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PARTE I

FILOSOFÍA DE LA REDACCIÓN
CAPITULO I. Filosofía de la Ciencia: definición y etapas del desarrollo disciplinar
María Aurelia Di Berardino
John Losee ([1972] 1991) destacaba en los años setenta, cuatro aproximaciones o perspectivas sobre
el significado y alcance de la Filosofía de la Ciencia.
 Esta primera perspectiva entiende que la tarea propia de esta disciplina es generar
cosmovisiones compatibles con las teorías científicas relevantes.

 Afirma la necesidad de exponer los presupuestos y preferencias de los científicos mismos.


En este caso, dice el autor, la filosofía de la ciencia se asimila a las aproximaciones de la
sociología.

 En esta perspectiva la filosofía “aclara” la terminología propia de la ciencia: así al filósofo


le corresponde dar sentido pleno a cosas tales como electrón, onda, átomo, partícula,
complejo, etc. Losee asume como propia la crítica que hiciera Gilbert Ryle a esta idea puesto
que ambos entienden que es difícil concebir que los científicos necesiten que le expliciten el
verdadero significado de los términos que utilizan.

 Losee- sostiene que la filosofía de la ciencia es una criteriología de segundo orden. El


filósofo de la ciencia quiere responder cosas tales como: ¿qué es lo que distingue a la
investigación científica de otras investigaciones?, ¿cuáles son los procedimientos que deben
seguir los científicos para llevar adelante sus investigaciones?, ¿cuáles son los requisitos de
una buena explicación científica?
Según G. Klimovsky (1994), en líneas muy generales se puede afirmar que la ciencia es un acopio de
conocimiento que utilizamos para comprender el mundo y modificarlo. Ahora bien, cuando definimos
conocimiento lo hacemos teniendo en cuenta la caracterización de éste como conocimiento
proposicional:

El estudio de la filosofía de la ciencia se concentra no solo en el problema específico de


determinar las condiciones generales del conocimiento, sino de las características que les son
propias al conocimiento científico, su método (si es que tiene un método, muchos o siquiera
alguno), las entidades a las que refiere, las condiciones de su producción, sus aplicaciones,
etc.

Aclaración terminológica

En esta aclaración hablare sobre la Filosofía de las Ciencias ya que se destaca como
objeto de esta disciplina la reflexión. El trasfondo de esta reflexión acusa una doble
dimensión histórica: la historia de las ciencias destacadas en el análisis, y la historia de los
enfoques epistemológicos sobre las mismas.
Por otra parte, cabe mencionar que por mero recurso estilístico hablaremos indistintamente
de Filosofía de las Ciencias y de Epistemología
Historia

Ulises Moulines (2011) ha propuesto una interesante y didáctica periodización para la


disciplina que resulta apropiada por muchas razones. Nos interesa destacar dos de ellas en
particular: la primera y más obvia es que dichas distinciones permiten ubicar rápidamente a
cada una de las controversias de las quedamos cuenta aquí y la segunda, menos obvia tal vez
pero mucho más fructífera, se relaciona con el hecho de visibilizar que buena parte de los
autores consignados en este libro compartieron un espacio controversial común.

Se muestra a continuación:

1. En la PREHISTORIA encontramos a la axiomática clasista.


2. En la PROTOHISTORIA encontramos a Kant.
3. En la HISTORIA se encuentra:
Germinación (1890)
Eclosión (1918- 1935)
Clásica (hasta 1970)
Historicista (1960- 1985)
Modelista

PREHISTORIA
La historia de la disciplina tiene sus raíces tanto en la historia de la filosofía como en la historia
de la ciencia de épocas anteriores. Desde el momento en que una ciencia se constituye como
disciplina autónoma en relación con la filosofía (por ejemplo, en la Antigüedad griega, la
geometría y la astronomía), los filósofos inician una reflexión filosófica de “segundo orden”, sobre
esta disciplina, es decir, una reflexión metodológica metateórica. Aristóteles puede ser
considerado el primer filósofo de la ciencia en un sentido próximo al que le damos hoy. A él
particularmente le debemos la idea de sistema axiomático como ideal de toda construcción de una
teoría científica. Y no hay que olvidar que la axiomática ha desempeñado un papel de primerísimo
orden en la filosofía de la ciencia del siglo XX (Moulines, 2011, p.12).

