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£3S. llilliC A hASICA iSSBl UNrVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA


B reve introducción al pensamiento
DE H egel
B reve introducción al pensamiento
DE H egel

Gerardo Ávalos Tenorio

UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA


Casa abierta al Uempo

UNIVERSIDAD A U TÓ N O M A METROPOLITANA A la memoria de mi padre


Rector General
Enrique Fernández Fassnacht A Patricio, que me dice que la
palabra más bonita del idioma
Secretaria General español es corazón
Iris Santacruz Fabila

Coordinador General de Difusión


Raúl Francisco Hernández Valdés

Director de Publicaciones y Promoción Editorial


Bernardo Ruiz

Subdirectora de Publicaciones y Promoción Editorial


Laura González Durán

Coordinadora de la colección
Graciela Lechuga Solís

Diseño original de portada y colección


Mónica Zacarías Najjar

Primera edición: 2011

D.R. © 2011, Universidad Autónoma Metropolitana


Prol. Canal de Miramontes núm. 3855, 2° piso, Ex-Hacienda
San Juan de Dios, Tlalpan, 14387, México, d.f.

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra


-incluido el diseño tipográfico y de portada-,
sea cual fuese el medio, electrónico o mecánico,
sin el consentimiento por escrito del autor.

isbn de la obra: 978-607-477-612-6


isbn de la colección: 978-970-31-0461-1

Impreso en México /Printed in Mexico


I ntroducción

En vida sus am igos se referían a él como "e l viejo",


aun cuando era joven, quizá por su parsim onia al ca­
m inar y su form alidad en el trato; quizá tam bién por­
que su intensa pulsión por la lectura se reflejaba en
una estructura de personalidad que lo hacía aparecer
como cargado de años. Tam bién se le conoció como
"e l nuevo A ristóteles", por su pretensión sistem ática
y por su estatura filosófica. N ació el m ismo año que
Beethoven y fue contem poráneo de Goethe y N apo­
león, entre otros ínclitos personajes que com partieron
la época turbulenta, revolucionaria y restauracionista,
de una Europa convulsionada por la form ación de los
nuevos tiempos. Georg W ilhelm Friedrich Hegel ex­
presó con su pensam iento esta condición histórica; lo
hizo con pasión y profundidad, pero tam bién con una
densidad tal que puede alejar a cualquiera del inten­
to de conocerlo. Este filosofar tan denso y complejo
es uno de los signos característicos de este pensador
fam oso y reconocido, aunque no necesariam ente bien
conocido. Su pensam iento ha sido objeto de sim pli­
ficaciones, tergiversaciones y anatemas. Q uizá esa
alam bicada escritura haya sido el m otivo principal
de estas incom prensiones. H egel es difícil, sin duda,
pero su acceso no está bloqueado. Si se aspira a com­
prenderlo y calibrar sus enseñanzas para el presente,
debem os desandar los m alos pasos. Es aconsejable, en
prim er térm ino, desm ontar los m itos y las leyendas
Imagen clásica de Hegel
que han enm arañado su filosofía al grado de hacerla
aparecer como una caricatura. Uno de los principales una célebre frase de la Filosofía del derecho que dice: "L o
detractores de Hegel adscribió su filosofía, con dudo­ que es racional, es real; y lo que es real, es racional"
so dom inio del psicoanálisis, al terreno de la histeria. (fd: 51, 24). Pero realidad, por supuesto, no significa en
Karl Popper, en efecto, calificó com o histéricos los Hegel lo que la conciencia ingenua asume como tal; y
puntos claves del pensam iento de Hegel: el platonis­ racional tampoco quiere decir "justificable". Y ello no
m o de Hegel es "altisonante e histérico". nada más en Hegel sino en un horizonte de compren­
sión filosófica o, al menos, medianamente reflexivo. A
No es fácil pasar por alto cierto grado de histeria en esta teoría aquel mito se agregan otros como el que sostiene que
de las relaciones humanas y su reducción a las categorías de Hegel fue un teórico totalitario o un apologista de la
señorío y servidumbre. Por mi parte, no dudo que el método monarquía prusiana. Y tres más: Hegel glorificó la gue­
de Hegel de enterrar sus pensamientos bajo montañas de pa­ rra, planteó el fin de la historia y rechazó la ley de la
labras, que es necesario remover a fin de llegar a su significado contradicción. Por fortuna estos mitos -y otros varios
[^] constituye uno de los síntomas de esa histeria de que ha­ que se podrían agregar- se han ido disipando en la
blamos; es una suerte de evasión, una forma de esquivar la luz medida en que ha crecido el interés por la filosofía de
del día (Popper: 575, n. 25). Hegel en las décadas recientes. El debate sigue su curso
(vid. Hosle, Bubner, Houlgate).
El calificativo de "histérico" sería lo de menos, pues Por nuestra parte pensam os que vale la pena ha­
bastaría añadir, como hace Zizek, que si de histéricos cer el esfuerzo de acom eter el estudio de Hegel. Es
se trata, Hegel sería "el más sublim e". Pero el asunto, cierto que la tarea no es fácil, pues se requiere con­
a decir verdad, es más complicado: Popper es el refe­ centración y disciplina. Tam bién se requiere debi­
rente principal de una interpretación que coloca la filo­ litar la arrogancia para poder ser capaces de poner
sofía de Hegel como un eslabón más de la cadena que en cuestión los cim ientos m ism os de nuestro propio
llevó al pensamiento occidental hacia el totalitarismo. pensar. Ello se debe a que H egel nos propone precisa­
Jon Stewart (1996) ha compilado en un estupendo libro m ente una m anera de pensar diferente a la habitual.
ensayos diversos donde se remontan los principales Su gran contribución radica en exponer una form a de
mitos y leyendas que ha tenido que cargar Hegel en sus conducir el pensam iento que no consiste en aplicarla
espaldas. Uno de esos mitos dice que Hegel justificó a los objetos como si se tratara de un reactivo de ve­
como racional todo lo que existe, y por tanto, todos los rificación. Los objetos m ism os, cuando se los piensa
holocaustos, dictaduras, tiranías, represiones, guerras, de cierta m anera, revelarán sus secretos, y entonces,
etcétera, han sido necesarias. La fuente de este mito es quedarán expuestos como lo que son: pensam ientos
puestos com o objetos. Pero los pensam ientos son, aparecer, prima facie, como incompatibles. La Revolu­
a un tiem po, expresión y codificación de form as de ción Francesa, el crecimiento y desarrollo de las rela­
vida, de relaciones entre seres hum anos, de su historia ciones mercantiles y capitalistas, el supremo valor de
que es presente. La consigna hegeliana será ir a las la libertad individual entendida tanto en su sentido
cosas m ismas, pues ellas contienen la verdad. H abrá positivo como en su significado negativo, además de
que desplegar esta verdad de la única m anera posi­ la imperiosa necesidad de la construcción de un orden
ble que es m e-diante el pensam iento. ¿Cóm o se logra secularizado, vienen a plantear un reto de gran m agni­
esto si no es aplicando un conocim iento previo? Se lo­ tud a la filosofía práctica: ¿Cómo conciliar el poder po­
gra poniendo en tensión a los objetos consigo m ismos. lítico y la libertad individual? ¿Cómo evitar el terror?
Todos los objetos son pero, porque son, contienen una ¿Qué hacer para que el interés privado no subyugue
negación, m ejor dicho una doble negación: niegan lo al interés público? ¿Cómo construir un orden político
que no son, y al m ism o tiem po, niegan la negación de capaz de garantizar el orden sin que ello signifique el
lo que los niega. A sí, bien m irados, los objetos son, en sacrificio del individuo?
realidad, relaciones condensadas. Este ju icio im plica H egel tom a en sus m anos este desafío que lan za la
tam bién que las relaciones constitutivas de los obje­ vida m oderna y lo hace arm ado con u n m étodo es­
tos tam bién incluyen a la conciencia que los piensa. peculativo que le perm ite desarrollar u na form a de
Ésta no quedará situada por fuera y por encim a de com prensión novedosa de los fenóm enos hum anos.
los objetos que concibe ni será una página en b lan ­ El recu rso principal de esta filosofía es la negación,
co dispuesta para la inscripción de los objetos en ella. específicam ente la negación de la negación, la cual
Sólo es conciencia si lo es de objetos, pero éstos sólo trata de com prender el m ovim iento constitutivo
lo son si los pone una conciencia. Esto habla de un de los objetos que se estudian. A sí, la realidad está
m ovim iento de la sustancia viva por m edio del cual se constituida por m om entos que se superan. Será pues
pone a sí m ism a o de que se m edia consigo m ism a de­ la superación (die Aufhebung) dialéctica, a través de la
viniendo otro. Tomem os una perspectiva m ás amplia doble reflexión, lo que le perm itirá a H egel desarro­
y esto se entenderá de m anera m ás adecuada. llar u na propuesta de pensam iento que puede ser
En principio, debemos de tomar en cuenta que He- muy profunda y fructífera.
gel emprende un portentoso intento por conciliar, en Los materiales con los que Hegel emprenderá su la­
una unidad orgánica y armónica, los m omentos carac­ bor se los da su propia época. No obstante, él se percata
terísticos de aquello que llamamos mundo moderno de que es preciso recurrir a la historia, en especial, al
y que son significativamente contradictorios y suelen modelo político de la Antigüedad griega clásica con­
cretado en la polis. No se trata, claro está, de trasladar el multiplicara al "y o " en una desmesurada e inabarcable
modelo e implantarlo en la vida moderna; antes bien, pluralidad.
el esfuerzo consiste en utilizarlo de manera creativa Sobre los hombros de Kant, Fichte y Schelling, Hegel
como esquema ensamblador de los individuos moder­ desarrolló un complejo procedimiento del pensar que
nos y sus nuevas instituciones. En suma, se trata de denominó "dialéctica". La dialéctica es una manera de
proyectar, dadas las condiciones modernas, una politeia conducir el pensamiento, es una manera de razonar. Lo
que, como la antigua, garantice la armonía social. peculiar del pensar dialéctico no consiste únicamente
La com pleja filosofía hegeliana pretende describir en mirar los objetos desde todos los ángulos posibles
el proceso del pensar com o un encadenam iento de y, por ello, en ver todas sus dimensiones, niveles, lados
m om entos necesarios que se cum plen no sólo en el y conexiones internas sacando a la luz todas sus deter­
pensam iento sino tam bién en las acciones de los su­ minaciones posibles; lo peculiar, decía, está sobre todo
jetos y en su interacción. De este modo, el pensar no en que ese proceso del pensar es, al mismo tiempo, un
sólo es el ejercicio reflexivo abstracto y aislado de un pensarse a sí mismo y un hacerse a sí mismo. El propio
sujeto cognoscente sino el proceso de la experiencia pensam iento se piensa a sí mismo pensando los objetos
de vida. El pensar es pensar-se a través de la vida con que en un primer momento aparecen como exteriores
los demás. La conciencia se constituye como autocon- y que se presentan como formando la "realidad". Al
ciencia y procede desde la experiencia sensible hasta pensarse de esta manera, el pensamiento se transforma
el concepto. N o se trata solam ente de la relación exter­ y jam ás vuelve a ser lo que era antes de emprender el
na de un sujeto con un objeto, sino de la auto-posición reto del pensar. Por eso, el razonar de cierta m anera lle­
del sujeto como su propio objeto a través de los otros va implícito el vivir de cierta manera, lo cual no alude
sujetos. al anacoreta o al monje sino a una época cuyo núcleo es
En manos de Hegel el Yo cartesiano es, antes que una forma determinada de intersubjetividad.
una premisa, un resultado. De manera precisa es un Si se razona de cierta manera se empuja a la confi­
resultado histórico, en el sentido de historia viviente guración de la realidad, es decir, se conduce al mundo
y en el sentido de devenir histórico. Ya Fichte había fenoménico a que adopte su realidad a partir de lo ra­
relativizado al Yo cartesiano y al Yo kantiano, y lo ha­ zonado. Por eso, la realidad es conceptual o no es. Esto
bía puesto como resultado de la intersubjetividad, lo se debe, sobre todo, a que pensar lo real implica, en
que representaba sin duda un gran avance pero que no primer término, atraparlo con el lenguaje, y, en conse­
quedaba exento de dificultades. La prim era de ellas era cuencia, configurarlo retroactivamente.
la precipitación en una "m ala infinitud" atomística que
El lenguaje no es solamente un sistema de signos ajeno a los ceso de construcción conceptual de la realidad, que es
significados, sino también el universo existente del sentido, y el único modo en que los fenómenos empíricos alcan­
este universo es tanto la interiorización del mundo como la zan el estatuto de auténtica realidad o realidad efectiva
exteriorización del yo, doble movimiento que es necesario (Wirklichkeit). Es en este sentido en el que debe enten­
comprender en su unidad. La naturaleza se revela como Logos derse la frase impactante que hemos mencionado arri­
en el lenguaje del hombre, y el espíritu, que no hace más que ba y cuya fama, como vimos, corre pareja con los equí­
aparecer de una manera contingente en el rostro y en la forma vocos a los que se ha prestado: "Lo que es racional es
humana, encuentra su expresión perfecta sólo en el lenguaje real, y lo que es real es racional" ("W as vernünftig ist,
(Hyppolite b: 32). das ist wirklich; und was wirklich ist, das ist vernünf-
tig"). En efecto, si no se confunde lo empírico con lo
Así, la conciencia, configurada lingüísticamente, se real, entonces se está en condiciones de entender que
constituye a sí misma (Simon: 107), y en el mismo pro­ el m undo de los fenóm enos sólo cuando es filtrado, es
ceso, constituye al mundo en cuanto humano. La labor decir, acom odado o puesto en orden por la actividad
del filósofo, en consecuencia, no se orienta a describir del pensam iento, alcanza su completud o su consis­
las cosas "tal y como son", sino que, como con su pen­ tencia real. Entender esto significa ante todo recuperar
samiento le otorga racionalidad a las existencias, el tra­ una de las lecciones más antiguas de la filosofía: no
bajo filosófico constituye a la realidad en tanto comple­ confiar de las apariencias y penetrar con el pensam ien­
jo fenoménico comprendido, es decir, puesto en orden to los fenómenos para llegar a constituir la vinculación
a través de los conceptos. entre la esencia de las cosas y sus formas fenoménicas
La clave para entender esto es la distinción que hace de aparición. En este sentido, Hegel explica:
Hegel entre el mundo de los fenómenos empíricos m e­
ramente existentes, y la realidad. La realidad es el re­ De lo que se trata, entonces, es de reconocer en la aparien­
sultado del pensam iento que pone orden conceptual al cia de lo temporal y pasajero la sustancia, que es inma­
mundo de los fenómenos. Hegel no dice cómo deben nente, y lo eterno, que es presente. Pues lo racional, que es
ser las cosas, sino, antes bien, cómo deben ser com- sinónimo de la idea, en la medida en que con su realidad
prendidas.1 D e esta manera, lo que propone es un pro­ entra al mismo tiempo en la existencia exterior, se desplie­
ga en una riqueza infinita de formas, fenómenos y confi­
1 A plicado al conocim iento del Estado, esto queda expuesto de la siguiente
manera: "E ste tratado, pues, en cuanto contiene la ciencia del Estado, no debe ser guraciones, y recubre su núcleo con la corteza multicolor
otra cosa que el intento de concebir y exponer el Estado com o algo en s í m ism o racio­
en la que en un primer momento habita la conciencia, pero
nal. La enseñanza que puede radicar en él no consiste en enseñar al Estado cóm o
debe ser, sino en enseñar cóm o él, el universo ético, debe ser conocid o" (f d : 52). que el concepto atraviesa para encontrar el pulso interior y
sentirlo también palpitar en las configuraciones exteriores a este movimiento que unifica y supera Aufhebung. La
( f d : 51). palabra alemana Aufhebung ha sido traducida habitual­
mente como "superación". Es necesario entender bien
En términos generales, entonces, lo que se propone He- el significado de esta palabra porque nos proporciona
gel es nada menos que construir conceptualmente la la llave para comprender la dialéctica hegeliana en su
realidad a través de un lenguaje filosófico que exprese conjunto. Aufhebung quiere decir al mismo tiempo ne­
cierta manera de conducir el pensamiento, desde las gación o eliminación y conservación, pero en un nivel
impresiones prima facie de los fenóm enos a través de más alto: algo es levantado y llevado a una posición
los sentidos, hasta su comprensión conceptual. superior; al ser levantado es negado en el lugar y signi­
¿Cómo opera esta manera de pensar? De lo que se ficado que tenía antes. En el nuevo nivel, lo que ha sido
trata es de desarrollar todas las determinaciones inclui­ levantado se conserva y, simultáneamente, conserva
das en un vocablo o palabra que represente lingüística­ su negación. Al conservar su negación, vuelve a ser lo
mente un fenómeno o un conjunto de fenómenos que, que era en un principio, pero ahora enriquecido por el
previamente, han impresionado los sentidos. La pala­ momento de lo negativo, que lo afirma en lo que es: ha
bra se transform a de este modo en un concepto. Hegel sido superado. Este procedimiento es del pensamiento
recurre a los tres momentos necesarios que tienen que pero, al mismo tiempo, lo es de los objetos mismos. Las
ser ubicados para que un concepto tenga sentido, es cosas existen realmente tan sólo porque son compren­
decir, fundamento, contenido y finalidad (telos). Los didas por un pensamiento que las piensa, les otorga
tres momentos de los conceptos son el momento de la sentido y las ubica en lo que son: la mera existencia no
inm ediatez o el "en sí" (an sich), el momento del extra­ es realidad si las cosas no han sido penetradas, vivifi­
ñamiento o el "p ara sí" (für sich), y la unidad superado- cadas, realizadas por el pensamiento.
ra, el en-sí-para-sí: las cosas son puestas por su propio La pretensión hegeliana de construir la realidad con
desarrollo lógico, desde sí mismas, es decir, desde sus el pensamiento tiene que conducirle al diseño de un
propias implicaciones contenidas en el hecho de ser lo sistema completo que abarque el pensar de todo el
que son. universo de fenómenos, tanto los naturales como los
La clave para que todo esto funcione es, como se ve, humanos. Y es que el proceso de pensar no sólo con­
la comprensión del tercer momento, la unidad que su­ cierne a la facultad cognoscente sino que se imbrica
pera. Ella contiene a los dos momentos anteriores, pero con el propio proceso de vida. El sistema de Hegel, en
en una situación especial: como negación y, simultá­ consecuencia, tiene las partes que reflejan la pretensión
neamente, como su auténtica afirmación. Hegel llama de unidad del pensar y el vivir. De todas maneras, to­
das las partes form an una unidad. El sistema tiene tres ese brotar a la existencia es que el embrión no puede resistirse
características principales: es dialéctico, es triádico y es a dejar de ser un ser en sí, pues siente el impulso de desarro­
jerárquico. Es dialéctico porque cada una de las partes llarse, por ser la viviente contradicción de lo que solamente
por las que se constituye es una totalidad en sí misma es en sí y no debe serlo. Pero este salir fuera de sí se traza una
donde se encuentra unificado el conjunto del sistema, meta y la más alta culminación de ella, el final predeterminado
pero en una particular form a de desenvolverse, y tiene es el fruto; es decir, la producción de la semilla, el retorno al es­
a la negatividad como principio motor; al mismo tiem­ tado primero. El embrión sólo aspira a producirse a sí mismo,
po, cada parte se convierte, en su devenir, en otra parte a desdoblar lo que vive en él, para luego retornar a sí mismo
distinta que, simultáneamente, conserva sus caracte­ y a la unidad de que partió (lhf: 27).
rísticas anteriores. Es triádico, en primer lugar porque
se constituye por tres partes: a) lógica; b) naturaleza; Empero, este proceso no es infinito, sino que constituye
c) espíritu. Es triádico, en segundo lugar, porque su un sistema que se cierra en sí mismo. Esto requiere que
estructura traduce los tres momentos necesarios de la el sistema sea jerárquico, es decir, que haya un nivel
auto-constitución de las cosas, a los que antes hemos supremo, universal, que ya no requiera ser superado
aludido: el ser en sí, el ser para sí, y el ser-en-sí-y-para- y que, al mismo tiempo, contenga en sí mismo la tota­
sí. Con otras palabras, los tres momentos son el de la lidad de sus momentos anteriores. Ese último nivel es
inmediatez, el del extrañamiento y el del retorno supe- Dios, o, si se quiere, la Idea de Dios construida por el
rador. Los dos primeros momentos son necesarios pero filósofo.
insuficientes. Cuando se llega al nivel de la superación,
la comprensión del ser empuja a trascender hacia un La idea [dirá Hegel] es lo verdadero en sí y para sí, la unidad
nivel más elevado. absoluta del concepto y de la objetividad. Su contenido ideal no es
Para comprender el movimiento que rige el sistema, otro que el concepto en sus determinaciones; su contenido real
podemos atenernos a la explicación que el propio He- es solamente la exposición del concepto que éste da en forma
gel pergeñaba en términos metafóricos: de existencia exterior, y esa figura incluida en la idealidad del
concepto en su [fuerza o] poder, se mantiene a sí en la idea
La planta, por ejemplo, no se pierde en un simple cambio sus­ (enc: 283).
traído a toda medida. De su embrión, en el que por el momen­
to no se ve nada, brotan una serie de cosas, todas las cuales, sin D e hecho, el sistema es la expresión estructurada de
embargo, se hallan ya contenidas en él, aunque no desarrolla­ la Idea en momentos existenciales diferentes. Los tres
das todavía, sino de un modo encubierto e ideal. La razón de momentos que constituyen estructuras del sistema fi­
losófico hegeliano son la lógica, la naturaleza y el es­ a llenar de contenido cuando tom a por objetos los de
píritu. Si se tom a el sistema en su conjunto, cada uno la naturaleza y los del espíritu. En los objetos de la
de estos m omentos constituye una fase del despliegue naturaleza el pensar lógico se piensa com o extrañado
de la idea. De este modo, la lógica sería el momento de de sí; se piensa como existiendo en un m undo que no
la inmediatez (ser en sí), la naturaleza sería el m omen­ puede controlar porque no es el resultado de su vo­
to del extrañamiento (ser para sí), y el espíritu sería el luntad. Sólo en el nivel del espíritu el pensar lógico se
mom ento de la unidad superadora (ser-en-sí-y-para- restaurará como un pensar de sí m ism o pero ahora ya
sí). Sin embargo, lo peculiar del sistema hegeliano es lleno de contenido. El pensar lógico vuelve a sí pero
que cada uno de los tres momentos del sistema en su ahora ya contiene subsum ida a la naturaleza que ha
conjunto im plica a los otros dos: espiritualizado. "L a m ás pura form a en que la Idea se
revela es el pensam iento m ismo: así es la Idea consi­
todas las partes del sistema implican la Lógica que [...] es ella derada en la lógica. O tra form a es la de la naturaleza
misma todo el Sistema en el elemento de la forma [...] la ló­ física. La tercera, por últim o, la del espíritu en gene­
gica refleja situaciones de inmediatez, de extrañamiento y de ral" (lfh: 61).
superación [...] Las articulaciones internas de la filosofía del El m undo del espíritu es el m undo humano. Espí­
espíritu objetivo: derecho, moralidad, eticidad (así como las ritu es inteligencia, y por lo tanto, condición de posi­
articulaciones internas de cualquier otra parte del Sistema), y bilidad de la existencia del m undo en tanto mundo
las subdivisiones ulteriores que llegan hasta el interior de los hum ano. En últim a instancia espíritu significa volun­
parágrafos singulares, presentan siempre los tres momentos tad y libertad.
de la dialéctica (Rossi: 14). Si tom am os como base la distinción clásica entre
la libertad positiva y la libertad negativa,2 podríam os
La lógica abarca el proceso de pensar el pensam iento. decir que la idea de libertad de H egel no significa
N o hay contenidos em píricos y esto dificulta enor­ unicam ente ausencia de constricción para la acción
m em ente la com prensión. La lógica hegeliana pien­ ni solam ente elim inación de obstáculos para el des­
sa com o objeto al pensam iento m ismo: desnuda la envolvim iento del arbitrio. Dicho con otras palabras,
m anera en que opera el pensar dialéctico, y lo hace no es sólo la idea de la libertad negativa. Tam poco
pensando dialécticam ente. Tam bién podría decirse es solam ente la idea de la libertad como obediencia
que la lógica significa la reflexión de la Idea sobre sí a la ley que uno m ismo se ha dado, esto es, la idea
m ism a pero vacía de contenido. Se trata del mom ento
2 La libertad positiva atiende al principio según el cual sólo se debe obede­
de la inm ediatez. El pensar dialéctico hegeliano se va cer a la ley que uno mismo se ha dado Vid. Berlin).
de la libertad positiva. Si hem os de ponerle un nom ­ Una vez expuestas estas líneas generales del plan­
bre, la libertad hegeliana sería una libertad racional, teamiento de Hegel, diremos ahora que este libro busca
cuya cualidad específica sería que sintetizaría a las promover la lectura del autor mismo. Su pretensión no
otras dos libertades. Esto quiere decir que un sujeto va más allá de servir de introducción a este complejo
es libre sólo com unitariam ente y sólo históricam ente. pensam iento a fin de fortalecer la necesidad de ir en
La libertad im plica conocer el m undo y conocerse a búsqueda de este gran filósofo.
sí m ismo. "E l m andam iento suprem o, la esencia del
espíritu, es conocerse a sí m ismo, saberse y producirse
com o lo que es" (lfh: 76).
A d em ás el proceso de auto-conocim iento del es­
píritu es histórico. "L a h istoria universal -d ic e H e-
g e l- es la exposición del proceso divino y absoluto
del espíritu, en sus form as suprem as; la exposición
de la serie de fases a través de las cuales el espíri­
tu alcanza su verdad, [y] la conciencia de sí m ism o"
(lfh : 76).
En el espíritu la idea adquiere su momento culmi­
nante. Lo humano, conceptualmente considerado, y el
espíritu, son sinónimos. "E l mundo comprende en sí la
naturaleza física y la psíquica [...] Pero lo sustancial es
el espíritu [...] El reino del espíritu es el creado por el
hombre [...] El terreno del espíritu lo abarca todo; en­
cierra todo cuanto ha interesado e interesa todavía al
hombre. El hombre actúa en él; y haga lo que quiera,
siempre es el hombre un ser en quien el espíritu es acti­
vo" (lfh: 59). El espíritu también se conforma y divide
en una tríada: espíritu subjetivo, espíritu objetivo y es­
píritu absoluto. Si el espíritu atañe a todo lo humano,
este es el lugar adecuado para encontrar la concreción
práctica de la filosofía de Hegel.
vida de H egel

