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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA


UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA
FUNDACIÓN MISION SUCRE
ALDEA UNIVERSITARIA ENRIQUE BERNARDO NÚÑEZ

LA CONVALIDACIÓN DEL CONTRATO AFECTADO DE NULIDAD RELATIVA

ALUMNAS:

.- TRINY MANZINI, C. I. V – 8.775.751


.- NELSY SOTO, C. I. V – 15.189.618
.- ANGELICA HERRERA, C. I. V – 12.727.355
.- MARÍA DUGARTE, C. I. V – 10.106.676

PROF. NELLIS RODRÍGUEZ.

5to. SEMESTRE DE ESTUDIOS JURIDICOS

VALENCIA, MAYO DEL 2.012


La Convalidación del Contrato afectado de Nulidad Relativa.

Convalidación:
La convalidación es validar, es decir dar validez a alguna cosa. Confirmar,
revalidar lo ya aprobado.

Entendiendo por convalidación el fenómeno por el cual las partes quedan


vinculadas por un contrato originariamente inválido, en virtud de un hecho
posterior, la confirmación podría definirse como aquella convalidación operada por
una posterior declaración de voluntad de quien podía invocar la causa de
invalidez.

La Nulidad:
Es en el Derecho, una situación genérica de invalidez del acto jurídico, que
provoca que una norma, acto jurídico, acto administrativo o acto judicial deje de
desplegar sus efectos jurídicos, retrotrayéndose al momento de su celebración.
Para que una norma o acto sean nulos se requiere de una declaración de nulidad,
expresa o tácita y que el vicio que lo afecta sea coexistente a la celebración del
mismo.

Tiene por fundamento, proteger intereses que resultan vulnerados por no


cumplirse las prescripciones legales al celebrarse un acto jurídico o dictarse una
norma. Acto administrativo o judicial.

La Nulidad:
Es una sanción jurídica, que le resta la eficacia que puede tener un acto
jurídico, que ha nacido con algún vicio o que simplemente no ha nacido
formalmente al mundo del derecho. No obstante que los actos puedan ser
sancionados con la nulidad, mientras ella no haya sido declarada por el juez que
conoce de la causa, no será nulo.
Nulidad Relativa:

La nulidad relativa es aquella que puede ser saneada por la voluntad de las
partes. La nulidad relativa, es la que se produce por cualquier otra especie de vicio
y da derecho a la rescisión del acto o contrato. La nulidad relativa es convalidable,
porque ésta se dicta para proteger a un sujeto determinado y, si dicho sujeto no
ejerce su acción de nulidad el acto queda convalidado.

La Nulidad de un acto puede producirse por muchos motivos, entre los


cuales podemos mencionar:
▪ Ausencia de consentimiento real en un acto jurídico que lo requiera.
▪ Incumplimiento.

El Principio de la Relatividad de los Contratos.

Sólo los contratantes están ligados por el contrato; sólo respecto de ellos
tiene el contrato fuerza obligatoria; y sólo a ellos perjudican y aprovechan sus
efectos. Esto importa decir que el contrato no daña ni beneficia a los que no han
figurado en él como partes contratantes, porque el contrato no es para ellos una
ley con fuerza obligatoria, en efecto, una regla de toda evidencia que en el
Derecho Romano constituía un axioma: res inter alios acta aliis nec nocet nec
prodest”. Este axioma, en palabras de Pothier implica que “una convención no
tiene efecto sino respecto de las cosas que han sido objeto de la convención y
solamente entre las partes contratantes”, y agrega que “. La razón de este
principio es evidente. La obligación que nace de las convenciones, y el derecho
que de ellas resulta, estando formados por el consentimiento y el concurso de las
voluntades de las partes, no pueden obligar a un tercero, ni dar derecho a un
tercero, cuya voluntad no ha concurrido a formar la convención”.

