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ANALISIS CRITICO DE “LOS JUDÍOS EN EL EVANGELIO DE JUAN”

Por Alain Marchadour

INTRODUCCION:
Me parece muy interesante, el intento del autor de desgranar el evangelio de Juan
enfatizando en la disociación entre los judíos y la nueva fe cristiana.
El autor inicia su análisis con opiniones divididas respecto a si el evangelio en cuestión es
antijudío o no. Por una parte menciona a Pierre Grelot, quien concluye que es inadmisible ver
en Juan un tratado antijudío, ya que el propio Jesús es demasiado judío para que su evangelio
se preste a un enfoque antisemita. Por otro lado, otro autor afirma que el uso de la palabra
“judío” pone a Juan como primer candidato para el relato más claramente antijudío de los
evangelios.
Pero, ¿como podrá clarificarse semejante contradicción? El autor procurará dar las respuestas
pertinentes a este aparente problema.

La palabra “judío”
El término judío (iodaios) es de origen geográfico, siendo Judá la tribu situada al sur de
Israel. Antes del exilio, las palabras Judá, judíos y habla judía (yehudit), estaban unidas a una
geografía política que designa al reino del Sur y su población. En reino del norte estaba
asociado con las palabras arameas.
Al regreso del exilio se da un cambio semántico en la expresión judío, que como se menciona
anteriormente, designaba al reino del sur, pero ahora es representativo de todo el pueblo hebreo
incluyendo a las tribus del reino del norte que jamás retornaron.
Hasta el día de hoy, el termino “judío” identifica a los descendientes de cualquiera de las doce
tribus de Israel, sin importar cual sea su asentamiento geográfico.
Aunque el término “judío” es usado mesuradamente en los sinópticos en contraste a las más de
70 veces en Juan hace que la balanza se incline hacia el segundo. No obstante, se tendría que
precisarse el sentido de cada pasaje, para definir cuándo se refiere a la geografía, a la etnia, a la
región o a la polémica.
Los evangelios afirman que fueron los romanos los que ejecutaron al Señor. Tal acto no supone
ninguna acusación actual contra los modernos romanos, situación que no provoca el día de hoy
ninguna mala conciencia en ellos. Por el contrario, afirmar que fueron los judíos lo que
condenaron a Jesús, durante mucho tiempo se ha entendido como relativo también a los judíos
de todos los tiempos.
La expresión “los judíos” designa la categoría de personas de la sociedad hebrea, que
manifiestan hostilidad constante contra Jesús. Algunos han visto en ellos a las autoridades y al
pueblo, otros aplican esta expresión solo a las autoridades. A mi criterio, tal designación puede
ser relacionada con cualquiera de los dos grupos, de acuerdo al contexto.
A mi juicio Juan escribe con un estilo muy particular, en donde pareciera relatar los hechos de
Jesús desde una perspectiva más que imparcial objetiva.
Aunque se busque a como dé lugar un tono antisemita en Juan, los 71 textos que aluden a los
judíos, pueden propiciar confusión por la variedad de posibles sentidos. A saber, un sentido
étnico, un sentido histórico con una “distancia” perceptible, que en algunos casos subraya la
incredulidad manifiesta por la duda e indecisión. Además, la oposición resuelta y organizada por
parte de los sacerdotes y fariseos.
Según Boismard, en cierto nivel la expresión designa “al conjunto de las autoridades religiosas
de Jerusalén: sumos sacerdotes, escribas y ancianos del pueblo.
Esto es coherente con el hecho de que la oposición sobresaliente es por parte de los líderes del
judaísmo de aquel tiempo más que del pueblo.
El judaísmo veía amenazado su sistema, por la novedad interpretativa de las enseñanzas de los
padres por parte del nuevo rabino galileo.
Los exegetas usan el acercamiento diacrónico (sucesos que pasan a lo largo del tiempo) que
tiene en cuenta la evolución del lenguaje y la coherencia narrativa.
P. Grelot, después de su desarrollo relativo al lenguaje y tras el análisis de los textos, es
convincente en su conclusión: “Han sido examinados todos los pasajes donde se trata de los
eioudaioi, los judíos, en el cuarto evangelio. En rigor, algunos podrían referirse a los habitantes
de Judea, cuando la acción se desarrolla en esa región o cuando los protagonistas son
originarios de esa provincia. Pero la mayoría de los textos no prestan a esa traducción. Se
impone el sentido nacional y religioso de la palabra, y este sentido es admisible en algunos
casos en que la otra traducción correspondería al contexto geográfico de la acción. A menos que,
por figuras de estilo muy clásicas, Juan designe mediante ellas a los dirigentes políticos y
religiosos de la “nación” judía: son “los judíos” por excelencia.
Creo que este último enfoque es el más razonable, porque básicamente, el judaísmo de continuo
estaba expectante del que hacer rabínico de Jesús.
Creo importante tomar muy en cuenta, que una de las particularidades de este evangelio es el
ministerio de Jesús en Judea. Mientras que los sinópticos se centran en la región galilea.
La analogía bíblica nos permite reflexionar sobre el aparente antisemitismo del evangelio
Juanino. Aunque Juan pareciera establecer cierta distancia de sus coterráneos con la
afirmación “los judíos” no precisamente se constituye en antisemitismo. Ya que el apóstol
Pablo manifiesta un enorme amor por sus hermanos hebreos. Al igual que hay una aparente
tensión entre Pablo y Santiago con respecto a la fe No obstante la analogía confirma no hay
contradicción en ambas teologías.
Por lo tanto, Juan, lejos de alienarse de sus raíces, desarrolla su relato de manera objetiva, al
no tomar partido por los de su pueblo, ya que su evangelio trascendería las fronteras étnicas,