En el margen de una carta que envió Hegel a su gran


amigo y benefactor Niethammer el 26 de marzo de 1819,
su esposa Marie anotaba: "Veo a mi Hegel contento en
su profesión, cariñoso conmigo y con los niños, y reco­
nocido -q u e es lo que por encima de todo im porta a una
mujer sensata y honorable" (Pinkard: 550). El reconoci­
miento, ese tem a que tan caro había sido en su filosofía,
venía por fin a cubrirlo de pies a cabeza, pero cuando
ya no era joven. En octubre de 1818 dictaba su clase
inaugural en la Universidad de Berlín, donde ocuparía
la cátedra de filosofía que había dejado vacante Johann
Gottlieb Fichte, fallecido dos años atrás. Después de
un largo bregar llegaba el tan anhelado ofrecimiento
que el filósofo había buscado con mucho esfuerzo y
una gran disciplina desde hacía varios lustros. No era
el poder o el dinero lo que deseaba Hegel: quería, más
bien, el reconocimiento, una posición vinculada con la
fama, el prestigio y la trascendencia. Por eso, su lugar
en el mundo estaba en la estela socrática signada por la
peculiar mezcla de magisterio y creatividad filosófica,
aunque fue identificado más con el sistemático Aristó­
teles que con el gran ágrafo de Atenas. A no dudar, es la
esfera del saber la que mejor identifica a Hegel. La filo­
sofía es una ciencia que busca el saber sin disimulo, sin
esconderse detrás de una aparente modestia que pre­
Tumba de Hegel en Berlín. Indica sus fechas de nacimiento y de tende renunciar a la verdad y se conforma con enun-
muerte.
ciar opiniones siempre parciales y siempre relativas. el Sacro Imperio Romano Germánico. Para esta época,
Com o ya lo había mostrado Platón, todo relativismo Alem ania en cuanto tal, como Estado nación sobera­
es la form a encubierta de los absolutismos más punti­ no, unificado e independiente, aún no existía: no era
llosos, lo que queda en evidencia cuando el contenido una tarea menor de los liberales construirlo siguiendo
de lo afirmado se compulsa con la form a afirmativa del a Inglaterra y Francia. Que además ese Estado tuvie­
enunciado y la posición desde la que se emite: "Todo ra la forma republicana y democrática, es decir, que el
es relativo" es una frase que, con toda su gravedad y Estado nación no sólo fuera una unidad poblacional
aparente elocuencia, contradice a la posición adoptada sino que existiera como condición jurídica de todos los
para enunciarla. "L o verdadero es el todo": he ahí, en hombres en pie de igualdad y en donde mandaran las
form a condensada, el programa que marcó la vida de leyes a fin de garantizar la libertad como auténtica ca­
Hegel y al que respondió con todo el rigor que la cien­ racterística distintiva de los seres humanos, era todavía
cia exigía (M iranda b). una aspiración considerada tan radical que se antojaba
Dedicar la vida al saber no era precisamente sencillo francamente extrema. Hegel nació, vivió y murió en un
en la época y en las condiciones socioeconómicas de contexto inmediato signado por una tensión permanen­
Hegel. No pertenecía a la nobleza y sólo su hijo Karl al­ te entre lo nuevo y lo viejo, en una condición de despo­
canzó tal distinción (Karl von Hegel) de una monarquía tismo provinciano que se resistía a morir y que luchaba
ya anacrónica y ajada, y años después de la muerte del afanosamente contra las tendencias que apuntaban ha­
filósofo. Para alguien de su clase social solamente ha­ cia un futuro de libertad e igualdad universales.
bía dos opciones para entregarse al saber: la formación En un mundo inmediato dominado por reyes, no­
de pastor protestante o un puesto de profesor en algu­ bles y grandes terratenientes, la familia de Hegel era
na universidad importante. También había posiciones plebeya pero no del todo servil:
intermedias como la de preceptor privado o la de pe­
riodista, y Hegel echó mano de ellas cuando las posibi­ todos los grandes hombres de Suabia nacieron en familias así:
lidades de alcanzar un lugar en el mundo universitario linaje de artesanos y sobre todo de pastores protestantes, de
se cerraban o se alejaban temporalmente. gente de leyes, de funcionarios. Esta pequeña burguesía mere­
Georg W ilhelm Friedrich Hegel nació el 27 de agosto ce ser llamada intelectual. No posee tierras, ni manufacturas,
de 1770 en Stuttgart, una pequeña ciudad situada en la que aún son escasas, ni capital ni mano de obra. No participa
provincia de Suabia, a la sazón ducado de Württem- en el comercio ni en la naciente industria. Tiene poco que ver
berg, un Estado independiente, uno más de los m uchí­ con las cosas materiales y sólo se ocupa de las cosas del alma
simos en que se había fragmentado lo que un día fue (D'Hont d: 30).
Pero además, la familiar de Hegel no pertenecía tam­ A los catorce años, uno después de la desafortunada
poco al grupo selecto de notables no nobles, la Ehrbar- m uerte de su madre por una epidemia de disentería,
keit, form ada por quienes habían alcanzado una posi­ Hegel fue inscrito por su padre en el Gymnasium de
ción prominente en los cuerpos de representación de Stuttgart, donde permaneció hasta los dieciocho años.
Württemberg. Esta escuela tenía un cierto aire ilustrado aunque el
El padre de Hegel, Georg Ludwig, había estudiado estudio de los clásicos grecolatinos no era desdeñable.
derecho en la Universidad de Tubinga y era secretario A los dieciocho años Hegel partió a la Universidad de
de la oficina de rentas públicas del gobierno. Los He- Tubinga, específicamente a su Stift o seminario pro­
gel de W ürttemberg procedían de una familia de pas­ testante para estudiar teología y hacerse pastor. Ahí
tores protestantes que habían emigrado desde Austria. conoció a Holderlin y a Schelling, amigos entrañables
Preocupado por la educación y la cultura, el padre de con quienes compartía no sólo la habitación sino tam­
Hegel procuró que a sus hijos no les faltaran clases pri­ bién las convicciones en favor de la nueva época que
vadas de diversas materias. se abría con la Revolución Francesa. Se cuenta que los
Su madre, M aria Magdalena Louisa Fromm, era una tres jóvenes amigos sembraron un Árbol de la libertad
mujer bastante culta: era hija de un abogado del Tribu­ el 14 de julio de 1791 y bailaron a su alrededor can­
nal Superior de Justicia de Württemberg, y su ascen­ tando la Marsellesa. Probablemente la historia es falsa
dencia había estado arraigada a Stuttgart desde hacía pero no es inverosímil, pues su simpatía por el gran
un siglo. Ella fue quien le dio la primera formación acontecimiento francés corría parejo con su hastío por
intelectual a Hegel, pues le había enseñado latín aun el seminario, las viejas doctrinas y el ambiente conser­
antes de que ingresara en la Escuela Latina a los cinco vador de Tubinga. Hegel intentó cambiarse de carrera
años, después de haber cursado dos años en la Escuela y estudiar derecho pero su padre lo impidió, probable­
Alemana. mente porque había firmado el compromiso, poniendo
Hegel tuvo dos hermanos, Georg Ludwig, quien como garantía su propiedad, de que su hijo estudiaría
llegó a ser oficial y murió en la campaña napoleónica teología y además de que, al término de sus estudios
contra Rusia en 1812, y Christiane Louise, una especie (que duraban cinco años: dos de filosofía y tres de teo­
de Antígona en entrega permanente a los hombres de logía) se desempañaría como pastor. En realidad Hegel
la casa: primero al cuidado de su padre y, posterior­ no quería ser pastor y adelantó su egreso del seminario
mente, puesto que se m antuvo soltera, padeciendo un donde, sin embargo, había obtenido un importante ba­
doloroso apego afectivo con su hermano mayor Georg gaje de conocimientos en los clásicos, en matemáticas y
Wilhelm, que éste no correspondió. en ciencias modernas. En el verano de 1793 Hegel soli­
citó un permiso para regresar a Stuttgart y permanecer pia acerca de los temas teológicos más acuciantes de la
ahí a fin de recuperarse de una enfermedad. Esta es­ época que se discutían en los ambientes intelectuales
tancia le sirvió para estudiar frenéticam ente distintas de los Estados alemanes, polémicas no ajenas al semi­
materias, en especial la tragedia griega. En septiembre nario de Tubinga. Su interés pronto se desplazó hacia
de ese año presentó y aprobó su examen ante las auto­ la religión como una de las expresiones más transpa­
ridades eclesiásticas de W ürttem berg para convertirse rentes de la vida de los pueblos. Si lo que se pretendía
en M agister, el grado obtenido al egresar del Stift. Con era comprender las formas y las rutas que adquiere la
el perm iso correspondiente, Hegel quedaba liberado transformación de la vida social era necesario captar
del seminario de Tubinga y ahora se podía dedicar a esos lazos invisibles que unen a los individuos y deter­
otras labores. Le habían ofrecido un puesto de pre­ minan su sentir y su pensar profundo. De este modo,
ceptor privado (Hofmeister) en una fam ilia patricia de Hegel vinculaba las grandes disputas teológicas de su
Berna, los Von Steiger. Hegel se trasladó a Berna en oc­ época con la práctica religiosa traducida en una mo­
tubre de 1793 donde perm aneció hasta finales de 1796, ralidad que daba consistencia a la estructura interna
cuando su amigo H olderlin le consiguió otro empleo de la sociedad. En Berna escribió una "Vida de Jesús",
de H ofm eister, pero ahora en Fráncfort, con la familia donde la figura del fundador del cristianismo era reva­
Gogel. lorada en función de su importancia como maestro de
Hegel no se sentía especialmente a gusto como H of­ una nueva moralidad. También en Berna redactó "L a
meister. Ocupar un lugar en la servidumbre de una positividad de la religión cristiana", un ensayo de agu­
familia rica, aunque ese lugar fuese elevado, provo­ deza y profundidad excepcionales en el que aclaraba
caba en él algún resentimiento en contra de un orden las razones por las cuales el cristianismo se convirtió
social que dotaba de todas las ventajas inmerecidas a en una religión positiva, es decir, en una religión que
un grupo reducido que carecía de Bildung, es decir, de cargaba el acento en las instituciones, los preceptos y
formación cultural regida por el nivel de civilización los rituales, más que en el seguimiento y la obediencia
alcanzado por la humanidad; esta educación o forma­ del imperativo del amor.
ción espiritual aludía, sin duda, a lo que identificaba al En 1796 Hegel abandonó Berna para trasladarse a
pequeño grupo de los intelectuales alemanes que sim­ Fráncfort donde permaneció cuatro años trabajando
patizaban con las nuevas ideas de igualdad y libertad como Hofmeister de la fam ilia Gogel, una fam ilia aco­
propias de la Ilustración. modada dedicada a la fabricación de vinos. A hí con­
Hegel aprovechó sus años de preceptor privado para tinuó con sus estudios sobre religión: redactó "E l es­
seguir estudiando y para reflexionar por cuenta pro­ píritu del cristianismo y su destino", un texto donde
se refuerza la vinculación entre la religión y la articu­ y como en voz baja. Estas características y un fuerte
lación de los caracteres que identifican a los pueblos. acento suabo, lo acompañaron toda su vida. También
También desarrolló importantes ideas sobre la consti­ repetía una y otra vez, como muletilla, al inicio de cada
tución de Alemania. El 15 de enero de 1799 le escribió oración, la palabra "así", como si quisiera concluir un
su hermana Christiane para informarle de la repentina silogismo infinitamente. Lo divertido del caso es que,
muerte de su padre. Es un signo revelador del tipo de en la medida en que su fama creció, el estilo de Hegel,
relación distante que Hegel m antuvo con su padre el lejos de ser un defecto, fue asociado con toda una for­
hecho de que no se haya trasladado de inmediato a la m a de ser y de pensar. Ya en la década de los veinte
casa familiar al enterarse del deceso. No fue sino hasta en Berlín, el hablar dubitativo y parsimonioso, y el re­
marzo que Hegel fue a Stuttgart para ayudar a ordenar curso al "en -sí" y al "para-sí" fue signando una cierta
los asuntos familiares y también para recibir su heren­ identificación inequívoca: Hegel era el trasfondo y se
cia, que sin ser una fortuna, le permitió contar con el pensaba "tipo H egel".
soporte necesario para probar suerte en Jena sin tener En septiembre de ese 1801 apareció su texto Dife­
que rentarse como Hofmeister. rencia entre los sistemas de filosofía de Fichte y Schelling.
El 21 de enero de 1801 Hegel llegó a Jena con la Poco después comenzó a editar junto con Schelling la
expectativa alimentada por Schelling de ocupar una Kritische Journal der Philosophie (Revista Crítica de Filo­
plaza en la universidad, que para esta época ya no se sofía) en donde publicaría algunos de los productos
encontraba floreciente sino más bien en decadencia. El de su fructífera labor filosófica de estos años de Jena.
13 de agosto le fueron reconocidos en la Universidad También comenzó a redactar anotaciones sistemáticas
de Jena los estudios que había cursado en Tubinga. El sobre lógica y metafísica, y sobre filosofía de la natu­
27 de agosto presentó una breve tesis de habilitación raleza y el espíritu, que cumplían el doble propósito
llam ada "Sobre la órbita de los planetas", con lo cual de preparar sus clases y pergeñar un sistema filosófico
asumió la condición de Privatdozent, un puesto sin sala­ que lo colocara en el primer plano del escenario filo­
rio por parte de la Universidad, pero con la posibilidad sófico alemán y europeo. Tan seguro estaba de dar a
de impartir clases por las que cobraba en proporción luz pronto un gran sistema filosófico que no dudó en
al número de estudiantes inscritos en sus cursos. He- firmar un contrato con el editor de Bamberg llamado
gel comenzó su labor docente pero no era un profesor Goebhardt, quien empezó a perder la paciencia porque
de hablar fluido y elocuente. Francamente era un mal se alargaba el tiempo de redacción del manuscrito. Fue
orador y conferenciante en público: tartamudeaba, ca­ fijado un último plazo para su entrega el 18 de octubre
rraspeaba frecuentemente y hablaba de forma insegura de 1806; de hecho, Hegel fue alargando tanto la redac­
ción final de su libro prometido desde el ya distante plaza y sueldo fijo y, para colmo, la administradora de
1802, que tuvo que intervenir su amigo y benefactor la casa donde vivía quedó embarazada de él. Su deses­
Immanuel Niethammer poniéndose de fiador frente al perada situación lo obligó a marcharse de Jena e ir a
editor a fin de que el filósofo diera a la imprenta la pro­ Bamberg a hacerse cargo de la dirección del periódi­
metida obra. La espera valió la pena. Hegel entregó el co local, la Bamberger Zeitung. No había alcanzado un
manuscrito de su prim era gran obra en el plazo acorda­ puesto docente pero por lo menos se vincularía con
do. Había nacido la portentosa Fenomenología del espíri­ una importante actividad intelectual y saldría al paso
tu. La versión romántica del acontecimiento cuenta que de su asfixiante precariedad económica. Al fin y al cabo
el día que concluyó la obra, los ejércitos de Napoleón para él el periodismo tenía cierta aura de sacralidad,
ocuparon Jena y entonces el filósofo vio por la venta­ pero realista y terrenal: "Leer el periódico de la maña­
na de su habitación al "espíritu del mundo montado a na es la plegaria matutina del realista. Uno orienta su
caballo". Era cierto en gran parte: el 14 de octubre de actitud hacia el mundo o bien por Dios, o por lo que
1806 Hegel concluyó el manuscrito, y ese mismo día el mundo es. La primera vía da tanta seguridad como
fue la fam osa batalla de Jena entre el ejército prusiano la segunda, pues en cada caso uno sabe dónde está".
y las fuerzas napoleónicas. Pero fue un día antes, el 13 Eso escribía Hegel en su diario cuando vivió en Jena.
de octubre cuando Hegel le escribió a Niethammer su (Pinkard: 318).
famoso comentario: Su hijo ilegítimo nació el 5 de febrero de 1807 y fue
registrado con el nombre de Georg Ludwig Fischer -n o
He visto al emperador -esa "alma-del-mundo"- recorriendo a H egel- porque Fischer era el apellido de soltera de la
caballo la ciudad para revisar sus tropas. Es una maravillosa madre Christiana Charlotte Johanna Burkhardt, quien
experiencia contemplar a semejante individuo, quien, con­ tenía otros dos hijos. Ludwig tuvo una existencia des­
centrado aquí en un punto geográfico concreto, a lomos de su dichada. El hermano de Hegel y el librero Friedrich
cabalgadura, extiende su brazo sobre el orbe y lo domina [^] Fromm an fungieron como padrinos del niño. En 1811
Este hombre extraordinario, a quien es imposible no admirar su madre entregó al niño a un hogar para huérfanos.
(Pinkard: 303). En 1816 fue recibido por Hegel y su esposa en el hogar
que habían formado pero todo indica que no tuvo una
Al tiempo que alcanzaba por fin esa meta, se cernían buena estancia. De hecho Hegel no lo apoyó para que
sobre su vida personal nubarrones cargados de penu­ tuviera estudios universitarios; a lo más que llegó He-
rias. Carecía de dinero, la Universidad seguía cerrada gel fue a recomendarlo con algunos amigos para que
para su ambición de convertirse en un profesor con se dedicara al comercio. Finalmente Ludwig se enroló
en el ejército holandés y murió en una batalla el mismo la filosofía de la naturaleza, a la religión, a la moral y al
año de la muerte de su padre. derecho (pr y enü).
Dedicarse al periodismo no era para Hegel sino una Aunque las labores administrativas le absorbían
circunstancia transitoria, como lo sería su propio paso mucho tiempo, terminó la primera parte de la Ciencia
por Bamberg. Sus constantes peticiones a su amigo de la lógica a fines de 1811 y principios de 1812 "durante
Niethammer, a la sazón funcionario de educación del los primeros seis meses de m atrim onio". En efecto, el
estado de Baviera, tuvieron un resultado no del todo 15 de septiembre de 1811 Hegel se casó con Marie He­
satisfactorio para el filósofo: la dirección del Gymna- lena Susanna von Tucher, veinte años menor que él y
sium de Núremberg. No era el tan buscado puesto en perteneciente a una familia patricia de Núremberg, a
alguna Universidad, pero al m enos se relacionaría con la que Hegel pudo tener acceso porque había obteni­
la actividad docente remunerada. Hegel se instalaría do cierto prestigio local como director del Gymnasium.
en Núremberg en noviembre de 1808 e iniciaría sus H abía cumplido 41 años y Marie apenas 21, y no se
clases el 12 de diciembre de ese año. El Gymnasium se podría decir que estuvieran apasionadamente enamo­
encontraba en una reestructuración de sus planes de rados. Hegel pensó sencillamente que había llegado el
estudio y de su organización administrativa, así que momento de estabilizarse y el paso siguiente era el m a­
Hegel siguió la instrucción de adecuar la currícula a fin trimonio. El 27 de junio de 1812 tuvieron una hija que
de que los jóvenes estudiantes se form aran buscando murió dos meses después. Un año más tarde el dolido
su autonomía intelectual. Por su parte, él quedó encar­ matrimonio fue compensado con el nacimiento de un
gado de impartir personalmente los cursos de intro­ niño fuerte y saludable a quien pusieron el nombre de
ducción a la filosofía y de lógica. Ya había emprendi­ Karl Friedrich Wilhelm. Su segundo hijo, Thom as Im-
do la composición de la prim era parte de su sistema, m anuel Christian nació el 25 de septiembre de 1814.
la que trataba precisamente de la ciencia de la lógica. La relación de Hegel con las mujeres partía de una
También comenzó a redactar las notas para sus cursos consideración básica: el lugar de ellas era el hogar y
de m anera organizada siguiendo una estructura que su papel apoyar a su hombre y criar a los hijos. Hegel
ya no abandonaría, y que consistía en formular una no tomó nunca seriamente a las mujeres como iguales
idea en un parágrafo que después ampliaría, explicaría intelectualmente. En el verano de 1791 Hegel se sintió
y comentaría oralmente. Estas notas perfilaron lo que atraído por la hija de un difunto profesor de teología
después constituiría la Enciclopedia de las ciencias filosó­ de Tubinga, Augusta Hegelmaier (que trabajaba en la
ficas, pero no se publicarían en vida de su autor. Estas tienda de vinos adjunta a la taberna que frecuentaba
notas no sólo están referidas a la lógica sino también a Hegel). El asunto no pasó de una efímera ilusión. Hegel
se enamoró pero Augusta simplemente no le hizo caso. Christianne, la herm ana del filósofo, quien vivió con
Unos años después, cuando dejó Berna a finales de la familia Hegel durante el verano y el otoño de 1815.
1796 para trasladarse a Fráncfort, pasó unas semanas La primera parte de la Ciencia de la lógica fue publi­
en la casa familiar de Stuttgart. A hí y entonces conoció cada en 1812 y la segunda parte al año siguiente. La
a Nanette Endel, una amiga de su hermana Christiane, tercera parte vio la luz en 1816. El 30 de julio de este
que estaba viviendo con los Hegel. Nanette era católica último año, Hegel recibió, por fin, la oferta formal de
y ese fue el motivo de las bromas que Hegel le gastaba, trasladarse a Heidelberg para ocupar un puesto como
brom as a las que ella respondía con gusto y con picar­ profesor ordinario en la Universidad. Debía obtener
día. Se llevaron bien y fueron amigos pero no pasaron una licencia por parte del gobierno de Baviera para
de ahí. Después de estas inocentes tentativas, vino el que pudiera aceptar la plaza ofrecida en Heidelberg.
affaire Burkhardt en el momento económicamente me­ Por esas fechas también recibió una propuesta de la
nos oportuno y justo con una mujer casada, con dos Universidad de Erlangen de asumir el cargo de direc­
hijos, y que había sido abandonada por su marido. tor del seminario de filosofía y profesor de literatura
El paso al matrimonio fue, como en tantos eventos, clásica, e igualmente su nombre comenzó a manejarse
una decisión fríamente racional. Cuando Hegel llegó a en Berlín. Su suerte empezaba a cambiar. Optó por Hei-
Núremberg comentó a su amigo y benefactor Nietham- delberg adonde se trasladó el 19 de octubre de 1816,
mer que quizá había llegado el momento de casarse. apenas unos días antes de dictar su lección inaugural
Al parecer, la esposa de Niethammer se dio a la tarea en la Universidad. La etapa de Núremberg quedaba
de conseguirle a Hegel una mujer. Más que cortejo, atrás con muchos éxitos intelectuales; ahí había escrito
enamoramiento y pasión, lo que primó entre Hegel y la Ciencia de la lógica y, en lo personal, se había casado
Marie fue una negociación entablada por el ya maduro y había estabilizado su situación. También le quedó el
filósofo y el padre de la benevolente, paciente y afable gusto por los embutidos y las salchichas de Núremberg
joven mujer. No hubo, entonces, un impulso amoroso y por el Lebkuchen (un dulce de licor y chocolate que
desbocado sino un muy hegeliano cálculo de conve­ se solía hacer por Navidad).
niencia. Para él, el genuino componente del amor ma­ Al año siguiente a su traslado a Heidelberg publicó
rital no era la felicidad sino el sosiego o la satisfacción. su célebre Enciclopedia de las ciencias filosóficas, un com­
Pero el matrimonio se mantuvo bastante estable y sin pendio escolar para uso de sus estudiantes. El texto
grandes conflictos. Las mayores pruebas de su estabili­ constaba de tres partes que conformaban el esquema
dad fueron la incorporación al hogar de Ludwig, el hijo de su sistema filosófico. La primera de ellas era un
que Hegel tuvo con Johanna Burkhardt, y la llegada de resumen de su Ciencia de la lógica, el gran libro por el
que empezaba a ser conocido y reconocido como filó­ no puede hacer la política del concepto porque está
sofo con méritos propios. La segunda parte abordaba conformada de acuerdo con los intereses particulares:
la filosofía de la naturaleza, objeto de estudio siempre los estamentos que la componen no están dispuestos a
atractivo para Hegel, y finalmente, como tercer parte, perder privilegios y pretenden simplemente restaurar
la filosofía del espíritu, en la que estaba incluida su filo­ el estado de cosas anterior a la invasión napoleónica.
sofía acerca del derecho, la moral y la política. El Estado y el derecho racionales son formas de vida
En el corto tiem po que radicó en Heidelberg Hegel civilizada, articulada por la libertad y la igualdad; en la
tom ó algunas posiciones políticas que son importantes línea de Rousseau, Hegel señala que el "pueblo" es una
en la medida en que confutan con nitidez las versiones abstracción y que, por lo tanto, requiere ser representa­
de m anual que lo ubican como un autor conservador o do por agentes que sepan entender al Estado como la
reaccionario. En sentido estricto su entusiasmo juvenil concreción institucional de lo universal. De cualquier
por la Revolución Francesa nunca se extinguió; se iden­ manera, el mero hecho de haberse reunido para deba­
tificaba más con los girondinos que con los jacobinos, tir -co n todo y que Hegel critica las "discusiones" por
y todavía más con las reformas napoleónicas. El 14 de escrito- pone a la Asamblea en un ejercicio de apren­
julio de todos los años brindaba para conmemorar la dizaje paulatino por medio del cual la vida civilizada
tom a de la Bastilla y veía con simpatía las reformas que se abrirá paso tarde o temprano en Alemania. El texto,
se emprendían en varios estados alemanes a favor de por supuesto, causó escozor entre los círculos restaura-
las libertades. Hegel rechazó el nacionalismo a ultran­ cionistas. Pero Hegel, en el juego de la política, no era
za que defendían algunos grupos entusiasmados con un pensador militante, moralista o ideólogo; era, sobre
los proyectos de unificación alemana. También opinó todo, un filósofo que advertía el entrevero de razón y
acerca del proyecto de Constitución relativamente libe­ libertad como la característica central de los nuevos
ral que el príncipe de Württemberg, Friedrich II trató tiempos. Quizá esta posición le haya valido ser invi­
de impulsar en 1815. Con un estilo claro y lúcido Hegel tado a formar parte del cuerpo docente de la Univer­
redactó un ensayo aparecido en los Heidelberger Jahrbü- sidad de Berlín, pues al frente del gobierno prusiano
cher en el invierno de 1817-1818 (dep). En él se desplie­ habían llegado los reformadores Karl August von Har-
ga la concepción que del Estado ha construido Hegel denberg como canciller y Karl Sigmund Franz Freiherr
a lo largo de 20 años pero ahora referida al estudio de vom Stein zum Altenstein como ministro de cultura de
un evento específico signado por la transición desde Prusia. Sólo unos meses después de su nombramiento,
una condición feudal a una condición política moder­ el 26 de diciembre de 1817, Altenstein envió una carta
na. La Asam blea de los estamentos de Württemberg a Hegel para hacerle la invitación formal para que el
filósofo se incorporara a la Universidad. Después de de las ventanas de la celda. Después de su liberación y
algunas negociaciones, Hegel se trasladó con su familia a instancias de Hegel, Henning fue nombrado su asis­
a Berlín para iniciar sus famosas lecciones el semestre tente de docencia.
de invierno de 1818. Hegel terminó su Filosofía del derecho en junio de
El contexto berlinés en el que se desenvolvió Hegel 1920, pero no fue sino hasta principios de 1821 que fue
los últimos 12 años de su vida estuvo atravesado por publicada. Tenía la forma de exposición que ya caracte­
la tensión y el conflicto. Las reformas liberales "desde rizaba su libro anterior: pensamientos ordenados y re­
arriba" chocaban con las tendencias contrarrevolucio­ dactados en forma concisa, organizados en parágrafos
narias que pretendían conservar el orden social de la que servirían preponderantemente para sus clases. En
jerarquía y los privilegios. La rancia nobleza y el clero este texto, Hegel ampliaba, profundizaba y precisaba
se habían amalgamado con una naciente aristocracia su filosofía del espíritu. Volvía pues, al tema de las re­
burguesa, para enfrentar la estela napoleónica de liber­ laciones entre el derecho, la moralidad y el Estado. El
tad e igualdad que campeaba por los estados y reinos final del libro planteaba el tem a de la historia univer­
alemanes. En el momento en que trabajaba con ahínco sal, lo que se conectaba con el contenido de una de las
en su filosofía política Hegel era particularmente sensi­ materias que impartiría varias veces en Berlín.
ble al ambiente político prusiano en el que se señalaba La década del veinte en la vida de Hegel puede ser
y perseguía por "dem agogia" a quien abrazara ideas resumida como de gran estabilidad personal y familiar,
liberales, democráticas o republicanas por tenues que de amplio reconocimiento y, particularmente, de gran
fueran. Algunos de sus alumnos fueron puestos en pri­ producción intelectual orientada a la docencia. Aun­
sión por sus claras tendencias republicanas. Gustav As- que nunca fue admitido en la Academ ia de Ciencias
verus, que había sido su estudiante en Heidelberg, fue de Berlín (probablemente por la oposición de Schleier-
detenido por la policía prusiana en abril de 1819, acu­ macher, el reconocido filósofo de la religión con quien
sándolo de subversión y demagogia; fue liberado, des­ Hegel entabló una polémica), fue incorporado al Com i­
pués de intensas negociaciones, casi un año más tarde, té Real de Examinadores Científicos de Brandemburgo,
y Hegel pagó la fianza. Otro de sus alumnos, Leopold en 1829 fue nombrado rector de la Universidad y en
von Henning, también fue detenido el 15 de abril de 1831 el rey le otorgó la Orden del Águila Roja por sus
1820. Cuando estaba preso, Hegel se reunió con otros méritos académicos.
alumnos y al anochecer tomaron un bote y fueron a vi­ Adem ás de la preparación de sus clases, que eran
sitar clandestinamente al amigo encarcelado, con quien vespertinas, Hegel confeccionó la segunda edición de
cruzaron tan sólo unas palabras en latín a través de una la Enciclopedia. También se dio tiempo para retomar
la iniciativa de sus alumnos Eduard Gans y Heinrich cumplido su propósito juvenil de ser un filósofo que
Gustav Hotho y fundar en julio de 1826 la Sociedad le escribiera al pueblo para modificar sus modos de
para la Crítica Científica que editó una revista de nom­ pensar, sí había conseguido definir un modo de pen­
bre Anuarios para la crítica científica. Los Anuarios tuvie­ sar distinto a todo lo precedente. No era poca cosa lo
ron siempre problemas financieros y nunca recibieron conseguido y quizá eso haya influido para expandir la
subsidio oficial. Con todo, Hegel la pasó bien en Berlín. creencia en que tenía una personalidad típica de genio.
Seguía haciendo sus paseos habituales en compañía de En realidad Hegel fue toda su vida bastante típico. Te­
algún alumno o amigo, tenía una amplia vida social y nía una naturaleza gregaria, le gustaba la convivencia
él y Marie eran asiduos asistentes al teatro y a la ópera. con los amigos, jugar a las cartas y el baile. Quienes lo
Continuaba disfrutando el juego de cartas, compraba conocieron resaltaron su sentido del humor y su sonrisa
billetes de lotería y nunca perdió su afición por la bue­ tan característica, rasgos éstos que solemos no asociar
na comida, el buen café y el buen vino. Pero a lo que con la imagen tradicional que nos hemos hecho de él.
centralmente estaba entregado era a la especulación y a Destacaba pues, por su amabilidad y sociabilidad, pero
la Bildung, y en definitiva lo que caracterizó al periodo también por su honestidad, su sinceridad y rectitud.
de Berlín fueron sus Lecciones. "Tenía una seguridad en sí mismo que para muchos
Las Lecciones fueron publicadas póstum am ente y era atractiva y para otros repulsiva; pero también ma­
desarrollan, cada una de ellas, los tem as de historia nifestaba una preocupación genuina por sus alumnos,
de la filosofía, filosofía de la historia, religión y estéti­ desviándose de su marcha para ayudarlos, y ponien­
ca. Se trata de gruesos volúmenes que constan de una do gran interés en prestar atención a algún estudiante
introducción y un extenso desarrollo. La introducción particularmente endeble" (Pinkard: 165). Cuando vivió
sí la escribió Hegel, pero el resto fue recuperado de los en Berlín hizo algunos viajes y excursiones. También
apuntes de sus alumnos. Esto tiene la ventaja de ser m antuvo una de sus amistades más queridas para él: la
textos de lectura menos difícil que los libros escritos de de Johann Wolfgang Goethe. Las amistades que man­
su puño y letra, pero posee el inmenso inconvenien­ tuvo, los distintos apoyos que recibió a lo largo de su
te de que se está ante una transcripción del apunte de vida, y la oración fúnebre leída durante sus exequias,
un alumno. Es decir, salvo la introducción, no es Hegel han hecho pensar a D 'H ont que Hegel perteneció a la
quien escribe. De todos modos son textos que han sido m asonería alemana. Pudo ser, pero eso no sería lo más
atribuidos al Hegel de su época berlinesa. Esta fue, relevante de su vida.
por cierto, su mejor época. Había llegado a la cumbre Hacia 1829 la salud de Hegel se fue deteriorando
el hombre que buscó reconocimiento. Si bien no había paulatinamente. Una epidemia de cólera estaba azo-
tando una parte de Europa y llegó a Berlín. Sin em­
bargo, hoy sabemos que probablemente no fue esa la
enfermedad que acabó con su vida sino un agresivo Los PRIMEROS ESCRITOS
cáncer gástrico. El individuo Georg W ilhelm Friedrich
Hegel dejó de existir el 14 de noviembre de 1831, pero Acaso enmarcados en las resonancias de las disputas
este ser singular y finito no ha dejado de perseverar en teológicas del Stift, los escritos juveniles de Hegel están
lo universal. articulados por el tem a de la religión. El horizonte de
comprensión predominante desde el que emprende su
estudio y análisis es, como era de esperarse, la filosofía
kantiana. Instalado en Berna, una vez que ha egresado
del seminario de Tubinga y de que se ha separado de
sus amigos Holderlin y Schelling, Hegel emprendió, en
1796, una revisión de la positividad de la religión cris­
tiana. El fenómeno de la positividad significa la trans­
formación de una doctrina moral en rituales que se
repiten incesantemente sin que siempre haya claridad
acerca de sus razones. Estos rituales se institucionali­
zan y cuando eso ocurre la doctrina moral ha alcan­
zado una existencia positiva u objetivamente evidente,
patente pues, a los ojos de los sujetos. Pero ocurre que
con esta existencia positiva queda negada la propia
esencia de la doctrina. Ése ha sido el caso del cristianis­
mo: se convirtió en una religión positiva, desvinculada
de su sustancia moral, no tanto debido a una especie de
degeneración progresiva del mensaje original de Jesús
sino, sobre todo, a la form a en que tuvo su génesis. En
efecto, el hecho de que la enseñanza moral de Jesús de
Nazareth tuviera como principio de autoridad su pro­
pia persona implicaba que se le seguía por un apego
personal y no como el resultado del libre ejercicio de la
razón; eso determinó que el soporte del devenir cristia­ sobre toda la extensión de su ser, no puede sustraerse a la fe
no recayera en la fe en un hombre, más tarde sustituido positiva. La disposición para tal fe presupone necesariamente
por una secta, un conjunto de sectas y, finalmente, por la pérdida de la libertad de la razón, de la autonomía de la
un Estado eclesiástico. Éste adolece de sustancia moral misma y, así, la incapacidad para oponerse a un poder ajeno
y como en él se mezclan y confunden lo jurídico y lo (ps: 136).
moral, el individuo se enfrenta a una exclusión moral
sancionada como si fuera un delito. Eso simplemente D e manera oblicua Hegel destaca la superioridad del
representa un atentado contra la libertad. Estado civil frente al Estado eclesiástico, al marcar el
En este contexto, Hegel compulsa las figuras de Je­ hecho de que es un Estado donde la moralidad no
sús y Sócrates como dos referentes paradigmáticos de sólo está a salvo sino que se preserva en su verdadero
la moralidad, el primero de una moral que devino reli­ significado, pues no es con la obediencia ciega a pre­
gión positiva, y el segundo de una moral enlazada con ceptos, normas, reglas y disposiciones dictadas por la
el uso de la razón. M ientras que Jesús instaba a obe­ autoridad como se manifiesta de manera consecuente
decer los preceptos morales "porque sí", Sócrates invi­ la moralidad sino, por el contrario, en el libre ejercicio
taba a sus amigos a pensar libremente por sí mismos. de la razón práctica que elige actuar moralmente. La
Hegel hace la diferencia entre dos procedimientos dis­ separación entre derecho y moralidad es propia del Es­
tintos por los que se genera la formación moral de los tado civil y, en consecuencia, es lo que más se ajusta a
pueblos: el propio del adoctrinamiento y, en contraste, la libertad, a la razón y a la moralidad.
el de la convocatoria al libre ejercicio del pensar, al des­ Puede apreciarse con claridad que Hegel valora
pliegue libre y autónomo de la razón. Por supuesto que como esencial la libertad individual en el campo de la
es este segundo procedimiento, asociado con el nombre razón práctica, y sobre esta base compulsa dos modos
de Sócrates y con la filosofía, el que corresponde con la de instauración de la moralidad. El modelo de la filoso­
libertad. En cambio, en el cristianismo se produce una fía está asociado, como dije, con el nombre de Sócrates
subordinación de principio a un poder exterior y supe­ y con la bella totalidad armónica de la polis ateniense.
rior, que hace irrelevante el ejercicio de la libertad: Esta unidad es el noble resultado de la confianza en la
libertad de pensamiento, lo que no sólo envuelve a un
El hombre que reconoce este poder superior de un ser, no sólo pequeño grupo de ilustrados sino que abarca al con­
sobre los impulsos de su vida (puesto que esto tiene que ser junto de los ciudadanos. A quí Hegel teje una curiosa
reconocido por todo el mundo, ya sea bajo el nombre de natu­ trama de moralidad kantiana, método socrático y polí­
raleza, destino o providencia), sino también sobre su espíritu, tica ateniense, que desemboca en un ideal que armoni­
za la libertad individual y el principio de lo comunita­ a la figura de Jesús en tanto impulsor del imperativo
rio. Atenas y Roma representan la realidad histórica de del amor. El judaísmo asume un sentido de igualdad
comunidades políticas que realizaron la unión entre la pero en el sometimiento a un Dios externo y una ley
libertad positiva y, a través de ella, lograron la fusión obligatoria pero asimilada de modo irreflexivo. "Los
entre el individuo y la comunidad. De este modo, el judíos son totalmente dependientes de Dios. Aquello
Estado fue el producto de la propia actividad libre del de lo cual uno depende no puede tener la forma de la
ciudadano. La decadencia romana, asumida como pro­ verdad, puesto que la verdad es la belleza intelectual­
ducto de la crisis moral del pueblo, explica el recurso mente representada; el carácter negativo de la verdad
al cristianismo. Roma había devenido una aristocracia es la libertad" (ec: 295). Frente a este espíritu, Jesús in­
y el Estado redujo su dimensión moral para orientarse vierte la relación con la ley y marca la superioridad del
sólo a la protección de la propiedad. En estas condicio­ hombre respecto a mandatos externos.
nes, el ciudadano romano fue abatido por la indolencia
y la apatía hasta llegar al extremo de no identificarse A la costumbre de lavarse las manos antes de comer el pan
más con su Estado. Y es que "arriesgar la vida por un Jesús opone toda la subjetividad del hombre y coloca la pu­
Estado que sólo asegura la conservación de la propie­ reza o la impureza del corazón por encima de la servidumbre
dad no tiene sentido" (ps: 159). ante un mandamiento, "por" pureza o impureza de un objeto.
Hegel continuó tratando temas teológicos aunque Convirtió la subjetividad indeterminada en carácter de una
en ellos subyacían preocupaciones filosóficas de carác­ esfera totalmente diferente, que no tiene nada en común con
ter práctico. Así, la figura de Jesús es examinada nue­ el cumplimiento puntual de mandamientos objetivos (ec: 306).
vamente pero ahora es identificado, desde una óptica
kantiana, como un maestro de moralidad. Con su ense­ El mandamiento del amor al prójimo como a uno m is­
ñanza, Jesús funda un "reino de D ios" formado como mo, en tanto que él, el prójimo, es tú, y la indicación
síntesis de la soberanía de las leyes de la virtud entre de Jesús a sus discípulos según la cual, una vez que
los hombres (hj: 71). Se abría paso con ello el tem a de la él haya muerto, estará con ellos cuando dos o más se
enseñanza de la moral y de la m anera en que se trans­ reúnan en su nombre, son las palancas que impulsan
form an las costumbres de los pueblos. Esta cuestión la formación de la comunidad ética cristiana. "Jesús no
adopta un tono muy agudo en "E l espíritu del cristia­ opuso a la servidumbre total bajo la ley de un Señor
nismo y su destino", escrito ya en Fráncfort hacia 1798. ajeno una servidumbre parcial bajo una ley propia, la
En este texto Hegel contrasta al espíritu del judaísmo violencia contra sí mismo de la virtud kantiana, sino
con el propio del cristianismo, y acude nuevamente las virtudes sin dominación y sin sometimiento, m o­
dificaciones del am or" (ec: 335). El amor puede cons­ ligión y su vínculo con la vida social. Ahora en cambio
truir una unión del espíritu, un reino de Dios donde el centro de atención radica en la caracterización del
el espíritu viviente anima a los diferentes seres, "que pensam iento propiamente filosófico específicamente
entonces ya no son meramente iguales entre sí, sino en el marco legado por Kant. La pregunta inicial in­
concordantes; ya no form an una asamblea, sino una dagaba cuál era el primer principio del pensar y, en­
comunidad, puesto que están unidos no por un uni­ seguida, cuál era la consistencia del objeto pensado en
versal, por un concepto, sino por la vida, por el amor su relación con el objeto empírico. Esta era la base me­
[ ^ ] ¿Existirá una idea más bella que la de un pueblo tafísica de una tom a de postura respecto de la moral y
form ado de hombres cuya relación m utua es el am or?" la religión, y también respecto al derecho y el Estado,
(ec: 363). Con todo, esta comunidad de vida tiene lí­ de modo que las preocupaciones filosóficas no atañían
mites porque se configura dentro de un Estado al que sólo a la esfera intelectual sino que estaban conectadas
ni Jesús ni su comunidad espiritual pudieron anular, y íntimamente con los nuevos tiempos de la reorganiza­
cuya existencia representaba pérdida de libertad, res­ ción de la vida social entera. Kant, digno representante
tricción de vida y una pasividad bajo el dominio de un de la generación anterior, aún no concluía su produc­
poder ajeno. ¿Cómo se podría conciliar una comuni­ ción filosófica, y después de hacer públicas sus tres
dad de vida mediada por el amor con una condición Críticas todavía le alcanzó la fuerza y el talento para
jurídica de existencia sin que ello im plicara la instaura­ tratar de conciliar a la Razón con una religión traduci­
ción de un Estado eclesiástico? ¿Es posible armonizar da en términos de moralidad (Kant d). Los imperativos
la libertad individual y el principio de lo comunitario? categóricos, aquellos que caracterizan a la moral, des­
Los nuevos tiem pos están llevando hacia esta concilia­ cansaban en la razón y por tanto en la autonomía de
ción, no sin contradicciones. los sujetos, pero de ello se podían obtener conclusio­
nes divergentes para plantear el tem a de la obligación
m oral: ¿cóm o se obtiene la garantía de que el sujeto
Comparación entre Fichte y Schelling racional y autónom o actuara en función del im pera­
tivo categórico? Com o esta garantía no existía, Kant
La Diferencia entre el sistema de filosofía de Fichte y el de recurrió a la teoría contractualista del Estado para si­
Schelling es, hablando con propiedad, el primer libro tuar la existencia del derecho como orden respaldado
publicado de Hegel. También se trata de su primer tex­ en la fuerza física. La m oral sería racional para todo
to propiamente filosófico, pues antes sus reflexiones se sujeto de razón pero, frente a una naturaleza hum ana
desenvolvían, como hemos visto, en el terreno de la re­ tan lábil, frente a ese fuste torcido de la humanidad,
habría que contar con instrum entos coercitivos para acabada sobre la tela, la ve antes de que la mano, más lenta,
garantizar el orden social racional. Las ideas de Dios, reproduzca sus contornos (Fichte: 148).
la de la inm ortalidad del alm a y la libertad se adap­
taban bien, com o ideas regulativas de la razón, a la En esta tesitura, Fichte plantea el Yo absoluto como
m oralidad kantiana, pero así planteadas quedaba des­ fuente de la derivación de la dinám ica intersubjetiva.
pejado el terreno para el cuestionam iento de los po­
deres terrenales eclesiásticos. Gottlob C hristian Storr, El yo-puro = el yo-absoluto constituyen para Fichte el punto
por ejemplo, una prom inente figura en la teología de hacia donde converge toda relación del sujeto absoluto, como
Tubinga, desarrollaba, a partir de la teoría kantiana, siendo (el yo-individuo de cada persona). Pero este yo-puro-
argum entos que reforzaban la visión de la religión absoluto viene siempre impulsado por el yo-práctico, el cual,
com o principio de autoridad. En cambio, Reinhold y actuando desde el sujeto-inteligencia, lleva siempre en sí la su­
Fichte, com o los discípulos m ás preclaros de Kant, se premacía del ser y de los valores y contiene en sí una actuación
adscribieron a la interpretación del legado kantiano ilimitada desde una actividad libre. Fichte establece también
com o una filosofía de la libertad. Johann Gottlieb Fi- un yo-teórico dentro de su sistema. En este caso tanto el yo-teó-
chte había publicado tres obras im portantes en menos rico como el yo-absoluto-puro han de ser concebidos sólo como
de cinco años: Fundam entación de la doctrina de la cien­ centros suprapersonales del conocimiento y de la acción. Se trataría
cia (1794), la Fundam entación del derecho natural (1796), sólo como de una yoidad genérico-trascendental en relación
y el Sistema de la doctrina de las costumbres (1798). Este con los valores suprasensibles, a los que tenemos que añadir
autor deduce de un prim er principio filosófico indu­ los campos y los ámbitos del no-yo (naturaleza y sociedad)
bitable los restantes ladrillos de un pretendido siste­ (Riobó González: 70).
ma: el yo absoluto planteado como resultado de una
intuición intelectual. En D iferen cia^ H eg el no se contenta con continuar la
línea interpretativa que del kantismo siguieron Rein-
Mediante el intuir mismo, y únicamente por éste, surge lo hold y Fichte. Tampoco se pliega simplemente a Sche-
intuido; el Yo regresa a sí mismo y esta acción da al mismo lling. En realidad lo que hace Hegel es cimentar una
tiempo la intuición y lo intuido; la razón (el Yo) en modo al­ visión propia y original con los materiales que le brin­
guno es pasiva en la intuición, sino absolutamente activa; en dan las discusiones del momento. Para Hegel lo im­
la intuición, la razón es imaginación productiva. Mediante el portante es reivindicar la filosofía como conocimiento
intuir es proyectado algo, de la misma manera que, si se quiere especulativo de lo absoluto que se debe exponer como
una comparación, el pintor proyecta con su mirada la figura un sistema. Hegel vuelca la atención al primer princi­