En esta prehistoria de la que nos habla Moulines se configuran los cimientos sobre el siglo
xx.
En primer lugar, el desarrollo de la axiomática y el peso específico de la reflexión sobre la
geometría gestaron una imagen de la ciencia que atraviesa siglos y llega a la
contemporaneidad.
En segundo lugar, porque el agotamiento de esa tradición axiomática y la crisis de los
fundamentos en matemática colaboraron en un desvío de la mirada epistemológica: poco a
poco se entroniza a la Física como ciencia paradigmática y las heladas laderas de la lógica
se van quedando desiertas.
Dado que las teorías científicas se concibieron -en el comienzo disciplinar- como conjuntos
de axiomas con sus consecuencias lógicas (visión sintáctica de las teorías),

La axiomática y sus problemas


Estudiamos un tema según el método axiomático cuando todos los conocimientos que
poseemos o que vamos adquiriendo al respecto se organizan en la forma de una teoría
axiomática. Una teoría axiomática es un conjunto T de aseveraciones –actuales o
posibles- en la cual se ha distinguido una lista A –los axiomas de T- con la siguiente
propiedad: toda aseveración perteneciente a T es una consecuencia lógica de una o más
de las aseveraciones de A y toda consecuencia lógica de aseveraciones de A pertenece a
T (Torretti, 1993, p.89).

El origen del método se remonta hasta la Antigüedad puesto que ya en la matemática griega
en el siglo VI A.C. estaba establecida la idea de argumentar a partir de ciertos supuestos o
hipótesis no demostradas que funcionaban como premisas de aquello que quería establecerse.
Esto, en principio, por una cuestión de sentido común:
Para Aristóteles cada ciencia debe construirse sobre la base de ciertos principios que
permaneciendo sin demostración, garantizan la confiabilidad de la ciencia misma. Estos
principios son verdades indemostrables a partir de las cuales se procede a derivar otras
aseveraciones. Así, la ciencia aristotélica contiene axiomas (principios que no se justifican)
y teoremas derivados deductivamente de los axiomas.
Por otra parte, la silogística aristotélica es el mecanismo que permite la conservación de la
verdad desde los axiomas a los teoremas.
Una generación posterior a la muerte de Aristóteles contempla el nacimiento de la obra
monumental de la matemática griega.
En los Elementos también hay axiomas o nociones comunes que permanecen sin
justificación, que pueden considerarse “evidentes”, por ejemplo: «1.Cosas iguales a la misma
cosa son iguales entre sí»
(Torretti, 1993, 91). Pero aparece otro componente que son las definiciones de ciertos
términos técnicos de la geometría: recta, punto, figura, diámetro, etc.
Estos términos son de dos tipos: primitivos o no definidos que se aceptan sin definición o
explicación alguna (evitan la circularidad o la regresión al infinito puesto que la exigencia es
que el lenguaje de una teoría tiene que estar definido por completo) y los definidos, que se
definen por medio de los primitivos.
Sin embargo, lo más interesante de la geometría de Euclides es el problema que deja como
legado y que lleva a una de las revoluciones en la ciencia en particular y en el pensamiento
en general más interesantes de la historia. Nos referimos al problema del quinto postulado y
al surgimiento de las geometrías no euclideanas.
Para Euclides, los postulados se corresponden solo terminológicamente con nuestros actuales
axiomas porque aquéllos, al igual que los aristotélicos, son enunciados verdaderos que
no necesitan demostración.