El principio de la relatividad se aplica, en primer lugar, al objeto del contrato,


en el sentido de que sus efectos se refieren a éste. Se aplica, en segundo lugar, a
las personas. Bajo este segundo aspecto, lo convenios no producen efectos sino
entre las partes, ya sea que hayan intervenido, directa o personalmente en el
contrato, o que hayan figurado en él por medio de un mandatario. En este último
caso la persona del mandatario se absorbe en la del representado”. Los contratos
no solamente tienen plenos efectos sobre las partes presentes o representadas,
sino sobre sus causahabientes universales y sus acreedores; también se imponen
a los acreedores quirografarios de las partes; y respecto de los acreedores
particulares, sólo se afectan en tanto que los contratos se refieran a la cosa que
han recibido

La eficacia del contrato se despliega entre las partes que lo celebran y sus
herederos. Los contratos solo producen efectos entre las partes que los otorgan y
sus herederos; salvo, en cuanto a estos, el caso en que los derechos y
obligaciones que procedan del contrato no sean transmisibles o por su naturaleza
o por pacto, o por disposiciones de la ley". No hay por tanto eficacia para terceros
ni para los causahabientes a título particular.

Elementos Constitutivos De Un Contrato De Trabajo.

El artículo 39 de la Ley Orgánica del Trabajo establece: Se entiende por


trabajador la persona natural que realiza una labor de cualquier clase, por cuenta
ajena y bajo la dependencia de otra. La prestación de si servicios debe ser
remunerada. Lo cual nos da a entender en interpretación que los elementos
constitutivos de la relación de trabajo son tres (3):

•Prestación Personal de Servicio. Está constituida por el trabajo realizado


por el trabajador para el patrono.
•Remuneración o Salario. Es el salario recibido por sus servicios prestados.
•Subordinación. Esto es el tiempo durante el cual el trabajador ejecuta su
labor, el cual debe estar claramente determinado.
La doctrina dice que los elementos constitutivos de la relación de trabajo
son consentimiento, objeto y causa. El objeto y la Causa del trabajo incluyen la
prestación personal de servicio, subordinación y salario o remuneración. Pero falta
el consentimiento de las partes que a veces se ve afectado por la capacidad como
el ejemplo lo que establece la Ley Orgánica de Protección al Niño, Niña y
Adolescente.

El Principio de la Autonomía y la Voluntad de las Partes:

La voluntad, es el substrato del acto jurídico, ya que sólo el hombre por sus
facultades intelectuales y espirituales es susceptible a ser sujeto de Derecho,
preside la totalidad de los actos jurídicos y la generalidad de los humanos; esa
voluntad consta de dos momentos: la voluntad de querer realizar o efectuar
determinado negocio o acto y la voluntad de declarar o expresar, por medio de una
conducta externa, lo que el sujeto quiere.

Sin embargo la autonomía de las voluntades en el acto contractual tiene


una gran preeminencia dentro del Derecho Civil, donde, dentro del Derecho de
Obligaciones, su objetivo se dirige, en la mayoría de los casos, a la formación y
desenvolvimiento de las relaciones obligatorias.

Los contratantes se promulgan su ley, por esta causa se dice que en esta
materia predomina la autonomía privada. La libertad contractual es, por tanto, el
signo más característico de todo el Derecho de Obligaciones.

Es principio general y universal del derecho contractual la autonomía de la


voluntad de las partes, entendiéndose como tal que éstas son libres para crear,
modificar, reglamentar o extinguir sus relaciones jurídicas de carácter contractual.
El fundamental principio del Derecho Civil es la autonomía de la voluntad.
No se puede obligar a nadie a consentir un contrato si no se quiere. Aun así, hay
atenuaciones a este principio, no es totalmente absoluto.

La autonomía de la voluntad es una teoría del derecho civil en virtud del


cual el autor de un acto jurídico tiene la facultad de celebrarlo libremente y
determinar las condiciones y efectos del mismo.

Este principio, si bien no está consagrado explícitamente en nuestro Código


Civil, surge de dos disposiciones legales a saber: la primera, del artículo 1.159 del
Código Civil que establece “los contratos tienen fuerza de ley entre las partes...”; la
segunda, del artículo 1.262 dispone que las obligaciones deben cumplirse
exactamente como han sido contraídas; por tanto, de conformidad con las
referidas disposiciones la ley permite la libertad contractual.