pio de la filosofía planteado por Fichte con la fórm ula eso, no puede considerarse como un ir fuera de la conciencia
de la identidad "y o = yo": no se trata, en principio, de pura; desde esta perspectiva, una ciencia del Saber que partie­
un "y o " empírico y personal, identificado con el indi­ ra de la conciencia pura sería, claro está, algo sin sentido; bajo
viduo, sino un "y o " abstracto propio de la intuición dicha concepción, que parece derivar la conciencia empírica
intelectual. Esto quiere decir que el "y o " pone origina­ de la conciencia pura, subyace la antedicha abstracción, donde
riamente su propio ser, de donde se desprende, como la reflexión aísla sus contrapuestos. En tanto entendimiento,
segundo principio, que al yo se le opone un "no-yo", la reflexión es incapaz, en sí y para sí, de captar la intuición
y ambos, tanto el yo como el no-yo, se relacionan re­ trascendental; y aún cuando la razón esté traspasada hasta
flexivamente sobre la base de los tres principios de la hacerse autocognición, la reflexión tergiversa lo racional ha­
lógica: el de la identidad, el de la contradicción y el del ciéndolo otra vez un contrapuesto, allí donde pudiere y como
fundam ento. Este planteam iento es la oportunidad de pudiere (d: 41).
Hegel para diferenciar entre el método de la reflexión,
identificado precisam ente con Fichte, y el método es­ La argumentación continúa esta línea pero lo más im­
peculativo que encuentra en Schelling aunque no de­ portante es que Hegel va definiendo el método especu­
sarrollado con plenitud. De modo simplificado, diría­ lativo como aquel que sí permite establecer la identi­
mos que Hegel juzga la reflexión como necesaria pero dad de la identidad y lo no identidad, lo que se traduce
no suficiente para plantear y desarrollar con firmeza como la identidad del sujeto y el objeto tanto objetiva
las tareas de la filosofía. La reflexión permite concebir como subjetivamente. La reflexión es propia del en­
la identidad del sujeto y el objeto, pero se trata de una tendim iento pero la filosofía requiere la especulación
identidad unilateral y limitada. Hegel muestra que el como lo que la razón debe desplegar.
prim er principio fichteano lleva m ás allá de lo que
el propio filósofo se percata:
Creer y saber
^la identidad del Yo=Yo no es una identidad pura, es decir,
no ha surgido por el abstraer de la reflexión. Si la reflexión En el desarrollo intelectual de Hegel el ensayo Creer y
concibe el Yo=Yo como unidad, debe concebirlo también como saber (Glauben und Wissen), publicado en la Kritisches
dualidad, a la vez; Yo=Yo es identidad y duplicidad al mismo Journal der Philosophie, es muy importante, porque ahí
tiempo, hay contraposición en el Yo=Yo. Yo es una vez sujeto, su autor adopta un lugar propio en el universo filosó­
y otra Objeto; pero lo contrapuesto al Yo es igualmente el Yo; fico frente a las filosofías de la subjetividad y las de la
los contrapuestos son idénticos. La conciencia empírica, por reflexión. Las primeras se habían elaborado como con­
secuencia de la revolución cartesiana y habían alcanza­ al que se proponen. En el plano epistemológico dejan
do un notable grado de desarrollo con Hume y Locke. la oposición sujeto/objeto sin alteración, sin hacerse
Por esa brecha transitarían tam bién los alemanes, pero cargo de la explicación de la realidad y, entonces, sin
lo habían hecho asignando un lugar protagónico a la rebasar los límites del sentido común.
relación entre el sujeto y el mundo objetivo. No sólo se
había supuesto que el sujeto se exterioriza y se refleja Este idealismo crítico que Fichte perfiló en trazos bien nítidos
en el objeto, y que por lo tanto, éste era una em anación es, como resulta notorio, algo formal. Lo universal del mundo
del primero, sino que se había hecho un exhaustivo opuesto al sujeto es puesto en tanto que universal, ideal, como
exam en de los alcances y las lim itaciones de la razón pensamiento, y con ello es puesto como Yo. Pero lo particu­
(en tanto facultad del sujeto) para conocer al objeto y lar permanece necesariamente retenido, y si, de acuerdo con
actuar sobre él. De esto se podía com prender sin difi­ la orientación más apreciable de la idea de la filosofía, debe
cultades que el objeto lo es en tanto representado en hablarse de una explicación, entonces el aspecto más intere­
el pensam iento del sujeto. El acento se carga, por su­ sante del mundo objetivo, el aspecto de su realidad, queda sin
puesto, en el sujeto. Las cosas en sí, había concluido explicar. Que lo real, en cuanto es para la sensación, sea algo
Kant, no se pueden conocer, y ese es el límite de la ra­ empírico, y que bajo ese título sea rechazado y explicado como
zón teórica. Empero, la razón todavía tenía un amplio indigno de consideración, como hace Kant, es algo tan poco
cam po de acción respecto de la m oralidad, el derecho, satisfactorio como cuando Fichte muestra que la sensación es
el arte y la religión. No era un ejercicio fácil estable­ algo meramente subjetivo [^] Porque precisamente la cues­
cer la relación entre el sujeto y los objetos im plicados tión no es la idealidad sino la realidad, y es igual si la realidad
en estas esferas. Kant había ensayado soluciones con­ es una cantidad infinita de sensaciones o de propiedades de
vincentes para com prender el m odo com o el sujeto se las cosas [^] No es necesario recordar, cuán indiferente re­
ubicaba respecto de la moral, el derecho, el arte y la sulta para este absoluto de lo empírico aquel idealismo for­
relig ió n ^ mal que prueba que toda esa realidad empírica sólo es algo
Hegel no está satisfecho con estas soluciones. Al des­ subjetivo, un sentimiento. Porque esa forma no cambia en lo
plegar su crítica, va perfilando su propio pensamien­ más mínimo en la necesidad incomprensible y común de la
to especulativo con los rasgos que le darán identidad existencia empírica, y no cabe pensar en ninguna verdadera
hasta el final de su vida. Lo que va a mostrar Hegel es idealidad de la realidad y del lado real, ya aparezca sólo como
fuerte y radical: al no llevar el esfuerzo filosófico hasta estructura de las cosas, ya como sensación (cs: 136).
sus últimas consecuencias, las filosofías de la subjetivi­
dad y las de la reflexión producen un resultado inverso
Cuando se preserva la escisión sujeto/objeto, la uni­ De acuerdo con el principio del sistema de que el concepto sea
versalidad asignada al sujeto se encuentra separada de absoluto en esa forma inamovible de la contraposición [con
la particularidad propia del objeto y, entonces, la em- el mundo empírico], lo jurídico, y la construcción de lo jurí­
piria carece de unidad y la multiplicidad no llega a ser dico como un Estado, es un ser para sí y algo completamente
comprendida y es sólo considerada como contingen­ opuesto a la individualidad y a la vida. No es lo vivo mismo,
te. En consecuencia, el lugar de la filosofía es ocupa­ que se pone a la vez a sí mismo como universal en la ley, y
do por el sentido común que se encarga de dar cuenta llega a ser verdaderamente objetivo en el pueblo, sino que a
del mundo empírico como el reino de lo múltiple, lo esto vivo se le contrapone lo universal, fijado para sí, como
particular y lo diverso, y en este plano, tanto vale una una ley sin más, y la individualidad se encuentra bajo una ab­
opinión como otra. A sí planteadas las cosas, la filosofía soluta tiranía. El derecho debe producirse, pero no como algo
es estéril. interior, sino como libertad externa de los individuos, que es
A la escisión sujeto/objeto le es funcional una reli­ un llegar a subsumirse de los mismos bajo un concepto que les
gión basada en la creencia, que llena el espacio de la es extraño. El concepto se convierte aquí en algo simplemente
no concordancia entre el mundo empírico y el pensa­ objetivo y en la forma de una cosa absoluta, y depender de ella
miento. Podrá considerarse esa fe como racional, pero es la negación de toda libertad (cs: 159).
de todos modos es una fe que revela que la filosofía ha
dejado de apreciar como objeto de reflexión propia las H acia el final del texto, Hegel introduce la diferencia
razones por las cuales la empiria se sigue presentan­ entre moralidad y eticidad, que tan significativa será
do como separada del pensamiento. Cuando al mun­ para el desarrollo ulterior de su pensamiento. Básica­
do empírico se le contrapone un pensam iento vacío, se mente, la moralidad atiende a la formulación kantia­
requiere el más allá de la fe: "L a razón pura kantiana na del deber desde la razón pura práctica. Hegel juzga
es precisamente ese pensam iento vacío, y la realidad que esta moralidad, basada en la escisión entre el sujeto
está igualmente opuesta a esa identidad vacía, y la no y el objeto, no atiende a los contenidos del deber y, en­
concordancia de ambas es lo que hace necesario el más tonces, en el plano concreto de la existencia, cuando
allá de la fe" (cs: 144). se impone la necesidad de actuar, una multiplicidad
La inversión hegeliana también se muestra en el de deberes se agolpan en la conciencia de los sujetos,
tem a de la libertad. Las filosofías que somete a crítica sin que exista una directriz clara para guiar la acción
con todo y que se comprometen explícitamente con la concreta:
libertad, se revelan como proclives a la tiranía por sus
bases conceptuales.
Pues no puede pensarse ningún caso real de acción en el que "está inm ediatamente dada la posibilidad exterior de
no se den múltiples aspectos, con respecto a los cuales, en la que la verdadera filosofía, surgiendo de esa cultura
medida en que se trasgreden unos deberes, otros se obedecen, y negando el carácter absoluto de la finitud de aqué­
y en la medida en que se obedecen unos, se trasgreden otros. llas, con toda su riqueza subordinada a la totalidad, se
Pues cada intuición de un caso real es infinitamente determi- presente a la vez como manifestación acabada". Lo es­
nable por el concepto [^] Pero si se decide por uno entre los peculativo consiste en que la idea, lo eterno, se expresa
muchos deberes posibles, entonces la posibilidad de una deci­ empíricamente como la finalidad de una acción y, por
sión está en la inconsciencia de la infinita multitud de los de­ tanto, como algo susceptible de estar modificándose;
beres en la que puede disolverse, y en la que ha de disolverse lo especulativo, entonces, está atravesado por la sub­
por deber cada acción real como se disuelve cualquier reali­ jetividad.
dad en infinitas cualidades. El saber acerca de estas cualidades
[^] resulta imposible, y sin embargo el deber es exigido sin El puro concepto o la infinitud es un abismo de la nada en que
más como deber (cs: 160). todo ser se hunde. Tiene que describir como momento y sólo
como momento de la idea suprema, el dolor infinito que había
La eticidad queda reducida a una moralidad basada alcanzado una existencia histórica sólo en la cultura, y sólo
en la contingencia del conocimiento "y por ello esta re­ como el sentimiento sobre el que se basa la religión de la época
presentación de la eticidad como moralidad ha podido moderna. El sentimiento de que Dios ha muerto. De este modo
pasar tan fácilmente desde la filosofía, como ciencia, al tiene que darle una existencia filosófica a lo que fue también o
público, y ha podido hacerse tan apreciada porque en precepto moral de un sacrificio del ser empírico, o el concepto
la m edida en que transform a lo verdaderamente ético de la abstracción formal; y por consiguiente, tiene que resta­
en indignidad, la fuerza en debilidad, la indignidad es blecer para la filosofía la idea de la libertad absoluta, y con ella
justificada, sin embargo, como m oralidad" (cs: 161). Lo el sufrimiento absoluto o el viernes santo especulativo, que
que queda es la absoluta infinitud de un sujeto y de por lo demás fue histórico, y a éste incluso en toda la dureza y
una acción frente a un mundo sensible irracional que la verdad de su ateísmo (cs: 164).
hay que negar, y después un mundo suprasensible dis­
perso en la infinitud de singularidades intelectuales y He aquí la célebre enunciación del "viernes santo espe­
absolutamente contrapuesta al mundo sensible. culativo" que no significa sino la terrenalización filosó­
Frente a estas limitaciones de las filosofías de Kant, fica de lo divino, lo que tendrá consecuencias portento­
Jacobi y Fichte, Hegel fijará su posición como estric­ sas en la comprensión m oderna del mundo.
tamente especulativa y como propiamente filosófica:
Sobre el derecho natural lizar. Aun la descripción más pormenorizada requiere
categorías, es decir, elementos que sólo existen en el
Publicado tam bién en el Kritisches Journal der Philosophie pensamiento y que son utilizados incluso para ordenar
entre 1802 y 1803 el texto titulado "Sobre las maneras la experiencia. En el empirismo
de tratar científicamente el derecho natural, su lugar en
la filosofía práctica y su relación con la ciencia positiva lo que se ofrece como empiria, consiste sólo en lo más débil,
del derecho" continúa el tratamiento de las limitacio­ en la abstracción y en lo que, con menor espontaneidad o au-
nes y contradicciones de las filosofías de su época, pero toactividad, no se ha desasimilado, diferenciado y fijado a sí
ahora el enfoque se orienta hacia el tratamiento del mismo sus limitaciones, sino que está preso en tales limitacio­
derecho natural moderno. El tem a es muy importante nes, que han llegado a fijarse en la cultura universal; lo cual
porque la explicación de la vida social ya había experi­ se presenta como sentido común y, por tanto, parece que se
mentado un giro histórico: se había superado la funda- hubiera recibido directamente de la experiencia (dn: 25).
mentación tradicional de la autoridad política, aquella
que descansaba tanto en la naturaleza esencial del ser Es revelador que ya desde entonces Hegel considera­
humano como esa otra que apelaba al derecho divino ba que los conceptos y las categorías que se usan para
de los reyes, y se había puesto la génesis del orden so­ pensar y reflexionar determinados contenidos empíri­
cial en supuestos individualistas y racionales. La añe­ cos y actuales, son el resultado de un prolongado pro­
ja tesis del derecho natural se había transformado en ceso histórico condensado en el pensamiento y trans­
una nueva visión que echaba mano de la idea del pacto mitido de un pensador a otros, de un filósofo a otros.
o contrato que, hipotéticamente, habían celebrado los D e este modo, la herencia tiene un peculiar cariz que
hombres para someterse, libre y voluntariamente, a una no se deja encerrar en lo material sino que se extien­
autoridad suprema que los regulara a todos. Lo que in­ de hacia las elevadas regiones de lo inmaterial, infinito
tentará Hegel será analizar filosóficamente la construc­ y universal. El sentido común de hoy desconoce estas
ción del nuevo edificio iusnaturalista para mostrar los raíces y esta herencia y, por ello, se alza con el arm a de
defectos lógicos en los que incurren tanto el empirismo la empiria, del aquí y el ahora. A Hegel le basta la prue­
de Thom as Hobbes como el formalismo de Kant. ba de la relación entre lo Uno y lo Múltiple para con­
La prim era teoría que expone y analiza Hegel es el cluir con su primer argumento contra el empirismo. El
empirismo de Hobbes. El empirismo tiene un problema empirismo se apresura a identificar lo heterogéneo de
básico: puede describir hasta el detalle los fenómenos la representación de lo múltiple con el caos, y está obli­
más diversos pero está imposibilitado para universa- gado, entonces, a recurrir a la idea de unidad que sólo
está en el pensamiento. Cuando el empirismo aborda no bajo su forma contractualista siempre ha recurrido
el derecho natural debe recurrir necesariamente a un a la invención imaginativa de un estado de naturaleza
soporte nada empírico: el abstracto estado de naturale­ donde reina una supuesta naturaleza humana. Cuando
za o la no menos abstracta idea de naturaleza humana. se quiere dotar de contenido a este par de abstracciones
El caos, síntesis unitaria y trascendental de lo múltiple lo único que se consigue es verter en ellas las ocurren­
de las representaciones heterogéneas, queda asociado cias del autor, los prejuicios de su época, sus opiniones
con una construcción propia de la fantasía, es decir, más sentidas o sus deseos entrañables. Así, se ha asig­
una elaboración arbitraria y caprichosa, más vinculada nado al estado de naturaleza la condición de pacífico,
con la creación literaria que con el rigor filosófico. El violento, ferino o de indolente indiferencia: lo que se
"estado de naturaleza" no proviene, por supuesto, de quiera, porque su caracterización proviene del arbitrio.
la realidad empírica sino que es el resultado del gus­ D e igual modo, en este modelo la naturaleza humana
to por la ficción. Esta fantasía es una construcción del a veces es egoísta y ambiciosa, otras es benevolente y
pensamiento, y recurrir a ella sobre bases empiristas armoniosa, otras más es racional y piadosa: lo que se
constituye "la más violenta contradicción". La unidad quiera, porque su caracterización nuevamente provie­
no proviene de la descripción de lo múltiple basada en ne del arbitrio. La opinión se eleva a categoría filosó­
la experiencia sino que proviene del pensamiento. Más fica, pero en este ejercicio el naufragio es lo único que
aún: la experiencia humana tiene un aspecto sensitivo está garantizado. Hegel se aleja de inmediato de este
pero, como experiencia, es imposible sin el pensamien­ proceder pero ha dejado una lección imperecedera: ha
to, sin sus categorías, sin sus operaciones lógicas orde­ mostrado el uso de abstracciones apriorísticas por par­
nadoras y sin los significados que otro tipo de experien­ te del empirismo y ha introducido la experiencia histó­
cia, la experiencia histórica, ha modelado en las mentes rica y cultural en el seno de lo trascendental.
de los hombres. De este modo, la crítica del empirismo Esta cuidadosa operación tiene en la crítica del for­
que enarbola Hegel no se detiene en el muy obvio se­ m alism o uno de sus m om entos constitutivos. En efec­
ñalamiento de la necesidad del plano trascendental y to, el análisis de esta otra m anera de tratar filosófica­
a priori requerido inclusive para registrar los datos que m ente el derecho natural, le permite a Hegel no sólo
brotan del mundo empírico; además, se dirige a colo­ poner al descubierto nuevamente las lim itaciones del
car la experiencia en el seno de lo trascendental, con lo kantism o sino hallar las contradicciones de toda la ela­
que se obtiene una mayor complejidad en la formula­ boración formalista.
ción de los conceptos y las categorías, las cuales no son En la Crítica de la razón práctica de Kant había expues­
espontáneas sino históricas. El iusnaturalismo moder­ to el modo en que era posible deducir de la razón pura,
en su dimensión práctica, imperativos morales que de­ la manera en que se presenta la razón práctica. Si sobre
bían cumplirse por el solo hecho de que los sujetos a esta separación se fundamentan el derecho y el Estado,
quienes estaban dirigidos eran racionales. Esta clase de y se quiere mantener a toda costa la pureza de la forma,
im perativos eran categóricos porque no se cumplían entonces los contenidos de los deberes y de las leyes
para obtener un fin diferente a su mero cumplimien­ podrán ser arbitrarios y contrarios a la universalidad
to. Si su ejecución buscaba la riqueza, el prestigio, el pretendida de la forma.
placer, la felicidad o cualesquier otro fin, entonces no Sobre esta base, Hegel dirá:
eran imperativos categóricos y no servían para form u­
lar lo propio de la moralidad. La moral, en cambio, se ^el mismo Kant [...] ha reconocido exactamente que la razón
sostiene en imperativos categóricos, no hipotéticos, de práctica renuncia a toda materia de la ley y que sólo puede
tal m anera que regirse por ellos realmente no entraña convertir en ley suprema, la forma de la aptitud de la máxima
ninguna recompensa: a lo sumo el sujeto moral se haría del libre arbitrio. La máxima del libre arbitrio tiene un conte­
digno de felicidad. El sujeto sólo se reafirma como ra­ nido e incluye en sí una determinación; en cambio, la voluntad
cional. Es así como Kant obtuvo el enunciado del impe­ pura está libre de determinaciones; la ley absoluta de la razón
rativo que sintetiza y expresa la universalidad requeri­ práctica consiste en elevar aquella determinación a la forma
da por la razón en la dimensión práctica: "A ctúa de tal de la unidad pura, siendo la ley la expresión de esta determi­
manera que puedas querer que la máxima de tu acción nación, asimilada a la forma. [...] Pero la materia de la máxima
se convierta en una ley universal". Este enunciado for­ sigue siendo lo que es, una determinación o una singularidad;
mal y universal del imperativo típicamente moral no y la universalidad que le da acogida en la forma, constituye
señala acciones concretas que deban hacerse o evitarse. también una unidad analítica a secas; pero si se expresa en
Dirigido a todo ser racional, su aplicabilidad se basa en una proposición pura la unidad que se le confiere como lo que
su carácter formal. es, entonces la proposición o bien es analítica o constituye una
Hegel reconoce la enorme im portancia de la filosofía tautología (dn: 34).
kantiana: su gran contribución consistió en ubicarse en
el plano de lo universal más allá de la experiencia inme­ Tenemos aquí una fina refutación del formalismo por
diata. Pero Hegel insistirá en que la filosofía kantiana la utilización de sus propias premisas. El formalismo
se precipita en un "form alism o vacío" porque mantiene tiene supuestos que no reconoce, y uno de ellos, acaso
la separación entre sujeto y objeto, una de cuyas expre­ el más importante, es que lo formal implica necesaria­
siones será la escisión entre la form a y el contenido de mente al contenido, y de modo más específico, en el
las categorías y los conceptos, lo que afecta también a caso de la form ulación del imperativo categórico, im­
plica el recurso a la libertad. Hay entonces una tautolo­ esta determinación es la unidad o la universalidad concreta:
gía si lo que se busca con el enunciado del imperativo para que una máxima de tu voluntad haya de valer simultá­
es que el hombre sea racional y libre. Pero entonces so­ neamente como principio de una legislación universal, esta
mos testigos de que el imperativo moral es analítico y ley fundamental de la razón pura práctica dice que se ponga
no sintético, lo que lo conduce a una situación de apli- alguna determinación que integre el contenido de la máxima
cabilidad problemática, pues, como se sabe, cada caso de la voluntad particular como concepto, como universal con­
de aplicación es particular y específico, y en todo caso, creto. Pero cada determinación posee aptitud para ser recibida
depende de la experiencia. en la forma del concepto y ser puesta como una cualidad, y, de
No es difícil percatarse de que Hegel toma la propia esta manera, no hay nada en absoluto que no pueda llegar a
construcción formal del imperativo moral para desa­ convertirse en una ley ética (dn: 36).
rrollar un razonamiento que se desprende del criterio
universal de verdad que sostiene Kant para la crítica de La crítica es fuerte y tiene enormes consecuencias:
la razón pura. La verdad del conocimiento no se resuel­ como la formulación kantiana se empeña en mantener
ve sólo en la form a de los enunciados sino que se sos­ la separación entre el ser y el deber ser, queda im poten­
tiene necesariamente en sus afirmaciones o negaciones te para advertir en el ser su propia configuración como
contenidas. El conocimiento es imposible, entonces, si deber ser. En frío, esto ha escandalizado a muchos, pues
no enuncia contenidos concretos y específicos. Si esta desde las premisas kantianas parece justificar cualquier
idea es llevada a la form ulación kantiana de la razón cosa que sea, como que así debe ser. No está pensando
práctica, es dable advertir con claridad que cualquier Hegel de ese modo; está cuestionando las propias coor­
contenido del im perativo m oral im plicaría "u n a hete- denadas kantianas para plantear el deber ser sin ligarlo
ronom ía del libre arbitrio", pues la acción m oral ne­ a la elemental cuestión acerca de por qué el ser no es
cesariam ente tiene contenidos, es una acción concreta como "debe ser". Si se planteara especulativamente la
y no abstracta, m aterial y no sólo form al, singular y unidad entre el ser y el deber ser, se estaría en posibi­
específica. En consecuencia, cualquier contenido de lidades de entender el deber ser kantiano como parte
la acción m oral se tendría que m antener separado del ser, como la revelación filosófica del ser, que en sí
de la form a del enunciado de la ley: m ism a constituye también al ser. Por eso, no es casual
que Hegel acuse a la ética kantiana de incongruencia
^para poder expresar este formalismo en una ley, se requie­ lógica. Desde la perspectiva de la crítica de la razón
re que se ponga alguna materia, alguna determinación que práctica lo real debe proceder de la acción orientada
constituya el contenido de la ley, y la forma que le adviene a por el im perativo categórico. Se acepta, entonces, que
existe una identificación de lo ideal del imperativo con mundo, no porque éstos tengan un movimiento inma­
lo real del mundo construido de conformidad con el nente fuera del pensamiento del sujeto, sino porque al
imperativo de la acción. Sin embargo, el mundo no ha pensarlos en su existencia se desarrollan sus propias
sido ni es el resultado necesario del imperativo moral; condiciones contradictorias que los harán ascender de
a menudo son las conductas claramente inmorales las modo espiral al plano de lo universal. En este sentido,
que sentencian el orden del mundo. De esta posibilidad afirma Hyppolite "E l ser mismo que se pone y se dice
de actuar de un modo no moral, depende la libertad de a través del discurso, y las formas de este discurso han
la voluntad para actuar moralmente: de ser consideradas de acuerdo al sentido de ellas y
no aisladas como reglas formales exteriores al conteni­
En lo que se llama la razón práctica, sólo hay que conocer, por do de las mismas. El pensamiento del pensamiento es
tanto, la Idea formal de la identidad de lo ideal y lo real y, especulativamente pensamiento del ser, tanto como el
en estos sistemas, esta idea debería constituir el punto de la pensamiento del ser es un pensamiento del pensamien­
indiferencia absoluta; pero aquella Idea no procede de la di­ to" (Hyppolite b : 65). El gran andamiaje construido por
ferencia ni lo ideal adviene a la realidad, pues, a pesar de que Kant queda exhibido en sus debilidades más sensibles:
lo ideal y lo real cósico son idénticos en esta razón práctica, las coordenadas donde se ubicaba el deber ser kantiano
lo real, sin embargo, permanece opuesto sin más ni más. Esto son desplazadas por Hegel hacia el reino del ser. La
real está, en lo esencial, puesto fuera de la razón, de modo que labor ha sido hecha especulativamente, es decir, bus­
la razón práctica -cuya esencia se concibe como una relación cando la unidad sujeto-objeto, lo que se ha traducido
de causalidad referente a lo múltiple- consiste sólo en la dife­ en un replanteamiento del deber ser. Con este escrito
rencia respecto a lo mismo, es decir, a lo real, como una iden­ Hegel da un paso gigantesco a su posición de filósofo
tidad que ha sido absolutamente afectada por una diferencia, original, crítico y renovador.
pero que no brota del fenómeno. Esta ciencia de lo ético, que
habla de la identidad absoluta de lo ideal y lo real, no actúa,
pues, de acuerdo con sus palabras, sino que su razón ética La eticidad y las primeras pinceladas del sistema
constituye, en verdad, y en su esencia, una no-identidad de lo
ideal y lo real (dn: 30). En la misma época en que fue publicado el escrito so­
bre el derecho natural, Hegel se concentró en la redac­
En una form a notablemente aguda Hegel da cuen­ ción de dos manuscritos importantes. Los especialistas
ta de que el ascenso a la universalidad se desprende los han denominado "sistem a de la eticidad" a uno,
de la propia lógica de la existencia de los objetos del y "prim era filosofía del espíritu" al otro. Además, re­
dacta las notas de los cursos que im partiría desde 1803 nalmente, aparecen como que están ahí en calidad de
hasta 1806: estos materiales, en conjunto, pueden ser objetos de observación y de comprensión. Así, queda
considerados como preparatorios para la Fenomenolo­ ligada la especulación con los aspectos de la vida hu­
gía del espíritu. Pero su valor no sólo proviene de este m ana estructurantes de sus condiciones concretas y sus
su papel precursor sino también de que ya manifiestan características específicas. Q uizá sea pertinente seguir
la pretensión de su autor por construir un sistema que el modo en que Hegel construye uno de sus temas más
brinde cuerpo, vida y completud a la idea, a la com­ importantes, precisamente el de la eticidad.
prensión del todo, al proceso viviente que en su m ovi­ La eticidad (Sittlichkeit) es natural o absoluta; la pri­
miento crea y transform a al ser humano. m era es la forma en que se presentan, en un primer
Los temas de estos extensos bocetos tendrán alguna momento, el conjunto de costumbres que constituyen a
relación con los cursos que ofrecía, pero la vocación por un pueblo. Pero, en realidad, se trata de un primer m o­
construir un sistema de filosofía lo llevan a abordar, m ento de consideración de un universo que se presen­
además de la lógica y la metafísica, la naturaleza y el es­ ta como dado. En cambio, la segunda es la re-construc­
píritu. Se perfila así un sistema dividido en partes que ción especulativa de ese primer universo. "L a primera
no sólo serán tales sino concreciones de la totalidad: ló­ potencia es la eticidad natural en cuanto intuición, la
gica será todo el sistema en su m omento especulativo, total ausencia de diferencias, o el ser-subsumido del
la filosofía de la naturaleza lo será en su momento de concepto en la intuición; se trata, en suma, de la autén­
exterioridad y, por fin, la filosofía del espíritu será todo tica naturaleza" (se: 112). Si ahora fijamos la atención
el sistema en su auto-referencia y auto-comprensión. en el paso de la intuición al concepto encontramos ahí
Ya habían aparecido en sus ensayos publicados, a la potencia práctica, es decir, a la capacidad de acción
como hemos visto, algunas de sus célebres alegorías, para relacionarse con el mundo. Así, en sentido prácti­
como la del "viernes santo especulativo". En estos es­ co, la separación sujeto/objeto es la necesidad y la sub-
bozos se verán surgir otras nuevas y muy significati­ sunción del objeto por el sujeto en el goce, que significa
vas. Son expresiones metafóricas que envuelven una la identidad de los dos momentos. La mediación entre
gran complejidad especulativa y no son sólo recursos ambos movimientos es el esfuerzo y el trabajo del su­
estilísticos. También aquí emergerán algunas temáticas jeto. Pero el goce tiene un aspecto que resulta crucial
que estructurarán partes importantes de la propuesta para la comprensión de lo que Hegel pone en juego al
hegeliana del pensar. plantear la eticidad. El sujeto es la potencia que sub-
Conviene no olvidar que lo peculiar de Hegel es que sume al objeto y, por ello, el objeto del goce tiene una
le da un sentido filosófico a procesos que, convencio­ determinidad ideal o subjetiva:
Este goce, en el cual el objeto está determinado de un modo plo para entender la manera en que la filosofía capta lo
puramente ideal y queda totalmente aniquilado, es el goce esencial de las relaciones entre los sujetos, más allá de
puramente sensual. Es el caso de la satisfacción del apetito, lo que aparece ante los ojos del observador externo.
la cual representa el restablecimiento de la indiferencia y la En esta tesitura, Hegel despliega uno de sus más
vaciedad del individuo o de su simple posibilidad de compor­ agudos pensamientos acerca de la dimensión ideal que
tarse de un un modo ético o razonable. Dicho goce es simple­ está presente en la lógica del contrato y que por su im­
mente negativo, ya que tiende a su absoluta individualidad, portancia y vigencia citaremos en extenso. En el inter­
tendiendo con ello también hacia el aniquilar de lo objetivo cambio de cosas (Sachen) -d ice H egel-:
y universal concreto. Pero el goce permanece, por su propia
esencia, como algo práctico, y se diferencia del sentimiento la naturaleza y la forma del intercambio permanecen, pero el
absoluto de su propia dignidad por provenir de la diferencia y intercambio queda integrado en la cantidad y en la universali­
en la medida en que está contenida en él una conciencia de la dad concreta. Esta transformación del intercambio constituye
objetividad del objeto (se: 114). el contrato. [En él], el derecho que cada individuo tiene a sus
cosas ya ha quedado transferido a los otros [^] Así pues, en
Hegel considera que el amor, el niño, la instrucción, cuanto el contrato transforma la transmisión real en una trans­
el instrumento y el discurso, son objetiva y universal­ misión ideal, pero de tal manera que esta transmisión ideal
mente relaciones fundamentales, pero, al mismo tiem­ resulte ser la necesariamente verdadera, dicho contrato, para
po, se trata de "relaciones naturales, no sometidas, in­ serlo, ha de poseer realidad absoluta; la idealidad o universa­
cidentales, ingobernadas, no integradas por sí mismas lidad concreta, la que recibió el momento del presente, tiene,
en la universalidad concreta; dicha universalidad no por tanto que existir; pero la realidad misma está por encima
está contenida en ellas ni ha salido de ellas mismas, de la esfera de esta potencia formal; resulta tan formal, que la
como tampoco está opuesta a ellas" (se: 127). El trabajo idealidad en cuanto tal y al mismo tiempo como realidad en
y sus productos, la posesión y la propiedad, el valor y general no puede ser otra cosa que un espíritu, en el que al
el precio y el contrato, son momentos tomados y ele­ manifestarse como existente, los contratantes son aniquilados
vados hacia la comprensión filosófica, lo que significa en cuanto individuos, y constituye lo universal concreto que
que serán tratados con las herram ientas conceptuales subsume a los contratantes, la esencia absolutamente objetiva
de la intuición y el concepto. Así, se revela una dimen­ y término medio vinculante del contrato; debido al ser-uno
sión espiritual presente en lo empírico pero que no es absoluto presente en el espíritu, quedan superadas la libertad
visible prima facie. El tratamiento del contrato expone y la posibilidad en relación con los miembros de la transmi­
con claridad esta dimensión, por lo que sirve de ejem­ sión; el ser-uno no es algo interno, como la fidelidad y el creer,
en cuyo interior el individuo subsume en sí la identidad, sino a cada quien diferente respecto del otro. El individuo
que más bien es el individuo lo subsumido frente a lo univer­ entra entonces en una relación de desigualdad con el
sal concreto absoluto; así pues, quedan excluidas la arbitrarie­ otro y así queda constituida la relación de dominio y
dad y la singularidad de dicho individuo, ya que el individuo servidumbre. Es una relación fundada en la diversidad
apela en el contrato a esta universalidad concreta absoluta (se: de potencia o de poder:
133).
El dominio y la servidumbre pertenecen a la naturaleza, por­
Estamos, pues, ante una exposición magistral de cómo que hay individuos que se enfrentan en esta relación básica;
el ser-uno está implícito en la form a del intercambio y, en la medida en que los individuos en cuanto tales se re­
y el contrato, por lo que la voluntad y el deseo de los lacionan con lo más ético, entran en la relación fundamental,
sujetos quedan subsumidos en esta lógica del univer­ tratándose de la configuración de lo ético; la cual se realiza por
sal concreto que no sólo está por encima de ellos sino medio de la suprema individualidad del genio y del talento,
que los coerciona y determina. Este hecho revela la quedando establecida entonces la relación constitutiva del do­
base vital desde la que se instituye la igualdad formal minio y del obedecer (se: 136).
de los seres humanos en cuanto personas, es decir, en
cuanto entidades consideradas de acuerdo con el con­ Esta relación de dominio y servidumbre configura a la
cepto puro de la vida del individuo. Para la intuición fam ilia pero en ésta la relación de dominio y servidum­
la igualdad de los sujetos proviene de considerar que bre vive un m omento de identidad. La familia como
todos ellos son seres vivientes. La vida, dice Hegel, es un todo es un producto de la relación de dominación:
la m áxim a abstracción que cabe en la intuición. Pero toda ella está sometida a esa lógica, pero la vive unifi-
desde el concepto, lo que brota en prim era instancia cadamente: el sexo, el amor, el m atrimonio y los hijos
no es la igualdad sino la desigualdad y la diferencia. Y son relaciones que constituyen la unidad de la familia
ello es así, porque desde el concepto, "todas las cosas en cuyo seno se vive comunitariamente.
consisten [ ^ ] en la posibilidad de ser lo contrario de La eticidad, entonces, alude a un proceso de cons­
sí m ism as" (se: 135). Desde la intuición se impone la titución de los sujetos que los form a en cuanto tales
indiferencia (o identidad inmediata) de los individuos; sujetos. Esto quiere decir que lo que los sujetos son no
desde el concepto, adviene la no identidad. Este hecho proviene de su voluntad sino de las relaciones que es­
se manifiesta en que el individuo puede o no reconocer tablecen con los otros en el marco de un pueblo. Pero la
al otro pero ya no con base en la intuición sino como eticidad es un proceso racional que incluye la concien­
resultado del pensar en las determinidades que hacen cia de que el individuo es un resultado de un universo
que lo desborda y lo in-forma: "E n la eticidad está el Sus misteriosas figuras a través de las cuales quería
individuo de un modo eterno; su ser y su hacer empí­ describir procesos complejos comienzan a ser desple­
ricos son absolutamente generales; ello es así porque lo gadas con ingenio no exento de rigor. Y es que la com­
que actúa no es lo individual, sino que es el espíritu ge­ prensión filosófica de los diversos fenómenos requería
neral y absoluto el que actúa en lo individual" (se: 156). ser descrita con detalle pues de otro modo quedaba
En la eticidad, todos los miembros de un pueblo están trunca la explicación de la identidad de los nuevos
subsumidos a algo general que tiene realidad para la tiempos. Destacan las imágenes de la "noche del mun­
conciencia de todos. Hegel lo dice especulativamente: do" y la "lucha por el reconocim iento". El filósofo está
describiendo el proceso del conocimiento. Las sensa­
La conciencia es lo infinito, el concepto absoluto, en la forma ciones solamente son organizadas por el pensamiento
de la unidad; pero en la conciencia empírica el concepto sólo conceptualmente configurado como un lenguaje. Éste
está puesto en tanto que relación; los opuestos del concepto es el que pone orden a las sensaciones, asignando nom­
existen [sind], y son por tanto opuestos; su unidad, como tal, es bre a las cosas y adscribiendo la imagen a un signo. Por
una unidad oculta, apareciendo como cantidad en los opues­ supuesto, esta descripción ha sido muy apreciada por
tos, es decir, bajo la forma de la posibilidad de ser escindida el psicoanálisis lacaniano. A sí centrada, citemos ahora,
[^] en la eticidad, empero, esta separación es para la misma la célebre "noche del m undo".
conciencia empírica una determineidad ideal (se: 158).
En la intuición el Espíritu es la imagen [^] Esta imagen le
D e este modo, la eticidad no sólo alude a las "costum ­ pertenece, se halla en su posesión, él es su dueño, se guarda
bres" de un pueblo sino al proceso racional y consciente en su tesoro, en su noche; la imagen es inconsciente, es decir:
de la formación de la individualidad libre como puesta no se destaca como objeto de la representación. El hombre es
en el desarrollo de una totalidad espiritual que hace las esta noche, esta vacía nada, que en su simplicidad lo encierra
veces de divinidad (G'óttlichkeit) de un pueblo. Como todo, una riqueza de representaciones sin cuento, de imágenes
vemos, Hegel avanza en temas y modos de tratarlos que no se le ocurren actualmente o que no tiene presentes. Lo
que le han preocupado desde Berna y Fráncfort pero que aquí existe es la noche, el interior de la naturaleza, el puro
ahora encuentran un desarrollo notablemente original. uno mismo, cerrada noche de fantasmagorías; aquí surge de re­
El concepto de Espíritu (Geist) hallará un tratamiento pente una cabeza ensangrentada, allí otra figura blanca, y se
notable en las notas de sus cursos. esfuman de nuevo. Esta noche es lo percibido cuando se mira
En esas notas, que constituyen la Filosofía real, encon­ al hombre a los ojos, una noche que se hace terrible: a uno le
tram os a un Hegel especialmente prolífico y creativo. cuelga delante la noche del mundo (fr: 154).
Después de este párrafo abstruso, Hegel aclara que el puede convertirse en cosa, es sólo porque de suyo la
poder de extraer de esa noche las imágenes y de enla­ cosa en que se convierte es yo. El yo es ahora el que está
zarlas siguiendo ciertas leyes de asociación es lo propio haciendo, es el movimiento de convertirse en el objeto
de la representación: el objeto es para m í mismo. Así, que él es inmediatamente al poner nom bres" (fr: 159).
lo que tengo delante es el objeto en cuanto síntesis del Este devenir cosa del yo se refiere a la forma de la cosa,
objeto y del objeto pensado y representado: al pensamiento en el nivel del entendimiento donde
hay una referencia recíproca de conceptos opuestos, a
Pero con ello el objeto externo ha sido superado él mismo, se partir de lo cual se puede pensar en la unidad de los
ha convertido en otro de lo que es él, ha caído bajo el dominio opuestos como el fundam ento del ser. El yo es uno con
de uno mismo, ha perdido el significado de ser algo inmedia­ la forma o el orden que pone a las cosas. Lo universal
to, autónomo. No sólo ha ocurrido una síntesis, sino que el y lo singular se niegan recíprocamente pero, al mismo
ser del objeto ha sido superado; por consiguiente se trata de tiempo, coinciden:
que el objeto no es lo que es. El contenido no es independiente
de su ser; el ser es uno mismo, el contenido su simple esencia Ambos son lo contrario de ellos mismos; ellos mismos son
sin más, distinta de su ser [^] el contenido se presenta como este movimiento, esta alteración, el referirse a sí [^] Por con­
signo (fr: 155). siguiente ambos son generales y sólo uno es lo general; son
entes y asimismo es desigual este ser: un ser es lo interior, lo
Es así que el objeto escala su ser inmediato y asciende implícito en el otro, y ambos son negativos. Su unidad es a)
al lenguaje, entendido como la fuerza de poner nom­ ella misma distinta de ambos extremos, pues éstos son opues­
bre, "u n sonido de mi voz, [con lo que el objeto se con­ tos; pero b) su oposición es tal que son iguales entre sí preci­
vierte en] algo completamente distinto de lo que es en samente por donde se oponen [^] Pero precisamente en su
la intuición, y tal es su verdadero ser. Decir que éste es unidad y en su oposición se refieren entre sí; y, como ambas
sólo su nombre, mientras que la cosa m ism a es distinta, posiciones son distintas de ella, constituyen el término medio
es estar recayendo en la representación sensible; tampo­ que las vincula [^] Su silogismo está sentado; en tanto en
co basta con afirmar que es sólo un nombre en sentido cuanto se oponen, son uno en un tercero; y en tanto en cuanto
superior, pues el nombre no es él mismo aún sino el ser son iguales, su oposición, lo que los desdobla es igualmente
espiritual muy superficial" (fr: 156). El nombrar no es un tercero (fr: 163).
arbitrario sino que procede de la memoria. El nombre
es yo y es una cosa. El yo se convierte en cosa fijando Es esta ya la lógica con la que Hegel piensa. A partir
en sí el orden de los nombres. "Si el yo, como memoria, de ella, vuelve a los temas de la eticidad y el espíritu,
vinculando de nueva cuenta el amor, lo masculino (el En esta relación carecen de derechos y deberes entre
impulso), lo femenino (el ardid), el matrimonio, la fa­ sí; sólo abandonándola los cobran".1 Como Hegel está
milia, el patrimonio, los hijos y la educación. Ahora considerando las cosas de acuerdo con el concepto, el
vuelve al tema de la lucha y al del reconocimiento. reconocimiento es entendido como el derecho que tie­
Es interesante seguir la manera en que aquí Hegel tra­ ne un sujeto frente a otro respecto a la posesión. "L a
ta el tema del amor, no sólo porque este abordaje pone toma de posesión es un apoderarse sensible y tiene que
en juego los elementos lógicos del pensar de Hegel sino convertirse en jurídica mediante el reconocimiento [^ ]
también porque se convierte en un paradigma de los mo­ Es mi propiedad, porque los otros lo reconocen; pero
mentos en que se constituye la relación social. En esta re­ ¿qué reconocen los otros?: lo que ya tengo, aquello en
lación cada uno se sabe inmediatamente en el otro, pero cuya posesión estoy" (se: 176). La cosa real es manifies­
ello implica que cada uno ha renunciado a sí mismo. ta posesión del sujeto por un signo, lo que quiere decir
que no puede ser vulnerada por el otro. Pero aquí, des­
Esta inversión consiste en que precisamente cada uno, sabién­ de al punto de vista lógico, la posesión implica la no
dose en el otro, se supera como ser-para-sí, diverso. Esta su­ posesión: los individuos se dividen entre el que posee
peración propia es su ser-para-otro, en que se invierte su ser y el que está excluido de la posesión. Están dadas las
inmediato. A cada uno su propia superación se le convierte en condiciones para una lucha: se enfrentan ambos mu­
el otro en ser-para-otro. Lo otro es, pues, para mí, es decir: se tuamente, el excluido como ofensor, el excluyente como
sabe en mí. Es sólo ser-para-otro, es decir: está fuera de sí. Este ofendido. Cada uno de ellos quiere valer ante el otro:
conocer es el amor (fr: 172). pero ambos "yoes", el que está en mí y el superado en
el otro, son lo mismo. Ambos están fuera de sí y por eso
El amor depende de los extremos desde los que se cons­ la exclusión es superada y ello invierte la primera rela­
tituye: su mediación los enfrenta como un ser abstracto ción: el ofensor está contento para sí y el ofendido ahora
que se convierte en la alteridad, en la cosa. Esta cosa es está irritado y quiere ser reconocido.
la base de la existencia del tercero, que es el hijo. El camino hacia la Fenomenología del espíritu ha que­
La fam ilia como un todo se ha opuesto a otro todo dado franco y abierto. Aquel viaje de reconocimiento
cerrado en sí. Uno de ellos se ha apoderado del sue­ está por iniciar.
lo, de la tierra, y con ello de la duradera existencia ge­
neral: le ha puesto su sello por medio de su trabajo. 1Cabe advertir que para Hegel el "estado de naturaleza" no es cosa del
El otro se encuentra excluido. "Esta relación es lo que concepto sino de la esencia natural, de la existencia del hombre: "La cuestión
se contradice inmediatamente: considero al hombre en su concepto, luego no
corrientemente se llama el estado de naturaleza í ^ l en el estado de naturaleza" ( f r : 175).
La F e n o m e n o lo g ía d e l esp íritu

