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LA BATALLA DE LEPANTO/ EL ROSARIO Y LA

HISTORIA DEL ROSARIO/ ROSARIO BIBLICO


MEDITADO
(Encuentra.com)

La Batalla de Lepanto y el Rosario


3 octubre 2017
Sección: Octubre, m es del Rosario

“Ni las tropas, ni las armas, ni los comandantes, sino la Virgen María del
Rosario es la que nos dio la victoria”

El 7 de Octubre de 1571 se frenó el avance musulmán.

Antecedentes

En 1566 es elegido como Pontífice Pío V, el cual tenía el deseo de conclamar a la


Cristiandad para un doble combate; contra el protestantismo y contra el
adversario otomano, a lo que invitó a los príncipes católicos a concretar una
alianza contra el Sultán. En esa época Pío V escribió una carta al Gran Maestre
de la Orden de San Juan de Jerusalén, -la cual era conocida por los infieles
como los Escorpiones del Mediterráneo- quien tenía la intención de abandonar
la isla de Malta previendo la inminente victoria de los otomanos, para que no
abandonase su puesto le escribió: “Dejad de lado la idea de abandonar la isla.
Vuestra simple presencia en Malta inflamará de coraje a los cristianos e
impondrá respeto al otomano, por el terror que le tienen al nombre que los
fulminó el año pasado. Sabed que él teme vuestra persona más que a todos los
soldados reunidos”.

La Valette, el Gran Maestre, leyó la carta del Papa delante del Consejo de la
Orden, la besó respetuosamente, luego besó la tierra de la isla y exclamó. “La
voz de vuestro vicario, oh Jesús, indica mi deber. Nos quedaremos aquí, y aquí
moriremos”. Hacia fines de 1566 Pío V dirige a las naciones católicas un nuevo
llamado de alerta haciendo una invitación para unirse en una Liga en defensa de
la Cristiandad. Nadie quiere escucharlo, pues están todos ocupados con sus
problemas internos.

Pasaron tres años y en 1569 llega a Constantinopla la noticia de que el arsenal


veneciano fue destruido por el fuego, y además, debido a una mala cosecha toda
la península itálica estaba amenazada por el hambre. En ese momento Selim II
rompe la tregua y envía un ultimátum: o Venecia entregaba una de sus
posesiones preferidas como lo era Chipre o era la guerra. Venecia pide auxilio
pero no quiere tener alianza con España, apenas la mediación papal junto a los
demás Estados para conseguir dinero, tropas y víveres. España tampoco quiere
una Liga pues Venecia hizo varias veces alianzas con los turcos. Pío V interviene
y exhorta a España a mandar una armada poderosa para proteger Malta y
garantizar la ruta que llevaría auxilio a la isla de Chipre. La liga entre España y
Venecia debería tener un carácter defensivo y ofensivo, mediante un tratado que
los ligaría por un tiempo determinado.

Felipe II acepta y envía a sus embajadores, ante lo cual Su Santidad nombra a


Marco Antonio Colonna, conocido de Felipe II y Venecia, como jefe de la
armada auxiliar pontificia.

Seis meses perdidos en negociaciones

Bajo el mando y mediación del Soberano Pontífice comienzan las negociaciones.


Con un discurso inflamado el Papa convoca a todos para una nueva cruzada.
Lamentablemente los intereses de ambas partes inciden en la demora de los
acuerdos.

Los españoles desconfían de las intenciones de los venecianos. A su vez los


venecianos dicen que les es imposible contribuir con más de un cuarto de los
gastos de la guerra, cuando todos sabían de la riqueza del tesoro veneciano…

Pío V interviene en las discusiones con heroica paciencia y cordura. El mismo


sugiere el nombre de Don Juan de Austria como generalísimo de los ejércitos
cristianos, joven de 24 años, hermano bastardo de Felipe II, de maneras
profundamente aristocráticas que a todos impresiona. Mientras duran las
negociaciones una peste ataca la escuadra veneciana y los turcos atacan la isla
de Chipre la cual es conquistada luego de 48 días de heroica resistencia. La
pérdida de Chipre crea un verdadero desánimo en toda la Cristiandad, llegando
incluso a pensar en atacar por separados el peligro turco. Pío V interviene y dice
que la culpa la tienen los príncipes católicos, los cuales deberían de arrepentirse
de su actitud antes que fuera tarde, y que sólo expiarían sus culpas si resuelven a
fin de cuentas, unirse en defensa de la causa d1e la Cristiandad.

El nuncio papal Fachinetti que se encuentra en Venecia en febrero de 1571


anuncia que si no se forma la Liga, existía el peligro de que Venecia pidiera la
paz, cediendo Chipre, y deshaciendo la posibilidad de actuar contra los
otomanos.

En marzo del mismo año y con apenas dos días de diferencia llegaron las
respuestas afirmativas del Rey de España y del Dux de Venecia. Superados los
pequeños obstáculos se forma la Liga que debía ser estable, tener un carácter
defensivo y ofensivo y actuaría no sólo contra el sultán, sino también contra sus
estados tributarios, Argel, Túnez y Trípoli.

La Liga contaría con 200 galeras, 100 transportes, 50 mil infantes españoles,
italianos y alemanes, 4.500 de caballería ligera, y el número de cañones
necesarios. El Papa se haría cargo con 1/6 de los gastos, España con 3/6, y
Venecia con el resto.

Preparativos para la Batalla

Su Santidad envía a la Liga un estandarte de damasco de seda azul con la


imagen del Crucificado, teniendo a Sus pies las armas del Papa, de España, de
Venecia y de Don Juan de Austria, a quien el Papa le había dicho que él iba a
luchar por la Fé católica y por eso Dios le daría la victoria.

Don Juan de Austria recibió el estandarte de las manos del Cardenal Granvela,
en la Iglesia de Santa Clara con la presencia de muchos nobles, entre los cuales
se destacan los Príncipes de Parma y Urbino. “¡Toma dichoso Príncipe, le dice el
Cardenal, la insignia del Verbo Humanado; ten la viva señal de la santa Fé, de la
cual eres defensor en esta empresa. El te dará una victoria gloriosa sobre el
enemigo impío, y por tu mano será abatida la soberbia. Amén!”.

Preocupado con las noticias del avance turco, el Papa Pío V mandó una carta a
Don Juan exhortándolo a zarpar hacia Mesina, actuando inmediatamente Don
Juan el cual fue recibido con muestras de júbilo a su llegada. Tres semanas
llevaba Don Juan deliberando junto a sus oficiales estudiando la forma de
actuar, unos querían apenas la defensa otros atacar, Don Juan dudaba. El
Nuncio Odescalchi que había llegado a Mesina a distribuir pedacitos del Santo
Leño para que cada nave tuviera el suyo, comunicó al Príncipe que el Pontífice le
prometía en nombre de Dios la victoria por encima de todos los cálculos
humanos y mandaba decirle que si la escuadra fuera derrotada “iría el mismo a
la guerra con sus blancos cabellos para vergüenza de los jóvenes indolentes”.
Alentado por Su Santidad, Don Juan toma medidas rápidamente, no escaparon
las mismas que desde el punto de vista moral el Príncipe tomó para preservar el
carácter sacral de la expedición a saber: 1) prohibió la presencia de mujeres a
bordo, 2) dictó la pena de muerte por blasfemias 3) mientras esperaba el regreso
de una patrulla de reconocimiento, todos ayunaron 3 días y ninguno de los
81.000 marinos y soldados dejó de confesarse y comulgar, haciendo lo mismo
los galeotes.