Interpretación en el marco de la Constitución de la Republica


Bolivariana de Venezuela.

Las partes son libres de establecer su ley contractual. Pero las partes no
pueden derogar las cuestiones que tienen que ver con el orden público y las
buenas costumbres. Para todos los casos de este tipo las partes no pueden
derogarlas. “El orden público es el conjunto de instituciones y reglas destinadas a
mantener en un país o una nación el buen funcionamiento de los servicios
públicos, la seguridad, y la moralidad en las relaciones entre particulares sin que
esos particulares puedan excluir esas normas.”

Al considerar los efectos del Estado Social de Derecho sobre el imperio de


la autonomía de la voluntad de los particulares tenemos que entender que es
deber del Estado de proteger los intereses de los llamados débiles jurídicos,
mediante el establecimiento y reconocimiento de las limitaciones a la voluntad
contractual, lo que ciertamente, permitirá al poder judicial cumplir con su función
de tutelar al débil como valor jurídico, pues no puede existir una protección
constitucional a expensas de los derechos fundamentales de otros, evitando que
la clase dominante, por tener el poder económico, político o cultural, abuse y
subyugue a otras clases o grupos sociales, impidiéndoles el desarrollo y
sometiéndolas a la pobreza y a la ignorancia; a la categoría de explotados
naturales y sin posibilidad de redimir su situación y que a través de una debida
tutela judicial efectiva el Estado proporcionara Justicia, como valor supremo de
todos los hombres en sociedad y fin último que justifica la existencia del Estado
como modelo social democrático que garantiza la convivencia pacífica y armónica
de los pueblos.

Como concepto novedoso, el Estado Social de Derecho y de Justicia que


contiene el artículo 2º de la Constitución de 1999 establece la obligación para el
Estado venezolano de protección a los llamados “débiles jurídicos”, tutelando sus
intereses que se encuentra amparados por la citada Constitución; es necesario
señalar que la Doctrina constitucional puede resumirse en una sola frase que ella
contiene y esta es: situaciones desiguales no pueden tratarse con soluciones
iguales, centro y norte de toda la doctrina anteriormente señalada. En efecto, este
artículo, viene a romper con todos los esquemas conocidos y más aún con el
anterior Estado Liberal de Derecho.

Por otro lado, el Estado Social de Derecho y de Justicia, no debe ser


entendido como la regulación del Estado por el Derecho, quedando de esta forma
subordinado al orden jurídico preestablecido; sino que se debe garantizar que esa
normatividad jurídica cuide de realizar la justicia social, de hacer que los derechos
sociales, económicos y culturales no sean meros enunciados sino una realidad
concreta; de propender a una mejor distribución de la riqueza; de combatir a la
miseria y la falta de trabajo, vivienda, seguridad, salud, educación, entre otros
servicios básicos esenciales para el grupo social.
El Estado Social de Derecho, es el es el garante de la satisfacción de las
necesidades básicas para una vida digna, independientemente de las formas y
modos de su relación con la economía, pero es imprescindible salvaguardar el rol
del Estado como última instancia de garantía de la ejecución de la procura
existencial, gracias a la protección y fomento de los derechos sociales y
económicos.

En efecto, se puede definir al Estado Social de Derecho como un conjunto


de reglas y normas que establecen un marco adecuado para las relaciones entre
las personas e instituciones, autorizando, prohibiendo y permitiendo acciones
específicas en la interacción de individuos e instituciones; siempre bajo la
preeminencia del interés social, los derechos humanos, la solidaridad y
responsabilidad social, la justicia y la equidad. Es así como, los derechos sociales
han cobrado una gran importancia en la organización social, política y jurídica
actual, los cuales se han venido conceptualizando como expectativas o
pretensiones de recursos o bienes dirigidos a satisfacer necesidades básicas de
las personas y cuya reivindicación debe interesar no sólo a los miembros más
vulnerables de la sociedad sino a todas las personas en general.