La Fenomenología del espíritu trata del recorrido que em­


prende el pensamiento para conocer. Pero como este
recorrido se hace desde supuestos sociales e históri­
cos, este texto también incorpora el tratamiento de los
conductos m ateriales a través de los que se ha realiza­
do este viaje del espíritu. Por esta razón, la estructura
de este libro es doble y se halla entrelazada: por una
parte somos testigos de la exposición del proceso de
construcción del conocimiento, desde la certeza sensi­
ble, como primer momento del conocer, hasta el saber
absoluto; por otra parte, encontramos la descripción e
interpretación filosófica de grandes acontecimientos
intelectuales e históricos a través de los cuales se lle­
ga al saber absoluto. El entrelazamiento de estas dos
dimensiones no es una yuxtaposición ni una simple
puesta en relación recíproca de polos encontrados: el
proceso epistemológico existe, se despliega y se realiza
en el proceso social e histórico que le da cuerpo, con­
sistencia, materialidad. No existe el uno sin el otro: la
forma del conocimiento no está separada de la mate­
ria. Por eso, en esta compleja obra encontramos unidos
inextricablemente temas y m aterias procedentes de la
Puerta de la casa Hegel en Jena. Se trata de la célebre puerta por la epistemología, de la historia, la política, la literatura,
que tuvo que haber pasado el filósofo un día antes de la Batalla de y aún de la psicología y la antropología, combinados
Jena, con la última parte del manuscrito de la Fenomenología del espí­
ritu para entregarla a su editor. En el pórtico se lee: "Aquí he pasado de tal form a que se genera un sentido de unidad nece­
lindas tardes. Goethe". Foto de Mario Rojas. saria. Pero se trata de una unidad en devenir perma-
nente: cada una de las configuraciones que adopta el proceso a través del cual se constituye lo humano en
espíritu en su camino mostrará sus lím ites y tendrá que cuanto tal. "Sólo lo espiritual es lo real" significa que
ceder ante el empuje de nuevas figuras. la realidad que aparece ante los ojos es una expresión
Acaso la imagen que mejor representa gráficamente de un proceso que debe ser captado no con los senti­
la estructura y el sentido de la Fenomenología del espí­ dos únicamente sino con los medios específicamente
ritu sea la de un ferrocarril que al avanzar pone sus humanos de comprensión, es decir, la capacidad de
propios rieles y sus propias vías, mismas que, al ir ex­ razonar para entender lo universal, lo particular y lo
tendiéndose, van creando al tren. El viaje, para seguir singular que subyace a eso que los sentidos captan.
con la metáfora, tiene un largo itinerario, pero éste no Esta capacidad de razonar se desarrolla, no es algo que
está previamente fijado sino que se va generando en la se obtenga por iluminación. Su primera form a es la de
medida en que el tren avanza. Hay estaciones pero no la conciencia y en ella está incluida la certeza sensible,
están fijas: cuando se llega a ellas también son absor­ la percepción y el entendimiento. El movimiento inte­
bidas por el paso de la máquina y, como si fueran las rior de esta conciencia empuja hacia la autoconciencia,
alforjas del viaje, son compañeras del camino. cuyo carácter esencial consiste en una duplicación y,
Este carácter de la obra es anunciado en el famoso en consecuencia, en una serie de mediaciones que se
prólogo y reiterado en la introducción. Hegel proclama generan necesariamente cuando la conciencia es cons­
que su propósito es que la filosofía pase de ser "am or ciente de sí misma a través de la aparición frente a ella
al saber" a ser saber mismo. Esto se conseguirá si lo de otra conciencia. De estas tensiones y mediaciones
verdadero es concebido no sólo como sustancia sino se provoca el advenimiento de la razón, que no es en­
tam bién como sujeto. La m eta del saber es llegar al ab­ tendida como una facultad del individuo aislado sino
soluto, pero éste se concibe como todo el proceso com­ como una capacidad del espíritu.
pleto y no sólo como el resultado. Este proceso consiste Hegel advierte que este trayecto es posible por la la­
en el fluir de los diferentes momentos o figuras que van bor de lo negativo que está implícito en el entendimien­
siendo afirmadas y negadas posteriormente, sin extra­ to pero desarrollado hasta sus últimas consecuencias.
viarse ninguna de ellas en el camino: cada una de ellas Lo negativo es lo peculiar de la propuesta hegeliana,
es recuperada nuevamente en un nivel superior. Esto aquello que lo distingue y separa de sus predecesores
determina la dinámica de la propuesta de pensamiento y de las formas filosóficas anteriores. Me parece perti­
que adelanta Hegel. nente citar in extenso al filósofo porque aquí sintetiza de
El concepto más importante de esta propuesta de forma desacostumbradamente clara su posición y los
Hegel es declaradamente el de espíritu: alude a todo el rasgos básicos de su elaboración filosófica:
El análisis de una representación [Vorstellung], tal y como so­ La riqueza de este párrafo justifica su extensión. Y es
lía hacerse, no era otra cosa que la superación de la forma que nos encontramos de golpe con la especificidad
de su ser conocido. Descomponer una representación en sus del pensamiento hegeliano en contraste con la filoso­
elementos originarios equivale a retrotraerla a sus momentos, fía de Kant que llevó a su cúspide al entendimiento,
que, por lo menos, no poseen la forma de la representación a la facultad de separar al sujeto respecto del objeto y,
ya encontrada, sino que constituyen el patrimonio inmediato desde esa base, a comprender al objeto separado como
del sí mismo. Es indudable que este análisis sólo lleva a pen­ una síntesis de determinaciones que lo constituyen. En
samientos de suyo conocidos [selbst bekannte] y que son deter­ cambio, Hegel se distinguirá por introducir lo negativo
minaciones fijas y quietas. Pero un momento esencial es este ya implícito en la disposición del entendimiento, pero
algo separado, lo irreal mismo [Unwirkliche selbst], pues si lo no explanado hasta sus propios límites. El resultado es
concreto es lo que se mueve es, solamente, porque se separa y una filosofía que mantiene la tensión permanente que
se convierte en algo irreal. La actividad del separar es la fuer­ im plica incorporar lo negativo como un poder (Macht)
za y la labor del entendimiento [Verstandes], de la más grande que, a un tiempo, desmiembra lo que aparece firme y
y maravillosa de las potencias o, mejor dicho, de la potencia fijo y lo reconstituye. Otra manera de exponerlo es m e­
absoluta. El círculo que descansa cerrado en sí y que, como diante la contraposición entre el pensam iento material
sustancia, mantiene sus momentos es la relación inmediata, y el pensamiento razonador formalista, por un lado, y
que, por tanto, no puede causar asombro. La potencia porten­ el pensamiento conceptual, por otro lado. El primero
tosa de lo negativo reside, por el contrario, en que alcance un es un pensamiento material de una conciencia contin­
ser allí propio y una libertad particularizada en cuanto tal, se­ gente que se sumerge en el contenido al que ordena y
parado de su ámbito, lo vinculado, y que sólo tiene realidad arregla con una sabiduría obtenida en una fuente exter­
en su conexión con lo otro; es la energía del pensamiento del na al propio pensam iento sobre el objeto; es lo común
yo puro. La muerte, si así queremos llamar a esta irrealidad de la conciencia ordinaria. El pensamiento razonador,
[Unwirklichkeit], es lo más espantoso, y el retener lo muerto lo por su parte, se libera del contenido y se concentra sólo
que requiere una mayor fuerza. [^] El espíritu sólo conquista en la forma, pero procediendo así extravía el contenido
su verdad cuando es capaz de encontrarse a sí mismo en el ab­ y lo toma de donde sea arbitrariamente. Además, este
soluto desgarramiento. El espíritu no es esa potencia como lo razonamiento entiende a un sujeto representado que se
positivo que se aparta de lo negativo [^] sino que sólo es esta mantiene fijo y exterior respecto al contenido, que pasa
potencia cuando mira cara a cara a lo negativo y permanece a ser solamente un accidente y un predicado. En cam­
cerca de él (fe: 23-24; 35-36). bio, en el pensamiento conceptual:
lo negativo pertenece al contenido mismo y es lo positivo, tan­ del concepto", el "m undo entero de la conciencia en su
to en cuanto su movimiento inmanente y su determinación necesidad". En la introducción a la obra, Hegel reitera
como en cuanto la totalidad de ambos [^] Aquí, el concepto es que se propone superar esa forma de asumir el saber
el propio sí mismo del objeto, representado como su devenir, y como si se tratara de la aplicación de un instrumento a
en este sentido no es un sujeto quieto que soporte inmóvil los una cosa. De inmediato se advierte que esta aplicación
accidentes, sino el concepto que se mueve y que recobra en sí ya modifica, modela y altera al objeto mismo sobre el
mismo sus determinaciones. En este movimiento desaparece que se aplica, por lo que es necesario dejar de conside­
aquel mismo sujeto en reposo; pasa a formar parte de las dife­ rar que el absoluto está de un lado, y el conocimien­
rencias y del contenido y constituye más bien la determinabi- to del otro lado. Así, se mostrará la conciencia natural
lidad, es decir, el contenido diferenciado como el movimiento como concepto del saber no real.
del mismo, en vez de permanecer frente a él [^] Por tanto, el La tríada básica de la Fenomenología del espíritu es la
contenido no es ya, en realidad, predicado del sujeto, sino que form ada por la conciencia, la autoconciencia y la razón;
es la sustancia, la esencia y el concepto de aquello de que se ésta deviene espíritu que se convierte en religión y de
habla (fe: 40-41). ahí en saber absoluto. Veamos la prim era tríada, cuyo
primer momento es la conciencia. Todo comienza con
Podríam os decir, entonces, que la propuesta de Hegel la certeza sensible que es, por decirlo así, la primera
es ir a la cosa [die Sache] m ism a porque ella, conceptual­ actitud del saber respecto del mundo: ahí está la "reali­
mente considerada, es una síntesis entre el sujeto y el dad" enfrente: para saber de ella basta mirarla, palpar­
objeto, pero además, y aquí está lo propio de la inver­ la, o le rla ^ Estoy yo, aquí y ahora, y señalo "esto". Pero
sión hegeliana, sería el predicado el que crearía retroac­ apenas se piensa bien en las implicaciones de esta ac­
tivamente al sujeto: el sujeto es el predicado. Es ésta la titud, y de inmediato brota que desde ya está presente
proposición especulativa que supera la naturaleza del la universalidad. En esta parte, Hegel despliega un ra­
juicio habitual que diferencia entre el sujeto y el pre­ zonamiento dialéctico para demostrar que lo universal
dicado. Hegel apunta por prim era vez al movimiento es lo que brota cuando se quiere afirmar lo verdadero
dialéctico para referirse a lo descrito por la proposición de las cosas sensibles. Es sorprendente que se presente
especulativa: el movimiento del puro concepto que se como experiencia universal "el que la realidad o el ser
engendra a sí mismo, se desarrolla por sí mismo y re­ de las cosas exteriores, en cuanto éstos o cosas sensibles,
torna a sí mismo. tiene verdad absoluta para la conciencia. Semejante
A hora se trata de exponer el camino por el que tran­ afirmación no sabe lo que dice, ni sabe que dice cabal­
sita este espíritu y que determ inará el "m ovim iento mente lo contrario de lo que se propone decir [ ^ ] en
toda certeza sensible se experimenta [ ^ ] el esto como bargo, no puede ser la m uerte de una de ellas porque
un universal" (fe: 69). A donde lleva pensar bien las im­ eso im plicaría también la muerte de la otra. Entonces
plicaciones de la certeza sensible es a la percepción. En una obtiene el reconocimiento de la otra, con lo que se
ella, el yo y el objeto (Gegenstand) son universales. La forma la relación de dom inación típica: una de ellas,
percepción reúne los m omentos simples que constitu­ la vencedora, desempeña la función de señor y la otra,
yen a los objetos, con lo que se revela que la percepción la vencida, actúa el papel de siervo. La relación, sin em­
tiene en su esencia la negación, la diferencia y la multi­ bargo, se invierte. El trabajo del siervo es la base del
plicidad. Las propiedades o determinabilidades de las mundo del señor. Esta unidad contradictoria empuja
cosas son unificadas en la percepción formando así la hacia el pensamiento en tres m omentos consecutivos:
coseidad como universal. Com o esta coseidad se forma el estoicismo, el escepticismo y la conciencia desven­
con la negación, la diferencia y la multiplicidad, se de­ turada. Se trata de las actitudes que se desprenden del
vela la operación de la fuerza que unifica las diversas temor que está en el lazo constitutivo de la relación de
determinidades de las cosas. Esta fuerza es lo propio señorío y servidumbre. El estoicismo representa la ac­
del entendimiento. La fuerza además hace explicable titud de resistencia del siervo que reafirma la libertad
el movimiento porque las cosas devienen o llegan a ser. de su pensamiento aunque se encuentre objetivamente
El sujeto sigue concibiendo, empero, la operación de sometido en su cuerpo. El siervo cultiva la libertad en
la fuerza y el movimiento que ella im plica como pro­ la única esfera donde puede hacerlo que es en la del
piedades de los objetos. El mundo es entendido como pensamiento. Se trata de una libertad abstracta. Este
sometido a leyes (la ley de la gravedad, las leyes de la cultivo la afirma como conciencia independiente, pero
electricidad). Pero he aquí que cuando se quiere descu­ la aleja del mundo y la lleva a renunciar al deseo: des­
brir la esencia de este mundo gobernado por leyes, no precia los placeres, los dolores y los cambios de la vida
se encuentra nada más que el sujeto mismo y entonces terrenal. La conclusión lógica del estoicismo es el si­
el entendimiento lleva a la autoconciencia. guiente paso de la secuencia: el escepticismo vuelve al
La autoconciencia significa básicam ente que el suje­ mundo terrenal y reivindica en él la libertad del pensar
to es consciente de sí mismo pero a través de un objeto pero desarrolla el lado negativo de esta libertad: des­
que tiene enfrente y que lo refleja. El yo apetece el ob­ truye el ser del mundo múltiplemente determinado.
jeto y lo consume. Pero ¿qué sucede cuando se trata Así, desarrolla el carácter negativo frente al otro, lo que
de otro sujeto consciente y no de un objeto? Se entabla significa que, en la dicotomía señor/siervo, presenta
la fam osa lucha a m uerte de las autoconciencias por la tendencia hacia la apetencia [Begierde] y el trabajo.
el reconocimiento. El resultado de esa lucha, sin em­ La conciencia escéptica hace desaparecer de su pensa­
miento lo no esencial, pero por ello mismo, dice Hegel configurado se encuentra sólo con el sepulcro, no con
en un sugerente giro dialéctico, se convierte en la con­ un concepto, sino precisamente con un objeto que ha
ciencia de algo inesencial; desaparecido. La segunda actitud es la de la apetencia
y el trabajo. "Pero la conciencia desventurada sólo se
proclama la desaparición absoluta, pero esta proclamación es, encuentra como conciencia apetente y laboriosa; no ad­
y esta conciencia es la desaparición proclamada; proclama la vierte que para encontrarse así tiene que basarse en la
nulidad del ver, el oír, etc. Y ella misma ve, oye, etc.; proclama certeza interior de sí misma y que su sentimiento de la
la nulidad de las esencialidades éticas y ella misma las erige esencia es este sentimiento de sí m isma" (fe: 133). Esta
en potencias de su conducta. Su acción y sus palabras se con­ realización como acción y como goce externos solamen­
tradicen siempre y, de este modo, ella misma entraña la con­ te la reafirma en su duplicidad. Brota, entonces, la ne­
ciencia doble y contradictoria de lo inmutable y lo igual y de cesidad de un mediador que se halla en relación inme­
lo totalmente contingente y desigual consigo misma (fe: 127). diata con la esencia inmutable, y este mediador sirve
como consejero de renuncias: renuncia a su voluntad, a
D e esta conciencia contradictoria brota una nueva figu­ su realidad lograda en el trabajo y el disfrute, renuncia
ra, que es la conciencia desventurada. a su propia decisión, es decir, se reafirma en la abstinen­
Esta es la conciencia de sí como desdoblada en un cia y la mortificación. "Para ella, su voluntad deviene,
más allá inmutable y un singular mudable. Esta dupli­ evidentemente, voluntad universal y que es en sí, pero
cación no es superada sino vivida de modo desventu­ ella m ism a no es ante sí este en sí; la renuncia a su vo­
rado, nostálgico y doloroso, por la conciencia que tiene luntad como singular no es para ella, de acuerdo con el
como esencia su duplicación. Esta conciencia recorre concepto, lo positivo de la voluntad universal" (fe: 138).
tres momentos: en el primero queda im presionada por Esta actitud es el preámbulo de la razón, que aquí es
el más allá al que le atribuye la rigidez de algo real; de entendida como la certeza de la conciencia de ser, en su
esa impresión se nutre la esperanza del ser mudable y singularidad, absoluta en sí o toda la realidad.
finito de unificarse con aquél más allá. El segundo mo­ La razón es, decíamos, la certeza de la conciencia
mento se caracteriza por la pretensión de lo no esencial de ser toda la realidad. Con ello, la conciencia asume
de unificarse con lo inmutable pero configurado, lo que al mundo como su mundo real. He aquí al idealismo
la desarrolla como conciencia pura y como esencia sin­ que Hegel ubica como el que desarrolla la certeza de
gular a través de la apetencia y el trabajo, y finalmente que el yo y el objeto coinciden. Al invocar esta iden­
la acondiciona para ubicarse como ser para sí. Cuando tidad, la razón sanciona también que hay otro para el
esta conciencia singular se relaciona con lo inmutable yo. "L a conciencia determ inará de diferente modo su
actitud ante el ser otro o ante su objeto según el grado "D ebe considerarse que se reniega totalmente de la ra­
en que se halle del espíritu del mundo que va cobrando zón cuando se quiere hacer pasar un hueso por el ser
conciencia de sí" (fe: 145). La diferencia entre la iden­ allí real de la conciencia; y eso es lo que se hace al consi­
tidad y el ser otro se mantiene, lo que se manifiesta en derarlo como lo exterior del espíritu, pues lo exterior es
la multiplicidad de categorías. Este idealismo se con­ precisamente la realidad que es" (fe: 203). Sin embargo,
vierte, entonces, en empirismo porque depende de la aprovecha la ocasión para establecer una relación en­
m ultiplicidad de la sensación y la representación. Con tre el espíritu y su existencia como cosa, como realidad
ello, este idealismo cae en la m ala infinitud que es la singular, como un despliegue inherente a la conciencia
infinitud sensible. observadora. Con esto se hace evidente que la concien­
La razón quiere encontrarse como el objeto que es, cia no quiere encontrarse de modo inmediato sino que
dotado de presencia sensible; entonces la conciencia busca hacerse surgir a través de su actividad. "Ella m is­
observa para experimentar las cosas como tales y con­ m a es para ella el fin de su obrar, mientras que en el ob­
vierte lo que tienen de sensibles en conceptos. Así, la servar solamente le importaban las cosas" (fe: 206). El
razón observa la naturaleza y desentraña sus leyes, juicio infinito, que es aquel que establece una conexión
pero la naturaleza orgánica no tiene historia alguna y entre lo más elevado del espíritu y el ser inmediato,
no puede ser totalidad para sí. La conciencia, entonces, expresa la perfección de la vida que se comprende a
se observa a sí m isma como si fuera una realidad ex­ sí misma. La razón consciente de sí se encuentra en la
terna y obtiene leyes lógicas y psicológicas. Las leyes vida de un pueblo de individuos en unidad los unos
psicológicas descubren las individualidades reales di­ con los otros. Pero antes de llegar al Espíritu la concien­
ferenciadas, pero "el tomar la individualidad conscien­ cia racional todavía deberá plantarse frente al mundo,
te carente de espíritu como una manifestación singular en tanto individualidad. Será posible relacionarse de
que es, entraña lo contradictorio de que su esencia es lo diversos modos con ese mundo.
universal del espíritu" (fe: 183). Em pieza a empujar el La realización de la conciencia en el elemento de la
espíritu como lo que se manifiesta en el individuo. Pero razón tiene un primer momento de despliegue en la
antes de examinarlo, Hegel revisa los intentos de rela­ individualidad que se enfrenta a una sustancia espi­
cionar al espíritu con el estudio fisonómico y con las ritual ya constituida. Pareciera que la autoconciencia
características craneales. El resultado de esta revisión individual se identificara inmediatamente con la sus­
es la reafirmación de que el verdadero ser del hombre tancia universal de un pueblo libre donde se realiza la
es el obrar. Y si dice que el "espíritu es un hueso" cra­ razón. Pero lo que ocurre es que la razón tiene que salir
neano es en el contexto de una réplica a la frenología. de esta dichosa situación de unidad con las costumbres
y leyes que form an una sustancia ética determinada. El sustancia espiritual, pero además que es tam bién su
motivo de esta obligación de salir de esta dicha es que propia esencia y su propia obra. Se produce entonces
la conciencia singular todavía no se sabe para sí como un cortocircuito entre lo que esta singularidad tiene
puro ser singular. Cuando com ienza a pensar en su por verdadero y la sustancia universal puesta como
propia singularidad, de inm ediato se da una escisión mundo. Este cortocircuito genera una furiosa locura
con la sustancia ética a la cual pertenece, y el resultado en la autoconciencia porque considera que el mundo
es que el individuo se ve enfrentado a las leyes y las está invertido: esta ley suya, la del corazón, la de la
costumbres vigentes. Entonces la autoconciencia indi­ identidad entre el singular y la sustancia ética, debía
vidual se afirma como singular al enfrentarse contra tener realidad, pero la realidad del orden vigente es el
esa sustancia ética vigente y ese im pulso se traduce orden universal de "todos los corazones".
en la búsqueda de una moralidad superior. El primer
im pulso de su acción lleva a la autoconciencia indivi­ Así, pues, lo que parece ser el orden público no es sino este es­
dual a afirmarse en la otra autoconciencia: "L a auto- tado de hostilidad universal, en el que cada cual arranca para
conciencia tiene la certeza de que en sí ese otro es ya sí lo que puede, ejerce la justicia sobre la singularidad de los
ella m ism a" (fe: 214). Al gozar al otro de este modo, la otros y afianza la suya propia, la que, a su vez, desaparece
autoconciencia singular, empero, se percata de que lo por la acción de los demás. Este orden es el curso del mun­
que ha disfrutado es la categoría, es decir, la represen­ do, la apariencia de una marcha permanente, que sólo es una
tación, o las "puras esencialidades vacías", la "pu ra universalidad supuesta y cuyo contenido es más bien el juego
unidad, la pura diferencia y su relación", pero fuera carente de esencia del afianzamiento de las singularidades y
de esto "el objeto que la individualidad experimenta su disolución (fe: 223).
como su esencia no tiene otro contenido" (fe: 216). La
otra autoconciencia, en realidad, se mantiene inde­ Entonces la autoconciencia em prende la lucha con­
pendiente y no se logra establecer la unidad con ella, tra el curso del m undo desarrollando la virtud. La
y por lo tanto la conciencia no ha logrado realizar su conciencia virtuosa enarbola la lucha por el b ien de
autoconciencia individual. La conciencia singular em ­ la hum anidad m ediante el sacrificio de la individua­
prende la acción sobre la base de lo que Hegel llama lidad, pero el curso del m undo vence precisam ente
la ley del corazón, contra ese mundo que ha resultado porque representa la base de la individualidad real,
hostil porque él mismo no está regido por esa ley. La y vence sobre la virtud porque para ésta "la abstrac­
autoconciencia, empero, tam bién se percata de que ese ción carente de esencia es la esencia". La conciencia
mundo subsistente y vivo es tam bién universalidad y ha hecho la experiencia de que el curso del m undo
no es tan m alo, pues la realidad es la realidad de lo que el obrar manifiesta la creación como para otros. De
universal. este modo, el obrar singular es el obrar de todos y cada
Ahora la individual actúa. Este "h acer" u "obrar" uno. La cosa m isma se revela como una esencia espiri­
encierra diversos m omentos cuyo examen es crucial tual que entrelaza entonces a todos los individuos. La
para que Hegel trace el puente hacia el espíritu. En pri­ acción pasa a un segundo nivel de examen: la indivi­
mer lugar, la individualidad, antes de obrar, se presen­ dualidad que obra pone en acción la sustancia ética,
ta de modo inmediato como simple ser en sí y tiene un pero la expresa en un primer m omento como una ac­
fin tan sólo presente en la conciencia, y por tanto, con ción de acuerdo con leyes de conducta. Hegel examina
la consistencia de un objeto. El obrar significa la puesta dos de esas leyes inmediatas: "C ada cual debe decir la
en acto de lo negativo y la conversión de aquel objeto verdad" y "A m a a tu prójimo como a ti m ism o". En
(Gegenstand) de la conciencia en una cosa (Sache). "L a ambas examina la contradicción que se genera entre la
obra es la realidad que se da la conciencia". El obrar universalidad de la forma y el contenido contingente.
construye la realidad objetiva y se presenta como uni­ Y es que "decir la verdad" pasa por la contingencia de
dad de la conciencia y el obrar. "E sta unidad es la obra que esa verdad "se conozca". En cuanto a la ley funda­
verdadera; es la cosa misma que simplemente se afirma mental del cristanismo según la cual se debe amar al
y se experimenta como lo permanente, independiente­ prójimo, de igual modo depende de la distinción en­
mente de la cosa, que es lo contingente del obrar indi­ tre bien y mal, lo que significaría que debemos amar al
vidual como tal, de las circunstancias, los medios y la prójimo pero de un modo inteligente. "A hora bien, el
realidad" (fe: 240). Si atendemos bien, nos damos cuen­ obrar bien de un modo esencial e inteligente es, en su
ta de que el obrar implica la creación de una cosa (Sache) figura más rica y más importante, la acción inteligente
entendida como un objeto nacido de la autoconciencia, universal del Estado -u n a acción en comparación con
y de esta manera queda expresada la esencialidad espi­ la cual el obrar del individuo como individuo es, en
ritual. Hegel distingue entre esta cosa (die Sache selbst) y general, algo tan insignificante, que apenas si vale la
la cosa (Ding) de la certeza sensible y de la percepción: pena hablar de ello" (fe: 249). De este examen conclu­
ésta últim a sólo tiene su significación auténtica a través ye Hegel que tales enunciados no expresan leyes sino
de "la cosa m ism a". sólo preceptos porque carecen de contenido universal.
Pero el obrar también significa el entrelazamiento de En este sentido, la razón legisladora se transform a en
todos los individuos. A pesar de que cada uno de ellos una razón meramente examinadora. Tanto una como la
busca, con su obrar singular, dar expresión a su talento, otra son, sin embargo, momentos inestables de la con­
fuerza y capacidad propia, bien visto se pone en claro ciencia ética, por lo que ahora ha llegado el momento
de pasar precisamente al estudio de la sustancia ética es precisamente este movimiento y esta disolución de
como esencia de la autoconciencia. tales m om entos" (fe: 260).
A hora el espíritu tom a el papel protagónico. Cuando Con todo, es válido preguntarse a qué se refiere He-
Hegel habla del espíritu lo hace refiriéndose a él de dis­ gel cuando trata el espíritu. Se refiere por supuesto al
tintas maneras, de tal modo que si queremos encontrar ser humano en las múltiples relaciones intersubjetivas
una definición fija y permanente, buscaremos en vano. que lo constituyen. En esta sección de la Fenomenolo-
Esta variedad de sentidos se explica por el empeño de g ía ^ , Hegel estudia pormenorizadamente los distintos
captar el movimiento que constituye a los objetos; los momentos de esta intersubjetividad a la que llama sus­
elementos que los conforman, tomados de manera ais­ tancia ética. De lo que se trata es de seguir el proceso
lada, son y no son, al mismo tiempo, el objeto mismo. a través del cual esta sustancia se convierte en sujeto.
Son el objeto en una fase de su desarrollo y, al mismo Este seguimiento comprenderá el modo en que la inter-
tiempo, no son el objeto como tal, en su integridad. subjetividad se constituye lógicamente, engarzándose
El objeto no es sino el resultado del movimiento que también, a la manera de engranes de una maquinaria,
lo constituye, al grado de identificarse con ese movi­ con el devenir histórico.
miento mismo. Las distintas "definiciones" del espíri­ La sustancia ética tiene su ser primario en la familia.
tu obedecen a distintos momentos de su despliegue y Ésta, como ser ético inmediato, se enfrenta a la eticidad
son ensambladas las unas con las otras para captar la que se forma y se mantiene en pro de lo universal. La
dinám ica de ese desenvolvimiento. A fin de cuentas, fam ilia se sostiene sobre la ley divina y su guardiana
el espíritu no será otra cosa sino este proceso de des­ es la mujer; en cambio, la ley humana expresa el sen­
pliegue. Así, las figuras anteriores que hemos revisado, tido de la comunidad, su guardián es el hombre y su
en realidad, eran momentos del desarrollo del espíritu, vitalidad real es el gobierno. La ley divina y la ley hu­
y por lo tanto, eran el propio espíritu pero en formas mana se enfrentan inevitablemente porque cada una
primigenias y elementales. Esas figuras son, en con­ de ellas tiene una dinámica opuesta a la otra. La ley
secuencia, abstracciones del espíritu: son el analizarse divina representa aquellas órdenes que hay que cum­
del espíritu, el diferenciar sus momentos y el demorar­ plir por respeto a los muertos que antes habitaron un
se en momentos singulares. "Estos momentos, aisla­ lugar, y expresa al reino subterráneo. Aunque su sede
dos de esta manera, tienen la apariencia de ser como es la familia, la relación más representativa de la opera-
tales; pero su progresión y su retorno a su fundamen­ tividad de esta ley divina es la que se entreteje entre el
to y esencia muestran que son solamente momentos o hermano y la hermana: en ella no hay deseo sexual ni
magnitudes llamadas a desaparecer; y aquella esencia interés reproductivo. Las otras relaciones constitutivas
de la fam ilia carecen de estos rasgos: el vínculo mari­ dividuo determinado y, por último, porque invierte la
do esposa, y padres hijos, están marcadas por el inte­ propiedad universal del Estado y la convierte en patri­
rés de la reproducción, lo que las hace representación monio y oropel de la familia. Casi está de más indicar
e imagen del espíritu, más cargado a lo natural que a que se trata de un principio organizador que se sitúa
lo ético. Hegel pone a jugar la trama de Antígona. La en contraste necesario respecto de la comunidad esta­
contradicción entre la ley humana y la ley divina vive tal y no una descripción de las mujeres. Ese principio
un nuevo episodio en la lucha entre los hermanos de de lo femenino existe de todos modos si también existe
Antígona, Polinices y Eteócles, en tanto que estos dos la comunidad estatal: es su contraparte necesaria. Su
herm anos tienen el mismo derecho al poder y luchan peculiar carácter y su papel en el desarrollo del espíritu
por él, pero el resultado es que ambos se dan muerte se harán patentes cuando se reflexione sobre sus im­
recíprocamente. El que se ha aliado con los enemigos plicaciones paradójicas. Si bien en un primer momento
de la ciudad es condenado por Creonte a no recibir las este principio de lo femenino se situará en contra de
honras fúnebres ni el entierro debido, pero su hermana la comunidad, más tarde creará las condiciones nece­
A ntígona desacata la orden y lo entierra. Antígona es sarias para que en la guerra combatan los jóvenes con
condenada a ser enterrada viva pero antes de eso ella se todo el vigor de su edad, defendiendo a la comunidad.
suicida. Esta tragedia hace m anifiesta la forma en que Y es que la feminidad tiende hacia lo particular y lo
la ley hum ana reprime a la ley divina, pero ésta devuel­ singular, y esta tendencia se sitúa en las antípodas de la
ve la afrenta y comienza a carcomer subterráneamente severa sabiduría de la edad m adura que ya está muerta
el sustento de la ley humana. "E l espíritu manifiesto para la singularidad, el poder y el goce y que, por ello,
tiene la raíz de su fuerza en el mundo subterráneo [^ ] se puede dedicar a pensar lo universal. La feminidad
Estas fuerzas [del mundo subterráneo] se convierten eleva a lo general el vigor de la juventud y sitúa al hijo
ahora en fuerzas hostiles y destruyen la comunidad en el lugar del señor. La juventud se envanece y des­
que ha deshonrado y quebrantado su fuerza, la piedad precia la sabiduría y lo universal, pero cuando llega la
fam iliar" (fe: 280). La ley humana es, se mueve y se hora de la guerra, la juventud y la virilidad habrán de
mantiene devorando a la particularidad de las familias mostrarse. En la guerra padecen más los sistemas sin­
regidas por el principio de lo femenino. La feminidad gulares de la propiedad, de la independencia personal
[die Weiblichkeit] es "la eterna ironía de la comunidad" y de la personalidad singular, es decir, las dimensiones
porque intriga en contra del fin universal del gobierno asociadas con el principio de la singularidad y de lo
y lo convierte en un fin privado; también porque trans­ femenino. Pero es en esta situación cuando sale a la luz
form a la actividad del gobierno en una obra de un in­ del día el muchacho valeroso que representa el goce de
la feminidad. Hegel remata el razonamiento realzando para cuya conciencia no existe ningún espíritu superior. Es
la dialéctica desplegada en esta relación: "Pero la co­ persona, pero la persona solitaria que se enfrenta a todos; estos
munidad sólo puede m antenerse reprimiendo este es­ todos constituyen la válida universalidad de la persona, pues
píritu de la singularidad y, siendo este espíritu un m o­ el singular como tal sólo es verdadero como pluralidad uni­
mento esencial, la comunidad lo engendra también, y versal de la singularidad; separado de ésta, el sí mismo solita­
lo engendra precisamente mediante su actitud represiva rio es, de hecho, el sí mismo irreal carente de fuerza (fe: 285).
frente a él, como un principio hostil" (fe: 281). La bella
armonía y el quieto equilibrio del espíritu ético se vie­ El señor del mundo se enfrenta a sus súbditos con vio­
nen abajo en esta situación contradictoria, y se extravía lencia destructora, y éstos se encuentran en una rela­
el espíritu ético. Es claro que aquí Hegel se está refirien­ ción solamente negativa con él y entre sí. La persona­
do al la ruptura de la bella armonía de la polis griega. lidad jurídica experimenta su carencia de sustancia y
La pérdida de esta unidad armoniosa significó el ad­ una esencia hostil haciendo las veces de contenido. En
venimiento del "Estado de derecho", en el que prima estas condiciones la autoconciencia tiene frente a sí un
la independencia de la persona abstracta. Hegel traza mundo exterior, negativo y ajeno a ella.
una analogía entre el escepticismo y el form alismo del Se configura así la alienación (Entfremdung)1 del
derecho, pues el primero descansa en el sí mismo como espíritu. El espíritu sale de sí y se sitúa en un mundo
puro pensamiento y el segundo estriba en el puro uno ajeno que se parte en dos: uno es el mundo presente
vacío de la persona. El universal abstracto y el uni­ puesto como realidad objetiva, y otro es el mundo de
versal formal, expresan que los contenidos se dejan al la pura conciencia. Gracias a la mediación de la alie­
acaso y lo arbitrario. "L a conciencia del derecho expe­ nación la autoconciencia tendrá validez y realidad. No
rimenta, por tanto, en su validez real m isma más bien sobra recordar que la alienación no tiene en Hegel la
la pérdida de su realidad y su completa inesencialidad, connotación moral que tuvo para la tradición marxista
y llamar a un individuo una persona es la expresión del (Marx; Mészáros; Schaff). La alienación se desprende
desprecio" (fe: 185). De la pluralidad de personas, dis­ 1Pedro Cerezo (véase bibliografía) propone traducir Entfremdung por "alie­
puestos como átomos los unos respecto de los otros, se nación" y no por "extrañamiento" como hacen Roces y Jiménez Redondo.
¿Cómo traducir "Entausserung”? Roces y Jiménez Redondo lo hacen por "ena­
desprende un punto ajeno y excepcional que se erige jenación" y Cerezo propone aquí "extrañamiento", que considero la traduc­
en la potencia universal y la realidad absoluta. ción más adecuada, aunque no exenta de una probable connotación peyorati­
va, Hegel se refiere al movimiento del espíritu por el cual deviene formación
cultural: Entfremdung. De modo específico, la autoconciencia ha producido,
Este señor del mundo es ante sí, de este modo, la persona ab­ por su extrañamiento [Entausserung] a la cosa [Díng] y luego ha superado este
momento porque ha comprendido que la cosa es esencialmente ser para otro
soluta, que abarca en sí, al mismo tiempo, toda existencia y (Vid. f e : 463, 577).
lógica y necesariamente del desenvolvimiento de la au- la conciencia pura. Pero sucede que la autoconciencia
toconciencia. Para hacerse realidad, la autoconciencia (que es ser en sí y ser para sí) se relaciona con aque­
sale de sí y se encarna en un mundo que no es el de la llas masas espirituales de otro modo, juzgando como
naturaleza sino el que está construido por el ser hu­ bueno al objeto en el que se encuentra a sí misma y
mano. Es el mundo de la formación cultural [Bildung]. malo aquél en que encuentra lo contrario de sí. Y es
Pero no es este el mundo perfecto: en él tendrán lugar que la autoconciencia juzga no de acuerdo como son
contradicciones e inversiones que en su propia dinámi­ las esencias objetivas en sí mismas sino en la relación
ca llevarán primero hacia la fe, luego a la intelección y del espíritu con ellas: así los objetos adquieren un ser espi­
después a la Ilustración. En ese proceso se engarzará el ritual real. La autoconciencia no encuentra en el poder
gran acontecimiento de la Revolución Francesa y sus del Estado su individualidad, es decir, su ser para sí:
contradicciones inherentes. "A nte este poder, el individuo se refleja, pues, en sí
Veamos la m anera en que Hegel lleva el argumento. mismo; el poder del Estado es para él la esencia opre­
El espíritu se desdobla en dos masas espirituales que sora y lo malo, pues en vez de ser lo igual, es senci­
son el poder del Estado, por un lado, y la riqueza, por llam ente lo desigual con respecto a la individualidad.
el otro. Estas dos dimensiones son consideradas dentro La riqueza, por el contrario, es lo bueno" (fe: 295). El
de la conciencia de tal modo que se le asigna al poder juicio invertido acerca de lo bueno y lo malo lleva a
del Estado el calificativo de "bu eno", y a la riqueza el diferenciar dos tipos de conciencia, la noble y la vil.
de lo "m alo". El poder del Estado es la obra univer­ La prim era resalta su igualdad con respecto tanto al
sal, "la cosa absoluta misma en que se enuncia a los Estado como a la riqueza; en cambio, la conciencia vil
individuos su esencia y que en su singularidad sólo mantiene firme la desigualdad respecto de aquellas
es, simplemente, conciencia de su universalidad; - y es, dos esencialidades.
asimismo, la obra y el resultado simple, del que des­
aparece el hecho de provenir de la acción; permanece La conciencia noble es el heroísmo del servicio, -la virtud que
como la base absoluta y la subsistencia de todos sus sacrifica el ser singular a lo universal y de este modo lleva
actos" (fe : 293). Lo opuesto a este universo estatal es el esto al ser allí, -la persona que renuncia a la posesión y al goce
reino de la riqueza asimilada como lo pasivo, lo nulo, y de sí misma y actúa y es real para el poder vigente [^] Este
a fin de cuentas, lo malo. Es que se parte de la idea de obrar, que agrupa la esencia y el sí mismo, hace brotar la doble
que en la riqueza cada individuo busca egoístamente realidad; se hace brotar a sí como lo que tiene una realidad
su satisfacción singular, mientras que en el poder del verdadera y hace brotar el poder del Estado como lo verdadero
Estado im pera lo general. Ése es, al menos, el juicio de que vale (fe: 298).
A pesar de que el Estado cuenta con la obediencia real universal, sino com o voluntad o el que sea el sí m ism o
resultado del ju icio de la autoconciencia, todavía no que decide" (fe: 301).
es gobierno y aún no cuenta con un poder real. La vo­ La separación entre el poder del Estado y la obedien­
luntad de lo particular, concretado en los estam entos, cia que le brinda la conciencia noble es la base para
aún no se ha sacrificado por lo universal en la acción plantear el tema del monarca ilimitado puesto por el
y tan sólo habla del b ien universal. H egel introduce el lenguaje del halago como un nombre propio situado
tratam iento del lenguaje y su im portancia en la con­ como lugar de excepción:
figuración del espíritu. El tem a ha m erecido estudios
específicos (v. gr. Sim on). A quí tan sólo señalam os Más precisamente, el lenguaje eleva así la singularidad, que
que para nuestro autor el lenguaje posee una gran por lo demás sólo es algo supuesto a su pureza en el ser allí, al
im portancia, pues a través de él la autoconciencia es dar al monarca su nombre propio; pues es el nombre y sólo él
para otros y entra en la existencia su singularidad, aquello en que la diferencia de lo singular no es simplemente
es decir, el yo com o puro yo. En el lenguaje el yo es supuesta por todos los otros, sino que se hace real por todos; en
allí y, sim ultáneam ente, se desprende de ese yo-allí, el nombre, el individuo singular como puro singular no vale
se exterioriza y se sitúa com o yo universal. Este m o­ solamente en su conciencia, sino en la conciencia de todos.
vim iento im plica que el yo es negado en su ser allí y, Gracias a él, por tanto, el monarca es apartado respecto de to­
al m ism o tiem po, es afirm ado en el plano universal. dos [los demás] y colocado aparte, en un lugar de excepción;
El yo se extraña (entausst sich) y al hacerlo desaparece en él, en el nombre, es el monarca el átomo que no puede co­
para perm anecer en lo universal (fe: 300). El lenguaje municar nada de su esencia y que no tiene igual. Este nombre
tam bién im plica ser escuchado, hacerse presente para es, así, la reflexión en sí o la realidad que tiene en ella misma el
otros. La conciencia noble encuentra en el lenguaje poder universal; por medio de él es este poder el monarca.
al m ediador que le perm ite dirigirse al poder del Es­ Y, a la inversa, él, este singular, se sabe este singular, como el
tado. En el lenguaje se expresa que el Estado es lo poder universal, porque los nobles no sólo están dispuestos
universal abstracto que se llam a el b ien universal y la a servir al poder del Estado, sino que se agrupan en torno al
conciencia noble lo reafirm a m ediante su sacrificio y trono como un ornato y dicen siempre a quien se sienta en él lo
su obediencia com o una cuestión de honor. Pero "lo que es (fe: 302).
que le falta a la conciencia es que haya pasado a ella
el poder del Estado, no sólo com o honor, sino tam ­ Tal es el lenguaje del halago que alcanza su fin en el
b ién realm en te-, [y lo que le falta al poder del Estado prestarse a que el poder universal alcance su "para sí".
es] que se le rinda obediencia no sólo com o el bien Pero la conciencia noble cae en una profunda abyec­
ción al percatarse de que la riqueza se le presenta como el caso de Hegel, de una compenetración tal que hace
algo ajeno y esto la hace depender de una voluntad ex­ aparecer a ambas como iguales en su relación. Al cri­
traña. Este desgarramiento da lugar a una nueva esci­ ticar la fe, la Ilustración en realidad se hace semejante
sión: la que existe entre el mundo alienado de sí mismo con aquello que condena.
como formación cultural, y el mundo irreal de la pura
conciencia o del pensamiento. Este puro reino del pen­ La Ilustración, que se hace pasar por la pureza misma, con­
samiento es la religión, pero en un primer momento vierte aquí lo que para el espíritu es vida eterna y espíritu san­
de su constitución que se presenta como creencia. El to en una cosa perecedera real y lo mancha con el punto de
objeto de la creencia es el mundo real elevado a la uni­ vista en sí nulo de la certeza sensible, que nada tiene que ver
versalidad de la pura conciencia. La conciencia creyen­ con la fe de la adoración, con lo que se lo imputa fraudulenta­
te tiene su realidad en el mundo de la cultura pero, al mente a ésta. Lo que la fe adora no es para ella, en absoluto, ni
mismo tiempo, pretende superarla desde un más allá. piedra ni madera ni masa de pan, ni otra cosa sensible tempo­
Frente a la creencia se levanta la pura intelección para ral cualquiera. Si a la Ilustración se le ocurre decir que el objeto
la que lo único real es el concepto. La pura intelección de la fe es también esto o incluso que es esto en sí y en verdad,
encuentra su elemento propio en el juicio infinito, que hay que señalar que la fe conoce igualmente aquel también,
consiste en encontrar al yo en una cosa, para luego re­ que cae fuera de su adoración y que, de otra parte, algo como
ferir la cosa al yo: una piedra, etc, no es para ella en sí, sino que para ella es en sí
solamente la esencia del puro pensamiento (fe: 326).
Lo que aquí es para el yo lo otro es solamente el yo mismo. En
este juicio infinito se ha cancelado toda unilateralidad y toda A esto se agrega que la Ilustración considera insensato
peculiaridad del originario ser para sí; en sí mismo se sabe ser que el individuo creyente se dé la conciencia superior
su objeto como puro sí mismo; y esta igualdad absoluta de de no hallarse encadenado al goce y al placer. En suma,
los dos lados es el elemento de la pura intelección [^] Esta la Ilustración se niega como pura intelección porque
pura intelección es, por tanto, el espíritu que grita a todas las le niega a la fe la posibilidad de que el actuar pueda
conciencias: sed para vosotras mismas lo que todas sois en vo­ reposar precisamente en el pensamiento de un orden
sotras mismas: racionales (fe: 317). superior que la libera realmente de "los fines de la sin­
gularidad" que son el goce y el placer. La Ilustración
La Ilustración se manifiesta en su carácter propio sólo ha difundido la idea de que toda determinidad debe
frente a la fe. La relación de la Ilustración con la fe no ser concebida como finitud, esencia y representación
es de simple negación sino, como ocurre siempre en humanas, con lo cual, la esencia absoluta se convierte
en un vacío. Y aquí asistimos a uno de los más finos te sólo una sino dos Ilustraciones. Una de ellas llama
desarrollos de Hegel, pues no sólo va a mostrar la iden­ "esencia absoluta" al absoluto carente de predicados
tidad entre la fe y la Ilustración sino que va a plantear que está más allá de la conciencia real. La otra parte
con gran fuerza y elocuencia dos de las directrices de del ser sensible del que luego hace abstracción como
su propio pensamiento: m ateria absoluta. Las dos coinciden en el "puro ser".
Así, ni la una ni la otra
La pura esencia absoluta sólo es en el puro pensamiento o, me­
jor dicho, es el puro pensamiento mismo; por tanto, es simple­ han llegado al concepto de la metafísica cartesiana de que el
mente más allá de lo finito, de la autoconciencia, y solamente la ser en sí y el pensamiento son lo mismo, al pensamiento de que
esencia negativa. Pero, de este modo, es precisamente el ser, lo el ser, el puro ser, no es una realidad concreta, sino la pura abstrac­
negativo de la autoconciencia. Y como negativo de la autocon- ción, y, a la inversa el puro pensamiento, la igualdad consigo
ciencia, es también referido a ella; es el ser exterior que, referido mismo o la esencia es, en parte, lo negativo de la autoconcien-
a la autoconciencia, dentro de la cual se dan las diferencias y cia y, por tanto, ser y, en parte, como inmediata simplicidad,
las determinaciones, cobra en él las diferencias de ser gustado, no es tampoco otra cosa que ser; el pensamiento es coseidad [das
visto, etc.; y la relación es la certeza sensible y la percepción Denken ist Dingheit], o la coseidad es pensamiento [Dingheit ist
[^]. Denken] (fe: 340, 427).
Es esencial, aquí, considerar que la pura materia sólo es lo que
resta si hacemos abstracción de la vista, del tacto, del gusto, El objeto es, así, el m ovimiento de lo universal hacia
etc., es decir, la materia no es lo visto, gustado, tocado, etc.; lo la singularidad y también es el movimiento de la sin­
que se ve, se palpa, se gusta, no es la materia sino el color, una gularidad hacia lo universal. A diferencia de la razón
piedra, una sal, etc.; la materia es más bien la pura abstracción; observante que buscaba y se encontraba a sí m isma en
y así se da aquí la pura esencia del pensamiento o el pensamiento el objeto inmediato, hasta la cúspide de hallar el ser del
puro mismo, como lo absoluto no diferenciado en sí, no deter­ yo en una cosa, de la misma m anera en la Ilustración
minado, carente de predicados (fe: 339). supera a la cosa y la sitúa en función del yo (la cosa es
yo) con lo que subsume a las cosas en su utilidad. La
Como vemos, Hegel plantea con claridad que la ver­ intelección, entonces, llega a la utilidad de las cosas y,
dad del objeto radica en la relación que establece con a partir de ello, sienta a la libertad como la posibilidad
el sujeto. Lo que aparece como cualidades del objeto de actuar y modificar el mundo de acuerdo con la vo­
material sólo es tal en conexión con el pensamiento del luntad. Así, "el cielo ha descendido sobre la tierra y se
sujeto: el ser es relación. Adem ás señala que no exis­ ha transplantado a ella" (fe : 343).
Hegel desarrolla aquí la nueva figura del espíritu luta implicaría una organización que la desmembraría
que se desprende lógicamente de que la conciencia se en múltiples instituciones, grupos y estamentos, con lo
percata de que el objeto es algo penetrable (Durchshau- cual se negaría la libertad del individuo singular extra­
tes) y, más aún, que su esencia (la del objeto) está en ella viado entre la muchedumbre de individuos organiza­
en cuanto pura intelección. Así, la esencia y la realidad dos estamentalmente. El ser y el obrar adquirirían el
son el saber de la conciencia acerca de sí misma. sentido de lo determinado y la autoconciencia dejaría
de ser en verdad universal. "Por tanto, ninguna obra ni
Ésta es consciente de su pura personalidad y, en ello, toda acto positivos puede producir la libertad universal; a
realidad espiritual, y toda realidad es solamente espíritu; el dicha libertad sólo le resta el obrar negativo; es solamen­
mundo es, para la conciencia, simplemente su voluntad, y ésta te la fu ria del desaparecer" (fe: 346). Con el afán de que
es voluntad universal. Y no es, ciertamente, el pensamiento las leyes sean dadas por ella misma y de llevar por ella
vacío de la voluntad que se pone en el asentimiento tácito o misma el obrar universal, la autoconciencia emprende
por representación, sino la voluntad realmente universal, la el camino de la negación no mediada.
voluntad de todos los individuos como tales (fe: 344).
La única obra y el único acto de la libertad universal es, por
En esto precisamente consiste la libertad absoluta. La tanto, la muerte, y además una muerte que no tiene ningún
vida lim itada de los individuos y sus dos mundos, el ámbito interno ni cumplimiento, pues lo que se niega es el
de la cultura y el del más allá de la fe, son superados. punto incumplido del sí mismo absolutamente libre; es, por
La voluntad universal y la voluntad singular se funden tanto, la muerte más fría y más insulsa, sin otra significación
en una sola. No queda ningún objeto libre fuera de la que la de cortar una cabeza de col o la de beber un sorbo de
conciencia al que ella no pueda someter a su ley. Por agua (fe: 347).
eso, esta libertad es absoluta. Al serlo, empero, no pue­
de arribar a ninguna obra positiva, "n i a obras univer­ Esta situación terrorífica la emprende el gobierno que,
sales del lenguaje o de la realidad ni a leyes o institu­ al querer ejecutar una determinada ordenación y una
ciones universales de la libertad consciente ni a hechos acción específica, no sólo excluye a los demás indivi­
y obras de la libertad volitiva" (fe: 345). Si tal hiciera, duos de las decisiones sino que, además, al poner en
haría obras objetivas marcadas por la permanencia, acto lo particular y lo determinado se divorcia necesa­
cuya existencia como ser otro sería la diferencia en la riamente de lo universal. De este modo, el gobierno se
libertad y, por tanto, la evidencia de que ya no sería constituye en una facción triunfante. Como toda fac­
absoluta. Además, la obra positiva de la libertad abso­ ción, actúa sospechando, suprimiendo y, a fin de cuen­
tas, matando. La autoconciencia experimenta entonces, escrupulosidad y las buenas intenciones de la concien­
lo que es esta libertad absoluta. Se percata que es la cia moral siguen existiendo, pero ésta evita mancharse
cancelación en sí de toda diferencia y de todo subsistir con la terrenalidad de la acción y entonces, el sí mismo
de la diferencia. Entonces la autoconciencia separa lo no alcanza realidad:
absoluto carente de predicado como puro pensamiento
y como pura m ateria (materia abstracta), y se plantea Le falta la fuerza del extrañamiento [Entausserung], la fuerza
ahora volver al pensamiento. Nace así la nueva figura de convertirse en cosas [Dinge zu machen] y de soportar el ser.
del espíritu moral. Vive en la angustia de manchar la gloria de su interior con la
En efecto, Hegel retoma el tema de la moralidad acción y la existencia; y, para conservar la pureza de su cora­
que le había ocupado una gran parte de su esfuerzo zón, rehúye todo contacto con la realidad y permanece en la
intelectual anterior. Ahora, sin embargo, lo introduce obstinada impotencia de renunciar al propio sí mismo llevado
inm ediatam ente después de tratar la libertad absoluta hasta el extremo de la última abstracción y de darse sustan-
asociada con el terror, por supuesto en vinculación con cialidad y transformar su pensamiento en ser y confiarse a la
la Revolución Francesa y el gobierno de Robespierre diferencia absoluta. El objeto hueco que se produce lo llena,
(Ritter a). La situación en que estos acontecimientos pues, ahora, con la conciencia de la vaciedad; su obrar es el an­
dejan a la autoconciencia obliga a la revisión del vín­ helar que no hace otra cosa que perderse en su hacerse objeto
culo entre el pensam iento práctico y la configuración carente de esencia y que, recayendo en sí mismo más allá de
de la realidad. Dicho con otras palabras, se trata de esta pérdida, se encuentra solamente como perdido; -en esta
revisar la arm onía de la m oralidad con la naturaleza pureza transparente de sus momentos, un alma bella desven­
objetiva, por una parte, y con la voluntad sensible, por turada, como se le suele llamar [eine unglückliche sogenannte
otra parte. Es esta la oportunidad que encuentra He- schone Seele], arde consumiéndose en sí misma y se evapora
gel para sacar a la luz las contradicciones de la con­ como un informe vapor que se disuelve en el aire [und schwin-
ciencia moral, en la m edida en que está enredada en det als ein gestaltloser Dunst, der sich in Luft auflost] (fe: 384, 484).
la m araña producida por la tensión entre lo universal
y lo particular, y entre la form a y los contenidos parti­ Así, la conciencia de lo universal se mantiene en la
culares. La moralidad term ina em pantanada en estas universalidad del pensamiento y su primer acto es el
contradicciones. Para no asumir las contradicciones la juicio. Cae en la hipocresía que quiere que se tomen los
conciencia se queda en una situación de ser una bue­ juicios por hechos reales y muestra su rectitud no con
na conciencia, que es la superación entre la conciencia hechos sino mediante la proclamación de las buenas
moral universal y el sí mismo singular que actúa. La intenciones. La contraparte necesaria del alma bella es
la conciencia actuante, que al actuar cae en el mal. La m unidad, con lo que se consum a la identidad de lo
conciencia actuante confiesa su mal, pero no encuen­ universal y la inmediatez.
tra sino un corazón duro que la rechaza. El alma bella La última parte de la Fenomenología es el saber ab­
sigue careciendo de realidad y es consciente de la con­ soluto. Se trata de un corto capítulo que resume en un
tradicción entre el sí mismo y la necesidad de conver­ lenguaje especulativo todo el curso anterior. A hí Hegel
tirse en realidad; esta contradicción la desgarra hasta resume y recapitula y vuelve a señalar que la meta es el
la locura. Pero el lado de lo particular y de lo negativo propio curso de los momentos que ha seguido.
que está presente en el actuar es un momento necesa­
rio, inherente, de la moralidad. La conciencia que se ha
confesado obtiene el perdón de parte de la conciencia
que renuncia a su esencia irreal. "L a palabra de la re­
conciliación es el espíritu que es allí que intuye el puro
saber de sí mismo como esencia universal en su con­
trario, en el puro saber de sí como singularidad que es
absolutamente en sí misma -u n reconocimiento mutuo
que es el espíritu absoluto-" (fe: 391; vid.: Trías).
A hora Hegel desarrolla am pliam ente el tem a de la
religión, no como un sim ple apartado sino com o la
síntesis del viaje del espíritu hacia su comprensión.
Y es que el espíritu que se sabe a sí m ismo es en la
religión su propia autconciencia pura. La religión
presuponte todo el curso de los m om entos anterio­
res (conciencia, autoconciencia, razón y espíritu) y es
la sim ple totalidad o el absoluto sí m ism o de ellos.
A ún así, la religión tiene una figura determ inada y
un devenir propio. H egel aborda secuencialm ente la
religión natural, la religión artística de los griegos y
la religión revelada. Ésta aporta la fundam ental idea
de que Dios ha m uerto y con ello ha puesto las condi­
ciones para una com prensión de lo divino como co­
L a LÓGICA