En dirección a la Batalla

Durante los días 16 y 17 de septiembre la flota zarpa del puerto de Mesina. El


espectáculo es deslumbrante. Las naves zarpan de a dos, estando coronadas con
banderas de color que las distinguía por la disposición que iban a tener en la
batalla. Al frente tremulantes las banderas verde de Andrea Doria, comandante
de los españoles. De inmediato venía el centro, con las banderas azules y con el
gonfalón de Nuestra Señora de Guadalupe sobre La Real, la nave capitana de
Don Juan de Austria. Los estandartes del Papa y de la Liga quedaron a cubierto
hasta el momento del combate. A la derecha del centro venía Marco Antonio
Colonna en la nave capitana del Papa, a la izquierda el veneciano Sebastián
Veniero gran conocedor de las luchas en el mar, con sus 70 vigorosos años se
encontraba parado altivamente en la proa de su nave. La división de Venecia
comandada por el noble Barbarigo los seguía atrás con banderas amarillas; las
banderas blancas de Don Alvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, cerraba
aquel imponente cortejo naval. El Nuncio Papal bendecía a cada barco que
pasaba con sus cruzados piadosamente arrodillados.

La flota enemiga es localizada en Lepanto, un puerto situado al sur del estrecho


de igual nombre que une el Golfo de Patras con el de Corinto. El 6 de octubre el
cielo se muestra gris y con neblina, el viento detiene a los católicos y empuja a
los otomanos hacia fuera del estrecho de Lepanto facilitando el combate.

El domingo 7 de octubre a las 2 de la madrugada, un viento fresco venido del


poniente limpia el cielo prometiendo un día de sol; antes del amanecer las naves
católicas levan anclas y se adentran en el estrecho de Lepanto, de inmediato izan
la bandera que señaliza la presencia del enemigo. Truena un cañón que ordena
formarse para la batalla, en ese momento es izado el estandarte de la Liga en el
palo mayor de la nave capitana. En ese momento Don Juan de Austria exclamó.
“Aquí venceremos o moriremos”.

Formación para el combate

La flota católica buscó extenderse lo más que podía, desde el litoral hasta alta
mar. Don Juan comanda el centro, ladeado por Colonna y Veniero; el catalán
Requeséns venía un poco más atrás. La escuadra española de Andrea Doria, con
60 naves, forma el ala derecha en dirección hacia alta mar. Las 35 naves del
Marqués de Santa Cruz aguarda órdenes en retaguardia para su eventual
intervención.

Alí-Pachá el almirante otomano, también dispone su flota para el combate. El


Generalísimo turco parece querer embestir por el centro y al mismo tiempo
envolver a los cristianos aprovechándose de su superioridad numérica de 286
naves contra 208. El viento soplaba desde el este favorable a los infieles,
mientras que los católicos a fuerza de remar se acercaban al enemigo. Cuando
las escuadras estuvieron a la vista, el viento amainó.
En la escuadra católica Andrea Doria quiere proponer un consejo de guerra y
discutir si convenía o no dar combate a un enemigo numéricamente superior a
lo que Don Juan de Austria le contestó “No es la hora de hablar, sino de luchar”,
por lo tanto Andrea Doria aconseja que se corten los enormes espolones de las
galeras católicas, consejo que es aceptado de inmediato.

El comandante supremo Don Juan de Austria pasa revista a todas las naves
llevando en la mano un crucifijo y conclamando con ardor para la lucha
inminente. “Este es el día en que la Cristiandad debe mostrar su poder, para
aniquilar esta secta maldita y obtener una victoria sin precedentes… Es por
voluntad de Dios que estáis aquí, para castigar el furor y la maldad de esos
perros bárbaros, todos cuiden de cumplir con su deber. Poned vuestra
esperanza únicamente en el Dios de los ejércitos, que reina y gobierna el
universo”. A otros decía: “Recordad que vais a combatir por la Fé; ningún débil
ganará el Cielo”.

En la armada católica Don Juan de Austria en la Real, se arrodilla y reza, todos


sus hombres hacen lo mismo. En medio de un silencio grandioso, los religiosos
dan la última bendición y absolución general a los que iban a exponerse a morir
por la Fé.

El enemigo a su vez cortaba el silencio con el ruido de sus cornetas, blasfemias,


burlas e imprecaciones y decían. “Esos cristianos vinieron como un rebaño de
ovejas para que los degollemos”. La orden de Alí-Pachá era la de no hacer
prisioneros.

La Batalla

Alí-Pachá da un tiro de cañón para llamar a los cristianos a la lucha. Don Juan
acepta el desafío respondiendo con otro cañonazo. En ese momento el viento
cambia inesperadamente favoreciendo a los cristianos.

El primer cañonazo que parte hacia los infieles hunde una galera y al grito de
“victoria, victoria, viva Cristo” los cruzados se lanzan con toda energía a la
batalla.

Los turcos buscan dar mayor amplitud a su desplazamiento, para envolver uno
de los flancos del adversario. Doria trata de impedir la maniobra, pero se aleja
demasiado de la zona que le había sido asignada, abriendo una peligrosa brecha
entre el ala de su comando y el centro de la escuadra.

El apóstata italiano Uluch Alí entra por el espacio vacío dejado por Doria. Con
sus mejores naves se lanza al combate hacia el centro de los cristianos, y con
algunas galeras pesadas mantiene a Doria apartado. En esta maniobra las tropas
de Doria son casi aniquiladas, y la reserva del Marqués de Santa Cruz no puede
socorrerlo, pues estaba empeñado en auxiliar a los venecianos del ala izquierda
junto al litoral. Alí-Pachá conociendo por los santos estandartes la galera de
Don Juan, embiste por la proa a la Real, y lanzó sobre ella una horda de
Jenízaros escogidos. En ese momento el consejo dado por Doria probó su
eficacia; desembarazada del peso que representaba el espolón, la artillería de la
nave católica, diezmó la tripulación de la Sultana, la nave de Alí Pachá, en
socorro de ésta llegan 7 galeras turcas, las cuales lanzaron más Jenízaros a la
lucha sobre el puente ensangrentado de la capitana de Don Juan.

Por dos veces la horda turca penetró hasta el mástil principal de la Real, pero los
bravos veteranos españoles los obligaron a retroceder. Don Juan contaba con
apenas dos barcos de reserva, su tropa había sufrido muchas bajas y él mismo
fue herido en un pie. La situación se iba volviendo cada vez más peligrosa,
cuando el Marqués de Santa Cruz, después de liberar a los venecianos, vino en
socorro de Don Juan, y éste pudo rechazar a los Jenízaros.

Uno tras otro cayeron, Juan de Córdoba, Fabio Graziani, Juan Ponce de León, el
viejo Veniero lucha espada en mano, al frente de sus soldados. El general
veneciano Barbarigo cae herido por una flecha que le alcanza un ojo, cuando por
dar órdenes a sus hombres apartó el escudo que lo protegía. “Es un riesgo
menor a que no me entiendan los hombres en una hora de estas”, respondió
Barbarigo a alguien que le advirtió del peligro.

