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COLECCION HISTORIA de la ADMINISTRACION

La Ilustración y la Reforma
de la Universidad
en la España del Siglo XVIII
Antonio Alvarez de Morales

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LA ILUSTRACION y LA REFORMA DE LA UNIVERSIDAD
EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XVIII -
ANTONIO ALVAREZ DE MORALES

LA ILUSTRACION
y
LA REFORMA
DE LA
UNIVERSIDAD
EN LA ESPAÑA
DEL SIGLO xvm
Edición conmemorativa del II Centenario de Carlos III

COLECCION HISTORIA DE LA ADMINISTRACION

INSTITUTO NACIONAL DE ADMINISTRACION PUBLICA


MADRID
1 9 8 8
© by the author

Edita: Instituto Nacional de Administraciones Públicas


Ministerio para las Administraciones Públicas
NIPO: 329-88-004-9
ISBN: 84-7088-467-0
Depósito Legal: M-37312/1988
IMPRENTA NACIONAL DEL BOLETIN OFICIAL DEL ESTADO
- SUMARIO

. " Páginas

PROLOGO A LA EDICION CONMEMORATIVA DEL n CENTENA-


RIO DE CARLOS III : : ". . . . . . . . . . . . . 11
INTRODUCCION A LA PRIMERA EDICION 13
PRESENTACION A LA SEGUNDA EDICI.o.N :.,' '" 15
NOTA A LA TERCERA EDICION .' : ;',' . . . . . . . . . . . . . . 17

CAPíTULO l.-SITUACIÓN y CAUSAS DE LA DECADENC.IA DE LA UNIVERSIDAD


ESPAÑOLA EN EL SIGLO XVIII:

1. Estado general de las Universidades . ': .. :. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19


2. El gobierno de las Universidades ; -: . . . . . . . . . . 24
3. Los estudiantes : ; .. '. . . . . . . . . . . . . 26
4. Los catedráticos 27
5. Las Facultades ~..... 29
La Facultad de Artes 30
La Facultad de Teología .. ~ ': '; ; ~ ....... 33
Las Facultades de Cánones y Leyes :. '. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
La Facultad de Medicina 36
6. Los Colegios Mayores .. , " '" '" . " . 37
La coligación colegial :' '. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

CAPíTULO n.-Los FUNDAMENTOS 'DE LA REFORMA UNIVERSITARIA DE


CARLOS IJI:
1. La Ilustración y la nueva concepción de la Universidad 45
2. El planteamiento de la. reforma universitaria en España: Feijoo,
Verney y Olavide 53

7
Páginas

El pensamiento reformista del P. Feijoo " ;....... 54


Verney y la influencia de su libro El verdad,ero método de estudiar. 56
Olavide y la Universidad. de Sevilla 61
3. La llegada de los reformistas al poder 68
4. Expulsión de los jesuitas 70
5. Planteamiento de las reformas por el Gobierno 75
6. La actitud de las Universidades '. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
7. Salamanca, eje de las reformas "......... 80

CAPÍTULO IH.-LA REALIZACIÓN DE LA REFORMA:

l. La centralización y uniformación de las Universidades:


A) La reforma del gobierno de las Universidades 85
a) Los Directores de las Universidades 86
b) Fortalecimiento de la institución rectoral 88
e) Los censores regios 90
B) Reformas de las cátedras ~2
C) La reforma de los grados 101
D) Planteamiento del problema de la ensefianza pública y la ense-
fianza privadA "......................... 105
E) El número de Universidades y la crisis de la supervivencia de
algunas de ellas 110
F) La Cédula de 1786, un paso más en el camino de la uniformidad. 112
2. La reforma científica: Los Planes de estudios de las Unnversidades. 115
A) Las Facultades de Teología 121
B) Las Facultades de Leyes ...". . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
C) Las Facultades de Cánones' 145
D) Las Facultades de Medicina _, 151
E) Las Facultades de Artes y Filosofia 153
3. Causas del fracaso de las reformas:
La oposición de los reaccionarios 158
La inaplicabilidad de los Planes de estudios 162
La falta de preparación de los reformadores..... . .. .. . . . 167
4. Una critica liberal al programa ilustrado 169
5. La reforma de los Colegios Mayores 179
A) Pérez Bayer y el Memorial por la libertad de la literatura en
Espafia:
a) Los afios de preparación intelectual 180
b) Los viajes a Italia (1754-1759) y la reforma del Colegio de
Espafia en Bolonia 185
e) Vuelta a la Península 189
d) El incidente de la Alcazaba de Granada 193

8
Páginas

e) La ideología de Bayer: Regalismo,! jansenismo y anti-


jesuitismo ............ 194
j) Preparación de la reforma de los Colegios Mayores 199
g) La reforma de los Colegios 206
h) Las circunstancias y el contenido del Memorial 207
La alianza jesuitas-colegiales 209
i) La influencia del Memorial en la reforma 214
j) La posición de Bayer dentro de las diversas corrientes re-
formistas 219
k) La defensa de los colegiales 222
B) El fracaso de esta reforma 229

CAPíTULO IV.-LA REFORMA EXTRAUNIVERSITARIA:

l. Los Reales Estudios de San Isidro 234


2. El proyecto de una Universidad en Madrid 236
3. Impulso a los estudios Científicos de las Sociedades de Amigos del
País y otras instituciones extrauniversitarias 241
4. Las Academias 247

CAPíTULO V.-LA POLÍTICA UNIVERSITARIA DEL REINADO DE CARLOS IV:

1. La situación de las Universidades al comenzar el reinado de Car-


los IV y su transformación en focos revolucionarios 251
2. La supresión de las cátedras de Derecho natural y de gentes 260
3. La Ilustración del reinado de Carlos IV y la Universidad. . . . . . . . 276
4. Luchas universitarias: Mentalidad tradicional contra Universidad
Ilustrada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 279
5. Los proyectos de reforma de las Universidades de Jovellanos 286
6. Reformas de Caballero 292
A) Reforma de los estudios jurídicos 294
B) Reforma de los estudios médicos y farmacéuticos 297
C) El Plan general de reforma de las Universidades de 1807:
a) La actitud de las Universidades ante el Plan 302
b) Los fines del Plan general. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 305
e) Los Planes de estudio de las Facultades 312
d) Reglas generales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 318
FUENTES LEGALES Y BIBLIOGRAFIA DE LA EPOCA.......... 323
BIBLIOGRAFIA 327

INDICE ONOMASTICO ....................................... 339

9
PROLOGO A LA EDICION CONMEMORATIVA
DEL II CENTENARIO DE CARLOS III
Me produce natural satisfacción que el1NAP quiera unirse a la conmemo-
ración del JI Centenario de Carlos 1J1 editando de nuevo este libro escrito
hace ya casi veinte años.
A pesar de que en este tiempo transcurrido se ha escrito bastante sobre el
siglo XVIII se ha profundizado poco en algunas de las cuestionesfundamenta-
les de este siglo, que por eso sigue siendo mal conocido. Es lamentable que
algunos de los personajes políticos claves que salen en estas páginas carecen
todavía hoy de estudios serios y sobre todo en muchos casos sus escritos no se
han editado nunca. En este sentido sólo hemos avanzado en el terreno que hoy
concebimos como estrictamente literario.
Por otra parte, la Universidad como en tiempos de Carlos JJJ, pasa por
momentos críticos, pero hace poco destacaba en otro lugar, al referirme a
ella, la enorme capacidad de esta institución para defender Stl autoconciencia
a lo largo de tantos siglos, superando los cambios más profundos producidos a
su alrededor. Por eso no importa que los políticos. en el caso de este libro, los
'ilustrados fracasen en su reforma, la propia Universidad ha sido autosufi-
ciente y autoconsciente para salir adelante y mantener su identidad.
Los grandes principios de la enseñanza van a ser asumidos por primera vez
en España: la obligación de extender la enseñanza, uniformidad, control del
Estado.
Pero el estilo mental de los ilustrados era superficial. Trivializaron la gran
tarea pensante, les bastaba con traducir.
Tampoco fueron sistemáticos -el criticismo no es buen compañero del
pensamiento sistemático-, sino más bien fragmentarios e inconexos.

11
Poca cosa para la necesidad que España tenía de salir de la postración
. intelectual en que se encontraba. La creación de una enseñanza nacional
uniforme de la que dependía la riqueza del país era un objetivo demasiado
imporiante para ellos y para las contradicciones de la Monarquía.
Sin embargo, no conviene olvidar que en el siglo XVIII España conoce las
mismas aventuras rituales que las otras naciones europeas, tal como había
ocurrido en el pasado y como iba a ocurrir en el futuro.

Madrid, 20 de enero de 1988

12
INTRODUCCION A LA PRIMERA EDICION

El estudio que ahora se publica forma parte de uno más amplio que
comprende la génesis y el desarrollo de la Universidad española
contemporánea.
En éste se estudian las reformas universitarias llevadas a cabo por la
Ilustración española: una, en el reinado de Carlos III, y, la otra, en la de su
hijo Carlos IV. Son los precedentes de los trabajos que llevaron a cabo los
liberales en el siglo siguiente.
Aunque dichas reformas fracasaron en su objetivo principal, levantar a
las Universidades del estado de postración en que se encontraban, tuvieron
la virtualidad de realizar la secularización de estos establecimientos hasta
entonces primordialmente eclesiásticos, y de crear -aun en medio de la
decadencia de la vida de la Universidad- ciertos núcleos intelectuales y
universitarios, que tendrán indiscutible importancia en la evolución de las
ideas en el final del Antiguo Régimen y en el triunfo del liberalismo.
Espero que este libro tenga, al menos, el interés de plantear, en sus
justos términos y con la conveniente amplitud, un tema que afecta de modo
directo a la historia de las ideas en España, a través de la vida de una
institución de tanta trascendencia como es la Universidad.
Esta información ha sido estudiada desde un punto de vista histórico-
jurídico, pues el establecimiento de un nuevo régimen jurídico fue el
vehículo a través del cual se realizaron las reformas. Las fuentes legales en
donde se reflejaron las reformas, y de modo especial los Planes de estudio
de las Universidades, han sido los materiales empleados en este trabajo, así
como las historias particulares de varias Universidades, publicadas en el
siglo pasado, a raíz de la Revolución del 68, que contienen apéndices
documentales importantísimos. En cambio, no ha sido apenas de utilidad
la documentación de esta época, procedente de varias Universidades,
recogida en el Archivo Histórico Nacional.
Madrid, mayo de 1971

13
PRESENTACION A LA SEGUNDA EDICION

Esta nueva edición se ajusta fundamentalmente a lo que fue la primera,


por eso se ha respetado su estructura y se ha procurado añadir lo que se ha
considerado más importante de lo que han sido las investigaciones del
autor sobre el tema desde que se publicó aquella primera edición y que se
refiere a los siguientes puntos: la crítica liberal al programa ilustado, las
luchas ideológicas entre tradicionales e innovadores en el reinado de
Carlos IV y la supresión de las cátedras de Derecho Natural y de Gentes,
también ocurrida en este último reinado. Para el resto de la obra, la nueva
edición representa una puesta al día de la bibliografia y matizaciones en
algunas cuestiones, de acuerdo con la evolución que ha experimentado el
pensamiento del autor.
Madrid, mayo de 1979

15
NOTA A LA TERCERA EDICION

Con motivo de esta tercera edición se ha ampliado, sobre todo, el


apartado referente a Pérez Bayer y al Memorial por la libertad de la
literatura española. Se pretende con ello contribuir a conocer mejor la
verdadera constitución y eficacia del grupo reformista en el reinado de
Carlos III.
Madrid, noviembre de 1984

LA ILUSTRACION y LA REFORMA..•-2
17
CAPITULO PRIMERO
SITUACION y CAUSAS DE LA DECADENCIA
DE LA UNIVERSIDAD' ESPAÑOLA
EN EL SIGLO XVIII

1. Estado General de las Universidades

España inicia, desde finales del siglo XVI, un proceso de decadencia, que
va acentuándose cada vez más, y que culmina en el triste reinado del último
austria l. Es una decadencia general que afecta a todas las instituciones del
país, desde las más a las menos altas, y de la que las Universidades, que son
una institución en tan íntima relación con la sociedad, no podían constit~ir
una excepción, por lo que también se verán gravemente afectadas, tal
como escribió don Vicente de la Fuente: «el gobierno andab,a mal, el rey,
frív.olo y distraído, con guerras extranjeras metidas ya dentro de casa, sin
política, sin administración; todo andaba desquicÚldo; y si todo iba mal,
¿podían ir bien las Universidades, Colegios y enseñanzas? Quando caput
dolet, caetera membra dolent»2.

1 Dentro de la amplia bibliografía sobre la decadencia española, pueden destacarse:

SAINZ RODRíGUEZ, P.: Evolución de las ideas sobre la decadencia española; PALACIO, V.:
Derrota. agotamiento y decadencia de la España del siglo XVII. Madrid, 1962; Madrid, 1948;
RODRíGUEZ CASADO, V.: Conversaciones de Historia de España. 1. 1, págs. 246 y ss.; MARíAS, J.:
La España posible en tiempos de Carlos IlI, Madrid, 1963; Historia de España y América,
dirigida por J. VICENS VIVES, 1. IV, págs. 250 y SS., con una amplia bibliografía al final de la
obra; JOVER,J. M.: "Sobre la concienCia histórica del barroco español», en Arbor, núm. 39,
Madrid, 1949; SÁNCHEZ MONTES, J.: "Una revisión actual de las ideas sobre la decadencia
española», en A[bor. núm. 40, Madrid, 1949.
2 DE LA FUENTE, V.: Historia de las Universidades, Colegios y demás establecimientos de
enseñanza en España. 4 vols., vol. 111, Madrid, 1884-1889, página 5.

19
Las Universidades, tras conocer su más alto esplendor en el Siglo de
Oro, empiezan a decaer, en un proceso que todavía, a principios del XVII,
se mantiene a una cierta altura; «pero en la segunda mitad de aquel siglo
funesto y corrompido no se halla ni literatura, ni historia, ni industria, ni
arquitectura, ni gobierno, ni política, ni derecho: se retrocede en España
hasta el siglo XII» 3. El país, con todo, va adquiriendo también, a lo largo
del siglo, conciencia de la crisis y de la decadencia, y de esa conciencia es
reflejo la profusión de proyectos, arbitrios, avisos al rey, memoriales,
copias, sermones, chistes vulgares y una literatura específica sobre este
problema. La guerra de Sucesión es la expresión culminante de esa crisis, y
el cambio de dinastía agudiza el examen detenido de la situación, por
diversos autores, afanosos de encontrar las causas que han conducido a la
nación a ese estado de postración 4.
Las causas que de ordinario denunciaron esos autores como razones
profundas de esta decadencia -sin entrar, de momento, en el examen de
los defectos concretos del régimen de Facultades, Colegios Mayores,
etcétera- fueron varias, y, en primer lugar, el temor a la novedad. El padre
Feijoo, en un examen de los motivos por los que él cree que los estudios de
física, matemáticas y ciencias naturales se encuentran casi abandonados,
señala una serie de causas, todas íntimamente ligadas entre sí, porque la
primera, «el corto alcance de los profesores», es una causa directa de «la
preocupación que reina en España contra toda novedad», puesto que ellos
serían los llamados, por el lugar que ocupan, a estudiar e introducir todo
progreso que se haga en las ciencias. Toda novedad era calificada como
sospechosa, especialmente en las cosas que podían tener una mayor o
mejor relación con la doctrina. Así que, de entrada, cualquier novedad
científica era calificada de inútil, lo cual ahorraba incluso el trabajo de
entrar a examinarla, por lo que se habían formado una "diminuta o falsa
noción ... de la filosofía moderna", junto con la bien o mal fundada
preocupación contra Descartes». La raíz de esa actitud reaccionaria frente
a toda novedad o p;ogreso está en «un celo, pío sí, pero indiscreto y mal
fundado; un vano temor de que las doctrinas nuevas en materia de Filoso-
fía traigan algún perjuicio a la Religión» 5.

3DE LA FUENTE: ob. cit.. t. 111, pág. 6.


. 4Esta situación fue igualmente puesta de manifiesto por algunos intelectuales extranjeros
que visitaron España en esta época. Vid., sobre todo, Anónimo: « Viaje de España", en Viajes
de extranjeros por España y Portugal. Madrid, 1962, págs. 381 y s.; RODRiGUEZCASADO. V.:
Conversaciones de Historia de España. 1. 1, pág. 258.
s FEIJOO. P.: Cartas Eruditas. t. 11, 16: «Causas del atraso que se padece en España en
orden a las ciencias naturales", pág. 185.

20
Como tendremos ocaSlOn de ver más adelante, los estudios que se
cursaban en las Universidades durante la época de la decadencia eran los
de teología y Cánones. Las Facultades de Medicina llegaron a estar en la
más completa ruina; las ciencias, llamadas útiles por la Ilustración, esta-
ban en un total abandono y eran incluso menospreciadas: eran rarísimas
las personas que las cultivaban, y alguna de ellas lo hacían fuera de la
Universidad. De la Fuente nos habla «del apego a todo lo que fuese
abstruso más que abstracto, oscuro, teórico y nada práctico ni experimen-
tal, con odio a todo lo extranjero» 6.
Sobre este abandono en que se encontraban estas ciencias en las
Universidades dejó una amplia exposición, en su Vida, don Diego Torres
de ViUarroel, catedrático de Matemática de la Universidad de Salamanca,
cuyo relato -sin duda cargado de tintas- sobre el estado de estas ciencias
en Salamanca y los estudios con los que logró su cátedra, y la manera en
que se desarrolló su oposición, no deja, sin embargo, de reflejar una
realidad 7. No es que en España no se cultivaran estas ciencias, sino que se

6 DE LA FUENTE, V.: ob. cit.. 1. I1I, pág. 375.


7 TORRES VILLARROEL, DIEGO: Vida y aventuras del Dr. D.. catedrático de Prima de
Matemáticas en la Universidad de Salamanca. Madrid, 1792. Dice un párrafo de esta obra: «Dí
en el estraño delirio de leer en las facultades más desconocidas y olvidadas y arrastrado de esta
manía, buscaba en las librerías más viejas de las comunidades a los autores rancios de la
Filosofia, la Mágica, la TrasmutatorJa, la Separatoria y, finalmente, paré en la Matemática,
estudiando aquellos libros que viven enteramente desconocidos o que están por su extrava-
gancia despreciados. Sin director y sin instrumento alguno de los indispensables en las
ciencias matemáticas, lidiando sólo con las dificultades, me aprendí algo de estas inútiles y
graciosas disciplinas, las lecciones y tareas a que me sujetó mi destino y mi gusto, las tomé al
revés, porque leí la Astronomía y Astrología que son las últimas, primero, sin más razón que
haber sido los primeros librillos que encontré, unos tratados de Astronomía escritos por
Andrés de Argolio y de Astrología impresos por David Origano. A estos cartapacios ya las
conferencias y conversaciones que tuve con don Manuel de Herrera, clérigo de San Cayetano
y sujeto docto y aficionado a estas artes, debí las escasas luces, que aún arden en mi rudo
talento y los relucientes antorchones que hoy me ilustran Maestro, Doctor y Catedrático en
Salamanca cuando menos. A los seis meses de estudio, salí haciendo almanaques y pronósti-
cos......
Es importante notar, con respecto a las críticas de Torres Villarroel, que se encuentran en
un distinto plano de los demás escritores citados, incluso de los más rigurosamente contem-
poráneos a él, como Feijoo, ya que se muestra, a pesar de esas críticas, muy tradicionalista en
todas las cuestiones de fondo, lo que no quiere decir que sea un escritor barroco, sino que
como han puesto de manifiesto Sebold y Suárez Galbán es un escritor muy del siglo XVIII. Vid
SEBOLD. R.: Torres de Villarroel y las vanidades del mundo. Archivos. Oviedo, VII, núms. 1a 3,
págs. 115 y ss., y SUÁREZ-GALBÁN: La vida de Torres Villarroel: Literatura antipicaresca.
autobiografía burguesa. Madrid, 1975.
Lo que no quiere decir que sus críticas no molestaran y así lo hace notar el P. Ribera,
Catedrático de Salamanca en un memorial en el que se dice: «La pluma de don Diego ha
escupido en sus libros mucho veneno contra las Universidades de Esñaña, singularmente
contra la salmantina su madre, y contra la sapientísima Complutense. Ni ha tratado con
menos impiedad a varios gremios religiosos y a los colegios mayores. Han sufrido y callado

21
cultivaban fuera de la Universidad, en los Colegios militares de Marina,
Ingeniería y Artillería, y por algún científico al margen de aquélla. El caso
del padre Tosca, y algún otro más, tantas veces aducidos, como argumento
del alto nivel en que se encontraban estas ciencias en España por los
polemistas defensores de los valores patrios, es más bien una excepción que
confirma la regla 8.
Otra causa general de decadencia, que luego examinaremos más dete-
nidamente al describir los diferentes órganos de la Universidad, era el
abandono de la docencia, motivado por su escasa dotación y la considera-
ción de ser la cátedra un puesto de paso a mejores cargos 9.
Grave causa era, también, la concesión de grados, especialmente los de
bachiller, que conferían las Universidades menores sin las mínimas exigen-
cias científicas. Causa íntimamente unida al exceso de Universidades.
Reflejo de esta penosa situación es la representación que la Universidad de
Alcalá elevó al rey en 1734, a través de su Facultad de Cánones. La
exposición comenzaba así:
«Señor, la Facultad de Sagrados Cánones de la Universidad de Alcalá,
estimulada de su obligación, no puede contener ya su sufrimiento en vista
de los perjuicios que a la Universidad, al Estado ,y a la Iglesia se siguen de la
mala colación de los grados de bachiller licenciado, que por abusos intro-
ducidos se hace con notoria injusticia de los hijos de la Universidad.» Y
más abajo, añadía: «las incorporaciones de los grados de las Universidades
menores son la causa de las mil inquietudes e injusticias, que no puede
disimular la Facultad... y así se experimenta la monstruosidad,de que se
cuenten entre los maestros los que aún no han 'llegado a ser discípulos.
Nadie quiere pasar por la penosa carrera de los cursos para conseguir el
grado de bachiller, ni por la precisa tardanza de tiempo para hacerse capaz
del grado de licenciado, pudiendo por medio de un grado comprado en las
Universidades que se venden, lograr su incorporación en la nuestra y
usurpar los honores y premios que pertenecen a los legítimamente gradua-
dos». Lo peor de todo es que esta compraventa de grados se realiza en la
propia Alcalá con la venia y dirección del ref:tor del Colegio Mayor de San
Ildefonso, contra el cual se dirigía fundamentalmente la denuncia. Las

los ofendidos, y de este silencio y paciencia ha tomado alientos Diego de Torres para hablar y
escribir con desafuero y temeridad. AUS-M387.
8 Vid. MENÉNDEZ PELAYOy la polémica que mantuvo en defensa de la ciencia espñola, en
sus obras Historia de los Heterodoxos y La Ciencia española. Posteriormente se ha vuelto a
plantear la misma cuestión en diferentes ocasiones. Vid. MARAÑÓN.G.: «Nuestro siglo xVlIIy
las Academias», en Obras completas. 1. lB, pág. 305.
9 PALACIO, V.: Los' españoles de la Ilustración. Madrid, 1964. El apartado del cap. IV, «La
cátedra como trampolín», págs. 132 a 134.

22
Universidades menores que aparecían específicamente señaladas eran las
de Almagro, Avila y Sigüenza, pero en no mejor estado se encontraban las
otras. La exposición pedía al rey su intervención para que no se admitiese a
la incorporación grado alguno cuyos estudios no se hubiesen seguido
rigurosamente en virgud de cursos y examen. Pérez Bayer refiere el mismo
vicio en la Universidad de Salamanca, y De la Fuente cita un caso de un
estudiante de aquella Universidad que fue ajusticiado por el delito de
traficar con grados 10.
Los profesores que daban sus clases, enzarzados en inútiles disputas~
impulsados por el espíritu de partido o esuela que les dominaba, mante-
nían alejados del estudio a los estudiantes, que no encontraban el menor
estímulo para dedicarse al trabajo y a la formación científica 11 •
. FInalmente, la perniciosa influencia ejercida por los Colegios Mayores,
sobre las Universidades de Alcalá, Salamanca y Valladolid, e, indirecta-
mente sobre las demás, contribuyó en sobremanera a su decadencia, dado
el poder alcanzado por esas instituciones. Ya desde comienzos del siglo x-
VII, los Colegios tomaron conciencia de su fuerza, especialmente los cuatro
de Salamanca, los cuales se unieron y trataron de formar cuerpo aparte de
la Universidad, presumiendo que ellos constituían por sí solos Universi-
dad, en virtud de las Bulas pontificias en que se les concedía el privilegio de
conferir grados. Se inició una lucha sorda entre Colegios y Universidad,
con incidentes graves, como el que ocurrió en 1621, con motivo de las
exequias por el rey Felipe III, en que el Colegio de San Bartolomé atropelló
al claustro en la iglesia de Santa Ursula 12. La Universidad trataba de
sujetar a los Colegios, oponiéndose a sus exorbitantes pretensiones, espe-
cialmente a la concesión de grados, .que, junto a otros privilegios de que
gozaban, llegaron a representar una verdadera amenaza para ella; pero en
los diferentes pleitos que se entablaron, siempre salió perdiendo la Univer-
sidad, y a ello no fue ajena la poderosa influencia de los colegiales, que
fueron ocupando los principales puestos de la administración del país.
Esta situación, que se fue agudizando con el paso del tiempo, motivó que

10 DE LA FUENTE. V.: ob. cit.. págs. 289 y 290.


11 SEMPERE vGuAR1Nosdescribe así este espíritu de partido que reinaba en las Universida-
des: «Tenía adoptados desde la filosofía ciertos autores, cuyo sistema era la base para en
adelante, y caracterizaba en los estudiantes la elección de sentencia que había hecho. Esta
elección se debía seguir con tanto empeño que si alguno daba el menor indicio de querer dejar
la escuela en que había profesado, quedaba expuesto infaliblemente a los fatales tiros que
suele disparar la indignación de ciertos hombres tanto más temibles cuanto más respetables y
autorizados." Ensayo de una biblioteca española de los mejores escritores del reinado de
CarloslII. «Discurso preliminar". tomo 1, págs. 31-33.
12 DE LA FUENTE. V.: ob. cit.. t. 111, pág. 7.

23
uno de los objetivos de la reforma hubiera de ser el arreglo radical de los
Colegios y su subordinación a la Universidad. Algunas medidas que antes
intentaron tomarse resultaron inútiles, por lo que Pérez Bayer y otros
autores denunciaron que la solución de este grave mal era condición
ineludible para la eficacia de toda reforma 13.
En fin, la actuación externa de los estudiantes sería fiel reflejo del clima
general de la Universidad. Es significativo un acuerdo que tomó el claustro
de Alcalá para reprimir la indisciplina estudiantil: «atento a que vienen a
esta Universidad a matricularse muchos mozos mayores de veinte años, sin
ánimo de estudiar, y que no estudian palabras, ni tratan más que de
valentía, y de buscar inquietudes y caminos por donde sustentarse y
pervertir a la gente de poca edad... ». El motivo frecuente de las peleas y
faltas de disciplina era la división de los estudiantes en «naciones», que
favorecía la formación de banderías y las rivalidades entre los diversos
grupos 14.
Las razones específicas del estado de decadencia en que se encontraban
los estudios afectaban las unas directamente a las Universidades, mientras
que las otras provenían de la situación de los Colegios Mayores y repercu-
tían indirectamente en la Universidad.

2. El Gobierno de las Universidades

Empezando por las primeras, nos encon!ramos en primer lugar ~on las
deficiencias de gobierno, régimen interior y organización de las Universi-
dades. Como característica general, puede hablarse del carácter democrá-
tico de su gobierno, y, a este respecto, pueden citarse los juicios de dos
escritores del siglo XIX. Gil y Zárate dice: «Era el gobierno de las Universi-
dades "en extremo democrático, formando aquellos establecimientos una
especie de repúblicas, donde hasta l,os escolares tenían su representación,
interviniendo en muchos actos importantes.» Y De la Fuente añade: «Eran
éstas antes del año 1845 una pequeñas repúblicas más o menos libres e

13 PÉREZ BAYER: Por la libertad de la Literatura española. Memorial al rey Don Carlos lIl,
B. Nacional, 2 vols., Mss., 18375-6. Sobre ello, vid. ALVAREZ DE MORALES:Pérez Bayer y su
Memorial por la libertad de la Literatura española, 11, Simposio sobre el P. Feijoo y su siglo,
Oviedo, 1976; LANZ DE CASA FONDA: Diálogos de Chindulza, Universidad de Oviedo, 1970.
Una selección de textos de PÉREZ BAYER, F. BERTRÁN Y LANZ DE CASAFONDA, en AGUILAR
PIÑAL, F.: Los comienzos de la crisis universitaria en España (Antología de textos), Madrid,
1967, págs. 97 a 120. También Epístolario VI Mayáns y Pérez Bayer, transcripción, notas y
estudio preliminar de A. MESTRE, Pub. del Ayuntamiento de Oliva, Valencia, 1977.
14 DE LA FUENTE, V.: ob. cit., t. 111, págs. 5 y 87 y s., y 127 y s.

24
independientes» 15. Dos eran las autoridades que se encontraban general-
mente al frente de ellas: el Cancelario o Canciller y el Rector. El primero
tenía su origen en las Universidades fundadas por los Papas, y era el
delegado de su jurisdicción en ellas; a esta función se unió la representación
del poder real cuando éste empezó a interferir en la vida universitaria. Era
un cargo permanente que solía recaer en el Obispo u otra autoridad
eclesiástica, y aparte del ejercicio de su jurisdicción, a su titular correspon-
día conferir los grados y presidir los claustros. Sobre sus atribuciones y la
función que le correspondía existió una amplia serie de disposiciones, ya
que fueron frecuentes las colisiones de su autoridad con las de otros cargos
académicos y extraacadémicos.
El Rector, donde había Cancelario, era la autoridad estrictamente
académica, aunque sus exactas atribuciones variaban según los estatutos
de cada Universidad.
En general, se puede decir que le correspondía el gobierno interior y la
vigilancia del cumplimiento de las obligaciones por parte de maestros,
escolares y demás personas adscritas a la Universidad. Su elección variaba
mucho de unos estatutos a otros, según el origen de la Universidad y los
elementos que habían intervenido en su fundación. Así o eran elegidos por
los claustros, o por los doctores, o por el Ayuntamiento de la ciudad, como
ocurría en Valencia, o por los estudiantes, entre ellos mismos, como en
Salamanca, por cuya razón esta Universidad padeció desde finales del
siglo XVI un continuo estado de indisciplina 16.
Los claustros diferían mucho de unas Universidades a otras: en unas
había número prefijado de miembros y en otra, no; en unas el derecho de
patronato daba lugar a formar parte de ellos, y no así en otras, etc. De
todas formas, su poder nunca fue excesivo; el verdadero poder se encon-
traba repartido entre Cancelario y Rector, con continuas disputas entre
ellos sobre sus respectivas competencias, lo que, unido a la intervención de
los escolares en algunos puntos importantes, era causa de grave desgo-
bierno 17. Este desgobierno, que se manifestó agudamente en la dilapida-

15 GIL VZÁRATE, A.: De la instrucción pública en España, t. III, Madrid, 1855, y DE LA


FUENTE, V.: ob. cit.. t. 1, pág. 4.
16 GIL y ZÁRATE: ob. cit., t. II, sección 4.", cap. IV, págs. 253 y ss.
17 GIL VZÁRATEda noticias de cerca de 40 Universidades españolas, ob. cit., t. II, páginas
180 a 252. La terminología Universidad mayor y menor tiene su origen en Castilla y
concretamente se utilizó para distinguir a las Universidades de Salamanca, Alcalá y Vallado-
lid de las demáa, incluyendo en éstas por extensión no sólo a las otras castellanas, sino a todas
las del Reino. La razón de esta distinción se encontraba en los especiales privilegios que
gozaban, pero conforme fueron decayendo todas ellas, a la vez esta distinción fue desapare-
ciendo y careciendo de sentido, lo cual hizo que las mayores atacaran a las demás, atribuyén-

25
ción de las rentas de las Universidades, malgastadas en pleitos inútiles,
originados de ordinario por simples futilidades, o en gastos de mera
pompa, provocó la decadencia de los estudios, especialmente en la.s meno-
res, algunas de las cuales llegaron a desaparecer y otras a funcionar
solamente con dos o tres cátedras; pero aún más grave fue que, al contar
casi como únicos ingresos los que recibían con motivo de la concesión de
grados, éstos empezaron a conferirse sin apenas exigencias académicas,
llegándose a una descarada compraventa 18.

3. Los estudiantes
Pasemos ahora a examinar cómo eran los estudiantes de aquellas
Universidades. Lo primero que se observa es que la supervivencia de una
situación llena de privilegios, fueros, exenciones e inmunidades, su divi-
sión en «naciones», sus prerrogativas en el gobierno de la Universidad,
especialmente en el nombramiento de los catedráticos, unido a ser una
masa propicia a los alborotos e indisciplinas, hacía que fuera una grey
estudiantil bastante peculiar, en donde es evidente que quedaba excesiva-
mente postergado el deber fundamental de estudiar y aprender 19.
Una vez llegados a la Universidad, su ausencia de las aulas era casi
total: á numerosas cátedras sólo se acudía para la matrícula y al grado, y
aun aquélla muchas veces no se hacía personalmente, aunque a estas faltas
contribuía también el poco interés y la absoluta falta de altu.ra científica
que tenían las explicaciones de los catedráticós, sirviendo así de excusa al
desinterés de los escolares las deficiencias de los maestros 20.
Un libertino erudito, Cristóbal del Hoyo Sotomayor, como le califica
Iris M. Zavala, señala además que la falta de dinero era la causa del escaso

doles el ser causa de su decadencia, al igualarse de hecho todas en categoría. Por eso la
distinción carece de sentido cuando comienzan las reformas de Carlos III, y ni en documentos
oficiales ni oficiosos suele aparecer, aunque aún estaba latente, y por eso no es de extrañar que
aparezca alguna vez, como en el caso de una Cédula de 1802, que quizá sea la última vez que se
emplea.
Cuando comienzan las reformas.y se impone como medida la necesaria reducción del
número de Universidades, aparece una distinción de hecho, entre Universidades que deben
continuar y las que deben desaparecer, atendidas las circunstancias de cada una de ellas,
especialmente su estado y su situación geográfica. Que va adquiriendo, sin ninguna manifes-
tación expresa, rango oficial, desde el momento en que varias disposiciones legales, que
forman parte de la legislación de las reformas, sólo se refieren a un grupo reducido de
Universidades, que con alguna pequeña diferencia siempre son las mismas y que, finalmente,
vendrán a coincidir con las diez que dejará la reforma de Caballero en 1807.
18 DE LA FUENTE. V.: ob. cit.. t. IV, pág. 24.
19 Ibíd.. t. 111, págs. 87 y s.; y págs. 127 y s., y GIL y ZÁRATE. t. 11, pág. 295.
20 FEUOO. P.: Teatro Crítico. t. VIII, «El Dictado de las Aulas», Madrid, 1769, pág. 31.

26
número de universitarios que había en España a mediados del siglo XVIII. Y
concreta que Alcalá y Valladolid eran Universidades caras, por lo que es
preferida la de Salamanca, que era más barata 21.
Otra peculiaridad de los estudiantes era la división en las dos cat.egorías
en que cristalizó su tendencia a la división en grupos. Se dividieron los
estudiantes en colegiales y manteístas; aquéllos eran los que, por gracia o
mediante pago, vivían en los Colegios fundados juntos a las Universidades
y se distinguían por llevar una prenda especial llamada beca, nombre que
se hizo extensivo a la pensión que disfrutaban. Los manteístas, llamados
así por ir vestidos con el traje talar y encima el manteo, vivían en casas
particulares y pensiones, teniendo que realizar diversos trabajos domésti-
cos para poder vivir. Esta separación clasista tendría gran repercusión al
sonar la hora de la reforma y fue el origen de muchos de los desórdenes y
faltas de disciplina. Resultaba del todo ineficaz que los bedeles y alguaciles
de las autoridades académicas hicieran rondas por las pensiones y colegios
para vigilar que los estudiantes guardaran las horas señaladas en los
estatutos para el estudio 22.

4. Los catedráticos

Toca ahora ver cómo eran los catedráticos de las Universidades. La


causa principal de su deficiente nivel hay que buscarla, sobre todo, en el
procedimiento de provisión de las cátedras. Originariamente fue éste un
derecho íntimamente ligado a los fundadores y patronos, así como a los
cancelarios, rectores y claustros; pero, como ya hemos dicho antes, los
estudiantes pasaron a elegirlos en algunas Univesidades, lo que empezó a
introducir las malas prácticas de los sobornos y promesas a los escolares
para conseguirlas. Varias leyes de los Reyes Católicos, Felipe II y Felipe III
prohíben los sobornos y dádivas; el Consejo de Castilla avocó para sí la
provisión de todo tipo de cátedra en las Universidades de Salamanca,
Alcalá y Valladolid, pero nada se consiguió, pues a través del Consejo se
introdujo la parcialidad a favor de los colegiales, ya que los miembros del

21 Carta del Marqués de la Villa de San Andrés. Dedicada a la muy ilustre señora Doña
María Theresa Vélez del Hoyo y Sotomayor, y dada a la luz por el M. R. P. Fray Gonzalo
González de San Gonzalo, lector jubilado. Padre más antiguo en la Provincia de San Joseph
en el Reyno del Perú. Sin fecha ni lugar de impresión, pero alrededor de 1740 y en Madrid. La
cita en pág. 219, hay un ejemplar en B. N. 3/51.058; vid., sobre él, DOMÍNGUEZORTIZ.A.:
"Una visión crítica de Madrid del siglo XVIII", en Hechos yfigurasdel siglo XVII/, Madrid, 1973,
páginas 89 y s., e IRIS M. ZAVALA: Clandestinidad y libertinaje erudito en los albores del siglo
XVIII. Ariel, Barcelona, 1978, págs. 376 y S.
22 DE LA FUENTE. V.: ob. cit.. t. I1I, pág. 327.

27
Consejo pertenecían a dicha clase 23. Pérez Bayer expone así la situación:
«pero nada es comparable con el arrojo con que el Consejo (esto es, los
Consejeros colegiales, que eran sólo los que en ello tenían interés) hizo
creer esta insigne falsedad, de que sus Colegios se fundaron para maestros
públicos, a los señores reyes Felipe IV y Carlos n, y lo que aún más, para
hacer que lo afirmasen así en sus Reales Cédulas Impresas» 24. Los colegia-
les, valiéndose así de esta situación, ya de derecho adquirida, establecieron
en la Universidad de Salamanca el llamado «turno colegial» para la
provisión de cátedras. En el turno entraba la Universidad, formando un
único grupo de los manteístas, colegiales menores y militares, mientras que
los cuatro Colegios Mayores formaban cada uno el suyo particular, así de
cada cinco cátedras, cuatro quedaban aseguradas para colegios mayores.
El absurdo que encerraba este sistema hacía exclamar con asombro a Pérez
Bayer: «¿Cómo es creíble que en sólo un Colegio de muy pocos individuos,
y éstos de diferentes Facultades... , quiero decir, unos teólogos y otros
juristas, y lo que es más, entre sólo tres sujetos (porque no pueden ser más
los opositores de cada Colegio) haya de haber y de hallarse tanto bueno en
que escoger para el Magisterio, como en todo el Cuerpo de Graduados,
Doctores, Licenciados y Profesores de la Universidad?» 25.
Conocida es la descripción de Torres de Villarroel, de sus oposiciones a
la cátedra de Salamanca de las Matemáticas, en 1726, en las que sólo pudo
realizar el primer ejercicio, la exposición de un punto elegido de entre tres
sacados al azar de entre todos los que formaban el programa. El segundo,
que era un examen ante el claustro pleno, no se realizó, «porque no tenía
entonces esta escuela sujeto alguno que estuviese instruido, porque entre
los más de sus profesores pasaban nuestras tablas y figuras por una especie
de brujería y cabalismo» 26.

23 GIL y ZÁRATE: ob. cit., 1. 11, págs. 264 y s.; RODRÍGUEZ CASADO. V.: La política y los
polfticos en el reinado de Carlos 1II, Madrid, 1962, págs. 112 y ss.
24 Vid., también, GIL y ZÁRATE. A.: ob. cit., t. 11, págs. 267 y s.; DE LA FUENTE: ob. cit..
tomo 111, pág. 10, YSALA BALUST. L.: R~ales reformas de los antiguos Colegios de Salamanca
anteriores a las del reinado de Carlos III (1628-1770), Valladolid, 1956. Por esta disposición,
Felipe IV quitó a los estudiantes el derecho a votar las cátedras, causa de atropellos, sobornos
y muertes.
2S PÉREZ BAYER. F.: loe. cit., en AGUILAR. F.: ob. cit., pág. 210.
26 «Hundido en el ocio y la inquietud escandalosa, y sin haberme quedado más obligación
que la de asistir a la cátedra de Retórica, que era la advocación de mi beca, proseguí en el
Colegio, sufrido y tolerado de la lástima y del respeto a mis pobres padres. En este arte no
adelanté más que la libertad de poder salir de casa, y algún bien que a mi salud le pudo dar el
ejercicio. Era el catedrático el doctor don Pedro de Samaniego de la Serna. Los que
conocieron al maestro y han tratado al discípulo, podrán discurrir lo que él me pudo enseñar y
yo aprender. Acuérdome que nos leía a mí ya otros dos colegiales por un libro castellano y
éste se le perdió una mañana viniendo a la escuela; puso varios carteles, ofreciendo buen

28
Pérez Bayer traza esta pintura de la Universidad de Salamanca en el
período comprendido entre 1733 y 1747: «había en Salamanca, en mi
tiempo ... sobra de maestros ociosos, y algunos de ellos desacreditados por
ineptos: falta absoluta de discípulos y enseñanza, de suerte que ni un
párrafo de lógica ni de jurisprudencia se dictaba ni aprendía en los Genera-
les; y ni aspecto siquiera quedaba en Salamanca de Universidad o Estudios
Públicos» 27. El cuadro lamentable de los catedráticos queda aún más
acentuado si se tiene en cuenta que nunca fue considerada la cátedra por
aquelíos que aspiraban a ella como una profesión estable, sino como un
trampolín para ascender a más altos destinos. Tenía, pues, el valor de un
mérito no sólo el ser catedrático, sino el ser opositor a cátedras, expresión
que llegó casi a alcanzar consideración de título académico. Esto ocurría
entre otras cosas por lo mezquinas que eran las dotaciones de los catedráti-
cos, mal éste que se agravó al decaer las rentas de las Universidades. Se
llegó a la supresión de cátedras, para poder juntar varias rentas, y a unir las
cátedras a determinadas prebendas eclesiásticas, con lo que se solucionaba
el problema económico de aquéllas con las dotaciones de las prebendas.
Este fue el caso de las llamadas pabordias de la Universidad de Valencia,
donde dio bastante resultado, pero no tuvo éxito su extensión a otras
Universidades. Pérez Bayer nos descubre, finalmente, otra costumbre de
los catedráticos: «Era ya estilo en Salamanca entre colegiales tomar pose-
sión de la cátedra y marchar luego a la Corte a sus pretensiones, encar-
gando la enseñanza a un sustituto ... ». El absentismo del profesorado llegó
a ser casi total 28.

5. Las Facultades

El panorama de cada una de las Facultades que componían la Universi-


dad y de sus enseñanzas presentaba los mismos síntomas de decadencia.
No existía un sistema general de enseñanza, lo que quiere decir que cada'
Facultad de diferente Universidad tenía un plan distinto, ni se exigían las
mismas materias, ni los mismos años de estudio. Había, no obstante, como

hallazgo al que se lo volviese. El papel no apareci6, con que nos quedamos sin arte y sin
maestro, gastando la hora de la cátedra en conversaciones, chanzas y novedades inútiles yaun
disparatadas." TORRES DE VILLARROEL. D.: Vida. pág. 40.
27 PÉREZ BAYER: ob. cit.. pág. 213.
28 PALACIO ATARD. V.: ob. cit.. págs. 132 a 134: La cátedra como trampolín. LANZ DE
CASA FONDA. en sus Diálogos de Chindulza. denuncia que en 1725, en la Facultad de Leyes de
Salamanca, de las diez cátedras que tenía, tres estaban vacantes y seis en manos de colegiales
mayores que no asistían a clase, así s6lo una en manos de un doctor manteísta era de hecho
ocupada. Vid. AGUILAR. F., pág. 216, Y PÉREZ BAYER: ob. cit.

29
es natural, algunas enseñanzas que eran comunes, y ciertas cátedras exis-
tían en todas las Universidades.
Junto a esta falta de uniformidad era característica de las Facultades el
estar dominadas por dos espíritus: el de partido y el escolástico 29. Ambos
trajeron como consecuencia ineludible la decadencia de los estudios, y los
excesos a que llevaron la influencia de estos espíritus fue provocando una
reacción contra ellos que llevará a los reformistas a tratar de expulsarlos de
la Universidad por todos los medios.

LA FACULTAD DE ARTES

Las cátedras más corrientes de la Facultad de Artes, que era la Facul-


tad llamada menor, eran las de Súmulas, lógica, física escolástica y metafí-
sica, a las que se añadía en algunas más completas las de matemáticas y
lenguas griega, hebrea y árabe. Esta Facultad agrupaba teóricamente

29 "Dos espíritus han sofocado nuestras Universidades, que han sofocado y sofocarán
perpetuamente las ciencias. El uno es el espíritu del partido o de escuelas; y el otro, el
escolástico. Con el primero, se han convertido los cuerpos en tiranos unos de otros, han
arrasado las Universidades reduciéndolas a una vergonzosa esclavitud y adquiriendo cierta
prepotencia que ha extinguido la libertad y la emulación... En la actual constitución de las
escuelas es preciso ser tomista,jesuita, baconista o escotista, según los maestros que el acaso o
la proporción representan. Y se defiende con tenar obstinación una doctrina que sin ilustrar
ni aun ocupar el entendimiento, pasa a desazonar la voluntad.» Sobre el espíritu escolástico
añadía que "si el de partido ha podido pervertir los ánimos, éste ha pervertido el juicio. Peca
en su objeto y en su método. En su objeto, porque siempre versa en cuestiones frívolas e
inútiles, pues o son superiores al ingenio de los hombres o sólo son de nombre por incapaces
de traer utilidad. Peca en su método porque en vez de buscar la verdad por medio simples o
geométricos, la presume hallar por una lógica enredada, capciosa y llena de sofismas que
oscurecen el entendimiento infestando sus profesiones y clases, de aquí el falso gusto, que
domina en los asuntos, los malos sermones, los bajos y trivales alegatos en derecho y
contemporáneos de los abogados, las malas comedias y pésimas poesías, imperfección y
grosería de todas nuestras Artes. El espíritu superficial y, sobre todos, nace el desterrable
ábuso con que se ha querido desconocer la religión, hasta en su parte moral, corrompiendo la
simplicidad y pureza de los preceptos evangélicos, pues a la sombra de sus distinciones
escolásticas y quiméricas restricciones han pretendido eludir la fuerza de los divinos manda-
mientos, introduciendo opiniones relajadas y haciendo de la santa moral de Jesucristo un
asunto de controversias escandalosas y pueriles... De lo discurrido hasta aquí se deduce que el
espíritu escolástico es el destructor de los buenos estudios, el corruptor del gusto y que con él
son incompatibles las verdadera~ ciencias y sólidos conocimientos del hombre».
"La resulta de todo esto ha sido el haberse hecho inútiles los estudios de las Universidades,
que después de acabados los cursos ningún estudiante sale filósofo, teólogo, jurisperito ni
médico: que cada uno se halla precisado a empezar nueva carrera y nuevo estudio para
practicar de algún modo su profesión. Y ¡ojalá que sólo fuesen inútiles! Lo peor es que son
perjudiciales; porque salen los jóvenes con la razón pervertida, con el gusto viciado y con el
juicio acostumbrado a los raciocinios falsos. Impresiones tenaces que, construidas con la
primera educación, suelen durar el resto de la vida, siendo necesario un genio sobresaliente
para rectificar después las ideas con el uso del mundo y mejores estudios; pero este número
suele ser corto.» Plan de estudios de la Universidad de Sevilla, págs. 80 y s.

30
todos los conocimientos literarios y científicos, sin formar una carrera
determinada, porque sus estudios se consideraban preparatorios para las
Facultades mayores. Tales estudios pueden dividirse en los puramente
filosóficos y los científicos en sentido estricto~ los estudios de literatura 'e
historia se cursaban en los Colegios de Humanidades. Y como los estudios
preparatorios para las Facultades mayores eran los puramente filosóficos,
dado que aquellas Facultades eran normalmente Teología y Cánones,
resultaba que estos estudios eran casi los únicos que se cursaban 30. Pero no
era ése el único mal, sino que los mismos estudios filosóficos resultaban
deficientes e ineficaces. Decía a este propósito el padre Feijoo: «Consú-
mense en el curso de Artes tres años, con poquísima utilidad de los oyentes,
la cual podría ser sin comparación mayor y aprovecharse con grandes
ventajas aquella preciosa porción de la edad juvenil. Esta mayor utilidad se
lograría quitando en el curso de Artes mucho que en él se enseña y es
superfluo, y añadiendo mucho que no se enseña y sería muy prove-
choso... ». Y refiriéndose a las asignaturas en particular, añadía: «En
algunas escuelas se da un curso entero al estudio de las Súmulas. ¡Qué
tiempo tan perdido! En dos pliegos puede comprenderse cuánto hay útil en
las Súmulas.» Sobre la Física, decía también Feijoo: «Lo que sobra en la
Física que se trata en las escuelas es mucho~ mucho más 10 que falta ... Lo
que me disuena no es que en los ocho libros De naturali auscultatione se
traten materias que puedan incluirse en la metafísica, sino que las mismas
materias físicas se traten tan metafísicamente y sólo metafísicamente.»
«Esta Física, con todo el cúmulo de sus máximas, esparcidas en ocho
. libros, no da luz para explicar algún fenómeno, para disolver algún pro-
blema, aunque sea el más patente.» De la Lógica, decía: «Si es un arte
instrumental, cuyo fin es dirigir el entendimiento para adquirir las demás
ciencias, no veo por qué se hayan de tratar en la Lógica con tanta difusión
cuestiones totalmente inútiles para este fin», interminables disquisiciones
sobre el ente de razón y si la Lógica es modo saber formal u objetivo, que
llenaban casi todo el programa de la asignatura. Finalmente, hablaba de
las deficiencias de la Metafísica, que solía reducirse a tratar sólo de Dios.
La inutilidad de estos estudios se acrecentaba con el espíritu de escuela con
que eran enseñados, que encerraban la ciencia en inútiles disputas y
convirtieron las cátedras de Filosofía en «un verdadero campo de
Agramante» 31.

30 GIL y ZÁRATE, A.: ob. cit.• t. 111, sección 5.·, cap. 1, págs. 1 a 32.
31 FEUDO. P.: Teatro Crítico. Los discursos: «De lo que conviene quitar en las Súmulas..,
«De ro que conviene quitar y poner en la Lógica y Metafísica.., «De lo que sobra y falta en la
'enseñanza.., t. VII, Y«Dictado de las Aulas .., t. VIII, Madrid, 1769.

31
Eran éstos los estudios que, casi de modo exclusivo, se realizaban en las
Facultades de Artes. Los de Lengua y Literatura española no existían. El
castellano estaba prácticamente desterrado de nuestras Universidades por
el latín, existiendo en los estatutos y otras disposiciones universitarias
rigurosas prescripciones para el empleo exclusivo de la lengua latina. Este
cultivo del latín no llevaba al estudio de la literatura clásica. latina, ni
mucho menos de la griega, ya que aunque en casi todas las Universidades
se crearon cátedras de estas lenguas, dejaron de proveerse y desaparecie-
ron; por eso decía Alcalá en su informe, en 1771: «Aunque la constituCión
establecía cátedras de hebreo, griego, latinidad y retórica, ha venido a
quedar todo en el estudio de latinidad y algo de retórica, sin vestigio de lo
demás, no obstante haberse fundado para ello el Colegio Trilingüe que
invadieron todos los teólogos» 32; Tampoco existieron cátedras dedicadas
a los estudios históricos, ni siquiera de historia eclesiástica en las Faculta-
des de Teología.
«No corrieron mejor fortuna en nuestras antiguas Universidades los
estudios científicos que los literarios», dice Gil y Zárate. Ya hemos citado
antes algunos testimonios de su práctica inexistencia en nuestras Universi-
dades. Si la cátedra de matemáticas de la primera Universidad del Reino
estaba en manos de Torres de Villarroel, la de la segunda, Alcalá, hacía ya
muchos años que estaba vacante, según confesaba la propia Universidad
en su informe de 1774. La física ni siquiera contaba con cátedras propias,
pues al existir el sistema escolástico, se daba de acuerdo con él, siendo, por
tanto, desconocida la física experimental. La química estuvo igualmente
ausente de nuestros planes de estudio, aunque tuviera la suerte de ser más
conocida en el país como consecuencia de ser cultivada por los médicos y
farmacéuticos como ciencia auxiliar. Las ciencias naturales corrieron igual
suerte; sólo algunos aspectos eran estudiados en los planes de estudios

32 Lás más recientes prohibiciones del uso del castellano habían sido ordenadas por
Felipe V por Decreto de H-IX-1753. Novísima. libro 8, t. IV, Ley 11.
Algunos arbitristas critican la enseñanza centrada en el mundo clásico que impedía el
estudio de carreras o profesiones productivas y Felipe IV llegó a prohibir que se abrieran más
escuelas de latinidad excepto en lliS' ciudades más pobladas.
Simón Abril insiste en que es grave error enseñar las disciplinas en «lenguas peregrinas» y
no en la vulgar. Mejor hablar en castellano claro y no'en oscuro y barbaro latín. Sin embargo,
se impusieron las razones que abonaban el uso del latín, vid. P. Simón Abril, «Apuntamientos
de cómo se deben reformar las doctrinas y la manera de enseñarlas», en Obras. ed. BAE, pág.
294.
Vid. también ,LLORÉNS. V.: «La discontinuidad española. La invasión árabe y el legado de
la antigüedad clásica", Revista de Occidente. abril 1973, págs. 3 y s.
Sobre la situación del griego, vid., especialmente, C. HERNANDo:Helenismo e Ilustración
(El griego en el siglo XVIII). FUE, Madrid, 1975, y L. GIL FERNÁNDEZ: Campomanes. un
helenista en el poder. FUE, Madrid, 1976.

32
médicos 33. El renacimiento que en estas ciencias se produjó, por influjo de
las ideas de la Ilustración, fue totalmente extrauniversitario, tanto por
razón de sus cultivadores como de los lugares en que se impartían las
enseñanzas. Cuando recibieron impulso oficial se crearon para s.u cultivo
centros al margen de la Universidad.

LA FACULTAD DE TEOLOGÍA

Los estudiantes, una vez superados los cursos de la Facultad de Artes,


pasaban a los de las Facultades mayores, entre las cuales ocupaba la
preeminencia la Facultad de Teología. Los estudios teológicos eran los
más difundidos en España. Todas las Universidades tenían cátedras de
Teología, y en algunas eran sólo ellas las que formaban la Universidad,
como ocurría especialmente en los conventos-universidades 34. La Teolo-
gía era la ciencia dominante, la que atraía mayor número de alumnos, y,
como ya hemos visto, la que imprimía su carácter a todas las ciencias». La . .
forma en que se estudiaba esa ciencia a partir del siglo XVI y su inutilidad
fue puesta d~ manifiesto por algunas autoridades eclesiásticas, como el
obispo de Segorbe, fray Alonso Can}T, que decía: «El espíritu de partido,
antes citado, es el disolvente universal que lo inmuta todo. Las sutilezas se
han sustituido a la solidez; lo verosímil a la verdad.» En el mismo sentido se
expresaba el obispo de Barcelona, don José Climent, hacia 1760: «Este
desorden fue más universal en España que en otras provincias; porque
todos o casi todos los españoles, viendo a esta península limpia de herejías,
creyeron no era menester estudiar la Teología Dogmática» 35. Olavide, en
su informe previo al plan que propuso en 1769 para la Universidad de
Sevilla, decía de ella que: «fundada sobre los cimientos de la filosofía
aristotélica, casi nada tiene de la Revelación y Tradición, habiendo subro-
gado en su lugar las formas sustanciales y accidentales, y tratando por la
mayor parte cuestiones inútiles o dudosas» 36. El mal no sólo no se reme-
dió, sino que se fue agravando con la fundación de nuevas cátedras de
Teología que se iban entregando a las diferentes escuelas, provocando
cada vez más las inútiles disputas y las hondas divisiones que entre ellos
existían. Así, el duque de Lerma, durante su valimiento, creó en Sala-
manca, Valladolid y Alcalá cátedras tomistas para los dominicos; luego, la

33 GIL y ZÁRATE, A.: ob cit., t. I1I, págs. 33-76.


i4 AJO y GONzÁLEz,en su Historia de las Universidades Hispánicas, t. V, cita las Universi-
dades menores que tenían este carácter. Su número exacto depende de los autores; Gil Zárate,
al hacer una lista más exhaustiva que Ajo, enumera alguna más. Ob. cit.. t. 11, págs. 180 y S.
35 Citado por GIL Y ZÁRATE,ibíd. , pág. 138, quien también aporta otras citas del obispo de
Segorbe, Fray Alonso Cano, en igual sentido.
36 OLAVIDE. P.: Plan de estudios para la Universidad de Sevilla. pág. 152.

LA ILUSTRACION y LA REFORMA...-3
33
reina Marian'a de Neoburgo, ante las súplicas del padre Nithard, creó
cátedras suaristas para los jesuitas, y ya en el siglo XVIU, los franciscanos
consiguieron establecer en Alcalá cátedras escotistas en 1735, y pretendie-
ron que, como en Salamanca, se estableciera un turno entre las tres
escuelas para explicar la filosofía; y, como dice De la Fuente, «no paró aquí
el prurito de tener cada religión sus cátedras aparte», pues al poco tiempo
fueron los carmelitas los que quisieron establecerse, pero el claustro se
opuso terminantemente y la petición fue denegada 37.
Por eso se podía decir, según Gil de Zárate, que «no se enseñaba en
estas escuelas de Teología, sino varias teologías». Este, influenciado por
Olavide, carga las tintas contra esta Teología escolástica, y la llama
«sistema de argumentación sin conciencia» 38.
El método de estudio no prefijaba ningún orden determinado de
materias, ni se fijaba siquiera exactamente cuáles eran éstas; no existía un
orden fijo y metódico de estudios y se estudiaba por tratados" autores y
sistemas, método que daba alimento a las eternas disputas de las escuelas y
de los partidos que en ellas dominaban.

LAS FACULTADES DE CÁNONES y LEYES

Las Facultades de Cánones y Leyes comprendían, esta última, el


estudio del Derecho Romano, dividido en los cursos siguientes: Instituta,
Código, Volumen y Digesto viejo y nuevo, es decir, la obrajustiniana; éste
fue, durante mucho tiempo, el único derecho civil que se estudiaba. El
Derecho canónico comprendía: Decreto, Decretales, Sexto y Clementinas.
Este era el plan completo, que sólo tenían algunas Universidades, como
Salamanca; pero la mayoría tenían únicamente Facultad de Cánones, es
decir, sólo contaban con las cátedras de Derecho canónico. Y el número de
años de estudio y de cátedras -y, por tanto, la extensión de la enseñanza-
variaba según los recursos de la Universidad 39. La crítica de estas enseñan-
zas la hizo Macanaz en un informe fechado el 27 de noviembre de 1713,
cuyo título expresa ya su contenido: «Informe sobre que se enseñan y lean
en las Universidades las Leyes del Reino.» En él expone, quizá con poca
objetividad, el proceso seguido en el contenido de las enseñanzas de esta
Facultad, ya que intenta demostrar con razones históricas que la dedica-

37DE LA FUENTE. V.: ob. cit.. 1. UI, págs. 167 y s., y 300 Y S.
38Gil y Zárate, llevado del espíritu antirreligioso de que está impregnada su obra, al
atacar también desde este punto de vista estas enseñanzas, habla «del espíritu tenebroso del
escolasticismo», matiz del que están exentas las críticas hechas por los autores del siglo XVIII.
incluido Olavide. La cita, en ob. cit.• pág. 136.
a
39 GIL y ZÁRATE: ob. cit.• t. 111, sección 5. , cap. ,vII, pág. 151.

34
ción exclusiva al estudio del Derecho común era un defecto que había ido
introduciéndose progresivamente en las Universidades, pero que antes se
había dedicado una atención preferente a las leyes del Reino, que después
cayeron en el desprecio y en el abandono. Esto no parece que fuera cierto,
ya que, según se observa viendo los planes más antiguos de nuestras
Universidades, siempre fue objeto central del estudio en las Facultades
jurídicas el Derecho romano. Macanaz proponía que en las cátedras
dedicadas exclusivamente a la enseñanza del Derecho común comenzara a
enseñarse el Derecho nacional. De la Fuente también descubre la mano de
Macanaz en un auto acordado del Consejo de finales de aquel mismo año
1713, por el que se ordenaba que fuera objeto de las cátedras de Derecho
canónico el estudio de los Concilios, tanto generales como nacionales, lo
que deja de ver la íntima relación que existió entre todos estos autores que,
como Macanaz, Campillo, Asso y Manuel, Castro, Cortés, Mayáns,
Burriel, Acevedo, Pérez Bayer, Mora y Jaraba, Campomanes, Florida-
blanca y otros más, denunciaron el abandono en que se encontraba el
estudio del derecho nacional, incluido el eclesiástico particular de España,
y las doctrinas regalistas que todos ellos profesaban 40.
Ensenada, a mediados de siglo, expresa la misma queja por la falta de
estudio del derecho nacional 40 bis.
Gil y Zárate, como argumento para demostrar el abandono en que
estaban los estudios de Derecho naional, cita una obra publicada en 1612
por un jurista granadino, llamado Bermúdez de Pedraza, y titulada Arte
Legal, en la que se aconsejaba cómo debía estudiarse el Derecho para
obviar las lagunas que dejaban las enseñanzas seguidas en las cátedras de
las Facultades y completar éstas con el estudio privado de las leyes nacio-
nales 41.

40 DE LA FUENTE: ob. cit., 1. lB, pág. 215.


40 bis«Quexas porque en las Universidades no se estudia la jurisprudencia con método.
[103] Y ncesantemente se lamentan los vasallos de V. M. del mal método que se sigue en
las universidades para estudiar la jurisprudencia, y lo que yo aquí depondré no es mío, sino
una recopilación de lo que el mismo Consejo de Castilla conoce y ha ordenado a las
Universidades se observe, aunque sin fruto porque los males de España dimanan principal-
mente de envegecida desidia en sostener y hacer executar lo que se manda.
[104] No hay cátedras en que se enseñen las leyes del Reyno.
[105] Son inútiles las del Código, Digesto y Volumen y sólo útil la de Instituta.
[106] Establecer las de derecho real con instituta práctica reduciendo a un tomo las
leyes.
[107] Con una junta se podría evacuar esta importantísica obra.
[108] Utilidades que resultaran de lo expresado.
[109] Necesidad de enseñar el derecho público y estudiar el canónico, en Representación
del marqués de la Ensenada a Fernando VI (1751), ed. Didier Ozanam, en Cuadernos de
Investigación Histórica, Madrid, 1980, págs. 94-95.
41 GIL y ZÁ.~AT~, A.: ob. cit.. t. III, pág. 193.

35
LA FACULTAD DE MEDICINA

La historia de las Facultades de Medicina se puede resumir diciendo


que, como las demás Facultades, florecieron durante los siglos xv y ~VI,
sufrieron luego las influencias del escolasticismo decadente y bajaron
notablemente de nivel en los siglos XVII y XVIII, hasta que las reformas de.
Carlos III trataron de sacarlas de la triste situación en que llegaron a
encontrarse. Es comprensible, además, que, dado el carácter científico y
práctico propio de esta ciencia, al sufrir el impacto e influencia del método
escolástico, la Facultad de Medicina sufriera más que ninguna otra sus
consecuencias 42.

Por otra parte, como dentro de las Universidades tales Facultades


siempre fueron consideradas como de inferior categoría cuando decayeron
las rentas universitarias, pagaron especialmente las consecuencias y que-
daron sin medios para la enseñanza. Muchas de ellas desaparecieron, y, en
las que subsistían, el alumnado era muy escaso, existiendo un gran desinte-
rés por estos estudios 43, Por todo ello, fue grave la escasez, especialmente'

42 «Confieso que me causa lástima ver a un estudiante médico gastar inútilmente ocho
años en la Universidad y venir, como dice Petronio, más tonto de 10 que fue... El primer año
gasta en averiguar si Blictiri es término yen medir silogismos... El segundo año se gasta en
gritar sobre la Lógica docente y utente, controvirtiendo si es Arte o Ciencia, si es práctica o
especulativa, instruido en estas noticias abstractas y metafísicas, pobre de cosas y rico de
voces entra un estudiante a la Física de tercer año a averiguar la Naturaleza... Allí llega a
conocer en qué se distingue el leño del fuego con gran facilidad ... » Dr. MARTÍN MARTÍNEZ:
Filosofía Escéptica. Madrid, 1722, citado en la obra de F. AGUILAR. pág. 172.
«¿Qué de tiempo no maldgran los cursantes médicos de esta Universidad gastanto algunos
años en estudiar el 'gran tomo en folio del doctor don Gaspar Bravo de Sobremonte,
embarazando su memoria con controversias más sutiles que sólidas y con disputas frívolas?
¿Qué de trabajo no han empleado en enterarse de este gran volumen? Y se puede asegurar
ciertamente que bien apurado todo 10 útil que contiene para el ejercicio de la Medicina,
apenas se hallan reglas y preceptos sólidos que puedan llenar un pliego de pape1.»
VÉLEZ. FRANCISCO. y MEDINA, JUAN A.: Plan de Estudios para la Facultad de Médicina de .
So/aman ca. 1766, citado por AGUILAR, F.: ob. cit.. pág. 173.
43 Según una estadística, que da De la Fuente, sólo en 16 Universidades se estudiaba
Medicina y era la Facultad con menos alumbrado en todas ellas. Las que contaban con más
alumnos eran Valencia, 209, y Zaragoza, 230; luego Salamanca, con 42; Valladolid, con 20;
Cervera, 50; varias, con 10. Ob. cit.. pág. 153. El colmo de esta situación 10 marca la concesión
por el virrey de Navarra a la Universidad de Irache de la potestad de dar grados de Medicina
por 500 ducados en 1665, vid. IBARRA,J.: Historia del Monasterio y Universidad de ¡rache.
página 250.
Torres de Villarroel se refiere expresamente a los abusos cometidos por las Universidades
de Sigüenza, Osuna, Irache, "Graduose entre gallos y media noche y, comprando la borla,
incurrió en una simonía civil de las muchas que se cometen en la Corte, a donde vienen a
recuas los mulos cargados de Panzas de Doctores, Licenciados y Bachilleres de las Universi-
dades de Sigüenza, Osuna, Irache y otras de la propia harina, y, habiéndole armado Doctor
con pluma y espuela los reverendos rejones del Protomedicato... », en La Barca de Aqueronte.
. ed. de G. Mercadier, Centre de Recherches Hispaniques, París, 1969, p: 118.

36
de ,cirujano~, para subvenir a las necesidades de la Nación, del Ejército y de
la Armada, teniendo que recurrir a cirujanos extranjeros, hasta que, a
mediados del siglo XVIII, un catalán, cirujano de la Armada, ll.amado
Virgili, pidió como recompensa a sus servicios la creación de un Colegio de
Cirugía en Cádiz, para la formación de cirujanos de la Armada. Esta
propuesta tuvo buena acogida, como era de esperar, en Ensenada, y se
procedió a su establecimiento, iniciándose así un renacimiento en esta
rama de la Medicina, pero que trajo como consecuencia la reparación de la
Medicina de la Cirugía, como si se tratara de dos materias y dos profesio-
nes sin ninguna conexión, lo que daría lugar a prolongadas luchas entre
cirujanos y médicos, en que la política, como siempre, estaría de por
medio 44.

6. Los Colegios Mayores

El origen de los Colegios es posterior al de las Universidades. Los


primeros aparecen en el siglo xvy sus fundadores fueron diversas persona-
lidades eclesiásticas, que los crearon con el doble fin de impulso a las
ciencias y protección de los estudiantes, por 19 que, según que uno de los
dos fines prevaleciera, se dividieron en dos tipos: por un lado, los Colegios-
Universidad, y, por otro, los Colegios Mayores y Menores. En los prime-
ros, el Colegio y la Universidad formaban una unidad, y su exponente más
famoso fue Alcalá, formada por el Colegio de San Ildefonso y la Universi-
dad, ambos gobernados por las mismas personas e instalados en un único
edificio. Otros casos fueron el del Colegio de Maese Rodrigo y la Universi-
dad de Sevilla, y el de Portacoeli y la Universidad de Sigüenza.
El fenómeno de la fundación de Colegios alrededor de una Universidad
se generalizó en el siglo XVI, y es entonces cuando aparecen los Colegios
Mayores, que son los que van a tener una importancia decisiva en la

La decadencia provocó que surgieran algunas iniciativas para mejorar los estudios de
Medicina, la más interesante de todas fue la Sociedad de Medicina y otras Ciencias de Sevilla
que surge en el marco de una ciudad en plena crisis en 1697, para promover un mayor
desarrollo de la medicina y la fisica. Sin embargo su actividad fue muy vigilada por la
Inquisición por lo que no pudo llevar a cabo plenamente sus actividades, vid. A. OOMÍNGUEZ
ORTIZ: «Dos médicos procesados por la Inquisición», en Hechos y figuras del siglo XVIII.
ediciones Siglo XXI de España, Madrid, 1973, y Ordenanzas de la Real Sociedad (Médica) de
Sevilla, con un Catálogo de los socios, Sevilla, 1737.
44 DE LA FUENTE. V.: ob. dt.. t. IV, pág. 178; GIL y ZÁRATE.A., t. I1I, págs. 193 a 233;

FERRER. D.: Historia del Real Colegio de Cirugía de la Armada de Cádiz. Cádiz, 1961, y Pedro
Virgi/i. Barcelona, 1963.

37
historia de las Universidades. Los Colegios Mayores fueron seis: los cuatro
de Salamanca: San ~artolomé, el de Cuenca, San Salvador de Oviedo y el
del Arzobispo; el de Santa Cruz, en la Universidad de Valladolid, y el de
San Ildefonso, de Alcalá.
En las Universidades de los otros reinos se fundaron Colegios como
aquéllos, y algunos adquirieron, con respecto a su Universidad, parecida
prepotencia. También las Universidades castellanas contar0Il: con otros
Coregios, que para distinguirse de los Mayores se llamaron Menores. Los
Colegios Mayores o Menores según que los rectores eran anuales o perpe-
tuos, y que los colegiales eran, al tiempo de ingresar graduados o no
graduados.
En las Universidades no castellanas no había distinción en los sitios
'donde había más de un Colegio; por tanto, no se empleó tampoco la
terminología de Mayores o Menores por innecesaria.
Los Colegios Mayores fueron los que adquirieron mayor importancia,
pues su influencia no quedó sólo en la Universidad, sino que trascendió a la
élite directiva de la sociedad. Tenían un régimen propio, tanto en su
gobierno interior como en la administración de sus rentas, con un rector
elegido por los propios colegiales, que también elegían a los titulares de los
demás cargos existentes en cada Colegi0 45 •
Las constituciones que los fundadores redactaron permiten conocer
cuáles eran las finalidades que aquéllos pretendían: el ayudar a los jóvenes
«virtuosos y aplicados» que por falta de recursos no podían seguir la
I carrera. Esto hacía que el requisito más tajantemente exigido para opositar

I a una plaza en el Colegio fuera el de la pobreza. Pero la evolución de los

Colegios fue decisivamente marcada por la fundación de la Real Junta de


Colegios, en 1623, como dependencia del Consejo de Castilla. Gracias a
este órgano, que era competente para todo lo referente a estas institucio-
nes, los Colegios Mayores fueron tomando un carácter clasista y exclusi-
vista, reservando todas sus plazas a los estudiantes de nacimiento noble.

45 DE LA FUENTE. V.: ob. cit.. dedica en sus t. 11 YIII numerosos capítulos a la historia de
estas instituciones. GIL y ZÁRATE. A.: ob. cit.• t. 11, págs. 294 a 312.
El título de Mayores no tiene un origen oficial al parecer, sino que se lo arrogaron los
propios colegiales para distinguirse de los otros Colegios. Precisamente esto lo utilizará como
argumento PÉREZ BAYER en su memorial Por la libertad de la literatura española para
atacarles, atribuyéndolo a una consecuencia más de su soberbia.
. L. SALA BALUST confirma esta atribución de Mayores que se dieron a sí mismos
por el testimonio que cita de A. MENDO. S. l.: De iure academico... (2." ed., Lyon,
Boissat-Rameus, 1698), en que se refiere expresamente a este problema, «ita dicuntur (Colle-
gia maiora) tum ut ab aliis discernatur, quae eiusmodi nomenclaturae non gaudent...». Vid.
SALA BALUST. L.: Visitas y reformas.... núm. 26, págs. 33-34.

38
Las disposiciones de los fundadores también ordenaban que las plazas
vacantes fueran anunciadas mediante edictos expedidos dentro de cierto
término, y que se celebraran oposiciones para elegir al que tuviera más
méritos, una vez que se comprobara que los opositores cumplían los
requisitos 46. Pero la aparición de la institución de los «hacedores» eliminó
prácticamente la celebración de concursos. «Hacedores» eran los antiguos
colegiales que habían conseguido llegar ya a los puestos más influyentes
del Estado, y desde allí manejaban a su antojo las becas vacantes. Así se
explica que las becas fueran a parar «a hijos, sobrinos, parientes y allega-
dos de otros colegiales, y especialmente de consejeros, camaristas, obispos
y otras personas de autoridad que puedan otro día volver la vez al Colegio,
esto es, favorecer en las pretensiones a sus colegiales... »; y que, «por otra
parte, la Junta de Colegios, aunque obligada por un oficio a celar la
observancia de las Constituciones, es paciente, es benigna, sabe disimular
con los amigos, y aun dispensarlas con el mayor garbo»47.
El planteamiento del ingreso en los Colegios se había, por tanto,
invertido en su aspecto social, ya que a la dificultad de entrar se unía el que,
una vez dentro, al estudiante pobre le era imposible vivir. Los escolares de
condición modesta no podían mantener «la pompa de trajes y criados que
con ocasión del goce de rentas copiosas han afectado y afectan los colegia-
les, ni sostener los excesivos gastos que se ofrecen antes y en el tiempo del
ingreso ni vivir en el Colegio sin mucho sonrojo y sin ser despreciados» 48.
Las exigencias de ser pobre que se encontraba en las Constituciones eran
soslayadas, alegando que sus padres eran ricos, pero que ellos eran pobres,
o porque los habían abandonado o porque, siendo hijos de familia, nada
tenían mientras vivieran sus padres. Otros requisitos exigidos por los
fundadores, como la edad, que generalmente fijaron en veinte años, fueron
también soslayados, porque esta edad fue considerada como excesiva-
mente tardía. Lo mismo hay que decir de la~ severas normas de clausura,

46 SALA BALUST. L.: "Reales reformas de los antiguos Colegios de Salamanca anteriores a

las del reinado de Carlos III (1628-1770)>>, en Estudios y Documentos. núm. 10, Valladolid,
1956. .
47 "Consta que de tiempo inmemorial no se celebra concurso, y que sólo se presenta un
opositor y que éste acostumbra a venir recomendado de los Hacedores ... Se tiene igualmente
por cierto que, por lo menos algunas veces, la lección que prescriben las Constituciones con
puntos de veinticuatro horas, está estudiada y hecha muchos días antes y en alguna ocasión
sobre puntos que no se cortearon, porque el Colegio no puede resistirse a las poderosas
recomendaciones con que suele venir el presentado.» BERTRÁN. FELIPE: Informes sobre los
Colegios Mayores de Salamanca. citas en AGUILAR. F.: ob. cit.. pág. 42. Sobre Bertrán, vid.
MESTRE. A.: "Influjo erasmiano en la espiritualidad del inquisidor general Felipe Bertrán
(1703-1782)>>, en Anales Valentinos. 1, 2, 1975, págs. 277-296.
48 Ibíd.

39
que unánimemente dispusieron los fundadores, en virtud de las cuales las
puertas del Colegio quedaban cerradas al anochecer, o al toque del Ave
María, siendo el castigo prescrito para el que incumpliera por tercera vez
esta disposición, la expulsión. Pero los colegiales burlaban la disposición,
cerrando la puerta, pero dejando abierto un postigo, que quedaba así
siempre, por el que entraban y salían cuando querían, aunque también
trataron de justificar la transgresión de esta disposición sin tener que
acudir a procedimientos hipócritas, alegando que los tiempos habían
cambiado y las constituciones habían quedado anticuadas yen desacuerdo
con las costumbres y formas de vida actuales 49.
Para completar el cuadro de los abusos cometidos contra las prescrip-
ciones de los Colegios, hay que aludir a los que se cometían con respecto a
la obligación de residencia, que quedaba incumplida como todas las
demás, ya que como podía eludirse la obligación de asistencia a las
cátedras, ninguna necesidad había de residir en el Colegio, de forma que
fue haciéndose tradicional que, excepto el primer año, ya los éolegiales
permanecieran ausentes cursos enteros 50.
Como consecuencia de estos abusos es lógico que se llegara en los
Colegios a un estado de relajación moral. De ahí la importancia que
adquirió el juego, que hacía exclamar escandalizado a Bertrán: «que en lo
que toca a juegos, llega el exceso a una especie de furor, y lo peor es que, en
cierto modo, se canoniza y tiene por virtud». Y en este punto, como en
todos los demás, no sólo se eludió la prohibición c<?ntenida en las Constitu-
ciones, sino las que dictaron posteriormente los reyes para cortar la
escandalosa práctica, la última de las cuales fue una disposición de Fer-
nando VI, del año 1750. Finalmente, como última prueba del incumpli-
miento de todas las disposiciones, podemos señalar la que se refiere al
celibato, condición necesaria e ineludible para poder ingresar en los Cole-
gios y permanecer en ellus de forma que su transgresión, siendo ya colegial,
traía consigo la expulsión. En los tiempos inmediatamente anteriores a la
reforma, era corriente el que hubiera colegiales casados, sin que sobre ellos
cayera la más mínima admonición 51.

49 "Las costumbres y métodos de vida de la gente ha variado en el reino desde el tiempo de


las primeras constituciones que establecen la clausura, con lo que no moderando en rigor,
sería hoy perjudicial lo que establecen y sólo propio para criar anacoretas y no para formar
hombres civilizados, que puedan servir después útilmente y ayudar al gobierno de otros."
BERTRÁN: loe. cit.. pág. 57.
so " ... pero no obstante... hace mucho tiempo que en los Colegios no se repara en hacer
ausencias, ya de uno, ya de muchos años, impunemente y sin incurrir en pena alguna. Ya por
estilo inconcurso, los colegiales nuevos pasan su segundo y tercer año de Colegio fuera de él. ..
BERTRÁN, F.: ob. cit., pág. 59.
SI Loe. cit.

40
El resultado lógico de toda esta sistemática transgresión de las consti-
tuciones, de las cuales puede decirse que nada quedaba en pie, era la
ineficacia absoluta de todo el sistema de enseñanza que tan decisivamente
se apoyaba en estos Colegios. Estos no podían cumplir con su misión de
formación y estudio, para la que habían sido creados. Los colegiales, llenos
de soberbia y vanidad, imbuidos de los prejuicios de casta, por lo que
menos interés mostraban era por los estudios, que tenían en un total
abandono. Puede decirse incluso que llegó a crearse entre los colegiales un
auténtico sentimiento de desprecio por la cultura, bastante generalizado en
ciertas capas de la sociedad española; este clima se reflejaba en las diversas
solemnidades que debían celebrarse de acuerdo con las constituciones,
como ceremonias de ingreso, concesión de grados, etc., que vinieron a
convertirse en auténticas burlas 52.

LA COLIGACiÓN COLEGIAL
La prepotenda y el sentimiento de casta cerrada que adquirieron los
colegiales, que era la causa directa de que todos estos abusos quedaran
impunes, hizo nacer un gran sentimiento en las personas que no pertene-
cían a dicha clase. Se denunció, pero inútilmente, esta actitud indepen-
diente frente a cualquier poder y disciplina, que llegó hasta el extremo de
que ninguna autoridad se considerase con la suficiente fuerza como para
imponerse a los colegiales y a sus abusos ~3.

52 Del abandono de los Colegios, de su misión, nos da una idea el episodio que refiere

Tomás de lriarte al marqués de Mancas, en 1781, en que relata su visita a Alcalá: «Vi la
Biblioteca del Colegio Mayor, que consta de 17.000 volúmenes, y entre ellos apenas habrá 50
de los publicados en este siglo. El colegial mayor que me enseñaba aquellas preciosidades se
me quejó amargamente de que estaban muy escasos los libros predicables... La Biblioteca de
la Universidad, algo menos numerosa, es, en la calidad de los libros, todavía inferior a la del
Colegio. Fue de los jesuitas expulsados.» COTARELO. E.: ¡riarte y su época. Madrid, 1897,
página 468.
Es curiosa la descripción que hace CAoALsoen sus Cartas Marruecas sobre la educación
que había recibido un caballero, en forma de diálogo: «Llegábamos cerca del cortijo, sin que
el caballero se hubiese contestado a materia alguna de cuantas le toqué. Mi natural sinceridad
no llevó a preguntarle cómo le había educado, y me respondió: a mi gusto, al de mi madre y al
de mi abuelo, que era un señor muy anciano, que me quería como a las niñas de sus ojos.
Murió de cerca de cien años de edad. Había sido capitán de Lanzas de Carlos 11, en cuyo
palacio se había criado. Mi padre bien quería que yo estudiase, pero tuvo poca vida y
autoridad para conseguirla. Murió sin tener el gusto de verme escribir. Ya me había buscado
un ayo y la cosa iba de veras cuando cierto accidentillo lo descompuso todo. ¿Cuáles fueron
sus primeras lecciones? -le pregunté-o Ninguna -respondió el mocito-; en sabiendo leer
un romance y tocar un polo, ¿para qué necesita más un caballero? Mi dómine bien quiso
meterme en honduras, pero le fue muy mal y hubo de irle mucho peor... " Cartas Marruecas.
ed. de la col. Austral, Madrid, 1954, págs. 28 y 29.
53 «Se nota en los colegiales una grande independencia y falta de sujeción y obediencia a
las constituciones y estatutos de sus respectivos Colegios y a las leyes y mandatos de los

41
Los Colegios llegaron a constituir una fuerza temible, pues, ante
cualquier situación que afectara a uno de ellos, salían todos en bloque en su
defensa y apoyo, pudiendo hablarse de que tenían un propio bien común
en defensa del cual todos acudían. Esta actitud provocó la denuncia por
parte de sus enemigos de que formaban una coligación de casta o cuerpo,
acusación que, como veremos, sería fatal para los Colegios a la h:ora de las
reformas S4. Quizá el instrumento más poderoso de esta «coligación» era la
indep.endencia jurisdiccional, que le hacía aún más fuerte y poderoso, pues
gracias a los privilegios que habían recibido y a la existencia de la Real
Junta de Colegios, se permitían invocar en cada caso la jurisdicción que
más les convenía, de tal forma, que dicha elección suponía ya implícita-
mente el triunfo en el caso o litigio de que se tratara. Esto hacía decir a
Pérez Bayer que «en el punto de la jurisdicción pasiva o fuero de los
Colegios y colegiales, confieso ingenuamente que ni sé ni hallo donde
poner pie» ss. De la jurisdicción real solían eximirse cuando les convenía,
recurriendo a la jurisdicción eclesiástica, que invocaban porque las funda-
ciones fueron hechas por obispos e impetrada la confirmación pontificia;
: del fuero académico que tenían todos los estudiantes, también se eximie-
ron, desde la fundación de la Real Junta de Colegios, que se constituyó en
su propio tribunal; y cuando tampoco les convenía someterse a esta
jurisdicción, apelaban directmente al rey.
Todo esto lo podían hacer en la más absoluta impunidad y garantía de
éxito gracias al monopolio de cargos públicos que detentaba~ los colegia-
les, que llegaron a poseer la exclusiva de todos los cargos importante del
país. Los teólogos iban a ocupar las sedes episcopales y demás dignidades
eclesiásticas; los juristas ocupaban las Presidencias, Auditorías de Audien-
cias, Chancillerías, Fiscalías, Alcaldías de Corte, los Consejos; todos los
ministros togados del Reino, salvo alguna rara excepción, eran colegiales

superiores, aunque sean de la más elevada autoridad... Las cédulas reales expedidas para la
reforma de abusos, jamás han podido desterrar ni uno solo ... Yen verdad que los colegiales
mayores, c.on su poder y valimiento y afectada soberanía, han llegado a lograr que en los
continuos lances de mucha nota y escándalo que han ocurrido en esta ciudad, los ministros,
así seculares como eclesiásticos, se contentasen con 1I0rarlos en secreto para no exponerse a
sufrir muchos desaires o para no ocasionarse, quizá, su ruina, como ha sucedido alguna vez,
o, a lo menos, para no cerrarse la puerta a sus ascensos.» BERTRÁN: loe. cit., pág. 98.
54 "Se hace bien manifiesto a todo el mundo al coligación que hay entre las seis comunida-
des mayores y todos sus alumnos, perjudicialísima en sí y nociva a la juventud estudiosa, al
Estado, a las Universidades y a muchas provincias. Porque la causa, el negocio, el agravio y
aun la soñada injuria de cualquier de ellos y de cada uno de sus individuos se hacen causa
común de todas ellas y de todos los que visten y han vestido la beca y se hallan ya en los
tribunales.» BERTRÁN. F.: «Informe sobre los Colegios Mayores». AGUILAR. F.: ob. cit..
página 97.
ss PtREZ BAYER, F.: «Memoria!...», AGUILAR, F.: ob. cit., pág. 104.

42
mayores; el rey no introducía ninguna modificación en los informes, que
para la provisión de cargos le pasaba el ministro de Gracia y Justicia, que
desde su creación en los primeros años del reinado de Felipe V, fue un
cargo también tradicionalmente ocupado por colegiales. Pérez Bayer
decía: «si pretende canongía de oficio algún manteísta de sobresaliente
mérito, y solicita el voto de algún colegial, que lo conoce a fondo, se le
responde sin rebozo y como lastimándose de que no sea de su gremio: "¡Si
Vmd. tomase un baño!", que es lo mismo que decirle: ¡Si Vmd. fuese o se
hiciese de nuestro partido!» 56.
La institución de que se sirvieron los colegiales para mantener este
.círculo opresivo para el resto de los estudiantes fue la creación, dentro de
los Colegios, de las llamadas hospederías. Por el expediente de convertirse
de colegial en huésped, una vez que agotaban los años prescritos, los
antiguos colegiales pasaban a la hospedería, pudiendo estar en ella y
continuar viviendo a costa del Colegio, diez, quince años, hasta que les
llegara la oportunidad de una buena colocaCión. Estos huéspedes, aparte
de ir arruinando lentamente las rentas del Colegio, causaban dos perjuicios
directísimos; el primero, en el gobierno interior del Colegio, ya que preva-
liéndose de su antigüedad, eran los que imponían de hecho la autoridad en
el Colegio, desautorizando al rector. El otro mal era que, al ser una
cátedra, el primer puesto al que aspiraban, como comienzo de su carrera,
como no les alcanzaba el turno a muchos, mientras eran colegiales espera-
ban en la hospedería que les llegara su hora, ya que permaneciendo allí
mantenían su antigüedad. De esta forma se hizo muy dificil para un
colegial llegar a una cátedra, y no digamos a un manteísta. La seguridad
además que tenían de que al llegar su turno, ocupaban su puesto, les hacía
permanecer esos años en la ociosidad. Por ello las hospederías fueron
duramente atacadas por los reformadores y desaparecieron. «Las hospe-
derías -decía Bertrán- son un fenómeno grande de la ociosidad, del
descuido en el estudio, de la diversión y vida cómoda, porque saben los
colegiales que aunque dejen pasar sin fruto los años de colegiatura, les
queda el recurso a la hospedería, en que sin limitación de tiempo y viviendo
a expensas del Colegio, pueden reparar los años perdidos y esperar cómo-
damente su colocación.» Y Pérez Bayer comentaba a su vez: «Entra hoy un
joven en un Colegio, sabiendo que, concluidos sus ocho años de beca, ha de
pasar a la hospedería, donde tendrá iguales axistencias, mejor habitación,
y mucha mayor libertad y autoridad que tuvo cuando era colegial actual.
Encastíllase allí hasta que le saque la muerte, o la prebenda o plaza» 57.

56 lbíd.. pág. lit. .


57 lbíd.. pág. 113, Y DE LA FUENTE. V.: ob. cit.. t. lB, pág. 179..

43
La existencia de estos órganos dentro de la Universidad fue altamente
Qociva para ellas. Los Colegios Mayores fueron, sin lugar a dudas, uno de
los factores decisivos de su decadencia.
Pero como ya hemos dicho más arriba, la situación de prepotencia que
alcanzaron algunos Colegios, que no tuvieron este título de Mayor con
respecto a su Universidad, fue parecida. Tanto sí tenían la estructura de
Colegio-Universidad, como los casos de Sevilla y Sigüenza, como si no la
tenían, como Granada, la situación fue similar: los colegiales coparon, por
distintos sistemas, el gobierno de la Universidad, y ésta quedó sujeta a sus
particulares intereses de grupo 58.

S8 La Universidad de Granada delataba igualmente la elección de rector y consiliarios,


que habían llegado a dominar los colegiales, pues aunque lo previsto era que sólo dos
colegiales fueran consiliarios, éstos se habían apoderado de cuatro puestos, con lo cual
dominaban el gobierno de la Universidad, pues como ellos eran los que elegían al rector, el
nombramiento, como era natural, recaía también en un colegial. La Universidad, al delatar
esta situación al Consejo, lo hacía con cierta prudencia, quizá porque considerara que en el
Consejo donde había ministros colegiales podía producir un efecto perjudicial la denuncia, ya
que este Informe pertenece a 1767 y, por tanto, aún no se conocían bien las directrices que
podían tomar las reformas. Así, decía, «no es esto, que el claustro se queje de ninguna
malversación en particular, o de violencia que hayan hecho a ninguno de los individuos del
claustro, sólo sí manifestar a V. M. o que no hay justicia para que se hallen privados del oficio
todos los que no sean del dicho Colegio o que, este tesón es una especie de facción de
comunidad opuesta a la libertad e imparcialidad que V. M. desea», y terminaba pidiendo que
sólo pudiera haber un solo colegial entre los consiliarios. Vid MONTELLS. F.: «Informe sobre
cátedras de 1767", ob. cit., pág. 292.

44
CAPITULO 11
LOS FUNDAMENTOS DE LA REFORMA
UNIVERSITARIA DE CARLOS III

1. La «ilustración» y la nueva concepción de la Universidad

El siglo XVIII es portador de un espíritu nuevo en todos los órdenes de la


vida~ que desde el comienzo del siglo se va haciendo cada vez más presente~
en lucha constante con la vieja mentalidad. En España~ el cambio de
dinastía de 1700 supuso~ en el orden político~ un cambio significativo~ pero
de escasa trascendencia en los órdenes social y cultural. El cambio de estos
aspectos sería una labor lenta y dificil~ que exigiría una lucha continua
entre las dos mentalidades enfrentadas. Aunque la causa de los reacciona-
rios era una causa perdida~ muerta porque había llegado a un grado de
cristalización mental~ atribuible a diversos factores sociológicos~ a causas
económicas~ al escaso contacto con Europa y a «la insuficiencia de los
métodos de transmisión cultural~ revelado en la profunda decadencia de
las Universidades»~ que presionaban en un sentido fuertemente confor-
mista l. La lucha por desplazar esta mentalidad iba a ser muy dura~ y la
historia de los siglos XVIII y XIX demuestra la feroz resistencia que supieron
oponer~ exacerbada~ quizá~ por los planteamientos antirreligiosos que en
muchos momentos adoptó la nueva mentalidad ilustrada.
El Renacimiento cultural del siglo está presidido por la influencia del
pensamiento de Newton~ en lo que se refiere a las ciencias~ y a lo que

I DOMÍNGUEZ ORTIZ y MERCADER RIBA: «La época del despotismo ilustrado", en la

Historia de Espafia y América, dirigida por J. Vicéns, t. IV, pág. 236.

45
entonces se llama filosofía natural, y por el pensamiento de Locke, en la
moral y la psicología; uno y otro se reflejan en las luchas doctrinales,
sociales, políticas y pedagógicas que llenan esta época.
La publicación de los Principia, de Newton, en 1687, dio un impulso
decisivo a la ciencia, iniciando así un proceso cuya característica general
será su evolución a espaldas de los establecimientos tradicionales de
enseñanza. Los mejores científicos europeos no tardaron en admitir la
nueva dirección impresa a la ciencia; pero la enseñanza se mantuvo, en
general, refractaria a la admisión de las nuevas doctrinas y el desarrolo
científico se realiza así en establecimientos extrauniversit~rios, normal-
mente llamados Academias. Los Colegios y Universidades de toda
Europa, por su postura opuesta a los nuevos principios, van distancián-
dose cada vez más de este movimiento general hacia la Historia Natural, la
Química, la Física experimental, las Matemáticas. Sólo la Química, en
cuanto era ciencia auxiliar de la Medicina, la podemos encontrar en las
Universidades; las otras ciencias, que, dada la estructura de las Universida-
des, tenían su lugar en la Facultad de Artes, se encontraban en general
abandonadas. Y lo mismo pasó con la nueva Metafísica de Locke, que
rápidamente adoptó la sociedad ilustrada, mientras que las Universidades,
apegadas a sus tradicionales enseñanzas, se negaron a admitir.
Esta situación va creando una profunda separación entre Universidad
y Sociedad. En aquélla, anquilosada en sus moldes antiguos, los estudios se
convierten cada vez más en una rutina que se mantiene por su propia
inercia. Mientras, la sociedad evoluciona en un sentido cada vez más
utilitarista, bajo la influencia de los hombres de la Enciclopedia, y niega
valor a las Humanidades, nombre con el que suelen englobar el conjunto
-de estudios a los que las Universidades se aferran, impartiendo una ense-
ñanza inadecuada para su tiempo y su sociedad 2.
Pero lo más trascendental de esa disociación Universidad-Sociedad es
que esta última va elaborando un concepto nuevo de aquélla, el problema
de la cultura de un país se convierte en un asunto nacional; por tanto, las
Universidades, como en general todos los centros de enseñanza del país, no
pueden seguir su propia evolución al margen de lo que suceda en la
sociedad, de la que se encuentran separados por su sustancial autonomía.
La concepción de la nueva Universidad va hacia su centralización en el

2 HAZARD. P.: La crisis de la conciencia europea. 4." ed., Pegaso, Madrid, 1988, y El
. pensamiento europeo en el siglo XVIJI. Madrid, 1958; WILLIAMS. E. N.: El Antiguo Régimen en
Europa (/648-/789). Pegaso, Madrid, 1978; SARRAILH.J.: L'Espagne ec!airée dans le seconde
moitié du sil!c/e XVIJI. París, 1954; O'IRSAY. S.: Histoire des Universités fran(faises et étrange-
•res. t. 11, págs, 103 y s.

46
Estado, como toda cuestión de dimensión nacional; las nuevas teorías
políticas contribuyen decisivamente a ello, es la época del despotismo
ilustrado. Este planteamiento tiene una importancia mucho mayor en los
países católicos, entre otras razones porque muchas Universidades, que a
consecuencia de la reforma luterana quedaron en el área protestante,
fueron sujetas, ya entonces, al poder de los príncipes convertidos a la
herejía, como una consecuencia más que tuvo la reforma político-religiosa
que en dichos países se llevó a cabo.
Este sometimiento de la Universidad al Estado comporta inmediata-
mente dos importantes consecuencias, que modifican la institución univer-
sitaria: por un lado, la libre disposición de los cargos directivos, y, por otro
lado, la selección y el nombramiento de los profesores. Ambos pasan a ser
de la competencia exclusiva del Gobierno; esto, que se observa claramente
en las nuevas fundaciones universitarias del siglo en los países más permea-
bilizados a las nuevas ideas, se observa también en los países como España,
donde no se llega a realizar una fundación universitaria, pero sí que se
reforman las antiguas. Naturalmente, en este segundo caso, el problema
resulta mucho más complicado y de más difícil consecución. La Universi-
dad pierde su independencia y autonomía inmediatamente que deja de
tener un patrimonio propio y pasa a ser sostenida por el Estado, deja de ser
una corporación con vida propia para convertirse en un organismo estatal,
que, por tanto, aquél se encarga de financiar. Esto, en los países ricos, es un
problema que queda resuelto desde el primer momento, pues el Estado
tiene los medios necesarios para llevar a cabo una instrucción nacional a
todos los niveles. Pero en países pobres, como España, en que el Estado
carece de los medios necesarios para acometer tal empresa, este plantea-
miento no aparece claro, creándose una situación confusa, en la que el
Estado se hace con las Universidades, pero manteniendo éstas su patrimo-
nio propio como único medio para sostenerse, lo cual traerá como conse-
cuencia que las reformas que se intenten hacer en su cuerpo anquilosado
resulten infructuosas ante la escasez de dicho patrimonio, una de las causas
de su decadencia 3.
Sin embargo, la idea de centralizar las Universidades no iba a encontrar
ninguna dificultad en éstas, frente a lo que pudiera parecer: mucho más
conscientes del estado en que se encontraban de lo que normalmente se
suele creer, en este punto coincidían con los deseos de los reformistas. Por
muy reaccionarias que puedan aparecer, se dieron cuenta de que el Estado
era el único que las podía sacar de la situación de postración en que se

3 VAWAVEC. F.: ob. cit.. pág. 257, Y D'IRSAY. S.: ob. cit.. t. 1, pág.' 305, especialmente
páginas 313-318.

47
hallaban, y por eso acudieron a él sin reservas a implorar su ayuda. Esta
actitud, que expondrán sin reservas de manera especial cuando llegue la
hora de las reformas, venía precedida por lo escrito por diversos autores,
que se ocupan del tema desde comienzos de siglo, hasta el comienzo del
último tercio de él, es decir, lo que podríamos llamar el primer momento de
la Ilustración española. Así, para Feijoo, cuando en su carta Sobre el
adelantamiento de las Ciencias y Artes en España, hace un recuento de sus
críticas a las enseñanzas en el Teatro crítico y propone los oportunos
remedios a los vicios qu~ ha denunciado, preocupado al final por la
eficacia de sus propuestas, reflexiona sobre cómo, ni de sus declamaciones
ni de las de cualquier otro particular, se puede esperar nada, «es menester
buscar más arriba el remedio y subir hasta el Trono del Monarca para
hallarle». El pensamiento de Feijoo, como el de algunas Universidades,
está bastante desprovisto de la ideología «ilustrada», se trata de una
postura simplemente táctica, al observar la situación y comprobar que ésta
es la única manera de solucionarla 4.
El deán y catedrático de la Universidad de Valencia, Martí, le escribe a
su erudito paisano Gregorio Mayáns, en 1736, sobre la necesidad de
realizar reformas en las Universidades que «no es este daño (la mala
situación de la instrucción pública) que pueda remediarse a gritos. Es el
príncipe sólo quien puede ocurrir a remediar el exterminio de todas las
letras, mandando el método de las escuelas y llamando extranjeros y
cerrando la boca a los frailes, que son la siva bonarum artium».' Y el propio
Mayáns dirá que ~l Monarca debe reformar los estudios, porque «en lo que
toca a la enseñanza pública, el príncipe debe procurar que en las Universi-
dades se enseñen aquellas ciencias que sean convenientes para conseguir la
felicidad de la república cristiana y civil» 5.
Es una postura que así viene a enlazar con los presupuestos del «despo-
tismo ilustrado», producto ya de la generación «ilustrada» posterior a
Feijoo. A estos «ilustrados» se les ha caracterizado con los siguientes
rasgos: optimismo dimanante de la alta estimación de la naturaleza
humana; individualismo, univ~rsalismo, racionalismo, pero con un fondo
de milenarismo, creencia apasionada, casi mística, en la posibilidad de
llegar a crear un paraíso terrestre mediante una renovación automática por
medio de leyes y reglamentos. Su asalto al poder constituyó la operación
táctica necesaria para llevar a cabo las reformas que se proponían 6.
Sánchez Agesta ha puesto de manifiesto la paradoja que representa esta

4 FEIJoo.J.: Cartas Eruditas. t. III, Carta XXXVI, pág. 357.


s M ESTRE. A.: ob. cit.. pág. 140.
6 MERCADER RIBA Y DOMÍNGUEZ ORTIZ: ob. cit.. págs. 238 y s.

48
exaltación del poder real, esta «máxima exaltación del despotismo monár-
quico)), que llevó a cabo esta segunda generación del siglo enciclopedista.
y describe las numerosas repercusiones que tuvo para el país el q~e, por
obra de Carlos III, estos hombres pudieran llevar a cabo sus ideas prepa-
rando decisivamente el triunfo del Estado liberal. Con una clara idea de los
fines que persiguen buscan el instrumento apto para realizarlo. La situa-
ción histórica era propicia a este triunfo minoritario, dados los presupues-
tbs políticos del antiguo régimen, y lo único que hacía falta era acentuar su
absolutismo 7. En diferentes escritos de la época encontraremos clara-
mente expuesto este pensamiento. Así, en las Cartas al conde de Lerena,
donde se lee: «Para el logro de las grandes cosas es necesario aprovechar-
nos hasta el fanatismo de los hombres. En nuestro populacho está tan
válido aquello de que el reyes señor absoluto de la vida, las haciendas y el
honor, que el ponerlo en duda se tiene por especie de sacrilegio, y he aquí el
nervio principal de la reforma. Yo bien sé que el poder omnímodo del
monarca expone la Monarquía a los males m'~s terribles, pero también
conozco que los males envejecidos de la nuestra, sólo pueden ser curados
por el poder omnímodo» 8. En este celo táctico por la soberanía regia nadie
se destacó tanto como Campomanes, quien, desde su puesto de fiscal del
Consejo, intervino decisivamente en todas las reformas que se llevaron a
cabo y especialmente en la de las Universidades 9.
La unión de esta idea política con la importancia que estos ilustrados
concedían a la cultural, dentro del contexto general de las reformas que
proyectaban, significa ya una profundización mayor en la idea de la
centralización de la enseñanza, que queda reflejada en las palabras que
dedica a este punto Bernardo Ward en su Proyecto económico, en que da las
razones por las que considera que la reforma de la enseñanza debe signifi-
car 'la instauración del Estado como órgano dispensador y controlador de

7 SÁNCHEZ AGESTA, L.: El pensamiento político del despotismo ilustrado. : Sevilla, 1979,
8 «Cartas político-económicas escritas por el conde de Campomanes al conde de Lerena".
publicadas por A. RODRÍGUEZ VILLA. Madrid, 1878, pero hoy atribuidas, según la opinión de
Sánchez Agesta, a León de Arroyal.
9 «Porque si los defensores de la autoridad real, en lugar de auxilio sólo experimentasen
opdsición y vejaciones, y ser tachadas las opiniones y doctrinas favorables a la regalía, con
vilipendio y aversión, bien en breve quedaría aniquilada en el reino la soberanía y reducidos
nuestros estudios a la lastimosa época de los siglos de la ignorancia.» Y poco más adelante,
añadía: «si no es que se considerase a las Universidades como unos cuerpos existentes fuera de
la república o con independencia de sus leyes, no se puede entender que se derramen y enseñen
allí doctrinas opuestas abiertamente a las leyes reales, al sistema de los tribunales altos y aun a
la tranquilidad común ...... CAMPOMANEs:Alegacionesfiscales. t. 11, págs. 181 y 183-184. Este
informe fue emitido por el Fiscal como consecuencia de un incidente en la Universidad de
Valladolid, que tendremos ocasión de examinar más adelante, y que motivó la creación de los
censores regios en las Universidades,

LA ILUSTRACION y LA REFORMA... -4
49
la cultura nacional. Para Ward, el retraso en que nos encontramos con
respecto al resto de Europa es tal, que sólo un poder fuerte y organacional.
Para Ward, el retraso en que nos encontramos con respecto al resto de
Europa es tal, que sólo un poder fuerte y organizado, como debe ser el del
Estado, es capaz de superar esa situación, hasta ahora en manos de
arbitristas 10. El Gobierno central, gracias a su poder y mejor informado
que nadie, podrá acudir a remediar todos los males y además, la mejor.
forma de hacer prudente y pacíficamente la revoluc~ón política necesaria
que ha de realizar el Gobierno es por medio de la instrucción y elevación de
la cultura del pueblo; pero siendo éste un medio tan eficaz, es lógico que sea
el Estado quien lleve firmemente las riendas. Esta táctica, prudente y
pacífica, sería además la que el rey encontraría más apropiada para llevar
adelante las reformas que le proponían sus ministros, después de que el
motín de Esquilache hizo ver la conveniencia de seguir una senda más
cautelosa y prudente para llegar a los objetivos propuestos 11.
Pérez Bayer, en su Memorial por la libertad de la literatura española, en
donde expone la situación de decadencia que ha sumido a la Universidad la
prepotencia de los Colegios Mayores, afirma que la única manera de'
realizar las reformas será la acción directa del monarca, para someter
sobre todo a la casta colegial, principal obstáculo para cualquier acción
renovadora. Sólo el poder real, manejando todos los resortes, podría llevar
a cabo el establecimiento de un nuevo orden en los centros universitarios 12.
En una tercera fase, la Ilustración del reinado de Carlos IV profundi-
zará más en esta idea, y en el pensamiento de Jovellanos y Cabarrús, entre
otros, aparecerá la enseñanza como un problema nacional de una manera
más terminante y, por tanto, su nacionalización adquirirá un soporte más
filosófico al gusto de la época 13.
El segundo punto en que el empuje de la Ilustración contribuye a
formar un nuevo concepto de Uriiversidad es precisamente con respecto a
su misión en la sociedad en la que vive. Hasta este momento, desde que
aparece en la Edad Media, lo único que a ellas y a sus profesores correspon-
día era la enseñanza. Pero ahora esa sociedad se crea la necesidad de
realizar una investigación científica, como consecuencia de la importancia

10 W ARO: Proyecto económico, ed. y estudio preliminar de J. L. CASTELLANO. Instituto de


Estudios Fiscales, Madrid, 1982. Vid. SARRAILH. J.: ob. cit. (passim). y HERR. R.: ob. cit.,
páginas 42.
11 ~ODRíGUEZ CASADO. V.: La política y los políticos en el reinado de Carlos /l/.
páginas 167-168.
12 SALA BALUST: Visitas y reformas.... pág. 27.
IJ Vid. págs. 212 y ss.

50
superior que se conceden a las ciencias pragmáticas, y toma la responsabi-
lidad de llevar a cabo esta misión.
Las Universidades, en general, aparecen como inservibles para poder
desarrollar esta tarea, por eso la sociedad pone en marcha unas ins~itucio­
nes en donde se puede llevar a cabo, éstas son las Academias. Las cuales,
como es obvio, no son una creación propia del siglo, pues ya fueron una de
las manifestaciones más interesantes del Renacimiento, pero es indudable
que el siglo XVIII puede considerarse como el siglo de las Academias. Punto
de partida del extraordinario desarrollo que consiguieron en todos los
países europeos fue la influencia y prestigio que adquirió la Academia de
Berlín, fundada por Leibniz en 1711.
Estas sociedades científicas se conciben como centros de trabajo desin-
teresados, llamados a enriquecer los conocimientos humanos de la socie-
dad, igual que a las Universidades les corresponde simplemente el
extenderlos. Este planteamiento, que inicialmente parece disociar ambas
ideas: investigación y enseñanza, es rápidamente superado en los países
más avanzados, superación que consiguen mediante la creación de nuevas
Universidades, que saben aunar ya ambas finalidades -basta recordar la
Universidad de Gotinga, la gran creación del siglo-, o mediante el esta-
blecimiento de una cooperación entre ambas instituciones, Universidad-
Academia 14. Pero desgraciadamente, en los países como España, en que el
terreno no estaba tan abonado para la rápida extensión de las nuevas ideas,
el introducir en la Universidad la nueva misión, será un proceso más lento
y costoso, que tendrá que comezar por dar mayor extensión aJas enseñan-
zas que se daban en las Universidades, introduciendo muchos estudios,
tanto humanísticos como científicos, que no habían tenido, lugar en ellas
hasta entonces. Además, en una sociedad como la española, la aparición
de las Academias, fenómeno que se produce como en todos los demás
países, será mal mirado por las Universidades, que las verán como cuerpos
enemigos que vienen a disputarles el puesto que ellas ocupan. Por consi-
guiente, les declararán la guerra desde el primer momento y tratarán de
suprimir todas las que puedan, dirigiendo especialmente sus tiros contra
aquellas que, por no ser.de directa fundación real, podían ser más vulnera-
bles. No hay más que recordar como episodios de esta lucha los casos de la
Sociedad Médica Sevillana, fundada en 1697, y contra quien dirigirá los

14 0'1 RSA Y.S.: ob. cit.. 1. Ir, págs. 56-67, Y V ALJAVEC:" Es un mérito del siglo XVIII haberse
dado cuenta de aue investigación v doctrina necesitan. además del movimiento de enseñanza
de las universidades doctas, de instituciones especiales; los orígenes de los institutos de inves-
tigación de la Universidad se remontan a este siglo.

51
tiros la Universidad hispalense 15, o el informe de la Universidad de Sala-
manca contra la Academia del Buen Gusto zaragozana 16. Sin embargo,
afortunadamente para el país, la protección regia a estas instituciones las
sacó adelante, proliferando especialmente en el reinado de Carlos 111. Ellas
se convirtieron en los vehículos más poderosos del pensamiento filosófico,
científico y literario, agrupamientos libres de curiosos y científicos, su
dedicación a la libre investigación, subyugaba con mucha más energía a los
espíritus selectos de aquella sociedad, que vuelven sus espaldas a las

Una prueba de las primeras fundaciones de esta clase fue el Seminario de Filosofia (desde
1738) en la reción creada Universidad de Gotinga (1737). Bajo la dirección de Christian
Teófilo Heyne (1729-1812), principalmente, alcanzó ésta una prosperidad extraordinaria y
ejemplar. Erlangen (1777), Kiel (1777), Hemlstedt (1799), Heidelberg (1807) ... Se crearon
Seminarios de Filosofta, otros dedicados al estudio de las lenguas clásicas, en Leipzig de
historia de la literatura, también aquí nace el primer Seminario de ciencias naturales; los de
ciencias fisicas y matemáticas no aparecerán hasta principios del XIX; en Gotinga se creará el
primer Instituto de Historia. En la Medicina, este mismo fenómeno se concretará en la
aparición de las primeras clínicas anejas a las Facultades; la primera será la de Viena, creada
por Van Swieten. Vid. VALJAVEC, F.: Historia de la Ilustración en Occidente. págs. 261-263.
15 MERCADER RIBA. J., Y DOMÍGUEZ ORTIZ. A.: ob. cit.. págs. 238 y s.; MARAÑÓN, G.:
«Nuestro siglo XVIII y las Academias .., en Obras Completas. t. 111, págs. 305 y s.
La Universidad de Sevilla dirigió en su lucha contra la Academia Sevillana una comunica-
ción a la de Granada, rogando a ésta que también representara al Consejo contra la .
Academia, porque trataba de introducir «doctrinas modernas cartesianas paracélsicas y de
otros holandeses e ingleses, cuyo fin parece ser pervertir la célebre de Aistóteles, tan recibida
en las Escuelas Católicas Romanas, despreciando el siguiente las de Hipócrates, Galeno y
Avicena... Granada se mostró cauta y contestó que prefería esperar a ver los informes de las
Universidades de Salamanca y Alcalá. Vid. MONTELLS, F.: ob. cit.. págs. 259 a 261.
16 Carta-Orden de IS-XII-1759, pidiéndole a la Universidad de Salamanca que informara
sobre la Academia del Buen Gusto, Colección.... pág. 1.
El autor principal del dictamen contra la Academia del Buen Gusto. de Zaragoza, fue el
catedrático de Scoto, y de Filosofia Moral, Fray Manuel Bernardo de Ribera, autor de unas
Instituciones Philosophiae. que ya había dictaminado en contra de una Academia de Matemá-
ticas que había pretendido fundar Torres de Villarroel en 1758, por la única razón de haber
atacado éste a la Universidad.
Sobre la Academia del Buen Gusto dictaminó, según Sempere y Guarinos, «que se
inclinaba poderosamente a que los pretendientes de la Academia se hubiesen engreído con las
lecciones de arrogancia, más que de sabiduría dan los modernos enciclopedistas; verbigracia,
Heineccio, Muratori, Orimini, Rollín y Verney, de los cuales se sospechaba con mucha
vehemencia fuese su hombre el segundo, por la coincidencia del título de la Academia con el
libro en que dicho autor (Muratori) da reglas para estudiar con provecho las ciencias y las
artes: Delia riflessioni sopra iI buon gusto nelle scienze e nell'arti. Del cual había cogido la
Academia algún párrafo literal.
Pero es aún más explícito en su verdadera posición cuando dice «que este proyecto -el de
la fundación de la Academia- sena mucho no se dirigiera a desterrar el método de las
Universidades y extinguir éstas, pasado algún tiempo...
Tras atacar a varios ilustrados -Launoy, Gataker, Fontenelle, Muratori y Verney-,
intentan hacer un elogio de la Universidad de Salamanca. En definitiva, como observa
Sempere, lo que de verdad molestaba al catedrático salmantino es que aquella nueva
institución pudiera hacer sombra a la vieja Universidad y no se le hubiera reconocido a ésta su
lugar preeminente dentro de las instituciones culturales del p~ís, y~ndose a consultar la

52
Universidades, que quedan dedicadas a su función propia: la enseñanza, de
mejor o peor manera, según los casos, y que, además, se niegan a ocuparse
de cosas cuya utilidad social no estaba establecida todavía, aferrándose a
sus temas tradicionales, cuya ocupación no les dejaba tiempo para poder
dedicarse a las investigaciones científicas y literarias. .

2. El planteamiento de la reforma universitaria en España: Feijoo, Verney y


Olavide

El país fue saliendo de la postración a la que llegó en los últimos


Austrias por una serie de fuerzas concatenadas, que fueron acercándole de
nuevo a Europa. Entre estas fuerzas está, sin duda, el conocimiento de la
Ilustración por parte de una élite intelectual, de la cual, en el aspecto
concreto de la reforma de la enseñanza, hemos entresacado a tres persona-
jes que nos han parecido que fueron los que más contribuyeron a presentar
ante los ojos de los gobernantes españoles la necesidad de una reforma de
la Universidad, no sólo reflejando los aspectos negativos de la Universidad
tradicional, que es quizá en la parte que más se ha insistido al exponer su
pensamiento, sino en la parte positiva, en donde desarrollan las nuevas
ideas que la Ilustración ha puesto en marcha por Europa sobre lo que debe
ser la Universidad. Naturalmente, esta labor no sólo fue de estas personas,
que nos ha parecido que ellas son las que mejor representan las ideas de
esta élite ilustrada española, que pretende adecuar a España al paso de los
más adelantados países europeos, intentando superar el retraso con que
iniciábamos la carrera hacia una nueva época de la historia.

Además, su distinto escalonamiento cronológico a lo largo de los


setenta primeros años del siglo nos ayuda a ver mejor cómo se van
desenvolviendo las ideas que acabarán imponiendo la necesidad de las
reformas. Primero, será el padre Feijoo: el impacto de sus obras se produ-
cirá al cumplirse el primer tercio del siglo; luego vendrá el portugués
Verney, a mitad de éste, y, finalmente, Olavide, en los umbrales de las
propias reformas.

conveniencia de fundar tal Academia. Sin embargo, tal era la situación de Salamanca que,
tras su elogio, reconoce el estado de decadencia en que se encuentra y trata de justificarlo,
diciendo «que en todos los cuerpos políticos, militares, literarios, civiles y regulares, se conoce
decadencia de su primitivo fervor y rigidez. Que además de los principios inevitables de
deteriorización, hay otros particulares en la Universidad de Salamanca. Que él escribió a
cierto Grande un dictamen sobre su reforma. Y que los desórdenes en el estudio teológico de
Salamanca se ven y se lloran también en otras Universidades». Vid. SEMPERE YGUARINOS:ob.
cit.. t. IV, págs. 8 a 17.

53
EL PENSAMIENTO REFORMISTA DEL PADRE FEIJOO

El padre Feijoo ocupa un lugar importantísimo en la puesta en marcha


del proceso que desembocará en las reformas de la Universidad en el
reinado de Carlos III. Ya hemos visto en otro lugar su crítica a la situación
existente; lo que nos interesa ahora examinar son las ideas sobre las que,
según él, debe construirse la nueva Universidad, que se intentarán llevar a
cabo cuando suene la hora de las reformas. Su pensamiento ha- sido muy
controvertido y diversamente valorado, caracterizándose, en general, los
juicios que se han hecho sobre él, de cierta falta de ecuanimidad en un
sentido o en otro. Su labor, desde el punto de vista que aquí lo considera-
mos: la puesta en marcha de la reforma universitaria, puede considerarse
como decisiva en favor de ella; su situación personal le permitió decir cosas
que otros no se atrevieron a exponer o que la persecución impidió que las
expusieran, y aunque no quedó libre de severas críticas, acabó imponiendo
sus ideas y triunfando sobre sus enemigos, los ultramontanos, y la pragmá-
tica de Fernando VI, de 1750, por la que se prohibió que se criticaran sus
obras, significó un triunfo decisivo para el partido reformista 17.
Los puntos principales que expone Feijoo en diferentes lugares de su
obra, sobre las reformas que debían establecerse en la Universidad espa-
ñola, fueron los siguientes:
1) Introducción de un nuevo método de estudio que significara la
abolición del método de estudiar por «dictados» y su sustitución por unos
libros de texto para cada asignatura. Varios beneficios consideraba el fraile
benedictino que se sacarían de esta reforma: se ahorraría mucho tiempo,
no teniendo que copiar tantas cosas, se podrían explicar más temas y con
más extensión y se lograría enseñar una mejor doctrina científica, o incluso
la mejor, pues, como es natural, se buscaría como texto el del autor más
competente en la materia. La principal dificultad del nuevo método la veía
el propio Feijoo en la falta de esos cursos adecuados para la enseñanza,
pues como consecuencia de haber imperado durante tantos años en la
Universidad española el sistema de «dictados», los catedráticos, desde
hacia muchas generaciones, habían abandonado este trabajo científico. El
remedio sería obligarles a que se dedicaran a realizar tal tarea, como
habían empezado ya a hacer los jesuitas en algunos de los establecimientos
aocentes que dirigían, viniendo así a reconocer implícitamente que el nivel
científico de éstos era superior al del resto del país 18.
2) Antes de que empiecen a extenderse las doctrinas económicas de

17 MERCADER RIBA. J., Y DOMÍNGUEZ ORTlZ: ob. cit., págs. 242-243.


18 FEUOO. P.: Teatro Crítico. t. VIII, «Dictado de las aulas», pág. 35.

54
fisiócratas y populaciones en nuestro país, Feijoo ya expone un concepto
clasista y restringido de la Universidad. Para él era un gran mal que
llegaran a los estudios superiores tanta gente que no reunía las condiciones
necesarias para ello, como estaba ocurriendo; harían mucho mejor dedi-
cándose a la agricultura o a la industria. Para lograr la reducción del
alumnado universitario proponía una medida drástica, «arrojar de la
Escuela a los ineptos» mediante el establecimiento de un visitador o
examinador, «señalado por el príncipe o por el Supremo Senado», conse-
cuencia de la necesaria centralización de la Universidad en el Estado, que
también exponía Feijoo, el cual todos los años tendría por misión hacer
una criba entre todos aquellos que se presentaran a matricularse en la
Universidad, no admitiendo a los zotes 19.
3) Introducción en la Universidad de todos aquellos estudios que
hasta ese momento permanecían fuera de ella: Física, Astronomía, Botá-
nica, Historia Natural, pues' eran los libros sobre estas ciencias los que se
debía leer, y atacaba con redoblada energía. a aquellos que le habían
reprochado que él no se hubiera dedicado a escribir de Teología. Le
parecía tan difícil la introducción de estos nuevos estudios en la Universi-
dad que proponía la creación de unas Academias científicas bajo la protec-
ción regia, como única forma para conseguir que arraigasen estos estudios
en el país, y propone de modo especial la creación de una en Madrid, a
imitación de la de París, pues «ésta daría el tono a todo el Reyno en orden a
la elección de estudios civiles: excitaría los ingenios capaces: los dirigiría
con los escritos que fuesen produciendo así el cuerpo de la Academia,
como los particulares de ella», También llama la atención de Feijoo la
Academia de Berlín, y halaga al rey de España, diciendo que si aquella
Academia fue posible gracias al apoyo del rey de Prusia, nosotros podría-
mos conseguir algo mucho mejor si se contara con el apoyo de nuestro
rey 20,
4) De esto último podemos ya deducir que en el pensamiento de
Feijoo la reforma de la enseñanza va íntimamente unida a la intervención
del Estado en esta cuestión, intervención que ve necesaria, más que como
consecuencia de un planteamiento ideológico, como el instrumento insus-
tituible que hiciera posible las reformas, ya que, ante la resistencia que
prevé, el poder del Estado, aparece como el único capaz de vencerla 21.

19 ID.: Teatro Crítico. 1. IV, pág. 31.


20 ID.: Cartas Eruditas. "Causas del atraso que se padece en España en orden a las ciencias
naturales, Carta XVI, pág. 188, YCarta XXXI, "Sobre el adelantamiento de las ciencias y de
las artes de España .., págs. 324 y s., especialmente 358.
21 lbíd.. Carta XXXI, "Sobre el adelantamiento de las ciencias y las artes en España .. ,
páginas 357-358.

55
Todas estas ideas las veremos aparecer en los escritores posteriores
inmediatos a la reforma, y por resultar mucho menos sospechoso que
cualquier otro autor, ante posibles ataques de los ultramontanos, las
Universidades le citarán en sus Planes como el inspirador principal de
algunas de las innovaciones que proponen 22, cuando se lleven a cabo las
reformas de los años 1770 y siguientes.

