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EL RESCATE DEL PRINCIPIO DE EQUILIBRIOS DE PODERES EN AMÉRICA


LATINA.

Dr. Williams Dávila.


Diputado de la Asamblea Nacional de
Venezuela
Presidente del Instituto Internacional de
Estudios Estratégicos, Democracia y
Desarrollo Sostenible.

Excelentísimos, señores académicos,

Distinguidos y apreciados integrantes del Instituto de Investigaciones Jurídicas de


la UNAM,

Apreciado señor presidente del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional,


Dr. Diego Valadés Ríos,

Amigos todos.

Vengo aquí en nombre del pueblo venezolano y su mayoría democrática para


hablarles de nuestra tragedia y de nuestras esperanzas. Vengo al México generoso,
al revolucionario, a la tierra que desprendidamente acogió a muchos de nuestros
compatriotas que trabajaron afanosamente en la construcción democrática del país,
el México que fue refugio de las esperanzas e ilusiones del poeta del pueblo Andrés
Eloy Blanco y de nuestro gran novelista Rómulo Gallegos.

Hoy Venezuela vive una compleja debacle económica, política y social que
resulta ser considerada la peor debacle que hemos sufrido desde la independencia.
Esta debacle es de tal magnitud, que para fines analíticos podría definirse como
Polimorfa, debido a la cantidad de variables que están relacionadas
estructuralmente en el desplome de la nación. Con fines analíticos y de síntesis a
propósito de esta oportunidad que nos brindan de poder exponer la realidad de
2

nuestra nación, creemos que la Catástrofe Polimorfa del país puede ser abordada
a través de cinco (5) macro factores específicos, a saber:

1. La Catástrofe Alimentaria y Nutricional.

2. La Catástrofe Sanitaria.

3. Catástrofe Económica y Productiva.

4. Catástrofe Migratoria.

5. Catástrofe Política e Institucional.

Nuestra Catástrofe Alimentaria y Nutricional podemos caracterizarla como la de


una Emergencia Humanitaria, de acuerdo a la Escala de Situaciones Humanitarias
de la OCHA (Oficina de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios), y está a su
vez es el reflejo máximo e integral del colapso integral productivo y social de nuestro
país. Algunos datos que lo atestiguan son:

1. Un 19,49% de los niños menores de 5 años están afectados por


desnutrición leve, moderada y severa. Cifra que equivale a 320 mil niños
o lo que es lo mismo el 22,85% del total de niños venezolanos de esa edad,
uno de cada 5 niños de mi país están marcados de por vida por los efectos
de la desnutrición, que les mermará sus capacidades intelectuales entre 20%
y 45% del potencial de un niño bien nutrido en la primera infancia. De estos
un 9,23% está afectado por desnutrición severa que implica un elevado
riesgo de fallecimiento en las siguientes 6 semanas posteriores a las
mediciones (Datos del Informe Centinela de Caritas de Venezuela 03/2018 -
Inferencias de Ciudadanía en Acción)

2. Es resaltante que las proyecciones indican que existen hoy en Venezuela


unos 10 millones de habitantes afectados por algún nivel de desnutrición (⅓
de la población venezolana) y que presentan un déficit de peso con respecto
3

a la estatura de al menos un 30%. Cifras sólo superadas en este momento


en la región por Haití, con la salvedad que en Venezuela la desnutrición se
incrementa 1,1% mensual y en Haití tiene un comportamiento estático.

3. Que Venezuela cerró el mes de marzo con una disposición efectiva de 13,07
kg de alimentos por habitante (equivalentes a 411 mil Toneladas Métricas),
cuando lo necesario para lograr que cada venezolano consuma por día las
2.200 kilocalorías y los 75 gramos de proteína son 38 kg de alimento por
habitante al mes, requeridos para una alimentación balanceada y una vida
nutricionalmente sana. En otras palabras Venezuela dispuso el mes pasado
solo ⅓ de los alimentos mínimos necesarios, cuando en Colombia, país
vecino, el punto de equilibrio se alcanza con la disposición de 45,2 kg de
alimento por habitante y posee según cifras de la FAO 50,1 kg por habitante.