El momento era crítico. Y aún dejaba muchas dudas en cuanto al desenlace de la


batalla, cuando Alí-Pachá defendiendo la Sultana de otra embestida cristiana
cayó muerto de un tiro de arcabuz español (otra versión indica que se suicidó).
Eran las 4 horas de la tarde. El cuerpo del generalísimo de los infieles es
arrastrado hacia los pies de Don Juan, un soldado español le corta la cabeza.
Esta, por orden de Don Juan es ensartada en la punta de una lanza para que
todos la vieran. Un clamor de alegría victoriosa surgió de la nave capitana. Los
turcos estaban derrotados y el pánico se apoderó rápidamente entre sus huestes
a partir del momento en que el estandarte de Cristo comenzó a flamear en la
Sultana.

El veneciano Girolamo Diedo cuenta que “una gran parte de los esclavos
cristianos que se encontraba en los navíos enemigos se enteraron que los turcos
estaban perdidos. A pesar de los guardias estos infelices multiplicaron sus
esfuerzos buscando liberarse y favorecer la victoria de los nuestros. En poco
tiempo se los encontraba combatiendo por todos lados donde hay lucha, con un
coraje sin igual. Su ardor es aumentado por los gritos que resuenan en todos
lados: ¡La victoria es nuestra!”. En los navíos de la Liga, los galeotes que habían
sido armados con espadas, abandonaban los remos cuando había abordajes y
luchaban valientemente contra los turcos.

Las pérdidas de los infieles fue enorme de 30 a 40 mil muertos, de 8 a 10 mil


prisioneros, 120 galeras apresadas y 50 hundidas o incendiadas, numerosas
banderas y gran parte de la artillería en poder de los vencedores. Doce mil
cristianos que estaban esclavizados alcanzaron la libertad.

El resto de la escuadra enemiga se bate en retirada y se dispersa, mientras las


trompetas católicas proclaman a los cuatro vientos la victoria de la Santa Liga en
la mayor batalla naval que la historia jamás registrara. Se supo después que en
el fragor de la batalla, los soldados de Mahoma avistaron por encima de los
mástiles mayores de la escuadra católica una señora que los aterraba con su
aspecto majestuoso y amenazador.

Noticias de victoria llegan a Roma

Entretanto en Roma el Papa aguardaba las noticias, ayunando y redoblando sus


oraciones por la victoria. El mismo Papa insta para que Cardenales, Monjes y
fieles hagan lo mismo confiando Su Santidad en la eficacia del Santo Rosario. El
día 7 de octubre él trabajaba con su tesorero Donato Cesi el cual exponía los
problemas financieros. De repente, se apartó de su interlocutor, abrió una
ventana y entró en éxtasis, se volvió hacia su tesorero y le dijo: “Id con Dios.
Ahora no es hora de negocios, sino de dar gracias a Jesucristo pues nuestra
escuadra acaba de vencer” y se dirigió a su capilla.

En la noche del 21 para el 22 de octubre el Cardenal Rusticucci despierta al Papa


para confirmarle la visión que él había tenido. En un llanto varonil San Pío V
repitió las palabras del viejo Simeón: “Nunc dimitis servum tuum, Domine, in
pace” “Ahora Señor ya puedes dejar ir a tu siervo en paz” (Luc.2,29). En la
mañana siguiente es proclamada la feliz noticia en San Pedro luego de una
procesión y un solemne Te Deum.

De allí en más, el día 7 de octubre quedó consagrado a nuestra Señora de las


Victorias y más tarde al Santo Rosario, en las Letanías Lauretanas se agregó por
vox populi la invocación “Auxilium Christianorum” . Capillas con la invocación
de Nuestra Señora de las Victorias comienzan a surgir en España e Italia. El
senado veneciano coloca debajo del cuadro que representa la batalla la siguiente
frase: “Non virtus, non arma, non duces, sed Maria Rosarii Victores nos fecit”;
“Ni las tropas, ni las armas, ni los comandantes, sino la Virgen María del
Rosario es la que nos dio la victoria” . Génova y otras ciudades mandaron pintar
en sus puertas la imagen de la Virgen del Rosario.
La historia es testigo de que la lenta decadencia del poderío naval de los
otomanos comenzó con la jornada de Lepanto

Historia del Rosario


3 octubre 2 017
Sección: Octubre, m es del Rosario

Pío XI (1937) dice que "el Rosario ocupa el primer puesto entre las devociones
en honor de la Virgen y que sirve para progresar en la fe, la esperanza y la
caridad".

El "Dios te salve María" ya se encontraba en el Misal Romano desde el año 650,


como oración o antífona en la Misa del Cuarto Domingo de Adviento.

Desde el año 1100 al 1200 ya el rezo del "Dios te salve María" es muy frecuente
en varios países y muchas personas que no pueden rezar los 150 salmos (o sea,
el Salterio) tratan de reemplazarlos diciendo 150 veces esta oración mariana.

Ya en el año 1483 se ha extendido por muchos países la costumbre de añadir el


"Santa María Madre de Dios", al "Dios te Salve María". Pero todavía no era
costumbre general en ese tiempo rezar el Avemaría completa.

En el año 1569 el Papa Pío V prescribe y recomienda a todo el mundo el Rosario


tal cual como se reza hoy: con sus Padrenuestros, Avemarías y Gloria.

Aunque Santo Domingo no es el inventor del Rosario, y aunque en tiempo de


este santo todavía no se rezaba el Rosario completo como se reza ahora, lo cierto
es que él y sus misioneros recomendaron mucho a las personas el repetirle
frecuentemente a la Sma. Virgen el "Dios te salve María", y el pensar en los
Misterios de la Vida, Pasión y Resurrección de Nuestro Señor.

En el año 1569, el Papa Pío V con una carta o Encíclica dirigida a todos los
cristianos del mundo recomienda rezar el Rosario de la manera como se reza
ahora. Con esto quedaba consagrada esta devoción como algo muy propio de los
buenos católicos.

Desde que el Papa Pío V recomienda a todo el mundo el rezo del Santo Rosario,
recordando que con esta oración se han obtenido grandes triunfos en la guerra
contra los infieles, y que esta devoción ha demostrado tener gran eficacia para
detener las herejías y conseguir conversiones, y que toda persona fervorosa lo
debe rezar frecuentemente, la costumbre de rezar el Rosario se vuelve
popularísima en todas las naciones y su popularidad va aumentando año por
año. Diez Pontífices lo siguen recomendando, y muchísimos santos lo difunden
por todas partes.

Desde 1878 hasta 1903 el Papa León Trece, gran sabio, se dedica a propagar más
y más la devoción al Santo Rosario. Este Pontífice llamado "El Papa del Rosario"
dedica 12 Encíclicas y 22 documentos menores a recomendar a los fieles el
devoto rezo del Rosario. Y lo lama: "La más agradable de las oraciones",
"Resumen del culto que se le debe tributar a la Virgen", "Una manera fácil de
hacer recordare a las almas sencillas los Dogmas principales de la fe cristiana",
"Un modo eficaz de curar el demasiado apego a lo terrenal, y "Un remedio para
acostumbrarse a pensar en lo eterno que nos espera".