VERNEY y LA INFLUENCIA EN SU LIBRO «EL VERDADERO MÉTODO DE


ESTUDIAR»

Una cosa influye, desde luego, en la aparición y (ormación de esta


generación reformista que a mediados del siglo realiza ya una crítica clara
de diversas instituciones, entre ellas, de las Universidades: los viaj,es al
extranjero, en donde se conocen de cerca a la Ilustración y las instituciones
que aquélla da a lugar, así como la dura crítica a todo aquello que es
todavía usual en nuestro país; el antiescolasticismo, el antijesuitismo, se.
conoce de cerca y subyuga a estas personas, las cuales se disponen a hacer
la crítica a su país de origen. Muy representativo de esta posición es Luis
Antonio Verney «Barbadiño» 23, el cual llega a Italia muy joven aún y entra

22 Especialmente lo tendrán en cuenta las Facultades de Artes. Vid., por ejemplo, los
Planes de estudio de Salamanca, Alcalá y Cervera. Vid. "Plan de estudios de Salamanca», en
Colección de .... pág. 15; "Plan de estudios de Alcalá», en Colección de... , pág. 185, Y "Plan de
estudios de Cervera». Vid. RUBIO y BORRÁs, M.: Historia de la Universidad de Cervera, t. 1,
pág. 328.
Hay que hacer notar el impacto que la obra de P. Feijoo provocó en el país, de lo que es
testimonio las tiradas de ejemplares que se hicieron de ella. Del tomo Vy VI del Teatro Crítico
se tiraron 3.000, cifra excepcionalmente elevada en su época, según cuenta el propio Feijoo en
el prólogo del tomo VI. El P. SARMIENToda noticias parecidas en el prólogo de Demostración
crítica-apologética. Partiendo de estos datos, don Vicente de la Fuente calcula que se editaron
420.000 volúmenes, correspondientes a 15 ediciones de 14 tomos cada una, a lo largo del siglo
XVIII. Vid. Prólogo a la edición de las obras'de Feijoo, de la B. A. E., citado por G. MARAÑÓN,
en Vocación. preparación y ambiente biológico del P. Feijoo. ob. cit.. t. 111, pág. 95, n. 1.
23 Luis Antonio Verhey, hijo de padre francés, nació en Portugal en 1713, estudió primero
con los Padres de la Congregación del Oratorio y después prefirió, para continuarlos, la
Universidad de Evora a la de Coimbra, pues ya había prendido en él su antiescolasticismo y
antijesuitismo. En 1736 marcha a Italia y ya nunca más volverá a Portugal, muriendo en 1792.
En Italia quedó deslumbrado por el abismo que separaba a Portugal de Italia, y entabla
amistad, además con Muratori, con otros "ilustrados», comoel filósofo napolitano Genovesi
(1712-1769), el cual fue profesor en la Universidad de su ciudad de 1741 hasta 1753, en que fue
expulsado de ella por los jesuitas por sus ideas avanzadas, y volviendo a la Universidad una
vez que fueron expulsados los religiosos. Vid. RICARD, R.: "Verney et l'esprit reformateur au
Portugal au XVIII siecle», en Revue de la Mediterranée. número 29 (mayo-junio 1949), páginas
304-311; A NDRADE, A. A.: Vernei e a cultura do seu tempo. Universidad de Coimbra, 1966, y
ROSSI,G. C.: "España (y Feijoo) en la obra del Padre Luis Antonio Verney», enEI P. Feijoo y
su siglo. vol. 11, Oviedo, 1966, págs. 389-406 y VENTURI,F., Settecento riformatore. Il, p. 8-11.
Sobre las relaciones culturales entre España y Portugal en la época de la Ilustración es
interesante: PIWNIK, MARIE HÉLENE: "Image de la culture pombalíne en Espagne», en O

56
en contacto con algunos de los más ilustres representantes de la Ilustración
italiana: el más significado de todos es Muratori. El impacto que produce
en él la relación con estos intelectuales y con algunas de las Universidades
en que el nuevo espíritu ha prendido ya, provoca que escriba un libró en
donde fustiga duramente a las Universidades de los países de la Península,
pues aunque él era portugués y sólo conocía directamente las Universida-
des de Portugal, dada la similar situación en que se encontraban las
españolas, desde el primer momento se consideró su crítica como dirigida
también a las españolas, hasta el punto de que en nuestro país se consideró
que el libro iba dirigido en realidad contra la Universid~d española. Sea
esto más o menos cierto, es igual, pues los ilustrados españoles lo acogie-
ron y lo utilizaron como importante instrumento para su política. De
manera que inmediatamente de publicarse en Port~gal, en 1751, se inició la
polémica en España acerca de él, y salieron a la luz pública algunos escritos
ya antes de que hubiera sido traducido al castellan0 24 •

marques de Pombal e o seu tempo, en Revista de Historia das Ideias, IV, vol. 2, Universidad de
Coimbra, 1982, págs. 343 y siguiente.
24 El título completo del libro es Verdadero método para ser útil a la República yola Iglesia,
proporcionado al estilo y necesidad de Portugal, traducido al castellano por D. José Maymó y
Ribes, Madrid, 1760, 4 vals. La primera edición portuguesa apareció en Lisboa, en 1751.
Según explicó el traductor español al frente de la publicación, trató de verter el libro al
castellano en cuanto apareció en Portugal, pero hubo dificultades entonces con la censura que
desaparecieron nueve años después. El traductor es una figura poco conocida. Estudió en la
Universidad de Valencia y después fue abogado en la Audiencia de Madrid; fue figura central
en la polémica del Barbadiño, pues, aparte de traducir el famoso libro, publicó antes de la
traducción, en 1758, un libro titulado Defensa de los autores del Barbadiño en obsequio de la
verdad. Ese mismo año tradujo y publicó también otra obra portuguesa que llevaba el título
Deducción cronológica y analítica en que... se manifiestan los horrorosos estragos que hizo en
Portugal yen todos sus dominios la Compañía llamada de Jesús, de JOSÉSEABRA DESILVA Por
consiguiente, de su labor literaria podemos deducir su antijesuitismo y su pertenencia al
partido «manteísta... Hay una edición moderna del libro, publicada en Lisboa, Librería Sa da
Costa, 2 vols., 1949-1950.
Según F. PUY, «donde pone Portugal, puede leerse, a todos los efectos, España; en primer
lugar, porque está históricamente demostrado que lo que se propuso el abate Verney con su
crítica fue atacar a España, hostigando un método, un estilo y dos Ordenes religiosas que los
sustentaban (dominicos y, especialmente, jesuitas), típicamente españoles. Pero también
porque después de la nacionalización llevada a cabo por su acólito Maymó y Ribes, la obra se
conoció, y fue comentada y acatada en español ... Vid. El pensamiento tradicional en la España
del siglo XVlll (1700-1760), Madrid, 1966, pág. 78, n. 53.
Dice Mayáns sobre el libro de Verney: «Es cierto que sabíamos casi todo lo que dice
Barbadiño. Pero hasta hoi nadie se ha atrevido a decir lo que él; i ninguno ha pintado más por
menor los defectos de las Escuelas de España i el mal método de los estudios ... Celebra los
ataques que dirige Vemey a Vieira y Feijoo y la crítica que hace a la enseñanza de la Lógica, de
la Jurisprudencia y continúa: «es cierto que se halla en los escritores españoles todo lo que
dice, ¿pero quién lee a los Vives, Canos, Morcillos i otros tales? Una cosa tiene de mal
Barbadiños, i es que tiene demasiado concepto de los escritores modernos i menor del que
merecen los antiguos••. Y aun entre los modernos prefiere erróneamente los escritores del
siglo XVIII, siendo así que fueron mayores hombres los del siglo xv y XVI. Carta de Mayáns a

57
El Verdadero método de estudiar, título del libro, por sus duros ataques
al escolasticismo y a los jesuitas, provocó inmediatamente la polémica en
España; varios jesuitas, entre ellos el padre Codorniu, profesor del Colegio
de Barcelona, y el famosísimo padre Isla, salieron en defensa de los ataques
que en el libro ~e hacían contra ellos 25. Nos dice el padre Isla 26 que
inicialmente en España fue un libro de contrabando y por eso no muy
conocido, aunque el jesuita consideró oportuno ocuparse de él y criticarlo,
lo que provocó la defensa del doctor Maymó y Ribes, en Defensa del
Barbadiño en obsequio de la verdad, Madrid, 1758, que estaba traduciendo
la obra y que aparecería poco después. El libro en sus referencias a España
era muy crítico y sus críticas llegaban hasta el propio Feijoo y su obra.
En los mismos años el oratoriano Vicente Calatayud 27 publicó sus
Cartas eruditas dirigidas a Andrés Piquer con la petición de que le ayudase
a rebatir a Verney. Yen la primera de ellas hace referencia a unas Conclu-
siones que se habían defendido en la Universidad de Valencia, donde
reinaba, según el, la filosofía antiperipatética o ecléctica.
Andrés Piquer 28 , cuando publique su Lógica años después, 1771, tra-

Nebot, de 20-111-1751, por tanto, nueve años antes de que se tradujera, lo que muestra el
impacto del libro desde su aparición en Portugal, en toda la Península, MESTRE: ob. cit..
página 314, n. 23.
25 El P. ANTONIO CODORNIU escribió, en defensa de su Orden y contra el libro de Verney,
Desagravio de los autores que ofende el Barbadiño, Barcelona, 1764. El P. FRANCISCO ISLA lo
atacó en su Fray Gerundio. aunque más aspectos puramente formales que el fondo de la
crítica; según Menéndez Pelayo, el motivo de su ataque fue que quedó envidioso de la crítica
que el portugués hizo a la Oratoria. Según el mismo Menéndez Pelayo, también el P. Serrano
escribió un ataque al Barbadiño, que quedó inédito, pues ya no se lo dejó publicar la
intolerancia antijesuítica, que había empezado a apoderarse de la censura. En la Biblioteca de
la Academia de la Historia existe también una obra inédita, escrita en 1761, que es una
refutación del Barbadiño y titulada Reforma del reformador Barbadiño. en tres tomos, y
firmada bajo un seudónimo, "Pedro de Trebenal», que dice al comienzo que el portugués
"quiso principalmente tirar la piedra a España y pensó, aunque malamente, que escondía la
mano tirándola a Portugal".
En Portugal, como es lógico, también encontró refutadores; Menéndez Pelayo cita a Fray
Asensio de la Piedad (seudónimo) como el autor más importante. Vid. Historia de las Ideas
Estéticas. oo. C.S.LC., 1. 111, págs. 484 a 488.
26 Historia del Famoso Predicador Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes. escrito por el
Ledo. don FRANCISCO LOBÓN DE SALAZAR, Madrid, 1758.
27 Vid. Cartas Eruditas, febrero 1759, pág. 16. Calatayud fue el mismo que atacó a Tosca
cuando Mayáns publicó en 1754 una 2. a ed. del Compendio filosófico de éste, y que motivó el
opúsculo de MAVÁNS: Carta de D. Gregorio Mayáns y Sisear, escrita al Dr. D. Vicente
Calatayud, presbítero de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri de Valencia,
Valencia, Benito Monfort, 1760, en donde le dice: "Yo tengo por cierto, que aunque el Padre
Tosca no hubiera escrito sino su Compendio filosófico, hubiera sido tenido por un insigne
varón por haber introducido, en la siempre Universidad de Valencia, la libertad de filosofar
sin apartarse de la religiosísima creencia de los dogmas católicos", pág. 11.
28 ANDRÉS PIQUER es autor de una interesante obra: Compendio de Física moderna (1745),

58
tará de responder a la apelación de Calatayud, a pesar de lo cual algún
autor ha considerado que Piquer está influenciado por Verney29.
Según Rousseau, la influencia del portugués aumentó notablemente
tras la expulsión de losjesuitas 30 . Algunos testimonios nos han llegado de
ello. como la «Explica'ción de la Lógica de Verney según uso dela cát.edra
regentada por el señor don Manuel Traverso, año de 92 y 93», en los Estu-
dios de San Isidro de Madrid 31.
Mientras que los «manteístas» salieron en defensa de las tesis manteni-
das por el «Barbadiño», destacando entre ellos el abogado Maymó, que fue
el traductor del libro al castellano. La polémica desvió hasta cierto punto el
fondo de la cuestión al llevarse a un terreno personal, por eso dijo de ella
De la Fuente que, «por desgracia, con escasa utilidad para los estudios, se
hizo cuestión de personalidades y de institutos religiosos, cosa muy común
en España, y que no sirvió para mejora de la enseñanza» 32. El autor hacía
un recorrido a todas las. Facultades, y especialmente se detenía en la de
Teología y en la de Leyes y Cánones, Griticando los malos métodos
imperantes en ellas. Sus ataques son a la Escolástica, y por ella «entiendo
siempre la teología fundada en la física y la metafísica de los árabes o la que
corre con el nombre de Aristóteles, que es la común teología» 33. Los vicios
que más destaca son el descuido de los estudios escriturísticos, reducir toda
la Teología a la especulativa, descuidando la apologética, el método
fundado en los supuestos de la filosofía peripatética, su creencia de ser
indispensable y necesaria para la religión, la degeneración de sus propios
principios, su oposición a toda innovación, no servir para la lucha contra
la herejía, el haberse perdido en sutilezas inútiles, etc. 34.

Praxis Médica (1754-1766), Discurso sobre la aplicación de la filosofía a los asuntos de


religión (1757), Instituciones Medicae (1762).
29 RICARD. ROBERT: «Problemes autour de Vemey», en Rev. Facultadede Letras de Lisboa,
111 serie, n. 1, 1957.
30 ROUSSEAU. FRANCOIS: Régne de Charles III d'Espagne (1759-1788), t. 11. Plan, París,
1907, pág. 328.
31 Manuscrito 1.215 de la Biblioteca Central de la Diputación de Barcelona.
32 DE LA FUENTE, V.: ob. cit.. t. 111, págs. 370-378.
33 Verdadero Método, t. IV, pág. 119.
34 «Debemos de confesar, en obsequio de la verdad, que la oéasión de este adelantamiento
la debemos a los herejes que se descubrieron en el siglo XVI. Queriendo éstos libertarse de
varios argumentos sacados de los Santos Padres, declararon muchos obras apócrifas y
estudiaron con mucho ciudado las lenguas muertas para argüir contra los originales. Esto
obligó a los católicos a hacer lo mismo, y, restituyendo aquellas obras a su primitiva pureza,
determinaron cuáles eran las verdaderas y cuáles las falsas y supuestas.»
"En cierta ocasión me respondió un profesor (escolástico) que las controversias eran
buenas allá para Inglaterra y Roma, en donde se convierten herejes, pero no eran necesarias
en Portugal, donde, por la gracia de Dios, estamos libres de esa peste... Su respuesta merece

59
Con respecto a las Facultadesjurídicas, las ideas de Verney son las de la
Escuela del Derecho Natural, a través sobre todo de Muratori, el cual,
poco antes, habia escrito una obra titulada Los defectos de la Jurispruden-
cia,' hasta el punto de que, según Cabral de Moneada, algunas partes del
Verdadero método... son un calco de la obra del italiano 35. Critica, como

alguna reflexión: ella es lo mismo que decir que fuera de Portugal se debe saber Teología bien,
y explicar una Teología que pueda ser útil·a la religión. Y que en Portugal se ha de emplear
toda la vida en una Teología que no sirve para defender la religión, sino sólo para hablar de las
cosas sin fundamento alguno.» lbíd.. páginas 137 y 138. -
« Una teología fundada en los supuestos de la filosofía, quiero decir, sobre las formas
sustanciales y accidentales y sobre todas las otras galanterías de la Escuela. De ésta digo
constantemente que no sólo es superflua, sino perjudicial a los dogmas de la religión.» lbíd..
pág. 116. .
Sobre la causa de las sutilezas inútiles, dice: «ayudó mucho a esto la gran contienda que
hubo a los principios del siglo pasado y fines del antecedente entre dominicanos y jesuitas
sobre la ciencia y auxilio divino, la cual, habiendo nacido en España, conservó siempre en ella
sus mayores apasionados, quienes compusieron sobre ella difusísimos tratados, que le
impusieron ocuparse entre otras cosas más necesarias ... Se forman cuestiones sobre cosas que
ni sabemos ni nos importa saber. No hay conocimiento alguno del alma u obra meritoria cuya
esencia y atributos no se investiguen, y todo lo demás que les viene a la invetigación; y con
tanta disputa nada concluyen que sirva para declarar el dogma que es empeño del teólogo.»
lbíd.. págs. 135-136.
35 Vid. CABRAL DE MaNCADA: "Um iluminista portugués do século XVIII, Luis Antonio
Verney ••, en Estudios de Historia do direito. vol. 111, Coimbra, 1948, págs. 1-153.
La obra de Muratori fue publicada por primera vez en Italia, en 1742 (vid. CABRAL DE
MaNCADA: loe. cit.. págs. 168 Y 169, págs. 174 y 175), Y aunque no se tradujo al castellano
hasta muchos años después, fue conocida en seguida en España, hasta el punto de que Mora y
Jaraba, uno de los juristas españoles de la época que critican los vicios de nuestra Jurispru-
dencia, cuando publica una de sus obras más importantes, Tratado crítico. Los errores del
Derecho civil. y abusos de los Jurisperitos. para la utilidad pública. publicado en Madrid, en
1748 (vid. en SEMPERE y GUARINOS. J.: Ensayo de una biblioteca.... t. IV, págs. 109 y s., la
descripción de su contenido), fue acusado de haberla plagiado de la obra del famoso erudito
italiano, por lo que se vio obligado a escribir una defensa frente a la citada acusa~ión, que
tituló Diálogo entre un escéptico y un abogado vulgar. Disertación apologética en que se
demuestra que el Tratado Crítico es diverso en sustancia y accidentes y es más útil en todas sus
partes que el libro de Muratori. titulado "Los defectos de la Jurisprudencia .., que quedó inédito y
que se conserva el manuscrito en la Biblioteca Nacional, según la Enciclopedia Espasa-Calpe
(Art., Mora y Jaraba), siendo probable que quedara inédito, por la muerte aquel mismo año
de 1748 del autor, aunque no hemos podido encontrarlo en dicha sala de manuscritos, ni
figura en los catálogos.
Muratori (1672-1750) es uno de los personajes más influyentes que produjo la Ilustración
en los'países católicos, pues su influencia no se redujo a su país, Módena, sino que traspasó sus
fronteras. En sus obras tocó los más variados temas; una edición de ellas se publicó en Arezzo,
tras su muerte (desde 1767 a 1780), en 48 tomos. Vid., sobre este personaje, CABRAL DE
MaNCADA: loe. cit.. pág. 185; GRANDE. S.: 11 pensiero pedagógico di L. A. Muratori, Turín,
1903,.y DONATTI. B.: Ludovico Antonio Muratori e la Giurisprudenza del suo tempo, Módena,
1931. La traducción española de Los defectos de la Jurisprudencia se publicó en Ibarra, en
Madrid, en 1794, traducida por el abogado Vicente María Tercilla. Vid., sobre todo, M ESTRE:
«Muratori y la cultura espaflola.), en La fortuna de L. A. Muratori. Atti del Contegno
Internazionale di Studi Muratoriani. Módena, 1972 (Florencia, 1975), páginas 173-200. Del
mismo autor: Despotismo e Ilustración en España, Ariel, 1976.

60
aquél, el exceso de comentadores, el número excesivo de leyes o interpreta-
ciones, la falta de preparación práctica, la incertidumbre del Derecho, la
excesiva duración de las dlU,sas procesales, etc.
El libro de Verney, que supuso indudablemente en España un paso
firme adelante en la preparación del ambiente que impondría la necesidad
de las reformas, tuvo una importancia fundamental en Portugal, como
consecuencia del ascendiente personal que el «Barbadiño» tenía sobre el
marqués de Pombal, desde que se conocieron en Italia. De manera que,
cuando éste llegó al Poder, decidió llevar a cabo las reformas universitarias
que pedía la Ilustración, convirtiéndose en mentor de ellas Verney, el cual
había elaborado el tema tras numerosas conversaciones con Muratori y sus
lecturas de figuras destacadas de la Ilustración, especialmente d~ Rousseau
y Locke. Su pensamiento quedó así reflejado en los nuevos estatutos de la
Universidad de Coimbra yen las leyes llamadas de la Buena Razón, que
promulgaron la reforma universitaria en Portugal y que salieron adelante
con gran éxito gracias al apoyo decisivo con que contaron por parte de
Pombal. Así, Portugal se transformó en la adelantada de las naciones
católicas de Europa en el camino de la reforma universitaria al establecerla
antes que ninguna otra 36.

OLA VIDE Y LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA

En la reforma universitaria tiene una importancia extraordinaria este


curioso personaje de la política del reinado del Carlos 111 37 • Protegido de
Aranda y Campomanes, en 1765 fue nombrado asistente de la ciudad de
Sevilla, pero con unas facultades más amplias de lo que era normal, sobre

Muratori, como otros muchos «ilustrados» católicos, fue acusado de jansenimo por los
ultramontanos. Sin imbargo, fue estrictamente ortodoxo; Valjavec lo coloca en el grupo
católico reformista, pero menos influido por los fines ideológicos de la época y por su
filosofia. Muratori fue, ante todo, enemigo de las formas culturales del barroco y luchó por
expulsarlas, en primer lugar, de la Iglesia. Vid. VALJAVEC, F.: ob. cit.. págs. 173-174.
36 Sobre la reforma de las Universidades portuguesas, y especialmente de la de Coimbra,
eje de ella, L6PEZALMEIDA.M.: Documentos da Reforma Pombalina.« Universitatis Conimbri-
gensis», «Studia ac Regesta», vol. 11, Coimbra, 1937; DEVASCONCELOS.A.: «Diario de visita
do Marqués de Pombal a Coimbra na reforma da Universidade», en Escritos varios. vol. 1,
págs. 373 y s. La Junta de Providencia nombrada por el Rey presentó: Compendio histórico de
estado a Universidade da Coimbra no tempo da invasao das denominados jesuitas, Lisboa, 1772,
inspira,do en la Deducao cronológica e Ana/ytiea.... publicada en Lisboa, en 1768, de la que,
según LUCIO D'AzEVEDO, en su O marquez de Pombal e a sua época, es autor el mismo
Pombal. Vid. VALJAVEC, F.: ob. cit., página 177.
Con motivo de las reformas, Pombal impuso como libros de texto en las Universidades, la
Lógica y la Metafisica de Verney, que Menéndez Pelayo juzga de tendencia sensualista
mitigada muy afín a su amigo Genovesi, y aunque le acusa en conjunto superficial, le alaba el
mérito de querer acabar con el barroquismo literario. Loe. cit.. nota 80.
37 DEFOURNEAux.M.: Pablo de Olavide ou /'afrancesado (1725-1803), P.U.F., París, 1959.

61
todo en su extensión territorial, ya que, como unel de las,misiones que se le
confiaron fue la de colonizar Sierra Morena, su potestad se extendía a una
gran parte de Andalucía 38.
Olavide, como consecuencia de la expulsión de los jesuitas, recibió la
orden del Consejo, al igual que las demás autoridades españolas en donde
los expulsos habían tenido casas, de realizar un informe proponiendo cuál
debía ser la dedicación que debía darse a los bienes que habían dejado.
El Gobierno, que pensaba ya en la reforma de la enseñanza, señaló que
los bienes de los jesuitas que habían estado dediCados a este fin debían
continuar con el mismo destino; por tanto, la misión de las autoridades era
elaborar una propuesta de cómo debían emplearse esos bienes en cada
lugar. Esto fue el origen de que Olavide aprovechara la ocasión para
presentar un Plan de reforma de la Universidad de Sevilla con una larga
introducción sobre el estado de la enseñanza universitaria en España, así
como unos certeros juicios sobre la situación de la sociedad española en
general, documento valiosísimo para conocer el pensamiento de esta
minoría reformista del país 39.
Se ha querido ver una directa influencia francesa en el citado docu-
mento y presentarlo como una gran novedad, apoyándose, entre otras
razones, en que Olavide residió varios años en París antes de venir a
España, precisamente en la época en que allí se publicaron diversos planes
sobre la reforma de la enseñanza del país vecino. Pero aparte de que estas
obras eran ya conocidas en España, puesto que habían dado cumplida
cuenta de ellas Luzán en sus Memorias de París y Nifo en su Diario
extranjero. en el que comentó no sólo planes franceses, sino de otros países
europeos, y se refirió expresamente a las reformas llevadas a cabo en
Viena, Lisboa, Coimbra, Turín, por tanto, el conocimiento de aquellos

38 Olavide fue nombrado Asistente en Sevilla, cargo equivalente al de Corregidor en otras


ciudades, y era uno de los cargos más importantes de la Monarquía. Además, era Intendente
de guerra, cuya competencia se extendía a Sevilla, Granada, Córdoba y Jaén. O EFOURNEAUX.
M.: ob. cit.. págs. 105-107.
39 Plan de estudios de Ola vide. que tras permanecer inédito, ha sido publicado reciente-
mente por Aguilar Piñal, con una introducción en Ed. Cultura Popular, Madrid-Barcelona,
1969. Un extracto de él publicó P. URQUINAONA, en España bajo el poder de la Congregación
apostólica. Sevilla, 1835, pero cometió el error de confundir el documento con una Real
Cédula del Consejo de Castilla, 10 que ha motivado que en un libro recientemente publicado
se cometa el mismo error, por haber utilizado como fuente el libro de Unquinaona, y hace
ocho citas de una Real Cédula de 1768, que no es otra cosa que el Plan de Olavide. Vid.
TERRÓN. E.: Sociedad e ideología en los orígenes de la Espatia contemporánea. Madrid, 1969,
págs. 53-55, y 81-84, Y52,36,82,88. Sobre el Plan, OEFOURNEAUX.M.: ob. cit.. págs. 113 y
/14.

62
trabajos no era privativo de Olavide 40 • Muchas de las ideas expuestas
coinciden con las que ya iban exponiendo desde hacía años otros reformis-
tas, como Feijoo o Mayáns. No le viene al Plan de Sevilla su importancia de
poseer una gran originalidad,sino de su influencia en el comienzo de las
reformas.
Por otra parte, esta posible influencia francesa hay que matizarla más,
en el sentido de que el documento, aunque se cite a Olavide como su único
autor, no corresponde exclusivamente a él, sino que, por el contrario, tuvo
varios e importantes colaboradores, que trabajaron partes enteras del
Plan. Estos colaboradores fueron varios personajes sevillanos, unos perte-
necientes al claustro de la Universidad y otros ajenos a él. Ahora bien,
todos ellos pertenecientes al partido «manteísta», y, por tanto, enemigos a
muerte de los «colegiales», que tenían dominada hasta entonces la Univer-
sidad. La figura más interesante de ellos es, quizá, Ceballos, ya para
entonces jefe destacado de la facción «manteísta» dentro de la Universi-
dad; posteriormente sería catedrático y rector de ella. Aguilar Piñal ha
puesto de manifiesto, siguiendo la nota manuscrita que el conde del Aguila
estampó en su ejemplar del Plan, la importancia extraordinaria de esta
colaboración que recibió Olavide, rectificando así a Defourneaux, que
atribuye casi todo el mérito al asistente, considerando que el escrito, por
sus características, responde adecuadamente a sus ideas y personalidad,
reduciendo la intervención de los colaboradores a la parte del informe que
se refería al futuro destino de los bienes y edificios de los expulsas 41. Así

40 LUZÁN.I.: Memorias literarias de París. Actual estado y método de sus estudios, Madrid,
1751; N IFO. MARIANO: Diario extranjero. Noticias importantes y gustosas para los verdaderos
apasionados de las Artes y de las Ciencias, Madrid, en la Imprenta de Gabriel Ramírez, 1763.
Además se habían traducido hacía años libros franceses sobre el tema, como la obra de
Charles Rollin, rector del Colegio de Beauvais y jansenista. Su Traité des Eludes, publicado en
1726-1728, fue traducido al castellano, por separado, bajo los títulos de Educación y estudio de
las niñas y Educación y estudio de los niños, en Madrid, en 1731, por Joaquín Moles. Vid.
HAZARD. P.: El pensamiento europeo en el siglo XVIII, págs. 249-260, y PUYo F.: ob. cit.. págs.
268-269. y luego se tradujo Educación de lajuventud. Conducta y obligaciones de los rectores de
los colegios. en Madrid, en 1747, también por Moles, que debe ser una reedición de la obra
anterior. Vid. PUYo F.: ob. cit., pág. 275. Mario Góngora cree que sus libros,junto con los de
Bossuet y Fleury, fueron los de autores franceses que más influyeron en España y América
española en el siglo XVIII. Vid. «Estudios sobre el galicanismo y la Ilustración cristiana en
América española», en Revista chilena de Historia y Geografía, núm. 125, 1957, Universidad
de Chile, páginas 21-23. La obra de FLEURY, traducida, fue: Tratado de la elección y método de
los estudios, por Monsieur Claudio F1eury, Abad de Loc-dieu y oy Confessor de su Magestad
Christianissima. traducido en castellano por don Manuel de Vi llegas y Piñateli, en Madrid, en
la Imprenta de Francisco de el Hierro, año de 1717.
41 AGUILAR PIÑAL. F.: La Universidad de Sevilla en el siglo XVIII, Sevilla, 1969, págs. 204

y 5.
Defourneaux apunta la posibilidad de que utilizara en concreto el Essai d'education
nationale, de LA CHALOTTAIS. fundándose en que este libro fue denunciado a la Inquisición de

63
tenemos que considerar al Plan, más que como producto de la mentalidad
«afrancesada» de Olavide, como fruto de la minoría reformista sevillana,
muy semejante a la que ya existía en las principales Universidades
españolas.
La importancia del documento se debe colocar en la posible influencia
que pudo tener en el Gobierno las ideas que en él quedan expuestas, ya que
llegó a sus manos antes que ningún otro y cuando aún, probablemente, no
existía una idea muy clara de cómo se iba a acometer la reforma, ya que de
momento sólo se trataba de dar destino adecuado a los bienes de los
jesuitas 42. Además, por las características de la redacción del documento,
expresó con gran claridad los principios fundamentales en que se creía que
se debía basar la reforma universitaria. Estos principios eran: en primer
lugar, la nacionalización de la Universidad, la cual debía ser «un taller
donde formarse los pocos hombres que han de surtir al Estado, ilustrando
y dirigiendo». Esta misión que debía cumplir la Universidad sólo se podía
entender si se transforma en un monopolio del Estado; por consiguiente,
debían suprimirse todos los centros de estudios superiores que no estuvie-
ran en manos del Estado 43.
En segundo lugar, el Plan dejaba claro la superioridad de la Universi-
dad con respecto a los Colegios. Queda aquí reflejada la mentalidad
«manteísta» de los colaboradores de Olavide; éstos sólo concebían la
reforma si se empezaba por quitarles a los Colegios toda autoridad e
influencia en el gobierno de la Universidad, reduciendo aquellas institucio-
nes a simples seminarios de estudios, dependientes en todo de aquélla.
Naturalmente, esto tenía una mayor importancia en las Universidades de

Sevilla en In!. Vid. ob. cit.. págs. 109-128. Según la nota del conde del Aguila, don José
Zeballos, hizo el Plan de estudios Teológicos yel del Seminario, jefe de la facción «mateísta»
de la Universidad, contribuyó a la creación de la Academia Sevillana de Buenas Letras, y era
enemigo declarado de los «colegiales» y jesuitas.
Don Domingo Morico colaboró en los Planes del Seminario, Matemáticas y Medicina.
Era oratoriano, como el P. Tosca y matemático como él; fundó una Academia para explicar
esta ciencia, tradujo a Bossuet y era furibundo antiescolástico.
Don Bartolomé Romero hizo los Planes de Cánones y Leyes; era Alcalde de Crimen,
participó, también, en la fundación de la Academia de Buenas Letras y era «manteísta».
Don Pablo de Olavide hizo la parte referente al Seminario de Nobles, Colegio de niñas y
Hospicio. Y, finalmente, los médicos Nieto y Lorite colaboraron con el P. Morico en el Plan
de Medicina. Al parecer, todos ellos ignoraban el fin exacto de la consulta que se les hizo. Vid.
AGUILAR PIÑAL. F.: ob. cit.. pág. 204.
42 El Plan lleva fecha del /2-11-1768, y Campomanes dio su primer dictamen sobre él, el
26-V.
43 «La Universidad viene a ser un Tabor donde formarse los pocos hombres que han de
surtir al Estado, ilustrando y dirigiendo a la muchedumbre.» Plan de estudios para la
Universidad de Sevilla de 1768. pág. 91.

64
Salamanca, Valladolid y Alcalá, donde estaban los Colegios Mayores yen
las que, como Sevilla, eran Colegio-Universidad, ya que, aunque no fueran
Colegio Mayor, la situación era la misma, de dominio de los «colegiales»
en perjuicio de todos los demás y de la propia Universidad 44.
En tercer lugar, se exponía el principio clasista de la enseñanza univer-
sitaria. A la Universidad sólo debían llegar los nobles y los ricos, debiendo
quedar radicalmente excluidos los pobres. El fundamento de esta posición
es económico; ésta es una de las ideas que puso en marcha la escuela
populacionista, que se justificaba porque, si los trabajadores y los pobres
acudían a la Universidad, quedarían abandonadas las tierras, la industria y
el comercio, lo que significaría un grave perjuicio para la prosperidad del
país. Por eso a la Universidad sólo ~ebían acudir aquellos pocos que la
sociedad necesitaba para ser dirigida. Quizá este punto es el que los autores
del Plan son deudores de la influencia francesa. La Chalottais y Guyton de
Morveau insistieron especialmente en este punto en sus escritos 45 •
Pero reducir la Universidad exclusivamente a la formación de la élite
dirigente del país no se lograría, aunque se evitara la entrada de los pobres,
si se dejaba estar en ella a los regulares. A éstos era neceario también
expulsarlos de la Universidad porque su presencia, que llevaba consigo
una influencia decisiva, desvirtuaba lo que «nosotros hemos dicho, que la
Universidad es el establecimiento público instituido por el Gobierno para
formar los hombres que deben servir al Estado». Pero no sólo por esta
razón se consideraba necesario expulsar a los regulares de la Universidad,

44 Esto llevaba concretamente en Sevilla, dada la situación que allí existía, a la separación

radical del Colegio de Maese Rodrigo de la Universidad, y, por tanto, el final de la mediatiza-
ción a que aquél había sometido a ésta, ya que la situación de estas dos instituciones era
similar a la del Colegio Mayor de San Idelfonso y a la Universidad de Alcalá. Y, por otra
parte, como en Sevilla había otro Colegio, el de Santo Tomás, de los dominicos, el cual había
recibido el beneficio de la concesión de grados, lo que hacía que de hecho hubiera dos
Universidades, se pedía la supresión de tal privilegio, quedando la Universidad con la única
potestad de conferir grados. Por tanto, los dos objetivos eran sumisión del Colegio a la
Universidad y prohibición de conferir grados a Santo Tomás.
4S LA CHALOlTAIS, autor de Essai d'education nationale. y GUYTON DE MORVEAU:
Memoire sur /'education publique. ambas obras conocidas en España. Vid. OEFOURNEAUX,M.:
L'Inquisition espagnole et les livres !ranf!ais au XVIII siéc/e. pág. 45, n. 1.
La Chalottais es especialmente destacado por P. Hazard, por la influencia de sus ideas
expuestas en su Essai, publicado en 1763. En donde trata de reflejar la ebullición que hacia
1760 se nota en toda Europa acerca de estos problemas: «Parece que, en relación con los fines
educativos, hay en el público de Europa una especie de fermentación.» El planteamiento de
sus reformas va dirigido a que la enseñanza del país tenga como fin fundamental la de formar
hombres que sirvan al Estado, busca una educación cívica, «el arte de formar a los hombres en
todos los países está tan estrechamente ligado a la forma de gobierno, que no es posible hacer
ningún cambio considerable en la educación pública sin hacerlo en la constitución misma de
los Estados». Vid. HAZARD. P.: ob. cit.. págs. 249-260.

65
LA ILUSTRACION y LA REFORMA... -5
sino que, además, era imprescindible para extirpar el espíritu de partido y
el espíritu escolástico, a los cuales el Plan atacaba violentamente, como ya
vimos; sin embargo, los autores se mostraron cautos, conociendo lo
vidrioso del tema y las posibles consecuencias negativas que podía tener
este ataque a los regulares. Por eso, diplomáticamente, envolvieron la
proposición con una serie de razonamientos del tipo de que no era la
dedicación a la enseñanza lo más propio de una persona que había esco-
gido el estado religioso, ya que lo más apropiado a éste era el recogimiento
de los claustros y no el bullicio de las aulas, que era precisamente la razón
que aducían los religiosos para defender los estudios que mantenían en sus
conventos y los privilegios de incorporación que tenían 46.

46 "Se puede decir sin temeridad que una de las causas que más ha contribuido a la triste
relajación de las Religiones y, por consiguiente, a verse tanto menos estimadas de lo que
debieran ser, es el uso y dominio que han tenido en las Universidades. Y aseguramos con
firmeza que todos los varones santos que florecen en dichas religiones verán complacidos una
reforma absoluta en esta parte, pues por ella se les acaba una tentación vehemente que los
ponía en la precisión de alejarse del mismo siglo al que habían renunciado... Por otra parte, si
se pretende arrancar de las Universidades el escolasticismo, ¿cómo 'podrá conseguirse su
exterminio continuando los regulares en la enseñanza? Todos saben que ellos han sido sus
promotore~ y que cada uno tiene su corifeo ... Sobre todo no se descubre razón ni utilidad para
que los regulares estudien ni enseñen en las Universidades públicas. Los estudios de Ciencias
prácticas y físicas, que ¿omo útiles a la nación vamos a promover, son ajenos de su profesión y
vida ascética. Los religiosos antes deben ser santos que sabios, y los que necesiten aprender
deben hacerlo dentro de sus claustros, sin salir de su retiro, para mezclarse y, tal vez,
corromperse con los profános.» Plan de estudios de la Universidad de Sevilla. pág. 94.
Como vemos, el Plan de Sevilla fue explícito con esta postura, pero Mayáns se ratificaba
en los mismo principios: "A ninguna religión se permita tener cátedra en cualquier Universi-
dad, porque los frailes de una cátedra pasan a otra, i de otra a otras; i harto harán si dentro de
sus claustros instruyen bien a los suyos en virtud para el ejemplo, i en la doctrina para el
púlpito... Por esso no se ha de permitir que ningún religioso enseñe públicamente sino dentro
de sus claustros, solamente a los de su religión». Y proponía la oposición como único medio
de acceso a la cátedra porque: "Por este medio quedan excluidos muchos inhábiles i un gran
número de frailes que son los que han corrompido la enseñanza, porque el indiscreto amor a
ellos, la ignorancia, pública i su dominación han ocasionado su introducción con grave daño
público; i si son malos no se atreve a echarlos pretextando que es descrédito de la Religión y lo
paga la República.» Citado por M ESTRE: ob. cit.. pág. 349.
Otro testimonio nos dice:
"En la literatura de los frayles ... no se encuentra más que gerga, nenias, algarabías,
ergotismos y toda la demás broz de que abundan los escolasticos sin que el bello gusto de las
ciencias haya podido disipar las tinieblas en que se ven sumergidos, ni los gritos que dan a las
puertas de sus claustros los Gassendos, los Descartes, los Neutones y toda la tropa de estos
hombres ilustres, a cuya penetración no se han escapado los arcanos más ocultos de la
naturaleza que hayan podido despertarlos del letargo de una crasísima ignorancia de la que
los ha cubierto el Peripato yen el que encaprichados encierran los ojos a la luz que esparcen
por el mundo literario tantos genios sublimes, quantos, siguiendo las ideas de aquellos
grandes filósofos, ha producido la ilustración de nuestro siglo.» Carta refractaria del ba-
chiller D. Juan Antonio Ramírez Claro. escrita a su catedrático de Prima. el Dr. D. Antonio
de Vargas. etcétera. Málaga, 1789, pág. V.
Mayáns da como razón del descrédito de los religiosos su deficiente formación intelec.tual,

66
Para los autores del Plan, la adopción de todos estos principios era
necesaria para dar lugar a una reforma universitaria eficaz. Todo lo que no
fuera llevar a cabo este planteamiento, aunque fuera radical, equivalía a
dejar las cosas tal como estaban, pues los grandes males que afe~taban a la
Universidad no podían arreglarse con pequeños remedios. La confianza
que tienen en la reforma, si se llevaba a cabo como ellos proponían, era
ilimitada. España, gradas a ella, podría recuperar el retraso que llevaba
con respecto a las naciones europeas más avanzadas 47 •

problema al que dedica una buena parte de su Informe sobre los estudios. No existiendo en su
posición el más mínimo asomo de heterodoxia. Al contrario, respira todo él un sano deseo de
reforma de la Iglesia y apoya, en cambio, porque lo cree más adecuado, la acción del clero
secular. Vid. MESTRE. A.: ob. cit.. pág. 350.
47 "Conocemos con dolor que en el estado actual de las letras, en España no basten
paliativos para conseguir tan importante fin, pues no se curan las gangrenas con colirios, sino.
con cauterios. Que será inútil suprimir unas cátedras y subrogar otras, quitar las alternativas,
separar un cuerpo para reponer otro, dar ésta o la otra forma a las oposiciones y grados,
desterrar, finalmente, tales o cuales abusos: estos remedios evitarán algunos inconvenientes,
pero dejarán siempre en pie la parcialidad, el espíritu de partido y escolástico, la división de
escuelas, la prepotencia de unos cuerpos respecto de otros, la perversión del raciocinio, la
fertilidad de las cuestiones y demás vicios que infestan las escuelas, y que no pueden
exterminarse, sino sacándolos de raíz, refundiendo la forma y método de los estudios, y
creando, por decirlo así, de nuevo las universidades y colegios por principios contrarios a los
. establecidos......
" ... esta revolución escolástica hará despertar a nuestros patriotas del profundo letargo en
que yace sepultada la vivacidad del ingenio español y sacudidas del todo las preocupaciones
de nuestra antigua educación, se irá poniendo la Nación con rápido progreso en disposición
de hacer un papel más digno del que hoy representa en el teatro literario de Europa... Plan de
estudios de la Universidad de Sevilla. págs. 78-80.
Es significativo que en sus últimos años de vida, Olavide retirado en Baeza y dedicado a
tareas literarias, entre ellas la publicación de una serie de novelas que, al parecer de la crítica
_actual no eran más que traducciones libres de novelas originales francesas, dedica una de
ellas. titulada "El estudiante o el fruto de la honradez .., a este tema, un caballero de cortos
bienes, Don Sebastián de Texada, vive cerca de Madrid con su mujer y dos hijos, Margarita y
Ramón. Muerto el padre, Ramón va a estudiar a Alcalá, como manteista. En un camino,
entra en contacto casualmente con los condes de Salmeron, que se divierten oyéndole hablar
sólo en latín. pedante e ignorante a la vez. por el mal sistema de estudios universitarios e-n
España. que el conde hombre ilustrado, crítica; pero también reconocen su buen corazón y
sus principios religiosos. Es «tosco pero muy sensible .. y deciden llevarlo a su casa para que
acompañe a su hijo Jacinto. En concreto, va con él de viaje por Europa, librá~dose-de
aventuras con malas consecuencias. Cuando vuelven a España, se encuentra que su hermana
Margarita es acosada por el vicioso Fadrique que la rapta; pero huye y casualmente la recogen
el Conde y su hijo que más adelante se casa con ella. Y «el Estudiante, dichoso ya con la
felicidad de su hermana y sus amigos, lo fue también por los altos empleos a que le subió su
mérito y por otra esposa en quien halló también mucha virtud ••. Atanasia Céspedes y Monroy
(es el nombre bajo el que se esconde Olavide) Lecturas útiles y entretenidas. Tomo VII,
Oficina de Dávila, Impresor de Cámara de S. M., Madrid, 1800, p. 256. El resumen es de la
profesora Seoane en su trabajo: La obra narrativa de Pablo de Olavide: nuevo planteamiento
para su estudio, Axerquia. núm. 11. Córdoba, 1984, p. 36.

67
3. La llegada de los reformistas al poder

La subida al trono de Carlos III supuso el desencadenamiento de una


serie de reformas, cuyos antecedentes se han querido ver ya en el reinado de
Fernando VI, que trataron de transformar el país en el sentido que pedían
las nuevas ideas, puestas en marcha por la Ilustración. Esto llevaba con-
sigo el intervencionismo del Estado en multitud de asuntos en los que hasta
entonces se había mostrado como mero espectador. Naturalmente, no se
trata de un proceso que se inicia ex novo con Carlos III, pues ya desde el
Renacimiento seguía un ritmo ascendente, pero con él tomará un viraje
decisivo 48.

48 En los reinados de los dos primeros Borbones, Felipe V y Fernando VI, sólo pueden
destacarse dos hechos importantes para la historia de nuestras Universidades, ambos se
producen en el reinado del primero de los reyes citados. El primero es una consecuencia
política más de las que tiene para Cataluña su apoyo al archiduque Carlos durante la guerra
de Sucesión: se trata de la supresión de todas las Universidades que había en el Principado en
ese momento: Lérida, que era la más antigua; Barcelona, Gerona, Tarragona, Vich, Solsona y
Tortosa, y su sustitución para todo el territorio de una nueva que se estableció en Cervera,
cuya organización y planes de estudio se adaptaron de Salamanca, por lo cual no supuso
ninguna innovación su instalación (fue creada el año 1717). Dada la preponderancia que
durante aquel tiempo gozaron los jesuitas, la Universidad cayó prácticamente en sus manos
hasta su expulsión, provocando ésta el comienzo de su decadencia.
Sin embargo, la supresión de estas Universidades, aunque no fuera por motivos estricta-
mente universitarios, inicia una tendencia importante hacia la reducción a un número de ellas
más conveniente a nuestras necesidades, y que sin lugar a dudas era necesario hacer, en vista
del número excesivo' con que contábamos, que era, como hemos visto, una de las causas de su
decadencia.
Pero por eso mismo que la medida no obedeció a una preocupación por mejorar la
enseñanza del país, puede considerársela como una decisión aislada. A 10 largo de su extenso
reinado, Felipe V volvería a legislar sobre las Universidades, pero se trató siempre de medidas
inocuas sin apenas virtualidad, en la línea de las que venían dando los últimos Austrias, yeso
qué algunas Universidades, como Salamanca, Alcalá y Valladolid acudieron al rey en
demanda de reformas, que no puedo atender. Por eso, dice con acierto De la Fuente: «que la
llegada de Felipe V no mejoró el malestar de las Universidades ni de la enseñanza. El rey tenía
otras cosas más urgentes que atender: antes de gobernar tenía que pensar en reinar ...
Vid. MERCADER RIBA.J.: «La Ordenación de Cataluña por Felipe V. La Nueva Planta. La
refundición escolar: la Universidad de Cervera.., en Hispania. número 43, 1951, págs. 358 y s.;
SOLDEVILLA. F.: Barcelona sense Universitat i la restaura ció de la Universitat de Barcelona
(1714-1837). Contribució al centenario Barcelona, 1938; R UBIO Y BORRÁS. M.: Historia de la
Universidad de Cervera (dos tomos) y Motines y algaradas de estudiantes en las Universidades
de Barcelona y Cervera. Barcelona, 1915; VILABARTROLl: F.: Reseña histórica y guía descrip-
tiva de la Universidad de Cervera. Barcelona, 1923; CASANOVAS. l.: La cultura catalana en el
siglo XVIII. Finestres y la Universidad de Cervera. Barcelona, 1953.
La Universidad de Valencia también se vio afectada por la Nueva Planta pero lógicamente
sin la importancia que tuvo para las Universidades catalanas, vid. Bulas. Constituciones y
documentos de la Universidad de Valencia (1707-1724). La Nueva Planta y la devolución del
Patronato. editado M. Peset, Universidad de Valencia, 1977.
La otra medida de trascendencia para las Universidades, tomada al comienzo del
Reinado, fue la creación de la Secretaría de Gracia y Justicia, que andando el tiempo tendría

68
Aunque su llegada al trono no se vio seguida de profundos cambios en
las personas de los ministros, que dejaran traslucir el inicio de un plan
radical de reformas, pues sólo hubo un cambio notable, la entrada de
Esquilache en la Secretaría de Hacienda. Sin embargo, sí que se puede
advertir desde el principio un cambio de orientación política, que puede
atribuirse personalmente al rey, aunque ya pueden encontrarse algunos
síntomas significativos en los meses que duró la regencia de su madre,
mientras se trasladaba de Nápoles a España. Ante estos aires de reforma, la
clase dirigente se agrupa en tendencias, que se han llegado a llamar
partidos, y que fueron más bien agrupaciones de carácter personalista,
sumamente flexibles. El año de 1760 ha sido señalado como el verdadero
comienzo de la política de reformas, que en esta época afectan fundamen-
talmente a la Hacienda; es la época de máxima significación de Esquilache.
Durante ella se van produciendo varios cambios, que llevan al Poder a
personas de clara significación reformista, procedentes bien del partido
«manteísta», como Roda, que asciende a la Secretaría de Gracia y Justicia,
para sustituir al fallecido marqués del Campo del Villar, «colegial» y
representante de los reaccionarios en el Gobierno 49.

El desasosiego que algunos de estos nombramientos y las primeras


reformas produjeron en la alta aristocracia y alto clero, unido a algunas
imprudencias de Esquilache, condujeron al conocido motín. El rey se vio
obligado a prescindir del ministro, pero las consecuencias se volvieron
contra los provocadores de la revuelta. La destitución de Esquilache
supuso el nombramiento de los ministros de clara tendencia reformista,

una extraordinaria importancia en la realización de las reformas y en el proceso de centraliza-


ción y secularización de la enseñanza, pues sería el orgariismo a través del que comenzaría a
desarrollarse aquel proceso de franca intervención del Estado en la enseñanza. Sus competen-
cias se centraban fundamentalmente en el conjunto de las relaciones entre la Iglesia y el
Estado; por ello, indirectamente, al ser muchos de los establecimientos docentes eclesiásticos,
les podía caber alguna intervención en estos asuntos, que se fue acentuando decisivamente
por fuerza de la acusada personalidad política de algunos de los ministros que ocuparon este
puesto y de las ideas regalistas. Así fueron desplazando, poco a poco, al Consejo de Castilla,
quien tradicionalmente había venido atendiendo de estos asuntos, mucho más respetuoso con
las anquilosadas instituciones que aquéllos; así veremos cómo ya, en el mismo siglo de su
creación, Roda impulsará decisivamente la reforma de los Colegios Mayores, y Caballero, en
el paso de un siglo al siguiente, usurpará prácticamente todas las competencias del Consejo.
Vid. DE LA FUENTE: ob. cit.. 1. 111, páginas 215 y S.
49 RODlÜGUEZ CASADO. V.: ob. cit.. págs. 75 a 127. El historiador norteamericano G.
Addy resume con esta frase el antagonismo social de «manteístas» y «colegiales», germen de
las reformas, «el movimiento para la reforma (universitaria) fue, en cierto modo, una protesta
del sector social menos favorecido de la colectividad académica contra sus opresores,
alentado por un monarca simpático». «The reform of 1771 », en H. A. Hispanic Review. XL VI,
1961, páginas 3 y ss. Vid. también, del mismo autor, The enlightenment in the University o[
Salamanca. Duke University Press, 1966.

69
MuzQuiz y Muniain, Y. sobre todo, el del nuevo gobernador del Consejo de
Castilla. Este Consejo se encontraba enuna~situación caótica desde los
últimos años del reinado de Fernando VI, debido a la desorganización que
presidió esa época; las vacantes producidas habían quedado sin proveer, y
así ahora pudieron cubrirse con «sujetos idóneos, amigos de lap~líti¿a
reformista, educados y formados en las Universidades y divorciados, por
tanto, del espíritu clasista y nobiliario de los Colegios Mayores»so. El
conde de Aranda, el nuevo gobernador, que ve"nía a sustituir al obispo de
Cartagena, pertenecía al grupo de aristócratas «ilustrados», que se había
ido formando como consecuencia de haber realizado sus estudios en el
extranjero, especialmente en Francia; por tanto, había recibido una educa~
ción radicalmente distinta a la que era tradicional en el resto de la aristo-
cracia española, que Se formaba en los Colegios Mayores. Su nombramien-
to fue decisivo para la línea política que se siguió en adelante. Con él entró
en el Conseio, como Fiscal, Moñino, el futuro conde de Floridablanca, que
vino a unirse a Camporrianes, que estaba allí desde 1762, ambos han sido
calificados de «manteístas», aunque estrictamente no lo fueron, pues no
estudiaron en Universidad Mayor. Estos tres hombres se convertirán en el
eje de la política de reformas que se llevarán a cabo a partir de este
momento Sl •

4. Expulsión de los jesuitas

Una de las primeras medidas que a"cometió el nuevo equipo gobernante


fue la expulsión de losjesuitas. Esta medida, de indudable trascendencia en
muchos aspectos, la tuvo especialmente en orden a la reforma de la
enseñanza, hasta el punto de que puede considerarse como la primera
medida encaminada a reformar los estudios del país. La investigación de
las ~ausas de expulsión ha sido un tema bastante trabajado. Hoy predo-
mina la opinión de que "la Compañía fue expulsada en virtud de una falsa
razón de Estado. Los jesuitas eran, para el grupo innovador que había
llegado al Poder, los principales enemigos de las reformas que pretendían
realizar y aliados de la aristocracia reaccionaria, hostil igualmente a todo
pensamiento renovador; esta alianza hacía considerar a los jesuitas como

so Ibíd.• págs. 170 a 199.


SIDesconocemos todavía en qué Universidad estudió Campomanes, aunque algunos
autores han señalado alguna pero sin fundamento; de todas formas, parece que estudió en
una Universidad menor. Moñino estudió en la Universidad de Orihuela de los dominicos, y
gracias a los abusos que existían en estas Universidades a los 16 años era ya licenciado en
Leyes. Vid. HERNÁNDEZ FRANCO. J.: La gestión política y el pensamiento reformista del conde
de Floridablanca. Universidad de Murcia, 1984, pág. 40.

70
una facción dentro del Estado y «es incompatible toda facción dentro de
cualquier Estado con la subsistencia y conservación del Estado mismo, de
suerte que, o el gobierno civil ha de sucumbir o perecer, o ha de repeler esta
mortífera sociedad como una verdadera enfermedad política y de ¡as más
agudas que se han conocido en esta clase»52.
Sin embargo, los jesuitas desde el punto de vista docente, protagoniza-
ron los escasos intentos de revitalizarla en el siglo XVIII, antes del momento
de su expulsión, como, por ejemplo, la creación de los Seminarios de
Nobles. Esta iniciativa, que tuvo su reflejo en todos los países de Europa a
pa:tir de los últimos años del siglo XVII y que dio lugar en algún caso a ser el
origen de una Universidad, el caso de Halle en Alemania, en España quedó
frustrada por la expulsión, ya que estos establecimientos, como todos los
que estaban en sus manos, languidecieron 53.
También en las propias Universidades protagonizaron los pocos inten-
tos que se hicieron en la primera mitad del siglo XVIII para mejorarlos. En
este sentido es de gran interés la figura del padre Losada en la Universidad
de Salamanca 54 o la Universidad de Cervera, controlada por la Compañía.

52 El origen de la animadversión contra los jesuitas en los países católicos de Europa era
antiguo: «La lucha contra los jesuitas dentro de las fronteras de la Iglesia empezó en la guerra
de los Treinta Años. Es verdad que con el tiempo se hubiera apaciguado; pero la polémica
sobre el jansenismo ofreció nuevo pábulo a la hostilidad contra la Compañía de Jesús y la
conservó hasta la época de la Ilustración. No se olvide que en el origen y desarrollo del
josefinismo austríaco colaboraron fuerzas jansenistas.» VALJAVEC, F.: ob. cit., página 177. La
enemiga de todos los que intervinieron en la reforma universitaria contra los jesuitas es
indudable: Pérez Bayer, Bertrán, Roda, Campomanes, Floridablanca, inundan sus escritos
de ataques contra los citados religiosos. Es expresiva la frase que emplea el embajador Azara
para describir el odio del ministro Roda contra jesuitas y colegiales: «por un cristal de sus
anteojos no veía más que jesuitas y por otro, colegiales... Citado por MENÉNDEZPELAYO, en
Heterodoxos. t. 11, 502.
53 AGUILAR PIÑAL, F.: «Los Reales Seminarios de Nobles en la 'política ilustrada espa-

ñola .., en Cuadernos Hispanoamericanos. núm. 356, 1980, págs. 329-349. No capta esta
problemática. A mediados de siglo (1746) fue nombrado director del de Madrid el P. Burriel el
cual trató de mejorarlo a pesar de 10 mal dotado ecomómicamente que estaba, vid. A.
Echanove, La preparación intelectual del P. Andrés Burriel (1731-1750). CSIC, Madrid-
Barcelona 1971, p, 56 Y s. Torres Villarroel da un juicio muy positivo del de Madrid que es
quizás exagerado, vid. Sueños morales. visiones. y visitas. de Torres con don Francisco de
Quevedo por Madrid. Madrid, Doblado. 1791. p. 85.
Sobre el de Barcelona, vid. J. SARRAILH, La España ilustrada de la segunda mitad del siglo
XVIIl, página 195.
54 Luis Losada (1681-1748). Fue catedrático en Salamanca. Autor de Institutiones Dialec-
ticae, Salamanca, 1721, Y de Cursus Philosophici Regalis Collegii Salmanticensis Societatis
Iesu (3 vols., 1724, 1730, 1735). Alabada por Feijoo.
Intimo del Padre Isla, escribió con él La juventud triunfante. con ocasión de las fiestas de
canonización de S. Luis Gonzaga y S. Estanislao de Kotska. Salió en defensa de los
bolandistas atacados por los cistercienses que se creían a su vez atacados por las Actas de San
Bernardo. La Inquisición intervino recogiendo los escritos de ambas partes. Este asunto fue

71
Es significativo que los únicos religiosos presentes en la iniciativa de la
fundación de las Academias de la Lengua y de la Historia fueran jesuitas
(los padres Cassani y De la Reguera). Por otro lado, hay que tener en
cuenta que los jesuitas no eran una institución monolítica y en ella se
desarrollaron diversas corrientes ideológicas, como puso de manifiesto el
problema del regalismo, pero no sólo en esta cuestión hubo divergencias,
como pone de manifiesto Le Brun, que señala como causa fundamental de
las diversas tendencias dentro d;e la Compañía a las ,distintas escuelas
teológicas que en ella existieron y que provocaron duros debates en su
interior; el examen de todo ello debe conducir al historiador a cesar de
considerar la Compañía de Jesús como un bioque y a tratar de abordarla
en toda su complejidad ss.
El intento más serio de revitalizar este tipo de establecimiento docente
tras la expulsión de los jesuitas se produce en América cuando en 1772 se
funda el Colegio de Nobles Americanos en Granada (Nicaragua) para «dar
a los jóvenes naturaleza de las Indias Occidentales e Islas Filipinas, una
educación civil y literaria que los habilite para servir útilmeRte en la Iglesia,
la magistratura, la milicia y los empleos políticos». Estaba claro el objetivo
del despotismo ilustrado de crear un centro de formación de los usados en
la administración colonial y reforzar el poder central de la monarquía, por
eso el Colegio estaba reservado a los descendientes de españoles nobles
nacidos en las Indias y los de ministros togados, intendentes y oficiales
militares naturales de aquellos dominios, sin excluir los hijos de los caci-
ques e indios nobles, ni los mestizos nobles, esto es, de indio noble y mujer
española o viceversa, de acuerdo todos ellos al mérito y servicio particula-
res que los padres hubiesen rendido a la Corona española. Pero aparte de
esta selección familiar e ideológica estaba la económica, determinada
porque sólo había veinte plazas gratuitas 56.
Pero la visión de la Compañía como estrecha aliada de la aristocracia se
traducía en el plano universitario, en alianza con los «colegiales», llamados

uno de los que más enemistó a los jesuitas con las demás órdenes y congregaciones religiosas y
determinó su actitud favorable a la extinción de los jesuitas. Vid. CORTINA 1CETA.J. L.: El siglo
XVlII en la Pre-Ilustración salmantina. Vida y pensamiento de Luis de Losada. 1681-1748.
Salamanca, 1981.
55 Vid. LE BRUN, J.: Entre la Mystique et la Morale. Dix-huitiéme siée/e. VII/, 1976, págs.
43-66; MULLER W.: «Ordine dei Gesuiti e movimento della Accademia. Alcuni esempli del
XVI~ e XVIII secolo», en Univer.sitá, Academie e Societé scientifique in Italia e in Germanio del
Cinquecento al Settecento, 11, Mulino, Bologna, 1981, pág. 379, Y Lesjesuitesau xVlIIsiée/e.
Dix-huitiéme siécle. 8, 1976.
56 Vid. E LZABURU, M.: La institución de enseñanza superior en Puerto Rico. Sus precedentes
y los antecedentes de sufu'ndación. San Juan, Puerto Rico, Imprenta de José González y Font,
1888, páginas 4 y s.

72
«terciarios» por esta razón en los escritos de la época. La honda rivalidad
que separaba a los «colegiales» de los «manteístas» hizo que éstos, al llegar
al poder, buscaran afanosamente asestar a aquéllos un golpe decisivo que
suprimiera la más poderosa oposición a sus propósitos reformadores 57.
En el planteamiento de la reforma de los Colegios queda de una manera
más manifiesta este pensamiento, que es expresado por los dos principales
actores de esta reforma: el obispo Bertrán y Pérez Bayer. En el obispo
encontramos frases tan expresivas como, «yo cada día me confirmo más en
la persuasión de que llegó el tiempo que Dios tiene determinado derribar
los dos más altos y soberbios cedros, jesuitas y colegiales mayores ... » Yen
otro lugar, escribe: «los jesuitas han venido al extremo, que pronosticó
Melchor Cano, de persuadirse que toda la Iglesia reside en ellos y en los que
siguen su doctrina. Los colegiales creen que no hay crianza ni sabiduría si
no en los Colegios, y que nada hay en ellos digno de reformarse... Ni unos
ni otros tienen más remedios que la extinción, en los primeros, absoluta, en
los segundos, respectiva... » 58. Y Pérez Bayer, en su Diario histórico, decía
que ya en 1703 un «importante sujeto» aseguraba que jamás se reformarían
los Colegios, si antes no se reformaba la Compañía. Expulsados ya los
jesuitas, se dirigieron contra los «colegiales» ataques parecidos a los que se
habían lanzado contra aquéllos, y también se les acusó de formar un
Estado dentro de otro Estado 59. La existencia de estas dos facciones rivales
en todas las Universidades, pues el fenómeno no se limitó a sólo los seis
Colegios Mayores de Castilla, daba mayor virulencia y extensión al
problema.
Los comienzos de la reforma universitaria, además, tenían que ir
necesariamente ligados a la expulsión de la Compañía, pues habían llegado
a monopolizar las enseñanzas de Latinidad y Gramática y Facultades de
Artes en todo el país, poseían cátedras de la escuela jesuítica en las
Facultades de Teología, con sus aliados los «colegiales» dominaban las
otras Facultades mayores, y algunas Universidades, como Cervera, Gan-
día, eran exclusivamente dirigidas por ellos. Su desaparición representaba,
por consiguiente, un grave problema para la instrucción pública del país
que el gobierno debía resolver de la mejor manera que pudiera.

S7 V. de la Fuente no duda en afirmar la alianza que existía entre jesuitas y colegiales, yasí
escribe que «en pos de los jesuitas desfilaron los colegiales mayores, sus aliados». Ob. cit., t.
IV, pág. 6. L. Sala Balust, en cambio, no llega a afirmar rotundamente esta relación, aunque
la considera probable. Ob. cit., págs. II y s. V. Palacio, en el Prólogo a esta obra, se inclina por
ver una clara relación entre ambas medidas. Loc. cit., págs. XVII-XIX.
S8 PALACIO. V.: loc. cit., pág. XVIII.
59 Ibíd.

73
Las medidas complementarias de la expulsión iban dirigidas funda-
mentalmente a extirpar del país todo posible rastro que pudiera quedar de
la Compañía. Así se decretó la supresión de las cátedras de la llamada
escuela jesuítica, de las Facultades de Teología, lo que dio lugar a que se
planteara la cuestión de cuáles debían ser las enseñanzas a que debían
destinarse desde ese momento estas cátedras; ello permitñó a las Universi-
dades emitir sus propuestas, ocasión que aprovecharon para plantear al
Consejo el mal estado en que se encontraban y la necesidad de reformas
que las levantaran de aquella situación 60. La llegada de estas propuestas al
Consejo a lo largo del año 1767 marcaron decisivamente el comienzo de la
reforma universitaria y mostraron que no sólo en el Gobierno, sino
también en los claustros universitarios se habían formado ya para entonces
fuertes núcleos de «ilustrados» dispuestos a salvar el bache intelectual del
país 61.
Para asegurar aún más la desaparición de toda huella que hubieran
podido dejar los religiosos expulsos en la Universidad se impuso la presta-
ción de un juramento a los profesores por el que se comprometían a
extirpar la doctrina que habían desarrollado los autores jesuitas, llamada
del «tiranicidio y regicidio», ((por ser destructiva del Estado y de la pública
tranquilidad», y todo autor perteneciente a los religiosos extinguidos fue
desterrado de las aulas 62.
Con esto quedaban desarrollados hasta sus últimas consecuencias los
principales regalistas que habían motivado su expulsión; sin embargo,
también se les achacó el ser los culpables de la mala situación en que se
encontraban los establecimientos de enseñanza del país. Así, en la Cédula
en la que se organizaban de nuevo las cátedras de Latinidad y Gramática,
se decía, refiriéndose a la enseñanza que habían dado los jesuitas, ((que la
tuvieron estancada, de que nació la decadencia de las letras humanas» 63.

60 Pragmática sanción... para el extrañamiento de estos reinos. "Colección de... Sala-

manca», pág. 41.


61 Real Cédula de 12-VIII-1768, suprimiendo las cátedras de la escuela jesuítica y orde-

nando que no se usara autores de dicha religión en la ensefianza, y Carta Orden de 17-VIII-
1768, en que se les adjunta a las Universidades la Cédula anterior yse les pide que expongan al
Consejo «de resultas de la extinción de dichas cátedras, lo que debe hacer, con sus resultas, a
beneficio de la ensefianza pública, sin pérdida de tiempo». Vid. "Colección de Alcalá... », pág.
175.
62 "Para su más firme y exacto cumplimiento (la Cédula de 12-VIII-1768 sobre la
extinción de las cátedras), juren los profesores al tiempo de recibir cualqueir grado de
Teología, cumplir lo mandado en la Real Cédula; y lo mismo executen los Maestros, Lectores,
o Catedráticos al tiempo de entrar a enseñar en las Universidades o Estudios Privados». R.
Cédula de 4-XII-I77l. "Colección de ... Alcalá», pág. 177. Está en la Novísima, libro VIII,
título 11, Ley 111, y "Colección de... Salamanca», pág. 52.
63 Provisión real de 5-X-1767. Algunos de los personajes de la Ilustración emiten también

74
Pocos días más tarde de la expulsión, en una instrucción del conde de
Aranda, se decía que «donde quiera que hubiese Universidades, podrá ser
útil agregar a ellas los libros que se hallaren en las casas de la Compañía
situadas en los mismos pueblos». Yen otra disposición del mismo año se
afirmaba que, «debiendo la instrucción pública llevar la primera atención,
teniéndose presente a las Universidades que lo necesiten en cuanto aplica-
ción de edificios, como tengo resuelto a las de Granada y Sevilla; quedando
para Universidades seculares los varios Colegios que con este destino
tenían en mis dominios de Indias, sin que puedan aplicarse con ningún
motivo a regulares, baxo mi autoridad y de las reglas que convenga añadir
o aclarar para bien público, sobre que también darán mi Consejo en el
extraordinario las Ordenes convenientes» 64.
El Estado tenía una gran ambici6n en aprovecharse de los bienes de los
jesuitas, entre otras razones, porque creían que se hallaban en posesión de
grandes riquezas, de las cuales la Hacienda Pública se hallaba tan necesi-
tada, por eso, al relatar un escritor la ocupación por el Estado de uno de sus
edificios más importantes, el Colegio Imperial de Madrid, dice que la casa
se vio invadida «por legiones de burócratas que durante varios años
revisaron celosamente los archivos y seleccionaron todos aquellos papeles
que guardaban alguna relación con materias económicas» 65.

5. Planteamiento de las reformas por el Gobierno

La expulsión de los jesuitas fue el momento apropiado para que los


ministros de Carlos III abordaran la reforma universitaria. Por otra parte,
la expulsión de los religiosos produjo entre los elementos reformistas de los
claustros universitarios una especial ebullición: deseosos como estaban de

juicios negativos sobre la calidad de la enseñanza de los jesuitas, así, por ejemplo, Mayáns los
considera culpables de la decadencia de las letras españolas, y ocurrida la expulsión, excla-
mará: "ninguna ocasión mejor que ésta para reformarse los estudios en España». Vid. ME5-
TRE, A.: I1ustraci6n y reforma en la Iglesia. El pensamiento político-religioso de Mayáns. pág.
322. Sarrailh, sin embargo, considera que eran los que daban la instrucción de más calidad
que se impartía en ese momento en el país. Ob. cit.. págs. 186-188.
M. Lanz de Casafonda ataca también duramente la enseñanza de los jesuitas, "porque,
como en todas partes, tengan la fama estos padres de que son los únicos que profesan todo
género de letras, y que no hay otros como ellos para educar a la juventud, y han tenido arte
para hacerlo creer, no se cuidan de aprender las ciencias para enseñarlas y todo su anhelo es
atraer a sus estudios gentes de todas clases y arruinar los de otras Religiones y Universidades,
lo que han llegado a conseguir por su poder y mando... Ellos han sido la causa de la ruina de
las letras en España ... Del estado presente de la literatura. pág. 165.
64 R. Resolución de 4-1-1771 e Instrucción de 27-IV-1772. Vid. "Colección de Alcalá...
Apéndice, págs. 1-7.
6S SIMÓN O'IAZ, J.: Histqria del Colegio Imperial de Madrid. t. 11, pág. 9.

75
reformas, comprendieron en seguida que había llegado el momento opor-
tuno para acometerlas, pues se había eliminado el principal obstáculo que
podían encontrar.
Ya estos deseos de reformas en las Universidades habían dado lugar a
que se dirigieran numerosas representaciones al Consejo, delatando dife-
rentes vicios y pidiendo la intervención del Estado, como único poder
capaz de desterrarlos.
Así, al Consejo llegaron en estos años importantes expedientes, algu-
nos de los cuales fueron la causa directa de que se acometieran determina-
das reformas 66.
Ahora bien, convierte determinar hasta qué punto eran paralelos y
coincidentes los intereses que tenían puestos en estas reformas los gober-
nantes y los universitarios reformistas. Pues los ministros de Carlos III han
sido objeto, en general, por la historiografía, de rutilantes juicios enco-
miásticos sobre su política reformista, pero a nosotros nos interesa preci-
sar, dentro de esta política general que acometieron, la que se refiere a las
Universidades y ver hasta qué punto son objetivos esos juicios. No existen
trabajos que hayan estudiado con rigor la actividad política, como hemos
dicho antes, los elogios proliferan en seguida, matizados en una parte de la
historiografía por ciertas reservas motivadas por los ribetes antieclesiásti-
cos que, a veces, adquirió su política.
Sin embargo, ante la reforma universitaria conviene matizar mucho su
actuación, pues es decisivo para comprenderla a lo largo de toda su
peripecia, y sobre todo, su fracaso final.
Lo primero que marca una diferencia entre la política siguida por el
Gobierno y lo que pretendían los reformistas es la ausencia de toda
radicalidad en los planteamientos de aquéllos; están muy lejos de pensar en
realizar una reforma como la que proponía Olavide para la Universidad o
como la que proponía Pérez Bayer para los Colegios Mayores. Esto

66 Representación de Fray Bernardo Zamora, carmelita calzado y catedrático de griego, y


de don Antonio Tavira y de don Juan Martín, de 29-111-1768, vid. en la «Colección... », pág.
169. J. Sempere también la transcribe en el artículo que dedica al P. zamora, del que habla
elogiosamente, diciendo que: « La Universidad de Salamanca le debe, por la mayor parte, la
útil fermentación del buen gusto que se advierte ya en ella, particularmente entre los jóvenes,
la cual debe esperarse que triunfará al fin de la oposición de algunos viejos, que se oponen a la
reforma, o porque su ignorancia no les dexa conocer la necesidad de ésta, o lo que es más
probable, porque les es duro y vergonzoso confesarla". Vid. Ensayo de una Biblioteca.... 1. VI,
págs. 223 y s. A Tavira ya le había pedido un Plan Campomanes poco antes «Plan que para la
reforma de la Universidad de Salamanca escribió el doctor Tavira por orden del Ilmo. señor
don Pedro Rodriguez Campomames, fiscal de la Cámara (28-VII-1767)>> Ahora publicado
por Joel Sauguieux en La Ilustración Cristiana española. Escritos de Antonio Tavira.
Salamanca, 1986. .

76
determinará que la reforma discurra por cauces muy distintos de los que
soñaron inicialmente aquéllos. El Consejo y, especialmente, los fiscales,
principales responsables de la dirección de las reformas en las Universida-
des, pretendieron al principio llevar a cabo la tarea de manera distinta a
como luego se llevó; así se quiso, por ejemplo, elaborar directamente un
plan general de estudios para todas las Universidades 67. Pero este plantea-
. miento, como otros del mismo tipo, fueron abandonados en seguida, a
.pesar de que en algunos casos, como veremos, se habían ya tomado
decisiones en un sentido, fruto de las cuales fueron algunas disposiciones
que luego hubieron de ser sustancialmente modificadas por otras, que
volvían a dejar las cosas tal como estaban. La reforma de las Universidades
afectaba de una manera radical las estructuras del cuerpo social español,
por tanto, era previsible que encontraran muchas dificultades en aquellos
elementos que iban a ver seriamente lesionados sus inter~ses; se creyó, con
la expulsión de los jesuitas, que se eliminaba el único obstáculo serio, pero
pronto pudieron darse cuenta que esto había sido un espejismo y que
todavía quedaban en el país núcleos poderosos enemigos de las reformas.
Los fiscales, desde suspuestos privilegiados, se dieron cuenta de esta
realidad y porque consideraran a los enemigos de ellas como invencibles, el
caso es que abandonaron inmediatamente la idea de llevar a cabo una
reforma radical, y se mostraron contemporizadores con los diversos inte-
reses, muchos encontrados, que confluyeron en el deseo de estas reformas.
Pues es claro que en el deseo de una reforma estaban tan interesados los
elementos reformistas como aquellos elementos claramente tradicionales
que deseaban ocupar el puesto que habían dejado abandonado los jesuitas,
pero es lógico que los fines que perseguían unos y otros fueran muy
distintos y en esta pugna de intereses los gobernantes se inclinaron por
.estos últimos. La instrucción pública no era todavía en estos años, para el
equipo gobernante español, un problema nacional; tendría que aparecer
en un momento posterior otra generación reformista que elevara, como
hizo Jovellanos, esta cuestión a aquella categoría 68.
Por otra parte, la expulsión de los jesuitas dio lugar a una efervescencia
proyectista a consecuencia de la cual al Consejo llegaron diversas sugeren-
cias de cómo debía acometerse la reforma universitaria; buen ejemplo de
este proyectismo es el «Discurso crítico-político sobre el estado de litera-

67 Se decía que 'se daba la disposición, "por ahora, mientras el Consejo redacta el

Reglamento general de estudios en el Reino». R. Cédula de 24-1-1770 sobre la reforma de los


grados de bachiller. Sin embargo, debió de abandonarse poco después este proyecto porque a
partir de julio de aquel mismo año se empezaron a pedir los Planes de estudio a las
Universidades por separado.
68 Vid. págs. 216 y s.

77
tura de España y medios de mejorar las Universidades y estudios del
Reyno» 69.

6. La actitud de las Universidades

La historiografia, al preocuparse del problema de a quién atribuir el


fracaso de las reformas, de manera teñdenciosa, no ha dudado de atribuír-
selo a las Universidades, las cuales, según esta generalizada versión, movi-
das por su espíritu reaccionario, se negaron a secundar las directrices
«ilustradas» del Gobierno. Esta versión se generalizó desde el primer
momento, y así ya la encontramos en autores tan próximos a las reformas
como Sempere y Guarinos 70, y fue generalizada después en el siglo XIX,
cuando los liberales escriben la historia de diversas Universidades; sin
embargo, tal versión es opuesta a la realidad de los hechos 71 •.

69 Este Documento ha sido publicado por J. E. GARdA MELERO, en Documentos del


Archivo de Campomanes. F.U.E., Madrid, 1974, pero la introducción que ha hecho a su
transcripción deja mucho que desear, apenas ha profundizado en las ideas que contiene y
además no se sabe si se lo atribuye a Campomames o no. Laura Rodriguez, en cambio, lo da
como si fuera de él en la bibliografia que publicó en su trabajo titulado: Reforma e Ilustración
en la España del siglo XV/l/: Pedro R. Campomanes. F.U.E., Madrid, 1975, pág. 332.
Creo que el documento no es de él, aunque se trata de uno de los numerosos textos que se
escribieron a raíz de la expulsión de los jesuitas con el objeto de proponer al gobierno las
mejoras que.la nueva situación podía reportar a la enseñanza, y en el propio Archivo
Campomanes hay varios más. Mayáns escribiría también en 1767 otro, vid. PESETREIG.M. y
J. L.: Gregorio Mayáns y la reforma de la Universidad. Idfa del nuevo método que se puede
practicar en la enseñanza de las Universidades de España (J 767). Publ. A. Oliva, Valencia, 1975.
Ninguno de estos proyectos se diferencian gran cosa de las medidas adoptadas finalmente,
salvo en pequeñas cuestiones.
70 SEMPERE.J.: ob. cit.. 1. IV, págs. 209-210.

7\· Tras señalar que todavía los nuevos Planes de estudio son muy deficientes, dice que si
no hubiera sido por los Fiscales poco se hubiera adelantado, pero aun así, «porque, aunque
este Supremo Tribunal podía haberlos refundido y darles mejor forma, ha tenido por más
conveniente oír a las Universidades y acomodarse a sus propuestas, o porque la variedad de
fundaciones, dotación y otras circunstancias, no son las mismas todas, o porque, señalando
autores enteramente nuevos y desconocidos de los actuales maestros, se exponían a que
fueran enteramente inútiles sus órdenes y disposiciones; porque nadie puede enseñar lo que
no sabe ni ha estudiado". SEMPERE: Biblioteca.... 1. IV, página 210.
La historia de varias Universidades fue hecha en el siglo XIX, como consecuencia de una
disposición de la Dirección General de Instrucción Pública, entonces el máximo organismo
estatal que dirigía la enseñanza del país y que dependía del Ministerio de Fomento, en la que
se comunicaba a los rectores de las Universidades lo siguiente: que «para apreciar la
organización y progresivo desarrollo de los Estudios generales de España, con el fin de tener
presentes y utilizar sus principales recursos y elementos en las reformas y mejoras sucesivas, a
la vez que con el de dar a conocer a propios y extraños nuestras gloriosas tradiciones
científicas y literarias y la grandeza que en los pasados siglos llevaron las Escuelas españolas,
esta Dirección General a dispuesto acudir a la reconocida ilustración y celo... », para que
remitieran los datos sobre cada Universidad. Este propósito inicial quedó modificado por los
cambios que trajo para el país la Revolución de 1868, en palabras de un testigo presencial de

78
Para darse cuenta de ello basta con acudir a los Informes y Planes de
estudio que las Universidades presentaron al Consejo desde el primer
momento que se les solicitó. En ellos late claramente un deseo inmediato
de reformas; la tendencia de éstas es diversa, según procedan esos docu-
mentos de claustros, en que se impusieron bien los elementos reacciona-
rios, o los reformistas, pero en todos ellos hay un reconocimiento inicial
del profundo estado de decadencia en que se encuentran y un deseo de
volver a recuperar aquella situación boyante que disfrutaron en el siglo
XVI. deliberadamente, algunos autores entresacaron párrafos que reflejan

aquellos hechos: «los acontecimientos políticos que han dado nueva vida a la enseñanza
pública, cambiando completamente la marcha material y.rutinaria que venían siguiendo
nuestras Universidades y demás establecimientos dedicados a la enseñanza a difundir la
ciencia, parecían que debían también un nuevo sello a todos los asuntos y negocios pendientes
en la Dirección General de Instrucción Pública. Solícito el Ministerio de Fomento en
impulsar bajo un principio descentralizador todos los ramos referentes a tan importante
departamento de la Administración, creyó conveniente, y no sin razón, que los datos pedidos
a las Universidades debían constituir una Memoria, que cada una de ellas se imprimiría con
cargo a su respectivo material. Pensamiento de suma importancia, porque revela la idea
dominante de destruir el monopolio que en todos los ramos de la vía pública venía ejerciendo
el poder supremo, condensando en Madrid todos los elementos de acción que tienen las
diferentes provincias», MONTELLS. F.: Historia de la Universidad de Granada. pág. IV.
Este cambio de orientación quedó reflejado en la Circular de 6-IV-69, por la que se mandó
a las Universidades «reunir solamente estos datos históricos y coleccionarlos en el Ministerio,
es casi inútil para la historia patria; encarga la publicación de una historia de las Universida-
des españolas a determinadas personas que examinen y estudien los datos reunidos oficial-
mente, es ponerse fuera de las ideas de descentralización y de oposición a todo privilegio que
dominan hoy en el Ministerio de Fomento. Por otra parte, la experiencia ha demostrado en
estas y otras ocasiones análogas que la mera reunión de datos históricos en los grandes
centros administrativos no ha producido el resultado que se esperaba». Por consiguiente, se
ordenaba publicar a los rectores una historia de su respectiva Universidad, lo que no llegaron
a cumplir todas, pero sí algunas que las publicaron en los años siguientes y que por estar
escritas por las personas que fueron elevadas al rectorado como consecuencia del cambio
político que representó la Revolución de 1868 y escritas todavía bajo el peso ideológico de
ésta, están llenas de un declamante liberalismo que, a veces, deforma la realidad a fuerza de
contradecirse ellos mismos. Las historias publicadas con este motivo fueron la de BORAO,
JERÓNIMO: Historia de Universidad de Zaragoza. Zaragoza, 1869; la de CANELLA. FERM'IN:
Historia de la Universidad de Oviedo. Oviedo, 1873; la de VIDAL vO'IAz:Memoria histórica de la
Universidad de Salamanca. Salamanca, 1869; MONTELLs. F.: Historia de la Universidad de
Granada. Granada, 1871; éste destaca especialmente, por la deformación de la realidad, en
este punto y nos dice: «lejos de impulsar el espíritu reformador emprendido por el Monarca,
ofrecían continuas dificultades, inconvenientes pueriles y entorpecimientos descabellados
para que la enseñanza pública pudiera uniformarse con arreglo a los nuevos adelantos del
siglo ... Y tras reseñar el Plan de estudios de la Universidad de 1776, dice: «ya hemos historiado
la suerte que le cupo a este Plan, lo que sobre él informaba el claustro, y la manera lenta y
pesada como se ponía en práctica; presentando dificultades sin cuento en vez de orillarlas y
haciendo una resistencia sistemática al nuevo orden de cosas, que a no dudarlo debió de
exasperar el Supremo Consejo», lo que no es óbice para que más abajo diga: «bajo cualquier
punto de vista que se examine el Plan de Estudios que se dio para la Universidad de Granada
de 1776, habrá que convenir que está a la altura de la época y honra sobremanera y sus
autores... MONTELlS: oh. cit.. págs. 320 Y 789.

79
de una manera especial el espíritu reaccionario y oscurantista, especial-
mente el de Salamanca ha sido singularmente usado como testimonio
inapelable de esta realidad, sobre todo teniendo en cuenta que si ésta era la
situación de la Universidad española más importante, ahorraba el investi-
gar cuál era la de las demás; pero una cosa es decir que los claustros de
algunas Facultades eran opuestos a admitir reformas de tendencia «ilus-
trada», y otra, que fueron un obstáculo para las reformas; en este sentido se
puede decir que, prácticamente, todos los claustros estuvieron abiertos a
ellas y, si fracasaron, habrá que buscar las causas en otro lado.
Los testimonios de las propias Universidades no pueden ser más claros,
sean de tendencia «ilustrada» o sean ultramontanos; así, por ejemplo,
Granada, que la podemos situar entre las primeras, decía: «El estado que
acompañan este Informe manifiesta a V. M. la lastimosa situación en que
se hallan las cátedras y estudios de la Universidad, tanto en su ejercicio,
porque es muy poco en las más de las aulas, como en la cortedad de sus
dotaciones, que, junto con la intermitente asistencia de muchos de los
regentes, es origen de la decadencia» 72. Alcalá dirá: «La decadencia es
notoria; el remedio, muy necesario» 73. Sevilla, a través del Plan elaborado
por Olavide y sus colaboradores, expresará igualmente las mismas opinio-
nes. y entre las que ideológicamente mantenían una posición más reaccio-
naria, como Salamanca o Valladolid, podemos encontrar la misma
confirmación radical de su mala situación y de sus deseos de recuperar una
situación brillante 74.
Junto a ello, las Universidades mostraban un gran deseo de que el
Estado interviniera y las acogiera bajo su protección, actitud que refleja la
Universidad de Granada de manera patente, cuando, al final de uno de los
Informes que envía proponiendo reformas en las cátedras, dice que
«espera la Universidad de la fraternal benignidad de V. M., que la mirará
como a un cuerpo que nació, se aumentó y permanece a la sombra'del Real
Patronato».

7. Salamanca, eje de las reformas


La Universidad de Salamanca había sido la más famosa de nuestras
Universidades en nuestro período de esplendor intelectual, de aquí que
conservara un cierto grado de preeminencia sobre todas las demás; por
otro lado al estar en ella cuatro de los seis Colegios Mayores de Castilla, era

7~ "Plan de estudios de la Universidad de Granada de 1776... Vid. en MaNTELLs. F.: ob.


cit.. página 285.
73 "Plan de estudios de la Universidad de Alcalá de 1772... Vid. Colección pág. 109.
74 "Plan de estudios de la Universidad de Salamanca de 1771 ... Vid. Colección. pág. 30;
"Plan de estudios de Valladolid... Vid. ALcacER, M.: ob. cit.. 1. 111, pág. XVII.

80
a la Universidad a la que había acudido no sólo el mayor número de
nobles, sino el más importante. Como contrapartida, era ella la que más
había sufrido luego los vicios que habían sumido a todas en la decadencia.
Por unas y otras razones, va a ocupar un lugar central en las reformas que,
poco a poco, se irán acentuando más. Este lugar preferente lo ocupó desde
el primer momento, planteándose con ella los primeros conatos de
reforma. La causa fue similar a la que motivó el Plan de la Universidad de
Sevilla: la propuesta que debían elaborar las autoridades provinciales
sobre el destino que había de darse a los bienes de los jesuitas 75. En este
caso, fue el obispo de la diócesis, don Felipe Beltrán, el que se adelantó a
los demás y tomó la dirección de la propuesta 76. El obispo no pensaba en la
reforma de la ensañanza ni de l~ Universidad, sino exclusivamente en su
propio interés que estaba respaldado por el propio Gobierno, que en 1766,
había urgido a las diócesis que no contaban con esta institución docente a
que la establecieran 77. Como Bertrán carecía de medios para llevar a cabo
tal fundación, vio la oportunidad en la ocasión presente de hacerse con los
bienes de los jesuitas y llevar a efecto lo que era su máximo deseo.
Fundamentalmente solicitaba el edificio del antiguo Colegio de los jesui-:
tas, pero como no le parecía suficiente, solicitaba que se le adjudicaran
varios de los Colegios menores de la Universidad, que se encontraban en
mayor decadencia y desiertos, los cuales destinaría a diversos fines dioce-
sanos, entre ellos el de instalar en uno la residencia episcopal. El obispo
encubría su interesada propuesta diciendo que con el Seminario y algunos
Colegios se podía constituir «un gran cuerpo de Colegio, el más recomen-
dable y visible que tendría la Europa» 78. A pesar de ello, como era de
esperar, las propuestas cayeron mal en la Universidad y se tachó al obispo
de egoísmo desmedido y representó al Consejo en contra de aquellas
propuestas.

75 Circular del Consejo extraordinario de 29 de julio de 1767.


76 Don Felipe Bertrán (1704-1783), de mentalidad regalista y muy antijesuita, no es una
figura simpática, ni siquiera para los propios «ilustrados», con los que colaboró estrecha-
mente. Mayáns lo critica duramente (vid. MESTRE. A.: ob. cit.. pág. 347). Estudió en la
Universidad de Valencia, en donde se doctoró en Teología y fue catedrático de Filosofía
tomista en 1735 por sólo tres años. Sacerdote secular, desempeñó a continuación varias
parroquias de la diócesis valenciana y después fue canónico lectoral de la catedral. Nombrado
obispo de Salamanca, en 1763, al ser nombrado Inquisidor General en 1774, unió ambos
cargos hasta su muerte. Vid. una reseña biográfica, en SALA BALUST, L.: «Tenaz empeño del
obispo Bertrán por la fundación del Seminario de Salamanca», en Hispania Sacra. vol. IX,
núm. 18, págs. 319 y s., especialmente 319 a 336. Vid., también, SEMPERE y GUARINOS, J.:
Ensayo de una Biblioteca... , t. 1, pág. 202.
77 Vid. SALA BALUST. L.: loe. cit., nota anterior.

78 Inicialmente, según el propio Bertrán, seis de los Colegios habían solicitado la unión al
Seminario. Vid. SALA BALUST. L.: loe. cit.. págs. 340 a 342.

LA ILUSTRACION y LA REFORMA... -6
81
Campomanes, a quien como fiscal del Consejo correpondió contestar,
envió una carta al obispo, que puede ser un primer reflejo de lo que se
pretendía que fuera la reforma. El fiscal comenzaba por señalar el atraso
absoluto en que se encontraban los estudios de Lengua, Matemáticas y
Medicina en España y de lo nocivas que eran las posadas para las costum-
bres de los jóvenes estudiantes, para acabar, mostrándose contrario a la
reunión de,los Colegios Menores que proponía el obispo, pero en cambio le
señalaba la importancia de crear un Convictorio Carolino por el mimpulso
que podría dar a las Universidades «por un método uniforme y muy
análogo a las fundaciones de la Compañía». El fiscal advierte, además, la
importancia que tiene señalar con acierto el destino de estos bienes en
Salamanca, «no sólo por lo respectivo a los diocesanos y naturales de
aquella provincia, sino que era trascendental a todos los dominios de Su
Majestad», dejando así claro el lugar prioritario que ocupaba con respecto
a las demás Universidades 79.
Su negativa a la creación del Seminario la apoyó en dos supuestos,
según él, firmísimos, de acuerdo con los cuales debía de resolverse el
asunto. El primero de ellos era que los medios que se proponían para
ayudar a los profesores en la carrera escolástica no debían ser privativos de
los naturales de una provincia, sino que debía atenderse al bien común de
todos los vasallos. Yen segundo lugar, era impropio destinar el Colegio de
los jesuitas de Salamanca a enseñanzas que se daban de sobra en la
Universidad, como sucedería si se destinaba a Seminario. A lo que añadía
que aún consideraba más innecesario crearlo en un lugar en donde existían
más de quince Colegios, en la mayor parte de los cuales sus alumnos eran
sacerdotes o estudiaban para ello; lo único que se conseguiría sería un
aumento del número de sacerdotes en la diócesis, que pantearía el grave
problema de cómo subvenir a la congrua sustentación de todos eUos 80.
Pero, en realidad, éstas eran excusas que sólo venían a encubrir la verda-
dera razón de la negativa del fiscal, y que no era otra que la de establecer el
Convictorio Carolino en vez del Seminario. Sala Balust cree que esta idea
surgió en Campomanes al leer la propuesta de Bertrán de unir todos los
Colegios Menores en uno solo para crear un gran cuerpo de Colegio, pero
esta idea que quedaba muy poco precisada, pues lo que importaba al
obispo era el Seminario; en cambio, la idea de Campomanes es ya más
concreta y parte de la idea tradicional de lo que era un Colegio 81.

79 SALA BALUST. L.: loe. cit.. págs. 343 a 357.


80 SALA BALUST.L.: loe. cit.• págs. 367 y s.
Aguilar Piñal atribuye a Olavide la idea que movió a Campomanes a crearel Convicto-
81
rio. Ob. cít.. pág. 231.

82
Lo que pretandía era que sirviera de base de impulso a los estudios
útiles o científicos; para ello se dotaba al Convictorio con un número de
plazas determinado para estudiantes de Medicina y otro para estudiantes
de Matemáticas, reservando también unas pocas a teólogos y juristas 82 •
Este número de plazas con becas era limitado; no así el edificio. Estas
plazas podían ser solicitadas por cualquier estudiante, que, naturalmente,
tendría que pagar los gastos de su estancia en él. Para ingresar en el
Convictorio no era necesario realizar las pruebas de nobleza, que se habían
hecho imprescindibles para ingresar en los Colegios Mayores. Con la
creación de esta nueva institución parece colegirse que no se pretendía
inicialmente ir directamente contra los Colegios Mayores y que esta deci-
sión surgió luego, una vez que Pérez Bayer escribió su Me,!,orial.
El Convictorio, convertido así en el primer fruto de la reforma, como
aviso de lo que iba a ocurrir con toda ella, nació debil y con síntomas
alarmantes. de que no prosperaría. El obispo fue el primero' que, contra-
riado en sus deseos, le declaró la guerra a muerte, y no deseperó de poder
conseguir su propósito de sacar adelante su Seminario, por lo que siguió
representando al Consejo para obtener el edificio de los jesuitas 83. Así.
aunque Campomanes urgió todo lo que pudo su puesta en marcha.
Pidiendo a la Universidad que le propusiera una terna para nombrar
director, a lo que se procedió inmediatamente; por lo que, en mayo de
1770, fue nombrado primer director del establecimiento un doctor de la
Universidad «manteísta» 84. Pero el Convictorio no pudo comenzar a
82 El obispo fund6 sus peticiones de Seminario, como instituci6n, especialmente dirigida
a los salmantinos, ya que éstos apenas tenían lugar en los Colegios; consideraba vergonzoso
que una di6cesis que se había empobrecido y reducido a la condici6n de colonia de toda
España, no tuviera llamamiento más que a unas veinte becas entre todos los Colegios y
ninguna en IQs Mayores y de las Ordenes Militares; y esas veinte no eran tampoco privativas,
pues podían concurrir de otros obispados, de forma que en aquel momento s6lo había siete
colegiales salmantinos, y algunos de ellos, en realidad, ya no lo eran, pues permanecían como
huéspedes.
83 El obispo ataca duramente al Convictorio, considerándolo como instituci6n que
acarrearía los mismos vicios que los Colegios Mayores; así, tras ponderar la instituci6n de los
Seminarios, dice de los futuros convictores: «j6venes de tan diferentes países... y Faculta-
des..., gobernados por un solo director y dejados en tanta libertad ... , dieciocho médicos que, a
pocos años o meses de estudio de su Facultad, unos serán casados ocultamente y otros,
galanteantes, ¿qué espíritu infundirán en el Convictorio? ¿Y qué costumbres infundirán en él
los estudiantes decentes que serán admitidos con s610 el cargo de retirarse al anochecer?»
SALA BALUST. L.: arto cit.. pág. 350. .
84 Real provisi6n de 30 de septiembre de 1769. Leída en claustro pleno de la Universidad
el 6 de octubre. Colección de los RR. DD. Ordenes y Cédulas de S. M.... dirigidas a la
Universidad de Salamanca. pág. 226.
Carta-Orden sobre lo propuesto por la Universidad en asunto de Director del Convictorio
Carolino. Loe. cit.• pág. 266.
Carta del señor Fiscal, dando parte de haberse servido S. M. nombrar al doctor don Felipe
de la Peña Vázquez para Director del Real Convictorio Carolino. Ibíd.. Apéndice, pág. 96.

83
funcionar porque, en vista de las protestas del obispo, el Consejo decidió
tomar una solución que contentara a todos: ordenó destinar una parte del
edificio en litigio'a Convictorio y otra a Seminario, pero aún se complicó
este reparto al decidirse que también ocupara una parte del edificio el
Colegio de los Irlandeses, creado para que se agruparan en él tpdos los
estudiantes de esta nacionalidad. Como era de prever, pronto comenzaron
las peleas entre las tres partes para ver cómo se realizaba el reparto y
empezaron las representaciones al Consejo, proponiéndole varias solucio-
nes, que cada una de ellas venía a favorecer a la parte que la había
propuesto. Lo que motivó que, como suele ocurrir en estos casos, la
decisión final del problema se dilatara indefinidamente, pues, iniciada ya
la reforma de las Universidades, por un lado, y la de los Colegios Mayores,
poi otro, este asunto quedó olvidado y el Convictorio, por tanto, no llegó a
funcionar.
Años después, otra orden del rey a los obispos, insistiéndoles en que
establecieran Seminarios en sus diócesis, volvió a sacar a la luz la cuestión
pendiente al renovar el obispo sus peticiones. La situación ahora era
claramente favorable a él, pues el Convictorio ya no 16 defendía nadie.
Campomanes, su valedor, había tomado una actitud muy prudente en
toda la reforma universitaria. El primer director del nonnato Convictorio
murió, y al ordenarle el Consejo a la Universidad que propusiera su
sucesor, ésta contestó diciendo que era mejor no llevar adelante la idea de
establecer este centro, puesto que el Colegio Trilingüe podía cumplir
perfectamente las funciones que se le habían asignado.a aquél si se cum-
plían puntualmente sus estatutos fundacionales. Como el asunto de los
Colegios estaba ahora en manos de Roda, el secretario de Gracia y
Justicia, el cual tampoco parece que estaba dispuesto a llevar a cabo el
Convictorio, la resolución final volvió a quedar pendiente, hasta que el
nombramiento del obispo Bertrán para inquisidor general le puso en las
manos el poder necesario para sacar adelante su proyecto de Seminario, lo
cual significaba el fracaso del Convictorio. El Seminario se estableció en el
disputado Colegio de los jesuitas y se dejó una parte para que se instalara el
Colegio de los Irlandeses, puesto que ya habían tomado posesión de ella,
quedando así definitivamente periclitado el proyecto de Convictori0 85 •
H5Vid. SALA BALUST. L.: Visitas y reformas.... págs. 21-22 y 159-162.
La distribución de las plazas del Convictorio era la siguiente: doce estudiantes de griego,
que luego estudiarían Medicina, Leyes o Cánones; doce de hebreo para teólogos, dieciocho de
médicos, ocho matemáticos y ocho teólogos dogmáticos. Estas 58 plazas eran de provisión
real y había cuatro más para que estudiaran futuros curas párrocos; por tanto, eran 62 en
total. Además, se destinarían doce aposentos para los americanos de los virreinatos de Indias,
Santa Fe, Fe, México y Perú; luego, una vez ocupadas estas plazas, podía admitirse a otros
pensionistas con tal de que pagaran una cantidad y se sujetaran a las reglas por las que se iba a
regir el Convictorio.

84
CAPITULO III
LA REALIZACION DE LA REFORMA

1. La centralización y uniformación de las Universidades

Ya hemos dicho cómo una de las ideas que aportó la Ilustración a la


nueva idea de Universidad fue su sometimiento al Estado. Esta idea se
concretó en la reforma española en unas medidas que venían a afectar a
dos aspectos concretos: uno era el del gobierno de la Universidad y el otro,
el sistema de las cátedras, aunque éste, a su vez, tuviera otras
implicaciones.

A) LA REFORMA DEL GOBIERNO DE LAS UNIVERSIDADES

Era éste sin duda, uno de los puntos más defectuosos de la Universidad
tradidional, causa de la perpetua anarquía e indisciplina en que vivían
todas ellas; por tanto, a esta necesidad de arreglo de una situación que
engendraba tantos problemas venía a unirse el presupuesto de una Univer-
'sidad centralizada. Pero dado que las Universidades estaban sometidas a la
autoridad de la Iglesia, a través del cargo supremo de ellas, el de canciller,
era necesario iniciar primero un proceso de secularización. Las ideas
regalistas, imperantes entonces con gran fuerza, eran favorables a esta
tendecia. Pero estaban sostenidas fundamentalmente por rentas eclesiásti-
cas, y era ésta una situación que el Estado no pretendía cambiar, sino que,
al contrario, contaba con estas rentas como único soporte de las reformas,
y era lógico que no tratara de plantear esta problema de forma radical.

85
Por eso, el programa centralizador se planteó con gran cautela: no se
quiso tomar ninguna medida con respecto a los cancilleres, que siguieron
dirigiendo las Universidades igual que antes, acudiéndose, en cambio, para
lograr el fin perseguido a la creación de nuevos órganos de gobierno que,
indirectamente, fueron limando las atribuciones de los cancilleres, a la vez
que, por otro lado, se quería fortalecer la posesión de los rectores. Esta
forma de centralización tenía como contrapartida que, al ya complejo
sistema de gobierno de las Universidades, venían a unírseles piezas nuevas,
que lo complicaban aún más.

a) Los Directores de las Universidades


La decisión de someter a la autoridad del Consejo todo asunto relacio-
nado con la provisión de las cátedras fue lo que, al parecer, dio lugar a la
idea de crear este cargo en cada Universidad, aunque con una dimensión
mayor que la de una simple intervención en la provisión de cátedras. La
idea de su creación y la regulación de la nueva institución hay que atribuír-
sela a los fiscales del Consejo. Estos concibieron el nuevo cargo como un
instrumento de fiscalización de cada Universidad directamente desde el
Consejo, por eso debía de recaer en un ministro-consejero, que debía
reunir como requisito más importante el de no pertenecer a la Universidad
para la que era nombrado, para asegurar de esta manera una actitud
imparcial en todas sus intervenciones. Su intervención, ,aparte del tema de
las cátedras, se extendía a tomar conocimiento de los estatutos, estado,
rentas, concurso de discípulos, cumplimiento de catedráticos y discípulos
de sus obligaciones académicas. Por esto puede verse que, en el pensa-
miento de los fiscales, la misión del nuevo cargo era ambiciosa, de forma
que expresaban su deseo de que sirviera para «contribuir con este medio al
restablecimiento y mejoría de'l estudio y esplendor de las Universidades del
Reyno» l.
Una vez creado el nuevo cargo, se preparó una larga «Instrucción», en
la que, de manera más detallada, se desenvolvían las distintas funciones
que recaían en él. Tal «Instrucción» exigía de los directores en sus seis
primeros apartados tomar un conocimiento cabal de la Universidad para

I Aguilar Piñal señala que los fiscales tomaron como modelo, aunque remoto, la activi-

dad de la suprimida Junta de Colegios, pero no aduce ningún argumento en qué basarse. Ob.
cit.. pág. 403. Más acertada parece la opinión de Rubio y Borrás, para el que su antecedente en
el cargo del consejero protector que existió en algunas Universidades desde últimos del siglo
XVII, y que por estar encargados de la revisión de los expedientes de provisión de cátedras, se
les llamó «catedreros". Siendo uno de los más célebres don Luis Curiel, que lo fue de la
Universidad de Huesca y después en la de Cervera, y, según De la Fuente, también en Alcalá,
ab. cit.. t. 1, págs. 220-221.

86
la que había sido nombrado, para lo cual el rector quedaba obligado a
enviar todos los meses a su director respectivo copia sucinta de todos los
acuerdos tomados durante ese tiempo. Pero la función que podía haber
dado la verdadera medida de la nueva institución era la que le confería la
misión de estudiar el estado y situación originaria del establecimiento
docente y, a la vista de su situación actual, determinar si había habido en su
evolución progreso o decadencia, y en este último caso debía averiguar las
causas de ella. Causas que, según los fiscales, de manera especial se debía
advertir si «nace de la misma fundación, y sus estatutos, por la variación de
los tiempos y sus circunstancias, que pidan alteración; o de algún error; o
dimana de alguna prepotencia sobre hechos, o principios equivocados, o
de importunas preces, o del abuso, inobservancia, o mala inteligencia de la
misma fundación, reglas u órdenes comunicadas a la Universidad» 2. Pero
parece ser que en la solución que confiaban, antes de conocer cuáles serían
las causas verdaderas de la decadencia, era en el robustecimiento de la
autoridad, puesto que señalaban a los directores, como oqjeto especial de
estudio, las circunstancias en que se desenvolvían el cargo de rector, quizá
porque se estaba sustanciando en aquellos momentos un expediente sobre
una elección ilegal, celebrada en Salamanca. Los directores debían exami-
nar si la mutación anual de los rectores o el hecho de que recayeran
normalmente en personas inexpertas o principiantes, podían ser causas de
la situación creada en las Universidades, y si resultaba serlo, no importaba
que para arreglarlo se tuviera que ir contra lo que disponían los estatutos
en este punto: se cambiarían inmediatamente para remediar cuanto antes
la situación. Lo deseable era que cuidaran de que al rectorado llegasen
hombres de edad provecta, que durasen en el cargo el tiempo suficiente,
para poder cumplir la misión que les estaba encomendada.
El resto de los apartados que desarrollaban las funciones de los directo-
res iban dirigidos a que intervinieran en otros dos puntos de gran impor-
tancia y paralelos: 1) en lograr un profesorado competente, cumplidor de
sus obligaciones, y 2) en lograr una masa estudiantil más amplia, pero más

2 Las siete que Aguilar cita, con sus respectivos ministros-directores en 1785, un año antes
~e que se generalizara, según él, la institución, eran: Salamanca (Juan Acedo Rico), Vallado-
lId (Campomanes), Osuna (Villafañe), Oviedo (Hinojosa), Santiago y Oñate (Fernández
Vall~jo), Alcalá (Portero de Huerta). Ob. cit.• pág. 502. No cita de dónde tomó este dato, pero
es eVIdente que no es exacto, porque Cervera también lo tuvo desde el primer momento, dado
que sus Constituciones habían sido sacadas de Salamanca, por tanto, también disponían que
la provisión de las cátedras, dependía del Consejo, y así, Rubio y Borrás da como creado el
cargo en 1768, siendo nombrado para él don Miguel María de Nava, y en 1785 lo era
Mendinueta, nombrado en 1783. Ob. cit.. pág. 221. En Zaragoza, igualmente se instituyó
desde el comienzo, es decir, en 1769. BORAO, J.: Historia de la Universidad de Zaragoza.
Zaragoza, 1869; JIMÉNEZ CATALÁN y SINUES URBIOLA: ob. cit.. t. 1, páginas 176-180.

87
estudiosa y disciplinada. Algunas otras cuestiones eran tocad~s en la
«Instrucción», como la de los Colegios Mayores y Menores, a los cuales
también debían extender los directores su misión inspectora para averi-
guar su situación y, en consecuencia, proponer las medidas necesarias para
su reforma 3. .

Por consiguiente, sobre el papel, los directores estaban llamados a


desempeñar una importante misión en la reforma, pero en seguida se
demostró la debilidad de la nueva institución; lo cual es explicable si
tenemos en cuenta las obligaciones y el intenso trabajo que ya desempeña-
ban los ministros del Consejo. A esto habría que añadir su posición
ideológica: muchos de ellos, antiguos «colegiales», no estarían dispuestos a
secundar las reformas. Por eso, aunque la institución se mantuvo a partir
dé ese momento en las Universidades, se difuminó en seguida y siguió
existiendo más por inercia que por otra razón, pues los mismos fiscales
debieron prescindir de ellos en la reforma de cada Universidad, así como
Roda tampoco contó con ellos en la de los Colegios Mayores 4 •

b) Fortalecimiento de la institución rectoral


Como acabamos de ver, la creación de los directores fue causa directa
de que se planteara la refqrma de la institución rectoral; los fiscales vieron
en su actual configuración una causa directa de desgobierno en que se
encontraban las Universidades. En realidad, la reforma estaba decidida
por ellos desde el primer momento, así que se acometió en seguida,
probablemente sin esperar siquiera a que los directores informaran sobre
esta cuestión. Hemos señalado que, para los fiscales, las posibles causas del
mal funcionamiento de estos cargos estaba, por un lado, en el tiempo por el
que se desempeñaba, que era sólo de un año, tiempo excesivamente corto,
y, por otra, en que el cargo recaía normalmente en gente demasiado joven,
que era inmediatamente mediatizada en su autoridad y gobierno.

3Novísima.... Libro VIII, Título V, Leyes I y 11.


4Gil Y Zárate, con cierto aire de lamentación, señala cómo «de haberse cumplido
exactamente lo prevenido en aquella Real Cédula, hubiera quedado establecido un sistema
completo de centralización y aniquilada la independencia de las Universidades, pasando toda
la autoridad al Consejo». De la instrucción pública en España. 1. 1, pág. IV.
E. Ibarra achaca el fracaso de la insthución a que se nombraron a ministros y a viejos,
algunos jubilados, que poco podían hacer ya por la Universidad, ni por ninguna otra cosa. Sin
embargo, algunas, como las de Salamanca, tuvo a un personaje político de tanto peso como el
futuro gobernador del Consejo, sucesor del conde de Aranda, don Ventura Figueroa. Lo que
confirma que el fallo estaba más en la mentalidad y escasa importancia que por su formación
daban los ministros a este cargo, evidentemente no comulgaban con las ideas reformistas.
Vid. IBARRA, E.: Origen y vicisitudes de los títulos profesionales en España. Madrid, 1920.

88
Por consiguiente, lo que se buscó con la reforma fue precisamente que
el tiempo de duración del cargo fuera más de un año, y que los requisitos
que debía tener un candidato para ser elegido hiciera necesario que reca-
yera en personas de prestigio y autoridad, y, finalmente, que toda elección
universitaria debía ser aprobada y confirmada por el Consejo, el cual
podía anular una elección si el candidato elegido no reunía las cualidades
prescritas s.
La Universidad de Salamanca vino a adelantarse a los deseos de los
fiscales en este sentido, y así, en la elección correspondiente al curso
1769-70 propuso al Consejo la reelección del rector, a pesar de que iba
contra los estatutos, pero como ya habían advertido que en esta materia se
podían reformar aquéllos si era necesario, el Consejo, naturalmente,
aprobó la propuesta del claustro salmantino y prorrogó el rectorado de
Morago 6.
Con esta medida la reforma en este punto estaba decidida, sólo que-
daba dar una norma general, ya qüe lo anterior había sido sólo una medida
ad casum. Por eso, tomando como motivo precisamente la elección tenida
lugar en Salamanca en 1768, que tuvo que ser anulada por el Consejo, en
vista de que el elegido no reunía ninguno de los requisitos para ser
candidato, hasta el punto de que no llevaba ni un curso en la Universidad, y
para evitar que se dieran más abusos, se extendió la duración del cargo a
dos años, y, con respecto a los requisitos que debían concurrir en la
persona elegida, se disponía que debía ser licenciado o doctor o haber
incorporado dicho grado en aquella Universidad, mientras que antes
bastaba con ser bachiller; en cambio, a pesar del interés en que los rectores
fueran personas de mayor edad de lo que venían siéndolo, se mantuvo la
edad mínima ya existente 7. Sin embargo, pronto surgieron ~ificultades
para poder elegir rectores que reunieran estas circunstancias, especial-
mente el que el candidato fuera licenciado o doctor; por eso, en las
disposiciones de 1786, por las que se uniformaban estos aspectos en todas
las Universidades, se volvió a reducir esta exigencia al simple grado de
bachiller 8. Y, por otro lado, ante la buena disposición que había en el
Consejo, para que el cargo de rector fuera más duradero, aunque no

5 Colección...
6 Carta-Orden de 31-X-I770 y de 5-XI-I770, Colección.... págs. 107 y 117.
7 Real Cédula de II-XII-I770, Colección.... págs. 128 y s. La Cédula explicaba que la
elección de rector fue anulada por un Auto de 21-11-1769, a raíz del cual se pidió informe a la
propia Universidad para que propusiera una nueva regulación de este aspecto, aunque fuera
contra los estatutos; el informe lo entregó con fecha del 6-V-1769, y, tras el dictamen del fiscal,
el Rey firmó lo que le propuso éste.
s Real Cédula de 22-1-1768.

89
estaban previstas las reelecciones, se autorizó a que el cargo fuera desem-
peñado por más años. Así, en casi todas las Universidades encontramos
casos de rectores que ocuparán su cargo más de dos años, como, por
ejemplo, Vicente Blasco, en Valencia, o Vargas en Sevñlla 9.
Sin embargo, este intento de vitalización del cargo rectoral no se logró,
y a pesar de todo, el cargo siguió estando manejado por los claustrales, que
elegían a las personas que más les convenía de acuerdo con sus intereses
particulares. Así, en 1790, vemos cómo Carlos IV tiene que anular una
elección celebra<:la en Salamanca, porque el elegido no tiene los veinticinco
años de edad, aunque la anulación iba acompañada de la concesión por la
que se reducía la edad para ser elegido un año, es decir, veinticuatro años lO.

c) Los censores regios


Su creación estuvo directamente motivada, como en otras ocasiones,
por un incidente, ocurrido en este caso en la Universidad de Valladolid. En
ella, un bachiller defendió, en un' acto «pro-Universitate», unas conclusio-
nes sobre el tema de «de clericorum exemptione a temporali servitio et
saeculari jurisdictione», que fueron consideradas como opuestas a las
regalías de la Corona. En el claustro, algunos catedráticos aconsejaron que
no se publicaran, por el grave peligro de que surgiera un conflicto con el
Gobierno, pero se aprobó la publicación por mayoría y un doctor las
denunció al Consejo, «delatándolas como ofensivas a los derechos de la
nación» 11. El Consejo pidió un informe al Colegio qe Abogados de
Madrid, que en un dictamen larguísimo, de ciento noventa y un puntos
sobre las seis tesis presentadas por el bachiller vallisoletano, propuso, entre
otras cosas, cortar la excesiva libertad de enseñanza universitaria. En el
mismo sentido informaron los fiscales del Consejo, por lo que éste ordenó
expedir una provisión, que en su primera parte se refería sólo a la Universi-
dad de Valladolid,' obligándola a celebrar un nuevo acto ((pro-

9 Para el caso Vicente Blasco: Vid. Plan de estudios aprobado por S. M. y mandado observqr
en la Universidad de Valencia, Ibarra, Madrid, 1786, ed. facsímil, Ayuntamiento de Valencia,
.1984; AJO,e.: ob. cit., t. LV, pág. 234. Para el de Sevilla: AGUILAR PIÑAL: ob. cit.; págs. 531 y
532. Para Granada: MONTELLs, F.: ob. cit., págs. 807 y s.
10 AJO, C.: ob. cit., t. V, pág. 208.
11 Este incidente lo refieren diversos autores: AJo,C: ob. cit., páginas 215 y s.; SARRAILH,

J.: ob. cit., págs. 199 y s., y en la Novísima Recopilación también se recoge en una nota a la Ley
111, Título V del Libro VIII, que corresponde a la de creación de los censores regios.
La división en los claustros universitarios era clara, precisamente otro alumno de Valla-
dolid publica por entonces un ilustrado trabajo sobre el derecho natural dedicado al conde de
Aranda, J. A. Mon y Velarde, Assertiones juris naturalis et gentium publicae discutiendae,
Valladolid, 1769.

90
Universitate», en que se defendieran «otras conclusiones que vindiquen a
la autoridad real sobre los puntos que la ha ofendido» 12. Los que habían
votado a favor de la publicación de las tesis fueron reprendidos, el decano
de la Facultad, suspendido, tanto de su cátedra como de su cargo, y al
bachiller autor de las conclusiones se le prohibió realizar cualquier otro
acto o ejercicio académico, quedando terminantemente prohibido «que en
lo sucesivo se promuevan, enseñen, ni defiendan cuestiones contra las
regalías, en estos y otros puntos se anotarán esta providencia en los libros
de la Universidad, para que no se pueda alegar ignorancia».
En la segunda parte de la provisión, de acuerdo con el informe de
Colegio de Abogados, que proponía hacer un reglamento, recogiendo las
opiniones «tocantes a las regalías, a las Leyes Patrias, de cualquier modo
ofensivas al Estado», se creaban los censores regios en las Universidades.
Decía así la provisión: «y para precaver que en las conclusiones y ejercicios
literarios de ésta y de las demás Universidades en estos Reynos se experi-
menten semejantes abusos; mandamos se nombre en cada una un censor
regio, que precisamente revea y examine todas las conclusiones que se
hubieren de defender en ellas, antes de imprimirse y repartirse; y no
permita que se defienda, ni enseñe doctrina alguna contraria a la autoridad
y regalías de la Corona, dando cuenta al nuestro Consejo de cualquier
contravención para su castigo e inhabilitar a los contraventores para todo
ascenso» 13. Para desempeñar este cargo fueron elegidos los fiscales de las
Audiencias y Chancillerías en aquellas Universidades que estaban en
lugares donde radicaban aquellos tribunales, y si éstos no los había en
algún lugar donde había Universidad, el Consejo nombró la persona que
tuvo por conveniente, que normalmente fue un catedrático de la
Universidad 14.
Poco después de la implantación de los directores fueron creados los
censores regios. El motivo de su creación forma parte del proceso de
sometimiento de las Universidades al control estatal y la imposición de
unas limitaciones al poder de la Iglesia. Responde así a una motivación
política y es resultado directo de los principios regalistas, que cada vez

12 El dictamen del Colegio de Abogados, debido a Campomanes, está incluido en la


Colecci6n de... Salamanca. pág. 27, yen la Colecci6n de Alegaciones jiscales del Excmo. Sr.
Conde de Campomanes. publicadas por don José Alonso, t. 11, Madrid, 1841-1843, pág. 229,
bajo el título de Informe del Colegio de Abogados de Madrid sobre las tesis contra el regalismo
de D. MiguelOchoa. DE LA HERA, A.: El regalismo borbónico. lo considera una de las piezas
claves del doctrinarismo regalista español.
13 Ley 111, Título V del Libro VIII de la Novísima.
14 Este último fue el caso de Cervera, en donde fue nombrado un catedrático de la
Facultad de Leyes. Vid. RUBIO y BORRÁS, J.: ob. cit.. t. l., pág. 222.

91
imperaban más en los medios políticos de nuestros gobernantes. Su princi-
pal significado para las Universidades fue la limitación que significaban
para su autonomía científica, la cual pasaba a depender de los intereses
políticos del Estado.
Años después, el Consejo volvió a ocuparse de los censores regios, para
darles instrucciones y reglas concretas para el ejercicio de su cargo, en las
que se reiteraban las ideas que motivaron su creación. Llegó el celo del
Consejo a indicarles que procurarían «que la latinidad de las conclusiones
sea correcta y propia, sin anfibologías ni oscuridades misteriosas» 15.
En la misma línea que la creación de los censores, pues responde a las
mismas motivaciones, está la disposición que dictó el Consejo poco des-
pués de aquélla, por la que prohibía que ninguna Universidacl ni Colegio
Mayor, Menor, Secular o Regular acudiera a la Curia Romana a solicitar
qispensación de sus constituciones, sin noticia y expreso conocimiento del
Consejo. Prohibición también motivada por la dispensa concedida a un
colegial de las condiciones exigidas en las Constituciones del Colegio en
que fue admitido, por la autoridad de la Santa Sede 16. .

Todo esto son manifestaciones concretas de la política regalista que ya


se inició antes de las reformas y que fueron causa de que las relaciones entre
la Iglesia y España a lo largo de todo el siglo XVIII cobraran una gran
virulencia.

B) REFORMAS DE LAS CÁTEDRAS

El problema de las cátedras era uno de los más espinosos que se


presentaban, pues en ningún punto como éste había más intereses creados.
La situación de las cátedras en cada Universidad se vio afectada inmediata-
mente de la expulsión de los jesuitas, ya que una de las disposiciones
complementarias a esta medida fue la que dispuso la supresión de las
pertenecientes a la llamada escuela jesuítica. En virtud de lo cual las
Universidades debían proponer el nuevo destino que debía darse a esas
cátedras, lo que despertó las apetencias de las diversas fuerzas que, tras la
expulsión de aquellos religiosos, querían pasar a ocupar el lugár que
aquéllos dejaban libre. '
La primera cuestión que planteaba el pensamiento reformista en la
necesidad de suprimir los turnos' y alternativas en la provisión de ellas,

15 Ley IV, Título V del Libro VIII de la Novísima. que recoge una Provisión del Consejo
de 25 de mayo 'de 1784.
16 Carta-Orden de 12- V-1769, motivada por el pase de una bula por un colegial, Colección
de... Alcalá. pág. 160.

92
principal motivo que había contribuido a formar en las Universidades los
dos bandos irreconciliables de «manteístas» y «co~egiales». El control que
éstos establecieron sobre las cátedras era una de las primeras situaciones
con que las reformas debían acabar. El abuso que esto representaba había
sido repetidamente denunciado ya a lo largo del siglo XVII, y repetida-
mente los reyes habían dictado providencias, sustituyendo el sistema
tradicional de provisión de cátedras por el de provisión a propuesta real. Y
durante el siglo XVIII hasta ese momento se ~abían vuelto a dictar disposi-
ciones en este mismo sentido. Especialmente Felipe V, a raíz de un informe
presentado por el consejero de Castilla, don Luis Curiel, en el que denun-
ciaba este sistema del turno o alternativa, en que mostró detalladamente al
rey la situación a la que se había llegado. Por eso la resolución real de 1714,
por la que se mandaba sacar a oposición tres cátedras de Leyes de la
Universidad de Salamanca, señalaba lo extraño de que en los últimos
veintiséis años hubiera habido veintiuna oposiciones a cátedras de Leyes,
no habiendo obtenido en ninguna ocasión la cátedra un «manteísta», y en
Cánones, de las últimas quince oposiciones celebradas, sólo una había sido
ganada por un «manteísta». El Consejo, decía la disposición, debía de
tener en cuenta estos datos, pues era «moralmente imposible que en tanto
tiempo y serie tan dilatada de provisiones no hubiera habido un solo
doctor "manteísta" digno de una cátedra... cuando es cierto que en esta
Universidad han florecido muchos "manteístas" más antiguos graduados
y muy beneméritos. Al Consejo, como se lo ordeno, y encargo, esté muy
atento a tan extraña desigualdad» 17.
En estos años hubo una auténtica presión al rey por parte de los
«manteístas» para que se terminara con este abuso; una manifestación de
ello fue el Papel curioso en punto a colegios. de 1703, en donde se hacía una
estadística muy completa de la situación, que arranca de 1641. Contando
en Salamanca, que es a la Universidad que se refiere, desde ese año hasta
que se redacta el informe, había habido ciento noventa oposiciones a
cátedras, de las cuales ciento cincuenta habían sido ganadas por «colegia-
les». Esta presión que se hizo sobre el rey dio como resultado la orden
dictada en 1721, de que se cesase el turno o alternativa y en adelante se
consultase siempre al rey para la provisión de las cátedras; pero Sala Balust
ha deducido de sus investigaciones que este triunfo de los «manteístas» fue
sólo en el papel, y que las cátedras se siguieron proveyendo como antes 18.

17 SALA BALUST, L.: «Reales reformas de los antiguos Colegios de Salamanca anteriores a
las del reinado de Carlos UI {1623-l770)>>, en Estudios y Documentos. núm, 10, Valladolid,
1956, páginas 47 a 62. •
18 Carta-Orden de II-X-1766, leída en el claustro el día 16 del mismo mes, en la Colección
de... Salamanca. págs. 30 y s.

93
Se hubiera necesitado todo el peso del Poder real para poder aplicar una
disposición de este tipo. Por eso todo quedó en unos ruidosos incidentes en
Salamanca, de los que dejó testimonio Torres de Villarroel en su Vida, pues
en aquellos momentos era sustituto de la cátedra de matemáticas, de la que
años más tarde sería catedrático. Como resultado de los cuales fue a parar
a la cárcel, acusado por los defensores del sistema de turno -hay que tener
en cuenta que él era «manteísta»- de haber publicado unas letrillas contra
ellos, de lo que fue posteriormente declarado inocente por el Consejo,
incidente que refleja la virulencia que adquirían aquellas luchas
escolásticas 19.
Sin embargo, los «manteístas», conforme pasan los años, van adqui-
riendo más fuerza, y, como consecuencia de ello, representan al Consejo
con motivo de diversas oposiciones que se celebran. En este sentido, tiene
interés la que dirigieron en 1768 los catedráticos de Salamanca, Tavira,
Martín y Zamora, contra la provisión que se iba a hacer de la cátedra de
Matemáticas, que había detentado años antes Villarroel, precisamente a
favor de un sobrino de éste, que era juzgado por aquéllos como incompe-
tente para desempeñar la citada cátedra, por lo que solicitaban la interven-
ción del Consejo para que detuviera la oposición, lo que consiguieron,
porque vino a coincidir con el comienzo de las reformas 20. De esta repre-

19 «Apareci6se en este tiempo en la Universidad de Salamanca la ruidosa pretensi6n de la


alternativa de las cátedras, y como novedad extraordinaria y espantosa en "aquellas escuelas,
produjo notables alteraciones y tumultosos disturbios entre los' profesores, maestros y
escolares de todas las ciencias y doctrinas. Padecieron mucho el rencor particular de sus
valedores, y con él, atraso de sus conveniencias y otros daños desgraciadamente molestos a la
quietud y a la reputaci6n. A mí, por más desvalido, por más mozo o por más inquieto, me
tocaron (además de otros disgustos) seis meses de prisi6n, padeciendo, por el antojo de un
juez mal informado, los primeros dos meses tristísimamente en la cárcel, y los otros cuatro
con mucha alegría, sobrada comodidad, crecido regalo y provechoso entretenimiento en el
convento de San Esteban del orden del gloriosísimo Santo Domingo de Guzmán. El motivo
fue haber hecho caso de una necia y mentirosa voz (sin poderse descubrir la voraz boca por
donde ha salido), que me acusaba autor de unas sátiras que se extendieron en varias coplas, y
su argumento era herir a los que votaron en favor de la dicha alternativa. En los seis meses de
mi prisi6n se inform6 al Real Consejo, con exquisita madurez y diligencia, de todos los
sucesos de este caso; y después de examinada una gran muchedumbre de testigos, y de un
largo reconocimiento de letras y papeles, encontr6 con la tropelía anticipada del juez, y, con
él, la escondida verdad de mi inocencia. Salí, por el real decreto, libre y sin costas, añadién-
dome, por piedad o por satisfacci6n, la honra de que fuese vicerrector de la Universidad todo
el tiempo que faltaba hasta la nueva elecci6n, por San Lucas.» TORRES DE VILLARROEL:
Vida.... pág. 66.
20 Carta-Orden de 13-IV-1768, por la que se suspendía la oposici6n, que incluye la
representaci6n firmada por los catedráticos Tavira, Zamora y Martín. Vid. Colección de...
Salamanca. pág. 82. J. SEMPERE, en su Biblioteca.... dedica un artículo a Fray Bernardo
Zamora, carmelita calzado, catedrático de griego, autor de una Gramática de esta lengua,
siguiendo el sistema del Brocense, publicada en 1722, quien hace una referencia a su actividad
. universitaria, diciéndonos que «fue uno de los que más trabajaron en desterrar de la

94
sentación podemos deducir que el número «manteísta», deseoso de una
reforma a fondo de la Universidad, era ya fuerte y capaz de iniciar una
política coherente que consiguiera llevar a cabo las reformas; esta política
no podía ser otra que la de buscar el apoyo en los ministros del Gobierno,
«manteístas» como ellos. Por eso, como dirigen su escrito directamente a
Campomanes y, muestran su confianza en que recibirían buena· acogida a
su petición.
Como ya habían hecho sus antecesores, Carlos III volvió a ordenar la
supresión del turno o alternativa colegial y división de las escuelas en la
provisión de cátedras en todas las Universidades, pues debía atenderse en
adelante exclusivamente el mayor mérito y aptitud de los profesores,
precediendo un concurso abierto en el que se admitiera a opositores efe
todas las Universidades y se realizaran los ejercicios de la oposición como
estaba dispuesto en justicia, remitiendo los jueces del concurso al Consejo
la terna de opositores entre los que creían que debía de recaer el nombra-
miento. Lo importante no era sólo la supresión del turno, y que, en efecto,
se aplicara, sino que, además, la provisión de cátedras de todas las Univer-
sidades pasaba a ser competencia del Consejo 21.
Pero una vez determinado, este primer punto con respecto a las refor-
mas de las cátedras, se planteó un segundo aspecto, también de gran
importancia, y éste no por iniciativa de las Universidades, sino por inicia-
tiva del Gobierno, y concretamente sospechamos que su. planteamiento se
debió a Campomanes, por el afán de uniformidad que perseguía con las
reformas.

Universidad de Salamanca, el mal gusto que había corrompido en ella la enseñanza de todas
las ciencias y transcribe íntegra la representación citada sobre la cátedra de Matemáticas».
Vid, ob. cit.. t. VI, págs. 223 y s.
21 Certificación de 23 de diciembre de 1766, como consecuencia del expediente iniciado
ante la reclamación del general de los franciscanos, de que la escuela escotista formara turno
separado de la escuela tomista y suarista y se formase la tripartita para las cátedras de Artes y
Teología en la Universidad de Alcalá. Dictándose una disposición general para todas las
Universidades, suprimiendo estos turnos y mandando que todas las cátedras se cubrieran
precediendo concurso abierto al que se admitieran profesores procedentes de todas las
escuelas. Colección de... Alcalá. pág. 211. Lo que vino a confirmarse en la Real Cédula de
23-X-I770. Ibfdem.. págs. 211 a 216, que pasó a la Novfsima. Libro VIII, Título IX, Ley VII.
Las cátedras de las Universidades de Valladolid, Alcalá y Salamanca, es decir, las tres
mayores de Castilla, habían sido sujetas a provisión por el Consejo desde 1623. Luego, poco a
poco, por medio de disposiciones concretas, se fueron sujetando a otras; así lo fue Santiago
por una Real Resolución de 18 de marzo de 1751. Vid. "Informe sobre las cátedras de 1767».
CABEZA DE LEÓN, S.: ob. cit.• pág. 410. Huesca lo fue en 1708 y 1716,como castigo al apoyo de
la causa del Archiduque. Vid. DEL ARCO. R.: ob. cit.• t. 11, página 262. Cervera fue de
provisión real desde su fundación. RUBIO y BORRÁS. M.: ob. cit.. 1. 1, pág. 306. Aunque lo
fueron en la teoría y no en la práctica.

