vivienda, etc.).
Todas estas situaciones pueden amenazar la salud mental del niño. Algunos niños disponen de los suficientes recursos
personales para gestionar las emociones que se despiertan ante este tipo de situaciones sin que le interfieran en su día a día
y, por tanto, pueden continuar así funcionando sin ningún problema. Sin embargo, otros niños, ante estas situaciones ven
tambalear su salud mental y aparecen lo que conocemos como “síntomas”.

Síntomas que alertan sobre un problema de salud mental de los niños

Los síntomas nos dan pistas de que algo no funciona bien, nos alertan de que algo está pasando. Podemos empezar a
sospechar que el niño no goza de una óptima salud mental cuando:

- No muestra interés por interactuar con las personas de su entorno.

- No establece relaciones positivas con su grupo de iguales ni tampoco con los adultos.

- Retraimiento o aislamiento social.


- Alteraciones en el sueño y en la alimentación.

- No tiene curiosidad por aprender ni explorar el entorno en el que se desenvuelve.

- No experimenta, regula ni expresa sus emociones de manera adecuada.


- Manifiesta un comportamiento que llama la atención (se muestra retraído, aislado o por el contrario se muestra agresivo y
desafiante, etc.).

- Irritabilidad, muestras frecuentes de ira.

- Se autolesiona (se muerde, se golpea, se araña, etc.).

- Muestra sentimientos de tristeza o melancolía la mayor parte del tiempo.


- Se siente constantemente preocupado, ansioso.

- Repite conductas más comunes en niños de menor edad como incontinencia urinaria en la cama, durante mucho tiempo.

- Se queja constantemente de dolores de cabeza, de estómago o cualquier otro tipo de dolor corporal.

Es importante observar si el niño muestra estos síntomas en todos los contextos en los que se desenvuelve (casa, colegio,
durante el tiempo de ocio con los compañeros, etc.) ya que esto va a determinar si estamos o no ante un problema de salud
mental.
Es importante que si se detectan algunos de los indicadores de salud mental deficitaria, que anteriormente hemos señalado,
se le ofrezca al niño la posibilidad de ser atendido por un profesional de la salud. No intervenir o no hacer nada al respecto
puede enquistar los síntomas y no aliviar el malestar del niño e incluso agravarlo.
Esto limitaría su derecho a vivir de manera plena y satisfactoria. Por ello, ante estos síntomas de alarma, lo más recomendable
es que los padres y madres se pongan en contacto con profesionales de la salud (médico especialista en pediatra, médico
especialista en psiquiatra o psicólogo) para que puedan actuar con el fin de aliviar el sufrimiento del menor.

SALUD MENTAL DEL ADOLECENTE

La salud mental se define como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades,
puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una
contribución a su comunidad.La Organización Mundial de la Salud está preocupada por la salud mental de los adolescentes
en el mundo. Según un informe presentado recientemente por este organismo, la depresión es la patología más frecuente
y incapacitante entre los chicos de 10 a 19 años. El suicidio es la tercera causa de muerte en este grupo de edad, a nivel
mundial, tras los accidentes de tráfico y el SIDA.Los datos van en la misma línea de otros estudios ya publicados en diversos
países. Se estima que la prevalencia de trastornos mentales en adolescentes europeos de 15 a 19 años es del 20%.
Aproximadamente uno de cada cinco adolescentes presentará depresión en algún momento. En EEUU, el suicidio es la
tercera causa de muerte en los chicos de 11 a 18 años. En España, los estudios indican que uno de cada cuatro suicidios se
da en menores de 25 años.Los problemas de salud mental más frecuentes en los niños y adolescentes son la depresión,
la ansiedad, el trastorno de la conducta y el trastorno del déficit de atención e hiperactividad. Se calcula que la mitad de las
personas que tienen una enfermedad mental desarrolla los primeros síntomas antes de los 14 años. Precisamente es en este
periodo de la vida en el que puede tener consecuencias más importantes para toda la edad adulta. Se ha demostrado
asociación entre distintas conductas de riesgo (sexuales, de alimentación, violencia, acoso escolar, consumo de tabaco,
alcohol y drogas) y la depresión y otros estados de salud mental negativos. Además de ser la causa más frecuente de suicidio
en esta etapa de la vida.