4. Es de capital importancia expresar que la Catástrofe Alimentaria -


Nutricional de Venezuela es consecuencia a su vez de al menos de 8
factores específicos:

1. La Catástrofe de Desabastecimiento: Existe un desabastecimiento


estructural del 71%. (Cifras de la Asoc. Nac. de Supermercados)

2. La Catástrofe Logística: Nuestros puertos solo están recibiendo 4


barcos de 30 mil TM para solo 120 mil TM de ingreso al país por mes
(Febrero 2018), equivalentes a sólo el 9% de nuestras necesidades
de tráfico portuario del país; también es acotable que solo el 23% de
la flota de transporte de carga del país esta funcional y solo el 13% de
nuestra cadena de almacenamiento de frío está operativa. En otras
palabras Venezuela presenta severas dificultades logísticas que
agravan determinantemente su debacle.

3. La Catástrofe Agroindustrial: Nuestra agroindustria solo tiene


capacidad instalada de 2,1 TM de procesamiento de alimentos por
mes y en marzo de 2018 sólo fue capaz de producir 165 mil TM de
alimentos, equivalentes al 7,85% de su capacidad instalada,
4

sustancialmente por la carencia integral de insumos y materias


primas. (CAVIDEA)

4. Catástrofe Agro Vegetal: La producción vegetal en el país ha caído


en 77% y solo es capaz de abastecer el 17% de las necesidades de
la población (Fedeagro).

5. Catástrofe Agro Animal: La producción nacional de carnes se redujo


en 63%. (Fedenaga)

6. Catástrofe Química: Nuestra industria química, otrora la más


dinámica de la región por el nodo petroquímico, solo está funcional al
8% lo que genera una escasez estructural de resinas plásticas y
polímeros, fertilizantes, grasas blancas (insumo para detergentes),
clorantes y alcoholes, que mantiene en parálisis al sector agrícola, la
agroindustria y el conjunto de sectores productivos del país. Sin
industria química no hay producción. (ASOQUIM)

7. Catástrofe Eléctrica: Presentamos un déficit de 7.000 Megavatios


indispensables para el funcionamiento de la cadena insumo - producto
de la producción de alimentos.

8. Catástrofe de Maquinarias: El país desde 2015 tiene un déficit de


piezas y maquinarias del 97%.

Nuestra Catástrofe Sanitaria, marcada sustancialmente por los efectos de la


debacle alimentaria y nutricional que por la vía del proceso polivalente de
inmunosupresión y no regeneración de tejidos blandos y duros, que generan los
déficits nutricionales, exponencia la morbilidad y la mortalidad en el país. Algunos
que datos que reflejan esta debacle son:

1. El país enfrenta un déficit de personal sanitario de orden del 69,28%,


pues el país posee un global de personal médico - sanitario del orden de los
21.900 (FMV) y el indicador de la OMS-OPS establece que han de existir 23
funcionarios médico - sanitarios por cada 10 mil personas lo que equivale en
5

el caso de Venezuela a 71.300 médicos, enfermeras, farmaceutas y demás


personal de salud.

2. El país enfrenta una escasez estructural de medicamentos del orden del


72,28% (CIFAR), que en el caso de: a) Vacunas esenciales es del orden del
69%; b) medicamentos para enfermedades crónicas es del orden del 81%.

Catástrofe Económica y Productiva: Nuestro país padece la mayor pérdida de


prosperidad que país alguno haya registrado en los últimos 100 años, en cinco años
Venezuela ha perdido el 40% de su PIB cifra equivalente a 200 mil millones de USD
en actividad económica, a la par de esto se registra un proceso de Hiperinflación
que durante el 1er trimestre de 2018 ya acumulaba más de 1.100%. (FMI - Índice
Legatum)

Catástrofe Migratoria: La Catástrofe polimorfa venezolana ha generado que


desde 2012 se emitieran 2,1 millones de migrantes, que pasan a sumar una cifra
cercana a los 3,8 millones de venezolanos emigrados. (Informe Univ. Simón Bolívar
01/2018). Tomas Faes

