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Lógica del goce Lógica del goce

¿Por qué elegir este volumen y consagrarle el tiempo, que no nos sobra,
de una lectura? Creemos que la posibilidad de esta elección bien vale la
pena, porque el lector, fatigado tal vez de leer siempre más o menos lo
Héctor Yankelevich
mismo, se encontrará aquí en medio de la novedad de una aventura
sorprendente. Prólogo Silvia Amigo
Aceptar seguir a Héctor Yankelevich en la exploración de los puntos
nodales a partir de los cuales va lanzando los hilos del tejido de su
argumentación no podrá no cambiar, así lo creeemos, en alguna medida,
la clínica de quien se haga su lector. Se trata de un ensayo de
investigación clínica y metapsicológica donde, de modo finísimo, se
rcescribirá la formalización de lo que se hace en una cura. Esta meta no
permite demasiados recursos al facilismo. Habrá que otorgarle al autor,
para acompañarlo por senderos tan escarpados, una gran dosis de
confianza. Cuente el lector con la seguridad de que el aspecto laberíntico
de su modo de pensamiento jamás es gratuitamente barroco, ni aun
menos mimético de un fatigado estilo que confunde sapiencia con
farragosidad textual. Rápidamente, el lector atento se encontrará
respirando el inconfundible aire de la clínica psicoanalitica cuando ésta
encuentra una verdadera formalización.
Se trata de la coherencia del autor con la materia con la que trabaja: el
tejido tramado cerradamente de la superficie psíquica donde deben
trenzarse hebras de diferentes registros que respeten además el estilo
exquisitamente singular de hilado de cada sujeto. Esta coherencia de la
práctica de la dificultad es acompañada, y esto no es necesariamente
habitual en el medio analítico, de un conocimiento hecho carne no sólo
de los grandes autores del psicoanálisis, sino además de un manejo añejo,
serio y comprometido, cjue no es de amateur, de la lógica, de la filosofia,
la literatura. Pero es el fino manejo de alguien que hace décadas
comprometió su ser con el psicoanálisis.
Silvia Amigo

Colección la clínica en los bordes


OPCIONES
ellS
EDICIONES Colección la clínica en los bordes
• 1

150.195 Yankclevich, Hedor


VAN Lógica del goce.- I. cd.-
Rosario : Homo Sapiens, 2002. Índice
142 p. ; 22x 16 cm.
(La cibica en los. bordes / Pura Cancina)

ISBN 950-808-360-3

I. Título - I. Psicoanálisis Prólogo


Pertinencia clínica de la metapsicología:
ensayo de una conjunción conceptual 7
Silvia Amigo

Capítulo I
El marco del análisis y el cuerpo del analista 19

Capítulo II
De hijo en padre: las paradojas freudianas del Edipo
y la castración 31

Capítulo 111
La Función Materna 47

Capítulo IV
¿Qué es un concepto en psicoanálisis? 55
02002 • Homo Sapiens Ediciones
Sarmiento 646 (S20000‘41) Rosario • Santa Fe • Argentina Capítulo V
Telefax: 5434! 4243399 • eclitorial@homosapiens.com.ar La Todestrieb, el Otro Goce, la Función Paterna 85
Queda hecho el depósito que establece la ley N°11.723
Prohibida su reproducción total o parcial
Capítulo VI
ISBN N°950-808-360-3 La Forclusión del sentido: qué nos enseñan los autistas
acerca de la palabra 111
Diseño Gráfico: Ariel D. Frusin - Adrián E Gastelú

Esta tirada de 1000 ejemplares se terminó de imprimir en Octubre de 2002


en Artes Gráficas Villarruel • Av. Alberdi 861 • Rosario Santa Fe • Argentina.

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Pertinencia clínica de la metapsicol-ógía:
ensayo de una conjunción conceptual