95
Se trataba de igualar todas las cátedras de la Universidad española,
haciendo desaparecer la distinción fundamental que entre ellas existía de
cátedras de regencia y cátedras de propiedad o a perpetuidad. La uniformi-
dad podía conseguirse estableciendo, bien la tempomlidad de todas o bien
la perpetuidad. El Gobierno se inclinó por lo primero, es decir, decretó que
todas las cátedras fueran de regencia. La disposición nada menos que se
remontaba a las peticiones presentadas a las Cortes de Valladolid, de 1528
y 1548, para justificar su decisión. En aquella ocasión se presentaron al rey
peticiones para que se hicieran todas las cátedras de regencia y se abolieran
las perpetuas, pero no se llegaron a aceptar y no se modificó la situación
establecida. La medida se justificaba, además, de por el ya referido prurito
de uniformidad, que se pretendía establecer, porque se afirmaba que ésta
era indispensable para conseguir el adelantamiento de las ciencias; sin
embargo, no se justificaba la elección hecha para conseguir la uniformidad
en las cátedras de regepcia, en vez de en la perpetuidad, que hubiera sido
interesante conocer. La regla general que se establecía respetaba ciertas
situaciones, como eran las cátedras, que iban unidas a prebendas eclesiásti-
cas, así como las que actualmente eran perpetuas, hasta tanto que no se .
jubilaran sus actuales poseedores, pero, una vez que éstos desparecieran,
ya no habría más catedráticos de esta clase, por tanto, se ordenaba
reformar los Estatutos y Constituciones que contradijeran esta
disposición 22.
Pero precisamente por establecer la uniformidad, haciendo que todas
las cátedras fueran de regencia, la disposición encontró una sorda oposi-
ción en las Universidades, las cuales, en cuanto la recibieron, representa-
ron al Consejo «larga y fundadamente los inconvenientes y perjuicios que
de su execución podía seguirse al deseado adelantamiento de las ciencias y
lustre y honor de las Universidades». Estas, fundamentándose en los
argumentos que se habían utilizado para elegir la regencia, y no la perpe-
tuidad, que eran las peticiones a las Cortes de Valladolid, arguyeron con
facilidad que eran muy distintos los tiempos en que se hicieron aquellas
peticiones y los de ahora, y que la situación que las había motivado había
cambiado radicalmente gracias a las sabias resoluciones que se habían
tomado para resolverla.
Las protestas de las Universidades obtuvo el fruto deseado, y a los dos
años el Gobierno cedió a su petición, anulando la disposición dada,
volviendo las cátedras a la misma situación que tenían antes de ella, y
dejando para más adelante la resohición definitiva de la cuestión 23. Esta se
22 Real Cédula de 17-1-1771, vid. Colección de... Alcalá. pág. 216.
23 Real Cédula de 18-X-I774, vid. Novísima. Libro VIII del Título IX, Ley XXVI.

96
posponía mientras que no se hiciera un estudio más detélllado, que de
momento no se hizo, hasta, años después, en que el Gobierno, al establecer
una uniformidad más radical en las Universidades, resolvía· el problema,
convirtiendo todas las cátedras en perpetuas, como tendremos ocasión de
ver 24 •
El Gobierno, a pesar de este fracaso, siguió con las reformas de las
cátedras, atacando otros puntos, como era el de los ejercicios de las
oposiciones. Se trataba de acabar con los abusos que se daban, y, que,
prácticamente, los convertían en formularios. Era necesario garantizar la
preparación científica del profesorado universitario, pieza fundamental
para que las reformas tuvieran éxito. Para ello se dirigió a las Universida-
des una circular para que informaran sobre cómo se llevaba a cabo en cada
una de ellas los ejercicios de las oposiciones. Especialmente debían indicar
las de Castilla, lo que en ellas se había hecho hasta 1617, fecha en la que por
primera vez el Consejo había recabado para sí la competencia exclusiva en
el nombramiento de los catedráticos. También se les pedía información y
parecer sobre cuáles eran las cátedras que creían se podían reunir, para
suprimir alguna innecesaria, y cuáles se debían crear, para establecer la
dotación competente de aquellas que fueran necesarias para la enseñanza
pública 25.
El Consejo advertía, como en otros casos similares, que tuvieran en
cuenta al redactar su contestación las constituciones y estatutos fundacio-
nales, aunque considerando a la vez «la variación que los tiempos pidie-
ran». De todas formas, había un punto que quedaba determinado de
antemano por el Consejo, y, por tanto, en su contestación debían darlo por
supuesto; era éste, que la oposición debía estar abierta a los graduados de
las demás Universidades del Reino. Además, añadía el Consejo que debían
observar que las oposiciones se celebrarían en momentos en que no

24 Real Cédula de 22-1-1786.


25 Carta-Orden de 16-IX-1768, Colección de... Salamanca. págs. 77 y s.
El 16 de septiembre de 1767 se envió a todas las Universidad esta resolución, por la que se
solicitaba el Informe en el que debían de proponer, lo que creían más conveniente, para que
las oposiciones a cátedras se ejecutasen de acuerdo con los más rigurosos y formales
ejercicios, a lo qlJe debía seguirse la justa y arreglada censura en juicio comparativo por los
Jueces que se destinasen a ello. En los Informes, las Universidades coincidían en señalar que
las oposiciones debían realizarse como estaba dispuesto, suprimiendo todas las corruptelas
que se habían ido introduciendo y que se acabara con toda posibilidad de que los miembros de
alguna comunidad o colegio pudieran favorecer a sus compañeros, tanto como miembros del
Tribunal como coopositores. Luego las Universidades se extendieron en exponer de modo
claro la mala situación económica de las cátedras, que era una de las causas de la decadencia,
pero ésto, como veremos, al Gobierno no le preocupó nunca. Vid. estos Informes: el de
Santiago, en CABEZA DE LEÓN. S.: ob. cit., tomo III, págs. 409-415; el de Granada, en
MONTELLS. F.: ob. cit.. páginas 283-298; el de Oviedo, en CANELLA. F.: ob. cit.. página 75.

97
LA ILUSTRACION y LA REFORMA... -7
interrumpieran la enseñanza normal en las aulas y que los ejercicios de la
oposición fueran presenciados por el mayor número de gente posible, lo
que siempre sería garantía de la seriedad y justicia que debía presidir la
. realización de los ejercicios de la oposición. También debían informar de
en qué momento había cesado la norma de realizar argumentaciones en los
ejercicios, como momento a partir del cual podía establecerse que había
comenzado la relajación en estas cuestiones. El plazo de un mes era lo que
tenían las Universidades para contestar, pues, una vez recibidos estos
informes, el Consejo dictaría inmediatamente las disposiciones más conve-
nientes para que las oposiciones a cátedras se ejecutasen con los más
formales y rigurqsos ejercicios, y a la arreglada censura enjuicio compara-
tivo por los maestros y jueces facultativos que se destinasen 26.
Finalmente, se advertía que nadie se atreviera a oponerse a que el
informe se realizara de acuerdo con las normas establecidas o intentara
tener en cuenta los intereses de algún turno, escuela o comunidad, debién-
dose atender exclusivamente «al lustre de la Universidad y el acierto en la
elección de los maestros públicos». Se daba libertad a cualquier graduado,
incluso bachiller, para que denunciara directamente al Consejo cualquier
espíritu de facción o partido que observara en la redacción del informe, a la
vez que pedía a todos los que debían intervenir en él que supieran cumplir
con sus obligaciones, advirtiendo que no podría promoverse el bien de la
Patria, mientras las Universidades se mantuvieran «en el actual estado de
deserción y decadencia» 27.
Las Universidades cumplieron puntualmente los deseos del Consejo, y,
una vez recibidas por éste todas las contestaciones, se elaboraron de
acuerdo con ellas las normas por las que se debían regir en adelante los
ejercicios de las oposiciones a cátedras. El sistema no sufría innovación

26 Ibídem.
La Universidad de Granada decía: «El estado que acompaña este Informe manifiesta a
27
V. M. la lastimosa situación en que se hallan las cátedras y estudios de la Universidad, tanto
en su ejercicio, porque es muy poco en las más de las aulas, como en la cortedad de sus
dotaciones, que junto con la intermitente asistencia de muchos de los Regentes es origen de la
decadencia. Los ejercicios que hasta ahora se han practicado para las oposiciones a las diez
cátedras que se han proveído por concurso, han estado reducidas a una hora de lección, con
puntos de 24 y dos argumentos de media hora cada uno, pero a la verdad con corta asistencia
de oyentes y con la práctica de tres piques para dar los puntos por seguir el uso de las
catedrales, sin que esto se pueda señalar época de relajación, porque se ha observado sin
experimentar decadencia. Bien conoce el claustro que el más mediano facultativo puede
cumplir con estos ejercicios y también que los que pretenden cátedras no sólo deben hacer ver
que saben magistralmente, sino también que saben enseñar. Por esto juzga convenientemente
que en adelante sean los ejercicios más rigurosos». «Informe sobre las cátedras de la
Universidad de Granada del 3-XI-1767». Vid. MONTELLS: ob. cit.. págs. 283-298, especial-
mente la 289. Terminaba pidiendo que las cátedras fueran conferidas por el Consejo a
propuesta en terna del Tribunal, que fue la solución que se adoptó.

98
sustancial, sino que trataba de establecer en su pureza lo que era el sistema
tradicional. Así se mantenía el método tradicional de formación de las
trincas, pero de acuerdo con la supresión de todo turno o alternativa; éstas
se debían formar sin distinción alguna entre los opositores, es decir, sin
tener en cuenta que fueran «colegiales» o «manteístas», sino que se debía
atender exclusivamente a si eran doctores, licenciados o bachilleres. Sin
embargo, este agrupamiento de las trincas no impedía, como antes, que las
conclusiones defendidas por un opositor fueran sólo argüidas por los que
formaban parte de su trinca, sino que cualquier opositor podía argüirle,
«así para mayor lucimiento del que arguya como del que defienda y
desterrar por este medio toda sombra de colusión sin que este acto de
superación altere la sustancia de la formación de las trincas»28.
Las normas que se referían a los jueces de la oposición se centraban en
exigir su asistencia a todos los ejercicios, «para formar concepto del mérito
absoluto y comparativo de los opositores; y, acabados los ejercicios,
deberá cada uno de ellos formar separadamente y según su conciencia la
censura del desempeño y mérito de cada opositor con respecto a los puntos
o regulación de los ejercicios». Las censuras se entregaban al rector, quien
era el encargado de remitirlas al Consejo, junto con un informe de la
Universidad, en el que se certificaba que se habían cumplido todos los
requisitos previstos para la convocatoria. Y especialmente se prohibía
incluir en la propuesta a cualquier opositor que no hubiera realizado todos
los ejercicios, sin que hubiera habido causa justa y legítima que lo hubiera
impedido, lo que ya había sido objeto de una disposición de Felipe V 29 .
Pero esto fue modificado en seguida en un sentido más riguroso todavía, «a
fin de cortar de raíz y cerrar enteramente la puerta a la multitud de fraudes
e incovenientes, que ha traído y trae consigo la llamada práctica de excusar
como impedidos y contar como legítimos opositores a cátedras a los que,
para omitir los ejercicios de tales opositores, alegan aparentes o sean
verdaderas enfermedades», no se debía incluir en las propuestas a aquellos
que dejaran de leer algún ejercicio, aunque fuera «por enfermedad verda-
dera y probada, ni siquiera a los que tuvieran empezados los ejercicios y no
pudieran acabarlos». Por tanto, las ternas de opositores presentadas al
Consejo debían formarlas quienes hubieran desarrollado completamente
la oposición, y en el informe debían especificarse los títulos y méritos de
cada uno, aparte del juicio sobre los diferentes ejercicios de la oposición 30.

28 Provisión del 28-X-1769, Novísima. Libro VIII, Título IX, Leyes IX a XIII.
29 Resolución de 12-V-1714 y Cédula de 23-X-I770, Novísima. Libro VIII, Título IX, Ley
XX.
30 Novísima. Libro VIII, Título IX, Leyes XXIII y XXIV.

99
Los ascensos regulares de las éátedras inferiores a las superiores fue
terminantemente prohibido; en adelante, todo ascenso a cátedra de supe-
rior categoría debería ser ordenado por el rey a propuesta del Consejo,
quien presentaría a los candidatos «por el orden gradual de su mérito
intrínseco, en términos de rigurosa justicia, conforme a los anteriores
decretos cuya exacta observancia encargo al Consejo»31.
A continuación, las Universidades fueron urgidas para que sacaran a
oposición, con arreglo a las nuevas disposiciones, las cátedras que se
encontraban vacantes. En Salamanca, había ocho en esta situación 32. Se
permitía, para que hubiera más opositores, que a las cátedras de Humani-
dades y Filosofía Moral pudieran opositar, indistintamente, artistas, médi-
cos, teólogos y legistas, y, de acuerdo con la disposición de que las
oposiciones debían estar abiertas a candidatos de cualquier Universidad,
se mandaba fijar edicto no sólo en Salamanca, a cuya Universidad pertene-
cían las cátedras vacantes, sino también en las Universidades de Vallado-
lid, Alcalá, Santiago, Oviedo, Sevilla, Granada, Zaragoza, Huesca,
Cervera, Valencia 33. Esta enumeración precisa de Universidades dejabá
fuera a muchas de ellas, por tanto, modificaba la disposición general
anterior, que no hacía distinciones entre ellas y se refería genéricamente a
todas. Significa, por tanto, un primer paso en el camino de establecer el
número ideal de Universidades que debían existir en el país. A la tradicio-
nal distinción entre 'Universidades mayores y menores, que no tenía ya
ningún sentido, venía ahora a establecerse esta nueva e informal
distinción.
Posteriormente, con la finalidad de elevar el nivel científico de algunas
cátedras universitarias, se dictó una disposición por la que se establecía
que, en el caso de convocatoria de cátedras de Matemáticas, la vacante no
sólo se anunciara en las Universidades, arriba mencionadas, sino que
también se fijaran los edictos en Barcelona y Cádiz, «donde suele haber
hábiles matemáticos». Y se estableció, además, «que los piques, para la
lección de puntos, se han'de dar en todas las obras matemáticas de Newton

31 Novísima. Libro VIII, Título IX, Ley XXV.


32 «El Consejo ha acordado por punto general que las Universidades den aviso a sus
respectivos catedráticos que se hallasen ausentes, a fin de que se restituyan inmediatamente al
ejercicio y lectura de sus cátedras y que no haciéndolo en el preciso tiempo que corresponda le
suspendan el pago de sus sueldos y obvenciones, dando cuenta al Consejo de las resultas.»
Cartfl-Orden de 22-X-1770. Vid. Colección de... Alcalá. pág. 224. Y al año siguente, por
Carta-Orden de 6-IX-I77I, el Consejo mandaba que todas las cátedras donde no se hubiera
«leído» se convocaran y celebraran oposiciones. Ibíd.. pág. 242.
33 «El Consejo ha acordado, por punto general, que todas y cualesquiera cátedras que
vaquen en adelante, se saquen a concurso sin omisión... », Carta-Orden de 16-X-1771,
Colección de ... Alcalá. pág. 242; Novísima. Libro VIII, Título IX, Ley VIII.

100
o Wolfio, excluyendo siempre la Geografia, por ser la más fácil y trivial,
aun a personas no instruidas en las Matemáticas» 34.
Una nueva regulación sobre las cátedras, que tocaba diversos puntos,
unos más importantes que otros, se había establecido. Ahora sólo faltaba
que, en efecto, todo lo dispuesto se cumpliera, lo cual, como se había
demostrado tantas veces, no era fácil. .
Las primeras oposiciones se fueron celebrando con arreglo a las nuevas
normas, y el Consejo, ante las primeras propuestas que fue recibiendo, se
vio obligado a advertir que los tribunales no prestaran tanta adhesión y
preferencia a la simple antigüedad, sino que debían entrar a examinar el
verdadero mérito de cada opositor, y como garantía de ello se les ordenaba
exponer, en las censuras en las que mandaban su voto al Consejo, las
causas en las que fundaban su juicio. Esta disposición se mandaba unir a
las anteriores, para que formaran un solo cuerpo legal al que debían
atenerse puntualmente las Universidades 3S.

C) LA REFORMA DE LOS GRADOS

La solución de los problemas planteados por los abusos en la concesión


de los grados tenía muchas implicaciones, pues no se reducía simplemente
a cortar aquéllos, por lo demás evidentes, sino que su planteamiento
implicaba resolver otros problemas íntimamente relacionados con aquél.
La situación a la que se había llegado había sido directamente provo-
cada por la proliferación de Universidades, cuyo número superaba con
mucho las necesidades del país, a lo que había que añadir la cantidad de
conventos de religiosos autorizados con diversos privilegios de dar ense-
ñanza a los miembros de su respectiva Orden, pero que por un abuso
habían sido abiertos a los estudiantes seculares. La pervivencia de todos
estos establecimientos tenía que depender necesariamente de una baja
calidad de sus estudios, acompañada de unas formularias exigencias aca-
démicas. De esta manera se había provocado un abandono masivo de los
estudiantes, llamados profesores por los textos de la época, en las Universi-
dades Mayores, pues encontraban muchas más facilidades en cursar sus
estudios en las Menores o en los centros religiosos, acudiendo sólo a
aquéllas a hacer una incorporación puramente formularia de sus grados,
obteniendo así un título para cuya consecución todo habían sido facilida-
des. Como era natural, esta situación originó un encendido encono de las
Universidades Mayores contra las Menores y demás establecimientos de

34 Real Orden de 15-X-1772; está en la Novísima. Libro VIII, Título IX, Ley XVI.
~5 Carta-Orden de 16-IX-1772, Colección de... Alcalá. pág. 232.

101
enseñanza, especialmente Salamanca y Alcalá, que habían visto descender
el número de sus alumnos vertiginosamente; al llegar la hora de las
reformas pusieron un especial énfasis en que este problema se resolviera.
Salamanca, al comienzo de su informe y nuevo plan de estudios, señalaba
que con él pretendía lograr dos finalidades, siendo una de ellas, precisa-
mente, la de lograr un alumnado tan brillante en número como el que
había tenido en el Siglo de Oro 36.
Como era lógico pensar, estas Universidades se dieron cuenta de que
para cortar con. todos estos abusos, en donde estaban implicados tantos
intereses, era necesario un poder fuerte que, por supuesto, ellas no tenían;
por tanto, la única solución estaba en el poder del Estado. De aquí que
pidieran insistentemente su intervención, señalando esta cuestión como
una de las de más tascendencia para el éxito de la reforma. Quedaba así
planteado, además del problema de establecer una regulación más exigente
en la concesión de los grados, la necesidad de suprimir todos esos estudios
privados, que la mayoría estaban en manos de las Ordenes religiosas, así
como todas las Universidades, que no contaron con un mínimo de requisi-
tos, que respaldaran la seriedad de sus títulos. Finalmente, la solución de
esta cuestión iba a poner sobre el tapete otro principio de trascendentales
consecuencias: el de la necesaria uniformidad de la enseñanza universita-
ria, pues no cabía otro planteamiento que la imposición de una rígida
igualdad en todas las Universidades que dejara sin razón de ser el que los
estudiantes acudieran en su mayoría a aquellas en que era más fácil obtener
los grados, y esto era lo que Salamanca y Alcalá solicitaban del Consejo 37.
Este asumió la solución de estos problemas, como consecuencia de los
expedientes de nulidad de grados, que a él llegaban, promovidos por las

36 "Plan de estudios de Salamanca de 1771», en Colección de... Salamanca. páginas 1-2.


37 La de Salamanca señala c6mo ahora se encuentra con la tercera parte de los alumnos
que tenía en el siglo XVI, y atribuye a esto la disminuci6n de su fama y de su gloria. Como
soluci6n proponía la renovaci6n de sus privilegios y la no extensi6n de ellos a otras Universi-
dades, y a continuaci6n señalaba unas normas severas para imponer seriedad en la enseñanza
y, al final, añadía: "pero nos queda el temor y el recelo que el demasiado rigor que
establecemos lo retraiga de estas aulas, para remedio de este peligro propone que se exijan las
mismas circunstancias en todas las Universidades». "Plan de estudios de la Universidad de
Salamanca de 1771 », en Colección de... Salamanca. páginas 72-77.
Alcalá exponía igualmente la deserci6n que padecían sus aulas y decía: "todo el daño ha
estado en el modo con que hasta aquí se conferían los grados de bachiller en esta Facultad... ,
de esto dimanaba la deserci6n de las aulas: lo primero que hacían casi todos, a excepci6n de
los que conmutaban los cursos de Artes, era tomar el grado de bachiller en la Universidad que
podían con más facilidad, antes de empezar el estudio en las Facultades mayores o pocos
meses después; ya con esto se hallaban excusados de ganar cursos y hacían su estudio
privadamente». "Plan de estudios de la Universidad de Alcalá», en Colección de... Alcalá. pág.
112. .

102
Universidades Mayores. Concretamente, con motivo de uno que se sustan-
ció en 1763 sobre la incorporacióo de un grado de Sigüenza en Alcalá, el
fiscal, en su dictamen, insistió de manera especial en la necesidad de cortar
este tipo de abusos más frecuentes cada vez. Entonces se decidió pedir a
todas las Universidades Menores del Reino información acerca «de los
exercicios y solemnidades con que se conferían los grados, en qué Faculta-
des, en virtud de qué documentos y cursos y con qué constituciones se
gobernaban» 38. A la vez, a las tres Universidades Mayores, las castellanas
de Salamanca, Valladolid y Alcalá, se les pidió que propusieran sobre esta
cuestión lo que consideraran más conveniente. El fiscal del Consejo
redactó un dictamen en base de estos informes, pero concretándose única-
mente al problema de la forma de la concesión de los grados, en que, de
acuerdo con la petición de las Universidades Mayores, se uniformaba en
todas ellas la regulación sobre los grados. Así desaparecía la razón por la
cual los estudiantes preferían las Universidades Menores, ya que, si a todas
se obligaba a conceder los grados de acuerdo con unos requisitos, toda
ventaja posible en algunas de ellas desaparecería. Esta uniformidad, indi-
rectamente, establecía la más importante de las Universidades, pues se
eliminaba una de las diferencias sustanciales entre Universidades Mayores
y Menores, aunque esto se vio que no se buscaba, pues, por otras normas
referentes a otros aspectos de la reforma, se ratificó tal distinción 39.
De acuerdo con la nueva regulación para que en una Facultad se
pudieran conferir legítimamente los grados de licenciado, dicha Facultad
debía contar por lo menos con dos cátedras de continua y efectiva ense-
ñanza. La concesión del grado debía estar precedida de un examen rigu-

38 Carta-Orden de 3-IX-1763, Colección de... Alcalá. pág. 243. La resolución decía:


"Sabed, que con motivo de haberse seguido en el mi Consejo cierto expediente sobre la
nulidad de la incorporación en la Universidad de Alcalá de un Grado de Bachiller en
Teología, conferido por la de Sigüenza (que con efecto se declaró nula), se hizo presente al mi
Consejo por mi Fiscal, en respuesta de 13-XI-1763, lo preciso que era cortar los abusos y
fraudes que se experimentaban en la dación e incorporación de grados en muchas Universida-
des menores del Reino, con atraso y perjuicio, así de los Profntaban en la dación e incorpora-
ción de grados en muchas Universidades menores del Reino, con atraso y perjuicio, así de los
Profesores (alumnos) como de la causa pública; ya este fin se pidieron informes a las mismas
Universidades menores acerca de los exercicios y solemnidades con que conferían los Grados,
en qué Facultades, en virtud de qué documentos y cursos ycon qué Constituciones Académi-
cas se gobernaban remitiendo a mi Consejo un exemplar impreso y auténtico de sus Constitu-
ciones, o copia testimoniada de ellas; y que las tres Universidades de Salamanca, Valladolid y
Alcalá, teniendo presente lo que sobre incorporaciones disponen sus Estatutos, y de quáles
Universidades mandaban se admitiesen incorporaciones, y de quáles no, como asimismo los
abusos que hubiesen observado, propusiesen con toda distinción lo que se les ofreciese, para
que en punto que tanto interesa a la institución pública, se procediese a su arreglo con la más
plena ... Real Resolución de 24-1-1770, Colección de... Alcalá. pág. 246.
39 El dictamen del fiscal fue presentado al Consejo el 4-VI-1768. Ibídem.

103
roso de acuerdo con lo que disponían las constituciones de la Universidad,
sin que se pudiera dispensar de ninguno de los ejercicios previstos,.bajo la
pena de estimarse nulos y sin ningún valor cualquier grado concedido en
que no se hubieran cumplido las exigencias' prescritas 40.
La Orden ponía todo su énfasis en el grado de bachiller y lo justificaba
en el sentido de que era el que por su facilidad de concesión había
producido la ausencia de alumnos en las Universidades «más celebres)), y, \
además, porque este grado era el testimonio pJÍblico y auténtico de la
idoneidad del alumno, pues él bastaba para iniciar el ejercicio de una
profesión determinada, por eso era el que recibían la generalidad de los '
estudiantes. De aquí que su concesión fuera muy superior en número a la
de los otros grados superiores, «por.lo cual en ningún grado debe ponerse
tanto cuidado como en éste)). De forma que no se modificaban práctica-
mepte la regulación de los grados de licenciado y doctor 41 •
a
El segundo aspecto 'que afectaba la concesión de un grado, y que,
precisamente, era el que había' producido más abusos, era su incorpora-
ción en otra Universidad distinta a aquella donde se habían iniciado los.
estudios. La uniformidad establecida implicaba, en primer lugar, una
importante innovación, y es que desaparecían todos los privilegios existen-
tes al respecto y todo grado podía ser incorporado en otra Universidad, sin
ninguna distinción de categorías entre ellas, con tal de que el grado viniera
debidamente justificado de acuerdo con la nueva regulación. Esta consistía
en que se exigía una justificación de haber seguido los cursos previos al
examen de grado mediante una certificación jurada de los catedráticos,
firmada por el rector y autorizada por el secretario de la Universidad

40 «1. Que en la colación de los grados mayores de Licenciado y Doctor, en la forma que

previenen los Estatutos de todas las Universidades, no hai inconveniente grave, ni perjuicio
acia la enseñanza pública; así porque el de Doctor es de quasi pura ceremonia y solemnidad,
como porque el de Licenciado en todas las Universidades pide un examen formal y riguroso.»
Por consiguiente, mandaba no introducir ningún cambio en estos grados, pero con las
prevenciones con respecto al de Bachiller. Ibídem. pág. 243.
41 «Estando persuadido de que es preciso establecer una regla constante para evitar en lo

sucesivo en todas las Universidades de estos mis Reynos los abusos, que se experimentan, y
fraudes que se cometen para obtener la colación e incorporación de los Grados de Bachiller en
todas las Facultades y es causa del poco concurso en las Universidades más célebres, porque -
en todas se dan con facilidad a los que aún no están instruidos en los principios de la Facultad
en que se gradúan; teniendo al mismo presente, que el grado de bachiller, considerado en sí,
debiera ser un público, y auténtico testimonio de la idoneidad del graduando, por lo qual en
ningún grado debe ponerse tanto ciudado como en éste, por ser el único que quasi general-
men'te se recibe por todos los provesores, y el que abre la puerta, y da facilidad y porporción,
no sólo para la oposición y logro de las cátedras, sino también para los exámenes yexercicios
de la Abogacía y Medicina, sino también en que tanto interesan la felicidad, quietud y salud
pública.» Ibídem. pág. 249.

104
respectiva. Estos cursos, que debían seguirse en la Facultad, tenían que
realizarse de hecho, no teóricamente, como había sido lo' normal hasta
entonces; por consiguiente, los catedráticos sólo debían extender las certi-
ficaciones si les constaba el aprovechamiento del alumno; sin embargo, no
se llegaba a exigir que dicho aprovechamiento tuviera que medirse
mediante un examen. En cambio, sí que establecía éste para el caso de
incorporación en otra Universidad. No bastaba la simple presentación del
grado obtenido, o bien algunos de los cursos previos al grado, como antes,
sino que tanto una cosa como la otra debían justificarse mediante un
examen. De esta manera se esperaba conseguir que se terminaran los
abusos, pues nadie se atrevería a incorporar unos estudios si no tenía los
conocimientos necesarios para superar ese examen. De esta forma, aunque.
se tratase de incorporar un grado de una Universidad más fama en otra de .
menor, también habría que realizar el examen, y la disposición lo justifi-
caba diciendo que era preferible lograr la mayor uniformidad posible.
Principio que implicaba otra 'nueva consecuencia, y era que el grado de
cualquier Universidad habilitaba recíprocamente para poder opositar a
una cátedra de cualquier otra Universidad 42.
El Consejo, a pesar de que hubo muchas representaciones de alumnos
pidiendo ser dispensados de esta nueva regulación, mantuvo inicialmente
la posición adoptada 43

D) PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA DE LA ENSEÑANZA PÚBLICA Y LA


ENSEÑANZA PRIVADA

Como hemos dicho antes, el problema de los grados afectaba directa-


mente a la situación de los numerosos conventos de religiosos, en que tanto
regulares como seculares seguían sus estudios sin pasar por la Universidad,
a la que acudían nada más que para recibir el grado de la manera más
formularia posible. Estos establecimientos, inicialmente, sólo habían sido
autorizados para que cursaran en ellos sus estudios los alumnos pertene-
cientes a una religión determinada, pero pronto, por las mayores facilida-
des que se daban, los estudiantes seculares empezaron a seguir sus estudios
también en ellos. Las ideas regalistas imperantes en ese momento eran
favorables a una determinación radical en este punto, mucho más teniendo'
en cuenta la actitud favorable de las Universidades a que se llevara a efecto.

Apartados VI a XV de la Real Resolución. Ibídem.


42
Vid. la Carta-Orden en que se contestaba a tres dudas propuestas por la Universidad de
43
Alcalá, Colección de... Alcalá. pág. 255.

105
Por medio de una circular dirigida especialmente a las Universidades
de Salamanca, Alcalá y Valladolid -que eran, quizá, Ras más afectadas
por este mal, pues eran las ciudades en donde había más establecimientos
de este tipo, precisamente para estar a la sombra de las Universidades más
celebres 44_, se ordenaba que todos los estudiantes, de «cualquier Facul-

44 Alcalá tenía, en 1781, 800 vecinos y 34 conventos, según los datos que le da en una carta

a su paso por esta ciudad el marqués de Mancas e lriarte; vid. COTARELO: ob. cit.. pág. 241.
Pero no sólo estas Universidades se quejaban de esto, las demás lo hacían también:
La Universidad d~ Oviedo, en su Plan de estudios, decía: «No permitirá la Universidad
que haya pasos ni repasos públicos de facultad alguna en Conventos, Colegios, ni casas
particulares, ni más enseñanza pública que la que se da en sus cátedras, cuya prohibición no
comprehende los repasos y exercicios privados a horas distintas de la Universidad... Vid.
CAN ELLA, F.: «Plan de estudios de la Universidad de 1774.. , ob. cit., pág. 374.
La Universidad de Granada, en su informe de 1767, señalaba, especialmente para la
Facultad de Filosofía, que se exigieran certificaciones de haber cursado tres cursos en la
Universidad para matricularse en una Facultad mayor. Para lo cual debían prohibirse que los
Colegios y Conventos de la ciudad tuvieran cursantes y les valieran las lecciones recibidas allí,
sin que los catedráticos domésticos pasasen certificaciones. Aunque se podía exceptuar al
Sacro Monte por la lejanía de la Universidad. También pedía la supresión de las academias y
pasantías. Vid. MONTELLS: ob. cit., pág. 286.
La Facultad de Leyes de Valladolid, al referirse a la prohibición de las pasantías privadas
contenidas en la Real Cédula de 1769, que creó el cargo de Directores de las Universidades,
decía que la prohibición, tanto de los estudios particulares como de las pasantías, «no había
tenido efecto por la ambigüedad con que se había entendido».
Dos puntos de la Instrucción se ocupaban de ello:
l. «También se enterará de los fraudes que hubiere en admitir a la matrícula Comunida-
des religiosas o Colegios en cuerpo de tales, respecto de que debe ser personal este alista-
miento académico .. (Punto 32, Instrucción de los Directores).
2. «Tendrá particular cuidado en fomentar el concurso. de oyentes a la Universidad y de
que en ella se restablezcan con vigor y frecuencia los repasos públicos y explicaciones de
extraordinario, evitando pasantías particulares y tomando noticias de los estudios privados
que convendrá suprimir, así en el pueblo donde está la Universidad como en los de su
inmediación o partido.. (Punto 34 de la Instrucción de los Directores). "Plan de estudios de la
Facultad de Leyes de Valladolid.. , ALCOCER, M.: ob. cit., 1. V, pág. XXIII. Por eso, en los
Planes de estudio, insistían en el mismo tema:
"La total ruina de estos estudios, señor, ha sobrevenido, sin duda, de la total abolición e
inobservancia de estas sabias leyes (se refiere a los Estatutos ya la Real Cédula de 1741); ésta
de la falta de concurso y la falta de concurso de los muchos estudios particulares que hasta
aquí ha habido en esta ciudad y de la práctica en pasar las certificaciones de cualquier Maestro
y graduar a todos aquellos que hacían constar haber estudiado la Filosofia en cualquier
comunidad o convento." "Plan de estudios de la Facultad de Artes de Valladolid de 1770".
Vid. en ALcaCER: Historia de la Universidad de Valladolid, 1. VII, Valladolid, 1931, págs.
XVII-XXI.
"... porque si las Reales Ordenes de V. A. comprenden particularmente a esta Universidad
u a otra, quedarían sin duda en breve tiempo desiertas y sin Profesores, los cuales preferirán
aquellos Estudios Generales en donde con la corta y mala asistencia de dos o tres meses ganan
el curso y sacan sus certificaciones para graduarse, sirviéndoles lo mismo unas que otras,
siendo de Universidad aprobada. Este abuso es general y comprensivo a todas las Universida-
des en donde se observa con poco rigor las formalidades prevenidas para conseguir las
cédulas y ganar los cursos; de lo cual proviene una gran parte de la ruina y decadencia, así de
los Estudios Generales como de la Literatura en España, mirándose con tedio y desprecio los

106
tad» que fuesen, tenían que asistir a las aulas de la Universidad a oír a los
catedráticos de cada Facultad, sin que de otra manera se pudiese obtener la
certificación de haber ganado curso y se ordenaba suspender a las horas de
clase en la Universidad cualquier ejercicio o repaso privado para que esto
no fuera obstáculo para la asistencia de los alumnos. Los superiores de las
Ordenes religiosas afectadas por esta medida protestaron enérgicamente,
alegando para ello la razón tradicional que había justificado el que se diera
lugar a estos privilegios, y que era favorecer el buen espíritu de los
religiosos, que podían desvirtuarse si seguían sus estudios fuera de los
claustros. Entablándose una dura lucha en el seno de las Universidades,
pues el partido «manteísta», que, más o menos, en todas ya existía,
defendió la medida, enfrentándose así con los «colegiales» y los religiosos,
que trataban de defender sus privilegios 45.
Inicialmente, el Consejo, que con su medida venía a dar la victoria a los
«manteístas», mantuvo su posición ante las primeras protestas del partido
contrario, y así confirmó más claramente la disposición anterior con otra,
en la que señalaba que si no se cumplían las condiciones rario, y así
confirmó más claramente la disposición anterior con otra, en la que
señalaba que si no se cumplían las condiciones establecidas y mandaban
los Colegios y conventos sus estudiantes a la Universidad, se les borraría
del beneficio de la incorporación, no se les admitiría a la matrícula ni
disfrutarían del fuero académico, ni se les admitiría a los actos y funciones
de la Universidad, considerándoseles a todos los efectos como extraños a

actos positivos y años de estudios mayores que cualquiera Profesor pretendiente hace constar
con facilidad". Ibíd
45 «Sabed que enterado el nuestro Consejo del abuso que se experimenta en muchos
Colegios y Conventos de admitir Seglares a la pública enseñanza de las Facultades de
Filosofia y Teología, con notoria trasngresión de. las saludables providencias tomadas en las
diferentes repetidas Ordenes que se han expedido prohibiéndolo y que de esto dimana en
mucha parte la grande decadencia que han tenido las Universidades, por el corto número que
se experimenta en ellas de Cursantes en dichas Facultades; desean proveer de remedio para
cortar de raíz semejantes abusos, se acordó expedir esta nueva Carta: por lo qual tenemos por
bien declarar y declaramos, que los Cursos que se tengan en las Facultades de Artes, Teología
u otra alguna en qualquier Convento, Colegio o Seminarios particular, que no sean Universi-
. dades, no pueden servir a ningún profesor secular, ni regular para recibir los grados de
bachiller, ni otro de las expresadas Facultades en ninguna de las Universidades de estos
nuestros Reynos, cuya declaración queremos comprenda sólo a los que empiecen a cursar en
San Ide1fonso Carta-Orden de 11-111-1771." Colección de... Alcalá. págs. 268-269.
«Ha de cuidar mucho el rector y claustro de que a las horas de que haya explicación en las
cátedras de la Universidad no haya lección, ni explicación en Colegio, ni Convento alguno;
sin la asistencia tanto de regulares como de seculares no se dará a nadie Cédula de curso, ni
ganará matrícula, ni gozará de fuero, ni podrá obtener grado alguno." «Plan de estudios de
Alcala de 1771", en Colección de... Alcalá. pág. 128.
Salamanca pedía también la supresión de toda pasantía o estudio privado. "Plan de
estudios de Salamanca", en Colección de... Salamanca. página 74.

107
ella. Finalmente, conminaba a los prelados de las comunidades religiosas
afectadas, o a someterse a la Universidad respectiva o a que sus estudios,
carecieran de todo valor público, ya que ello era necesario, «por la utilidad
de la causa pública, por la uniformidad de la enseñanza, por el honC?r y
acrecentamiento de las Universidades y de los maestros públicos que los
señores Reyes nombran para la enseñanza». La excusa que habían presen-
tado para defender su posición, que era el peligro de relajación que podía
producir en la observancia y disciplina regular, la asistencia a la Universi-
dad, se consideraba como un pretexto, que no era suficiente para alterar la
justicia de la norma dada, que se apoyaba «en un mutuo contrato libre y
equitativo», que era el de sujetarse a las leyes de la Universidad, el que
quisiera gozar de sus privilegios y beneficios, o carecer dle éstos, el que no
quisiera oír la doctrina de los maestros nombrados por los reyes 46.
Pero esta dureza que mostró el Consejo se disipó pronto. Las presiones
de «colegiales» y religiosos acabaron dando resultado, y vino a favorecer
su resistencia un nuevo impulso de la política estatal en favor de la creación
de Seminarios en todas las diócesis, que venía a contradecirse con la que'
acabamos de estudiar.
Los Seminarios formaban parte de la reforma de la Iglesia española
que el Estado consideraba necesario realizar. La Ilustración había puesto
de manifiesto la insuficiencia intelectual y cultural del clero, por tanto,
toda la reforma de él tenía que apoyarse en una política de enseñanza, a
través de la cual el clero mejorara su preparación intelectual. Por consi-
guiente, era necesario poner en marcha la institución de los Seminarios,
como los establecimientos adecuados para desarrollar esta reforma, pues
no se podía dejar esto en manos de los religiosos. Los obispos españoles
tenían muy descuidado este apartado de la reforma tridentina,.y la mayo-
ría de las diócesis carecían de Seminario. El Gobierno urgió a éstos a que
los fundaran, y para impulsar aún más su creación se dispuso a beneficiar-
los, dejando ver claramente el interés político que en ello existía 47. Lo que
significaba el triunfo del regalismo moderado, representado y propugnado
por Floridablanca, que buscaba situar al clero bajo la dependencia del
poder real, para poner en sus manos los intereses de la Iglesia, lo que se
lograría formándolo en centros nuevos y no en los tradicionales, ligados

46 Representaron los Procuradores generales de los Carmelitas, Trinitarios y Mercedarios


descalzos. Se pidieron informes a las Universidades, que, como es natural, informaron en
contra, señalando que no se irrogaba nigún perjuicio, así como el Fiscal que elaboró su
informe sobre la base de las contestaciones de las Universidades. La disposición aclaraba que
lo dispuesto no iba ni contra los Estatutos de las Universidades, ni Leyes Reales. Carta-
Acordada de 16-1-1772; Colección de... Alcalá. Apéndice, págs. 7-9.
47 Vid. MESTRE,A.: ob. cit., el capítulo VII, «La enseñanza como solución», págs. 307 ys.

108
desde siempre a Roma. En una más de las consecuencias de esta fase del
regalismo español, que trata de lograr la ordenación de la Iglesia por el
poder civil.
El caso fue que, ante nuevas representaciones dirigidas al Consejo
protestando contra las medidas tomadas contra la enseñanza en los con-
ventos, el fiscal dio un informe en el que reconocía que, entre las disposi-
ciones dadas en sentido prohibitivo contra tal enseñanza, se observaban
varias contradicciones; de esta manera trataba de justificar la nueva
medida, que significaba la renuncia y abandono de toda una política.
Primero se dio libertad para cursar los estudios de Gramática, Lógica y
Filosofia Moral en cualquier centro, el beneficio de la incorporación en las
Universidades; luego se concedieron estos beneficios incluso para otras
Facultades 48. Y paralelamente a esto se concedió el beneficio de incorpora-
ción a los diversos Seminarios que se iban fundando, a consecuencia de la
política estatal de protección a estos establecimientos 49. De esta manera, la

48 El Fiscal dio un informe en el que afirmaba que había contradicción entre las disposi-
ciones dadas el 8-XI-I770 y el 11-111-1771, porla primera se daba validez a los cursos ganados
por los regulares en sus conventos, no así a los alumnos seculares que debían ganarlos en la
Universidad; y por la segunda, se prohibía también a los regulares cursar fuera de la
Universidad, lógicamente, en vez de contradicción, lo que había era una derogación de la
primera norma por la segunda. Tras esta justificación se autorizaban los cursos de Súmulas,
. Lógica y Filosofia Moral, seguidos en Seminarios o estudios particulares. Carta-Orden de
14-11-1775. La razón fundamental dada por el Fiscal para justificar estas disposiciones era
que se proponía favorecer a los Seminarios, «tan protegidos por el Rey».
Por Carta-Acordada del 4-11-1781 se ratificaron estas medidas, autorizando los cursos de
artes ganados en los Seminarios Conciliares, Colegios y Conventos en que hubiese maestros
con dos lecciones diarias.
49 Se fueron concediendo el beneficio de incorporación a diferentes Seminarios, a cada
uno, se les señalaba la Universidad concreta en donde debían incorporar sus estudios. Por
Resolución de 1O-I1I-1773 se concedió para los estudios de Artes y Teología al Seminario de
Córdoba, en la Universidad de Sevilla. Por otra del 30-VI-I775, al Seminario de Cuenca, en la
Universidad de Alcalá, y en 1782 se extendió al beneficio no sólo a los seminaristas, sino a los
estudiantes de capa. Por otra de 30-VI-I777, al Seminario de Murcia, en las Universidades de
Granada y Orihuela, en Filosofia y Teología, ya partir de 1781, en Derecho Civil y Canónico,
y tanto a los seminaristas como a los que no eran, pero estudiaban allí.
« Iguales gracias se han concedido por la habilitación y admisión de los Cursos de Artes y
Teología al Seminario de Palencia, en la Universidad de Valladolid, el 3-111-1779. El de
Ciudad Rodrigo, en Salamanca, ell-VII-1784. El de Mondoñedo, en Santiago, el 21-IV-1780.
El de Burgos, en Valladolid, igual que el de León, el 17-VIII-I775, y el 28-XI-1789, respectiva-
mente. El de Cádiz, en Sevilla, el 17-I1I-1785. El de Segovia, en Valladolid, eI20-IV-1784. El
de Canarias, en Sevilla, el 6-X-1780. El de Salamanca, en su Universidad, ello-XI-1780. El de
Pamplona, en Valladolid, el 16-IV-1790. el de Badajoz, en Salamanca, d 11-VI-1793, no sólo
en Filosofia y Teología, sino también en Derecho Civil y Canónico. El de Zaragoza, en su
Universidad, el 13-IV-1790. El de Segorbe, en Valencia, el 14-111-1777. Todos estos casos los
cita la Novísima. en las n. 8-11, al Libro VII 1, Título VII, Ley XV. Ya ellos podemos añadir el
beneficio concedido a los Seminarios de Lérida y Teruel, que eI30-X-I777 y 12-IV-I778, en
Artes y Teología, en la Universidad de Huesca, que cita DEL ARCO. R.: Memorias literarias de
la Universidad de Huesca. 1. 11, páginas 291-298.

109
situación vino a ser mucho peor aún que la que existía antes de la reforma,
pues ahora eran muchos más los establecimientos que habían conseguido
el beneficio de la incorporación y la necesaria secularización de la ense-
ñanza fracasó ante la egoísta oposición de los religiosos y las propias
contradicciones de la política del despotimos ilustrado con el consiguiente
perjuicio para el país 50. '

E) EL NÚMERO DE UNIVERSIDADES y LA CRISIS DE LA SUPERVIVENCIA


DE ALGUNAS DE ELLAS

Como hemos visto antes, el tema de los grados llevaba directamente a


plantearse el problema del excesivo número de Universidlades. La disposi-
ción que estableció que para que una Universidad pudiera contar con la
posibilidad de conceder grados, debía tener, por lo menos, en cada Facul-
tad dos cátedras de continua y efectiva enseñanza, inició una investigación
en todas las Universidades por el Consejo para examinar cuál era la
situación' de las cátedras y rentas de cada una de ellas, y se pudo descubrir
cómo en muchas de las Facultades se carecía de tal requisito, a pesar de lo
elemental que era. Los fiscales, como siempre, en un principio se mostra-
ron rígidos, y así empezaron a suspender la facultad de conceder grados, e
incluso, en algunas, de continuar las enseñanzas. Se trataba, sin embargo,
de una simple suspensión hasta que consiguieran dotar suficientemente sus
Facultades, y ni mucho menos de una supresión. Primero se ordenó la
suspensión de Osma, hasta que presentara un expediente en el que justifi-
cara la dotación del número de cátedras suficientes y un nuevo Plan de
estudios 51 • A los pocos meses fueron suspendidas, por una mismadisposi-
ción, las de Irache, Avila y Almagro, con las mismas condiciones para su
nueva puesta en marcha 52. Finalmente, la de Oñate fue también afectada

F. CANELLA cita también beneficios similares concedidos a Astorga, Cáceres, oh. cit.. pág.
92.
so «oo. que siendo pública y notoria la deserción que hacían los profesores (alumnos), en
especial los de Filosofía de los estudios de la Universidad, pasándose a las aulas de los
regulares, donde era pública su concurrencia; desamparando el primer establecimiento
literario de la provincia, con poca nota de sus catedráticos, que por su mérito son elegidos por
S. M., se hiciese saber a los conventos que, como estaba prevenido, no diesen enseñanza a las
hqras de la Universidad.» Pero fue el acuerdo contrario a este justísimo deseo por ser los
votantes, en su mayor parte, eclesiásticos y frailes. Vid. CANELLA, F.: oh. cit.. pág. 91-92.
SI Carta-Orden de 9-1-1771, que se apoyaba en la de 24-1-1770, que fijó las condiciones
para la concesión de grados, Colección de... Alcalá. pág. 276.
S2 Carta-Orden de 5-IX-I77I, también como consecuencia de la de 24-1-1771, ibíd.. pág.
277.
Fueron denunciadas expresamente en algún Informe: «Mientras no se prohíba absoluta-
mente que, en las Universidades, como Avila, Osma, Irache y otras semejantes, se den los
grados de bachiller en ellas; ésta nos parece una de las principalísimas raíces de la decadencia

110
por una disposición de este tipo, aunque en este caso se le suspendió en su
facultad de conferir grados, pero no en la de seguir impartiendo sus
enseñanzas, para lo que continuó autorizada 53. Aunque otras estaban en
las mismas condiciones que éstas, como Osuna, Gandía, Huesca, etc., no
sabemos por qué no fueron afectadas por las mismas medidas. Sin
embargo, de poco sirvió esta inicial energía con estas Universidades, pues a
los pocos años todas ellas vieron cómo eran aprobados sus nuevos Planes
de estudio y se les volvía a conceder la facultad de impartir enseñanzas y
conferir grados, con muy pequeñas garantías de que hubieran conseguido
los medios necesarios para poder dar la enseñanza con la altura necesaria,
como lo demostró el hecho de que siguieran en la misma situación que
antes, hasta que, años después, fueran suprimidas. Pero esta medida,
entonces, se dio de lado. Olavide, que solicitaba en su Plan para la
Universidad de Sevilla la supresión de la de Osuna y la anexión de sus
rentas a aquélla, vio desde el primer momento cómo esta petición no era
tomada en consideración 54.

que experimentamos: en dichas Universidades se dan los grados de bachiller sin examen, sin
asistencia de curso alguno, sin certificación de haberlos ganado en otra parte, y, lo más
lamentable (si es cierto lo que se nos asegura), sin que el pretendiente vaya allá, personal-
mente, con que siempre tengan franco y desembarazado este camino no será posible persua-
dirles la asistencia y continua aplicación de cinco años en nuestra Universidad, y más a la
vista, que el grado de bachiller de dichas Universidades se admite igualmente la pasantía
privada y recibirse de abogados, que los de las Universidades de Salamanca, Valladolid,
Alcalá y el de ésta." «Informe sobre cátedras de 22-X-1767 de la Facultad de Leyes de la
Universidad de Santiago", vid. CABEZA DE LEÓN, S.: ob. cit.. tomo 111, págs. 413-414.
53 Provisión de 2-VI-1772, vid. AJO,e.: ob. cit., t. VII, págs. 45-46.
54 El conde de Osuna fundó la Universidad el 8-XII-1548, dotándola con 1.075.500
maravedies, 500 arrobas de vino y 100 de aceite, que servirían para dotar 23 cátedras, 20
colegiales y 36 estudiantes. El Plan de Sevilla decía, tras describir este estado económico: «esta
monstruosa desproporción entre las cargas y las rentas produjo que desde luego se abandona-
sen las reglas que debían de servir de régimen a este cuerpo literario. Por eso, desde el
principio, se trastornó el orden de proveer las cátedras, dándolas los Patronos sin examen ni
juicio comparativo de oposiciones. Ni los provistos podían dedicarse seriamente a una
ocupación que no les facilitaba un medio de subsistir, de que dimanó el no haber podido
jamás florecer los estudios.
Todo esto vino a parar en haber estado desiertas las aulas por falta de maestros y
discípulos. Se quería tenerlos a toda costa, y no habiendo otro medio de atraer un número a lo
menos aparente, que facilitar la entrada a los grados: se dieron éstos sin la menor prueba de
aptitud... y lo que es más lastimoso, se llevó,el abuso hasta negociar estos distintivos
honoríficos, que debían de servir de estímulo y premio a la aplicación: hechos vanales que
ridiculizan a quienes los ostentan y. a la Universidad que los confiere".
La situación en 1768 era, que, a pesar de varias agregaciones a la masa fundacional, las
rentas se hallaban reducidas a 17.190 reales, de los cuales 6.876 se aplicaban ala Universidad
para sus cargas y los catedráticos se repartían 3.800 reales, mientras que al Colegio correspon-
dían los 10.314 restantes, que sostenían a los sólo tres colegiales, que eran los que había por
entonces. La Universidad de Osuna, como todas, trató de aprovecharse de la expulsión de los
jesuitas, solicitando se le entregaran .los bienes de los expulsos situados cerca de ella.

111
Sin embargo, y para resultar aún más desconcertante la actuación del
Consejo, éste decidió acabar con dos e~tablecimientos que venían desde
hacía años pugnando por conseguir los privilegios y la erección en Univer-
sidad. Se trataba del Convento-Universidad de los dominicos de Pam-
plona y de la Universidad de Mallorca. Al primero de ellos se le ordenó
cesar, tanto en sus enseñanzas como en la facultad de conferir grados, en
1770. y al segundo de ellos, que inicialmente obtuvo el apoyo del
Gobierno, hasta el punto de que, en 1769, se le concedió el edificio de los
jesuitas para establecerse en él, el Consejo, primero decidió suspender la
resolución definitiva sobre si le autorizaba a conferir grados. Hasta que,
por fin, en 1788, se pronunció por la solución negativa, prohibiéndoselo en
vista de los perjuicios que ocasionaba la facilidad excesiva con que los
concedía 55.

F) LA CÉDULA DE 1786, UN PASO MÁS EN EL CAMINO


DE LA UNIFORMIDAD

En enero de 1786, cuando ya el fracaso de la reforma emprendida años


antes era reconocido, y sus principales autores habían muerto o se halla-
ban desentendidos de ella, el Consejo volvió a ocuparse de las Universida-
des, promulgando una irriportante Cédula, cuya finalidad era el conseguir
'una mayor uniformidad en las Universidades, unificando una serie de
aspectos a base de extender las normas por las que se regía la Universidad
de Salamanca 56.
En el preámbulo de la disposición se recuerda cómo la idea de unifor-
midad de los establecimientos universitarios era una de las metas que
habían perseguido las reformas emprendidas casi veinte años antes, reco-
nociéndose que no se había logrado, a pesar de los esfuerzos realizados. La
causa a la que se atribuía este fracaso era la falta de rentas en muchas
Universidades, que había impedido hacer un Plan de estudios uniforme
para todas ellas, de aquí que el número de cátedras fuera distinto y en

Campomanes pidió opinión a Olavide, el cual contestó que no sólo no se debía de tratar de
restaurar tal Universidad, sino que debía definitivamente de suprimirse, y proponía que se
incorporara a la de Sevilla. Su mantenimiento era inútil, costoso y perjudicial porque
«facilitaría que los hijos de los labradores y artesanos se dedicasen al estudio, acabando de
arruinar a sus padres y perdiéndose para la Agricultura y artes, que sin aquella proporción se
aplicarían al trabajo, pero que una vez acostumbrados al ocio y vida cómoda vienen a parar
en aumentar el número de los clérigos ignorantes o a poblar los claustros de frailes sin
vocación». AGUILAR PIÑAL, F.: ob. cit.. págs. 200,460 Y 461. Vid. también MERRYGORDON.
M.: Del Origen. fundación. privilegios y excelencias de la Universidad de Osuna. Madrid, 1889..
ss AJO. C.: ob. cit.. t. V, págs. 502-503 y 506.
56 Real Cédula de 24-1-1786, recogida en la Novísima. en el Libro VIII, Títulos VII al X.

112
muchas insuficiente para lo que exigía una sólida y verdadera instrucción
en las ciencias. El Consejo, consciente de los deseos de uniformidad de las
Universidades y la importancia que tenía ésta para facilitar la concu~rencia
de estudiantes en todas ellas, advertía que no era su intención facilitar
mayor o menor concurrencia a una u a otra Universidad, sino precisa-
mente rectificar el estudio en todas ellas para proporcionar el aprovecha-
miento con uniformidad, desterrando los fraudes en las aprobaciones de
los cursos por la desigualdad con que se podían realizar.
La disposición no contiene, como es lógico, normas originales, pues,
como hemos dicho, no trataba más que de extender las normas de Sala- .
manca a todas las demás; pero en este momento, porque el ímpetu de las
reformas ya ha pasado, la tascendencia es menor de lo que podría esperarse
de un preámbulo en el que se enjuiciaban los problemas con tal lucidez.
Así, después de poner como. razón fundamental que había causado el
fracaso de las reformas el tema de las rentas, luego no se hacía la más
mínima referencia a él, de manera que este mc;dio tan importante de la
uniformidad continuaba de la misma manera que antes.
Las normas que constituían el contenido de esta «difusa» Cédula se
referían a aspectos más o menos accidentales, y se pueden dividir en varios
apartados:
1. Las normas sobre designación del rector, en las que se determinaba
que podían ser elegidos simples opositores a cátedras o sustitutos, que no
fueran licenciados ni doctores, en vista de la dificultad que había para
encontrar candidatos que reunieran estos requisitos.
11. Normas sobre ingreso y matrícula en las Facultades, en las que se
establecía un examen de ingreso en todas ellas de latín, griego, humanida-
des, poética y retórica, más hebreo, en el caso de que el ingreso fuera en la
Facultad de Teología. Con este examen se pretendía elevar el nivel cientí-
fico del alumnado universitario, garantizando que llegaban a los estudios
superiores con la preparación necesaria, y, sobre todo, evitar el abuso de
las incorporaciones, ya que éstas no se podían hacer sin el requisito de esta
prueba. Por el tipo de asignaturas que comprendía el examen, parece que
se pretendía revalorizar los estudios clásicos, reafirmando la base huma-
nística de la enseñanza superior y rectificando así la dirección que se había
querído dar a estos estudios de la Facultad de Fílosofía, en el sentido de dar
una mayor importancia a la formación científica, introduciendo los estu-
dios de matemáticas, física y química.
111. Otro grupo de normas trataban de rodear la enseñanza de un
clima de seriedad del que carecía hacía tiempo. Hacían especial hincapié en

113
LA ILUSTRACION y LA REFORMA... -S
la asistencia a clase, tanto de profesores como de alumnos. Para ello el
rector recibía poder para vigilar que, a las horas de clase, no se dictasen
lecciones en ningún convento ni colegio particular, ya que, exceptuando
los estudios de Bachiller en Artes, todos los demás, para tener validez
académica, debían cursarse en la Universidad, y sólo se podía lograr así la
Cédula de asistencia de curso, la matrícula y el derecho a gozar del fuero y a
obtener los grados. La importancia de esta disposición quedaba muy
reducida, pues, naturalmente, se exceptuaban los centros que habían
recibido privilegios especiales de incorporación de estudios de otras Facul-
tades. Otras disposiciones completaban las anteriores, como las que esta-
blecían la duración del curso, con la supresión de todas nas fiestas que no
fuesen de precepto. Los catedráticos debían de anotar las faltas de los
alumnos y no dar cédula de curso a aquel que hubiese faltado más de
quince días. Igualmente se obligaba a cursantes y profesores a la asistencia
a las Academias dominicales, que debía organizar cada facultad, única
manera de acabar con las academias y pasantías privadas.
IV. Otro grupo de normas ratificaba el régimen establecido de las
oposiciones a cátedras; en ellas quedaban comprendidas las que habían
prohibido el turno o alternativa de escuelas, estableciéndose el concurso
abierto, la formación de las trincas sin distinción de personas, ya «manteís-
tas», ya colegiales, la no dispensa por enfermedad de los ejercicios de la
oposición, la obligación de anunciar en todas las Universidades las vacan-
tes y cátedras para que pudieran acudir a la oposición de cualquier
Universidad y algunas más sobre el desarrollo de la oposición, sobre los
jueces del concurso, sobre el nombramiento de jueces examinadores super-
numerarios, prohibición a los jueces de estudio, provisor y metropolitano
de opositar a cátedras.
V. Finalmente, se ratificaba también la regulación sobre la concesión
. del grado de bachiller, «que era casi el único importante para los efectos
más útiles y comunes», ya que los grados de licenciado y doctor sólo se
necesitaban para obtener una cátedra. Se volvía a recordar que los abusos
cometidos en su concesión, especialmente en las Universidades menores,
había motivado la decadencia de los estudios y la escasa concurrencia en
las Universidades más célebres. Por tanto, era necesario para poder conce-
derlo que la Facultad que lo confiriera contara con dos cátedras de
constante y efectiva enseñanza y, además, para su incorporación en otra
Universidad, tenía que ir precedido de un examen, «como si no tuviese tal
grado», además de presentar certificación jurada de los catedráticos,
refrendada por el rector y secretario de la Universidad de haber apt:0bado
los cursos necesarios para poder optar al grado.

114
La importancia de esta Cédula, como ya advertimos, está más que en su
contenido -que, como vemos, no ofrece novedad con lo dispuesto
anteriormente-, en el significado que tiene como expresión de que, a
pesar del fracaso de las reformas, permanecía en el Estado el interés por la
Universidad; por eso se excede Ajo cuando dice que esta Cédula contiene
«el primer plan de estudios, carta magna carolina o ley orgánica general de
las Universidades todas» 57.
En las Universidades, la nueva disposición se acogió con recelo, pues
todas ellas andaban aún tratando de llevar a la práctica las reformas
prescritas para cada una de ellas unos diez años antes, sin que ninguna
hubiera logrado todavía dar por terminada tal labor y sus expedientes en el
Consejo se acumulaban sin que éste los resolviera. Por eso, algunas apro-
vecharon para recordar a éste la resolución de tales expedientes, señalán-
dolo incluso como imprescindible para poder realizar la nueva Cédula; sin
embargo, el Consejo les prestó poca atención, demostrando que lo único
que le importaba era la aplicación inmediata de la nueva disposición, pues
el establecimiento de un régimen uniforme era básico para el desarrollo de
la política centralizadora, que era lo que más preocupaba.

2. La reforma científica: Los Planes de estudios de las Universidades

Abandona.do en seguida el proyecto de hacer un Plan general de


estudios para todas las Universidades, el Consejo se dirigió a cada Univer-
sidad, solicitando que enviaran una propuesta con el Plan de estudios que
consideraran que debía implantarse en cada una de ellas.
Comenzó por dirigirse a las tres Universidades Mayores, quizá para
que las propuestas de éstas sirvieran de una cierta directriz para las demás.
Pero, en general, el Consejo adoptó una política, en este aspecto de la
reforma, bastante respetuosa para con las Universidades en todos los
sentidos, lo cual no quiere decir que no tratara de imponer ciertos
criterios 58.

S7 AJO. C.: ob. cit.• t. V, pág. 68. n. 112.

ss A la Universidad de Alcalá se le pidió el Plan de estudios como consecuencia de una


disposición en la que se le indicaba que cambiara el destino de dos cátedras de la Facultad de
Cánones, Carta-Acordada de 28-XI-1770. Se le dio un plazo perentorio de cuarenta días para
hacerlo: «Plan de estudios», en Colección.... pág. l. A la Universidad de Valladolid se le
ordenó formalizar el Plan por una Real Orden de 9-VII1-1770. Vid. A LCOCER, M.: Historia de
la Universidad de Valladolid. t. VII, pág. VII. Ala Universidad de Salamanca se le ordenó
formalizarlo a la vez que a Valladolid, y en el mes de septiembre lo envió. Naturalmente,
anteriores a estos tres Planes fue el de Sevilla, que estaba en el Consejo desde 1768, pero esto
fue por propia iniciati~a de Olavide y sus cola~oradores y no del Consejo. Una vez que fueron

115
Pero evidentemente su actuación fue muy distinta a la más autoritaria
que adoptó en otros aspectos o a la que adoptaron Roda y sus colaborado-
res en la reforma de los Colegios Mayores, lo cual es muy significativo para
comprender el distinto sentido que tenían esos diversos aspectos de las
reformas para los gobernantes. Pues.así como otros aspectos tenían unas
claras implicaciones políticas y sociales, en este caso se trataba de un
problema de carácter científico, en el que, por tanto, los gobernantes
tenían menos interés personal en que se realizara en un sentido o en otro,
con tal de que se cumplieran unas condiciones mínimas.
Los mismos informes de los fiscales, sobre los Planes que iban
enviando las Universidades, son de una gran ramplonería. A pesar de las
alabanzas indiscriminadas que han recibido, da la impresión de que pusie-
ron poco interés en este aspecto de las reformas. En ellos muestran un gran
desconocimiento de nuestras Universidades y una infravaloración arbitra-
ria del tema que se estaba discutiendo. Como muestra de lo que decimos,
podemos señalar dos de los más significativos informes: el de Campoma-
nes, sobre Salamanca y el de Floridablanca, sobre Alcalá 59.
Precisamente a Alcalá fue a la única que se le indicó unos presupuestos
de acuerdo con los cuales debía redactar su Plan; por ellos podemos
deducir lo que se pretendía desde el Consejo con esta reforma. Dichos
presupuestos eran: que se prescindiera de las constituciones, lo que, aun-
que puede interpretarse como una evolución en el pensamiento que inicial-
mente se había expuesto -de que precisamente lo que había que hacer era
volver a exigir puntualmente el cumplimiento de aquellas normas-, tra-
tándose del caso de Alcalá, cuyas constituciones tenían las especiales

aprobados estos Planes se pidió a las otras Universidades que los formalizaran también, así a
la Universidad de Santiago se le pidió en 1771, a la de Oviedo en 1772, a la de Granada en
1770, a la de Cervera en 1771. En las Universidades que fueron suspendidas a causa de los
expedientes iniciados contra ellas por los fraudes .en la concesión de los grados, sus Planes se
retrasaron hasta 1778, la de Osma; 1776, la de Oñate; Baeza también, en 1776. La última fue
Valencia, que no tuvo su Plan hasta 1786 por las hondas divergencias que surgieron en el
claustro, sobre su elaboración. Vid. Plan de estudios aprobado por S. M. y mandado observar en
la Universidad de Valencia. 1786, ed. facsímil, Valencia, 1984; MESTRE, A.: ob. cit.. páginas 440
y s.
A Oviedo se le aprobó en 1774; a Granada, en 1776. A Cervera, curiosamente, no se le
llegó a aprobar, quedando su propuesta sin contestación por parte del Consejo desde 1772, en
que se envió. Todavía, en 1793, su cancelario Escudero recordaba que los Planes de estudio no
habían recibido ninguna variación por este motivo. Vid. RUBIO y BORRÁS. M.: ob. cit.. 1. 1,
páginas 339-340. A Zaragoza se le aprobó en 1775. Vid. BORAO. J.: ob. cit.• página 42.
59 Vid. el de Campomanes, en «Plan de estudios de la Universidad de Salamanca de
1771 », en Colecci6n de... Salamanca. «Respuesta fiscal», páginas 78 y s., en donde comienza
diciendo que la decadencia de las Universidades se debía a la antigüedad de sufundación. El
de Floridablanca, en «Plan de estudios de la Universidad de Alcalá», en Colecci6n de... Alcalá.
páginas 175 y s.

116
características que Cisneros había querido dar a su fundación, quizá sólo
fuese una indicación especialmente dirigida sólo a ella. Que los cursos
debían ser completos, de octubre a junio y a cargo del mismo catedrático;
que hubiera libros de texto para cada asignatura; que entre otras cátedras
nuevas hubiera de Filosofía Moral, Lugares Teológicos, Matemáticas y
Física experimental en las Facultades de Leyes, Teología y Medicina,
respectivamente y, por último, que se determinase el número exacto de
cátedras de cada Facultad 60. Quizá fue porque Alcalá elaboró su Plan de
acuerdo con estas normas, por lo que el Plan de esta Universidad se envió a
alguna otra para que pudiera servir de modelo, pero también en algún otro
caso se puso como modelo el de la Universidad de Salamanca 61.
Los Planes de estudio que fueron enviados por las Universidades han'
sido juzgados de una manera muy desfavorable por la historiografía que se
ha ocupado de ellos. Han sido utilizados como un argumento más para
señalar la decadencia en que se encontraban nuestras Universidades en el
siglo XVIII. Especialmente el Plan de Salamanca, elegido por ser el de la
Universidad más importante que había habido en España, y, por tanto, la
más representativa, ha visto mutilado su informe y entresacado de él
algunos párrafos especialmente llamativos para presentarlos como la ima-
gen cierta del espíritu reaccionario y oscurantista que en ella reinaba,
desvirtuando así su verdadero sentido. Precisamente, leyendo íntegra-
mente dichos Planes, se saca forzosamente una idea muy distinta a la que se
ha venido propagando normalmente, pues muestran cómo diversas
corrientes de la Ilustración se habían introducido en muchos claustros y su
ideología había ido produciendo ciertos frutos en ellos 62.
Además, no se puede hablar de la misma manera de todos los Planes
como si fueran expresión de un grupo perfectamente homogéneo, pues hay
que tener en cuenta que no sólo cada Plan responde a una Universidad,

60 Ibíd.. págs. 1-4.


61 A Oviedo se le envió el Plan de Alcalá de Henares. Vid. CANELLA, F.: ob. cit.. pág. 82.
El de Salamanca se envió a Cervera. Vid. RUBIO y BORRÁS, M.: ob. cit., tomo 1, págs.
325-326.
62 La fama de reaccionario con que ha pasado a la historiografía el Plan de Salamanca, en
contraposición al de Alcalá, de signo reformista, se debe, sin duda, al extracto parcial que
hace de él J. Sempere y Guarinos en su artículo sobre « Planes de estudio», en donde transcribe
unas frases de los Informes presentados por las Facultades de 'Artes y Leyes, en que se ataca a
Newton, Locke, Hobbes, Gassendi, por su heterodoxia. Pero no hay que confundir este deseo
de proteger la ortodoxia con el deseo de reformas que queda explícito en numerosos puntos
del Plan, como vamos a tener ocasión de comprobar, incluso en estas Facultades que parecen
más reaccionarias. No digamos nada de la de Medicina, que se puede poner a la cabeza de las
reformistas. Vid. SEMPERE, J.: ob. cit.. t. IV, págs. 211-217, y "Plan de estudios de la
Universidad de Salamanca de 1771», en Apéndice de la Colecci6n...

117
sino que cada Facultad redactó el suyo propio. De aquí que s~an un
testimonio a través del cual se puede conocer cuáles eran las Universidades
y Facultades en las que prevalecía una mentalidad tradicional o refor-
mista. Hay que hacer notar, sin embargo, que en lo'que todas son unáni-
mes y responden al unísono, quizá con alguna excepción extemporánea, es
en el deseo de introducir reformas. Todas ellas reconocen el estado de,
decadencia en que se encuentran y muestran un deseo ferviente de mejorar
su situación. La elaboración de estos Planes de estudio representa un
gran logro en la mejora de lo que solía denominarse el método de estudios.
Este había sido hasta entonces el de dictados y ya fue duramente criticado
por Feijoo, proponiendo su sustitución por unos adecuados libros de
texto. Esta crítica fue recogida y tenida en cuenta a la hora de las reformas,
y las Universidades, tanto las que pueden colocarse dentro de una línea
más tradicional como las más «ilustradas», lo aceptaron, debiéndose
algunas resistencia a la dificultad de encontrar libros de texto
apropiados 63.

63 Salamanca, Alcalá, Cervera. Vid. sus «Planes de estudio», loe. cit. Mayáns decía:
«libros y maestros buenos son necesarios para la enseñanza pública. Sin buenos libros no
pueden ayer buenos maestros; sin buenos maestros, no pueden ayer aventajados discípulos.
En las Universidades de España, que son los seminarios de los hombres sabios, no hay
elección de buenos libros, porque los maestros no los conocen, o no tienen autoridad para
introducirlos, o advierten que muchos to'davía se han de trabajar, como sería fácil demos-
trarlo recurriendo una por una las Artes Liberales i las Ciencias. Muchas veces se ha intentado
la reforma de los estudios i nunca se ha conseguido... ». Carta de Mayáns a Hordeñana,
secretario del marqués de la Ensenada, d,e l5-VI-1754. Vid. MESTRE: ob. cit.. pág. 315.
Por una Circular. de 28-1-1778 se ordenó que los catedráticos prepararan sus propios
libros de texto, y el Consejo de Castilla convocó un concurso para tratar de impulsar estos
trabajos, pero al,lnque la idea era celebrarlos en todos los ramos de las ciencias; sólo se l1egó a
celebrar el concurso para un libro de Filosofia, resultando premiado el del capuchino VILLAL-
PANDa. FRANCISCO: Philosophia ad usum scholae FF. Minorum S. Francisci Capucchini in
meliorem. concinnioremque forma redacta. antiquis. obsoletisque opinionibus libera. ac recen-
tiorum inventis. tum pro ratione efformanda tum pro rerum naturalium cognitione adipiscenda.
aucta locupletata.... 3 tomos, Madrid, 1777-1778. En el prólogo de su obra, el P. Villalpando
afirmaba haber adoptado una posición filosófica media, teniendo en cuanta que los hombres
nacen «non ad disputandum sed ad operandum••. Vid. HERR. R.: ob. cit.. pág. 142.
Fruto también de los concursos convocados por esta Circular fue la obra del P. Agustín
Cabadés Magi, mercedario, catedrático de la Facultad de Teología de Valencia, que escribió
unas Instituciones theologicae in usum tyronum adornatae. t. 1, Valencia, 1784. Pero no la
hemos visto señalada en ninguna Universidad, ni siquiera en la de Valencia. Por eso exagera
Sempere cuando dice, refiriéndose a la Circular, que «algunos pensaron entonces que aquel1a
Circular sería superflua, y que no produciría ningún efecto, creyendo no habría nadie en
disposición de trabajar una obra de semejante naturaleza. Hay ciertos genios, que por uno de
dos extremos: o por nimiamente tímidos y apocados, o por demasiadamente atrevidos y
arrogantes; en todas las providencias del Gobierno tiene que reparar. Los unos, preocupados
de los usos antiguos y persuadidos firmemente a que nada se puede adelantar ni mejorar sobre
lo que supieron e hicieron nuestros abuelos, lo menos que dicen es que son inútiles y

118
De esta manera todas ellas, sin ninguna excepción, desterraron el
sistema... pusieron en sus Planes los textos que consideraban que debían
usarse en cada cátedra. Esto no quiere decir que inmediatamente quedara
desterrado de las Universidades el anterior sistema, pues un cambio tan
radical necesitaba de un cierto tiempo para acabar cuajando; había, ade-
más, varios obstáculos que salvar para poder implantar los textos, pues no

superfluas. La temeraria osadía de los otros para censurarla, las más veces sin conocimiento
de los fines que las han ocasionado...
El Consejo bien sabía quando expidió aquella Circular, que habría pocos en España en
disposici6n de trabajar un curso de ninguna Facultad con tanta perfecci6n como se podría
escribir en París o en Londres, a excepción de la Teología. Pero también conocía que las
Universidades no estaban entonces en disposición de recibir los cursos modernos de los
extranjeros, cuyo estudio pide otras nociones, otros maestros y sobre todo otro modo de
probar la habilidad y aplicación de los j6venes en los actos literarios y en las oposiciones muy
distinto del extravagante método de picar puntos en el Maestro de las Sentencias o en
Arist6teles con término de veinticu,atro horas, el argüir media o una en forma silogística.
Dexo a parte la repugnancia que habría en recibir aquellos libros. Como las preocupaciones
de las Escuelas tienen tan estrañas contradicciones, los mismos cuerpos que no repararon en
elegir a un herege legista, que fue Amoldo Vinnio, tendrían mucho reparo no s610 en abrir las
puertas a Newton, Musschembroeck, o cualquier otro filósofo sectario, sino a Jacquier, el
Genuense y otros católicos recibidos y estudiados en otras Universidades y Seminarios de la
Christiandad...
En estas circunstancias, el Consejo no podía haber dado providencia más oportuna que la
Circular de que estamos hablando. Según dice el propio Sempere, eran ya siete los cursos que
se habían presentado al Consejo cuando esto escribía en 1785, pero, excepto el de Villal-
pando, no parece que fueran adoptados en las Universidades. Sempere y Guarinos se
extrañaba de que las Universidades ofrecieran tanta resistencia «no sólo a Newton, a
Musschembroeck, sino también a Jacquier, a Genovesi o a otros católicos, recibidos y
estudiados en otras Universidades y Seminarios de la cristiandad... Vid. SEMPERE.J.: ob. cit.. t.
11, págs. 1-3. El Genuense era el célebre abate napolitano Antonio Genovesi, autor de:
Elementa Metaphisicae in usum privatorum adolescentium mathematicum in moren adornata ab
Antonio Genuensi in regia napolitana Academia philosophiae professore. expensis Bernardini
Gessari. Neapoli, 1743. Editor en 1745 de los Elementa phisicae de Muschembroeck. typis Petri
Palumbi. Neapoli, 1745; Elementorum artis logico-criticae libri V. typis Petri Palumbi. Neapoli,
1745. Escribió también un manual de Teología dogmática que no se publicó hasta después de
su muerte en 1771 en Venecia. Vid. ZAZO. A.: «Antonio Genovesi e il suo contributo alle
riforme scolastiche nel napoletano (1767-1769»>, en Samnium. 2, 1929, págs. 41-68; IDEM:
L'lstruzione pubblica e privata nel Napoletano (1767-1780). Cittá di Castello, 1927, páginas
8-60.
Aunque fue el texto de Jacquier el más utilizado sin duda. Este franciscano de origen
fránces fue uno de los fundadores del centro científico de Trinitá dei Monti en Roma y
cuidador de la edici6n ginebrina de los Principia Mathematica. de N EWTON. También profesor
de química y física experimental; vid. G ALUZZI. A. M.: «Francesco Jacquier, un erudito nella
Roma del 700.. , en Bollettino Ufficiale Ordine dei Minimi. 24 (1978), págs. 29-65, y J OVY. E.:
Une ilustration scientifique vitryate. Le P. Franqois Jacquier et ses correspondants. 1/6lettres
inédites conservées pour la plupart ala Bibliotheque de la Vil/e de Vitry-le-FraMois. Societé des
Sciences et des arts, Vitry-le-Fran~oise, 1922.
Sobre Villalpando, vid. ZAMORA SÁNCHEZ. G.: «La filosofia de Fco. de Villalpando en
Cataluña .. , en Estudios Franciscanos. t. 79, Barcelona, 1978, páginas 369-405; IDEM: «La
reforma de los estudios filosóficos en España bajo Carlos 111: modelos extranjeros .. , en
LiJurentianum (Roma), XXI (1980), pág. 347.

119
era empresa fácil el disponer de muchos de los libros señalados y mucho
más en el número suficiente para que estuvieran al alcance de todos los
alumnos. Sin embargo, el decidido apoyo de todos los centros a este
sistema hizo que este aspecto fuera uno de los pocos que acabarían
triunfando en las reformas.
Ahora bien, este apartado, originariamente de puro carácter científico,
iba a acabar convirtiéndose en uno de los más severos medios de control y
sometimiento de las Universidades al Estado. Pues éste se consideró desde
el primer momento como el alto tribunal que debía juzgar la idoneidad de
los textos que se querían utilizar en las aulas, idoneidad que no estaba
basada, como era de esperar, en criterios científicos, sino en criterios
políticos, para asegurar que en las aulas se impartieran sólo las enseñanzas
favorables a los intereses del Estado, ya que, especialmente en algunas
Facultades, como las de Leyes y Cánones y Teología, había un interés
especialísimo en que se siguieran los estudios de acuerdo con los principios
regalistas, por un lado, y, por otro, conformes con los principios contrarios
a los que había defendido la escuela jesuítica, en la Facultad de Teología.
Evolucionando luego estos criterios de acuerdo con lo que al Estado más le
interesaba.
Precisamente, los textos que las Universidades van a proponer en sus
Planes de estudio, ofrecen un gran interés para conocer la mentalidad y la
ideología de los claustros y poder juzgar hasta qué punto estábamos
alejados del movimiento intelectual europeo, dándonos así a conoier la
realidad de nuestro atraso cultural. Habrá que acudir en masa a introducir
textos extranjeros ante la falta absoluta de producción nacional. Constitu-
yen una excepción, dentro de esta tónica general, algún texto de autores
del Siglo de Oro o alguno producido ya por las nuevas tendencias
científicas.
Los claustros tratarán de salvar este bache acudiendo a los autores más
en boga en ese momento en Europa, proponiéndolos con gran libertad y
sin poner demasiada atención en su mayor o menor ortodoxia religiosa.
Así se introducirán corrientes ideológicas, como el jansenismo, que pren-
derá fuertemente en muchos de los claustros de las Universidades, en
contra de lo que han solido mantener los historiadores españoles sobre este
problema, en el que han tratado de minimizar la importancia del janse-
nism.o español, sobre todo insitiendo en que no se puede hablar de la
existencia de tal herejía en España; es decir, de un jansenismo en un sentido
puro o estricto, aunque sí pueda hablarse de un jansenismo político-
religioso. Es un tema que está todavía por estudiar y, sobre todo, ningún
autor ha utilizado los Planes de estudio de las Universidades como fuente

120
de estudio en este sentido. No es nuestro objeto entrar a fondo en este
problema, pero vamos a tener ocasión de referirnos a él al describir los
Planes de estudio de las Facultades de Teología y Cánones 64.
Finalmente, es interesante resaltar que igual que el Consejo' dejó
amplia libertad a las Universidades en la elaboración de sus Planes de
estudio, tampoco significó obstáculo en ningún sentido la Inquisición, la
cual, en estos años que estuvo bajo la dirección del obispo de Salamanca y
. reformador de los Colegios Mayores, Bertrán, mantuvo una actitud de
amplia libertad 65.

A) LAS FACULTADES DE TEOLOGIA

Estas Facultades, las primeras en orden de categoría en las Universidad


tradicional, se vieron afectadas antes que ninguna otra por las reformas, a
consecuencia de la supresión de las cátedras de la escuela jesuítica. El
planteamiento más radical de las reformas es esta Facultad exigía la
supresión de las cátedras de escuela; no ya la de los jesuitas, sinoJa de todos
los demás, y esto era, además, lo más coherente con la supresión del turno
o alternativa en las oposiciones a cátedras, pero desde un primer momento
pareció imposible, ya que los religiosos estaban dispuestos a defender sus
cátedras por todos los medios, de manera que esto fue una cuestión
aceptada de antemano y los Planes fueron redactados contando con la
continuación de las cátedras de escuela 66.
Pero al redactar estos Planes surgieron en los claustros distintas ten-
dencias, que se mostraron irreconciliables, de manera que se llegó al

64 Preclín creemos que acierta cuando dice que «le jansenisme parait s'etre repandu (en
España) moins para les ouvrages abstraits et sevérement condamnés de Jansenius, Barcos,
Gerberon, Petitpied, que par ceux plus accesibles et moins suspects de Nicole, Fleury, Racine,
Mesengui, Goubin». Vid. L'/nj7uence du jansenisme hors du France, pág. 70.
Nicole (1625-1695) sería traducido y editado en España: Ensavos de Moral contenidos en
diversos tratados sobre muchas obligaciones importantes. Escritds en francés por Monsieur
Nicole y traducidos por don Francisco Antonio Escartín. Madrid, en la Imprenta Real, por
Pedro Julián Pereyra, Impresor de Cámara de S. M., 1800-1,4 volúmenes.
Vid .también MENÉNDEZ y PELAYO. M.: Heterodoxos; MIGUÉLEZ, P.: Regalismo y janse-
nismo en España; HERR,R.: ob. cit., especialmente págs. 9-31; MESTRE,A.: ob. cit., págs.385 y
s.; SCORAILLE. R.: .!ansenius en Espagne, París, 1917; PÉREZGoLLENA. A.: (<1ansenio en las
Universidades españolas», en Razón y Fe, 1920.
Sobre la relación entre Jansenismo e Ilustración, vid. SHACKLETON, R.: (<1ansenism and
the Enlightenment», 55-58, en Transactions of the second international congress on the Enligh-
tenment, The Voltaire Foundation-Taylor Institution, Saint-Andrews, 1967.
65 Esta es la conclusión a la que llega M. Defourneaux en su libro, en el que examina este
problema en general, no sólo en el marco concreto de las Universidades. Vid. L'/nquisition...
66 Los informes de las Universidades fueron contrarios en su mayoría a que las cátedras
de escuela de los jesuitas pasaran a otras Ordenes religiosas y propusieron al Consejo
dedicarlas a otras ciencias. Vid. el «Informe de Alcalá», en Colección... , pág. 179.

121
acuerdo en alguna Facultad de que redactar cada partido un Plan distinto
y ambos se enviarían al Consejo, el cual elegiría el que tuviera por más
conveniente 67 • Estos partidos, en los que se dividieron los claustros, eran:
el tomista, organizado alrededor de los dominicos, que, por tanto, propo-
nía Planes en base a Santo Tomás y comentadores de la Orden dominica, y
otro grupo más heterogéneo, influído más o menos por autores
jansenistas.
Hubo, sin embargo, cierta unidad entre todos ellos en varios aspectos:
así, todos proponían un primer año de la carrera dedicado al estudio de los
Lugares Teológicos, usando como autor fundamental para ello a Melchor
Cano, teólogo que, para la mentalidad de la época, gozaba de gran fama
por considerársele regalista 68. Los años siguientes se estructuraban como
años de instituciones, generalmente cuatro, cuyo estudio, si los planes eran
de tendencia tomista, debía hacerse por Santo Tomás y si eran antitomistas
se aconsejaba a autores destacados por su eclecticismo, es decir, por no
estar ligado a una escuela determinada, preocupación que sintieron viva-
mente los claustros más reformistas 69.

67 Esto ocurrió en Alcalá, el primero se titulaba Método práctico en el estudio de la


Teología. y el segundo, Otro método de Teología Escolástica: el primero era de tipo escolástico,
pero mucho más innovador que el segundo, «Plan de estudios....., en Colección.... págs. 66 y 3.
En Valladolid, al decidir la mayoría del claustro que «cualquiera variación en el método,
orden y doctrinas, tan lejos de ser provechosa a la pública y general enseñanza de la juventud,
sería perniciosa a los maestros y discípulos.. , uno presentó un Plan de reformas, al que con
alguna discrepancia se unió otro, mientras un tercero se abstuvo. Vid. ALCOCER.M.: ob. cit.. t.
VI, páginas XVIII y s.
En Ccrvera, frente al plan antitomista aprobado por el claustro, dos tomistas presentaron
un plan aparte. Vid. RUBIO y BORRÁS. M.: ob. cit.. t. 1, páginas 335-340.
68 Por ejemplo, CAMPOMANES, en su Juicio imparcial. será uno de los autores en los que
más se apoyará para defender sus tesis regalistas, y publicó en uno de los Apéndices de su obra
el «Informe o parecer del Maestro Fr. Melchor Cano, O. P., presentado al Rey y Emperador
Carlos V", Vid. la ob. cit., Documento IV, ed. de Ibarra, 1768, pág. 47. Vid. TSHIBANGU. T.:
«Melchor Cano et la théologie positive.. , en Ephemerides Theologiae Lovaniensis. Universidad
de Lovaina, 40 (1964), págs. 300-339.
69 Los núcleos reformistas propugnan insistentemente la desaparición de las escuelas y la
creación de una ciencia ecléctica. Estos sentimientos los expresa así un autor anónimo: «Cree
que no he sido seminarista de alguna; que no soy de otro partido que el de la Verdad; que sin
duda es el menos numeroso, pero el más pacífico, porque no se trata de personas. Vale.
No hay que esperar; nuestra Nación no dará un paso hacia adelante, sino se rompe el
talismán que la tiene fascinada; si aún reina el falso método de los estudios de los siglos
ignorantes o querellosos... si la Nación no cede aún sus rivalidades de cuerpo, sus predileccio-
nes de corifeos, sus partidos escolásticos, sus odios personales y el orgullo de una vana ciencia
que todos pretenden poseer exclusivamente, al puro amor de la verdad o la utilidad pública...
Vid. MARtAS. J.: La España posible en tiempos de Carlos lIJ. págs. 217-218.
El juicio negativo que merece Santo Tomás a los reformistas es precisamente porque lo
consideran también teólogo de partido; la siguiente frase de Mayáns es expresiva de este
estado de opinión: «Santo Tomás dio mucha autoridad al error en el regicidio, fundó muchas
sentencias en falsas decretales, con sus obras no se puede convencer a los herejes modernos

122
Pero las nuevas ideas de la Ilustración trajeron como novedad al campo
de la Teología la necesidad de estudiar, junto a lo que se llamaba Teología
Dogmática -denominación con que se bautizó toda la Teología que hasta

que apoyan sus errores valiéndose del conocimiento de la lengua hebrea i griega i demás
eruditas.» Vid. MESTRE. A.: ob. cit.. pág. 496.
Otro testimonio, que además muestra el soporte ideológico de esta tendencia, lo tenemos
en que, cuando en el otoño de 1768 vino a España el jansenista francés Clement, se entrevistó
con Aranda, Roda, Campomanes, y les hizo ver la necesidad de una reforma en la enseñanza
de la Teología en España, proponiéndoles que acabaran con las Escuelas y se organizara la
enseñanza de una Teología única, elaborada sobre la base de Santo Tomás, y de San Agustín.
Vid. SARRAILH. J.: ob. cit.. págs. 206-207.
He aquí la dura crítica que hace Cadalso a los escolásticos: «¿Sabes tú lo que es un
verdadero sabio escolástico? No digo de aquellos que por carrera o razón de estado el método
común se instruyen plenamente a sus solas de las verdaderas ciencias positivas, estudian a
Newton en su cuarto .y explican a Aristóteles en su cátedra, de las cuales hay muchos en
España, sino de los que creen en su fuero interno que es desatino fisico, ateísmo puro, todo lo
que ellos mismos no enseñan a sus discípulos y no aprendieron de sus maestros. Pues mira,
hazte cuentas que vas a oírle hablar. Figúrate antes que ves a un hombre muy seco, muy alto y
muy lleno de tabaco, muy cargado de anteojos, muy incapaz de bajar la cabeza ni saludar a
alma viviente, y muy adornado de otros requisitos semejantes. Esta es la pintura que Nuño me
hizo de ellos, y que yo verifiqué ser muy conforme el orginal cuando anduve por sus
Universidades. Te dirán pues de este modo, si les vas insinuando alguna afición tuya por otras
ciencias que las que él sabe.
Para nada se necesitan dos años, ni uno siquiera de retótica. Con saber unas cuantas
docenas de voces largas de catorce o quince sílabas cada una, y repetirlas con frecuancia y
estrépito, se compone una oración o bien fúnebre, o bien gratulatoria. Si les dices las ventajas
de la oratoria, su uso, sus reglas, los ejemplos de Solís, Mendoza, Mariana y otros se echará a
reír y te volverá la espalda. '
La poesía es un pasatiempo frívolo ...
La física moderna es un juego de títeres. He visto esas que llaman máquinas de física
experimental, agua que sube, fuego que baja, hilos, alambres, cartones, puro juguetes de
niños. Si le instas que a lo que él llama juego de títeres deben todas las naciones los adelantos
en la vida civil, y aun de la vida física, pues estarían algunas provincias debajo del aguasín el
uso de los diques y máquinas construidos por buenos principios de tal ciencias... te llamaré
hereje.
Pobre de tí si le hablas de matemáticas. Embuste y pasatiempo te dirá él, muy grave. Aquí
tuvimos a don Diego de Torres, repetirá con mucha solemnidad, y nunca estimamos su
facultad, a unq ue mucho su persona por las sales y conceptos de sus obras. Si le dices, yo no sé
nada sobre don Diego de Torres, sobre si fue o no gran metemático; pero las matemáticas son
y han sido siempre tenidas por un conjunto de conocimientos que forman la única ciencia, que
así puede llamarse entre los hombres...
La medicina que basta, dirá él mismo, es lo extractado de Galeno e Hipócrates, aforismos
racionales, ayudados de buenos silogismos bastan para construir un médico...
Así de las demás Facultades. Pues ¿cómo hemos de vivir con esas gentes?, preguntará
cualquiera. Muy fácilmente -responde Nuño-. Dejémosle gritar continuamente sobre la
famosa cuestión que propone un satírico moderno, utrum Chimera, bombilians in vacuo,
possit comedere secundas intentationes; trabajemos nosotros en las ciencias positivas para
que no nos llamen bárbaros, los extranjeros; haga nuestra juventud los progresos que pueda;
procure dar obras al público sobre materias útiles, deje morir a los viejos como han vivido, y
cuando los que ahora son mozos lleguen a edad madura, podrán enseñar públicamente lo que
hora aprenden ocultos. Dentro de veinte años se ha de haber mudado todo el sistema
científico de España insensiblemente, sin estrépito, y entonces verán las academias extranje-

123
entonces se había estudiado-, la Teología Práctica, cuyo estudio se
consideraba abandonado y al que las nuevas ideas concedían una mayor
Ímportancia. Dentro de esta denominación general entraban varias espe-
cialidades de la Teología, como la Moral, la Pastoral y, sobre todo, el
estudio directo de las Sagradas Escrituras, de cuyo abandono era contra lo
que más clamaban los innovadores. Además del estudio de la Historia de
los Concilios, tanto de los generales como de los nacionales de cada país, y
de la Historia de la Iglesia, en cuyo transfondo se ve la influencia de las
ideas regalistas y jansenistas. La Moral ya se estudiaba, pero, como
consecuencia de ia influencia de los jesuitas, se había impuesto una Moral
casuista y probabilista, contra la cual empezarían a clamar los jansenistas,
pero a éstos vendrían a unirse las otras escuelas teológicas católicas,
especialmente los dominicos, que lucharán decididamente por imponer el
estudio de una Moral alejada de aquellos principios, convirtiéndose este
punto en uno de los caballos de batalla de estos Planes de estudio de las
Facultades de Teología y estableciéndose en todas las Facultades el estudio
de la Moral por autores rigoristas. Las Facultades de Teología compren-
dieron la necesidad de introducir estos nuevos estudios y, en mayor o
menor grado, elaboraron Planes en donde quedaban recogidos, que, según
fuera la tendencia del claustro, se estudiaban por unos autores u otros,
aunque, a veces, algunos de ellos, llevados por su afán innovador, propo-
nen diversos autores para una misma asignatura de tendencia claramente
opuesta, dando así la impresión de que los citaban sin muchos conocimien-
tos de causa, quizá de forma pretanciosa, para mostrar que estaban al
día 70.

ras si tienen motivos para tratarnos con desprecio. Si nuestros sabios tardan algún tiempo en
igualarse con los suyos, tendrán la excusa de decirles: ,-Señores, cuando éramos jóvenes
tuvimos unos maestros que nos decían: Hijos míos, vamos a enseñarnos todo cuanto hay que
saber en el mundo; no toméis otras lecciones porque de ellas no aprenderéis sino cosas
frívolas, inútiles, despreciables y tal vez dañosas. Nosotros no teníamos ganas de gastar el
tiempo, sino en lo que nos pudiera dar conocimientos útiles y seguros; con que nos aplicamos
a lo que oíamos. Poco a poco fuimos oyendo otras voces y leyendo otros libros que si nos
espantaron al principio, después nos gustaron. Los empezamos a leer con aplicación y como
vimos que en ellos se contenían mil verdades en nada opuestas a la religión ni a la patria, pero
sí a la desidia y preocupación, fuimos dando varios usos a unos y a otros cartapacios y libros
escolásticos, hasta que no nos quedó uno. De esto ha pasado ya algún tiempo, y en él nos
hemos igualado con vmds., aunque nos lleven siglo y cerca de medio de delantera. Cuéntese
por nada lo dicho y pongamos la fecha desde hoy, suponiendo que la Península se hundió a
mediados del siglo XVII y ha vuelo a salir de la mar a últimos del XVIII... CADALSO,J.: Cartas
Marruecas. págs. 140-143.
70 Así, la Facultad de Filosofía de Irache proponía al tomista Goudin o al jansenista
Leridant, la Facultad de Teología de Valencia al jansenista Opstraet o al regalista Tournely,
etc. Vid. AJO. C.: ob. cit.. pág. 360, y MESTRE, A.: ob. cit., pág. 441, respectivamente.
La introducción de Tournely y su traducción al castellano dio lugar a la publicación de

124
Así muestran una gran semejanza muchos de los Planes que elaboran
las Facultades de Teología españolas con el que se plantea en la Universi-
dad de Viena por el benedictino Esteban de Rautensbrauch, abad de
Brunau, en 1774. La reforma aquélla, como la española, es de claro signo
antijesuita, ya que había estado dominada dicha Universidad por aquellos
religiosos, y en sustitución entonces del Plan que tenían se elabora uno
nuevo, de clara tendencia innovadora, que introducía los nuevos estudios
ya señalados de Historia eclesiástica, Patrología, Teología Pastoral, siendo
atacados los jesuitas por haber tenido abandonados estos estudios 71.
Alcalá fue la que marcó la pauta de las Universidades innovadoras al
presentar un Plan abierto a las nuevas tendencias, hasta el punto de que el
núcleo tradicionalista del claustro elaboró otro Plan distinto, afecto a esta
corriente y los dos fueron enviados al Consejo 72. El Plan de los liberales o
antitomistas consistía en un estudio inicial de los Lugares Teológicos, por
Cano o Annato; a continuación los años de Instituciones, por Santo
Tomás, y luego las nuevas asignaturas: Teología Moral, para la que se
señalaban como autores por donde había que cursarla a famosos rigoris-
tas, que habían destacado en las polémicas contra el laxismo de la escuela
jesuita, como Graveson, autor especialmente admirado por los redactores

una «carta de un Teólogo de Padua, escrita a otro joven de Bolonia, en la cual le da algunas
noticias de Tournely y su tratado teológico, vertida del italiano en españoJ,. Padua, 1772, 20
páginas.
71 Vid. BIHLMEYER. c., y TUCHLE. H.: Histoire de /'Eglise. t. 11, págs. 76-77.
72 El autor del Plan, un dominico ecléctico, reconocía que, «aunque según este método, se
omite crecido número de questiones en su Suma, comprehende sin embargo todo lo pertene-
ciente universalmente a la Teología Escolástica», y añadía, «este método práctico considera-
mos más útil, más breve y más distante del partido». El autor que cita continuamente como
inspirador de sus ideas al obispo francés Godeau (1604-1672), obispo de Vence y protegido de
Richelieu, destacó sobre todo como historiador de la Iglesia. En el Plan se citan textualmente
diversos párrafos de una Pastoral suya, en donde atacó la doctrina probalitista. Vid. «Plan de
estudios de 1771>., págs. 71-73.
Sobre la Teología Moral, decía el autor del «método práctico»: «esta Facultad abraza el
punto más interesante al bien de la Iglesia, rectitud de costumbres y felicidad pública. Con
lágrimas en los ojos ha más de cien años, que los mayores y más zelosos hombres están
pidiendo la reforma en esta enseíianza y claman por la buena elección en las doctrinas.
Aquella sin duda será la major, que no se desvíe al extremo de la laxedad, ni decline hacia el
lado del demasiado rigor.). Para comprender el término medio en que se coloca hay que tener
en cuenta a los autores en los que se apoya: Graveson, Godeau, Genet, Natal Alejandro, el
método de estudios del Soberano de Parma, del que cita textualmente la frase: «El Profesor de
la Teología Moral seguirá también los principios de la Escuela Tomista, a fin de alejar a los
.Discípulos de la moral relaxada, que se halla demasiado introducida, siendo igualmente
daíiosa a la Religión que al Estado»; Mabillon (1632-1707), sobre este último, benedictino
ligado a la escuela histórica que la orden fundó en la abadía de San Mauro y la trascendencia
de su obra para la historia eclesiástica, vid. J. U. BERGKAMP. Dom lean Mabillon and the
benedictine Historial School o/ Saint Maur. Washington, 1928. Vid. «Plan de estudios de
1771», págs. 71-72.

125
del Plan; el «gran»Natal Alejandro} famoso dominico francés, cuyos libros
serán adoptados por muchas Universidades españolas, y otros autores de
la misma tendencia 73.
Para el estudio de las Sagradas Escrituras, se señalaban a La~y,
oratoriano francés, autor de varios libros sobre los textos sagrados, algu-
nos de ellos en el Indice romano y el ya citado Graveson 74. Para la cátedra
de Historia eclesiástica, se citaban a Fleury, Orsi y Natal Alejandro, como
libros más bien de consulta, por su excesiva extensión para ser señalados
como textos, aconsejándose por eso el Compendio de Graveson 75. Como
apéndice de este curso se consideraba el estudio de la Disciplina de la
Iglesia, tanto general como la particular de 'España, utilizando para ello la
obra de los Concilios Nacionales, del Cardenal Aguirre 76 •
. El otro Plan propuesto, titulado «Método de Teología escolástica», se
reducía a lo que se había estudiado en las Facultades hasta entonces, sin
ninguna inclusión de alguna de estas nuevas disciplinas. Dicho estudio se

73 Alejandro Noel, conocido en España con el nombre de Natal Alejandro (1639-1725).'


Dominico, fue director del Colegio de San Jaime, de París, galicano y jansenista, formó parte
de los «apelantes» contra la Bula «Unigenitus». Su Historia Eclesiástica fue incluida en el
Indice Romano, en 1684.
74 Lamy (1604-1700) pertenecía al Oratorio, y sus obras fueron escogidas por todas las

Universidades. Junto a él, la mayoría de las Universidades aconsejaban también la obra de


Wouters y la del catedrático de la Universidad de Salamanca del siglo XVI, Martín Martínezde
Cantalapiedra, titulada Hipotiposis in Sacram Scripturam. Desempefio la cátedra de hebreo
desde 1543 hasta 1572, en que fue apresado por la Inquisición, en cuyas cárceles estuvo hasta
1577, por tanto, cinco afios, al cabo de los cuales fue repuesto en la cátedra, en donde explicó
hasta su muerte, dos afios después, 1579. Vid. ESPERABÉARTEAGA.M.: ob. cit.. 1. n,pág. 371.
7S Fleury (1646-1723) fue íntimo amigo de Bossuet y afin a sus ideas galicanas, confesor de
Luis XV escribió diversas obras sobre las Sagradas Escrituras, algunas de las cuales fueron
puestas en el Indice Romano, así como la Historia de la Iglesia. que le dio gran fama y que
también disgustó mucho a Roma por su fuerte galicanismo. Según B. Plongeroil, los trabajos
de Fleury «servent de references permanentes aux gallicans et aux jansenistes du XVIII si ecle ».
En Theologie et po/itique au siécle des lumiéres (1770-1820), p. 251 n. l. Por poner un ejemplo
significativo, todo el primer capítulo de la famosa Historia Crítica de la Inquisición de
LIorente está sacado de la Historia eclesiástica de Fleury. También sus obras se incluyeron en
el Indice de la Inquisición espafiola. Vid. ed. de 1805, pág. 105.
Orsi (1692-1761) era un dominico italiano, junto con su compafiero de orden Mamachi,
sería un decidido defensor del rigorismo, que después sería hecho Cardenal, profesor en
Roma y secretario de la Congregación del Indice, escribió su Historia de la Iglesia precisa-
mente para rebatir la escrita por Fleury, fue publicada por primera vez en Roma, en 20 tomos,
en 1762.
Ignace Amat de Graveson (1670-1733), dominico francés, profesor primero en Francia y
luego en Roma, tomista, tomó parte en las luchas contra los molinistas, escribió un Tratado
sobre las Sagradas Escrituras (1715) y la Historia de la Iglesia (1722- 1727).
76 El Cardenal Aguirre es un benedictino español del siglo XVII, catedrático de la Universi-
dad de Salamanca durante gran parte de su vida. Muchas Universidades eligieron su obra o la
del Cardenal Loaísa, Arzobispo de Toledo en el reinado de Felipe n. Alguna otra, como
Cervera, prefirió en cambio las del Cardenal Carranza. Vid. RUBIO.M.: ob. cit.. 1. I,pág. 335.

126
debía hacer por Santo Tomás, y como autores para completar el estudio
directo de aquél, proponían al Cardenal Gotti, Estío o Billuart, dejando su
elección al Consejo 77.
La Facultad de Salamanca se mostró inicialmente reacia a la llamada
Teología Positiva y atacaba a los que pretandían reducir toda la ciencia a
esta Teología. Juzgaba excesiva las exageraciones de los partidarios de la
Teología a la Positiva, considerando que no había oposición entre ella y la
llamada Escolástica y, por tanto, no había lu,gar a hablar de dos Teologías.
Reconocía los abusos que se habían cometido en la enseñanza de esta
ciencia, por eso decía haber tenido como norte y regla en la redacción de su
Plan que no se dejara de enseñar ningún conocimiento que pudiera ser útil
para la formación de un buen teólogo y que en todas las cátedras hubiera
alumnos de modo que todos los catedráticos tuvieran precisión de expli-
car. Por ello, creaba cátedras también de la llamada Teología Positiva, una
de Lugares Teológicos y otra de Historia eclesiástica, y el Plan de estudios
reestructuraba las enseñanzas que correspondía dar a cada cátedra, de
forma que todas tuvieran utilidad. Los autores por los que debía estudiarse
eran de clara tendencia tomista 78.
El resto de las Facultades se mueven en sus Planes de estudio dentro del
esquema que nos indica la reseña que hemos hecho de los de las Facultades
de Alcalá y Salamanca. Así, a un lado, podemos colocar, dentro de una
tendencia más apegada a la tradición, las de Zaragoza, Huesca, Santiago,
Oviedo, Valladolid 79. En cambio, los Planes de Sevilla, Granada, Valen-

77 Gotti (1664-1772), dominico, que estudió en Salamanca y luego fue profesor en


Bolonia, combatió en sus obras enérgicamente la herejía jansenista. Sus obras son: Vera
Ecclesia Christi. Madrid, 1758-1759, y Theologia scholastico-dogmatica iuxta mentem Divi
Tomae Aquinatis. Venetiis, 1793.
Billuart (1685-1757), dominico belga, profesor en Douai, está considerado como autor
moderadamente probabilista en las luchas teológicas de su tiempo, incluido en el Indice
español, loe. cit.. págs. 293 y 297.
Guillermo de Estío (1542-1613), profesor en Douai, tachado de jansenista, sobre todo,
por sus Comentarios a la clásica obra de Pedro Lombardo. el Maestro de las Sentencias.
78 «Plan de estudios de la Universidad de Salamanca de 1771 .. , págs. 54 y s. Probable-
mente un caustral de esta Facultad dio un informe que se separaba totalmente del Plan
aprobado. El informe se lamentaba de la decadencia de la Facultad de Teología de la
Universidad de Salamanca y calificaba a los teólogos del momento de «indagadores superti-
ciosos de cuestiones vanas e inútiles... Para mejorar la situación proponía aquí algunas de las
ideas de Erasmo, aunque matizaba algunos aspectos de éstas. Al ocuparse de los autores que
se podían utilizar para el estudio descalificaba a la mayoría de los «morosos y prolijos .. y
«voluntarios y tenaces ... Proponía para la Filosofia moral la Etica de Aristóteles comentada
por Tesauro, con lo que al final su plan no parecía tan novedoso como prometía. Si hacía
hincapié en que tanto profesores como discípulos tuvieron obligación estricta de asistir a
clase, vid. Plan de reforma de los estudios teológicos (Universidad de Salamanca) Archivo
Campomanes en la Fundación Universitaria Española, legajo 16-21.
79 Oviedo señalaba, junto a la Summa de Santo Tomás, con el fin de actualizar ciertas

127
cia, se muestran más abiertos a las nuevas influencias de la Teología,
impregnadas de ciertos espíritu jansenista y, sobre todo, de fuerte anti-
escolasticismo.
El Plan de Sevilla comenzaba dividiendo la Teología en dos partes: la
Fundamental y la Positiva 80. La primera debía basarse en las fuentes,
reveladas, por tanto, en la base de todo estudio teológico debía de estar el
estudio del Antiguo y Nuevo Testamento, para el cual se señalaban las
obras de Calmet y Arias Montano 81. A continuación, los Lugares Teológi-
cos, los años de Instituciones por el francés Duhamel, antiguo secretario de
la Academia de Ciencias de París y antiescolástico, y, finalmente, Historia
de la Iglesia 82.
Granada, como en todos los demás Planes de sus otras Facultades,
comenzaba por un duro ataque a la Escolástica, calificándola de bárbara y
corrompida, formada por un conjunto de opiniones metafísicas y de
sistemas en la mayor parte filosóficos, estudiada en un estilo árido e
inculto, con olvido de la Escritura, la Tradición, la Historia Sagrada y el'
Dogma, «y a esto daban el nombre de escolástica en que por un abuso
intolerable se empleaba casi todo el tiempo destinado al estudio de la
Teología» 83.
Tras este ataque pasaba a exponer su Plan, comenzando por señalar
que, aunque teólogos como Santo Tomás o el Maestro de las Sentencias,
escribieron obras fundamentales, éstas no estaban acordes con los tiempos

cuestiones, el Diccionario teológico de Próspero de Aquilas, libro que ya se usaba y que estaba
reimprimiéndose ahora; la Teología Moral se estudiaba por los dominios Natal Alejandro o
Cuniliati. Vid. CANELLA. F.: "Plan de estudios de 1774», ob. cit.. págs. 365-366.
Santiago: la Suma, para los cuatro años de Dogma; los Lugares Teológicos. por Cano;
Escrituras y Teología Moral. además de Historia de la Iglesia y de los Concilios. que eran
comunes con la Facultad 'de Cánones. Vid. CABEZA DE LEÓN. S.: ob. cit.. t. lB, pág. 117.
Valladolid: era la más reaccionaria de todas; su conclusión era "cualquier variación en el
método, orden y doctrinas tan lejos de ser provechosas a la pública y general enseñanza de la
juventud, sería perniciosa a los maestros y discípulos». Y atribuye la herejía jansenista a que
Jansenio no estudió la Teología escolástica, sino a San Agustín. A LC'OCER. M.: ob. cit.. t. VI,
pág. XVIII. '
80 "Plan de estudios de la Universidad de Sevilla de 1768».
81 La obra de Arias Montano era Novum Testamentum. cum vulgata interpretationis.
publicada por primera vez en 1571.
Calmet, benedictino francés, sus obras se titulaban Hisloire de rAncien el du Nouveau
Testament y Commentaires sur la Bible; estuvo condenado unos años por la Inquisición
española (1757-1785), a pesar de lo cual los Planes de estudio lo aconsejaron en diversas
ocasiones.
82 Juan Bautista Duhamel publicó sus Instituciones teológicas en 1698, que tuvieron gran
éxito; murió en 1706.
83 "Plan de estudios de la Universidad de Granada de 1776». Vid. en MONTELLS. F.: ob.
cit.. pág. 747.

128
actuales ni tenían en cuenta.1os progresos que habían hecho las ciencias
sagradas y Úl aparición de nuevas herejías. Por todas estas razones, lo
mejor era hacer unas nuevas Instituciones en que se tuvieran en ~uenta
todas aquellas cosas, labor que debía complementarse con la traducción de
las mejores obras apologéticas que se habían escrito en los últimos cien
años contra ateístas, deístas y materialistas, en vez de traducir otras obras
de menos interés y señalaba en concreto como dignas de traducirse las
obras de los más famosos apalogetas franceses: Houteville, Jaquelot,
Bergier, Abbadie s4 . Además, de acuerdo con el pensamiento del Cardenal
Cis!leros, de Trento y de los Reyes Católicos, se debía volver al estudio de
la Biblia, para lo cual había que implantar de nuevo las enseñanzas de
griego y hebreo, también abandonadas, la Historia Sagrada, la Historia de
los Imperios antiguos y modernos, la lectura de los Santos Padres, las
Colecciones de los Concilios. Y por último, la lectura de los inmensos
volúmenes de la Teología escolástica debían de sustituirse por la lectura de
los libros sagrados y de los teólog'os españoles del siglo XVI ss.

84 Houteville (1688-1742) era oratoriano; su obra más notable fue LA religión probada por
los hechos; sin embargo, por no estar en la línea de los jesuitas, fue atacada por éstos en
Memoires de Trevoux. que empezaron a publicar a partir de 170 l para combatir a la
Ilustración. Vid. VALJAVEC: ob. cit., pág. 317.
Jaquelot, autor de Conformidad de la fe con la razón, publicada en 1705 y dirigida
especialmente contra Pierre Bayle.
Bergier, quizá el más famoso de los apologetas franceses de aquel momento, escribió
sobre todo contra D'Holbach y el febronianismo.
Pierre Abbadie (1654-1727), autor de un Tratado de la verdadera religión cristiana, obra
que se ha comparado a los Pensamientos. de Pascal, era protestante.
Hasta que no se elaborara el texto adecuado podrían servir los de Estío, Habert, Hermi-
nier, Berti, Grandin, con las notas de Duplessis d'Argentré.
Para la cátedra de Lugares Teológicos se señalaba a Melchor Cano, aunque también
podían servir las obras de Juenin, Duplessis y Annato.
Para la Teología Moral se señalaban autores rigoristas: Natal Alejandro, Wigandt,
Cunigliati, Concina, Patuzzi «u otros semejantes».
Para las Escrituras: Annato, Cantalapiedra, Gotti, Frasen, Natal Alejandro, Calmet,
Lamy.
De todos ellos el que más se utilizó fue el del dominico Daniel Concina cuya obra se editó
en Madrid ya en 1767 por segunda vez, Theologia Christiana Dogmatico-Moralis. in duos
tomos, Matriti, Apud Viduam Aelissei Sánchez, Anno 1767.
85 «A los inmensos volúmenes de Teología Escolástica y Casuística, que con tanto
dispendio de tiempo y perjuicio de la erudición sagrada han ocupado casi enteramente a
nuestros profesores, extraviándoles la atención de lo más útil e importante.» Entre los
teólogos españoles citaba a: Alfonso de Castro, Carvajal, Vitoria, Pérez de Ayala, Paiva de
Andrade, Gaspar Casal, Horantes, Zúñiga, Rubio, García de Galarza, Alfonso de Mendoza y
Fray Luis de León y Fray Basilio Ponce de León. Enumeración en la que se mezclan'persona-
lidades científicas heterogéneas, algunos no teólogos, como Casal.
Además, para perfeccionar el estudio teológico, la biblioteca de la Universidad debía
contar con los libros de una serie de autores extranjeros, algunos de ellos parecía obvio, pues
habían sido señalados como libros de texto; eran: los Anales. de BARONIO.con la Crítica. de
ANTONIO PAGI. la última edición de Anastasio bibliotecario. el Breviario histórico. de FRAN-

129
LA ILUSTRACION y LA REFORMA•.. -9
Valencia, de acuerdo con el mismo esquema innovador, por ser escrito
unos años después, tiene como diferencias con los anteriores que introduce
n.uevos autores, como el francés Juenin, para los Lugares Teológicos, a
Berti, para la Historia de la Iglesia, para la parte de las Instituciones
teológicas señalaba la obra de Guillermo Estío sobre el Maestro de las
Sentencías, autor que había sido discípulo de Bayo y, por tanto, influido
por las doctrinas bayanistas y jansenistas. Para la Teología Moral se
aconsejaban autores 'rigoristas , como Contenson, Genet, Natal Alejandro,
y para las Sagradas Escrituras, Lamy, Duhamel, Calmet 86.

CISCO PAGI.la Historia Eclesiástica de Natal Alejandro, la de HENRY.las Memorias, de TILLE-


MONT.las obras de Bossuet, Cristiano Lupo, Noris, Aguirre. Arnaldo. Tomasino. Petavio.
Dubal, Pedro de Marca, Macedo. Frasen, Graveson. Serry. Syrmondo. Berti. Grandin.
Duplessis d' Argentré, Billuart, Mabillon y otros benedictinos de Santo Mauro, "pues
habiendo tantas y tan útiles obras que sirvan de digno empleo a toda la vida de los teólogos:
no deben los de una Nación tan grave y erudita emplearse en disputas inútiles y abstractas, ni
en partidos sistemas, u otras ocupaciones que pudieron merecer indulgencia en otros tiempos
de menos ilustración». "Plan de estudio de 1776», íbid. págs. 754-756.
86 "Plan de estudios, aprobados por S. M. en la Universidad de Valencia, Madrid, en la
Imprenta de la viuda de Ibarra, año 1787... Es uno de los que extracta J. Sempere en su
Ensayo.... y dice de él: "o sea que este Plan se ha exten,dido con vista de los que le han
precedido o que en la ciudad de Valencia hay más luces y mayores proporciones que en otras,
para el cultivo de las Ciencias y Artes, es sin duda el más juicioso de cuantos se han publicado
hasta el presente». Vid. 1. IV, págs. 234-235. Muchos datos sobre la reforma de Valencia
pueden encontrarse en la obra de MESTRE: ob. cit.. especialmente páginas 490-498. PESET.M.
y J. L.: "El sistema de enseñanza en la Universidad de Valencia yel Plan Blasco de 22 de
diciembre de 1786.., en Actas dellU Cong.reso Nacional de Historia de la Medicina. Valentiae,
1969. Hay, además, una edición facsímil, Valencia, 1984.
El P. Juenin (1650-1718), oratoriano francés, es autor de Instituciones theologicae ad usum
seminariorum. que fueron incluidas en el Indice de la Inquisición de 1747 y sacado de él en
1769, tras algunas correcciones; su inclusión se debió a que estaba en la Bibliotecajansenística.
del P. COLONIA. pero en 1805 seguía en el In dice español, págs. 293-294. Lo que no fue óbice
para que se hiciera una edición en España: De logis theologicis. lnstitutiones theologicae
Prolegomena. Valencia, 1771.
Berti, agustino italiano del siglo XVIU; su obra se titulaba De tehologicis disciplinis. que fue
, completada por el también agustino italiano Buzi con una parte sobre "Lugares teológicos»,
obteniendo gran difusión. Fue acusado de jansenismo y bayanismo por la excesiva defensa
que hacía de las tesis agustinianas; Benedicto XIV le aconsejó que se defendiera de los ataques
que recibió. Este autor había sido aconsejado por Mayáns de modo especial para el estudio de
la Teología de San Agustín, junto con Foggini, discípulo del célebre Cardenal Noris y
también tachado de filojansenista. Vid. MESTRE. A.: ob. cit.. págs. 441-446. Vid. también
ROJO, F.: "Ensayo bibliográfico de Noris, Bellelli y Berti .., en AnalectaAgustiniana. 26,1963.
Guillermo de Estío (1542-1613), profesor en Douai, tachado de jansenista, fue aconsejado
también por Mayáns, sobre todo por sus Comentarios a Pedro Lombardo. Vid. MESTRE. A.: ob.
cit.. pág. 442.
C0I1tenson (1640-1694), dominico francés, profesor en Albi y Touluose y autor de
Theologia mentis et cordis. obra de importancia en su época y publicada por primera vez en
1681.
Genet o Geneto, obispo francés de Vaison, destacado por sus escritos sobre Teología
Moral, de tendencia muy rigorista y filojansenista, que le llevó á defender a la Comunidad de

130
B) LAS FACULTADES DE LEYES

El proceso crítico a la situación en que se encontraban los estudios


jurídicos en nuestras Facultades, fue especialmente intenso en nuestro país
a lo largo del siglo XVIII: ninguna otra Facultad dio lugar a la aparición de
una literatura específica que criticara con tanto ardor los defectos de estos
estudios. El énfasis de la crítica era puesto en que el objeto de estudio
fundamental era el Derecho romano, mientras permanecía en un olvido
absoluto el Derecho nacional.
La crítica al estudio del Derecho romano se apoya, por un lado, en que
por el impacto de las ideas de la Ilustración y, concretamente, de las ideas
de la Escuela del Derecho natural y de gentes, el Derecho romano pierde su
valos mítico. el racionalismo le quita la razón fundamental de su valor, el,

Hijas del Niño Jesús, condenadas por jansenistas, razón por la que él también fue procesado.
Vid. MESTRE: ob. cit.. pág. 415. Incluido en el Indice, pág. 112.
Jean Opstraet (1651-1720), teólogo belga, profesor del Seminario de Malinas, fue expul-
sado de él acusado de jansenismo; autor de diversas obras, tuvieron gran éxito en los medios
filojansenistas sus Instituciones teológicas, que llegaron a ser recomendadas por el Sínodo de
Pistoia, así como sus Locis Theologicis. A raíz de la propaganda ~ue de sus obras hizo el
Sínodo de Pistoia, en la Universidad, de Toledo, plantearon algunos catedráticos introducir-
las como textos, en sustitución de las de Melchor Cano, etc., produciéndose una grave
discusión entre los dos grupos enfrentados en el claustro, unos favorables a Opstraet y otros
contrarios, teniéndose que suspender la decisión final. Vid. H ERR, R.: ob. cit.. pág. 338. Varias
obras suyas, como Idea de la conversión de un pecador y Thesses Theologicae. fueron condena-
das y puestas en el Indice.. pero no las Instituciones. Vid. Indice. págs. 3 y 199.
Tournely, en cambio, es el polo opuesto de Opstraet: profesor en Douai y la Sorbona,
contempor~neo suyo (1658-1729), antijansenista, trabajó mucho para que en París fuera
aceptada la Bula· Unigenitus. Mayáns lo critica muy duramente, pues "fue un hombre
asalariado de los jesuitas". Vid. MESTRE: ob. cit.. pág. 495. Vid. también Carta de un teólogo
de Padua. escrita a otro joven de Bolonia. en la cual le da algunas noticias de Tournely. y su
Tratado teológico. vertidas del italiano en español, Padua, 1772. Es, por tanto, chocante la
falta de coherencia que significa el aconsejar indistintamente a estos autores ideológicamente
tan opuestos. A Opstraet, Mayáns confesaba que no le conocía. Vid MESTRE,A.: ob. cit.. pág.
495. Su obra se titula Praelectiones theologicae. Venetiis, 1746. Sin embargo, su regalismo y su
dependenCia de Melchor Cano explican su éxito en España.
Cervera se mostró también antiescolástica, siendo, quizá, la que más criticó la admisión
de la Summa de Santo Tomás, como libro de texto fundamental en Teología. No la considera
obra apropiada, sobre todo por el gran tiempo transcurrido desde que se escribió, que la hada
inadecuada para las necesidades de los nuevos tiempos. Pero no señala a ningún autor
determinado para sustituir a aquél, aunque dice que tiene que ser uno que no pertenezca a
alguna escuela determinada. La Escritura se estudiaba por el Lamy, y los Concilios, por el
Cabasucio. Para la Moral, señaló a los rigoristas extremos Cuniliati y Ricci, éste, pocos años
después, se haría famoso por presidir, como obispo de Prato y Pistoia, el Sínodo cismático,
celebrado en esta última ciudad. En vista de lo cual, los dos catedráticos dominicos que había
en el claustro presentaron un voto particular, proponiendo un plan tomista similar al de
Salamanca, que era el modelo al que estaba obligada Cervera a adecuarse. Vid. RUBIO y
BORRÁs. M.; ob. cit.. t. 1, págs. 335-340. Sobre el Sínodo de Pistoia y su relación con los
jansenistas españoles vid. SAUGNIEUX. J.: Un prelat eclairé: Don Antonio Tavira y Almazán.
páginas 114 y s.

131
ser la propia ratio scripta, como en la Edad Media, y que sólo como la
manifestación o encarnación histórica de un verbo jurídico determinado.
Se distinguen dentro de él las normas jurídicas dictadas como en cualquier
otro derecho por la recta ratio, cuyo valor sería eterno, de la parte de las
formas y nociones transitorias y relativas, impuestas por las circunstacias.
Por tanto, existían otros muchos derechos, igualmente dignos de ser
estudiados, como lo eran el Derecho romano, fundamentalmente, el dere-
cho nacional de un país deteminado y el Derecho de gentes 87.
La influencia de estas ideas en España fueron profundas y Grocio y sus
discípulos fueron en seguida leídos y sus doctrinas adoptadas; es significa-
tivo que ningún poso, si no es forma indirecta por su influencia sobre
Grocio y su escuela, dejarán de su existencia los hoy llamados fundadores
del Derecho Internacional, figuras relevantes de nuestro Siglo de Oro: los
Vitoria, Soto, etc., nadie se acuerda de ellos en estos momentos. En el
primer libro de Derecho natural y de gentes que publique un autor español
en este siglo, que será el de don Joaquín Marín, catedrático de la asignatura
de los Reales Estudios de San Isidro, se dirá que esta ciencia «puede.
llamarse nueva, a lo menos en cuanto al método», y el texto no era más que
un resumen de las doctrinas de Grocio, Selden, Hobbes, Puffendorf,
Tho~asio, Heineccio, Wolfio, Vattel, Burlamaqui, Felice, Montesquieu,
Rousseau, etcétera, «notando los vicios en que han incurrido más frecuen-
temente todos aquellos y señalando los medios para conocer los autores
sospechosos y los mejores escritores católicos que los han impugnado» 88.

