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Para poder hablar de comprensión, Heidegger primero se preocupa por la cuestión filosófica del ser
y la comprensión de este, afirmando de manera radical que, la pregunta por el ser debe plantearse
a partir de quién es el que la formula. A este que pregunta por el ser, el filósofo le da el término de
Dasein, este Dasein, en la función hermenéutica lo que quiere es comprenderse a sí mismo, en la
medida que este representa la relación con el mundo.
Partiendo de esto, Heidegger continúa discutiendo acerca del planteamiento adecuado de las
preguntas filosóficas, considerando cuáles son las posibilidades de ser de las que se ocupa y
preocupa la existencia humana y que, según él, tienen una doble determinación. En primer lugar,
las que nos condicionan: lugar de nacimiento, género, condiciones sociales, etc. En segundo lugar,
aquellas que tenemos libertad de elegir, que según De la Maza “están disponibles o abiertas a la
proyección que hagamos de nuestra existencia.” (2005, p. 128), las cuales adquieren significado a la
hora de comprender el Dasein. Es decir, cuando el Dasein se pregunta por el ser, entiende que
dependiendo del modo como él mismo proyecta su existencia, puede comprender la relación, el
significado y función de las cosas entre sí. Podría decirse que, en Heidegger, ser es comprender,
pero no en el sentido de la propia existencia sino en el proyectarla, a través de esas determinaciones
que tenemos libertad de elegir puesto que estas determinan en vista de qué hacemos uso de las
cosas.
A partir de todo lo anterior se puede decir lo siguiente “Si la interpretación de mueve dentro de lo
ya comprendido y se nutre de ello, entonces se mueve en un círculo. Pero no se trata de un círculo
vicioso, sino de un círculo hermenéutico.” (De la Maza, 2005, 128). Lo que quiere dar a entender el
filósofo, es que estos saberes previos no se deben eliminar, sino que más bien, la función de la
interpretación en este caso consiste en resguardarse de prejuicios, juicios precipitados y acciones
previas, o más bien, tradiciones, con el fin de que no se “desvíe” la atención de la cosa, del horizonte,
del proyecto. Para esto, el Dasein requiere hacer un reconcimiento de lo previo, cuidándose de
arbitrariedades “(…) que examine tales opiniones en cuanto a su legitimación, esto es, en cuanto a
su origen y validez” (Gadamer, 2003, pps. 333-334), es decir, la veracidad de las mismas.
Es aquí donde entra a colación la posición de Gadamer en cuanto al círculo de comprensión. Puesto
que afirma que quien interpreta no se debe apartar de los prejuicios, sino que para lograr la
comprensión los pone a prueba para constatar el origen y validez, para lograrlo se vale del texto y
lo pone en contraste con lo previo. Es decir, se hace apertura a la opinión del otro y se relaciona con
la opinión propia sin olvidar la cosa misma, quien quiere comprender se dispone a hacer apertura
de su realidad y de la realidad del otro (texto). En palabras de Gadamer “El que quiere comprender
un texto tiene que estar en principio dispuesto a dejarse decir algo por el” (2003, p. 335).
En cuanto a horizonte puedo decir que se trata de la apertura hacia la realidad del otro, no tratando
de comprenderlo sino el comprender las posibilidades que caracterizaron la cosa misma, y lo que
determinó qué quería comprender. Es decir, su contexto, su realidad histórica. Y si hablamos de
fusión de horizontes, se refiere a reactualizar el sentido de la obra cuando ya se ha desplazado quien
busca comprender hacia el horizonte del otro, entonces esta reactualización conllevaría a una
reinterpretación y por consiguiente a proseguir con en comprender las partes y el todo.
Bibliografía
GADAMER, H.G. El círculo hermenéutico y el problema de los prejuicios. En: Verdad y Método.
Tomo I. Salamanca: Sígueme, 1977, ps. 331-377