Pío XI (1937) dice que "el Rosario ocupa el primer puesto entre las devociones
en honor de la Virgen y que sirve para progresar en la fe, la esperanza y la
caridad".

En 1978 el Papa Juan Pablo II sorprendió al mundo, poco después de ser elegido
Pontífice, con esta frase en la Plaza de San Pedro: "Mi oración preferida es el
Rosario" (29 de octubre) y luego en muchísimas ocasiones fue recomendando
esta hermosa práctica de piedad. Suyas son las siguientes exclamaciones: "El
Rosario es una escalera para subir al cielo"(29 de octubre 1979) "El Rosario nos
proporciona dos alas para elevarnos en la vida espiritual: la oración mental y la
oración vocal" (29 de abril 1979). "Es la oración más sencilla a la Virgen, pero la
más llena de contenidos bíblicos"(21 de octubre 1979). Cuando fue en
peregrinación al santuario de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya, Juan
Pablo II hizo allá un bellísimo sermón acerca del Rosario. En el dijo: "El Rosario
es nuestra oración predilecta. Cuando la rezamos, está la Sma. Virgen rezando
con nosotros. En el rosario hacemos lo que hacía María, meditamos en nuestro
corazón los misterios de Cristo" (Lc. 2, 19).
Rosario Bíblico Meditado
3 octubre 2 017
Sección: Octubre, m es del Rosario

En este método, además de leer el texto Bíblico, cada misterio es acompañado


de una breve reflexión que nos ayuda a interiorizar mejor el rezo del Santo
Rosario.

El Rosario Bíblico también es una colección de pasajes de la Biblia que


acompaña a cada uno de los misterios, pero en este caso, se incluye un
comentario para meditar aún más profundamente el pasaje de la Escritura que
se leyó. . En este modo de rezar el Rosario, al anunciar cada Misterio, se lee el
pasaje de la Biblia alusivo así como la meditación; durante el tiempo que se
quiera se reflexiona en lo leído, y entonces se prosigue con el Padre Nuestro y
las Ave María. Se concluye con las oraciones finales y la letanía.

Misterios: Gozosos (Lun, Jue) Dolorosos (Mar, Vie) Goloriosos (Mie, Sab, Dom)

MISTERIOS GOZOSOS

Primer Misterio

LA ANUNCIACIÓN DEL ANGEL A MARÍA SANTÍSIMA

Evangelio según San Lucas (Lc 1,26-38).

«Al cabo de seis meses, Dios envió al ángel Gabriel donde una joven virgen, que
vivía en una ciudad de Galilea llamada Nazaret, y que era prometida de José, de
la familia de David. Y el nombre de la virgen era María.

«Entró el ángel a su casa y le dijo: “Alégrate tú, la amada y favorecida; el Señor


está contigo”. Estas palabras la impresionaron muchísimo y se preguntaba que
querría decir este saludo.

«Pero el ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado el favor de
Dios. Vas a quedar embarazada y darás a luz a un hijo, al que pondrás el nombre
de Jesús. Será grande, y con razón lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios le dará el
trono de David, su antepasado. Gobernará por siempre el pueblo de Jacob y su
reinado no terminará jamás”. (…)
Contestó el ángel: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo
te cubrirá con su sombra; por eso tu hijo será santo y con razón lo llamarán Hijo
de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel: en su vejez ha quedado esperando un
hijo, y la que no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del
embarazo; por que para Dios nada es imposible”.

Dijo María: “Yo soy la servidora del Señor; hágase en mí lo que has dicho”.
Después de estas palabras, el ángel se retiró».

— Palabra del Señor.

— Gloria a ti, Señor.

(Textos complementarios: Jn 1,16-18; Gén 3,14-15; Is 7,4-15;40,1-11).

Comentario al Primer Misterio Gozoso

María santísima es la más grande de las criaturas, porque fue elegida por Dios
para ser la Madre de Jesús.

La divina maternidad de María es grande porque aceptó con plena libertad esta
enorme responsabilidad.

En efecto, en los planes de Dios no existe grandeza sin compromiso y


responsabilidad.

Ojalá que cada uno de nosotros trate de imitar a María, logrando esta misma
actitud de servicio y completa aceptación de la voluntad de Dios. Que nadie
diga: «Esto es un compromiso muy grande. No puedo aceptarlo». En realidad,
no hay salvación sin compromiso.

Si queremos hacer algo por la gloria de Dios y la salvación de nuestros


hermanos, tenemos que estar dispuestos a aceptar cada día los planes de Dios
según se nos vayan presentando, sin miedos y temores injustificados.

En realidad, nada es imposible para el que confía en el poder de Dios.

Segundo Misterio Gozoso

LA VISITA DE MARIA SANTISIMA A SANTA ISABEL

Evangelio según San Lucas (Lc 1,39-56).

«Por esos días, María partió apresuradamente a una ciudad ubicada en los
cerros de Judá. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
«Al oír su saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu
Santo y exclamó en alta voz: “Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es
el fruto de tu vientre”.

«¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mis Señor? Apenas llegó tu


saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas. “¡Dichosa por haber
creído que de cualquier manera se cumplirán las promesas del Señor!”

«María dijo entonces:

“Celebra todo mi ser

la grandeza del Señor

y mi espíritu se alegra

en el Dios que me salva:

porque quiso mirar la condición

humilde de su esclava,

en adelante, pues todos los hombres

dirán que soy feliz.

En verdad el Todopoderoso

hizo grandes cosas por mi;

reconozcan que Santo es su nombre,

que sus favores alcanzan

a todos los que le temen

y prosiguen a sus hijos.

Su brazo llevó a cabo hechos heroicos,

arruinó a los soberbios

con sus maquinaciones.

Sacó a los poderosos de sus tronos


y puso en su lugar a los humildes;

repletó a los hambrientos

de todo lo que es bueno

y despidió vacíos a los ricos;

de la mano tomó a Israel, su siervo

demostrándole así su misericordia.

Esta fue la promesa,

que ofreció a nuestros padres

y que reservaba a Abraham

y a sus descendientes para siempre”.

María se quedó cerca de tres meses con Isabel, y después volvió a su casa».

— Palabra del Señor.

— Gloria a ti, Señor.

(Textos complementarios: Cant 2,8-14; Mt 11,2-10; Is 11,1-10).

Comentario al Segundo Misterio Gozoso

María, una vez que concibió a Jesús por obra del Espíritu Santo, sintió un gran
deseo de llevarlo a otros. De inmediato fue a visitar a su prima Isabel. La sola
presencia de Jesús en el seno de María, purificó y santificó a Juan el Bautista,
antes de que naciera.

Así Jesús, por mediación de maría, pudo empezar a realizar su misión


salvadora. «Dichosa por haber creído» (Lc 1,45), dijo santa Isabel a María. La fe
en el poder de Dios, que siempre cumple sus promesas, es la base para una vida
auténticamente cristiana.

Si tuviéramos la misma fe de María en los planes de Dios, ¡cuán distinta sería


nuestra vida espiritual!

En efecto, la Biblia está llena de promesas para el que cree. Si todavía nos
quedamos pobres en el campo espiritual, es porque nos falta fe.
Pidamos a la Virgen María una grande fe en las promesas de Dios y en sus
planes de Amor.