A quí se expone lo fundamental del pensamiento de


Hegel. Lo primero que es necesario tener claro es que el
filósofo de Stuttgart crea un nuevo procedimiento para
el pensar que va a tratar de distinguir en todo momen­
to del entendimiento (Verstand) cuya forma más eleva­
da es la filosofía de Kant. Pero ello tendrá un costo: al
ser el horizonte moderno el del entendimiento, pensar
desde ahí la propuesta de Hegel equivale a entenderlo
mal (reductivamente) o de plano a malinterpretarlo. La
Ciencia de la lógica y la primera parte de la Enciclope­
dia de las ciencias filosóficas son los lugares donde He-
gel piensa el pensamiento. Si normalmente hay una
escisión entre lo que se piensa y las operaciones que
tiene que realizar el pensamiento, aquí en cambio, el
contenido del pensamiento es el propio pensamiento,
lo cual implica, de entrada, una reflexión. Una de las
fórmulas para facilitar la comprensión de esta reflexión
es decirlo con el término del sujeto que se pone a sí mis­
mo como objeto (se hace objeto) y que luego se lleva al
objeto consigo (en su ser) para llegar otra vez a su condi­
ción de sujeto, pero ahora con el objeto a cuestas, con su
condición de objeto como una de sus fases (o momentos)
de su ser sujeto. A este procedimiento se le conoce como
el del sujeto-objeto.
Otra de las imágenes clásicas de Hegel cuando era rector del Gymna- Una advertencia que conviene hacer desde el princi­
sium de Núremberg. pio es que Hegel no tiene que ver con la síntesis como
la gran conquista de la cima. No se piense que Hegel a crítica su forma ordinaria de pensar y de establecer
propone la obtención de una "unidad diferenciada" las relaciones entre sus impresiones. Precisamente esa
como m eta del conocimiento. Tampoco una mezcla, es la tarea de la lógica:
una combinación, o una unificación simple de elemen­
tos heterogéneos. La meta es descubrir la verdad que El punto más importante para la naturaleza del espíritu no
está en el despliegue del sujeto/objeto. Ese despliegue consiste sólo en la relación de lo que es el espíritu en sí como
es el movimiento de ponerse a sí mismo como ser. Lo lo que es en realidad, sino en cómo él se conoce a sí mismo; este
que sí tenem os en Hegel es la propuesta de pensar tres conocimiento de sí mismo, por ende, dado que el espíritu es
momentos, que son eso: momentos, en la constitución esencialmente conciencia, constituye la determinación funda­
de los procesos que hacen ponerse al sujeto/objeto. mental de su realidad. Purificar, pues, estas categorías, que ac­
"E l sentido especulativo es el sentido dialéctico, el de túan solamente de manera instintiva, como impulsos, llevadas
la razón, que está más allá del entendimiento [ ^ ] El al comienzo a la conciencia del espíritu aisladamente, y por
ámbito especulativo es el de la identidad y la no identi­ eso de manera mudable y confusa, que les otorga así una rea­
dad como constitutivos de la misma realidad" (Dri: 45). lidad aislada e incierta, purificarlas (decimos) y elevar por ese
Por tanto, nada entra de fuera sino que el propio ser se medio el espíritu a la libertad y la verdad, esta es la tarea más
auto-desarrolla. La verdad está en las propias cosas y alta de la lógica (ci, 1: 49).
en modo alguno se les impone un juicio desde el exte­
rior. La relación unitaria sujeto/objeto se desarrolla de La misión de la lógica, entonces, es llevar a fondo el
modo dialéctico organizándose como un "isologism o conocimiento que el espíritu ha producido de sí mis­
de las determ inaciones", que significa la repetición de mo. El esgrima se produce en la esfera de las ideas por­
la m ism a idea pero en un elemento diferente y supe­ que es desde ellas que las cosas del mundo adquieren
rior. Así, una m isma categoría se va cargando de sig­ verdadera realidad, realidad efectiva (Wirklichkeit) y no
nificado en su propio desarrollo a m edida que sube y sólo realidad espontánea (Realitat). Esto im plica desa­
avanza el proceso. rrollar un procedimiento que consiste básicamente en
Entonces, si la verdad de las cosas se encuentra en superar el entendimiento y en negar la negación que
las cosas mismas, lo que se requiere es que el pensa­ está implícita en la separación con la que trabaja el en­
miento desarrolle la comprensión de lo que ya está tendimiento. Y esto si es llevado hasta la raíz de donde
presente en ellas mismas. Para ello es necesario que el procede, revela que es el sujeto el que form a una uni­
pensam iento voltee a verse a sí mismo para que com­ dad con las cosas que piensa.
prenda racionalmente su forma de proceder, y someta
Pero ¿qué es el sujeto para Hegel? Por supuesto que se revela como ser y por tanto, como existente: la nada
es una sustancia viva, pero sobre todo es un devenir existe. He aquí el célebre inicio de la lógica hegeliana
con un sentido preciso que consiste en ponerse a sí que recupera los rudimentos filosóficos de Heráclito y
mismo. Y lo que esto encierra es que el sujeto es una Parménides (ci, 1: 130). Pero desde este inicio se hace
mediación consigo mismo a través de ponerse en otro. patente la peculiaridad del pensar hegeliano. La ver­
Y a su vez, esto implica que el sujeto, en realidad, es dad del ser y la nada es el devenir y por tanto, desde
movimiento intersubjetivo. Y siempre que Hegel habla ya, la negación de la negación. Si algo es es porque se
de movimiento o devenir, la negatividad está presente ha puesto en una relación negativa consigo mismo:
porque de otra manera el movimiento (de una posición se ha superado. Lo superado es un m omento del de­
A a una posición B) sería imposible. Entonces, el sujeto sarrollo: "A lgo es superado sólo en cuanto ha llegado a
es también negatividad. ponerse en la unidad con su opuesto; en esta determi­
La Lógica de Hegel tiene tres partes. Cada una de nación, más exacta que algo reflejado, puede con razón
ellas trata el despliegue del pensamiento en el proceso ser llamado m om ento". Es aquí cuando Hegel mismo
de su autoconocimiento, pero en m omentos diferentes. explica su famoso concepto de superación (Aufhebung):
La prim era parte está consagrada al tratamiento del
"ser", la segunda a la "esencia" y la tercera al "concep­ El superar (Aufheben) y lo superado (esto es, lo ideal) representa
to". A quí también opera la superación, lo que significa uno de los conceptos más importantes de la filosofía, una de­
que el concepto contiene al ser y a la esencia, negados terminación fundamental, que vuelve a presentarse absoluta­
y recuperados en un nivel en el que ya no son lo que mente en todas partes, y cuyo significado tiene que compren­
fueron, pero siguen siendo. El concepto es la esencia y derse de manera determinada, y distinguirse especialmente de
ésta es el ser pero en momentos distintos de su desarro­ la nada [^] La palabra Aufheben tiene en el idioma [alemán] un
llo. En términos de presentación, la lógica está dividida doble sentido: significa tanto la idea de conservar, mantener,
en una lógica objetiva y una lógica subjetiva. La lógica como, al mismo tiempo, la de cesar, poner fin (ci, 1: 138).
objetiva abarca la doctrina del ser y la doctrina de la
esencia, mientras que la lógica subjetiva abarca la doc­ Así, el ser superado es un ser mediado, un ser negado
trina del concepto. que ha incorporado su propia negación. Ya no es como
Hegel com ienza planteando lo más simple y senci­ era sino que ahora es de otra manera, o es lo que era
llo: el "ser", la condición de ser. Muestra entonces que pero en otro nivel. Y ahora, volviendo a la dialéctica
así de indeterminado el ser es nada. Pero si el ser es entre el ser y la nada, Hegel explica:
nada, nada es. Desprendiéndose de lo anterior, la nada
El ser es el ser y la nada es la nada sólo en su diversidad mu­ mism o].1 El hecho de que "algo " sea ya trae implícitas
tua; pero en su verdad, en su unidad, han desaparecido como las negaciones del ser y la nada, en primer lugar, y lue­
tales determinaciones y ahora son algo distinto. El ser y la go, la negación del ser-ahí, el cual ha pasado a ser de­
nada son lo mismo y por este ser lo mismo, ya no son el ser y la terminado.
nada, y tienen una determinación diferente. En el devenir era A hora bien, si desplegamos el pensamiento dialéc­
nacer y perecer; en el ser determinado, entendido como una ticamente nos percatamos que han quedado puestos
unidad determinada de otro modo, son de nuevo momentos un "algo " y un otro como separados e indiferentes
determinados de una manera diferente (ci, I: 139). entre sí. El uno es negación del otro, recíprocamente,
y la negación misma cae fuera de cada uno de ellos.
Este será el inicio solamente, pero lo central ya está ex­ La determinidad (Bestimmheit) es la determinación (Bes-
puesto y se llam a negación de la negación. Comienza timmung) y también su constitución (Beschaffenheit) y
un potente y vigoroso recorrido por cada uno de los su término fronterizo (Grenze), y, en consecuencia, es
momentos que están presentes en el estudio de las co­ lo finito. El simple hecho de pensar en algo ya impli­
sas mismas. Las recorreremos de una manera general y ca involucrar todos estos elementos como momentos
meramente indicativa. y, por tanto, como mediados y superados cada uno
El Dasein o ser-ahí (ser determinado) es la primera de ellos. Algo existente es finito, luego tiene fronteras,
condensación del devenir. La verdad de cualquier ser términos que lo de-limitan, pintándole una raya que
está constituida por su unidad con un no ser, el cual le da consistencia y entidad. Cuando se piensa al ser
le marca su límite. ¿Dónde radica la determinación humano sobre esta base, entonces quedan claras las
(Bestimmung) del ser? En el límite con otro ser. El ser características de este ser finito, como lo precisa Dri:
determinado está moldeado por los lím ites que están "Refiriéndonos al ser humano, a cualquier ser humano,
puestos automáticamente cuando se piensa en el ser. el pensar en general está "en -sí" (an sich), pero cuando
Lo que brota de aquí es la "cualidad" como lo pri­ se pone a pensar, el pensar está "en él" (an ihm)" (Dri:
mero que se piensa del ser. La cualidad es el qué del 59). La determinación del hombre consiste en la razón
ser y es el primer momento, pero está completamente que piensa; el pensar en general representa su simple
indeterminado. La cualidad nos dice qué es algo, pero determinidad (Bestimmheit), y por m edio de esta deter-
cuando lo dice el ser determinado se convierte en un
1 En alemán, la palabra castellana en se dice con tres palabras distintas: in,
existente determinado, es decir, se transforma en "algo" an y bei. Hegel hace uso de esta diferencia para marcar posiciones distintas
(Etwas). Así: Dasein ^ negación ^ Insichsein [ser-en-sí del movimiento del ser: en las tres el ser se recoge en sí como resultado de la
negación y queda puesto "en sí" en tres condiciones distintas. Acada una de
ellas Hegel asigna una preposición.
minidad, o sea, del pensar, el ser humano se diferencia Así, la finitud consiste en la negación del ser-ahí por
de los animales: el ser humano es pensam iento en sí y parte del límite. En el interior del algo hay una oposi­
tam bién el pensamiento está en él. ción permanente entre su ser-ahí y su límite. La finitud
En primer lugar, la determinación y la constitución se despliega en el siguiente cuadro dialéctico: La inm e­
se distinguen la una de la otra. El algo determinado diación de la finitud ^ L a barrera (die Schranke) ^ El
es indiferente respecto de su constitución. El término deber ser (das Sollen) ^ El pasaje a lo infinito.
medio es la determinidad. La constitución de algo es la Los momentos de lo finito son la determinación y el
estructura de sus relaciones con los otros. En realidad, límite fronterizo (Grenze). Este límite es también una
la determinidad es la frontera entre el ser para otro y el barrera. "E l límite de lo finito no es algo exterior, sino
no ser para otro. En la frontera se destaca el no ser para que su propia determinación es también su límite; y
otro, o sea, la negación cualitativa del otro. Ese otro se éste es tanto él mismo como tam bién un deber ser, es lo
halla, por eso, alejado de algo reflejado en sí. Como el común de los dos, o antes bien es aquello donde los dos
"térm ino" (en el sentido de "aqu í term ina algo", poner son idénticos" (ci, 1: 170). El simple hecho de "lim itar"
un límite, trazar una frontera) contiene los momentos im plica ir más allá porque lo limitado es limitado en re­
del algo y del otro, éstos son, entonces, diferentes real lación con lo otro, lo ilimitado. Éste se presenta al m is­
y cualitativamente. El término fronterizo es la determi­ mo tiempo que aquél. La limitación y, en consecuencia,
nación del algo y el otro. su superación se presentan siempre y en todas partes.
"E s cierto que una piedra no tiene conciencia de su li­
El propio término del algo, puesto así por él como un negativo mitación y la correspondiente superación, pero ello no
que a la vez es esencial, no es sólo un término como tal, sino significa que no sea un 'algo' cuya limitación lo separa
un límite. Pero el límite no es sólo lo puesto como negado; y une a un 'otro'. Si además la piedra en cuestión fuese
la negación tiene doble filo, en cuanto que lo puesto por ella oxidificable, mediante ácido, va más allá de su lím ite"
como negado es el término; éste precisamente es en general lo (ci, 1: 171). Así, deber ser y barrera constituyen una
común del algo y del otro, y también determinación del ser- m utua relación que es lo finito mismo. Y, como hemos
en-sí de la destinación (Bestimmung) como tal. Por lo tanto este visto, pensar lo finito contiene ya a lo infinito.
ser-en-sí, como relación negativa con su término distinto de Ahora, el razonam iento tendría esta dinám ica para
él, es relación hacia sí mismo como límite, esto es, deber ser sustentar la infinitud: 1nfinito como negación de lo fi­
(ci: 1: 169). nito ^ La determ inación recíproca de finito e infinito
y el universal abstracto infinito ^ La infinitud afir­
mativa.
El ser persistentemente se enfrenta a barreras y con­ es ya negación del ser ahí y que el vacío es la negación
tinuamente las sobrepasa. Esto indica que hay un ince­ del Uno. Por lo tanto, el Uno es la negación en la de­
sante trascenderse del ser. La infinitud es la determina­ terminación del ser y el vacío lo es en la determinación
ción afirmativa de lo finito. Lo infinito es la negación del no-ser. Pero, entonces, como negatividades se repe­
de lo finito, es decir, si existe lo finito, entonces tam ­ len pero, al mismo tiempo que se repelen se atraen. De
bién existe lo infinito como su negación. Pero el infinito aquí brota el pensar en muchos unos. Así, los unos no
como negación de lo finito queda determinado, deli­ sólo existen sino que se conservan en su independencia
mitado, hecho finito. Hegel lo dice: él mismo es un in­ mediante su recíproco excluirse.
finito finito, en el entendimiento. Y de ahí la repetición
continua tan característica de la mala infinitud. Ahora De modo que también la atracción es atracción sólo por la me­
bien, la determinación de lo finito es devenir infinito. diación de la repulsión, así como la repulsión es tal sólo por la
En principio, lo infinito existe sólo como el ir más allá mediación de la atracción. Pero resulta, de una consideración
de lo fin ito. El auténtico infinito es la unidad de sus dos más exacta de ellas, que en la situación indicada la mediación
momentos y, como aconteció en la dialéctica entre el ser consigo mismo por medio de otro se halla en realidad más
y la nada, es sólo como devenir. Lo finito no es lo real bien negada, y que cada una de estas determinaciones es me­
sino que es lo infinito. A sí que nada de yuxtaposición diación de sí consigo misma; y esto vuelve a llevarlas a la uni­
exterior, ni ninguna suerte de unidad diferenciada. El dad de su concepto (ci, I: 224).
empuje de ir más allá lleva a la negación de la nega­
ción. Podríamos decir: es ésta la famosísima negación La reflexión hegeliana sobre lo Uno y lo múltiple tiene
de la negación (o sea, la mediación). Esto es al mismo importantes lecciones mediatas para la filosofía prácti­
tiempo, el ponerse. ca, en especial para la política. Cada razonamiento de
Hegel desarrolla ahora el ser-para-sí como tercer mo­ Hegel puede ser útil para pensar diversos temas, pro­
mento del ser cualitativo. Su dinámica estaría presen­ blem as o fenómenos. No hay que esperar hasta el final.
tada como sigue: El Uno ^ El Uno traspasa a la m ul­ Dice Hegel: "Los átomos, principio de la suma exterio­
tiplicidad (repulsión y atracción) ^ L a determinación ridad y por lo tanto de la suma carencia de concepto,
recíproca de repulsión y atracción se traspasa hacia la afectan (desfavorablemente) a la física en la teoría de
cantidad. El ser en sí o inmediato es el Uno, pero tam ­ las moléculas y las partículas, tanto como a la ciencia
bién de entrada está im plicada su negación (que sería política, que toma como punto de partida la voluntad
el no-Uno). El vacío es la negatividad de lo Uno. Aquí particular de los individuos" (ci, I: 213). Es la base de la
Hegel hace algo muy interesante: considera que el Uno crítica de Hegel a la teoría liberal del Estado, especial­
mente en su vertiente contractualista, como veremos en una con su aparición fenoménica, o sea, como realidad
el próximo capítulo. Con este desarrollo, ha quedado efectiva (Wirklichkeit).
concluido el tratamiento de la cualidad. Viene a conti­ El primer momento de la esencia es el del univer­
nuación la cantidad que es la determinación en la que sal abstracto o el de la inmediatez. En el primer m o­
el ser-para-sí es idéntico al ser-para-otro. Es la repulsión vimiento del sujeto objeto hacia la esencia, en este re­
que de inmediato es continuidad. Y sigue la medida, memorarse, lo superado se presenta como apariencia
en la que están expresadas de manera abstracta tanto o parecer. La apariencia es lo mismo que la reflexión.
la cualidad como la cantidad, pero ahora en su unidad. Para el entendimiento la esencia es algo que está en el
Al partir del ser inmediato, el saber se recuerda in­ fondo de una realidad estática. Para la razón no existe
teriormente, halla la esencia por vía de esta mediación. tal realidad estática. La realidad está en movimiento,
A la esencia se va mediante una rememoración interna. pasando a través de la negación y de la negación de la
La esencia se encuentra en el presente que es pasado, negación. Negarse es entrar en sí mismo, reflexionarse:
pero el pasado intemporal. Esto se expresa en la pa­ 1) reflexión ponente: el sujeto se pone pero sólo en sí; 2)
labra alemana para esencia, que es el pasado de ser: reflexión extrínseca, presuponerse: el sujeto no puede
Wesen. Arribar a la esencia es entrar en sí mismo, pero ponerse efectivamente sin presuponerse; 3) reflexión
entrar en sí mismo es posible si opera una negación de determinante, unidad de poner y presuponer.
sí mismo en tanto universal abstracto para, con base En segundo lugar, esto revela que se encuentra la
en esa negación, particularizarse. La esencia es el m o­ esencia simple, la esencia que todavía no se ha pues­
m ento negativo del ser, por lo que nos hallamos en el to. Las esencialidades o determinaciones de la esencia
m omento de la reflexión: "L a esencia, en tanto ser que se son las mismas que las del ser, pero ahora colocadas en
m edia consigo a través de la negatividad de sí mismo, un nivel superior: ser/nada/devenir, son ahora identi-
es la referencia a sí sólo siendo referencia a otro, el cual, dad/distinción 2/fundamento:
sin embargo, no es como ente, sino como un puesto y
mediado" (enc: 209). Precisamente la negatividad de la En el desarrollo de la esencia se presentan las mismas deter­
esencia es la reflexión. Negarse a sí mismo es ponerse. minaciones que en el desarrollo del ser porque el concepto
La esencia se despliega mediante la siguiente dialécti­
ca: parecer (scheint): esencia simple o reflexión en sí ^ 2 Hegel usa Unterscheidungy Differenz, que significan ordinariamente "dife­
rencia", pero les da un uso diverso: la primera palabra, Unterscheidung, es más
aparecer (erscheint): se pone como esencia que sale al simple porque establece la mera diferencia de los distintos, pero la segunda,
Dasein (ser-ahí), o sea según su existencia (Existenz) y Differenz, implica la tensión entre ellos. Reservamos, como hace Valls Plana,
"diferencia" para dejar establecido el énfasis en la agresividad o ataque que
aparición (Erscheinung) ^ Se pone como esencia que es implica la Differenz.
único es lo sustantivo en todo, pero ahora se presentan en for­ sidad significa que las cosas se mantienen en la indife­
ma reflejada. Por tanto, en vez de ser y nada, damos ahora con rente diversidad recíproca. No hay que ser demasiado
las formas de lo positivo y lo negativo; lo positivo, en primer perspicaces para percatarse de que este razonamiento es
lugar, como identidad que se corresponde con el ser carente la base de la crítica hegeliana a la doctrina que plantea
de oposición; la nada desarrollada (apareciendo dentro de sí) el pluralismo (y en nuestra época, el multiculturalismo)
como distinción. De manera semejante, más adelante, lo que como fines últimos de la convivencia estatal.
era el devenir se presentará como fundamento del ser-ahí [Da- La oposición es la unidad de la identidad y la dis­
sein] que en cuanto reflejado en el fundamento es existencia tinción, unidad cuyos momentos son diferentes en una
[Existenz] (enc: 212). única identidad. Los opuestos son momentos idénticos
y distintos. En la oposición los lados están determina­
La identidad que aquí desarrolla Hegel no es la mis­ dos uno por m edio del otro. Cada uno es sí m ismo y su
ma que la de la lógica formal, porque esta identidad es otro, por lo que cada uno tiene su determinación no
abstracta y en realidad no dice nada. En cambio, la iden­ en otro sino en él mismo. Y entonces, cada lado existe
tidad comprendida desde la esencia significa la incorpo­ por medio del no-ser de su otro.
ración de la distinción, la negatividad que la reflexión La determinación más profunda es la contradicción.
tiene en sí. La distinción es el momento esencial de la La contradicción significa que cada uno está en el otro;
identidad misma. Si pensamos bien, la identidad no se tembién significa que afirmo al otro en m í mismo. En
puede concebir sin la distinción; la identidad presupone la contradicción los opuestos incesantemente desapa­
que existe una distinción marcada por el elemento con recen en ellos mismos. Y la contradicción lleva al fun­
el que se establece la identidad. La identidad y la distin­ damento [Grund]. Ir al fundamento (in seinen Grund ge-
ción se implican mutuamente. Pero, si pensamos bien, hen) significa ir a lo más profundo y lo más esencial. "El
si lo hacemos en términos de la reflexión nos podemos fundam ento es la unidad de la identidad y la distinción;
dar cuenta de que existe una distinción entre la reflexión es la verdad de aquello que la distinción y la identidad
en sí y la reflexión extrínseca: la primera es lo propio de han dado como resultado: la reflexión-hacia-sí que es
la identidad, la segunda, en cambio, es lo propio de la igualmente reflexión-hacia-otro, y viceversa. El funda­
distinción. La identidad extrínseca aparece al entendi­ mento es la esencia sentada como totalidad" (enc: 219).
miento como igualdad, y la distinción extrínseca le apa­ La reflexión considerada sólo en sí es el fundamento.
rece como desigualdad. Así, igualdad y desigualdad son Pero fundamento dice, de manera inmediata, relación
los dos momentos de la diversidad. Pero si lo pensamos con otro, con lo fundamentado, que, como es de espe­
bien, es decir, si lo pensamos desde la razón, la diver­ rarse si nos habituam os al modo de pensar hegeliano,
es el propio fundamento que se ha despegado de sí, dialéctica en la que el contenido no es más que la con­
sale de sí, y se pone como existente. La dialéctica del versión de la forma en contenido, y la form a no es más
fundam ento está desplegada como sigue: fundamento que la conversión del contenido en forma. Aquí nueva­
formal ^ fundamento real ^ fundam ento integral. mente opera este modo tan hegeliano de desplegar el
El fundamento es lo incondicional que condiciona. pensam iento cuya clave es el movimiento o devenir de
La unidad esencial de lo condicionado con lo incon- uno en otro. Forma y contenido constituyen, en prin­
dicionado es el verdadero fundamento. El verdadero cipio, dos polos que se implican mutuamente, pero el
incondicionado es la cosa en sí m ism a (die Sache an sich uno pasa a ser la conversión del otro, y ese "pasar",
selbst). El segundo momento es, como siempre, el de "transitar" o "devenir" es precisamente lo que hace de
la particularización o el para sí, mediación o posición. ambos una unidad, desde la cual se determina cada
El ser ahí ya no es como era sino que ahora es según uno en lo que es. La relación todo/partes se desprende
su existencia. La esencia ha de aparecer. Es, en primer lógicamente de la forma y el contenido. El contenido
lugar, existencia. Ésta es "la inm ediación que ha surgi­ es el todo y consiste en las partes que son lo opuesto
do del superar la mediación que relacionaba por medio a él. Las partes son distintas entre sí, pero son partes
del fundamento y de la condición" (ci, 1: 423). No está en cuanto tienen una referencia entre sí. El conjunto es
separada la esencia de la existencia. La existencia es la la negación de la parte, y ésta sólo es tal en relación
exteriorización de la esencia o la esencia en su m om en­ con el todo. De esta relación todo/partes se llega a las
to de existir. Se configura, entonces, la existencia que es determinaciones de lo interno y lo externo, mediante
fenómeno. La relación esencial es la verdad del mundo la fuerza y la exteriorización. La fuerza queda definida
fenoménico. Aquí Hegel recupera dos de los temas cla­ como la infinitud desprendida de que la parte puede
ve de la metafísica tradicional y, como suele hacer, les ser considerada como un todo y el todo puede ser con­
da un sentido diferente. Me refiero a la dicotomía for­ siderado como una parte de un todo mayor, y así hasta
ma/contenido, por una parte, y a la dicotomía todo/ el infinito. Esta infinitud, tomada como lo negativo que
partes. El fenómeno se refiere a sí y en esta referencia ella es, en realidad es la referencia negativa de la rela­
el fenómeno posee forma, pero la form a sólo lo es si ción consigo misma, y eso es la fuerza: una relación re­
posee contenido. "Se presenta aquí la duplicación de la lacionada consigo m isma y que, por ello mismo, se ex­
form a que, unas veces, en tanto reflejada hacia sí, es el terioriza. "L a fuerza, como el todo que es en sí mismo
contenido, y otras veces, en tanto no reflejada hacia sí, la referencia negativa a sí, es esto: repelerse a sí misma
es la existencia extrínseca, indiferente respecto del con­ por sí y exteriorizarse [^ ] La verdad de la fuerza es, por
tenido" (enc: 226). De esta situación dual se pasa a una consiguiente, la relación cuyos dos lados se distinguen
solamente como interior y exterior" (enc: 229). De nueva so de pluralidad. En la realidad efectiva, en cambio, se
cuenta, Hegel persigue la dialéctica que está presente vuelven uno lo interior y lo exterior. Desde la realidad
en la relación entre interior y exterior para formular la efectiva se plantea la posibilidad en cuanto opuesta a la
identidad entre ambos como unidad de la reflexión ha­ unidad concreta de lo real efectivo. La posibilidad es la
cia sí y hacia otro, y ello se traduce en que el fenómeno esencialidad abstracta e inesencial. También en la rea­
no muestra nada que no esté en la esencia y en que en lidad efectiva lo contingente es una mera posibilidad.
la esencia nada hay que no sea manifestado. La identi­ Así, "posibilidad y contingencia son los momentos de
dad entre lo interior y lo exterior es la realidad efectiva la realidad efectiva, interior y exterior, sentados como
(Wirklichkeit). meras formas que constituyen la exterioridad de lo real
"L a realidad efectiva es la unidad devenida inmedia­ efectivo" (enc: 234). La exterioridad desarrollada impli­
ta de la esencia y la existencia [Existenz], o de lo interior ca la condición, la cosa [Sache] y la actividad. A partir
y lo exterior" (enc: 231). Quizá no esté de más recordar de esto, Hegel plantea la relación de sustancialidad y la
que con esta categoría de la realidad efectiva [Wirklich- relación de causalidad. La sustancia es la totalidad de
keit] Hegel expone su filosofía más propia. A partir de los accidentes en los cuales se manifiesta la sustancia
ella se despeja el camino hacia el concepto como el re­ "com o absoluta negatividad de los accidentes, esto es
sultado propio y necesario de la realidad efectiva. Pero como poder absoluto y, a la vez, como la riqueza de todo
antes es interesante detenerse en el modo en que Hegel el contenido" (enc: 238). La sustancia como causa de la
ubica la realidad efectiva en conexión con la dialéctica accidentalidad es la cosa originaria, la cual posee la de­
entre interior y exterior, pues ahí se aprecia la peculia­ terminación de la autosuficiencia absoluta. En principio,
ridad de su pensamiento. Dice Hegel: "E l error habitual el efecto es distinto de la causa, pero retroactivamente, el
de la reflexión consiste en tomar la esencia como lo me­ efecto se convierte en la causa de su propia causa. Esto
ramente interior. Cuando se toma solamente así, resulta es el efecto recíproco, que rompe la progresión de causas
también enteramente extrínseca esta consideración y y efectos, "por cuanto el salir rectilíneo desde las cau­
aquella esencia es entonces una abstracción vacía y ex­ sas a los efectos y de los efectos a las causas está en sí
terior" (enc: 230). Nótese que Hegel está atento siempre mismo curvado y doblado hacia atrás" (enc: 241).
al lugar que ocupa el pensamiento en su propio desplie­ Se pasa entonces al concepto, que es la verdad del ser
gue categorial, por lo que, si hablamos de esencia, ésta y la esencia. El ser de la realidad efectiva diversificada
no puede ser considerada como algo que está allí ajena es un aparecer dentro de sí mismo. Esencialmente el
al pensar. Si permanecemos sólo en la reflexión vamos a concepto es el superar su propia suposición. "Pero al
presenciar sólo abstracciones enfrentadas en un univer­ mismo tiempo es el concepto solo el que poniéndose a
sí hace la suposición tal como ha resultado de la causa­ fenómenos, destacadamente en el abordaje de la lógica
lidad en general y más precisamente del efecto recípro­ del valor (Marx b) y de la lógica estatal (Vid.: Ávalos b).
co" (enc: 243). Finalmente, Hegel revisa el juicio del concepto, que es
El concepto viene a ser el tercer m omento del des­ el que contiene lo universal con su determinidad com­
pliegue de lo lógico, situado, claro está, después del ser pleta. En este juicio, "lo que efectivamente ha sido pues­
(lo inmediato) y de la esencia (la reflexión). Como tal, to es la unidad de sujeto y predicado en tanto ella es el
el concepto es la unidad del ser y de la esencia, uni­ concepto mismo. El concepto es la implementación del
dad expresada en el objeto (Objekt y no Gegenstand) que vacío es de la cópula y, siendo al mismo tiempo sus pro­
podríam os llamar precisamente "conceptual" y, enton­ pios momentos, en cuanto sujeto y predicado, el con­
ces, real. Esta construcción conceptual del objeto pasa cepto es la unidad de ellos sentada como referencia que
por tres fases en las que Hegel ubica a las "Lógicas" los media: el silogismo" (enc: 259). El concepto ahora es
anteriores y sus elaboraciones específicas. La primera silogismo, lo que significa que es el movimiento entre
fase es aquella del "concepto form al" que corresponde lo universal, lo particular y lo singular.
a la dimensión subjetiva de la construcción del objeto.
En esta fase, como toda prim era fase, se desenvuelve El silogismo es [^] el fundamento esencial de todo lo verdadero;
la inmediatez del proceso y se expone el juicio y el si­ y la definición de lo absoluto es desde ahora que es el silogis­
logismo. Un juicio, dice Hegel, no es una proposición mo, o si se enuncia esta determinación en forma de principio,
cualquiera sino la determinidad [Bestimmheit] del con­ "todo es un silogismo". Todo es concepto, y el existir de éste es
cepto, determinidad que sigue siendo, empero, univer­ la distinción de sus propios momentos, de tal manera que su
salidad. En suma, el juicio es una vinculación directa naturaleza universal se confiere realidad exterior mediante la
entre lo universal y lo singular. Esta vinculación opera particularidad y, de este modo y como reflexión negativa hacia
en el terreno de lo cualitativo y de la reflexión, es decir, sí, se hace singular; o también viceversa, lo real efectivo es un
hay juicios cualitativos, descriptivos sobre la existen­ singular que mediante la particularidad se eleva a la universali­
cia, y juicios de reflexión, que son aquellos en el que el dad y se hace idéntico consigo mismo (enc: 260).
sujeto se refiere a sí mismo, que es sí mismo y al mismo
tiem po otro. También está el juicio de la necesidad, que Tenemos aquí, expresado en forma condensada, el
establece la identidad del contenido dentro de la dis­ movimiento conceptual típico de Hegel entre lo uni­
tinción. Es un juicio muy interesante porque en él se versal, lo particular y lo singular: la verdad de los tres
produce la repetición típica del género y la especie, que es el todo que pone a cada uno en su lugar. En este
tantos dividendos ha rendido en el estudio de distintos movimiento de los tres momentos emerge el objeto, no
como ente abstracto, cosa existente o realidad efectiva lítica, en contra de aquellos que desgajan la una respec­
en general, sino como un algo autosuficiente, concreto to de la otra, por alguna razón ideológica.
y completo en sí mismo. Esta completud, como se ve, Finalmente, Hegel llega a la idea como conclusión
es la totalidad del concepto. A partir de esto, Hegel ob­ de la lógica. La idea, dice Hegel, es lo verdadero en
serva que las cosas finitas consisten en que su objetivi­ sí y para sí, la unidad absoluta del concepto y de la
dad no concuerda con el pensam iento de ellas, es decir, objetividad. Llegamos así a la comprensión de la ob­
con su determinación universal, con su género y su fin. jetividad como lo verdadero. Hegel es perfectamente
Podríamos decir ahora que el sujeto deviene objeto, consciente de la gravedad de estas conclusiones y por
y entonces la unidad sujeto objeto, silogísticamente ello, pone cuidado en diferenciar entre lo correcto, que
desplegada, es el concepto. Hegel pone un ejemplo que corresponde a la representación, y lo verdadero, que en
apunta a facilitar la comprensión de este despliegue cuanto todo, corresponde a la razón y al concepto.
del silogismo:
La idea es la verdad, ya que la verdad es esto, que la objetividad
Del mismo modo que el sistema solar, también el Estado en se corresponda con el concepto, no que las cosas exteriores se
el campo de lo práctico es un sistema de tres silogismos. 1) El correspondan con mis representaciones; éstas son únicamente
singular (la persona) se concluye mediante su particularidad representaciones correctas que yo, éste, tengo. En la idea no se
(las necesidades físicas y espirituales, [que es aquello] que más trata de éste, ni de representaciones, ni de cosas exteriores. Sin
configurado da [lugar a] la sociedad civil), con lo universal (la embargo, todo lo efectivamente real, en tanto es verdadero, es
sociedad, el derecho, ley, gobierno). 2) La voluntad y actividad también la idea, y tiene su verdad únicamente por la idea y en
de los individuos es [también] lo mediador que da satisfacción virtud de ella. El ser singular es un cierto aspecto de la idea y
a las necesidades en la sociedad, en el derecho, etc., del mismo para ser esto necesita todavía, por tanto, de otras realidades
modo que da cumplimiento y realización efectiva a la socie­ efectivas que igualmente aparecen como particularmente sub­
dad, al derecho, etc. 3) Pero [también] lo universal (Estado, sistentes de por sí; solamente en el conjunto de ellas y en su
gobierno, derecho) es el medio sustantivo en el que los indivi­ referencia [mutua] está realizado el concepto. Lo singular no
duos y su satisfacción tienen y mantienen su realidad plena, se corresponde de suyo con su concepto; esta limitación de su
su mediación y sus subsistencia (enc: 275). existencia constituye su finitud y su ocaso (enc: 283).