87 Vid. RIAZA. R.: «El Derecho Romano y el Derecho Nacional en Castilla durante el
siglo xVIII", en Revista de Ciencias Jurídicas y Sociales. núm. 46, Madrid, 1929, págs. 104 y s.
Del mismo autor, Historia de la literaturajurídica española. Madrid, 1930, págs. 220-229. Una
de las formulaciones más claras y primeras de esta cuestión en un país latino es la que hace
Maffei en sus informes sobre la reforma de la Universidad de Padua (1715) YTudn (1718). En
que propone la creación de cátedras de Derecho público, Erudición legal y Derecho véneto o
municipal. Vid. B RUGI. B.: «Un notevole disegno di riforma degli studi universitari in Italia
nel principio del Settecento», en Storia della giurisprudenza e delle Universita italiana.
E.T.E.T., Turín, 1914.
88 Joaquín Marin, primero, tradujo y adaptó la obra del jurista alemán Heineccio, que fue
así la primera obra publicada en España, y estudiada, como veremos, en las otras cátedras
españolas. ya la vez que publicó esta traducción dio a la imptenta su obra original: Historia
del Derecho Natural y de Gentes. Madrid, 1776. Al Derecho Natural lo definía como «con-
junto de leyes dimanadas por Dios y participadas a los hombres por medio de la razón
natural». Se esfuerza en conciliar a la nueva ciencia con la Religión Católica, poresoexpurgó
la obra de Heineccio de algunos pasajes y le añadió algunas notas conciliatorias. En su obra
atacó a Rousseau y su teoría del contrato social, bajo el dominio del poder civil, y señaló como
escritos modernos detestables al Emilio. L'esprit des lois y el Systeme de nature. Vid. S EM PERE.
J.: ob. 'cit.. tomo IV, pág. 8.
En una carta de Gregorio Mayáns a Finestres de 7- VIII-175l, en FINESTRES.JOSEP:Episto-
lari. Suplement. Biblioteca Balmes, Barcelona, 1969, pág. 163, dice: «He leído los Principios
de Derecho Natural de Burlamaqui, escritos en francés. Su sistema no me agrada; pero casi

132
El Derecho natural y de gentes que se va a explicar en estas cátedras
españolas es el que habrían elaborado los alemanes, sobre todo Puffen-
dorf, y también el que habían reelaborado algunos profesores suizos del
mismo siglo XVIII y que iban a jugar un gran papel en la evolución de la
ciencia del Derecho natural y de gentes.
La importancia de la llamada escuela suiza del Derecho natural es algo
fuera de dudas en la historia del Derecho internacional. Desde el profeso-
rado de Barbeyrac, en Lausana, de 1711 a 1717, pasando por los cursos
privados de Louis Bourguet en Neuchatel (1730-1742) a las obras de Emer
de Vattel, la enseñanza pública de Pierre Mussard (1719-1723) Yla de Jean
Jacques Burlamaqui (1723-1739) en Ginebra hasta las empresas enciclopé-
distas de Fortunato Bartolomé de Felice (1762-1789) en Yverdon.
Los comienzos de la enseñanza académica de la nueva disciplina se
encuentran en Alemania cuando el elector del Palatinado crea una cátedra
para ello en la Universidad de Heidelberg en favor de Puffendorf en 1661.
Barbeyrac, precisamente el traductor de Puffendorf a la lengua fran-
, cesa', inaugurará la enseñanza de la disciplina en la Academia de Lausana
en 1711 poniendo así los cimientos de la escuela a la que nos estamos
refiriendo, diez años más tarde se inauguran las clases de esta disciplina en
la Academia de Ginebra a petición de los estudiantes alemanes.
En este sentido la llamada escuela suiza del Derecho natural juega un
papel decisivo en la recepción y transmisión de los autores alemanes de
Derecho natural con respecto a los países latinos, incluyendo a la misma

todo lo que dice, muchísimo. Yo entiendo que el principio de la ley natural es la voluntad de
Dios...
Muchos testimonios del interés que despertó la nueva ciencia en la sociedad ilustrada
española pueden encontrarse en HERR. R.: ob. cit., págs. 144-151.
L. Rodríguez Aranda considera a este catedrático como uno de los focos a través de los
que se dio a conocer el pensamiento europeo más eminente, entre ellos, el de Locke, aunque
no directamente, sino a través de los escritores franceses: Diderot, Montesquieu, Turgot,
Rousseau. Vid. « La recepción y el influjo de las ideas políticas de John Locke en España ... en
R.E.P., núm. 76, págs. 115-130.
El bibliotecario de la Universidad de Salamanca, Ortiz, intentó publicar la traducción de
la obra de Vattel, pero no consiguió autorización del Consejo para ello. El manuscrito lleva
por título Derecho de gentes; la obra original era: Droit de gens ou les principes de la loi
naturelle. Vid. DEFOURNEAUx.M.:L·Inquisición.... núm. I,págs. 121y 149. La mayoría de los
autores señalados en los Planes estaban en el Indice de la Inquisición, algunos sólo tenían
determinados pasajes de sus libros: Heineccio, Puffendorf, Vattel, Buriamaqui, Mably,
Vinnio, Bilelfeld; vid. In dice. págs. 44 ,126, 273, 25, 291, 270,297.
El graduado en Leyes por la Universidad de Valladolid, José Isidoro de Torres, fue autor
también de una obra de Derecho natural y de gentes, que quiso publicar, pero el Consejo la
pasó a informe de Mayáns, el cual lo hizo en contra por considerar que estaba basada en las
doctrinas heréticas de Spinoza; vid. MESTRE. A.: ob. cit.. pág. 468, núm. 90.

133
Francia, la cual los recibirá de la misma manera que, por ejemplo, España,
y lo que es más significativo, en los mismos años. En Francia la primera
cátedra de Derecho natural se establecerá en 1774, en el Colegio de
Francia de París. Como vem0S, en España, la primera cátedra se establece
en 1771 en los Estudios de San Isidro de Madrid.
La transmisión de la obra de Grocio, de Thomasius, Wolff, y sobre
todo Puffendorf, a través de estos profesores suizos es muy importante
porque al no ser meros traductores o anotadores de los autores originales,
darán a esta corriente del pensamiento una tonalidad cristiana original que
les permitirá ser aceptada sin inconvenientes en un país católico y con
Inquisición como era España, y que la aleja de la Escuela de Derecho
natural francés que se desarrolla en este país en el último tercio del siglo
XVIII y que es de claro matiz anticristiano.

En oposición al racionalismo deísta y anticristiano de la Escuela enci-


clopedista francesa y a la hipoteca jansenista que pesa sobre el pensa-
miento jurídico francés de Pascal a Voltaire, la Escuela suiza del Derecho
natural procede en sus fundamentos teológicos de una teología raciona-
lista, que pretende responder tanto a las exigencias de la razón como a las
de la Revelación bíblica, que dntiende son perfectamente conciliables y que
consagra de hecho el triunfo de la heterodoxia en el seno del protestan-
tismo de lengua francesa. Cuestión que estaba latente ya en toda la
problemática del nuevo Derecho natural con la ortodoxia luterana, si
tenemos en cuenta ios contlictos de Thomasius y sobre todo de Wolff con
dicha ortodoxia 89.
Todo ello hizo que un lector católico de espíritu amplio, como por
ejemplo Mayans, encontrara excelentes las doctrinas expuestas por
Burlamaqui.
Otra cuestión es el peligro, que desde el punto de vista de la ortodoxia
política que imponía el Antiguo Régimen, estas doctrinas podían suponer.
En efecto, las teorías políticas expuestas por estos autores en sus obras,
desde la doctrina del contrato social a la del derecho de resistencia y la
teoría de las libertades individuales a la de la igualdad de la soberanía de
todos los estados atacaban directamente los cimientos de la Monarquía
Absoluta.
Precisamente en 1771 se publica en Madrid una obra titulada «Elemen-
tos del Derecho público de la paz y de la guerra» cuyo autor Joseph
Olmeda y León, dice en el prólogo que pretende con su publicación
89 Vid. SCHNEIDER. W., ed.: Christian Wo(/j. 1679-/754. lnterpretationen zu zeiner Philo-

sophie und deren Wirkung. Mit einer Bibliographie del' Wolff Literatur. 1983.

134
«arrimar a la Juventud española a un estudio poco practicado hasta aquí y
cuyos adelantamientos puedan ser de tanta utilidad para la Nación toda».
La obra no tiene especial mérito, pues el autor se limitó a hacer una
traducción libre de Vattel, es significativo que las Universidades que
instituyeron cátedras de Derecho natural y de gentes, precisamente en el
mismo año que apareció la obra de Olmeda no la escogieron por texto, sino
que prefirieron los de Marín y Mendoza, Heineccio y Almici.
Con motivo de esta ebullición que .se produjo de los estudios de
Derecho natural y de gentes, Cadalso publicaría en 1772 «Los Eruditos a la
violeta, o curso completo de todas las ciencias dividido en siete lecciones»,
en donde el autor finge adoctrinar a unos discípulos para que puedan
disertar sobre los asuntos más variados, sin tener que esforzarse en realizar
estudios para ello y precisamente, uno de los temas en los que se instruye a
estos «eruditos a la violeta» es el Derecho natural y de gentes en donde
Cadalso cita a Vattel y Montesquieu 90.
Por otro lado, la crítica al Derecho romano se hizo desde el punto
práctico de que en Castilla no era derecho vigente, dándose así la paradoja
de que se formaba a nuestros juristas en un derecho que no iba a tener
luego ninguna aplicación en el ejercicio de su profesión, mientras que sobre
el Derecho con el que iban a estar en contacto continuo a lo largo de su vida
profesional, no adquirían conocimiento alguno 91. También influyó mucho
en la valoración que se empezó a dar el Derecho nacional la extensión de
las ideas galicanas y regalistas 92.
De lo dicho, podemos deducir que lo que pretendían los nuevos Planes
de estudio en esta Facultad era introducir el estudio del Derecho natural y
de gentes como disciplina de la carrera jurídica y el estudio del Derecho
nacional, con más extensión e importancia que a la que hasta entonces se la
había dado.
Sin embargo, no todas las Facultades crearon la cátedra de Derecho
natural, precisamente en esta cuestión se diferencian los claustros de
tendencia innovadora a los apegados a lo tradicional. Sevilla fue la primera

90 Vid. M lAJA DE LA MUELA: «Una sátira española contra los internacionalistas del
siglo XVIII", en Homenaje al profesor Barcia Trelles. Santiago, 1945. Sobre toda esta proble-
mática, vid. JARA ANDREU: «Derecho Natural y conflictos ideológicos en la Universidad
española (1750-1850»>, en l. Estudios Administrativos, Madrid, 1977.
9) Esta es. una de las críticas más importantes que se hace en las obras de los juristas

españoles del siglo, como Castro, Acevedo, Mora y Jaraba y otros. Un resumen de estas
críticas puede encontrarse en SEMPERE.J.: ob. cit., 1. 1, pág. 89; 1. 11, págs. 144, 158,228 Y239; 1.
I1I, págs. 47, 122, 131, 167 Y218; 1. IV, págs. 6, 9, 14,76 Y 109; t. V, págs. 33 y 130; 1. VI, pág.
133.
92 Vid. DEFOURNEAUX. M.: L'/nquisition et les livres francaises.... págs. 149-150.

135
Universidad que propuso su creación, puesto que ella fue quien presentó al
Consejo el Primer Plan de estudios. Este señalaba como primer defecto,
que actualmente existía en la Facultad, la falta de estudio del Derecho
natural y de gentes y la Política, por tanto, se imponía crear una cátedra
para su estudio', que debía realizarse en el primer año de la carrera, pues «es
el origen y fuente de todas las leyes» 93. Los autores que se podían estudiar
en esta Cátedra era Grocio, como fundador y primer escritor sobre estas
materias, aunque tenía el inconveniente de que sus libros eran poco
apropiados para ser usados como textos; igual defecto se achacaba a las
obras de uno de sus discípulos más importantes Puffendorf, el cual,
además, se encontraba prohibido por la Inquisición, por ello se inclinaban
por designar como texto la obra del alemán Heineccio 9\ conocido ya en
España por sus manuales de Derecho romano. Profesor en la Universidad
de Halle, fue uno de los primeros que sintió la necesidad de verter los
conocimientos de la nueva ciencia en un manual que expusiera claramente
a los alumnos las nuevas doctrinas sobre el Derecho natural, sellando así la
unión íntima que debía haber entre él y la Jurisprudencia. Su obra,
precisamente por su novedad, tuvo un extraordinario éxito, y publicada
por primera vez en 1730, obtendría numerosas reediciones, especialmente
en Alemania e Italia, siendo precisamente a través de este último país por
donde se introdujo en España 95.

93 "Plan de estudios de la Universidad de Sevilla», loe. cit.. pág. 141.


94 El alemán Puffendorf debió de ser, de los autores citados, el más conocido, a causa de la
traducción francesa de su obra hecha por Barbeyrac, bajo los títulos de Devoirs de I'homme et
eitoyen y Le droit de la nature et de gens. publicadas en 1707. Su introducción en España debió
ser lo suficientemente conocida para que la Inquisición las prohibiera, ya por un edicto de
1714, prohibición que en 1756 se levantó para los magistrados y abogados.
95 Heineccio era ya conocido en nuestras Facultades de Leyes por sus libros de Derecho
Romano, los cuales precisamente obtuvieron un gran éxito con los nuevos Planes de estudio,
pues todas las Facultades los adoptaron; sus títulos eran: Historia iuris civilis Romani.
Syntagma Antiquitatum Romanum Jurisprudentiam iIIustratium seeundum ordinem Institutio-
num y Elementa iuris eivilis seeundum ordinem Pandeetarum.
. Su obra sobre el Derecho natural se titulaba Elementa iuris naturae et gentium. publicada
por primera vez en Génova, en 1744. Según P. Hazard, el éxitodesuobraen toda Europa fue
enorme. En 1748 publicó unos Elementa juris germaniei. obra hecha también con el mismo
afán divulgador que la anterior. Además fue autor de una obra de Retórica, titulada
Fundamenta stili eultioris. de una Lógica y de un manual de Filosofia Moral, que eran
conocidos en nuestras Universidades y que aconsejan algunos Planes de estudio. Vid. "Plan
de estudios de Alcalá», pág. 21; "Plan de estudios de Salamanca», pág. 9.
Vale la pena reseñar su biografía: Johann Gottlieb Heineccius nació en 1681 en Eisenberg.
en Turingia. Se dedicó inicialmente a la teología, cuyos estudios cursó en Leipzig, terminán-
dolos en 1703, iniciándose ya en los estudios históricos en el contexto de la historia de la
Iglesia, después de cierta experiencia docente cambia la orientación de sus estudios y marcha
a estudiar a Halle. donde sigue los cursos de tilosofía de J. F. Budaeus y los de Derecho de
Thomasius, Gundlig, Ludewig, Boehmer el canonista y de Stryk el célebre romanista del usus
modernus pandeetarum. Desde 1708 es profesor en la Facultad de Letras de dicha Universidad

136
La otra asignatura que creaba este Plan, la Política, se colocaba en
medio de la carrera, y su contenido se puede deducir por la obra que se
señalaba como de texto, eran las Instituciones políticas, del barón prusiano
van Bielefeld, consejero del rey Federico, autor que, en aquel momento, no
debía ser muy conocido en el país, pues no estaba siquiera traducido; pocos
años después se hicieron y publicaron en España dos traducciones distintas
de su obra, la cual trataba de «la sociedad civil, de las leyes, de la policía, de
la real hacienda... » 96.
, Junto a estas nuevas asignaturas, el resto de la carrera se destinaba al
estudio del Derecho romano y del Derecho nacional. El Derecho romano
se estudiaba, de modo general por el holandés Vinnio y el alemán Heinec-
cio; del Derecho nacional, se estudiaban sobre todo las Leyes de Toro y
algunas partes de la Recopilación, destinando para su estudio una o dos
cátedras de la Facultad 97.

y desde 1713 es profesor ordinario de Filosofia, en 1716 obtiene el doctoradó en Derecho, en


1720 es nombrado profesor extraordinario en la Facultad de Derecho y desde 1721 lo es
ordinario. En 1723 es llamado para enseñar en la Universidad de Franecker en Holanda, pero
vuelve poco después (1725) a Alemania por razones de salud, es profesor en la Universidad de
Franckfort del Oder y en 1733 vuelve a la de HalIe, en donde despliega una gran actividad
académica que aumenta su fama y hace que las Universidades de Leyden y Utrecht le
reclamen, pero las autoridades prusianas no le dejan ya abandonar HalIe, en donde muere en
1741.
96 Jacob von Bielefed fue traducido por Valentín de Foronda, publicándose la obra en
1781, «aumentada con muchas notas originales del traductor", por eso el título de la obra:
Instituciones polfticas. Obra en la que se trata de los reinos de España y Portugal..., no era el
original, sino el adaptado a la traducción reformada que se hizo. Se publicó en Burdeos. En
cambio, don Domingo de la Torre y Molinedo hizo una traducción literal que empezó a
publicarse en Madrid en 1776 y que se titulaba: Instituciones políticas. Obra en que se trata de
la sociedad civil, de las leyes, de la real hacienda ... y, en general, de todo lo que pertenece al
gobierno. Ambas traducciones se hicieron del original francés.
97 Vinnen (Vinius Vinio) es un romanista holandés del siglo XVII (1588-1657), de
religión protestante; sus obras tuvieron un gran éxito en las aulas españolas; enseñó primero
en La Haya y luego fue catedrático de la Universidad de Leyden. Su obra más estudiada
fueron sus Comentarios a la Instituto. la cual, a su vez, reeditó Heineccio con notas suyas.
Del hecho de que en la edición de Ginebra-Lyon de 1729 se mencione su inclusión en el
Indice de Libros prohibidos de la Inquisición de 1707 lleva a pensar que el uso de Vinnio venía
ya del siglo XVII. In quatuor libros institutionum imperalium commentarius academicus et
forensis... Correctus secundum Indicem expurgatorium Sanctisaimae Inquisitionis Hispa-
niae, anno 1707 publicatum... , tomos I y 11 Coloniae Allobrogum et lugdumi, apund fratres
de Tournes 1729. .
El interés pues por la obra de Vinnio llega a España a comienzoa sel siglo XVIII ligado a las
medidas decretadas para que en las Facultades de Leyes se estudiara el derecho patrio junto
con el derecho romano. La obra de Vinnio pareció adecuada para ello.
En 1735 Antonio Torres, profesor de Salamanca, publica una versión de la obra de
Vinnio, aunque sin hacer referencia a éste, Institutiones hispanae practico-theorico commenta-
toe. actore D. Antonio de Torres et Velasco. Salmantino profesore. Matriti, 1735. En la que se
añadían unas notas del derecho español a la obra del jurista holandés. Hay una segunda
edición de 1749.

137
La Facultad de Granada se 'sitúa en la misma línea que la sevillana,
aunque con sus propias peculiaridades, pues sus innovaciones eran crear
una cátedra. de' Historia del Derecho natural, civil y romano, patrio,
público, universal y canónico, que se situaba en el primer año de la carrera
y para la cual se designaba como texto la obra del jurisconsulto italiano
Juan Vicente Gravina, publicada a fines del siglo XVII y que era una
historia del Derecho público romano y de sus fuentes 98. Y, tras el estudio

La primera ediCión en España de la obra de Vinnio se hace en 1779 con correcciones


amplias de Bernardo Joaquín Danvila, catedrático de Filosofia Moral y Derecho Público del
Real Seminario de Nobles de Madrid y académico de la Historia, /n quatuor libros /nstitu-
tionum imperialium commentarius academicus et forensi,\'. Editio nova in usum Hispanae
inventutis adonata. Benito Monfort. Valencia. 1778.
Casi a continuación el catedrático de leyes de la Universidad de Valencia Juan Sala,
publicó otra versión del Vinnio al que llamó Vinnius castigatus. en dos tomos, 1779-1780. El
objeto de este "castigo» era quitar cosas superfluas, dar mayor claridad a ciertos pasajes
oscuros, corregir algunos errores y sustituir las referencias al Derecho de Holanda por las del
Derecho de España.
El éxito de estas obras llevó al abogado Francisco Xavier Soler, de la Academia de
Derecho Público y Español de Madrid, a publicar unas observaciones sobre las ediciones de
los Comentarios de Amoldo Vinnio, ilustrados con Adiciones del Derecho de España, por los
DD. D. Juan Sala y D. Bernardo Joachín Danvila, en la cual realiza algunas correcciones a
estos autores españoles y sus obras respectivas, vid. .J. SEMPERE y GUARINOS. ob. cit.. 1. JI,
página 240.
Pocos años después y seguro que como consecuencia del nuevo Plan de Estudios de la
Universidad valenciana se edita la obra de Vinnio con las adiciones de Heineccio: Institutio-
num imperialium libri /JI/, Amoldi Vinnii... notis il/ustrati. Aeeedunt in eosdem libros lo.
GOIf/ie/ Heinecii... Reci/a/iones e/ sin/agma/is an/iqui/a/um Romanarum compendium suis
loeis par/ieulatim appositum. in usum Seholae Valentinae. Valentioe. Josephi et Thomae de Orga
1 y II 1789, III YIV, 1790, vid. R. FEENSTRA Y C. J. D. WAALL, Seventeenth-Century Leyden
Law Professors. Amsterdam-Oxford. 1975.
Lo normal de las cátedras dedicadas al estudio del Derecho Patrio o Nacional fue que se
destinara una al estudio de las Leyes de Toro y la otra a la Recopilación. Así lo hicieron
Alcalá, Salamanca, Oviedo, etc. Y las que sólo pudieron destinar una cátedra, como Gra-
nada, se seguían en ella ambos estudios. Vid. Planes de estudios respectivos.
_ 98 Juan Vicente Gravina (1664-1740). Su obra se titulaba Originumjuris civilis. libri tres.
publicada por primera vez en Nápoles, en 1708, y una segunda en Leipzig, en 1737, en la que
añadió varios opúsculos sobre el mismo tema. Influyó mucho en otros juristas italianos,
como Muratori, Valdrighi. La obra, por su contenido, está más en la línea de las obras de
Derecho natural que de las rigurosamente históricas. Llamado a Roma por el Papa, a pesar de
sus ideas jansenistas, fue nombrado por-éste profesor de la Sapienza, en un momento en el que
se trató de renovar profundamente esta Universidad. Sus obras completas fueron editaqas en
Venecia en dos tomos en 1758. Vid. Dr. SIMONE.M. R.: La "Sapienza" romanane/ Settecento.
Organizzacione universitaria e ,insequamento del dirillo. Roma, 1981; CANDELA. M.: "I1
problema pegadogico in G. V. Gravina», en Profili storici dell'edueazione giuridiea. Perugia,
1979, págs. 347-385; FOLCHIERI: Gian Vincenzo Gravina. giurista e filosofo. Roma, 1919;
QuoNDAM.AMEDEO: Cultura e ideologia di Gianvineenzo Gravina. Milán, 1968; SERRAI.J. A.:
De vita et scriptis Jani Vincentii Gravinae commentarius. Romae, ex typ. de Rubeis, 1758;
GHISALBERTl. G.: Gianvineenzo Gravina. giurista e storieo. 1962. También citaba la Facultad
granaJina al jurista Jacobo Gotofredo, autor de una obra titulada Quatuorfontes iuris civilis.
Vid. MONTELLS: ob. cit.. pág. 760.

138
del Derecho romano y nacional, venía una cátedra nueva, titulada de
Derecho público universal, civil y eclesiástico, cuya misión era explicar «la
indispensable necesidad que hay de un Imperio Sumo en la sociedad civil y
un Primado o Cabeza en la Iglesia, la independencia y límite de estas dos
supremas Facultades, las diferentes especies de poder supremo, diversas
formas de repúblicas o gobiernos que de él resultan, ponderando las
ventajas del monárquico-hereditario, los oficios y derechos que competen
a los soberanos, que comúnmente se llaman regalías, cuya instrucción es el
principal objeto del Derecho público universal, declarando especialmente
los que respectan a la seguridad externa y tranquilidad interna del Estado;
la dirección de las acciones del vasallo por medio de las leyes; la inspección
y autoridad sobre todas las Universidades, Colegios y Sociedades forma-
dos en el cuerpo del Estado; creación y provisión de cargos y empleos
públicos y erección de tribunales y establecimientos para la Administra-
ción de Justicia» 99. De esta especie de programa de la asignatura podemos
deducir el fuerte espíritu regalista del claustro granadino. Los textos por
los que podía estudiarse eran las obras de Almici, de Anselmo Desing y del
padre Concina; también citaba a Gracia, Puffendorf, Thomasio, Heinec-
cio, Boehmer 1oo •

99 Vid. MONTELLS. F.: ob. cit.. págs. 758-759.


100 Juan Bautista Almici, autor de la obra Instituiones juris naturae et gentium secundum
catholíca principia; no fue editada en España hasta 1789.
Anselmo Desing, benedictino alemán, cuyas obras aconsejadas por el Plan se titulaban
Iuris naturae larva detracta compluribus líbris sub tituto juris naturae prodentibus ut puffendorf-
fianis. heineccianis, wolffianis. etc., 3 vals., Munich, 1753, y Ius gentium redactum ad límites
suos; impugna a los deístas ingleses. Vid. STEGMANN. l.: Anselm Desing, Abt van Ensdorf,
Munich, 1929. Pero con influencia de Hobbes y Shaftesbury. Daniel Concina (1686-1756),
dominico alemán, vivió en Italia casi toda su vida, amigo personal de los Papas Clemente XII
y Benedicto XIV, combatió duramente el probabilismo, y San Alfonso María de Ligorio le
llama autor «rigidísimo", pero con la correspondiente cautela y expurgando de ellas .<10 que
tuvieran digno de censura". MONTELLS: ob. cit., págs. 761-762.
Puffendorf, incluido en el Indice Romano en 1717, fue incluido por primera vez en un
Edicto de la Inquisición en 1747. Vid. DEFOURNEAUX: ob. cit., pág. 32, n. 2.
La Universidad de Oñate también instaló una cátedra de Derecho Natural y Público. Fue
una de las cuatro cátedras de Leyes que se comprometieron las provincias vascongadas a
dotar para salvarla de la supresión y que, aprobadas por el Consejo el 5-11-1777, permitieron
volver a funcionar a las Facultades normalmente y conferir grados mayores, lo que desde
1772 tuvo prohibido. Vid. AJO.e.: ob. cit., 1. VII, págs. 45 y 441. También la Universidad de
Santiago, en su nuevo Plan de estudios de 1771, contaba con una cátedra llamada de Derecho
Público, pero que en realidad se dedicó a Derecho Romano. Vid. CABEZA DE LEÓN. S.: ob. cít..
1. III, págs. 192-193.
Jovellanos lo incluyó en su Plan para el Colegio de Calatrava, proponiendo como autor
para su estudio a Carlos A. Martini, titular de la cátedra de Viena ampliado por Gracia,
Puffendorf y Wolfio, «Reglamento para el Colegio de Calatrava", en Obras, B.A.E., 1. 46, vol.
1, pág. 210.
En la Universidad de Viena, la cátedra de Derecho Natural fue creada en 1754 y confiada a
Karl Anton van Martini, que fue consejero del emperador José 11. Martini enseñaba que la

139
El resto de la carrera lo constituía el estudio del Derecho romano y del
Derecho nacional; con respecto a este último hay que resaltar que señaló
como texto l~s Instituciones de Asso y De Manuel, que acababan de
publicarse 101, adelantándose así en más de treinta años a la famosa disposi-
ción del ministro Caballero, que impuso esta obra como texto en todas las
Universidades. También se citaban los Discursos, de Juan Francisco de
Castro, una de las obras más conocidas de las que se habían publicado,
criticando los vicios de la Jurisprudencia 102.
La Facultad de Alcalá se mantenía en la línea innovadora en que se
encuentra todo el Plan de aquella Universidad, aunque no llegaba al tono
de las anteriores, pues entre otras cosas no creaba cátedra de Derecho
natural ni similar; en cambio, el Plan está redactado en un tono muy
regalista, en que se prodigan las alabanzas al rey por haber ordenado la
reforma de las Universidades, comparándole a Luis XIV, del que era

autoridad del monarca emanaba de la comunidad que le había conferido sus poderes por
medio de un contrato de sumisión, pero este contrato no quiere decir que el pueblo renuncie a
sus derechos innatos que los conserva, «así como los derechos sociales q¡ue han obtenido por
medio del contrato de sumisión, por el que cada individuo ha prometido a la sociedad y la
sociedad ha prometido a cada individuo promover su bienestar mutuo. El contrato de
sumisiÓn no confiere al gobernante más poder del que es necesario para los logros del objetivo
social. No puede sobrepasarse esta limitación de poder sin olvidar los derechos de sus
súbditos».
En general, la obra de Martini está claramente influenciada por Wolff.
Karl Anton von Martini nació en el sur del Tirol, en 1726, tras una primera etapa de
formación en Trento, influenciado por Muratori, entra en contacto con las obras de Puffen-
dorf, Thomasius y Wolffy prosigue su formación filosófica en Insbruck desde 1741. Obligado
por su padre a entrar en la Orden capuchina, comienza el estudio de la teología a la vez que
sigue los cursos de Derecho Natural y de gentes de P. J. Riegger, uno de los ideólogos del
josefinismo. Completa sus estudios en Viena, en donde obtiene el doctorado y, tras varios
años de viajar por Europa, la emperatriz María Teresa le confía la cátedra de Derecho
Natural y de gentes que, en 1754, crea en la Universidad de Viena a propuesta de Riegger.
SEIFERT. E.: Paul Joseph Riegger (/705-1775). Ein Beitrag zur theoretischen Grundlegung des
josephinisten Staatskirchenrechts. Duncker & Humblot, Berlín, 1973. Posteriormente, tam-
bién se encargará de la enseñanza del Derecho Romano y, a partir de este momento, publica
sus obras jurídicas que abarcan todas las ramas del Derecho. Un manual de Derecho Romano
titulado Ordo historial juris civilis (Viena, 1755), Positiones de lege naturali (Viena, 1762),
Positiones de Jure civitatis (1768) YExercitat;ones de Jure naturali (1770). Además, desde 1773,
trabajó en la codificación del Derecho civil austríaco y elabora el famoso proyecto de Código
que lleva su nombre y que se introduce en Galizia occidental. Estos trabajos los compagina
con los de miembro de la Comisión encargada de la supresión de la Orden de los jesuitas yde
la reforma general de la Instrucción pública, abandonando su carrera académica para
consagrarse a las reformas emprendidas por José 11 y continuadas por sus sucesores. Vid.
KLEIN-BRUCKSCHWAIGER, F.: Karl Amon von Martini in der Zeit del spaten Naturrechts.
Festschrift K. Haff, Insbruck, 1950, págs. 120 y s.
101 JORDÁN DE Asso. IGNACIO. y DE MANUEL RODRíGUEZ, MIGUEL: Instituciones del

Derecho Civil de Castilla. Madrid, 1776. Vid. SEMPERE, J.: ob. cit.• t. IV, pág. 148.
102 La obra de JUAN FRANCISCO DE CASTRO era Discursos criticos sobre las leyes y sus

intérpretes. publicada en Madrid, en 1765; tuvo una segunda edición en 1829.

140
legítimo descendiente y biznieto, que había sido el último restaurador de
las Ciencias en aquel reino. La reforma llevada a cabo, en realidad, creaba
una Facultad nueva, la de Leyes o Jurisprudencia, pues hasta entonces,
como consecuencia de la prohibición de Cisneros, en Alcalá sólo se habían
estudiado Cánones. El claustro se creyó obligado a hacer una serie de
consideraciones sobre la forma en que se establecían los estudios de leyes,
respetando, sin embargo, la mente del fundador, por aquella advertencia
que habían recibido de que, en principio, debían respetar las constitucio-
nes fundacionales. La falta de medios para crear nuevas cátedras impedía
constituir propiamente dos Facultades, de manera que con las ocho cáte-
dras que existían se estableció un Plan de estudios de ambos derechos; est~
misma escasez de medios impedía el establecimiento de cátedras de Dere-
cho natural y de gentes, de Historia universal y romana, de Cronología y
Geografía, de Política o de Derecho público. De manera que la carrera
debía comenzar directamente por el estudio del Derecho romano, a conti-
nuación se estudiaban los Cánones, que veremos en su lugar correspon-
diente, y, finalmente, los dos últimos años se dedicaban a las Leyes del
Reino, que debía comenzar por el estudio de un tratado de legibus interpre-
tationes y epikeia, y luego debían estudiarse las Leyes de Toro y la Nueva
Recopilación 103.
La Facultad de Valencia cierra el examen de las Facultades reformis-
tas. Creaba cátedra de Derecho natural, teniendo por texto el Almici, igual
que Granada, y señalaba también, para el estudio del Derecho nacional,
las Instituciones de Asso y De Manuel, añadiendo que el estudio del
Derecho romano debía de hacerse omitiendo todos aquellos títulos que
trataban de solemnidades, sutilezas y de cosas que no tenían analogía con
nuestra Jurisprudencia, y, en cambio, advirtiendo la correspondencia del

103 La antigua Facultad de Cánones contemplaba hasta seis supuestos distintos para
transformarse en una Facultad de Jurisprudencia. Tras lo cual planteaba la siguiente carrera,
que comenzaba con el curso de Derecho Romano, estudio que ya había sido introducido e~ la
Universidad, a pesar de haber estado sólo dedicada al Derecho Canónico, y sobre el que,
aunque se admite su necesidad, hay una cierta crítica: "La Jurisprudencia del Imperio
Romano, como si en el mundo no hubiera otras leyes, es llamada el Derecho por excelencia, y
dura su Imperio, aunque el Romano expiró tantos siglos hace, quedándole esta gloria de
haber dado leyes que reconozca casi toda la Tierra... El estudio comprendía las Instituciones
de Justiniano, por Vinnio, Heineccio, o la Paráfrasis. de Daniel Galtier, profesor de la
Universidad de Tolosa, muy alabada por don Gregorio Mayáns, en un juicio que le hizo al
editarse la obra de Valencia en 1728. Que debía completarse con los Comentarios del
romanista de Colonia, Nicasio Voerdá, que, aunque poco conocido en España, decía que era
muy apropiado; también aconsejaba la obra de Felipe Vicent,jurista francés. Señalando estos
autores, la Universidad consideraba que respetaba la mente de su fundador, que había
querido realizar su fundación a imagen de la de París.

141
Derecho civil ~on el natural y las diferencias entre nuestras leyes y las
romanas 104.
Las Facultades que presentaban Planes tradicionales se caracteriza-
ban, como hemos dicho, porque no planteaban la creación de la nueva
cátedra de Derecho natural; en cambio, sí, como las otras, concedían más
importancia al estudio del Derecho nacional 105. Esto originó una separa-
ción de los Planes de estudio de las Facultades de Leyes y Cánones,
dejando como consecuencia el que para obtener el título en ambos dere-
chos se requirieran dos exámenes, uno en cada Facultad, cortándose así
con los abusos que en este punto se habían dado. Igualmente, y por la
misma razón, se" prohibió a los bachilleres, sólo en Cánones, que pudieran
recibirse de abogados en las Audiencias, haciéndose requisito imprescindi-
ble para desempeñar la profesión el ser bachiller en Leyes, de esta manera
también se cortó el abuso al que se había llegado de poder ser abogado sin
haber pasado por una Facultad. Los exámenes de Audiencia se siguieron
permitiendo, aunque con ese preciso requisito en el candidato, y el grado
de licenciado en leyes se hizo equivalente a dicho examen, es decir, autori-
zaba ya, sin más requisitos, a ejercitar legalmente la abogacía, de esta
manera se procuraba elevar la formación científica de los juristas, tan
decadente por los abusos de que se habían ido rodeando los exámenes de
Audiencia 106.

104 «Plan de estudios de Valencia de 1787».


lOS La Facultad de Valladolid, tras comenzar su Plan diciend.o que «desde Julio César
reina la confusión y turbáción en el Derecho», hacía un recorrido histórico de la enseñanza
jurídica, llegando a la conclusión de que eran insuficientes cuatro años para estudiar esta
carrera y que era necesrio el estudio del Derecho Romano, a pesar de sus defectos y de no estar
vigente; cita también a Juan Francisco de Castro y sus Discursos críticos. Se muestra, sin
embargo, propicia a dar importancia al estudio del Derecho Nacional, con una frase de
mucho sabor regalista, en que, tras referirse a la resistencia que habían puesto las Facultades a
la admisión de este estudio, decía que «ni esta resistencia era propia de una Universidad, cuyo
honor consiste únicamente en vivir bajo la benévola protección de nuestro excelso Monarca,
cuyos Reales Decretos, igualmente que los de sus gloriosos antecesores, hemos obedecido con
la más escrupulosa observancia». Recordaba las disposiciones de Felipe V, de 1713 y 1714,
que habían ordenado el estudio del Derecho Patrio, y, finalmente, proponía en su nuevo Plan
de estudios destinar dos cátedras a este fin, pero como estas cátedras quedaban fuera de los
estudios prescritos para ganar el grado de bachiller, había que exigir que para recibirse de
abogado fuera necesario presentar justificación de haber estudiado en estas cátedras, y
debería comunicarse esto a las Audiencias para que lo exigieran. Pero esta propuesta de
Valladolid no prosperó. El libro que aconsejaba para el estudio del Derecho Nacional era el
de Torres y Velasco, profesor de la Universidad de Salamanca, y titulado Institutiones
hispanae practico-theoricae commentatae; en cambio, sobre la Instituta de Berni hacía un
juicio muy negativo. También recordaba la obra de Antonio Pérez. ALCaCER, M.: ob. cit.,
tomo IV; Bio-bibliografías de juristas célebres. págs. I-XX.
106 «Con declaración, asimismo, de que no se admitirán, al examen para abogados, a los
que traxeren grados recibidos de Bachiller en la Facultad de Cánones; entendiéndose esta

142
No fue, sin embargo, satisfactorio todavía el resultado obtenido con
estos nuevos Planes de estudio en las Facultades de Leyes; pesaba mucho
todavía la rutina de tantos siglos; Campomanes rechaza la publicación
poco después de una obra que pretendía responder a los Nuevos Planes de
Instituciones de Derecho español, porque, entre otras cosas, estaba escrita
parte en latín y parte en castellano 107.
M. Peset 108 en un largo trabajo sobre Derecho romano y Derecho
nacional en el siglo XVIII apunta, como principales causas de las dificulta-
des de la introducción del Derecho nacional en los estudios de Leyes, la
resistencia de los colegiales y el miedo a crear una clase numerosa de
profesionales que pusiera a prueba los cimientos del Antiguo Régimen,
preocupación que surgirá más adelante, sobre todo, en el reinado de
Carlos IV, de reducir el número de abogados del país. Sin embargo, la
resistencia de los colegiales es evidente hasta estas reformas, pero no
después, y la preocupación por el número excesivo de abogados no era sólo
por razones ideológicas, sino que venía de antes y va ligada a la difícil
salida profesional que tenían los que estudiaban Leyes al terminar la
carrera académica; en este sentido es muy expresiva la carta que un
abogado de La Coruña, Somoza de Montsoriú, envía a Campomanes en
1770, proponiéndole ideas para resolver la mala situación social y profe-
sional en que se desenvolvían los abogados. Situación que contribuiría,
naturalmente, a su radicalización ideológica 109.
Este estancamiento de las Facultades universitarias permitió, en cam-
bio, la aparición de Academias de Derecho en Madrid, a donde acudían en
busca de trabajo la mayoría de los que terminaban en España la carrera de
Leyes y que se dedicaron al cultivo del Derecho nacional y del Derecho
público, fundamentalmente.

declaración sin perjuicio de los graduados hasta el presente curso inclusive; empezando la
observancia desde el principio del próximo curso venidero; y que lo mismo se prevenga a las
demás Universidades, por necesitarse para los que en adelante exerzan la abogacía, el grado
de bachiller en leyes como calidad precisa, sin perjuicio de que lo puedan recibir en ambos
derechos como distintos exámenes... Orden de 16-1-1773 y Resolución de 18-XII-1804. Vid.
Novísima. Libro VIII, Título VIII, Ley XIV.
107 Carta a D. Aniceto de la Cruz devolviendo su obra sobre Instituciones de Derecho
español. Dictamen sobre esta obra, Madrid, 21-VIII-1783, Docto. 33-9 del Archivo
Campomanes.
108 PESET REIG, M.: Derecho romano y real en las Universidades del siglo XVIII. A.H.D.E.,
t. XLV, 1975, págs. 273-340, y del mismo autor Laformación de los juristas y su acceso alforo
en el tránsito de los siglos XVIII y XIX R.G.L.J., LXII, 1971, págs. 605-672.
109 Somoza de Montsoriú. Carta a Campomanes adjuntándole su proyecto sobre recom-
pensas debidas a los juristas de España, La Coruña, 28-IV-I770, Docto. 33-8 del Archivo
Campomanes.

143
Las Academias de Derecho, en Madrid, empezaron a crearse ya a
comienzos del reinado de Carlos III, bajo el patrocinio directo del rey, la
primera fue la Real Academia de Práctica de Leyes de estos Reynos y. de
Derecho público de Santa Bárbara, establecida en el Oratorio de .los
Padres del Salvador en 1761 y Cédula del Consejo de 1763.
En 1773 se aprobaron las ordenanzas o estatutos de la Academia de
Sagrados Cánones, Liturgia, Historia y Disciplina Eclesiástica de San
Isidoro en el Oratorio de San Felipe Neri.
En 1775, la Academia de jurisprudencia teórico-práctica establecida en
la casa de los Clérigos Menores del Espíritu Santo. En 1779, la Academia
de Jurisprudencia de Nuestra Señora del Carmen. En 1780, la Academia .
del Derecho civil y canónico de la Purísima Concepción. En 1785, la
Academia de Derecho de Carlos III, instalada a partir de entonces es el
convento de San Felipe el Real. En 1795 se aprobaron nuevas constitucio-
nes para la Academia de Jurisprudencia Práctica de la Purísima Concep-
ción de los Reales Estudios de San Isidro.
La labor de estas Academias se consideró, finalmente, contraprodu-
cente, ya en los últimos años del reinado de Carlos IV, por lo que por Real
Orden de 21 de agosto de 1804 fueron puestas en situación previa a su
desaparición definitiva, al:prohibirse que se admitieran más individuos en
las seis Academias que existían y que, por consiguiente, desaparecieran
cuando no hubiera ya número suficiente de miembros para que subsistie-
ran 110. La medida, como la de la reducción del número de abogados que
podían ejercer la profesión, iba dirigida contra este sector profesional,
considerado cada vez más peligroso 111.
Sobre la libertad con que se hablaba en las Academias tenemos, por
ejemplo, un extracto de un discurso en que el autor decía: la soberania cces
autoridad que pertenece esencialmente al cuerpo de la sociedad... Atien-
dan, pues, las Autoridades Soberanas, y sepan en primer lugar que su
conservación depende de la recta administración de justicia y de la mayor
felicidad de la sociedad» 112.

110 Vid: SANZ y BAREA: Memoria histórica de las Academias de Derecho y práctica forense
conocidas en esta corte. Madrid, 1840.
Acta de la sesión inaugural celebrada el 6 de enero de 1844 en la Academia Matritense de
Legislación. Madrid, 1844. Vid. también Novísima Recopilación. Libro VIII, Título XX,
Ley IV,
111 PESET, M.: La recepción de las órdenes del marqués de Cabal/ero de 1802 en la
Universidad de Valencia. Exceso de abogados y reforma de los estudios de Leyes. Saitabi, XIX,
1969, pág. 119.
112 Extracto de un discurso sobre el origen de la Magistratura leído en la Real Academia

144
Isidoro de Antillón, el conocido geógrafo liberal, pero también doctor
en ambos derechos, recuerda así a la Real Academia Matritet:J.se de Dere-
cho Español y Público, de la que formó parte: «Congreso de jóvenes
honrados que, arrostrando las cárceles, los destierros y toda la indignación
del favorito y de los ministros, discutían libremente cuestiones muy delica-
das de moral y de política, raciocinaban sobre la·libertad del ciudadano y
sobre la constitución de las sociedades... jamás se presentan recuerdos más
halagüeños que los de nuestro íntimo trato"de nuestro entusiasmo por el
bien y la felicidad de los hombres, de nuestros votos por la destrucción de
un gobierno tan opresor como insensato y por la mejora de las institucio-
nes yde las leyes, de nuestra consagración en fin por la santa filosofía y el
azote siempre levantado de la tiranía recelosa» 113.

C) LAS FACULTADES DE CÁNONES

Estos estudios, con los de Leyes, habían coexistido con unas interferen-
cias confusas y que, además, variaban para cada Universidad, produ-
ciendo una situación caótica de la que se favorecían los estudiantes, que
obtenían sin grandes dificultades los grados en ambas facultades sin
necesidad de estudiar dos carreras.
Los planes nuevos tendieron a separar ambos estudios, estableciendo
sólo algunas equivalencias imprescindibles; así, en todos los Planes de la
carrera de Leyes había un año reservado para el estudio del Derecho
canónico, estudio que respondía a los principios galicanos y regalistas, que
imperaban en aquellos momentos y que eran los que justificaban el estudio
del Derecho canónico por los legistas. El Plan de Alcalá expresaba clara-
mente estas preocupaciones regalistas. Juzgaba como decadentes los estu-
dios canónicos en ese momento por el uso que se hacía en su estudio de
textos que defendían muchos principios contrarios a los derechos reales,
mientras que otros textos, que podrían señalarse en vez de aquéllos,
estaban prohibidos a pesar de que no tocaban ni ofendían al dogma y
terminaba diciendo que el que nuestro clero y estado eclesiástico se carac-
terizara por defender las pretensiones ultramontanas como propias, en lo
que había preocupación, era dificultad grande para implantar el genuino
estudio de los Cánones 114.

de Derecho Español... por el licenciado don Ramón María Zuazo, en 1 de abril de 1794.
Memorial Literario, enero de 1795, parte 2.·, tomo VII, págs. 29-51, las citas en págs. 32 y 36.
113 DE ANTlLLÓN, 1.: Disertación sobre el origen de la esclavitud de los negros, motivos que
la han perpetuado. ventajas que se le atribuyen y medios que podrían adoptarse para hacer
prosperar nuestras colonias sin la esclavitud de los negros. Mallorca, Imprenta de Miguel
Domingo, 1811, III-IV.
114 "Por eso en ninguna Facultad hay tanta necesidad de reformar el método antiguo,

145
LA ILUSTRACION y LA REFORMA... -lO
Como consecuencia de esta manera de pensar, muy generalizada en los
claustros universitarios en el momento en que se elaboran estos Planes, la
reforma se caracteriza por la implantación de textos de los regalistas y
jansenistas más conocidos de Europa. Esta elección de los canonistas
extranjeros en vez de españoles lo justificaba la Facultad de Alcalá, porque
los autores de nuestro país habían sido muy poco cuidadosos en respetar
los derechos de la Corona y las libertades de la Iglesia española, como
habían sabido hacer, por ejemplo, los autores franceses 115. En los nuevos

como en la de Cánones: por una parte, la libertad de hacer el estudio y repasar en particular,
sin asistir a las aulas y a los Maestros públicos de que se ha hablado; por otra, la mayor parte
de Institutas y Comentarios Canónicos, que abrazan muchos principios contrarios a los
Derechos Reales, principalmente en los títulos "De constitutionibus", "de majoritate", "de
judicia", "de foro competente", "de inmunitate", y algunos otros; por otra, la prohibición de
muchos autores, que aunque no toque, ni ofendan el Dogma, se extiende no sólo a los
ignorantes, sino a los Maestros y Doctores, no obstante el ningún riesgo de que éstos los
manejan; por otra, el sostener generalmente nuestro clero y estado eclesiástico, las pretensio-
'nes ultramontanas como propias, en que hay alguna preocupación, son otros tantos impedi-
mentos del genuino estudio de Cánones, y de su enseñanza, compatible con nuestro Derecho
Patrio." «Plan de estudios de Alcalá de 1771 ", en Colección.... pág. 138.
liS Inocencio Cironio, profesor y cancelario de Toulouse, será el autor escogido para el
estudio de los Elementos e Instituta Canónica, pues decía de él: «este sólido y profundo
canonista... escribió con mucho acierto; y aunque no incurre en la tacha de extender más de lo
justo la Potestad eclesiástica, tampoco en el extremo opuesto es reprehensible". ¡bid.. págs.
142-143.
Para el segundo año, la elección era aún más dificil: no consideraba a los autores españoles
lo suficientemente respetuosos con las Regalías de la Corona y Pedro Gilbert, autor de Corpus
¡uris Canonici per regulas naturali ordine dispositas. era demasiado extenso. Engel o Zoesio
eran, por eso, por los que se inclinaba finalmente. ¡bid.. págs. 144-148.
El Derecho Canónico se estudiaba por las Prenociones de Doujat y su Compendio
histórico de este Derecho, y para el otro año, que estaba dedicado a los Concilios Generales y
Nacionales, se aconsejaba las Sumas de Cabasucio, Carranza, Bails, completadas con la obra
de Berardi, sobre todo para conocer la relación con el Decreto de Graciano, el cual no se
estudiaba en ningún otro lugar de la carrera. ¡bíd.. págs. 163 y s. De todos estos autores, el que
más se utilizó fue Cabasucio (lean Cabasut, 1604-1685), oratoriano francés y consultor del
Cardenal Grimaldi. Su obra se titulaba ¡uris canonici. theoria et praxis. Lugduni, 1698. Como
teólogo, fue probabiliorista.
El Informe de Valladolid, al señalar los libros de texto, decía del canonista español Pedro
Murillo que era muy bueno, pero no se podía aconsejar «por el riesgo que puede ocasionar su
estudio y los perjuicios que de su doctrina se pueden originar a las regalías", por eso prefería
señalar a autores como Cironio, Van Espen, la obra titulada Abregé historique de droit canon
contenant des remarques sur le decret de Gratien avec des disertations sur les plus importantes
materies de la discipline de L'Eglise. et de la Morale chretienne, aparecida en León (sic), se
refiere a Lyon, en 1690, o el Erant in Decretum Gratianum, cuyos autores no aparecían en los
textos ni la Universidad los conocía.
La obra del canonista italiano Sebastián Berardi le parecía muy útil, aunque demasiado
extensa, la señalaba junto a la de Antonio Agustín. Para los Concilios Generales y Nacionales
se indicaba a Cabasucio y Aguirre, respectivamente. Vid. ALcacER, M., y RIVERA, S.: ob. cit.,
págs. XXVI y s.
Los canonistas más señalados por el resto de las Facultades eran: Carlos Sebastián
Berardi (1719-1768), profesor de Derecho Canónico y prefecto de la Universidad de Turín,

146
Planes de estudio, también por el influjo de estas ideas, se introdujo el
estudio de los Concilios y de la legislación de la Iglesia anterior al Decreto
de Graciano, dedicando un estudio especial a los Concilios nacionales y la
disciplina particular de la Igle'sia de España. Los cánones estudiados hasta
entonces caen en el descrédito, pues se considera que son falsas decretales
introducidas para lograr la centralización de la Iglesia 116. En la elección de
los autores por los que debían seguirse los estudios, las Facultades coinci-
dieron, en general, en adoptar a los mismos en todas ellas, estableciéndose
en este punto una cierta uniformidad, que no se dio en otras Facultades. El
autor más generalizado fue el jansenista belga Van Espen, profesor en la
Universidad de Lovaina, de donde acabó siendo expulsado por sus ideas,
que le llevaron a defender a los apelantes de la Bula Unigenitus, y la validez
de las consagraciones episcopales que había realizado el obispo herético de
Utrecht. Su prestigio en nuestro país alcanzó gran altura, reflejo del cual
son las siguientes palabras de Jovellanos, al designarle como autor por el
que debía estudiarse en el Colegio de Calatrava, de Salamanca: «y pues que
el voto universal de los buenos y sabios canonistas ha dado preferencia
entre todos al tratado del derecho eclesiástico universal de Bernardo Van
Espen, por la abundancia y elección de su doctrina, por la pureza y

autor de Institutiones juris eclesiastici (1769) YCommentaria. que fue elegida por las Universi-
dades españolas, y otras obras de tendencia regalista. Vid. LEZIROLI, G.: "Le leggi ecclesiasti-
che nel pensiero di C. S..Berardi e nella realtá ecclesiale moderna», en La norma en el Derecho
Canónico. E.U.N.S.A., Pamplona, 1979. La obra de Berardi fue incluso traducida al caste-
llano, Instituciones de Derecho Eclesiástico. Obra póstuma dividida en dos partes, traducida al
castellano e ilustrada con notas del Dr. D. Joaquín Antonio del Camino, Madrid, Imprenta
de la Vda. de Ibarra, 1791, 2 tomos.
Juan Lorenzo Selvaggio, señalado por Granada, es un canonista y arqueólogo napolitano
(1728-1772). Profesor de Derecho Canónico, escribió Institutionum canonicarum libri tres
(1770). Su otra obra Antiquitatum eclesiasticarum institutiones (1771), también fue citada en
los Planes de estudio.
Lancelotti, canonista italiano del siglo XVI, autor de De comparatione iuris pontifice et
caesari et utriusque interpretandi ratione. Lugduni, 1574, y unas Instituciones canónicas,
escritas por encargo del Papa Paulo IV.
De Cabasucio se recomendaba su Suma de Concilios.
Sin embargo, por encima de todos ellos, como veremos, se utilizará a Van Espen.
116 Vid. las opiniones de Mayáns, a este respecto, en MESTRE, A.: ob. cit.. págs. 344 y s.
Vid. también LE BRAS, G., y FOURNIER, P.: Histoire des co/lections canoniques en Occident. y
G. M. DE J OVELLANOS, que en su "Plan de estudios para el Colegio de Calatrava, de
Salamanca .., en la parte dedicada al estudio de los Cánones, ataca el abuso de que hasta
entonces se hubiera reducido el estudio del Derecho Canónico al Decreto de Graciano y
Decretales papales posteriores, proponiendo como fundamental el estudio de los Cánones de
los ocho primeros siglos de la Iglesia. '
Los autores que aconsejaba para el estudio de los Cánones eran filojansenistas y regalis-
tas; ya designados en muchos Planes de estudios de las Universidades: Lackis, Berti, Pellicia,
Berardi. Vid. "Reglamento literario e institucional para el Colegio de Calatrava.. , en Obras.
ed. B.A.E., t. 46, voll, págs. 169 y s.

147
exactitud de sus principios, tomados en las fuentes más puras, y por la sana
e ilustrada crítica con que los ha derivado de ella y aplicado a las diferentes
materias que abraza el estudio canónico, mandamos que, por ahora, y
mientras no salga a luz otra obra libre de algunos defectos que conocemos
todavía en ésta, ella sola se estudie en el Colegio y que los regentes· no
puedan explicar por otra alguna el derecho eclesiástico universal, sin
previa y expresa licencia del Consejo» 117. Y Mayáns hace igualmente la
apología del canonista belga, considerando que todo plan de estudios
debía basarse en su obra, «este methodo compuesto de las obras de dos
solos autores i essos catholicos como fueron Cironio i Van Espen, es
científico extendido en la doctrina, methódico, breve i claro. No ai otros
autores acomodados a las escuelas en cuyas obras se hallen todas esas
circunstancias». La condición de «apelante», y, por tanto, su jansenismo
era conocido en España, por eso sus introductores trataron de justificar su
posición ideológica y salvarle de toda posible condena. Mayáns, que lo
conocía ya desde mediados de siglo, por tanto, varios años antes de que se
planteara la reforma universitaria, lo había aconsejado a varios sacer.dotes
e incluso obispos, y había aclarado que para él Van Espen no era janse-
nista; era ésta una simple acusación de los jesuitas, tan injusta como las que
habían hecho contra otros autores que no pertenecían a su escuela 118. Para

117 Bernardo Zeger Van Espen (1646-1726) fue profesor de Lovaina desde 1675 hasta que

fue expulsado poco antes de su muerte por su actitud favorable a los apelantes, refugiándose
entonces en HQlanda, donde murió. Sus obras más importantes fueron: Ius eclesiasticum
universum. que fue el de más fama, publicado en 1701 y censurado por Roma en 1704, conoció
11 ediciones: Lovaina, Colonia, Venecia, Ruán, Lyon y Madrid. Y sus Comentarios al Decreto
de Gradano.
Sobre su obra e influencia han escrito, entre otros, JADIN, L.: «Documentation originale
sur le debut du schisme janseniste aux Pays Bas (1706-1727)", en Revue de Histoire Eclesiasti-
que. vol. LV, núm. 4, Lovaina, 1960, págs. 935 y s.; HAAG, H.: Les origines du catolicisme
liberal en Belgique. Lovaina, 1960; LECLERQ, G.: Z. B. Van Espen (/646-1728) et I'autorité
edesiastiqué. Zurich, 1964, y NUlTlNCK, M.: La vie et l'oeuvre de Zeger-Bernard Van Espen. Un
canonistejanséniste. gallican et régalien á I'Université de Louvain (1646-1728). Louvain, 1969.
Su jurisdiccionalismo, como el de Febronio, Sounenfelds, Eybel, se une a la traducción
iusnaturalista de origen protestante que se hace en los países católicos y constituye una línea
idelógica de gran influencia en estos países.
JOVELLANOS lo aconseja en «Reglamento Iiberario e institucional para el Colegio de
Calatrava, de Salamanca", en Obras. ed. B.A.E., t. 46, vol. 1, págs. 160 y s.
118 Mayáns concedía una gran importancia al estudio del Derecho Canónico, hasta el

punto de decir que «para ser un buen teólogo es menester ser buen canonista. Lo conseguirá
V. S. estudiando bien todas las obras de Van Espen", en una carta del 13-VI-1763. Vid.
MESTRE: ob. cit.• págs. 344 y s.
Mayáns trata de reducir el empleo de la acusación de jansenista a aquellos en cuyas obras
pueden encontrarse las cinco proposiciones condenadas. Vid. M ESTRE: ob. cit.. págs. 399-400.
Van Espen, Eybel, Roselli, Tamburini, Engel, Gmeiner, Cavalario, entre otros canonistas
sefialados por los Planes, están en el Indice de la Inquisición. Vid. págs. 272,20,23,51,88, 10.

148
comprender bien que incluso las personas más ortodoxas no tuvieran
inconveniente en recomendar a este autor y otros de la misma tendencia,
hay que tener en cuenta la gran confusión que sobre todas estas cuestiones
produjo la publicación por la Inquisición española del índice de. libros
prohibidos del año 1748, hecho por varios jesuitas, los cuales, dejándose
llevar de la pasión de las luchas teológicas, incluyeron en él a una serie de
autores ortodoxos, pero que habían polemizado con los autores de la
escuela jesuítica. Especialmente escandalosa fue la inclusión en él de las
obras del cardenal Noris, agustino y amigo personal del Papa Benedicto-
XIV, el cual dirigió al rey una carta pidiendo que fueran sacadas del Indice
las citadas obras; igualmente fue incluido el dominico Serry y algún otro
autor más. Todo lo cual dio lugar a un complejo incidente y a que se
extendiera la opinión de que la elaboración de aquel Indice se había
llevado a cabo con una gran parcialidad y que los jesuitas se habían
aprovechado de la situación para hacer un trabajo de partido 119.
Así, Van Espen y otros autor~s eran presentados como una tercera
corriente teológica entre los dos extremos, constituidos por 'los herejes
jansenistas propiamente dichos y los jesuitas. Es precisamente lo que se
conoció en Francia y los Países Bajos con el nombre del «Tiers Parti», al
cual le ha dedicado Appolis un importante libro, pero en el que no entra en
la posible influencia en España de tal corriente, lo que está poco
estudiado 120,

119 Sobre este incidente, vid. GARCÍA MIRALLES. M.: «El obispo Pérez Prado» en Teruel.

núm. 10, 1953. El obispo de Teruel, Pérez de Prado, era el Inquisidor General. Vid. también
DEFOURNEAUX, M.: L'Inquisition et les Iivresfrancaises au XVIII siée/e. París, 1968, pág. 56.
El Cardenal Noris,junto con otros agustinos, como Berti, cuyas obras se introdujeron en
España con motivo de los Planes de estudio, ha sido encuadrado dentro del grupo filojanse-
nista que se formó en Roma. Vid. RoJO. F.: «Ensayo bibliográfico de Noris, Belleli y Berti», en
Analecta Agustiniana. 26, 1963; PRECLlN y JARRY: ob. cit.. 1. XIX, vol. 1, pág. 269. El P.
Jacinto Serry, saboyano, perteneciente a la Orden dominica, fue amigo personal de Quesnel,
lo que le hizo sospechoso de ciertas concomitancias con la herejía quesneliana. Sus obras más
importantes se titulan: Prenotiones theologicae-dogmaticae-polemicae-scholasticae.... Vene-
tiis, 1742, e Historia Congregationum de auxiliis divinae gratiae (4 vals., Lovanii, 1700), que es
una de las obras fundamentales del antijesuitismo y del filojansenismo, fue profesor de la
Universidad de Padua. Vid. ibíd., pág. 268.
Los jesuitas españoles que elaboraron el Indice tuvieron como fuente la Bibliotheca
jansenística. del P. Colonia, también jesuita, en la que incluyó arbitrariamente a todo autor
que no pertenecía a la escuela jesuítica.
120 Mestre, en su obra, considera a Van Espen, Muratori y otros personajes afines, que

tanto influyeron en los «ilustrados» españoles, especialmente en los aspectos que estamos
estudiando como hombres del «tercer partido», según el esquema de ApPoLls:Entrejansenis-
tes et «zelanti» le Tiers Parti catholique au XVIII sil~e/e. Vid. ob. cit.. págs. 396 Y s., especial-
mente pág. 410.

149
Van Espen respondía mejor que cualquier otro autor al pensamiento
regalista que en ese momento privaba absolutamente en los gobernantes
españoles, por tanto, no es de extrañar su acogida, el incidente que motivó
la creación de 'os censores regios es suficiente para mostrar el interés d~l
Gobierno en formar buenos canonistas. También Mayáns expresa, en una
frase suya, qué era lo que se entendía por un buen canonista: «cualquiera
que no estudie los Cánones, de la manera que se deben saber, es un mal
canonista, doctor de falsas opiniones, i además de esto, antirregalista. El
canonista perfecto debe distinguir los derechos de las dos supremas potes-
tades, espiritual y temporal» 121. Se buscaba la exaltación del poder civil y el
conciliarismo, éstos son los dos objetivos fundamentales en los que venían,
además, a coincidir plenamente en los países católicos las ideas de la
Ilustración y el Estado absolutos, pues ambos buscaban destruir la pode-
rosa influencia de la Iglesia y abolir sus privilegios 122. El regalismo, por
otra parte, contaba ya, en la España de antes, con una fuerte tradición, que
vino a ser avivada, en primer lugar, por la influencia de las ideas galicanas,
que ya venían influyendo desde principios del siglo, especialmente a través
de Bossuet, pero que recibieron su impulso fundamental con la introduc-
ción de estos planes de estudio que formaran en esta ideología a los
universitarios españoles, a partir de este momento y que tendrá una
ocasión de manifestarse ampliamente en las Cortes de Cádiz; en ellas los
Villanueva, Llorente, Muñoz Torrero, etc., no harán sino exponer las ideas
en que habían sido formados a su paso por las aulas univ~rsitarias 123.

. 121 Vid. MESTRE: ob. cit., pág. 345.


122 El conciliarismo iba unido a la exaltación de la autoridad episcopal no sólo frente a
Roma, sino internamente en sus diócesis, y concretamente con respecto a los religiosos. Así
decía Mayáns en una de sus cartas: "Mui señor mío i mi amigo: los frailes necesitan de estudiar
el Repágulo Canónico de Van Espen para saber la obediencia que deven a sus obispos.» Ibíd..
pág. 287. Vid. VALJAVEC: ob. cit.. págs. 297-298.
123 Los libros que usará, por ejemplo, Mayáns para defender el Patronato Real serán los
españoles del siglo xv y XVI, como Alava Esquivel, Salgado, P. J. Belluga, y los franceses
Bossuet, Pedro de Marca (1595-1662), obispo francés, autor de Concordia sacerdotii et imperii
seu de Iibertatibus ecclesiae gallicanae; el ya conocido Noel Alexandre, Thomasin (1619-
16~5), oratoriano francés, autor de Ancienne et nouvelle discipline de /'Eglise touchand les
benefices et les beneficiers (1678-1679) Y Traité historique et dogma tique sur di verses points de
la discipline de /'Eglise et de la Morale chretienne. obras a las que se referirán también los
Planes de Estudio de algunas Universidades, y, finalmente, utiliza también a algunos autores
españoles más 'recientes a él, como Macanaz, Olmeda. Vid. MESTRE: ob. cit.. págs. 358 Ys.; DE
LA HERA, A.: El regalismo borbónico. págs. 11 y s.; CORONA. C.: Revolución y reacción en el
reinado de Carlos IV, págs. 60-110; SARRA1LH, J.: ob. cit.. págs. 573-594; M1GUÉLEz:Janse-
nismo y regalismo en España, especialmente pág. 353.

150
D) LAS FACULTADES DE MEDICINA

La característica más importante que tenían los Planes de estudio en


esta Facultad, y que fue regla general adoptada por todas las Universida-
des, fue el introducir el sistema y la dirección científica que a esta Facultad
había dado a principios de siglo el famoso médico holandés Boheraave.
Este llevó a cabo en la Universidad de Leyden una reforma revolucionaria
que se extendió rápidamente por todos los países europeos, favorecida por
los numerosos discípulos que formó, algunos de los cuales marcharon a
otras Universidades a realizar las reformas aprendidas del maestro, exten-
diendo su fama por todas partes. En Leyden, en los primeros años del siglo,
puede decirse que nació la Facultad de Medicina del futuro 124. La Univer-
sidad de Salamanca dirá en su Plan, al adoptar los textos de Boheraave,
«que hoy se puede decir que es la pauta y modelo de la enseñanza de la
Medicina en las escuelas más sobresalientes en este estudio» 125.
Los nuevos Planes de estudio trataban, primero, de restablecer la
enseñanza de la Anatomía; después, los cursos de Patología, que en las
Facultades más innovadoras tenían un matiz esencialmente práctico, para
lo cual la Facultad debía contar con un hospital anejo, en donde los
estudiantes pudieran empezar a practicar las enseñanzas teóricas que

124 D'IRSAY,S.: ob. cit., 1. II, págs. 75-90, y GRANJEL,S.: Panorama de la Medicina española
en el siglo XVI//. .
125 "Plan de estudios de Salamanca", pág. 17. Vid. L. P1ÑERO,J. M.: Medicina. Historia.
Sociedad, págs. 154-160. Sus obras eran: Instituciones médicas. Aforismos, Methodus discendi
Medicinam, etc. Entre sus discípulos, el más destacado es Van Swieten, médico holandés, que
marchó a Viena, en donde llevó a cabo, por encargo de la emperatriz María Teresa, la reforma
de los estudios en la Universidad vienesa, especialmente el de la Facultad de Medicina, que
presentó en 1749, y cuyas ideas se extendieron por toda Europa, llegando también a España.
El nuevo plan comportaba la introducción de la enseñanza clínica en varios hospitales,
puestos al servicio de la Facultad, a la creación de cátedras de química, botánica, cirugía,
jardín botánico, laboratorios, mejora del sistema de exámenes, control por la Facultad de
todas las clases que ejercían esta profesión. Gracias a estas reformas, la Universidad de Viena
se puso a mediados del siglo XV11I a la cabeza de las europeas. Pero la influencia de Van
Swieten no quedó sólo en el plano puramente científico, sino que, convencido jansenista,
luchó denodadamente por la propagación de los escritos de Pascal, Arnauld, Nicole, Van
Espen, y tomó la defensa de Febronio, influyendo decisivamente en la política que se llevará a
cabo durante el reinado de José II en aquel país. Vid. H AAG, H.: ob. cit.. 80, Y0'1 ~SA Y:ob. cit..
tomo II, págs. 84-85, y, sobre todo, Gerard Van Swieten und seine Zeit. Internationale
Symposium, Wien-Koln-Graz, 1973.
Otro discípulo suyo introducido en España fue el suizo Alberto Haller, cuyo texto se
impuso, en general, en las cátedras de Cirugia. Vid. LÓPEZ PIÑERO,J. M.: Medicina. Historia,
Sociedad. págs. 169-173. Para la Anatomía se generalizó bastante el texto del alemán Lorenzo
Heister.
De esta manera se arrumbaron los viejos libros de 'los médicos españoles, Henríquez,
Bravo de Sobremonte, Mercado Ponce, que prácticamente sólo fueron defendidos por la
Facultad de Valladolid. Vid. ALCOCER, M., 1. VII, pág. XVIII.

151
recibían, que era lo que había establecido Boheraave en Leyden; de~pués,
todas señalaban el estudio directo de las obras de Hipócrates, cuyo método
era el que siempre se debía seguir en el estudio de la Medicina 126. La
Cirugía ocupaba una dedicación menor, e incluso en algunos Planes no
áparecía; esto era consecuencia de que, por la creación de los Colegios de
Cirugía de Cáctiz y Barcelona pocos años antes, se planteó el problema de
los diversos títulos profesionales que existían, en base de los cuales había
una profunda separación entre médicos y cirujanos, latinos y romanticis-
tas, por lo que se pretendía por algunos mantener una separación radical
entre ambos estudios, como si se tratara de dos carreras distintas. A ello
colaboraba el desprestigio en que estaban sumidas las Facultades de
Medicina, todo lo cual provocará una lucha de intereses profesionales
entre unos y otros que arrastra la situación de estos estudios, que, como
veremos más adelante, se inclinará en un sentido o en otro, según quien
imponga en un momento determinado sus criterios al Gobierno 127.
Aunque los planes de estudio de esta Facultad presentan, por tanto,
una tendencia muy renovadora, todos ellos atacan los viejos métodos que
habían anquilosado estos estudios, y Boheraave que sus discípulos más
famosos Heister, Górter, Haller y, sobre todo, Van Swieten, parecen abrir
una nueva era para estas Facultades 128. Sin embargo, como consecuencia

126 Las Facultades españolas atacan en sus Planes al Plan arábigo-galénico, que había
imperado hasta entonces en ellas, y acogen con fervor el hipocrático o de observación,
impuesto por la Escuela de Leyden. Sobre el estudio de la Anatomía, vid. GRANJEL. S.:
Anatom(a española de la ilustración, Salamanca, 1963,'. y ESCRIBANO. V.:. Datospara la Historia
de la Anatom(a y Cirugfa en los siglos XVIII y XIX, Granada, 1918.
127 El Plan de estudios de la Universidad de Sevilla decía que la Cirugía sólo se podía
estudiar en Casas y Hospitales de enfermos, en donde pudiera enseñarse su ejercicio, como
sucedía en los Colegios de Cirugía de Cádiz y Barcelona. Por eso, consideraba más práctico,
hasta que" la Facultad sevillana no tuviera estos medios, que impartiera sólo enseñanzas de
Medicina y se suprimieran las de Cirugía. Vid. "Plan de estudios de 1768.., pág. 138.
128 La mayor dificultad que encontraban las Facultades para mejorar sus planes de
estudios eran sus escasas cátedras, ya que éstas contaban con un número inferior al que
,existían en las otras -cuatro o cinco era el término medio-, y algunas de ellas con una
dotación tan escasa que, vacantes desde hacía tiempo, las Facultades no contaban con ellas a
la hora' de hacer un Plan, mientras no se consiguiera dotarlas dignamente. Esto fue lo que hizo
la Facultad de Alcalá con las cátedras de Anatomía y Cirugía. Vid. "Plan de estudios ..,
páginas 63-64.
La Facultad de Granada, siempre a la cabeza de las innovaciones, proponía un Plan,
según el cual necesitaba contar con un Jardín Botánico, un Teatro anatómico y un Hospital.
Vid. "Plan de estudios... MONTELLS. F.: ob. cit.. págs. 764-765.
El Plan de la Facultad de Valencia era el más completo de todos, pues contaba con once
cátedras aquella Facultad, cosa verdaderamente excepcional. Así, presentaba un Plan com-
pletísimo: Química y Botánica, Anatomía, tres años de Instituciones médicas, Práctica
médica, Anatomía y Botánica. Vid. SEMPERE.J.: ob. cit.• t. IV, págs. 236-237.
Los Planes de Valladolid y Cervera eran los más reaccionarios a introducir reformas; el
primero por mantener una actitud orgullosa sobre el estado de la Facultad, señalando su gran

152
del abandono en que se hallaban estas Facultades, los nuevos Planes
resultaban demasiado ambiciosos: en primer lugar, faltaban la mayor
parte de las cátedras que eran necesarias establecer, pues había Facultades
que estaban constituidas exclusivamente por una sola cátedra; en segundo
lugar, el Consejo dio facilidades para que se establecieran estas Facultades
sin ninguna garantía. Así, por ejemplo, dejó que Oviedo estableciera su
Facultad, sobre la base de dos cátedras: una dotada por el obispo y otra
servida gratis por un médico 129. Cuando estas Facultades estaban en su
mayoría desiertas y no era necesario crear más, sino, al contrario, reducir.
Pero las Universidades, en su afán de salir de su decadencia, con ocasión de
estas reformas, querían tener todas las Facultades que pudieran, como
signo de potencia y posibilidad de tener un alumnado numeroso, lo cual
era para ellas el signo más evidente de su brillante situación, sin darse
cuenta de que sin medios para dotar suficientemente todas las cátedras
necesarias para hacer realidad esos Planes de estudio, el tener más o menos
Facultades era una cuestión puramente nominal, como así ocurrió de
hecho, hasta el punto de que un día se vieron sorprendidas por la radical
medida tomada por el Gobierno, en vista de la lamentable situación en que
se encontraban todas estas Facultades universitarias, de realizar la
reforma de la enseñanza de la Medicina fuera de la Universidad. Se llegó a
considerar que era imposible que los estudios científicos pudieran prospe-
rar en ella, ·como si existiera una incompatibilidad sustancial que sólo
permitía que en los viejos centros se desarrollaran los estudios humanísti-
cos. De forma que se realizó una reforma extrauniversitaria , que estudiare-
mos en otro lugar y que culminó con la supresión de la enseñanza de la
Medicina en las Universidades, aunque luego se rectificó esta radical
medida.

E) LAS FACULTADES DE ARTES y FILOSOFÍA

Esta Facultad, denominada menor, porque en la estructura de la


Universidad tradicional los estudios que en ella se cursaban tenían el
carácter de preparatorios para pasar a cualquiera de las otras Facultades,
que eran las mayores, constituía uno de los objetivos más claros de los

nivel y el segundo, por carecer realmente de medios para hacer nada. La creación del Colegio
de Cirugía de Barcelona había representado un duro golpe, además, para aquella Facultad,
pues, entre otras cosas, se obligó a que, para ejercer la Medicina en el Principado, había que
ser examinado por la Junta del Colegio de Barcelona, disposición ésta que Cervera reconocía
que había sido motivada por la mala calidad de las enseñanzas de Medicina en aquella
Universidad. Vid. '(,Plan de estudios de Valladolid", en ALCaCER, M.: ob. cit., t. VII, págs.
XVIII, y «Plan de estudios de Cervera", en RUBIO y BORRÁS: ob. cit., t. 1, págs. 330-331.
129 Vid. CANELLA, F.: ob. cit., págs. 84-87.

153
reformistas. La Ilustración vino a sublimar el valor de los estudios científi-
cos, abandonados por estas Facultades. De aquí que el planteamiento de la
reforma de lbs Planes de estudio fuera dar entrada a estas enseñanzas de
Matemáticas, Física, Química, etc., aunque siempre conservando esta
Facultad, este carácter de segunda clase que había tenñdo siempre, pues
ninguna Universidad, por mucha importancia y extensión que diese a estas
nuevas enseñanzas, planteó el problema de la igualdad de esta Facultad
con las demás, por lo que aquellos estudios se concebían en la mayoría de
. los casos como preparatorios para la Facultad de Medicina. Sólo tímida-
mente, los Planes más avanzados, que fueron los que hicieron Sevilla y
Granada, establecieron unos estudios de Matemáticas con la extensión
suficiente como para tener la entidad de unos estudios que constituían un
curso independiente de los propios de la Facultad de Artes; así, en cierto
sentido, se puede hablar de una Facultad de Matemáticas como apéndice
de aquélla 130.
La mayor dificultad que ofrecía establecer estas enseñanzas en la
Universidad era la falta de profesores que pudieran desempeñar digna-
mente estas cátedras; por eso, la Facultad de Sevilla, al establecer estos
estudios de Matemáticas, aunque proponía como ideal que estuvieran
compuestos de cuatro cátedras, cada una dedicada a dar un curso com-
pleto y diferente de los demás, reducía esto, de momento, a dar sólo dos
cursos, pero que durarán dos años cada uno. Así estos estudios durarían
los cuatro años previstos, a pesar de la escasez de profesores 131.
De todas formas, en la mayoría de ellas se consiguió que, por lo menos,
dadú el carácter preparatorio que tenían estos estudios, su contenido
dependiera de la Facultad mayor en la que después se fuera a cursar. De

130 El Plan de la Universidad de Sevilla decía: «Quiere que esta Universidad y Colegios
florezcan, no en las ciencias inútiles y frívolas, sino en los verdaderos conocimientos permiti-
dos al hombre, y de que puede sacar su ilustración y provecho... Para que la nación vuelva al
antiguo esplendor literario de que ha decaído, poniéndose al nivel de las demás naciones
cultas, que la llevan dos siglos adelantados en descubrimiento y progresos, nos parece
indispensable dar nueva planta a nuestros estudios, contentándonos por ahora con estudiar
lo que dichas naciones han adelantado y esperando que, luego que estemos en proporción con
ellas, los genios españoles siempre felices y vivos subrepujarán a los demás, como lo hicieron
en los antecedentes tiempos. Pero esto no se conseguirá sin dos pasos esenciales. El primero es
remover todos los estorbos que impide,n el progreso de las ciencias, destruyendo el mal
espíritu introducido y rectificando todo lo que haya de vicioso en lo interior de su método y
administración. El segundo, el de establecer los buenos estudios que serán nuevos para
nosotros; pero que son los únicos útiles y los que sólo pueden hacer prosperar a la nación ... »,
página 80.
El Plan de estudios de este Curso o Facultad de Matemáticas comprendía: Lógica,
Aritmética y Geometría, Algebra, Trigonometría, Física general y particular y Metafísica.
131 Ibídem.

154
manera que estos estudios se diversificaran según fuera a dar paso a una
Facultad o a otra, estableciéndose así para los que iban a estudiar a la
Facultad de Medicina un plan de estudios más científico que humanístico.
Eliminado el sistema de dictados por la influencia que en este punto
tuvo la crítica del padre Feijoo a estos estudios, las Facultades proponían
los libros por los que consideraban que debían seguirse las enseñanzas 132.
Dadas las diversas tendencias que en cada Facultad existía, dependía de
cuál de ellas se acaba imponiendo el tono más «ilustrado» o tradicional de
los textos que eran elegidos. En las Facultades más innovadoras, los
autores elegidos fueron el padre Brescia, por cuyas Instituciones Filosófi-
cas se podía estudiar la Lógica, la Física y la Metafísica, del cual el Plan de
Sevilla, que lo proponía, decía «que basta abrir sus libros por cualquier
parte y se verá los más de ellos compuestos del texto de Wolfio, Newton,
Malpighi, Boheraave, Leibniz y los más recomendables y conocidos por
grandes en la República literaria» 133. Sin embargo, a otra Facultad de
tendencia también innovadora, como era la de Alcalá, este texto le parecía
demasiado extenso y de difícil adquisición en número suficiente para que
estuviera al alcance de los alumnos; por eso, tras citar a varios autores más,
a los que tampoco cree convenientes, acaba proponiendo la obra del abate
francés Leridant, autor jansenista, pero que no pertenecía a ningún

132 La Universidad de Salamanca lo proponía como guía del Curso filosófico que debía
elaborar la Facultad para ponerlo como texto, pues su aceptación del curso de Goudín era
provisional: "para lo sucesivo no será difícil a esta Universidad trabajar un curso conforme a
las máximas de nuestro siempre recomendable Feijoo». «Plan de estudios de 1771», en
Colección de... , pág. 15.
La de Oviedo, que aceptaba también como libro de texto el de Goudín, a título provisio-
nal, señalaba que debían apartarse de la enseñanza «todas las cuestiones superfluas y reflexas
que descarta de los Estudios Philosóficos al Padre Fr. Benito Jerónimo Feijoo, catedrático
jubilado, que fue de esta Universidad, taniéndolo presente los catedráticos, para que la
juventud no malogre el tiempo en questiones ridículas o inútiles». «Plan de estudios de 1774».
Vid. CANELLA, F.: ob. cit.. pág. 363.
La Facultad de Cervera atacaba al Goudín como libro de texto precisamente porque
«incurre aquel filósofo en los vicios, tan perfectamente expuestos por el Padre Fray Benito
Jerónimo Feijoo». «Plan de estudios de 1771». Vid. RUBIO VBORRÁS,M.: ob. cit.. 1. 1, pág. 328.
La Facultad de Alcalá, para proponer que la ética se explicará por la de Aristóteles, dirá que
Feijoo dijo de ella que «lo que Aristóteles escribió de Etica, Política y Retórica, casi todo es
admirable; y todo muestra una comprensión y magisterio insigne». «Plan de estudios de
1770», en Colección.... pág. 78.
m Rivard es un matemático francés que Diderot recomienda en su «Plan de una Universi-
dad»; sus libros tuvieron gran éxito. Vid. DEFOURNEAUX. M.: ob. cit.• pág. 122.
El P. Fortunato de Brescia o Brixia era un fraile capuchino. Vid. «Plan de estudios de la
Universidad de Sevilla», págs. 119 y s. A la Universidad de Alcalá, que también lo conocía, le
pareció poco recomendable, pues lo consideraba demasiado extenso, además de que no
incluía la parte correspondiente a la Etica, a lo cual debía añadirse el hecho de que no se
hubiera publicado en España, circunstancia que iba a hacer muy dificil su adquisición por los
alumnos. «Plan de estudios de Alcalá», en Colección.... pág. 53.

155
partido y, además, era la más usada entonces en la Universidad de París,
con lo que se cumplía la indicación del fundador, Cisneros, de seguir la
pauta de aquella Universidad; por otra parte, como se acababa de publicar
en Madrid, era accesible al alumnado 134.
Este deseo de elegir autores eclécticos es lo que distingue a estas
Facultades innovadoras, de las que se mantienen en una línea más tradicio-
nal. Lo expresa con gran claridad la Facultad de Granada, cuando dice: «la
Filosofía debe ser ecléctica, sin aplicación a determinada escuela o sistema,
y si en los cursos de los autores por donde se haya de estudiar se hallase
alguna opinión o doctrina menos conveniente o importase dejar a los
ingenios la libertad de la elección, podrá el catedrático trabajo el punto,
refiriendo históricamente las sentencias diversas con sus fundamentos y
expresando cuál le parece más digna de seguirse». Los autores que conside-
raba pertenecían a esta tendencia eran el Genuense (Genovesi), Brescia,
Corsini, Purchot, Tosca, Verney; sin embargo, lo mejor era elaborar la.
propia Facultad un texto de acuerdo con estos criterios 135.
Sobre este eclecticismo habría mucho que decir, he aquí otra muestra
interesante. Dice el traductor de la Censura sobre el Arte de Pensar de
Arna/do que su autor, el padre Eusebio Amort, que era canónigo regular
lateranense, bávaro (1695-1775)136, célebre por sus numerosas obras,
como: Demostratio critica, Religiones Catholicae y otras de claro tono
polémico, «procedió en cuanto al Arte de Pensar y su autor Arnaldo, con
demasiadamente censura en algunos .puntos, especialmente en considerar
al referido Arnaldo, no sólo como opuesto, sino también como declarado
enemigo de Aristóteles y su filosofía... Sea lo que fuere acerca de esto, lo
cierto es que cada uno abunda en su sentido y oposición defendiéndola a
todo trance, mientras se mantiene satisfecho de ella, como es también

134 Pierre Leridant (1700-1768) era abogado en el Parlamento de París y luchó a favor de
los jansenistas en contra de Roma. Escribió varias obras, entre ellas, una defendiendo la
autoridad del poder civil para disolver los matrimonios (1753), otra defendiendo que la
Virgen también tuvo el pecado original (1756) Ysus Instituciones Filosóficas (1761), que eran a
las que se refería el claustro de Alcalá. El claustro de Oviedo también pretendió señalar esta
obra como texto, pero allí se produjo una fuerte resistencia a su introducción por parte del
sector ultramontano, desarrollándose una fuerte polémica alrededor de esta cuestión. Vid.
SARRAILH: L·Espagne.... pág. 139, núm.!. Sobre los incidentes en Oviedo, vid. CANELLA. F.:
Historia de la Universidad de Oviedo. Oviedo, 1873, págs. 78-79.
135 "Plan de estudios de la Universidad de Granada de 1776». Vid. MONTELLS. F., página
754.
136 AMORT. P. EUSEBIO: Censura sobre el arte de Pensar de Antonio Arnaldo, tr. M. J.
Fernández, Imprenta de Muñoz del Valle, Madrid, 1759. Como canonista escribió Elementa
iuris canonici vetáis et moderni ubi ius canonicum modernum Gregorii IX. .. Augustae Vindelico-
rum, 1757. Hizo de la Abadía de Pollingen el grap centro cultural de la época de Bavlera.

156
indudable, que ambos autores son dignos de los aplausos que logran casi
universalmente entre los eruditos que formaran más exacto y arreglado
concepto, sobre todo lo insinuado». El eclecticismo fue una de las posturas
ideológicas más firmemente aceptadas por una corriente de nuestro pensa-
miento, como actitud frente a todas las corrientes ideológicas que nos
venían de fuera y prosperó hasta muy entrado el siglo XIX, creo que su
virtualidad se la daba en el fondo la poca preparación que tenían los
españoles que conocieron estas nuevas ideas para tomar una posición
determinada frente a ellas, es un dato más de nuestro atraso intelectual
frente a Europa.
Las Facultades apegadas a los criterios tradicionales, a la cabeza de las
cuales estaba Salamanca, eligen como textos instituciones filosóficas, que
responden al modelo escolástico clásico, siendo la más aceptada la del
dominico francés padre Antonio Goudin 137. Para la Física experimental,
como era una asignatura que no soÚa ir en este tipo de textos, se eligió con
gran unanimidad, tanto por unas como por otras Universidades~el libro de
Pierre van Muschembroeck 138.

137 El P. Antonio Goudín, dominico francés; su obra se titulaba Philosophia Thomista


juxta inconcussa. tutissimaque Divi Thomae dogmata. 4 tomos, Madrid, 1769, y fue reeditada
14 veces, hasta 1800. Salamanca decía de él "que es conciso y tiene buen latín».
138 Pierre van Muschembroeck era profesor de Física experimental, de la Universidad de

Leyden; su obra fue introducida prácticamente en todas las Universidades españolas por los
planes de estudio de esta época. Su introducción en España se debió a la edición que hizo en
Nápoles el profesor de su Universidad Antonio Genovesi o Genuense, el cual le añadió unas
notas suyas. Vid. "Plan de estudios de Alcalá», en Colección... Fue uno de los que más
contribuyeron a propagar por Europa la Física de Newton. Vid. HERR. R.: oh. cit.. p,ág. 138.
. A partir del premio que se dio a la obra de Villalpando (vid. nota 192), se trató de
introducir esta obra en las Universidades, por Real Orden de 26-XI-I779, aunque muchas no
se mostraron favorables a él lo adoptaron algunas, como Cervera, Granada, Baeza y
Zaragoza. Vid. SERRANO y SANZ. M.: «El Consejo de Castilla y la censura de libros en el siglo
XVIII". en R.A.B.M. (XV), 1906, págs. 391-392, y BORAO.J.: oh. cit.. págs. 188-189.
La obra de Villalpando puede considerarse como relativamente moderna, frente a la de
Goudín o incluso la de Jacquier, aunque todavía en alguna de sus partes estaba aferrada a la
doctrina escolástica.
También trató de introducirse la Summa Philosophica ad mentem Angelici Doctoris S.
Thomae Aquinitatis. del dominico Salvador María Roselli, escrita por encargo del Cardenal
español Tomás Boxadors y publicada en Roma en 1777 y en Madrid en 1788. En ella, junto a
la doctrina tradicional, desarrolla una parte dedicada a la física y las matemáticas, haciéndose
cargo. de las nuevas corrientes. No hemos visto, sin embargo, que se utilizara en ninguna
Universidad, en cambio, sí que alguna, como Cervera, utilizó su Suma Moral para la Teología
Moral. Vid. RUBIO y BORRÁS. M., t. 1, pág. 361. Cervera escogió para Filosofia la obra del
francés Duhamel, titulada Philosophia Ve tus et nova. que decía era de las mismas dimensiones
que el Goudín (6 vols., en octavo); había sido aprobada porel Consejo para la Religión de los
Trinitarios y «en cuya obra, además de apartarse el autor del método escolástico, une la
Filosofía Escolástica con la Experimental, no omitiendo ninguna materia que sea digna de
estudio, adoptando para la Cosmografía los Elementos de Euclides, no dejándose dominar en
toda su obra por espíritu de partido alguno». Gracias a esto, añadía el Claustro, se podían

157
Por.lo que se refiere a la enseñanza de las lenguas clásicas y el hebreo en
enorme decadencia, es significativo lo que ocurrió con la Cátedra de griego
de Alcalá vacante de,sde principios de siglo y que no se consiguió cubrir
hasta los últimos años de éste después de un expediente ruidosísimo
iniciado a raíz de las reformas 139.

3. Causas del fracaso de las reformas

LA OPOSICIÓN DE LOS REACCIONARIOS

La reacción contra la reforma de las Universidades vino de los elemen-


tos colegiales, pero pronto éstos se encontraron junto a los miembros de
algunas Ordenes religiosas, que inicialmente habían contribuido al
comienzo de esta política, colaborando en su etapa previa, que fue la
expulsión de los jesuitas. Pero al ver que los planteamientos de los elemen-
tos ilustrados y «manteístas» iban mucho más lejos de lo que ellos habían
supuesto, tuvieron que situarse en una perspectiva reaccionaria y contraria
a la dirección que habían tomado las reformas.
Ya hemos visto que medidas, como la realización de un Plan general de
estudios para todas las Universidades, la supresión de la validez académica
de los cursos ganados en colegios, conventos y demás estudios privados, la
supresión de las cátedras perpetuas, la reducción de las Universidades a un
número más racional, aunque llegaron a promulgarse, se vinieron inme-
diatamente abajo ante la oposición de los elementos ultramontanos, ante
los cuales, el equipo gobernante acabó inclinándose a sus deseos. Estos
elementos, religiosos y colegiales, fundamentalmente, se negaron a perder
su privilegiada situación y adoptaron una actitud reaccionaria frente a
cualquier reforma, incapaces siquiera de presentar una aportación, en
algún sentido constructiva. Para ver cómo se produjo este movimiento de
reacción es especialmente expresivo lo ocurrido a Olavidle y a su propuesta
de reforma de la Universidad de Sevilla.
Cuando el Asistente de la ciudad andaluza envió su Plan al Consejo, su
amigo Campomanes le llenó de elogios y alabó especialmente su «sanidad
de principios». Su informe inicial ante el Consejo fue, por tanto, positivo y

formar filósofos eclécticos y alejados de la terquedad y ciega adhesión a opinión determinada,


«no siendo ni esclavos de Aristóteles ni aliados a sus enemigos ni vanos irrisores de los
Peripatéticos ni imprudentes censuradores de los modernos». Vid. RUBIO y BORRÁS. M.: ob.
cit.. 1. 1, pág. 329.
139 HERNANDO.C.: «El griego, el Consejo del Reino y la Universidad de Alcalá en el siglo
XVIII ... en Cuadernos de Filoloría Clásica. 4. 1972. 493-516. V GIL FERNÁNDEZ: «Campomanes,
un helenista en el poder», FUE, Madrid, 1976.

158
favorable para que fuera aprobado en seguida. Pero a los cinco días de esta
sesión se celebró otra, en la que se volvió a tratar del mismo tema, y
entonces se pusieron una serie de objeciones, dirigidas sobre todo contra la
absorción de diversas rentas que Olavide proponía para contar- con los
medios necesarios para poder llevar a cabo la aplicación del Plan. Este
cambio de actitud en el Consejo cabe atribuirlo a las intrigas que los
colegiales pusieron en marcha al conocer el Plan, y los cuales contaban con
elementos favorables a ellos en el Consejq;-Las denuncias que presentaron
estos elementbs eran de una gran dureza y reflejan el encono de la lucha
que comenzaba. Así, una de las primeras que llegó contra el Plan de Sevilla
fue que los reformadores querían conservar en la Universidad «las cenizas
del jesuitismo», y defendía las enseñanzas que se daban en el Colegio de
Santo Tomás y atacaba a las de la Universidad, defendiendo la continua-
ción de aquéllas 140.
Ante estas denuncias, la acti~ud de Campomanes cambió y retrasó la
aprobación del Plan, comunicando directamente a su amigo·Olavide que,
de momento, «no se tomará providencia» 141. Esto significó la paralización
de las reformas que se pretendían llevar a cabo ya para aquel curso que iba
a comenzar, 1768-69, dando lugar a que a todo lo largo de él se desarrollara
una dura lucha entre los dos partidos en que se había dividido el claustro.
Mientras, Olavide, que no se había entregado ante esta contrariedad,
presionaba con la ayuda del arzobispo Solís, ejemplo típico de obispo
ilustrado y favorable a las reformas, para sacar adelante el Plan. Pero el
asunto se iba poniendo cada vez más difícil. Campomanes comunicó que
no se podía contar con los bienes de los jesuitas para realizar la reforma,
como al principio se había prometido, con lo cual, como también la
respuesta con respecto a la absorción de la Universidad de Osuna, fue
negativa; resultó que, aunque finalmente se consiguió la aprobación del
Plan, no se contaba con ningún medio para realizarlo, con lo cual era
prácticamente inútil la citada aprobación 142.
La aprobación del Plan, sin embargo, como el partido reformista, a
pesar de la dificultad que entrañaba la empresa, no renunció a realizarlo,
sino que, al contrario, animosamente se lanzó a sacarlo adelante, provocó

140 Su autor er el director del Colegio de las becas, la recoge AGUILAR.F.: ob. cit.. pá-ginas
247-248.
141 El 6-IX-1768, Campomanes escribió una carta a Olavide, en la que comienza a
plegarse a los enemigos de las reformas, y aunque todavía en ella le alaba, le dice que por
ahora no se tomará providencia. [bíd.. pág. 248. Vid. NOEL.C. c.: "Opposition to Enlighte-
ned Reforme in Spain: Campomanes and c1ergy (1765-1775»>. en Societas. 3, 1973.
142 El Plan fue aprobado el 22-VIII-1769, y el día anterior, 21, Campomanes escribía a
Olavide diciéndole que no podía contar con los bienes de los jesuitas. [bid. pág. 252.

159
la reanudación de la lucha. El primer punto que se planteó fue la separa-
ción del Colegio del maese Rodrigo de la Universidad, en que los «manteís-
'tas» consiguieron, finalmente, imponerse. A continuación se planteó el
problema de si la determinación que recogía el Plan de que los catedráticos
no se «aligasen a sistema alguno, partido o escuela», debía entenderse en el
sentido que pretendían los «manteístas» de que los regulares no podían
desempeñar cátedras en las Universidades.
Los regulares, en contra de esta interpretación, representaron al Con-
sejo, y éste, debidamente informado por Campomanes, se mostró favora-
ble a los religiosos. Según el fiscal, el Plan presentado por Olavide «no
había sido examinado bien en el consejo», y los regulares podían seguir
disfrutando de sus cátedras en la Universidad sin que hubiera obstáculo
alguno para ello. El asunto trascendió a la opinión pública, la cual se
dividió, apoyando a uno u otro partido. Los «manteístas» tuvieron, entre
otros valedores, al notable jurista Acevedo, el cual incluso quiso publicar
un dictamen a favor de éstos, pero los fiscales le negaron el permiso
necesario. Así, poco a poco, éstos iban abandonando a los reformistas,
aunque en ello fuera de por medio el fracaso de las propias reformas 143.
Esta actitud iba a cobrar una especial relevancia cuando el enfrenta-
miento de ambos partidos llegara a un extremismos mayor. Los religiosos,
espeCialmente agustinos y dominicos, que tantas esperanzas habían puesto
en la expulsión de los jesuitas, para pasar a ocupar el relevante lugar que
aquéllos habían abandonado, no cejaron en su empeño de eliminar los
obstáculos que se opusieron a sus pretensiones. Sin embargo, tampoco
estos religiosos lograron formar un grupo unido que luchara por los
mismos intereses, sino que esta unidad, que existió hasta el momento de la
expulsión de aquellos regulares, se rompió a continuación, ya que unos y
otros tenían diferentes ideas sobre cómo debían encauzarse de nuevo los
estudios. Los dominicos, en líneas generales, puede decirse que se coloca-
ron en una posición de guardianes de la ortodoxía, dispuestos a expulsar
hasta el último rastro de jansenismo que hubiera podido infiltrarse en las
Universidades, mientras que los agustinos adoptaron una línea mucho más
moderada frente a aquella herejía, y, sobre todo, una posición más abierta
a todo tipo de tendencias, lo que había sido ya signo distintivo de varios
famosos teólogos de aquella Orden a lo largo del siglo, cuyo pensamiento
había dado lugar a hondas divergencias de interpretación que habían
provocado duras polémicas, como en el caso de las obras del cardenal
Noris.

143 [bid.; págs. 302-305, sobre Acevedo. Vid. SEMPERE. J.: ob. cit.. 1. 1, pág. 79.

160
Así se acabaron por formar en seguida dos grupos antagónicos, que se
aprestaron a la lucha y que se dieron en denominar: tomistas y antitomis-
taso Según un estudio que hizo de ellos Mayáns, el grupo de los tomistas
estaba formado por los que estudiaron a Santo Tomás, los que tuvieron
profesores tomistas y «los que enseñan el materialismo y se refugian bajo el
nombre de esta escuela». Los antitomistas eran, en cambio, los defensores
de las doctrinas jesuíticas, los que no estudiaron en las escuelas tomistas,
los que fueron alumnos de los jesuitas. Estos grupos quedaron, más o
menos, formados a raíz de la supresión de las cátedras de la escuela
jesuítica, ya que al tener que proponer su sustitución surgieron las prime-
ras divergencias, lleOgando a proponer planes opuestos. Esto dio lugar, en
algún caso, como el de Valencia, a que se retrasara por unos años la
aprobación del nuevo Plan de estudios, pero sobre todo, la lucha se fue
centrando alrededor de las oposiciones a cátedras que se iban convocando
en cada Universidad. En Valencia, la lucha fue especialmente dura el
ponerse a favor del partido tomista, el arzobispo Fabián y Fuero; los
antitomistas protestaron ante el Consejo. Este nombró a Mayáns árbitro
de la disputa, el cual se inclinó a favor de éstos, que eran el partido al que
pertenecía su hermano, Juan Antonio, que consiguió salir elegido rector en
1775, por lo que los tomistas trataron de anular dicha elección. Pero no lo
consiguieron, de manera que los antitomistas aprovecharon la ocasión
para tratar de implantar un Plan de estudios en la Facultad de Teología,
similar al que tenía el Seminario de San Fulgencio, de Murcia, que había
sido tachado de jansenista por los tomistas. Los textos que señalaba dicho
Plan eran todos de autores pertenecientes a la Orden agustina. Esto motivó
que el padre Vázquez, general de la Orden, enviara una carta de agradeci-
miento a Mayáns por haber adoptado dichos autores, especialmente al
padre Berti y de paso aprovechaba para recomendar al rector a un religioso
de la Orden, que era opositor a una cátedra, cuyos ejercicios para cubrirla
se iban a celebrar de inmediato 144.
Dentro de este clima no es de extrañar que fuera otro agustino, de
Sevilla, el que encabezara la oposición contra Olavide y fuera la figura
principal de las delaciones contra el asistente ante la Inquisición. Se trata
del padre Avellaneda, el cual realiza su principal denuncia en 1773 por el
cargo de impiedad, pero entre las manifestaciones que señala como fruto
de esta impiedad destaca la de que «lo delató asimismo a dicho don Pablo,
por autor del Plan que en otra ocasiÓn presenté y sobre el que hago ahora
nuevas reflexiones de delación que igualmente presento, pareciéndome
demostraciones de impiedad». El largo informe sobre este punto del

144 M ESTRE: ob. cit.. págs. 440-446.

161
LA ILUSTRACION y LA REFORMAo .. -ll
agustino es un alegato en defensa del escolaticismo, y, refiriéndose a la
situación en que, en 1773, fecha de la delación, se encontraba el Plan y la
Universidad,'señalaba cómo éste estaba sin cumplir y, por tanto, todo en
un gran desorden, consecuencia de todas aquellas luchas y de las condicio-
nes en que había sido aprobado 145. Así, aparte de las desgraciadas conse-
cuencias que esta delación acabará teniendo para Olavide, el cual se verá
desamparado de toda ayuda por parte de los fiscales, que no harán nada
por defenderle, .llevará al claustro de la Universidad sevillana a tomar el
acuerdo de que «en el día, como ni hay renta, ni libros, ni catedráticos, ni
posibilidad de practicar el método, que es lo que se manda, se acordó que
se siga la enseñanza como hasta aquí, sin novedad». El propio Campoma-
nes se encargó de dar el golpe final a este Plan: en vnsta de que podía
comprometerle, mandó archivarle hasta que se aclarara todo lo relativo a
la separación del Colegio y la Universidad 146.
A partir de este momento la Inquisición intervendrá decisivamente en
la lucha contra las reformas universitarias 147.

LA INAPLICABILIDAD DE LOS PLANES DE ESTUDIO

Este movimiento de reacción contra las reformas trajo como conse-


cuencia el que el Gobierno se fuera desentendiendo cada vez más de la
aplicación de ellas, de forma que toda su actividad se agotó en el hecho de
aprobar y promulgar todas las disposiciones legales en las cuales quedaron
plasmados todos los ideales reformistas. Pero, dado el estado en que se
encontraron las Universidades, el dejarlas a su suerte para que aplicaran
las reformas era lo mismo que condenarlas al fracaso total, pues, como
ellas mismas habían confesado, sólo el Estado podía llevar a cabo una
labor como la que ahora se presentaba.
Las Universidades fueron conscientes en seguida de la inviabilidad de
los flamantes Planes que tenían aprobados. Esta inviabilidad derivaba
fundamentalmente, de dos razones: la primera de ellas, la falta de unifor-
midad que, como consecuencia de la debilidad del Gobierno, se agravó con
respecto a la que existía de antes, pues las Universidades en donde se había

14~ El documento ha sido publicado por el padre DE LA P1NTALLORENTE.MIGUEL:«Un


documento histórico en defensa del escolasticismo del P. José Gómez de Avellaneda», en
Archivo Agustiniano, LVIII, 1964, págs. 87-112.
146 F. Aguilar dice de las actitudes de Campomanes con respecto a Olavide: «El poderoso
fiscal no tuvo la valentía de estar a su lado en los momentos dificiles.» Ibíd., págs. 245 y
307-308.
147 Sobre todo el proceso de actuación de la Inquisición desde comienzos del siglo XVll1
hasta su supresión, vid. ALVAREZ DE MORALES. A.: Inquisición e /lustración, Fundación
Universidad Española, Madrid, 1982.

162
impuesto el espíritu reformista se encontraban ahora a mucha más distan-
cia que aquellas en donde el ultramontanismo había triunfado. A ello
había que añadir algo más grave, que era la proliferación de centros donde
se podía estudiar con validez académica. Por todo lo cual, las Universida-
des reformistas temían que la implantación de sus Planes, mucho más
gravosos y exigentes para los estudiantes que los de las otras Universida-
des, trajera consigo el que sus aulas quedaran absolutamente desiertas 148.
La segunda causa se encontraba en la falta de rentas suficientes para
establecer las enseñanzas. De ello eran plenamente conscientes todas ellas.

148 La Universidad de Granada, una de las más reformistas, expresó mejor que ninguna la
situación. La Facultad de Teología decía que era imposible poner en marcha las nuevas
cátedras por falta de rentas. La de Leyes y Cánones, que tampoco podía por causa de dos
fundamentos, el primero era la falta de dotación de los catedráticos, y el segundo: «que
formando una ley particular para esta Universidad y prescribiéndose por él diverso y distinto
método de estudios que el que ha sido hasta ahora conocido y se conoce en las otras
Universidades; y en el de que de necesidad se han de invertir según el contenido del Plan
muchos más años y tiempo, y de consiguiente atrae a los cursantes más trabajo, y lo que es
más, mayor costo, ya para regular su sustento y manutención, ya para comprar y hacerse de
los libros por donde se ha de estudiar y que le han de prestar su instrucción, que son bastantes
y de valor. Se verificaría sin duda de ponerse en práctica quedar cuasi desierta la Universidad
y sus aular y los cursantes que son forasteros se retirarían y conducirían a estudiar a las
Universidades inmediatas en donde, sin tanto requisito, tiempo y costo finalizarían su curso y
conseguirían el grado en su respectiva Facultad, y jamás de esta suerte lo recibirán ni
esperarían en nuestra Universidad; mayormente cuando se advierte al presente que a causa
del celo que se procuran observar las Constituciones y órdenes de S. M. es contado y raro el
que recibe el grado en ésta por retirarse como se retiran a las otras Universidades, donde con
más facilidad se les admite y lo consiguen. Estos dos fundamentos se consideran como previos
y de alguna fuerza para no ejecutar el Plan y darle su ejercicio en lo general que comprende y
con respecto a todas las Facultades.
La de Filosofia decía que era necesario implantar la reforma, "pero como por sus
ningunos fo.ndos se ve reducida a la precisión de tener que admitir a sus cátedras a aquellos
mozos que ha educado en sus aulas y que voluntariamente se quieran significar a este trabajo
sin otra mira o expectativa de recompensa que el honor de servirla y el deseo de adquirirse ese
tal cual mérito. Pero mientras tanto, nada. Pide que esto se exponga con sencillez porque en
ningún tiempo se les culpe de inobediente a su superior y soberano. Además, decía la
Facultad, "como la Teología se va a enseñar por Santo Tomás, Estío, Cano y demás
aristotélicos, si ahora se iba a enseñar una Filosofia distinta, nadie iba a querer estudiar aquí»,
y verificado esto, podemos mirar a· nuestra Universidad como abolida y exterminada, pues ni
habrá quien quiera graduarse en ella, hallando facilidad para ello a menos costo y trabajo en
otras Universidades inmediatas; ni habrá catedráticos que quieran enseñar lo que antes no ha
estudiado no aprendido, ni se podrá hacer progreso alguno en las demás ciencias, faltando el
estudio de la filosofía, que es la que abre las puertas para ellas y dispone los entendimientos de
los jóvenes para su inteligencia». Nada quería decir de las enseñanzas de la física experimen-
tal, matemáticas, lengua griega y hebrea, porque como eran poquísimos los que las sabían y
podían enseñarlas en nuestro país y éstos estaban ocupados «en otros ministerios de que
proveer a su sustento y el de sus familias ni querrán abandonarlos ni esta Universidad tiene
premios con que recompensar sus trabajos y atraerlos así, haciéndoles sacrifiquen en
obsequios y utilidad del público». Vid~ MONTELLS. F.: ob. dt.. Informe de los consiliarios sobre
aplicación del nuevo Plan'de estudios. págs. 322-328.

163
Por eso, aunque el Estado no quiso plantear este tema, sino que' trató de
eludirlo, ellas, en sus Planes de estudio, expusieron crudamente la situa-
ción, señalando la renta actual..con que estaban dotadas las cátedras, y las
qu~ habían quedado indotadas al desaparecer las rentas que las sostenían,
y advertían claramente la gravedad de este problema y la necesidad de su
resolución. De cualquier informe podemos sacar las palabras con que
exponían la cuestión al Consejo; así, por ejemplo, Granada decía que
«analizando las causas que detienen los progresos de las ciencias en esta
Universidad, la primera y la única quizá que se presente a la vista es la falta
de dotación de sus catedráticos. Este, pues, debe ser ellPrimer móvil de la
reforma». Alcalá y Salamanca, que eran, quizá, las que tenían más fama de
estar mejor dotadas, exponen su situación con parecidas palabras 149.

149 "Plan de estudios de 1776». Vid. MONTELLS, F.: ob. cit., pág. 285.
La Facultad de Derecho de Salamanca decía: "Este general Estudio conserva su esplendor
antiguo, pues aunque conoce tener hoy menor número de profesores (alumnos) que antigua-
mente, no es porque no haya muchos maestros que contribuyan a su aprovechamiento, sino
porque habiéndose creado después de ésta, otras muchas Universidades, se distribuye lá
concurrencia según las distancias.
Muchas veces ha meditado seria y atentamente sobre este punto, deseosa de poblar sus
Aulas y Generales con aquella multitud de estudiantes y oyentes que en otros siglos y edades,
prohibiendo a este fin todo paso y Academia que no sea dentro de sus escuelas; pero ni esta
providencia, ni ningún método por exquisito que se invente podrá llegar a producir el deseado
fruto a no ser que V. A., inclinando sus piedades a las rendidas súplicas que en esta parte la
hacemos, se dignase proporcionar los medios para la subsistencia de los catedráticos y
concurrencia de los estudiantes.
'Lo primero se logrará en nuestro sentir asignando una competente dotación a algunas
cétedras que hoy la tienen tan tenue, que mejor se puede llamar indotadas, como puede verse
en el titulo 41 de nuestros Estatutos, para que así fuese el único objeto de los catedráticos la
enseñanza pública en las Aulas sin distraerse a los negocios forenses, obligados de la
indispensable, urgencia de su manutención. Lo segundo sería asequible por medio de la
confirmación de los privilegios concedidos al Estudio, principalmente a la mayor comodidad
de los víveres; circunstancia que apetece desde luego cualquiera, padre o persona que envía un
joven a la Universidad.') Introducción al Plan de estudio de las Facultades de Derecho de la
Universidad de Salamanca. pág. 29.
La Universidad de Alcalá decía tajantemente:
«Lo principal y más necesario es asignar a cada cátedra una competente dotación, para
que,junto con el honor, sea poderoso estímulo a los opositores... "Plan de estudios de Alcalá
de 1771>" en Colección... , pág. 98.
El Plan de Zaragoza de 1775 creaba ocho cátedras nuevas: Física experimental, Etica,
Instituciones civiles y'canónicas, Lugares teológicos y tres de cirugía. Fijándose para ellas una
dotación de 6.000 reales por curso. Los autores propuestos eran Heineccio, Van Espen,
Lamy, Concina y a los religiosos sólo se les dejó tres cátedras. La tendencia de los planes de
estudio era a simplificarlos, lo que justificaba con las siguientes palabras: «No cabe otra
educé!-ción en su edad y tampoco es útil y conveniente que en los Estudios Generales se haga a
los principiantes detener largos años en especulaciones, por cuanto la vida es corta. El
primero y mejor tercio de ella lo necesitan para instruirse en las ciencias precisas para la
sociedad civil y a los veinticuatro o veinticinco años ya hacen falta en el Estado y deben
practicar en beneficio del mismo la cirugía, la medicina, la abogacía, judicaturas y cuidado de
las almas, y para esto no ha de cargárseles con un estudio tan imposible como de tan difícil

164
El Estado creyó al principio que con destinar a la enseñanza los bienes
que tenían dedicados a ella los jesuitas, ya era suficiente, pues sin conocer
exactamente cuántos eran se había hecho ingenuamente una idea mítica
sobre las riquezas de la Compañía. Pero, aparte de que éstas no resultaron
tan cuantiosas como se creía, tampoco se dedicaron íntegramente a los
fines que se les había indicado inicialmente, de manera que acabaron por
destinarse, en una parte por lo menos, a otras necesidades, debido a la falta
. de dinero con que se encontraba en esta época la hacienda estatal 150.
El Estado inició las reformas con la decidida pretensión de someter las
Universidades a su poder, pero nunca se planteó que esta nacionalización
de la enseñanza debía significar consecuentemente que tenía que preocu-
parse ahora también de ese problema, igual que se preocupaba de las
cátedras, de los grados o de los rectores. Un ejemplo.de cuál fue la posición
adoptada la tenemos en la parte del informe de Floridablanca sobre el Plan
de Alcalá, en que dicha Universidad trataba el problema de la dotación de
sus cátedras. El fiscal, tras afirmar que, de acuerdo con la propuesta de la
Universidad, se debía paliar la insuficiencia de la dotación de las cátedras,
señalando como dotación ideal de ellas una cantidad, daba como solución
el que, como no se conocían exactamente las rentas de la Universidad, pues
sobre ello existía un pleito entre ésta y el Colegio, que se sobreseyera por
ahora en este particular. Pero aún decía más, pues reconocía que cuando

proyecto. » Vid. BORAO.J.: Historia de la Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 1860, pág. 42.
Los testimonios de otras Universidades son coincidentes, Santiago, decía:
«La Universidad no puede dejar de confesar, ygualmente, que todo hombre sensato, que
interesaría mucho al público el qlie todos los catedráticos tuviesen la dotación que exigen sus
fatigas, su utilidad y las circunstancias de su destino, de modo que no se viesen en la previsión
de distraerse a mendigar otros auxilios para proveer a su subsistencia y demás necesidades
indispensables. Por lo mismo, la Universidad de Santiago tendría la mayor complacencia y
daría muchas gracias a los tres catedráticos de filosofía siempre que la facilitasen los medios
necesarios para dotar sus cátedras como corresponde.» CABEZA DE LEÓN, S.: Historia de la
Universidad de Santiago. t. 11I, pág. 443.
ISO Las relaciones Iglesia-Estado, en la segunda mitad del siglo XVIII, están presididas

fundamentalmente por los problemas económicos. Vid. la importante obra de OLAECHEA,R.:


Las relaciones hispano-romanas en la segunda mitad del siglo XVIII. 2 vols., Zaragoza, 1965.
Olavide, que había cifrado el presupuesto de su reforma de la Universidad en 8.000
ducados, al enterarse de que los bienes de los jesuitas habían sido afectos a otros fines: propia
manutención de los expulsos, colonización de Sierra Morena, pensó que esa cantidad debía
salir de la supresión de cuatro canongías de las dotadas con 3.000 ducados, de esta manera
tenía también los 2.500 que necesitaba para fundar su Seminario, lo cual no representaba
ninguna medida grave, pues la Iglesia Metropolitana de Sevilla contaba con 91 canongías y
beneficios, que así se reducirían a 87, y «¿qué es lo que importa más al Cabildo ya la Nación
entera, que haya cuatro individuos más en una Iglesia en la que quedarán 87 o que haya en
Sevilla una Universidad sabia y floreciente de la que salgan, no sólo doctos canónigos, sino
grandes obispos y, además de esto, eximios juristas y matemáticos?». Vid. AGUILAR, F.: ob.
cit., págs. 240-242.

165
este pleito termInara, las rentas con las que se contaría tampoco serían
suficientes para dotar bien todas las cátedras y habría que ir pensando en
~:>uscar préstamos y beneficios simples que se pudieran agregar a aquellas
rentas originarias. Concretamente para las cátedras de Teología, se podía
pensar en un sistema similar al de las pabordes de la Universidad de
Valencia, cuyas cátedras estaban unidas a las canongías de la catedral. Así,
en Alcalá, se podría nombrar a los catedráticos canónigos de San Justo 151.
Esta institución de las pabordías tuvo gran prestigio y hubo diversos
intentos de extenderlas a otras Universidades, pero en ninguna llegó a
cuajar. En definitiva, ninguna solución efectiva se dio a este problema, lo
que determinó en gran parte el fracaso de la reforma. Las Universidades se
encontraron con sus flamantes Planes de estudio aprobados, pero sin
medios para llevarlos a cabo, y aunque iniciaron en el Consejo numerosos
expedientes en solicitud de rentas, ninguno de ellos dio el fruto deseado.
Floridablanca, sin embargo, en esta parte de su informe al que nos
acabamos de referir, se permitía terminarlo, proponiendo la creación por
la Universidad de premios fijos y determinados a los catedráticos que
hicieran más sugerente la carrera del profesorado. Y con respecto al
problema también económico que planteaba aquella Universidad de la
carestía de los bastimentos, que había provocado, entre otras causas, un
grave descenso en el número de su alumnado, reconocía que era impor-
tante' resolverlo, pero que era muy difícil y no le veía solución 152.

151 Alcalá fue precisamente la Universidad que con más claridad y números concretos
planteó este problema. Prúponía que las cátedras estuvieran dotadas, como mínimo, con 500
ducados al año y las de ascenso con 800 o 1.000. Teniendo en cuenta que las dotaciones que en
ese momento tenían eran de 100 ducados las cátedras de Artes, excepto 80 la de Filosofia
Moral. Las cátedras de Medicina estaban dotadas con 200, 100,80 Y60 ducados, respectiva-
mente, y la Facultad proponía dotar todas con 800 o 1.000 ducados. Las de Teología que eran
las mejor dotadas, contaban con dotaciones entre 300 a 200 ducados, sin embargo, aquí no
planteaba subirlas porque como por desinteresados son tenidos los dominios, nada piden de
ádito sus Regentes catedráticos, con su cortísima renta se dan por satisfechos y contentos."
"Plan de estudios de Alcalá», en Colección.... págs. 55, 39, 63 Y 65, Y83-84.
La Facultad de Cánones, convertida ahora en la de Jurisprudencia, contaba con 740
ducados para todas sus cátedras, con lo que tocaba a cada uno 1.017 reales, "cantidad no sólo
corta, sino vergonzosa, para una Universidad tan dotada como quedó ésta. Unos cargos tan
honrosos y tan importantes... y por otra parte, de tanto estudio privado para desempeñar con
acierto las leccioes públicas, están pidiendo de justicia unos salarios y dotación competente a
la sustentación necesaria, según la exigencia de los tiempos; no hay para que se detenga en
persuadir una cosa tan notoria: en esta ciudad no puede sufragar a ello menor cantidad que
quinientos o seiscientos". "Plan de estudios de Alcalá de 1771", en Colección.... págs. 55, 59,
63 Y65, 83-84 y'155, Yla Respuesta Fiscal. ibídem. pág. 230.
152 [bid... págs. 231-232.

166
LA FALTA DE PREPARACIÓN DE LOS REFORMADORES
La reforma en sí misma tenía sus defectos, pero esto era inevitable, pues
no podemos exigir una perfección ideal, máxime en una empresa que
encerraba tantas dificultades: era ardua la tarea de superar el gran atraso
en que se encontraban nuestros establecimientos de enseñanza y las cien-
cias. Requería la conjunción de una serie de circunstancias felices, tanto en
las personas de los reformadores como en la coyuntura histórica. Pueden
encontrarse en la labor de aquéllos falta de rectitud de intención en algunos
aspectos que pudiera dar la impresión de que la reforma se hacía más que al
servicio de la cultura al servicio del absolutismo regio para dar rienda
suelta a su odio de clase, pero para comprender bien ciertas actitudes hay
que tener siempre presente la fuerte resistencia que encontraron. Tambié~
se les puede achacar que no estaban suficientemente preparados para
realizarla desde el punto de vista científico y podemos suscribir eljuicio de
que los nuevos Planes de estudio «no eran siempre modelo de sabiduría o
de recta orientación científica», pero nadie puede poner en duda que
suponían una elevación del nivel con respecto a los que en ese momento
imperaban. Que en el siglo XVIII no se llegó a hacer ciencia con la suficiente
seriedad en España, que los «ilustrados)) poseían unos conocimientos
superficiales en exceso de todo aquello que pregonaban saber y les faltó
una idea clara de lo que tenía que ser la reforma universitaria, puede ser
cierto, pero no pueden ponerse como causas determinantes del fracaso,
como ha tratado de hacerlo algún historiador. Pues, entre otras cosas, los
«ilustrados)), tuvieron el suficiente sentido de la autocrítica para conocer
los defectos del espíritu del siglo; en Forner o en el padre Andrés podemos
encontrar estas críticas, pero este último, cuando ataca a los sabios moder-
nos por su superficialidad ya los sistemas que produjeron, el más típico de
todos, la Enciclopedia, que, en palabras suyas, ofrecía «el modo de llegar a
ser sabio sin estudio, sin esfuerzo y casi sin trabajo)) 153. No adopta una

153 PALACIO ATARD. V.: Prólogo a la obra de SALA BALUST. L.: Visitas y reformas.... pág.
XXII, que se basa en el juicio que emite el ex jesuita padre Andrés, en un discurso en una
Academia; ANDRÉS. J.: Disertación sobre las causas de los pocos progresos que hacen las
ciencias de estos tiempos. 1. ed. italiana de 1779; l.· ed. española de 1783. Pero el juicio del
8

padre Andrés sobre la reforma llevada a cabo es muy positivo, como lo demuestra esta cita
que se encuentra en su obra más importante:
"Por la otra extremidad de Europa, España, tenaz sostenedora de las sutilezas escolásti-
cas, las ha desterrado ya de sus escuelas, y se ha aplicado sabiamente a conocimientos más
útiles. Feijoo, Juan, Ulloa, Ortega y otros fisicos matemáticos y naturalistas; Luzán, Mon-
tiano y Mayáns, ilustradores de la lengua, de la retórica, de la poesía y del teatro; Martí,
Flores, Finestres, los dos Mayáns, Pérez Bayer, los dos Mohedanos y otros anticuarios y
eruditos de todas especies, dan una clara muestra del ardor que anima a España en los buenos
estudios." Origen, progresos y estado actual de toda la literatura. 10 vols., Madrid, 1784-1806;

167
posición negativa frente a las reformas, sino que, al contrario, las alaba sin
tasa. No puede satisfacer ninguna explicación que siga en esta línea, pues
en ese caso había que inhabilitár a toda la Ilustración europea, cuando es
obvio el impulso que dio a la ciencia y a las Universidades. Lógicamente,
habría tenido que fracasar cualquier reforma emprendida bajo su impulso,
cuando el ejemplo que nos ofrecen los distintos países europeos donde se
acometieron reformas universitarias, es exactamente el contrario. Sin
necesidad de ir muy lejos a buscar un caso concreto, tenemos el de
Portugal, en donde la reforma se llevó a cabo por el marqués de Pombal,
teniendo 'como único y exclusivo mentor al ya conocido Verney, y es
evidente que la reforma significó el renacimiento de la enseñanza universi-
taria portuguesa y, concretamente, de Coimbra, a pesar de todas las
limitaciones que en aquella obra puedan encontrarse 154.
La situación de España hacía que la empresa tuviera unas especiales
dificultades, de las que eran conscientes desde el primer momento. Ya
Olavide, en su Plan de la Universidad de Sevilla, se daba cuenta de que el·
principal inconveniente con el que tropezarían sería la falta de unos
profesores preparados adecuadamente, pues los actuales difícilmente
podrían adaptarse a las nuevas exigencias de la ciencia y de los nuevos
métodos. Pero confiaban en que si, en efecto, se· ponía en marcha la
reforma, se conseguiría que los sucesores de los actuales responderían ya al
ideal propuesto l55 •

vol. 11, págs. 361-362. Vid. en SEMPERE,J.: ob. cit.• 1. 1, pág. lOO, el largo extracto que hace de
esta obra. .
154 J. M.Sánchez Diana señala como causa del fracaso de las empresas espirituales de los
ilustrados, que contrapone al éxito alcanzado en sus empresas económicas, a la mentalidad
práctica que distaba mucho del racionalismo utópico de los enciclopedistas europeos.
«Ensayo sobre el siglo xvmespañol», en Theoria. 11, núms. 5 y 6, Madrid, 1953, páginas 62 a
76.
Dice Aguilar: «fueron demasiado prolijos en la planificación conjunta de los problemas
docentes: indecisos e incoherentes a la hora eminentemente política de la puesta en marcha.
Supieron ver los problemas y estudiarlos a fondo, pero no resolverlos con acierto. Al margen
de los grupos de precisión, que ya empezaban a formarse en la Corte, faltaba entre los mismos
consejeros la unidad de criterio y la autoridad necesaria para toda obra eficaz y duradera».
Ob. cit., pág. 256.
Desdevises du Dezert, haciendo un balance final de todas las reformas realizadas en el
reinado, dice: «la enseñanza, que es el lado flaco de las reformas, continúa exegética. Los
reformador'es quieren instruir a los hombres, pero no quieren emanciparlos; quieren una
enseñanza práctica y profesional, y la primera virtud del escolar es para ellos la asiduidad».
Juicio que le merece el excesivo horario de clases que se imponía a lo largo del curso, de 18 de
octubre al 25 de junio, que duraban mañana y tarde cinco horas. Ob. cit., 1. 11, Richesse et
civilización. pág. 202.
m «Plan de estudios de la Universidad de Sevilla», loe. cit.. pág. 163, YAGUILAR PIÑAL,
F.: ob. cit.. pág. 241.