Tercer Misterio Gozoso

EL NACIMIENTO DE JESÚS EN EL PORTAL DE BELÉN

Evangelio según San Lucas (Lc 2,1 -20).

«En esos días, el emperador dictó una ley que ordenaba hacer un censo en todo
el imperio. Ese primer censo se hizo cuando Quirino era gobernador de Siria.
Todos iban a inscribirse a sus respectivas ciudades.

«También José, como era descendiente de David, salió de la ciudad de Nazaret


de Galilea y subió a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, para inscribirse
con María, que estaba embarazada.

«Cuando estaban en Belén, le llegó el día en que debía tener a su hijo.

«Y dio a luz a su primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en una


pesebrera, porque no habían hallado lugar en la posada.

«En la región había pastores que vivían en el campo y que por la noche se
turnaban para cuidar sus rebaños. El ángel del Señor se les apareció, y los rodeó
de claridad la gloria del Señor, y todo esto les produjo un miedo enorme.

«Pero el ángel les dijo: “No teman, porque yo vengo a comunicarles una buena
nueva que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo.

«Hoy nació para ustedes en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo Señor.
En esto lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y
acostado en una pesebrera”.

«De pronto aparecieron otros ángeles y todos alababan a Dios, diciendo: “Gloria
a Dios en lo más alto del cielo, y en la tierra, gracia y paz a los hombres”.

«Después que los ángeles volvieron al cielo, los pastores comenzaron a decirse
unos a otros: “Vamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y que el
Señor nos dio a conocer”.

«Fueron apresuradamente y hallaron a María, a José y al recién nacido acostado


en la pesebrera. Entonces contaron lo que los ángeles les habían dicho de este
niño y todos se maravillaron de lo que decían los pastores. María por su parte,
observaba cuidadosamente todos estos acontecimientos y los guardaba en su
corazón.

«Después los pastores se fueron glorificando y alabando a Dios, porque todo lo


que habían visto y oído era tal como se lo habían anunciado».

— Palabra del Señor.

— Gloria a ti, Señor.

(Textos complementarios: Is 9,1-7; Ti 2, 1-15).

Comentario al Tercer Misterio Gozoso

Bendito seas, Virgen Madre, cuyo seno albergó a Aquel que no cabe en el cielo ni
en la tierra y que quiso alimentarse con tu sangre purísima.

Que tu nombre sea glorificado y tu maternal protección nos ampare siempre.


Enséñanos a ser humildes, a preferir siempre a los más pobres y a no
ambicionar nunca las grandezas de este mundo.

Que toda nuestra vida sea un himno a la gloria de Dios y un signo de esperanza
para los hombres de buena voluntad, los pobres y los necesitados.

Cuarto Misterio Gozoso

LA PRESENTACIÓN DE JESÚS AL TEMPLO

Evangelio según San Lucas (Lc 2,22-35).

«Asimismo, cuando llegó el día en que, de acuerdo a la Ley de Moisés, debían


cumplir el rito de la purificación de la madre, llevaron al niño a Jerusalén. Ahí lo
consagraron al Señor. Además ofrecieron el sacrificio que ordena la Ley: una
pareja de tórtolas o dos pichones. Había en Jerusalén un hombre llamado
Simeón, que era muy bueno y piadoso y el Espíritu Santo estaba en él. Esperaba
los tiempos en que Dios atendiera a Israel y sabía por una revelación del
Espíritu santo que no moriría antes de haber visto al Cristo del Señor.

«Vino, pues, al Templo, inspirado por el Espíritu, cuando sus padres traían al
niñito Jesús para cumplir con él los mandatos de la Ley. Simeón lo tomó en
brazos, y bendijo a Dios con estas palabras:

“Señor, ahora ya puedes dejar

que tu siervo muera en paz,


como lo has dicho.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador,

que tu preparaste

para presentarlo a todas las naciones.

Luz para alumbrar a todos los pueblos,

y gloria de tu pueblo, Israel”.

Su padre y su madre estaban maravillados por todo lo que decía Simeón del
niño. Simeón los felicitó y después dijo a María, su madre: “Mira, este niño debe
ser causa tanto de caída como de resurrección para la gente de Israel. Será
puesto como una señal que muchos rechazarán ya ti misma una espada te
atravesará el alma. Pero en eso los hombres mostrarán claramente lo que
sienten en sus corazones».

— Palabra del Señor.

— Gloria a ti, Señor.

(Textos complementarios: Mal 3,4; Heb 10,1 -10).

Comentario al Cuarto Misterio Gozoso

Jesús, al entrar a este mundo, dijo al Padre celestial: «Tu no quisiste sacrificios,
ni ofrendas, sino que me formaste un cuerpo. Aquí vengo para cumplir tu
voluntad» (Heb 10,5.9).

Ahora Jesús viene a ratificar aquella ofrenda, que hizo en el primer instante de
su concepción virginal. Y todo esto lo hace por medio de María.

Que la Virgen María se digne presentarnos al Padre celestial como ofrenda


agradable, con nuestros sacrificios diarios, nuestras alegrías, nuestros trabajos y
nuestras angustias.

Nos enseñe a ser siempre fieles en el cumplimiento de nuestros deberes


religiosos, como lo fue ella que llevó a Jesús al templo para cumplir con la Ley
de Moisés.

Quinto Misterio Gozoso

JESÚS, PERDIDO Y HALLADO EN EL TEMPLO


Evangelio según San Lucas (Lc 2,41 -52).

«Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua
y, cuando cumplió doce años fue también con ellos para cumplir con este
precepto. Al terminar los días de la fiesta, mientras ellos regresaban, el niño
Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres lo notaran. Creyendo que se
hallaba en el grupo de los que partían, caminaron todo un día, y después se
pusieron a buscarlo entre todos sus parientes y conocidos. Pero, como no lo
hallaron, prosiguiendo su búsqueda, volvieron a Jerusalén.

«Después de tres días lo hallaron en el templo, sentado en medio de los


Maestros de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo
oían quedaban asombrados de su inteligencia y de sus respuestas. Al
encontrarlo, se emocionaron mucho y su madre le dijo: “Hijo, ¿por qué te has
portado así? Tu padre y yo te buscábamos muy preocupados”. Él les contestó:
“¿Y por qué me buscaban? ¿No saben que tengo que ocuparme en los asuntos de
mi Padre?”. Pero ellos no comprendieron lo que les decía. Volvió con ellos a
Nazaret, donde vivió obedeciéndoles. Su madre guardaba en su corazón todas
estas cosas.

Mientras tanto, Jesús crecía y se iba haciendo hombre hecho y derecho, tanto
para Dios como para los hombres».

— Palabra del Señor.

— Gloria a ti, Señor.

(Textos complementarios: Lc 19,41-46; Jn 7.14-18.25-29).

Comentario al Quinto Misterio Gozoso

María y José perdieron a Jesús y su corazón se llenó de un grande dolor. Lo


mismo tenemos que sentir nosotros al apartarnos de Jesús a causa del pecado.
Pidamos a la Virgen María y a San José que nos ayuden a buscar continuamente
a Jesús, mediante la oración, el estudio de la Biblia y la práctica de los
sacramentos.

MISTERIOS DOLOROSOS

Primer Misterio Doloroso

LA ORACIÓN DE JESÚS EN EL HUERTO

Evangelio según San Lucas (Lc 22,39-48).


