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EDUCATIVOS
RESUMEN
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democráticamente, participando en la construcción de alternativas
a los problemas sociales e individuales, fomentando la creatividad,
el espíritu crítico y el respeto y aceptación de las diferencias
personales y sociales, promoviendo las aportaciones diferentes y
tolerando la discrepancia.
El centro intercultural debe promover procesos educativos
que planteen interacción cultural en condiciones de igualdad, y
formar a los sujetos en los mismos principios básicos que permiten
que la sociedad se organice, al margen de cuales sean sus rasgos
culturales.
El centro intercultural exige otro modo de organización
donde el profesorado y el alumnado emprenden la ilustre tarea de
aprender conjuntamente a resolver problemas de la vida cotidiana.
La escuela es sobretodo, relaciones e interacciones entre personas
y el proceso de aprendizaje viene determinado por la calidad de
las relaciones que se establecen y se desarrollan en esa comunidad
de aprendizaje.
El centro escolar, al abrir espacios para la participación
de las culturas minoritarias en la toma de decisiones, está
contribuyendo al desarrollo de una sociedad más humana, menos
discriminadora, más democrática, más solidaria. La construcción
de estos ambientes educativos con estructuras organizativas y
metodológicas democráticas, respetando las diferencias de cada
persona, posibilitará al alumnado y al profesorado una nueva
teoría de valores al introducirse en el centro educativo nuevas
preocupaciones tales como el pluralismo, la libertad, la justicia,
el respeto mutuo, la tolerancia, la solidaridad,...
No existen los valores si no hay acciones con valores. Educar
en valores es ayudar a verlos encarnados en la realidad, no en
abstracto, e invitar a realizaciones humanas llenas de valor. El
centro escolar puede y debe ser un espacio denso en cultura
moral, que todo lo que diga, haga y proponga sea significativo,
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esto es, tenga un sentido para el alumnado en lo que respecta a
la dimensión ética de las acciones humanas. Así, a partir de sus
experiencias anteriores y compartiendo las de otros, el alumnado
podrá construir conocimientos y sentimientos morales, no para
atenerse a un “listado de valores” que no existe, sino para dar
densidad humana, trascendente, a las propias acciones.
El verdadero reto, será que el alumno tenga capacidad para
establecer juicios moralmente relevantes, cree un sistema de
razones de y sobre las propias acciones y logre en definitiva la
deseable autonomía moral.
Como nos dice González Lucini (1994; 25-26) “Una de las
finalidades educativas principales de la nueva escuela ha de ser
que los alumnos/as aprecien, experimenten, conozcan, valoren
críticamente, elijan e integren en su personalidad un sistema de
valores básicos para la vida y para la convivencia; un sistema
de valores que favorezca, en ellos y ellas, la construcción de su
propia identidad y que, a la vez, les sirva, como componente
esencial, en la elaboración de sus propios proyectos de vida”.
En la construcción y desarrollo de la personalidad es necesario
recibir un respeto y una valoración de la propia identidad. Cada
persona es diferente, tiene distintas capacidades, proviene de un
medio social y cultural concreto y está desarrollándose en un
entorno determinado. Sentirse respetado y, más aún, valorado es
el punto de partida para construir la autoestima, tan necesaria para
vivir y aceptarse como ser único y valioso.
El alumnado conjuntamente con su profesorado ha de
construir un conocimiento escolar que haga comprensible las
razones de la diversidad entre las diversas culturas y el respeto a
las mismas.
Nos encontramos ante un importante reto, “un gran reto
que debe traducirse, desde la perspectiva educativa, en la
integración , dentro del proceso de formación y el desarrollo de
la personalidad, de un sistema de valores compartidos sobre el
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que construir la propia vida y el entramado social” (González
Lucini, 1994; 10).
De la diversidad cultural, étnica, de género, lingüística...,
surgirán necesidades educativas diversas pero valiosísimas que
hemos de contextualizar, secuencializar, temporalizar, buscar
estrategias metodológicas para su desarrollo.