Una nutrida literatura analítica, que se engrosa semana tras semana,


abarrota los anaqueles de las librerías. ¿Por qué elegir este volumen
y consagrarle el tiempo, que no nos sobra, de una lectura? Creemos
que la posibilidad de esta elección bien vale la pena, porque el lector,
fatigado tal vez de leer siempre más o menos lo mismo, se encon-
trará aquí en medio de la novedad de una aventura sorprendente.
Aceptar seguir a Héctor Yankelevich en la exploración de los
puntos nodales a partir de los cuales va lanzando los hilos del tejido
de su argumentación no podrá no cambiar, así lo creeemos, en algu-
na medida, la clínica de quien se haga su lector. Se trata de un ensa-
yo de investigación clínica y metapsicológica donde, de modo finí-
simo, se reescribirá la formalización de lo que se hace en una cura.
Esta meta no permite demasiados recursos al facilismo. Habrá que
otorgarle al autor, para acompañarlo por senderos tan escarpados,
una gran dosis de confianza. Cuente el lector con la seguridad de que
el aspecto laberíntico de su modo de pensamiento jamás es gratuita-
mente barroco, ni aun menos mimético de un fatigado estilo que
confunde sapiencia con farragosidad textual. Rápidamente, el lector
atento se encontrará respirando el inconfundible aire de la clínica psi-
coanalítica cuando ésta encuentra una verdadera formalización.
Se trata de la coherencia del autor con la materia con la que
trabaja: el tejido tramado cerradamente de la superficie psíquica
donde deben trenzarse hebras de diferentes registros que respeten
además el estilo exquisitamente singular de hilado de cada sujeto.
Esta coherencia de la práctica de la dificultad es acompañada, y es-
to no es necesariamente habitual en el medio analítico, de un cono-
cimiento hecho carne no sólo de los grandes autores del psicoanáli-
sis, sino además de un manejo añejo, serio y comprometido, que no

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es de amateur de la lógica, de la filosofía, la literatura. Pero es el fi- sus historias de cama y orinal -y éstas sí dependen del goce fálico,
no manejo de alguien que hace décadas comprometió su ser con el el cual desde la posición de Otro goce, el analista percibe con la sen-
psicoanálisis. sibilidad extrema de un fino receptor. Para el autor, y concordamos
Este libro no podría haber sido escrito por alguien que no se en un todo con él, no habría eficacia analítica propiamente dicha de
hubiera sentido concernido en lo más profundo, que no hubiera es- una cura si el analista no ocupara ese rol de partenaire decisivo de °
cuchado con unción el sufrimiento de los niños gravemente afecta- la historia toda del analizante, que será radicalmente otra luego del
dos por los más serios padecimientos de la infancia: los autistas y su pasaje por el análisis.
paradojal relación de no relación con el lenguaje demostrarán ser cla- Utilizando ese operador del cuadro del análisis que es su
ve de construcción de un eje de la teorización de este volumen. He cuerpo, el analista señaliza, hace de "marcador" del objeto a, no só-
aquí el "hilo rojo" que secretamente da coherencia a los diversos ar- lo interpretando, sino haciendo signo. Ese semainei puntúa el obje-
tículos que componen esta obra: se trata de la delicada formalización to indecible. La apuesta del analista será la de esperar que el anali-
de los acontecimientos psíquicos que preceden a la metáfora paterna, zante, al fonetizar a su cuenta ese gesto, pueda hacer advenir ese
tiempo de la identificación primari goci. crea ora "signicante menos tonto" producto del acto analítico. Y al sujeto que
objeto a en tanto tal, formadora del cuerpo preespecu ar y corpsift- ad-viene por ese acto Héctor Yankelevich lo ubica "entre dos goces".
ca or 7 e soma Una vez encontrada la clave de eartartrratizzeibn,
—.--777-7- Ya no se tratará, para quien pasó por el acto analítico, de la- perenne
a la que el autor vuelve una y otra vez, desde diferentes puntos de vis- sujeción al goce fálico que le aseguraba el síntoma, sino del acceso
ta, ésta se torna piedra de toque de la llegada al núcleo duro de la posible a Otro goce, dependiente de la creación del sinthome.
construcción misma del tiempo de la forinwi&Sr - La teorización de la primera identificación permitirá al autor
quier análisis de adulto que pretenda la altura de un didáctico) . puntuar las paradojas de la relación masculina con el falo, en tanto
Sólo por esa excursión por los orígenes es que el autor podrá :que aparece en principio como consecuencia de la identificación ca-
afirmar que la tan mentada como misteriosa posición de semblante nibalística al Padre Muerto, punto regresivo donde se origina, para
que se espera del psicoanalista es sostenida cuando éste se hace car- ser refrendado luego en el Edipo, el complejo de castración. Para
go de lo que él llama el aleplfcle la angustia, ese objeto creado por poder pasar de esa identificación al falo en el orden del ser al falo
la primera expulsión dTgeir(L'or encarnarlo sólo como semblante como función deberá poder desplegarse el abanico de las diferentes
es que el analista no queda inundado del goce que el saber aun no caras del padre. Concomitantemente, la Urverdreingung permitirá
pensado del paciente le hace pasar por el cuerpDLa posición de poner a salvo algún tener fálico al precio de borrar sin retorno el pa-
semblante hace que el fugaz paso de ese goce sea la clave de una ela- saje del entero del cuerpo como representante de la identificación a
boraciónsue destrabe la barra que impedía al analizante pensar lo serlo.
que "ya sabía" y articular ese saber, ahora pensado, con el plato Héctor Yankelevich puntúa con extrema fineza que sólo la
central donde éste se umbilica en el goce. presencia real y sexual del padre puede articular lo real de la castra-
Por ello, el autor afirmará que e cuerpo del analista, clave de ción materna con lo posible de la castración viril. Esta presencia de-
su presencia, resulta ordenador del marco del analisis. Y que Otro viene, pues, necesaria para "resolver mejor o peor el Complejo de
goce que el fálico hace a su cuerpo cuando éste sostiene en el anali- Edipo.
zante un cambio de discurso, una modificación de la economía de Una vez asumida la castración, al varón le quedará el camino
goce. Por ello, el analista debe ser partenaire real (pero a través de corto del fantasma para recuperar el goce perdido, o bien -y he aquí
Otro goce) de la vida del paciente, aun no formando parte alguna de que se pone a prueba la eficacia posible de un análisis en el sentido