«Entonces Jesús salió y se fue, como era su costumbre, al cerro de los Oliv os; y
lo siguieron también sus discípulos. Cuando llegaron al lugar, les dijo: “Oren
para no caer en la tentación”.

«Después se alejó de ellos como a la distancia que uno tira una piedra, y
doblando las rodillas, oraba diciendo: “Padre, si quieres aparta de mi esta
prueba. Sin embargo, que no se haga mi voluntad sino la tuya”.

«Entonces se le apareció un ángel del cielo que venía a animarlo, y empezó a


luchar contra la muerte. Oraba con más insistencia y su sudor se convirtió en
grandes gotas de sangre, que caían hasta el suelo.

Después de orar se levantó y fue hacia donde estaban los discípulos y los halló
durmiendo, vencidos por la tristeza. Les dijo: “¿Cómo pueden estar durmiendo?
Levántense y oren para que no los venza la prueba”.

«Estaba todavía hablando, cuando llegó un grupo numeroso de gentes. Judas,


uno de los Doce, iba a la cabeza, y se acercó a Jesús para darle un beso. Jesús le
dijo: “Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del Hombre?”».

— Palabra del Señor.

— Gloria a ti, Señor.

(Textos complementarios: Mt 26,36-46; Rom 5,12-21).

Comentario

Después de la última Cena, Jesús se dirigió al huerto de los Olivos y se puso en


oración. Delante de sus ojos desfilaron los pecados de toda la humanidad, desde
Adán hasta el último hombre que vivirá en este mundo. Su corazón no resistió
frente a tanto horror y tanta rebeldía en contra de Dios. Sus venas estallaron y
su cuerpo se cubrió de un sudor de sangre.

En este momento tan doloroso, lo que más lo hizo sufrir fue darse cuanta que
para muchos su sangre sería inútil, puesto que no iban a querer convertirse,
dejando el pecado.

«Padre mío —gimió Jesús—, si es posible aleja de mi este cáliz… ¡Pero que se
cumpla tu voluntad y no la mía!».
Señor Jesús, ten misericordia de nosotros. Todos hemos desfilado delante de ti
durante aquella tremenda agonía. Perdón, Señor, por la sangre preciosa que
derramaste en aquella hora tan triste.

Enséñanos a orar para no volver a caer en el pecado. Danos la fuerza para estar
siempre despiertos en los momentos más importantes de nuestra vida y de la
vida de la Iglesia y la sociedad. Que no nos dejemos vencer por el sueño,
dejando a tus enemigos campo libre para hacer el mal.

Señor Jesús, no permitas que el amor a las cosas materiales nos aleje de Ti,
como sucedió a Judas.

Que nunca lleguemos a traicionarte por ninguna razón.

Segundo Misterio Doloroso

LA FLAGELACIÓN DE JESÚS

Evangelio según San Marcos (Mc 15,6-15).

«En cada fiesta de Pascua, Pilato ponía en libertad al preso que la gente
quisiera. Uno, llamado Barrabás, había sido encarcelado con otros revoltosos
que en un motín habían asesinado a alguien. La gente, pues, subió y empezó a
pedir la libertad de algún preso, como era la costumbre.

«Pilato preguntó: “Quieren que ponga en libertad al rey de los judíos?” (porque
se daba cuenta que los jefes de los sacerdotes habían entregado a Jesús por
envidia). Pero ellos incitaron a la gente para que pidiera la libertad de Barrabás.
Pilato les dijo: “¿Qué hago con el que ustedes llaman rey de los judíos?”. La
gente gritó de nuevo: “¡Crucifícalo!”

Pilato contestó: “¿Qué mal ha hecho?”. Pero los gritos fueron cada vez más
fuertes: “¡Crucifícalo!”

Pilato quería dejar contenta a la gente. Por eso dejó libre a Barrabás; y, después
de haber hecho azotar a Jesús, lo entregó para que fuera crucificado».

— Palabra del Señor.

— Gloria a ti, Señor.

(Textos complementarios: Mt 27, 20-26; Is 50,6-7).

Comentario
Por temor a quedar mal con el pueblo, Pilato mandó flagelar a Jesús, no
obstante que lo reconociera inocente. Lo mismo hacemos nosotros, cuando
cometemos algún pecado por miedo a los que dirá la gente. Preferimos la gloria
que viene de los hombres a la que viene de Dios.

Señor, apiádate de nosotros. Por intercesión de tu santísima Madre, perdona la


impureza de nuestras miradas, de nuestros pensamientos y deseos.

Tú sabes que somos polvo. Danos fuerza para resistir a las tentaciones y valor
para hacer penitencia por los pecados cometidos.

Tercer Misterio Doloroso

LA CORONACIÓN DE ESPINAS

Evangelio según San Mateo (Mt 27,27-31).

«Los soldados romanos llevaron a Jesús al palacio del gobernador y reunieron a


toda la tropa en torno a él. Le quitaron sus vestidos y le pusieron una capa de
soldado de color rojo. Después le colocaron en la cabeza una corona que habían
trenzado con espinas y en la mano derecha una caña. Doblaban la rodilla ante
Jesús y se burlaban de él, diciendo: “¡Viva el rey de los judíos!”. Le escupían la
cara y, quitándole la caña, le pegaban en la cabeza.

Después se burlaron de él, le quitaron la capa de soldado, le pusieron su ropa y


lo llevaron a crucificar».

— Palabra del Señor. — Gloria a ti, Señor. (Textos complementarios: Jn 18,33-


37; Is 51,9-12; Flp 2,5-11).

Comentario

Jesús, el verdadero Rey del cielo y de la tierra, fue coronado como rey de burla.
Aquella escena triste y vergonzosa sigue repitiéndose continuamente.
Gobiernos, autoridades y pueblo en general siguen burlándose de Jesús,
hablando mal de la religión, de los sacerdotes, de la Virgen, de los catequistas…
Muchos siguen prefiriendo más a Barrabás que a Jesús. Para ellos vale más el
dinero, el sexo y el poder que Jesús con su enseñanza y su amor. Confían más en
los hombres que en Cristo. Quisieran ver a Cristo desterrado de la política, la
escuela, el trabajo, el hogar y hasta el mismo corazón del hombre.

Señor Jesús, perdónales porque no saben lo que hacen. Nosotros queremos que
Tú sigas siendo nuestro rey. Estamos dispuestos a dar la vida por tí y por tu
Reino.
Cuarto Misterio Doloroso

LA SUBIDA DE JESÚS AL CALVARIO

Evangelio según San Lucas (Lc 23,26-31).

«Cuando lo llevaban, tomaron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y
le cargaron la cruz de Jesús para que la llevara detrás de él. Lo seguía
muchísima gente, especialmente mujeres que se golpeaban el pecho y se
lamentaban por él.

«Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloren por mí.
Lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos, porque va a llegar el día en
que se dirá: Felices las madres sin hijos; felices las mujeres que no dieron a luz
ni amamantaron. Entonces se dirá: ¡Ojalá que los cerros caigan sobre nosotros!
¡Ojalá que las lomas nos ocultaran! Porque si así tratan al árbol verde, ¡qué no
harán con el seco?».

— Palabra del Señor. — Gloria a ti, Señor. (Textos complementarios: Jn 19,14-


24; 1Pe 2,20-25; Is 53).