Catástrofe Política - Institucional: Como es bien conocido en Venezuela en 2018


se dió un paso definitivo de un Autoritarismo Competitivo a una Tiranía, que no
respeta las más elementales fórmulas de la democracia liberal y occidental, que es
la única que existe. Hoy en Venezuela no existe libertad de expresión porque,
aunque se puede opinar hacerlo implica riesgos elevados, no existe estado de
derecho porque la interpretación de la legislación se realiza en forma creativa y
flexible para favorecer a quienes ejercen el poder; aún más es especialmente grave
que no existen canales institucionales que permitan que en Venezuela se dé una
transición pacífica y por canales institucionales hacia la democracia, por ahora.
6

Desde nuestros albores constitucionales en América Latina hemos aceptado como


un axioma básico de nuestros sistemas constitucionales la separación de poderes
como garantía de equilibrio en el ejercicio del poder, pero, además, como forma
eficaz de resguardar la vigencia de las libertades públicas y el respeto a los
derechos humanos.

En todo Estado constitucional el control presupone un axioma básico de su


génesis. En tanto la estructura constitucional tiene como propósito la distribución
del poder, con la intención de que sea posible su autocontención en garantía de la
preservación de las libertades básicas de la sociedad y de la funcionalidad
institucional que debe privar en el aparato estatal. Ante la pregunta ¿quién tiene la
última palabra en un Estado constitucional? La respuesta no puede ser otra: nadie.
La participación de los distintos órganos del poder, en distinto grado e intensidad,
va moldeando la voluntad estatal.

Montesquieu acertó al afirmar que “es una experiencia eterna que todo
hombre que tiene poder tiende a abusar de él y lo hace hasta que encuentra limites,
es por eso que por la disposición de las cosas es necesario que el poder, limite al
poder”. El ejercicio limitado del poder es una situación política en la que las acciones
y decisiones de los gobernantes se realizan subordinados a la constitución y las
leyes, para lo cual aquellos se encuentran formalmente, y sobre todo de hecho,
controlados, sus decisiones revisadas y eventualmente sancionadas por
instituciones, organismos de control, actores y poderes independientes y exteriores
a ellos.

El constitucionalismo latinoamericano ha sido tributario de esos principios, de


allí que en todas las constituciones democráticas del continente se contemple, salvo
en Cuba, la división del poder como principio indisoluble de la existencia de una
democracia autentica.

Venezuela acoge formalmente este principio, por lo que en el artículo 136 de


la constitución se establece lo siguiente:
7

El Poder Público se distribuye entre el Poder Municipal, el Poder


Estadal y el Poder Nacional. El Poder Público Nacional se divide en
Legislativo, Ejecutivo, Judicial, Ciudadano y Electoral.
Cada una de las ramas del Poder Público tiene sus funciones propias,
pero los órganos a los que incumbe su ejercicio colaborarán entre sí
en la realización de los fines del Estado.

Existe por tanto una división vertical y horizontal del poder, con el propósito
de garantizar un flujo adecuado del mismo en los distintos niveles de actuación
estatal. Este principio ha estado presente desde el nacimiento del Estado
constitucional, con la finalidad de garantizar la libertad de los gobernados frente a
los efectos nocivos de un poder desbordado y sin contrapesos, es por eso que en
la declaración de derechos de la Revolución Francesa de 1789 se leía en su artículo
16 que “Toda sociedad en la cual la garantía de los derechos no está asegura da ni
la separación de poderes establecida, no tiene Constitución”. De allí que surgiera
los caracteres distintivos del Estado constitucional: 1) garantía y resguardo de los
derechos fundamentales y 2) separación efectiva de poderes, y es que, en efecto,
“el principio de la separación orgánica de poderes, como manifestación de la
distribución horizontal del Poder, ha sido y continúa siendo el signo más arraigado
del constitucionalismo contemporáneo para garantizar la libertad”1.