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recer aquí el "hilo rojo" que recorre sinuosamente el libro todo. Es
de su fin— podrá acceder a lo contingente de lo femenino si puede
en la búsqueda del al menos Un Padre que diga no a la función fáli-
pagar el precio de sostener su satisfacción no del fantasma sino del
ca que una mujer puede ocupar su vida entera para que sea decidi-
don del falo que puede otorgarle aquélla que no lo posee. Esta vía,
ble que deje de ser la Virgen. O bien, analizándose, podrá pasar ella
dependiente de la invención de un saber nuevo y que no es otra que
misma por ese costado de las fórmulas, aceptando ocupar al menos
la de la sublimación, no puede ser alcanzada sin tomarse el anali-
algunas veces el lugar del Unuter, única posición desde donde pue-
zante el trabajo de atravesar el muro del aleph de la angustia. Esto
de experimentar su inexistencia. Pero también la contraria: un varón
es, más "atrás" de la metáfora paterna.
Pero, puede preguntarse el lector... ¿Acaso no está ya en el ori- devenido padre no sólo sabría operar el sostén de la formación del
gen esta metáfora paterna? Claro que sí, pero desde la madre, quien, síntoma, sino que, si ha cruzado el plano de la identificación pu-
diendo colocarse también del costado del lzéteros, podrá sostener la
aun referida a ella, puede no hacerse su pasadora para uno de sus ni-
chance artesanal del sinthome como invención. Y vuelve a ser cru-
ños. De ahí que el autor se vea llevado a inventar el concepto de fun-
cial aquí la posibilidad que brinda un psicoanálisis, pletórica de con-
ción materna, clave para que se haga posible el acontecimiento de la
secuencias para el analizante, dado que da cabida a esta última al-
primera identificación. La madre puede dirigirse a su niño ermi-
a eu a que a contraído con ese ternativa, para poder alternar goce fálico con Otro goce.' Para seguir
tiend o no ue resuene esta luminosa argumentación, el autor planteará una idea propia y
om re- el-Padre. Si así lo hace —y sólo entonces la palabra mater-
.0 novedosa sobre lo que es un concepto en psicoanálisis: el Begriff de
nrenrC an e— ] le hablará a su niño como a nadie más. Et1 una paradoja cuyo carozo lo constituye el falo. Con la mismidad de
esas condiciones que é nino iwmlsowo"nmión e su
la letra y la diferencia consigo mismo del significante.
ser —carne de su carne, situacion que se presta a los más trágicos des-
La coherencia textual del libro no podría dejar afuera en la ar-
-Maces—, sino el representante de lo que el falo corno Nombre e ha gumentación la noción de muerte en psicoanálisis. Reencontramos,
permitido ree nem A esa alteridad que transmite su voz se debe ele
una vez más, la paradoja que engendra la primera identificación: se
Criamiento 2el objeto, dependiente, entonces de la puesta-en nace al logos incorporando al Padre Muerto asesinado, al símbolo
juego del falo como Nombre ya antes del Edipo. Por ese nudo que
ace la pulsión ue puro, al falo no de la función, sino del ser. Se es el Muerto, el Eter-
permite la función matern
lento. La fa- no, ingresando en la civilización. La relación con ese asesinato se-
gira alrededor del vacío del obeto ue crea
guido de devoración, que termina con la lógica de la horda y da na-
1 este nudo inicial, que deja sin falta de objeto al Otro Para un ni-
cimiento a la cultura, estará marcada con el sello del désaveu. Sello
ño de esa madre, hace que éste devenga autista.
Es en medio de esta argumentación que toma todo su peso la de desmentida que comparten la muerte, la diferencia de los sexos y
la castración.
relectura que lleva a cabo el autor sobre la célebre paradoja del co-
codrilo que se apodera de un bebe y que somete la suerte de éste (ser Sólo la eficacia posterior del Padre Edípico intentará desha-
cer la pétrea solidez de esta identificación primera. Vida y muerte
o no tragado) a la preguntas que le (se) formula (a) la madre. Vuel- mantendrán de ahí en más una relación inestable, tensa y paradoja],
ta de tuerca sobre la función materna, sin cuyo apetito sin cu a n -
engendrante de un malestar cine el análisis no puede eliminar, pero
gativa a tragar no habría ingreso del be e en el Otro corno lugar, es-
sí hacerlo jugar más eficazmente en la posibilidad del sujeto de
o es. sitio con aptitu e inscripcion- por extrusión del Otro como "amar y trabajar". El sujeto, viril, se trate de un hombre o de una mu-
lugar del Goce.
Maternidad y feminidad mielen, justamente por no ser la jer, ubicado en el "para todo" de la función fálica, intentará volver a
misma posición en la estructura, articularse entre sí. Y vuelve a apa- elevarse al lugar de la excepción por las vías bien distintas de inten-