El Estado de Derecho es necesario para la democracia y para el desarrollo


económico, por cuanto el Estado garantiza los derechos civiles y políticos de las
personas; en el orden económico, el Estado ofrece seguridad jurídica a los
inversionistas, pero se olvida este autor de la preeminencia del interés social, los
derechos humanos, la responsabilidad social y la solidaridad como vías de
alcanzar la Justicia, es por ello que el rol del Estado como modelo social no sólo
debe fundamentarse en orden de la legalidad para regular la conducta social, sino
que debe buscar como fin la satisfacción de las necesidades básicas de la
población en la procura existencial de la calidad de vida que todos las personas
como seres humanos merecen, y todo ello se construye en un Estado Social de
Derecho, gracias a la protección y fomento de los derechos sociales y
económicos, como parte de todos los derechos humanos del hombre.
No se debe olvidar el que el modelo de estado denominado Estado Social
de Derecho, es el producto de múltiples luchas sociales que a lo largo de la
historia se han presentado; este modelo no representa un cambio total ni un
modelo totalmente nuevo sino se trata de una variante de los modelos que hasta
ahora venían siendo aplicados por los Estados modernos, donde se
institucionaliza la transferencia parcial de derechos a favor de las clases
desprotegidas en la búsqueda de revertir las desigualdades existentes entre unos
grupos sociales y otros, en aras de mantener un equilibrio y resguardo de los
derechos humanos de todos.

La fijación de las fronteras de los deberes del Estado en materia de


derechos humanos, pasaron por el reconocimiento previo de los derechos como
inherentes a la dignidad de la persona humana, nunca habrían quedado
establecidos sin las luchas sociales y las conmociones históricas que le han
venido devolviendo al ser humano el lugar que nunca debió dejar de ocupar como
sujeto axiológico ineludible frente al Estado.

Ahora bien, el Estado Social de Derecho tiene como valor fundamental la


Justicia, como presupuesto ético de la democracia que garantiza la convivencia
pacífica y armónica; en este sentido, el sistema judicial se encuentra en la
obligación de resolver los conflictos bajo el reconocimiento de los derechos
humanos y fundamentales que se derivan de la naturaleza de la persona humana
y que son inherentes a la dignidad de las mismas, necesarios para su pleno
desenvolvimiento moral y material, aunque estos no se encuentren taxativamente
establecidos en la ley.

En consecuencia, bajo la premisa del Estado Social de Derecho y de


Justicia, un Juez puede resolver en Justicia, pero no necesariamente tiene que ser
en derecho. Este señalamiento nos demuestra que la Justicia viene a ser la
existencia de una pluralidad de personas, de intereses, de situaciones jurídicas,
cuyas relaciones recíprocas importa poner en claro, comparar y conciliar; bajo este
enfoque, la Justicia, es pues, por esencia, la solución de conflictos.

Finalmente, se debe señalar que el fin último del Estado Social de Derecho
y de Justicia, tal y como lo señala la jurisprudencia analizada, es la construcción
de un Estado constitucional y democrático de derecho donde la Constitución como
norma fundamental sea el instrumento que sirva para frenar la acumulación de
poderes y propicie un régimen legal donde sean respetados y tutelados tanto los
derechos humanos y fundamentales como las libertades individuales y los
derechos sociales; asimismo, se busque la transformación de la realidad social,
generando en todos sus habitantes sentido de solidaridad y responsabilidad social
en donde actúen activa y responsablemente no sólo los poderes públicos sino
también los propios actores sociales y la sociedad civil organizada como garantes
y custodios del propio régimen implantado para lograr el llamado Estado Social de
Derecho y de Justicia.

Interpretación de los Contratos.

Interpretar es captar el sentido de una manifestación de voluntad. Toda


interpretación supone un esfuerzo que puede llegar al máximo o reducirse al
mínimo, con la aplicación de conocimientos y de experiencias, con los cuales no
se nace.