De modo tal que los cinco postulados euclídeos son evidentes según esta consideración y tres
de ellos al menos, tratan sobre construcciones geométricas con regla y compás. El punto es
que uno de esos postulados no parece muy evidente. Si el primer postulado establece que hay
que trazar una línea recta desde un punto cualquiera a otro cualquiera y el cuarto señala que
todos los ángulos rectos son iguales, podemos imaginarnos porqué resultan evidentes.
PROTOHISTORIA
Siguiendo a Moulines, ubicamos a I.Kant en la protohistoria de la disciplina.
Fundamentalmente porque según nuestro autor, fue Kant el primero en generar una
metateoría sistemática, esto es, “como la construcción de un «modelo»,19 en el sentido
moderno, de la estructura conceptual de las teorías científicas”.
(Moulines, 2011, 13). La reflexión kantiana parte de las dos teorías establecidas de su
contemporaneidad: la geometría euclídea y la mecánica newtoniana. A partir de ellas se
pregunta por aquella estructura conceptual subyacente que explicaría cómo es posible que
estas teorías ofrezcan un conocimiento genuino de la realidad empírica.
¿Cómo es posible la matemática pura?, ¿cómo es posible la ciencia natural pura?
Las ciencias naturales quedan fundamentadas por la maquinaria kantiana de la Crítica: los
juicios sintéticos a priori (por ejemplo: “la recta es la distancia más corta entre dos puntos”),
las categorías y las formas puras de la intuición (espacio y tiempo). Todo este andamiaje
conceptual oficiaría de meta-teoría de las ciencias matematizadas del momento (geometría
física y mecánica clásica) puesto que la conjunción de elementos sintéticos y a priori permite
obtener genuino conocimiento del mundo. Así, la matemática y la física son racionales porque
contienen una tercera clase de juicios: los sintéticos a priori.
Como sabemos, fue Kant quien distinguió tipos de proposiciones o juicios. Por un lado
distingue entre proposiciones analíticas y sintéticas, y por el otro, diferencia las a priori de
las a posteriori. Las proposiciones analíticas carecen de contenido fáctico, son vacías,
tautológicas. Las sintéticas poseen contenido empírico, aportan algo diferente, son
informativas. Los juicios a priori son universales y necesarios y su validez es independiente
de la experiencia. Por su parte, los juicios a posteriori son contingentes y particulares, y su
verdad o falsedad depende de la contrastación con la experiencia. Sin embargo, enfrentado
al problema de dar cuenta de la validez de la matemática y la física, Kant se encuentra con la
siguiente disyuntiva:

 Si las leyes de la matemática y la física son analíticas, resultan poco informativas pero
necesarias.
 Si por el contrario fueran a posteriori, resultarían contingentes: lo que pierden en
seguridad lo ganan en información.

Dicho brevemente: Kant parte del hecho de que la matemática y la física proveen
conocimiento seguro pero también que el conocimiento provisto es significativo, esto es,
aporta información.
Esto equivale a decir que las leyes de la ciencia son a la vez sintéticas y a priori. Kant se
aboca, en este punto, a resolver la compleja ecuación de explicitar cuál sería la peculiar
configuración del sujeto que le permite obtener un conocimiento del mundo siendo la ciencia
un corpus de juicios sintéticos a priori.
Para Alberto Coffa, la moderna filosofía continental ha estado unida inextricablemente al
desarrollo de las ciencias. Con Kant esa relación se estrecha a tal punto que la doctrina toda
de lo a priori se veía refrendada por un hecho proveniente de la ciencia: la “alegada”
característica transparente de la aritmética y de la geometría. Los herederos de Kant del siglo
XIX, continúa
Coffa (Coffa, [1991] 2003, 22), se separan en dos grupos: el grupo de quienes tratan de probar
si lo que decía Kant sobre las ciencias a priori es cierto y en el de aquellos a los que ni siquiera
les importaba esta cuestión. Los primeros, durante mucho tiempo, se dedicaron al estudio del
conocimiento matemático, cuestión que atravesó el siglo XIX y llegó hasta las costas del XX.
En este trayecto se fueron sumando algunos de los tantos problemas que Kant dejara como
testamento: la distinción analítico/sintético, la posibilidad de un elemento a priori en el
conocimiento empírico, la función de las matemáticas en el conocimiento empírico, el valor
del principio de causalidad, la esencia del espacio y el tiempo (Moulines, 2011, 13).
Elementos controversiales que inauguran la reflexión contemporánea de las ciencias
básicamente en oposición a los resultados obtenidos por Kant21 pero a favor de las formas
generales en que presentó el problema del conocimiento “científico”.