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tar ser sublime (posición que Héctor Yankelevich, con Safouan, acu- Volviendo a los dibujos que Jéróme produjera en sus primeras se-
sa con razón de tornarse "enemiga de la vida") o esforzándose por siones, su antiguo analista se dejará enseñar una esclarecedora lección
sublimar. Pero entonces toda sublimación implica una vuelta al pa- metapsicológica: la representación dibujada —cuando el dibujo se
saje por el lugar del Padre excepcional, experimentando su inexis- torna posible para un niño, lo que no siempre sucede— le permite
tencia, y una "utilización" por así decirlo, "amiga de la vida" de la despedirse para siempre de un irrepresentable absoluto, abriendo a
Todestrieb. futuro la posibilidad de una existencia hasta ese momento inantici-
Héctor Yankelevich introduce una idea propia y metapsicoló- pable. Cuando Héctor Yankelevich reconsidera veinte años después
gicamente justa sobre la intrincación pulsional, creada en el mo- los dibujos que de sí mismo, de su madre y del objeto pudo perge-
mento inaugural en que el Otro responde con su presencia al grito ñar su pacientito, contando pues hasta tres, encuentra asombrado la
del bebe, haciendo que éste devenga llamada. Ese momento fecun- evidencia de que el dibujo literaliza la imagen de cada uno de los
do inicial anuda la pulsión invocante con la escópica. En efecto, se- elementos que entran en juego. Puede comenzar también a respon-
rá desde un semejante que se da a ver que se esperará la emisión de derse por qué Jéróme habló —hubo transferencia de su madre al
1 la voz. De ahí en más, para una estructura neuróticamente lograda, Nombre de su analista—, pero aun así no pudo entrar normativamen-
el goce de una pulsión hará cuadro, lo que equivale a afirmar que te en el espejo. Héctor Yankelevich demuestra como, así lo creemos,
pondrá límite, al goce de la otra. nadie lo había hecho hasta ahora, que para funcionar como espejo pla-
e Siguiendo el sendero de la intrincación pulsional aparecerá en no la madre debe poder anudar el amor al nombre con el agujero eró-
escena en el volumen un apartado sobre el narcisismo totalmente tico de la falta fálica. Es este agujero el que pide ser suturado en el
remarcable. Más acá, lógicamente antes aun del narcisismo especu- tondo del espejo plano. No hubo acceso a esta parcela de la función
5. lar —punto éste de sutura terminal de la identificación primaria— , el materna, porque si bien la transferencia de la madre permitió hablar
autor sitúa al narcisismo primario como "identificación imaginaria... a su hijo, su renuencia profunda a copular ese nombre con el falo de-
no a la imagen del cuerpo, sino al circuito pulsional". Acordamos jó al niño sin acceso a la constitución normativa de un yo ideal es-
ti con esta definición, creada no sin Freud y Lacan, pero inventada en pecular.
medio de la antecitada formalización de la práctica de la dificultad El autor describe, enumera, y por fin formaliza los diferentes
CI al que el autor consagró el esfuerzo de una investigación. Vale la modos de suplencia de este déficit en la entrada en el espejo (que no
A pena insistir una vez más que esta investigación que le permite a debiera confundirse con las patologías del narcisismo que engen-
lv Héctor Yankelevich llegar a una definición plausible y operativa dran las entradas desafortunadas —pero entradas al fin— en el plano
del narcisimo primario no podría haber sido llevada adelante por especular). Consideramos impactante y novedosa su idea de que el
cl! quien no hubiera trabajado con niños muy pequeños y muy grave- espejo esférico resta como única chance cuando la entrada en el es-
fr
mente afectados. Pero insistimos también... ¿podría seguirse una cura pejo plano fracasa. Pero nos preguntamos una vez más.. .el adulto
la
Si
de adulto hasta el fin del análisis sin los elementos de formalización neurótico y bien estructurado, ¿no guarda aun así algunos tics y bi-
que esta investigación adelanta? zarrerías evocadoras de pretéritas fallas en su entrada en el espejo
Quienes vienen siguiendo la producción escrita de Yankele- plano? E insistimos en preguntarnos: es posible analizar hasta el final
vich se reencontrarán en el último capítulo con Jéróme, Diana y Jes- a InSa.s.iu_bilberse tomad44.1—ipaliaje —por otra parte emocio-
sica. Esto demuestra lo que significa, para quien es analista, ocu- nante— de_i£atiggarilL4)ázlic4iiilet
ii eitl?
se parse realmente de una cura de modo tal que nunca devenga un caso El lector notará que la teorización que su analista articula
pi cerrado. veinte años después implica aceptar que la cura de Jéróme logró in-