«Si alguien quiere ser mi discípulo —dijo Jesús en cierta ocasión—, que se
niegue a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Mc 8,34). Por lo tanto, negarse a sí
mismo, tomar la cruz y seguir a Jesús, es fundamental para cada cristiano.

Señor Jesús, ayúdanos a entender nuestra obligación como discípulos tuyos.


Enséñanos a renunciar a la flojera y a las comodidades, para tomar nuestra cruz
diaria y seguirte.

Que cada uno de nosotros pueda ser un verdadero cirineo, que te ayude a llevar
la grande cruz de la humanidad.

En efecto, mediante nuestros sufrimientos, aceptados con gozo, nos


transformamos en colaboradores de Cristo, en la grande obra de la salvación.
Por eso estamos meditando sobre la Pasión de Jesús: no tanto para llorar por él,
que ya no sufre, sino para tomar conciencia del grave problema de nuestra
salvación y la salvación de nuestros hermanos.

«No lloren por mí —dijo Jesús—; más bien lloren por ustedes y por sus hijos».
Señor Jesús, ayúdanos a tener un verdadero arrepentimiento de nuestros
pecados y a luchar cada día más para tener una vida nueva.

Danos fuerza también para luchar por la salvación de nuestros hermanos.


Quinto Misterio Doloroso

CRUCIFIXIÓN Y MUERTE DE JESÚS

Evangelio según San Lucas (Lc 23,32-46).

«Junto a Jesús llevaban también a dos malhechores para ejecutarlos. Cuando


llegaron al lugar llamado de la Calavera, lo crucificaron a él y a los malhechores,
uno a su derecha y el otro a su izquierda. Mientras tanto Jesús decía: “Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Después se repartieron sus ropas,
sorteándolas.

La gente estaba ahí mirando; los jefes, por su parte, se burlaban diciendo: “Ya
que salvó a otros, que se salve a sí mismo, para ver si es el Cristo de Dios, el
Elegido”.

Los soldados también se burlaban de él. Cuando le ofrecieron de su vino


agridulce para que lo tomara, le dijeron: “Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a
ti mismo”. Porque había en lo alto de la cruz un letrero que decía: “Este es el rey
de los judíos”.

Uno de los malhechores crucificado, insultándolo, le dijo: “¡Así que tu eres el


cristo? Entonces, sálvate tú y sálvanos también a nosotros”. Pero el otro lo
reprendió diciéndole: “No temes a Dios, tú que estás en el mismo suplicio?
Nosotros lo tenemos merecido, por eso pagamos nuestros crímenes. Pero él no
ha hecho nada malo.” Y añadió: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu
reino.” Respondió Jesús: “En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en
el paraíso.”

Como al mediodía, se ocultó el sol y todo el país quedó en tinieblas hasta las tres
de la tarde. En ese momento, la cortina del Templo se rasgó por la mitad, y
Jesús gritó muy fuerte: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”; y al decir
estas palabras, expiró.

— Palabra del Señor.

— Gloria a ti, Señor.

(Textos complementarios: Jn 19,25-37; 3,13-21; 12,32-36).

«Para los que se pierden, la predicación de la cruz no deja de ser locura. En


cambio para los que somos salvados es poder de Dios» (1Cor 1 ,18).
Sí, Señor Jesús, en tu muerte gloriosa el Padre celestial manifestó su sabiduría y
su poder salvador. En tu sangre hemos sido salvados.

Te alabamos y te adoramos, oh Cristo, pues por tu Cruz redimiste al mundo. Tú


eres el Cordero de Dios, que mediante su muerte, borró nuestros pecados.
Gracias por tu grande amor. Que cada día podamos descubrir siempre más la
gravedad de nuestro pecado y la inmensidad de tu amor por nosotros.

MISTERIOS GLORIOSOS

Primer Misterio Glorioso

LA RESURRECCIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Evangelio según San Marcos (Mc 16,1-18).

«Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María, madre de Santiago, y Salomé


compraron aromas para embalsamar el cuerpo. Y muy temprano, en ese primer
día de la semana, llegaron al sepulcro apenas salido el sol. Se decían unas a
otras: “¿Quién nos removerá la piedra del sepulcro? Pero, cuando miraron,
vieron que la piedra había sido echada a un lado, y eso que era una piedra muy
grande.

Al entrar en el sepulcro vieron a un joven sentado al lado derecho, vestido


enteramente de blanco, y se asustaron. Pero él les dijo: “No se asusten. Ustedes
buscan a Jesús Nazareno, el que fue crucificado, ¿no es cierto? Ahora bien,
vayan a decir a Pedro y a los otros discípulos que Jesús irá delante de ustedes a
Galilea. Allí lo verán tal como él se los dijo”.

Entonces las mujeres salieron corriendo del sepulcro. Estaban asustadas y


asombradas y no dijeron nada a nadie, de tanto miedo que tenían. Jesús, que
resucitó en la madrugada del primer día de la semana, se apareció primero a
María Magdalena, de la que había echado siete espíritus malos. Ella fue a
anunciárselo a los que habían sido compañeros de Jesús y que estaban tristes y
lo lloraban. Pero al oírle decir que vivía y que lo habían visto, no le creyeron.

Después se apareció bajo otra figura a dos de ellos, cuando iban al campo. Estos
volvieron a contárselo a los demás, pero tampoco les creyeron.

Por último, Jesús se apareció a los Once discípulos cuando estaban comiendo.
Jesús les reprendió por su falta de fe y su porfía en no creer a los que habían
visto resucitado.
Y les dijo: “Vayan por todo el mundo y anuncien a la Buena Nueva a toda la
creación. El que crea y se bautice se salvará. El que se resista a creer se
condenará. Y estas señales acompañarán a los que crean: en mi Nombre
echarán los espíritus malos, hablarán en nuevas lenguas, tomarán con sus
manos las serpientes, y si beben algún veneno no les hará ningún daño. Pondrán
las manos sobre los enfermos y los sanarán”».

— Palabra de Dios.

— Te alabamos, Señor.

(Textos complementarios: Mt 28,1-15; Lc 24,1-53; Jn 20,1-29; 1 Cor 15,12-19;


Rom 6,6-10).

Comentario

Al tercer día después de la muerte, Jesús resucitó glorioso.

Después de la duda, el sufrimiento, la agonía, la muerte y el entierro, llegó el día


de la gloria, la felicidad y la paz. Mediante su muerte, Cristo nos liberó del
pecado y mediante su resurrección nos dio una nueva vida.

También nosotros, si queremos resucitar y vivir con Cristo, primero tenemos


que morir al pecado. En efecto, no podemos llegar al domingo de resurrección
sin pasar por el viernes santo, hecho de renuncia y sufrimiento.

Y la señal de que hemos pasado de la muerte a la vida es el amor hacia los


hermanos (1 Jn 3,14), si amamos de veras a nuestros hermanos, podemos estar
seguros de que hemos resucitado con Cristo.

Segundo Misterio Glorioso

LA ASCENCIÓN DE JESÚS AL CIELO

Hechos de los Apóstoles (Hech 1,3-11).