168
La fuerza de la reacción desencadenada y la debilidad del equipo
gobernante ante ella fueron las causas del fracaso.

4. Una crítica liberal al programa ilustrado

Las ilusiones ilustradas con respecto a los rápidos éxitos que las
reformas en general y las reformas docentes en particular iban a alcanzar,
quedan reflejadas de manera notable en un texto que a continuación
vamos a examinar.
Es bien significativo, de una mentalidad cada vez más extendida en los
círculos ilustrados del reinado de Carlos III. Se trata de un artículo de un
autor anónimo que se esconde bajo el nombre de conde de la Serena, que
publica un periódico francés, pero publicado en Londres, «Le Courier de
L'Europe». Escrito en forma de carta a finales de 1782, el autor se propone
dar a conocer a toda la Europa Hustrada, los enormes progresos que la
Ilustración va a hacer en España, después de que el gobierno ha adoptado
un programa de reformas que se dio a conocer el 3 de noviembre, que se
convirtió así en un día de fiesta. Para el autor de la carta, los intentos
reformistas anteriores estaban condenados al fracaso, por la sencilla razón
de que se debían a particulares; era necesario que esas reformas fueran
asumidas por el poder, «la gran obra de la regeneración de España no
podía ser más que el fruto de una voluntad firme e ilustrada de sus
ministros, bajo la dirección de un príncipe querido y amigo del bien».
Estamos todavía en pleno despotismo ilustrado.
El programa de reformas anunciado afectaba a casi todas las ramas del
Go~ierno: la administración interior, la reforma de la Hacienda, consis-
tente en la creación de una contribución única y la reducción de las rentas
provinciales, supresión de los mayorazgos, supresión de las trabas por
razón de religión para la residencia de extranjeros en el país, sin exceptuar
a los judíos, pero lo que más destacaba la carta era el plan de reformas de la
educación desde las primeras letras a las Universidades.
Se permitiría que cualquier persona preparada, aunque no fuera reli-
gioso, pudiera dedicarse a la enseñanza: se acabaría con la diferencia entre
escuelas para nobles y escuelas para burgueses.
Las Universidades se reducirían a 12, pero las que siguieran existiendo
se establecerían sobre bases totalmente nuevas, porque no se trata de
reparar viejos edificios góticos, sino constr.uir unos nuevos sobre sólidos
fundamentos.
Nuevas ramas del saber serán enseñadas en ellas, pero de una manera

169
especial lo serán el comercio, la economía política, la historia. Al referirse a
~sta última destaca la aparición de la obra de un gran historiador: Jeró-
nimo de Veras; se trata de una historia general de España, cuyos dos
méritos principales son el examen de las causas de la decadencia española y
la refutación de la leyenda negra. No he encontrado la más mínima
referencia a tal autor ni a tal obra, por lo que pienso que puede ser una
licencia más de las muchas que contiene la carta para darle motivo a
exponer sus ideas.
Pero la mayor originalidad del nuevo plan de educación que, según el
autor, se pensaba llevar a cabo es, sin duda, la creación de unas Academias
en las que se ingresaría por riguroso mérito, lo que suponía una novedad
radical en un país en donde todas las plazas de la magistratura, iglesia, etc.,
han sido patrimonio de una sola clase de ciudadanos. Atacaba sin nom-
brarla a la clase «colegial» que ya tras la expulsión de los jesuitas y la
reforma de los Colegios Mayores, había sufrido las consecuencias del
nuevo programa político. Estas Academias concederían unos premios
económicos para que en cada provincia de la Corona no quedara desaten-
dido, por falta de medios, ningún futuro talento.
A continuación, el autor soñaba con la supresión de la Inquisición,
pues 'lógicamente, un programa como el que se iba a desarrollar era
incompatible con aquella institución y anunciaba que el día 4 de noviem-
bre, el día siguiente de que se conociese este programa de reformas, el rey
había desterrado de la corte al Inquisidor General, el obñspo Bertrán y a los
demás inquisidores residentes en Madrid. Naturalmente, la noticia es falsa,
pero el autor de la carta dejaba correr su imaginación y las Academias que
se iban a establecer iban a estar dotadas precisamente con los bienes
afectos hasta ahora a la Inquisición, a lo que se añadirían los bienes
«inmensos» de varias Cartujas y Abadías benedictinas suprimidas, a lo que
el rey añadiría diez millones de reales todos los años, como consecuencia
de la reducción de sus gastos de caza: sólo la supresión de la cacería de
Cuerva supondría seis millones de reales. Así, las reformas proyectadas no
supondrían ninguna nueva carga impositiva para el pueblo y además
permitiría enviar todos los años al extranjero, a ampliar estudios, a los 50
universitarios más distinguidos e invitar a recorrer España para proponer
mejoras a sabios extranjeros.
A partir de aquí, España entraba de nuevo en el concierto europeo y
recuperaría el rango que merecía tener, por su extensión, la fertilidad de
sus tierras y la naturaleza de sus productos.
En un número siguiente del «Courier» contesta a la carta del conde de

170
la Serena, Brissot de Warville con otra carta que es, a la vez, exposición de
su propio pensamiento y crítica del de la Serena.
El que luego sería famoso convencional y jefe de los girondinos en el
período 1971-72 de la Revolución francesa, reflexiona sobre el programa
de reformas que sobre la educación nacional ha expuesto el misterioso
conde. No duda que el programa sea «sublime», pero pone en duda que se
disponga en España de los medios necesarios para llevarlos a la práctica.
Según Brissot, tres son los medios necesarios para llevar a cabo una
reforma real de la educación: un plan, maestros y libros elementales.
El plan no existe siquiera en Francia ni Inglaterra, países más adelanta-
dos que España, por consiguiente, es dudoso que alguien sea capaz de
diseñar un buen plan de educación.
La situación, en lo que se refiere a la falta de profesores, era si cabe más
grave: «los Campomanes, los Veras, los Feijoo n'y sont communes». Aquí
la solución podría estar en abrir el país a todos los sabios extranjeros; al ser
España una tierra agotada, no se la puede fertilizar si no es mezclándola
con tierras más fuertes, por consiguiente, extranjeras.
La misma falta de profesores afecta a los libros adecuados para la
enseñanza, tanto en lo que se refiere a las materias científicas como, por
ejemplo, a las materias jurídicas.
Por consiguiente, para una reforma de la educación hay que resolver
estos tres puntos preliminares: primero, recoger todos los planes, discutir-
los y llegar a la elaboración de uno que sea el mejor; segundo, seleccionar a
los maestros sólo en razón del mérito, y tercero, proponer recompensas
que sean acicate para los autores que elaboren buenos libros, los gobiernos
deben abstenerse de imponer las obras que deben utilizarse o de escoger a
los autores que deban escribirlas.
Finalmente, Brissot criticaba la creación de Universidades y Acade-
mias, pues, como había probado en su obra, recientemente publicada,
Traité de la Verité, estos establecimientos eran, en sí mismos, funestos para
el progreso de las ciencias. Lo ideal sería dejar, como en todo, entera
libertad y así estaba el ejemplo de los griegos y romanos, que nunca
conocieron estas instituciones y, sin embargo, su educación era
excelente 156.

156 ESPAGNE.-Au Redacleur du Courier de l'Europe.-Madrid, 6 novem-


bre.-Monfieur, vos Feuilles n'offrent depuis long-temps que des récits de
combats: cers détails affligeants pour l'humanité laffent a la fin la curiofité
la plus opiniatre; & il n'eft pas jufqu'aux fucces de fon pays qui n'arrachent
des larmes a l'hornme fenfible. En attendant que vous puiffiés annoncer a vos

/171
Leeteurs les affurances d'une paix defirée & néceffaire a I'Europe, vous
pouvez leur préfenter le plan des réformes dont I'Efpagne s'occupe' dans ce
momento II fera confolant poúr exu d'apprendre que dans un pays, ou I'on
croyoit que la philofophie n'avoit pas encore pénétré, les dangers, d'une
guerre tumultueufe n'ont pu diftraire le Gouvernement des foins qu'i1 devoit
a des établiffernents utiles. Jufqu'a préfent on avnit penfé que le calme de la
paix étoit indifpenfable pour travailler au bo heur des hommes; ainfi la
guerre leur étoit doublement funefte, & par le mal qu'ellefaifoit, & par le
bien qu'elle retardoit. L'Efpagne aura la gloire, de s'etre élevée la premiere
au-deffus de ce' préjugé politique; & en ne faifant que ce que prefque toutes
les nations ont déja exécuté chez elles, mais dans des circonftances plus favo-
rables, elle confervera le caractere d'originalité qui lui eft propre, & que rien
encore' n'a pu faire démentir en elle.
Depuis plufieurs années une fermentation fourde fe faifoit fentir parmi
nous: nous étions parvenus a ce degré d'inftruetion, OU 1'0n commence a
tougir le fon ignorance; & I'exemple bien plus que les reproches de l'Europe,
nous faifoit avec impatience porter le joug des nombreufes inftitutions quis'
oppofoient chez nous a la culture' de I'efprit & au développement des taients
& de la raifon; quelques particuliers avoient tenté a difrérentes reprifes de
nous délivrer de cette efpece d'afferviffement, mais leurs efforts, qu'ils cou-.
vrirent toujours de l'ombre du myftere, furent infructueux, & j'ofe dire qu'ils
méritoient de I'Hie. Pour etre le bienfaicteur de fa patrie, fuffiroit-il d'avoir
des intentions pures mais timides? 11 faut l'audace du patriotifme, & I'intré'pi-
dité de la vertu. Ce n'eft que par des facrifices qu'on parvient a I'honneur de
faire du bien aux hommes; & des grands fucces dans ce genre s'achetent
toujours par le grands dévouements. D'ailleurs, comment cer particuliers pou-
vojentils guider la Nation dans une carriere qu'ils n'avoient connuequ'a demi?
& pour lui oter fes préjugés, ne leur .en reftiot-il pas a eux-mémes? Le grand
ouvrage de la régénération de I'Efpagne ne pouvoit etre que le fruit d'une' vo-
lonté ferme & éclairée dans fes Minütres, fous un Prince cliéri & ami du bien:
on viene de fe convaincre de cette vérité. Pour produire cette révolution fi
néceffiaire, a laquelle les étrangers attachoient tant & de fi grandes difficultés,
il a fuffi a notre Souverain de l'annoncer. Le 3 de ce mois, jour oi! I'on a
publié le projet des réformes arretées au Confeil d'Etat a été a Madrid un jour
de féte; & toutes les daffes de Citoyens ont fait éclater une joie qui ne permet
point de douter du plaiftr qu'ils auront tous a concourrir a l'exécution des vues
du Gouvernement.
11 feroit trop long d'entrer dans tous les détails de la Proclamation Royale
qui vient d'étre publiée; elle a dix pages d'impreffion & n'eft en quelque forte
que le préambule d'un ouvrage beaucoup plus long, on les intentions de S. M.
feront développéas d'une maniere plus particuliere. L'adminiftration intérieure
des provinces; des réformes dans les finances, telles que la réduction de ce
qu'on appelle Rentes Provinciales, a une contribution unique; la fuppreffion des
Majorats avec des reftrictioins indiquées; l'admiffion des étrangers de religion
quelconque dans tous les Etats de S. M. fans en excepter méme les Juifs,
auxquels toutefois I'on n'ouvrira I'entrée du Royaume qu'a certaines conditions
dont il n'eft pas encore parlé: tels font les principaux objetes de réforme déja
annoncés. Mais celui dont il eit parlé avec plus d'étendue, c'eft I'éducation
nationale que 1'0n fe propofe de perfectionner par tous les moyens poffibles,
& a laquelle, en remontant fans neffe' des effets a leurs caufes, l'on a da enfin
s'arréter comme a I'une des principales fources des maux qUL ont affligé l'Efpag-
ne pendant tant d'années.
, Sa Majefté commence par déclarer a cet égard, que pur etre anargé d'une
partie quelconque dans l'éducation de la jeuneffe, il ne faudra renir a aucun
Corps dit Religieux. Avec l'infruction néceffaire & des moeurs, tout homme
pourra fe préfenter pour remplir cer fonctions. Ainfi chaque maitre ifolé répon-
dra pour lui fenl, & aucun autre ne répondra pour luí. La réputation de fcience
qui peut régner dans un corps ne juftifiera point I'ignorance de l'individu; & de

172
meme qué les fucces ne fe mettront plus en commun, les fautes feront toujours
perfonnelles. De petits intérets, de petites brigues monacales n'influeront plus
fur le choix des Profeffeurs; on les devra a la patrie: ce fera une raifon de
plus pour 1'aimer; & alors finira cette inconféquence barbare qui nous forcoit
en quelque forte a refpecter dans l'enfance ce que la politique' & la raifon nous
défendoient d'eftimer dans un age plus avancé.
Un point fur lequel S. M. n'infifte' pas moins, c'eft qu'on ne laiffe plus
fubfifter aucune féparation entre ce qu'on appelle juf qu'a préfent Ecoles pour la
Nobleffe & Ecoles Bourgeoifes. Cette diftrinction ne luí a paru propre qu'a jeter
des femences de jaloufie & de divifion entie les Concitoyens. Comme il n'y aura
plus de graces exclufives pour aucun ordre de fujets, on veut que tous fe
préparent également aux moyens de les mériter; & 1'on choifira ce fyfteme
d'éducation qui ne tendant pas a développer un talent plutot qu'un autre, fera
aimer toutes les vertus. L'artifte n'aura IJas moins été favorifé que le commercant,
ni l'homme de loi, moins que le militaire. Lorfque celui-ci joindra a la connoif-
fance de 1'Hiftoire & de la Géographie ceUe de quelques langut:s anciennes &
modernes; lorfqu'il aure une' ame faine, libre de préjugés avec un corps endurci
par tous les exercices qui conviennent a la jeuneffe: que lui manquera-t-il pour
pareourir avec gloire fa carriere? rien que ce que les Maitres ne peuvent
donner: le courage, le fang froid dans l'action, le coup-d'oeil du génie.
Les Univerfité ferent au nombre de 12 en Efpagne. Plufieurs de ce Hes qui
exiftent feront confervées; mais avec un régime & des fotmes abfoloment
differentes de celles qu'elles ont aujour d'huif. L'on fe propofe non pas de
téparer un vieux édifíce gothique, mais d'en batir un nouveau fur des fonde-
ments plus folides. Oue e des profeffeurs pour les langues anciennes que ron
enfeignera d'apres une méthode nouveile qui en facilitera l'intelligence, & dont
l'étude fera toujours unie a celle de l'hiftoire génétale, de la géographie, de la
morale, & des éléments du caleul, il y aura des maitres pour les principales
langues de I'Europe. Les fonctións de ces derniers feront de lire, d'expliquer
les plus beaux 'ouvages de littérature & de polituqe, chacun dans fa langue,
& de guider leurs éleves dans les traductions qu'ils leur en feront entreprendre.
La minéralogie, la botanique, le droit, les mathématiques, les differentes bran-
ches de la phyfique & de médecine auront chacune au moins deux profeffeurs
dans chaque univerfité; & une chaire de commerce y fera fondée POu! faire
connoitre d'apres les productions de la province ou fe trouvera cette univerfité,
1'efpece de commerce dont elle eft fufceptible & fes rapports d'abord avec
le commerce du Royaume, & enfuite avec le commerce en général. Ainfi a
l'étude des lettres fera conftamment unie celle de l'économie politiqueo Cetaccord
de la littérature & de la politique dont nos voifins s'attribuent la gloire &
qu'ils me fuppofent pas meme que 1'0n ait jamais foup~onneé en Efpagne, c'eft
nous qui en avons donné le premier exemple, apres l~ anciens. n y a deux
fiecles que nos univerftés alloient dépofer aux pieds du trne le réfultat de 'leurs
méditations fur les befoins de l'Etar, & les remedes aux, maux dont ils avoient
découver la caufe. Lorfque Anthonio Perez vint fe réfugier en Prance, il paya
fon hofpitalité d'excellents confeils a Henri IV; & dans ces memes temps
ou le nombre & l'imagination de nos poetes étonnoient I'Europe, Miguel Alvarez
Offario, dans fes difcours politiques adreffes aPhilippe IV, préfentoit a fon
iecIe l'écrit le plus lumineux, les connoiffances les plus vaftes & les plus autres
que 1'0n eut encore montrés dans la fcience du Gouvernement.
Quoique 1'Efpagne ait déja plufieurs hiftoriens tres-eftimables, S. M. fa-
chant combien i1 eft important de perfectionner cette branche de nos connoiffan-
ces, nomme dans chaque univerfité un profeffeur d'hiftoire nationale qui aura la
garde d'un dépot de chartes & autres manufcrits relatifs a l'hiftoire de la pro-
vince. 1'on défigne déja pour une de ces places, Don Jerome de Veras, auteur
d'une hiftoire générale d'Efpagne qu'il acheve de publier & que les étrangers
surement ne manqueront pas de traduire: L'auteur bien au-deffus des préjugés
que 1'0n reproche a fa Nation développe avec une fagacité & un art admirable
les caufes de fa decadence: pour lui, cen'eft point tant l'expulfion des Maur~,

173
les émigrations en Améríque, & l'm du Nouveau Monde qui ent confornmé la
ruine de l'Efpagne'; il en découvre une des plus puiffantes caufes dans les
préjugés fomentés par des Miniftres inhabiles qui oferent attribuer a la volonté
du Cíel l'ouvrage' de leur ignorance, & laifferent fuppofer jufqu'a des propheties
pour juftifier les erreurs de leur adminiftration. 11 fut un temps 0\1 il n'étoit
que trop aifé de répandre cette efpece de fatalifme' politiques ; les Efpagnols
éblouis par les regnes brillants de Charles V, & de Philippe n, croyoient alors
que ríen fur la gerre ne pouvoit s'appofer a eux, & que Dieu lui-meme par une
fuite de fa juftiee, devoit réfifter a leurs maitres. Ainfi eette idée de fupériorité,
cette confiance en leurs forces qui furent chez coutes les Nations, les principes
deleur activité & de leur aggrandiffement, jetterent l'Efpagnol eomme dans une
ftupeur morrelle'; & alors meme qu'i! étoit accablé de revers & environné
d'ennemis victorjeux, on lui faifoit trouver dans fa honte des mosifs de fierté
& d'orgueil.
Le fucees de cette hiftoire & les éloges juftement mérités qu'on lui a
prodigués ont fait entreprendre a M. de Veras, un ouvrage non moins intéreffant
dontil nous a déj,¡donné le profpeetus; c'dt une hiftoire de l'Amérique qui
n'aura guere rien ae commun que le titre avec celle du Docteur Robertfon.
Malgré fon admiratian fincere pour les talents du célébre Ecoffois, M. de
Veras ne craint point d'affurer que tout ce qu'il a dit fur les poffeffions Efpag-
noles ne eontient que des détails peu exacts ou déja connus de tout le monde:
l'hiftoire de leur colonization, leur conftituion intérieure, leurs rapports avec
la metropolc & les moyens de les multiplies: tout cela ne lui paroit que foible-
ment indiqué dans l'ouvrage Anglois. Toutes les fois qu'on a parlé de l'Améri-
que on n'a pas manqué de s'étendre fur les maffacres commis par les Efpagnols;
& l'on fe fonde fur-tout fur l'autorité de Las CafaS. Notre hiftorien ne recufe
point abfolument le témoignage de ce vertueux prélat, mais il expofe les motifs
qui lui firent charger le tableaudes eruautés de fes compatriotes. 11 n'en refte
que trop de prouvés, & M. de Veras n'en diffimulerélJ aueune; mais il fupprimera
toutes ces déclamations auxquelles elles ont donné lieu. Cette fenfibilité extreme
qui met les hiftoriens en fureur au récit du moindre de ces faits lui a para
toujours fufpecte. Le vrais philofophe gémit fur le fort des malheureux Améri-
cains; mais il fcait a quoi a conduit. dans tous les temps l'enthoufiafme des
premieres conquetes; il fcait de quelles tenebres, le fanaticifme & l'ignorance
eouvroient l'Europe a la fin du quinzieme fieele, quels foldats, quels habitans,
l'Efpagne envoya d'abord au Nouveau Monde: & il s'abfrient de flétrir une
Nation entiere du crime d'un petit nombre d'hornmes qu'elle avoit rejettés
de fon fein. Rien ne juftifiera les Efpagnols; mais fi quelque chofe peut les
faire paroitre moins coupables qu'ils ne furent en effet, c'eft l'injuftice· des
écrivains qui ne trouvent qu'eux de cruels, cornme fi les annaJes de l'Amérique
n'offroient pas rnille traits de barbarie commis par d'autres Nations, qu'on
a cherche a aafoiblir ou qui ont été paffés tout-a-fait fous mence. Dans le 18e.
fieele, & prefque de nos jours (ajoute toujours M. de Veras) des milliers
d'Indiens font morts de faim a la vue des magafins d'abondance que l'avarice
de quelques Européens tenoit fermés. Cependant on fe tait, ou l'on en parle a
peine; e'eft que parmi ces Européens tout éroit eomplice; c'eft qu'il ne fe
trouva pas un feul Las Catas qui ofat réclamer contre les abominations de fes
compatriotes.
Je vous ai parlé, Monfieur, des travaux de Don Jérome de Véras, pour vous
faire mieux connoitre par eux le Gouvernement qui les encourage, & les fucces
qui fuivront infailliblement les réformes qu'il a entreprifes. Avec de tels maitres,
que ne doit on pas attendre de la jeuneffe qui leur fera confiée7 Mais pour
donner au nouveau fifteme d'éducation nationaJe toure la confiftance & la
perfection dont il peut etre fufceptible, S. M. fonde dans les principales villes
de fon royaume des Académies qui, faneperdre de vue la culture des fciences
& des lettres, veilleront fpéciaJement a l'obfervation de ce fyfteme, avec le pou-
voir d'y. faire les changements que leur expérience & leurs lumieres leur
feront juger néeeffaires. Les Univerfités, & en généraJ tous les Colleges & Ecoles

174
feront foumis a ces Académies, d'ou partira une correfpondance continuella
pour celle de Madrid, qui le repréfentera aupres du Souverain, & fera chargée
de leur communiquer fes ordres.
Ces Académies feront compofées des hommes les plus inftruits du Ro-
yaume, & le Roi a déciaré qu'il mettroit dans le choix de leurs Membres une
rigueur & une juftice proportionnées a l'importance de leurs travaux & a l'éten-
deu des récompenfes qu'il leur deftine. Dans un paus ou toutes les places dans
la magiftrature, dans I'eglife, & c. n'ont jamais été le patrimoine d'une feule
claffe de citoyens, ou les loix & l'ufage n'ont jamais rien accordé jufqu'ici qu'a
la réputation du mérite, il nes'agit plus que de mettre la nation a portée
d'apprécier le véritable mérite; & des-Iors tout rentre dans l'ordre. Le taIent
n'aura pas befoin de fe ravaIer a I'art de l'intrigue; les travaux littéraires ne
feront pas, comme ailIeurs, des fpéculations de commerce prefque toujours
doute ufes & conftarnment médiocres; & tout homme qui poutra inftruire le
public ne perdra pas fon temps a lui reprocher fon ingratitude. Les talents
naiffans feront d'abord encouragés par des petites diftinctions ou des prix
pécuniaires dont les fonds affignés fur les reveñus des Provinces, feront a la
difpofition des Académies; & lorfqu'enfutre ils feront pirvenus a leur maturité,
les portes des Académies leur feront ouvertes, avec elles la carfiere des hon-
neurs du bjen-étre.
On peofe bien que tant de fources de lumieres n'ont pas été ouvertes pour
laifier fe perpetuer I'ignorance. Aufli l'inquifition ne pouvoit-elle fublifter avec
les nouveaux etabliffements. Quoique Sa Majefté n'ait encote rien ftatué a
l'égard de ce tribunal, fes intentions fe manifeftent affez vifiblement dans
I'ordre qui a été fignifié le 4 du courant au Grand Inquifiteur ur Don LUIS
BERTRÁN, & a tous fes fubaIternes de fe retirer, le premier dans fon· Evéché
de Salamanque, & les autres dans differentes Villes éloignées de la ·CapitaIe;
Sa Majefté leur défendant a tous de prendre a I'avenir le titre d'Inquifiteur.
En meme temps, il a été écrit a tous les Chapitres du Royaume de faire verfer
dans les caiffcs des Academies le produit des differents bénéfices affectés
jufqu'a préfent a I'inquifition: cela joint aux biens immenfes des Chartreufes
& plufieuts maifons de Bénédictins fupprimés, formera un dong tres-confidérable
que Sa Majefté fe propofe d'augmenter encore de dix millions de réaux tous les
ans par la réduction de fes dépenfes de chaffe, en fupprimant entr'autres la
Battue de Cuerva qui coOtoit feule fix millions de réaux, & qui n'aura plus
lieu. Par le moyen de ces arrangements, non-feulement les projets arretés par
le Miniftre n'entraíneront l'établiffement d'aucune nouvelle impofition fur le
peuple, mais on a calculé qu'il refteroit annuellement une forome luffifante pour
faire voyager 50 jeunes Efpagnols choifis parmi ceux qui fe feront le plus
diftingués dans les Univerfités, & pour defrayer & récompenfer généraIement
tous les favants Etrangers qui feront invites a parcourir l'Efpagne, pour y faire
les obfervations les plus utiles a fon commerce & a fes arts.
11 ne falloit pas moins que toutes ces différentes inftitutions pour voir
l'Efpagne reprendre en Europe le rang que lui affignent l'étendue, la fertilite
de fes Domaines & la nature de fes productions. Si l'on a vu quelquefois des
Etats prefque fans moyens réels s'élever, par la feule force du génie de leur
Souverain, a un degré de puiffance qui aétonné les Nations; que ne doit-on
pas attendre de l'Efpagne fous le maitre qu'eBe a? Le plus beau Ctel de l'Europe.
Les réglements fages qui vont etre publiés en faveur des ArtifteS & des Com-
mer~ants etrangers, des diftributions de terre & des avances a tous les cultiva-
teurs qui fe préfenteront: en faudra-t-il davantage pour attirer chez nous ces
milliers d'hommes que I'on voit tous les jours aBer porter en Amérique leur
activité & leur induftrie? Qui eft-ce'qui ne voudra pas habiter une terre ou
tous les gentes de ralents feront un tirre fOr a la protection du Gouvemement,
& ou I'amour du travail fera pour tous le garant du bien-etre? le ne fonge
pas fans attendriffement aux jours heureux qui fe préparent pour ma patrie.
Ce ne feront plus les temps ou rous ménacions la liberté de I'Europe: nous
foromes trop écleirés pour efpérer de les revoir, & trop fages pour les defirer.

175
Mais il nous eft permis de voir la fageffe de notre Gouvemement citée chez
tous les peuples; & notre langue, cette langue fi abondante, fi hardie, fi majef-
tueufe, aujourd'hui négligfe par les gents de lettres autant qu'elle leur fut
autrefois familiere, fe repandre le nouveau en Europe avec les nombreufes
productions de notre littérature. En rendant compte de nos ouvrages moder.nes,
les étrangers ne fe contenteront- plus de louer le luxe de nos éditions; &
l'en ne pourra plus dire de nos belles preffes, qu'elles font comme le graint
& le porhyre au fein de l'Egypte qui les produit: des matériaux éternels qui
attendent vainement le genie qui doit les mettre en oeuvre, & s'immortalifer
par eux.
le fuis, & c.
LE COMTE DE LA SERENA.
[n.O XLVIII Vendredi 13-XII-1782J.
Au Redadeur du Courier de l'Europe
Londres, 10 Décembre.
Monfieur,
La réforme que le Gouvernement d'Efpagne effaire dans dUfétentes parties
de fon Adminiftration, & dont M. le Comte de' la Serena a donné le détail
dans fa lettre' inferée dans le No. XLVI. du Courier de ~'Europe, furprendra
fans doute ceux qui connoiffent l'état de ce pays, & qui défefpéroient de le
voir jamais reprendre fon ancien luftre. Les moyens qu'on emploie pour le lui
rendre, font les plus efficaces; je parle fur-tout de la réforme dans les finances,
dans les loix, de l'admiffion des Etrangers de toutes les Religions, & c. Le plus
important de tous eft, fans contredit, l'amélioration de l'éducation nationale:
n'eft celui fur lequel M. de la Serena s'eft principalement étendu, & je me
borne a vous communiquer les réflexions qu'il m'a fait naitre. Peut-étre feront-
elles utiles pour la réforn'le queil'on médite.
L'admiffion'de tous les Citoyens faris diftinetion dans l'éducation nationale,
le reverfement de cette abfurde ligue de feparation qu'avoit imaginée l'orgueil
des riches, entre l'éducation de la Nobleffe & l'éducation Bourgeoife', étoient
des préliminaires indifpen(ables; le Prince les adopte: a la place de ces
colleges ou régnoient le pédantifme, l'ignorance ou les prejugés, il crée douze
Univerfités, des Profeffeurs pour toutes les fciences, des colleges inférleurs,
des écoles pour les campagnes: tous ces établiffements doivent fuivre le meme
fyftéme; leur infpection eft conftée a différentes Académies, OU le mérite
fera le feul titre pour ,etre admis. Ce projet eft fublime fans doute; on ne
peut qu'admirer les intentions du Prince; mais feront-elles rempiies? Les mo-
yens que l'on prende feront-ils fuffifants? N'en peut-on pas douter lorfqu'on
approfondit ce brillant fyftéme de réforme?
Trois points me' paroiffent effentiels a déterminer: avant que de' fonger a
la réforme de l'education dans quelques pays que ce foit, il faut avoir:
1.0 Le meilleur plan d'éducation.
2. o De bons maltres.
3. 0 Des livres élémentaires dans chaque fcience.
Toutes ces conditions fe rencontrent-elles en Efpagne? Les dernieres rela-
tions publiées fui ce pays, ne fant pas prapres a le faire croire.
le ne fais fi l'an a autant écrit fur l'éducation en Efpagne qu'en France' &
en Angleterre: dans ces deux derniers Royaumes elle' eft encore manquée, non
pas que la queftion n'ait été bien éclaircie, nan pas que les efprits ne foient
éclairés, mais fait pareffe, foit crainte d'accafioner un trap grand bouleverfe-
ment, on fuit toujours l'ancienne routine. Tous font d'accord fur les abl1s,
tous crien cantre l'abus; mais s'agitil de remplacer l'ancien fyftéme, les efprits
fe divifent, des Schifmes nombreaux fe développent; on ne fait a quel plan
s'arréter: peut-étre' auffi parmi tous ceux qui ant été publiés, n'en eft-il aucun
qui foit parfait. 11 y a d'excellents primcipes dans Emite, dans le difcours fur
l'éducation de M. de la Chalatais, dans le Traité de l'Education Publique, dans

176
les ouvrages de Locke, de Fénélon. de Fordyce, ~ C:~t aut~es,qu:~n a, vu
paroitre depuis. Voila les bafes fur lefquelles on dOlt batIr, m31S 1édlflce n eft
pas encore élevé. En France, en Angleterre il n'attend qu'une main hardie; les
efprits font funffifamment préparés par la difcuffion; peot-erre en Efpagne ce
point de maturité n'exifte-t-il pas encore: quoiqu'il en foit, on ne parviendra
a y avoir un ban plan d'éducation que lorfqu'an aure recu~illi tous les meilleurs
écrits publiés fur cette matiere, qu'on les aura comparés, dlfcutés. In ne faut pas
meme fe borner a l'examen des principes, il faut en vérifter les effets, en les
réduiffant en pratique, & cette apération ne peut ~tre que l'ouvrage du temps.
, On dait' toujours dauter de la bonté d'un plan que l'expérience n'a pas marqué
de fon fceau. '
Paur exécuter un pareil plan, il faut enfuite avoir de bons maitres,. &
l'efpece en eft rareo Des moeurs, des connoiffances, des talents naturels, valla
les caracteres d'un bon maitre. Je ne fais s'H en exifte beaucoup en Efpagne; en
Angleterre, en France 0\1 la liberté de penfer a dO. former les efprits & les
éleves an fe plaint de la difette de bans maitres; elle dpit ~tre encore plus
grand~ en Efpagne; les Campomanes, les de Veras, les Feijoo n'y font pas
communs. Camment remédier a cette difette? en ouvrant l'Efpagne a tous les
étrangers qui auront des talents, en n'adjugeant les places qu'au mérite & dans
un concours: voila ce qui dans le dernier fiecle a rendu les Colleges de la
Hollande & de Geneve fi célebres. Tous les talents, dans quelques pays qu'ils
fuffent nés, y étoient arcueillis. Les Bayle, le Juffieu, les le Qers, les Bemaco,
n'y étoient pas facrifiés a l'intrigue 'de ces charlatans adroits qui, fuppléent au
mérite par la baffeffe & les manoeuvres. L'Europe recéle une foule de talents
ignarés, malheureux. lIs fe porteront vers le pays 0\1 les recompenfes les
attendrent.
Il n'y a paint a croindre d'ineonvéniens de la différence des religions,
puifque d'ailleurs le Prince ouvre fon Royaume a tous les étrangers, meme
a ces Juifs, fi fauvent, fi inhumainement immalés dans les autos-da-fe. Sans
eette admifftan univerfelle, les Académies, les Univerfités feront défertes, ou ne
ferant peuplées que de fujets médiocres ou ignorans. 11 eft aifé de fonder des
Académies; mais créer taut d'un caup le talent n'eft pas dans le pouvoir des
Monarques: ,"eft le fruit d'une longue culture, d'un ban fol. Or I'Efpagne eft
une terre épUJfée; on ne peut l'ameublir qu'en la melant avec des terres plus
fortes, qu'avec des terres étrangeres.
La difette des livres élémentaires oft auffi grande que celle des maitres. II
n'eft pas de fciences qui en ait de bons. Une Société favante dans le Palatinat
avait propofé des prix pour en avoir fur chaque branche de nos connoiffances.
C'eft fans doute le meilleur moyen: naus lui devons une excellente Logique,
compofée par l'Abbé de Condillac; logique qui, au mérite rare de la briéveté,
joint eelui d'une précifion & d'un enchainement étannant dans les idées: elle
a été peu lue, peu connue en Franee, paree que tout ce qui porte le nom de
Métaphyfique y effarauche les efprits; p~rce que Condillac y démafque l'igno-
rance de la plupart des Savans, & les Savans craignent peut-etre plus la lumiere
que les ignarans. Si tautes les feiences avoient une pareiUe méthode élémentaire,
elles feraient plus avancées; iI y auroit mains d'incertitude & moins de fyfte-
mes differents. En Chymie, par exemple, qui préféra-t-on des Ecoles Suédoife,
Allemande, Francaife, Angloife? Qui fuivre de Bergmann, de Margraff, de
Scheele, de le Sage, de Buquet, de Marveau? Sur l'Electricité, préférera-t-on a
Nollet, a Franklin, a Marat, Prieftley ou Vatta? Sur la Phyfique générale, en-
feignera-t-on ou Newton ou la nouvelle Phyfique de MM. de Marivetz, Gouffier,
ou celle de M. Carra, ou les principes de Mr. de Carla, & c.? Pareourez les
autres fciences, memes doutes, memes cantrariétés. Par-tout beaucoup de dic-
tionnaires, paint de livres élémentaires.
Il eft meme des fciences qui 'font a refaire en entier; telle que le Droit civil.
Dans tous les pays, excepté la Pruffe, dont le nouveau code offre encore quel.
que taches, dans taus, c'eft un amas de coutumes abfurdes, de loix antiques,
incohérentes; dans taus, on y menacoit le Droit Social; dans tous, an y outrage
la raifan & l'humanité par une Jurifprudence criminel1e fondée fur les principes

177
LA ILUSTRACION y LA REFORMA... -12
Mucho más lejos aún nos llevan las ideas que sobre la cuestión se
expresaron una vez que estalló la Revolución Francesa. En este sentido
podemos destacar el discurso pronunciado por Deleyre (1726-1797) en la
Convención sobre la educación nacional, que prefigura toda la política
educativa de Francia en estos años y que tanta influencia tendría en
España 157.

les plus faux, comme je 1'ai démontré dans mes différens ouvrages. Ce que je
dis du Droit, je pourrois le dire de' la plupart des autres fciences: chacune, je
le fais, abonde en livres, en dictionnaires; mais la foule de livres, de dictionnai-
res n'eft qu'un fléau de plus qui a retardé l'avancement des connoüfances;
vérité que j'ai développée dans mon Traité de la Vérité, plubié récemment.
En les mettant donc de coté, il faur fe borner a faire de bons livres élémentaires,
& cela n'eft pas fi aifé qu'on le penfe. Il n'eft qu'une méthode pour les bien
faire, & peu d'hommes la poffedent; mais jamais on n'en aura qu'en propofant
ou des prix ou des places a ceux qui feront les meilleurs.
Ainfi, pour remplir les trois points prélirninaires de la réforrne de l'éducation,
il faut:
1.0 Recudllir tous les plans, les difcuter, encourager les Ecrivains a corn-
rnuniquer leurs vues aux Gouvernements. Je conrnois d'excellens manufcrits fur
cet objet, qu'un pareil encouragernent tireroit de l'obfcurité.
2.0 Pour avoir de bons maitres, en' Efpagne, il faut admettre aux places
les nationaux, étrangers indiftincternent, & n'accueillir que le mérite.
3.0 Pour avoir des livres élémentaires, il faut en' demander aux gens éclai-
rés; propofer des réeompenfes ou des places. Les Gouvernemens doivent
bien fe garder de commander cer fortes d'ouvrages, ou de choifir des Ecri-
vains. Un MinYftre celebre fuIvit cette méthode en France, pour un des plus
beaux Etabliffemens de Louis XV. Il n'en réfulté qu'une' rapfodie incomplete
d'ouvrage rnédiocres: le Directeur avoit abandonné fa befogne a des Tartares
fubalternes qui lui en donnerent, comme. on dit, pour ton argento
Que d'obfervations j'aurois a faire fur la lettre judicieufe de M. de la Se-
rena! Je ne veux pas cependant paffer fous filence la création des Académies
& des Univerfités, qu'il loue beaucoup.
rai prouvé par des faits, dans mon Traité de la Vérité, combien ces Corps
font funeftes aux progres des fcíences. Il feroit a defirer qu'on laiffait icí,
comrne dans toute autre chofe, liberté entiere, que tout homme doué de talens
& de rnoeul1' put enfeigner fans privilege.
Les Grecs & les Romains n'eurent ni Colleges ni Aeadémies, & cependant
ils produifirent de grands hommes: leur éducation étoit excellente, paree
qu'elle étoit libre: le maitre le plus fuivi étoit eelui qui méritoit de l'ecre; car
qui lui auroit preféré un charlatan? Te finis en fouhaitant bien fincérement que
mes obfervations en fafient naitre de meilleures; qu'elles puffent engager le
Gouvernement d'Efpagne a confulter les bons Ecrivains qui honorent notre fieele.
C'eft en raffemblant toutes les lumieres qu'il parviendra a opérer une réforrne
durable.
Je fuis, & C.
BRISSOT DE W ARVILLE.

157 Deleyre es el típico ilustrado francés. Ex alumno de los jesuitas, amigo de Rousseau,
Diderot, D'Alembert, escribió algunos artículos en la Enciclopedia. Convencional, republi-
cano convencido, votó la muerte del rey, cuestión sobre la que pronunció un importante
discurso. Vid. Idées sur /'education nationale. París (Convention Nationale), s. f.

178
5. La reforma de los Colegios Mayores

Quedaría incompleta nuestra visión de la reforma universitaria si no


examináramos la que se llevó a cabo en los Colegios, especialmente- en los
Mayores, pues aunque los Menores también fueron reformados, tienen
mucha menor trascendencia.
Los Colegios Mayores, por su espíritu clasista, se convirtieron en el
blanco de los deseos de reforma de los «manteístas», irreconciliables
enemigos de los colegiales. Por consiguiente, la llegada al poder de aqué-
llos plantearía esta reforma, movida así por intereses no estrictamente
ligados a los problemas de la enseñanza. Esto no quiere decir que, dada la
gran interrelación que existía entre estas instituciones y las Universidades,
al acometer la reforma de éstas, aquéllos no hubieran sido afectados; pues,
en efecto, ya una de las primeras medidas de la reforma repercutía de
manera sustancial en los Colegios: nos referimos a la supresión del turno o
alternativa en las oposiciones a cátedras, en la que quedó suprimido el
turno colegial. Además, la evidente decadencia de muchas de estas institu-
ciones había originado ya varias iniciativas para reformarlos.
Pero, en definitiva, la reforma de los Colegios por las importantes
implicaciones políticas y sociales que tenía iba a discurrir de otra manera y
por distinto camino que el de las Universidades. Dicha reforma fue inicia-
tiva de un catedrático de Salamanca, el famoso hebraísta valenciano Pérez
Bayer, el cual, en realidad, había ocupado muy poco su cátedra, pues
primero fue comisionado para investigar los archivos de Toledo, y, des-
pués, por ser nombrado preceptor de los infantes, había tenido que aban-
donar su cátedra, yen esta última situación se encontraba cuando, en 1769,
concibió el propósito de redactar un documento, que tituló Memorial por
la libertad de la literatura española, tras una conversación con un amigo
suyo de Salamanca sobre la decadencia de esta Universidad por culpa del
poder que sobr~ ella tenían tos Colegios Mayores, al año siguiente ya lo
tenía terminado. Dicho documento, que fue estudiado a fondo hace pocos
años por Sala Balust, cargaba en exceso las tintas, como consecuencia de la
pasión personal que existía contra los ((colegiales». Puede resumirse su
contenido en una de sus frases más expresivas, que es aquella en la que dice
que el sistema de los Colegios ((se opone diametralmente al bien público de
estos reynos, que es opresivo a la juventud dedicada al estudio de las
ciencias que han arruinado a las Universidades y a la literatura de
España... » 158. Menéndez y Pelayo, al comentar esta obra, dice que ((con

158 Vid. Memorial citado en nota 13. Sobre la realización de la reforma, el mismo Pérez
Bayer escribio un Diario histórico de la reforma de los seis Colegios Mayores de Salamanca,

179
sólo que fuera verdad la tercera parte de los cargos acumulados... merece-
ría plácemes la idea de reformar los Colegios» 159.

A) PÉREZ BAYER y EL «MEMORIAL POR LA LIBERTAD DE LA


LITERAT'uRA EN ESPAÑA»

a) Los años de preparación intelectual


La vida de Pérez Bayer transcurre entre 1711 y 1794. Nace y muere en
Valencia. Estudia primero en la Universidad de Gandía y luego en la de
Valencia 160.
En 1733 llega a la Universidad de Salamanca a estudiar Derecho
Canónico, pero abandona estos estudios en vista de las dificultades que un
«manteísta» tenía para seguir con brillo esta carrera y abandona el estudio
de los Cánones por el del Griego y el Hebreo. En seguida superó el cambio
forzado de su carrera académica y se sintió firmemente atraído por los
nuevos estudios y comenzó sus investigaciones en el archivo de la catedral
de Salamanca. Terminados éstos en 1738, regresó a Valencia y entró al
servicio del Arzobispo de la diócesis, Mayoral, típico colegial, del que fue
secretario y a la vez profesor de Hebreo de la Universidad valenciana 161.
Permanece en esta situación hasta que en 1746 se convoca la cátedra de
Hebreo de la Universidad salmantina, oposita y obtiene la citada cátedra,
con lo cual abandona su patria de nuevo para volver a la ciudad castellana.

Valladolid y Alcalá... , B.N., Madrid, 3 vols., MSS., 18377-9. Para el estudio de estas reformas
son fundamentales los trabajos de SALA BALUST, L.: Visitas y reformas de los Colegios
Mayores de Salamanca en el reinado de Carlos In Valladolid, 1958.
Existe también una obra de un autor italiano que no hemos podido consultar, AMOEDO,
P.: Le riforme universitaire di Carlos III e Ferdinando VI Borbone. Napoli, 1902, y la de
ZABALA, P.: Las Universidades y los Colegios Mayores en tiempos de Carlos lIl. Madrid, 1906;
PUYOL, JULIO: «El Colegio de Santa Cruz y los Colegios Mayores», Bol. de la RAH. t. CXIV,
pp. 793-827; GÓMEZ CENTURIÓN, J.: «Jovellanos y los Colegios de las Ordenes Militares», Bol.
de la RAH. t. LXII, pp. 5 Y s., Y t. LVIII, pp. 5 y s. PALOMEQUE, A.: «Estampas ~e1 Colegio
granadino de Santiago (1771-1772»>, Bol. de la U. de Granada. Granada, 1953.
159 MENÉNDEZ y PELAYO, M.: Heterodoxos. t. II, p. 529.
_ 160 Vid. más datos bibliográficos de Pérez Bayer en: JUAN GARCÍA, LEOLPOLDO: Pérez
Bayer y Salamanca. Datos para la bio-bibliografía del hebraísta valenciano. Salamanca, 1918;
SEMPERE y GUARINOS, J.: Ensayo de una biblioteca española de los mejores escritores del
reynado de Carlos 1lI, t. 1, Madrid, 1785, pp. 189-202; MATEU LLOPIS, F.: «En torno a Pérez
Bayer, numismata y bibliotecario», en Anales del Centro de Cultura de Valencia. Valencia,
1953, y ALVAREZ DE MORALES, A.: Pérez Bayer y su viaje a Andalucía en 1782. Actas del II
Coloquio de Historia de Andalucía, Andalucia Moderna, Córdoba, 1983.
161 Mayoral fue Arzobispo de Valencia de 1738 a 1769. Sobre su actuación en la sede
valenciana, Vid. M ESTRE, A.: Ilustración y reforma de la Iglesia. Valencia, 1968, pp. 226-230 y
473-476. Bayer, a pesar de la protección que de él recibió, le juzgará negativamente, sobre
.todo pnr su nepotismo.

180
A su oposición a Salamanca fue, sin embargo, bien pertrechado de
influencias, probablemente conseguidas a través del Arzobispo de Valen-
cia, del que era secretario; de todas formas sus investigaciones histórico-
arqueológicas le habían dado ya una reputación científica seria entre los
más importantes anticuarios del país. Sobre todo debieron de ser conocí,:-
das sus investigaciones en Denia y otros puntos del Reino de Valencia, en
estos años inmediatos a su oposición, a pesar de que aún no se concretaron
en ninguna publicación, pero fueron lo suficientemente conocidas como
para que se hiciera eco de ellas el padre Flórez en su España Sagrada 162.
Pérez Bayer obtuvo nada menos que una carta real para que se le
autorizara a desempeñar su cátedra sin la obligación de doctorarse en
Teología si no quería. Dicha resolución real contrarió a los colegiales, pues
lógicamente a la enemiga natural por no ser Pérez Bayer un colegial se unía
esta protección real que le facilitaba su acceso a al cátedra. En efecto, Pérez
Bayer tras realizar los ejercicios de la oposición obtuvo la cátedra, de la que
tomó posesión poco después, el6 de septiembre de 1746 y, acogiéndose a la
carta real a que nos hemos referido, que no le obligaba a doctorarse en
Teología, ya que su cátedra de Hebreo era una de las llamadas «raras», se le
dio el grado de Maestro en Artes sin examen previo 163.
Pero la docencia en Salamanca duró muy poco, escasamente tres
cursos. Pues en 1749 es nombrado por Real Orden miembro de una
comisión para que coleccionase los códices de la catedral de Toledo y para
redactar una obra sobre estos materiales, que defendiera y apoyara la
postura regalista 164.
En 14 de noviembre de 1749 recibió la Universidad orden del Rey para
que siguiera pagando sus emolumentos a Pérez Bayer mientras durase la
comisión real que se le acababa de confiar 165.

162 "Pero venció esta dificultad el Doctor don Francisco Pérez Bayer, Cathedrático de
Lengua santa en la Universidad de Salamanca, el cual manifestó bien su inclinación al estudio
de la Antigüedad haciéndose descolgar de lo alto de la torre en el año 1744 para reconocerla
puntualmente como lo hizo: y si en esto manifestó la propensión, mejor descubrió la
inteligencia: pues estando mal conservada mucha parte de letras, y faltando el principio de los
renglones (por haverla recortado los Canteros para igualarla con las demás) ha sabido darla
buen sentido, como se propondrá pues por havermela franqueado la publico», FLORES, E.:
España Sagrada. t. VIII, Madrid, 1751, pp. 207-208.
163 ESPERABE DE ARTEAGA: Historia pragmática e interna de la Universidad de Salamanca.
t. 1, Salamanca, p. 914.
164 ¡bid.. t. 11, p. 664.

165 MILLARES CARLO, A: "El siglo XVIII español y los intentos de formación de un corpus
diplomático», en Rev. Bibl. Arch. y Museo del Ayunt. de Madrid. 1925; RAYMÓNDEZ DEL
CAMPO, J.: "Correspondencia epistolar del P. Andrés Marcos Burriel, existente en la Biblio-
teca Real de Bruselas», en Bol. R.A.H.. 1918, Y ABELLA, MANUEL: Noticia y plan de un viaje
literario para recorrer archivos y formar la colecci6n diplomática de España. Madrid, 1795.

181
En 1752 termina su misión porque es el padre Buriel el encargado de
redactar la obra 'una vez reunidos los materiales necesarios para su elabo-
ración 166 y el Rey premia sus servicios con una canonjía de la catedral de
Barcelona. Bayer acepta y renuncia a su cátedra, a partir de este momento
se puede entregar ya con toda libertad a sus tareas investigadoras. Su
estancia en Barcelona le servirá para entrar en contacto con el núcleo
intelectual que se ha formado en la nueva Universidad de Cervera, entra en
relación sobre todo con Finestres y los hermanos Dou, con los que
mantiene abundante correspondencia.
Es conocida la intención política concedida a la misión científica del
padre Burriel, sin embargo hay que reconocer que en él personalmente
primaba su interés intelectual y se hizo unas ilusiones exageradas sobre la
misión recibida, como luego se demostró, y que se deducen de su escrito
«Apuntamientos de algunas ideas para fomentar las letras del padre
Andrés Burriel» 167.
A Mayáns le escribió en una carta que la corte respiraba fomento de
letras y estudios. Por fin, a mediados de 1750, recibió del padre Rávago la
misión concreta que se le confiaba, recoger materiales para ilustrar las
antigüedades eclesiásticas de España y especialmente el Antiguo Oficio
Mozárabe, que aún se conservaba en Toled~.
Burriel conocía ya a Bayer, pues en los Apuntamientos que se entre-
tuvo en escribir mientras se le designaba la misión que tenía que desempe-
ñar lo cita en varias ocasiones como una de las personas con las que había
que contar para realizar algunas de las obras científicas que propone,
concretamente s9bre monedas y sobre la lengua árabe; al referirse a este

166 Mayáns, en una carta a Finestres del 12 de febrero de 1752, le comunica que el trabajo
de colección de los manuscritos de Toledo ha sido terminado y ya sólo falta designar la
persona que debe redactar la obra. El encargo recaerá en Burriel, Vid. Josep Finestres.
Epistolari. Suplement, Barcelona, 1969.
En el epistolario de Finestres hay numerosos testimonios de estas relaciones, aunque se
han conservado pocas cartas del propio Pérez Bayer, pero en la correspondencia entre
Finestres y Mayáns hay numerosas referencias a nuestro personaje.
En el epistolario citado hay diversas referencias a la actuación de Bayer en Barce-
lona, Vid. 1. 1 del Epistolari. Barcelona, 1934, ed. del padre Casanovas, Carta núm. 2/99, de
19-IV-1753, a Mayáns:
"Yo ha quatro semanas que vine a Barcelona, en donde, por el solo motivo de conocer y
tratar al amigo canónigo D. Francisco Pérez Bayer, estaría contentissimo. No puedo explicar
quán aficionado es a Vm. y a todas sus cosas. Vm. sale en todas nuestras conversaciones, que
son muy frecuentes."
"Pérez, según me dizen, recitó la lección de Escritura de S. Lucas en la cathedral con
universal aplauso. El me la leyó, y fue muy a mi gusto.", n. 509, 4-XI-1753 a Mayáns.
167 Vid. ECHANOVE, A.: La preparación intelectual del P. Andrés Marcos Burrie/. S. J.
(1731-1750). C.S.LC., Madrid-Barcelona, 1971, págs. 253 y s.

182
último punto dice: «ni D. Francisco Pérez Bayer ni yo hemos podido lograr
un ejemplar de folio que poder enviar a Alcalá»... (p. 319)168.
«Don Francisco Pérez Bayer, catedrático de hebreo en Val~ncia y
Salamanca, ha hecho grande estudio en esta curiosísima indagación, y yo
vi dos años ha un prólogo latino del diccionario etimológico que meditaba
o trabajaba, aunque en él se quejaba como se queja el maestro Martínez y
su preceptor, D. Juan Pastor, de la ignoran'cia del árabe y dificultad de
aprenderlo, sin poder por ningún camino lograr buenas gramáticas y
diccionarios arábigos» (página 309) 169.
La dirección de la misión ciéntifica la llevaba el marqués de Valdeflo-
res, el cual hizo un planteamiento general de la tarea a realizar, como base
de una posterior redacción de una nueva historia de España, inspirada en
los nuevos criterios científicos que se venían imponiendo en toda Europa.
El plan, según el cual quiere hacer Valdeflores una historia de España
nueva, es analítico e inspirado en el espíritu filosófico de su tiempo.
Deja para Burriel y Pérez Bayer lo que corresponde a la historia
eclesiástica y a la de la legislación civil; éste copió y puso en orden las
inscripciones y demás documentos en los que estuvo trabajando en Toledo
y acomete, con todo orden, la reconstrucción de la historia general de
España desde el tiempo más remoto hasta 1700 17 °.
Valdeflores y Burriel sufrirían las consecuencias de la caída de Ense-
nada del poder: ambos verían radicalmente eliminada de sus tareas la
protección oficial.
168 ¡bíd., pág. 319.
169 ¡bíd.. pág. 309.
. 170 Luis José Velázquez de Velasco (Málaga, 1722-1772), marqués de Valdeflores, a partir
de 1748 en que vino a Madrid, después de cursar estudios en su ciudad natal y en Granada,
entró en relación con una serie de literatos e historiadores de la corte, ingresando en la
Academia Poética de la marquesa de Sarriá y en 1751 en la Academia de la Historia. Al año
siguiente, protegido por el marqués de la Ensenada, recibe el encargo de realizar una misión
científica por España, llevando a cabo un Viaje por la Península del que dejó una relación que
constituye una de las principales fuentes de la historia.
En 1766 fue detenido y encerrado, primero, en Alicante y, luego, en Alhucemas hasta
1772, en que fue puesto en libertad, muriendo este mismo año en su ciudad natal. Fue acusado
de ser autor de algunos de los panfletos que movilizaron el motín de Esquilache. Escribió
vari~s obr~s, algun~s de las cuales quedaron inéditas como consecuencia de su proceso, que
motIvó la IncautacIón de todos sus papeles. Entre las publicadas están: Ensayo sobre los
Alfabetos de las letras desconocidas que se encuentran en las más antiguas Medallas y Monumen-
tos de España; Orígenes de la Poesía castellana; Anales de la nación española desde el tiempo de
los romanos hasta la entrada de los romanos: sacados únicamente de los escritores originales y
monumentos contemporáneos; Conjeturas sobre las medallas de los Reyes Godos y Suevos de
España; Noticia del Viaje a España, hecho de orden del Rey, y de una historia general de la
Nación desde el tiempo más remoto hasta el año de 1516. Vid. SEMPERE, J.: Ensayo, t. VI,
págs. 139-153, y GÓMEZ DE LA SERNA, G.: Los viajeros de la Ilustración, Madrid, 1974, pág. 77.

183
A Valdeflores, al ser sustituido Ensenada por Valparaíso, se le suspen-
dió la pensión en febrero de 1755, continuando sus empresas literarias ya
sólo por cuenta propia y de la Academia de la Historia, y así trabajó
incansablen:tente durante dieciocho años, hasta 1765, en que publicó una
primera «Noticia de su Viaje y del Plan de la obra a realizar», pero los
sucesos del año siguiente, motín de Esquilache, le barrerían de la escena
pública, p~sando en la cárcel los últimos años de su vida.
A Burriel se le incautaron todos los papeles que habían recogido para
proceder a, la redacción de la obra que se le había encargado y moriría
amargado y retirado pocos años después 171 •
Mayáns, en una carta a Pérez Bayer escrita en abril de 1756, le da
cuenta del ambargo de los manuscritos a Burriel.
El erudito le hace con este motivo una serie de consideraciones al
canónigo ~obre las razones de la decadencia cultural española y coloca en
. primer lugar la ignorancia y la envidia, de la que se considera víctima, pero
no él solo, sino otros amigos suyos: «1 este mérito (fama entre los extranje-
ros) nadie es capaz de quitármelo, pero sí las conveniencias i los medios
para hacer mayores cosas, porque ésta ha sido siempre la costumbre de la
ignorancia i de la embidia. 1 esta desgracia en nuestros tiempos ha sido
común a Martí, Miñana, Corachán i Finestres que aún vive.»
. Este incidente enfriará las relaciones de Mayáns con Pérez Bayer, pues
el primero sintió profundamente la desgracia de Burriel y le pareció que
Bayer no actuó cón la suficiente lealtad con su antiguo compañero de
investigación en Toledo, y en una carta a Finestres comenta el desgraciado
asunto diciendo que Pérez Bayer es del último que gana 172.
En Barcelona éste ejercerá su ministerio pastoral, y sus actuaciones
tendrán cierta resonancia en los medios intelectuales catalanes; sabemos
que sobre todo su sermón pronunciado con motivo de la festividad de San
Lucas en 1753 en la catedral obtuvo amplio eco.
A continuación se le enviará a Italia, incluso se le encargó de la reforma
del Colegio de San Clemente de Bolonia, y su estrella se vería aún más
fortalecida con el cambio de monarca. No es extraño por eso que fuera
atacado incluso por algunos amigos suyos como demasiado pstelero. La
explicación de su buena suerte en estos momentos de desgracia de sus
antiguos amigos la encontramos en la protección que encontró en el nuevo
ministro Wall, de la que se beneficiaría extensamente 173.

171' MESTRE, A.: Ilustración y reforma de la Iglesia, Valencia, 1968, pág. 132.
m [bid.
173 Ricardo WalI (?-1778). Nació en Nantes de familia de origen irlandés, co~enzando su

184
Gómez de la Serna hace unas consideraciones sobre la politización de
la empresa literaria precisamente a cuenta de los viajes de los ilustrados y
del de Valdeflores, que toma como base de sus generalizaciones; «el viajero
ilustrado es un intelectual comprometido, como ahora se diría, en una
empresa política; pero, entiéndase bien, su compromiso no le liga o subor-
dina a consignas dictadas desde la política, sino a las posibilidades de una
política, naturalmente condicionada por la realidad...
Se comportan políticamente de aucerdo con los dictados de su propia
vocación por la verdad y con los modos que esa vocación les impone,
luchando por la táctica que estiman más oportuna dentro de la realidad
histórica y social de la que forman parte; pero no actúan al dictado de una
política impuesta desde otros condicionamientos que no sean los suyos,
digamos de clase o de partido propiamente dicho» 174.

b) Los viajes a Italia (1754-1759) Y la reforma del Colegio de España en


Bolonia
Sus viajes a Italia le pusieron en contacto con los principales biblioteca-
rios y catedráticos de lengua hebrea de las Universidades italianas. Sem-

carrera militar en la Marina francesa, con la que intervino en la Guerra de Sucesión española;
gracias a esto vino a España y trabó conocimiento con Alberoni, en los años de omnipotencia
de este ministro, incorporándose a la Marina española en 1718, destacando en la campaña de
Sicilia. Luego pasó al Ejército de tierra, donde culminó su carrera militar con el grado de
teniente general. Fue en el reinado de Fernando VI en donde inicia su carrera política; este rey
le nombra en los últimos años de su reinado Ministro de Estado y Guerra (1754); Carlos lB, al
suceder a su hermano, le mantendría en su puesto hasta 1763, en que tras la firma de la Paz de
París sería sustituido por Grimaldi, al parecer, a petición propia. Su labor diplomática se
centró en la conclusión del pacto de familia, a pesar de que cuando fue llamado por
Fernando VI al Ministerio de Estado era para continuar la línea anglófila definida por
Carvajal. Mantuvo una correspondencia minuciosa con Tanucci.
Es difícil definir claramente su ideología, aunque era claramente regalista y amigo de las
reformas, sin embargo, se sabía plegar a las circunstancias; cuando su amigo y protector
. Ensenada empezó a caer en desgracia y finalmente separado de todos sus cargos no sólo no lo
apoyó, sino que acabó entrando también él en las intrigas contra el primer ministro iniciadas
por el Duque de Huéscar y el embajador inglés. Esto explica también la actitud seguida por
Bayer en todo este asunto, pues en definitiva él era un protegido de Wall. Probablemente, una
cierta identidad de carácter favoreciera las relaciones tan estrechas de Bayer y el ministro.
Una vez dimitido de sus cargos pidió al Rey permiso para retirarse al Soto de Roma,
palacio real situado en la vega de Granada, lo que le fue concedido, alternando su estancia en
este palacio con la residencia en el Mirador, otra casa de campo cerca de Granada, donde
murió y fue enterrado. Cuando en 1782'Bayer haga su Viaje por Andalucía y pase por
Granada irá a visitar la tumba de su protector, lo que contará con emoción en el Diario que
dejó de dicho Viaje. Vid. Diario del Viaje a Valencia. Andalucfa, Portugal, B.N., Mss. 5953-54
(2 tomos).
174 Loc. cit.• págs. 97-98.

185
pere y Guarinos cita en Turín su relación con Berti, Passini y Donati; en
Brescia, con el conde Roncaglia Parolini; en Bolonia, con· los padres
Trombelli y Mingarelli y el profesor Bianconi; en Venecia, con Zanetti y los
padres Calogera y Costadoni; en Milán, con el padre Porta y Oltrochi; en
Roma, con el cardenal Quirini J 75.
En su estacia en Roma fue donde preparó su primera publicación, que
es la que trata de San Dámaso y San Lorenzo, gracias a haber podido
utilizar los códices de la Biblioteca Vaticana 176.
El padre Mamachi le hizo una crítica elogiosa en las Efemérides de
Roma 177.
En tres facetas distintas iba a resultar preparatorio y decisivo el viaje a
Italia. La primera porque fue ocasión que le permitió intervenir en la
primera reforma de un Colegio, el de San Clemente de Bolonia; segunda,
porque le pondrá en contacto con algunas Universidades italianas, las
cuales se encontraban en ese momento en un alto grado de desarrollo
cultural e intelectual, y tercera, porque le puso en contacto personal con·
algunas de las personas que luego resultarían decisivas a la hora de la
reforma, por los puestos decisivos que pocos años después, con el nuevo
reinado de Carlos III, pasaron a ocupar en el Península, nos referimos
concretamente a Roda y'a Fray Joaquín de Ósma, al primero que ya le
había tratado por correspondencia con motivo de la reforma del Colegio
de San Clemente y luego le conoció personalmente en Roma, yal confesor
de Carlos III le conoció en la corte de Nápoles 178.

l7S SEMPERE y GUARINOS: Ensayo, t. IV, págs. 190 y s.


176 Vid. Epistolari de Finestres, citado en nota 170: n. 590-8-XII-1776- Carta de Pérez
Bayer a Finestres desde Barcelona; n.60l -16-XII-1753 a Mayáns- le da' noticias de la
Oración de San Lucas de Bayer.
177 SEMPERE y GUARINOS: loe. cit., pág. 191. El padre Mamachi era un teólogo dominico
italiano con el que Bayer entabló relación personal en sus viajes a Italia y que atacó al
jansenista francés Mesenguy al publicar éste su obra Exposition de la doctrine chrétiénne. lo
que motivó que Roda, ministro español entonces en Roma, le cerrara las puertas del palacio
de la Embajada española, al cual solía acudir. Es significativo, en lo que respecta a Pérez
Bayer, su permanente actitud amistosa con Mamachi. Vid. ApPOLIS: Lesjansenistes, pág. 94.
178 De su viaje a Italia escribió un diario de dos volúmenes, el primero titulado Diario del
Viaje a Italia de don Francisco Pérez Bayer desde el día 9 de mayo hasta el9 de agosto del año
1773, yel segundo Diario del Viaje a Italia de don Francisco Pérez Bayer desde ellO de agosto
hasta el 17 de noviembre de 1754. Vid. Biografia Eclesiástica, artículo «Bayer (Francisco
Pérez)", t. 11, Madrid, 1849, págs. 300-320.
En la carta a Ignacio Dou le señala el recorrido de su primer viaje y dice sobre su estancia
en Turín: «Aquí me detuve quince días por causa de su Universidad, que es famosa, y ay
profesores muy doctos, porque el rey les llama de qualquier parte donde sabe que les ay.
También ay una excelente librería pública de manuscritos y otra de impresos. De la primera
copié una obra de nuestro S. Isidoro hispalense nunca hasta aquí impresa" (pág. 496).
Le cuenta también su visita al Cardenal Quirini en Brescia.

186
Estos viajes a Italia se prolongaron a lo largo de cuatro años y también
le sirvieron para establecer una relación duradera con numerosos eruditos
italianos, y también franceses, con los que ya mantendrá relación todo el
resto de sus días. De estos viajes dejará un detalladísimo Diario y noticias
curiosas en algunas de sus cartas.

En Verona visitó al Marqués Scipion Maffei, autor de Musaeum Veronense. Verona


i1ustrata. etc., y conoció al francés Seguier, con el qu€:. luego mantendría correspondencia.
«Luego a Padua, cuia universidad es famosa, y especialmente el seminario lo es de muy
grandes hombres, y no se puede ponderar ni ohir sin dolor el baxo concepto que hacen de los
españoles, por estar todos metidos en las escolásticas y no más. Allí traté a los más conocidos:
Zanolino, Coiolato, Forcerini (a éste, además de su doctrina, se le tiene en reputación de
santo, y su cara es de un S. Felipe Neri).»
Visitó también la Universidad de Ginebra.
En la carta de 8-XII-1756 a Finestres, loe. cit.. t. 1, pág. 583, le recomienda al librero
Carlos Losi para que surta de libros a la librería pública que pretende poner la Universdiad de
Cervera. Promete surtir de golpe a la, Universidad en diez, doce o veinte milliures catalanas,
de entrada sólo cobraría la tercera o cuarta parte.
«Luego fuí a Mantua (cuya ciudad estuvo avrá 40 días a pique de perderse a ocasión de los
judíos que allí les ai, y en cantidad, y ricos). La ocasión fueron ciertas coplas que los
muchachos christianos dieron en cantar, las qua les no sonaron bien a los hebreos, y como son
poderosos, y se ve que negocian a dinero, pidieron al governador que las prohibiese,
imponiendo a los contraventores pena de cuerda, la que aviendose executado en dos christia-
nos, el pueblo se alborotó, y los muchachos fueron en furia a quemar el gueto, esto es, el sitio
donde están los judíos, y a esto se siguieron los padres, o por favorecer a sus hijos o por
contenerlos, de forma que faltó poco que no ardiessen estos miserables en sus mismas casas.
Quando nosotros llegamos, ya estaba todo sereno, porque se dió libertad para que cantase
quien quissiese las coplas, ya otro hebreo le dieron cuerda tan bien dada, que faltó poco para
quedarse en ella» (págs. 496-497).
«En Ginebra ya se sabe lo que ai. Aquí sostuve con un ministro calvinista, llamado
Alexandro Sarrasín, una conferencia sobre el culto de las imágenes, y la reverencia digo que
hacemos los católicos a las sagradas imágenes, y sobre al pintar a la Trinidad Beatísima al
Padre Eterno y al Hijo en figura de hombres, y al Espíritu Santo en figura de paloma. Sostuve,
dixe, porque no entendiesse, que un ministro catholico rehusava la disputa, y fiado, más que
en mí, en la justicia de mi causa, y no me faltó qué responder y con qué atacarle, tanto que no
tuvo qué replicarme, y quando conocí que ya no me impugnaba más, le dixe: "Señor mío, esta
conversación a mí no me ha hecho placer alguno, ni en España tenemos semejantes disputas,
porque no ai por la misericordia de Dios con qué disputemos, antes allí ay una paz octaviana
en materias de religión, y assí suplico a Vm. que no hablemos más en este ni otros assumptos
de esta naturaleza. Díxome que el día siguiente tenía que predicar en un pueblo vezino. Quise
oir algo del sermón, y por la distribución de él conocí que los pecadores contra quienes
predican estos ministros son verdaderos atheistas, y que los que se tienen por religiosos y
ajustados están al caer en el atheismo. El sermón se distribuía en dos puntos: uno en que se
probava la existencia de Dios, otro en que es menester obrar como que ai Dios, pero en éste no
se detenía tanto; el fuerte estava en el primer punto. Por lo demás, me honró mucho, e hizo ver
la Biblioteca, la Universidad y quanto ai que ver en Ginebra y me regaló un Nuevo
Testamento en griego, que creo nada tenga que corregir, ya todo caso en Roma cuias tiendas
he freqüentado por instruirme, y he visto alguna de sus ceremonias y embaucamientos de que
ai en cierta parte del mundo un reyno en que están las once tribus, y que le haré ver. Mucho
pudiera dezir a Vm. de algunos passages con esta gente, y con los hebreos, los que ai por aquí
(yen España, donde están en la persuasión que ai muchos ocultos, sin que aia quien sea capaz
de desimpressionarles) son sólo una tribu. Que a este reyno imaginario nadie puede ir ni venir

187
El Colegio de San Clemente se hallaba en crisis desde hacía tiempo y
había sido sometido a dos visitas en lo que iba de sigllo, una a cargo del
Cardenal Belluga, nombrado Protector del Colegio tras su venida a Roma
y dimisión de.su dióces~s de Cartagena: en 1728, y la de 1742, encargada
por Benedicto XIV, antes Arzobispo de Bolonia, al obispo Saporito.
Ambas, por consiguiente, a iniciativa de la autoridad eclesiástica, y con la
intención de hacer del Colegio una institución puramente eclesiástica,
fracasaron.
Por eso en 1757 se va a intentar otra reforma, por esta vez a inciativa del
Poder Civil, que ia encarga a Pérez Bayer. Este era en ese momento, como
ya sabemos, canónigo de Barcelona, y había sido encargado de realizar un
viaje a Italia para proseguir sus trabajos históricos.
Pérez Bayer, en el Memorial que dirige al Colegio anunciando su visita,
considera necesario justificar el nombramiento real que ha recibido, como
una regala inherente a la Corona, la cual puede suplir a los derechos de la
Iglesia cuando se trata del bien común de toda la Monarquía.
Como dice el padre Batllori, lo que no pudo conseguir un cardenal
antirregalista lo consiguió un cura que por su cultura y por su regalismo se
hallaba a mitad de camino entre ambos poderes y entre ambas actitudes:
condición muy propicia para reformar un Colegio a la vez eclesiástico y
secular. Y es paradójico que el resultado positivo de esta visita supusiera la
estabilidad de este Colegio, por el mismo que reformó los Colegiós Mayo-
res de España en 1777 y los extermino 179.

de allá, porque ai treinta días de desiertos y arenales impenetrables; y preguntándoles: si son


impenetrables, quién ha traído la nueva de que ai tal reyno?, se pasman, pero no se
desimpressionan. Su ley de Moisés es el dinero, y nada más; y yo creo que en ninguna otra cosa
la observan sino en robar lo que pueden de los christianos, con sus tratos, como allá los suyos
robaron a los egipcios, pues a nosotros nos tienen por tales. Mucho avía que dezir en esto,
pero ya esto es pracesso".» Vid. Epistolario citado.
179 BATLLORI, M.: «El Colegio de España en Bolonia a fines del siglo XVlII», en El Cardenal
Albornoz y el Colegio de España, Publ. del Real Colegio de España en Bolonia, t. 11, 1972,
págs. 641 y s.
En el Epistolario de Finestres hay varias referencias a la reforma del Colegio, vid. Epistolari
de Finestres. t. 11, n. 633 de 1758, de Ignacio de Dou y Bassols a Finestres, n. 645, 30-XI-1758.
Idem. Finestres a Dou:
«Me da noticia de lo que ha practicado para restablecer el Colegio clementino, que avía
perdido la forma de tal. El, como visitador, dixe que ha dispuesto el terreno, pero que si se
plantan cebollas se cogerán cebollas y no melones. Ya entenderás porqué lo dize; no obstante,
confia en la buena conducta de D. Antonio Martínez. Dize que esperar ahora Antonio
Agustine, Sepúlvedas y otros semejantes es tón trágon ámelgein (ordeñar al macho cabrío).
Está barruntando una edición de medallas hebreo-samaritanas... »
Nueva referencia en el Epistolario citado:
N. 665 de 21-VI-1759, Finestres a Ignacio de Dou:
«No espero verle en esta ciudad pues considero que tomará su camino para Valencia a ver

188
Comenzó su visita el 25-IV-1757 y en diciembre fue nombrado un
nuevo Rector.

c) Vuelta a la Península
Al terminar en 1759 estos viajes, el Rey le confía una nueva misión
científica: la catalogación de los códices y manuscritos de la librería de El
Escorial.
Este nombramiento es decisivo en su carrera, pues le sitúa en la corte y
en la esfera de la máxima influencia, su prestigio científico es ya notable,
sus primeras obras, fruto de esos viajes, le saludan como un sabio erudito
180. Además, es nombrado canónigo de la catedral de Toledo y su nombre

a sus parientes y amigos. Aún no hemos podido saber si tiene el canonicato de Toledo y si por
algún accidente está suspenso. Si fuese cosa de mi arbitrio sacaría al bibliotecario mayor del
rey para un obispado, y pondría en su lugar al amigo Pérez.»
¡bid.. n. 666 de 12-VII-1759, Bayer traía libros de Italia para la Universidad de Cervera.
180 N. 1.494, Finestres a Mayáns, l-X-1761:
"Se me ha escrito como cierto que en la corte se prepara mucha novedad en punto de
literatura, diciéndome que el Sr. Santander, Pérez Bayer y otros eruditos están encargados de
parte del rey de dar un plan nuevo de literatura, y de ordenar la Biblioteca real. Sería por
ventur Vm. uno de los empleados en ese proyecto? ¡Oxalá!»
N. 1.481, Finestres a Mayáns, 19-VII-1759:
"A estas horas ya avrá Vm. visto al amigo Pérez Bayer, quien no dudo avrá cumplido la
palabra que dio en Barcelona a don Juan Ignacio Dou, de passar a ver a Vm.; y con esto avrá
logrado buenos ratos de conversación sobre noticias literarias, que él ha adquirido en el
discurso de su viaje, como también sobre las antiguallas y curiosidades de que viene enrique-
cido, y, entre otras, los dos tomos del Herculano, que le regaló el Rey de Nápoles.»
N. 751, 4-VI-1761:
"Avíseme quando tengáis noticia cierta del nombramiento de D. Francisco Pérez Bayer
para preceptor del príncipe."
N. 763, 8-X~1761:
"Qué de un nuevo plan para adelantar la literatura en España, para cuyo efecto tienen
comissión del rey el bibliotecario mayor de Santander, Pérez Bayer y otros eruditos?"
N. 823, 9-XII-1762:
. "Me dize .también el P. Pou que se está proyectando una reforma de estudios, para la qual
hay tres méthodos presentados al Consejo, que Santander los hazía dormir; pero que ahora se
despiertan, para que el Sr. Pérez Bayer los dé curso, pues el Consejo se los remitió. Parece que
los jesuitas teman essa reforma.»
N. 824, 22-XII-1762 (ésta es a G. Mayáns):
"Acá todavía estamos inciertos de si el Sr. Santander ha aceptado la mitra de Urgel. A
D. Francisco Pérez Bayer, estando aún en Roma, le pronostiqué el empleo de bibliothecario
mayor con que le ha honrado el rey; de su diligencia, actividad y genio laborioso me prometo
efectos notables sobre la introducción del nuevo méthodo de estudios, aviéndole ya el
Consejo, si es verdad lo que me escriven, re~itido tres planos que se avían proyectado sobre
este asunto, y el Sr. Santander iba suspendiendo su determinación. Los estudios ciertamente
necessitan de alguna reforma; pero ésta ha de ser practicable, y no idea platónica. Quiera Dios
que no se trastorne todo sin evidente provecho.»
(Santander no llegó a aceptar y murió siendo bibliotecario en 1782; le sucedio, en efecto,
Pérez Bayer.)

189
empezó a sonar para puestos más importantes, concretamente para biblio-
tecario mayor, cargo que andando el tiempo acabaría consiguiendo; los
ru~ores son significativos.

Primero, en 1761, se habla de que Santander, que era en ese momento el


bibliotecario mayor, Pérez Bayer y otros eruditos habnan sido encargados
de un plan nuevo de literatura. Nada de esto se llegará a realizar, no
pasarán de ser rumores, pero nos ofrecen ya los primeros síntomas refor-
mistas que darán lugar al Memoria/ 181 • De 1763, Pérez Bayer referirá
conversaciones en que se trató de estas reformas.
Esto no es de extrañar, pues desde los tiempos de Ensenada estaba
planteado el problema 182.
Mayáns, en quien prevalece siempre su interés científico sobre todo lo
demás, señala en una carta que si se confirman los indicios del apoyo real a
las tareas literarias en curso, don Francisco Pérez Bayer procurará con
mayor diligencia sacar a la luz su «índice de los libros españoles, latinos y
hebreos del Escurial, que el rei le mandó pedir para que se publiquen» 183.
En efecto, Bayer llevó a cabo su tarea, pero no llegaría a publicarse:

181 N. 1.507, Oliva, 6-XII-1762, Mayáns a Finestres, Epistolari. págs. 244-245:


«D. Juan de Santander, amigo mío, bibliotecario mayor, ha sido nombrado, con grande
sentimiento suyo i de la Compañía de Jesús, obispo de Urgel, i el empleo de biblihotecario se
ha dado a nuestro amigo D. Francisco Pérez. Es novedad mui ruidosa, i que tendrá notables
consequellcias.»
N. 1.506, Finestres a Mayáns, 12-XI-1762:
«Dígame Vm. algo del thesorero Pérez Bayer, de quien días ha oí decir que avía passado a
la corte llamado para preceptor de los infantes, y que no aviéndole dicho cosa tocante a este
empleo, se bolvió a Toledo, yo no puedo persuadirme, de su genio laborioso, que esté mano
sobre mano, sin trabajar algo para la posteridad.»
182 Ensenada escribía: '<yo no he sido colegial mayor manteísta ni abogado, conque puedo
discurrir de esta materia sin preocupación; y así, digo que todas tres clases son preciosas e
indispensables, y que conviene cuidar de ellas con discreta proporción, para animarlas y
desfructar los individuos que sobresalgan más. Para conseguir esto, paréceme que deberá la
Cámara componerse de mitad de ministros colegiales mayores, y mitad de los que no hayan
sido... ».
«La beca de colegial mayor -los colegiales son de más noble nacimiento- no da ciencia
que no lleve o adquiera el que la toma; que éstos se han de promover a plazas por suficiencia, y
no por antigüedad y bandos de colegios; que no se deben mirar como muy inferiores los
manteístas, pues hay hidalgos honrados entre ellos, y no becas para todos ni caudales que
gastan para ellos; que se conocen abogados hidalgos y desinteresados, porque siendo muchos
han de haber de todo... »
RODRÍGUEZ VILLA: «Representación de Ensenada al rey en 1751 », en Don Cenón de
Somodevilla. Marqués de la Ensenada. Madrid, 1878, págs. 134-135.
183 «D. Francisco Pérez procurará con mayor diligencia, sacar a la luz su índice de los
libros españoles, latinos i hebreos del Escurial, que el rei le mandó pedir para que se
publiquen.» Carta de Mayáns a Finestres, en FINESTRES, J OSEP: Epistolari. Suplement.. ed. del
padre Batllori, Barcelona, 1969, pág. 245.

190
aunque la obra manuscrita corrió por los círculos literarios de la corte,
encontrando críticas en los ambientes colegiales. Bayer se lamentará de
estas críticas y se quejará de ellas a Mayáns 184.
En la corte será hombre poderoso e influyente y como tal tendrá
enemigos, tanto por su labor puramente literaria como por sus trabajos
reformistas. Ejemplo de lo primero tenemos en la publicación del Salustio
preparada por el Infante don Gabriel bajo su dirección, que tanta fama dio
a discípulo y alumno, se vio rodeada de toda una serie de intrigas y de una
animosidad entre Iriarte y Bayer, que terminó en un compromiso que
permitió a los dos autores publicar sus obras 185.
Iriarte había escrito una Gramática Latina que pretendió publicar,
para lo que contaba con el apoyo de la Secretaría de Estado y de sus activos
sobrinos, pero a ello se oponía Pérez Bayer, porque Iriarte, en el catálogo
de códices griegos de El Escorial que había publicado, habló con desprecio
de Martí, Mayáns y Pérez Bayer. Este accedió por fin a la publicación de
Iriarte, a cambio de. que publicara el Infante don Gabriel su traducción del
Salustio una introducción y un Discurso suyo, a lo que se oponía el Duque
de Béjar 186.

184 «Aprecio el consejo de Vm. para que desprecie lo que se ha dicho, y dice, de el poco
mérito de mis catálogos, y así lo he hecho y hago." Carta de Bayer a Mayáns en febrero de
1764. MESTRE: ob. cit.• pág. 321. Ycontinúa: «Lo que enfada es que pronuncien antes de ver la
obra (porque nadie la ha visto sino mui de passo) por la sola preocupación de jesuítas y
colegiales contra el autor porque no es de un gremio ni otro."
185 Serenísimo Señor Infante don GABRIEL DE BaRBóN: La Conjuración de Catilina y la
Guerra de Jugurta. por Cayo Salustio Crispo. Madrid, 1772.
Vid. SEMPERE y GUARINOS: Ensayo de una Biblioteca española. t. 1, Madrid, 1785, págs. 217
y s.
186 Vid. MESTRE: ob. cit.. págs. 430-433 .
.Martínez Pingarrón cuenta en una carta a Mayáns todos los intríngulis de la cuestión:
«Yriarte tiene ya impreso el tomo primero de su Bibliotheca griega, con la Dedicatoria i
Prólogo, mas no sé quándo se publicará. En el cuerpo de ella se ensangrienta con Vmd i con el
dean D. Manuel Martí. .. También se ensangríenta fuertemente contra nuestro amigo el señor
Pérez Bayer sobre el verdadero traductor de la Odysea de Homero en castellano. Nombra a
Bayer sin elogio alguno. 1para criticarle se funda en lo que tiene manuscrito. Bayer de resultas
de su reconocimiento de códices griegos del Escorial, lo cual parece manifestó. Bayer lo ha
sabido porque Yriarte ha manifestado a varios su obra ya impresa i dio la queja a Dn. Juan de
Santander. Este, como ya son otros los tiempos y las circunstancias, intenta se mude aquel
pliego, se elogie a Bayer i se modere la crítica para lo cual ai mil motivos. Yriarte entra en el
elogio, pero no en la moderación, con que anda una gresca de que Dios nos libre. No sé si de
unos días a esta parte se avrá convencido. Yriarte a persuasión de sus sobrinos, especialmente
de Dil. Bernardo, que es quien le manda, menos en lo que él usa de su tenacidad. En este
asunto interviene la Secretaría del Despacho de Estado, enemiga de Bayer, donde son
oficiales Dn. Bernardo i Dn. Domingo, sobrinos de Yriarte i él que se reputa por oficial, como
intérprete, viste el uniforme, etc." Martínez Pingarrón a G. Mayáns, 7-XI-1769, MESTRE,
pág. 933.

191
En estos años prepara la publicación de su obra sobre las monedas
samaritanas ,yen una carta a Seguier le explica que ello constituía sólo la
primera parte de una obra mucho más larga que comprendería un segundo
tomo sobre las monedas de los Fenices o Turdetanas en las costas de la
Bastetania Y Bética hasta el Promontorio Sacro Y ambas riberas del río
Betis hasta Sevilla. El tercero sobre las monedas griegas o celtibéricas, en la
costa oriental de Cataluña YMediterráneo Yel cuarto sobre la nomencla-
tura de los pueblos, ciudades, montes, ríos Y promontorios de España.
El título general de la obra sería De las monedas desconocidas y origen de
la Literatura de España.
No pensaba comenzar la impresión de estos tomos hasta que no
realizara su viaje a Andalucía, que tenía ya proyectado, y debía acompa-
ñarle un buen dibujante y arquitecto para que le levantara los planos y
perfiles de los monumentos arqueológicos y diseñar los vestigios y mone-
das que iban a ilustrar el texto de su obra 187.
Pérez Bayer se adelanta a la extrañeza que puedan producir tan vastos
planes científicos a los sesenta y nueve años de edad y comenta a su
corresponsal: «Dios dará fuerzas como me las ha dado hasta aquí, y si no
reconocerán los sabios mi buena voluntad.»
Al año siguiente, 1782, en efecto, Bayer hará su anunciado viaje a
Andalucía y Portugal para recoger la documentación necesaria para la
redacción final de los tres tomos restantes de su obra, y de tal viaje nos
dejará otro Diario 188. Estos tomos, sin embargo, no llegaron a ser publica-
dos 'y quedaron inéditos a su muerte.
El primer tomo y único publicado, el ya citado de las monedas samari-
tanas, encontró un contradictor polémico en un profesor alemán, Tychsen,
de la Universidad de Butzow, el cual a su vez encontró un firme aliado en
Jordán de Asso, el cual tradujo al castellano y publicó el alegato contra
Pérez Bayer en nuestro idioma fuera y dentro de España 189.

187 Carta a Seguier de 1774 en el Archivo Municipal de Nimes. Seguier era un arqueólogo
y naturalista al que conoció en Verona, nació y murió en Nimes (1703-1784), escribio varias
obras de botánica.
188 Diario del Viaje a Valencia. Andalucfa. Portugal. en la sección de Manuscritos de la
B.N., signatura 5.953-54.
189 Refutación de los argumentos que publicó el Ilustrísimo Señor Don Francisco Pérez
Bayer a favor" de las monedas samaritanas, Amsterdam, 1786.
Traducción del Discurso, que escribió en alemán el profesor Gerardo Tychsen, sobre la
falsedad de las monedas samaritanas, Rostock, 1779.
Era profesor de la Universidad de Butzow y amigo de Asso, cónsul en Amsterdam. Ybarra
en 1780 lo publicó también. Vid. págs. 274-276 de MORA, C.: Vida y Obra de don Ignacio de
A sso. Zaragoza, 1972.

192
También en estos años acometió otra obra y fue la edición de la
Biblioteca de Nicolás Antonio con anotaciones suyas 190.

d) El incidente de la Alcazaba de Granada


En 1763 su prestigio científico le llevó a intervenir en un asunto de gran
repercusión no sólo literaria, sino política. Se trata de los descubrimientos
arqueológicos que se habían realizado en la Alcazaba granadina en esos
años. Un sacerdote granadino, Cristóbal Medina Conde (1726-1793),
familiar de la Inquisición y luego canónigo de Málaga, fue uno de los
principales implicados en la falsificación de estos monumentos, escri-
biendo diversas obras sobre el asunto. Protegido del Inquisidor General
que era Quintana Bonifaz y del ministro Ricardo Wall, los convenció de la
veracidad de sus descubrimientos.
De forma que el Inquisidor General, en noviembre de 1763, con motivo
de coincidir en El Escorial con Pérez Bayer, que se encontraba catalogando
los códices del monasterio, le comunicó los descubrimientos realizados
tomándolos como auténticos. Pero Bayer le manifestó sus dudas y el
Inquisidor le mandó una de las obras publicadas por Medina Conde:
Cartas seudónimas del sacristán de Pinos, lo que le confirmó en sus sospe-
chas manifestando al Inquisidor que todas las inscripciones, excepto cinco,
eran falsas y comunicándole el asunto a Mayáns en una carta, le decía que
le había añadido además al Inquisidor que se trataba «de un fermento de
tan mala ralea, que por poca que fuese, corrompía toda la masa, y que
nadie era más interasado que su Ilma., por su oficio en este aviso, para
separar lo cierto de lo incierto».
Las influencias de Medina Conde en la corte hicieron que al solicitar
éste una entrevista con Pérez Bayer para, según él, aclarar las dudas que

190 Sus obras publicadas fueron las siguientes:


Disertaci6n sobre los Reyes de la isla de Tarso. Barcelona, 1753.
Damasus et Laurentius adserti et vindicati. Roma, 1756.
Disertaci6n sobre el alfabeto y lengua de los phenices y sus colonias para ilustraci6n de un
lugar de Salustio. en que se habla de la lengua de los leptitanos, págs. 335-379 de la obraDe la
Conjuraci6n de Catilina y la guerra de Yugurtha. por Cayo Salustio Crispo, traducido por S. A.
R. Gabriel de Borb6n, Madrid, 1772.
De Nummis Hebraeo-Samaritanis. Valencia, 1781.
Discurso sobre el sitio de Munda en la Bética.
Biblioteca Hispana Vetus. Madrid, 1788. Reedici6n de la célebre obra de Nicolás Antonio.
Entre sus escritos inéditos figuran, aparte del Memorial por la libertad de la literatura de
España y el Diario hist6rico de la reforma de los seis Colegios Mayores (B.N., Mss. 18.375-6 Y
18.377-9), Apuntamientos acerca de la~ nuevas excavaciones de la Alcazaba de Granada. del que
hay otra redacci6n incluida en el Diario del Viaje Arqueol6gico desde Valencia a Andalucfa y
,Portugal (B.N., Mss. 5.954).

193
LA ILUSTRACION y LA REFORMA...-13
podía tener éste, Bayer no tuvo más remedio que acceder a unas estrevistas
con el sacerdote granadino, en El Escorial, a las que asistieron inicialmente
varias personas más, el deán y el doctoral de Toledo y un Inquisidor.
La primera entrevista se celebró ya en abril de 1765 y en carta a
Mayáns, Pérez Bayer le comunicaba cómo había descubierto todo el
engaño, babiendo quedado Medina Conde humillado, por lo cual había
pedido que las siguientes entrevistas se celebrasen en privado, sin testigos.
El triunfo de Pérez Bayer fue tan absoluto que inmediatamente se
publicó un Decreto Real prohibiendo escribir en favor de los descubri-
mientos de la Alcazaba de Granada. Lo que se apresuró a notificar a
Mayáns, el cual recibió la noticia con gran alegría, pues precisamente por
haber impugnado las láminas granadinas había sido perseguido. Todavía,
sin embargo, Medina Conde publicó una «Apología de los manuscritos de
la Alcazaba, en respuesta al Doctor Pérez Bayer. .. », y el mismo Mayáns
escribiría un nuevo informe a la Inquisición contra las láminas 191.
Las láminas de Granada incidían sobre todo en el tema de la venida a
España del apóstol Santiago, ya que en el ambiente místico y profético se le
había concedido siempre gran importancia al origen apostólico de la
Iglesía española. En el mismo sentido afectaba a la existencia de los falsos
croniconeS y la polémica sobre su autenticidad.

e) La ideología de Bayer: Regalismo, jansenismo y antijesuitismo


Por indicación de Mayáns, Bayer se entusiasma en la lectura de Arias
Montano y decide leer durante toda su vida la Biblia en sus lenguas
originales. Los problemas bíblicos y la moral encerrada en la Biblia le
interesan sobremanera. Lee también el Cantar de los Cantares y la Retórica
de Arias Montano en 1743, por indicación de Mayáns.
Mayáns y otros ponían en íntima relación la decadencia de las Univer-
sidades en la enseñanza de la Filosofía y Teología Moral por sumas
morales, lo que además daba lugar al laxismo.
Bayer manifiesta su antipatía también por la forma de estudiar la
Moral en su tiempo:
«Si Vm. quiere decir por mí una oración a María Santísima de la Luz
para que me la dé, por media hora o tres cuartos, lo apreciaré mucho,
aunque después no tenga la menor noticia de Moral a cuya facultad

191 MESTRE, A.: ob. cit., págs. 202-203.

194
renuncio todos mis derechos y acciones, usos, costumbres, etc., no me hará
Vm. poca merced.» Cartas de 27-XI-43 y 4-XII-43 192.
Ahora bien, llegar a decir que Pérez Bayer es jansenista o jansenizante,
es una aberración y demuestra una falta de comprensión de las corrientes
ideológicas de la segunda mitad del siglo XVIII español.
El contacto con algunos filojansenistas italianos no fue además afortu-
nado. Y sus relaciones no fueron buenas. Así, cuando a la muerte del
Cardenal Quirini, con el que Pérez Bayer había hecho gran amistad, fue
sustituido al frente de la Biblioteca Vaticana por el Cardenal Passionei,
importante filojansenista, éste le negó a Bayer la entrada a la Biblioteca, y
aquél tuvo que recurrir a la amistad de Mayáns con el Cardenal, para que
éste le volviera a abrir las puertas. Bayer le escribió una carta a Mayáns,
agradeciéndole su gestión, pero advirtiéndole que no debía fiarse del
Cardenal ni de sus protestas de amistad.
Mestre une en un grupo a Mayáns, Assensio Sales, José Climent y Pérez
Bayer, aunque reconoce diferencias de matiz entre ellos, pues no es lo
mismo el afán erudito de Pérez Bayer o Mayáns, que el espíritu moralista
de Climent, y no duda en incluir a este grupo dentro de lo que Appolis ha
llamado el «Tercer Partido» en su conocido libro 193.
Profundas diferencias ideológicas separan a estos hombres, su antije-
suitismo común no sirve para unificarlos. Precisamente Mayáns le echará

192 Pérez Bayer confiesa seguir los consejos de Mayáns en punto a las lecturas que éste le
indica en 1743, así lee a Arias Montano empezando por su versión del Cantar de los Cantares.
I Cuando Bayer se decida a profundizar en sus estudios de Sagradas Escrituras, le pedirá a

)Mayáns que sea su guía intelectual (MESTRE: ob. cit.. pág. 398).
193 Puede consultarse la siguiente bibliografía:
DE VILLAPAOIERNA, ISIDORO: El Jansenismo español y las Cortes de Cádiz. A. G., 71,
273-303.
CODIGNOLA, T.: l//uministi. giansenisti e giacobini ne//'Ita/ia del 700. Firenze, 1947.
PASSERIN O'ENTREVES, E.: «La reforma giansenista della Chiesa e la lotta anticuriale in
Italia nella seconda metá del Settecento», en Rivista storica italiana. LXXI, 1959, pág. 210.
MINCUZZI. ROSA: Bernardo Tanucci ministro di Ferdinando di Borbone (/759-1776). Bari,
1967, págs. 48-49.
MESTRE, A.: Ilustración y reforma de la Iglesia. Valencia, 1968, págs. 386-389.
ApPOLIS, E.: Entre jansénites et Zelanti: Le «Tiers Parti» catho/ique au XVIII siéc/e. París,
1960. y el acertado comentario que le ha dedicado el padre Batllori en Archivum Historicum.
S. l., 31, 1962,411-3.
SARRAILH: La vide religieuse en Espagne lJ lajin du XVIII siéc/e. Taylorian Lecture, Oxford,
1951.
BATLLORI, M.: Las relaciones culturales hispano-francesas en el siglo XVIII. págs. 205-250.
Cuadernos de Historia, Anexos de la Revista Hispana. 2. Relaciones hispano-francesas a
través del tiempo. Madrid, 1968.
SAUGNIEUX, J.: Le jansenisme espagnol de XVIII siéc/e: ses composantes et ses sources.
Cátedra Feijoo, Oviedo, 1976.

195
en cara su excesiva fidelidad al tomismo, lo que por otra parte no es muy
exacto.
Como ha sido puesto de manifiesto, la lucha contra los jesuitas unió a
diferentes grupos eclesiástico~ que durante la lucha pudieran dar la sensa-
ción de constitu,ir un frente único con cohesión, pero la victoria obtenida
frente a la Compañía y sus consecuencias puso de manifiesto las divergen-
cias que les separaban, cada uno de estos grupos entendía de manera
distinta las reformas que debían plantearse como consecuencia del campo
dejado libre de los expulsas.
El probabilismo se ha definido como un intento de humanización de la
Teología en el sigló XVIII, nacido con Malina y perfeccionado por Suárez,
es aplicado a la vida ordinaria por Busembaum y Calatayud y se identifica
en este plano con el laxismo.
Así los Arzobispos y Obispos declamaron contra ellos como uno de los
factores del libertinaje del siglo, y razones morales vendrán así también a
coadyuvar a la expulsión de los jesuitas 194.
Pérez Bayer, dentro de este grupo heterogéneo, ocupa un puesto deci-
sivo por la influencia en la reforma unversitaria en su parte primera, es
decir, la de destruir el enemigo, en donde se mostró inflexible y radical.
Había que destruir el poderío colegial íntimamente ligado con el poderío
jesuítico, del que traza un paralelo en su Memorial. Su regalismo fue ~otal,
aunque ingenuo, pues era hombre de ciencia, no un pollítico; estamos en
que:
«Con Carlos III la exaltación del poder regio araña los atributos
semidivinos», dice Martínez Albiach 195.
Tres .eran en España los apoyos de las doctrinas ultramontanas y del
excesivo poder de la curia romana, a saber: los jesuitas, Inquisición y el
Tribunal de la Nunciatura; contra ellos van Roda, Floridablanca, Aranda
y Campomanes. .
Este fervor regio rayó en el paroxismo con Carlos III, pero no por
influencia jansenista, como ha sido interpretación habitual de un sector de
la historiografía, que, como es sabido, desemboca casi en un cisma en 1799,
a la muerte de Pío VI, que es saldado por la mayoría de los obispos con
aplauso, entre los que destacará Tavira, el amigo y discípulo de Pérez
Bayer.

194 MARTÍNEZ ALBIACH, A.: Etica socio-religiosa de la España del siglo XVIII. Burgos,
s. a., pág. 16.
195 Ibíd.

196
Esta situación me inclino a pensar con los que consideran que venía
gestándose desde los Reyes Católicos, desde el cisma de Occidente o antes
incluso, el clérigo y el obispo español presta su apoyo a los monarcas en
todos los conflictos con la Santa Sede.
Los teólogos y canonistas se ocuparon siempre más de las regalías que
de los derechos pontificios, lo que se acentuó con los Borbones. El clérigo y
el obispo español no se inficionó de jansenismo porque en su devoción al
Papa y a la Sat;lta Sede supieron distinguir las cuestiones dogmático-
morales de las civiles, en las que se inclinaban hacia su Rey y su Patria 196.
Los argumentos· que aducen los autores para mostrar el jansenismo de
Pérez Bayer son el conocimiento de Clement en 1768, cuando éste vino a
España, su amistad con otros personajes eclesiásticos tachados de janse-
nistas, por un lado, de Climent, el obispo de Barcelona, y por otro lado, su
protección al futuro obispo de Salamanca, Tavira, ya Blasco y Yeregui,
que bajo su dirección desempeñaron el oficio de maestros de los infantes.
Pero no son argumentos muy serios, pues también resulta muy discutible
atribuir el jansenismo a Climent y Tavira y a otros más.
Como es sabido, Clement visitó a Roda en El Escorial en su viaje a
España de 1768, y allí el ministro le presenta a Pérez Bayer, que le
recomienda a un canónigo de Toledo para que le enseñe las antigüedades y
la biblioteca de esta Iglesia 197.
En 1788 se publican las obras del obispo Climent, y su mejor amigo,
Pérez Bayer, le coloca un prefacio laudatorio, más bien de circunstancias,
en· el que no entra a fondo en ninguna cuestión. Appolis entresaca como
frase más significativa: «aquellos que saben qué fue el celo de Mgr.
Climent, cuánto sufrió para sostener la dignidad del ministerio episcopal, y
cuánto combatió para extirpar de las escuelas la sofística y la barbarie, sólo
aquéllos son capaces de apreciar su mérito y percibir bien el fondo de su
doctrina» 198.
Los otros cargos jansenizantes de Pérez Bayer, son su relación y
protección de algunos clérigos tenidos por tales, de forma especial sus
ayudantes en la preceptoría, Yeregui y Blasco, y con su disípulo Tavira,
futuro obispo de Salamanca, que, ya muerto Pérez Bayer, protagonizaría
el incidente con Roma a la muerte de Pío VI,.que ha llegado a ser calificado
como conato de cisma 199.

196 [bid.
197 ApPOLls: Les jansenistes espagnols. pág. 56.
198 [bid.• págs. 91 y 116.
199 SAUGNIEUX, J.: Don Antonio Tavira y Almazán. Toulouse, 1970.

197
y la posible influencia de Mayáns, desarrollada sobre todo por Mestre,
en su obra ya citada 200, y que no resulta convincente para mostrar siquiera
el posible jansenismo de Mayáns.
Appolis y Sarrailh han hecho unas aportaciones serias, aunque hay que
matizarlas 201 , sobre estos jansenistas.
El primero coloca en un polo a los'«zelanti», llamados así por el celo
con que aceptaron la «Bula Unigenitus»: jesuitas y cuantos simpatizaban
con el molinismo, probabilismo y romanismo pontificio. En el polo
opuesto quedaban los jansenistas verdaderos. Y en el centro quedaban lo
que Appolis califica como el tercer partido católico: tomistas y agustinia-
nos, filojansenistas por su aversión a los jesuitas, regalistas reformistas, los
. verdaderos «éclairés». Appolis defiende la diferencia de este partido con el
Iluminismo cristiano y su fundamental cohesión se la daba su antijesui-
tismo, en donde había hombres tan fanáticos como Tirso González y
~ Concina 202.

Los clérigos «ilustrados» que en España propugnaban una reforma de .


la Iglesia y de la cultura eclesiástica con el apoyo del poder real, que se
oponían a las excesivas intromisiones de Roma en la Iglesia española, y que
eran decididos adversarios de los jesuitas, en parte por no admitir sus ideas
molinistas, probabilistas y' romanistas, yen parte por la excesiva prepoten-
. cia que habían alcanzado en los reinados de Felipe Vy de Fernando VI, no
pueden ser apellidados, en general, jansenistas en sentido estricto. Fijando
}m tercer partido de centro, Appolis ha contribuido a clarificar la actitud
.de estos parajansenistas de Francia, Italia y España..
Pero Batllori precisa que, con respecto a España, el partido se confi-
gura en 1767, mientras que en los otros países ocurre durante el pontifi-
cado de Benedicto XIV (1740-1758)203. Luego de suprimida la Compañía,
en 1773, ante el antirromanismo jansenista el tercer partido se alía con los
exjesuitas para defender la Iglesia romana. Pero en España, donde el
movimiento jansenista influyó poco y no había jesuitas, eH parajansenismo
moderado pervivió hasta las Cortes de Cádiz. Las implicaciones políticas
de este ideario, añoranzas de la Iglesia primitiva en unos, cesaropapismo
constantiniano en otros, fue aprovechado por los políticos de Carlos III y
Carlos IV.

206 M ESTRE, A.': ob. cit.


201 ob. cit.• vid. también
ApPOLIS: SARRAILH: La España ilustrada de la segunda mitad del
siglo XVIII. F.C.E., 1957.
202 ApPOLIS: ob. cit.
203 BATLLORI, ¡bid.

198
Appolis considera que el «tiers parti» español lo formaban eclesiásticos
ilustrados, sobre todo obispos: diez obispos cita, de los cuales observa
Batllori que excepto Lorenzana todos los demás son de Valencia o Tarra-
gona o están en esas diócesis. Valencianos son: Climent (Barcelona),
Bertrán (Salamanca), Rico (Teruel). Tarraconenses son: Armanyá (Lugo y
Tarragona), Veyán (Vich), Amat (Palmira) y Torres Amat (Astorga)204.
Para Batllori cabe hablar de una «Ilustración cristiana», «que no fue
otra cosa que la asimilación, por parte de los católicos "éclairés" (eclesiás-
ticos o laicos)del espíritu crítico de las luces, pero no del deísmo sectario de
una buena parte del Iluminismo europeo» 205.

f) Preparación de la reforma de los Colegios Mayores


En 1765 comienza ya entre Roda y Bertrán una amplia corresponden-
cia epistolar sobre la reforma de los Colegios y Universidades. Roda
propone en una de estas cartas tres medios para la reforma, nombrar un
director, miembro del Consejo, para cada Universidad; restablecimiento
de la oposición a cátedras, suprimiendo los turnos o alternativas, y que el
Rector de las Universidades no se eligiera entre los alumnos nuevos, sino
entre licenciados y doctores; las tres medidas serían decretadas por el
ministro finalmente y obtendrían valor legal 206.
Estas mismas ideas fueron expuestas por Roda al confesor del Rey.
Hay que tener en cuenta que inicialmente Roda, al ocupar su nuevo puesto
de Secretario de Gracia y Justicia en 1765, se apoyó para llevar a cabo su
política en Fray Joaquín de Eleta y Grimaldi; luego se iría alejando de ellos
conforme éstos se mostraron más reservados ante las reformas buscadas
por Roda y éste se apoyaría entonces en el conde de Aranda, llegado en
1767 a la Presidencia del Consejo de Castilla 207.
Fruto de estas primeras tentativas reformistas de Roda fueron el
Decreto de 22 de diciembre de 1766 por el que se suprimió el turno o
alternativa de las cátedras. En 1767 Bertrán elaboró un luminoso informe
sobre este tema; sin embargo, la fuerza de los colegiales era todavía
poderosa y no sólo consiguieron que la medida tomada sobre el turno
quedara de hecho sin efecto, sino que en 1770 lograron un nuevo triunfo,

204 .ApPOLIS: ob. cit.• págs. 464-480.


20S BATLLORI. ibíd.. vid también antes
pág. 128.
206 L.: Visitas y reforma de los Colegios Mayores de Salamanca en el reinado
SALA BALUST,
de Carlos, Valladolid, 1958.
207 R ODRtGUEZ e ASADO, V.: La política y los políticos en el reinado de Carlos IIJ. Madrid,
1963, págs. 75 y s.

199
aunque ya sería el último para su causa, para conseguir que las cátedras
perpetuas fueran trie~nales, medida que en el fondo venía a favore'cerles, y
sobre la que hubo qu~ volver, anulándola en 1794 y volviendo a restablecer
las cátedras perpetuas 208.
Como ya he dicho, en 1767, tras la expulsión de los jesuitas, Roda
nombra a Bayer Preceptor de los infantes don Gabrñel, don Antonio.
Pascual y don Francisco Javier, los tres hijos varones de Carlos III, además
de Carlos, el Príncipe de Asturias, y Fernando,. rey de Nápoles 209 •
Al año siguiente Pérez Bayer propone como maestros de los infantes,
bajo su dirección, a don José Yeregui y don Vicente Blasco, cargos que
desempeñaron hasta 1781, en que presentaron la dimisión.
Ambos tendrían conflictos con la Inquisición en los años de su misión
en la corte, sobre todo Yeregui por la publicación del Catecismo de Madrid,
como tituló una obra suya 210.
Don Vicente Blasco se hizo célebre por una introducción que hizo a la
edición de los Nombres de Cristo de Fray Luis de León, en Valencia, en.
1770, que aunque anónimo fue rápidamente conocido como obra suya.
Fue de los valencianos más protegidos por Pérez Bayer, el cual tras su cese
como maestro de los infantes consiguió que se le hicñera canónigo de
Valencia y catedrático de la Universidad, y poco después rector de ésta,
cargo que desempeñó hasta su muerte. Pertenecía a la Orden Militar de
Montesa, y antiguo colegial militar de Salamanca, había padecido las
humillaciones a quien éstos tenían sometidos los colegiales mayores.
Como rector de la Universidad valenciana elaboró en 1787 un nuevo plan
de estudios que le hizo famoso y eQel que, como veremos, intervino
decisivamente Pérez Bayer 211 •

208 Vid. el Memorial.


209 Gabriel (Portici, 1751, El Escorial, 1788), Antonio Pascual (Nápoles, 1755, Madrid,
1817) y Francisco Javier (Nápoles, 1757, Aranjuez, 1771).
210 Catecismo de Madrid. y explicación breve de la Doctrina Cristiana. corregido y aumen-
tado según el Santo Concilio de Trento. Vid. TOMSICH, GIOVANNA: Eljansenismo en España.
págs. 60-61.
211 Prólogo sobre la necesidadde buenos libros para la instrucción de pueblo. Valencia, 1776.
En él señalaba que se estaba en una época aún más desgraciada que la de Fray Luis de León,
porque no se leen las Sagradas Escrituras en lengua vulgar, "porque aunque ya han desapare-
cido los libros de caballería ahora se leen y representan las comedias que son peores, pero
sobre 'todo las falsas doctrinas de la Moral que dándolas nombres de suaves y benignas,
siendo en la verdad una ponzoña tanto más cruel, quanto más adormece al hombre, y para
que no sienta su mal, y así camine con mentida paz a la muerte eterna». SAMPERE y G UARINOS,
J.: Ensayo.... t. 1, pág. 212, Y t. 11, pág. 244.

200
La amistad del obispo Bertrán 212 con Pérez Bayer databa desde el año
de 1724, en que éste había llegado a estudiar a la Universidad de Valencia,
en donde ya Bertrán, un poco mayor, era pasante de Filosofía. La amistad,
interrumpida en 1733 por la marcha de Bayer a estudiar a Salama_nca, se
volvió a reanudar a su vuelta en 1736, hasta que en 1776, al obtener la
cátedra de hebreo de Salamanca, Pérez Bayer abandonaría Valencia de
modo definitivo, a donde no volvería ya nada más que al final de su vida.
En 1763 Bertrán, que ya era canónigo lectoral de Valencia, fue promo-
vido al obispado de Salamanca y entonces al pasar por El Escorial a
besamanos de Su Majestad, Pérez Bayer le acompañó en todos estos
menesteres protocolarios, y con este motivo y por la particularidad de que
Bertrán iba a Salamanca, hablaron de la coligación de los colegiales,
comparable a la de los jesuitas, y de la necesidad de reforma 213.
Una vez incorporado a su sede, Bertrán estaría en continua comunica-
ción con Pérez Bayer, en quien tendría el obispo un leal y experimentado
consejero en todos los asuntos graves en que se vería envuelto, aumentados
por su nombramiento años después de Inquisidor general.
La amistad de Pérez Bayer con Roda se inició en 1757, con ocasión de la
reforma que a aquél se le encargó del Colegio de San Clemente de Bolonia;
la correspondencia con el ministro de Estado Wall, que con ese motivo
tuvo que mantener Pérez Bayer, pasaba por Roda, oficial de la Secretaría,

212 F. Bertrán (1704-1783), catedrático de filosofía y canónigo lectoral de Valencia. En


1763 obispo de Salamanca, socio de la Academia de la Historia. En 1775 inquisidor general.
Vid. D.H.E.E., 1. 1, C.S.Le., 1972, pág. 244; Y Bibliografía Eclesiástica. 1. 11, Madrid,
1848-1868, págs. 650 y ss. Organizó misiones populares. Sus obras más importantes son:
Colecci6n de Cartas. Pastorales y Edictos. Madrid, 1783.
Serm6n del gran padre y doctor de la Iglesia de San Agustín. predicando en el Colegio de
Agustinos de Madrid llamado de Doña María de Arag6n. Valencia, 1777.
Serm6n que en alabanza del angélico doctor Santo Tomás de Aquino predic6 en el Colegio de
reverendos padres dominicos de Madrid que le venera por su titular y patrono. Valencia, 1777.
Dice de él Saugnieux: "Si Monseigneur Bertran s'apparente aux jansénistes, c'est par sa
conduite impeccable, son grand sens moral, son sprit de réforme san générosité, en un mot par
sa tournure d'esprit plus que par le contenu de sa pensée. 11 faut donc plutot voir en lui une
sorte de précurseur du Jansénisme espagnol. A ce titre, il mérite mieux que le silence de
Monsieur Appolis et I'oubli OU le tiennent les grandes biographies générales», ob. cit.. pág. 37.
Sobre Bertrán, MELCHOR MAGI, RAIMUNDO: Serm6n de exequias celebradas en la Santa
Iglesia de Salamanca y Real Seminario de San Carlos en la traslaci6n del cadáver del Excmo. Sr.
D. Felipe Bertrán. Madrid, Antonio de Sancha, 1789, Joaquín Lorenzo Villa nueva fue su
capellán y le dedicó Poema de San Próspero contra los ingratos y págs. 40 y siguientes de esta
obra.
213 "Sé de sujeto que mucho antes del extrañamiento de losjesuitas, y cuando estaban aún
en su auge, esto es. por noviembre de 1763, dijo en El Escorial al Iltmo. actual obispo de
Salamanca, Inquisidor General, hablando de los abusos y formidable poder de los Colegios y
colegiales, que jamás se reformarían si antes no se reformaba la Compañía. Conozca como a
mí mismo a quien lo dijo y pude muy bien oirlo», Diario hist6rico.... 1, Prólogo, págs. 4 y ss.

201
el cual -poco después era destinado a Roma, y aunque ya en Italia coincidie-
ron póco, pues Bayer volvió a la Península pronto, cuando en 1765 vuelva
Roda tam~ién, nombrado Secretario de Gracia y Justicia, la vieja amistad
se reanudará rápidamente y la coincidencia en su forma de pensar sobre
much~s asuntos de la Monarquía les irá uniendo en paseos y tertulias
nocturnas. En 1767, tras la expulsión de los jesuitas, le nombrará preceptor
del infante don Gabriel 214 •
Con Bertrán,. Roda, por razones de su cargo, iniciará en el mismo 1765
una correspondencia que originará un auténtica amistad, que se acrecen-
tará con el nombramiento de Bertrán como Inquisidor General en 1775.
Es significativa la actuación de Bertrán, un suscriptor de la Enciclope-
dia, al frente de la Inquisición; sus principales medidas fueron establecer
un índice alfabético de los individuos que tenían licencias regulares para
leer libros prohibidos, para tener un control más riguroso y evitar abusos,
y en 1782 volvió a señalar que las licencias concedidas por el Santo Oficio
Romano no tenían validez sin la confirmación de la Inquisición española, y
precisó que la posesión de licencia no daba derecho a importar libros
prohibidos del extranjero, para lo que era necesario un permiso especial, y
aclaró que los herederos no tenían derecho a conservar esos libros ni a
leerlos 215.
El padre Magi, mercedario, fue uno de los principales colaboradores, y
él fue quien le sugirió que se elaborara un nuevo Indice que superara el
controvertido de hacía cuarenta años. Se adoptó como modelo el Indice
romano de 1758, promulgado por Benedicto XIV; una Junta especial de
califiCadores examinaría los libros incluidos en el de 1747 tachados de
jansenismo.

214 Vid. RODRíGUEZ CASADO, V.: La política y los políticos en el reinado de Carlos 1I/.
Madrid, 1963. •
Sobre su espíritu reformista son significativos estos trozos de cartas: ,,¡Cuánta reforma
necesitamos en España! Es tanta, que aunque se intentase no se sabría por dónde empezarla».
Yen otro lugar: « Yo veo una fisica imposibilidad de que abramos los ojos, ni que se pueda
hacer nada de provecho para iluminar la Nación. Para cada asunto se ofrecen mil embarazos,
porque reina la superstición e ignorancia en todos los Estados de la República se han de pasar
muchos años antes de que pueda hacerse nada. Yo no le cuento a Vm. los proyectos que se
frustran, ni los motivos, por no darle a Vm. fastidio, ni haber tiempo, porque son muchos.
Los que deben concurrir con sus dictámenes son los más ciegos y preocupados (por prejui-
cios). Yo le aseguro a Vm. que quisiera estar a mil leguas de España, o en un rincón de ella, .
donde no tuviera manejo alguno de negocios, ni supiera lo que pasa.» Vid. en SALA BALUST,
L.: Visitas y reforma.
2lS Vid. OEFOURNEAUX, M.: L'Inquisition espagnole et le livresfrantaises au XVIII
siec/e. París, 1963, pág. 50.

202
El nuevo Indice debía mirar, en cambio, de una manera especial a
moderar las censuras en aquello que concernía a los derechos y regalías del
Sacerdoci<5 (Iglesia) y el Imperio (Estado), cuyos límites sagrados deben
siempre ser mirados con el más grande respeto y la mayor circunspección.
El padre Magi fue encargado de elaborar el plan del nuevo Indice, pero
la muerte del obispo Bertrán en 1787 cortó el proyecto, pues su sucesor
abandonó este plan de revisión sistemática del Indice anterior, alegando el
mucho trabajo y la mucha tardanza que ello exigía cuando el Tribunal
debía apresurarse a intervenir ante el número de libros prohibidos que
circulaban por el país 216.
El nuevo calificador, encargado de reformar y actualizar simplemente
el anterior, fue Castellot, en opinión de Llorente, más devoto que sabio y,
por consiguiente, menos ponderado y juicioso que el padre Magi, que vio
recompensados sus esfuerzos y trabajos en otro sentido al que esperaba,
c<;>n el obispado de Almería.
El viejo proyecto de elaborar un Indice completamente nuevo volvió a
renacer a partir de 1795.
A pesar de ello la iniciativa de Bertrán hizo que algunos libros salieran
del Indice mientras él fue Inquisidor. Así fueron autorizados la Historia
del Antiguo y Nuevo Testamento, de Dom Calmet; los tratados teológicos
del padre Juenin y del padre Morel; el Catecismo de Mo~tpel1ier, atribuido.
al obispo de la citada ciudad, Colbert de Croisy, uno de los más famosos
«apelantes» jansenistas 217.
También se distinguió por la supresión de los «sambenitos»218.
Señala Lluch que alrededor de Climent se forjó una tertulia de la que
formaron parte Caresmar, Piquer, Amat y Pérez Bayer; las características
de este grupo, según este autor, vienen dadas porsu agustinismo, tomismo,
filojansenismo y antijesuitismo 219.

216 Ibíd., págs. 70-71.


217 Ibíd., pág. 117.
218 LEA, CH.: History olthe Inquisition 01 Spain. Nueva York, 1922, t. 1,303,612, Y111,
170.
219 LLUCH, E.: "Sociedades Económicas de Cataluña», en Las Reales Sociedades Económi-

cas de Amigos del Pafs y su obra. San SebaStián, 1972, págs. 286-287.
José Climent (Castellón, 1706'; Castellón, 1788). Estudiante en la Universidad de Valencia
es Doctor en Teología en 1727, Catedrático de la Universidad valenciana, cura párroco y
canónigo. Fue a la corte como diputado del Cabildo. En 1776 fue nombrado obispo de
Barcelona, hasta 1755 que renunció y se retiró a su ciudad natal. Creó diez escuelas gratuitas
en Barcelona dirigidas por párrocos y un establecimiento de beneficencia, que no llegó a
realizarse al no llegar a un acuerdo con el Ayuntamiento, esto le decidió a retirarse.

203
En su filiación filojansenista Lluch trata de encontrar una semejanza
entre las ideologías de estos hombres y la del jansenista moderado Duquet,
pero más por encontrar un cierto paralelismo entre el francés y los españo-
les que por haber hallado una real influencia, que no aparece por ningún
lado.

Una colección de sus obras se publicó en Madrid en tres tomos con un Elogio de Pérez .
Bayer en 1788.
Climent fue un obispo de gran celo pastoral que nada inás tomar posesión de su diócesis
en 1766 dirigió a todos los sacerdotes de su diócesis una pastoral manifestando la necesidad de
reformar las costumbres del clero a través de los Sínodos, Excesos en lasfiestas provenientes de
la ignorancia del pueblo. vanidad, gula. prodigalidad y lascivia.
Consiguió que diez conventos de religiosos establecieran escuelas gratuitas en sus locales.
Pero lo que más repercusión tuvo en Europa, pues se tradujeron al francés y se publicaron en
seguida en las Nouvelles Eclesiastiques y en la Gaceta eclesiástica de París, fue su Carta a los
°
. Presidentes y Estudiantes de las Conferencias Academias de Teología Moral.
En ella propugna el restablecimiento de los estudios eclesiásticos a la Sagrada Escritura,
Concilio y Santos Padres como se hacía en los primeros siglos de la Iglesia, pero no es tan
radical como parece, reconoce la validez y mérito de las Sumas Teológicas elaboradas desde
San Raimundo de Peñafort hasta el siglo XVII, es a partir de este momento cuando se
empiezan a elaborar sumas rechazables por su probabilismo. Igualmente rechaza la evolu- .
ción de la Teología Escolástica desde que el padre Malina publicó su libro sobre la gracia en
que a partir de este momento los estudios teológicos decayeron decisivamente. En España,
además, cayó en desuso la Teología Dogmática de modo completo.
Por eso mandó en su Seminario estudiar la Suma de Santo Tomás, aunque consideraba
que debía actualizarse por un discípulo suyo.
Para la Teología Moral consideraba lo más adecuado el Curso del obispo francés Genet
(Geneto), prohibido por la Inquisición, pero del que se esperaba su pronta liberación de ella.
Mientras señala la Suma del padre Vicente Ferrer, aunque no debía seguirse tampoco
fielmente en todas sus opiniones. Además, señ.ala el estudio del Catecismo de Trento. la
Retórica de Fray Luis de Granada. Las costumbres de los israelitas y la Instrucción de San
Carlos Borromeo a los confesores.
Las costumbres de los israelitas y de los cristianos es una obra del abad FLEURY, que había
traducido al castellano Martínez Pingarrón y publicado en 1737. El obispo la mandó
reimprimir en 1769 con un prólogo suyo en el que alaba al autor y a la obra, destacando, por
un lado, la Historia eclesiástica. que era la obra más famosa del autor y, por otro lado,
tomando ocasión de algunos pasajes de la obra, hace un elogio de la autoridad de los obispos,
de la necesidad de los Concilios Provinciales y un ataque al lujo.
Escrito que desde el primer momento levantó cierta polvareda, que recoge Sampere en su
reseña, señalando que: «algunos han notado en esta Pastoral un celo sobradamente ardiente,
y algo de ponderación de la potestad Episcopal, respecto de la autoridad pontificia y aun de
los soberanos. Pero no pensará de esta suerte quien lea con reflexión, así ésta, como todas las
demás obras de aquel Prelado. En cuanto a lo primero, se verá luego el juicio que formaron
los Prelados que examinaron sus obras, por encargo particular y en cuanto al último punto,
para convencerse de la sinceridad, y espíritu del Sr. Climent, no es menester más que cotejar
varios pasajes suyos, con otros de las cartas del Sr. Carbajal».
Sempere, en efecto, cuenta al final de su artículo que fue denunciado al Rey por una
persona importante de la corte, por el cual el Rey ordenó al conde de Aranda, en octubre de
1769, que los cinco Arzobispos y Obispos convocados para el Consejo extraordinario y los
dos Generales de las Ordenes de la Merced y del Carmen examinaran con la mayor atención
los escritos de Climent. No se encontró absolutamente nada condenable en la obra de
Climent.

204
Taveneaux ha definido esta base social del jansenismo, ,alejándolo así
de una estrecha perspectiva clerical o religiosa como la avanzada por la
burguesía «vieux style», impregnada de humanismo, creyente, inclinada a
la meditación y a la, introspección, heredera de una larga tradición de
austeridad moral, ligada al dinero sin duda, más como un simple
instrumento 220.
Para Lluch los casos de Armanyá y Amat son claros para situarlos
dentro de ese ala moderada del jansenismo que se refleja en la lucha contra
el lujo, importancia básica de la agricultura para ser más rentable y
honesta'y valoración de la industria, aunque con el temor constante de que
desequilibre, a través del paro y de la ruina, el equilibrio económico.
Pensamiento que se aleja de la manera de pensar de otros ilustrados más
tradicionales, como Campomanes, y que ayudará a formar «el individua-
lismo, la moral de conciencia, el liberalismo» 221.
Creo con Defourneaux que a lo que se llama jansenismo en España en
estos años del siglo XVIII «aparece como la modalidad religiosa de la
Ilustración, aportando a las viejas tesis del regalismo la aclaración y el
refuerzo de las « luces del siglo» 222.
La tradición jurídica de la Moarquía española facilitaba a los reformis-
tas una de las armas más esenciales para promover estas reformas: el
regalismo. El cual, como señala Defourneaux, no es más que la expresión
de la voluntad del Estado moderno de asegurar más firmemente su autori-
dad sobre la nación recuperando ciertas atribuciones de derecho público
que habían sido abandonadas en manos de particulares o de grupos

FLEURY, CLAUDIO: Catecismo histórico. que contiene en compendio la historia sagrada y


doctrina cristiana, escrito en francés por el muy ilustre señor... , Abad de Loc-Dieu, subpre-
ceptQr del Rey N. S. (Dios le guarde) y de sus serenissimos Hermanos los Señores Príncipes de
Francia, y Confesor del Rey Christianissimo Luis XV Y traducido en español por Fray Juan
Interiam de Ayala, de la Real Orden de N. S. de la Merced, Redempcion de Cautivos. Doct.
r Tbeologo, y Cathedratico Jubilado en la Facultad de Theologia de la Universidad de
SaJam,anc~, Predicaqo~ y Theologo de S. M. en la Real Junta de la Concepción. A Sancha,
1173, 1. I Y 11.
El libro fue expurgado por la Inquisición en 1785.
En 1776 se hizo una segunda edición de él, traducido por Pingarrón. Vid. DEFOURNEAUX:
ob. cit., pág. 101.
220 TAVENEAUX, R.: Jansenisme et politique, Colin, París, 1966.
221 LLUCH, E.: ob. dt.. págs. 300-301.
TORT MITJANS, en su biografia de Armanyá, presta poca atención a los aspectos antijesuí-
ticos del Prelado y a su relación con otros como Climent y Amat. Fue obispo de Lugo
(1768-1785) y de Tarragona (1785-1803). Biografía histórica de Francisco Armanyá Font
O. S. A. obispo de Lugo. Arzobispo de Tarragona (1718-1803), Vilanova i Geltrú, 1967.
222 DEFouRNEAux, M.: Jansenisme et regalisme dans l' Espagne du XVIII siec/e. págs. 163-
179.