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gresarlo en los albores de la identificación primaria -y gracias a eso por donde sea que pase- quien, a condición de que se hayan hecho4frjA em -
este niño logró hablar- pero no pudo acompañarlo hasta la fase ter- correctamente los cruces, operará el anudamiento de lo que podría d mons
minal de este hito, que hubiera implicado la sutura semilograda del ser un mero apilamiento.trivial de cuerpo y lenguaje. Sólo el pasaje
cero -falta en la madre- por el uno del narcisismo especular. Creernos fulgurante del fill_o_llevando consigo alrededor el vivificante poder
que este hallazgo permite a los lectores proseguir el hilo argumental agujereante arrancará al len_guaie eitto nue lo hará no todo ha-
que se adivina fértil, ampliando aun más la formalización: la identi- ciéndolo devenir simbólico y por ende succionable. Y al cuerpo lo
ficación primaria es desdoblable en al menos dos momentos lógicos. hará apto, cotp.sificando el soma, para que su imagen ingrese en el
Pero esta última reflexión corre ya a cuenta de la lectora, que he de- agujero que, eiillque ha devenido simbólieo el pasaje del falo aca-
venido, de este formidable texto. Jéróme pasará del autismo a la psi- ba de crear. Debemos aciarai que ei autor no recurre al concepto de
cosis, dado que ha logrado contar, pero no ha logrado ordinalizar el corpse. Pero para quien deseara aprehender esta noción tan central
cero computado como uno. como misteriosa introducida por Lacan hacia el final de su obra, es-
Es esa misma transferencia de la madre por el analista de su te volumen constituirá una llave de entrada inapreciable.
1 hijo es la que permite a Fabien hablar, contando a partir de seis.Y esto ¿Por qué no recurrir otra vez a la metáfora del hilo rojo? ¡Pero
porque la madre comenzó a hablar al analista -de modo nominante- si aquí nos auxilia el mismísimo Lacan! Este afirma explícitamente
E sobre ella, su historia y la de su hijo. Que pueda intentar copular la que este pasaje de la recta infinita representa a la identificación pri-
e palabra con el niño, o bien el uno con el objeto, es lo que permitirá mordi eudiana, que él nombra identificación a lo real del Otro real,
el desprendimiento del objeto, eyectado por el uno hacia lo faltante. o sea la incorporación, por amor, del Nombre-del-Padre
y En el caso de Fabien, quien también pasó del autismo a la psi- Sobre el final de estas reflexiones Rector Yankelevich se de-
s. cosis,la bizarrería residual se hizo notar en que su voz no logró nun- tiene en un fenómeno que ya había sido señalado -sin pena ni glo-
ca dejar de tener un tono maquinal, metálico. Lo que indica que fue ria y sin sacar de ello consecuencias...pero había sido subrayado-
incorporado el lenguaje, pero sin que la laten gua materna pasase co- por los mejores psicolingüistas. El bebe humano gorgea desde el
rrectamente, por falta de formación de la voz como plus-de-jouir y tercer mes y produce lalación desde el octavo mes. En el primer ca-
tr
no mero instrumento de comunicación. so es capaz de emitir los sonidos de todas las lenguas conocidas. Su
el Jessica, quien no llegará a hablar, muestra hasta dónde el ne- laringe esta, por así decirlo, "abierta" al linprinting de todos ellos.
A gativismo de contar el tres implica una no utilización de la traza de En el octavo mes, tiempo en que suele el niño pasar -si las cosas an-
N la voz del padre como soporte del plus-de-jouir. Cura fallida pero dan bien- a la lalación, al reconocimiento electivo de le gestalt de
aun así impresionante: puede dar testimonio, aun en su fracaso, de su madre, y al estadío del espejo, la laringe se "cierra", ya no es ap-
di la realidad de la presencia de la traza primera paterna, desaprove- ta para reproducir los fonemas de todas las lenguas del mundo. Lo
fr que permite pensar que la incorporado» primera dal Nombre-del