Tanto las familias como los docentes deben comprender que
el alumnado necesita algo más que información para adquirir ese
patrimonio cultural común que les permita valorar críticamente
que las diferencias entre los seres humanos son valores en sí, pero
que a veces las condiciones históricas e ideológicas impuestas
por la cultura dominante subrayan las desigualdades entre unos
y otros.
Como dice Savater (1982; 36) “mantener una relación
ética con los otros es estar siempre dispuesto a concederles la
palabra y a poner en palabras lo que exigimos de ellos, lo que les
ofrecemos, o lo que les reprochamos”, constituyendo todo esto
probablemente uno de los indispensables presupuestos para esa
escuela intercultural.
El centro escolar debe acomodarse a las diferencias, la
escuela debe ser un agente de transformación social.
El centro educativo intercultural debe dirigirse a todos
los sujetos, y no sólo a los que consideramos “diferentes”
culturalmente. La escuela debe tener en cuenta las diferencias
culturales de los sujetos. En realidad no puede hacer otra cosa,
dado que no hay más que diferencias y diversidad. Todos los
alumnos son diferentes y no sólo algunos.
La puesta en marcha de una educación intercultural, y su
éxito, no dependen sólo de la buena voluntad de los centros
educativos, sino también de las actitudes, valores, diferencias
y matices que existen en la sociedad en torno a esta cuestión,
que constituyen una realidad muy compleja y cuyo tratamiento
colectivo supone una ardua tarea. El centro escolar intercultural
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que educa en la diversidad debe, pues, tener en cuenta los ámbitos
institucional, administrativo, curricular, de servicios y relaciones
interpersonales.
En todo centro educativo intercultural los aspectos más
importantes de acuerdo con Pascual (2002; 355-356) son:
- El acceso a la información.
- El respeto mutuo e intercambios cooperativos.
- La participación de la comunidad en el proceso de
enseñanza-aprendizaje.
- La definición clara de los beneficios de
interrelación.
- La definición clara de responsabilidades y roles”.
Estos son los rasgos que deben proponerse trabajar todos los
miembros de la comunidad educativa con el objetivo de conseguir
una educación democrática y de calidad.
El centro escolar intercultural es un reto permanente para
investigadores y para profesionales. Consiste en buscar estilos
nuevos de enseñanza-aprendizaje, modos nuevos de interacción
heterogéneos, nuevos servicios de apoyo y con otras funciones
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en la escuela, un nuevo modo de ser profesional de la enseñanza
y no en reducir los contenidos culturales en la escuela, ni los
objetivos, ni buscar espacios aislados para la educación en grupos
homogéneos, ni buscar situaciones excepcionales de aprendizaje.
La existencia y presencia de personas diversas es una oportunidad
para cambiar los estilos de enseñanza.
Este planteamiento llevará a un desarrollo coordinado de
la acción educativa buscando la misma sintonía de acción en
las distintas experiencias en el centro educativo, así como la de
propiciar un clima donde el alumnado con handicap ha de recibir
el máximo de experiencias enriquecedoras.
El centro educativo que educa en y para la interculturalidad
entiende el aula como “el lugar de los puntos de vista distintos”
(Tonucci, 1993; 26). Es un lugar donde se disfruta de la diversidad
y el aprendizaje se convierte en una actividad placentera. Es
una actividad de contrastes de pareceres y contradicciones,
donde la diversidad de culturas del alumnado rompe el acuerdo
preestablecido entre el aprendizaje “normalizado” y se necesita
buscar nuevos modelos de enseñanza-aprendizaje para restablecer
el equilibrio educativo en la clase.
Todos los centros educativos deberían optar por planteamientos
interculturales, tuvieran o no alumnado de diferentes culturas, pues
se considera urgente que todos los alumnos sean formados en el
respeto a la diversidad cultural, a la tolerancia y a la convivencia
con otras culturas. Quizá no sea la realidad de un determinado
centro, pero si es y va a ser la realidad de nuestra sociedad.