En el mismo orden de ideas se condiciona la acción interpretativa de un


contrato, a la existencia de una declaración negocial o de un comportamiento, en
la cual se fijan las palabras, las expresiones, conductas, etc., que realizan los
contratantes para posteriormente calificarlos jurídicamente, es decir, subsumirlos
en un tipo legal, o bien, estimar que las partes han creado un negocio jurídico
carente de tipología legal y por ende de una regulación normativa, amparado por
el principio de la autonomía de la voluntad consagrados en la mayoría de los
Códigos Civiles sudamericanos y en especial en el Código Civil venezolano,
situación esta que dificultaría aún más la tarea de la interpretación de un contrato
celebrado en base a aquel principio cuya delimitación no puede ser estimada por
las partes al momento del acto negocial, y mucho menos por terceras personas
extrañas al acto.

Interpretar un contrato, es determinar el sentido y alcance de sus


estipulaciones. En tres hipótesis fundamentales tiene lugar la interpretación del
contrato:

a. Cuando sus términos son oscuros o ambiguos.


b. Cuando siendo claros sus términos, no se concilian con la naturaleza
del contrato o con la verdadera intención de las partes, que aparece manifiesta; y
c. Cuando relacionando las cláusulas del contrato, surgen dudas acerca
del alcance particular de alguna o algunas de ellas.

En la interpretación de la ley y de los contratos el denominador común es


que el intérprete debe atenerse al el estricto sentido de las palabras y la conexión
entre sí, es decir la primacía de la intención gramatical, aplicando textualmente lo
establecido en el artículo 12 el Código de Procedimiento Civil:

“En la interpretación de contratos o actos que presenten oscuridad,


ambigüedad o deficiencia, los Jueces se atendrán al propósito y a la intención de
las partes o de los otorgantes, teniendo en mira las exigencias de la ley, de la
verdad y de la buena fe.”

El juez debe aplicar en su tarea interpretativa la lógica, las exigencias de la


ley, la verdad, el buen sentido, la experiencia, su conciencia y la buena fe. Además
para determinar si hay o no ambigüedad, oscuridad o deficiencia, es preciso
interpretar el contrato en su conjunto, pues es frecuente que una frase clara puede
estar contradicha por otra clausula del contrato.
Siguiendo con la óptica que interesa a los profesionales del derecho, y
según la mayoría de los doctrinarios, la interpretación contractual se suele
clasificar en:

a. Doctrina Subjetiva o Clásica.


b. Doctrina Objetiva o Moderna.

Doctrina Subjetiva o Clásica:

Los autores que sustentan la teoría subjetivista o clásica, sostienen que la


interpretación tiene por finalidad descubrir la verdadera intención de las partes
contratantes, que fue la que dio vida al contrato. Es indagar la verdadera intención
que han querido las partes en un determinado asunto, siendo esta la llamada
intención común a la que debe atenerse el intérprete.

Esta doctrina se asienta en el pilar de la autonomía de la voluntad e


indudablemente se ve en la necesidad de incluir preceptos normativos referidos a
la interpretación, a fin de poder determinar la intención común de las partes:

a. Las diversas cláusulas deben interpretarse unas por otras.


b. La intención de las partes puede investigarse fuera de las fórmulas del
contrato, en los actos de cumplimientos, en los otros convenios y aún en cualquier
otro acto entre las mismas personas.
c. Cuando una cláusula es susceptible de distintos sentidos, hay que
descartar aquél que la prive de defectos o que anule el contrato aun cuando éste
sea su sentido literal.
d. En caso de duda, el contrato se interpretará en contra del estipulante y
a favor del que hubiera contraído la obligación.
e. Todo pacto oscuro o ambiguo se interpretará en contra del vendedor
sin distinguir entre las disposiciones que lo hagan deudor o acreedor.
El juez debe ocuparse de investigar, no lo que el declarante ha querido en
su interior, porque eso sería imposible, sino lo que su declaración, tomada en su
conjunto, autoriza a creer que ha querido.

Evidentemente no se puede negar el papel que la voluntad tiene en el


origen y formación de los actos jurídicos en general y de los contratos en
particular. La voluntad expresada o declarada es la que sirve de base al negocio
jurídico y es ella la que el juez procura investigar, debido a que el querer no
manifestado no tiene valides para el derecho.