Es comprensible entonces los hechos que dieron paso a la idea de


Constitución, la cual nació

(…) de la necesidad de determinar, formalmente, la composición o las


funciones fundamentales de los instrumentos de gobierno,
generalmente como una señal de orden luego de un caos institucional
creado por una revolución política o social, al liberarse una nación de
un invasor extranjero, o al constituirse una nación a partir de la reunión
de pequeñas unidades políticas. Siempre ha sido con ocasión de tales

1
Brewer-Carías, Allan, Constitución, Democracia y Control del poder, Universidad de Los
Andes – Editorial Jurídica Venezolana, 2004, p. 29
8

decisiones históricas o políticas de reorganizar o crear un Estado,


cuando las constituciones han cobrado vida2.

La evolución de estos principios es lo que dio paso al Estado de Derecho y


consecuencialmente, al sustento efectivo de la democracia, a tal punto que el
modelo democrático terminaría por distinguirse en virtud de la existencia o no de
una separación efectiva de poderes. De acuerdo con Duverger, existen tres
elementos esenciales para determinar si se está frente a un modelo democrático:
1) la elección de los gobernantes mediante elecciones por sufragio universal; 2) la
existencia de un parlamento con grandes poderes; y 3) una jerarquía de normas
jurídicas destinadas a asegurar el control de las autoridades públicas por jueces
independientes. “Estas instituciones tienen el mismo fin: impedir que el poder
político sea demasiado fuerte para salvaguardar las libertades de los ciudadanos”3.

En efecto, la democracia es un sistema institucional orientado a controlar el


poder y garantizar la existencia y respeto de libertades públicas, inherentes al ser
humano por su calidad de ser dotado de dignidad, “sin control institucional no hay
democracia, ni tendrían vigencia ninguno de sus otros factores: sólo controlando al
Poder es que podría haber elecciones libres y justas; sólo controlando al Poder es
que podría haber efectivo respeto a la Constitución; sólo controlando al Poder es
que podría haber pluralismo; y sólo controlando al Poder es que podría haber
respeto a los derechos humanos”4.

Esta concepción ha dado paso al derecho a la democracia, que consta de la


existencia de un régimen político con sujeción a los principios y elementos
esenciales previstos en la Carta Democrática Interamericana, estos son: 1) el
respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; 2) el acceso al
poder y su ejercicio con sujeción al Estado de derecho; 3) la celebración de

2
Brewer-Carías, Allan, Instituciones políticas y constitucionales, tomo I, Evolución histórica
del Estado, Caracas, 3ra Ed., Universidad Católica del Táchira – Editorial Jurídica
Venezolana, 1996, p. 60
3
Duverger, Maurice, Instituciones políticas y Derecho constitucional, 6ª ed., España, Ariel,
1980, p. 71
4
Brewer-Carías, Allan, “Constitución…” cit. p. 28
9

elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal, directo y


secreto, como expresión de la soberanía del pueblo; 4) el régimen plural de partidos
y organizaciones políticas y 5) la separación e independencia de los poderes
públicos (artículo 3).

Por ello es que precisamente, en el mundo contemporáneo, la


democracia no sólo se define como el gobierno del pueblo mediante
representantes elegidos, sino además y por sobre todo, como un
gobierno sometido a controles, y no sólo por parte del poder mismo,
conforme al principio de separación de los poderes del Estado, sino por
parte del pueblo mismo, es decir, de los ciudadanos, individual y
colectivamente considerados.

Este control del poder como elemento esencial de la democracia


comporta al menos tres derechos políticos básicos que son, (i) el
derecho ciudadano a la distribución vertical o territorial del poder para
asegurar la participación; y (iii) el derecho ciudadano al ejercicio de los
recursos judiciales necesarios para controlar el ejercicio del poder, y
además, asegurar la vigencia de los derechos humanos y el
sometimiento del Estado al derecho, es decir, en definitiva, para
garantizar el derecho a la democracia5.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos, ha puntualizado con precisión


que “En una sociedad democrática los derechos y libertades inherentes a la
persona, sus garantías y el Estado de Derecho constituyen una triada, cada uno de
cuyos componentes se define, completa y adquiere sentido en función de los otros”6.