HISTORIA

Institucionalmente, la filosofía de la ciencia nació en el siglo XX. Más precisamente, entre


la última parte del XIX y la Primera Guerra Mundial y en particular, en Alemania. Como
hitos fundamentales de esta historia, encontramos los siguientes:
En 1870 se crea en Zurich la primera cátedra de “ciencias inductivas”, lo que hoy llamaríamos
“ciencias empíricas”. Si observamos, ya hay una clara toma de posición metodológica, puesto
que el método que tomarán para estas ciencias es la inducción como opuesta a la deducción
propia de la matemática y la lógica.
En 1895 se crea la cátedra “Historia y teoría de las ciencias inductivas” para Ernst Mach en
la universidad de Viena. Cuando se retira Mach, la cátedra le queda a Ludwig Boltzmann y
en 1922 a Moritz Schlick.
En 1928 Schlick conforma la Asociación Ernst Mach compuesta por un grupo de filósofos y
científicos, dando comienzo así a lo que llamamos Círculo de Viena.
A partir de estos comienzos, se instituyen como hipótesis de trabajo las ya mencionadas
fases propuestas por Ulises Moulines y cuyas respectivas caracterizaciones enunciamos a
continuación

Germinación (desde aproximadamente 1890 hasta el fin de la Primera Guerra Mundial):


según Moulines nos encontramos, entre otros, a los convencionalistas –Henri Poincaré, por
ejemplo-. Son autores que en su gran mayoría provienen de la ciencia y sus principales
preocupaciones son epistemológicas y metodológicas. Se reconoce también aquí una
influencia ya directa o indirecta del programa kantiano.
En particular, de esta fase nos interesa rescatar tres elementos de los que se da cuenta
profusamente a lo largo de la historia disciplinar: convencionalismo, tesis de la
subdeterminación y holismo.
Para Henri Poincaré los principios más fundamentales de la física no son regularidades
obtenidas por inducción a partir de la experiencia, sino que son a priori. A pesar de Kant, este
declarado kantiano, dice que el a priori es convencional. Las teorías son convenciones
complejas, guías para organizar la enorme cantidad de datos que obtenemos a partir de
observaciones y experimentos.
Eclosión (1918-1935) aparecen aquí cuestiones relacionadas con los fundamentos de la
matemática y con “los métodos de análisis formal (lógica formal, axiomática hilbertiana,
teoría de conjuntos)”
(Moulines, 2011, 17). Es la etapa gobernada por el positivismo y el empirismo lógicos y por
las pretensiones de fundar un conocimiento firme para las ciencias, con un lenguaje libre de
cualquier resabio metafísico. Para esta tarea de purificación lingüística es que se volcaron a
la formalización del lenguaje científico para detectar los enunciados carentes de sentido.
Clásica (hasta 1970) hay cierta continuidad temática con la fase anterior. Aquí se ubicaría
lampor el método y surge el hipótetico-deductivismo como respuesta a esa preocupación. Se
consolida en estos tiempos, la filosofía de la ciencia.

Historicista (1960-1985) Aparecen las tendencias marcadamente diacrónicas en el análisis


de la ciencia. Hay un fuerte impulso de la historia de la ciencia para dar con una filosofía más
real de la ciencia. Mayormente se abandonan los métodos de análisis formal de las teorías.
Aparecen otras unidades de análisis.
Modelista (1970) privilegian la noción de modelo frente a la idea de proposición. Junto con
los historicistas entienden que puede haber muchos métodos en ciencias o distintas maneras
de hacer ciencia. Los modelos serán entendidos como representaciones parciales de un sector
de la realidad y son constitutivos del conocimiento científico.

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