Doctrina Objetiva o Moderna:

Dentro del grupo de los que sustentan esta doctrina, se encuentra los
Códigos Civiles de Alemania, Suiza, Brasil, Perú y Venezuela. Los doctrinarios del
derecho que sostienen esta teoría son Danz, Ennecerus, Polock y Dassen, los
cuales otorgan un sentido objetivo a la declaración de voluntad de los
contratantes.

Es simplista pretender encontrar lo que las partes quisieron, debido a que


algunas veces ello es imposible, pues no existe la común intención. Más común
con la lógica y la razón, es indagar cómo la conducta de las partes reflejada en el
contrato es entendida por la generalidad de las gentes.

Esta doctrina sostiene entre otras cosas que el intérprete en vez de ver sólo
a las partes en su intención, debe colocar en su lugar a dos hombres razonables,
preguntándose el juzgador cómo éstos habrían comprendido e interpretado la
conducta que constituye la declaración de la voluntad, es decir: ¿qué prestación
habrían realizado esos hombres en aquel caso?, quedando de esta manera
objetivizada la llamada declaración de voluntad.
Así, el intérprete, partiendo de la declaración y las demás circunstancias
que interesan para la interpretación, ha de investigar la voluntad objetiva, debido a
que el proceso de interpretación no debe buscar la intención supuesta de las
partes sino la intención manifiesta de estas.

Otro elemento determinante para una mejor determinación de la voluntad


real de los contrayentes, es el ámbito sociocultural en la que se realiza un
contrato, debido a que con ello se podrá establecer cuáles son los tipos de
contratos que se realizan con mayor frecuencia, las relaciones comerciales que
requieran pactos contractuales, el nivel económico, cultural y social de los
ciudadanos, etc.

Interpretación de contratos según el Código Civil Venezolano.

En el código civil vigente no se encuentra ninguna norma que coadyuve a la


interpretación de los contratos, tal como en los Códigos Civiles francés, italiano,
español y la mayoría de los latinoamericanos. Sin embargo las reglas contenidas
en el artículo 12 del CPC son suficientes para determinar la conducta que debe
seguir un juez al interpretar el contrato:

“En la interpretación de contratos o actos que presenten oscuridad,


ambigüedad o deficiencia, los Jueces se atendrán al propósito y a la intención de
las partes o de los otorgantes, teniendo en mira las exigencias de la ley, de la
verdad y de la buena fe”.

Esta norma contiene reglas precisas para la interpretación de los contratos,


es decir es derecho positivo que los jueces deben aplicar con todo rigor, pues
señala la conducta a seguir al momento de interpretar un contrato.

Las exigencias de la ley:


Implica que a la declaración de las partes para expresar su voluntad, no
debe dársele un sentido contrario a lo establecido por la norma jurídica, sino la
connotación que esta le atribuye, debe entenderse que las normas legales de
naturaleza imperativa deben estar implícitas en la voluntad de las partes.

a. La interpretación textual o literal.


b. Las normas de carácter imperativo.

La interpretación textual o literal.

La interpretación textual del contrato debe hacerse dándole a cada palabra


el significado y el sentido que tienen en el lenguaje común en el lugar de la
celebración del contrato, en su significado jurídico, y teniendo en consideración la
profesión de los contratantes, cuya ciencia o técnico puede atribuirle un sentido
especifico, como un contrato de obra que debe ser entendido como lo hace la
respectiva técnica.

La regla de interpretación literal o textual, la misma que es el “punto de


partida, que se basa en el significado expreso de las palabras del texto y de sus
conexiones sintácticas, según el Código lingüístico compartida por la comunidad
de parlantes a la cual pertenecen los contratantes, es insuficiente, pues la
voluntad real de las partes, en ocasiones, no coincide con la literalidad del contrato
y es necesario echar mano a las otras reglas de interpretación El interprete no
debe limitarse a la interpretación textual de una clausula, sino que debe tener en
consideración la totalidad del texto, pues si hay condiciones el juez deberá
determinar cuál de ellas prevalece.