205
privilegiados. Se afirma en España de manera más categórica desde el
reinado de los Reyes Católicos y se acelera el proceso con la llegada de los
Borbones, después de ciertos retrocesos habidos sobre todo en materias
eclesiásticas en la época de los Austrias menores. Pero cara a las máximas
del regalismo, en lo que concierne a las relaciones con la Iglesia, a las cuales
Roma había hecho amplias concesiones en el Concordato de 1753, dos
fuerzas detenían esta tendencia todavía a comienzos del reinado de CarIo .;
III: los jesuitas y la Inquisición. La primera será destruida en 1767, tarea
facilitada por los sucesos del año anterior conocidos con el nombre de
motín de Esquil~che, que facilitará su expulsión acusados de haber fomen-
tado una revuelta de privilegiados frente a los reformistas. Lo que ayudará
a la destrucción del poder de los «colegiales», aliados naturales de los
jesuitas 223.

g) La reforma de los Colegios


Sala Balust ha contado cómo se fraguó la reforma de los Colegios a
partir de 1763 224 • En cuyo verano en El Escorial se habló de sus abusos y
poder al nuevo obispo de la diócesis, Felipe Bertrán; entre éste y Roda se
establecerá una correspondencia intensa sobre los asuntos referentes a la
Universidad, sobre todo sobre la oposición de cátedras. De esta correspon-
dencia nace la necesidad de la reforma y en ella se perfilan las medidas que
se deben tomar: creación de un director de cada Universidad que sea
ministro del Consejo; restablecimiento de la oposición o concurso riguroso
para obtener las cátedras, y que el rector no se eligiera entre los alumnos
nuevos sino entre los antiguos.
Es importante señalar que el motor de esta reforma no es una enemiga
tonta y vengativa contra colegiales y jesuitas, sino un afán de restaurar las
Universidades, sinceramente patriota, «si queremos salir de las tinieblas de
la ignorancia», decía Roda en una carta al confesor del Rey 225.
Esta correspondencia dio lugar ya en 1766 a un decreto haciendo cesar
los turnos, alternativas, etc., en las oposiciones a cátedras. La expulsión de
los jesuitas al año siguiente iba, en cambio, indirectamente, a resultar
mucho más eficaz. En agosto de 1767 Bertrán vuelve a hacer un nuevo
informe sobre el tema.
Los colegiales detectan el enemigo y tratan de defenderse, pero inútil-
mente, en la obra de Alventós, que Pérez Bayer, que había comenzado su

223 DEFOURNEAUX, M.: Tradition et lumil!res. págs. 233-234.


224 SALA BALUST, L.: ob. cit.• págs. 11 y s.
22S Cit. por SALA BALUST.

206
Memorial en 1769, utilizó y criticó ampliamente. Pérez Bayer era amigo de
los dos, de Roda y Bertrán, y se animó a escribir el Memorial come
consecuencia de una conversación tenida con Fernandéz de Villegas 226 ,
antiguo profesor suyo en Salamanca y enemigo de los colegiales.

h) Las circunstancias y el contenido del «Memorial»


Pérez Bayer da cuenta de las circunstancias de su redacción en las
páginas que al Origen de la reforma de los seis Colegios Mayores, conducto y
medios por donde se comenzó y prosiguió en los años 1770 y 1771 dedicó en
su Diario Histórico, I, año 1771, páginas 224 y 225 227 •
Ciertas reformas habían comenzado en Salamanca como consecuencia
de la expulsión de los jesuitas, pero dos proyectos se enfrentaron, el del
fiscal del Consejo, Campomanes, y el del obispo de la diócesis, Bertrán. El
primero, sobre la base de los bienes de aquéllos, quería establecer una
institución nueva que se llamaría Convictorio Real Carolino; en cambio, el
obispo quería establecer un Seminario Conciliar de acuerdo con las nor-
mas de Trento, que en Salamanca, como en otras muchas diócesis españo-
las, aún no se habían establecido. Del encuentro de ambos proyectos todo
quedó paralizado, pero entonces pasó por Aranjuez Fernández de
Villegas.
La primera parte del Memorial fue corregida y repasada en 1780, al
igual que la segunda, no sabemos con qué fin, quizá para publicar la obra.
Trata del fin de los Fundadores al crear los Colegios considerando
detenidamente el requisito de la pobreza, elecciones de los colegiales,
patrias y naturalezas, bandos y parcialidades, hospederías, inversión de las
facultades de las becas, visitas anuales u ordinarias,juegos, clausura de los
Colegios, ausencias, colegiales casados sin la edad suficiente, y conclusión.
Esta primera parte constituye un exhaustivo estudio de las constitucio-
nes originales de los Colegios.
En la segunda parte comienza por estudiar las consecuencias de esa
situación abusiva con respecto a la Iglesia y al Estado y la opresión del
resto de la juventud por los colegiales.
Tras estos males generales, estudia su repercusión en concreto sobre la
Universidad, primero; la falta de auténticos profesionales, segundo; la
especial repercusión sobre las Universidades de Salamanca, Valladolid y
Alcalá, donde estaban ubicados los Colegios Mayores. Entrando en el

226 Ibid.
227 B.N., Mss. 18.377.

207
estudio pormenorizado de los abusos en el profesorado de esas Universida-
des: exigencia del grado de bachiller, independencia de la Universidad,
imposibilidad de ésta de imponer su poder a los colegiales, ocupación por
colegiales de cargos de la Universidad contra los estatutos, como el de
maestrescuela, juez del estudio, juez metropolitano y provisor.
Sigue con otros abusos contra la- enseñanza introducidos por los cok..
giales, incorporaciones de grados falsos, cátedras de Jurisprudencia inúti-
les, lecciones de oposición, de extraordinario, pasantías, actos académicos.
El primer abuso fue convertir a los Colegios en sede de profesores en
vez de alumnos; esta falsedad la creyeron Felipe IVy Carlos II, precisaba el
Memorial.
Pérez Bayer se documentó ampliamente, de forma especial utiliza a
Mayáns y sus críticas contenidas en varias de sus obras, polemiza con los
escritores colegiales: Colón de Larreategui, Alventós y otros poniendo de
relieve la falsedad de la documentación en que se apoyan y los argumentos
que utilizan. Así señala que la primera semilla de la herejía la puso en 1469
un colegial (pág. 88 de la segunda parte). Pone de releive la opresión en que
se encontraba el rector de Salamanca, que era una figura inexistente por su
corta edad y por el escaso tiempo que desempeñaba el cargo, por lo que era
un mero juguete de los intereses de los colegiales.
La conversión de las cátedras en trienales de perpetuas en 1770 fue la
última gran maniobra de los colegiales. Por eso no hubo más remedio que
reformarla en 1774 en el sentido de anularla ante las representaciones de
las Universidades.
Pérez Bayer se extiende sobre la preferencia que pretendían tener sobre
los Colegios Militares; lo que había puesto en peligro que muchas buenas
cabezas que estudiaban en ellos se perdieran, y hace el elogio de Tavira
como destacado alumno de estos Colegios.
Los colegiales se habían apoderado de los principales puestos de la
sociedad a los que daba acceso la Universidad; como consecuencia de ello,
las Universidades se habían quedado vacías, los catedráticos las habían
abandonado y s.e había arruinado la literatura de España.
Especialmente los colegiales se habían apoderado de las Iglesias cate-
drales, lo que tenía aún peores consecuencias para el Estado que para la
Iglesia, porque ello había ocasionado, según Pérez Bayer, la ruina de esas
ciudades, pues las familias que las habitaban se habían visto privadas de
los puestos económicamente más importantes de cada ciudad; por eso los
prebendados debían de ser de las propias ciudades de las prebendas.
Toledo, por ejemplo, no estaría tan en decadencia si los hijos de sus

208
principales familias no estuvieran excluidos de las prebendas de su
catedral.
A continuación~ Pérez Bayer detalla un extenso anecdotario de las
triquiñuelas abusivas de que echaron mano los colegiales para superar las
pruebas académicas.
Fustiga como falsa la máxima por la que solían reconocerse los méritos
de un colegial para obtener una determinada prebenda: el más útil para
seguir un pleito en la corte era el más digno para obtener una prebenda.
La ruina de las Universidades se concretaba en la falta de alumnado y
de maestros acreditados, lo que venía ocurriendo a partir de 1636, como
consecuencia de la concesión de las becas por el Consejo y de la creación de
la Real Junta de Colegios;- para Pérez Bayer estas dos medidas fueron el
origen de los males de las Universidades. Ya que por medio de ambas los
colegiales consiguieron apoderarse de todos los resortes del poder dentro
de ellas.
De aquí que desde ent.onces toda la producción intelectual salida de la
Universidad fueran libros de devoción, vidas de santos o beatas, crónicas
de alguna sagrada religión, con lo que se había perdido la buena lógica y no
habían ganado las costumbres.
Otros males se debían a otras medidas tomadas en otro momento,
como el hecho de estancarse en las cátedras hasta su jubilación los catedrá-
ticos era consecuencia del Concordato.
A continuación Pérez Bayer pone en íntima conexión la decadencia
política con la decadencia de las ciencias; ésta fue el principio de las
mayores desgracias de la Monarquía, según su interpretación de la que era
para él la más reciente historia de España.

La alianza jesuitas-colegiales
Una de las partes más interesantes del Memorial es, sin duda, el ataque
a los colegiales por su semejanza con los jesuitas recién expulsados, lo que
evidentemente causaría una fuerte impresión en el ánimo del Rey 228.
Los ataques a los jesuitas de Pérez Bayer son los típicos que el elemento
eclesiástico, especialmente algunos obispos, pusieron de manifiesto
cuando la expulsión; sin embargo, la exposición de Pérez Bayer ahonda
más en los motivos de oposición a la Compañía por parte del resto del
estamento eclesiástico del país.

228 El Memorial. t. 11, págs. 627 y s.

209
LA ILUSTRACION y LA REFORMA... -14
En primer lugar, la animadversión a la moral que enseñaban, después
las acusaciones hacen referencia a su organización y su fuerza como ente
.eclesiástico y peligro para el Estado por su secreto, la superioridad sobre
las otras comunidades, basada en una serie de instrumentos utilizados con
sinigual maestría como el propio secreto, el constituir un clan entre ellos
con un feroz partidismo, la consideración de que el fin justificaba los
medios por lo que autorizaban la mentira, las intrigas ocultas, los chanchu-
llos. En España, además, esa íntima unión o coligación entre ellos era
especialmente intensa, lo que les había facilitado el copar los puntos claves
de muchas instituciones del país y especialmente de la enseñanza, cuya
primera fase se encontraba en sus manos y de modo especial la de los
colegiales.
Se amparaban hipócritamente en su independencia de toda jurisdic-
ción tanto civil como eclesiástica, puesto que consideraban sus Constitu-
ciones como venidas del cielo, y se ocultaban tras la defensa del Papa, al
que, según Bayer, «afectaban» suma obediencia.
Por todo ello consideraban el mayor pecado la falta de obediencia entre
ellos, como en general todo lo que pudiera romper su íntima unidad.
De aquí su oposición a la idea de que pudieran ser reformados, no
teniendo inconveniente, para que poseyera más fuerza su argumentación
en defensa de su «status», que inventar y falsificar historias.
Todo este cuadro trazado, en general venía a centrarlo al final sobre el
efecto que todas estas circunstancias habían producido en la Universidad
española. No duda en atribuirles toda la culpa de la ruina de ésta, especial-
mente por tres motivos: por haber establecido la alternativa de las cáte-
dras,' por haber concentrado el estudio de la Teología en los problemas de
la gracia y por haber copado la enseñanza del latín y las humanidades en
todo el país con efectos desastrosos. ~

Sin embargo, Pérez Bayer reconoce que hay una diferencia entre
colegiales y jesuitas, y es que éstos se han dedicado a las obras de
misericordia.
Es curioso que de todas formas la alianza colegiales-jesuitas, soldada
especialmente a comienzos del XVIII y basada entre otras razones en la
fuerza que obtuvieron estos religiosos al apoderarse del confesionario
regio, pasó por un momento de crisis en la etapa del padre Robinet 229

229 Robinet (Pierre) (1656-1738) (Stenay [Lorena] Estrasburgo). Acompañó al embajador


francés a Dinamarca. A su vuelta fue Rector del Colegio de la Compañía en Estrasburgo, y
luego llamado paraéonfesor de Felipe V, tras diez años de ejercicio volvió a ser Rector de

210
como confesor del rey Felipe V, ya que éste, llevado de su radical rega-
lismo, se mostrá anticolegial rabioso, poniendo en peligro en estos años la
fuerza de este grupo; afortunadamente el peligro pasó por la muerte de
éste, que frenó una serie de planes reformistas que estaban ya preparados.
La vuelta del padre Daubenton, decidido procolegial, salvó del peligro a
esta élite y ya desde entonces jesuitas y colegiales caminaron firmemente
unidos en sus intereses 230.
Tras esta larga exposición, Pérez Bayer coloca un Epílog0 231 , dividido
en dos partes, que son en realidad un resumen de todo lo expuesto
anteriormente, como podemos observar:
Primera parte
Transgresión de las Constituciones: pobreza, concesión de las becas
por influencia, edad, patrias y naturalezas, hospederías con dilapidación
de las rentas, inversión de las becas, gracias a las pruebas de limpieza de
sangre han desterrado las Visitas, los juegos, cerrar los Colegios de noche o
clausura, ausencia, casados, edad.
Segunda parte
1) En primer lugar, son la principal causa de la opresión de la
juventud española, que no puede dedicarse al estudio sin un premio
importante.
2) Ruina de las Universidades por ocupar las canongías. Cátedras
trienales.

Estrasburgo y Provincial de Champagne hasta su muerte. Vid. Moreri. t. IX, pág. 244.
Provocó la ruptura de relaciones con la Santa Sede en 1709, con suspensión del Tribunal de la
Nunciatura, expulsión del Nuncio y prohibición de publicar las Bulas en España.
230 Guillermo Daubenton (1648-1723) (Auxerre-Madrid). Este jesuita francés fue desig-
nado por Luis XIV confesor de Felipe V al venir éste a hacerse cargo de la Corona de España.
Desempeñó su puesto hasta que las intrigas que motivaron la primera separación de la
princesa de los Ursinos de la corte motivaron también la suya, porque el Rey creyó que había
tratado de separarlo de la Reina.
El Rey pidió entonces un confesor que se encerrase en los deberes de su ministerio, éste fue
el padre Robinet, también jesuita francés, pero al morir éste en 1716, Alberoni aconsejó al Rey
que volviera a llamar a Daubenton, que se encontraba entonces en Roma.
Esta segunda etapa terminó igual que la primera. El Rey le culpó de haber violado el
secreto de confesión y de haber comunicado al Duque de Orleans, regente de Francia, su
propósito de abdicar en su hijo Luis 1, aunque otros historiadores no lo admiten así, el caso es
que en ese año de 1723 el Rey lo cesó como confesor y lo expulsó de La Granja, muriendo
nada,~ás llegar a Madrid. .
Tuvo fama de intrigante y de haberse adueñado de la voluntad del Rey (D.H.E. de la
Revista de Occidente. 1. 1, pág. 1099).
231 Memorial. t. 11, págs. 647 y s.

211
3) Ruina, sobre todo de Salamanca, Valladolid y Alcalá, al titularse
maestros públicos en vez de oyentes estableciendo el turno.
4) Dependencia de la Universidad con respecto de los Colegios.
5) Impiden la autonomía aun en materias gubernativas yeconómi-
cas a la Universidad.
6) Causa de esta dependencia de la Universidad es que el maestres-
cuela sea colegial.
7) Abuso de obtener el grado de bachiller en otra Universidad.
8) Abuso de sustentar conclusiones ignonimia de la Universidad por
alquilones.
9) Hicieron las cátedras trienales.
10) El turno de cátedras.
11) Las vejaciones a los militares les ha hecho irse a éstos" de la
Universidad. .
12) No hay maestros ni discípulos mientras no se corte la relación con
los ministros excolegiales del Consejo y se disuelva la Real Junta de
Colegios.
13) Coligación para cualquier asunto.
14) La imparcialidad del Consejo.
15) El secreto.
16) La preferencia
17) Ambición insaciable, el Concordato había sido una mina de oro
para ellos, pues gracias a él se han hecho dueños de los cabildos.
18) Vanidad y soberbia en el tratamiento.
19) Jactancia de considerar inspirados del cielo sus estatutos y
Constituciones.
20) Ni fueron ni superior en jurisdicción reconocen.
21) A pesar de su alarde de obediencia a la Santa Sede la obedecen en
nada.
22) No estudian el derecho patrio.
23) La Real Junta de Colegios sólo ha servido para sustraerse del
fuero académico y deprimir a las Universidades.
24) Falsificación de su historia y estatutos.
25) En su gobierno político han seguido las máximas de los jesuitas.

Tras esta recapitulación, Bayer propone el «remedio» de la situación,


dando las razones por las que al Rey compete el remedio.

1) Al Rey cumple hacer los testamentos de sus súbditos en toda suma


Monarquía, especialmente de aquellos que tienen utilidad para los vasa-
llos, e impedir que los vasallos usen mal de sus cosas.

212
2) La legislación en punto a buena crianza y educación compete al
Príncipe.
3) Además es Protector y Patrono especial de las Universidades.
Ejemplos de intervención son ya la provisión de cátedras por erCon-
sejo y el nombramiento por el Rey de maestrescuela y cancelario y la
incorporación a la Corona de los Maestrazgos de las Ordenes Militares.
Por consiguiente, podía avocar el patronazgo de las becas, pero luego
éstas se convocarían a libre oposición.
Durante la reforma debía avocar el Rey el gobierno de los Colegios
para que observasen con cuidado las leyes, sobre todo las de clausura,
juegos~ ausencias, y el tiempo para que cesen las hospederías y la Real
Junta. Se haria una acertada selección de colegiales, mientras se daba
tiempo a que los actuales colegiales desaparecieran.
Remedio 232
La Práctica del remedio seria la siguiente:
Convocatoria libre de las becas.
Supresión de las hospederías.
Se enviaría un comisionado a cada Colegio para hacerse cargo de la
Hacienda y de las circunstancias personales de cada colegial actual.
Reforma de las constituciones.
Luego los colegios, con el alumnado completamente renovado, se
abrirían pero de uno en uno, no todos a la vez.
Pero previamente se realizaría un examen de las rentas de cada Colegio,
para conocer las posibilidades con que contaban. Y para evitar que los
nuev<?s colegiales volvier3n a los antiguos abusos, se llevaría a cabo:
1) Una buena selección.
2) Estarían como oyentes, no como maestros públicos.
3) Obligación de sujetarse al Rector de la Universidad.
4) Dividir los Colegios en Facultades, de forma que cada uno sólo
diese becas para una sola Facultad, en Salamanca, de acuerdo con estas
propuestas: Un Colegio Mayor sería para Filósofos y Médicos; otro apra
Teólogos; otro para ambos Derechos; y el otro para Derecho Patrio.
En Santa Cruz de Valladolid serían todos juristas.
En Alcalá serían todos teólogos, para lo que bastaba cumplir la idea del
Fundador.

232 Memorial, 1. 11, págs. 687 y s., y 697 Y s.

213
i) La influencia del «Memorial» en la reforma
Redactó su obra en La Granja, en el verano de 1769, tras hacerse en los
meses anteriores con una documentación lo más exhaustiva posible sobre
los Colegios Mayores, lo que le llevaría a dominar esta materia de una
forma absoluta, más que los apologistas de ellos, demostración del interés
y apasionamiento con que Pérez Bayer se tomó esta tarea 233.
Una vez realizada esta primera redacción, que debía constar de unos
cien folios, se la entregó al conde de Aranda, en el cual dejó una excelente
impresión y consideró incluso el interés de su publicación 234.
Animado por esta buena recepción obtenida en uno de los más impor-
tantes hombres del Gobierno del país, se lo enseñó al fiscal Campomanes,
en Aranjuez, lo que facilitó el que lo leyera también el ministro Wall, ya
que el fiscal se hospedaba en casa de éste, e incluso fue comentado algún
pasaje por los tres. Pérez Bayer les consultó qué les parecía enseñárselo al
confesor del Rey, pero ambos no supieron qué aconsejarle.
Sin embargo, como Pérez Bayer lo conocía desde su estancia en Italia,
se decidió a hacerlo por su cuenta; la reacción inicial de Eleta fue positiva,
bien que no parece que 10 leyera detenidamente, a pesar de la insistencia de
su autor, y fue del parecer de hacerlo llegar inmediatamente al Rey. Por fin
el Rey lo recibió del confesor y la reacción fue también muy positiva; según
le dijo Eleta, el Rey hacía tiempo que quería reformar los abusos de los
Colegios, pero era necesario en un informe aparte exponer cuál sería el
remedio que habría que proveer 235.

233 Los principales apologistas de los Colegios Mayores fueron: el marqués de Alventós y
Colón de Larreategui. El primero, J. Roxas y Contreras, autor de Historia del Colegio Viejo de
San Bartolomé, Mayor de la Célebre Universidad de Salamanca. Vida del Excelentísimo y
Reverendísimo Don Diego de Anaya Maldonado, Arzobispo de Sevilla, sufundador y noticia de
sus ilustres hijos, 3 vals., Madrid, 1766-1770.
y Pedro Colón de Larreategui (1695-1770). Catedrático de Digesto Viejo en Salamanca y
fisc~l del Consejo de Castilla, decano interino del Consejo en 1769 durante la ausencia de
Aranda. El Rey le confirió el título de conde de Torre Arias. Y acabaría ganando al Duque de
Alba el pleito que sostenía contra él por usurpación desde varias generaciones del título y
mayorazgo del Ducado de Veragua.
234 "Voy leyendo el excelente escrito que me ha confiado Bayer, y lo considero tan
singular en su especie y tan necesario para el remedio que se necesita, que, sea como fuese,
debe imprimirse. Un soberano que tuviese la paciencia de leerlo, lo costearía y premiaría,
porque en el asunto de su especie es más poderoso su contexto que cien decretos reales, a
causa de que las notorias verdades que contiene disuaden del error con que se vive, persuaden
de la importancia de la enmienda y convencen de que cualquiera que se aplicase sería
justísima; y un decreto real está sujeto a que se le acuse de mal instruido, de parcial, sin
conocimiento, de intempestivo, etc.»
m "Con el Rvdmo. P. Confesor de S. M. don Fr. Joaquín de Osma, hoy Arzobispo de
Tebas, corrí también en los principios mucho, y le debí bastante favor y confianza. Había yo •

214
El Consejo que aprobó la Real Cédula de 23 de febrero de 1771 lo
presidió el conde de Aranda y asistieron Ventura Figueroa, el marqués de
San Juan de Tasso, Loselle, Velasco y Fernández de Villegas. Los cambios
producidos en los últimos años en el Consejo habían hecho desaparecer de
él a casi todos los excolegiales; por consiguiente, todos los consejeros eran
favorables a la reforma 236.
Según Rodríguez Casado, la tendencia de Carlos III a nombrar minis-
tros extranjeros se explicaría por la escasa preparación de los españoles en
las ciencias políticas y administrativas, ya que éstas estaban completa-
mente ausentes de las Universidades españolas. En efecto, la correspon-
dencia íntima del Rey está llena de quejas por la falta de conocimiento de
las clases cultas en estas materias.
También se explica así que se mostrara adverso al sistema cultural del
momento, y desde el primer instante procurase acabar por todos los
medios a su alcance con los privilegios de los Colegios Mayores, que vivían
aún en plena y casi única enseñanza de filosofía escolástica, entonces
envuelta en seca y decadente rutina 237.
«La liga de los colegiales es mucho más estrecha que la de los francma-
sones, lo que a la verdad no producía utilidad alguna a las ciencias y a las
artes» 238.

tenido el honor de conocer a S. Ilma. en Nápoles y Caserta, y procuré siempre cultivar su


correspondencia, lo que fue sin duda provechoso a muchos.. (Diario histórico.... lB, año 1974,
pág. 58, vid. SALA BALUST: ob. cit.. pág. 26, n. 22).
Sobre el padre Osma dice Roda: «Lo cierto es que en otro tiempo me parecía que S. Ilma.
(Osma) hacía caso a lo que yo le hablaba y me creía ... Ya ha mucho tiempo que de nada me
habla, y tampoco yo me meto sino en lo que el Rey me pregunta. Estoy muy contento de que
obre por sí, pues de cualquier manera hacía siempre lo que le parecía, y era ocioso el
preguntarme. Su hipocondria le obliga a desazonarse fácilmente, a discurrir melancólica-
mente, y a variar de parecer y de amigos...
Joaquín de Eleta (1707-1788). Era religioso de la Orden de Franciscanos de San Pedro de
Alcántara. Fue nombrado confesor real en 1761, acabando con la serie de confesores reales
jesuitas que se había establecido con Felipe V. En 1769 el Papa lo hizo Arzobispo titular de
Tebas y en 1786 Obispo de Osma, a donde se retiró y murió en 1788. En los primeros años
ejerció una gran influencia en todos los asuntos políticos del reinado de Carlos lB, pero poco
a poco se fue reduciendo su gestión a la puramente espiritual. No parece que fuera muy
inteligente ni poseyera gran preparación intelectual. Partidario inicialmente de reformas,
poco a poco se fue mostrando más reaccionario a ellas, por eso en diferentes asuntos
. sustanciales cambió radicalmente de opinión, como en el caso de los Colegios Mayores y
Universidades. Su antijesuitismo tenía más motivo que su interés por la beatificación del
Venerable Palafox, asunto en el que hizo intervenir al ~ey y al que los jesuitas se oponían. Vid.
FERNÁN NUÑEZ: Vida de Carlos I/l, Madrid, 1944, pág. 191.
236 A.H.N., Consejos. leg. 5.493.

237 RODRfGUEZ CASADO. V.: ob. cit.. pág. II

238 Ob. cit.. págs. 144-145.

215
El cambio de postura del confesor del Rey puso en grave peligro no sólo
la reforma, sino al propio Pérez Bayer, que estuvo a punto de ser cesado en
sus puestos y éxpulsado de la corte. En una carta de Finestres a Ramón L.
. de Dou, le comunicaba, en agosto de 1771, los rumores que en tal sentido
circulaban por Madrid. Afortunadamente la tormenta pasó y Pérez Bayer
no fue molestado; sin embargo, aquello sirvió de dura lección para los que
ilusionadamente creían que, vencidos los jesuitas y los colegiales, las
reformas caminarían con facilidad hacia adelante, sin encontrar más
obstáculos 239.
Al año siguiente, al comentar el propio Bayer a un antiguo amigo suyo
los sucesos del año anterior, le confesaba que si hubiera sabido los quebra-
deros que le iba a traer consigo su estancia en la corte, no hubiera venido a
ella 240.
El peligro sobre Pérez Bayer se debió cernir a continuación de la
publicaCión de los Decretos de febrero y marzo, de lo que debe deducirse
que Eleta, el confesor, no los conoció hasta que fueron publicados, de aquí
su reacción virulenta contra ellos y contra su autor.
Sin embargo, en noviembre debía de haber pasado el peligro, porque
Bayer tiene en El Escorial una entrevista con Lorenzana, el Arzobispo de
Toledo, antiguo colegial de San Salvador de Oviedo en Salamanca, y con
Azara, el embajador en Roma. Entrevista que refiere el propio Bayer en su
Diario y en la que podemos observar la extrema cautela de ambos interlo-

239 Epistolario de FINESTRES: n. 846 -17-IV-1763 a Mayáns: "Me alegro que D. Fran-
cisco Pérez quede consolado después de no aver podido lograr el empleo de bibliotecario
mayor del rey, y mucho más de que prosiga en trabajar los índices d~ la biblioteca
escurialense. »
N. 959 - A I. Dou, 18-V-1767: «Tampoco he sabido si es verdad lo que corrió que Pérez
Bayer era preceptor de los Sres. Infantes, y que le condecoraban con un arzobispado in
partibus.»
N. 1.013 - A R. L. Dou, de 22-VIII-I77!: «Poco te aprovecharán las alabanzas casi
afectadas que diste a Pérez Bayer, si es verdad lo que se escrive de Madrid, que el Rey le ha
dado dimissorias para que se buelva a su iglesia. Misterio y grande es que el P. confessor se
ausentasse a Segovia y que desde allí pidiesse al Rey le exonerasse de su empleo; dicen se fue
con pretexto de hacer los exercicios, y, aviendo passado un mes, no se sabe que aya bueIto a
Madrid. Parece que el theatro se va mudando.»
240 N. 1.044 - A R. L. Dou, 19-X-1772: Don Alonso Vilamar pasa por M~drid y llega a
Cervera. «Viene de buelta de la isla de Santo Domingo, o Española, en donde ha estado
comissionado por el Rey ... En Madrid vió a su amigo y compañero Pérez Bayer bueno y muy
laborioso. Díjome que, si huviesse sabido como estava tan confusa y enredada aquella corte,
no huviera passado.» Loe. cit.• en nota anterior.
N. 1.095 - A R. L. Dou, 23-XII-1773: «El cancelario estraña que Pérez Bayer no aya
respondido a la carta de la Universidad, y yo le digo que no (me) admiro, porque sé su genio, y
ya lo dije desde (un) principio.» J. Finestres. Epistolario. vol. 11.

216
cutores; Bayer salva en ella el prestigio individual de los colegiales y pon~ el
origen de los males exclusivamente en la coligación. Le habló del Memo-
rial, pero no se atrevió a dárselo a leer, sólo se lo ofreció, pero el Arzobispo
nunca se lo llegó a pedir, por lo que nunca lo llegó a ver, ni quiso volver a
tener ninguna conversación más sobre el tema con Bayer, a pesar de que
éste manifiesta que hubo de nuevo ocasiones para ello. Para el Arzobispo
era un asunto embarazoso, pues aunque comprendía que los abusos de los
Colegios habían traído tan malas consecuencias para las Universidades, al
fin y al cabo él era colegial, por lo que consideró lo más oportuno
mantenerse al margen del asunto 241. Aunque su firme y resuelto regalismo
le llevaba a apoyar en definitiva las reformas 242.
La entrevista con Lorenzana, que relata Pérez Bayer en su Diario,
ocurre en noviembre de 1771, y en el mes siguiente Roda le entrega las

241 SALA BALuST, L: ob, cit.. pág. 175. Sobre la actitud anticolegial de Azara, en una de
sus cartes, dice: «Tengo aquí un viajero, hijo de Mata, el consejero colegial de San Bartolomé,
que viene de girar por Inglaterra y Francia: es muy buen muchacho de fondo, y me causa
lástima que tenga tan pegada aún la grasa colegiala, en cuanto a instrucción: quiero ver si
mientras está aquí, le puede meter un poco en el cuerpo la buena doctrina, y que olvide todo lo
que ha aprendido en Salamanca: tiene de bueno, que desea aprender, y que ya le he empezado
a persuadir, que son muy bestias nuestros catedráticos salmantinos, y más sus colegiales con
toda su vanidad" (6-IV-I776). Yen otra carta: «...he estudiado en la gran Salamanca, país que
cae enmedio del Africa, bajo la equinoccial, según un cierto plan de estudios que he visto para
aquella Universidad. No quiero hablar a Vd. de ello, porque aún no se me ha sosegado el
hervor, que me causó en la sangre su lectura" (lo-IX-1772). Vid. GIL NOVALES, A. R.: Las
Pequeñas Atlántidas. Barcelona, 1959, páginas 59-59. Sobre la relación entre Lorenzana y
Azara, vid. OLAECHEA, R.: «La relación "amistosa" entre F. A. de Lorenzana y J. N. de
Azara", en Homenaje a Lacarra, Zaragoza, 1969, págs. S05-S50.
242 «En el siglo XVllI disminuyó el número de prelados de linajuda estirpe; la mayoría
procedía de las filas de la nobleza media e inferior, no faltando tampoco las del estado llano y
los de humilde extracción como D. Francisco Valero y Losa y D. Diego de Astorga ... la
mayoría de los obispos eran segundones de la clase media hidalga, tan abundante en el centro
y norte" (DOMÍNGUEZ ORTIZ, A.: La sociedad española en el siglo XVIII, 1955, páginas 134-135).
La vieja rivalidad de obispos y cabildos decae en la segunda mitad del siglo XVllI, para
Domínguez Ortiz, porque «la evolución de la disciplina eclesiástica no era favorable a sus
anejas pretensiones; contra ellos, ortodoxos y regalistas estaban de acuerdo en favorecer la
autoridad de los obispos, aunque por distintos motivos: para los unos, como representantes y
delegados de la autoridad pontificia; para los otros, como agentes de la realeza" (pág. 141).
Hay que insistir en la falta de cohesión interna del clero, porque sin ese factor no es posible
explicar la debilidad de que dio muestra frente a los ataques abiertos e insidiosos que
arruinaron su poder y su influencia. Cuando los ministros borbónicos tomaron partido por el
bajo clero contra el alto, y por los seculares contra los regulares, no tuvieron más que
aprovechar las grietas que cuarteaban aquel coloso. La mala distribución de las rentas
eclesiásticas, la mezcla de funciones y atribuciones, las diferencias de reclutamiento y forma-
ción de sacerdotes y religiosos explican, si'no disculpan, las rivalidades y las disputas sobre
preeminencias que dividían a la Iglesia española, inconsciente quizá de los inminentes
peligros que la amenazaban" (págs. 157 y 15S).

217
representaciones de los Colegios contra los Decretos de febrero y marzo
para que elabore un informe 243.
Bayer, amparado en la autoridad del ministro, lo trabaja, y presenta en
marzo del año 'siguiente un adelanto del informe sobre la petición de los
colegiales para que, a pesar de los decretos promulgados, se pudieran
convocar nuevas plazas.
Pero el informe general sobre las representaciones de los Colegios de
mayo de 1771 no lo presentó hasta 1773; el documento lo resumió Sala
Balust. Es.una nu~va exposición de los abusos introducidos por los Cole-
gios contras las propias Constituciones, para volver a insistir en que
pretenden vulnerar las regalías y autoridad del Rey y su Patronato sobre
los seis Colegios Mayores 244 • Y sobre lo publicado dice:
«Muchos son meros tratados o materias particulares que dictaron sus
autores, siendo catedráticos, cuando había aún enseñanza en Salamanca;
otras son alegaciones o respuestas fiscales; otras decisiones de los que
fueron auditores de la Santa Rota; otros opúsculos ascéticos, instrucciones
para bien morir, directorios, vidas de santos, sermones, ejemplos morales,
poesías varias, guías de ordenandos, relaciones de fiestas y otros de poquí-
sima consideración, siendo por el contrario muy raras las obras que se
llaman magistrales y que se conozcan fuera del reino y se aleguen y citen en
los teatros y en los tribunales con elogio de sus autores» 245.
Pérez Bayer mandó una copia de su informe contra la representación al
confesor 246. En ella le hace ver que la petición de forma judicial para la
reforma no era más que una forma de dilatarla, y por lo que se refiere a la
recusación de Roda y de los demás, entre los que se incluía él, señala que
«por lo que a mí toca, me hacen gran favor sin querer, doyme desde luego
por recusado, y si lo hubiera sido cinco años antes, me hubieran excusado
muchísimo trabajo y gastos y tuviera menos enemigos; pero todo lo

243 SALA BALUST, L.: ob. cit.• pág. 175.


244 ¡bid.
245 Cito por SALA BALUST, L.: ob. cit., pág. 153.
246 "Cuando yo tiré las primeras lineas de mi memorial al rey nuestro señor Por /0 libertad
de /0 literatura española, no tuve otro impulso que el deseo del alivio de los vasallos de S. M. y
la lástima que me hacía la opresión en que cont'emplaba a innumerables jóvenes de telento y
espíritu que, por falta de medios, abandonaban los estudios y las Universidades, al paso que
veía a otros enteramente negados o faltos de aplicación, que desaprovechaban en los Colegios
su mejor edad y la más favorable ocasión de hacer progreso en las letras. Dios sabe mi
intención. V. 1. fue servido ver este escrito mío y tuvo la benignidad de aprobarlo y de hacerlo
presente a S. M., de cuya Real Orden he proseguido después en el asunto y me ha interesado
tanto por él que en el día tengo cuatro tomos de a folio dispuestos para la prensa siempre que
se me mande o se me permita imprimirlos» (ibíd.. pág. 187).

218
recompensa en mi aprecio el amor a la causa pública y el miedo que en eso
muestran tenerme» 247.
Roda igualmente se retiró del asunto, que pasó a manos del conde de
Aranda 248.
A pesar de todo, Roda no perdió de vista el hilo de la reforma y siguió
pidiendo informes a Pérez Bayer sobre todos los términos en los que
debían de plasmarse las reformas y la nueva estructura de los Colegios 249.
Dice Olaechea que, extinguida la Compañía de Jesús en 1773, el padre
Osma, que ya no tenía que temer que los jesuitas le quitaran el confesiona-
rio regio, se dio cuenta que Lorenzana, en el Concilio IV Mexicano, había
pedido la reforma de los religiosos y entre otras cosas la supresión del
cargo de Comisario General en Indias, que pertenecía a la Orden de San
Francisco.
«Con hechos como éste, el padre Osma fue cayendo en la cuenta de que
los perseguidores de los jesuitas -a los que él se había sumado de forma
señaladísima- tendían a la reforma de todas las Ordenes religiosas,
incluso de la alcantarista, a la que él pertenecía, y esto le puso en estado de
alarma»25o.
Refiere el interés de Campomanes, ya antes de la expulsión de los
jesuitas, por reformar a todos los regulares, y cómo esto fue detenido por el
padre Osma.
El padre Osma era hombre de carácter versátil y en el asunto de los
Colegios Mayores dió pruebas de ello; como dijo Roda en esa ocasión,
«volvía casaca»251. .

j) La posición de Bayer dentro de las diversas corrientes reformistas


En 1767, los siete obispos que emitieron dictamen sobre la expulsión de
los jesuitas, estuvieron conformes con la medida y se felicitaron por ella.
En 1769, de los cincuenta y seis informes pedidos, cuarenta y dos aproba-
ron las medidas contra la Compañía, seis se abstuvieron y ocho fueron

247 [bid.
248 Contra Roda alegaban, entre otras cosas, su desafecto a los Colegios y que ha tratado
los asuntos de la reforma con personas contrarias a los colegiales, cosa que dedujeron de que
le vieron pasear con Pérez Bayer y el padre Raimundo Magi, mercedario, predicador de S. M.
y también valenciano (ibld.. página 191). "
249 [bid.

2S0 OLAECHEA. R.: cela relación "amistosa"entre F. A. de lorenzana y J. N. de Azara ..,


en Homenaje al Dr. Canellas. Zaragoza, 1969, págs. 805-850, página 830.
2Sl SALA BALUST. L.: Visitas. págs. 117 y 311.

219
contrarios. ,Rodríguez Casado ha visto que estas proporciones son indife-
rentes con respecto a la época de sus nombramientos 252. Peroesta posición
monolítica antes de la expulsión de los jesuitas, desapareció una vez
ocurrida ésta.
Los núcleos reformistas propugnaban la desaparición de las escuelas
en la Universidad y la creación de una ciencia ecléctica. Por este motivo
van a surgir diferencias entre los vencedores de los jesuitas, pues los
reformistas más radicales eran enemigos también del escolasticismo y
tomismo, mientras que los dominicos y otras Ordenes religiosas influyen-
tes pretendían llenar el hueco dejado por los jesuitas.
Al lado de estos religiosos tomistas se encuentran, sin embargo, los
obispos españoles más destacados, algunos de los cuales han sido tachados
de filojansenistas, como Bertrán, Climent, Tavira, Armanyá, Amat 253.
La razón de este tomismo en este sector importante del clero secular
hay que buscarla en que en definitiva el tomismo había sido la otra
doctrina católica que había combatido duramente contra el probabilismp
y demás teología propia de los jesuitas y no existía ningún otro cuerpo de
doctrina teológica, eliminado el de los jesuitas; por eso mismo hasta el
jansenista francés Climent, en su viaje a España en el otoño de 1768, en el
que se entrevistó con Aranda y Roda, entre otras personalidades españo-
las, gracias a lo cual le conoció Pérez Bayer, a quien se lo presentó Roda,
era partidario de él. Climent les hizo ver la necesidad de una reforma de la
enseñanza de la Teología en nuestra Patria, cuya necesidad acuciaba por la
expulsión de los jesuitas y la prohibición de sus enseñanzas y doctrinas,
proponiéndoles que acabaran con las escuelas teológicas estableciéndose
la enseñanza de·una sola sobre la base de Santo Tomás y de San Agustín 254.
El tomismo saldría triunfante, por consiguiente, favorecido sobre todo
por este grupo de obispos y por Pérez Bayer; esto supuso una enorme
decepción para el sector más reformista y que había puesto tantas ilusiones
en esta reforma, como, por ejemplo, Mayáns, al que merecía un severo
juicio negativo la Teología de Santo Tomás, del que dice entre otras cosas
que «dio mucha autoridad al error en el regicidio, fundó muchas sentencias
en falsas decretales, con sus obras no se puede convencer a los herejes

2.52 RODRÍGUEZ CASADO, V.: ob. cit., págs. 89-90.


253 Sobre la defensa del tomismo tras la expulsión de los jesuitas, vid. DE LA PINTA
LLORENTE. M.: «Un documento histórico en defensa del escolasticismo, del P. José Gómez
Avellaneda», en Archivo Agustiniano. LVIII, 1954, páginas 87-112.
254 A PPOLlS: ob. cit.. págs. 55-56 y 72-73.

220
modernos, que apoyan sus errores valiéndose del conocimiento de la
lengua hebrea i griega i demás eruditas» 255.
Mayáns se había ofrecido como director de la reforma en Valencia,
pero Bayer no le prestará su ayuda para ello y Mayáns quedará marginado.
Sin embargo, antes habían colaborado en combatir el influjo de los
colegiales en la Universidad y del cabildo de Valencia. Los cuales, gracias
al Arzobispo Mayoral y sus sobrinos, habían formado un poderoso grupo,
Bayer, entonces canónigo de Toledo, en 1765 apeló a toda su influencia en
la corte para evitar se nombrara a un colegial catedrático, visitó al confesor
del Rey y a Roda. Pero Bayer pidió que además Valencia enviase un
Memorial reclamando, pero Mayáns le dijo que obrase por sí solo. Bayer
aceptó, pero le encargó que elaborase un Memorial dirigido al Rey en
nombre del propio Pérez Bayer, encargo que cumplirá.
El Memorial, tras hacer u.na gran alabanza de la Universidad de Valen-
cia y del sistema de las pabordía~, pone al Rey sobre aviso para que no se
pierda el que los colegiales no dominen en el cabildo catedral y que las
oposiciones las ganasen los más dignos. Pero Bayer no utilizará ese
MemoriaJ256.
Mayáns era una persona arisca, poseída de un orgullo intelectual
impresionante, él quiso intervenir en la reforma universitaria y especial-
mente en esta parte de los Colegios, pues era enemigo acérrimo de ellos, de
ahí que no llevara bien su marginación.
Pérez Bayer, a pesar de la relación que les unía y de la correspondencia
que durante estos años mantienen, no le habla prácticamente de su Memo-
rial por la libertad de la literatura españQla; a pesar de ello utilizará las
obras de Mayáns, y así citará en él algunas frases contenidas en la Vida de
José Retes. que introducía la obra de Meerman, Novus Thesaurus, que
Mayáns editó en España y en la que se contenía un duro ataque a los
Colegios. Incluso se cartearon sobre este particular, pero Bayer no le
indica para qué le interesa conocer los detalles de aquel asunto. Sólo en una
carta de diciembre de 1774 desliza Bayer este párrafo: «Otra obra de gran
volumen he ido trabajando y tengo concluida, son cuatro tomos de a folio,
dos de los cuales acaba de copiar D. Juan Muñoz y ayer se presentaron
manuscritos. El asunto es sobre la reforma de nuestros estudios y por la
libertad de la literatura española. Más diría Vm. si nos pudiéramos oír
mutuamente» 257.

MESTRE: ob. cit.. págs. 96 y 103.


2SS
Ibíd.. págs. 380-382.
256
m Ibíd.

221
Cuando se trata de elegir director de la reforma de los estudios en
Valencia, en 1770, Mayáns se opuso a que fuera nombrado el agustino
Rafael Lasala, obispo auxiliar, que era precisamente e~ candidato de Pérez
Bayer y sus amigos y que fue finalmente nombrad0 258 •
A pesar de todo, Mayáns quiso encauzar según su cJrÍterio la reforma de
estudios en la Universidad de Valencia después de la expulsión de los
jesuitas. Tratará de que sus ideas y pretensiones lleguen a conocimiento de
Campomanes; dicha reforma no la pretende ejercer desde un puesto en la
Universidad, sino más bien a través de la utilización como textos de sus
libros; en todo caso desea que se le nombre director de la enseñanza de la
Universidad. En esto no coincidirá con Pérez Bayer, por eso buscará otros
interlocutores e influencias en la corte; sin embargo, de nada le servirá,
pues el Arzobispo de la diócesis tomará personalmente la dirección del
negocio" no teniendo en cuenta para nada a Mayáns e incluso despreciando
sus textos, de aquí las fuertes polémicas que estallarán entre ambos 259.
Posteriormente la oposición de Juan Antonio Mayáns a un canonicato
de la catedral valenciana opondrá a los dos hermanos contra los tomistas,
entre los que se encontraba Pérez Bayer.
Mayáns distingue entre los tomistas, a los que habían estudiado las
obras de Santo Tomás, a los que habían tenido profesores tomistas y a
algunos que enseñaban el materialismo y se refugiaban bajo aquel nombre
de escuela 260.

k) La defensa~ de los colegiales


Precisamente Juan de Santander, antiguo colegial de San Ildefonso e
inquisidor honorario de la Suprema, entró en lucha directa contra Pérez
Bayer, como consecuencia de que en el verano de 1776 fue nombrado
secretario del Infante don Gabriel un colegial, don Miguel de Cuber, quien
quiso usar como lector del Príncipe a un manteísta, Pisón, para lo que,
aprovechando el proceso abierto a Olavide, delató también a Pisón, por lo
que se registraron los libros que utilizaba para sus enseñanzas con el
Príncipe; con este motivo Santander, que fue encargado del registro, revisó
la librería de éste y allí encontró un ejemplar del Memorial que Pérez Bayer

258 Ibíd., pág. 254. Vid. También CÁRCELORTI, V.: «Los orígenes del Seminario Conciliar
de Valencia (1767-1793»), en Bol. de la Soco Castellonense de Cultura, XLI, c.lIl, 224-231; 111,
224-231; FLORENSA,J.: Reforma en la Universidad de Valencia afines del siglo XVIII, y el padre
Benito Feliu, en Analecta Calasanctiana (1964), 12,409-444, Y (1965), 13, 83-106.
259 Ibíd.. págs. 322-323.
260 Ibíd.

222
había dejado al Infante. Santander consideró necesario escribir una apolo-
gía contra el Memorial para demostrarle al Príncipe que Pérez Bayer estaba
equivocado y que el Memorial faltaba a la verdad. Dicho escrito se titula
«De la coligación y prepotencia falsamente atribuida a los seis Colegios
Mayores de Salamanca, Valladolid y Alcalá», y aunque está anónimo, Sala
Balust no duda en atribuirlo a Santander, quien también pudo comprobar
que el ejemplar del Memorial que impugnó éste fue la redacción más
amplia que hizo su autor después de los primeros Decretos de 1771, Yfue
redactado por el bibliotecario tras los nuevos Decretos de reforma de 1777,
en este mismo año probablemente 261.
Santander impugna sobre todo los parágrafos en que Bayer trata de la
coligación de los Colegios y colegiales, su historia, la erección de la Real
Junta de Colegios y su influencia en el fomento de esta coligación, el
profundo secreto de los colegiales con los daños que ello podía ocasionar al
Estado, y el restablecimiento de la Real Junta en 1.7, con lo que engañaron
a Felipe V y evitaron la reforma que se preparaba entonces para tratar de
demostrar al final que no existe coligación entre los colegiales, sino preci-
samente entre los manteístas. El apasionamiento de Santander le lleva a
pasar al ataque personal, no sólo contra Bayer, sino también contra el
ministro Roda, señalando que la enemiga de éste contra los Colegios
procedía de un resentimiento personal por no haber obtenido del Colegio
de San Ildefonso una beca de baño que había solicitado.
Se lamenta, finalmente, de que los nuevos colegiales admitidos fueran
gente oscura, habiendo desaparecido la nobleza entre ellos.
Como consecuencia de estos nuevos ataques de los colegiales contra la
reforma, por palacio corrieron numerosos bulos, como el de la salida de
Roda de su Ministerio. A ello colaboraba el confesor del Rey, Eleta, que
decía que los reformistas le habían engañado, rodeado por numerosos
colegiales que tenían cargos palatinos. Roda fue el centro de todas estas
intrigas y bulos que no se confirmaron, pues los Decretos de 22 de febrero
de 1777 fueron aprobados por el Consejo y dados a la luz. Pérez Bayer
recoge todo ello en su Diario 262.
W. Dalrymple, viajero extranjero por la Salamanca de aquellos días,
nos ha dejado la siguiente descripción de los Colegios, tras referirse a un

261 SALA BALUST, L.: loe. cit.


262 El Manuscrito original se encuentr¡ en Londres, British Musseum, MS. Egerton 43S,
f. 15 r-SO v, y sobre él publicó L. SALA BALUST el artículo « Un episodio del duelo entre
manteístas y colegiales en el reinado de Carlos III. Apología de Juan de Santander contra
Pérez Bayer", en Hispania Sacra. 10, 1957, fase. 20.

223
encuentro con un estudiante en, el camino de Avila a Salamanca: «Es la
primera Universidad del Reino, pero no parece ofrecer un aire de gran
actividad; se 'diría al ver sus Colegios, que han sido arrasados y arruinados
por el enemigo; en los unos no encontré más que los jefes de la Casa con
uno o dos estudiantes, y en casi ninguno había más de seis o siete escolares.
El Colegio de Santa Cruz, en Valladolid; de San Ildefonso, en Alcalá'; de
Oviedo, de Cuenca, el Viejo, el' del Obispo aquí, habiendo tenido algunas
disputas entre ellos respecto a su administración interior, el Rey se ha
mezclado en ello y ha dado un edicto por el que prohíbe recibir a los
escolares hasta que se haya proveído en la reforma de los reglamentos de su
administración. Los profesores han hecho representaciones e indicaciones
muy vivas a la corte en nombre de la Universidad; por fin obtuvieron hará
un año una audiencia del Rey en Aranjuez; pero como se les ocurrió hacer
valer sus derechos con demasiada libertad les fue ordenado retirarse, y
salió un segundo edicto en confirmación del primero: El objeto principal
de esos Colegio~ era el estudio de las leyes y su fundación particularmente
destinada a la gente de calidad; éstas nacidas para la independencia y llenas
de un espíritu de libertad, viniendo a descubrir por esos estudios los
principios de que la autoridad absoluta de que goza el soberano en España'
es una usurpación contraria al espíritu de la antigua Constitución, no
querían, cuando llegaban a los cargos, decir amén a todas las fantasías del
príncipe; de ese modo los ministros, para destruir ese espíritu generoso,
han tomado ese sesgo desviado para desanimar por órdenes tiránicas, o
mejor, prevenir los progresos de la ciencia y arrancar esos primeros
gérmenes de libertad antes que tuvieran tiempo de echar raíces; de suerte
que, por el curso del tiempo, hayan perdido lo que era siempre la bandera
de la justicia presentada a los ojos del soberano y ya no se encuentran más
que cobardes e ignorantes que oponer al despotismo, que pesará sin
contradicción sobre la cabeza de sus esclavos» 263.
El Memorial fue puesto por su autor en conocimiento de Aranda,
Roda, Wall y Campomanes, ya todos pareció muy bien; pero el que tuvo la
intervención fundamental para que el rey aceptara todo aquello y decre-
tara la reforma fue su confesor, Fray Joaquín de Eleta, movido también
por rencor personal contra los colegiales 264. Así, éstos, a pesar de los
importantes puestos que ocupaban en la Administración del Estado, se
vieron de pronto sorprendidos por los decretos de reforma expedidos en

261 DALRYMPLE: «Viaje a España y Portugal», en MERCADAL: Viajes de extranjeros por


España y Portugal. t. III, Madrid, 1962, págs. 675-676.
264 SALA BALUST, L.: ob. cit., págs. 25-26.

224
febrero y marzo de 1771 265. El rey manifestaba su interés por las Universi-
dades, Colegios y demás establecimientos que le habían movido a iniciar su
reforma a consecuencia de la expulsión de los jesuitas, que hasta entonces
habían tenido la dirección de casi todos ellos. Pero habiendo tenido
conocimiento de la gran decadencia en que se encontraban las Universida-
des, y especialmente de la de los Colegios Mayores, acudía a remediar la de
éstos para que recobrara el gran lustre que habían tenido estas institucio-
nes, e incluso lo aumentarán; por eso se estaban examinando las antiguas
constituciones, para que se pusieran de nuevo en vigor y, en cuanto fuere
necesario, se acomodaran a los tiempos presentes, pero mientras tanto se
llevaba a cabo este trabajo se ordenaba cumplir con tres puntos, sobre los
que con mayor urgencia debía versar la reforma:
1) Las disposiciones sobre la clausura, es decir, sobre la hora de
recogerse los colegiales por la noche, la prohibición de juegos y la obliga-
ción de residencia en el Colegio.
2) Supresión de las hospederías, ya que éstas no se encontraban
establecidas en ninguna de las Constituciones. En consecuencia, a los ocho
años que solían prescribir aquéllas, para la normal estancia en los Cole-
gios, los colegiales debían ser despedidos, no pudiendo pasar ya ninguno
de los actuales a ellas; y
3) Con carácter provisional, hasta que- se realizase la reforma se
suspendía la provisión de becas, por tanto, ni fas que estuviesen vacantes,
ni las que fueren quedándolo podían, entre tanto, proveerse.
Otro decreto del 22 de febrero se extendía con más detención en lo
referente a la provisión de vacantes de los Colegios; insistía en la inobser-
vancia de las constituciones como causa de la decadencia, y especialmente
de las disposiciones referentes a la selección de los colegiales: «han llegado
a tal punto de abandono que parece han estudiado a propósito el modo de

265 «Habiendo entendido con sumo dolor mío la gran decadencia en que de más de un
siglo a esta parte, se hallan las Universidades y Colegios, y en especial los seis mayores, que
son los de San Bartolomé, de Cuenca; de San Salvador, de Oviedo, y del Arzobispo de
Salamanca, el de Santa Cruz, de Valladolid, y el de San I1defonso, de Alcalá; y que los abusos
y desórdenes que en ellos se han ido introduciendo contra sus constituciones, se ha comuni-
cado como un contagio a las demás comunidades y cuerpos literarios de estos Reynos en gran
perjuicio de la pública ensañanza y del Estado; deseando ... recobren, y si es posible aumenten,
su antiguo lustre y esplendor, y que sus individuos baxo de mi Real mano y dirección se
proporcionen por el verdadero camino de la virtud y letras para los empleos correspondientes
en beneficio del Estado y de la Patria; he creído de mi real obligación mandar, que por sujetos
de mi confianza y de la mayor prudencia e integridad se vean y examinen con el mayor
cuidado y atención las santas y saludables Constituciones, que los ilustres fundadores de
dichos seis Colegios dexaron respectivamente establecidas para su gobierno.» Novísima
Recopilación, Libro VIII, Título lB, Ley VI. '

225
LA ILUSTRACION y LA REFORMA... -15
desviarse de ellas y aun de impugnarlas y de contradecir abiertamente a su
letra ya su espíritu». Y, además, el punto sobre el que más insistieron los
fundadores como requisito de ingreso, el de la pobreza, había sido violado
sistemát~camente. La solución para evitar que siguieran ocurriendo esos
abusos era la de que cesaran de conceder las becas los propios colegiales,
por lo que se le propuso al rey «que el único y radical remedio sería que en
la provisión de las referidas becas tuviese en lo porvenir intervención e
influxo mi autoridad y Real Oficio». Los innovadores, de acuerdo con su
táctica de halago al Soberano, que tan buenos resultados les daba, asegura-
ron al rey que tal intervención le competía, según derecho, pues los mismos
colegiales, en diversas ocasiones, habían reconocido su derecho de protec-
ción y Patronato, y vencieron así las dudas que pudieran caberle, al ser
todos esos Colegios fundaciones eclesiásticas. En virtud de esto, se estable-
cía el siguiente régimen de provisión de plazas colegiales: se mandaba
publicar las vacantes por medio de edictos y durante el tiempo que fijaran
las constituciones, y una vez admitidos los opositores, tras comprobar que
cumplían los requisitos, se celebrarían los ejercicios, en presencia de todos
lbs colegiales. Celebrado el concurso, el Colegio presentaría una terna con
los tres candidatos que más votos hubieran tenido, con la relación de los
méritos de cada uno, y también se adjudicarían los nombres de los demás,
con sus votos y méritos, por si fuera más justo conceder la plaza a alguno
de ellos.' Esta proposición la trasladaría a la Secretaría de Gracia y Justicia,
para que el rey, en razón de los derechos que poseían de Protector y
Patrono, nombrase a los colegiales 266.
Es especialmente interesante la intervención que toma la Secretaría de
Gracia y Justicia en la reforma de los Colegios Mayores, pues en la de las
Universidades, estrictamente consideradas, todo el" peso recaía sobre el
Consejo y especialmente sobre su fiscal, Campomanes. La intervención en
los asuntos de enseñanza por parte de esta Secretaría, desde su fundación
en los primeros años del siglo, se había ya producido en diversas ocasiones.
La razón por la cual solía justificarse su intervención era que de ella
dependían todos los asuntos que se referían a las relaciones entre la Iglesia
y el Estado. Las tendencias regalistas de algunos de los ministros que
ocuparon la Secretaría, como Macanaz, los llevó a inmiscuirse en estos
asuntos, ya que, tanto las instituciones como los estudios, por su íntima
relación con la Iglesia, ofrecían ancho campo de intervención. Don
Manuel de Roda sostuvo esta postura, y especialmente con ocasión de la
reforma de los Colegios, empezó a intervenir decisivamente en las refor-

266 Novísima Recopilación. Libro VIII, Título 111, Ley VII. Decreto de 22-11 y Cédula de
3-111. de 1771.

226
mas. Según De la Fuente, para 1776 se había hecho ya con todas las
atribuciones sobre la enseñanza que hasta entonces habían correspondido
al Consejo. De momento, Roda, donde intervino más decisivamente fue en
la reforma del Colegio Mayor de San Ildefonso, de Alcalá, para lo cual
nombró canciller de la Universidad a un paisano suyo, llamado Díaz de
Rojas. De los Colegios Mayores de Salamanca y del de Valladolid se
encargó el obispo don Felipe Bertrán, al que ayudó Pérez Bayer 267 .
Estos personajes realizaron la reforma sin ninguna consideración a los
derechos particulares que pudieran existir sobre aquellas instituciones,
hasta entonces, absolutamente privadas. Los colegiales intentaron opo-
nerse, alegando que eran fundaciones erigidas por Bulas Apostólicas, y
que, por tanto, no era lícito reformarlas sin empetrar Breve aprobatorio de
Su Santidad. También exigieron que la reforma se realizara por vía judi-
cial, llegando a convencer al confesor del rey de la ilegalidad de lo que se
pretendía hacer. Pero Pérez Bayer y Rojas se mostraron implacables; el
primero, en una carta dirigida al confesor para que desistiera de intervenir
en favor de los colegiales, decía que «la soberanía... tiene otras vías para
proceder aparte de lo puramente judicial, la cual, por otra parte, no es la
más expeditiva para casos urgentes»268. Gil y Zárate, sin justificarlo, dice
que las intrigas de los colegiales motivaron que la reforma definitiva no
llegara hasta 1777. Pero esta demora debió ser una maniobra de los
reformadores, que esperaron a que los Colegios quedaran desiertos, ya que
al prohibir las hospederías y no proveer más vacantes desde 1771, lograron
que a todos los colegiales les llegara el término de su beca, y se limpiaran así
los Colegios de' toda persona que perteneciera a la «casta colegial» 269. Así
las cosas, en abril de 1776 quedaba ultimada la reforma de Salamanca, en

267 DE LA FUENTE. V.: ob. cit.. págs. 89 y s., 94 y S.


268 Carta de 7 de junio de 1773, al confesor del Rey; SALA BALUST, L.: ob. cit.. pág. 186.
269 Sobre la lucha que se desarrolló entre ambos bandos, Sala Balust destaca especial-
mente un episodio en su trabajo «Un episodio del duelo entre manteístas y colegiales en el
reinado de Carlos 111», Historia Sacra. vol. x, núm. 20, 1957, págs. 301 y s. En que trata del
escrito que en defensa de los colegiales escribió Juan de Santander, prefecto de la Biblioteca
Real; redactó para detener las reformas, y titulado« De la coligación y prepotencia falsamente
atribuida a los seis Colegios Mayores de Salamanca, Valladolid y Alcalá», que publica en
apéndice documental de su trabajo, págs. 44 a 84, y de donde se deduce «la honda y creciente
sensación de sorpresa de los colegiales ante los acontecimientos de la reforma de Carlos 111.
Impresión fuerte ante la inesperada aparición de los decretos de 1771; nueva impresión ante
los planes de reforma de primeros días de 1777, verdadera destrucción de los Colegios, ajuicio
de sus antiguos alumnos, publicados «sin ser oídos ni tener motivos de recelar el golpe que les
amenazaba». Ibíd., pág. 36. Del mismo autor, es Sátira inédita de los viejos colegiales contra
los colegiales nuevos de Carlos IIl, «Salmanticensis», que trata el mismo tema, pero a la
inversa. GIL y ZÁRATE: ob. cil.. t. 11, pág. 310, da, en general, una visión desvirtuada de estos
sucesos, que ha rectificado Sala Balust en sus trabajos citados.

227
mayo la de Vall~dolid yen junio la de Alcalá. Todo quedó preparado para
la aprobación definitiva del rey, que llevó a cabo en Aranjuez, por seis
decretos, fechados el 21 de febrero de 1777, en los que se regula la nueva
manera de proveer las becas, las oposiciones, la calidad de los opositores,
los ejercicios y otras disposiciones dadas para el mejor gobierno de los
Colegios. Era una mezcla de respeto a las antiguas constituciones con
algunas innovaciones. Se restablecía la figura del Visitador Ordinario,
prohibiéndose que se le hicieran pruebas de sangre, o se le obligara a
guardar secreto de la visita. El Visitador debía especialmente vigilar si se
guardaban las disposiciones referentes a la clausura, asistencia a la Univer-
sidad, ejercicios ·literarios de los colegiales, prohibición de juegos, de
armas, de salir sin hábito colegial, de unirse y coligarse. Se derogaban
todas las demás disposiciones, «por más que se funden en Decretos reales,
o en provisiones del Consejo, o de la Junta de Colegios, o en breves o en
dispensas de la Santa Sede, o de la Nunciatura... exceptuando los Breves en
que se concedan gracias puramente espirituales». La secularización que-
daba así sellada 270.
Pérez Bayer y Rojas eligieron cuidadosamente a los nuevos colegiales
que, por primera vez después de la reforma, iban a ocupar las plazas. El
rey, en los meses de agosto, septiembre y noviembre nombró a las personas
que les habían sido presentadas.
La reforma del de San Ildefonso, de Alcalá, tuvo un matiz propio, pues
Colegio y Universidad formaban una única institución, de forma que el
rector era el mismo para ambos y la historia de la decadencia de la
Universidad está llena de episodios derivados del poder omnímodo que
sobre ella quiso tener el Colegio Mayor. Rojas, como es natural, decidió la
separación, y la Universidad se fue a otro edificio que, naturalmente, fue el
antiguo edificio de los jesuitas. El Decreto de separación, mandaba: ((que
en lo sucesivo se gobierne cada cuerpo separadamente sin que puedan
confundirse como hasta ahora» 271.
El canciller seguía existiendo, y sustentaba la autoridad académica: al
rector de la Universidad se le concedían las mismas atribuciones que al de
Salamanca, mientras que el rector del Colegio quedaba sólo con atribucio-
nes respecto de éste.
Los numerosos Colegios menores existentes en Alcalá y Salamanca
fueron también objeto de reformas. Los encargados de realizarlas se los
encontraron prácticamente despoblados y sin rentas, por lo que decidieron

270 Novísima Recopilación, Libro VIII; Título 111, Ley VI.


271 DE LA FUENTE: ob. cit.• pág. 93; AJO GONZÁLEZ.C.: ob. cit., págs. 254 a 276.

228
reunir varios en uno, para lograr unas rentas que pudieran permitir la
supervivencia de algunos de ellos. Así, Rojas, en Alcalá, reunió tres en el de
Málaga y cinco en el de Santa Catalina de los Verdes; además quedaron el
de la Concepción, el del Rey y el de los Manriques. En Salamanca, el
obispo Bertrán aprovechó la mala situación de estos Colegios para crear
con las rentas de varios de ellos el Seminario Conciliar, y en el Colegio de
.los Angeles refundió cuatro 272.

B) EL FRACASO DE ESTA REFORMA


De esta forma quedaba terminada la obra, en la que tanta ilusión e
interés pusieron sus autores y en la que tanto confiaban. Pero, por desgra-
cia, no tardaron en comprobar el fracaso de su empeño. La reforma
cortaría los abusos de la «casta colegial», pero no se logró «la libertad de la
literatura española». La realidad fue que, a poco de haber tomado pose-
sión de sus plazas, los nuevos colegiales se sintieron con los mismos
derechos que los viejos, e iniciaron de nuevo las luchas con los otros
órganos de la Universidad 2n. Rojas anduvo especialmente desacertado en
su elección de los nuevos colegiales de San Ildefonso. Además, por su poca
habilidad, concitó contra sí todas las iras, iniciándose una lucha sin
cuartel, en la que los colegiales no perdieron ocasión de provocar inciden-
tes, e incluso, dice De la Fuente, verdaderos complots. En el Colegio de
Málaga los nombramientos fueron anulados, se expulsó a todos los cole-
giales y quedó vacío, hasta que, después de la muerte de Rojas, en 1790, el
Visitador, don Lucas López, decidió proveer de nuevo las plazas 274. «No
fue la de Carlos III una reforma feliz», dirá su historiador Sala Balust,
como conclusión a su estudio, y, en efecto, no lo fue por motivos parecidos
a los que fracasó la reforma en las Universidades, pues Pérez Bayer la había
soñado en un principio algo más radical, quitándoles inclusos sus antiguos
nombres y destinando cada uno de los Colegios a una determinada Facul-
tad... ». Luego se hizo una reforma discreta, con energía, pero con mira-
miento, señalándoles el antiguo destino de seminarios de preparación no

272DE LA FUENTE: ob. cit.. págs 100 y s.


273El obispo Bertrán, en una carta a Roda, de 22 de mayo de 1778, con motivo del
conflicto que estalló entre el Colegio del Arzobispo y el Cabildo. se queja de cómo los
colegiales nuevos dan «muestras de quererse gobernar por las máximas de los antiguos». Y en
el informe, que redacta tras su visita ordinat:.,ia en 1780, el visitador Salgado, señala que se
observaban «principios de entera corrupción en el espíritu de la reforma». Y en 1784, los
colegiales del Mayor de Oviedo, pidieron el restablecimiento de las hospederías. Todos ellos,
datos citados por PALACIO ATARD, V.: ob. cit.• pág. 137.
274 DE LA FUENTE, V.: ibEd.

229
menos para las letras que para los cargos de gobierno» 275. Así, la resisten-
cia opuesta por ~l partido colegial a la reforma, aunque no logr6 evitarla,
pues los reformadores consiguieron ganar la voluntad del rey, sí que, en
definitiva, lograron que fracasara, ya que con su oposición la llevaron a
que tomara la reforma un aire de revancha clasista por parte de los
reformadores, que ha llevado a'ver la «liberación» de los Colegios Mayores
aparezca mediatizada, de un lado, en función de los intereses regalistas, y,
de otro, por los sentimientos sectarios del bando anticolegial 276 • Es cierto
que al sectarismo de los colegiales algunos de los reformadores opusieron
un sectarismo de signo contrario, pero esto no sirve para descalificar una
reform.a que evidentemente se intentó en interés de la cultura y de la
Universidad, aunque luego se desviara en algunos momentos de su obje-
tivo principal, pero no sólo por culpa de los reformadores, sino de
todos 277. Una anécdota refleja la largéf distancia existente entre Bayer y los
políticos. Cuando en 1788, Llorente, tratando de hacer méritos, publica
una disertación histórica sobre una inscripción romana que dedica al
primer Secretario de Estado Floridablanca (Monumento romano descu-
bierto en Calahorra...), Pérez Bayer se creyó en la obligación de advertide
a Floridablanca los errores que contenía el trabajo, errores que reconocía
luego el propio Llorente~ sin embargo, Floridablanca mostrando su falta
de sensibilidad intelectual, escribiría en la carta de Pérez Bayer «sólo es
gravd para los anticuarios. ¡A mí. no me importa nada!» (AHN: Estado,
324). Desdevises du Dezert concluye su estudio sobre estas reformas,
diciendo que la única solución que tenían estas instituciones eran su
supresión, y ante el fracaso escandaloso de aquéllas fue ésta precisamente a
la solución que se llegó después de pocos años, ya en el reinado de Carlos
IV, como tendremos ocasión de ver más adelante 278 •
Aunque los seis Colegios de Castilla eran los de mayor 'importancia
ante el país, como ya expusimos al comienzó, los otros Colegios existentes
en las otras Universidades ejercían la misma tiránica posición de prevalen-
c~a y las tenían dominadas. Es por ello por lo que también se cons~guió que
fueran reducidos a una posición secundaria y subordinada a la Universi-

27S Sala Balust, concluye su trabajo: «A los dos o tres años de la repoblación de los
Colegios era patente el fracaso de la reforma preparada con tanto ciudado.Los nuevos
colegiales apenas se diferenciaban en nada de los anteriores ... », Visitas y Reformas.... pág.
312.
276 PALACIO ATAD.V.: ob. cit.. págs. 142 a 146.

277 DE LA FUENTE. V.: ob. cit.. t. IV, pág. 4.

278 Desdevises du Dezert, afirma: «Le vrai reméde ent été la supression pure et simple de
tous les colleges, qui ne s'efectua que beaucoup plus tard, 1836». Vid. «Les Colegios Mayores
et leur reforme en 1771», pág. 9-27.

230
dad, según el ideal expuesto en el Plan de la Universidad de Sevilla, de que
los Colegios deberían quedar reducidos «a seminarios de estudios depen-
dientes de la Universidad»279. Pero la reforma, tras producir el efecto
positivo de suprimir el poder de los Colegios, igual que la de los Colegios
Mayores de Castilla, no consiguió que prosperaran las nuevas institucio-
nes puestas en su lugar 280.

"Plan de estudios para la Universidad de Sevilla», pág. 91.


279

Los casos más significativos fueron los de Sevilla y Granada. Vid. AGUILAR,F.: ob. cit..
280
Y MONTELLS, F.: ob. cit.

231
CAPITULO IV
LA REFORMA EXTRAUNIVERSITARIA

Tras el fracaso de la reforma universitaria, hubo por parte de los


círculos más ilustrados del país una corriente de opinión para quien las
Universidades eran viejos establecimientos, que, al haber quedado anti-
cuados, resultaban imposibles de actualizar, como había demostrado de
manera patente ese fracaso. Esta preocupación de los círculos ilustrados
del país por la enseñanza vino a concretarse en un esfuerzo por llevar a
cabo la creación de unos establecimientos de enseñanza nuevos, en donde
nada se opusiera a que se impregnara del nuevo espíritu científico; es lo que
pudiéramos llamar la reforma extrauniversitaria, para la que encontraron
el apoyo del rey y su Gobierno. Incluso este mismo se lanzó directamente a
la creación de algunos de estos establecimientos de índole extrauniversita-
ria, impulsado por ideas centralistas que buscaban hacer de Madrid la gran
capital del Reino, donde pudieran mirarse, también en lo que respecta a la
enseñanza, las demás ciudades de la Monarquía l.

I ALTAMIRA, R.: ~b. cit., t. IV, págs. 326-333. Es interesante señalar el juicio que sobre las

motivaciones de esta reforma extrauniversitaria da un escritor en 1842, cuando se está


luchando denodadamente por instaurar la Universidad liberal en España: «Desde entonces
(se refiere a las reformas de 1770 y siguientes) no pudo ocultarse ya a ningún observador
ilustrado que el poder absoluto del gobierno español no bastaba para hacer efectiva la
reforma de de las Universidades proyectada por Roda, Campomanes y algunas otras perso-
nas de acreditada opinión científica y literaria; que no era posible sacar partido de estos
establecimientos para propagar la enseñanza necesaria a la prosperidad pública y que no
podía dejar de ser un obstáculo para esta enseñanza. Los promovedores de la reforma se
vieron precisados a echar mano de otros medios para lograr su objeto, y se resolvieron a
establecer cautelosamente otra clase de escuelas donde se pudieran adquirir conocimientos
más útiles, facilitando una instrucción capaz de contrarrestar, hacer frente a l,a enseñanza

233
1. Los Reales ,Estudios de San Isidro

Esta unión de los afanes reformadores de los «ilustrados» con los fines
políticos del Gobierno produjeron, como primer fruto, el restablecimiento
del antiguo Colegio Imperial de los Jesuitas, cerrado tras su expulsión. Fue
abierto de nuevo con el nombre de Reales Estudios de San Isidro, y aunque
no se cambió la naturaleza del centro antiguo, con respecto al tipo y grado
d'e enseñanzas que en él se daban, se crearon algunas nuevas cátedras para
dar cabida a las ciencias que imponía la Ilustración, como, por ejemplo,
una de Derecho natural y Política 2. En general, se buscó que el nuevo
espíritu invadiera el renovado centro, y el Gobierno no regateó su apoyo,
siendo su primera preocupación la de buscar los cuantiosos bienes que se
creían en poder de los jesuitas, para lo que se comisionó especialmente a un
ministro del Consejo, que se hizo cargo del establecimiento. Hasta que éste
fue de nuevo abierto en 1770 y sacadas todas sus cátedras a libre oposición
para las que el Gobierno nombró directamente los tribunales, que estuvie-
ron compuestos, parte por catedráticos de Universidad y parte por perso-
nas que habían adquirido cierto prestigio en alguna materia, aunque no se
dedicaran a la enseñanza y que, en general, eran «ilutrados». Esto contri-
buyó a formar un claustro porfesoral bastante distinto del clásico de las
Universidades. En él dominaban los miembros seculares; algunos de ellos
adquirieron gran prestigio y significaron un apoyo importante a la intro-
ducción de la ciencia europea en España 3.
Sobre la importancia que adquirieron estos estudios, baste decir que
pronto superó su alumnado al de la Universidad de Alcalá. Por otra parte,
los nuevos directores del establecimiento iniciaron en seguida la preten-
sión, durante largo tiempo perseguida por los jesuitas, de hacer de los
Estudios una verdadera Universidad, o, por lo menos, que todo curso
ganado en ellos tuviera validez oficial. La tendencia iniciada por el
Gobierno iba en contra de esta meta; por eso nada obtuvieron hasta que la
posición aquella empezó a resquebrajarse en vista de la oposición encon-
trada en los religiosos, entonces empezaron a lograr aRgo en este sentido.
Primero se vieron favorecidos por la norma general, que reconocía validez

monacal». "Reformas de las Universidades», Boletín Oficial de Instrucción Pública. t. IV,


Madrid, 1842, págs. 43 y s., especialmente, pág. 51.
2 Se establecieron cátedras de Latinidad, Poesía? Retórica, Lengua Griega, Lenguas
Orientales, Matemáticas, Filosofía, Derecho natural y Disciplina Eclesiástica.
3 Entre otros, pueden destacarse a Marín, primer catedrático de Derecho natural; Andrés
Navarro, catedrático de Filosofía Moral, que luego sería rector de la Universidad Central
(1822':23) Ydiputado en las Cortes de 1820; Santos Díaz González, traductor de Baldinotti;
Moratín padre; López de Ayala, Vid. SIMÓN DfAZ, J.: ob. cit.. t. II, págs. 25-102.

234
a los cursos de Artes, seguidos en cualquier establecimiento de una ciudad
en que no hubiera Universidad 4. Hasta que, por fin, al filo ya del final del
reinado, en 1787, consiguieron de Floridablanca una Real Orden por la
que, para excitar la mayor concurrencia de discípulos a la enseñanza
establecida en el Estudio Real de Madrid y fomentar los adelantamientos
de la instrucción pública, «ha resuelto el rey que en todas las Universidades
de estos Reynos se admitan los cursos literarios que se ganen en dicho
Estudio» 5. Como sólo contaba con los estudios completos correspondien-
tes a la Facultad de Artes, para el resto de las cátedras en donde se
cursaban parcialmente estudios de Facultades mayores, el director debía
de presentar un cuadro de equivalencias de los cursos seguidos en los
Estudios con los de la Universidad; así se estableció que el Derecho natural
equivalía a un curso de práctica jurídica previo a poder recibirse de
abogado, que era, además, obligatorio para todo aquel que quisiera ser
abogado en la Audiencia de Madrid. Los cursos de la cátedra de Disciplina
Eclesiástica equivalían a dos cursos de la Facultad de Cánones, e igual-
mente los cursos ganados en las cátedras de griego, hebreo y árabe se les
debían admitir en las Universidades y tenerlo en consideración en las
oposiciones a cátedras como mérito 6.
Un intento similar al anterior significó la reapertura del Seminario de
Nobles, también antiguo establecimiento de los jesuitas en la capital y
cerrado a consecuencia de la expulsión. En su nueva etapa se inició bajo la
derección del famoso marino Jorge Juan, y los estudios que se cursaban en
él eran de carácter más científico; sin embargo, a pesar de las esperanzas
puestas en él no se logró, como en los Estudios de San Isidro, el mismo
éxito. De aquí que, más adelante, recibiera una nueva reforma sustacial 7•
Los estudios jurídicos adquirieron también en esta época un gran
relieve en la capital del país como consecuencia de la labor desarrollada en
las Academias docentes que se crearon. Algunas son anteriores a esta
época, como la de Santo Tomás, pero la mayoría pertenecen a este
momento, como la de Derecho español y público, que presidió Florida-
blanca; San Isidro, de Jurisprudencia práctica, y San Isidoro, especial-
mente dedicada al Derecho canónico, y que fue tachada de jansenista.

4 Real Céd~la de 14-11-1775, por la cual se reconocieron los estudios correspondientes a


las Facultades de Artes.
s Real Orden de 20 de julio de 1787 y CirCular a las Universidades de 20-XI-1787. Vid.
SIMÓN DIAz, J.: ob. cit.• págs. 21-23.
6 Ibfdem.
7 Vid. SIMÓN DIAz, J.: ob. cit.• págs. 179-222, y "Constituciones del Real Seminario de
Nobles de 1799», Madrid, 1799.

235
Estas Academias formaron a muchos juristas que directamente iban a
dedicarse al ejercicio de la abogacía, pues no necesitaban acudir a las
Facultades a recibir ningún grado, ya que les bastaba hacer un examen en
el Colegio de Abogados, que es lo que confería la condición de Abogados
de Audiencia 8.

2. El proyecto de una Universidad en Madrid

Pero la expresión más lograda de este esfuerzo extrauniversitario, que


vino a aunar los afanes reformadores de los «ilustrados» con los nuevos
fines del Gobierno, de organizar un gran centro de enseñanza en la capital
del país, fue el intento de crear una Universidad en Madrid, compuesta, en
vez de las Facultades tradicionales, de Facultades científicas. Dice De la
Fuente que la idea la concretó Aranda al realizar el arreglo del Prado de
San Jerónimo; en los terrenos que quedaban a lo largo de su prolongación
se pensó construir los edificios que albergaran aquellos nuevos estableci-
mientos. El primer plan de realización comprendía: el Museo de Historia.
Natural, el Jardín Botánico, el Observatorio Astronómico, el Colegio de
Medicina y Cirugía de San Carlos, las Escuelas de Química, Farmacia y
Agricultura; es decir, toda una gama de centros dedicados al cultivo de las
ciencias útiles 9.
Se empezó a realizar el Jardín Botánico y el Gabinete de Historia
Natural. El primero, gracias a la rápida terminación del edificio, pudo
enstalarse en seguida y empezar a funcionar.

8 La Real Academia de Derecho Español; la Real Academia de Jurisprudencia Práctica;


la Real Academia de Jursprudencia Teórico-Práctica y Derecho Real Prágmatico del Espíritu
Santo y la Real Academia de Sagrados Cánones, Historia, Liturgia y Disciplina Eclesiástica
de San Isidoro, todas ellas funcionaron en los Reales Estudios de San Isidro en esta época.
Vid. SIMÓNDíAZ.J.:ob. cit., págs. 158-159, y DELAFuENTE.V.:ob. cit., páginas l64y l68y
s., y sobre todas ellas existe en el Archivo Histórico Nacional una amplia documentación
original en la sección de Universidades. Pero quizás la más destacada fue la Real Academia de
Santa Bárbara, antecedente directa de la actual Real Academia de Jurisprudencia y Legisla-
ción. Vid. RISCO, A.: La Real Academia de Santa Bárbara de Madrid (1 730-1808). Naissance et
formation d'une élite dans I'Espagne du siec/e XVIII, Institut d'Etudes Hispaniques, 2 vols.,
Toulouse, 1979. Vid., sobre la Academia de Barcelona, MONTSERRAT, M., y CARRERAS, M.:
Historia de la Real Academia de Medicina de Barcelona, y sobre la de Madrid, MARISCAL. N.:
"La Academia y su tiempo» en El siglo médico, 1. XCIV. Sobre la labor desarrollada por ellas
en el conjunto de la Medicina española de su tiempo, vid. LÓPEZ PIÑERO, J. M.: "El saber
médico en la sociedad española del siglo XIX», en Medicina y sociedad en la España del siglo
XIX, págs. 44-46.
9 Este proyecto de crear una Universidad en Madrid había sido perseguido durante largo
tiempo por los jesuitas, precisamente sobre la base del Colegio Imperial, ahora convertido en
los Estudios de San Isidro.Vid. DE LA FUENTE. V.: ob. cit., pág. 175.

236
El segundo, en cambio, al retrasarse la terminación del edificio, nunca
se lograría establecer, y, finalmente, cuando se dio por terminado, recibió
un destino distinto al que se había previsto.
La salida de Aranda para la Embajada de París, en 1779, detuvo la
marcha de este proyecto en el sentido que le había dado el nuevo embaja-
dor, pues Floridablanca, al parecer, volvió a resucitar al antiguo proyecto
de Academia de Ciencias y Artes, que había iniciado el Marqués de Villena
y que fue de nuevo sacado a la luz durante el reinado de Fernando VI por el
marqués de la Ensenada. Según las noticias que da Sempere y Guarinos, se
comisionó a don José Ortega para que viajase por varios países extranjeros
y recogiera todos los conocimientos necesarios para la feliz realización de
la nueva institución, y llegaron a celebrarse varias juntas en Cádiz lO. Su
esquema responde al tradicional de una Academia, con la única diferencia
de que, como se dedicaba al estudio de varias ciencias, agrupaba sus
miembros por la respectiva clase a la que pertenecían. A esas reuniones de
Cádiz acudieron dos por cada una de las ramas o clases en que se dividía:
Matemáticas, Medicina, Cirugía, -Lenguas Orientales y buenas Letras e
Historia y Antigüedades. Pero la idea en esta ocasión tampoco consiguió
ser secada adelante. Y fue ahora, al ser nombrado Floridablanca primer
ministro, cuando volvió a ser resucitada y dada la amistad que exitía entre
él y Bernardo lriarte, se le encargó a éste la realización de un proyecto, para
cuyo fin, según Cotarelo, se mandó construir el Museo del Prado, pero si
hemos de creer a De la Fuente, la idea inicial de construcción del edificio
fue de Aranda, y 10 que pretendía crear en él tenía un carácter distinto 11.
lriarte hizo el trabajo que se le había pedido con rapidez, pues, en agosto de
1780, 10 entregó con un Plan de la Academia, con unas reflexiones sueltas,
unas «Consideraciones que se han tenido presentes para la extensión del
Plan», suscritas el 15-X-1779, y las constituciones de las Academias de
Berlín, San Petersburgo y Lisboa.
Según Cotarelo, las «Consideraciones» valen poco; en ellas proponía
traducir lo más selecto del extranjero y establecer una mesa censoria de
libros, y en las «Reflexiones» pide mayor atención y dinero para los
hombres de ciencia. Después, el Plan divide la Academia en dos secciones:
Ciencias, con 26 miembros, y Letras, con 12. Los miembros de ella se
dividían en tres clases: miembros honorarios, profesores con sueldo y
adjuntos asociados; por lo cual, se puede deducir que la Academia preten-
día añadir a su fin de cultivo de la ciencia el de la enseñanza, como habían

10 SEMPERE. J.: ob. cit.. t. l, págs. 54-55.


11 COTARELO, J.: ¡riarte y su época. págs. 230 y s.

237
hecho las Academias más avanzadas de Europa, aunque sin llegar a una
colaboración ni coordinación con la Universidad. Estos nuevoS matices
que pretendía dar a la nueva Academia, le lleva a atacar las ya existentes,
como la de la Lengua, por haberse dedicado únicamente a la publicación
de cosas antiguas 12.
El plan, que trascendió aJos medios cultos de la capital española, fue
criticado, aunque se reconoció que había en él especies útiles, pero al
parecer esas críticas fueron lo suficientemente fuertes para que Florida-
blanca no se decidiera a llevarlo adelante, lo que motivó que Iriarte lo
tomara a mal y le atacó, diciendo que no lo quería hacer porque tenía
miedo que los sabios le hicieran sombra. De todas formas, el proyecto
debió de estar varios años en el candelero, pues cuando, en 1785, publica
Sempere su Biblioteca, se hace eco de que en ese momento estaba tratando
seriamente de su establecimiento 13. Según Cotarelo, en 1791, Leandro
Fernández Moratín escribió aún a Floridablanca para que le reservara una
plaza en la Academia, pues precisamente al comenzar el reinado de Carlos
. IV, en 1789, el primer ministro intentó realizar el viejo proyecto, perq
entonces Bernardo Iriarte le dijo que ya no era tiempo, lo que se contradice
con la noticia que da más abajo, de que, en 1796, el propio Iriarte le
recordó el proyecto a Godoy; sea de ello lo que fuera, la famosa Academia
quedó en el terreno de los proyectos 14.
La decadencia de las Facultades de Medicina, y especialmente el com-
pleto abandono en que cayeron los estudios de Cirugía en ellas, planteó un
grave problema al Estado, que se encontró con que no había en el país

12 [bid.. ¡:>ág. 232", lriarte atacaba a la Academia de la Lengua por publicar sólo cosas
antiguas.
13 SEMPERE. J.: ob. cit., 1. 1, pág. 55.

14 [bid., Y Floridablanca, en su Representación al Rey, le habla de esta Academia como de


la gran obra con la que se va a rematar todo lo hecho en el reinado por la instrucción pública:
«Como las artes no pueden perfeccionarse sin las ciencias, y especialmente sin las exactas y
naturales, tiene resuelto V. M. formar una Academia que iguale o exceda a las más conocidas
y celebradas, y a este fin a exparcido V. M. por el mundo un crecido número de vasallos de
gran talento e instrucción, que con pensiones y ayudas de costa adquieran todos los conoci-
mientos y experiencias necesarias, vean y observen, y nos traigan lo mejor y más útil que
hallen en cada país para tan importantes objetos.» Muy poco después, el propio Florida-
blanca recortaría gravemente esta política de pensiones en el extranjero como una de las
medidas tomadas frente a la propagación de la ideología revolucionaria. Curiosamente, el
secretario de Estado, que enumera con gran detalle todas las realizaciones del reinado, no
hace la menor referencia a la reforma universitaria de veinte años antes, siendo la que
transcribimos la única alusión prácticamente que hace a la instrucción pública. Vid. «Repre-
sentación hecha al Señor Rey Don Carlos III por su Secretario de Estado y del Despacho
Universal el Excmo. Sr..., en 1O-X-1788», Imprenta Piñuela, Madrid, 1829, 134 págs.,
especialmente las págs. 75-76.

238 ~ "
profesionales que pudieran cubrir las necesidades que en este sentido se
plantean en toda sociedad. Especialmente grave era el problema en el
Ejército y en la Armada, donde la necesidad de cirujanos era vital. Esta
situación fue la que provocó que un cirujano catalán, Virgili, al servicio de
la Armada, y, por esta razón, en contacto con lo progresos que su ciencia
hacía en Europa, planteara la necesidad de contar con un equipo suficiente
de cirujanos para el servicio de la Marina, y propuso fundar en Cádiz un
Colegio de Cirugía, destinado a este exclusivo fin, y, claro está, al margen
de cualquier Universidad. La idea fue bien acogida por Fernando VI, y el
Estado concedió todo su apoyo. Así Virgili pudo llevar a cabo la creación
de su Colegio y la implantación de una enseñanza práctica sobre la base de
un hospital anejo a aquél, de acuerdo con las ideas que desde principio de
siglo se estaban implantando en Europa 15. El prestigio que adquirió este
primer Colegio sirvió para que otro cirujano catalán, Gimbernat, presen-
tara a Carlos III, en los primeros años del reinado, el proyecto de un nuevo
Colegio de Cirugía similar al de Virgili, y radicado en Barcelona, teniendo
como objetivo el proveer de cirujanos al Ejército; iniciativa también
acogida favorablemente, lo que permitió establecer el nuevo Colegio 16.
La reforma de las Facultades universitarias de Medicina no tuvo en
cuenta la inovación que presentaban estos Colegios, pero cuando ésta
fracasó, dado el prestigio que habían adquirido los Colegios de Cirugía, ya
no por iniciativa particular, sino del propio Gobierno, Gimbernat, direc-
tor del Colegio de Barcelona, fue llamado para que estableciera uno en
Madrid, igual que aquéllos, junto al nuevo Hospital General que se había
construído en la capital y se había terminado hacía muy poco, en 1781 17 •

IS La disposición señalaba, como en Cádiz y Barcelona, el destino militar de los gradua-


dos: «He venido en resolver, se establezca en Madrid un Colegio y Escuela de Cirugía,
conforme en todo al que hay establecido en Barcelona, en cuanto a Maestros, estudios,
gobierno interior, honores y exenciones de sus colegiales, para poder ser empleados en el
Exército y la Armada.» Novísima.... Libro VIII, Título XII, Ley I.
16 «En vista de los que mi Consejo me ha expuesto, y habiendo oído a mi Sumiller de
Corps, he resuelto que se dirijan y gobiernen por sí mismas en el Protomedicato, las
Facultades de Medicina, Cirugía y Farmacia: que cada una de ellas y sin dependencia, una de
otra, tengan sus audiencias separadas, hagan los exámenes de su respectiva Facultad, y
administren justicia, conociendo de todas las respectivas causas y negocios a nombre del
Tribunal del Protomedicato, conforme a las leyes del Reyno; derogando como derogo de
ellas, la específica comisión dada sólo a los Protomédicos ysus Tenientes, extendiéndola a los
Protomédicos y Alcaides examinadores, Protocirujanos y Alcaldes examinadores, y al Proto-
farmacéutico y Alcaldes examinadores ••. Ibíd.
17 «Gobernada la Cirugía por sus propios facultativos, reunirá en sí el examen yaproba-
ción de sangradores, y el conocimiento de todas las cosas que hasta aquí hayan concedido el
Tri bunal del Protobarbeyrato quedando éste suprimido en todas sus partes.» Ibíd.. vid., sobre
Gimbernat y el Colegio de Barcelona, CARDONER 1 PLANAS. J.: Creació i historia del Real
Colegio de Cirugía de Barcelona. Barcelona, 1936.

239
El Real Protomedicato era el organismo que controlaba el ejercicio
profesional de la Medicina en el país; lleno de privilegios inútiles, era el
núcleo en donde se hicieron fuertes los reaccionarios a todo tipo de
reformas, y, por consiguiente, iniciaron sus ataques contra estos Colegios.
Gimbernat, que conocía muy bien la fuerza de esta institución, luchó desde
el primer momento contra ella, para lo cual presentó un proyecto al rey por
el que se estabecía que los Colegios de Cirugía y los estudios que en ellos se
cursaran tendrían la misma categoría que las Facultades de Medicina y los
estudios cursados en ellas, destruyendo así de raíz los privilegios del
Protomedicato, que tenían sojuzgados a las diferentes clases de cirujanos
que había. Esto tenía la contrapartida de separar radicalmente los estudios
de Medicina de los de Cirugía, lo cual, científicamente, no era deseable.
Para evitar cualquier interferencia del Protomedicato en la vida de los
Colegios, Gimbernat propuso que dependieran directamente del Consejo
de Castilla, y fue nombrado además presidente del Colegio de Madrid y
primer cirujano de la Corte. Sin embargo, se llevó a cabo una organización
similar a la de los médicos, al crear un Tribunal del Protocirujanato, del
cual era también él presidente. Este Tribunal concedería los títulos de
cirujano en todo el país, excepto para el Principado de Cataluña, el cual
constituía una región aparte con su propio Tribunal, formado por los
profesores del Colegio de Barcelona. El viejo p'rotobarbeyrato, que funcio-
naba anejo al Protomedicato, mientras los cirujanos estuvieron sometidos
a éste, fue suprimido 18.
Esta disposición no sólo revolucionó los estudios de Cirugía en el país,
sino que también dio un gran impulso a los estudios de Farmacia, organi-
zándolos por primera vez, que, en lo que se refería al ejercicio de la
profesión·, se encontraban también sometidos al Protomedicato. La nueva
organización, al crear unos estudios especiales para prepararse para el
ejecicio de esta profesión, independizaba ésta a todos los efectos y, por
t~nto, la separaba del Protomedicato. Se constituía para dirigir los nuevos
estudios a un profarmacéutico, que sería a la vez el primer boticario del
rey, y que presidiría una Junta escargada de todo lo referente a estos
estudios, que, de momento, sólo se creaban en Madrid. Inicialmente,
estarían compuestos por estudios cursados en unas cátedras de Farmacia,

18 "En cuanto a la Farmacia, se seguirán idénticamente las mismas reglas para su manejo
y gobierno. Mi boticario mayor será Protofarmacéutico... En orden a la fundaci6n de
cátedras en el Jardín Botánico de Farmacia, Química y Botánica, me reservo tomar providen-
cia hasta que se concluya la obra del Jardín, porque entonces se procederá con mayor
conocimiento de los medios y fondos que se necesitan para ello.» Ibíd. .

240
Química y Botánica, que empezarían a funcionar una vez que estuviera
terminado el Jardín Botánico 19
La organización definitiva de los nuevos estudios se produjo poco
después con la publicación de las Ordenanzas para el gobierno económico y
escolástico del Colegio de Cirugía establecido en Madrid con el título de San
Carlos. En su introducción, se justificaba la creación del nuevo centro por
la mala situación de la salud pública, consecuencia de la mala enseñanza
que recibían médicos y cirujanos. Siendo los Colegios de Cádiz y Barce-
lona insuficientes, por lo que se hacía necesario crear otro más. Y para
lograr que estuvieran bien atendidos los habitantes del Reino, se mandaba
crear en to1ios los pueblos donde hubiese fondos propios, plazas de ciruja-
nos, que podían ser latinos o romancistas, siendo los primeros de superior
categoría, por tanto, siempre que hubiera de su categoría serían preferidos
a los otros.
A los cirujanos latinos se les equiparó en todo a los graduados en
Medicina en las Facultades universitarias. En octubre de 1787, era inaugu-
rado el primer curso en San Carlos 20.
Los estudios de Farmacia, en cambio, no llegaron a funcionar como
estaba p'revisto, pues el retraso que sufrió la ejecución del edificio del
Jardín Botánico hizo que sólo se estableciera la cátedra de Química, que
empezó a funcionar en un edificio provisional enfrente del Colegio Mayor
del Rey, y de don Casimiro Gómez Ortega, que dio ya, en 1785, un curso
elemental de Botánica 21.

3. Impulso a los estudios científicos de las Sociedades de Amigos del País y


otras instituciones extrauniversitarias

El interés por los estudios científicos que despertó la Ilustración en


ciertas élites del país movió a éstas por propia inciativa a cultivarlas,
fundando sociedades a propósito para ello. A esa élite adelantada pertene-
cía el conde de Peñaflorida, que concibió la idea de fundar una Sociedad
dirigida a «fomentar, perfeccionar y adelantar la Agricultura, la Economía

19 «Observancia de las Ordenanzas para el gobierno económico y escolástico del Colegio


de Cirugía establecido en Madrid con el título d~ San Carlos» en Novísima.... Cédula de
24-11-1787, Libro VIII, Título XII, Leyes 11 y 111. Hay dos historiadores de este Colegio:
USANDIZAGA, M.: Historia del Real Colegio de Cirugía de San Carlos de Madrid, Madrid, 1947,
Y APARICIO, J.: Historia del Real Colegio de Cirugía de San Carlos de Madrid. Madrid, 1956.
20 Vid. ob. cit.. en número anterior.
21 Vid. DE LA FUENTE, V.: ob. cit., págs. 189-193.

241
LA ILUSTRACION y LA REFORMA... -16
Rústica, las Ciencias, Artes y todo cuanto se dirige inmediatamente a la
conservación, alivio y conveniencia de la especie humana», nacida así la
primera Sociedad Económica de Amigos del País, idea que· tendrá feliz
acogida en todas las partes de la nación, que se vería llena de ellas,
llegándose a establecer en los lugares más insospechados.
Para explicarse el nacimientos de esta institución hay que hacer notar la
poderosa influencia de la Ilustración francesa recibida por el núcleo dé
personas de entre las que nació la primera Sociedad. Peñaflorida había
estudiado en el Colegio de los jusuitas de Toulouse y pertenecía a la Real
Academia de Ciencias, Bellas Letras y Artes de Burdeos; Altuna, otro de
los miembros del grupo fundador, mantuvo una interesante corresponden-
cia con Rousseau. Las ideas de la Enciclopedia había hecho que las ciencias
utilitarias adquirieran un superior valor a cualquier otras, y fueron acogi-
das en. nuestro país por estas «tertulias»., que mantenían en ciertos casos,
como en éste, miembros de la aristocracia que, por haber sido enviados a
estudiar fuera de España, se convirtieron en uno de los llazos de unión con
las nuevas ideas y constituyeron uno de los intentos más serios de poner
remedio al retraso intelectual de España. .
La Sociedad Bascongada fue fundada en 1763, y desde el primer
momento procuró la creación de un centro de instrucción para los jóvenes,
pero las dificultades del, proyecto hizo que éste se retrasara hasta 1767,
fecha de la expulsión de los jesuitas, circunstancias que pensaron podía
facilitarles la realización de su proyecto, ya que, como consecuencia de
ella, los numerosos Colegios que poseían en el país vasco quedaron aban-
donados. De esta manera lograron hacerse con uno de ellos, el que poseían
en la villa de Vergara, yen él decidieron establecer su proyectada Escuela,
labor que todav{a les llevó algunos años más de trabajo, pudiendo inaugu-
rar las enseñanzas de 1776, recibiendo a los pocos meses la 'aprobación
definitiva del Estado. Las enseñanzas que se establecieron eran de dos
órdenes, generales y particulares. Las primeras incluían: religión, primeras
letras, gramática, humanidades, metemáticas y física experimental com-
plementadas por la música, el baile y la esgrima. Las enseñanzas particula-
res abarcaban: comercio, arquitectura, agripericia y las ciencias metálicas:
química, mineralogía y metalurgia 22.
El establecimiento llevó una próspera vida hasta 1794, en que, con
motivo de la guerra con la República francesa, Vergara fue ocupada por

22 Vid. DE URQUIJO, J.: Los amigos del País. San Sebastián, 1929, y Menéndez y Pelayo y
los »caballeritos» de Azcoitia. San Sebastián, 1925, y VV. AA.: «La Real Sociedad Bascon-
gada y la Ilustración", en Bol. de la R. S. Vascongada. año XXV, c. 1, San Sebastián, 1969.

242
Moncey y las enseñanzas fueron interrumpidas, y aunquese restablecieron
una vez que fue firmada la paz, suguió ya una vida lánguida hasta su nueva
interrupción, en 1808, con' motivo de la Guerra de la Independencia.
Diversas causas confluyeron en el declive de la institución como la marcha
de los profesores más destacados, la desaparición de los fundadores-que no
tuvieron sucesores de su categoría para siguirla impulsando, y la política
" negativa iniciada por el Gobierno de Carlos IV contra aquellas institucio-
nes culturales, sospechosas de haber colaborado en la extensión de la
ideología revolucionaria por el país; finalmente, no acabó de arraigar la
nueva institución en la sociedad, todavía apegada a los moldes
tradicionales 23.
La idea, sin embargo, de crear Sociedades del mismo tipo de la Bascon-
gada fue muy bien acogida por los gobernantes de Carlos III, abrumados
por la idea de la decadencia, que decidieron impulsar su establecimiento
por toda España. A este efecto, Campomanes dirigió una circular a todas
las autoridades, en 1774, titulada Discurso sobre elfomento de la industria
popular, y otra al año siguiente, titulada Discurso sobre la educación popular
de los artesanos y su fomento. En estas circulares se ordenaba 'fundar estas
Sociedades en todo el país, y se expresaba claramente los objetivos de estos
nuevos establecimientos: «toda la atención se ha puesto hasta ahora en el
estudio de las especulaciones abstractas y, desgraciadamente, más en este
estudio, sobre materias vanas a inútiles que sobre conocimientos sólidos y
útiles. Nuestro tiempo, más ilustrado, ha mejorado las ciencias, los hom-
bres públicos no desdeñan aplicar sus conocimientos con el fin de hacer
más feliz l_a' condición del pueblo, sobre el que pesa todo el poder del

23 Por diversos motivos, sus profesores más importantes, Chavaneau, Proust, Elhuyar,
abandonaron Vergara, iniciándose un declive en la institución, al que colaboró también,
según Silvan, "el que la mayor parte de los estudiantes seguía, sin embargo, aferrada a las
tradiciones culturales españolas, y no había querido aceptar las ideas renovadoras del
ambiente científico, que nunca trataron de imponer a la fuerza los organizadores y directores
del Colegio vergarés», Los jóvenes veían salidas más fáciles en la carrera eclesiástica,
administrativa o militar cuando las ciencias físico-naturales o de aplicación no eran todavía lo
suficientemente estimadas, Vid, SIL VAN, L.: Los estudios científicos en Vergara afines del siglo
XVlIl,
La guerra con la Convención francesa, en 1793, dio definitivamente al traste con la
institución. Humboldt, que la visitó en esta época final, la encontró en plena decadencia, con
sólo 36 seminaristas (había llegado a tener 130). Yen un rarísimo folleto, que recoge, con aire
polémico, lo que se publicó en la Gazeta de Bayona, en 1808, se lee que «los examinados se
presentaban al circo propiamente como unos tímidos novicios, diciendo el alabado», y más
adelante, añadía que el establecimiento "que había podido ser el centro de la instrucción
pública de las tres provincias se ha convertido de poco tiempo a esta parte en un noviciado de
capuchinos». Citado por AROCENA, F., en "Panorama de la Historia de Guipúzcoa») en
Guipúzcoa) San Sebastián, 1968, pág. 107.

243
Estado. Las gentes instruidas tienen en la República la misma misión que
los oficiales del Ejército. Pero ¿de qué serviría'a estos últimos si no se tiene
un ejército disciplinado para utilizar su experiencia y sus talentos milita-
res?» En la primera de las circulares citadas se insistió especialmente en el
impulso que podía dar a la agricultura, y, en la segunda de ellas, a las artes
o industrias, además de otras propuestas, como la de crear en las Universi-
dades una cátedra «para conocer los abusos y estorbos que impidieron la
industria hasta estos últimos tiempos»24. Inmediatamente, algunas ciuda-
des, como Zaragoza, Madrid, Barcelona, Sevilla, Palma, etc., respondie-
ron en seguida al llamamiento de Campomanes. En 1804, la Guía del
extranjero, de Bref, señalaba sesenta y tres Sociedades, algunas de ellas en
pequeñas localidades, como Almuñécar, Osuna, Chinchón, etcétera 25. De
todas formas, a pesar del entusiasmo con que se acogió la idea y se trató de
llevar a la práctica, la labor que llevaron a cabo no fue tan brillante como la
que cabía esperar, y especialmente en lo que se refiere a la instrucción
pública, ninguna fue capaz de crear una institución de la envergadura del
Seminario de Vergara; a lo más que llegaron fue a crear alguna cátedra
aislada. Bien es verdad que en este campo tampoco encontraron facilida.,
des, pues, como siempre, su labor levantó suspicacias en los centros ya
establecidos, que impidieron la realización de algunas de sus iniciativas.
Por ejemplo, la Sociedad de Zaragoza, que en 1778 intentó establecer
cátedras de Economía Política, Derecho Público y de Filosofía Moral, se
encontró con la viva oposición de la Universidad a que se llevara a cabo tal
proyect0 26 . En cambio un catedrático de la Universidad de Huesca fue el
traductor de las Lecciones de Comercio de Genovesi 26 bis.

24 Vid. Discurso.sobre elfomento de la industria popular, ed. de REEDER. Madrid, 1975,


pág. 92. Por otra parte, estas ideas eran comunes a una minoría ilustrada y, según parece,
Campomanes en su Discurso no hizo más que plagiar un escrito de un paisano suyo, Rubín de
Celis. Vid. URZAÍNQUI. l., y DE LA PEÑA, A. R.: Periodismo e Ilustración en M. Rubín de Celis,
Cátedra Feijoo, Oviedo, 1983.
25 Vid. SARRAILH: ob. cit., págs. 223 a 286; NOVOA. E.: Las Sociedades Económicas de
Amigos del País. Madrid, 1955; RODRÍGUEZCASADO, V.: ob. cit.. páginas 250-264; CARANDE.
R.: "El despotismo ilustrado de los Amigos del País», en Siete Estudios de Historia de España.
págs. 143-182.
26 Sempere y Guarinos, que las enjuicia contemporáneamente, dice de ellas: "Yo no diré
que las Sociedades Económicas han producido todo el bien que de ellas pudiera esperarse;
lejos de eso, muchas apenas han dado más pruebas de su existencia que la de haberse
anunciado su fundación en la Gaceta y conservarse su nombre y los de sus directores y
secretarios en la Guía de Forasteros... La poca unión entre sus individuos, los intereses
particulares, la escasez de fondos y la multitud de objetos a que han querido extender sus
miras sin posibilidad de conseguirlas han imposibilitado mucho más su execución.» Añade
que los Tribunales, Ayuntamientos y demás jueces fueron enemigos natos de las Sociedades
porque querían mandar despóticamente en ellas, así como los eclesiásticos, que por la
influencia que poseían, podrían haber hecho más por sacarlas adelante, pero así como

244
Paralelamente a las Sociedades Económicas, las Juntas de Comercio
constituidas en algunas ciudades quisieron contribuir también a la intro-
ducción en el país de las ciencias utilitarias, y algunas de ellas, como la de
Barcelona, llevó a cabo un esfuerzo cultural digno de tenerse en cuenta.
Hay que advertir que Barcelona había perdido su Universidad como
consecuencia de la guerra de Sucesión, por consiguiente, no había entonces
en la ciudad ningún establecimiento docente de cierta relevancia. La Junta'
de Comercio intentó llenar el hueco que había dejado aquélla, creando
varios centros docentes, primero una Escuela de Náutica, que empezó a
funcionar en 1769; estuvo a cargo del excelente matemático, Sinibaldo
Mas, y llegó a contar, en los años finales del siglo, trescientos cincuenta
alumnos.
La siguiente fundación de la Junta fue la creación de una Escuela de
Nobles Artes, para lo cual, primero concedió a varios estudiantes pensio-
nes para que cursaran estudios en París, y, cuando volvieron, empezó a
funcionar la Escuela en 1775 27 .
Esta labor de la Junta fue c"ompletada por nuevas fundaciones de
cátedras de Química, Taquigrafía, Botánica, Mecánica 28. Además de una
importante política de pensiones a estudiantes en el extranjero 29. Toda esta

algunos se mostraban propicios a ellas, otras se mostraron indolentes a toda colaboración.


Vid. ob. cit.. tomo IV, págs. 135 y ss., especialmente págs. 149-750; también dedica diversos
artículos a describir algunas de ellas: la Bascongada y el Colegio de Vergara, tomo V, págs.
153 y s.; la de Madrid, pág. 178; la de Valencia, pág. 226; la de Segovia, 1. VI, pág. 1, etc., y
sobre la de Zaragoza, vid. BORAO, J.: Historia de la Universidad de Zaragoza. págs. 88-89, y
G ARcíA PÉREZ, G.: La economía y los reaccionarios al surgir la España contemporanea.
Edicusa, Madrid, 1974.
26 bis Se trata de Victorian de Villava, Catedrático de Código.

Para todas las obras de Economía que se traducen en estos años, vid. Los trabajos de J.
REEDER, Bibliografía de traducciones al castellano y catalán, durante el siglo XVIII, de obras
de pensamiento económico y Economía e Ilustración en España: traducciones y traductores
en Moneda y Crédito. septiembre 1973 y diciembre 1978.
27 La Junta de Comercio de Barcelona fue fundada el 7-IX-1760, pero de hecho no
empezó a funcionar hasta 1763. La Escuela de Náutica fue inaugurada el I-V-1768, y tenía el
siguiente plan de estudios: Reglas geométricas y cosmográficas; demostración y construcci~n
de instrumentos esenciales; esfera celeste; globo geométricamente demostrado, su manejo,
uso del compás; trigonometría, plana general, el sol y los cuadrantes, cuadrante de reducción;
sector y pantómetra, canon logarítmico de tangentes y secantes naturales. Duraba dos años.
Cuando en 1792 tuvo que adaptarse al Plan general que impuso el Estado para todas las
Escuelas de Náutica, opuso ciertas resistencias, celosa de mantener su autonomía. Vid.
CARRERA, J.: La enseñanza profesional en Barcelona en los siglos XVIII y XIX. Barcelona, 1957;
SOLDEVILA, F.: Barcelona. sense Universitat.... págs. 77 y s.; RUIZ VPABLü: Historia de la Junta
particular de Comercio de Barcelona. Barcelona, 1919.
28 Estas cátedras corresponden a la etapa final de esta época, pues fueron creadas en 1805,
1807 Y 1808.
29 Uno de estos estudiantes pensionados por la Junta para estudiar en París fue Orfila,

245
efervescencia intelectual en Barcelona en estos años, en la que, además de
la Junta de Comercio, colaboraron otras instituciones, especialmente las
Academias, que se fundaron también por esta época, hicieron sentir la
necesidad de poder contar con una Universidad. Llegáronse a iniciar
gestiones hacia 1796 para recuperar la Universidad trasladada a Cervera,
lo que motivó la oposición de los elementos reaccionarios de ésta, quien, a
través de su canciller, Escudero, consiguió del Príncipe de la Paz la
garantía de que no sería trasladada 30.
En resumen, podemos decir que a estas instituciones extrauniversita-
rias correspondió el único esfuerzo que se hizo en el país por introducir el
estudio de las ciencias utilitarias, especialmente físico-matemáticas, como
vino a reconocer oficialmente la Cédeula de 1787, por la cual, «teniendo en
cuenta la necesidad y utilidad de que se propague el estudio de las Matemá-
ticas, cuya enseñanza falta en muchas Universidades, por no haber cáte-
dras de estas ciencias, ni proporción por ahora para dotarlas», se admitió
que tuvieran validez, al efecto de la incorporación de los grados, los cursos
de Matemáticas y Física cursados en algunos de estos establecimientos
docentes, como los Estudios de San Isidro, Seminario de Nobles, de
Madrid, y el Seminario de Vergara 31.

que luego sería médico famoso y se quedaría en la capital francesa. Vid. LOREN, S.: Orfila.
Zaragoza, 1963. Sin embargo, no fue la Junta de Comercio de Barcelona la única que se
preocupó por dar impulso a las enseñanzas científicas, también cabe destacar a la de Málaga,
la cual creó una Escuela de Náutica (1785), una Academia de Dibujo y una Escuela Mercantil,
aunque estas últimas encontraron muchas dificultades para desenvolverse. Vid. BEJARANO,
F.: Historia del Consulado y Junta de Comercio de Málaga. C.S.Le., Madrid, 1947, págs.
293-343.
30· SOLDEVILA, J.: ob. cit.. pág. 103.

31 Novísima. Libro VIII, Título VII, Ley XIV. El Seminario de Nobles de Madrid
introdujo en la enseñanza libros muy novedosos como el de Física de Sigoud de la Foud
(1730-1810): Elemen'tos de Física Técnica y Experimental. Traducidos, añadiendo la descrip-
ción de las máquinas y modo de hacer los experimentos, la Meteorología, el Sistema del
Mundo y las causas fisicas de los fenómenos celestes por don Tadeo López, Ingeniero
Extraordinario de los Reales Exércitos y Profesor de Delineación en el Real Seminario de
Nobles de Madrid, en la Imprenta Real, 1787-1792, 7 volúmenes. El traductor era también
profesor de Matemáticas y Arte Militar del Seminario.
Destaca también la importante obra de José Mariano Vallejo (1779-1846), Tratado
elemental de Matemáticas. Escrito de Orden de S. M. para uso de los Caballeros Seminaristas
de Educación del Reyno.Mallorca, Imprenta de Felipe Guasp (1812-1817), vid. GARMA
PONS, S., « Producción matemática y cambios en el Sistema Productivo en la España de finales
del siglo XVIII», en Homenaje a 1. Caro Baraja. Madrid 1978, p. 431 Y s., sobre todo 445.
Otros profesores de estos Seminarios en cambio se dedicaban a una enseñanza más.
tradicional y acorde con el carácter nobiliario de estos Seminarios, vid. Principios de Historia
y Geografía dados a dos señoritos de est(l dudad. Su autor Mr. C. B. N. Profesor y Maestro de
francés en el Real Seminario de Nobles de ~alencia. Valencia, en la Imprenta de Joseph de

246
4. L.IS Academias

Las Academias son una de las instituciones más características del


siglo XVIII, a pesar de no ser una creación original de aquel tiempo histó-
rico, ya que engarzan con una tradición de hacía más de dos siglos, que no
se había interrumpido, como lo demuestran las diversas Academias surgi-
das a lo largo de los siglos XVI y XVII.
Sin embargo, la institución va evolucionando y el fenómeno de la
academia se liga a la aparición de la «nueva» ciencia ya desde la segunda
mitad del siglo XVII. Desaparecen las academias de orden estrictamente
socio-cultural y genéricamente eruditas, para dar paso a Academias cientí-
ficas sectoriales: médica, sobre todo, botánica, farmacéutica, astronómica,
matemática. Esto provoca un cambio en el tipo de personas que forman
estas Academias, ya que ahora lo que cuenta para pertenecer a ellas es la
profesión de cada uno, su trabajo, su investigación, su saber específico,
desapareciendo de ellas ese público «mundano» característico de las
anteriores.
Esto plantea directamente el problema de la relación de estos grupos
con la Universidad que a falta de estudios más precisos podemos decir que
en España fue nula.
La valoración positiva de la labor realizada por estas Academias viene
dado por el hecho de la progresiva afirmación de esta nueva ciencia
experimental. Es interesante la consideración que hace el economista
Ustariz sobre como debe ser la Academia 31 bis.

Orga, 1801. En el ejemplar que manejo sigue: Cartas y discursos sobre varios para disponer la
juventud a entender la poesía francesa. la impresión es bilingüe, en páginas enfrentadas.
Sempere y Guarinos nos da una imagen positiva en el artículo dedicado a un catedrático
del Seminario. Oánvila, señala que él estuvo presente en el acto público en donde los
seminaristas defendieron las tesis recogidas en el libro del profesor titulado Lecciones de
Economía civil o del comercio. Joaquín Ibarra, Madrid, 1779 y añade «yo tuve el gusto de ver a
los Excmos. señores don Manuel de Roda, Arzobispo actual de Toledo y a otras muchas
personas de la más alta jerarquía, proponer preguntas y responder a ellas los caballeros
seminaristas, de quienes en otro tiempo se hubiera contemplado tan ajena esta institución,
como lo sería ahora el enseñar a un novicio el florete o el manejo del caballo», SEMPERE, ob.
cit.• t. II, págs. 239-240.
31 bis. USTARIZ, J. O E: Theórica y práctica de comercio y marina. Madrid, 1724.
Dice Ustariz que habría que emular a las academias de Italia y Francia donde se
estudiaban diversas ciencias «que influyen mucho a imitar con más prisa lo inventado, y a
inventar, y descubrir otras cosas útiles» y más adelante «en el nombre genérico de academia se
comprenden algunas en que se especula... siendo cierto, que casi todas las academias vienen a
ser hoy una asociación y concurso de sujetos capaces en ciencias, artes, para conferir,
consultar y concordar lo que cada uno puede haber inquirido en ellas», pág. 412.

247
Pero sobre todo lo que caracteriza a estas instituciones es la asunción
con decisión de una función pública, ya sean Academias protegidas, ya
sean Academias proyectadas en el marco de unas instituciones públicas,
como consecuencia de una intervención estatal de desarrollo de los estu-
dios superiores.
Las grandes monarquías europeas «exigen», como dice Quondam 32,'
Academias reales tanto de Bellas Letras como de Ciencias: La Royal
Society (Londres, 1662), la Académie royale des sciences (París, 1666), la
Societas regia Scientiarum (Berlín, 1700), La Academia Scientiarum impe-
rialis petropolitana (1724), entre las más conocidas, por no citar las de
Irlanda, Dinamarca, Suecia, Bélgica, Portugal, etc. Esta intervención
pública daría pie al abandono de la vieja denominación de Academia por
la nueva de Sociedad.
Dentro del marco de la monarquía española ti~ne especial interés la
Academia Palatina de Nápoles, promovida por el virrey duque de Medina-
celi en 1698. En sus reuniones llegaron a participar todos los intelectuales.
de mayor prestigio, especialistas en historia, literatura, derecho, erudición,
etcétera, elegidos en un claro intento político de integrarlos en el aparato
del Estado napolitano, en relación directa con el Rey de Madrid. Es un
caso excepcional, sin duda, el de esta Academia, desgraciadamente de vida
efímera 33.
Movido por esos ejemplos, sobre todo el inglés y el francés, el marqués
de Villena, que había sido también virrey en Nápoles entre otros importan-
tes cargos políticos, trató de organizar una Academia General de Ciencias
y Artes que, finalmente, se concretó en la creación de la Academia Espa-
ñola de la Lengua en 1714, para lo que tuvo que vencer diversas resisten-
cias. Lo que hizo sobresalir a esta Academia de todas las demás fue el que
se impusieran como tarea concreta la realización de su famoso Diccionario,
en el que se intentó introducir las palabras de la «nueva» ciencia 34. Algo
parecido intentaría la Academia de la Historia al ser erigida en 1738, con la
intervención también decisiva de Villena, con la realización de unos Anales

32 AMADEO QUONDAM, en Universitá. Academie e Societa Scientifiche in Italia e in Germa-

nia del Cinquecento al Settecento. Bolonia, 1981, págs. 26,41,68.


33 Vid. DE GIOVANNI, B.: «La vita intellettuale a Napoli fra la mitá del 600 e la restaura-

zione del Regno», en Storia di Napoli. vol. VI, y GALASSO, G.: Napoli spagnola dopo
Masaniello. Napoli, 1972.
34 Vid. bibliografía sobre este punto en: GIL NOVALES, A.: «El concepto de Academia de

Ciencias en el siglo XVIII español», en Bol. C. Est. S. XVIII. Cátedra Feijoo,. núms. 7 y 8,
Oviedo, 1980, págs. 3 y s., y vid. SEMPEREYGUARINOS, J.: Ensayo de una Biblioteca española....
1, Madrid, 1785, págs. 10-11 y 56-57.

248
Históricos y de un Diccionario Histórico Crítico Universal de España,
pero no la acompañó el éxito como a la Española de la Lengua.
El intento de, sobre la base de estas dos Academias más la de Medicina
Matritense, crear una Academia General de Ciencias aparece claro en el
solemne acto de instalación de la Academia de la Historia en 1738 en la
Biblioteca Real, pero este intento no prosperó 35.
El mismo sentido tiene la fundación de la Academia de Bellas Artes de
San Fernando, preparada en los últimos años de Felipe V, pero erigida ya
por Fernando VI.
La idea de una Academia general no se olvida y la vuelve a plantear
Ignacio de Luzán en su Plan de una Academia de Ciencias y Artes en que se
habían de refundir la Española y la de la Historia, con la protección del
ministro Carvajal; la necesidad de esta Academia venía dada por el poco
valor del trabajo de las Academias existentes, a pesar de que Luzán
pertenecía tanto a la de la Lengua ~omo a la de la Historia y se inspiraba en
las Academias que Luzán había visto en Francia e Italia, en donde había
residido varios años 36. Menéndez Pelayo vio influencia de Vico, Muratori
y Wolff, cuestión de gran interés 37.
Otras iniciativas se sucederían, pero sin que llegue a cuajar esa gran
Academia, a pesar de que Floridablanca paréció volver sobre ella a partir
de 1780 y la publicación del célebre artículo sobre España de Masson de

35 Vid. Fastos de la Real Academia de la Historia. Año 1, Oficina de Antonio Sanz, Madrid,

1739.
Sobre el significado que tuvo en estos momentos la búsqueda del apoyo del Monarca, vid.
DE' RODA y BERGANZA, J. A.: Breve noticia del principio y progresos de la Real Academia
Española de la Historia. donde dice: "Crecía el nombre (de la Academia) con los adelanta-
mientos, y ya se murmuraba esta aplicación como vanidad, pronosticaban otros su breve
ruina, y no faltó quien conspirase a ella, pero precaviendo la prudencia de antemano el golpe,
se trató de adquirir un sitio público en que se continuase la idea, y que nos libertase de la
sospecha de particular conventículo o Junta», en Fastos. pág. 16.
Insiste también en esta idea, con respecto a la Real Academia de la Lengua, LÁZARO
CARRETER, FERNANDO: Las ideas lingüísticas en España durante el siglo XVJIl. C.S.LC., Madrid,
1949, y Crónica del Diccionario de Autoridades (/713-1740). Real Academia Española,
Madrid, 1972.
36 OZANAM, D.: "Luzan et son projet d' Académie des Sciences (1750-1751»>, en Mélanges

Bataillon. 1962, págs. 188-208.


Luzán estudió en Nápoles de 1729 a 1733 y en su Poética cita a Vico; Poética. 1, IV,
cap. VII, Madrid, 1737.
37 MENÉNDEZ PELA YO, M.: Historia de las ideas estéticas. III, Madrid, MCMXLVII,

pág. 116.
Sobre la influencia de Vico en España en el siglo XVIII, vid. MATUTE, A: Lorenzo Boturini y
el pensamiento histórico de Vico. México, 1977.

249
Morvilliers motivó iniciativas como la de encargar al capuchino Villal-
pando, célebre por sus Institudonesfilosóficas que redactara un Plan para
una Academia de Ciencias que no presentó hasta 1796, ya a Godoy, que lo
rechazó por disparatado 38.

38 Amplia documentación sobre-todo este asunto en A.H.N.. Estado, legajo 3.022. Tam-
bién en el Archivo Campomanes depositado en la Fundación Universitaria Española, existe
un documento titulado Idea de una Academia de Estudios para la perfección de las ciencias y las
Artes en España. En la que se propone Crear una Academia en la corte a imitación de la de los
Lincei de Roma, la de Ciencias Naturales de París o la Compañía Real de Greesham de
Londres. .

250
CAPITULO V
LA POLITICA UNIVERSITARIA DEL REINADO DE CARLOS IV

1. La situación de las Universidades al comenzar el reinado de Carlos IV y


su transformación en focos revolucionarios

A la muerte de Carlos III, en 1788, Europa se encontraba ya en


circunstancias críticas. Al año siguiente estallaría la Revolución francesa,
y, como dice De la Fuente, «no era el nuevo Monarca hombre a propósito
para dominar las circunstancias, ni era tan apocado como Carlos II ni tan
devoto como Felipe 111; pero inepto como los dos; ni aun para rey constitu-
cional valía, yeso que lo fue sin Constitución, en lo que toca a las
Universidades, por las que nada hizo, pues las desfavoreció no poco, ni
supo sostener lo que Carlos 111 había creado l.
Comenzaba, pues, con no muy buenas perspectivas una nueva etapa
para las Universidades. Sin embargo, en ellas, fruto del nuevo espíritu que
las había invadido en el anterior reinado, alentaba aún el espíritu de
reforma y seguían esperando que les llegaran los medios necesarios para
realizarlas, yen este esfuerzo por tratar de sacarlas adelante, incluso por su
'cuenta, elaboran nuevos Planes de estudio, preocupados por poner al día
aquellos primeros, hechos ya hacía casi veinte años, y en los que trataban
también de adecuarlos a unos presupuestos más realistas. En algunas
ocasiones llegan a desesperar de que la reforma llegue, sobre todo durante
los diez primeros años del reinado de Carlos IV, en que se las perjudicó

I DE LA FUENTE, V.: ob. cit., 1. IV, pág. 203.

251
tanto; reflejo de este estado de espíritu es la representación que, en 1799,
envía la Universidad de Sevilla al Consejo: «levanta, dice, el atado o legajo
de papeles más de una vara de alto, pero con la circunstancia de que en el
día son ya inútiles todos: los puntos que se hallaban pendientes ya están sin
resolución, no la necesitan, porque la variedad de los tiempos ha trastor-
nado todas las circunstancias y no hay quien tenga interés en promoverlas,
ni quien solicite su curso y despacho» 2.
El Gobierno tomó durante estos primeros años del reinado una actitud
de franca hostilidad a las Universidades y a los Colegios Mayores. La
historiografia del reinado de Carlos IV, que ha intentado revalorizar la
personalidad política de Godoy, ha querido resaltar, dentro de la labor
positiva que llevó a cabo, según ellos, su política de apoyo a la enseñanza,
impulsando todo tipo de establecimientos docentes 3. Un historiador
reciente de aquel reinado lo resume, diciendo que se siguió la política «de
reforma en la enseñanza, en la economí'a yen la administración religiosa,
pero se mantuvo firme respecto a la constitución política del país; el poder
real debía mantenerse en toda su plenitud, sin discusiones revoluciona-
rias»4. Pero esta visión resulta equivocada si se admite sin puntualizar.
Hubo una política en favor de diversas instituciones científicas que fueron
fundadas en estos años, como el Real Instituto Pestalozziano, antecedente
de las Escuelas Normales; la primera Escuela de Veterinaria, creada en
Madrid, en 1793; el Colegio de Medicina y Cirugía, de Madrid; la Escuela
de Ingenieros de Caminos, Puentes y Calzadas, etc. 5 •

2 Citado por AGUILAR, F.: ob. cit.. pág. 410.


3 Vid. MADOL, H.: Godoy. primer dictador de nuestro tiempo. Madrid, 1943 y 1968; SECO
SERRANO, c.: Godoy el hombre y el político. introducción a las Memorias. ed. B.A.E., Madrid,
1965. Anteriormente, PÉREZ DE GUZMÁN, J.: «El Protectorado del Príncipe de la Paz a las
ciencias y a las letras», en «La España Moderna y las Artes, las Letras y las fundaciones
científicas bajo el Príncipe de la Paz», en La Ilustración Española y Americana. 1907, Gil Y
Zárate dice de él: «para el historiador de la instrucción pública en España no podrá menos de
considerársele como uno de los hombres que más han hecho en este país para derramar él
conocimientos útiles». Todos ellos, sin embargo, silencian sus medidas desamortizadoras
contra Universidades y Colegios Mayores, ni la Orden de 1804 sobre la enseñanza de las
primeras letras por las que se concedió a los maestros de estas escuelas, libertad de residencia,
lo que produjo la concentración de éstos en los núcleos urbanos más populosos a costa de los
menos habitados, que fue un grave golpe para la enseñanza. Vid. ZABALA, P.: España bajo los
Borbones. pág. 295; CORONA, c.: Revolución y reacción en el reinado de Carlos IV. Madrid,
1957. Vid. también el reciente trabajo de DOWLING, J.: «Manuel Godoy and the Spanish
"ilustrados"», en Transactions of the Fifth International congress on the Enlightenment. The
Voltaire Foundation-Taylor Institution, Oxford, 1981, 190-193.
4 CORONA, c.: ibíd.. págs. 290 y s., y ALTAMIRA, R.: ob. citoo págs. 327-328.