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grupos haciendo la escolaridad igual y equiparable para todos
atendiendo a las características diferenciales del alumnado:
grupo etnocultural, clase, género, discapacidad, etc.”.
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10. En la interacción centro educativo-familia se parte de la
cultura y el lenguaje de aquel.
11. La diversidad cultural en el centro educativo incluye a
personas con discapacidades, diversa orientación sexual,
distinta tradición religiosa, etc.
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- Contar con el compromiso intercultural desde los
puestos más altos del Centro Educativo.
- Disponer de una política operativa en esta materia.
- Desarrollar un plan de acción para la interculturalidad
y la diversidad.
- Solicitar de forma activa y periódica las impresiones
y experiencias del grupo de docentes.
- Favorecer la construcción de un clima de
responsabilidad hacia el interculturalismo dentro del
sistema.
- Incluir competencias interculturales dentro de los
criterios de evaluación.
- Animar a la creación de lazos y a la cohesión entre las
minorías y el resto de componentes de la comunidad
educativa.
- Poseer una responsabilidad y un compromiso
sistemático y duradero para educar por igual a todos.
- Reconocer y visionar el centro educativo como un
reflejo de la sociedad.
3. INTERCULTURALIDAD Y PLANTEAMIENTOS
INSTITUCIONALES
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democrática e intercultural para toda la población escolar y no
sólo para los procedentes de otros países o portadores de otras
culturas, pues todos y todas somos muy diversos aunque, por
encima de todo, más iguales que diferentes. Algo que exige una
cultura educativa más múltiple y cambiante y, contextos escolares
más inclusivos para favorecer la integración y la cohesión social.
Los centros educativos que tienen interés en promover una
educación democrática e intercultural deben contemplar en el
currículo acciones educativas que nos lleven al enriquecimiento
cultural de todos y cada uno de los miembros de la comunidad
escolar.
La autonomía que los centros educativos tienen para adaptar
su oferta educativa, global y curricular a las necesidades concretas
de su alumnado, genera en los Documentos de Planificación de
dichos centros, numerosas posibilidades para tener en cuenta la
interculturalidad en sus planteamientos.
Los Documentos de Planificación de los centros educativos
son muy importantes, pues, desde el nivel más general que es el
Proyecto Educativo de Centro (P.E.C.) a los niveles más concretos
de las Programaciones de Aula, posibilitan:
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Pero desde una perspectiva intercultural es necesario citar
algunos más:
• La unidad de objetivos: el centro educativo intercultural
se organiza y funciona en equipo, incorporando a
todos los miembros de la comunidad educativa,
y orientándose al logro de lo mejor para todo su
alumnado.
• La responsabilidad compartida de las decisiones: el
centro educativo intercultural establece su unidad de
objetivos en la creación, la comunicación, el acuerdo y
la participación en torno a las decisiones y la resolución
de problemas y conflictos de su vida diaria.
• El desarrollo de los valores: el centro educativo
intercultural identifica los valores de los que en ella
participan, y los desarrolla para vencer las áreas más
inconsistentes.
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La perspectiva intercultural debe estar presente y embriagar
los proyectos de los centros, desde el análisis del entorno hasta
la evaluación, pasando por definición de señas de identidad,
objetivos, estructura organizativa, objetivos curriculares,
contenidos y las estrategias metodológicas. Pero también debe
estar presente en los proyectos o reglamentos reguladores de la
normativa a seguir por el centro. En el currículo tiene que haber
una representatividad de las distintas culturas presentes en un
mismo espacio, se deben contemplar los conocimientos desde
diversas perspectivas culturales. La interculturalidad no puede
quedar reducida a una visión folklórica y etnocéntrica de las
culturas minoritarias, sino que debe atravesar el currículo, sin que
pueda ser identificada como una asignatura más, sino como la
esencia del currículo.