chada en este caso, en que no hubo salida de la encerrona autista.
la Padre se hace en principio sólo en upo lengua la materna. Para re-
Si Para finalizar las reflexiones que nutren este volumen Héctor
Yankelevich despliega una de las más sólidas argumentaciones que cortar el objeto voz (pero se trata más generalmente del recorte del
hayamos leído nunca sobre la pertinencia clípica del nudo borro- objeto a, de su advenimiento) debe aparecer en escena algo que La-
de
de meo, sobre los cambios reales que le permiten a Lacan éste nuevo can llama en su seminario sobre Joyce "forclusión del sentido". For-
modo dé escritura. No debiera desperdiciarse el riquísimo trabajo, clusión fundante que retira al niño de una relación "holística" con
se minucioso como el de un orfebre, en que demuestra cómo es el falo todas las lenguas de la tierra y lo enraíza a_su lalengua. Esta forclu-
Pa como recta infinita -esto es, rodeada de agujero y portante de agujero sión del sentido, forclusión eskiZrr-ante—, crea como recortadg el
St
1(344., J 0-Jvc/n/nrLitnAL 9114) Sáda
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t i-tt~ IQ- 9 ahlAft°7 15
objeto voz, y, tal como afirmábamos más arriba, engendra tout court El autor espera seguramente a sus lectores para acompañarlo en la
objeto a en tanto tal. travesía que implica el recorrido que ha pergeñado. Creemos que es-
Hemos tratado hasta aquí de abrir el apetito de los lectores te volumen deja leer entre líneas su esperanza de encontrar algún in-
que auguro a este volumen sobresaliente. Como todo plato elaborado, terlocutor que le permita continuar menos solo el largo trecho de la
puede resultar en principio extraño a la primera degustación. Des- ruta que resta por recorrer, encoré.
contarnos que la perseverancia de los analistas encontrará rápida-
mente la fuerza motriz para acompañar la lectura cuando se sientan
tocados, tal fue nuestro caso como lectores, por la rara conjunción Silvia Amigo
de lógica, poética, y nos atreveríamos a agregar, de emocionada ter-
nura para con el frágil material con que teje el autor los avances de
los que seguramente nos beneficiaremos.
No es común en un medio donde ha llegado a tener tanta "mala
prensa", encontrar, francamente expresada, la dimensión de auténtico
1 cuidado por el paciente, donde la firmeza para llevar a quien lo ne-
cesite al filo de la angustia, incluya el propósito explícito de que la
e experiencia no derrape en inútil y melancolizante ejercicio de autori-
dad o de aplicación de saber.
Y Este libro altamente formalizado, pletórico de referencias cultas,'
si recorrido por abstracciones y conceptos nuevos, no es un libro teórico.
Se trata del libro de autor de un clínico que se pasó una buena
parte de su vida escuchando el sufrimiento de los niños y los adultos
que golpeban a su puerta en el hospital, en su consultorio de Paris y
tr
en el de Buenos Aires. Otra buena parte la pasó intentando formalizar
F:
CI
lo que hacía, único modo de sostenerse, él también, entre dos goces.
A Creemos poder afirmar que ha logrado una formalización
N ajustada que no acude a los recursos de aquello que Lacan llamara
á discours-courant, ronroneo de consignas que ya no dicen nada. No
di hay en el autor la pretensión de fascinar con sus argumentos, sino la
fr auténtica preocupación por lograr instrumentos que permitan, quizá,
la atenuar el sufrimiento de quienes piden ayuda al analista.
Parafraseando a Freud, podemos afirmar que Héctor Yankele-
eli vich se aboca al trabajo comme une béte, esto es, sin forzar el material
dç ni pretender controlar la espectacularidad del resultado posterior.
Que de. todos modos es formidable. Mencionábamos al inicio la con-
se fianza que el lector debe depositar en el autor para iniciar y sostener
inicialmente la lectura de este volumen. La merece.
SE