's Vid. BLANCO, R.: Pestalozzi. su vida y su obra. Pestalozzi en España. Madrid, 1909. Sin
embargo, el Instituto lo cerró el propio Godoy al año y medio. R UMEU DE A RMAS, R.: Ciencia
y tecnología en la Españp ilustrada. La Escuela de Caminos y Canales. Madrid, 1980.
Real Cédula de II-ill-1792 por la que se restaura la Real y Pontificia Universidad

252
Mas 'como puede verse, todas estas creaciones estuvieron al margen de
las Universidades, y peor fue que todavía Godoy actuó cla'ramente contra
ellas, perjudicándolas decisivamente; de aquí ese sentimiento de frustra-
ción que existió en estos años y al que nos hemos referido más arriba.
Esta política, que podemos definir como antiuniversitaria, puede tener
sus raíces en que éstas se convirtieron en uno de los más poderosos focos de
agitación revolucionaria en el país. Para algún autor, ya comienzan a
finales del reinado de Carlos III, y se detecta en todos los campos de la vida
intelectual, incluyendo la actividad puramente literaria. -Es lo que Quin-
tana advirtió, diciendo que la vida española se fue amortiguando y que las
causas de ello no eran otras que las influencias cada vez mayores de las
ideas revolucionarias que en el país vecino estaban preparando el
comienzo de la gran Revolución 6.
Ante este peligro, la política que se había seguido durante casi todo el
reinado de Carlos III cambió de signo: a aquella actitud complaciente que
abrió sus puertas a las nuevás ideas de renovación y libertad, «inciertas y
confusas, pero activas y agitadoras», produjo, en diversos núcleos intelec-
tuales, pensamientos generosos, mezclados con errores e ilusiones, y que
produjeron diversas tendencias de indisciplina, no sólo contra el sistema de
Gobierno, sino contra los principios más tradicionales del alma española,
como la fe 7. Y fueron en los círculos literarios y universitarios donde
Literaria de la Orden de San Agustín, en la Laguna de Tenerife, gracias al canario Porlier
entonces secretario de Gracia y Justicia, vid. Guimerá Peraza, Don Antonio Porlier, marqués
de Bajamar (1722-1813), Anuario de Estudios Atlánticos, Madrid-Las Palmas, núm. 27,
1981, págs. 163 y ss. '. _ .
6 DE CUETO, L. A.: Historia crítica de la poesía castellana en el siglo XVIII, ed. B.A.E.,
voLI, Introducción, págs. CC-CCXIII.
7 FERRER BENIMELI, J.: El conde de Aranda y el frente aragonés en la guerra contra la
Convención, y A NÉS, GONZALO: Economía e /lustración en la España del siglo XVIII. especial-
mente el capítulo «La Revolución francesa y España», págs. 139-198, en donde cita las
pr'incipales medidas que contra la enseñanza provocó la Revolución del país vecino: los
pensionados para estudiar en Francia acabaron en 1789, a partir de este momento se enviaron
a otros países, y elIde marzo de 1790, Floridablanca comunicó a Campomanes que «el Rey
ha determinado que ninguno de sus vasallos salga a educarse a países extranjeros sin noticia o
permiso de S. M.». De 16 de marzo de aquel mismo año son dos decretos suspendiendo dos
Academias de enseñanza de la lengua francesa en Madrid, y hasta 1805 no se volvieron a
conceder permisos para establecer este tipo de Academias. Vid. también HERR, R.: ob. cit..
cap. VIII, «El pánico de Floridablanca», págs. 197 y s.
La política desconcertante que lleva a cabo el Gobierno en estos años lleva a que
precisamente entonces aparezca una nueva Universidad, la de La Laguna. Los agustinos de
esta ciudad habían conseguido, en 170 1, un Breve del Papa, para establecer el típico
Convento-Universidad. Tras unos años de dura lucha por hacerlo realidad, pues los domini-
cos querían lo mismo para su convento de Las Palmas, lograron los primeros establecerla,
pero en seguida fue desautorizada por Fernando VI y no llegó de hecho a funcionar. Durante
el reinado de Carlos III volvieron a plantear el asunto, a raíz de la expulsión de los jesuitas,
tratando de conseguir sus bienes para la nueva fundación. Por fin, tan larga tramitación

253
produjo mayor conmoción la invasión de las ideas de la Ilustración euro-
pea. En los cenáculos literarios yen las Universidades fue donde corrieron
los libros extranjeros, donde se bebían las nuevas doctrinas, de lo que son
una muestra patente los Planes de estudio de los años 1770 y siguientes.
La reacción de los gobernantes españoles se produjo definitivamente
ante el estallido de la Revolución francesa. Floridablanca estableció el
llamado cordón sanitario, y el Consejo de Castilla se reunió en los últimos
meses de 1791, para tratar repetidamente del tema de la introducción en el
país de la propaganda revolucionaria venida de Francia. Primero, fue una
disposición genérica, por la que se prohibía la introducción y curso en
España de cualquier papel sedicioso y contrario a la fidelidad y a la
tranquilidad pública y al bien y fidelidad de mis vasallos, obligándose a
que el que encontrase cualquier papel de estas características lo entregara
al Justicia más próximo, delatando aquél a quien se le hubiera hecho
llegar.
Pero a los dos meses, el Consejo volvió a dictar una nueva Cédula sobre
la misma cuestión, pero ahora tomando ocasión de un libro determinado,
se pasa a una prohibición de tipo general. La disposición expone que, «no
contentos los partidarios de la independencia de todas las Potestades con
imprimir papeles incendiarios, hechos expresamente para el fin, siembran
también sus ideas y máximas, aun en aquellas obras cuyos objetos no
tienen conexión alguna con la Religión, la Moral y la Política, cuales son
las de Observaciones Físicas, Historia Natural y Artes; con cuyo pretexto
declaman a favor de sus máximas y de una filosofía anticristiana; y se ha
observado que así lo ejecutan en los dos tomos del Diario de Física de París,
correspondientes al año de 1790. «...prohíbo la introducción y curso en
estos mis reinos de los dos citados tomos y de los que en adelante se
publiquen de ella y de cualquier otra en francés, sin licencia expresa mía a
informe de la Junta que destinaré para ello» 8.
Por consiguiente, se establecía la prohibición de la entrada en el país de

terminaba por ,Real Decreto de 11-111-1792, firmado por Carlos IV, en el que se concedía
autorización para establecer la Universidad en La Laguna, en el antiguo colegio de los
jesuitas. A pesar de lo cual tampoco en esta ocasión se llegaría de hecho a establecer. Vid.
RODRÍGUEZ M OURE: Historia de las Universidades canarias, Tenerife, 1933; ESCOBEDO, J.: Las
Universidades canarias. Madrid, 1928, y SAUGNIEUX, J.: Un prelat eclairé: Don Antonio Tavira
y Almazán (1737-1807), Toulouse, 1970, págs. 145-148.
8 Orden de 5-1-1790 y Cédula del Consejo de 1O-IX-1791. Vid. Novísima Rocopilación.
Libro VIII, Título XVIII, Ley XIII.
Vuelve a repetir las anteriores prohibiciones otra Cédula de 1792, que es la Ley XIII. Y
resolución y Orden de 15-X-1792. Ibíd., Ley XIV.

254
toda obra en francés y el establecimiento de una Junta especial encargada
de la vigilancia de estos autores.
Sin embargo, la proliferación de esta literatura había llegado a ser
extensísima, y su detención entrañaba graves problemas. Entre los testi-
. monios que podrían citarse es especialmente significativa la carta que el
padre Estala escribe a Forner, en 1795, porque, entre otras cosas, demues-
tra la inutilidad de tantas prohibiciones: «En las tabernas y én los altos
estrados, junto a «Mariblanca» y en el café, no se oye más que batallas,
revolución, convención, representación nacional, libertad, igualdad... » 9.
Las prohibiciones de libros se van sucediendo a lo largo de la década de
1790 a 1800, y, al final de ella, por una nueva prohibición decretada este
último año, podemos deducir los 'pocos frutos que había producido esta
política, y que eran las Universidades, uno de los lugares donde se habían
extendido las nuevas ideas. Por ella se mandaba a los justicias que recogie-
ran a los libreros los libros prohibidos que tuvieran en sus tiendas y que no
permitieran en ellas conversaciones contrarias a nuestra constitución polí-
tica, ya que hasta en los actos literarios de las Universidades y Colegios se
habían llegado a exponer las nuevas doctrinas, por eso se encargaba
especialmente a las personas que «fueran cabezas de las Universidades,
Colegios, Estudios, Academias y, en una palabra, de toda asociación
literaria, para que no disimulen a sus alumnos el uso de libros prohibidos o
contrarios a las leyes ni permitan imprimir ni defender conclusiones públi-
cas ni privadas, disertaciones o discursos contrarios a aquellos principios
establecidos» lO. Pero sobre todo son más especialmente significativas las
prohibiciones de libros que habían sido señalados como de texto en los
planes universitarios del reinado anterior. Fueron denunciados a la Inqui-
sición los libros de Fleury, Dupin, Tamburini, Opstraet, herejesjansenis-
tas cuyos textos se hallaban ampliamente introducidos en las Facultades
de Teología; más significativo es aún el proceso iniciado contra las Institu-

9 DE CUETO. L. A.: Bosquejo histórico-crítico de la poesía castellana en el siglo XVIII.


B.A.E., t. 61, Madrid, 1869.
El general de los carmelitas recomendaba, en un Plan de estudios para la Orden, publi-
cado en 1781, la lectura de Platón, Aristóteles, Cicerón, Séneca y Plutarco, la de Vives, y
Bacón de Verulamio, la de Gassendi, Cartesio, Newto!1, Leibniz, Wolfio, Canzio, Condillac,
Locke, el Genuense, etc., aunque advertía «con las precauciones que se deben observar en el
estudio de algunos de ellos ... Vid. SEMPERE, J.: Biblioteca.... t. V, pág. 245. Carta-Circular de
los carmelitas descalzos de la Congregación de España. De la misma tendencia es, por eso 10
incluye Sempere a continuación a el Plan de estudios de la Provincia del N.P.S., Francisco de
Granada, publicado en 1782. Loe. cit.. pág. 247, Menéndez y Pelayo critica a ambos por ello
en Heterodoxos, 1. 11 pág. 528.
10 Real Orden de enero de 1798, en la que se nombra también a los censores regios,
recordándoles sus obligaciones. Ibíd.. Ley XVI.

255
ciones filosóficas, del padre VIIÚl1pando, pues, como se recordará" ésta era
l,a obra premiada con el concurso convocado en 1778, para elegir la obra
más conveniente para la enseñanza, que pudiera servir de texto en las aulas
de las Facultades de Artes 11.
Así, la actuación de ambas potestades: la civil, que creó un organismo
para cuidar de estos asuntos, en vista de la insuficiencia de los existentes,
llamado Juzgado Especial de Imprenta, y la eclesiástica, a través de la
Inquisición, trataban de atajar el mal. Pero a pesar de que pueden dar
cierta impresión de colaboración, la influencia de las ideas regalistas
habían llevado a los gobernantes españoles a iniciar una política de sumi-
sión del Tribunal eclesiástico a la potestad civil, que llevaba, en su último
término, a su supresión. Godoy y Jovellanos parece que tuvieron proyec-
tos muy avanzados en tal sentido, e incluso los mismos inquisidores,
influenciados por las ideas antirromanistas y anticuriales que corrían por
esa época, colaboraban en dicha política. El obispo Abad y Lasierra,
nombrado gran inquisidor en 1792, trató de modificar el procedimiento
inquisitorial, sujetándolo a las reglas comunes del Derecho, lo cual le costó
su exoneración. Aparte de su intervención en defensa de las cátedras de
Derecho natural que estudiamos en otro lugar. Pero el caso es sintomático
y para algún historiador este cambio de ideas en los mismos eclesiásticos
fue la causa que más influyó en la decadencia de la Inquisición. Así, un
viajero francés en Mallorca cuenta con admiración cómo, al recogérsele a
una persona por el Tribunal una Lógica, de Condillac, se le devolvió a tal
persona el libro a la primera reclamación que se hizo 12, Yen los últimos
años del reinado, bajo la presidencia del arzobispo de Zaragoza, José de
Arce y Reinoso"acusado de francmasón y luego afrancesado, la debilidad
del Tribunal se agravó aún más, y sus medidas fueron cada vez más
inocuas 12 bis. También hubo supresiones de periódicos, como El Censor, de

11 DE CUETO. L. A.: ob. cit., págs. 201 y 202.


12 Esta obra de Condillac fue traducida y editada en España tres años después de su
aparición en Francia: La Lógica o los primeros elementos del arte de pensar, traducida por don
Bernardo María de la Calzada, Joachim Ibarra, 1784.
12bis Vid. SARRAILH, J.: ob. cit., págs. 294-319. También, Antonio Alcalá Galiano, en sus
Recuerdos de un anciano, cuenta así la situación de la Inquisición por entonces: « E'1 medio de
esto subsistía por entonces en España la Inquisición, pero tan mansa, que apenas era temida.
El Inquisidor general, Arce, era hombre instruido, de conducta suave, y más que otra cosa,
cortesano. Así es que la malicia popular, mirándole como privado del gran privado, achacá-
bale estar casado; claro desatino pero indicio de que no veían en él las gentes un sucesor de
Torquemada o de Valdés.» y en una nota, añade: "En 1808, viniendo yo de Cádiz a Madrid,
traía unos libros. Entre ellos estaba la Historia de Carlos V, de Robertson, en el original inglés,
llegado mi corto equipaje a la aduana, se pusieron a examinar los libros dos inquisidores,
blando de condición el uno, severo el otro. Al tropezar con Robertson, no entendiendo inglés,
me preguntaron qué obra era. Yo, escamado del gesto de uno, dije el argumento de la obra,'

256
carácter intelectual y político, que había empezado a aparecer en 1785, y en
donde se h~bían criticado los defectos de la legislación española y la
enseñanza del Derecho, los abusos introducidos con pretexto de la religión
y otros errores políticos 13. Pero era muy difícil poner a estas altur~s coto
eficaz a la ideología revolucionaria. Espíritus como los de Marchena,
Guzmán, Santibáñez, estaban ya formados, y la Revolución despierta en
ellos un sentimiento de admiración, y, ansiosos de novedades, así como
algunos mantendrán su patrimonio, otros no tendrán especiales escrúpu-
los en olvidar esos sentimientos. Por eso, Godoy, refiriéndose a la declara-
ción de guerra a la Repúblic~ Francesa, en 1793, nos dirá que, junto con el
entusiasmo que despertó en la mayoría de la nación, influida por la actitud
decidida de la Iglesia, existía un partido, «corto en número y recatado,
pero no sin influencia, que vio con pena la coalición contra Francia».
Este partido, que Godoy parece conocer a fondo, y 'de cuyas activida-
des y posibles conspiraciones debía estar al corriente, estaba formado,
según él, por jóvenes abogados, ,profesores de ciencias, pretendientes y
estudiantes, todos ellos personas formadas en las aulas universitarias, con
los cuales simpatizaban, además, otras zonas de la clase media, «sin
faltarles el apoyo de personas notables entre las clases elevadas, que, por
vanidad, o por estudio, abrazaron de buen ánimo las nuevas ideas» 14.

pero callé el autor, protestando que iba a estudiar el inglés, pero que no sabía. Oído esto, un
inquisidor me dijo que me lo llevase, pero el otro, casi furioso, exclamó que siendo de
Robertson era obra prohibida. En la duda, ofrecí yo entragarellibro, y así lo hice. En seguida
conté lo ocurrido a mi tío, don Vicente Alcalá Galiano, muy estrecho amigo del doctor Arce,
inquisidor general y patriarca. A poco me fue devuelta la Historia de Robertson, aunque yo
era un joven de diecisiete años y no tenía licencia para leer libros prohibidos. Fui a dar las
gracias en persona al señor Arce, el cual, tuteándome y con rostro y gesto cariñoso: "Hola
muchacho -me dijo-, ¿conque lees esos libros? ¡Pues cuidado!" Poco importaba el aviso,
porque el hecho le quitaba el carácter de amenaza», pág. 72. Arce tuvo además intervención
directa en asuntos de enseñanza y así fue nombrado visitador del Real Seminario de Nobles en
1798, adoptando una actitud abierta y tolerante, vid. SIMÓN DíAZ, J.: Historia del Colegio
Imperial de Madrid, t. 11, Madrid, 1959, pág. 191. En el mismo sentido, los testimonios de
Abad y Lasierra, citados por Llorente, en las Cortes de Cádiz, durante el debate sobre la
: supresión del Tribunal, vid. Antología de'las Cortes, ed. Taurus, págs. 1074 y 1221.
13 Vid. SEMPERE, que califica la tendencia del periódico de "miras arduas y arriesgadas».
Ensayo. t. IV, pág. 191, Y las págs. 221 y s. de este libro.
14 Memorias. ed. B.A.E., t. 1, Madrid, 1965, págs. 184 y 332. Algunos historiadores
españoles, como MENÉNDEZ y PELAYO, en sus Estudios de crítica literaria, t. IV, pág. 117;
AUNaS. EDUARDO. en Itinerario de la España contemporánea (1808-1939), Barcelona, 1940,
págs. 6 y 8, Y algún otro, han mantenido la opinión de que las palabras de Godoy eran
exageradas y motivadas por un deseo de justificar su propia actuación, pero ello se contradice
con la realidad y las opiniones de otros historiadores, como AGUADO BLEYE: ob. cit.. tomo 111,
págs. 362; CORONA BARATECH: Las ideas políticas.... pág. 24; ALTAMIRA: ob. cit.. t. IV, págs.
150 y s.; cfr. FERRER BENIMELI, J. A.: "El Conde de Aranda y el frente aragonés en la guerra
contra la Convención (1793-1795»>. en Universidad, año XLI, núms 1 y 2, Zaragoza, 1964,
pág. 94; JURETSCHKE. J.: Vida. obra y pensamiento de Alberto Lista. Madrid, 1952, pág. 32.

257
LA lLUSTRAC10N y LA REFORMA... -17
Estos núcleos se localizan en diversos lugares de la geografia española,
siendo de los más importantes el que se forma en la Universidad de
Salamanca, como consecuencia de llegar a las cátedras en estos años un
grupo de personajes de avanzada ideología y talento intelectual notable,
FIue acabaron teniendo una gran influencia en momentos trascendentales
del país. Eran éstos: Muñoz Torrero, rector precisamente en el bienio
1787-89 y futuro presidente de las' Cortes de Cádiz, Ramón de Salas,
Miguel Martel, Diego G. Alonso, Toribio Núñez, todos ellos futuros
diputados en las primeras Cortes liberales e introductores de diversas
corrientes intelectuales de Europa, como el utilitarismo 15. El más osado de
ellos en la expresión de las nuevas ideas, Ramón de Salas, tras varias
denuncias a la Inquisición, acabará siendo procesado por ésta, según las
cuales, él y los demás catedráticos de la Facultad de Filosofía habían
perdido a la Universidad. Rusoniano, amigo de Marchena y de Urquijo,
fue condenado en 1796 a una leve pena de destierro por cuatro años 16.
Otros núcleos destacados podemos citar en la Universidad de Sevilla, en
cuyas aulas se forman estos años personajes como Lista, Blanco White,
López Cepeio, Reinoso, Arjona, junto a otros, pudiéndose haber consta-
tado las simpatías que despertó la Revolución en estos medios intelectuales
sevi.1lanos 17. A la misma altura se colocaron algunos de los centros docen-
tes, establecidos durante el reinado de Carlos III. El más famoso de todos,
el Seminario de Vergara, que contó en estos años con profesores como
. Valentín de Foronda, Santibáñez, Narganes, Eguía y Corral, todos los

15 ESPERABÉ A RTEAGA, M.: Historia pragmática e interna de la Universidad de Salamanca.


t. 11, págs. 23-24, y BENEYTO, J.: La Escuela iluminista salmantina. Salamanca, 1945.
16. Salas mantenía una importante reunión en su casa y, aparte de las delaciones sufridas
en Salamanca, tuvo otra en Zaragoza, a consecuencia de expresiones que escandalizaron a los
vecinos de Belchite, su pueblo natal, en donde pasaba los veranos, pero no tuvo consecuen-
cias. Los catedráticos que le denunciaron, en 1795, fueron: Pérez, Muñoz, García de Santa
María, Herrero y Sánchez, y fue probablemente a causa de los Diálogos de ABC. u Oración
apologética y exhortación al pueblo español dirigada a moverle para que vindique sus derechos
contra el abuso de la potestad real. publicados en el curso 1793-1794, y atribuidos a él. Vid. DE
LA PINTA LLORENTE, M.: «Sentido de la cultura española en el siglo XVIll e intelectuales de la
época". en R.E.P. número 68, 1953, págs. 79 y s., especialmente págs. 104 y s., que no se refiere
para nada a su trayectoria posterior comó diputado liberal, en 1810 y 1820, Y autor,
posteriormente, de unas Lecciones de Derecho Constitucional. Sobre sus esfuerzos en pro de la
economía, vid. MATEO DEL PERAL, D.: «Sobre Ramón de Salas y la incorporación de la
Economía civil a la enseñanza universitaria", en Investigaciones Económicas. 6, Madrid, 1978,
págs. 179 y s. El trabajo de RODRÍGUEZDoMÍNGUEZ, S.: Renacimiento universitario salmantino
afinales del siglo XVII/, Ideología liberal de Ramón de Salas. Salamanca, 1979, como su título ya
indica es poco sensato, pues de ninguna manera se puede hablar de renacimiento en esta
época; más ecuánime es PESET, J. L. Y M.: Carlos IVy la Universidad de Salamanca, Madrid,
1983.
17 AGUILAR PIÑAL: ob. cit.• pág. 415, Y JURETSCHKE: ob. cit.. pág. 32.

258
cuales fueron «afrancesados», por lo que tuvieron que emigrar a Francia,
donde escribieron varias obras, en las que vertieron su ideología, varias de
ellas relacionadas con la reforma de la enseñanza del pais 18. Y los Reales
Estudios de San Isidro, dirigidos desde 1793 a 1806 por E. de Lugo, uno de
los jansenistas españoles más destacados 19.
Según el testimonio posterior de Blanco White, las Universidades de
Valencia, Granada y el Seminario de San Fulgencio, de Murcia, acogieron
también núcleos importantes de agitación revolucionaria, aunque destaca
por encima de ellos, como más importante, el de Salamanca. Nos dice
textualmente que «en todas las Universidades se formaban partidos de
jóvenes que se instruían a su costa y peligro y muy a disgusto de sus
,maestros. Entre ellos, había ya hombres llenos de buen gusto y de ciencia, y
que, aunque en la cátedra seguían la rutina a que los obligaba el estado de
opresión general, fomentaban cuanto podían los estudios privados de sus
discípulos 20.
Esta agitación revolucionaria, que llegó a tomar una clara posición
política en contra del Gobierno del favorito real, según Herr, alcanzó su
punto álgido en los dos años de lucha contra la República Francesa,
comenzando a descender a raíz de la firma de la Paz de Basil~a, que puso a
fin a dicha guerra, pero no aduce ningún testimonio en apoyo de tal
afirmación 21. El Gobierno francés colaboró directamente en la introduc-

18 ALTAMIRA, R.: ob. cit.. t. IV, pág. 149. Vicente María Santibáñez, autor de unas
radicales Reflexiones imparciales de un español a su nación. publicadas en Francia, en 1793.
Valentín de Foronda, prolífico autor sobre los más diversos temas, estuvo en Vergara en estos
años de 1792 y siguientes, tradujo las Instituciones políticas. de Bielefeld, en 1781, Yla Lógica.
de al Condillac, puesta en verso, en Madrid, en 1794; ambas de manera muy libre,con
alteraciones personales y notas y unas famosas «Cartas de policía», que empezó a publicar en
1793, cuyas fuentes principales fueron Delia Mare, Bielefeld y la Enciclopedia. Vid. BAENA
DEL ALCÁZAR, M.: Los estudios sobre Administración en la España del siglo XVJJl. LE.P.,
Madrid 1968, págs. 84 y s. Manuel José Narganes, futuro afrancesado, formará parte de la
Junta de Instrucción Pública del rey José: escribirá Tres cartas sobre los vicios de la instrucción
pública en España y proyecto para su reforma. en donde ataca a la enseñanza tradicional por
haber estado en manos de los religiosos, criticando de manera especial a los jesuitas.
19 Sobre este personaje, vid. DEMERSON, G.:« Un canarien eclairé: D. Estanislao de Lugo»
en M. Sarrailh. t. 1, pág. 324.
20 BLANCO y CRESPO. JOSÉ MARÍA (White): El Español. t. II~ pág. 461, 1811, citado por
HERR. R.: ob. cit.• pág. 271.
21 Vid. HERR, R.: ob. cit.• pág. 313, que dice: «Estos mismos años (1793 y siguientes) se
distinguieron por el desarrollo de una posición ilustrada en la mayoría de las ciudades y
Universidades, dirigida especialmente contra Godoy. Una vez que la paz con Francia hubo
calmado la atmósfera, la oposición perdió virulencia, pero Carlos IV, María Luisa y su
favorito nunca recuperaron el prestigio de que había gozado Carlos III y sus principales
secretarios.» Circunstancia que atribuye más que al desprestigio personal de estos personajes,
la ideología revolucionaria que había prendido 10 suficiente ya en los españoles para que éstos

259
clOn de las nuevas ideas, y para eso crearon dos comités, llamados de
instrucción pública, que se organizaron en Perpiñán y Bayona, p~lfa dirigir
dicha propaganda. Yen 1795, se interceptó una correspondencia de Fran-
cia por la que se supo existían en España juntas repubTIicanas que tenían
planes democráticos, dirigidos a instaurar la República en el país. De una
de estas Juntas nació la conspiración conocida con el nombre de San Bla.s,
sobre cuyos principales dirigentes ya resaltó Menéndez y Pelayo su perte-
nencia al profesorado oficial o libre; fueron éstos: Picornell, al parecer, la
cabeza de la conspiración, maestro de escuela y autor de varios libros
¡pedagógicos; Lax, profesor de Humanidades; Sebastián Andrés, opositor
a cátedras de Matemáticas en los Estudios de San Isidro; Cortés, ayudante
en el Colegio de Pajes; Pons Izquierdo, maestro de francés y traductor de
un libro sobre «los derechos del hombre y el ciudadano»; Garasa, abogado
y escritor, y Villalva, epistemólogo notable 22 •

2. La supresión de las cátedras de Derecho natural y de gentes


No es de extrañar, por consiguiente, que las Universidades se vieran
afectadas por la política antirrevolucionaria que empezó a desarrollar el
Gobierno, siendo una de estas primeras manifestaciones la supresión en las
Facultades de Leyes de las cátedras de Derecho natural, público y de
gentes, creadas veinte años antes,.como ya hemos visto. El que en estas
cátedras se hubiera extendido .el estudio, junto a Grocio, Puffendorf, de
otros escritores menos relacionados con tal estudio, como Montesquieu,
Rousseau, etc., las convirtió a los ojos del Gobierno en uno de los focos
más poderosos de difusión de la ideología revolucionaria. Su supresión fue
decret3:da en pl~na guerra con la República Francesa, 1794, y afectó a las
Universidades de Valencia, Oñate, Granada, Estudios de San Isidro. En
Sevilla, a pesar de que el Plan de estudios la creaba, no se había logrado
~stablecer y en Santiago, aunque una cátedra se titulaba de Derecho
público, no se dedicaba a este estudi0 24 •

empezaran a resistirse a un programa de reforma impuesto desde arriba, de acuerdo con los
principios del despotismo ilustrado.
22 IRIS M. ZABALA: «Picornell y la Revolución de San Bias, 1795.. en Historia Ibérica.
Nueva York-Anaya, 1973; FERRER BENIMELI, J. A.: ob. cit.. páginas 75 y 76 Y nota 131;
ALTAMIRA, R.: ob. cit.. 1. IV, pág. 152; MENÉNDEZYPELAYO, M.,en «El Abate Marchena.. ,en
Estudios y discursos decrftica histórica y literaria. 1. IV, Madrid, 1942, págs. 107 y s.; HERR, R.:
ob. cit.. páginas 268-270.
De Picornell, quizás el personaje más interesante de todos, hay un plan de instrución
pública, en A.H.N., Consejos. 3.245, por el que se deduce que entonces todavía su autor
estaba lejos de ser un revolucionario.
23 «Teniendo por justas las razones que me han hecho presentes algunos ministros de mi

260
Dichas cátedras, a propuesta de los propios claustros de las Facultades,
se dedicaron a otras enseñanzas. Sin embargo, según algunos testimonios,
parece que continuó privadamente el estudio de tal ciencia con más interés
que antes 23.
Dada la importancia que llegaron a tener estas cátedras a pesar de su
corta vida, conviene estudiar con detalle el proceso de su supresión que
significativamente va unido a nombres como los de Cañuelo, Abbad y
Lasierra, etc.
En estos últimos años ha despertado un interés especial la figura de
Cañuelo y su periódico El Censor, hasta ahora ambos habían pasado
prácticamente desapercibidos y citados como mero dato erudito 25.
El interés despertado por esta figura y su obra claramente precursora
del liberalismo nos ha permitido ir conociéndoles un poco mejor. Pero
todavía nos faltan por conocer muchos detalles de su vida y su obra. En
estas páginas se pone de manifie~to un episodio del final de su vida que nos
ilustra acerca del personaje y de la situación ideológica de España a finales
del reinado de Carlos III y comienzos del de Carlos IV.
Como ha puesto de manifiesto Gil Novales 26, la vida de Cañuelo fue
dificil, y más dificil se le hizo después de la supresión definitiva de El
Censor; esto explica que en este período final de su vida buscara desespera-
damente algún acomodo del que por lo menos pudiera vivir.

mayor confianza, y otras personas de acreditada probidad, prudencia y doctrina; he resuelto


suprimir en todas las Universidades, y en todos los Seminarios y Estudios las cátedras que
modernamente se han establecido del Derecho público, y del natural y de gentes, y la
enseñanza de ellos donde, sin haber cátedras, se hayan enseñado en la de otras asignaturas.»
La disposición debía entrar en el curso inmediato, 1794-1795, y, según se desprende de los
te~tos legales, los establecimientos que habían estado enseñando estas asignaturas eran los
Reales Estudios de San Isidro y Real Seminario de Nobles, de Madrid, que tenían cátedra de
Derecho natural y de gentes; la Universidad de Valencia, que tenía dos cátedras, una de
Derecho público y otra de natural y de gentes, y la de Granada, que tenía Derecho público
solamente. Para la Universidad de Valencia, se dio una disposición especial, señalándola que
aquellas dos cátedras se dedicarían a la enseñanza de la Filosofía moral, agregándose a la
Facultad de Filosofía y explicándose por la obra del padre Francisco Jacquier. Dicha
disposición fue dada por aquel curso el25 de octubre de 1794. Novísima. .. , Libro VIII, Título
IV, Leyes V y VI, números 4, 5 y 6. Para la cátedra que había en los Estudios de San Isidro
se designó también la misma enseñanza, pero de texto se fijó el de Baldinoti, que acababan
de traducir los catedráticos de aquel establecimiento don Santos Díez González y don
Manuel Valvuena. Baldinoti, profesor en Padua, era antiescolástico, influido por Locke y
CondHlac; trató de armonizar las teorías sensualistas con las verdades religiosas.
24 Testimonio de J. A. Llorente, citado por HERR, R.: oh. cit., págs. 310-311.

25 EL Censor (178 J- J 787), Antología, Prólogo de 1. F. Montesinos, ed. E. García


Pandavenes, Labor, Barcelona, 1972.
26 GIL NOVALES: «Para los amigos de Cañuelo» en Cuadernos Hispanoamericanos (enero
1969), págs. 197 a 208.

261
Por eso, en 1792, al quedar vacante la cátedra de Derecho Natural y de
Gentes del Seminario de Nobles de Madrid, pretende, en una instancia
dirigida al conde de Aranda, primer Secretario de Estado, que se le nombre
para ella 27. Esto nos pone en relación a Cañuelo con estas polémicas
cátedras creadas en varias Universidades y otros centros de enseñanza a
raíz de las reformas de Carlos III en el comienzo de la década de los años
setenta 28.
No es de extrañar, por consiguiente, el interés de Cañuelo por esta
enseñanza, que venía ya de antes de 1792, cuando en vísperas de la
supresión de las cátedras, solicitó una de ellas. Pues en 1783 con motivo de
.quedar vacante la de los estudios. de San Isidro se convocaron unas
oposiciones y a ellas se presentó Cañuelo; por supuesto no la obtuvo. El
primer catedrático de la asignatura fue don Joaquín Marín 29, que en 1782,
tras diez años de desempeño de la cátedra, fue nombrado Alcalde del
Crimen de Valencia, por lo que tuvo que abandonarla, y fue sacada de

27 Esta instancia la publicamos íntegra a continuación y se halla en A.H.N., Estado,


Legajo 5.443.
Exmo. Señor.
Señor:
Quando habiendo vacado poco tiempo hace la Cathedra de Derecho natural y de Gentes
en los Rs. Estudios de San Ysidro tenia no infundadas esperanzas de obtener la supstitución
y despues, volviendo a hacer oposición a ella, la Cathedra misma; acabo de saber que sin
sacarla aconcurso se ha proveido en don Manuel Condado Cathedratico actual de Derecho
natural y de Gentes en el Seminario de Nobles de esta Villa. El nombramiento para esta
Cathedra vacante y que nunca se ha dado por opisición, pertenece a V.E.: y el estado, Señor,
en que me hallo no me permite dexar de molestar aV. E. suplicandole quan encarecidamente
puedo se digne V. E. nombrarme para servir esta Cathedra del Seminario. Quanto a a mi
merito para el desempeño de eIJa no puedo dar a V. E. otras pruebas que los muchos
Discursos del Censor que tengo dados a luz en esta materia asegurando a V. E. que su
Estudio ha lIebado siempre todas mis inclinaciones que a él he referido siempre todos mis
demas estudios hasta el de las mathematicas que en vista de una Disertación que
pretendiendo la misma Cathedra presente al difunto Señor Roda y que para hoy en poder de
don Antonio Tabira la hubiera obtenido sin duda según me lo aseguraba este sino hubiere
muerto a poco aquel Ministro y finalmente que habiendo vacado despues la de San Ysidro
hice oposicion a ella con aceptación y aplauso.
En esta inteligencia vuelvo Señor a Suplicar a V. E. que por un efecto de su benebolencia
y humanidad se digne volver los ojos hacia este miserable desvalido que no tiene en la tierra
en medio de tan crudas persecuciones como ha sufrido y cuyos efectos sufren aun, de quien
experar socorro, sino solo de V. E.
Nuestro Señor guarde la importante vida de V. E. muchos años. Madrid, 30 de
septiembre de l 792.-Excmo. Señor.-B.L.M. a V. E.-Su más humilde y obsequiso
Servidor.-Luis M.a García del Cañuelo.-Excmo. Señor Conde de Aranda.
28 Estas cátedras, además de en los Estudios de San Isidro, se crearon en las
Universidades de Sevilla, Granada, Valencia, Santiago y Oñate, Valladolid, normalmente
unida a la de filosofía moral, vid. esta misma obra, págs. 109 Y s.
29 Vid. sobre Marin el artículo que le dedicó SEMPERE en su Biblioteca, tomo IV, págs.
191 y s.

262
nuevo a oposición a la que concurrió Cañuela, cuyos ejercicios debieron
celebrarse en enero del año siguiente, pues el informe del Tribunal lleva
fecha de 2 de febrero de 1783. El Tribunal no podía serIe favorable: de los
miembros de éste, cuya ideología nos es conocida, Lardizábal y Pérez
Villamil, eran acérrimos defensores de la Monarquía absoluta, como
tuvieron ocasión de demostrarlo años después, aparte de que la oposición
era reñida por el elevado número de opositores. El Tribunal dividió a los
numerosos opositores, un total de 14, en tres grupos para formalizar su
propuesta y naturalmente fue nombrado el primero que encabezaba el
primer grupo, un tal Ferrer y Bardaxí, que era además el que se había
encargado de la explicación de la asignatura desde que se había marchado
Marín 30. Cañuela fue incluido en el segundo grupo. Marín explicó la
asignatura por la obra de Heineccio, cuyos libros de Derecho Romano se
venían ya utilizando en nuestras Universidades. Este autor fue denun-
ciado, como veremos, por el Inquisidor General que incluso propuso la

30 Vid. A.H.N., Consejos, legajo 5.443, núm. 2. El edicto de la convocatoria de la

oposición señalaba «que la obligación del Maestro que la obtuviere es enseñar el Derecho
natural, y de Gentes, demostrando, ante todo, la unión necesaria de la Religión, de la Moral,
y de la Política» y se hacía saber a los que concurriesen en la oposición «que han de
exercitarse: Primeramente escribiendo en latín alguna Disertación, Oración o Poesía (según
la condición de la Enseñanza) sobre el asunto que les sortearan, y esto en el término de
veinte y cuatro horas, trabajando dentro de la biblioteca, con sólo el auxilio de un
Escribiente y de los libros que pidiere: después ha de explicar el artificio, dar los
fundamentos de su obra, y responder a las dificultades que los Examinadores le propusieren
sobre ella. Finalmente, ha de tener otro exercicio público, en que recitará lo que antes
hubiere escrito, y defenderá dos conclusiones de aquello que por suerte eligiere, respondiendo
a dos argumentos propuestos por dos de sus coopositores».
El Tribunal lo componían: Manuel de Lardizábal (Fiscal del Crimen de la Chancillería
de Granada); Isidro Romero Valdés, Jacinto Virto y Juan Pérez Villamil (Abogados los tres
de los reales Consejos).
El orden que establecieron, tras los ejercicios de la oposición, fue el siguiente:

1.0 Ferrer y Bardaxí 2. A. Navarro


0

M. 1. Condado B. Garasa
García Sendin 1. García Navarro
Batifora y Luis M.a Cañuelo y
Fita D. Piloria

Con los otros opositores formaron un tercer grupo. De acuerdo con las disposiciones
vigentes con esta lista entregada por el tribunal, el director de los Estudios de San Isidro, que
era Villafañe en este caso, elaborada la terna definitiva que elevaba al Rey para que éste
nombrara al que quisiera. Villafañe elaboró la terna con los tres primeros nombres del
primer grupo: Ferrer y Bardaxí, Condado y García Sendin, pero añadió que «los diez
primeros han manifestado su aplicación, talento y buenos deseos de instruirse a fondo en
esta grave disciplina que comienza ahora a cultivarse en España». Sin embargo, como era
lógico, el nombramiento definitivo recayó en el primer nombre de la lista del Tribunal y, por
tanto, de la terna, tal como la hizo Villafañe, es decir, en Ferrer y Bardaxí.

263
supresión de la cátedra, pero ésta se salvó cambiando el libro de texto y se
utilizó el Almici. Otro opositor del grupo primero, según la clasificación
hecha por el Tribunal, llamado Manuel Joaquín del Condado, fa,moso por
unas oposiciones que había realizado en Salamanca, obtuvo la cátedra de
la misma asignatura del Seminario de Nobles.
En 1792 dejó Ferrer la cátedra vacante y entonces en vez de ser sacada a
oposición fue nombrado directamente para ella Condado. Esto motivó la
petición de Cañuela, pues declaraba que al enterarse de la vacante había
concebido esperanzas de desempeñar la sustitución y luego obtener la
cátedra por oposición, cuando se enteró del nombramiento de Condado.
Entonces, Cañuela suplicaba al conde de Aranda que le admitiera para la
cátedra dejada vacante por Condado en el Seminario de Nobles, ya que
este nombramiento pertenecía a él y esa cátedra nunca se había sacado a
oposición.
Aducía como méritos para ello el que el Derecho Natural y de Gentes
había constituido siempre su ocupación preferida, como lo demostraban
los numerosos artículos que sobre la materia había publicado en El Censor,
por lo que a su estudio había referido todos los demás trabajos que había
realizados hasta los que versaban sobre matemáticas 31.

31 Vid. GUINARD, P. J.: «Un passage de I'Emile transporté dans El Censor», en Revue de

literature Comparée, XXXI, 1.962, pág. 548. «El conde de Floridablanca acaba de dirigir a
don Fernando de Velasco, jefe de policía de prensa e imprenta, un decreto muy sabio, con,
ocasión de su suspensión del núm. 79 de una obra periódica titulada El Censor. Dice el
edicto que esta obra, y otras de esta especie, extienden el vicio y los malos hábitos por las
armas de la sátira y el ridículo, muy útiles para corregir las costumbres públicas y
particulares; además el Rey no quiere que se abuse más, para atacar y ofender nominalmente
a individuos, comunidades y, sobre todo, a la religión. S. M. prohibiendo a los autores abusar
de la libertad de criticar los vicios por libelos, no quiere que ellos que ven la pintura de sus
defectos en estos papeles, lleguen por medios indiscretos y disimulados a esconder la verdad
que la voz del reproche eleva contra ellos, con el pretexto de que se ha querido designar a
sus personas y trazar sus retratos. Para evitar estos inconvenientes, el decreto señala que si
los autores depués de haber sido citados y oídos, fueran convenientemente convictos de
haber escrito los liberlos, serán condenados a una retractación pública, a una reparación en
perjuicio e intereses, y a otras penas. Si la contrario las acusaciones fueren mal fundadas,
aquellos que las hubieran presentado sufrirán las mismas penas.» Uno de los artículos más
relacionados con el Derecho natural es el XXXIX en que se parafrasea un pasaje del Emilio
de Rousseau. Sin embargo, los problemas con la censura los tuvo por los ataques de la
Iglesia, como el contenido en el LXXIX que motivó una disposición del gobierno que nos
es descrita así por un contemporáneo:
«El escandalo de esta suspensión tuvo eco europeo: Un periódico que se imprimía en
esta ciudad, que tenía por título El Censor, ha disgustado a la Administración, que se ha
cansado de prohibirlo. Este periódico apenas conocido por algunos en España, no merece
serlo; hoy se encuentra por todas partes copias del artículo que ha ocasionado la supresión.
En el núm. 79, el autor supone que han sido robadas cartas, papeles, títulos de gran
importancia y para hacerse perdonar sus investigaciones, él toma este epígrafe de Fedro:

264
Recuerda que, además, había presentado una Disertación preten-
diendo esta misma cátedra, que entregó al ministro Roda y que, según le
había dicho don Antonio Tavira, la hubiese obtenido si no hubiese muerto
Roda antes de que finalmente se hubiera resuelto el asunto.
Finalmente, alegaba que había celebrado oposiciones a la cátedra de la
asignatura en los Estudios de San Isidro, como ya hemos visto, realizán-
dola «con aceptación y aplauso».
La petición a Aranda terminaba con una referencia dramática a su
situación, rogándole «volver los ojos hacia este miserable desvalido que no
tiene en la tierra en medio de tan cruda persecución como ha sufrido y
cuyos efectos sufre aún, de quien esperar socorro sino sólo de V.E.».
Pero la petición no surtió efecto, fue nombrado otro, al parecer gracias
a influencias eclesiásticas.
Aranda, además, al cabo de un mes sería sustituido por Godoy, y las
esperanzas de obtener una cátedra se esfumarían definitivamente para

"recuérdese que nosotros jugamos con cuentos fabulosos". He aquí un extracto de"las cosas
perdidas que el doctor Solano reclama: 1.° el Acta de donación hecha por la naturaleza del
Océano, Mar Mediterráneo, Mar Caspio, etc., a la nación inglesa. 2.° Igual acto de donación
hecho por la naturaleza, del Mar Báltico a Dinamarca. Misma pretensión sobre el dominio
del Mar Adriático por la República veneciana. Item, el acta de donación hecha por
Constantino a la Iglesia de Roma, de esta ciudad y su territorio. Aunque un testigo ha
depuesto que desde hace poco esta acta se encuentra en la Luna con otras cosas perdidas,
pero en calidad de poeta, él merece poca fe teniendo en cuenta que no puede probar que
haya precedido al descubrimiento de los hermanos Montgolfier para hacer viajes por los
aires. Item La.Bula de fundación de los carmelitas, con su fecha del Monte Carmelo, el año
del mundo 3400, 770 años antes de San Pedro. Item, información sumaria de la exhumación
hecha por los diablos, del cadáver del alcalde Ronquillo, y de los documentos justificativos
sobre los castigos inflingidos por la justicia divina a ciertos Reyes y Ministros que han osado
tratar a los eclesiásticos como vasallos miembros del Estado, bajo el pretexto de que ellos
estabban en el derecho de derogar en ciertos casos la inmunidad de sus bienes y personas,
como si estos privilegiso emanaran de potencias temporales y no enteramente de derecho
divino. Item el privilegio que algún Soberano Pontífice ha otorgado, sin duda, a los
canónigos de todas las iglesias ricas, de no contar ellos mismos ante Dios, y de contratar
para ello a mercenarios.
Se ve por esta muestra del Censor, que hacía falta, para echarle al olvido, la censura de
que ha sido objeto.» Vid. Le Courier de L'Europe, vol. 19, número 11, martes, 7 de febrero
de 1786, pág. 82.
SEMPERE, en su Biblioteca, en el 1. IV en el artículo titulado, «Papeles periódicos», se
ocupa de El Censor, a pesar de que ya se había ocupado de Cañuelo (vid. 1. 11,131) Y
precisamente trata de la supresión del periódico tras este famoso núm. 79, transcribiendo la
Real Orden dirigida al Juez de Imprentas y Librerías, comunicándole la supresión de El
Censor, que a pesar de todo no fue definitiva y se reanudó poco después hasta alcanzar 161
números en 1787, año que ya desapareció definitivamente. El escándalo que provocó este
discurso 79 motivó una polémica sobre él y la publicación de algunos papeles dirigidos a
contradecirle, vid. loe. cit., págs. 191 Y s.

265
Cañuelo, aunque el nuevo primer ministro le devolvió una pensión que
había cobrado antes y que se le había quitado.
De todas formas, la suerte de las cátedras de Derecho Natural y de
Gentes estaba echada y dos años después se suprimieron.
Las doctrinas que en ellas se enseñaban fueron objeto de una fuerte
denuncia en estos últimos años por parte del Inquisidor General Rubín de
Ceballos, que la concretó, según se deduce del expediente a la Gátedra de
los Estudios de San Isidro, en un ataque a la obra de Heineccio 32 que se
utilizaba como texto desde su fundación, púes fue editada y adaptada por
Marín el primer catedrático de la asignatura. El Director de los Estudios
salvó la situación sustituyendo el texto de Heineccio por el de Almici 33, que

32 Heineccio es el nombre latinizado de un célebre romanista alemán (vid. nota 95 del

cap. I1I), discípulo de Thomsius, pero que supone un cambio en la dirección iusnaturalista
de su maestro. Heineccio iniciará una tendencia historicista que le llevará a emplear como
sistema el recoger datos históricos para exponer cada una de las cuestiones jurídicas que se
plantea, todavía sin distinguir sobre su importancia y sin espíritu sistemático, jurisprudencia
anticuaria-elegante se ha denominado a esta tendencia. Sus Antiquitatum Romanorum
Syntagma, que aparecieron en Alemania por primera vez en 1719, llegaron a editarse diez
veces en un siglo entero, y en España, introducido en los años sesenta del siglo, también pasó
de la docena de ediciones, a lo largo también de más de un siglo. Se explica que cuando se
crearon las cátedras de Derecho natural y de gentes, se acudiera también a una obra de este
autor, los Elementa iuris naturae et gentium castigationibus ex Catholicorum doctrina et juris
historia aucta, ab Joachino Marin et Mendoza, Madrid, 1776, 2.8 ed., 1789.
33 Vid. la denuncia que publicamos íntegra a continuación y que se encuentra en el

legajo, ya citado en las notas 27 y 30 de este trabajo, del A.H.N., Consejos, en la carpeta que
contiene el expediente de supresión de las cátedras de Derecho natural.
La obra de loannes Baptista Almicus se titulaba lnstitutiones iuris naturae et gentium
secundum catholica principia. Madrid, 1789. Y el denunciante escribía textualmente:
«Excelentísimo señor:
En los Rs. Estudios de S. Isidro de esta Corte hay una Catedra de Derecho Natural que
se enseñaba estos años pasados por el Author Heinecio. Como de esa enseñanza se
originaron en los Jobenes gravissimos daños perniciosos a la Religion, y al estado, el Sr
Inquisitor General difunto suplicó al Rey Nro. S r se dignase suprimirla. Pero no tubo todo
su efecto esta solicitud; por qe el S r Inquisidor actual, que entonces era Director de esos
Estudios, suponiendo qe se evitarían esos daños substituiendo al Heinecio otro actor mas
moderado, consiguio de su Magestad, qe no se suprimiese esa Catedra, y se enseñase el dcho
natural por el Author Juan Bautista Almici. No puedo manifestar a V.E. sin sumo dolor la
grande equivocacion, que padeció en esto el S r Inquisidor actual; por qe cotejado el Almici
con atención, no es substancialmente otra cosas, que una copia del Heinecio, y mucho mas
perniciosa para los Jobenes: pues al Heinecio como conocido Protestante se le pusieron
algunas correcciones, que se han omitido en el Almici, reputado sin saber quien es, como
Author Catolico. Para prueba de esta verdad, vea V. E. una pequeña muestra de las
doctrinas, que contiene ese Libro, y algunas brebes reflexiones que hago sobre ellas.
Habla Almici en las págs. 269 y 70 de la Institución de Reynos, y Republicas, que pone
por fundamto el pacto social; ¿pero cómo? con tanta capción, y habilidad, que qualquiera
puede creerse libre, para partarse de la sociedad, y de la sugeción, que debe a su Monarcha.

266
levantaba menos sospechas que el protestante alemán, pues era católico,
aunque la adaptación de Marín de la obra de Heineccio había consistido
precisamente en expurgarle de sus ideas protestantes y ponerle de acuerdo
con la doctrina católica.

Estas son sus palabras. De aquí se sigue, que las Ciudades y Republicas se forman por medio
de un pacto. Y como este pacto es absoluto, y libre, se sigue claramente, que aquel, que no
consiente en el, vive fuera de la sociedad. Por que aquellas cosas, que dependen de la
combención de los hombres, se han de medir en su modo de existir por las leies de la
combención. Esta doctrina de Almici, Ex. sr, es la que contenían ciertas conclusiones, o
O

theses, que querian defender los discipulos de esa Cathedra, y mando expurgar como
perniciosas al Sto Oficio en los años pasados de 90 a 91. Y a la verdad; quanto veneno puede
beber un Joven con doctrina tan capciosa, y quanta libertad para despreciar la authoridad de
su Soberano? Un Joven que aprende en el Ocho Natural, que la authoridad reside
principalmente en el Pueblo: que el Rey no es mas, que un depositario de esa Autoridad; que
el Pueblo puede recobrarla, quede poco satisfecho de la conducta del Rey, Juzga que no
cumple las condiciones que le fue conferida, ¿será extraño que con tales ideas desprecie lo
más sagrado de el trono, quiera hacerse superior a su Monarcha como la Asamblea de
Francia? Pues esto es la doctrina venenosa, que capciosamente contiene el Almici, y se quiso
defender publicamente en dichas thesis reprobadas.
En la pág. 291 tratando el Author Almici de la diversidad y ventaja de los Gobiernos,
encarece con excesivos elogios el Gobierno inglés, porque une la Aristrocracia y la
Democracia con el Gobierno Monarchino. Dice assi: El Floridissino Reyno de Inglaterra,
puede ser ejemplo de semexante Imperio; en el qual, salvando las prerrogativas de el Rey a
causa de la guerra y de la Paz; ni se establecen leyes nuevas; ni se determinan nuevas obras,
o tributos, sino en las Juntas del Reyno, que se llaman Parlamentos. Este es el ejemplo, qe
de la admirable Republica de los Ingleses, qe compuesta en un modo inefable, ha sabido
asociar la Monarchia con el Rey, la Aristocracia con los Parlamentos, y la Democracia con
el Pueblo. Con tan buena y hermosa mezcla esta constituida. Un Joben, Señor, qe aprende
esta doctrina, y ve pintada en ella con tan excesivo elogio la Constitución Inglesa, ¿que
estimación hará de la Constitución de nuestr Reyno establecida con distinto Gobierno? ¿No
es regular qe imbuido en estos principios, que cree de el Drcho. Natural, si llega algun dia
a tener oportunidad, disgustado de nuestra Constitucion, pretenda trastonarla por aspirar, a
aquella?
En la pág. 323 habla Almici de los tributos que se deben al Rey y dice, por quanto los
tributos competen al Rey, solamente quando los pide la utilidad, y Bien de la República:
se sigue de aquí, que el Principe no tiene derecho a ellos, quando se trata de su privada
comodidad, provecho orecreo. Con esta doctrina, ex.O Sr., ya se conoce el Juicio, que
formada mi Joben incauto de la obligación de pagar los tributos, quando aprehende en el
dcho. Natural, que solo se deben los precisos, y necesarios para la utilidad comun, sin
atender a la particular comodidad de el Soberano: y tambien se conoce la libertad, que se
tomara para arreglar los gastos de el Rey, moderar su Familia, y calcular su manutención;
como tengo entendido se ha verificado ya en ciertas thesis, o conclusiones de S. Isidro, que
en dicho año pasado de 90 o 91 prohibió el Sto. Oficio, y recogió con prudente secreto.
En la pág. 325 trata de los bienes que se destinan para el mantenimiento de la dignidad,
persona y familia de los Principes Reyes, y dice: Por quanto estos bienes solo estan
establecidos para mantener la Dignidad, Persona y Familia de los Principes; se sigue de
aquí, qe el Principe no puede enagenarlos, porque no tiene domisio sobre ellos. Sin embbargo
si el Pueblo consiente en su enagenación sera valida. Un Joben que aprehende en el derecho
natural que los Principes no pueden enajenar sin el consentimiento de el Pueblo los bienes
propios de su Dignidad, porque no son dueños de el; no sera extraño que censure, y lleve a
mallas donaciones, que hacen los Reyes para premiar la fidelidad y servicios de sus vasallos.

267
En las págs. 350 y 51, despues de haber explicado este Author ~as caussas'justas de la
pena las que hemos dicho: se sigue de esto claramente, que son guerra injustas las, que se
emprehenden, o por odio de religion o por Politica, o por causa de las costumbres
desordenadas de algun Pueblo. Y de este numero son y sino todas; a lo menos las mas
principales de las cruzadas, que combatieron los mahometanos; y tambien aqs expediciones
de el siglo 16 que emprehendieron contra los americanos sin otra causa quei una detestable
Avaricia. Un Joben instruido con estas doctrinas de Almici, ¿que Juicio hara de la presente
guerra contra los Franceses, quando se le enseñ,a; que por derecho natural son injustas las
que se emprehenden para corregir los enorrtles desaciertos de algun Pueblo? ¿Como
defender a ese Joben el derecho de soberania que tienen nuestros Monarchas sobre los indios
quando reputa su conquista por una detestable avaricia? ¿Como habrá guerra justa para este
Joben; quando llega a insultar como abominables las de las Cruzadas en que tanto
acreditaron su Piedad exclarecidisimos Principes y otras Personas insignes en santidad y de
la mas alta Gerarquía?
Son muchas más Excmo. Sr: las doctrinas {'erniciosas, que contiene el Author Almici y las
relfexiones que se pueden hacer sobre las que dejo referidas. Pero me parece, que esta
pequeña muestra es bastante, para conocer las lamentables consecuencias, que pueden
ocasionar a nuestro Reyno, sin ser necesario molestar a V. E. exponiendo otras. La lastima
es, que tan perniciosas maximas las deban apreder, los que se han de recibir de Abogados,
con la mira de que ocuparán algun dia los primeros empleos de la Nacion; como si maximas
tan detestables les diessen aptitud para ejercerlos. Y no es menos lastimoso, que el
Cathedratico destinado para explicar tan pernicioso author, es sujeto dotado de perniciosas
doctrinas, y expelido por esta causa del Seminario de Nobles, en donde les enseñaba con
grave daño de aquella exclarecida juventud. En suma Excmo. sr, estoy pensando que con
este derecho natural se estan minando sordamente los fundamentos de la Constitución de
nuestro Reyno, y que si no se previene prontamente este peligro, es de temer que no tarde
en reventar esa mina, envolviendonos en la desolación de Francia, que siguiendo los mismos
principios, ha incurrido en ella.
Esta doctrina de ese Author es también muy contraria a la Religión, porque no sigue otra
guia para explicar el Ocho. Natural que la sola razón, sin haber aprecio de la Sagrada
Escritura, Tadición, Concilios y SS. Padre, cuyas doctrinas son tan necesarias para impedir
los extravios a que estan expuestas por su ofuscación, y debilidad la razón humana. Si es
digno mi parecer de la aporbacion de V. E..Juzgo que el unico medio de atajar esos males,
era suprimir del todo esa catedra del derecho natural en todos los estudios de el Reyno. En
todos ellos hay una catedra de Ethica, y era facil formar un curso de esa importante
instrucción, incorporando en el aquellos Principios de derecho natural, que son conformes
a la Divina Revelacion, y los que conviene enseñar a los Jobenes, para que aprendan a
respetar y obedecer a las legitimas potestades; sin exponerlos a los desvarios en que los
precipita ese derecho natural, enseñandolos a juzgar, limiar y calcular las obligaciones y
facultades 'de sus superiores, ignorando las propias.
Este medio era fácil; dispensaba de la costosa dotación de esas Cathedras peligrosas; y
proporcionaba a los Jobenes la utilidad de aprender un derecho natural conveniente al
estado, y a la religion que profesan, todo se expone a la consideración de V. E., para que
determine lo que estime conveniente y conforme a su Supremo agrado V. 1.
(Este texto se completaba con estas notas que hacen referencia a las páginas de la edición de Madrid
de Almici.)

NOTAS
Págs. 269 y 70.-Hinc venit ut civitates et Repubiica interveniente pacto tormentum. El
cum hoc pactum obsolutum, ac liberum sit; per se liguet, eum, qui non consentit extra
Sociedatem manere. Nam quae a combentione hominum pendent; ius1a ipsius combentionis
Leges, ut diversimode se habeant necesse est.

268
El Director de los Estudios era en ese momento él Arzobispo de
Laodicea, Abbad y Lasierra 34, que, al morir Rubín de Ceballos, sustituiría
precisamente a éste en el puesto de Inquisidor General, con lo que el
peligro de la desaparición de estas cátedras hubiera quedado cOl)jurado;
pero sólo estuvo en este puesto un año, y además ante la evolución de los
sucesos revolucionarios franceses, Godoy ya no necesitó para actuar en
contra de estas cátedras denuncias inquisitoriales, sino que tomó directa-

Pág. 29/.-Florentissimum Britaniae Regnum huiusmodi imperi exemplum potest; in


q~o salvis Regis Prerrogativis circa Bellum et Pacem, nec novae Leges feruntur; nec tributa,
nec opera inducuntur nisi in comitiis Regni, quae Parlamenta vocantur. Huinos exumplum
dat admiranda Anglorum Republica, quae ineffabili modo composita; Monarchiam Rege,
Aristocratia'm Parlamentis, Democratiam Populo coniungit. Promiscue tam Florida ac bene
constituta esto
Pág. 323.-Quoniam vero haec imperanti competunt, tantum casa, quo Respublicae
salus et utilitas eadem opera ac molimina pescat, inde arguere Iicet, quod ei iuri locus esse
neguit, quando agitur solum de Principis privato comodo, proventu ac solatio.
Pág. 325.-Quoniam igitur bona domanialia ad sustinendam Imperatium Dignitatem,
Personam, et Familiam sunt constituta: inde venit, quod haec a Principe mini me alienari
posunt, cum in suo privato dominio haud existant. Nihilominus si alienationes iIle populi
consensu fuerint firmatae, non est dubium, quod eas natas haberi deceat.
Págs. 350 y 35/.-Quando quidem solae, quas supra aduximus belli causae iustae
habendae sunt: clara patescit, iniusta ex adverso esse bella, que vel odio Religions, politiae
morum que alicuius Populi infenentum. Huic numero mihi videntur referenda si non omnia;
saltem tamen praecipua bella quibus christiani nunce dignati impetierunt Mahometanos. Ad
hoc quidem genus belli reduci possunt expeditiones iIlae que seculo XVI in Americanos
Populos, nullo alio tituto, quam corum sacra fame suscepta fuerunt».
34 Manuel Abbad y Lasierra (1729-1806), benedictino del monasterio de San Juan de la
Peña, fue nombrado qbispo de Ibiza y después de Astorga, desde donde vino a Madrid, con el
título de arzobispo de Selimbria, para desempeñar la Dirección de los Estudios de San Isidro,
cargo para el que fue nombrado el 24 de agosto de 1792 para sustituir a Villafañe que había
desempeñado el puesto desde la fundación de los Estudios en 1771. Pero Abad, apenas estu-
vo en este puesto unos meses, pues al morir el obispo Rubín de CebaBos, que era el Inqui-
sidor General, fue nombrado para sustituirle a comienzos de 1793, ocupando su puesto en
la Dirección de los Estudios Estanislao de Lugo que fue nombrado el 22 de febrero de ese
año.
Estos dos personajes eran tachados de filojansenistas por los elementos más reaccionarios,
en esta época era tachado de jansenista todo aquel que defendía una ideología más o menos
próxima a la que pocos años después cristalizará con el nombre de liberalismo. El hermano
de Abbad y Lasierra, también antiguo benedictino de San Juan de la Peña y luego obispo de
Barbastro, llegó a ser acusado ante la Inquisición de jansenista, pero los cargos a que habían
dado lugar esta acusación eran su cqntacto con miembros revolucionarios del clero francés
y su opinión favorable a la Constitución civil del flero francés, su hermano detuvo el proceso
inquisitorial.
'Según testimonios posteriores del canónigo Llorente, Abbad en su interior aborrecía la
Inquisición, de la que según este testimonio no obtuvo cabal conocimeinto de su fuerza y
peligrosidad hasta que no fue nombrado Inquisidor General, Llorente ya venía trabajando
desde pocos años antes en el Consejo de la Suprema de aquí que coincidiera personalmente
con el nuevo Inquisidor, sin embargo, éste permaneció también muy poco tiempo en su
nuevo puesto, pues fue sustituido por el arzobispo de Toledo Lorenzana.

269
mente la iniciativa de suprimirlas dentro del contexto de las medidas que se
adoptaron durante la guerra con la primera República francesa 34 bis.
Como ya puso de manifiesto Herr 35, las obras de Heineccio y Almici
son casi idénticas, en lo que respecta al plan y los títulos de ellas. Las dos
tienen dos partes: la primera dedicada al «ius naturae», en donde se trata
del origen y de la naturaleza de las acciones del hombre: de sus deberes
hacia Dios, hacia sí mismo y hacia sus semejantes y la naturaleza de las
relaciones sociales, incluyendo los convenios. El punto central de ambas
obras es el que trata de las causas y medios para establecer la sociedad civil.
La existencia de ésta se basa en un pacto que nace como defensa de los
hombres justos frente a los malvados. El pacto debe establecer la forma de
gobierno de la nueva sociedad y una ley fundamental que obliga tanto a
gobernantes como a gobernados, de modo que lo que se hiciera en contra
de la ley fundamental de la república sería considerado injusto. De las tres
formas de gobierno posibles, Heineccio se declaraba monárquico, pues las
otras dos degeneraban rápidamente. El poder del monarca, una vez esta-
blecido, es absoluto, pero su objetivo debe ser el bienestar del pueblo.
Doctrinas ya conocidas desde Suárez, Gracia, Hobbes. Es evidente que
esto abría la perspectiva de unas enseñanzas de ciencia política 36.
Juan Bautista Almici no es un autor original, se limitó a expurgar a
Puffendorf, para poner la obra de este autor en conformidad con la
doctrina católica ortodoxa, publicó su obra en Venecia en 1757 y 1759.
Aparte de esta obra, dio a las prensas algunas obras de apologética
religiosa muy típicas de la época para contrarrestar las ideas de los ateos y
deístas 37,

34bis José Maria de Pando. autor de Elementos de Derecho Internacional. obra póstuma.
2. 8 ed. Madrid 1852. La primera es de 1843.
Era alumno del Seminario de Nobles y de su cátedra de Derecho Natural, cuando ésta
fue suprimida, y cuenta la impresión que produjo el cierre de la cátedra y,la huida del
profesor al extranjero, dice «contado este acontecimiento con aire de sigilo y temor, se le
ofrecio a la imaginación esta ciencia con cierto aspecto de misterio, de peligros y de
ominosas consecuencias», prólogo de la obra citada de 1 de agosto de 1838 p. VII. Pando
prisionero de los franceses durante la guerra de la Independencia, inició su carrera
diplomática en 1815, decidido liberal fue encargado de negocios en Lisboa durante el
trienio (18820-23). Tras la restauración del absolutismo se fue a Perú, había nacido en
Lima, Bolívar le nombró Ministro de Hacienda y Plenipotenciario en el Congreso de
Panamá. Vuelve a España en 1835 y fallece en 1840.
]S R. HERR: España y la Revolución del siglo XVIII, Aguilar, 1964, pág. 147.

36 MAIER, HANS: "Die Lehre der Potitik an den deutschen Universitaten vomehmlich
vom 16 bis 18 Jahrhundert», en OBERNDORFER, D.: Wissenschajliche Poütik, Eine Einführung
In grundfragen ihrer Tradition und 1ñeorie. Friburgo de Br., 1962, págs. 59-116.
37 ALVAREZ DE MORALEs:' «La difusión del Derecho Natural en el siglo XVIII: la obra de

Almid», en Homenaje al profesor Font Ríus, Universidad de Barcelona, 1985.

270
Almici fue recomendado por la Universidad de Granada, al crearse la
cátedra de Derecho Natural y de gentes en esta Universidad, a raíz de la
reforma de 1771.
Es interesante conocer las tesis que más escandalizaron a los denun-
ciantes. Almici, es como ya hemos dicho, similar a Heineccio, el origen de
la sociedad está también para él en el derecho de resistir a los malvados y en
un pacto y ley fundamental descansa el Estado. Pero es más liberal que el
autor alemán, ya que llega a afirmar que la orden que viola la ley funda-
mental es nula, aunque no llega a mencionar el derecho de resistencia, a
diferencia de Heineccio, que no llegaba a entrar siquiera en esta cuestión.
Pero, además, para el católico Almici el régimen ideal no era la monarquía
absoluta, sino un régimen mixto, como era el inglés, y aquí insertaba un
párrafo laudatorio de éste que causaba tanto escándalo al denunciante,
pues decía Almici: ((ejemplo de este tipo es el admirable estado inglés; que,
compuesto de modo maravilloso, comprende en un cuerpo monarquía con
rey, aristocracia con parlamentos, democracia con todo el pueblo, por lo
cual perdura tan floreciente y tan bien constituido». Entre los autores
citados estaban Bodin, Puffendorf, Montesquieu, Rousseau.
Estas teorías negaban, por consiguiente, el derecho divino de los reyes,
y éstos, por muy absolutos que fueran, habían sido elegidos por sus
vasallos y sus actos podrían ser juzgados injustos si transgredían la ley
fundamental de la sociedad; se estaba ya muy cerca de sostener la teoría de
la soberanía del pueblo, como nota Herr.
Significativo del interés despertado por las cátedras de Derecho Natu-
ral y de Gentes es el conflicto que surgió entre la Universidad de Zaragoza
y la Sociedad aragonesa de Amigos del País, cuando ésta, en 1785, solicitó
autorización del Consejo de Castilla para erigir una cátedra de Filosofía
Moral y otra de Derecho Natural y de Gentes.
A pesar de que las enseñanzas iban a ser impartidas por dos profesores
de la Universidad, ésta se opuso frontalmente, alegando, entre otras
razones, que el nuevo método de estudios presentado por la Universidad al
Consejo a raíz de las reformas de 1771 y que desde 1776 estaba pendiente
de aprobación, ya preveía la Universidad estas enseñanzas, pues aunque la
de Derecho Natural no se citaba expresamente, estaba prevista una cátedra
de Filosofía Moral en la que se enseñaría las dos disciplinas.
La sociedad proponía que la cátedra de Derecho Natural o de Gentes o
de Derecho Público, como también se la denominaba, se estudiase por la
edición de la obra de Heineccio que había hecho Marín, el Catedrático de
Estudios de San Isidro, o el texto de Martini. Y de la filosofía moral, por el
texto de Piquer, que no tenía autorización real.

271
Una de las cosas que más molestaba a la Universidad es que se preten-
diera abrir estas enseñanzas a ((cualquier persona que se presente en traje
decente y observe la moderación correspondiente». Se argüia también, por
ejemplo, el autor propuesto, Heineccio, estaba en latín y para conocer este
idioma era necesario algo más que tener un traje decente, pero no sólo el
latín era necesario, también lo eran conocimientos de Lógica, Filosofía
Moral y Principios de Jurisprudencia qúe sólo la Universidad podía dar;
Además, señalaba la Universidad que del prqpio Prólogo de la obra de
Heineccio y del de las Prelecciones de Puffendorf se podía deducir fácil-
mente lo equivocada que estaba la Sociedad sobre el objeto y finalidad de
estos estudios, tal como se desprendía de su solicitud.
Poco después, la Universidad enviaba al Consejo otra representación
en la que abundaba en las mismas ideas ya expuestas y añadía una nueva de
considerable peso: ((contienen dichas enseñanzas unas materias muy deli-
cadas por la influencia tan inmediata que tienen en la Religión y en las
costumbres y es necesario para enseñarlas con perfección valerse en gran
parte de autores que no son católicos, por lo que exigen unos maestros.
hábiles y juiciosos, requieren una vigilante y continua observación para
que no se introduzcan nuevas doctrinas peligrosas él la Religión y al
Estado, y necesitan además de una autoridad ejecutriz en caso de introdu-
cirse para impedir sus progresQs y ahogarlas en su mismo nacimiento». Por
tanto, se afirmaba que sólo en la 'Universidad podían impartirse estas
enseñanzas, ya que las Leyes Académicas ((conspiran a perfeccionar la
enseñanza de las ciencias ya reprimir la demasiada libertad de sus doctri-
nas. De donde proviene el que la Universidad haya conservado siempre la
pureza de nuestra Religión y la de las buenas costumbres, y haya fijado con
su enseñanza unos principios sólidos para discernir las doctrinas verdade-
ras de las falsas y distinguir con claridad los límites de las dos potestades
espiritual y temporaL.» 38.

38 Libro de Gestis de la Universidad de Zaragoza de 1785-6. Fol. 45-6,92-100 Y 135-

6. Han sido publicados estos textos por 1. García Lasaosa, Oposición de la Universidad de
Zaragoza al establecimiento de nuevas cátedras por parte de la Sociedad Económica
aragonesa, en l/ Simposio sobre P. Feijoo y su siglo. 11, Oviedo, 1983, págs. 459-516.
Aunque a veces hay una cierta falta de precisión en la terminología empleada para
designar estas asignaturas, en una de las representaciones de la Universidad se precisa lo que
entiende por derecho público y lo que se entiende por derecho natural y de gentes:
(Por cuanto el Derecho Público que se dice tal se extiende a comprender la ciencia del
Gobierno y Policía de un Estado, Derecho y Deberes de los Soberanos para con sus súbditos
y con· otras Potencias, la Constitución de sus Consejos y Fueros Militares, sus señoríos,
medios de facilitar la abundancia y de evitar la carestía de todas las cosas más necesarias,
los usos de Mares, Riveras, Puertos, Puentes, Monedas, Medidas, Pesos, Salinas, Minas,
Caminos, Plazas, Lonjas, Canales, y otros lugares públicos; de las Aguas y Leña: los diversos

272
Así la Universidad al final atgumentaba, apoyándose en el peligro que
constituían la difusión de ciertas doctrinas, contradiciéndose porque ini-
cialmente había tratado de fundamentar su oposición en que ella se las
enseñaba.
La supresión de las cátedras planteó la situación en qué se dejaba a la
disciplina de filosofía moral que se había creado junto a la otra para ser
enseñada en la misma cátedra 39.

órdenes de Personas que forman dicho Estado, cuales son el Clero, Milicia, Artífices,
Menestrales, Labradores, Criadores de Bestias, Comerciantes, Comunidades de Ciudadanos
y otros lugares, cargos concejales, Universidades, Colegios, Seminarios y Academias para
instruir su juventud, Hospitales, y el uso del Poderío temporal en lo que toca a la Iglesia;
oficiales y otras personas que desempeñan las funciones públicas, crímenes y delitos, Orden
judicial, seguida y ejecución de los Procesos criminales. Y todos estos Ramos y los que
comprenden bajo su extensión necesitan de una larga instrucción y enseñanza, de que no son
capaces oyentes destituidos de conocimientos de Filosofía Moral y Derecho NaturaL», en
Informe de la Universidad de Zaragoza de 22-1-1786 al Real Consejo en cumplimiento de
la Orden de 29-IX-1785 en Libro de Gestis de la Universidad de 1786-6. Fol. 92-100.
39 Las órdenes oficiales de supresión son las siguientes:
«Excmo. Señor.
Algunos hombres sabios y celosos, eclesiásticos y seculares, han sido y son de parecer,
que las cátedras de decho. natural y de gentes establecidas en algunas Universidades, en los
Estudios Rs. de Sn. Isidro, y en el Seminario de Nobles, son sumamente peligrosas, y mas en
las actuales circunstancias, pues sin embargo de que por el fin a que se dirigan se juzgaron
útiles cuando se erigieron, la experiencia ha enseñado que llevan consigo el riesgo casi
inevitable de que la juventud, imbuida de principios contrarios a nuestra constitución saque
consecuencias perniciosas que puedan irse propagando, y producir un trastorno en el modo
de pensar de la nación. Por estas consideraciones ha parecido al Rey que conviene
suprimirles, pera antes de dar orden alguna, me ha mandado le participe a V. E. muy
reservadamente, a fin de que tratandolo con algunos Ministros del Consejo, diga su
dictamen sobre el modo con que se podrá disponer, que para el curso proximo venidero, no
se continue la enseñanza pública del Dcha. Natural en las Cátedras de este nombre, ya sea
suprimiendolas del todo, o ya dandolas otro destino, haciendolo de manera, que cause en el
publico, y especialmente en el ppco. litterato, la menor sensacion que sea posible.
Dios gde. a V. E. m. a. Aranjuez 19-VI-1794.

Fdo. Eugenio Llaguno»

Sr. Gobernador del Consejo.


«Entonces debió empezarse por formar un tratado elemental adaptado a nuestra
constitucion. El daño ha nacido de valerse de Autores extranjeros. Vea V. E.la censura (esta
censura es la que transcribimos en la nota 33) que se hace en el papel adjunto del que se da
en los Estudios de San Isidro, y en otras partes.
Copia hecha por el Director de la Universidad de Valladolid, marques de Roda. Madrid,
II-XII-1794.
«Teniendo el Rey por justas las razones que le han hecho presentes algunos Ministros de
su mayor confianza y otras personas de acreditada probidad, prudencia y doctrina, ha
resuelto suprimir en todas las Universidades y en todos los Seminarios y Estudios las
cátedras que modernamente se han establecido en Derecho Público y del Natural y de
Gentes y la enseñanza de ellos donde sin haber cátedras se hayan enseñado en la de otra
asignatura. Y siendo el ánimo de S. M. se lleve a efecto la expresada supresion desde antes

273
LA ILUSTRACION y LA REFORMA.•• -18
Se decidió consultar a las Universidades en donde se había creado la
cátedra en estas condiciones. Además de en los Estudios de San Isidro y en
el Colegio de Nobles y en el Colegio de Calatrava existieron cátedras de
esta disciplina en las Universidades de Sevilla, Granada, que también
utilizó el Almici, al igual que la de Valencia, Santiago y üñate, aunque en
estas dos últimas no sabemos hasta qué punto de hecho funcionaron, y sus
contestaciones son un índice relativo de la ideología de los claustros en
estos momentos y de la influencia que las reformas del reinado anterior
habían tenido en nuestras Universidades.
Mientras que el cancelario de la Universidad de Sevilla aprovecha la
ocasión, aparte de para defender la enseñanza de la filosofía moral en las
Universidades, de acuerdo con criterios novedosos, para atacar la ense-
ñanza que se impartía en los conventos y seminarios de forma especial-
mente clara, otras Universidades como Santiago se manifiestan en
términos ultramontanos, o proponen que esta enseñanza se dé precisa-
mente en conventos u otros establecimientos fuera de la Universidad o
simplemente sin dar opinión propia se muestran prontos para cumplir las
órdenes del Gobiern0 40 •

que empiece el proximo curso, quiere que por el Consejo se den las Ordenes correspondientes
para ello a la Universidad de Granada donde hay cátedra de Derecho Público, y a las demás,
donde, sin haberla, se hayan enseñado los expresados Derecho publico, natural y de gentes.
Por lo respectivo a la Universidad de Valencia, donde también hay cátedra, la he
prevenido yo de orden de S. M. que cesando en la referida enseñanza, exponga si considera
util que subsistan la cátedra y el catedrático mundandoles el nombre y la asignatura, y por
lo que mira a los Estudios Rs. de San Isidro y Seminario de Nobles he comunicado a sus
Directores orden de S. M. para que desde luego se entiendan enteramente suprimidas sus
Cátedras de Decrecho Natural y de Gentes sin darles por ahora otro destino.
Dios .guarde a V. E. ms. as. San I1defonso, 31 de julio de 1794.

Eugenio L1aguno»
40 El informe de la Universidad de Santiago decía así:
«No pretendemos poner en manos de jovenes esa falsa filosofía moral, que orgullosa y
altiva por algunas apreciables maximas que enseña, y se halla afeada y obscurecida con las
sombras y tinieblas del paganismo o con los horrores de la irreligion e impiedad. Para que
(seanos lícitos usar de las palabras de uno de nuestros mejores escritores y políticos) ¿parra
qué tener por Mtros. a un Ethico, o a un impío si se puede al Espíritu Santo? La Filosofía
Moral, en que deseamos se instruyan los jovenes, y especialmente los que han de seguir la
Jurisprudencia. Es aquella ciencia importantísima que consultando los principios de la luz o
razon natural estampada en todos los hombres, nos enseña a conocernos a nosotros mismos,
nos da una verdadera idea del bien y fin último, y de aquella libertad que es la vara de la
Religión y de los Imperios nos descubre las causas y efectos de las pasiones, las virtudes y
vicios, y la regla que debemos seguir para que nuestras acciones sean agradables delante de
Dios, y de los hombres: nos manifiesta el origen, necesidad, y diferencia de las Leyes, la
sumision y obediencia a las legítimas Potestades y por decirlo de una vez, nos instruye en
lo que debemos a nosotros mismos, y a los demás hombres. Esta sencilla descripción de la
verdadera filosofía moral basta por sí sola para hacernos conocer su importancia y

274
Esta política continuó, y varias Universidades se vieron especialmente
perjudicadas, en diversos aspectos. En el plano material, Alcalá fue expul-
sada del antiguo Colegio de los jesuitas, donde estaba instalada tras la
reforma llevada a cabo en el reinado anterior y volvió a reunirse con el
Colegio Mayor de San Ildefonso:El motivo fue que Godoy decidió utilizar

necesidad y convencernos de que se la deba considerar como una ciencia preliminar de la


Jurisprudencia.»
El informe de la Universidad de Sevilla redactado por su rector y cancelario, Antonio de
Vargas, señalaba que la filosofía moral «reducida por unos a materias puramente teológicas
que deben tener su lugar en sus correspondientes facultades convertida por otros en unos
esteriles conocimientos resultados de un crecido numero de cuestiones llenas de fárrago y
escolasticismo... Puede, sin embargo, la filosofía moral considerarse bajo otro aspecto y
reducirse a dos partes principales. De estas es la primera la ciencia y conocimiento del
derecho natural cuya enseñanza se ha prohibido por V. A. en fuerza de RI resolucion de S.
Mgtad. comunicada a esta Universidad. La segunda el conocimiento del hombre, sus
relaciones con Dios, pasiones, causas, y efectos y actividad de estas, de las virtudes y vicios,
nocioes del bien y del mal», y dentro de esta segunda direccion que era la única que se podia
seguir dada la prohibicion real, la Filosofía Moral debia comprender: «conocimiento y
naturaleza de los actos humanos, y de sus fines; de la influencia que en' ellos tienen lo
caccion, la ignorancia, y el error; de la necesidad, origen, division, propiedades, y principio
obligatorio de las leyes, que los dirigen; de las virtudes y vicios que engendran su buena o
mala direccion y de los medios de dar a esta toda la rectitud posible segun las varias
relaciones, que el hombre tiene, y los vicios que debe a Dios, asimismo al proximo, a su
familia, a su Patria, y consiguientemente a su Principe, y a los magistrados que este
constituie», finalmente le parecía mejor utilizar como libro de texto el del P. Corsini que el
del P. Jacquier, que era el que se venía utilizando, no sólo en España, sino en la mayoría de
las Universidades españolas en donde se explicaba esta asignatura. El P. Corsini (1702-765)
escolapio italiano fue catedrático de Filosofía en la Universidad de Pisa. En otro lugar del
informe decía:
«Esa tolerancia sería perjudicial a las Universidades y principio de su decadencia. S.
Mag. atendiendo a las utilidades de sus vasallos y procurando remediar el mal gusto
introducido en el estudio de los conventos en R. Orden de 4 de junio de 1781 habilitó a los
que ganasen cursos de filosofía en los conventos, colegios o seminarios que se hallasen en
pueblos donde no hubiese Universidades, con la precisa condicion de que tuviesen dos
lecciones diarias y estudiasen con arreglo a los Planes y ordenes expedidas sobre este
particular... No ha producido mas frutos que la obstinacion en el modo extravagante de
enseñar y han creído estar ya autorizados para continuar enseñando un conjunto de
cuestiones inutiles que llaman logica, una física sin amenidad, y los utiles conocimientos que
nos ha franqueado la naturaleza consultada por medio de los experimentos, observaciones,
cal bulo y raciocinio, una metafísica sin solidez, sumamente dificultosa y obscura; y una
filosofía reducida a muchas vozes, e interminables altercaciones y ningunas ideas. Ha
llegado a tanto la preocupacion que creen a la Religion Católica casi dependiente de este
modo extravagante de pensar y de esta filosofía sistemática. Infeliz religion, si se pudiera
provar tal dependencia respecto de qualquier sistema? Su verdad hermosa y transcendental
a todo lo racional y justo se compadece muy bbien con cualquier sistema juicioso y ni tiene
ni es capaz de concebirse con tan ridículas dependencias. Que utilidad podrá resultar de la
enseñanza de unos hombres tan adheridos al sistema que los hace desentender notoriamente
las sabias disposiciones de V. A. y los Planes de enseñanza tan sabiamente dictados?» Las
Universidades de Zaragoza y Santiago opinaban que la filosofía moral debía seguir
enseñándose pero en los Seminarios y Conventos y que luego se incorporase en la
Universidad.

275
dicho edificio para cuartel de una unidad militar. Parecido fue el caso de
Granada, que también contempló cómo en el edificio de los expulsos,
cedido a ella, se instalaba otra unidad militar 41 •
A continuación fueron los Colegios Mayores los que padecieron el .
ataque del Gobierno, aunque formalmente no fueron suprimidos, Godoy,
necesitado de dinero, no encontró mejor sitio que buscarlo dilapidando el.
de los establecimientos docentes. Gran parte de los bienes de la Universi-
dad de Alcalá, junto con los de los seis Colegios Mayores, fueron vendidos,"
disponiéndose a continuación que el producto de esa venta, junto con los
otros caudales y rentas de los Colegios Mayores;se destinaran a la Caja de
Amortización, completándose el despojo dos años después, 1800, al asig-
nar dichos bienes.a la consolidación de Vales Reales, a su extinción y pago
de intereses, lo que volvió a ratificarse poco después en el mismo sentido,
con la obligación de que tales rentas satisfacieran el rédito del 3 por 100, y
confirmando en la administración de todos estos bienes a la Tesorería
general. De esta manera se puede decir que acabaron los Colegios Mayo-
res, pues los intentos de restauración posteriores durante el reinado de.
Fernando VII no lograron su objetivo 42.

3. La Ilustración del reinado de Carlos IV y la Universidad

La lógica evolución de las ideas hace que pueda distinguirse una nueva
etapa de la Ilustración, que aporta un replanteamiento de los problemas,
de Granada, que también contempló cómo en el edificio de los expulsas,
mucho más perfiladas en el país que en la época del reinado anterior.
Los ilustrados de ahora ven con mucha más claridad cómo el problema
de la enseñanza es un problema nacional. De aquí que le concedan en el
conjunto de las reformas del país un lugar prioritario y de mayor trascen-
dencia y, además, plantean su solución de una manera radical e innova-
dora, mucho más avanzada que los del reinado anterior.

Otros informes como los de Cervera y Valladolid, no exponen ningún criterio propio y
esperan recibir del Gobierno las órdenes oportunas sobre lo que se ha de hacer.
41 Vid. DE LA FUENTE: ob. cit., pág. 245, Y MONTELLS, F.: ob. cit., págs. 366 y 377,

respectivamente.
42 Vid. DE LA FUENTE, V.: ob. cit., pág. 245, Real Decreto de 19-IX-1798, que dispuso
que ingresaran estos bienes en la Caja de Amortización, y Pragmática, de 3-VIII-1800, que
asignó el producto de estos bienes a la consolidación de Yales Reales, extinción de los
mismos y pagos de intereses, y R. Orden de 9-11-1801, que declaró el producto íntegro de
la venta de los bienes al fondo de consolidación de los vales. Vid. Novísima, Libro VIII,
Título I1I, Ley IX, números 2 y 3.

276
Todo esto se observa antes que nada en las críticas que se hacen ahora a
la enseñanza tradicional. Escritos, como un artículo publicado en el Espí-
ritu de los mejores diarios literarios, en donde se critica la enseñanza del
Derecho en las Facultades universitarias, apunta con gran claridad los
defectos de la preparación de los futuros juristas al entrar en la Facultad,
atacando duramente a uno de los libros más extendidos para realizar
dichos estudios preparatorios, el Goudin, introducido con los Nuevos
Planes de Estudio de los años 1770 y siguientes. El articulista terminaba
diciendo que los estudiantes no estaban acostumbrados nada más que a
gritar en el curso de las discusiones, sin orden ni método, ya resolver casos
absurdos 43.
Dentro de los textos de estos años que pueden entresacarse para
mostrar las nuevas corrientes del pensamiento sobre el objeto de nuestro
estudio, tiene especial relieve el del antiguo catedrático de Salamanca,
Meléndez Valdés, que, aunque abandonó la carrera de la enseñanza para
seguir la de la magistratura, no perdió el interés por este tema, y a él se
refirió en bastantes ocasiones. Una de ellas fue en un discurso en la
inauguración de la Audiencia de Extremadura, en el que expone un Plan
general de la organización de la enseñanza del país, pidiendo al Gobierno
que acometa su reforma con el fin de crear una enseñanza nacional y
uniforme, de la cual dependerá la riqueza del país: y en concreto, sobre las
Universidades, dejará expuesto su pensamiento en una poesía en la que
quedarán anatematizadas por su «gótica rudeza» 44.

43 Núm. 198 del 14 de septiembre, SARRAILH enumera este suceso, entre otros, ob. cit,

pág. 207.
44 Meléndez y Valdés estudió en la Universidad de Salamanca en la Facultad de Leyes,

yen 1784 obtuvo la cátedra, que desempeñó sólo cinco años, pues en 1789 fue nombrado
alcalde del Crimen, en Zaragoza, lo que dio ocasión a que la Scoiedad Económica de
aquella ciudad le encargara, entre otros trabajos, uno sobre las reglas a seguir por las madres
en la primera educación de sus hijos, del que da noticia SARRAILH, en ob. cit., págs. 207-208.
Vid. MELÉNDEZ VALDÉS, 1.: Discursos forenses, Madrid, 1881, págs. 177, 179,238-239;
OEMERSON, G.: Meléndez Valdés y su tiempo, 2 tomos, Madrid, 1971.
Al parecer, en 1794, al ser nombrado ministro de Gracia y Justicia Llaguno, se estuvo
preparando un arreglo general de las Universidades, con motivo del cual, Meléndez y Valdés
compuso en honor de su amigo el ministro unos versos que son todo un programa de
reforma:

Las casas del saber, tristes reliquias


de la gótica edad, mal susten.tadas
en la inconstancia de las nuevas leyes
con que en vano apoyadas titubean,
piden alta atención,' crea de nuevo
sus venerandas aulas; nada, nada
harás sólido en ellas si mantienes

277
Más explícito será Cabarrús en una de sus cartas a Jovellanos, en la que"
también desarrolla un Plan completo de cómo debe organizarse la ense-
ñanza en el país, en el que se observa la influencia de los Planes franceses
que se presentan a la Convención. Sus líneas generales son: las Universida-
des deben desaparecer, esto es por donde se ha comenzado a hacer la
reforma en Francia 45. La mejor manera,de acabar "con el excesivo número
de personas que en el país marchan a dedicarse" a la carrera sacerdotal, al
estado religioso, a la jurisprudencia, a la milicia, profesiones inútiles, es
suprimir los establecimientes docentes en donde aquéllas se siguen. Lo que
al país interesa es formar artesanos, industriales, comerciantes, y como
estas enseñanzas que dan esta formación no las dan aquellos estableci-
mientos, los cuales, como han demostrado las reformas realizadas en ellos
en el reinado anterior, con su fracaso, resultan radicalmente inservibles,
por tanto, lo mejor es suprimirlos y crear unos nuevos con la garantía de
que servirán para formar a los nuevos profesionales. Para reducir el
número de las profesiones burocráticas y domésticas llegaba a proponer la
reducción de las escuelas de la latinidad a sólo las grandes ciudades.
En su inquina contra las Universidades las llega a Hamar «cloacas de
humanidad, que no hacen más que" exhalar la corrupción y el error».
Propone «reemplazar lo poco bueno que ellas son susceptibles de producir,
si no, no se podría poner fin con demasiada rapidez al dominio que ellas
producen».
Proponía en su lugar establecimientos especializados, como Semina-
rios, Escuelas de Medicina, de Juri~prudencia, cuyo número de plazas
estaría determinado por las necesidades de la nación, y en ellas sólo
ingresarían aquellos que por su estudio, virtud y talento se hicieran mere-
cedores de ello. Estos Colegios, en los que se estudiaría en régimen de
internado, darían una formación completa, de forma.que la'propia vida del
Colegio se~ía una imagen del mundo 46. Concebida de esta manera la

una columna, un pedesta~ un arco


de esa su antigua gótica rudeza.

Pero no llegó la idea a ser hecha realidad.


4S Sobre las medidas tomadas por los revolucionarios franceses contra las Universidades,
vid. D'IRSAY, S., t. 11, págs. 137-158. También BIANCHI, S.: La revolution culturelle de l'An 1/.
Elites et peuple (1789-1799), París, 1982.
46' CONDE DE CABARRÚS: Cartas sobre los obstáculos que la naturaleza, la opinión y las

leyes oponen a la felicidad pública.' escritas por... al Sr. D. Gaspar Jovellanos y precedidas de
otra al Príncipe de la Paz. Vitoria, Imprenta de P. Real, 1808, págs. 79 y s.; esta carta
pertenece al año 1792. "
47Dice Quintana: "Si su libro inferior a las luces que se hayan extendido, no puede ya
enseñar nada nuevo, éste es un efecto necesario de los progresos del espíritu... Vid. Retratos de

278
reforma de la enseñanza del país, venían paradójicamente a coincidir el
pensamiento reaccionario del Gobierno y el más avanzado de la.Ilustra-
ción en tirar por la borda a las Universidades.
Muy significativo es también, para observar la evolución ideológica
que sufren los reformistas, el cambio de opinión que se produce con
respecto a la personalidad y significado del padre Feijoo y su obra: ahora
se le considera ya superado y, por tanto, carece de interés para ellos su
programa renovador 47 •
Finalmente, podemos añadir el radical testimonio que nos dejó Lean-
dro F. Moratín sobre la reforma universitaria; para él ya sólo cabe la
destrucción de la Universidad tradicional 48 •

4. Luchas universitarias: Mentalidad tradicional contra Universidad


Ilustrada

El informe de Forner sobre las luchas constantes que en el claustro del


colegio de Filosofía de la Universidad de Salamanca se venían produ-
ciendo y que en 1796 adquirieron especial gravedad, es una de las manifes-

españoles célebres. Mucho más duro ~erá aún el juicio de Lista: «al padre Feijoo se le debiera
erigir una estatua y al pie de ella quemar sus escritos». Vid. MARAÑÓN, GREGaRIO: «Vocación,
pOreparadóon v a-mbien'te biológico v médico del P. Fei ioo». en Obras completas. t. Il, pág. 999.
48 Leandro Fernández Moratín escribe a su amigo Cean Bermúdez desde Francia, tras una
visita girada a la Universidad de Montpellier: «cuando usted quiera que la de Alcalá de
Henares valga otro tanto. no hay más que destruir lo que hay en ella, empezando por los
Colegios y acabando por las ridículas borlas. la cabalgata. el paraninfo y los atabalillos».
Citado por BONI LLA SAN M ARTIN. J.: La vida corporativa de los estudiantes españoles. en sus
relaciones con la Historia de las Universidades. pág. 110.
«Para la radical Ilustración tardía, las Universidades. como baluartes de las doctrinas
krausista, barroca o escolástica, era cosa molesta. Reformadores del mundo, al estilo de
Bassedow, o de naturaleza más moderna, como Salzmann, eran enemigos de las escuelas
superiores de su tiempo. Poco después, la Revolución francesa suprimió sus Universidades.
Tampoco en Alemania faltaron fuerzas, que pretendieron una transformación de las
Universidades por medio del Estado; en Prusia, Massow, y en Baviera nada menos que
Montgelas, que también en esto siguió las huellas de los franceses. Durante la dominación
napoleónica en Alemania se propagaron las tendencias enemigas de la Universidad. Rinteln
y Helmsted fueron entonces víctimas del conquistador.» VAUAVEC, F.: ob. cit, pág. 257.
«Nada prueba tanto. nuestro atraso como los mismos esfuerzos loables del Gobierno
en enviar a estudiar jóvenes a París, la maquinana hidráulica física, historia natural,
mineralogía y hasta la cirugía y anatomía. El grabado de láminas, el de sellos, el de mapas,
el arte de encuadernar, etc., se deban a Carmona, Gonzalo López, Cruz, Sancha y otros que
han salido del Reino. En las artes mecánicas, nada sabemos. El buen patricio será, no el que
declame, sino el que obre; el que escriba unos de esos infinitos libros que nos faltan.
Hablando sólo de las buenas letras, no tenemos una buena gramática castellana, ni un
poema ético, ni un tratado de sinónimos, ni un buen tratado de arte métrica, ni etc., etc. En
cuanto a industria y comercio, cuando la camisa que nos ponemos sea nuestra, cuando no

279
taciones más cl~ras del enfrentamiento que ya se estaba produciendo entre
mentalidad tradicional y mentalidad ilustrada o preliberal que son un
prólogo a las luchas que vendrán después cuando se plantee con claridad la
lucha entre defensores del Antiguo Régimen y liberales 49.
El testimonio y la opinión de Forner es muy interesante, porque de
algún modo trata de elevarse por encima de la polémica de ambos bandos,
pero también es consciente de la necesidad de una reforma eficaz de las
Universidades que es una constatación, por otra parte, de los fracasos y
medias tintas de l,as medidas adoptadas tras la expulsión de los jesuitas.
Forner no sólo no minimiza el problema planteado, sino que trata de
hacer ver de que se trata de un grave problema que debe solucionarse con
medidas drásticas. Tras una breve disgresión histórica en la que pone de
manifiesto el esplendor de las Universidades españolas en el siglo XVI,
denuncia las causas por las que se había llegado a la decadencia absoluta de
aquellos momentos, y la primera causa era la pervivencia del escolasticis-
mo medieval que volvió a resurgir con fuerza tras el paréntesis del siglo
XVI y cuyas características eran: el latín bárbaro, el espíritu disputador, la
pertenencia a la secta árabe aristotélica y el «empeño de desleír todas las
cosas en la Metafísica árabe aristotélica», es decir, someter todas las
ciencias a los principios de esta filosofía.
Esta forma de saber tenía su razón de ser en la Edad Media que hacía,
además, a la Teología el centro de toda la ciencia, no tenía ya justificación y
era el mayor embarazo para las reformas, porque el planteamiento de éstas
significaba ya poner en peligro la religión. Forner profundizaba aún más
en este sometimiento de la enseñanza a los intereses de las escuelas teológi-
cas, para defender lo que ya muchos venían defendiendo desde las refor-
mas de Carlos III, la necesidad de someter la enseñanza a las necesidades
del Estado y no de.la religión que Forner denunciaba con estas palabras:
«rara vez en España se ha conciliado el sistema académico con la constitu-
ción del Estado. Al contrario, la enseñanza de las Universidades ha estado

salgan del Reyno las primeras materias tan preciosas como la lana, cuando etc., entonces
blasonaremos. ¡Ojalá sea pronto! Mientras esto no suceda, son infundadas y sofisticas todas
las apologías; y en sucediendo serán inútiles.» Vid. COTARELO, E.: Iriane y su época, pág. 323.
49 Este Informe Fiscal fue publicado por primera vez en la Revista contemporánea
salmantina, en 1864, y lo volvió a reproducir VIDAL, A., y DfAz, en su Memoria histórica de
la Universidad de Salamanca, Salamanca, 1869, de donde, a su vez, lo ha tomado FRANC;olS
LÓPEz para publicárlo en una edición titulada La crisis universitaria. La historia de España
(dos discursos), Labor, Barcelona, 1973, págs. 179-233, ya que el documento original ha
desaparecido del expediente núm. 105, legajo 6.045 de la sección de Consejos del A.H.N.
en donde está el resto de la documentación sobre el asunto concreto que dio lugar al Infonne
de Fomer y en la Biblioteca Nacional se encuentra una copia incompleta del Infunne,
signatura 12938-108.

280
casi siempre en oposición con el poder de la monarquía y con la prosperi-
dad de sus pueblos» 50.
Forner defiende una idea moderna de Universidád, como centro de
formación de futuros profesionales útiles a la nación, por eso, se lamenta
de la inutilidad de las enseñanzas que en ellas se impartían; así, por
ejemplo, lamenta que en las Facultades de Jurisprudencia se siga pres-
tando la máxima atención al Derecho romano, mientras el Derecho nacio-
nal seguía préterido, o de que la Filosofía se estudiase por la obra de
Goudin que, precisamente, había introducido a raíz de las reformas de los
Planes de estudio a partir de 1771 y que Forner considera superadísimo.
Ridiculiza la denuncia suscrita por uno de los catedráticos de Teología de
Salamanca contra la Facultad de Filosofía y que había dado lugar al
expediente que se instruía por tachar de irreligioso al abate Genovesi, cuyo
texto era usado en dicha Facultad y colocarlo al lado de Voltaire y de
Rousseau, lo mismo que a Gracia y Leibniz. También se habían introdu-
cido los textos de Juan Justo Garcia y de Condillac, que habían desplazado
al del padre Jacquier, al que se exigía volver. Para Forner, estas acusacio-
nes eran la mejor muestra de la decadencia de la Universidad de Salamanca
a causa del escolasticismo.
El Fiscal, de todas formas, no consideraba necesario entrar en más
detalles sobre los hechos ocurridos, ya que en ellos «no se ve más que el
rancio empeño de la facción peripatética, obstinada con implacable porfia
en combatir contra la facción llamada moderna» y la solución que propo-
nía el partido peripatético era descabellada, pues, pedía suprimir el colegio
de Filosofía, pretensión ridícula, pues en ella no se enseñaban más que las
Instituciones del padre Jacquier, «escritor no sólo católico, sino fraile», y
matemáticas. Además, si el daño estaba en los profesores y no en el colegio,
no se 'entendía el silogismo que los llevaba a proponer la supresión de
éste 51.
Esto sólo se explica porque detrás de la denuncia el fiscal ve intereses
personales bastardos y no defensa de la religión como pretenden hacer ver.
Para Forner no hay más solución, por eso, que terminar con los
espíritus de partido y aquí trata de elevarse por encima de los dos bandos
contendientes, porque dar la razón a uno significaría afianzar dicho espí-
ritu; recuerda que si la reforma emprendida hace veintiséis años fracasó es
porque no supo destruir el espíritu de partido de los profesores, por eso, el

so Vid. Informe citado en la nota anterior, pág. 189.


SI [hEd, pág. 226.

281
bien universal del Estado pasaba por acabar con la preponderancia de
cualquier clase en las Universidades, para eso el único remedio era variar
los sistemas de enseñanzas y en «plantificar un nuevo sistema académico
que diga absoluta relación con la constitución de España, con sus estable-
cimientos religiosos y políticos, con la distribución de sus clases, con las
luces que deben comunicarse a éstas, para que sean fecundas en sus
profesionales y con los institutos todos de la vida civil en que está ordenada
vuestra monarquía». Mientras esto no se hiciera los alumnos seguirán
aprendiendo doctrinas inútiles o perniciosas y los profesores seguirían en
eternas discordias 52.
Finalmente, Forner termina tratando un tema que ya venía preocu-
pando desde hacía tiempo a los sectores más tradicionales, que era la nueva
mentalidad y actitudes de la juventud universitaria que por la libertad de
que hacía gala, era tachada de desenfrenada e insolente, produciendo
fuertes reacciones como la que vamos a ver a continuación. Forner,
ecuánime siempre, echaba la culpa de los posibles excesos al mal ejemplo
de los profesores.
La casualidad me ha deparado el encuentro en un legajo del Archivo
Histórico Nacional de una carta 53 dirigida por un tal Tomás de Vega al
conde de Floridablanca como primer secretario de Estado, denunciando
los abusos existentes en las Universidades del Reino, cometidos tanto por
alumnos como por catedráticos y proponiendo ciertas reformas para
corregirlos 54.
El año de la denuncia es significativo, 1790, y se puede unir a la serie de
documentos que muestran el fracaso de las reformas llevadas a cabo en el
reinado ·anterior, yen las que el propio Floridablanca intervino como fiscal
del Consejo de Castilla.
La denuncia que aunque se dirigía contra una Universidad concreta no
se quiso especificar cuál era 55, quizá por miedo del denunciante, se refería
especialmente a los siguientes puntos:
1.0 El lujo y la ociosidad presente entre el alumnado, que se manifes-
taba, sobre todo, en el modo de vestir y en las modas imperantes entre
ellos, como la de llevar «los cabellos largos, enrizados y empolvados».

S2 Ibíd., pág. 232.


S3 Consejos, 5.443, núm. 14. A.H.N.
S4 La carta la publicamos en la nota 58.

ss El escrito, firmado por un tal Thomas de Vega, está fechado elll Villanueba y febrero
29 de 1790, sin más detalles. El lugar más conocido en España por Villanueva simplemente
está en Asturi.as, municipio de Cangas de Onís; si fuera este lugar donde se fechó la
denuncia, pudiera referirse a la Universidad de Oviedo; pero es sólo una conjetura.

282
2. o La poca dedicación que a sus tareas de vigilancia y enseñanza de
los rectores y catedráticos, que permitían estos abusos de los estudiantes,
los cuales .acudían como mucho a las clases la mitad del curso y esto para
obtener los certificados con los que eludían las quintas.
Para remediar estos abusos, el denunciante propone como principal
remedio el establecimiento de unos exámenes en cada asignatura, en dos
épocas del curso, «carnestolendas» y primeros de junio, de forma que el
alumno que no acudiera por segunda vez a uno de esos exámenes sería
expulsado de la Universidad.
y para evitar la poca dedicación de los catedráticos a su oficio propo-
nía que tuvieran las mismas vacaciones que los consejeros y magistrados de
las Audiencias, y nada más. Así tendrían tiempo de informar a las familias
de sus alumnos de la aplicación de éstos y los rectores tendrían como los
miembros de la jurisdicción ordinaria potestad para recoger por vagos a
los estudiantes que como tal se manifestaran por su falta de asistencia a
clases, exámenes y otras faltas que pudieran cometer.
De esta forma el denunciante consideraba que se limpiarían las Univer-
sidades de todos aquellos que vegetaban en ellas sin hacer nada útil, y se
evitaría que gentes sin suficiente talento acudieran a la Universidad,
pudiéndose dedicar a otros oficios, como la industria, las manufacturas,
etcétera.
La denuncia, como es lógico, no tuvo la menor influencia, pues pasada
al fiscal del Consejo para que la informara, contestó «que como no expresa
cuál sea (la universidad denunciada), dificultosamente podrá adoptarse el
remedio oportuno, a menos que se procediese a una inquisición formal o
instructiva de todas las Escuelas públicas». y añadía: «no hay fundamento
que persuada a tomar un conocimiento semejante ni aun por vía de
informe circular, pues el caso particular en que se funda la representación,
aunque sea cierto, no influye a abrazar la reforma proyectada, ni ésta
alcanzaría a precaver uno u otro ejemplar de igual naturaleza al que se cita.
En los modernos planes de estudio y órdenes posteriores sobre mejorar la
enseñanza está mandado con rigor el cargo de los rectores y catedráticos de
las Universidades, mucho más de lo que propone Vega para procurar
eficazmente el aprovechamiento de los jóvenes que cursan en las
Escuelas» S6.
En efecto, en los planes de las Universidades de Salamanca, Valladolid
y Alcalá, modelos de las demás, se ordenaba publicar a comienzo de cada

~6 A.H.N.,loc. cit. El Informe del fiscal lleva fecha de 28-VI-90.

283
curso un edicto sobre trajes escolares, trato, porte y conducta que deben
observar los profesores. Se habían establecido exámenes anuales para el
pase de una a otra cátedra, mul~as y otras penas para castigo de los
inaplicados y se habían hecho «estrechos encargos» a los rectores y cate-
dráticos de que avisaran a los padres y parientes de los estudiantes desapli-
cados para que los recogieran del Estudio.
El fiscal ponía por ejemplo de ·todo lo dicho el edicto publicado por el
rector de la Universidad de Valladolid en 1773 y que se renovaba a
principio de cada curso. Por consiguiente, en su opinión lo único que cabía
hacer era recordar y excitar la observancia de lo ya mandado 57.
En efecto, la sala de gobierno del Consejo, reunida para estudiar la
exposición de Vega, resolvió: «Dígase a los rectores y claustros de todas las
Universidades del Reyno sin expresar la queja de don Thomas Vega, hagan
tengan puntual y exacto cumplimiento las repetidas providencias del
Consejo, sobre moderación en el traje, porte y conducta que deben obser-
var los profesores, exámenes anuales para el pase de una a otra cátedra;
penas establecidas para el castigo de los inaplicados, y los estrechos
encargos a los rectores y maestros de avisar a los padres y parientes de éstos
para que los recogan del Estudio, expresando el Consejo de su celo por la
pública utilidad y desempeño de sus obligaciones hª"rán tengan dichas
providencias los saludables efectos que se propuso el Consejo» 58.

S7 Ibídem
S8 . Ibídem la resoludón del Consejo es de fecha del 23 del VlI-90. Publicamos íntegra la
carta:
Excmo. Señor: .
Habiendo tenido a un Hermano muchos años estudiando en una Universidad cuyo
nombre omito por su honor y el mío, y queriéndole graduar por el tiempo y. caudal, que me
ha consumido, le allo que ni puede servir a Dios por los malos habitos que ha adquirido, ni
a el Rey, porque se halla sin salud, ni a la Patria, porque no la arruine. Por lo que me he
resuelto a hacer a V. C. como tan amante del bien de la humanidad, y opuesto con la
ociosidad, para que en los sucesivo no se pierdan otros.
Son las Universidades, Excelentisimo Señor, el Emporio de las Ciencias, para cuyo fin
nuestros inclitos y piadosos Monarcas ·las fundaron, y mandaron se observase en ellas la
mayor moderación y compostura: no permitiendo pisasen sus claustros facultativo alguno
que no fuese vestido de bayeta negra, i pelo cortado, como que en ellas se havían de criar
los hombres para exemplo, doctrina y dirección de todo el Reyno.
Pero se ha apoderado tanto en ellas el luxo y la ociosidad, que el Padre que envía a un
hijo a los Estudios pierde a los demás, por los excesivos gastos que ocasiona a su casa,
visitiendose profanamente de varios colores, con cablelos largos, enrrizados y enpolvados,
como si hubieran conseguido una gran tenta por su carrera. De modo que cuando vuelven
a sus casas, ya les parecen mal sus Padres y hermanos, que estan criando a un hijo para el
alivvio de su vejez, y socorro de sus hermanos, se hayen con él lleno de vicios e inutilizado
para ir para sus padres y para la sociedad. .
Estos accidentes y mas que suceden a la juventud dependen del poco celo que tienen los
Rectores y Catedráticos de las Universidades, aquellos por no vigilar la vida y costumbres

284
De esta manera se puso punto final a este incidente que refleja una
situación de la que el Consejo recibirá en estos años continuas quejas, y
sobre las cuales se seguirá pronunciando inútilmente.
En esta encrucijada, sólo podía sacar a las Universidades de la vía
muerta en que se encontraban la corriente que existía en ese momento en el
país, aquella que trataba de unir de alguna manera el pensamiento tradi-
cional y la Ilustración, y que queda identificada con su más relevante
personaje: Jovellanos 59.

de sus individuos, y estos por el poco cuidado de que aprovechen el tiempo sus discipulos,
quienes no concurren a las aulas la mitad del curso, y si lo hacen es solo materialmente para
conseguir las fes, satisfacer con ellas a sus padres y magistrados, para que no les incluyan
en los sorteos de las quintas.
Todo este desorden se remedia, Excmo. Señor, si se digna mandar con nervio que en lo
sucesivo se establezca la practica en todas las Universidades de tener dos examenes todos
los años: el primero en los días de Carnestolendas, y el segundo, los ocho días primeros de
junio.
Los examinadores serán los Catedraticos respectivos de cada Facultad, y los decanos de
ellas lo prediran.
El Rector se instruirá en cada una de todo lo que han estudiado los muchachos desde el
principio de curso hasta aquella época, lo que igualmente hara en el ultimo examen, y el
secretario de la Universidad lo notará todo, para que conste, como tabmién las prevenciones
que se hagan a los estudiantes, a fin de que estudien y aprovechen el tiempo, y en el segundo
examen no habiendo hecho, se les notificará no vuelvan a la Universidad bajo la pena de que
se les mandara recoger por vagos.
A los Catedraticos se les encargara escribir a sus Padres para que les den otro ejercicio;
y todo bajo la conciencia y responsabilidad de cuanto gasten aquellos por no desengañarlos
o avisarlos dichos Catedraticos, quienes tampoco tendran mas dias festivos que los que
gardan los Consejos y demás Audiencias del Reino.
A los Rectores, Excmo. Señor, como a las justicias Ordinarias, les mandara recoger a
todos aquellos que con el titulo de estudiante viven sin ejercicio alguno, porque semejantes
hombres son los que pervierten y relajan, a la mejor educada juventud.
De este modo, Excmo. Señor, solo practicaran las ciencias aquellos que en la realidad
han sido capaces para comprenderlas, y separaran de los Estudios a los que son de limitados
talentos, quien tal vez por las armas, agricultura o manufacturas podran ser utilisimos a la
República sin la minoración de caudales que ocasionen inutilmente los que siguen las
Universidades, no habiendolos Dios criado para eso.
V. C. pesará con su acostumbrada prudencia estas reflexiones, pues siguiendo con el
metodo del día, las Universidades mas serviran para ruina del Estado que para educar
jovenes que les ilustren.
Ntro. Señor guarde a V. C. como se lo suplica su mas rendido y obediente servidor q. s.
m. b.

Fdo.: THOMAS DE BEGA

Villanueba y Febrero, 29 de 1790.


S9 Las Universidades no perdieron su ilusión por la reforma y en alguna de ellas se
trabajaron nuevos Planes. Desdevises du Dezert encontró tres en los Archivos de Alcalá: uno
de Romero del Barrio. otro de González Cañaveras y otro de Paret. « Richesse et
Civilization», t. 11, de L'Espagne de L'Ancien-Regime, pág. 211.

285
s. Los proyectos de reforma de las Universidades de Jovellanos

Una serie de circunstancias desgraciadas para Godoy, derivadas de sus


empresas políticas y militares, le colocaron en una dificil situación, que le
puso en la necesidad de introducir ciertas reformas en su Gobierno,.
empezando por un cambio en el personal de sus colaboradores. Esto
provocó que Jovellanos, gracias al ascendiente que su amigo Cabarrús
tenía sobre el favorito, fuera llamado a desempeñar la Secretaría de Gracia-
y Justicia, el departamento estatal que por el progresivo oscurecimiento a
que fue sometido el Consejo de Castilla, primero por Floridablanca y
luego por Godoy, había aumentado sus funciones sobre la enseñanza.
Jovellanos, mucho más que ninguna otra figura de la Ilustración
española, se había ocupado de los problemas de la instrucción pública; sus
escritos a este respecto son numerosísimos y la obra a la que con más afán
se entregó a lo largo de su vida fue a su querida fundación del Real Instituto
Asturiano, de Gijón. Se puede considerar que era el hombre más prepa-
rado del país para acometer una reforma de la instrucción pública con
éxito. Pero, ¿cuál era el pensamiento, a este respecto, del famoso escritor?
l:Ie aquí el fallo del ilustre asturiano: no lo tiene, y si lo tiene, lo expresa tan
confusamente que el lector atento de sus escritos no logra descubrirlo. A
toda su obra se la ha calificado de meramente ensayista, pero sus escritos
sobre instrucción pública addlecen -más si cabe de este defecto sustancial,
influenciado por diversos autores extranjeros: Locke, Condillac, Condor-
cet. Se mueve en un terreno abstracto y falto de precisión que no permite
entresacarse de él unas ideas claras 60. De todas formas, de su Plan de

60 La preocupación por la enseñanza de Jovellanos, se refleja en sus numerosos escritos


sobre este tema. Según el Inventario, de SOMOZA, éstos son: «Informes sobre la necesidad de
visitar los conventos y organizar los estudios de las Ordenes Militares»: dos planes de
instrucción pública; «Conversaciones de instrucción pública, considerada con relación a la
prosperidad de los Estados»: figuran en ella como interlocutores, un filósofo, un economista,
un caballero, un comerciante, un canónigo, un militar, un catedrático de Filosofía y un
togado; «Plan para la introducción de cierta obra sobre instrucción pública, en forma de
programa razonado»: al parecer, un ejemplar inédito de esta obra fue regalado por los
sucesores de Jovellanos a Pidal. Un diálogo filosófico acerca de saber, estudiar y discurrir.
Un largo discurso sobre el influjo que tiene la instrucción pública en la prosperidad social.
Otro acerca de los impedimentos para la instrucción pública. Otro sobre la perfectibilidad
de la especie humana y objeto de la instrucción con respecto a ella; «Carrta acerca de los
medios de promover la prosperidad nacional: buenas letras,"buenas luces y buenos fondos»:
al final, incluye un Plan de instrucción pública; «Meditación sobre el objeto primero de la
instrucción pública debe ser la perfección del hombre»; «Apuntamientos sobre la historia de
nuestra instrucción española»; Apuntamientos para una exhortación a reunir el estudio de
las Bellas Letras con el de las Ciencias»; «Apuntamiento acerca de la educación»; «Plan
para los estudios de las Universidades»; «Apuntamientos para la historia de las ruinas del
Peripato y del escolasticismo». La exposición hecha al Príncipe de la Paz, en 1797, sobre la

286
Estudios'para el Colegio Imperial de Calatrava y del Instituto Asturiano,
se deduce que sus ideas sobre la instrucción pública se mueven en la línea
media entre los más refractarios a las reformas y los más extremistas
innovadores, como su amigo Cabarrús. Jovellanos tiene la ventaja sobre
los refqrmistas del reinado anterior que concede mucha mayor importan-
cia a este asunto que aquéllos; para él, la enseñanza es un problema
nacional del que depende la felicidad del país. De aquí que su pensamiento
reformista sea más puro y desinteresado que el de aquéllos, y, como
consecuencia de esto, concede una extraordinaria importancia de las
ciencias útiles, que son su obsesión al instaurarlas en este país, pero no
llega por esto al extremismo de considerar que las Universidades deben ser
suprimidas, pues es imposible adecuarlas a las nuevas necesidades. El
considera que las ciencias útiles pueden ser establecidas sin inconveniente
en aquellos establecimientos 61.
En los años en que funda el Instituto y está dedicado en cuerpo y alma a
su puesta en marcha, entregado ciegamente a su empresa, radicaliza algo
sus posiciones, pero .esto es explicable por la pasión puesta en su obra. Sin
embargo, nunca llega a ver en el Instituto un establecimiento que sustituya
a la Universidad; quizá porque él mismo se daba cuenta de que la empresa
no era de tanto vuelo como la han querido presentar muchos de sus
admiradores 62. En el fondo, sigue considerando como profesión más
instrucción pública. Las bases para la formación de un Plan de instrucción pública de
1809. Vid. SOMOZA, 1.: Inventario de un jovellanista, Madrid, 1901.
Dentro de toda su producción, destaca especialmente su Memoria sobre la educación
pública, que Sarrailh la califica más como un tratado de Filosofía que un plan preciso de
organización. Vid. ob. cit., págs. 218-219. Está, además, incompleta, pues la segunda parte
que anunciaba dónde debía desarrollar su división de las ciencias, tanto de las metódicas
como las instructivas, no lo hizo. En la única parte desarrollada dedica el final, poniendo
especial énfasis en ello, a la organización de la enseñanza religiosa que debía reformarse,
dándose los domingos a lo largo de todo el ciclo de los estudios y teniendo como base el
estudio del simple catecismo, para pasar luego a la lectura y estudio de la Biblia: «Memoria
sobre educación pública, tratado de enseñanza con aplicación a las escuelas y colegios de
niños», ed. RA.E., t. XLVI, páginas 230 y S.
61 Obras de lovellanos, ed. RA.E., t. 1, Madrid, 1858, págs. 169 y s.
Jovellanos solicitó la creación del Instituto en 1789, como escuela de mineralogía y
pilotaje o náutica, que debía de favorecer la explotación y el comercio de la hulla de
Asturias, obteniendo el permiso en 1792, gracias a su amigo el entonces ministro de Marina
Antonio Valdés.
El proyecto encontró también oposición en el Municipio de Oviedo, por razones de
rivalidad local con Gijón y con el Hospital Provincial, porque fue pospuesta por culpa del
Instituto la ayuda que se le había prometido, Ed. RA.E., tomo XLVI, págs. 391-392.
62 El Instituto contaba con sesenta alumnos, trece de ellos, menores de trece años. La

lista en el Apéndice, ob. cit., t. 1, págs. 397-398.


Las obras designadas para texto son casi todas ya conocidas en las cátedras que de estas
materias existían en las Facultades de Artes de las Universidades, Muschembroeck,
Chabaneau, Fourcroy. Vid. SARRAILH, 1.: ob. cit., pág. 216.

287
importante la de abogado, sacerdote o religioso que la de comerciante,
labrador o industrial. Por eso ve el Instituto como un complemento de las
Universidades, aunque también quiere que en las Universidades entren
estos estudios; por eso, en su oración inaugural del Instituto, invitará a los
«ministros del santuario» a que se dediquen a estos estudios, y es muy
interesante la razón que da para conocer su ideología: se trata de la
obligación moral que tienen aquéllos de hacerlo para impedir que la
impiedad corrompa este tipo de estudios; correspondía, por tanto, a éstos
el santificarlos .y conservarlos en su pureza 63.
Poco antes de ser llamado al Ministerio, por su indudable prestigio en
estas materias, fue consultado por el Príncipe de la Paz sobre la organiza-
ción de la instrucción pública, lo que le dio ocasión para redactar uno de
sus escritos sobre el tema, en los que más adolece de quedarse en una serie
de consideraciones sobre la importancia de la educación, su concepto, la
división de las ciencias, etc., que no tiene siquiera altura filosófica. Proba-
blemente, Godoy quería tomar con las Universidades medidas más radica-
les que las de suprimir una cátedra o quedarse con sus rentas; buscaría
especialmente el hacerse con un poder total sobre ellas, antes de que en
ellas prendieran aún más la ideología revolucionaria. Como los aconteci-
mientos se precipitaron y J ovellanos llegó a la Secretaría de Gracia y
Justicia, y Godoy poco después abandonaba el Poder para entrar en un
eclipse que sería pasajero, aquél se encontró que podía plantear la reforma
como quisiera, y así lo hizo 64.

El Instituto contó con una subvención real de 40.000 reales y de sus gestiones en
América consiguió 5.000 duros, que no siempre llegaron puntualmente, especialmente
desde que fue exonerado y encarcelado. Diarios. lo escrito elide enero de 180 I. t. 11. pá-
ginas 500-501.
63 «Corred, y mientras una parte de nuestra juventud, ansiosa de ejercer los ministerios
de la religión y de la justicia. recibe en las escuelas generales los principios del dogma y la
moral pública y privada, venid vosotros a estudiar la naturaleza... Venid vosotros también,
ministros del santurario; no desdeñéis este inocente estudio, que talllto puede perfeccionar
vuestra sabiduría. ¡Ah! una triste necesidad os llama poderosamente hacia él. La impiedad
pretende corromperle; acudid vosotros a santificarle y conservar su pureza.» Oración
inaugural del Instituto Asturiano, ed. B.A.E., 1. XLVI, págs. 320 a 323.
El espíritu conciliador de Jovellanos queda puesto de manifiesto de forma clara en el
escrito en que propone al rey trasladarr al obispo Tavira de Salamanca para comenzar la
reforma de la Universidad, en donde pretende colarse en medio de los dos bandos
antagónicos. Vid. el texto en la pág. 268.
64 Esta Exposición, que le fue pedida por Real Orden de 16 de junio de 1797, la contestó
en 24 de agosto y 19 de octubre de 1797, y está redactada como contestación a los once
puntos sobre la instrucción pública en España a que se contraía la disposición citada. Al
parecer, la segunda parte de este informe gguarda estrecha relación con el discurso que
título Influjo que tiene la instrucción pública en la prosperidad nacional SOMOZA, 1.: ob. cit,
pág. 92.

288
Comenzó dirigiendo una exposición al rey, pidiéndole autorización
para su proyecto, y, obtenida aquélla, puso en marcha la reforma. ¿Cuál
era su planteamiento? Como era lógico, bastante coherente, con las ideas
que antes había expresado sobre el tema y que hemos expuesto. Por eso
resulta arriesgada la opinión de Sarrailh de que Jovellanos estudió profun-
damente los escritos de Condorcet y sus propuestas de reforma de la
enseñanza a la Asamblea Legislativa Francesa en los primeros años de la
Revolución, aunque los conociera, pues poco tienen que ver los escritos del
revolucionario francés con los del español, los cuales, además, sólo cono-
cemos por unos extractos 65.
En la exposición, en la que describe el Plan de la reforma, comienzo por
poner de relieve la importancia de la instrucción y su papel decisivamente
concicionante para la prosperidad de la nación. El fin de la reforma era
rectificar la dirección de los estudios de las Universidades, haciendo que la
dedicación, hasta entonces casi exclusiva que se tenía en ellas a la Teología
y la Jurisprudencia, estuviera acompañada del cultivo de las Ciecias
exactas y naturales, por funesto error, totalmente abandonadas. Sor-
prende su optimismo sobre la eficacia y el éxito que va a acompañar a la
reforma. Por eso considera que no hace falta resaltar más los vicios de la
enseñanza universitaria tradicional, pues, para él, es un hecho ya admitido
por todo el mundo, de modo que puede hablarse de una disponibilidad
general de la sociedad española para reci~ir las nuevas reformas 66.

65 Esta exposición presentada a Carlos IV, siendo ya ministro, parece ser distinta a la que
presentó a Godoy; de ella sólo conocemos un extracto, que incluyó CEA BERMÚDEZ en sus
Memorias para la vida de .Jovellanos. pág. 225. Y de la que. a su vez. MURIEL extractó
también algunas partes en su Historia de Carlos IV, t. IV, págs. 128 a 131, Sarrailh habla de
estos escritos como distintos para, en unas líneas más abajo, confundirlos. Ob. cit., pág. 218
Y núms. 3 y 4.
66 «Ya no es un problema, es una verdad generalmente conocida, que la instrucción es
la medida común de la prosperidad de las naciones y que así son ellas de poderosas o
débiles, felices o desgraciadas, según son ilustrados o ignorantes.
Mas cuando hablo de instrucción pública, entiendo yo, no lo que generalmente puede
este nombre, sino aquella especie de instrucción buena y provechosa, que, por decirlo así,
tiene en su mano las llaves de la prosperidad... ».
Hablo, pues, de aquella instrucción que busca y alcánza los conocimientos útiles, y sabe
aplicarlos mejor al adelantamiento de las naciones.
¿Y cómo es que nosotros carecemos de esta especie de instrucción?
¿Hay por ventura otra nación que nos gane en el número de establecimientos literarios?
Ninguna tiene más cátedras de Primeras Letras y Latinidad; ninguna, tantas de Filosofía,
Medicina, Teología y Jurisprudecia; ninguna tantas Universidades, Colegios Seminarios y
Casas de enseñanza... La causa, pues, de nuestra ignorancia no puede estar en el descuido
de este objeto, sino en los medios de dirigirlos.
«Nuestras Universidades fueron desde el principio unos cuerpos eclesiásticos con
autoridad pontificia. Tuvieron la preferrencia en las asignaturas de sus cátedras de Teología
y el Derecho. La filosofía se cultivó solamente como preliminar para entrar a esas ciencias

289
LA ILUSTRACION y LA REFORMA... -19
Según Muriel, era, sin embargo, consciente de la oposición que podía
levantar su proyecto, que se basaría en los peligros que podía levantar su
proyecto, que se basaría en los peligros que podía entrañar para las
creencias religiosas o para la autoridad civil. A esto atribuye el que
considerara conveniente confiar su realización a un eclesiástico de nota, el
obispo Tavira, recién trasladado de la sede de Canarias a la de Osma. El
Plan en este sentido se planteaba de la manera menos sospechosa posible,
pues, además, a semejanza de las reformas emprendidas en el reinado
anterior, se había previsto realizarla primero en la Universidad de Sala-
manca, y una vez acabado allí, ir extendiéndolo a las otras Universidades.
Para eso proponía Jovellanos trasladar a Tavira a la sede salamantina que
acababa de quedar vacante 67. El rey lo aceptó todo y expidió el siguiente
decreto, por el que se nombraba a Tavira obispo de aquella diócesis:
«Atendiendo S. M. a la urgente necesidad que hay de mejorar los estudios

y aun la Medicina y la Jurisprudencia hubieran sido descuidadas si el amor del hombre a la


vida y a los bienes pudiese olvidar el aprecio de sus defensores.»
«No hablaré aquí de los vicios de la' misma enseñanza, que de una parte eran derivados
del estado general de la literatura en Europa, y de otra, iban inherentes a la naturaleza
misma de estos cuerpos. En la renovación de los estudios el mundo literario fue peripatético
y el método escolástico, su hijo mal nacido, fijó en todo él la enseñanza. Más o menos tarde
fueron las naciones sacudiendo el yugo; y si la nuestra la siente todavía no es porque no esté
ya dispuesta a entrar en el buen sendero. Pero sí hablaré de aquel funesto error que ha sido
origen de tantos males; del menosprecio o del olvido con que en este plan de enseñanza
fueron tratadas las ciencias útiles. Los dos más grandes ramos de la Filosofía especulativa
y práctica, las ciencias anturales y exactas, fueron de todo punto descuidadas y olvidadas en
él. Si en alguna Universidad se estableció la enseñanza de las Matemáticas, la predilección
de otros estudios y el predominio del escolasticismo, les hizo luego c~er en el desprecio; y
si fue cultivada la Física, lo fue sólo especulativamente y para perpetuar unos principios que
la experiencia debía calificar de vanos y ridículos. En suma, la Matemática de nuestras
Universidades sólo servía para hacer Almanaques y su Física para reducir a nada la materia
prima.» Vid. SOMOZA, 1.: Documentos para escribir la biografía de Jovellanos, 1. 1, págs. 205-
208.
67 «V. M. sabe cuál es el primer estado de aquella primera Universidad del Reino, y

cuánto importa así mejorar el plan de estudios y gobierno, cómo conciliar los ánimos de sus
maestros y escolares, divididos en dos facciones muy encarnizadas que se infaman y
acriminan a cada paso. Los aristotélicos, acusan a sus contrarios de impíos y novadores, y,
bajo el título de novedores filósofos, les achacan todas las propiedades en que han caído los
incrédulos que en estos últimos tiempos profanaron este nombre.
y sus contrarios se vengan, imputándoles el empeño de resistir toda reforma de estudios
y hacer la guerra a toda frustración para conservar sus anejas opiniones: su adhesión a las
usurpaciones de la curia romana, su aversión a la autoridad soberana y sus regalías, su
ambición de dominar las escuelas, de conservar la influencia de los regulares en ellas y, en
una palabra, de perpetuar la ignorancia.
Qué sabiduría, qué prudencia, qué virtud no necesita un prelado puesto a la vista de esta
escuela general, que, por desgracia, parece todavía un establecimiento eclesiástico.)) Don
Antonio Tavira era el prelado que reunía todas las cualidades necesarias para la empresa.
«Es nuestro Bossuet y debe ser el reformador de nuestra Sorbona.)) Autógrafo de Jovellanos,
de 20-V-1798. Vid. Diarios, 1. 11, págs. 463-465.