sociales, religiosas y geográficas. Este evangelio fue escrito no para un grupo destinatario
específico, sino a la iglesia en general.1
Anti=en contra y semita= los descendientes de Sem, en el sentido más estricto los hebreos. El
diccionario de la RAE ofrece la siguiente connotación: Antisemita. adj. Enemigo de la raza
hebrea, de su cultura o de su influencia.2
Antisemitismo es una sentencia que va en contra del espíritu y enfoque del propio del
evangelio, de la teología juanina que destaca el amor de Dios en todos los ámbitos.
He continuado mi lectura hasta la página 45 de este texto, y me encuentro con opiniones
divididas. No hay una opinión que apoye sustancialmente alguna ponencia.
El autor toca el tema de la ruptura entre judaísmo y cristianismo. Para tal análisis, es
pertinente comprender que el apelativo “cristiano” se usa por primera vez en Antioquia de
Siria con un aire peyorativo para designar a los seguidores del nuevo movimiento instaurado
por un joven rabí galileo conocido como Cristo. Por otra parte, el judaísmo debe entenderse de
forma sincrónica, ya que el judaísmo del tiempo de Jesús, no era el mismo del de la época del
post exilio, de la época de Juan Hircano o de los macabeos. La pluralidad en el farisaísmo era
extraordinaria. Veinticuatro divisiones farisaicas existían en el tiempo de nuestro maestro. Esto
sin tomar en cuenta a los saduceos y a los esenios. En tiempos del Nuevo Testamento, regían
dos escuelas de pensamiento farisaico, la de Shamai y la de Hillel. Este último formó a
Gamaliel, quien más tarde educaría a nuestro amado apóstol. Shamai odiaba a los gentiles,
mientras que Hillel sentía un profundo amor por los no judíos.
Claro está, que ese espíritu anticristiano evidenciado por los líderes en Juan, identifica a los
fariseos shamaitas, quienes tiempo atrás vieron a su líder sentarse en la silla de Moisés y
dirigir los asuntos referentes al movimiento farisaico general.
Esto es un rasgo del trasfondo religioso de ese entonces. Por eso es muy precipitado, afirmar
que el evangelio juanino es antisemita, ya que los protagonistas normalmente en escena, son
los lideres del judaísmo que dominaba el ese momento histórico.
Por otra parte, me llama poderosamente la atención, que el autor mencione un antisemitismo
muy frecuente en los escritos de patristicos producidos por los aparentes rasgos de antijudíos
del evangelio de Juan. Y no solo ellos sino otros comentaristas después de ellos. El concilio
Vaticano II realizado en 1965, se rompió con esta interpretación: “Aunque las autoridades de
los judíos con sus seguidores reclamaron la muerte de Cristo, sin embargo, lo que en su pasión
1
Pearlman, Myer. A través de la Biblia (USA: Editorial Vida, 1980), Pag. 244.
2
Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.
se hizo no puede ser imputado, ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a
los judíos de hoy.”
Este hecho impele a realizar una contralectura con relación a otras tradiciones interpretativas.
Por esto mismo, algunos proponen acompañar los pasajes donde el término “judío” es negativo
con una nota explicativa o marcas visuales, como la cursiva, para alertar al lector. Otros incluso
pretenden sustituir el término “judío” por otras expresiones: “los judíos de Jerusalém”, “las
autoridades judías”, etc.
En conclusión, el autor presenta dos orientaciones que podrían se útiles para lectura de Juan y su
visión de los “judíos”. En primer lugar, pienso que es importante conceder todo su lugar a la
lectura histórica. Es necesario para evitar un acercamiento “fundamentalista” a los textos, que
tomaría como “palabra de evangelio” todo lo que se dice en el relato. Para un creyente, la Biblia
es Palabra de Dios, pero también supone una parte humana y hay que estar atento para situarla
en la historia, para evitar propagar interpretaciones “religiosas” antijudías hirientes para la
comunidad judía actual.
En segundo lugar, aunque el acercamiento histórico sea tomado en consideración, hay que ir
más allá. Es necesario enfatizar en los textos del Concilio Vaticano II mencionados antes y
conceder su lugar al comentario explicativo. Ya no estamos en la época violenta de los
conflictos entre judíos y judeo-cristianos, cuyos textos han conservado cicatrices.
Ante todo, Juan es su libro presenta a Jesús en la vida de cada cual invitándolo a “renacer”. El
evangelio en su dinamismo narrativo y su clave de lectura, invita al lector a reconocer en Jesús
al enviado del padre, a oír la voz del Hijo para creer y tener vida eterna. Cualquier otra
orientación si supone odio contra los judíos, sería una violencia acuñada como pretexto del
evangelio.

CONCLUSIÓN:
Jesús dijo: “La salvación viene de los judíos” (Juan 4:22), palabras dichas a la mujer de
Samaria, señalando a los judíos como los auténticos depositarios de la revelación, de quien
provienen la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de
quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino el Mesías, el cual es Dios sobre
todas las cosas (Rom 9:4-5).
En la historia de la interpretación, el primer texto fue arrancado por muchos comentaristas desde
la época patrística hasta el imperio nazi por ser considerado una interpolación incongruente con
el evangelio de Juan. No obstante, la revelación escritural y el patente florecimiento de Israel
como nación desde 1948, indubitablemente afirman que los hebreos siguen siendo por siempre
el primer portador del designio salvífico de Dios, sobre todo por su dimensión apocalíptica,
hacia un porvenir que los cristianos aguardan con ellos.

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