5
Brewer-Carías, Allan, Prólogo: sobre el derecho a la democracia y el control del poder, en
Aguiar, Asdrúbal, El derecho a la democracia. La democracia en el Derecho y la
Jurisprudencia Interamericanos. La libertad de expresión, piedra angular de la democracia,
Caracas, 2008, p. 21
6
Aguiar, Asdrúbal, El derecho a la democracia. La democracia en el Derecho y la
Jurisprudencia Interamericanos. La libertad de expresión, piedra angular de la democracia,
Caracas, 2008, p. 201
10

Hoy en América Latina paradójicamente registramos un retroceso en este


aspecto. Regímenes que acceden al poder por la vía democrática y se valen de las
debilidades de la democracia para subvertirla. Debemos desarrollar la teoría que
América debe rescatar el principio del equilibrio de poderes si queremos gobernar
con responsabilidad para que las dictaduras no se impongan sobre la base de la
ruptura del orden constitucional, ya hoy día pensar en golpes de Estado
tradicionales o dictaduras provenientes de golpes militares no tiene futuro, porque
lo que sí tiene posibilidad de mantenerse son dictaduras provenientes de la ruptura
del orden constitucional donde un poder domina al otro, de allí nuestra insistencia
en seguir llevando a cabo acciones coincidentes, que en la dimensión internacional
implican actuar sobre la base de distintos actores: i) opinión pública, ii) gobiernos y
parlamentos, iii) foros académicos y iv) organismos multilaterales.

Lo ocurrido en Venezuela no tiene precedente, hoy registramos la existencia


de un autoritarismo hegemónico, restrictivo y con rasgos de totalitarismo, de allí la
urgencia de dar un salto cualitativo urgente para recortar el periodo de existencia
del régimen actual.

Nuestra lucha es por la imposición de reglas de juego que permitan acceder


al poder. Sin embargo, no puede iniciarse el proceso de restablecimiento de
garantías sin que exista una fractura de la coalición dominante y para ello se
requiere de presión.

Es necesario constituir una Red Latinoamericana por la Defensa de la


Democracia, cuyas finalidades serán la articulación regional, definir operadores que
promuevan la discusión, impulsar reflexión y apoyo intelectual, no sólo en respaldo
a la causa de Venezuela, sino a la defensa del equilibrio de poderes en
Latinoamérica.

El momento actual.

En Venezuela se ha subvertido el principio de división de poder y se ha


conculcado en forma alarmante el derecho a la democracia y a la supremacía
constitucional que tienen los pueblos de las américas y el mundo. Con la
11

puesta en marcha de más de 62 decisiones judiciales ilegitimas e


inconstitucionales en contra del Parlamento nacional, así como con la
instalación de una Asamblea Nacional Constituyente como poder de facto,
obviando todo procedimiento democrático, en el país se ha perpetuado una
un régimen, que busca sojuzgar la sociedad mediante la imposición de la
fuerza sobre la razón.

Lo ocurrido en Venezuela los últimos lustros quedará como el ejemplo


más bochornoso del asalto al poder por la vía democrática, para la
implantación de un modelo de conculcación de derechos y libertades. Pese a
ello, la muestra de la sociedad venezolana a combatir la perpetuidad de este
sistema da luces sobre el futuro inmediato.

Como ha apuntado con particular acierto, Henry Ramos Allup:

No es verdad que los mayores logros y avances del hombre a


través de los tiempos hubiesen coincidido con los momentos de
mayor libertad. Cada gran creación, invento o revolución se
produce precisamente contra, sobre o más allá de lo existente y
como una reacción o una sublevación del ser humano para
lograr la libertad de la que carecía. No fue la libertad la que
produjo los grandes creadores y las grandes creaciones sino, por
el contrario, las necesidades impuestas por el medio ambiente
hostil en medio del cual el hombre tuvo que luchar para
sobrevivir, es decir, la reacción del hombre contra la tiranía de la
naturaleza, a la cual se agregó la dominación ejercida por unos
hombres sobre otros y la instauración de sistemas compulsivos
mediante la guerra, la ocupación, el despojo, la destrucción y
distintas formas de sujeción que obligaron a los seres humanos
a ciertas aplicaciones en el trabajo y la producción, de donde
fluyeron y se multiplicaron iniciativas individuales y colectivas sin
que existiese previamente un ambiente de libertad. Al estado de
naturaleza, según la teoría hobbesiana, caracterizado por un
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orden basado en la fuerza, no siguió un estado de civilización


