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HISTORIA DEL COLEGIO SAN GABRIEL DE QUITO.

- En 1862 el entonces presidente Gabriel


García Moreno trajo a los jesuitas de vuelta al Ecuador y les encargó el Colegio Nacional en
Quito, en parte de las mismas instalaciones que ocupó el antiguo colegio jesuita San Luis
durante los años de la Colonia, junto a la iglesia de La Compañía, en pleno centro del antiguo
Quito.
El colegio sería rebautizado como San Gabriel y se llamará así, en agradecimiento al Presidente
Gabriel García Moreno. Este Colegio será, en todo el período garciano y algo después, el plantel
que representaba a todos los planteles de la República: ostentaba el título de "Colegio oficial
de la Capital del Ecuador", y su Padre Rector era miembro del Consejo General de Instrucción
pública.
El prestigio de los profesores Jesuitas, su sistema educativo bien acreditado en todo el mundo,
sus instalaciones, biblioteca, gabinetes de física y química, todo contribuía a hacer del "San
Gabriel" el Colegio modelo de todo el Ecuador. Tendría más de 400 alumnos, de todo el País; pues disponía de internado,
sobre todo para alumnos de las Provincias; y se formaron en sus aulas los hombres más prestigiosos de la Patria.
TIEMPOS DIFICILES A LA MUERTE DE GARCÍA MORENO.- Pero esta bonanza del "San Gabriel" se iba a eclipsar. El
asesinato de García Moreno pasa el poder a manos de otros hombres y otras ideologías que no sabrán o no querrán
mantener la obra de cultura y desarrollo que puso en marcha García Moreno.
Pronto se priva al "San Gabriel" de su categoría de Colegio oficial de la capital; se le niega el reconocimiento de sus estudios
y exámenes; se le despoja en gran parte de su edificio; se entrega al Colegio estatal "Mejía", la Biblioteca, el gabinete de
física, el laboratorio de química.
Los soldados ocupan varios departamentos más del Colegio, reduciendo su espacio y aumentando su inseguridad y sus
dificultades. Todo esto va disminuyendo la asistencia de alumnos, que baja a 150, y de ellos, sólo 35 internos.
La política de asedio al "San Gabriel" era un símbolo de la política sectaria y atea que estaba desplegando, desde 1895, el
Liberalismo revolucionario en el País, y que más tarde habremos de exponer. La prensa se hace eco de estos ataques al
Colegio: "La Linterna", "El Meridiano", "El Grito del Pueblo", los justifican; "La Ley", "La Patria", los fustigan, y publican las
protestas de los Jesuitas y sus amigos.
El Gobierno propicia un pasquín contra el P. Rector, Ildefonso de Olmo, y contra el Vicario Capitular, Ulpiano Pérez Q.
Aparece por todas las fachadas, y los agentes policiales vigilan para que nadie los arranque; unas buenas mujeres que lo
hacen son detenidas por la policía; y los niños que los arrancaron recibieron hasta seis azotes.
EL MILAGRO DE LA DOLOROSA DEL COLEGIO SAN GABRIEL.- En la noche del 20 de abril
de 1906, en el antiguo edificio del Colegio San Gabriel, en las calles Benalcázar y Sucre, en el
Centro Histórico de Quito, sucedió un hecho que cambiaría la vida de los estudiantes del colegio.
Corrían las vacaciones de Semana Santa. Tan solo 35 estudiantes internos cenaban en el
comedor. Eran las 8 de la noche. A la derecha de la mesa, en la pared estaba una litografía de la
Virgen de los Dolores. Muy cerca de la imagen estaban Jaime Chávez, Carlos Hermann y Donoso.
Hermann de repente quedó pasmado. Observó que los párpados de la imagen se movían. En un
primer momento creyó que lo visto era producto de su imaginación. Sin embargo, Chávez, quien
también se había fijado en la imagen dijo “¡Ve a la Virgen!" Ambos quedaron atónitos observando
que la imagen abría y cerraba los ojos como una persona viva.
Poco a poco comenzó a correrse la voz entre el resto de estudiantes. Uno de ellos comunicó el
hecho al padre Andrés Roesh S.J., prefecto del colegio y a Luis Alberdi S.J., inspector. Este último
dijo a Roesch: “Pero Padre, si esto es un prodigio”. El fenómeno duró cerca de 15 minutos.
El 21 de abril empezó a correr en Quito el rumor del extraño suceso. La suprema autoridad eclesiástica de entonces,
Monseñor Ulpiano López Quiñonez, Vicario Capitular, ordenó “que se cubra dicha imagen y nada se publique por la prensa
ni en el púlpito, relativo a ese acontecimiento, mientras no se decida sobre su valor y autenticidad”.
Los peritos, José María Troya, profesor de física, Carlos Caldas, profesor de Química de la Universidad Central; José Lasso,
fotógrafo y Antonio Salguero, pintor; concluyeron que el hecho no pudo darse por el efecto de la luz o por las condiciones
en las que estaba ubicado el cuadro, pues el movimiento de los párpados se repitió varias veces. La imagen fue calificada
por este grupo como perfecta. También un grupo de médicos analizó a cada uno de los testigos y concluyó que el hecho no
fue efecto de una ilusión sensorial.
Después de todas estas indagaciones y procesos, la autoridad eclesiástica emitió su dictamen el 31 de mayo de 1906, que
en su parte esencial decía:
“1. El hecho, verificado en el colegio de los jesuitas, está comprobado como materialmente cierto.
2. Por las circunstancias en que acaeció, no puede explicarse por causas naturales.
3. Por los antecedentes y las consecuencias, no puede atribuirse a influjo diabólico.

En consecuencia, puede creérselo con fe puramente humana y, por lo mismo, puede prestarse a la imagen que lo ha
ocasionado, el culto permitido por la Iglesia y acudir a ella con especial confianza”.
Desde entonces los estudiantes del Colegio San Gabriel y de los otros cinco colegios jesuitas del Ecuador profesan una
especial devoción a María Dolorosa. Su presencia y su protección se manifiestan en esos jóvenes con una intensidad que
trasciende sus años de colegio y se extiende durante toda la vida.

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