16 17 .
El marco del análisis
y el cuerpo del analista

"Der Weg des Analytikers ist ein anderer, ein solchern


für den das reale Leben kein Vorbild liefen"

"La vía del analista es otra: para él la vida real no


brinda modelo alguno."

S. Freud'

1. En 1914, en Observaciones sobre el amor de transferencia, Freud


inscribe esta máxima que nos sirve de epígrafe y que debería quedar
grabada en cada analista tan fuertemente como ha quedado alguna
vez para la gente de letras, el principio del Canto III de la Divina Co-
media, Inferno, III, 15: "Qui si convien di lasciare ogni sospetto;
ogni viltá convien chi sia morta [...]"

Ahora bien, si Freud está en lo cierto, para formar parte de la


vida, el análisis no es real; o si es real, no forma parte de la vida. En
el primer caso pertenecería a lo irreal de la vida. En el segundo, es-
taría ligado a la muerte, en la medida en que ésta precede la vida.
Afirmaremos aquí que el marco del análisis no se constituye
sólo de las condiciones de tiempo y espacio en que se desenvuelve
la cura, si bien forman parte de aquél. La cantidad de sesiones, su
ritmo, sus escansiones internas, su relativa fijeza y el advenimiento

se 1 Studienausgabe, Ergánzungsband, Schriften zur Behandlungstechnik, Benier-


kungen über die übertragungsliebe, p. 225. Puntualizaciones sobre el amor de
transferencia, T. XII, Amorrortu editores.

19
de lo imprevisible que permite la regla fundamental, forman parte 2. ¿Qué sabe un analista?
del marco, siendo inclusive su aspecto sustancial.
Pero el marco, por su parte, no puede ser definido sólo a partir Esta es una pregunta que se hace cada paciente a lo largo de
de sus aplicaciones, dado que admite en sus posibilidades, tanto las un análisis, incluso siendo él mismo analista e iniciando por enési-
largas sesiones de Ferenczi y de Winnicott, como las escandidas o ma vez una cura. Y, si en general, todos acordamos en decir que so-
cortas de Lacan. Ya que permite la presencia plena, pero en silencio bre el paciente no sabe nada, también sería útil señalar que tiene un
del analista, al igual que las largas construcciones kleinianas, varias saber formalizado, sea cual fuere su pertenencia teórica. Sólo dare-
veces por sesión. La construcción del concepto de marco no puede ba- mos de ello un breve resumen, dado que su desarrollo in extenso no
sarse, pues, en el censo de sus variaciones formales, e inclusive ex- es el objeto de este trabajo.
tremas, para deducir su deslinde y definición, porque resultaría trivial. a) Sabe que el lenguaje es trabajo: que aquello que organiza a
El marco del análisis es la marca y despliegue de la primera la vez la vida y el sufrimiento del paciente no debe ser re-
expulsión de goce, aquella que, con su costado forclusivo, vuelve el cobrado como un viejo juguete roto en el fondo de un des-
cuerpo apto para la inscripción del lenguaje. ván (3) sino que su eventual hallazgo es una creación de la
Esta "puesta afuera" radical y la inscripción del lenguaje co- palabra.
E mo tal crean el objeto, antes de toda pulsión, dando un basamento b) Que el hecho de enunciar la regla fundamental: "diga todo lo
e real y no lingüístico al corte significante. que se le cruza por la cabeza", desencadena la repetición.
1. Concebido de este modo, el marco resulta ser la "Otra esce- c) Que no puede ubicar la represión sino a partir de su retorno.
na", es decir, aquella que sostiene el mundo. Por lo tanto, nada tie- Y que ésta nunca pasa por las mismas vías que a "la ida."
si ne de imaginario, y sus disposiciones tampoco tienen carácter de re- d) Que ello supondrá que su atención sea atraída por las nadas
gla o norma simbólica. Apenas son señaladas. Al no tener reverso, reales (reale Nichtigkeiten2) que le permitan aprehender las
si por ventura no fueran respetadas, no por ello serían susceptibles identidades en las diferencias. A esto llamaba Freud "aten-
ti de interpretación. Por otra parte, no habría que pensar que las pare- ción flotante".
des del consultorio del analista hagan suponer que la escena analíti- e) Es decir que es en su lectura de lo que es dicho que se produ-
ei ca se limita únicamente al consultorio de éste ya que el Ring de Vie- ce el Inconsciente.
na, a lo largo del cual Freud permitía que Ferenczi y otros se t) Y ello, por un motivo fundamental: por el hecho de hablar lo
lv conviertiesen en analistas, no lo tiene. (2) simbólico se escinde. Se divide irremediablemente.
Esta escena —siempre enmarcada, cualquiera fuese su escena-
cli rio— es tal, en la medida en que allí se dice todo lo que no puede de- Freud lo escribía con perfecta claridad en Recordar, Repetir y
fr
cirse en el mundo. Reelaborar, en 1914, al poner en boca del paciente la siguiente de-