La doctrina considera que el texto contenido en las condiciones particulares


priva sobre las condiciones generales de contratación, que una clausula contraria
a las llamadas clausulas de estilo tiene primacía, pues debe considerarse que la
voluntad común de las partes ha sido derogar dicha cláusula.
A veces la propia ley le da un significado a una palabra, por ejemplo
mueblaje “los muebles destinados al uso y al adorno de la habitaciones, como:
tapices, camas, sillas, espejos, relojes, mesas, porcelanas y demás objetos
semejantes” (artículo 505 CC); “casa amueblada y casa con lo que en ella se
encuentra” (Art. 536 del CC). Aun así la ley considera que “no tendrán aplicación
cuando las expresiones a que se refieren resulten con sentido diferente a la
intención de quien las emplea.”

Normas Imperativas: Las normas imperativas complementaran la voluntad


de las partes, se impone la voluntad de la ley, sustituyendo incluso la propia
voluntad de las partes.

Por la vía del ejemplo, si un trabajador se ha obligado, por la vía del


contrato, a prestar sus servicios en una jornada de 14 horas al día, lo que
contraviene las disposiciones emanadas de la Ley Orgánica del Trabajo, se
entenderá que su jornada está limitada al máximo permitido por la ley.

La verdad o reglas de la lógica: Este tipo de interpretación permite que al


intérprete que, cuando parte de un contrato no sea claro, y cuando las reglas de
interpretación literales sean insuficientes, interpretar el contrato como una unidad,
tratándose de dar claridad a ciertas cláusulas a través de las demás cláusulas o
de otros documentos. Pues esta interpretación tiene por instrumentos todo tipo
de comportamientos, declaraciones y documentos que posibiliten una certeza del
sentido de las cláusulas insertas en el texto del contrato.

En este sentido, el intérprete debe considerar:

a) Una cláusula aparentemente clara, debe ser vista y entendida como una
parte integral del conjunto que forma el contrato.
b) Una cláusula aparentemente dudosa, debe ser contrastada con las
restantes cláusulas del contrato, a fin de eliminar dicha duda, evitando que una
cláusula pueda ser interpretada de manera independiente mostrando un sentido
que no es acorde con el conjunto del contrato.

Otros elementos importantes a considerar son:

a. El comportamiento de las partes antes y durante la ejecución del


contrato
b. La personalidad de los contratantes
c. La interpretación que las partes le hayan dado a otros contratos
d. La conducta que observan los contratantes en la misma esfera de
actividades de los mismos
e. El contrato debe interpretarse siempre a favor del deudor
f. En los contratos a título gratuito se entenderá que la menor transmisión
ha sido querida por las partes
g. A titulo oneroso la que convenga mas a la naturaleza del contrato, al
equilibrio entre la reciprocidad de las prestaciones

El Principio de la buena fe: La buena fe consiste que un modelo de


conducta ético social que tiene un aspecto negativo o de veto, en cuanto rechaza
una conducta deshonesta (ejemplo no defraudar); y otro positivo en cuanto impone
una conducta de colaboración con los demás para que puedan alcanzar los fines
que persiguen (ejemplo, obrar con diligencia con previsión). Asimismo la buena fe
entendida dentro del tema de la interpretación del contrato, como medida de
corrección a la cual se debe ceñir las partes, adopta un matiz de reglas, por
ejemplo, tomando en cuenta los usos sociales, dado que son los usos los que
determinan cuales son las medidas de corrección que se acostumbran seguir
dentro de un determinado ambiente histórico-social.

El Art.1160 del Código Civil dispone: “Los contratos deben ejecutarse de


buena fe y obligan no solamente a cumplir lo expresado en ellos, sino a todas las
consecuencias que se derivan de los mismos contratos, según la equidad, el uso o
la Ley”.

De lo antes mencionado se desprende que los contratos han de ser


interpretados presuponiendo: Lealtad en la ejecución del contrato así como en su
misma elaboración. Un desenvolvimiento leal de las relaciones contractuales para
llegar a las consecuencias contractuales exigidas conforme a las normas éticas.
Que las declaraciones de voluntad de las partes deban interpretarse conforme con
la confianza que hayan podido suscitar de acuerdo con la buena fe. Que la
aplicación de este principio a un caso en particular no deriva de un juego de
conclusiones lógicas, sino de juicios de valor.

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