Estas líneas no sólo ejemplifican la utilidad de la lógica He aquí una densa y apretada exposición de la pecu­
hegeliana en el estudio del Estado, sino que también liaridad del pensamiento hegeliano. Veamos ahora el
atestiguan la íntima relación entre la dialéctica y la po­ modo en que esta lógica deviene filosofía práctica.
L a filosofía práctica

La palabra espíritu (Geist) nos remite al conjunto de re­


laciones que se establecen entre los seres humanos en
una situación histórica determinada. Es indudable que
el uso del término, por lo m enos en su sentido político
y sociológico, se remite a Montesquieu, quien en el tí­
tulo de su obra principal introdujo la referencia a algo
que sustenta a las leyes y que se refiere, sobre todo, a
las directrices reales que guían los comportamientos
de los seres humanos. M ontesquieu refirió el concepto
de espíritu a las relaciones que las leyes "pueden tener
con las distintas cosas" (Montesquieu: 11). ¿De qué
"cosas" habla Montesquieu? Esas cosas con las que las
leyes entran en relación y constituyen el espíritu son los
caracteres físicos de los países, el clima, la calidad del
terreno, la situación geográfica, el tamaño, el género de
vida de los pueblos, el grado de libertad que permite la
constitución, la religión de los habitantes, sus inclina­
Hegel dictando una lección, captado por uno de sus discípulos. ciones, su riqueza, su número, su comercio, las costum­
bres y maneras. Podríamos decir, entonces, que el espí­
ritu se refiere, en un sentido general, al modo humano
de habitar el mundo de manera específica, diferencial e
históricamente determinada.
Sin embargo, con todo y que Hegel reconoce la im­
portancia del pensamiento de Montesquieu, no es el
concepto de espíritu del barón francés idéntico al he-
geliano. La diferencia específica entre ambos conceptos
es que el de Hegel contiene un elemento racional fun­ cambio, la propiedad significa, como en Kant, una re­
damental. Para Hegel el elemento de la autoconcien- lación entre sujetos: implica el reconocimiento de los
cia, resultado de la reflexión racional, es lo definitorio demás de que una cosa es de alguien. Así, la propiedad
del espíritu. La esencia del espíritu así entendido es, se constituye en una relación jurídica.
en consecuencia, la libertad desplegada, concretada en ¿Cómo se accede a la posesión de una cosa? De ma­
ciertas instituciones socio-estatales y vuelta a sí como nera inm ediata tomar posesión de una cosa significa
arte, religión y filosofía. El espíritu es subjetivo, objeti­ que se establece un vínculo entre el cuerpo de la per­
vo y absoluto. sona y el objeto; puede decirse que el cuerpo se dirige
En la medida en que es en el espíritu objetivo donde a la cosa y la abraza: se la apropia corporalmente. Es la
se desarrolla la comprensión dialéctica de las relacio­ manifestación más material y más em pírica del tomar
nes entre los seres humanos, será necesario orientar la posesión, pero se trata de una dimensión primaria, in­
atención a los tres momentos que componen y realizan m ediata y elemental. En cambio, el segundo momento,
esta auto-posición del espíritu como alienado de sí. Se que a su vez es una segunda manera de tomar pose­
trata de los m omentos del derecho, la moralidad (Mo- sión de una cosa, es la "elaboración". Por supuesto
ralitat) y la eticidad (Sittlichkeit). que la elaboración im plica el trabajo propio incorpo­
rado en la cosa. Podría decirse que en este nivel He-
gel se hace eco de la reflexión de John Locke, según la
Derecho cual es el trabajo lo que da derecho a la propiedad. En
efecto, mediante la elaboración, las cosas pasan a ser
El derecho constituye una esfera de la existencia de posesión de las personas. Sin embargo, Hegel intro­
la libertad. Se trata de un nivel primario e inmediato. duce una reflexión muy significativa que marca una
Aquí, el ser hum ano adquiere personalidad jurídica distancia im portante respecto de la vinculación clásica
a partir de tres atributos: la propiedad, el contrato y entre trabajo y propiedad. El ser hum ano es, ante todo,
la injusticia. Estos atributos son determinaciones de la un ser natural que alcanza el nivel de sujeto libre no
libertad en la esfera jurídica. En un primer momento, de manera inm ediata sino a través de un proceso de
los seres humanos son libres en tanto pueden expresar elaboración de sí mismo: "Según su existencia inm e­
su voluntad en un objeto externo sobre el que deciden. diata, el hombre es en sí mismo algo natural, exterior
Su "yo quiero" propio, es decir, su voluntad inmediata a su concepto. Sólo por medio del cultivo de su propio
se manifiesta en la posesión de una cosa. La posesión cuerpo y espíritu, esencialmente cuando su autocon-
de algo alude a la dimensión del "tener" una cosa; en ciencia se aprehende como libre, se tom a él en posesión
y deviene propiedad de sí mismo y frente a los otros" lo que es sino por el significado que se le atribuye"
(fd: 121). El cultivo de sí mismo es, entonces, indispen­ ( fd: 123).
sable para que el hombre se pertenezca, es decir, para La propiedad no sólo implica tener posesión de la
que sea libre. Esto significa que el hombre no puede cosa sino también poder usarla, consumirla, destruirla,
llegar a ser libre si no se ha construido a sí mismo, si no y, con ello, satisfacer una necesidad. El uso de la cosa,
se ha cultivado. Pero aquí se corre un peligro: al estar su consumo, entra entonces en el concepto de propie­
separados el hombre natural, su concepto universal y dad. Aquí, en consonancia con la economía política de
el hombre en tanto resultado de su propia elaboración, la época, Hegel desarrolla sus nociones del valor y del
es posible que éste últim o adquiera la form a de la cosa. dinero. Al ubicar en este nivel tales nociones, parece
H egel hace una reflexión acerca de la posibilidad de que Hegel hace corresponder el valor de las cosas con
vender la fuerza de trabajo: "Conocim ientos, ciencias, su valor de uso y no con el trabajo invertido en su pro­
talentos, etcétera, pertenecen sin duda al espíritu libre ducción:
y no son algo exterior, sino interior a él, pero al m is­
mo tiem po el espíritu puede darles por medio de la En el uso la cosa es individual, determinada cualitativa y
exteriorización una existencia exterior y enajenarlos, cuantitativamente y en relación con una necesidad específica.
con lo cual se los pone bajo la determ inación de cosas" Pero esta utilidad específica, al estar determinada cuantitativa­
(fd: 108). De este modo, las habilidades, capacidades, mente, resulta comparable con otras cosas de la misma utilidad;
talentos, aptitudes, etcétera, se pueden vender sin que del mismo modo, la necesidad específica a la que sirve es, al
esto im plique la venta del ser hum ano en cuanto tal. mismo tiempo, necesidad en general, y comparable por lo tanto
Hegel, como buen moderno, rechaza las justificaciones en su particularidad con otras necesidades, con lo que tam­
de la esclavitud y la servidumbre, cualesquiera que bién la cosa es comparable con las que son para otras necesida­
sean, porque ellas siempre parten de la consideración des. Esta universalidad suya, cuya determinación simple surge
del hombre natural y no del concepto del hombre en de la particularidad de la cosa de manera tal que al mismo
tanto proceso de devenir libre. tiempo hace abstracción de su cualidad específica, es el valor
La tom a de posesión alcanza realidad sólo bajo la de la cosa, en el que se determina su verdadera sustancialidad
tercera form a que com pleta a las dos anteriores: a tra­ y es objeto de la conciencia (fd: 127).
vés del signo. Podríam os decir que es a través de lo
sim bólico que específicam ente una cosa queda repre­ Com o vem os, H egel no ha asumido la teoría del valor
sentada com o posesión de una persona. "E l concep­ trabajo, que tanta im portancia habría de tener ulte­
to de signo es precisam ente que la cosa no vale por riormente.
El tercer m omento de la propiedad, donde ella al­ del Estado fueron considerados como propiedad privada de
canza su perfección es el del extrañamiento: sólo si la individuos particulares y reivindicados frente al derecho del
persona puede vender una cosa es realmente propieta­ príncipe y el Estado, así en una época más reciente se consi­
ria de ella. No todo es enajenable. No son enajenables deró que los derechos del príncipe y del Estado eran objeto de
las "determ inaciones sustanciales, que constituyen mi contrato y estaban fundados en él, que eran una mera comu­
propia persona y la esencia universal de mi autocon- nidad de voluntades surgida del arbitrio de quienes están uni­
ciencia, tales como mi personalidad en general, la uni­ dos en un Estado. Ambos puntos de vista son muy diferentes,
versal libertad de mi voluntad, la eticidad, la religión" pero tienen en común que trasladan la determinación de la pro­
(fd: 130). Estos m omentos determinantes de lo huma­ piedad privada a una esfera totalmente diferente y de una naturaleza
no, sin embargo, pueden quedar varados en esta situa­ más elevada (fd: 140).
ción de mera enajenación exterior cuando prevalecen
relaciones de poder entre los hombres, que existen si El contrato posee fuerza y aplicación en una órbita
alguien concede pleno poder a otro para que éste de­ m ucho más limitada: es una determ inación jurídica
cida "qué actos debo cometer y prescriba y determine que se refiere al intercam bio de cosas o de cualidades
qué es para mí una obligación de conciencia, qué es la personales puestas como si fueran cosas. En el con­
verdad religiosa, etcétera". Es ésta una situación que trato están presentes los m om entos del acuerdo y la
niega la libertad y, por tanto, niega la determinación de ejecución. Es aquí donde la voluntad recibe una for­
lo humano en cuanto tal. m a expresa y pone las condiciones de su realización.
La idea de enajenación transferencial de los bienes Sin embargo, un contrato puede o no cumplirse. La
empuja al desarrollo de la idea del contrato, segundo posibilidad del in- cum plim iento lleva al tercer m o­
momento general del derecho abstracto. La idea de con­ m ento de la idea del derecho, a saber: la injusticia. En
trato, según Hegel, no puede ser puesta como funda­ efecto, en la injusticia la voluntad se pone a sí m isma
mento del Estado. La naturaleza del Estado no radica en un m om ento negativo respecto del derecho. Se co­
m ete injusticia cuando la voluntad decide no cumplir
en una relación contractual, se lo considere como un contrato los térm inos del acuerdo a los que ha llegado con otra
de todos con todos o de todos con el príncipe o el gobierno. La voluntad. La injusticia adquiere la form a de injusti­
intromisión de estas relaciones y en general de las relaciones cia de buena fe, cuando se confunde lo injusto con lo
de la propiedad privada en las cuestiones del Estado ha pro­ justo; de fraude, cuando, aún sabiendo lo que exige
vocado las mayores confusiones en el derecho público y en la el derecho se decide aparentar que se cum ple con él
realidad. Así como en épocas pasadas los derechos y deberes cuando en realidad se le viola. Finalm ente, la injus­
ticia adquiere la form a de violencia y delito, cuando ración replantea la relación entre la moral y la política,
explícitam ente la voluntad se propone actuar en con­ por un lado, y entre la moral y el Estado, por el otro.
tra del derecho. También aquí se abre la posibilidad de comprender la
La posibilidad de com eter injusticia, bajo la form a relación entre el universo de las pasiones y la moral en
m ás perfecta de ella que es la violencia y el delito, el terreno de la política.
constituye, dialécticam ente, la afirm ación m ás sólida En principio, Hegel hace suya la célebre distinción
del derecho com o expresión de la libertad. En otras kantiana entre lo jurídico y lo moral. La diferencia bá­
palabras, la libertad se da una form a jurídica, pero al sica es que el derecho obliga a la acción coercitivamen­
m ism o tiem po, en el concepto m ism o de derecho ya te, aunque Hegel señala que esto es así sólo por medio
va im plícita la posibilidad de su violación como resul­ del rodeo de la injusticia. En otras palabras, el derecho
tado del despliegue de la voluntad. En consecuencia, adquiere el rasgo de forzoso o coercitivo, sólo si es vio­
se llega a un punto de tensión entre la libertad y el de­ lado, es decir, sólo si se comete injusticia. En cambio, la
recho. Es necesario que esta tensión se plantee en otro m oral carece de esta parte forzosa. Las leyes del Esta­
nivel, superior. ¿Por qué la voluntad decide violentar do, dice Hegel, no pueden extenderse al ámbito moral:
el derecho? Para responder adecuadam ente a esta pre­ "L as leyes del Estado no pueden, pues, pretender ex­
gunta es necesario enfrentar de m anera conceptual la tenderse al carácter de cada uno, pues en lo m oral soy
relación entre el actuar y los enunciados que expresan para m í mismo y la fuerza no tiene ningún sentido"
lingüísticam ente cómo debe ser la acción. Esto im pli­ (fd: 156).
ca tam bién establecer una relación entre los im pulsos A hora bien, desde el punto de vista filosófico y sis­
naturales para actuar y sus m ediaciones de carácter tem ático, la diferencia fundam ental entre el derecho
m oral. Se trata, en suma, de exam inar la m oralidad, y la m oral consiste en que en el prim ero, el ser hum a­
segundo m om ento constitutivo del espíritu objetivo. no natural adquiere personalidad jurídica, alcanza el
nivel de persona, por su constitución en tanto propie­
tario que puede establecer relaciones contractuales
M oralidad cuyo contenido está dado por la enajenación de una
cosa. Su determ inación en tanto persona se la da la
En la filosofía práctica de Hegel el momento de la m ora­ existencia de una cosa y un proceso exterior a él. En
lidad es fundamental porque a partir de esta reflexión cam bio, en la m oral la persona va a transitar hacia
se abre paso el modo peculiar de superación que dará su condición de sujeto en la cual la relación determ i­
pie a la eticidad. Entre otras consecuencias, esta supe­ nante se va a establecer no con una cosa, sino consigo
m ism o, pero ahora en función de lo que debe hacer Ya instalado en el terreno de la intención Hegel ana­
respecto de los dem ás. La esfera de la m oralidad, en liza la manera en que la voluntad dirige la acción no
consecuencia, es la de la libertad de la voluntad pero sólo en función de criterios singulares del sujeto sino
que opera en el terreno de lo subjetivo. sobre todo desde el horizonte de la universalidad. ¿Por
Como vemos, hay aquí dos frentes para analizar. El qué? Viene aquí una respuesta lógica: "la verdad de
primero está caracterizado por un vínculo del sujeto lo singular es lo universal, y la determinación de la ac­
consigo mismo establecido en función de los parám e­ ción no es por sí un contenido aislado en una singulari­
tros de su actuar, parámetros que él mismo determina. dad exterior, sino un contenido universal que contiene
El segundo de los frentes alude a la dinámica de la re­ en su interior una conexión múltiple. El propósito, en
lación del sujeto moral para con los otros. cuanto parte de un ser pensante, contiene no sólo la
El problema que se desprende a continuación con­ singularidad, sino esencialmente este lado universal:
siste en determinar los criterios que norman la acción la intención" (fd: 183). Desde el punto de vista lógico,
para juzgar lo que es moralmente bueno y moralmente entonces, la acción singular se conecta automática­
malo. Hegel lleva el argumento con mucho cuidado. mente con lo universal, y pasa al terreno de los crite­
A naliza el propósito del actuar y la responsabilidad rios universales para determinar la acción moralmente
o culpa que le corresponde al sujeto por el hecho de buena. Se desprende, en consecuencia, la necesidad de
que lo que se propone hacer no necesariamente se plantear el tem a del bien en cuanto tal.
concreta porque hay muchas circunstancias que con­ En esta indagación Hegel enfrenta las formulaciones
dicionan el éxito. Entonces se percata de la fuerza de del bien de diversas tradiciones éticas. No hay mu­
las circunstancias externas que modifican la ejecución cho que agregar a lo que ha sido planteado siempre.
del propósito concreto de la acción. Esas circunstancias La ética del placer le parece a Hegel unilateral, porque
no siempre aparecen con claridad en la conciencia: es el placer depende de la sensibilidad de cada cual. Más
prácticamente imposible controlarlas todas. Esto le importante es el punto de vista que juzga la acción
muestra a Hegel la limitación de basar el punto de vis­ como buena si se encuentran razones, enunciadas lógi­
ta moral en el propósito. Se traslada, en consecuencia, camente, que la sustenten como tal. Hegel llama "pro-
a la intención (Absicht): "E l tránsito del propósito a la babilism o" a esta posición, que hoy podemos ubicar
intención consiste en que no sólo debo saber mi acción también como característica del relativismo moral. El
singular, sino lo universal que está unido a ella. Lo uni­ denominador común de estas posiciones es que renun­
versal que aparece de esta manera es lo querido por mí, cian a encontrar criterios universales de la acción. He-
mi intención" (fd: 182). gel reacciona arguyendo que se requiere lo universal
para que lo particular tenga sentido. Y es que se actúa al espíritu, junto con su valor intelectual, todo valor y
en un mundo objetivo no determinado unilateralmente dignidad éticos" (fd: 195). De este modo continúa He-
por la voluntad del sujeto singular: gel su esgrima con la ética kantiana.

[...] dado que la acción es una alteración que debe existir en un Frente a Kant, nuestro filósofo adopta una doble
mundo real y quiere por lo tanto ser reconocida en él, debe ser posición. En primer lugar le reconoce sus méritos en
adecuada a lo que tiene validez en ese mundo. Quien quiere cuanto plantea la necesidad del cumplimiento del de­
actuar en esa realidad, precisamente por ello debe someterse ber por el deber mismo, y no, como sucede en otras
a sus leyes y reconocer el derecho de la objetividad. Del mis­ éticas, por la utilidad que pueda reportar. Sin embargo,
mo modo, en el Estado, en cuanto objetividad del concepto por otro lado, Hegel va a dirigir todas sus fuerzas a
de la razón, la responsabilidad judicial no se limita a lo que superar la ética kantiana porque, a su juicio, se queda
uno considera o no conforme a su razón, a una consideración varada en un formalismo vacío que, a fin de cuentas, se
subjetiva de la justicia o de la injusticia, de lo bueno o de lo basa en insuficiencias lógicas:
malo, ni a las exigencias que se hagan para satisfacer la propia
convicción. En este terreno objetivo el derecho de apreciación Anteriormente pusimos de relieve el punto de vista de la fi­
tiene validez como apreciación de lo legal o ilegal, del derecho losofía kantiana, porque al plantear la conformidad del deber
vigente, y se limita a su significado más próximo, el de cono­ con la razón representa una perspectiva elevada, pero ahora
cer, en el sentido de estar enterado, lo que es legal y obligato­ hay que poner al descubierto su carencia: la falta de toda ar­
rio. Con la publicidad de las leyes y la universalidad de las ticulación. En efecto, la proposición: 'considera si tu máxima
costumbres el Estado quita al derecho de apreciación su lado puede ser tomada como principio universal', sería muy buena
formal y la contingencia que todavía tiene para el sujeto desde si ya dispusiéramos de principios determinados sobre lo que
el punto de vista en que ahora nos hallamos (fd: 195). hay que hacer. Si exigimos de un principio que sea también
determinación de una legislación universal, se le supone en­
D e este modo Hegel da una respuesta al relativismo y, tonces un contenido, que, cuando está presente, conduce fá­
por supuesto, hace explícita su confianza en que el ser cilmente a la aplicación. Pero en este caso no está presente ni
hum ano puede encontrar lo verdadero. Obviamente, siquiera el principio mismo y el criterio de que no debe ha­
esto lo lleva directamente al pórtico de la ética kantia­ ber contradicción no produce nada, porque allí donde no hay
na: "la afirmación de que el hombre no puede cono­ nada tampoco puede haber contradicción (fd: 199).
cer lo verdadero y sólo se relaciona con fenómenos -lo
mismo que otras representaciones sem ejantes-, le quita
Ya desde el periodo de Jena, como hemos visto en el versal en conciliación con las materias o contenidos
capítulo II, Hegel había criticado duramente la ética particulares, específicos y concretos. En suma, Hegel
kantiana. Recordemos solamente que el aspecto funda­ encuentra el espacio de un universal concreto, el cual
mental de esa crítica con pretensiones de superación se convierte en un elemento central no sólo de su dia­
era que el form alism o kantiano encerraba su negación, léctica, sino también y sobre todo de su pensamiento
es decir, que implicaba, de manera no explícita, el re­ superador de la moralidad kantiana. En esta tesitu­
conocimiento de contenidos materiales. La proposición ra, Hegel acusa a la ética kantiana de incongruencia
formal del imperativo moral llama, pues, a una acción lógica. Desde la perspectiva de la crítica de la razón
que necesariamente tiene contenidos, lo que significa práctica lo real procede de la acción orientada por el
que tiene una dimensión analítica y no sólo sintética a imperativo categórico. En consecuencia, hay una iden­
priori. Pero si es analítica, entonces, tendrá que pasar tificación de lo ideal, es decir, del imperativo moral de­
por la experiencia, lo que entraría en contradicción con ducido de la razón, con lo real, es decir, el mundo de
los presupuestos del formalismo. Como vemos, Hegel las cosas confeccionado o construido de acuerdo con
desarrolla un razonamiento crítico del form alismo del el im perativo de la acción. Sin embargo, el mundo no
imperativo moral, apuntando al corazón de todo for­ se configura necesariamente desde el imperativo mo­
malismo: su vinculación con los necesarios contenidos ral sino que puede perfectamente estar construido con
materiales. La verdad del conocimiento hace referencia base en acciones y conductas no morales. De la posi­
necesaria a los contenidos de los enunciados. Por ende, bilidad de actuar de un modo no moral, depende la
sería imposible el conocimiento si no se atiende a los libertad de la voluntad para actuar moralmente. Debe­
contenidos. Esto, llevado a la form ulación kantiana de mos notar, además de todo, que Hegel sugiere que el
la razón práctica, perfila la crítica hegeliana al impera­ ascenso a la universalidad ya se desprende de la pro­
tivo moral: cualquier contenido del imperativo moral pia lógica de la existencia de los objetos del mundo, no
im plicaría "u n a heteronomía del libre arbitrio", pues la porque éstos tengan un movimiento inmanente fuera
acción moral necesariamente tiene contenidos, es una del pensamiento del sujeto, sino porque al pensarlos
acción concreta y no abstracta, material y no sólo for­ en su existencia se desarrollan sus propias condiciones
mal, singular y específica. En consecuencia, cualquier contradictorias que los harán ascender al plano de lo
contenido de la acción moral se tendría que mantener universal. En este sentido, afirma Hyppolite,
separado de la form a del enunciado de la ley.
Conviene destacar aquí que Hegel descubre la nece­ el ser mismo que se pone y se dice a través del discurso, y las
sidad de plantear dialécticamente el formalismo uni­ formas de este discurso han de ser consideradas de acuerdo al
sentido de ellas y no aisladas como reglas formales exteriores es el punto de inflexión de la espiral dialéctica: con él
al contenido de las mismas. El pensamiento del pensamiento quedan puestas las condiciones para el desarrollo del
es especulativamente pensamiento del ser, tanto como el pen­ espíritu absoluto (arte, religión y filosofía).
samiento del ser es un pensamiento del pensamiento (Hyppo- La eticidad es el mom ento de la unidad del derecho
lite b: 65). y la moralidad, lo que significa que en ella se cumple
el proceso de la reflexión de la reflexión, es decir, del
En síntesis, dentro de las coordenadas hegelianas, el "ser-en-sí-y-para-sí" del espíritu en tanto objetivo, en
form alism o kantiano cree resolver la cuestión moral tanto relación del ser con el otro. Así, la eticidad repre­
plantándose en un horizonte universal, y sin embar­ senta la constitución de un "nosotros" en tanto unidad
go, no consigue una conciliación con la acción singu­ común que ha superado las diferencias de los sujetos
lar concreta. Todo el conjunto de acciones concretas propias del derecho y de la moralidad. El derecho
singulares queda, por decirlo así, desconectado de hace de los sujetos personas jurídicam ente determ ina­
lo universal. Hegel no puede conformarse con esto y das, con derechos y obligaciones mutuas, vinculadas
orientará su esfuerzo a buscar el universal concreto en sólo externamente por los principios de la posesión,
un nivel superior que aquel de la moralidad kantiana. la propiedad, el contrato y la injusticia. El derecho es
Y lo que encontrará serán tres form as sociales orgáni­ el "ser-en-sí" de la vida social de los seres humanos
cam ente entrelazadas: la familia, la sociedad civil y el porque ahí los individuos quedan puestos como abs­
Estado. A este conjunto le llam ará Hegel eticidad. tractas personas jurídicas que se relacionan pero sólo
de modo externo en tanto poseedores, propietarios y
contratantes. La moralidad, como m om ento de la pri­
M oralidad y eticidad m era reflexión de la vida social, introduce una nueva
dimensión en las relaciones de las personas jurídicas:
Desde el horizonte dialéctico hegeliano la eticidad cons­ el deber ser puesto por la razón y orientado funda­
tituye el tercer momento del espíritu objetivo. En el des­ m entalm ente a la acción respecto del otro es ahora el
pliegue del espíritu nos encontramos en la culminación que domina la relación de los seres humanos entre sí.
del "para-sí", es decir, de la alienación del espíritu res­ Pero la moralidad misma, en la lógica de su desarrollo,
pecto de sí mismo: el espíritu sale de sí y queda puesto exige la apertura hacia un nuevo nivel superior en el
como un otro frente a sí mismo; se produce la primera que la relación de un ser humano con el otro no de­
reflexión del espíritu mediante su extrañamiento. La penda unilateralm ente del cumplimiento del deber ser
eticidad, en tanto tercer momento del espíritu objetivo ni de la abstracta obediencia al deber jurídico por el
temor a la pena o el castigo. En la esfera de la eticidad que pueda considerarse como bueno sin restricción, a
los sujetos se realizan complem entándose: forman, au­ no ser tan sólo una buena voluntad" (Kant c: 21). Sobre
ténticam ente, una comunidad ética. esta base, el form alism o plantea el im perativo categó­
La originalidad de la introducción de la esfera de rico, pero lo hace en contraposición a un m undo dado
la eticidad se puede apreciar con mayor claridad si se con el que no se encuentra identificado y, además, se
reflexiona acerca del posible desencuentro entre los plantea precisam ente para atravesarlo con su tenaz
dictados de la conciencia moral y el orden social esta­ llam ado. Este "m undo de la vida" está form ado por
blecido. Hegel está lejos de atribuir racionalidad a lo instituciones jurídicas, m orales y políticas, es decir,
meramente existente: es posible que lo existente no res­ por instituciones norm ativas que rigen la conducta
ponda a su concepto, y ello puede ocurrir con mayor de m anera objetiva. Sin embargo, la conciencia moral
dramatismo en el terreno del derecho, de la moral y se plantea el bien y el deber ser en térm inos abstrac­
del Estado. La conciencia moral tiene, por sí misma, la tos, y en consecuencia, se puede producir un desga­
form a de lo interior abstracto. Bajo esta forma subjeti­ rram iento entre ese abstracto deber ser, resultado de
va, la conciencia moral sólo tiene certeza de sí misma, la reflexión propia de la conciencia moral, y el orden
y por ello, no necesariamente se concreta en el mundo existente del m undo de la vida. En esas condiciones,
objetivo. H egel señala:

Esta subjetividad, en cuanto abstracta autodeterminación y La autoconciencia que ha llegado a esta absoluta reflexión so­
certeza pura sólo de sí misma, disuelve en sí toda determina­ bre sí se sabe en ella como lo que no puede ni debe ser dañado
ción del derecho, del deber y de la existencia, pues es el poder por ninguna determinación presente y dada. Como configura­
que para cada contenido juzga y determina exclusivamente ción general en la historia (en Sócrates, los estoicos, etcétera),
desde sí qué es lo bueno, y al mismo tiempo el poder al cual la dirección de buscar en el interior de sí y de saber y deter­
debe su realidad el bien que en un primer momento es sólo minar a partir de sí mismo lo que es justo y bueno, aparece en
representación y deber ser (fd: 202). épocas en las que lo que rige como tal en la realidad y las cos­
tumbres no puede satisfacer a una voluntad superior; cuando
La descripción de la conciencia m oral no podía ser el mundo de la libertad existente le ha devenido infiel, aquella
m ás exacta. Por su propia naturaleza, la conciencia voluntad ya no se encuentra a sí misma en los deberes vigen­
m oral se plantea lo bueno en el terreno de la universa­ tes y debe tratar de conquistar en la interioridad ideal la armo­
lidad, partiendo de que "n i en el m undo, ni, en gene­ nía que ha perdido en la realidad. Cuando la autoconciencia
ral, tam poco fuera del mundo, es posible pensar nada aprehende y adquiere de esta manera su derecho formal, todo
depende de cómo está constituido el contenido que ella se da época de la decadencia de la democracia ateniense, diluyó lo
(fd: 202). existente y huyó hacia sí para allí buscar lo justo y lo bueno.
También en nuestra época sucede en mayor o menor grado
Cuando la conciencia moral ejerce su reflexión, todo que ya no se respeta lo existente y que el hombre quiere que lo
lo existente tiene que ser negado, limitado y señalado vigente sea su voluntad, lo reconocido por él (fd: 203).
como no absoluto. Esto pertenece a la naturaleza misma
de la reflexión. Esta actividad negativa de la subjetivi­ C on estos párrafos de H egel queda difum inada la
dad describe sólo un primer momento de la conciencia idea de que para el filósofo alem án todo orden nor­
moral, pues "la subjetividad debe desarrollarlos [los m ativo existente queda justificado como histórica­
elementos negados del derecho y el deber] nuevam en­ m ente necesario. Al m ism o tiem po, queda asentado
te a partir de sí. Todo lo que surge en la eticidad es pro­ de m anera plena el lugar de la m oralidad que busca
ducido por esta actividad del espíritu". A sí las cosas, lo universal y que, en ese proceso de indagación, se
queda claro, en primer lugar, que no todo lo existente enfrenta, necesariam ente, con los órdenes norm ativos
se le aparece a la conciencia moral como racional. Esto existentes. Sin m oralidad no hay eticidad. C on todo,
necesariam ente es así en un primer momento. Como sigue quedando abierta la cuestión acerca de cómo
resultado de la reflexión, sin embargo, un orden nor­ se produce el ju icio sobre la racionalidad o no de los
m ativo puede resultar racional (al m enos es esa una órdenes norm ativos vigentes y cómo queda susten­
posibilidad) o bien, puede ser ubicado como vacío y ca­ tada la legitim idad de las instituciones establecidas.
rente de espíritu. En este caso sería injusto si el funda­ ¿Sigue siendo el filósofo el que está autorizado para
m ento abstracto de la conciencia m oral no se desarrolla determ inar si las instituciones corresponden o no al
en el terreno de la eticidad. Hay épocas, sin embargo, espíritu? ¿La racionalidad de las instituciones se ju e­
en que el individuo queda relevado de esta responsabi­ ga en el terreno de la opinión?
lidad y tiene permiso de huir hacia su interior: Con todo esto se abre una posibilidad analítica más
penetrante: se trata de ubicar esta disputa, que m a­
Por lo tanto, si por un lado es justo diluir el derecho y el de­ terializaría el desencuentro descrito por Hegel, en el
ber en la subjetividad, por otro es injusto si este fundamento terreno dialógico e inclusive en el terreno del diálogo
abstracto no se desarrolla a su vez. Sólo en épocas en las que comunicativo, pero comprendiendo que este territorio
la realidad se ha convertido en una vacía existencia inconsis­ es fácil presa del entendimiento y no de la razón, de
tente y carente de espíritu le puede ser permitido al individuo la apariencia y no de la esencia, y, por lo tanto, de lo
huir de la realidad hacia su vida interior. Sócrates surgió en la simbólico impuesto hegemónicamente. Para tratar esta
múltiple problemática es necesario pasar a la exposi­ según la más antigua tradición anclada en Aristóteles.
ción hegeliana de la eticidad en su despliegue como En Hegel, en cambio, la sociedad civil es una esfera di­
familia, sociedad civil y Estado. ferenciada tanto de la de la familia, que la antecede,
como de la del Estado, que la procede. Esta separación
tiene significativas implicaciones:
Tres momentos de política: fam ilia, sociedad civil y Estado
Hegel separa la esfera política del Estado del ámbito de la 'so­
La fam ilia es la prim era esfera de la vida social en la que ciedad' que ahora se ha vuelto civil. Y ahí la expresión 'civil',
los seres humanos tejen relaciones que van más allá del al contrario de su significación primitiva, adquiere un sentido
form alism o del derecho y de la ley moral. Se trata de la­ primariamente 'social' y ya no se emplea, al contrario de lo
zos intrínsecamente afectivos. El afecto deviene hábito que sucedía aún en el siglo XVIII, como sinónimo de 'político'.
y costumbre: las relaciones marido y mujer, y padres e [....] Lo que Hegel, con el concepto de 'sociedad civil' puso en
hijos, se rigen por el respeto y la asunción de im pera­ la conciencia de la época fue nada menos que el resultado de
tivos que no provienen de la razón sino de la herencia la revolución moderna: la aparición de una sociedad despoli­
difusa transm itida por generaciones anteriores. He ahí tizada mediante la centralización de la política en el Estado de
el primer momento de la eticidad. los príncipes o en el revolucionario y el desplazamiento del
El segundo momento es el de la sociedad civil. Por punto de gravedad en la economía, que precisamente por este
su importancia actual conviene que nos detengamos tiempo experimentó la sociedad con la revolución industrial,
un poco en su tratamiento. El filósofo de Stuttgart con la 'economía de Estado' o 'nacional'. Solamente dentro de
construye un concepto sui generis de sociedad civil que, este proceso se separaron en el seno de la sociedad europea
por un lado, recupera la tradición y, por otro lado, le su constitución 'política' y la 'civil', las cuales antes, en el ám­
da un contorno y un contenido diferentes. El concepto bito clásico del lenguaje de la política, habían significado una
de sociedad civil había tenido un lugar esencial en el misma y sola cosa: communitas civilis sive politica, según decía
planteam iento contractualista. En general, la sociedad Tomás de Aquino, 'civil or political society' todavía en John Loc-
civil era la esfera construida por el contrato entre los ke (Riedel: 205 y 214).
individuos, y en este sentido fue siempre un sinónimo
de la sociedad política o comunidad estatal. Se oponía Desde el punto de vista lógico especulativo, la socie­
y diferenciaba, eso sí, al estado de naturaleza, según dad civil cumple el segundo momento de la eticidad, lo
la tradición contractualista; al estado ferino, según la cual significa que es la puesta en escena de la existencia
visión historicista de Vico; a la esfera doméstica, en fin, exterior, objetiva, y para sí, de la vida ética que tiene
su unidad prim aria o en sí en la familia. Precisamente paso desgarrador o de escisión del espíritu, es necesa­
la sociedad civil va a cumplir el papel de puente en­ rio para que alcance realidad efectiva (Wirklichkeit). La
tre la fam ilia y la superior esfera del Estado. En tanto unidad que se produce en la sociedad civil está domi­
segundo mom ento de la eticidad, el aspecto de exte­ nada por la necesidad (Bedürfniss) y no por la libertad,
rioridad que cumple la sociedad civil se concreta en la y por tanto, es una unidad elevada al nivel de la uni­
existencia de una relacionalidad múltiple y compleja versalidad sólo exterior, porque cada quien busca su
entre particulares, iguales entre sí, que aquí alcanzan la beneficio y de este modo se produce automáticamente
determinación de ciudadanos en tanto burgueses. Es­ el beneficio de todos. Esta universalidad exterior tiene
tos particulares dan rienda suelta a su interés particular que ser superada y en esta superación el espíritu va a
emparentado con la subsistencia, el bienestar, el placer conquistar su existencia objetiva. ¿Cómo se consigue
y el goce. Al hacerlo, liberan toda su individualidad, esta superación? Este es uno de los aspectos más im­
sus diferencias de aptitud, de nacimiento, de suerte, y portantes del desarrollo del espíritu que plantea el pen­
todo su complejo pasional que aquí sólo va a estar go­ sador alemán. De hecho nos va a indicar la manera en
bernado por la racionalidad operante en esta esfera. La que la libertad se pone por encima de la necesidad que
universalidad aquí, se alcanza sólo de manera abstrac­ domina a la sociedad civil. De este modo nos va a des­
ta, en la m edida en que cada uno de estos ciudadanos cribir los contornos del Estado racional.
burgueses, al perseguir su bienestar particular produce El fin racional, dice Hegel, consiste en que la can­
la satisfacción del interés general. Esto es así porque didez natural, el primitivismo del saber y del querer,
cada uno necesita pasar por una relación múltiple con la inm ediatez e individualidad, sean elaborados y
los demás para conseguir con éxito su propia satisfac­ transformados. Esta elaboración y transformación, se
ción. La relacionalidad múltiple propia de la sociedad consiguen mediante la formación cultural (Bildung) y
civil es un terreno dominado por las necesidades, el ar­ suponen un arduo trabajo de liberación (Befriedigung).
bitrio contingente y el gusto subjetivo. Así, "la sociedad "E sta liberación es en el sujeto el duro trabajo contra
civil ofrece en estas contraposiciones y en su desarrollo la mera subjetividad de la conducta contra la inmedia­
el espectáculo del libertinaje y la miseria, con la corrup­ tez del deseo, así como contra la vanidad subjetiva del
ción física y ética que es común a am bas" (fd: 262). Sin sentimiento y la arbitrariedad del gusto. [... ] por m e­
embargo, este momento es necesario en tanto reafirma dio de este trabajo de la formación cultural la voluntad
la libertad de la subjetividad que, según Hegel, fue des­ subjetiva alcanza en sí m isma la objetividad en la cual
conocida por el mundo antiguo y sólo vio la luz con la únicamente es capaz y digna de ser la realidad efectiva
religión cristiana. Desde el punto de vista lógico, este de la idea" (fd: 265).
Se puede comprender que es la formación cultural, El trabajo se multiplica en función de las habilidades y
en alemán Bildung, la que puede elevar la particulari­ capacidades de los múltiples particulares involucrados
dad a la universalidad no bajo la form a de la necesidad, en la producción. Se genera la división del trabajo y
pues eso se hace, digamos, automáticamente, sino bajo con ella la necesidad de dependencia y relación recí­
la form a de la libertad de modo consciente y racional. proca de los seres humanos. Se produce de este modo
La esfera de la sociedad civil se va dividir, como es un patrimonio social, una riqueza construida por el
de suponerse, en tres aspectos, aunque, a decir verdad, trabajo de todos. ¿De qué depende la participación de
Hegel desarrolla cuatro m omentos constitutivos: a) sis­ cada cual en la distribución de esa riqueza o patrimo­
tem a de necesidades; b) administración de justicia; c) nio como la llama Hegel? Básicamente de la diversidad
policía-administración; y d) corporación. en el desarrollo de las condiciones corporales y espiri­
tuales. "Esta diversidad se muestra en esta esfera de la
particularidad en todas direcciones y en todos los esta­
Sistema de necesidades dios, y unida con las demás contingencias y arbitrarie­
dades de otro origen, tiene como consecuencia necesa­
A partir de la lectura m arxiana de Hegel se redujo la ria la desigualdad de los patrimonios y las habilidades de
sociedad civil al sistema de las necesidades. Esto dio los individuos" (fd: 274). Esta desigualdad es una con­
como resultado múltiples equívocos. Hegel está lejos secuencia lógica de la igualdad en el derecho objetivo
de reducir la sociedad civil al sistema de las necesida­ de la particularidad: como todos son iguales en tanto
des pero sí reconoce que éste es uno de sus momentos tienen el mismo derecho a realizarse individualmente
fundamentales que ha sido estudiado por la economía como mejor les parezca y puedan, resultan desiguales
política. en la apropiación de riqueza. Así, la desigualdad social
El sistema de las necesidades se constituye por la queda explicada por Hegel como el resultado de las ca­
dialéctica entre la necesidad subjetiva y las cosas exte­ pacidades y aptitudes de cada ciudadano burgués.
riores capaces de satisfacerla; la mediación en esta re­ A esta desigualdad en el monto de las riquezas se
lación dialéctica la proporciona el trabajo. En efecto, el agrega, para abonar la complejidad social, y colate­
trabajo reelabora a la naturaleza y la hace adecuada a ralmente, las fuentes del conflicto, la formación de las
la satisfacción de las necesidades humanas. Esta elabo­ clases sociales, determinadas en función de la división
ración da a las cosas su valor y su utilidad, dice Hegel, del trabajo. Existen tres clases sociales: la dedicada a
asumiendo, como no lo había hecho antes cuando ana­ las labores agrícolas y a la vida rural o clase sustancial
lizó la propiedad, la teoría del valor trabajo de Ricardo. o inmediata; la clase industrial formal o reflexiva, que
se dedica a la industria y el comercio, y, finalmente, la mente, con aquellos aspectos exteriores de la institucio-
clase universal que, liberada del trabajo inmediato, se nalización de la relación ética familiar.
dedica a las labores del Estado. La aplicación de la ley supone, primero, que la ley
La clase sustancial tiene una inclinación inercial a la sea conocida por todos y, segundo, que los juicios en
eticidad inm ediata basada en las relaciones familiares los que se determina la sentencia en casos particulares,
y en la confianza. Además, mantiene siempre el modo sean también públicos. La administración de justicia
de vida patriarcal y, dado el tipo de su actividad, está no es, entonces, sólo un asunto entre particulares ato­
m ás inclinada al sometimiento. mizados, sino una cuestión de interés público. Esto de­
La clase industrial reelabora el producto natural y m uestra que, al interior de la sociedad civil, ya se cum­
depende de su trabajo, de la reflexión y el entendimien­ ple con la constitución de lo universal en sus diferentes
to así como de su mediación con el trabajo y las necesi­ momentos: en el sistema de las necesidades, mediante
dades de otros. Esta clase se subdivide internamente en la lógica universalizadora del mercado; ahora, en la ad­
clase artesanal, clase fabril y clase comercial. Esta clase, m inistración de justicia, mediante la aplicación de la
a diferencia de la clase sustancial, está más inclinada a ley a casos particulares bajo el criterio de la igualdad
la libertad. de todos los sujetos jurídicos y sobre la base de la pu­
Finalmente, la clase universal se ocupa de los intere­ blicidad de las leyes y los juicios. Sin embargo, todavía
ses generales de la situación social: su interés privado faltan elementos para la constitución auto-consciente y
encuentra satisfacción en su trabajo en favor de lo ge­ racional de la universalidad, que sólo se va a conseguir
neral y, en consecuencia, se le tiene que garantizar una en el Estado político, y en un nivel más completo, en la
retribución suficiente por su entrega y compromiso. historia universal.
Con todo, es necesario percatarse de que, con la ad­
m inistración de justicia, la sociedad civil hegeliana se
La administración de justicia va conformando como un Estado de derecho: al incluir
en ella la labor de los tribunales y los jueces, además
El segundo m omento de la sociedad civil es la traduc­ de la publicidad de sus actividades, Hegel se sitúa en
ción del derecho en ley y su aplicación a casos particu­ la tradición que identifica a la sociedad civil con el Es­
lares. En esto consiste la administración de justicia que tado, pero con la salvedad de que se trata de un Estado
se concreta en la aplicación de la ley para los casos de jurídico que no es suficiente para completar el concep­
litigio entre particulares relacionados con la propiedad to racional del Estado. La sociedad civil es, pues, Esta­
y los contratos, con los delitos de orden penal, y, final­ do jurídico.
Por su propia naturaleza, la adm inistración de justi­ momento estos dos elementos es que, a partir de ellos,
cia, que hace de la sociedad civil hegeliana un Estado se atemperan las consecuencias más funestas que, es­
jurídico, es un terreno de contingencia, contradicción tando dentro de los marcos de las leyes, ya no puede
y apariencia. Este carácter se traduce en que la apli­ enfrentar el mero funcionamiento del sistema de nece­
cación de la ley no puede estar basada en la verdad sidades ni la sola administración de justicia. Se trata,
efectiva de las cosas, sino en la verosimilitud y en la sin embargo, de dos elementos que difieren entre sí por
certeza como convicciones subjetivas de los jueces. En su conformación institucional y por su form a de fun­
otras palabras, lo que im pera en la adm inistración de cionamiento.
justicia es la verdad jurídica y la contingencia del crite­ Al primero de estos elementos Hegel lo llam a el po­
rio de los jueces para la aplicación de las sentencias, en der de policía. Es sabido que el filósofo alemán recu­
el caso del derecho penal, y de los acuerdos, en el caso pera el sentido clásico del térm ino policía y lo ubica,
de los contratos. entonces, como la organización, reglamentación, en
Con la administración de justicia, decíamos antes, se suma, como la administración interna de un Estado.
entiende a la sociedad civil como un Estado jurídico: la Esta policía/administración se va a encargar, en primer
unificación de lo universal con la particularidad sub­ término, de los servicios públicos que, por su monto,
jetiva se cumple, pero todavía en un sentido abstrac­ dimensión o complejidad, rebasan la capacidad de los
to. Hegel todavía va agregar otros dos momentos, la particulares. Se trata de aquello que es común y que
policía y la corporación, para completar a la sociedad inclusive funciona como condición de posibilidad ins­
civil, lo cual la va a colocar como un Estado jurídico de trumental para que se desenvuelva con éxito el interés
carácter social con representación corporativa. He ahí privado. La policía administración, entonces, se encar­
la sociedad civil hegeliana. ga en primer lugar de dotar de servicios públicos a los
particulares tomando a éstos en cuanto conjunto. Pero
su labor no se detiene ahí.
La policía y la corporación Como los individuos son ya ahora hijos de la socie­
dad civil, ésta tiene obligaciones para con ellos. La edu­
En lo que atañe a la sociedad civil, Hegel forma una cación ya no sólo compete a la familia, sino también a
tríada pero en realidad son cuatro los elementos inclui­ la sociedad civil en tanto que se convierte en una con­
dos como hemos adelantado. El tercer momento está dición general del buen funcionamiento del conjunto
form ado por dos aspectos: el poder de la policía-ad­ social. El poder de policía/administración tam bién se
ministración y la corporación. Lo que une en un solo encarga de este bien público.
Otra de las tareas de esta policía/administración riquezas, pues de esta doble universalidad se extrae la máxima
consiste en tomar con los pobres "el lugar de la familia, ganancia. Pero, por otro lado, se acrecienta también la singu-
tanto respecto de sus carencias inmediatas como de su larización y limitación del trabajo particular, y con ello la depen­
aversión al trabajo, su malignidad y los demás vicios dencia y miseria de la clase ligada a ese trabajo, lo que provoca
que surgen de esa situación y del sentimiento de su in­ su incapacidad de sentir y gozar las restantes posibilidades,
justicia" (fd: 307). Y es que Hegel hace una distinción especialmente los beneficios espirituales, que ofrece la socie­
entre la pobreza y la formación de la plebe. El poder de dad civil (fd: 308).
la policía tiende a difuminar las condiciones de conver­
sión de la pobreza en la plebe. El rasgo característico En consecuencia, el poder de policía tom a a su cargo
de la plebe es que se trata de una m asa que ha perdido esta consecuencia colateral del propio desarrollo de la
el pudor, el honor, la dignidad, el ánimo para traba­ sociedad civil y garantiza la subsistencia de los necesi­
jar, el sentimiento del derecho: es más una actitud que tados. Desde una perspectiva de conjunto, el poder de
una condición económica o social. El surgimiento de la policía atempera las consecuencias inherentes al desa­
plebe, entonces, se puede evitar con una adecuada di­ rrollo de la sociedad civil tomando a su cargo aquellos
rección del poder de policía. Pero si bien el surgimiento aspectos de la conflictividad social que desbordan la
de la plebe se puede evitar, la pobreza misma de donde lógica jurídica de este Estado externo. La acción fun­
aquella puede emerger, es un resultado inevitable de la damental de la policía/adm inistración es la previsión
propia dinámica de la sociedad civil. La pobreza, se­ y, en consecuencia, la garantía del cumplimiento de la
gún Hegel, tiene una prim era determinación elemental universalidad en medio del imperio de la particulari­
que descansa en condiciones contingentes como la ha­ dad. Como vemos, en la formulación hegeliana, el Es­
bilidad, las cualidades físicas, etcétera. Pero hay otra tado de bienestar se encuentra en situación germinal. Y
pobreza, la que podríamos llamar la pobreza moderna, ello, sobre todo, porque concibe que todos los indivi­
que es creada por el propio funcionamiento de la so­ duos en tanto hijos de la sociedad civil tienen derechos,
ciedad civil: el primero de ellos a la subsistencia. El poder de policía
es el instrumento institucional que agrega este conteni­
Cuando la sociedad civil funciona sin trabas, se produce den­ do social al Estado de derecho.
tro de ella el progreso de la población y de la industria. Con la Por su parte la corporación es como una segunda fa­
universalización de la conexión entre los hombres, a causa de milia. También ella cuida el bienestar pero no del con­
sus necesidades, y del modo en que se preparan y producen junto de la comunidad sino únicamente de los miem­
los medios para satisfacerlas, se acrecienta la acumulación de bros identificados como grupo relacionado con la esfera
de la producción y diferenciado respecto de otras cor­ rra a la comunidad de los seres humanos. Lo común
poraciones. La corporación se explica como el espacio que permanece es que todos buscan la satisfacción de
de eticidad de la clase que carece de una eticidad inme­ su interés privado. El sentido ético de la sociedad civil
diata o natural. La clase sustancial lo tiene en la familia, estaría en peligro si no existiera, en su seno, la organiza­
y la clase universal lo tiene de manera inmediata en el ción de un sistema primario de justicia, con sus jueces
cumplimiento de su función. La clase industrial, en cam­ y tribunales para proteger la propiedad privada y para
bio, tiene que construirlo, digamos, artificialmente. Esa resolver querellas particulares; también estaría en peli­
construcción es la corporación que otorgará fuerza, dig­ gro si no se formara una segunda familia unificadora
nidad y honor a las profesiones. La corporación no es el de los que tienen intereses privados pero comunes: la
simple gremio y no tendrá privilegios. Va a tener cierta­ corporación. Por último, estaría en peligro sin la policía,
mente una existencia reconocida y sancionada para que entendida en su sentido primigenio de organización y
pueda hacer valer su carácter ético de vinculación con reglamentación interna de un Estado. Todo esto está
lo universal. dispuesto para preservar el ejercicio de la libertad in­
Q uedan así, puestas las condiciones para el adveni­ dividual y garantizar la satisfacción de las necesidades.
m iento del Estado como coronación de la eticidad. De
todos m odos, vale la pena recapitular el significado
de la sociedad civil en su conjunto. El Estado y la política
La sociedad civil se distingue de la sociedad política
básicamente por las diferentes determinaciones que la "E l Estado [dice Hegel] es la realidad efectiva (Wirklich-
libertad adquiere en cada una de estas esferas. La socie­ keit) de la idea ética". También señala que el Estado es
dad civil es, ante todo, la esfera del interés privado y de "el espíritu ético como voluntad sustancial revelada",
la particularidad. En esta esfera, los hombres organizan que "es lo racional en sí y para sí", que "es la totali­
su vida colectiva sobre la base del interés particular. Se dad ética", que es "la realización de la libertad", que
trata en un primer momento del "sistem a de las necesi­ es "u n organism o", "el espíritu que está en el mundo",
dades" que se conforma por la dialéctica entre el trabajo la "voluntad divina en cuanto espíritu presente que se
y las necesidades. El trabajo implica diferenciación. La despliega en una figura real y en la organización de
división del trabajo produce a las clases sociales, pero un m undo", "el mundo que se ha dado el espíritu",
también miseria por un lado y riqueza por el otro. "u n gran edificio arquitectónico", "jeroglífico de la ra­
La sociedad civil o burguesa, en tanto asociación de zón", "D ios real" [wirklichen Gott]. ¿Qué quiere decir
los propietarios privados, afirma pero también desga­ exactamente Hegel cuando trata al Estado?
Si la sociedad civil es un Estado exterior de la ne­ la unidad de la universalidad y de la particulari- dad,
cesidad y del entendim iento, el Estado propiam ente el desprendimiento de la universalidad en la particularidad
dicho, al situarse com o un m om ento superior respec­ que aparece como si fuera independiente, aunque es llevada
to de la sociedad civil, suprim e y afirm a en otro nivel y mantenida exclusivamente por el todo. Si algo no presenta
los m om entos constitutivos de esta esfera. N o será, esta unidad, no es efectivamente real, aunque haya que admitir
entonces, un Estado exterior sino tam bién pondrá a su existencia. Un mal Estado [schlechter Staat] es un Estado que
sus ciudadanos en relaciones recíprocas de carácter meramente existe; también un cuerpo enfermo existe, pero no
interno; no será tam poco sólo un Estado de la nece­ tiene una realidad verdadera (fd: 347).
sidad sino de la libertad, y no será, finalm ente, sólo
un Estado del entendim iento sino de la razón. En esta A esto hay que agregar que no todos los Estados que
tesitura, habría que advertir que, en térm inos de la han existido históricamente significan eticidad y racio­
dialéctica hegeliana, la sociedad civil cumple el m o­ nalidad de m anera simultánea. La clave de la existen­
m ento del extrañam iento de la eticidad, m om ento ne­ cia de un Estado ético y racional, como vemos, es la
cesariam ente incom pleto, unilateral y parcial, aunque unificación de la universalidad y de la particularidad
ciertam ente necesario porque pone las condiciones de expresada en la identificación de derechos y deberes:
la reunificación superadora que adviene con el Esta­ "E l Estado, en cuanto algo ético, en cuanto com pene­
do. Se entiende, entonces, que el Estado sea ante todo tración de lo sustancial y lo particular, implica que mi
unificación ética racional, necesaria y no contingente, obligación respecto de lo sustancial sea al mismo tiem ­
basada en la libertad y no en el libre arbitrio. D e este po la existencia de mi libertad particular, es decir que
modo, el Estado hegeliano tiene com o características en él deber y derecho estén unidos en una y la misma
fundam entales la reunificación, la relación ética y la relación" (fd: 327).
racionalidad. Pero entonces ¿cóm o se produce un Estado ético y
¿Quiere decir esto que cualquier Estado existente es racional? H egel dice que el Estado no es un producto
un Estado ético y racional? De ninguna manera. Hegel artificial [ " Der Staat ist kein Kunstwerk” ]: no se le pue­
nunca identifica existencia con realidad. Hay Estados de crear como resultado de la voluntad arbitraria de
que no responden a su concepto: un hombre o de un grupo de hom bres. Su constitu­
ción es el producto de m uchísim o tiempo. Sólo cuan­
El Estado es efectivamente real [wirklich] y su realidad [Wirk- do la racionalidad se ha vuelto costum bre se produce
lichkeit] consiste en que el interés del todo se realiza en los inte­ un Estado en sentido estricto. Por lo tanto, es en las
reses particulares. La realidad efectiva [Wirklichkeit] es siempre costum bres en las que existe el Estado de m anera in­
m ediata, pero es en la autoconciencia del individuo idea del Estado y no al análisis de los Estados empírica­
en que el Estado existe m ediatam ente. La autocon- mente existentes. Independientemente de los Estados
ciencia no es sólo el resultado de la reflexión sino de existentes, la idea del Estado contiene tres momentos:
la vida. Y se trata de un vivir histórico. Para llegar a) el Estado en tanto organismo como constitución y
a la autoconciencia son necesarios los desgarram ien­ derecho político interno; b) la relación del Estado indi­
tos que se producen al salir de sí m ism o y tom ar el vidual con otros Estados; c) la historia universal, como
riesgo del vivir. La reflexión sobre esos desgarram ien­ poder absoluto frente a los Estados individuales. N ues­
tos produce el recogim iento del yo en sí mismo, y, en tro autor concederá su atención principal al primero de
consecuencia, la autoconciencia. Pero este extrañarse estos tres momentos.
de sí m ism o que conlleva tom ar el riesgo del vivir es Para Hegel, en prim er lugar, el Estado es un orga­
un proceso histórico y no sólo individual. Su dinám i­ nismo, es decir, un cuerpo que tiene m iem bros inca­
ca propia, al parecer, queda más allá de la voluntad paces de subsistir aisladamente. La organización de
del individuo. Esto se traduce en que el Estado ético estos miembros, sus relaciones recíprocas, sus tareas
y racional no es una construcción del esfuerzo de la y funciones, conform an la constitución del Estado.
voluntad individual: Una constitución es la organización de los poderes
del Estado de acuerdo con lo universal y lo racional.
Únicamente es Estado si está presente en la conciencia, si se "L a función de la constitución es la de hacer posible
sabe como objeto existente. Respecto de la libertad, no debe no sólo la coordinación de las partes en el todo sino
partirse de la individualidad, de la autoconciencia individual, la existencia m ism a del todo (que ya sea lógica o his­
sino de la esencia de la autoconciencia, pues esta esencia, sea tóricam ente es antes que sus partes). El Estado es un
o no sabida por el hombre, se realiza como una fuerza inde­ organism o cuya form a de organización es la constitu­
pendiente en la que los individuos son sólo momentos. Es el ción" (Bobbio: 63).
camino de Dios en el mundo que constituye el Estado; su fun­ Ahora bien: ¿cómo se conforma una constitución?
damento es la fuerza de la razón que se realiza como volun­ Un Estado ético y racional no es el resultado de la mera
tad. Para concebir la idea del Estado no es necesario observar voluntad, sino de la unificación histórica de la univer­
Estados e instituciones determinados, sino considerar la idea salidad y la particularidad. Para que esta unificación
misma, ese Dios real (fd: 323). sea posible se requiere que exista la libertad individual
separada de la universalidad, y ello sólo acontece en
Hegel nos advierte, entonces, que sus esfuerzos teóri­ el mundo moderno. De ahí se desprende que sólo el
cos se van a encaminar hacia la conceptuación de la mundo moderno estará en condiciones de producir al
Estado propiamente tal. La unificación de individuali­ pero no meramente como asumidas a-críticamente
dad libre y universalidad requiere que las personas pri­ sino asimiladas racionalmente. El sujeto se percata de
vadas se conviertan en personas sustanciales, es decir, que satisfacer su interés particular presupone el interés
que las personas tengan su autoconciencia esencial en general, y ello no depende sólo de su perspicacia indi­
las instituciones, en cuanto éstas representan lo univer­ vidual sino que es resultado de la formación cultural
sal en sí de los intereses particulares. Estas institucio­ [Bildung] de los sujetos, lo cual es un producto históri­
nes son, en su conjunto, la constitución. co. Permítaseme citar in extenso uno de los parágrafos
La constitución tiene un m omento subjetivo que más abstrusos pero, al mismo tiempo, más concisos del
Hegel llam a convicción política (politische Gesinnung); pensador alemán, en cuanto punto nodal de la comple­
tiene también un m omento objetivo llamado "organis­ jidad de su concepto del Estado:
mo del Estado", que es el Estado propiamente político.
Entre estos dos m omentos se produce una relación de Que el fin del Estado sea el interés general como tal y que en
mutua dependencia. La convicción política, que He- ello radique, como en su sustancia, la conservación de los inte­
gel tam bién llam a patriotismo, es un obrar racional reses particulares, constituye: 1) su realidad abstracta o sustan-
de acuerdo con las instituciones. No debe confundirse cialidad; pero ella es 2) su necesidad [Notwendigkeit], en cuanto
con la opinión, sino que debe ser entendida como una se divide en las diferencias conceptuales de su actividad, las
certeza que está en la verdad. La convicción política es cuales, por aquella sustancialidad, son igualmente determina­
la confianza, es decir, "la conciencia de que mi interés ciones fijas y reales: los poderes. 3) Pero esta sustancialidad
sustancial y particular está contenido y preservado en es precisamente el espíritu que se sabe y se quiere porque ha
el interés y el fin de otro (aquí el Estado) en cuanto está pasado por la forma de la formación cultural [durch die Form der
en relación conmigo como individuo. D e esta manera, Bildung hindurchgegangen]. El Estado sabe por lo tanto lo que
este otro deja inm ediatamente de ser un otro para m í y quiere, y lo sabe en su universalidad, como algo pensado; por
yo soy libre en esta conciencia" (fd: 332). Esta confianza eso obra y actúa siguiendo fines sabidos, principios conocidos
se traduce en que el sujeto considera la cosa pública y leyes que no son sólo en sí, sino también para la conciencia;
como su propio fin y fundamento sustancial. del mismo modo, si se refiere a circunstancias y situaciones
La convicción política se nutre del complejo insti­ dadas, lo hace de acuerdo con el conocimiento que tiene de
tucional de la constitución política, que es concebida ellas (fd: 334).
como un organismo cuyos miembros son los distintos
poderes y sus relaciones mutuas. Esto significa que las Con estas palabras, Hegel expone la naturaleza del Es­
instituciones están interiorizadas en los individuos tado como unidad de carácter ético que se sabe, por­
que los individuos que lo conforman son conscientes Esta unidad del Estado está condensada en el mo­
de que su existencia individual y la satisfacción de sus narca. De hecho, para Hegel el monarca es el momento
intereses particulares están basadas en la existencia cumbre del Estado porque significa la realización de la
de lo general, lo cual conduce a una obediencia cons­ unidad de la particularidad y la universalidad en un
ciente. Esto, sin embargo, no es resultado del deseo, el individuo de carne y hueso. Esto no quiere decir que
capricho o el arbitrio de los sujetos, sino, antes bien, el poder del monarca hegeliano sea absoluto pues esto
de la formación cultural, conquistada a través del co­ significaría que, en el nivel de la cumbre del Estado,
nocimiento del devenir histórico. La constitución del estaría dominando el arbitrio, el deseo, el capricho o
Estado, en efecto, es un producto de la historia. Sería la mera particularidad. El poder del monarca no es ab­
un esfuerzo infructuoso querer imponer una consti­ soluto porque, aunque sea el momento culminante del
tución a priori a un pueblo, como pasó con Napoleón Estado, sus decisiones están enmarcadas en una com­
cuando quiso dar una constitución más racional a los pleja red institucional que lo hacen ser cúspide. Es irre­
españoles, según consigna Hegel. La constitución es la levante que, como persona natural, quien desempeñe
organización del Estado. Considerada en su relación el papel de monarca sea limitado o poco inteligente. Si
para consigo misma, la constitución es la formación y el Estado está bien constituido, los rasgos de la perso­
relación de los poderes del príncipe, del gubernativo na que desempeñe la función del monarca son inocuos.
y del legislativo. De este modo se produce al Estado Pero además, el poder del príncipe no es absoluto ni ar­
propiamente político. bitrario porque las decisiones que adopta no dependen
de su arbitrio sino de un aparato técnico constituido
por individuos y cuerpos consultivos superiores que
El poder del príncipe (Die fürstliche Gewalt) se encargan de conocer los contenidos, circunstancias,
fundamentos legales y oportunidad, y de presentarlos
El Estado debe ser concebido como un gran edificio ra­ a la consideración de la persona del príncipe (Bourgois
cional, en cuya unidad las partes alcanzan su realidad a: 289). Con todo esto puede entenderse que el poder
al integrar en su seno a las otras partes y al saberse tam­ del príncipe describe sobre todo el momento en que el
bién sustentadoras de la totalidad. Se consigue así la vi­ Estado es verdaderamente una unidad. Debe notarse,
sión del Estado como unidad orgánica donde las partes sobre todo, que el poder del príncipe no alude a sus ras­
diferenciadas alcanzan el estatuto de miembros indis­ gos personales sino al lugar abstracto, a la función y a la
pensables para que la unidad funcione y que, por ese figura necesaria de un monarca puesto en el lugar más
mismo carácter, no podrían subsistir de manera aislada. alto de la pirámide estatal. Lo que llama la atención es
que Hegel determina biológicam ente a la persona, es titucionalizada en los poderes y condensada en el mo­
decir, lo ubica como un rasgo irracional del Estado ra­ narca. Esta unificación orgánica tiene dos lados. La so­
cional. Esto desconcertó a m uchos lectores progresistas beranía interior corresponde a esta unificación estatal
de Hegel. Sin embargo, hay que poner atención en el interna que es de carácter orgánico: los poderes no son
significado profundo de la instancia del monarca hege- independientes sino que form an parte de una unidad.
liano. En este punto, la explicación de Slavoj Zizek es La soberanía exterior significa la unidad compacta del
sumamente esclarecedora: Estado respecto de otros Estados.
Ahora bien: ¿por qué el pueblo no es el soberano?
[...] el acto del monarca es de naturaleza puramente formal: Dice Hegel que sólo si se tom a la expresión "pueblo"
su marco está determinado por la constitución política, y el en el sentido de Estado, puede considerarse que el
contenido concreto de sus decisiones le es propuesto por sus pueblo es soberano. Pero si, en cambio, se entiende la
consejeros, de modo que "a menudo, lo único que tiene que soberanía del pueblo como un principio alternativo
hacer es firmar con su nombre. Este nombre es importante. Es de la soberanía del monarca, se estaría cometiendo un
la última palabra, más allá de lo cual no se puede ir". Con esto error lógico, pues se pondría el énfasis en la voluntad
queda todo dicho. El monarca funciona como un significante arbitraria, a priori contrapuesta, tanto del príncipe (lo
"puro", un significante-sin-significado; toda su realidad (su que sería despotismo) como del pueblo (oclocracia).
autoridad) reside en su nombre, y precisamente por esta ra­ Dicho con otras palabras, no tiene por qué concebirse
zón su realidad física es totalmente arbitraria y puede quedar la voluntad del príncipe como diferente de la voluntad
librada a las contingencias biológicas del linaje. El monarca del pueblo, pues ambos llegan a ser lo que son, úni­
encarna entonces la función del significante amo en su mayor cam ente en cuanto puestos en una relación orgánica
pureza; es el Uno de la excepción, la protubernacia "irracio­ llam ada Estado y que corresponde a la superación de la
nal" del edificio social, que transforma la masa amorfa del m era voluntad arbitraria y, en consecuencia, a la con­
"pueblo" en una totalidad concreta de costumbres (Zizek a: figuración de la unidad racional de lo particular y lo
116). universal. Dice Hegel:

El que el Estado sea una unidad orgánica se resume en [...] el sentido más usual en el que se ha comenzado a hablar
el concepto de soberanía que Hegel aclara poniéndolo en los últimos tiempos de soberanía del pueblo [Volkssouvera-
en relación con el monarca. La soberanía es la cuali­ nitat], es el que la opone a la soberanía existente en el monarca.
dad del Estado, no del pueblo. La soberanía alude a la Tomada en esta contraposición, la soberanía del pueblo es uno
idealidad de la unificación orgánica de un pueblo ins- de los tantos conceptos confusos que se basan en una caótica
representación del pueblo. El pueblo, tomado sin sus monarcas to pertenece por consiguiente a la filosofía lógica" (fd:
y sin la articulación del todo que se vincula necesaria e inme­ 367). El m om ento suprem o del "yo quiero" que con­
diatamente con ellos, es una masa carente de forma que no densa la unificación estatal bajo la figura de un indivi­
constituye ya un Estado y a la que no le corresponde ninguna duo debe ser lo suficientem ente independiente de los
de las determinaciones que únicamente existen en un todofor­ otros poderes y de la hegem onía de lo particular en
mado [in sich geformten] y organizado: soberanía, gobierno, tri­ aras de la estabilidad del Estado. En la unidad sinteti­
bunales, autoridades, clases, etcétera. Al surgir en un pueblo zada en la figura del m onarca "reside la unidad real del
el momento que corresponde a una organización, a la vida del Estado, que sólo por esta inmediatez interior y exterior
Estado, aquél deja de ser la indeterminada abstracción que se es sustraída a la posibilidad de ser rebajada a la esfera
denomina con la palabra 'pueblo' en la representación mera­ de la particularidad, al arbitrio, a los fines y propósitos
mente general (fd: 364). que reinan en ella, a la lucha de las facciones por el
trono, y al debilitam iento y destrucción del poder del
La soberanía del Estado adquiere la form a de la so­ Estado" (fd: 369). A sí las cosas, la naturaleza heredita­
beranía del m onarca y se condensa en la expresión yo ria y no electiva de la m onarquía hegeliana hace que
QUIERO, no com o una enunciación del arbitrio de una la unificación de lo particular y lo universal adquiera
persona sino como la exposición individualizada del una form a institucionalizada y efectiva.
querer del Estado específicam ente m oderno, pues En el desarrollo del argumento acerca de la raciona­
"este 'y o quiero' constituye la gran diferencia entre el lidad de la monarquía hereditaria por nacimiento, He-
m undo antiguo y m oderno, y debe por lo tanto tener gel acomete la crítica del principio electivo. En un rei­
su existencia propia en el gran edificio del Estado" no electivo, donde domina el principio según el cual el
( fd: 367). derecho a gobernar proviene de la elección junto con la
¿Cóm o se determ ina quién ha de ser el monarca? posición de que el monarca es el funcionario supremo
La respuesta hegeliana es inequívoca: se llega a ser del Estado, en realidad se difumina el Estado, porque
m onarca por nacim iento. Hegel se apresura a advertir en estas visiones se entiende a la voluntad como capri­
que esta determ inación se desprende de la lógica m is­ cho, opinión y arbitrio de la multitud:
m a del m om ento m onárquico del Estado, y no puede
tener, en consecuencia, un m ero carácter biológico. Que el reino electivo [Wahlreich] es por el contrario la peor de
"E ste tránsito del concepto de la autodeterm inación las instituciones se desprende incluso para el raciocinio abs­
pura a la inm ediatez del ser y por lo tanto a la natura­ tracto de sus consecuencias, que para él serán sólo posibles o
lidad, es de naturaleza especulativa y su conocim ien­ probables, pero que en realidad residen esencialmente en esa
institución. En un reino electivo, la naturaleza de la situación existentes y las instituciones del fin común. Este poder
por la que la voluntad particular se convierte, en última ins­ está integrado por funcionarios ejecutivos y autorida­
tancia, en lo decisivo, transforma la constitución en una capi­ des superiores reunidos en órganos consultivos. Traba­
tulación electoral, es decir en una entrega del poder del Estado jan en forma colegiada y podríamos decir que su labor
a la discreción de la voluntad particular, de la que surge la esencial es la traducción de los intereses particulares en
transformación de los poderes particulares del Estado en pro­ interés general. Son nombrados por el príncipe. Dada
piedad privada, el debilitamiento y la pérdida de la soberanía la naturaleza de su tarea los individuos llamados a ser
del Estado, y por consiguiente la disolución interior y el ani­ funcionarios deben tener conocimientos y capacidad
quilamiento externo (fd: 370). probada; deben tener, además, una formación ética e
intelectual para desarrollar las virtudes necesarias de
Al no ser electivo sino estar determinado por el naci­ su labor como la impasibilidad, la equidad y la sere­
miento, el monarca sintetiza una evolución histórica nidad de conducta. Se trata de la clase universal, cuyo
que recupera el principio patriarcal pero en el nivel más interés particular es inmediatamente el interés univer­
elevado posible que es la cumbre de un Estado orgáni­ sal. Constituyen la parte principal de la clase m edia y
camente entendido. El poder del príncipe de un Estado están liberados del trabajo manual para poder dedicar­
orgánicamente instituido logra condensar la totalidad se únicamente a los asuntos del Estado. ¿Constituyen
de la constitución y de las leyes, y esto se perfecciona, en conjunto una aristocracia? No, por la m isma razón
a fin de cuentas, en la relación exterior del Estado, uni­ por la cual el príncipe no es absoluto: por la constitu­
ficado e individualizado en la figura del monarca, con ción orgánica del Estado, es decir, por la existencia de
respecto de los otros Estados. En efecto, al poder del instituciones "por arriba" y "por abajo" que enmarcan
príncipe hegeliano le corresponde "inm ediata y exclu­ su desempeño en un entramado complejo de intereses
sivam ente" comandar las fuerzas armadas, mantener deviniendo intereses comunes y aun universales.
las relaciones con otros Estados a través de embajado­
res, declarar la guerra, concertar la paz y celebrar todo El poder legislativo (Die gesetzgebende Gewalt)
tipo de tratados con el exterior.
El poder legislativo que diseña Hegel tiene un carácter
El poder gubernativo [Die Regierungsgewalt] sui generis. No se trata de una asamblea representati­
va de los ciudadanos electa por sufragio y encargada
El poder gubernativo se encargará de cumplir y aplicar de hacer las leyes del Estado. En contraste, se trata de
las resoluciones del príncipe. También cuidará las leyes un cuerpo que contiene en su seno una asamblea re­
presentativa de los estamentos, organizada en dos cá­ alcanzar conscientemente lo universal. El poder legis­
maras, junto con el poder gubernativo y el poder del lativo constituye este momento necesario de la raciona­
monarca. La tarea de legislar corresponde a los tres po­ lidad consciente como esencia del Estado.
deres en armonía. De otra manera se pondría en riesgo El poder legislativo tiene su núcleo en la asamblea
la unidad del Estado. Aquí, más que en otros aspectos, de los estamentos de carácter bicameral. La primera
se hace patente que la división hegeliana de los pode­ cámara está form ada por la clase sustancial, específi­
res es una división orgánica que busca la armonía del camente por los que son propietarios. El mayorazgo,
conjunto y no la limitación mutua. Montesquieu había institución jurídica que evita que se pueda vender una
escrito: "P ara que no se pueda abusar del poder es pre­ parte del patrimonio familiar que pasa de generación
ciso que, por la disposición de las cosas, el poder frene en generación a través del hijo varón mayor, adquiere
al poder" (Montesquieu: 106). Hegel responde: "L a re­ una significación política: la propiedad así garantizada
presentación [Vorstellung] de la llam ada independencia acredita a la parte culta de la clase sustancial para su
de poderes lleva en sí el error fundamental de que los participación en aquella cámara del poder legislativo.
poderes deben limitarse mutuamente. Con esta inde­ La cám ara de los propietarios de tierra es tan sólo una
pendencia se elimina la unidad del Estado, que es lo de las dos partes de la asamblea de los estamentos; la
que hay que buscar ante todo" (fd: 385). Para que se otra parte es la cámara de diputados, representativa no
preserve la unidad del Estado y, al mismo tiempo, pue­ de los ciudadanos como multitud atomística, sino de
da existir una representación adecuada de la sociedad las asociaciones y corporaciones del elemento móvil y
civil en el terreno de lo universal, es necesario un dise­ cambiante de la sociedad civil, es decir, de los artesa­
ño institucional con rasgos diferentes al sistema típico nos, los industriales y los comerciantes. Se prescinde
del liberalism o y la democracia. en este caso de la elección, y los diputados serán desig­
Es necesario, entonces, que todos los momentos nados por las propias asociaciones de la sociedad civil
constitutivos de la sociedad civil y de su devenir Es­ que han sido reconocidas por el poder gubernativo.
tado, se concreten en instituciones y representaciones Lo que garantiza que la asamblea de los estamentos
determinadas. Dadas estas condiciones, lo conveniente no sea un simple foro donde se expongan los intereses
para que lo particular alcance la universalidad concre­ privados de cada clase sino se asuma lo universal es
ta, es decir, para que alcance el grado de politicidad, es que en este poder legislativo va a participar tam bién el
que existan las instituciones políticas representativas poder gubernativo, es decir, la clase universal que tiene
de los intereses particulares pero en las que sea posi­ su particularidad precisamente en la defensa de lo uni­
ble, a través de la deliberación y la decisión colectiva, versal. Pero además, el príncipe y sus cuerpos consul­
tivos también tienen un lugar en el poder legislativo: a su época. De cualquier manera la opinión pública es
fin de cuentas la sanción últim a de las decisiones que más o menos desdeñable cuando el poder legislativo
ahí se tomen la tiene que dar el monarca que asienta su funciona bien como momento orgánico del Estado.
firma. Con esto queda completo el edificio institucional
que, según Hegel, garantiza la unificación de lo parti­ La soberanía exterior
cular y lo universal.
Las sesiones de la asamblea de los estamentos en sus La organicidad del Estado estaría incom pleta si no
dos cámaras tienen que ser públicas. Esa publicidad incorporara en su determ inación como unidad el m o­
(Offentlichkeit) es el mejor medio de educación del pue­ m ento de lo negativo, que significa la exclusión de
blo, dice Hegel. De esta manera adquiere forma concre­ lo que está m ás allá de su ám bito de pertenencia y
ta el principio del Estado racional como voluntad que que lo va a m antener como unidad tan sólo como el
sabe lo universal en sí y para sí. Com o complemento contraste necesario (lo exterior) que lo afirm a en su
de esta publicidad de los debates de la asamblea de los unidad orgánica como uno. El Estado orgánico es un
estamentos, Hegel, no sin matices de desprecio y resig­ individuo y, como tal, se distingue de los dem ás Es­
nación, otorga un lugar a la opinión pública (offentliche tados. La individualidad del Estado se condensa en
M einung), m enos como un m edio de educación que el monarca, y en la cualidad que define tanto al Es­
como una form a necesaria que adquiere la subjetividad tado com o al monarca: la soberanía. En efecto, Hegel
para la catarsis. Y es que la opinión pública "es el modo considera que la independencia y la autonomía del
inorgánico en el que se da a conocer lo que un pueblo Estado respecto del exterior es uno de los m om entos
quiere y opina"; está basada más en prejuicios que en esenciales del Estado. Tal cualidad adquiere realidad
verdaderos razonam ientos pero conform a lo que se co­ efectiva en la individualidad concreta del monarca,
noce como "sano entendimiento com ún"; está sujeta a pero sobre todo en la disposición para la guerra. Si se
la contingencia del opinar, y por tanto, a la ignorancia, confunde el Estado con la sociedad civil la guerra re­
a la falsedad y al error. Sin embargo, Hegel está lejos de sulta inexplicable porque ella sería concebida como el
despreciar como bloque a la opinión pública. Y es que resultado contingente de la irracionalidad, el dom inio
en ella está "todo lo falso y todo lo verdadero" simultá­ de las pasiones de los poderosos, las injusticias, los
neamente. Corresponde a la labor herm enéutica de los hum ores de los pueblos, etcétera. Como, en cambio,
grandes hombres discernir lo uno de lo otro, encontrar el Estado es diferente de la sociedad civil, la guerra
lo verdadero y, con ello, darle forma, contenido y ex­ y específicam ente la disposición para la guerra, cons­
presión a la esencia de su tiempo y a la realización de tituyen m om entos esenciales del concepto de Estado
com o organicidad ética. En el Estado, lo contingente, La relación entre Estados autónomos, independientes y
es decir, las razones inm ediatas de la guerra, adquie­ soberanos carece de un árbitro, pretor o tribunal supe­
ren la form a de necesidad. A quí la cuestión de la ne­ rior, que pueda decidir sobre la justicia de las conduc­
cesidad tiene el sentido de necesidad filosófica, pues tas de esas comunidades. Por esta razón las relaciones
es necesario para concebir adecuadam ente la idea del entre los Estados se mantienen en la permanente fragi­
Estado, que la unidad que él representa se m antenga lidad propia del estado de naturaleza. Si los Estados
com o tal frente al exterior. En la guerra se m anifiesta no llegan a acuerdos, sus disputas se decidirán inevi­
la realidad efectiva de la existencia del Estado como tablemente por la guerra. Esta específica naturaleza de
una com unidad que es en sí pero tam bién para sí. En las relaciones entre Estados y la consecuente inexisten­
la guerra, la particularidad, la libertad individual y la cia de un poder superior que pueda decidir sobre ellos,
propiedad, se ponen en juego. Se arriesga todo, inclu­ abre la puerta a la consideración hegeliana de la histo­
so la vida, pero no por un fin contingente, particular ria universal como el único pretor supremo que, como
o egoísta, sino por la universalidad del Estado. De las tribunal universal, tiene el supremo derecho de decidir
guerras, dice Hegel, salen fortalecidos los pueblos, y, sobre los Estados, los pueblos y los individuos.
adem ás, "naciones que en sí m ism as son incom pati­ Una vez que hemos revisado a grandes rasgos la
bles, conquistan con la guerra exterior la paz interna" filosofía práctica de Hegel estamos en condiciones de
(fd: 410). Con la idea filosófica de la guerra hace su sostener que para el filósofo de Stuttgart la política no
aparición una nueva clase que H egel no había ubi­ queda circunscrita a un sector o una esfera específica
cado con anterioridad. Se trata de la clase del valor de las relaciones sociales. Es claro que la política queda
militar, el ejército perm anente, que tiene como tarea comprendida como la actividad racional del Estado. En
particular la defensa del Estado. Esta clase se va a unir este sentido, lo político sería el proceso de despliegue
orgánicam ente, entonces, a las otras clases de la socie­ racional del espíritu en cuanto consciente de sí. Este
dad civil, y, por supuesto, a la clase universal, tam bién proceso se concreta en tres niveles de existencia, a sa­
llam ada aquí clase estatal [Staatsstand]. ber: la familia, la sociedad civil y el Estado político. Si
nos atenemos a la relación dialéctica que da vida a es­
Las relaciones entre Estados tas instituciones podemos decir que el Estado contiene
en su seno la afirmación y la negación de la fam ilia y la
Pertenece a la idea del Estado el m omento de su re­ sociedad civil. En términos del concepto de lo político,
lación con los otros Estados. Se trata de una relación esto significa la definición de un proceso que llega a
de mutuo reconocimiento como entidades autónomas. concretarse únicamente en el nivel del Estado, y dentro
de éste, en la figura del monarca. Ese momento último A denda
y definitorio de la existencia estatal, en tanto conden­
sación de la soberanía, es un referente necesario de ca­ Ofrezco aquí pensamientos centrales de Hegel escritos
rácter autocrático para que pueda existir la pluralidad en diferentes momentos. El propósito es que sean úti­
de la sociedad civil. Podemos argüir, entonces, que por les, a la manera de aforismos, para iniciar una reflexión
más democrática, liberal y republicana que sea la vida propia.
política de un pueblo, su unidad en cuanto Estado que­
da garantizada por la existencia de la figura del monar­ El puro concepto o la infinitud como abismo de la nada en el
ca, situado, como en Hobbes, por fuera de la multipli­ que todo ser se hunde, tiene que describir como momento, y
cidad de los intereses particulares. Sólo a condición de sólo como momento de la suprema idea, el dolor infinito, que
la existencia de este momento último, es posible la vida hasta ahora había alcanzado una existencia histórica sólo en la
política de un pueblo. Por lo demás, Hegel revela con cultura, y sólo como el sentimiento sobre el que se basa la reli­
esto que lo político tiene siempre un momento autocrá- gión de la época moderna, el sentimiento de que Dios mismo
tico de constitución. ha muerto [^] De este modo tiene que darle una existencia fi­
losófica a lo que fue también, o precepto moral de un sacrificio
del ser empírico, o el concepto de la abstracción formal; y por
consiguiente, tiene que restablecer para la filosofía la idea de
la libertad absoluta, y con ella el sufrimiento absoluto o vier­
nes santo especulativo, que por lo demás fue histórico, y a éste
incluso en toda la dureza y la verdad de su ateísmo. Lo más
diáfano, infundado e individual de los filósofos dogmáticos
como de las religiones naturales tiene que desaparecer. Sólo
de esta dureza puede y debe resucitar la suprema totalidad
en toda su seriedad y desde su más profundo fundamento,
a la vez abarcándolo todo y en su figura de la más radiante
libertad (cs: 164).

La existencia racional de un pollo singular consiste en que sea


cebado y comido. Viento, corriente poderosa, poderoso océa­
no, domeñado, labrado. No hay que guardar contemplaciones
con la naturaleza; mísero sentimentalismo el que se atiene a En efecto, la cosa no se reduce a sufin, sino que se halla en su
singularidades (Nota al margen, fr: 169). desarrollo, ni el resultado es el todo real, sino que lo es en unión
con su devenir; el fin para sí es lo universal carente de vida,
El varón tiene ansia, impulso; el impulso femenino consiste en del mismo modo que la tendencia es el simple impulso priva­
cambio en ser sólo objeto del impulso, en excitar, en despertar do todavía de su realidad, y el resultado escueto simplemente
el impulso y proporcionarle su satisfacción en el objeto (Nota el cadáver que la tendencia deja tras sí (fe: 8).
al margen, fr: 170).
Quien busque solamente edificación, quien quiera ver envuel­
Doble presentimiento del ideal en la realidad, trascendiendo to en lo nebuloso la terrenal diversidad de su ser allí y del pen­
la existencia inmediata. El ideal es el sí mismo general. Des­ samiento y anhele el indeterminado goce de esta indetermina­
censo del mundo del cielo al presente, peldaños de la escala da divinidad, que vea dónde encuentra eso; no le será difícil
celeste, de modo que lo divino se halla en el presente. Dios es descubrir los medios para exaltarse y gloriarse de ello. Pero
el amor, la alegría, porque lo natural disfruta de reconocimien­ la filosofía debe guardarse de pretender ser edificante (fe: 11).
to (Nota al margen, fr: 172).
Según mi modo de ver, que deberá justificarse solamente
Dios es el amor, pues es la esencia espiritual, gran conocer, mediante la exposición del sistema mismo, todo depende de
conocer del conocer (Nota al margen, fr: 173). que lo verdadero no se aprehenda y se exprese como sustan­
cia, sino también y en la misma medida como sujeto. Hay que
El capullo desaparece al abrirse la flor, y podría decirse que hacer notar, al mismo tiempo, que la sustancialidad implica
aquél es refutado por ésta; del mismo modo que el fruto hace tanto lo universal o la inmediatez del saber mismo como aquello
aparecer la flor como un falso ser allí de la planta, mostrándo­ que es para el saber ser o inmediatez (fe: 15).
se como la verdad de ésta en vez de aquélla. Estas formas no
sólo se distinguen entre sí, sino que se eliminan las unas a las La vida de Dios y el conocimiento divino pueden, pues, expre­
otras como incompatibles. Pero, en su fluir, constituyen al mis­ sarse tal vez como un juego del amor consigo mismo; y esta
mo tiempo otros tantos momentos de una unidad orgánica, en idea desciende al plano de lo edificante e incluso de lo insulso
la que, lejos de contradecirse, son todos igualmente necesa­ si faltan en ella la seriedad, el dolor, la paciencia y el trabajo de
rios, y esta igual necesidad es cabalmente la que constituye la lo negativo (fe: 16).
vida del todo (fe: 8).
Si es cierto que el embrión es en sí un ser humano, no lo es, sin
embargo, para sí; para sí el ser humano sólo lo es en cuanto
razón cultivada que se ha hecho a sí misma lo que es en sí. En La oposición de la filosofía idealista y la realista carece por lo
esto y solamente en esto reside su realidad (fe: 17). tanto de significado. Una filosofía que atribuye a la existencia
finita en cuanto tal un ser verdadero, último y absoluto, no
No hay lo falso como no hay lo malo. Lo malo y lo falso no merece el nombre de filosofía; los principios de las filosofías
son, indudablemente, tan malignos como el diablo, y hasta se antiguas o modernas, el agua o la materia o los átomos son
les llega a convertir en sujetos particulares como a éste; como pensamientos, universales, ideales, no cosas tal como se en­
lo falso y lo malo, son solamente universales, pero tienen su cuentran de manera inmediata, vale decir, en su individuali­
propia esencialidad el uno con respecto al otro [^] Así como dad sensible (ci, I: 198).
la expresión de la unidad del sujeto y el objeto, de lo finito y lo
infinito, del ser y el pensamiento, etc., tiene el inconveniente Por decir todavía una palabra sobre la instrucción que preten­
de que objeto y sujeto, etc., significan lo que son fuera de su de decir cómo debe ser el mundo, la filosofía de todas mane­
unidad y en la unidad no encierran ya, por tanto, el sentido ras siempre llega tarde para esto. En cuanto pensamiento del
que denota su expresión, así también, exactamente lo mismo, mundo ella no aparece más que en el momento en que la rea­
lo falso no es ya en cuanto falso un momento de la verdad (fe: lidad ha cumplido su proceso de formación y está terminada
27-28). [^] El búho de Minerva no levanta el vuelo más que con el
crepúsculo (fd).
El verdadero ser del hombre es, por el contrario, su obrar; en éste
es la individualidad real y él es el que supera lo supuesto en sus
dos lados. De una parte, lo supuesto, como un ser corporal es­
tático; la individualidad se presenta más bien en el obrar como
la esencia negativa, que sólo es en tanto supera el ser. De otra
parte, el obrar supera asimismo la inexpresibilidad de la supo­
sición en lo tocante a la individualidad consciente de sí, que es
en la suposición una individualidad infinitamente determinada
y determinable. En el obrar consumado, se aniquila esta falsa
infinitud. El hecho es algo simplemente determinado, univer­
sal, que puede captarse en una abstracción; es un asesinato, un
robo o una acción benéfica o heroica, etc., y puede decirse de él
lo que es, y su ser no es solamente un signo, sino la cosa misma.
Es esto, y el hombre individual es lo que dicho acto es (fe: 192).
1970 El 27 de agosto nace Georg Wilhelm Fried- alienación. Com o sucede en m uchos casos, Hegel usa
rich Hegel en Stuttgart. distintas palabras que ordinariam ente significan
1788-1793 Estudios de teología en el Stift de Tubinga. lo m ismo para hacer distinciones técnicas. Es el
1793-1796 Preceptor privado en Berna. caso con este térm ino que traduce Entfremdung, y
1797-1800 Preceptor privado en Fráncfort. que se refiere a la enajenación del espíritu cuando
1801-1816 Docencia en la Universidad de Jena. se hace form ación cultural. Debe distinguirse res­
1801 Diferencia entre los sistemas de Fichte y pecto del m ovim iento de salida de sí para quedar
Schelling. depositado en una cosa, m ovim iento necesario y
1807 Fenomenología del espíritu. transitorio pues describe el recurso a lo negativo
1807-1808 Redactor en jefe de la Gaceta de Bamberg. que contiene el ser o el espíritu cuando deviene.
1808-1816 Rector del Gymnasium de Núremberg. A este m ovim iento de salida H egel le asigna el
1811 Matrimonio con Marie von Tucher. sustantivo Entausserung que entendem os como
1812-1816 Ciencia de la lógica. extrañamiento.
1816-1818 Docencia en la Universidad de Heidelberg. aparecer (erschein). Este verbo tiene que ser relaciona­
1817 Enciclopedia de las ciencias filosóficas. do con otros dos (schein, parece, y offenbaren, m a­
1818-1831 Docencia en la Universidad de Berlín. nifestar o revelar) que pertenecen a la secuencia
1821 Fundamentos de la filosofía del derecho. que lleva del "se r" a la existencia. En la Ciencia de
1829-1830 Rector de la Universidad de Berlín. la lógica se sigue, en prim er lugar, el m ovim iento
1831 El 14 de noviembre muere en Berlín. del ser en su devenir esencia. Ésta es el ser cuando
se refleja dentro de sí, lo cual im plica que se ha
negado como ser en su inm ediatez. Esta reflexión
en sí, im plica la m ediación y, por tanto, la nega­
ción por m edio de la cual la esencia es el ser pero
en tanto parece sólo dentro de sí m ismo. Im porta
enfatizar que "p arecer" no tiene sentido peyorati-

1 Los tecnicismos hegelianos son tan amplios que requieren un auténtico


diccionario. Por tanto, este glosario necesariamente es limitado. Remito al dic­
cionario de Inwood.
vo alguno: no significa ilusión o engaño, sino un entendim iento (Verstand). Nivel del proceso de conoci­
m om ento necesario del desdoblam iento del ser en miento que consiste en separar, escindir y particu­
esencia. En tanto m om ento, requiere de desplaza­ larizar al objeto. Suele enumerar y contar los con­
m ientos ulteriores que son precisam ente el apare­ ceptos, dividir y clasificar, como sus herramientas
cer y el m anifestarse. más comunes. Su reino es el de la representación.
conceptuar (begreifen). La sim plicidad de los objetos Es la facultad del concepto determinado, que se
representados en la conciencia es re-elaborada a mantiene firme por medio de la abstracción y de la
través de establecer en ellos su m ovim iento que forma de la universalidad.
los hace ser, es decir, m ediante sus diferencias in­ especulación. Despliegue del pensam iento propia­
m anentes en relación con el universo que les da mente filosófico y que consiste en desentrañar el
consistencia. Los conceptos determ inados están proceso a través del cual las cosas mismas se cons­
puestos en su totalidad y unidad. tituyen en lo que son, sin imponerles un sentido
devenir (werden). Térm ino que usa H egel para cap­ externo a ellas mismas.
turar la unidad en m ovim iento que hace ser a las esp íritu (Geist). Es la unidad de todo lo humano. Tam­
cosas lo que son. Al com ienzo de la Ciencia de la bién se le puede entender como la com unidad de
lógica se hace evidente el uso y la utilidad que tie­ los seres pensantes. En la época anterior a Hegel,
ne en la dialéctica hegeliana el m om ento en el que "esp íritu " se entendía en sentido teológico referi­
las cosas son su negación, y en consecuencia son do al concepto de pneum a del N uevo Testamento.
m ovim iento. Se trataba de la tercera persona (el Espíritu santo)
en -sí (an sich). Es el prim er m om ento de la dialécti­ de la Santísim a Trinidad (Uno Divino y Trino). El
ca e indica la inm ediatez. En-sí (in sich), significa significado filosófico de espíritu es el resultado
estar dentro de sí en el sentido de haber vuelto a de una fusión entre el sentido ilustrado de esta
sí m ism o o haber retornado a sí; im plica el m o­ noción, acuñado por M ontesquieu, y la labor fi­
vim iento de salida y retorno. En sí (bei sich). Esta losófica de H egel en Jena, cuando está ajustando
form ulación, a m enudo traducida al castellano cuentas con Kant, Fichte y Jacobi, quien se ha­
com o "cabe sí" o "junto a sí", indica la unidad bía referido al dualismo m etafísico de m ateria y
que se obtiene al volver el sujeto a sí m ismo y que espíritu. Entonces es H egel quien da al térm ino
im plica haber superado los m om entos de la exte- espíritu un sentido filosófico propio y original al
riorización o salida. establecerlo como coronación del proceso de au-
toconocim iento de lo humano; así, el térm ino se
refiere al acto de pensar, entender y conocer pro­ realidad (Realitat). Es lo que se presenta como lo inm e­
pio del ser hum ano en tanto intersubjetividad. diatamente accesible a los sentidos y, cuando m u­
D e hecho, así entendido, el espíritu es el proceso cho, a la percepción.
com pleto de su propio conocerse. realidad efectiva (Wirklichkeit). Es la realidad racional­
eticid ad (Sittlichkeit). A diferencia de la m oralidad mente conceptuada. Es la única realidad efectiva,
vinculada con la form ulación del im perativo porque corresponde a su concepto.
categórico kantiano, la eticidad alude a las cos­ reflexión . P rocedim iento del pensar que consiste en
tum bres que son el resultado del proceso de au- que el sujeto, cuando piensa u n objeto, lo subje-
toafirm ación del ser hum ano en cuanto intersub- tiviza y, sim ultáneam ente, se refleja en el objeto.
jetividad racional. H egel adscribe la reflexión al form alism o kan ­
fo rm ació n (Bildung). Se refiere a la form ación del su­ tiano, frente a lo cual propone la especulación
jeto com o racional, culto, civilizado e indep en­ que consiste en llevar un paso m ás adelante a
diente. la reflexión para captar la unidad del sujeto y el
m oralidad (Moralitat). Constelación de acciones hu­ objeto.
manas determinadas por im perativos categóricos rem em orar, rem em oración (erinneren, Erinnerung).
racionales universales. Su origen es la filosofía de Viaje al interior de sí m ismo. Exploración intros­
Kant. pectiva o interna que hace el espíritu. Se trata de
positividad. Térm ino dominante en el periodo de Berna un procedim iento necesario para la autoconcien-
(1793-1796) con el que Hegel se refiere a la conver­ cia, toda vez que m ediante él se percata de su pa­
sión de la religión en un conjunto de rituales y obe­ sado como presente. Desde el punto de vista ló­
diencias pasivas e irreflexivas a los mandamientos gico, la rem em oración significa caer en la cuenta
y las instituciones que los promueven, protegen, de los m om entos negativos previos que contiene
difunden y de los que dependen. En general, se el concepto.
refiere al modo en el que el ser humano se entien­ rep resen tació n (Vorstellung). En el nivel del enten­
de a sí mismo y organiza su vida, desvinculado de dim iento las cosas están sim plem ente repre­
su fundamento moral reflexivamente considerado. sentadas en el pensam iento pero aún no están
Así, la religión positiva es la que sólo se funda en la conceptuadas.
autoridad y que no pone el valor del hombre en su superación (Aufhebung). Negación de algo en el nivel
moralidad. en el que se encuentra en principio, para elevarlo
a un nivel superior donde hallará nuevos signifi-
cados. Este término es esencial para comprender A breviaturas
el procedimiento hegeliano en su especificidad de
pensar las cosas en su negación constitutiva. Ej Escritos de juventud
ps "L a positividad de la religión cristiana".
Hj Historia de Jesús
Ec "E l espíritu del cristianismo y su destino".
d Diferencia entre el sistema de filosofía de Fichte y el de
Scelling
cs Fe y saber o la filosofía de la reflexión de la subjetividad
en la totalidad de sus form as como filosofía de Kant, Ja-
cobi y Fichte
se El sistema de la eticidad
ca La constitución de Alemania
DN Sobre las maneras de tratar científicamente el derecho
natural. Su lugar en la filosofía práctica y su relación
constitutiva con la ciencia positiva del derecho
fr Filosofía real
fe Fenomenología de espíritu
pR Propedéutica filosófica
ENü Enciclopedia filosófica para el curso superior
cL Ciencia de la lógica
ENc Enciclopedia de las ciencias filosóficas
DEP Dos escritos políticos
fd Principios de la filosofía del derecho o derecho natural y
ciencia política
RH La razón en la historia
lh f Lecciones sobre historia de la filosofía
l f r Lecciones sobre filosofía de la religión
c r El concepto de religión
LE Filosofía del arte o estética
w Werke in zwanzig Banden
B ibliografía fr Filosofía real. Trad. José M aría Ripalda. Madrid: Fon­
do de Cultura Económica, 1984.
Obras de Hegel* fe Fenomenología del espíritu. Trad. Wenceslao Roces y
Ricardo Guerra. México: Fondo de Cultura Eco­
Ej Escritos de juventud. Trad. Zoltan Szankay y José Ma­ nómica, séptima reimpresión, 1987. Existe una
ría Ripalda. México: Fondo de Cultura Económi­ nueva versión al español hecha por Manuel Ji­
ca, 1984. ménez Redondo: Pre-textos, Valencia, 2006.
ps "L a positividad de la religión cristiana", en: Ej. PRPropedéutica filosófica. Trad. Eduardo Vásquez. Caracas:
Hj Historia de Jesús. Trad. Santiago González Noriega. Ediciones de la Universidad Simón Bolívar, s/f.
Madrid: Taurus, segunda edición, 1981. ENü Enciclopedia filosófica para el curso superior. Trad.
ec "E l espíritu del cristianismo y su destino", en: Ej. Max Maureira y Klaus Wrehde. Buenos Aires:
D Diferencia entre el sistema de filosofía de Fichte y el de Biblos, 2009.
Schelling. Trad. Juan Antonio Rodríguez Tous. c l Ciencia de la lógica. Trad. Augusta y Rodolfo Mondol-
Madrid: Alianza, 1989. fo. Buenos Aires: Ediciones Solar, sexta edición,
cs Fe y saber o la filosofía de la reflexión de la subjetividad 1993, 2 tomos.
en la totalidad de sus form as como filosofía de Kant, enc Enciclopedia de las ciencias filosóficas. Trad. Ramón
Jacobi y Fichte. Trad. Vicente Serrano, Madrid: Bi­ Valls Plana. Madrid: Alianza, 1997.
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se El sistema de la eticidad. Trad. Dalmacio Negro Pavón de la Asam blea de estamentos del reino de Wür-
y Luis González Hontoria. Madrid: Editora N a­ ttem berg" y "A propósito de la reforma electoral
cional, 1982. en Inglaterra"). Trad. Kurt Sauerteig. México:
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Pavón. Madrid: Aguilar, 1972. fd Principios de la filosofía del derecho o derecho natural y
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1979. lh f Lecciones sobre historia de la filosofía. Trad. Wenceslao
Roces. México: Fondo de Cultura Económica,
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Introducción, 9

i. vida de hegel, 27

II. Los primeros escritos, 49

Comparación entre Fichte y Schelling, 54


Creer y saber, 59
Sobre el derecho natural, 66
La eticidad y las primeras pinceladas del Sistema, 75

III. La fenomenología del espíritu, 89

IV. La lógica, 127

iv. la filosofía práctica, 151

Derecho, 152
Moralidad, 158
Moralidad y eticidad, 166
Tres momentos de política: familia, sociedad civil
y Estado, 172
Sistem a de necesidades, 176
La administración de justicia, 178
La policía y la corporación, 180
El Estado y la política, 185
El poder del príncipe (Die fürstliche Gewalt), 192
El poder gubernativo (Die Regierungwgewalt), 198
El poder legislativo (Die gesetzgebende Gewalt), 199
La soberanía exterior, 203
Las relaciones entre Estados, 204

Adenda, 207

c ro n o lo g ía , 212

G losario, 213

abreviaturas, 219 Breve introducción al pensamiento de Hegel


es una publicación de la
Dirección de Publicaciones y Promoción Editorial
bibliografía, 220 DEla coordinación General de Difusión
Obras de Hegel, 220 DEla Universidad Autónoma Metropolitana.
Bibliografía suplementaria, 222 Esta obra se terminó de imprimir en diciembre de 2011
en los talleres gráficos de la Dirección de Publicaciones y Promoción
Editorial de la uam, Boulevard Adolfo Ruiz Cortines núm. 5157,
Col. Guadalupita, Tlalpan, 14610 México, D. F.

En su composición se utilizó la familia tipográfica Palatino,


la formación estuvo a cargo de DCG Rosalía Contreras Beltrán.

La edición consta de 1 000 ejemplares y estuvo al cuidado


del autor y de Santiago Sánchez Cuaxospa.

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