290 '
de Salamanca para que sirvan de norma a los demás ~el reino, y a las dotes
de virtud, prudencia y doctrina que requiere este encargo y concurren en el
Ilmo. Sr. D. Antonio Tavira, obispo de Osma, he venido en nombrarle
para el Obispado de Salamanca... a fin de que ... pueda desempeñar más
fácilmente las órdenes que se le comunicarán acerca de tan importante
objeto» 68. .

Así, el Plan no parece plantearse de manera muy innovadora ni en su


fin, ni en la manera de llevarlo a cabo. Según cierta interpretación que ha
recibido el pensamiento jovellanista, cabría interpretarlo como un aspecto
de su personal intento de querer aunar en toda su obra Modernidad y
Tradición 69; para otros, su Plan está excesivamente influido de espíritu
eclesiástico 70. De todas formas, no es fácil saberlo, sobre todo teniendo en
cuenta que, al no llegarse a realizar las reformas, no conocemos en su
conjunto lo que hubieran sido y significado.
La idea de la reforma, tan bien recibida inicialmente porel rey, se torció
en seguida. Parece ser que Tavira, desde el primer momento, no compartía
la opinión optimista ~e Jovellanos, que consideraba, como hemos dicho,
al país deseoso de ella. Desconfiaba de la Corte, en donde habías residido
largo tiempo como capellán, y no consideraba la posición de Jovellanos en
el Gobierno tan firme como él creía. Pero aceptó el traslado, aunque pudo
comprobar la exactitud de sus temores, pues, llegado a Salamanca enjulio,
en el mes de agosto el ministro era desposeído de su cargo. No es el caso
entrar aquí en las causas de esta defenestración, por otra parte, estudiada
por diversos autores; el caso es que dejó la reforma nonnata y preterida
para más adelante, correspondiente a su sucesor, el marqués de Caballero,
mientras que Tavira, tras su destacada actuación en el asunto de las
dispenss matrimoniales en el interregno del Papado, a la muerte de Pío VI,
quedaría en una prudente sombra a consecuencia de ello y alejado de los
asuntos públicos hasta su muerte, en 1807, no interviniendo en la reforma
que preparó Caballero 71.

68 El texto del Decreto, en MURIEL, A.: ob. cit.. pág. 146.


69 Vid. PEÑALVER, P.: Modernidad tradicionaL en eL pensamiento de JovelJanos, y RODRÍGUEZ
~ASADO, V.: Conver~aciones de Historia de España, 1. 11, página 76. También 1. Reglá
l?terpreta el pens~mlent? de Jovellanos como una vía media entre los ultramontanos y
lIberales, aunque SIO partIr de los presupuestos conservadores de los autores anteriores. Vid.
Comprende eL mon, páginas 161 y s.
70 L. Santullano lo dice así: «Se sabe que presentó el rey Carlos IV una Memoria

encaminada a la reorganización de la enseñanza... excesivamente influida de espíritu


eclesiástico.» JoveLlanos, pág. 37.
71 Vid. MURIEL, A.: oh. cit, pág. 147. Sobre la personalidad de Tavira, vid. el propio
MURIEL, A.: oh. cit., págs. 133 y s.; HERR, R.: oh. cit., págs. 347-349, y SEMPERE, 1.: oh. cit.,t.

291
6. Reformas de Caballero

Al producirse la caída de Jovellanos, fue sustituido en su puesto por


José Antonio Caballero, que en seguida, a diferencia del famoso asturiano,
iba a adquirir una posición firmísima en el Gobierno de la Monarquía. Al
principio, colaboró estrechamente con Urquijo, encargado de la Secretaría
de Estado, en la política regalista, e incluso antirreligiosa y cismática que .
desarrolló éste. Pero tuvo la habilidad de que la caída de Urquijo no le
arrastrara a él, a pesar de provocarla precisamente la política seguida
contra el Papado, sino que, por el contrario, su_ posición salió decisiva-
mente consolidada de tal crisis, de forma que ya permaneció en su puesto
hasta el final del reinado. Su larga gestión fue veneficiosa para la suerte de
la instrucción pública, pues, dentro de los asuntos propios de su Ministe-
rio, le dedicó una atención preferente. Lograría, sobre todo, llevar por fin a
buen término la elaboración de un Plan general de reforma de las Universi-
dades, consiguiendo hacer así lo que ni los gobernantes de Carlos III
lograron llevar a cabo, y que vería la luz precisamente en las postrimerías
del reinado, circunstancia desgraciada que frustraría, en parte, su eficacia
práctica.
Parece interesante hacer un breve diagrama de la personalidad política
de Caballero, por su íntima rel~ción con las medidas que vamos a exami-
nar. Hay que decir, antes de nada~ que esuna figuara borrosa, poco
conocida y, en general, enjuiciada de modo muy negativo por los que han
escrito sobre su actuación política. Se le ha encuadrado dentro del partido
ultramontano, como el representante más destacado que tuvo en el Poder
esta facción reaccionaria. Consideración en la que ha tenido especial
influencia· Godoy,. que, en sus Memorias, le hace culpable de todas las
medidas que en dicho sentido tuvo que adoptar, afirmando que, a pesar de
sus intentos para expulsarle del Ministerio, estaba tan fuertemente soste-
nido por aquel partido, que no pudo conseguirlo, lo que, dado el tono
general de intentode justificación con que están escritas dichas Memorias,
ofrecen pocos visos de credibilidad tales afirmaciones. Muriel, Alcalá
Galiano, Pizarro y Caveda, también lo consideran como personaje retró-
grado, opuesto al progreso, y el último de los escritores citados llega a decir
textualmente que era un «envilecido fanático que aborrece todo linaje de
progreso y teme y combate los buenos estudios» 72. Sin embargo, todos

VI, pág. 43. El profesor 1. Saugnieux le ha dedicado una importante monografía, ya citada,
vid. nota 7.
72 Vid. CORONA, C.: RevoLución y reacción en eL reinado de Carlos IV, páginas 316-327,

y Las ideas políticas en eL reinado de CarLos IV, págs. 41-42. La cita de Caveda se encuentra

292
estos juicios, demasiado influenciados por el hecho de que fue a él, por
causa del cargo que desempeñaba, a quien correspondía dirigir la repre-
sión que decidió hacer el Gobierno contra diversos miembros del llamado
partido jansenista y, de manera especial, la de Jovellanos, y, por otro lado,
el recrudecimiento de medidas dirigadas a detener la propaganda de la
ideología revolucionaria, sobre todo la famosa de 1802, que prohibía la
introducción de libros en francés, son muy superficiales y no reflejan la
personalidad política del ministro. Aquellos hechos fueron consecuencia
de una política general, adoptada por todo el Gobierno, y no de una
actitud personal, tomada por él, Menéndez y Pelayo creemos que ha
juzgado con exactitud a Caballero al retratarle como «ruin cortesano,
principal agente de las persecuciones de Jovellanos y hombre que se
ladeaba a todo viento» 73. Permaneció en Madrid, una vez que se apodera-
ron de esta ciudad los franceses, y colaboró con el gobierno de José
Bonaparte, que le nombró consejero de Estado. Esta conducta le obligó ya
a emigrar a Francia, ;:¡l ser derrotados los franceses. El trienio constitucio-
nalle abrió otra vez las puertas de la Patria, a donde regresó, para morir al
poco tiempo, en 1821.
Las circunstancias políticas son la causa de su aparente ultramonta-
nismo, p~ro su labor concreta en ciertos asuntos, como el de la reforma de
la enseñanza, y su actitud final de «afrancesado», nos lo presentan como
un personaje de ideología «ilustrada» y de rara habilidad política, que le
permitió sacar adelante reformas que otros, de mucha más fama que él, no
consiguieron hacer prosperar.

en un trabajo inédito, Estado económico e intelectual del reinado de Carlos IV, que M:
Lafuente recoge en el t. XXII, página 345, núm. 1 de su Historia general de España. José
Antonio Caballero nació en Aldeadávila (Salamanca) en 1754. Estudió Leyes en la
Universidad de Salamanca y fue decisivo en su carrera el apoyo de su tío el teniente general
Jerónimo Caballero. ministro de la Guerra. gracias al cual en 1797 fue nombrado fiscal
togado del Consejo Supremo de Guerra, cargo del que pasaría ya a la Secretaría de Gracia
y Justicia.
En 1778 se casó con una camarera de la Princesa de Asturias. lo que también le ayudaría
en su carrera. ya en el reinado de Carlos IV. cuando aquella fuera Reina.
Aunq~e cesó en la Secretaría como consecuencia del motín de Aranjuez y la proclamación
de Fernando VII. Este le nombró gobernador del Consejo de Hacienda y miembro del
Consejo de Estado y del Consejo Privado.
Trató de defenderse de los ataques recibidos, sobre todo de L1orente, con su escrito:
«Carta escrita a Don Juan Nellerto en la defensa de su honor, de su rey y de su nación y de
la tropa que se halló en los sucesos de Aranjuez», Burdeos, 1815.
73 MENÉNDEZ y PELA YO, M.: Heterodoxos t. 11, pág. 535.

293
A) REFORMA DE LOS ESTUDIOS JURIDICOS

Antes de acometer la reforma de las Universidades, Caballero llevó a


cabo importantes reajustes en los estudios de algunas Facultades universi-
tarias, en los cuales se encuentran ya las ideas básicas que presidirían
aquella reforma general.
El planteamiento de la reforma de los estudios de Jurisprudencia, la
primera llevada a cabo, tiene un claro sentido ideológico por considerar a
los abogados unos profesionales especialmente inclinados a la radicaliza-
ción: se trataba de reducir el número de abogados del país, cuyo exceso
había sido repetidamente denunciado por otras razones por diversos
escritores «ilustrados». Unos, abogados, que trataban el tema de una
manera más específica, y otros, reformistas, en general, que influidos por
ideas economistas, veían claramente perjudicial para el país el exceso de
personas dedicadas a este tipo de profesiones, son los casos, entre otros ya
relatados, de Olavide, Cabarrús, Jovellanos 74.
Este exceso de abogados era producido, entre otras razones, por la
facilidad que podía obtenerse el título necesario para poder ejercer la
profesión, mediante las pasantías y exámenes de abogados en las Audien-
cias, no habiendo surtido efecto por su inaplicación las medidas dictadas
en 1773 75 • Este exceso de «picapleitos y memoralistas prácticos», como los
llama De la Fuente, venía preocupando al Gobierno, que había ordenado
limitar el número de los matriculados en Madrid a sólo 200 76 • El arreglo de
la carrera iba a hacer que la consecución del título fuera más difícil, para
así evitar que tanta gente se dedicara a esta profesión, alargando su
duración. Así, aparte de lograr que mejorara la reparación profesional de
los abogados, muy deficiente, descendería el número de aspirantes a la
abogacía.

74 PÉREZ VILLAMIL, 1.: «Disertación sobre la libre multitud de abogados, si es útil o si

fuese conveniente reducir el número de estos profesores, etc., leída el 16 de octubre de 1782
en la Real Academia de Jurisprudencia», Ibarra, Madrid, 1782; vid. también el trabajo
citado en la nota 111 del cap. 111.
7~ D~ L~ FUENTE, V.: oh. cit, pág. 254. La prohibición de recibirse de abogado de
~udlencla S10 tener el título de Bachiller en Leyes y de no ser suficiente el título en Cánones,
dictada en 1773, fue de nuevo renovada en 1804. Novísima, Libro VIII, Título VII, Ley XIV.
76 Por Reales Órdenes de 20 de mayo y de 9 de diciembre de 1797, se previno a la Real

~ámara qu.e no era el Real ánimo de S. M. el conceder dispensa de alguna de estas


clrcunsta~clas que deb~~ conc~rrir en q~e hayan de recibirse de abogados por el Consejo y
demás Tnbunales. NOVlslma, Libro V, Titulo XXII, Ley 11, núm. 4. La reducción del Colegio
de :~.bogados de Madrid a ~oscientos estuvo motivada, sin embargo, más por razones
pohtlcas, para cortar este posible foco de propaganda revolucionaria. Real Orden de 30-IX-
1794. Novísima. Libro V, Título XII, Ley XXX. "

294
El nuevo Plan de la Facultad de Jurisprudencia se basaba, sobre todo,
en la idea de uniformidad de una manera mucho más clara y terminante de
la que se planteó en las reformas de Carlos III. En éstas, dada la manera de
llevarse a cabo los Planes de estudio, cada uno tenía sus peculiaridades y
diferencias, provocadas sobre todo por el distinto número de cátedras que
en cada Facultad existían. El nuevo Plan, a pesar de esta dificultad,
uniformó absolutamente todo lo concerniente al Plan de estudios de la
carrera: años de duración, materias que había que estudiar y los textos por
donde debían seguirse las enseñanzas de las cátedras.
La carrera pasaba a durar diez años, que se repartían de la siguiente
manera: cuatro años hasta el grado de bachiller, dedicados fundamental-
mente al estudio del Derecho romano, como era habitual. A continuación
otros cuatro años de estudio del Derecho patrio y, finalmente, dos años
más de pasantía privada en el estudio de un abogado 77.
Este Plan de estudios nos señala ya que se pretendía dar más extensión
al estudio de un Derecho patrio, siguendo la línea marcada por las refor-
mas de Carlos III. Y precisamente se resaltó este punto de una manera
llamativa, pues se dio a la reforma el título de creación de dos cátedras de
Derecho patrio, como si hasta entonces las Universidades no hubieran
contado con cátedras dedicadas a este estudio, cuado precisamente, en las
reforams del reinado anterior, se habían creado una o dos cátedras, según
los Planes de estudio de cada una de ellas. La innovación sólo consistía en
lograr en este punto uniformidad en todas las Facultades, de forma que

77 Órdenes de 29-VIII-1802 y de 5-X-1802, en Novísima, Libro V, Título XXII, Ley 2

y VII, 4, 7.
«Mando, que ninguno pueda ser recibido de Abogado, sin que haga constar, que después
del grado de Bachiller ha estudiado quatro años las leyes del Reyno, presentándose en las
Universidades en que hay Cátedras de esta enseñanza, a lo menos dos, pudiendo emplear los
otros dos en Derecho Canónico; y sin que después de estos estudios no acredite haber tenido
por dos años la pasantía con algún Abogado de Chancillería o Audencia, asistiendo
frecuentemente a las vistas de los pleytos en los Tribunales; lo que certificarán los regentes
de ellos a quienes avisarán los abogados de los pasantes que reciban, para que les conste y
puedan celar y certificar su asistencia, a fin de evitar los fraudes que en esto se cometen
continuamente.»
Sólo los de Madrid y su Rastro podían tener pasantía en la Corte, aunque no hacía
referencia a la norma que redujo el Colegio de Abogados de la capital a doscientos, debían
de estar relacionadas ambas medidas.
La exigencia de los diez años era tan radical que si se hacía el bachillerato en tres años
por el privilegio concedido al grado a claustro pleno, había que extender la pasantía a tres
años. Y las Universidades que tenían el privilegio de que su grado de licenciado estuviera
equiparado al recibimiento de abogado en Audiencia, por tanto, a los ocho años, cuatro de
bachillerato y cuatro de licenciatura, se podía ejercer la profesión, se ordenaba que los
cursantes siguieran en la misma Facultad dos años más de estudios, o se sujetaran a la
pasantía.

295
tuvieran dos cátedras y dedicaran cuatro años de la carrera a este estudio.
Por eso era más trascendental para el estudio del Derecho patrio el que se
impusiera como texto en todas las cátedras del país las Instituciones de
Derecho de Castilla, obra de los juristas Asso y De Manuel, que, junto con
la Nueva Recopilación, debían comprender los dosprimeros años de estudio
de la carrera, mientras que en los dos siguientes habían de estudiarse las
Leyes de Toro y la Curia Filípica 78.
El interés que puso el ministro en que se llevara a efecto este estudio por
los textos citados, especialmente el Asso y De Manuel, y que se desterrara
de las aulas la Ilustración Real del paborde Sala, que se usaba desde hacía
años en algunas Facultades, motivó que De la Fuente y algunos otros
escritores que le siguen sospecharan que detrás de la pretendida creación
de las cátedras de Derecho patrio, se encubría una maniobra en favor de la
obra de estos últimos autores contra la del paborde Sala, dada la especial
relación amistosa que existía entre Caballero y Asso. Sin llegar a tanto, sí
puede dicirse que la reforam fue aprovechada para favorecer las Institucio-
nes, de Asso y De Manuel, ya que es difícil encontrar otJra justificación al
interés que se tuvo por imponer aquella obra 79.

78 «La lectura de los nueve libros de la Recopilación y los Comentarios a las Leyes de

Toro, por Antonio Gómez, es lo único que se estudia donde hay cátedras de esta enseñanza,
como en Salamanca, pero no es bastante para adquirir una instrucción fundamental en las
leyes del Reino que sea capaz de la extensión y perfección que presta después la experiencia
y el manejo de los negocios, el que se asista todos los años a dos cátedras con la misma
asignatura o con diversa tampoco trae conocida utilidad y será mejor que la asistencia a una
sola proporcione a unos jóvenes ya adelantados el tiempo necesario para la meditación de
las materias tratadas o que deben tratarse, que es el único medio de radicarse en ellas, con
lo que al mismo tiempo se podrá proporcionar una cómoda división de este estudio... Con
este estudio y procurando los profesores (alumnos) dedicarse a la lectura del Prieto Sotelo,
Mesa, "Arte histórico-legal", "Themis-Hispana" de Cortés, vulgarmente dicha de Franckenau,
y las "Cartas", de Burriel y Amaya, puede-salir de las Universidades con unos conocimientos
nada vulgares y en disposición de poder ser útiles a la carrera de la abogacía y del
magisterio.» Cédula de 26-XI-18ü2. En la Novísima Recopilación está abreviada, Libro VIII,
Título IV, Ley VII. Puede verse íntegra en MONTELLS, F.: ob. cit., págs. 384-386.
79 La obligación de estudiar por las Instituciones. de Asso y De Manuel, fue repetida por

Real Decreto de 2-VI-18ü5, inserto en la Real Cédula de 15 de julio de aquel año, que iba
al frente de la Novísima Recopilación. Pero el año siguiente hubo de recomendarse de nuevo,
pues se usaban en unas Universidades las Instituciones, de Asso y De Manuel, mientras que
en otras seguían aferradas a la Ilustración, de Sala, y en la nueva disposición se decía que
para evitar esta «controversión que procede en la mayor parte por 1& de los catedráticos
interesados los más en el despecho de estas obras, ha resuelto S. M. que se circule a las
Universidades del Reino la Real Cédula citada (15- VII-18ü5), a fin de que se observe
puntualmente lo prevenido en ellas sobre la enseñanza del Derecho patrio». Esta disposición
es de 28-XII-18ü6. Vid. RUBIO y BORRÁS, M.: ob. cit., t. 1, pág. 348. V. de la Fuente expone
su opinión en ob. cit., t. IV, págs. 254 y s., y 262 Y s.

296
El procedimiento de implantación de esta reforma fl,le el que ya era
tradicional en esta época: empezar por realizarla en Salamanca, y, una vez
establecida allí, extenderla a las siguientes Universidades: Valladolid,
Alcalá, Valencia, Granada, Toledo, Huesca, Zaragoza, Santiago, Oviedo
y Cervera. La enumeración expresa de éstas, dejando fuera a las- demás,
puede considerarse como un aviso claro de que ya existía la idea, que se
llevaría a cabo sólo cinco años después de reducir el númeró de Universida-
des, de una manera incluso radical, pues no s610 se suprimirían las que no
se mencionan, sino incluso algunas de las mencionadas 80.
Con esta reforma no se lograron los fines perseguidos, especialmente el
de reducir el número de abogados. Buena prueba de ello es que, cinco años
después, con ocasión del Plan General, el de la Facultad de Jurisprudencia
volvería a sufrir diversas modificaciones, en busca del mismo objetivo, que
no se había logrado 81. Pero el problema no era fácil de resolver, y el país
padecería el exceso de abogados, como de un mal endémico a lo largo de
todo el siglo siguiente, a pesar de los nuevos intentos que se llevaron a cabo
para ponerle coto. Lo que sí consiguió esta reforma fue dar un paso más en
el camino de la uniformidad y de la atención al estudio del Derecho·patrio.

B) REFORMA DE LOS ESTUDIOS MEDICOS y FARMACEUTICOS

La otra reforma que llevó a cabo, en las Universidades, Caballero,


antes de realizar el Plan general, tuvo por objeto los estudios de Medicina.
La decadencia en que estaban estos estudios en las Universidades y el
prestigio que habían adquirido los Colegios de Cirugía, especialmente el de
San Carlos, llevó a pensar que lo mejor sería reunir ambas enseñanzas,
hasta entonces totalmente separadas y con títulos independientes que
habilitaban, uno para el ejercicio de la profesión médica y el otro de la
cirugía. El Protomedicato, órgano que gobernaba los estudios de Medi-
cina, luchaba celosamente por mantener sus privilegios, tratanto de evitar
que los cirujanos que salían de los Colegios fundados en aquel siglo en
Barcelona, Cádiz y Madrid, pudieran llegar a tener los mismos derechos
que los médicos.
El prestigio de los cirujanos catalanes, especialmente Gimbernat, que
había puesto en marcha el Colegio de Barcelona, y, por encargo de Carlos

80 Vid. Real Cédula de 26-XI-1802, que, empleando la teminología tradicional, las


llama me~res. reservando el título de mayores a las tres Castillas: Salamanca. Alcalá y
Valladolid. Lo cual resulta chocante, pues a partir de las reformas de Carlos III se había
dejado oficialmente de emplear esta terminología.
81 Vid. PESET, M.: «La enseñanza del Derecho y la legislación de las Universidades», en

A.H.O.E., 1. XXXVIII (1968), págs. 229-376, especialmente páginas 240-243.

297
III, el de San Carlos, dio fuerza a los reformadores para tratar de c0t.'lseguir
la supresión del Protomedicato. Pero la lucha que se debió desarrollar
alrededor de esta cuestión fue durísima, según dejan entrever la serie de
disposiciones que se sucedieron, unas a favor y otras en contra de cada
unos de los qos bandos 82.
Los innovadores consiguieron, en principio, triunfar, y, por Decreto de
12 de marzo de 1799, fue creada una Facultad completa de Medicina y
Cirugía en el Colegio de San Carlos, donde se reunieron por primera vez
ambos estudios, fuera de la Universidad. Para gobernarla fue creada una
Junta general de gobierno, y, suspendido en el mes de abril, el Protomedi-
cato. Al mismo tiempo, se creaban en Salamanca, Santiago y Burgos tres
Colegios de igual tipo, es decir, con estudios y cirugía, teniendo los dos
primeros como base a las respectivas Facultades de Medicina de aquellas
Universidades. Las demás Facultades de Medicina quedaban
suprimidas 83.
Pero la reforma duró muy poco tienpo; los defensores del Protomedi-
cato no se dier~:>n por vencidos, y, por un Decreto de 23 de agosto de 1801,
consiguieron que fuera revocado el anterior. De esta forma, el Protomedi-
cato fue restablecido, suprimiéndose la Junta general de la Facultad
reunida, como se la llamaba. Los estudios de Medicina de Madrid volvie-
ron al Hospital, yen las Universidades se restablecieron las Facultades de
Medicina, especificándose que en todas hubiese estudios de Medicina
práctica, Anatomía, Física experimental y demás lazos comunes a la
Cirugía y a la Medicina; se pidió además a las U niversidades de Salamanca,
Valladolid, Zaragoza, Valencia, Cervera y Sociedad Médica de Sevilla, que
enviaran informes so~re su situación. Los Colegios que se habían creado
en Salamanca, Santiago y Burgos, se convertían en el de Cirugía única-
mente, con un plan de estudios igual al de San Carlos, y el primero de ellos
se ponía baj<? la dirección de la misma Universidad, sin que sepamos por
qué no se hizo igual con el de Santiago. Las razones que daba el decreto
para haber vuelto a separar ambos estudios eran que, «sin embargo, de su

82 Por Real Orden de 5-VI-1794 se resolvió que, en adelante, en ninguna Universidad se

diesen grados de Medicina, sino a los que realizasen cursos regulares en Salamanca, Alcalá,
Valladolid, Granada, Sevilla, Santiago, Huesca, Zaragoza, Valencia y Cervera, asegurándose
por medio de informes de que los pretendientes habían estudiado y ganado en ellos los
cursos necesarios. Novísima, Libro VIII, Título VIII, Ley XIII, núm. 7. DE LA FUENTE, V.: ob.
cit., tomo IV, págs. 178 y S.
83 El Protomedicato quedó extinguido por Real Orden de 20 de abril de 1799. La
regulación de este organismo puede encontrarse en la Novísima..., Libro VIII, Título X,
Leyes 1,3,5,6,9. Vid. MUÑoz GARRIDO, R.: Ejercicio legal de la Medicina en &paña (siglos
XV al XVII!), Salamanca, 1967, pág. 158.

298
íntima conexión tienen una y otra límites bien marcados, no es necesaria ni
es para todos su completa instrucción, y para casi ninguno su execución en
todas edades». El rey acaba expresando su su firme voluntad de que los tres
estudios de Medicina, Cirugía y Farmacia -también nombraba a esta
última, aunque no había sido objeto de atención en aquel momento-,
tuvieran un gobierno totalmente independiente, constituido por una Junta
gubernativa. De todas formas, al Protomedicato le quitaron con este
motivo las atribuciones judiciales que tenía para resolver todos los litigios
en dque intervinieran los médicos, quedando reducida su competencia al
«cuidado de la salud pública y el gobierno puramente escolástico yeconó-
mico de la Medicina» 84.
La situación no tardó en cambiar de nuevo. Carlos IV había formado
una Junta en 1800, como consecuencia de la supresión del Protomedicato,
y la reunión de las enseñanzas de Cirugía y Medicina presidida por
Gimbernat, con el fin de que elaborara un plan de estudios para los nuevos
establecimientos. El primer proyecto fue rechazado y debió de ser una de
las razones que influyeron en el rey para volver a la situación anterior.
Gimbernat que seguía gozando del favor real, aconsejó que se formara una
Junta sólo de cirujanos, ya que en la otra formaban parte y también
médicos, y de ahí venía la dificultad de poder llegar a un acuerdo 85. El rey
accedió, y, como consecuencia del informe que se eleboró, el Protomedi-
cato volvió a ser suprimido, siendo sustituido por una Real Junta Superior
Gubernativa de Medicina. La disposición, con fecha de 18 de enero de
1804, organizaba la Junta de forma que estaría compuesta de cinco médi-
cos de la Real Cámara, que debían celebrar sus reuniones, siempre donde el
rey estuviese, para que le pudieran proponer en seguida los acuerdo que
tomaran. Su misión era la de velar sobre los estudios médicos de todas las
Universidades, debiendo para ello proporcionarles una obra elemental
completa de Medicina, arreglar sus planes y suprimir las Facultades que no
pudieran mantener el número de, suficientes cátedras. Se mantuvo la
prescripción de estudiar la clínica en Madrid, con la única excepción, ya de
antes concedida, y dada a los que estudiaban en Salamanca, aunque sí del
arreglo de las Universidades resultase que algunas estaban en condiciones
de restablecer los estudios de la Clínica, se podría proponer su habilita-
ción. Los títulos de médico debían ir firmados por todos los componentes

84 El Protomedi.cato quedaba. sólo para el «.c~idado de la salud pública y el gobierno


puram~nte es~olást.lc~ ~ económIco de}a Medlcma, promoviendo sus adelantamientos y
concedIendo lIcenCIa umcamente para ejercer esta Facultad a los que tengan la instrucción
que se requiere para bien desempeñarla ... Las antiguas competencias contenciosas pasaban a
las justicias ordinarias. Novísima..., Libro VIII, Título X, Ley XII.
85 DE LA FUENTE, V.: ob. cit... págs. 185 y s.

299
de la Junta 86. A los Colegios de Cirugía se le dieron unas Ordenanzas, en
donde se ratificó su independencia de la Medicina 87.
Con motivo de esta lucha de los cirujanos contra el Protomedicato, los
farmacéuticos, sometidos también a la férrea tutela de Ros protomédicos,
con evidente perjuicio y descuido de estos estudios, lucharon igualmente
por emanciparse. Ya, en el reinado de Carlos III, hemos visto cómo se creó'
la figura del Protofarmacéutico, en la persona del boticario mayor del rey,
consecuencia de lo cual fue la creación de las cátedras de Química, Botá-
nica y Farmacia, en el Jardín Botánico, para la en~eñanza específica de esta
ciencia, que hasta entonces no había existido; pero los estudios seguían
bajo la tutela del Protomedicato. La supresión de éste, en 1799, fue la
ocasión que aprovecharon los farmacéuticos para pedir ser gobernados
por un organismo propio e independiente. De acuerdo con ello, se creó la
Real Junta Superior de Farmacia, el 24 de marzo de 1800. Restablecido el
Protomedicato al año siguiente, le fue respetada su independencia a la
Junta de Farmacia, y aún se acentuó, pues sus incipientes estudios estaban
en conexión con la llamada Facultad reunida. Se dispuso que se erigieran
otras Escuelas, aparte de la de Madrid, en otros puntos de la Península,
quedando bajo el gobierno de esa- Junta, a la que competía todo lo que se
refiriera a su gobierno económico y académico, así como la expedición de
títulos. Se resaltaba la independencia de esta Facultad de Farmacia,

86 Novísima..., Libro VIII, Título X, Ley XIII, que, como todas las anteriores, en que se

restablecía o se suprimía el Protomedicato, comenzaba diciendo que la medida se


promulgaba .«con el fin de que el estudio de la Medicina en todos mis dominios llegue a
aquel grado de perfección de que es capaz». En este caso, «teniendo a bien resolver, se
forma una Junta suprema de Medicina, que vele sobre esta enseñanza, sus progresos y
profesores», se volvía a suprimir el Protomedicato.
Eran individuos natos de la junta «los que se hallaran en continua servidumbre y
ejercicio al lado de mi Real persona, y los demás de Cámara con ejercicio o de número a
falta de éstos, hasta completar los cinco vocales». «Ha de velar esta Junta sobre los estudios
médicos de todas las Universidades; siendo de su cargo proporcionarles una obra elemental
completa de Medicina, arreglar sus planes, extinguir el estudio de esta Ciencia donde no
puede haberlo con aquellas cátedras necesarias para él, que deberán ser dotadas completa-
mente, y procurar, que una vez establecido, se observe puntualmente». Además, debían
firmar todos los títulos de Médicos que se expidieran y formular las propuestas de Médicos
del Ejército y de Hospitales Militares y otros destinos del Real servicio. Novísima, Libro VIII,
Título XII, Leyes V y VI.
87 «Observancia de las ordenanzas generales para el régimen escolástico y económico

de los Reales Colegios de Cirugía y gobierno de esta Facultad en todo el Reyno... )), en
Novísima. .. , Libro VIII, Título XII, Leyes VIII a XIII.
«La Real Junta Superior Gubernativa de los Colegios de Cirugía ha de continuar
conociendo con total independencia y absoluta separación en todo lo concerniente a la
enseñanza y gobierno económico de su FAcultad)). Ibídem.

300
respecto de las de Medicina y Cirugía, así como su igualdad; en consecuen-
cia, los visitadores de Boticas serían nombrados por la Junta 88.
En 1804, la nueva supresión del Protomedicato fue la ocasión que
aprovechó la junta para presentar a la aprobación las nuevas Ordenanzas
por la cuales se regiría, de acuerdo con los principios de igualdad e
independencia que se le concedió en 1801. La Junta la formaban el
Boticario mayor, como presidente, más seis boticarios de cámara de
primera clase. Las Ordenanzas generales regulaban el ámbito de compe-
tencia de la Junta, deteniéndose con especial minuciosidad en la forma de
realizar las visitas de las boticas; pero se ocupaban también del problema
de la enseñanza de su ciencia. Aprobaron la creación de cuatro Colegios o
Facultades -pues, indistintamente, se los llamaba por ambos nombres-
en Madrid, Barcelona, Sevilla y Santiago, disponiendo que, en adelante,
para el ejercicio de la farmacia era necesario su estudio en algunas de estas
Facultades, según unplan de estudios de tres años. Era requisito previo el
bachillerato en Artes, y luego dos años de práctica en una botica. La
Facultad de Madrid fue única que empezó a funcionar, pues las cátedras de
que componían, Botánica, Química, hacía varios años que habían sido
erigidas. Las otras Facultades no llegaron a abrirse, pues antes estalló la
guerra de la Independencia 89.
Las Facultades de Medicina de las Universidades acabaron salvando,
después de toda esta lucha contra su supresión, su continuidad, pero su
estado, precisamente en estos años, no podía ser más calamitoso, como nos
refiere un testimonio autorizado de la época, el del famoso médico Orfila,
estudiante en los últimos años del reinado de Carlos IV, en la Facultad de
Valencia 90.

88 Por Cédula de 24 de marzo de 1800, se creó la Junta Superior Gubernativa de

Farmacia y por Real Cédula de 28 de septiembre de 180 I se crearon las cátedras de


Química, Botánica y Farmacia, no indicándose los lugares en dode debían establecerse en
esta disposición. Establecidos los exámenes llamados de reválida, éstos se harían directamente
por las Junta hasta que estuvieran establecidad las Escuelas. En la misma Real Cédula se
establecían las visitas de boticas y la revisión de las obras de las obras de Farmacia, de
forma que no podían extinguirse ninguna sin su aprobación. Y al final se establecía la
absoluta igualdad y equiparación de las tres Facultades: Medicina, Cirugía y Farmacia.
Novísima. .. , Libro VIII, Título XIII, Leyes VI y VII.
Una descripción de los farmacéuticos en esta época, en FOLcH Y ANDREU, R.: El
farmacéutico español del siglo XVIII (discurso de apertura en la Universidad Central),
Madrid, 1940.
89 Real Cédula del Consejo de 5 de febrero de 1804. Los siete vocales de la Junta eran

boticario mayor del Reino, como presidente nato, y los seis boticarios de Cámara, como
directores natos de la Junta. La parte que regulaban con más extensión las Ordenanzas eran
las visitas de boticas. Novísima... , Libro VIII, Título XIII, Leyes VIII a XI.
90 Sobre el estado de la enseñanza de la Medicina en las Universidades tras esta reforma
vale la pena entresacar un párrafo de esta poco conocida carta porque en ella vuelven a

301
C) . EL PLAN GENERAL DE REFORMAS DE LAS UNIVERSIDADES DE 1807

a) La actitud de las Universidades ante el Plan


Esta nueva atención por las Universidades por parte del Estado hizo
renacer en los claustros la esperanza de que les llegara, por fin, la ansiada.
reforma y se vuelven a dirigir al Gobiern,o, pidiendo que intervenga, pues
es él, repiten de nuevo, el único que puede solucionar la situación 91.
Representativo del espíritu reformista que en este momento actúa en
las Universidades, fruto en gran parte, como ya hemos dicho, de la
ideología revolucionaria que entró en ellas a raíz de la reforma carolina, es

repetirse, más o menos, las mismas críticas que hemos visto denunciadas por los reformadores
más antiguos: «Vuestra merced sabe que Don Hernández me dijo que la Universidad de
Valencia era la mejor de España y quizá «de Europa». Yo, como un inocente, me lo creí.
¡Ah, padre! Sólo tengo aliento para decirlo que primero morir que quedarme diez días más
en esta universidad, primero hacerme zapatero, sastre, tejedor, primer morirme de hambre
que quedarme, perdiendo mi juventud entre bárbaros que son los que aquí habitan. En esta,
Universidad donde algunos amigos y yo hemos sacado el cómputo, del que resulte que al
año se dan de cincuenta y cinco a cincuenta y seis clases, y sino saque usted del diez de mayo
al cuatro de noviembre, que la puerta permanezca cerrada, saque UJn mes en derredor de
Navidad, saque usted un mes por Pascuas, saque quince días por Carnaval, saque usted los
jueves, fiestas de Misa y de precepto. Todos los días de un poco frío y de agua y verá lo que
queda del año. Los días de clase se tendrán tres cuarto de hora a lo más; los unos fuman, los
otros hablan, otros cantan y lo que quieren los maestros es que los estudiantes sigan tan
burros como ellos mismos. La lección es un folleto muy pequeño y en ocasiones se ha de
repetir tres o cuatro días y aun así queda la mitad que no lo saben. El autor que dan para
estudiar es lo más indigno que se ha escrito y la razón es por ser fácil, pues si fuera difícil
no sabrían explicarlo, y esto no les viene a cuenta. Los catedráticos todos, del primero al
último, son unos pedantones, como toda España sabe, que no saben sino liar cigarrillos y
fumar, hacen visitas; si las tienen, pues sino morirían de hambre, porque la Universidad no
les da bastante para merendar. En estas circunstancias nosotros infelices nos quedamos sin
aprender una palabra. Me dirá vuestra merced: «aprended en las clases privadas», pero
¿cómo, si ninguno de los que me pueden enseñar sabe? Si se trata de Viñes, es igual a los
demás, y si alguno le pregunta alguna dificultad, lo que dicen es «esto ya es cosa superior
a lo que que permite la proporción que tenemos en esta Universidad para aprender y
enseñar... ». Pues sepa vuestra merced, aunque me esté mal el decirlo, pero es lo cierto que
los mismos catedráticos y mi catedrático me están rogando y pidiendo que les quiera
enseñar... El otro día le dije yo a los tres catedráticos más antiguos, tan burros como los
jóvenes: «si yo en diez meses no pudiera aprender lo que vosotros me enseñáis en seis años
me dejaría cortar las partes más interesantes del cuerpo, lo que ocurre aquí es que nunca
habéis podido estudiar ni una hora seguida y por eso todo os parece imposible». La carta
íntegra se encuentra en el Apéndice, págs. 125 a 128, de Orfila. Estudio cdtico-biográjico de
su obra e influencia, de S. LOREN. Es éste un testimonio que viene a contradecir a ciertos
autores que, llevados de un exagerado amor regionalista, han querido presentar a la
universidad valenciana en un estado de esplendor único y exclusivo de ella, contraponiéndola
a la decadencia de las demás y especialmente de Salamanca y Alcalá. Vid. los trabajos
citados de López Piñero, Mestre, Peset.
91 Vid. los informes de los claustros de Granada en los que se muestran «deseosos de .

satisfacer con la más puntual y rendida obediencia a la Soberana Voluntad». MONTELLS, F.:
ob. cit., pág. 412.

302
un documer:tto del canciller y rector de la Universidad de Cervera, el
famoso Ramón Lázaro de Dou, que, bajo el título de Reflexiones, solicita
del marqués de Caballero la solución de los problemas que tenía p~antea­
dos aquella Universidad, en las que propone una reforma, mediante la
adición de diversas disposiciones a los estatutos de la Universidad. Las
necesidades más urgentes que había de resolver esta reforma eran: la mala
enseñanza en ocho cátedras, por falta de una decente dotación de ellas; la
incomodidad de seguir enseñando por dictados en muchas cátedras por no
poderse diponer de los libros designados como textos; separación de las
Facultades de Leyes y Cánones; la supresión de las disputas que se habían
suscitado en los claustros para establecer la forma de explicar el Derecho
Real en la Facultad de Leyes y Cánones y sobre la elección de autor para
seguir las explicaciones de las Instituciones en la Facultad de Teología.
Terminaban con una reclamación al Estado de que también Cervera era
acreedora de reformas igual que lo eran Salamanca, Granada, etcétera.
Hasta dónde habían llegado los deseos de reforma en la Universidad, que
entre ellas habían nacido celotipias sobre cuál era mejor atendida por el
Estado 92.
Esta referencia a Salamanca y Granada se debe a que, en ambas
Universidades, sus diferentes Facultades estaban preparando unos nuevos
planes de estudio, debidamente actualizados, bajo el beneplácito del
Gobierno y, concretamente, de Caballero. De estre estos documentos
destaca el que redactó la Facultad de Filosofía de Granada, y que, aunque
va firmando por dos de sus profesores, ha sido atribuido a uno de ellos
como obra personal suya, al después famoso político liberal Martínez de la
Rosa. Las ideas expresadas en .este Plan muestran una gran categoría
int~lectual y son reflejo de las avanzadas opiniones que exitían ya en los
claustros sobre cómo debía concebirse una instrucción pública moderna.
Comenzaba considerando el documento el desprecio y segundo lugar que
había ocupado desde síempre en la Universidad la Facultad de Filosofía,
que ya había dquedado calificada con el apelativo de menor por ser
preparatoria para las demás Facultades. El Plan pedía una consideración
para la citada Facultad exactamente igual que la que tenían las demás
Facultades, dada la importancia de los cononcimientos que en ella se
enseñaban. Idea tan avanzada que tendría que pasar todavía medio siglo
para que se acabara imponiendo.
Esta categoría que se quería dar a esta Facultad venía condicionada
por la solución de unos presupuestos necesarios para que esa meta resul-
tara alcanzable; éstos eran: conseguir una dotación digna para los catedrá-
92 Vid. RUBIO y BORRÁS, M.: ob. cit., t. 1, págs. 132 y s.

303
ticos, dar una mayor importancia en el gobierno de la Facultad y dirección
de sus estudios al claustro de profesores, la seriedad en la concesión de los
grados y en los exámenes., la uniformidad de los estudios, a la que se
concedía una' importancia fundamental que iba unida al problema de la
proliferación de estos estudios en manos privadas, mal que padecía esta
Facultad en mayor cantidad que las otras. El Plan resumía con luminosas
palabras en estado de la Facultad: «Este es el estado de la Filosofía en esta
Universidad; de la rápida relación que se acaba de hacer se debe deducir
con certeza que ni está su estudio en el grado de perfección a que se debe
aspirar por su importacia y al que está elevado en el día en algunas
naciones extranjeras, y, quizá, en alguna Universidad del Reino, ni yace en
aquel punto de abandono y atraso en que lo imaginan muchas personas,
que sin tomarse el trabajo de inspeccionar el estado de estos cuerpos
literarios los examinan sólo por la corteza, y creen y propagan magistral-
mente que se hallan las Universidades en la miserable situación que en el
siglo XVII, tan triste a nuestras ciencias y literatura. No por eso se cree que
el ánimo de los informantes es persuadir a este claustro que debe gozarse en
el feliz estado que tiene el estudio de la Filosofía en esta Universidad; todo
lo cqntrario: ven con dolor sus atrasos y pasan a proponer las reformas que
juzgan indispensables 93.
Es menester decirlo de una vez: jamás prosperará el estudio de la
Filosofia, sin que la superioridad uniforme en todas partes el método de
enseñarla. Nada más monstruoso y contrario a los adelantamientos que
ver a los Colegios particulares y a los Conventos de religiosos autorizados
para enseñar la Filosofia por el autor que cada cual juzgue más conforme a
sus caprichos o preocupaciones», y denunciaba cómo se incorporaban
estudios con la Lógica ya cursada con los religiosos, estudiada en quince
días por las nece~ades y algarabía del Goudin o el reducido Alfieri; de esta
manera se ahorraban ocho meses de estudio sin necesidad de estudiar
matemáticas, y pasaban directamente a la Física. En definitiva, en este
punto de las incorporaciones era necesario la máxima exigencia para
mejorar los estudios 94.
Finalmente, como ya era habitual, el Plan señalaba los textos por
donde debían estudiarse las asignaturas de la Facultad, todos ellos eran
libros extranjeros y modernos, para la Etica, la cátedra de la que era
sustituto Martínez de la Rosa, y de la que sería catedrático poco después,
señalaba como texto el de Juan Bautista Almici, para sustituir en esta parte

93 Vid. MONTELLS, F.: ob. cit., págs. 386 y s.


94 lbíd.; pág. 405.

304
las Instituciones filosóficas del arzobispo de León, que se había introducido
hacía poco 95.
Las otras Facultades de la Universidad de Granada también presen-
taron sus Planes: en todos ellos anida el deseo de lograr una mejora
sustancial, y en este sentido presentan propuestas que pueden parecer
contradictorias con el espíritu de otras, pero que responden a los deseos de
ver prosperar todos sus estudios. Así, la Facultad de Cánones se quejará de
la separación, cada vez más radical, que se ha ido abriendo entre ella y la de
Leyes, porque, como consecuencia de esta separación, la Facultad se iba
despoblando, pues había eoca gente que le interesaba estudiar sólo en
ella 96. Por otra parte, como del único sitio que podían esperar algo era del
Estado, muestran hacia él la actitud más sumisa posible, tratando de llevar
a efecto sus más pequeñas disposiciones; así pedían, por ejemplo, que se
estudiara precisamente por los textos señalados y que se cortaran todos los
abusos que se estaban dando de que los catedráticos elegían aquel que ellos
preferían 97.

b) Los fines del Plan general


Caballero remató toda su labor en pro de la instrucción pública con un
Plan general para todas las Universidades, consiguiendo dar cima así a este
ya viejo proyecto. Este «arreglo» o reforma de las Universidades perseguía
dos fines claros: el primero de ellos era la supresión de todas aquellas que,

95 Los textos propuestos para Filosofía abandonaban las instituciones clásicas usadas
hasta entonces, se escogía para matemáticas el texto de don Juan García, catedrático de la
Universidad de Salamanca; la Química, del francés Chaptal, y la Filosofía, propiamente
dicha, por el arzobispo de León (sic), que «tiene a su favor estar descargada del fárrago de
distinciones sútiles y términos escoslásticos... pero tiene en general los defectos de
demasiada inclinación a los principios de Descartes y algunos errores y muchas pruebas
endebles por estar cimentadas en principios vagos e indeterminados, pues los autores de la
mencionada obra fueron acérrimos defensores del método sintético» y que ya venía
usándose en los últimos cursos. Esta cita se refiere al Curso filosófico Lugdunense que al
igual que el Teológico se utilizó bastante. Vid: MENÉNDEZ y PELA YO: ob. cit, t.U, pág. 528,
y SAUGNIEUX, J.: ob. cit.. pág. 105, núm. 12. La Etica debía de estudiarse a partir de ahora, según
el claustro, por el Almici, Instituciones juris naturae et gestium secundum cathoLica principia,
que se había utilizado por algunas Universidades, concretamente Valencia y Granada, en sus
cátedras de Derecho natural y de gentes hasta su supresión, de lo que puede deducirse la
inutilidad de ésta al seguirse usando los textos. Vid, pág. 250 de esta obra.
Martínez de la Rosa, autor fundamental de este Informe de la Facultad de Artes, junto
con el doctor Navarro, tras cursar brillantemente en estos años en la Facultad de Leyes
granadina, fue nombrado a los veintiún años, en 1808, catedrático de Filosofía moral,
teniendo cuando redactó el Informe la categoría de sustituto. Vid. SARRAILH, 1.: Un homme
d'état espagnol. Martínez de la Rosa, páginas 15-16.
96 Ibíd, págs. 412-417.
97 Ibld., pág. 417.

305
LA ILUSTRACION y LA REFORMA... -20
por sus escasas rentas, no podían sostener dignamente sus enseñanzas. Se
consideraba inútil todo otro intento de reforma que no partiera de esta
medida radical, c<?mo lo había demostrado el fracaso de las reformas
dictadas en el reinado anterior, no existiendo en el país, además, ninguna
necesidad de que hubiera tantas Universidades, dado el escaso alumnado
que a ellas acudía, mal del que se venían quejando ellas mismas desde hacía
tiempo 98. .

Debido a la pasión puesta en el enjuiciamiento de Caballero, su Plan ha


sido juzgado, al ser una de las obras más importantes que dejó tras su paso
por el Ministerio, con el mismo apasionamiento. Por unos, al exagerar el
ultramontanismo del personaje, ha sido acusado el Plan de padecer la
misma tendencia. Así, dirá el conde de Toreno que con él, Caballero y
Godoy, lo que pretendían era establecer un sistema de opresión en los
estudios y contener el vuelo del pensamiento 99. Pero, juzgando con más
imparcialidad años después, sobre todo a partir de la obra de Gil de
Zárate, fue alabado por todos los escritores de su misma tendencia, que
emitieron un juicio favorable sobre él, considerándole como un claro
precedente de las reformas liberales lOO. Cambio de posición, que fue
acompañado por el que adoptaron los escritores tradicionalistas, que
pasaron a considerar este Plan como fruto del volterianismo y despotismo
ministerial, desenfocando y tergiversando su ideología. En este sentido,
destaca especialmente por sus ataques contra Caballero, don Vicente de la
Fuente 101.

98 El título de la Real Cédula que contiene el Plan es suficientemente expresivo: «R.

Cédula de S. M. y señores del Consejo por la cual se reduce el número de Universidades


literarias del Reyno; se agregan las suprimidas a las que quedan, según su localidad; y se
manda observar en ellas el Plan de estudios aprobado para la de Salamanca en la forma que
se expresa», Madrid, 1807. También se encuentra publicado en el Boletín Oficial de la
Dirección General de Instrucción Pública, t. m, 50, Madrid, 1895, págs. 1-27. ADDY, en su
obra The enlightenment in the University 01Salamanca, D.U.P., 1966, lo publica íntegramen-
te.
99 CONDE DE TORENO: Historia de/levantamiento, guerra y revolución de España., Vid. GIL
DE ZÁRATE: ob. cit., pág. 271.
100 Es especialmente tendenciosa la información que da Gil de Zárate sobre la

elaboración de este Plan por Caballero, pues llega a decir que el Príncipe de la Paz ya
habían pensado en la necesaria reforma de las Universidades, más fue Suplantado por
Caballero, quien reconoció el trabajo hecho por aquél haciéndolo desaparecer y publicándolo
luego por fecha de 12 dejulio de 1807, lo cual es absurdo, pues Godoy estaba en esta fecha
en el poder, como es obvio. Vid. GIL DE ZÁRATE: ob. cit., t. 1, pág. 82.
101 V. de la Fuente, a pesar de su tendencia opuesta a Gil de Zárate, es también muy

negativo en su juicio sobre el Plan de 1807, y califica al ministro como «el funesto marqués
de Caballero, que había metido estúpidamente a la Iglesia de España en un cisma por su
tiranía jansenista». Vid. ob. cit., t. IV, página 254.

306
Para llevar a cabo la supresión radical de ciertas Universidades, el
ministro envió una circular a todas ellas, reclamando una información
exacta de las rentas con que contaban, y, de acuerdo con las informaciones
que fue recibiendo, con criterio rígido, decidió la supresión de todas
aquellas que juzgó con rentas insuficientes para mantener las enseñanzas.
Naturalmente, todas las suprimidas eran Universidades menores, y fueron
las siguientes: Toledo, Osma, Oñate, Orihuela, Avila, Irache, Baeza,
Osuna, Almagro, Gandía y Sigüenza 102. Todas las suprimidas quedaban
incorporadas a efectos de rentas, etc., a las que permanecían según razón
de su proximidad geográfica. Algunas no tuvieron energías ni siquiera
para protestar. Sólo unas pocas, comó Sigüenza y Oñate, se atrevieron a
hacerlo, pero Caballero se mostró tajante e inflexible y llevó a cabo las
supresiones sin hacer caso a las protestas, y lo que es más significativo, si
que las protestas encontraran eficaces valedores que hubieran sido capaces
de torcer la realidad de la reforma 103.
Una vez lograda la reducción de las Universidades a un número más
razonable, el «arreglo» propiamente dicho de la enseñanza universitaria
estaba dirigido a lograr la uniformidad en una serie de aspectos importan-
tes en los centros que quedaban, lo que, tanto por las Universidades como
por el Estado, era deseado vivamente como única manera de sacar a los
estudios del estancamiento en que se encontraban. Para llevar a cabo esta
parte de la reforma se cogió, como prototipo, igual que en reformas
anteriores, a la Universidad de Salamanca. Sobre la intervención de esta
Universidad en la reforma, los historiadores han dado las versiones más
opuestas, desde Dánvila, que dice que los catedráticos salmantinos opusie-
ron una resistencia tenaz al Plan, atribuyendo a ellos el que se retardase
tanto su planteamiento, hasta De la Fuente, para quien el Plan fue obra de
los catedráticos más volterianos e «ilustrados» del claustro salmantino, a
quienes unía una gran amistad con Caballero, ya quien éste se dirigió con
el encargo de que prepararan la reforma con la advertencia de que hicieran
(<lo mejor, pero tener cuidado de no comprometerse», frase que a De la
Fuente se la refirió, y no sin cierta fruición, uno de lbs descendientes de los

102 Esta circular fue dirigida el 9 de septiembre de 1806, y decía: «El Rey quiere que

cada una de las Facultades que componen el gremio,y claustro de esa Universidad informe
con separación del número de catédras respectivas a su estudio, la dotación de ellas,
duración de las enseñanzas y por qué los libros se trace ésta; con todo lo demás, que cada
una de esas Facultades juzgue conducente en el particular, exponiendo lo que estime digno
de informe». Vid. en RUBIO y BORRÁS: ob. cit., 1. 1, pág. 351. Esta es una de las inexactitudes
de don Vicente de la Fuente, que dice que las Universidades no fueron consultadas para
nada.
103 DE LA FUENTE.: ob. cit., 1. IV, págs. 300 y s.

3D7
colaboradores del Plan 104. Hay que tener en cuenta que en aquellos años se :
produjeron denuncias contra diversas personalidades, acusadas de janse-
nismo y volterianismo ante la Inquisición, entre ellas, Jovellanos y el
Obispo Tavira, y aunque el Santo Tribunal no se atrevió a iniciar proceso
contra ninguno de estos personajes, esto coartó hasta cierto· punto la
libertad de expresión de ciertas ideas. Y dentro de esta situación, sobre el
claustro salmantino pesaban ciertas sospechas por su ideología avanzada,
habiéndose producido casos, como el de Salas. De aquí que se tratara de
que su intervención pasara desapercibida.
Precisamente esta ideología, avanzada que profesaba este grupo de
catedráticos hacía que en la Universidad hubiera continuos enfrentamien-
tos con el otro sector de ideología ultramontana, 1ucha que queda reflejada
en una controversia sobre. un aspecto puramente externo, pero que refleja
perfectamente la situación. Se trataba de una cuestión de preeminencias
entre las Facultaes de Teología y Cánones, en donde era mayoría el grupo
ilustrado, por lo que aquellas Facultades pretendían seguir disfrutando d~
los privilegios que les daba una prioridad sobre las otras que, a veces,
pretendían que no quedara en un simple aspecto formal, sino que se
reflejara en aspectos más sustanciales del gobierno de la Universidad. En
definitiva, en estas luchas se .estaban discutiendo problemas mucho más
hondos que los que externamente aparecían: se había ido formando tal
ambiente de oposición que cualquier incidente era suficiente para provo-
car una polémica sobre los puntos más sustanciales que separaban a ambos
grupos.

104 DÁNVILA, M.: El poder civil en España, 1. IV, pág. 271. DE LA FUENTE, V., íbid., pág.

300. El general francés Thiebault, en su informe sobre la Universidad salmantina, escrito


durante la guerra de la Independencia, refiere en cambio que los comisionados salmantinos
fueron fuertemente presionados. Vid. PESET, MARIANO: «La enseñanza del Derecho y la
legislación sobre Universidades», en A.H.D.E. 1. XXXVIII, Madrid, 1968, págs. 229 y s. Vid.
este dato en la pág. 288, núm 9. Pero consideramos como más segura la opinión del
historiador español, mucho más conociendo la filiación claramente liberal de los comisionados
Hinojosa y Martel y de otros catedráticos, como don Juan Justo García, don Ramón de Salas.
MENÉNDEZ y PELAYO, M.: Heterodoxos, ed. de la B.A.e., Madrid, 1956,1. 11, pág. 539. El cual
comete el error, impulsado por la fobia con que trata su figura, de darle aún por vivo durante
la guerra de la Independencia, afirmando que se afrancesó, cuando había muerto en 1807.
Muriel, todo lo que dedica al plan de estudios, en su extensa historia del reinado de
Carlos IV, es el siguiente párrafo: «Después de la muerte de Tavira, el marqués de
Caballero, ministro de Gracia y Justicia, sostenido por algunos doctores y catedráticos de la
Universidad de Salamanca, emprendió una reforma de los estudios en ella. Dicho está que
las ideas, así del ministro como de sus cooperadores, serían muy diversas de las del difunto
Prelado. Por tanto, la supuesta reforma fue una verdadera reacción en favor de los métodos
de enseñanza seguidos hasta entonces». Historia de Carlos IV, 1. IV, Madrid, 1894, página
158. En el «Memorial histórico español», de la R.A.H.

308
El Plan, por su contenido, pertenece indudablemente a la tendencia
ilustrada, como ya lo confirmaba el punto primero de él, referente a la
supresión de las Universidades, y veremos cómo el resto de la reforma
responde también claramente a esta ideología 105, aunque haya también en
él ciertas concesiones al ultramontanismo. Por eso, Godoy, cuando
muchos años después escriba sus Memorias, le presentará como una de las
grandes obras de su gobierno 106. El rey comenzaba lamentándose y reco-
nociendo la carencia de fondos con que poder atender a la digna sustenta-
ción de los catedráticos, y la falta de unidad y buen orden en los
reglamentos de estudios, todo lo cual redundaba en grave perjuicio de la
enseñanza pública. De esta manera parecía que el Plan venía a resolver
estos dos puntos de la enseñanza universitaria. Ambos tan repetidamente
planteados por las Universidades al Gobierno. Pero, desgraciadamente, el
problema económico quedaba sin resolver: el Estado no se planteaba aún
en los debidos términos este problema, angustiado, quizá, por su deficiente
situación económica. Pocas líneas más abajo del planteamiento inicial
anunciaba que el nuevo Plan realizaba la uniformación científica de todas
las Universidades, pero «dejando la parte económica a las particulares
circunstancias de cada una, no olvidando, empero, los salarios de los
maestros, que han de ser decentes, no obstante de procurar todos los
ahorros posibles» 107. Frase con la que claramente se eludía el problema, y
colocaba a la nueva reforma en trance inmediato de fracasar, pues está
claro que no se podía acometer sin medios con que llevarla a cabo. Los
reformadores pusieron toda su confianza en la uniformación científica
como solución única para todos los problemas, para valorar exactamente
el prestigio de esta idea, no ya en el Gobierno, sino en las propias Universi-
dades, tenemos el testimonio de un profesor de San Esteban, de Sala-
manca, el padre Rafols, al rector de Cervera, Lázaro de Dou, en vísperas de

lOS 1. Sarrailh exagera cuando dice que en este Plan se encuentran los grandes principios

de la organización liberal de la instrucción pública: obligación para los gobiernos de atender


a la instrucción, gratuidad y uniformidad de la enseñanza, control del Estado, pues
especialmente el primero de ellos harán todavía falta que pasen muchos años y que el
régimen liberal esté firmemente asentado para que se lleve a efecto. Vid. SARRAILH, J.: oh.
cit., pág. 221.
106 «Todos los cuerpos docentes se estimularon en mejorar sus estudios y regenerar las

escuelas. Aun los seminarios eclesiásticos, donde apenas se enseñaban el famoso Goudín,
tan arraigado en nuestras aulas, una poca de literatura y una pobre teología escolástica,
hubo muchos que adoptaron por entero las nuevas enseñanzas, los nuevos libros y los nuevos
métodos, a cuyo impulso y boga se debió que en los claustros penetraran Locke, Condillac,
Descartes, Newton y otros sabios de gran cuenta, invadiendo los bancos y ocupando las
cátedras donde reinaba aún todo su cortejo y con todas sus armas la Edad Media». GODOY,
M.: Memorias deL Excmo. Sr. Príncipe de La Paz, ed. B.A.E.
107 Real Cédula...

309
esta reforma: «Esta Universidad de Salamanca -decía el dominico- ha
presentado una infinidad de veces al Consejo y al Rey'sobre la necesidad de
uniformar todas las Universidades del Reino en orden a la duración del
curso, número de éstos, y rigor de la asistencia y explicación para obtener
los grados mayores y menores, cuya variedad en esta parte hace que los.
jóvenes huyan de las Academias, donde se observan las leyes con rigor y
sean muy concurridas aquellas en las que sin aplicación, sin asistencia,
logran en pocos años sus grados. El Consejo lo ha mandado ejecutar
alguna vez; pero no habiendo cuidado de hacerlo ejecutar, sigue el mal con
mucho perjuicio de las ciencias. Por lo mismo, hará una cosa muy gloriosa
y útil a la Nación si logra esta deseada uniformidad y Salamanca se
alegraría mucho de ello. A mi parecer, la cosa es imposible no suprimiendo
algunas Academias que lo son sólo de nombre, y dotando a las que quedan,
con salarios suficientes a los catedráticos, suficientes a mantenerlos sin
necesidad de que se vayan a los otros destinos incompatibles con la
enseñanza. El Gobierno puede hacerlo sin gravamen del erario, uniendo a.
cada Universidad algunos beneficios simples» 108. Como se ve, es un plan-
teamiento en todo coincidente con la reforma, si exceptuamo"s el problema
económico. Por eso no resultan exactos los ataques que, especialmente De
la Fuente, lanza contra Caballero, de que realizó la reforma en un alarde de
uso y abuso del despotismo ministerial y en contra del pensamiento de las
Universidades 109.
La uniformación de los estudios tenía, sin embargo, para el Gobierno
no sólo un matiz estrictamente académico, sino que era el planteamiento
adecuado para lograr un fin que se perseguía también con esta reforma. Se
trataba de mejorar la instrucción, pero para asegurarse de la idoneidad de
los sujetos que aspirasen a los cargos públicos, había, pues, un claro
designio de hacer una Universidad clasista, que posteriormente veremos
acentuarse. más en los proyectos liberales y que respondía a las influencias
de las ideas de los economistas de las escuelas en boga, como ya vimos

lOS Vid. RUBIO y BORRÁS, M.: oh. cit., 1. 1, págs. 362-363. Este aspecto económico sólo se
tuvo en cuenta con la Universidad de Salamanca; al remitir al Ministerio el Plan de estudios,
indicaba que el motivo de su elaboración había sido «la decadencia de sus fondos y la
calidad de sus estudios». Por ello, en una Real Cédula, dada a los dos meses de promulgado
el Plan y dirigida a la Universidad de Salamanca exclusivamente, se mandaba al jefe de la
real.caja de lima entregar cada año al apoderado que nombrase el rector salmantino 2.000
pesos fuertes cosn cargo a la mitra, previos los requisitos cerca del prelado, todo ello «en
gracia de ser la primera Universidad de las de estos reynos y en consideración a haber
contribuido tanto con sus luces al descubrimiento del Nuevo Mundo»; con la misma fecha
se envió otra de igual contenido a los ministros de la real hacienda de Charcas. Real Cédula
de 13-IX-1807. AJO, C.: oh. cit., página 209.
109 DE LA FUENTE, V.: oh. cit., ~ág. 300.

310
anteriormente, cuyos presupuestos llevaban a reservar la Universidad sólo
para una pequeña élite del país, necesaria para dirigirlo, mientras que la
gran masa de la población debía dirigirse a las profesiones «útiles»,.y para
obtener formación en ellas no era necesario acudir a la Universidad llO.
Esta uniformación no era, sin embargo, total, precisamente porque al
utilizar como patrón a la de Salamanca, que tenía más cátedras que las
demás, y no arreglarse el problema de las rentas, tenían que encontrarse
necesariamente limitadas en sus afanes uniformistas. El mismo Plan acla-
raba que, con respecto a los estudi~s preparatorios a las Facultades, no se
imponía ninguna obligación de adaptá'fse al modelo propuesto; por tanto,
si no tenían medios para costear enseñanza de latinidad, gramática, griego
u otras de esta clase, no las tenían que instalar. Este desinterés que
demuestra el Plan por este tipo de enseñanzas se encuentra motivado por el
interés contrapuesto de que se diera a los estudios preparatorios y a los de
la Facultad de Filosofía un contenido más científico y experimental que
humanístico, de acuerdo con las ideas que proclamaban la «Ilus-
tración» 111.
Este mismo criterio no uniformador se aplicó a los estudios de Medi-
cina, con mayor amplitud. No sólo no se obligaba a establecerlos, sino que
en donde los hubiera, «si por faltas de rentas, teatros, instrumetos y
auxilios necesarios no puede hacerse cual conviene», esta enseñanza de la
Medicina y la Cirugía se suprimiría, pasando las dotaciones de sus cátedras
a mejorar las de otras Facultades.
Pero no sólo en materias de estudios hacía salvedades el Plan a la
unificación, sino que también las hacía en materia de régimen de gobierno.
Permitía que siguieran las diversas particularidades de cada Universidad,
sin' que se tuvieran que plegar al sistema de Salamanca. Este aspecto
conservador del Plan se completaba con la autorización para que conti-
nuaran los claustros generales de doctores, pero en todas ellas debían de
funcionar los claustros de catedrátios para los asuntos que se atribuyeran a
su exclusiva competencia. Finalmente, una norma general venía a comple-
tar el sentido de estos límites a la unificación: si algún capitulo del Plan
resultaba inaplicable a una determinada Universidad, quedaba exonerado
del mismo 112.

110 R. Cédula...
111 lbíd. Se repetían aquí las dificultades que ya adujo Cervera en las reformas de 1770.
112 lbíd.

311
c) Los Planes de estudio de las Facultades
Tras esta parte del Plan,. venía el propio de cada una de las Facultades
con las enseñanzas que correspondían a cada cátedra, y con los textos por
donde debía seguirse el estudio en cada una de ellas.
La Facultad de Filosofía
Se comenzaba por la Facultad menor, llamada tradicionalmente de
Artes, cuyo nombre se sustituía por el de Filosofía, pero sin cambiar por
eso su categoría dentro de la Universidad, como había pedido la Facultad
de Granada. Los estudios de esta Facultad seguían teniendo así su tradi-
cional significación de preparatorios para los estudios de las mayores. Su
duración era de tres años para todas las enseñanzas, aunque éstas eran
distintas según la carrera que después iba a seguirse. De todas formas, para
todas las carreras los estudios se inclinaban a dar una mayor preferencia a
los estudios científicos que a los humanísticos. Aparecen por primera vez,
con este motivo, en la Universidad cátedras dedicadas al estudio de la
Historia natural, de Química, que hasta entonces sólo se habían estable-
cido en las fundaciones extrauniversitarias, y a las Matemáticas se 'les
concedía una importancia muy superior a la que se le había concedido en
los Planes de los años 1770 y siguientes.
Finalmente, se trataba de sustituir de una vez la Física escolástica por
la Física experimental, punto éste en el que, como otros, habían fracasado
las reformas del reinado anterior.
Junto a estas enseñanzas continuaban los estudios tradicionales de esta
Facultad de Artes a Filosofía que el Plan no había puesto interés en
extender; es decir, las cátedras de Gramática latina y demás lenguas
muertas. Los grados que se concedían seguían siendo los tres de siempre,
aunque se introd'ucía el título de doctor en Filosofía por el cambio de
nombre de la Facultad, que venía a sustituir al título de maestro en Artes,
que era el tradicional de los doctores de esta Facultad 113.
Los libros señalados están en la misma línea de los que se designaron en
las reformas de Carlos III. El más significativo de todos, que era por el que
debía estudiarse la Lógica, la Metafísica y la Filosofía moral, era el del
padre Jacquier, al cual puede considerársele dentro de la Escolástica y ya
poco antes había intentado desplazarlo de Salamanca Juan Justo García,
uno de los profesores más progresistas del momento 114. Según frase expre-

113 Ibíd.
114 CUESTA DUTARI: El maestro Juan Justo García, 2 vol., Universidad de Salamanca,
1974

312
siva de Gil de Zárate, estaba todavía «aferrado a la antigua doctrina». Para
la Física experimental se designó el de van Muschembroeck, que en
muchas Universidades ya se usaba desde la reforma anterior liS.

La facultad de Leyes
La Facultad de Leyes fue de nuevo reformada a pesar de que cinco años
antes se había hecho, como vimos, un profundo «arreglo», pero había sido
tiempo suficiente para conocer los numerosos defectos que tenía éste. Por
un lado se volvía a acortar la duración de la carrera, por parecer excesiva la
duración de diez años que, en 1802, se1e dio. Se reducía prácticamente en
dos años; así quedaba fijada su duración en ocho. De éstos, el Derecho
romano, en franca regresión, ocupaba sólo dos, que se estudiaban por
Vinnio y Heineccio, y uno para el Derecho canónico. A continuación
venían cuatro años dedicados al Derecho nacional, al término de los dos
primeros, que comprendían el estudio de las Instituciones de Asso y De
Manuel y las Tablas de Reguera Valdelomar, se recibía el grado de Bachi-
ller, con la novedad de la supresión del grado de bachiller «a claustro
pleno», y las explicaciones de extraordinario. Los otros dos años se dedica-
ban al estudio de las Partidas y de la Novísima, y se concedía especial
preferencia al estudio del Derecho penal de ambos Códigos, al libro once
de la Recopilación, que trataba de los corregidores, ya las Leyes de Toro.
Finalmente, la licenciatura terminaba con un curso dedicado a la Econo-
mía política, que era, por tanto, la principal novedad científica que ofrecía
el nuevo Plan. Paró ~u estudio se escogió provisionalmente la Riqueza de
las naciones, de Adam Smith, en tanto se acababa de traducir la obra del
economista francés Juan Bautista Say, que se consideraba más apropiada
para la enseñanza 116. Se acababa de traducir también, con éxito, la

115 La obra del padre Jacquier se titulaba Instituciones Philosophiae ad studia theoLogia

potissimun accommodatae (seis tomos). Editada por primera vez en España, en 1777-78,
luego se reeditó en Valencia, 1782-1794; en Alcalá, 1786-1794; otra vez en Valencia,
1796-97, Yen Zaragoza, en 1806. El catedrático de los Estudios de San Isidro, don Santos
Díaz González, la tradujo al castellano en 1787-88.
La de Pieter van Muschembroek, Elementa Physicae, Conscripta in usus academicos a...•
Dissertatio Physico Historica De rerum corporearum origine ac demum De rebus coelestibus
Tractatus, opera et studio Antonii Gerneusis. Matritti, in Typografia Tomae Alban, se
hallará en la librería de Callega, calle Majaderitos, 1807.
116 Sobre introducción de las doctrinas económicas de Adam Smith y de su libro en

España, vid. SMITH, R. S.: «La riqueza de las naciones en España e Hispanoamérica (1780-
1830)>>, en Revista de &onomía Política, 1957, págs. 1215-1253.
Juan Bautista Say fue el divulgador en Francia de las doctrinas económicas de A. Smith;
su obra, de carácter más pedagógico que la de éste, será ampliamente utilizada en nuestras
aulas.
Vid. sobre el interés creciente que la Economía política empezó a despertar en los
españoles a partir del reinado de Carlos III, HERR, R.: ob. cit., págs. 40-48 y 298-299.

313
Economía de Genovesi 117, autor ya conocido anteriormente por sus obras de
Filosofia. La traducción corrió a cargo del catedrático de la Universidad
de Huesca Victorian de Villava, autor de una interesante obra sobre la
crisis de la Moltarquía absoluta española 118.
La tesis del libro es, como dice él mismo, «dar un nuevo ser a mi naciÓn,
sin los riesgos del fuego y del hierro, inevitables en la crisis violenta de una.
conmoción».
Critica la excesiva centralización de Madrid, rechaza el sistema tradi-
cional de la enseñanza, que hay que sustituir por una educación moderna,
para lo que apela a la juventud de las Universidades. Se establecía un
examen más riguroso para la obtención del grado de Licenciado, el cual ya
no daba derecho a ejercer directamente la abogacía, aboliéndose este
privilegio que tenían algunas Universidades.
Esta última novedad del Plan estaba motivada por la sustitución del
tiempo de práctica en una pasantía privada, por el estudio de un curso en la
Facultad en la cátedra de Práctica, por la Curia Filípica de Hevia y
Bolaños, de esta manera se establecía el estudio completo de toda la
carrera en la Facultad 119. El haber cursado en esta última cátedra, como

La primera cátedra de Economía política en España fue creada por la Real Sociedad
Económica Aragonesa de Amigos del. País, en Zaragoza, y aprobada por R. Orden de
7-VIII-1784, sufriendo muchos ataques de ·Ia Universidad y del sector ultramontaño. Vid.
CORREA, F.: La cátedra de &onomía y Comercio de la Real Sociedad &onómica Aragoneza
de Amigos del País durante el siglo XVI//, Zaragoza, 1950. Vid, también: PH. REEDER, JOHN:
«Bibliografía de traducciones al castellano y catalán durante el siglo XVIII de obras de
pensamiento económico», en «Moneda y Crédito», septiembre 1973, pág. 57 Y s.; IDEM:
«Economía e ilustracíón en España: traducciones y traductores», en Moneda y Crédito,
diciembre 1978, pág. 47 Ys.; LASARTE, 1.: &onomía y Hacienda al final del Antiguo Régimen.
Adam Smith ante la Inquisición y la Academia de la Historia, IEF, Madrid, 1976, pág. 17 Ys.
117 Lecciones de Comercio ~ bien de economía civil del abate Antonio Genovesi,

catedrático de Nápoles. Traducidas del italiano por don Victorian de Villava, colegial del
Mayor de San Vicente Mártir de la Universidad de huesca y catedrático de código de la
misma, Madrid, Ibarra, 1785-6,· reeditada en la imprenta de don José Collado, Madrid,
1804.
118 VILLAVA, VICTORIAN DE: Apuntes para una reforma de España sin trastorno del

gobierno monárquico ni a la religión. 1797, puede verse en R. Levene. Vida y escritos de


Victorian de Vil/a va, Pensar, Buenos Aires, 1946. Apéndice, página LXXXI.
Vid. también VENTURI, F.: «Settecento riformatore», en De Muratori Beccaria, 'einadu,
Torino, 1969, pág. 523 Y S.
119 Juan de Hevia y Bolaños, nacido en Oviedo, en 1570, y muerto en Lima, adonde

marchó joven, no estudió en la Universidad, sino que desempeñó el oficio de escribano. La


primera edición de la Curia Filípica se publicó en Lima, en 1603, y en 1617 publicó otra
obra, titulada Laberinto de comercio terrestre y naval. El éxito de las obras fueron enormes,
y entre 1644 y 1841 se hicieron en Madrid siete ediciones, de la primera y seis, de la
segunda, y luego veinticinco de las dos juntas, como primera y segunda parte de la única

314
venía a sustituir a la pasantía privada, era necesario para poder ejercer de
abogado: aunque se hubiera recibido el grado de Licenciado, eran ineludi-
bles ambos requisitos para que se equiparara a recibirse de abogado por
una Cancillería 120,

La Facultad de Cánones
Esta Facultad había entrado en crisis al irse separando cada vez más los
Planes de estudio de la dos Facultades jurídicas, por lo cual representaba
ahora un gran esfuerzo el poder graduarse en las dos Facultades, que era lo
normal hasta las reformas de Carlos 111. Y como estos estudios ofrecían
poco interés, como consecuencia de las influencias de la nueva ideología en
la sociedad, estas Facultades temían quedarse sin alumnado. El Plan de
estudios que se establecía ahora sólo contaba con dos cursos comunes en
las dos Facultades: el curso de Filosofía moral y uno de Derecho romano.
Luego se entraba en cuatro cursos de Derecho canónico, en que se estu-
diaba: Prenociones canónicas, por el texto de Lackis; Historia eclesiástica,
para la que se designó el libro de Amat, que se estaba publicando por
entonces; Instituciones canónicas, por Cavallario, y el Decreto de Gra-
ciano, por Van Espen 121. Estos seis primeros cursos comprendían el grado
de bachiller,
La filiación filojansenista y regalista de todos estos autores está fuera
de duda, y representa el punto álgido de la tendencia iniciada hacía
cuarenta años y está en perfecta consonancia con la mentalidad del propio
ministro y de la política religiosa seguida por él, que tuvo su aspecto más
representativo en el problema de las dispensas matrimoniales en 1800.
La carrera se completaba con dos cursos, dedicados al estudio de los
Concilios generales -por la Suma de Larrea- y el de los Españoles -por

obra titulada toda ella Curia Filípica. LOHMANN VILLENA, G: En tomo a Juan de Hevia y
Bolaños A.H.D.E., t. XXXI, págs. 121 y s.
120 Vid. PESET, M.: ob. cit., págs, 243 y S.

121 Se,gismundo Lackis, autor de la obra luris pub/ici eclesiastici, pars genera/is de Ecclesia

Chrisliana pOlestalisque sacrae cum civili nexu. introducida en España desde Italia, en donde
se hicieron varias ediciones, una de ellas en Venecia, en 1792, era regalista. Félix Amat
(1750-1824) es uno de los más destacados jansenistas y regalistas espáñoles, llegando a ser
arzobispo titular de Palmira. Especialmente influenciado por las ideas galicanas de Bossuet,
emepzó a publicar su Historia eclesiástica, en 1792, por partes, que pasó sin dificultades por
la Inquisición; en cambio, otra obra suya, Observaciones paciflCas, fue introducida en el
Índice. Vi. MENÉNDEZ PELAYO, M.:ob. cit., t. 11, págs. 553 y s.
Domingo Cavallario (1724-1781), profesor de Derecho Canónico de la Universidad de
Nápoles, publicó sus «Instituciones de Derecho Canónico», en 1771. Es claramente
regalista. Su obra se editó por primera vez en Madrid en 1799 Y traducida al castellano por
Tejada y Ramiro en 1846.

315
la Suma de Villañuno-, junto con la Retórica. El examen para conferir el
grado de Licenciado era similar al de Leyes 122.
En esta cada vez mayor diversificación de los estudios de las dos
Facultades jurídicas influyó también el interés en disminuir el número de
abogados del país; esto llevó a que en las dos Facultades se señalaran
normas más severas para evitar los abusos en la consecución de títulos en
ambas. Según la nueva organización de los estudios, un canonista podía
recibirse de abogado por dos sistemas: el primero era estudiando, además
de su carrera, un año de Historia y Elementos de Derecho real, dos de
Partidas y recopilación, y un año de Práctica jurídica. Tras de cursarlo y
obtener el título de Bachiller en Leyes, caso de no ser licenciado o doctor en
Cánones, se podía pasar al examen de abogados. Por el segundo sistema,
tras de obtener el Bachiller en Cánones, se seguía la carrera de Leyes desde
el sexto año hasta el final, y, una vez graduado de Bachiller en Leyes, se
procedía al examen de abogado 123.

La Facultad de Teología
Los estudios teológicos no sufrieron cambios sustanciales con respecto
a la organización que se les dio en 1771.
Se mantuvo la misma estructura de entonces, pero al imponerse unos
mismos textos para todas las Facultades, se concedió el triunfo al tomismo
al elegirse autores de esta escuela. Sin embargo, por los ultramontanos,
algunos autores serán acusados de jansenistas. La cátedra de Lugares
teológicos se llamó ahora de Fundamentos de religión, designándose como
texto', el Compendio de Bailly, teólogo francés, abandonándose la obra de
Melchor Cano. A continuación se mantenían los cuatro años de Institucio-
nes teológicas, en el que se innovó también el libro de texto al señalarse el
del padre Gazzaniga, profesor de la Universidad de Viena, tomista tradi-
cional. Esta afirmación del tomismo se hizo a pesar de las críticas que el
estudio de la Teología por Santo Tomás y que motivaron la defensa
polémica de esta escuela frente a las otras 124. El curso dedicado a las

122 Larrea es un autor del siglo XVI, catedrático de Salamanca y ministro del Consejo

Real y Villanuño, abad benedictino del monasterio de Santa María del Espino, en el siglo
XVIII.
123 R. Cédula...

124 Observaciones de un teólogo a otro. amigo suyo. sobre las actividades que saca la
Religión y el Estado de la Suma de Santo Tomás. en la imprenta de Benito Cano, Madrid,
1795. En esta obra se denunciaba además el avance y difusión de la literatura revolucionaria:
«se sabe que manejan y leen libros y papeles 'impíos, sediciosos, obscenos y de difícil
adquisición, como que se asegura que hay en Salamanca más de cien ejemplares del libro
execrable del Systema de la Naturaleza», cit., pág. 117.

316
Sagradas Escrituras siguió estudiándose por el Lamy y el Wouters, conce-
diéndose ahora más importancia al estudio de la Teología Moral, que pasó
a constituir un curso entero de la carrera, siendo el texto designado para su
estudio el Compendio de los Salmanticenses 125. Los dos últimos años los
ocupaban, uno, el estudio de la Historia y la Disciplina general de la Iglesia
Universal, por el Amat, y el último, el de los Concilios generales y naciona-
les, por la Suma de Larrea, los primeros, y por la de Villanuño, los
segundos, ya que estos cursos eran comunes con los de la Facultad de
Cánones.

La Facultad de Medicina
Los estudios de Medicina, después de las reformas y contrarreformas
que acababan de sufrir, eran apenas retocados, pues se mantenía la tenden-
cia reaccionaria que, finalmente, había prevalecido, que separaba los
estudios de Medicina de los de Cirugía y se recogía sustancialmente el Plan
de estudios establecido tres años antes. La mejora más importante introdu-
cida era en los estudios preparatorios para esta carrera, que se realizaban
en la Facultad de Filosofía; allí, se establecían unos estudios más adecua-
dos para la carrera que se iba a seguir a continuación, y que podían
contribuir eficazmente a la elevación del nivel científico de nuestros médi-

125 «Los profesores procurarán conservar en toda su pureza el espíritu y los preceptos de

Santo Tomás». R. Cédula.


Bailly (1730-1808), teólogo francés, canónigo de Dijon, fue autor de varias obras
teológicas; la más famosa era la señalada por el Plan, Tractatus de vera religione, publicada
por primera vez en Dijon, en 1771.
El padre Gazzaniga es un dominico italiano, muerto en 1799 y autor de Praelectiones
universae theologicae, Venetiis, 1792-1803, y Theologia polemica, obras profundamente
influenciadas por el jansenismo francés, especialmente por Nicole. Vid. SAUGNIEUX, 1.: ob.
cit., pág. 117.
Los Salmanticenses es el nombre con el que se conoce a un grupo de autores de un curso
teológico, carmelitas descalzos de Salamanca; el título de la obra es: Colegii Salmanticensis
fratrum dicalceatorum B. Virginis de Monte Carmelo Primitivae obxervantiae cursus teologicus
summan theologiam S. Thomae, publicada por primera vez en 1631, fue reeditada en
diversas ocasiones. Sus autores conservaron el anónimo, pero luego se publicaron sus
nombres. Son: los padres Antonio de la Madre de Dios, Domingo de Santa Teresa y Juan de
la Anunciación. Luego, en las reediciones, colaboraron otros carmelitas. Su doctrina sigue
en todo la doctrina tomista estricta. Vid. ENRIQUE DEL SAGRADO CORAZÓN: Los Salmanticenses.
Su vida y su obra, Madrid, 1955.
El padre Vélez, en su Apología del Alta! y el Trono, acusará de jansenismo a diversos
autores utilizados en estos años en nuestras aulas teológicas, especialmente el padre
Gazzaniga, que era el impuesto por este Plan, y al padre Thomas de Charmes, capuchino
francés (su Teologia universa todavía se editaba en el siglo XIX, Matriti, 1848), y el
Lugdunense, que, aunque no se señalaban, pues áquel citaba una sola obra para cada
cátedra, también se utilizaron en las Universidades. Vid. SARRAILH, 1.: ob. cit., pág. 704, Y
JOVELLANOS, G.: Diario sexto, páginas 240-250.

317
coso El Plan intentaba introducir así, en las Facultades universitarias de
Medicina, la misma dirección que se había establecido en los Colegios de
Cirugía, extrauniversitarios. Pero sin mucha ilusión, pues se nota un cierto
desinterés por esta Facultad, que se refleja en que, a diferencia de todas las
demás, no se señalaban libros de texto, que se dejaban a la discreción de
cada catedrático 126. .

d) Reglas generales
Establecido así el Plan de estudios de cada Facultad, la nueva regula-
ción de la enseñanza universitaria terminaba con un capítulo especial,
titulado «Reglas para la mejor ejecución de los planes particulares de la
Universidad de Salamanca», en el cual se recogía una serie de disposiciones
que afectaban a toda la Universidad y no a una Facultad d.eterminada 127.
El espíritu que anima a estas reglas es el general de todo el Plan: tratan
de aunar un cierto conservadurismo con numerosas medidas innovadoras.
Así, recuerda criterios seguidos en las reformas de Carlos 111, especi'al-
mente volvía a insistir como entonces, que en todo aquello que no alterara
el nuevo Plan se exigiera el fiel cumplimiento de las antiguas constituciones
y prácticas de cada Universidad..
Estas normas atañían a diversos aspectos, por lo que pueden sistemati-
zarse en los siguientes grupos:
1) Normas de régimen de gobierno, que se refería a la elección del
rector, que, siguiendo la tendencia ya iniciada, se fortalecía su autoridad,
para ·10 cual se simplificaba el sistema de gobierno tradicional con la
supresión de diversos cargos, como los de consiliarios, colacioneros, fisca-
les, etc. Igual sentido de perfección del sistema de gobierno tenía la
creación y potenciación de los claustros de Facultad, mientras que el
claustro general de doctores se reducía a un papel teórico, considerado
pieza incómoda e ineficaz para el gobierno de la Universidad, quedando
reemplazado por una comisión bienal formada por ocho doctores.
11) Otro grupo de ,reglas estaba dirigido a restablecer el necesario
rigor en la enseñanza. Se prohibía estudiar más de un curso por año, se
establecía una duración fija del curso, se regulaba la forma de poder hacer
la matrícula, medidas de disciplina de importancia cada vez mayor, pues, a
la tradicional indisciplina de los estudiantes se venía a añadir ahora,
debido a la politización de las aulas por la influencia de la ideología

126 R. Cédula ..
127 R. Cédula .

318
revolucionaria que por ellas corría, motivaciones políticas que ya empeza-
ron a notarse, como hemos descrito antes, en los primeros años del
gobierno de Godoy y que adquirieron ya mayor relieve en estos últimos
años, inmediatos a la guerra de la Independencia, en los que en varias
Universidades se produjeron alteraciones en las que los universitarios
protestaron contra el Príncipe de la Paz y se mostraron partidarios del
futuro Fernando VII, especialmente el motín de Aranjuez, que obligó a
Carlos IV a abdicar en su hijo, fue acompañado de varios altercados en
ciertas Universidades a favor del Deseado 128.
Pero la disciplina estudiantil se dirigía también a lograr una mayor
dedicación al estudio de los universitarios, exigiéndoles que cumplieran
con sus obligaciones, especialmente la de asistir a las explicaciones de las
cátedras, para ello se estableció un máximo de quince faltas permitidas a
todo lo largo del curso; si faltaban más días perdían automáticamente
curso. Los catedráticos eran ig.ualmente constreñidos a cumplir con sus"
obligaciones, de manera especial con la de explicar puntualmente sus
clases; si faltaban más de quince días a lo largo del curso a su cátedra
perdían la cuarta parte de su sueldo, y si faltaban más de seis, perdían la
cátedra.
111) Otro grupo de normas regulaban diversos aspectos de las cáte-
dras. Siendo la más importante de todas, la que establecía la perpetuidad
de las cátedras, quedando, por tanto, suprimidas las que eran de regen-
cia 129. De esta manera, este Plan conseguía establecer la uniformidad en
este punto, precisamente en sentido contrario al que se había querido
establecer en 1771, pues entonces se las quiso hacer a todas de regencia,
pero fracasó ante la resistencia que encontró esta medida en los catedráti-
cos, ahora lógicamente al establecerse la perpetuidad de todas, la medida
no encontró la oposición de nadie. Como complemento de esta disposi-
ción, otras reglas vinieron a completar el régimen uniforme de las cátedras,
haciendo generales las normas sobre jubilación, oposiciones, aunque sin

128 MONTELLS, F.: oh. cit., pág. 433.


129 Las cátedras de regencia fueron abolidas ya en Salamanca y por un Plan que elaboró
la Universidad en 1788 y que aprobó el Consejo años más tarde y que se refería
fundamentalmente a la regulación de los estudios de Filosofía, pero en él se suprimían los
regentes y se establecían en su lugar «cátedras tan perpetuas como las primeras de las
veintiocho de su fundación, estableciéndose los mismos ejercicios de oposición que para las
de propiedad, pues parece haber llegado el caso de que el Supremo Tribunal de la Nación
quite esa odiosa distinción entre catedráticos de propiedad y de regencia, declarándoles
iguales en la duración de sus cátedras y en todo los demás que no sea renta y derecho a
jubilar, suprimiendo el claustro de diputados, el cual había tenido mucha culpa de los abusos
que se habían cometido en estas cátedras». AJo y GONZÁLEZ, C.: oh. cit., pág. 209.

319
introducir modificaciones en la regulación anterior, sino insistiendo más
bien en los mismos puntos, se insistía especialmente en que el rector debía
presidir todos los ejercicios de las oposiciones que se celebraban en su
Universidad. Con respecto a las cátedras pro religione, aunque no se tocó
su situación, sí que se insistió en que debían dedicarse exclusivamente a
enseñar a aquellos alumnos que pertenecieran a la Orden religiosa determi-
nada que poseía dichas cátedras.
IV) Otras normas regularon las Academias dominicales. La innova-
ción que, con respecto a ellas, hacia este Plan era su generalización a todas
las Universidades, introduciéndose así en muchas que todavía no las
habían establecido. Estas Academias se celebraban semanalmente a partir
del tercer curso de cada Facultad y la falta de asistencia a ella por parte del
alumno revestía una especial gravedad, de forma que tres faltas a una
Academia equivalían a las quince de la clase normal de la cátedra. Estaba
presidida por un moderante o director que debía ser como mínimo bachi-
ller en la Facultad respectiva 130. Junto a ellas se regulaban los tradicionales
actos pro universitate, que comenzaban también a partir del tercer curso, y
era preciso haber realizado por lo menos uno para poder presentarse a la
obtención del grado de bachillerato 131.
Todo esto quedaba completado con la renovación de las prohibiciones
ya hechas de los exámenes a claustro pleno y de las explicaciones de
extraordinario.
V) Finalmente, otro grupo de reglas se ocupaba de que las Universi-
dades contaran con los medios científicos necesarios para poder cumplir
con su misión docente con dignidad, entre ellas, una buena biblioteca, para
lo que sería necesario una asignación económica. Pero como todo este tipo
de problemas quedaba sin resolver, no había manera de que contara,

130 Las Academias son creación original del Plan en el sentido de que las estableció en

todas las Universidades, pero en algunas de ellas existían ya de antes, como, por ejemplo, en
la de Zaragoza, en donde se establecieron por el Plan que a esta Universidad se dio en 1753
en todas las Facultades. JIMÉNEZ CATALÁN, M., Y SINUES, 1.: Historia de la Real y Pontificia
Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 1924, t. n, pág. 111. Las Academias, en la regulación
que le dio al Plan que estudiamos, duraban tres horas. En la Facultad de Leyes, por ejemplo,
consistía en una hora dedicada a una disertación por un alumno sobre Derecho romano o
español, preparada el día anterior; otra hora dedicada a preguntas sobre materia señalada
emn la reunión próxima anterior, y la tercera, a argumentar sobre las cuestiones planteadas
en la disertación. El moderante se limitaba a corregir o preguntar, corriendo todas las
actuaciones a cargo de los alumnos.
131 Estos actos consistían en la defensa de seis conclusiones, previamente censuradas a

través del decano y del censor regio y con licencia del rector. Se imprimían dos ejemplares
y se defendían en reunión presidida por un doctor contra cuatro argumentos de media hora
cada uno, realizados por dos bachilleres y dos doctores.

32U -
efectivamente, cada Universidad con dicha asignación. Por las mismas
razones, tenían escasa viabilidad práctica las recomendaciones de que se
instalaran teatros anatómicos e instrumentos adecuados para la enseñanza
de la Medicina y las otras ciencias experimentales, como la Física y la
Química, para lo cual remitía ingenuamente al arca de gastos
extraordinarios 132.
Nos queda por resaltar, antes de terminar con el estudio de este Plan, la
obsequiosidad oficial, por lo menos, que mostró la Universidad de Sala-
manca con las autoridades que promulgaron el nuevo ordenamiento uni-
versitario, seguramente para agradecer la deferencia que el Gobierno
había mostrado con ella, de la cual esperaría una especial ayuda y situación
de privilegio con respecto a las demás. El claustro salmantino solicitó del
rey que se nombrara a Godoy «conservador primero y preeminente de la
Universidad», con derecho de sucesión, y para el marqués de Caballero
pidió la creación de «una conservaduría distinguida» 133.
La circunstancia de estallar la guerra de la Independencia antes de que
se cumpliera el año de vigencia del Plan le quitó la virtualidad práctica
necesaria para poder conocer los resultados de su aplicación. Púo es
indudable que, como punto final de la evolución de las ideas pedagógicas
de la Ilustración, significa un paso de gran trascendencia para que los
problemas de la enseñanza pasen a ser asuntos del Estado y éste valore su
importancia política, lo que desembocará necesariamente en la idea de
establecer una enseñanza nacional. Sin embargo, y a pesar de que la guerra
de la Independencia cortó radicalmente toda viabilidad al Plan, en el año
escaso en que dio tiempo a aplicarlo se volvieron a encontrar las mismas
dificultades que encontraron los Planes de cuarenta años antes. Antes que
nada, la falta de medios económicos era palpable: acometer la reforma sin
ellos era inútil. Las escasas rentas de las Universidades suprimidas no
suponían nada. La de Sevilla justificará que se gastó todo lo que ascendía
la incorporación de la Universidad de Baeza en sostener un batallón de
estudiantes ante la injusta invasión del enemigo 134.
Así, la puesta en marcha de las nuevas cátedras no era posible mientras
faltaran las rentas necesarias para dotarlas, y profesores que quisieran
desempeñarlas. La adaptación~el Plan de Salamanca a las demás ponía un
obstáculo serio: al lado de sus 41 cátedras, las demás solían tener un
término medio de 20.

132 Había disposiciones sobre mejora de las bibliotecas, teatros e instrumentos, evitar
juramentos ociosos, etc. R. Cédula.
133 AJo y GONZÁLEZ, C.: oh. cit, págs. 208-209.
134 AGUILAR, F.: oh. cit, pág. 425.

321
LA ILUSTRACION y LA REFORMA...-21
Los claustros acometieron con vivos deseos la aplicación del Plan a
pesar de todo, e inmediatamente, presionados además por el Ministerio,
comenzaron sus reuniones para tratar de hacerlo. Alguna Universidad
tomo la de Cervera, comisionó a un catedrático para que fuera a Madrid y
resolviera las dudas que se les había presentado en la resolución del
problema 135. Pero, en definitiva, las Universidades abrieron el nuevo
curso, en lo que se refiere a su enseñanza, sin apenas variación, y el Plan
estaba en el aire, cuando la guerra de la Independencia le puso un brusco
final y, terminada ésta, las Universidades pidieron, en vista de 10 irrealiza-
ble de la reforma, su abrogación, petición en la que también mediaron
razones políticas 136.

135 RUBIO y BORRÁS, M.: oh. cit.,t. 1, 354.


136 R. Decreto de 27-X-1818. Decretos del Rey N.S., t.V, pág. 611.

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323
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337
LA lLUSTllACION y LA REFORMA••• -22
INDICE ONOMA8TICO

A Alventós, Marqués de, 39,206,207,214


Amat, 199, 203, 315, 320
Abbad y Lasierra, 256, 257, 269 . Amaya, 296
Abbadie, 129 Amoedo, 180, 328 .
Abella, M., 181 Amort, E., 156, 324
Abreu, J. de, 325 Andrade, 59, 328
Abril, Simón, 32 Andrés, P.J., 167
Acedo Rico, J., 87 Andrés Sebastián, 268
Acevedo, A. de, 36, 135, 160 Anes, G., 253, 328
Addy, G., 69, 306, 327 Annato, 125, 128, 129
Aguado Bleye, 257, 327 Antillón, I. de, 145 .
Aguila, Conde del, 64 Antonio, Infante, 202
Aguilar Piñal, 25, 30, 39,42,46,62,66, Ant<;>nio, Nicolás, 193
67,73,86,87,89,112,117,162,165 Y Aparicio, 242, 320
S., 258, 321, 327 . Appolis, 149, 188, 198 Ys., 328
Aguirre, 324 Aquilas, P., 128
Agustín, A., 146 Aranda, Conde de, 63, 70,90,91, 123,
Ajo y González, 33,90, 110, 115, 124, 215,237,254;262
138,222,317,327 . Arce y Reinoso, 257, 297
Alava Esqüível, 150 Arco,R. del, 95, 109, 329
Alberoni, 211 . Ardao, 328
Alcalá Galiano, A., 256, 295 Argolio,22
Alcalá Galiano, V., 257 Arias Montano, 128, 197
Alcocer, 80, 106, 112, 115, 119, 122, Aristóteles, 52, 59, 119, 155, 157, 255
139, 152, 153, 327 Armanyá, 199, 212, 220
Alcolea, 327 Arnaldo (Arnault), 130, 1'51, 156
Almici, J.B., 135, '139,141,264, Y~., 305 Arocena, F., 243
Alonso, J., 91, 327 . Arjona, 258
Alonso Muñoyerro, 327 Arroyal, L. de, 49
Altamira, 233, 250, 252, 259, 327 Artola, 328
Altuna, 242 Assensio Sales, 195
Alvarez de Morales, A., 24, 162, 180, . Asso, Jordán de, 35, 140, 142, 192,296,
270, 328. 313

339
Au.nós, E., 257 Bodín, 270
Avicena, 53 Boehmer, 139, 140
Azara, N.,' 70, 217 Boerhaave, 152
Azevedo, L. d', 61 Bonilla San Martín, 280, 328
Borao,J.,80,87, 115,165, 180,250,328
Bossuet, 63, 74, 75, 126, 129,292,315
Boturini, 249
B
Bourguet, 133
Bacón, 255 Boxadors, 155
Baena del AlCázar, M., 259, 328 Boyer, 328
Bailly, 317 Bravo de Sobremonte, 151
Bails, 147 Brescia, F. de, 155, 156
Baldinotti, 232, 261 Brissot de Warbille, 171 y s.
Baldó Lacomba, 328 Brocense (Sánchez de las Brozas), 94
Ballerini, 324 Brugi, B.,132, 328
Ballesteros, A., 328 Budaeus, 134
Barbadiño (vid. Verney) Burlamaqui, 132, 133, 134
Barbeyrac, 133, 135 Burriel, 36, 71, 180 y S., 295
Barcos, 121 Bussembaum, 196
Baronio, 129
Barriola, 328
Bassedow, 280 e
Batifora, 264
Batllori, 188~ 190,_ 195, 198, 199 Cabadés, A., 118
Bayle, P., 129, 178 Caballero, Marqués de, 70, 137, 292 y
Bayo, 129 s., 298, 308, 310
Bejarano, 246 Cabarrús, 51, 278, 285
Beltrán y Rozpide, 328 Cabasucio, 131, 135, 147
Belleli, 130 Cabeza de León, S., 95, 100, 114, 128,
BeUuga, cardenal, 188 165
Belluga, P.J., 150 Cabral de Moneada, L., 60, 61,62,328
Benedicto XIV, 139~ 188, 198 Cadalso, J., 41, 123, 124, 134, 324
Beneyto, 258,328 Calatayud, V., 58, 196
Berardi, 147, 149 Caldevila, 324
Bergier, 129 Calmet, 128, 129, 203
Bergkamp, J. D., 125 Calógero, 186
Bergmann, 178 Campillo, 36
Bermúdez de Pedraza, 35 Campo del Villar, Marqués de, 69
Berní, 142 Campomanes, 36, 49, 70, 76, 78,91,95,
Berti, 129, 158, 160, 186 106,122,123,128, 143, 158 Ys., 197,
Bertrán, F., 26, 28, 39 y s., 81 y s., 121, 206, 235, 243, 324
181 y s. Candela, 136
Bianchi, 279 Canella, F., 80, 100, 106, 110, 128, 153,
Bianconi, 186 156
Bielefeld, 133, 137, 234, 259 Cano, Fray Alonso, 33
Bilhmeyer, 125 Cano, Melchor, 73, 122, 125, 128, 130,
Billuart, 127, 130 318
Blanco White, 249, 259 Cañuelo, L. García del, 261 y s.
Blanco, R., 252 Carande, 244
Blasco, V., 90, 200 Cárcel Ortiz, 214

340
Cardoner, 240, 328 Costadoni, 188
Caresrnar, 203 Cotarelo, 41, 100, 237, 280, 329
Carla, 178 Cruz, 280
Carlos II, 28, 41, 208 Cruz, A. de la, 143
Carlos III, 23, 24,36,49,54,63, 75, 77, Cuber, M. de, 225
78, 95, 122, 181, 188, 198, 239, 245, Cuesta Dutari, 315, 329
251,254,255,281,294,295,283,284, Cueto, 253 y s., 329
285, 288, 302 Cunigliati, 131, 132
Carlos IV, 50,90, 143, 154, 198,251, Curiel, L., 86 93
252 Ys., 278, 292, 295, 304, 322, 324
Carlos V, 122, 256
Carrnona, 280 CH
Carra, 178
Carranza, 127 Chabaneau, 244, 290
Carrera, J., 213, 329 Chacón, 324
Carreras, M., 236, 332 Chaptal, 317
Carvajal, 129, 249 Charrnes, T. de, 317
Casal, G., 129
Casanovas, J., 79, 329 D
Cassani,72
Castellano, J. L., 51 D' Alernbert, 180
Castellot, 203 Dalryrnple, 224, 225
Castro, Alfonso de, 128 Danvila, B. J., 138, 247
Castro, Juan Francisco de, 36,134,140, Danvila, M., 308, 329
141, 142 Daubenton, 211
Cavallario, 148, 318 Defourneaux, M., 63 Ys., 121,133,136,
Caveda, 294 150, 155, 202, 329
Céa Berrnúdez, 279, 290, 291 Deleyre, 178, 324
Ciadoncha, 329 Delpy, 329
Cironio, 246, 247 Dernerson, 259, 277. 329
Cisneros, 140, 156 Descartes, 20, 255, 312
Clernent, 123, 197 Desdevises du Dezert, 168, 184, 230,
Clirnent, 34, 197, 204 Y s. 288, 329
Codignola, 195 Dessing, A., 138
Codorni u, 58 Díaz, 282
Colbert de Croissy, 203 Díaz de Rojas, 226 y s.
Colón de Larreategui, 208, 214 Díaz González, S., 235, 261, 315
Colonia, P., 130, 148 Diderot, 133, 156; 180
Cornpayre, 329 D'Irsay, 46,52,57,'150, 151,278,330
Concina, 129, 139, 190 Dornergue, 330
Condado, M.J. del, 263 y s. Dornínguez Ortiz, 27, 41, 44, 46, 47,
Condillac, 178, 261, 290, 312 207, 332
Condorcet, 288, 291 Donati, 62, 188
Conienson, 130 Dou, 1. de, 189
Corachán, 186 Dou, R.L. de, 184, 217 Y s., 294, 309
Corona, 150, 253, 295, 329 Doujat, 146
Correa, 316 Dowling, 252
Corsini, 156, 276, 277 Dubal, 130
Cortés, 246 Duharnel, 127, 128, 157
Cortina Iceta, 72, 329 Dupín, 257

341
Duplessis d' Argentré, 129, 130 Florensa, 209, 330
Dupuis, 230 Flores, P., 167, 183, 193
Duquet, 204 Flori.dablanca, Marqués de, 36, 70, 116,
177,230,237,250,254,264 282 325
E Foggini, 130 ' ,
Echanove, 182 Folch y Andreu, 303
Eguía y Corral, 259 Folchieri, 138
Eleta (Osma), Fray J. de, 187, 199,214, Fontenelle, 53
215, 220, 221 Fordyce, 188
Elhuyar, F., 244 Forner, 167, 255, 279 Ys.,324
Elzaburu, 74 Foronda, V. de, 138, 259
Enciso,329 Fourcroy, 288
Engel, 145, 148 Fournier, 147
Ensenada, Marqués de la, 35, 183, 190, . Francisco Javier, infante, 200
237 . . Franckenau, 297
Erasmo, 39 . Franklin, 178
Escartín, F.A., 121 Frasen, 130
Escribano, V., 150 Fuente, V. de la, 19 y s., 35, 36, 38, 39,
Esperabé de Arteaga, 126, 183,259,329 44, 70, 74, 228, 233, 234, 240, 242,
Esquilache, Marqués de, 69, 186 243,277,298,300,302,312,329
Estala, 255
Estío, G. de, 127, 131 G
Eybel, 148
F Gabriel, infante, 191, 193,200,202,224
Fabián y Fuero, 161 Galasso,248
Febronio, 148 Galino, M. A., 330
Federico de Prusia, 138 Galtier, 141
Feenstra, R., 138, 330 Galuzzi, A.M., 119
Feijoo, 20, 24, 32, 33, 48, 50, 55, Ys., Garasa, 260, 265
155, 167, 279, 324 García, J., 280, 285, 300, 305, 312
Felice, 132 García de Galarza, 129
Felipe II, 28, 126, 172 García de Santa María, 259
Felipe III, 23, 28, 251 , García Lasaosa, 330
Felipe IV, 28, 172, 208 García Melero, 82
Felipe V, 32, 43, 47, 68, 93, 141 García Mercadal, 325
Feliú, 178 García Miralles, 141
Fernández, M.J., .157 García Navarro, 265
Fernández de Mesa, 296 García Pelayo, 330
Fernández de Villegas, 207, 208, 215 García Pérez, G., 246, 330
Fernández Vallejo, F., 89 García Sendín, 265
Fernando VI, 31, 54, 68,184,238,240, García Soriano, 330
248 Gassendi, 117, 240
Fernando VII, 278, 295 Gataker,53
Ferre, 37, 330 Gazier, 330
Ferrer Benimeli, 254, 260 Gazzaniga, 316
Ferrer y Bardaxi, 262 Genet, 130
Finestres, 132, 167, 190, 216 Y s. Genovessi (Genuense), 58, 61,64, 119,
Fita, 265 156, 255, 268
Fleury, 63, 121, 126, 127, 205, 255 Gerberon, 121

342
Gil de Zárate, 24, 25,26,27,28,32,33, Henríquez, 153
35, 37, 40, 88, 185,246,308,316,330 Henry, 130.
Gil Fernández, 32 Hera, A. de la, 94, 150
Gil Novales, 217, 261 Hernández Franco, 331
Gilbert, P., 146 Hernando, c.,' 32, 158
Gimbernat, A., 229 Y s., 300, 302 Herr, R., 62,118,121,131,158, 259ys.,
Giovanni, di, 248 270, 271, 294, 331
Glendinning, 330 Herrera, M., 21
Gmeiner, 150 Herrero, 260
Godeau, 125, 126 Herrero y Rubio, 331
Godoy, 250, 252, 253, 259, 277, 288, Hevia Bolaños, 317
290, 294, 309, 322 Heyne, C.T., 52
Gómez, A., 283 Hinojosa, 90, 310
Gómez Centurión, 180 Hobbes, 117, 133, 139, 273
Gómez de Avellaneda, 161, 222 Holbach, 121
Gómez Ortega, 242 Horantes, 130
Góngora, M., 64, 330 Hordeñana, 118
Gonzaga, S. Luis, 73 Houteville, 129
González Alonso, D., 265 Hoyo y Sotomayor, C. del, 27
González Cañaveras, 255 Humblodt, 244
González de la Calle, 330
González, Tirso, 200 1
Gotofredo, 137
Gotti, 127 Ibarra, E., 88, 331
Goudin, 125, 157, 158, 159, 27?, 282, Ibarra, J., 37
304 Iglesias, 331
Gouffier, 178 Iriarte, B. de, 191,201,237
Graciano, 146, 148 Iriarte, D., 191,201
Grande, 52, 330 lriarte, T. de, 41, 103, 191, 238, 239
Grandir'l, 139 Isla, F., 58, 71
Graveson, 1. Amat de, 125, 130, 131
Gravina, J.V., 138 J
Grimaldi, Cardenal, 157 Jacquier, 119, 262, 276, 280, 312, 313
Grocio, 132, 134, 139, 260, 281 Jadín, 147, 331
Gudiol y Cunill, 330 Jansenio, 121, 128
Guerra, 331 Jaquelot, 129
Guinard, 265, 331 Jara Andreu, 135, 331
Gundling, 136 Jarry, 134, 335
Gutiérrez de los Ríos, Fernán Núñez Jiménez Catalán, 90, 323, 331
331 ' José Bonaparte, 260
Guyton de Morveau, 65, 325 José 11, 149
Jovellanos, 47, 139, 147, 148, 149, 255,
H 280, 286 y s., 325
Haag, 146, 151, 331 Jover, J.M., 19, 331
Haller, 151 Juan, Jorge, 167
. Hazañas de la Rúa, 331 Juan García, L., 182
Hazard. P., 46, 63, 65, 67, 147, 331 .Juenin, 129, 130, 206
Heineccio, 43, 135 y S., 190, 266 y s. J uretschke, 257, 258, 331
Heister, 154 Jussien, 178

343
K Luis 1, 211
Luis XIV, 141, 180,213
Kant, 255 Lupo, C., 130
Klein-Bruckschwaiger, 139 Luzán, l. de, 63, 167, 249, 325
Koyre, A., 331
LL
L
Llaguno, 273, 274
La Chalottais, 63, 64, 65, 189 Llorente, J.A., 126, 204, 231, 255, 260,
Labrousse, 331 269, 280
Lackies, 132, 303 Lluch,206
Laín Entralgo, 331
Lamy, 126, 132, 133, 165,317
M
Lancelotti, 132
Lanz de Casafonda, 24, 30, 75, 325 Mabillón, 125, 130
Lardizábal, 263 Mably, 139
Lárrea, 318, 319 Macanaz; M. de, 35, 150, 229
Lasala, 222 Macedo, 130
Lasarte, 316 Madol, 238, 331
Launoy, 53 Maffei, 132, 189
Laverde Ruiz, 331 Magi, R.M., 213, 215, 221
Lax, 260 Maier, 270
Le Bras, 146 Malpighi, 165
Le Brun, 72 Mamachi, 188
Lea, H. Ch., 203 Mancas, Marqués de, 40, 105
Leclerq, 133, 331 Manuel, M. de, 36, 142, 143,298, 300,
Leibniz, 51, 241, 281 316
León, Fray Luis de, 130 Marañón, G., 22, 57, 279, 331
Lerena, Conde de, 50 Marat, 179
Leridant, 125, 156 Marca, P. de 130, 153
Lerma, Duque de, 34 Marchena, Abate, 258, 260
Leziroli, 147 Mare, della, 260
Loays'a~ Cardenal García de, 126 Margref, 179
Locke, 46, 117, 178, 255, 288, 293 María Teresa, Emperatriz, 140, 154
Lohmann Villena, .317, 331 Mariana, P., 123
Lombardo, Pedro, 127, 130 Mariana, Reina, 34
López, F., 281, 331 Marías, J., 19, 122, 331
López, Gonzalo, 280 Marín, J., 132, 136, 233, 264, 273
López Lucas, 233 Mariscal, 233, 331
López Almeida, 63 Marivetz, 179
López Cepero, 258 Martel, 242, 258, 309
López Piñero, 153 y s., 237, 302, 331 Martí, dean, 48, 167, 191
Lorén, 246, 315, 331 Martín, J., 79, 87, 88
Lorenzana, 199, 219, 269, 314 ·Martínez, Martín, 36
Lorite, 57 Martínez Albiach, 196
Losada, P.L., 71, 72 Martínez de Cantalapiedra, 126, 130
Lucas Cortés, 35, 296 Martínez Gomis, 332
Ludewig, 126 Martínez de la Rosa, 304, 305
Lugo, E., 259, 268 Martínez Pingarrón, 191, 204, 205

344
Martini, 139, 273 Moñino (vid. Fleridablanca)
Mas, S., 246 Mora y Jaraba, 36, 60, 135
Masson, 249 Morago, 89
Massow, 280 Moratín, L. F. de, 238, 279
Mateo del Peral, 260 Moratín, N.F. de, 234
Mateu Llopis, 171 Moreri,213
Matute, 250, 332 Morico,64
Mayáns y Siscar, G., 48, 58, 64, 66, 77, Müller, W., 74
80, 118, 122, 133, 134, 144, 149, 151, Muniain,70
161, 165, 167, 173,222 Ys., 223, 325 Muñoz, 259
Mayáns, J.A., 161, 167, 222 Muñoz Garrido, 300
Maymó y Rives, 57, 58 Muñoz Torrero, 150
Mayoral, 173, 223 Muratori, 53, 58 Y s., 60, 61, 66, 139,
Medina, J.A., 36 149, 249
Medina Conde, 193 Muriel, A., 290, 293,294,295,301,332
Meléndez Va1dés, J., 277 Murillo, P., 147
Mendinueta, 90 Muschembroeck, ] ]9, 157,290,3]3
Mendo, P., 39 Mussart, 133
Mendoza, 123 Muzquiz,70
Menendez Pelayo, 22, 59,115,179,180,
249, 292, 314, 332 N
Mercadal, 227
Mercader Riba, 45, 48, 52, 54, 68, 332 Narganes, 260
Mercado Ponce, 171 Natal, Alejandro (A1exandre Noel),
Merimé,332 126, 129, 130, 131, 148
Merry y Gordon, M., 112, 332 Nava, M.M., 89
Messenguy, 106, 173 Navarro, A., 235
Mestre, A., 24, 52, 62, 68, 75, 83, 114, Nebot,58
115, 117, 120, 122, 124, 131, 186,187, Newton, 46, 100, 117, 119, 123, 158,
188, 223, 332 160, 240, 297
Miaja de la Muela, 135, 332 Nico1e, 121, 152
Miguélez, 120, 153, 332 Nido Segalerva, J. del, 319
Millares Cario, 181 Nieto, 66
Mincuzzi, 198 Nifo, M., 63
Mindan Manero, 332 Nithard, P., 34
Miñana, 186 Noe1, 160
Mohedano, 169 Noris, Cardenal, 130, 131, 149
Moles, J., 77 Novoa, E., 245, 332
Molina, 206 Núñez, T., 259
Mon y Velarde, J.A., 90 Nuñez Arenas, 332
Moncey, 243 Nuttinck, M., 148
Montells, F. de P., 44, 52, 79, 90, 98,
105, 106, 129, 130, 131, 150, 155, 163, o
164, 231, 276, 298, 302, 322, 332
Montesquieu, 133, 134, 136, 260, 272 Oberndorfer, 272
Montgelas, 280 Ochoa, M., 90
Montiano, 169 01aechea, R., 166, 220, 232
Montiel, 332 01avide, P., 34,35,53, 61 y s., 81, 116,
Montserrat, M., 237, 332 161, 165, 294

345
Olmeda, 134, 150 Picornell, 260
Oltrochi, 188 Piloria, D., 265
Opstraet, J., 125, 131, 256 Pinedo, 333
Orfila, 246, 302 Pinta Llorente, M. de la, 165,.259,334
Origano, 22 Piquer, A., 58, 206, 273
Orimini,55 Pisón, 222
Orsi, 125 Piwnik, M.H., 56
Ortega, J., 168, 237 Pizarro, G. de León y, 295
Ortega y Gasset, 332 Platón, 255
Ortiz, 134 Plongeron, B., 128
Osuna, Conde de, 112 Plutarco, 256
Ozanam, 35, 2,49 Po1t, J., 334
Pombal, Marqués de, 61, 63
p Ponce de León, 130
. Pons Izquierdo, 260
Pagi, A., 129 Ponz, 325
Pagi, F., 130 Porlier, A., 253
Paiva de Andrade, 130 Porta, 183
Palacio Atard, 19, 22, 30, 74, 75, 167, Portero de Huerta, 88, 89
232, 233, 332 Preclín, 120, 148, 334
Palomeque, 180, 332 Priest1ey, 179
Pando, J.M., 270 Prieto Sotel0, 296
Paret, 285 Proust, 244
Pascal, 130, 152 Purchot, 156 .
Passerin d'Entreves, 198 Puffendorf, 132, 134, 137, 140,260,270,
Passini, 188 271
Passionei, 197 Puy, F., 57, 62
Patuzzi, 130 P.;tyol, 180, 334
Pellicia, 188
Peña Vázquez, de la, 83
Peñaflorida, 243 Q
Peñalver, P., 293 Quesnel, 150
Pérez, 259 Quintano Bonifaz, 193
Pérez, .A., 142 Quirini, 188
PérezBayer, 23ys., 51, 74ys., 179ys.,· Quiroz, 334
325 Quondam, 248
Pérez' Bustamante, c., 333
Pérez de Ayala, 130
Pérez de Guzmán, 253 R
Pérez de Goyena, 120, 332
,Pérez Prado, 149 Racine, 131
Pérez Villamil, 263, 294, 325 Rafols, 312
Peset, J. L. YM., 78, 259, 332 Ramírez Claro, J.A., 61
Peset, M., 69, 143, 144,297, 302, 310, Rauttensbrauch, E. de, 125
318, 333 Raymóndez, 181
Peset, V., 333 Reeder, 230, 301
Pestalizzi, 252 Reglá,290
Petavio, 1)0 Reguera de la, 72
Petitpied, 121 Reguera Valdelomar, 313

346
Reynier, 334 Sala, J., 138, 281
Riaza, R., 118, 334 Salas, R. de, 258, 390
Ribera, Fray M.B. de, 55 Salzman, 282
Ribera, S., 132 Samaniego, P., 39
Ricard, R., 56, 58, 334 San Agustín, 128
Ricci, 132 San Alfonso, Ma de Ligorio, 138
Richelieu, 125 Sancha, 280
Rico, 186 Sánchez, 258
Riegger, 140 Sánchez Agesta, L., 49, 50, 334
Rípodas Ardanaz, 324 Sánchez de las Brozas (vid. Brocense)
Risco, 222 Sánchez Diana, 168, 334
Rivard, 155 Sánchez Grangel, 143, 334
Robertson, 242 Sánchez Montez, 19, 184, 324
Robinet, 210 Santander, J., 193, 222
Roda, M. de, 63, 66, 84, 94, 173, 188, Santibáñez, 258
202, 223, 228 Santo Tomás, 122 y s., 164, 319
Roda y Berganza, 249. SantulJano, 294, 334
Rodríguez, L., 78, 293, 334 Sanz y Barea, 145, 335
Rodríguez Aranda, 134, 334 Saporito, 190
Rodríguez Casado, 19, 20, 39, 51, 67, Sarmiento, P., 57
202, 218,245, 303, 334 . Sarrailh, 46, 54,93, 123, 124, 156,230,
Rodríguez Domínguez, 258 243,264,285,286,288,308,310,317,
Rodríguez Moure, 254, 334 335
Rodríguez Villa, 49, 193 Sarrasín, A., 189
Rojo, 149 Saugnieux, 76, 132, 254, 294, 306, 317,
Rollín, 53, 63, 325 335
Romero, B., 65 Say, 313
. Romero del Barrio, 285 Scoraille, 121, 135
Roncaglia Parolini, 188 Schneiders, 135
Roselli, 156 Seabra da Silva, 57
Rousseau, J.J., 132, 133, 180,243,266, Sebold, R., 22, 235
271 Seco Serrano, 237, 335
Rousseau, F., 59, 264 Seguier, 189, 192
Rubín de Ceballos, 269 Seifert, 190
Rubín de Celis, 230 Selvaggio, 147
Rubio y Borras, 57, 70,89,116,117, Sempere y Guarinos, 23, '53, 59, 78, 81,
128, 132, 155, 158,305,306,309,313, 84,85, 117, 118, 134, 137, 141, 160,
325, 326, 334 162, 239, 255, 285, 294, 325
Ruiz Lasala, 334 Séneca, 256
Ruiz y Pablo, 246, 334 Serena, Conde de la, 171 y s.,
Rumeu de Armas, 252 Serrano y Sanz, 159, 335
Serry, 130, 148, 149
Shackleton, 121
s Shaftesbury, 139
Sierra Corella, 335
Sáenz de Aguirre, Cardenal, 126, 130 Silva, 325
Sainz Rodriguez, P., 19, 322 < Silván, L. de, 244, 335
Sala Balust, L., 28, 39, 51, 74, 81, 82, 84, Simón Díaz, J., 78, 235, 236, 237, 335
93, 176, 180 Ys., 334 Simone, di., 335

347
Sinués, 90, 308, 319 u
Smith, A., 313 Ullos, 169
Smith, R.S., 313, 335 Urquijo, J. de, 235
Soldevilla, 70, 296, 336 Urquijo, J.M., 234
Soler, 138 Urquinaona, P. de, 62
Solís, Arzobispo de Sevilla, 159 Urzaínqui, 245
Somoza, 336 Usandizaga, 241, 336
Somoza de M., 143, 287, 325 Ustariz, J., 246, 247
Soto, D., 132
Sounenfelds, 148
Spell, J.R., 335 v
Stegman, 138 Valdés, A., 288
Stryk, 136 Valdrighi, 138
Suárez, F., 196, 273 Valjavec, E., 47, 52, 53,54,72, 129, 150,
Suárez Galbán, 21, 77, 336 276, 336
Syrmondo, 129 Valvuena, 259
Vallejo, J.M., 246
T Van Espen, 146 y s., 318
Van Swieten, 52, 151 Ys.
Tamburini, 256 Vargas, A. de, 61, 245
Taton, 336 Vargas Ponce, 326
Tavenaux, 207 Vasconcelos, A. de, 63
Tavira, 76, 78, 94, 98,135,211,254,263, Vattel, 132, 135
292, 293, 310 Vázquez, P., 161
Tercilla, 60 Vázquez Rodríguez, 336
Terrón, 62 Vega, T. de, 280 y s.
Thomasín, 130, 150 Velasco, F. de, 260
Thomasio, 132, 135, 140, 265 Velázquez de Velasco, Marqués de
Tillemont, S. Le Nain de, 130 Valdeflores, 183
Tomás y Valiente, 336 Vélez, F., 37
Tomsich, 200 Vélez, P., 317
Toreno,309 Ventura Figueroa, M., 90
Torre Mollined~, 138 Venturi, F., 56
Torres, J.I., 133 Veras, J. de, 171 y s.
Torres Amat, 199 Verney, 50, 56 Ys.
Torres de Villaroel, 21, 22, 33, 34, 36, Veyán, 199
53, 94, 124, 325 Vicens Vives, 19,46
Torres Velasco, 137, 142 Vicent, F., 141
Tort Mitjáns, 208 Vico,249
Tosca, 22, 58 Vidal Díaz, 78, 279
Tournely, 124, 131 Vilá y Bartrolí, 70, 336
Traverso, M., 59 Vilamar, A., 219
Tshibangu, 122 Villafañe, 265
Tuchle, 135 Villalba, 246
Turgot, 135 Villalpando, 118, 250
Tychsen, 192 Villanueva, J.L., 150, 203
Villanuño, 318, 319
Villapadierna, 198
Villava, 245, 314

348
Villegas, M, 65 Wigandt, E.N., '47, 336
Villena, Marqués de, 248, 249 Wolff, 101, 134, 136, 137, 140, 156,249,
Vicent, P., 142 255
Vinnió, 119, 137, 138, 141, 316 Wouters, 126, 319
Viña, L. de la, 336
Viñao, A., 336 y
Virgili, 37, 239, 240 Yeregui, 197, 203
Vitoria, F. de, 132, 135
Vives, J.L., 256
Z
Voerdá, N., 141 Zabala, l., 27, 251, 336
Voltaire, 135, 283 Zabala, P., 180, 252, 336
Votta, 179 Zamora, Fray B. de, 76, 94, 98
Zamora Sánchez, I 19
Zazo, A., 119
W ZebaIlos, J., 65
Wall, R., 184, 193,214 Zoesio, 146
Waall, C.J.D., 138 Zuazo, 145
Ward, B., 49, 326 Zúñiga, 130

349
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COLECCION HISTORIA de la ADMINISTRACION

La Ilustración y la Reforma
de la Universidad
en la España del Siglo XVIII
Antonio Alvarez de Morales

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