«Ellos fueron a los que se presentó después de su pasión dándoles muchas


pruebas de que vivía, y durante cuarenta días les habló acerca del Reino de Dios.
Mientras comía con ellos, les mandó: “No se alejen de Jerusalén, sino que
esperen lo que prometió el Padre, de lo que yo les he hablado: Que Juan bautizó
con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos
días”.
«Y, como estaban reunidos, le preguntaron: “Señor, ¡es ahora cuando vas a
restablecer el reino de Israel?”. Él les respondió: “A ustedes no les corresponde
saber el tiempo y el momento que el Padre ha fijado con su propia autoridad,
sino que van a recibir una fuerza, la del Espíritu Santo, que vendrá sobre
ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria y hasta los
límites de la tierra”.

«Al decir esto, en presencia de ellos, Jesús fue levantado y una nube lo ocultó a
sus miradas.

«Mientras miraban fijamente al cielo hacia donde iba Jesús, de repente tuvieron
a su lado dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: “Hombres de Galilea,
¿qué hacen ahí mirando al cielo? Este que ha sido llevado, este mismo Jesús,
vendrá como lo han visto subir al cielo”».

— Palabra de Dios.

— Te alabamos, Señor.

(Textos complementarios: Lc 24,44-53; Mc 16,19-20; Ef 2,4-6).

Comentario

Cuarenta días después de la resurrección, Jesús subió al cielo, donde está


sentado a la diestra del Padre.

«Si han resucitado con Cristo —nos advierte San Pablo—, busquen las cosas de
arriba, donde se encuentra Cristo, sentado a la diestra de Dios. Piensen en las
cosas de arriba, no en las de la tierra. Pues ustedes han muerto y su vida está
ahora escondida con Cristo, en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es
nuestra vida, ustedes también vendrán a la luz con él, y les tocará una parte de
su gloria» (Col 3,1-4).

La Resurrección y la Ascención de Jesús al cielo marcan el destino final de cada


hombre que sigue el camino de Cristo.

Que nadie ni nada nos distraigan de este camino precioso, que nos lleva a la
felicidad eterna.

Tercer Misterio Glorioso

LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO

Hechos de los Apóstoles (Hech 2,1 -13).


«Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar.
De pronto vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que
llenó toda la casa donde estaban. Se les aparecieron unas lenguas como de
fuego, las que, separándose, se fueron posando sobre cada uno de ellos; y
quedaron llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar idiomas distintos, en
los cuales el Espíritu les concedía expresarse. «Había en Jerusalén judíos
piadosos venidos de todas las naciones de la tierra. Al producirse aquel ruido, la
gente se juntó y quedó desconcertada al oír a los apóstoles hablar cada uno en
su lengua propia.

Asombrados y admirados decían: “¿No son galileos todos éstos que están
hablando? Entonces, ¿cómo cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestro
propio idioma? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas; habitantes de
Mesopotamia, Judea, Capadocia y del Ponto; hay hombres provenientes de Asia,
Frigia, Panfilia y Egipto y de la parte de Libia que limita con Cirene; hay
forasteros, romanos, judíos y hombres no judíos que aceptaron sus creencias;
cretenses y árabes, y sin embargo, todos los oímos hablar en nuestros idiomas
las maravillas de Dios.” No se lo creían, y se decían unos a otros: “¿Qué significa
esto?” Otros en cambio decían riéndose: “Están borrachos”.

— Palabra de Dios.

— Te alabamos, Señor.

(Textos complementarios: Jn 4,10-14, 7,37-39; 14,15-17; 15,26-27 16,7-15).

Comentario

Al recibir el espíritu Santo, los Apóstoles cambiaron profundamente dejando a


un lado el miedo y la cobardía, se lanzaron a proclamar a Cristo con valentía y
entusiasmo.

Lo mismo pasará con nosotros, cuando quedemos llenos del Espíritu Santo. Nos
volveremos en auténticos “testigos de Cristo”, con una fe viva y comunicativa.
Por lo tanto, no nos olvidemos nunca de pedir al padre celestial el grande don
del Espíritu Santo, que es la base y el fundamento de una vida cristiana
auténtica.

Cuarto Misterio Glorioso

LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO

Libro de Judit (Jdt 13,18-20).


«Ozías, por su parte, dijo a Judit: “Hija mía, que Dios Altísimo te bendiga más
que a todas las mujeres de la tierra.

Y ¡bendito sea el Señor Dios, Creador del cielo y de la tierra, que te condujo para
que cortaras la cabeza del jefe de nuestros enemigos!

Jamás los hombres olvidarán la confianza que has demostrado. Siempre


recordarán el poder de Dios.

Que Dios te colme de bienes y que los hombres te glorifiquen , pues no vacilaste
en exponer tu vida al ver la humillación de nuestra raza.

Por tu perfecta sumisión a Dios has alejado la ruina que nos esperaba”.

Todo el pueblo respondió: Amén. Amén».

— Palabra de Dios.

— Te alabamos, Señor.

Comentario

Judit es una figura de María. Como Judit cortó la cabeza de Holofernes, el


general que quería destruir al pueblo de Dios, así María aplastó

la cabeza del demonio, el principal enemigo de la humanidad. Por eso


atribuimos a María las mismas alabanzas que el pueblo judío tributó a Judit.

¿Cómo sabemos que María Santísima, después de haber vivido en este mundo,
fue llevada al cielo en el cuerpo y alma?

Lo sabemos estudiando la Biblia y la Tradición, que representan las dos formas


como la Revelación ha llegado hasta nosotros.

En la Biblia encontramos solamente algún indicio acerca de esta verdad, al


presentarnos a María como la «llena de gracia», la «bendita entre todas las
mujeres» y la «Madre del Señor». Es en la Tradición donde, desde el principio,
encontramos claramente este dogma, hasta que el Papa Pío XII lo declaró
solemnemente el año 1950.

Era justo que María, que nunca había sido sometida a la esclavitud del pecado,
quedara libre de la corrupción de la muerte.

Gracias sean dadas al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo por todos los dones y
privilegios, que concedió a María, nuestra Madre. Y que algún día, todos juntos,
podemos tener la dicha de alcanzarla en la patria celestial, para bendecirla y
alabarla por toda la eternidad.

Quinto Misterio Glorioso

LA CORONACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Apocalipsis de San Juan y Cantar de los Cantares (Ap 12,1; Cant 6,10).

«Apareció en el cielo una señal grandiosa: una Mujer, vestida del sol, con la luna
bajo sus pies y en su cabeza una corona de doce estrellas».

«¿Quién es ésta que surge como la aurora, bella como la luna, brillante como el
sol, temible como un ejército?».

— Palabra de Dios.

— Te alabamos, Señor.

Comentario

Por ser elegida como Madre de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, María fue
elevada por encima de todas las criaturas como verdadera reina del cielo y de la
tierra.

Por eso amamos y honramos tanto a la Virgen María. Porque sabemos que es la
criatura más grande que existe, la «escogida» de Dios.

Por eso acudimos tanto a su maternal intercesión. Porque sabemos que Dios
escucha siempre su oración en nuestro favor.

Oh María, madre de Jesús y madre nuestra, acepta la ofrenda de nuestro


corazón como señal de que te reconocemos como nuestra verdadera Reina.
Ampáranos, protégenos, defiéndenos de todos los peligros. Y concédenos, el día
de nuestra muerte, abrir los ojos a la feliz eternidad contemplando tu santo
nombre.

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