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En realidad a lo que se llega en estos centros es a una
comunidad de aprendizaje en la que todos los miembros de la
comunidad educativa se convierten en aprendices para la mejora
de dichos centros, una forma de ver el centro educativo que
entenderá la vida en el organismo bajo el prisma de una cultura
en la que se concibe el desarrollo de los profesionales que allí
imparten docencia como una actividad apoyada por todos y a
la que todos colaborarán. Una cultura en donde todos buscarán
tanto el crecimiento personal como el profesional, aceptando
su pertenencia a un grupo humano en el que cada docente es a
su vez responsable del crecimiento o desarrollo de sus colegas.
Una cultura en la que a todos los miembros de la comunidad
educativa interesan aspectos tales como el desarrollo de nuevos
proyectos curriculares interculturales, la incorporación de nuevas
tecnologías o la adquisición de nuevas habilidades para fomentar
una educación intercultural.
Esto promocionará una nueva manera de aprendizaje o
profesionalización de los docentes, pues todos los miembros de la
comunidad educativa estarían dispuestos a crear iniciativas para
impartir una educación intercultural y ponerlas en marcha.
El centro educativo entendido como una institución
indagadora permite al docente, aprender y adquirir los más nuevos
conocimientos y habilidades para la práctica de una educación
intercultural, prepararse para usar los medios más adecuados en
la realización de diagnósticos acertados y los instrumentos de
evaluación que les permitan detectar las necesidades del alumnado
y de ellos mismos. Así mismo, también les permite conocer los
modelos más adecuados del proceso enseñanza-aprendizaje para
una educación en el respeto de las distintas culturas y aprender a
trabajar en equipo con otros colegas.
La investigación en el centro educativo se perfila como la
estrategia idónea para un desarrollo progresivo, sin saltos en el
vacío, pues de acuerdo con el principio de aprendizaje significativo,
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aplicado a los procesos de formación de los docentes, se parte de
las ideas y posibilidades que el equipo posee para plantearse, sólo
aquellos saltos cualitativos que puedan ser entendidos y asumidos
dentro del bagaje de experiencias anteriores de que se dispone.
Considerar el centro educativo como una institución
de aprendizaje aporta un matiz importante en relación con el
profesorado. Éste deja de ser objeto de la formación para pasar
a ser el protagonista del proceso. Tomar decisiones, negociar y
regular la experiencia, y sus consecuencias serán acciones que
estarán estrechamente relacionadas con los docentes. Desde esta
óptica, cambio y mejora de la práctica, formación y acción crítica,
conducen inevitablemente a la emancipación y calidad de la vida
educativa.
Los docentes deben dedicar mucho tiempo fuera del aula
para la preparación de sus clases, asistir a reuniones con sus
colegas para someter a reflexión, análisis y discusión sus modelos
de enseñanza, y para idear y planificar otros nuevos para conseguir
que el centro se convierta en una verdadera institución indagadora
y de aprendizaje intercultural.
5. CONCLUSIÓN
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nuestro debe llevar a recrear la escuela, si queremos edificar el
pilar de “aprender a vivir juntos”.
La educación intercultural en los centros educativos es una
necesidad, pues es en esos centros donde se reúnen las culturas
de una manera natural o accidental y por lo tanto es allí donde el
hecho de la diversidad se da y debe organizarse conscientemente.
En los centros educativos se plantean situaciones que la hacen
imprescindible, como cuando se da la presencia de alumnado
de diferentes culturas en un centro educativo determinado. Pero
siempre es necesaria o aconsejable porque, aunque no haya
presencia de alumnado de otras culturas en todos los centros,
sí existe esta realidad en la sociedad y es necesario que todos
los alumnos y alumnas se preparen para convivir con diferentes
personas, en un mundo cambiante.
BIBLIOGRAFÍA
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Pedagogía de la Diversidad: Creando una Cultura de Paz.
UNED. 10 y 14 de septiembre de 2001.
• Savater, F. (1982) Invitación a la ética. Barcelona:
Anagrama.
• Tonucci, F. (1993) ¿Enseñar o Aprender? Barcelona:
Graó.
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