armónica lograda sobre la base de pactos entre los hombres
para crear el gran Leviatán capaz de asegurar la paz y la defensa
común, sino que siguió un estado de despotismo o tiranía
también basado en la fuerza, estado en el cual los grupos más
fuertes continuaron sometiendo permanentemente a grupos más
débiles, subordinándolos a la consecución de objetivos
determinados por el vencedor. Dentro de ese sistema
aparecieron y evolucionaron durante siglos la creatividad, el
trabajo, la guerra, la artesanía, la agricultura, el comercio, el
racionalismo, la ciencia, el capitalismo, el marcantilismo, la
revolución industrial, la lucha de clases, todos precedidos de
ausencia de libertad, surgiendo entre persecuciones, matanzas,
pestes, hambrunas y miserias, desde la antigüedad a través del
medioevo, el feudalismo y el absolutismo. Si durante milenios la
lucha fundamental del hombre fue para lograr o recuperar la
libertad era obviamente porque el hombre carecía de libertad y
esa búsqueda fue la que determinó el progreso de la
humanidad7.

Pese a que hoy los venezolanos atravesamos un grave proceso de


desconstitucionalización, que apunta a la supresión de todas las libertades
existentes, debemos procurar un proceso de reorganización y repolitización
social, que genere acciones coincidentes en el rescate del poder, para ponerlo
al servicio de la urgente causa de la reconstrucción nacional. La experiencia
histórica nos demuestra que esa búsqueda de la libertad, es el incentivo mayor
para tener plena convicción del éxito de nuestra empresa.

Aveledo, ha apuntado con precisión que “en Venezuela no siempre el


poder constitucional ha sido poder constitucionalizado, por lo menos en la

7
Ramos Allup, Henry, Reflexiones sobre el liberalismo, Caracas, Nueva Visión, 2007, p.
418
13

medida de estar totalmente sometido a sus límites”8. Ese es el gran reto del
país, lograr establecer un poder constitucional y constitucionalizado.

Frente a la pregunta de sí importa o no la existencia de controles


políticos dentro de un sistema constitucional, la respuesta no puede ser sino
un categórico sí. Los controles políticos no sólo representan el eje
fundamental de la vida institucional, sino, además, garantizan la efectividad
del sistema en su conjunto al mantener la vigencia de las libertades públicas,
pero, además, su goce efectivo y material, que en definitiva es el telos de toda
constitución y del constitucionalismo propiamente.

Sólo mediante la existencia de tales hechos, es posible el avance social


de las sociedades en su conjunto, ello por cuanto es gracias al Estado de
Derecho en condiciones óptimas, es posible generar contextos oportunos de
gobernabilidad para crear posibilidades de superación y crecimiento
económico. El control político se presenta en ese sentido como una
herramienta no solo de contención, ordenación y regulación del poder, sino,
además, como un potenciador de desarrollo económico-social.

La racionalización del ejercicio del poder, hace inevitable que los órganos
del Estado operen y desempeñen sus actividades y atribuciones de manera
responsable y controlada; las relaciones que entre ellos se dan deben obedecer a
un modelo de equilibrios que facilite su desempeño en beneficio de los gobernados.
El control del poder, no ofrece problemas conceptuales, el problema se ofrece en
relación a su instrumentalización. De allí la necesidad de que se ponga coto al
vaciamiento competencial de nuestro parlamento y se reestablezca a plenitud sus
competencias constitucionales.

El sistema político amerita de un sistema constitucional inteligentemente


construido para su funcionamiento y preservación. La Constitución en ese sentido,
es fuente de cohesión. Mientras mayor sea la intensidad de la lucha política, mayor
debe ser el efecto integrador del texto constitucional, so pena, de entrar en una

8
Aveledo, Ramón Guillermo, El poder político en Venezuela, Caracas, Libros El-Nacional,
2007, p. 89
14

dinámica ajena al campo de lo racional. Por tanto, la constitución no sólo opera


como punto de cohesión y referencia, que auspicia la paz social, sino, además,
como determinativo de la gobernabilidad y de la vigencia democrática.
Curiosamente, en América Latina, nuestras constituciones han sido además
justificativo de las deficiencias de su entorno, por lo cual, las carencias de nuestra
clase política han sido endosada al texto. Empero, ha resultado más fácil en la praxis
la reforma –no pocas veces deformas- del entorno normativo, o su sustitución, antes
que una revisión introspectiva de otras causas y, en no pocos casos, la afirmación
que todos los males tienen su génesis en la norma fundamental.