Lamentablemente, a veces estos trastornos no son detectados a tiempo y se ha comprobado que hasta el 80% de los que
cometen un intento de suicidio no ha pasado nunca por la consulta de un especialista. La estigmatización del periodo de la
adolescencia como etapa difícil y de cambios de humor bruscos puede ser la causa de que sea más difícil de detectar y de la
falta de atención del adolescente. Pero se debe saber que existen tratamientos eficaces para estos problemas y que se les
debe tratar.Esto dice el informe de la OMS: "Si los adolescentes que sufren este tipo de patologías reciben los cuidados
adecuados, esto podría evitar muchas muertes y un elevado índice de sufrimiento".
El contexto familiar y escolar juegan un papel importante en el desarrollo de los problemas de salud mental, siendo los
factores asociados más frecuentes los conflictos conyugales (separaciones o divorcios conflictivas) o las distintas formas
de maltrato (abuso físico, psíquico, abuso sexual y la negligencia en el cuidado) que pueden ocurrir en ambos entornos. Es
importante que los padres mantengan una buena comunicación con los hijos, fluida y constante, pasando tiempo con ellos.
También que los educadores detecten estos problemas.
Esto permitirá observar algunos de los síntomas más comunes que deben alertar de que un niño o adolescente tiene una
mala salud mental:
 Irritabilidad frecuente con brotes repentinos de ira.
 Sentirse frecuentemente preocupado o muy preocupado.
 Mayor sensibilidad a la crítica.
 Quejas de dolores de cabeza, de estómago u otros problemas corporales.
 Retraimiento frente a las personas como los padres o algunos amigos.
 Alejarse de la familia y los amigos y pasar mucho tiempo a solas.
 No disfrutar de las actividades que por lo general le gustaban.
 Sentirse cansado durante gran parte del día.
 Sentimientos de tristeza o melancolía la mayor parte del tiempo.
 Problemas para dormir o dormir más de lo normal.
 Cambio en los hábitos alimentarios, como hacer dietas o comer más de lo habitual.
 Dificultad para concentrarse.
 Problemas para tomar decisiones.
 Cambios en el rendimiento escolar, ausencias, no hacer las tareas.
 Comportamientos de alto riesgo, como conducir de manera imprudente, tener sexo sin precaución, violencia o el hurto en
tiendas.
 Beber o consumir drogas.

La parte buena es que todos los estudios demuestran que cuando estos problemas mentales se diagnostican a tiempo y es
tratada por los médicos es raro que se convierta en un trastorno grave. En la inmensa mayoría de los casos de chicos y chicas
que los padecen y que reciben el tratamiento adecuado consiguen llevar una vida normal. Los profesionales de la salud deben
contar con las competencias necesarias para detectar pronto estos problemas de salud mental y proponer tratamientos que
incluyan asesoramiento, terapia cognitiva conductual y, cuando sea necesario, medicación psicotrópica.

Salud mental en adultos mayores

A lo largo de la vida son muchos los factores sociales, psíquicos y biológicos que determinan la salud
mental de las personas. Además de las causas generales de tensión con que se enfrenta todo el
mundo, muchos adultos mayores se ven privados de la capacidad de vivir independientemente por
dificultades de movilidad, dolor crónico, fragilidad u otros problemas mentales o físicos, de modo que
necesitan asistencia a largo plazo. Además, entre los ancianos son más frecuentes experiencias como
el dolor por la muerte de un ser querido, un descenso del nivel socioeconómico como consecuencia de
la jubilación, o la discapacidad. Todos estos factores pueden ocasionarles aislamiento, pérdida de la
independencia, soledad y angustia. La salud mental influye en la salud del cuerpo, y a la inversa. Por
ejemplo, los adultos mayores con enfermedades como las cardiopatías presentan tasas más elevadas
de depresión que quienes no padecen problemas médicos. Por el contrario, la coexistencia de
depresión no tratada y cardiopatía en una persona mayor puede empeorar esta última. Los adultos
mayores también son vulnerables al maltrato, sea físico, sexual, psicológico, emocional, económico o
material; al abandono; a la falta de atención y a graves pérdidas de dignidad y respeto. Los datos
actuales indican que una de cada 10 personas mayores sufre maltrato. El maltrato de las personas
mayores no se limita a causar lesiones físicas sino también graves problemas psíquicos de carácter
crónico, como la depresión y la ansiedad.

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