A la realización de una revuelta política generalmente, le ha sucedido una


nueva constitución, tal es el caso de Venezuela y Ecuador. Ambos casos, además,
guardan similitud en número de textos constitucionales, en tanto la primera
contabiliza un total de 26 o 27, según la óptica con que se estudie y, el segundo con
24. En otros casos, puede ocurrir que el texto sea producto de una dictadura militar,
como ha ejemplificado Paraguay. Las causas de nuestra volatilidad constitucional
son múltiples. El cambio constitucional puede darse bien sea por: a) transición de
régimen político; b) adecuación institucional; c) ampliación de libertades y derechos;
d) conveniencia política; o e) ausencia de adhesión constitucional.

Notablemente, uno de los grandes retos dentro de nuestro


constitucionalismo, es, vista estas patologías, lograr la construcción de instituciones
sólidas que perduren y generen un sentimiento constitucional. En la medida en que
éste no exista, nuestra inestabilidad seguirá siendo la regla. Empero, no hemos
superado la paradoja de que, por un lado, la soberanía en términos roussonianos,
es el sustento del constitucionalismo, pero por otro, nuestras cartas magnas resultan
ajenas al pueblo. Mientras no logremos salvar esas distancias, poco positivos
podrán ser los avances.

La racionalización de nuestros sistemas pasa por la construcción de


verdaderos sistemas de controles, controles que por redundante que parezca han
de ser eficaces. Junto la volatilidad constitucional, el nominalismo ha sido parte de
nuestras deficiencias. Un entorno jurídico sin positividad, no pasa de ser una
15

declaración de buenas intenciones. Es una labor imperante por parte de nuestros


países lograr superar estas circunstancias, que ofrezcan a la democracia
constitucional, un suelo fértil donde echar raíces. Retomando nuevamente a
Schamis, habría que recordar que en el continente “se vota con insuficiente
constitucionalismo”9.

Es urgente rescatar la preponderancia del principio de equilibrios de poderes,


es urgente sostener la solidaridad autentica con la causa democrática venezolana
y es inaplazable un cambio de régimen basado en cuatro puntos cardinales:
electoral, constitucional, pacifico y democrático.

Para nosotros el reto que supone para América Latina la tarea de comprender
el significado de la debacle venezolana, pasa por comprender la fragilidad de
nuestros sistemas políticos ya que estos no están calibrados para soportar los
embates de los gobiernos con vocación totalitaria. Es nuestro deber histórico
alertarle a Latinoamérica que lo que pasó en Venezuela, puede pasarle a cualquier
país si no existe un verdadero balance de los poderes públicos, en el cual se
pondere de manera sustancial y prioritaria el rol del parlamento para que puedan
evolucionar las cláusulas democráticas, que se refuerce la unión interparlamentaria,
de manera que puedan detectarse y alertarse comportamientos no democráticos,
entendiendo que la democracia no se limita a elegir sino que requiere también el
cumplimiento de los procedimientos que garanticen los derechos de los individuos,
la convivencia, la preeminencia de las instituciones por encima de los intereses
particulares y la imposibilidad que una mayoría circunstancial aplaste el marco de
convivencia que permite la política en libertad.

Es indispensable que América Latina haga evolucionar las cláusulas


democráticas de sus organismos de integración, de unas enfocadas en
garantizar la sucesión legítima de la conducción del poder ejecutivo, a unas
que garanticen la integridad global del equilibrio democrático entre los

9
Schamis, Héctor, “Honduras…” Ob. Cit.
16

poderes legalmente constituidos, ya que la legitimidad del ejecutivo no es


superior a la legitimidad del parlamento, del poder judicial o viceversa.

¡Muchas gracias!

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