Finalmente, este marco está compuesto, o definido, por cuatro claración: "siempre lo supe pero nunca lo había pensado". Y ex-
Si
C1 letras. El estudio de las mismas y de sus disposiciones respectivas plica que lo que impide el acceso a la rememoración es una barra
d( nos permitirá llegar al operador del marco: el cuerpo del analista. (Sperrung).
(I( Pero antes habremos de pasar por algunas estaciones inter-
medias cuyo abordaje es, en definitiva, menos difícil que el de un
se cuerpo. De un cuerpo que está bien vivo y es, a la vez, puro produc- 2 Freud, "Ein Kindheitserinnerung des Leonard de Vinci", Studien Ausgabe, X,
p. 110, nota. Un recuerdo de infancia de Leonardo da Vinci, T.XI, Amorrortu
Pa to de un discurso. editores.
Sr

20 21
Hay entonces una barra entre el pensamiento y el saber. ¿Qué sig- en éste, la manifestación de su resistencia, la presencia efectiva, en
nifica esto? Que el pensamiento inconsciente, gobernado por el él, de la barra.
principio de placer, es impotente para tomar sobre sí la exigencia La experiencia de la supervisión muestra que el hacer del ana-
que le impone el saber: aumentar su capacidad de operar bajo al- lizante se ve modificado sin que el analista haya dicho o significado
ta tensión. Para ello, para pensar este saber que está inmerso en el nada, desde el mismo momento en que ha trabajado sobre su resis-
goce y satisfaciéndose en él, el pensamiento debería invertir el tencia, es decir, sobre su propia vertiente de la transferencia con otro.
vector que lo dirige hacia la menor tensión y querer producir nue- O bien, cuando el analista ya no está supervisando, cambia la situa-
vas diferencias. Cosa que casi nunca puede hacer por sí solo. La- ción transferencia! Si éste se deja, en el medio de cierta invasión
can escribe S2 al saber inconsciente. Nosotros escribiremos S , al afectiva, constituir como superficie donde la letra del analizante,
conjunto de los signif cantes que organizan el pensamiento in- una vez leída, se vuelve desecho.
consciente. Al principio de la cura, el saber del analista es formal —cual-
Estos significantes, que s mpre tienen carácter de manda- quiera fuese su obediencia teórica. A medida que avanza la cura, es-
1

miento, son desplazados en el preciso momento en que el paciente te saber se vuelve un saber de la misma. Pero nunca un saber acer-
empieza a hablar al analista y a extraer cierto saber sobre lo sexual. ca del analizante. Por lo tanto, el analista sabe que el saber que se
Desaparecen, de alguna manera de allí, de donde el paciente habla y produce en la cura y que sigue produciéndose luego, como su efec-
e deshaciéndose de ellos, los guarda en el lugar del analista. to, una vez terminada la misma, no es el gran Otro. El desplaza-
Estos significantes, que constituían para Freud la parte "más miento de la barra operado por el paciente le permite comenzar a de-
Y reprimida" de cada complejo, son giradoji la cuenta del analista. cir un saber que estaba en él. Ahora bien, que diga lo que sabe no
si - significa que sepa lo que dice.
Son los significantes de la transferencia Gracias a este giro, podrá
d
en e con intervención del analista, constituir su saber; justa- Así se desprenderá un primer objeto alrededor del cual gira
mente por haber puesto en reserva una parte del tesoro simbólico. este saber. Esto era lo que Freud llamaba prima de placer, o plus de
Pero, en definitiva, estos significantes de la transferencia permane- goce —Lustgewinn—, presente tanto en el chiste como en el fantasma
tT

cen inconscientes tanto para el uno como para el otro. que escribiremos an.
No obstante, si el analista funciona realmente como tal, no lo Las letras que hemos comentado hasta aquí y su posición res-
Á hace sin tener un saber opaco sobre estos significantes que lo cons- pectiva tendrían la escritura siguiente:
tituyen en tanto tal. Él es estos significantes, está a su espera, y ca-
da vez que el paciente entra en una zona de donde fueron extraídos Sa T [mandamientos 52 [saber en el goce]
y desaparecieron, el analista se encuentra físicamente estorbado por Inconscientes]
fr [sujeto a venir]
ellos e impedido de pensar. an [prima de placer]
la
SI Una de las actividades del analista, cuando no es propulsado
O al acto por uno de estos significantes es pensar los pensamientos no
de pensados del paciente. Para ello, el embarazo y el impedimento son 3. El deseo del analista
de
Uno de los conceptos más difíciles de pensar que Lacan haya
so * "Das babe ich immer gewusst, aber nicht ciaran gedacht", Erinnern, Wiederho- introducido es aquél que decreta para el lugar del analista en la cu-
pa len, Durcharbeiten, S.A., Erganzungsband "Schriften zur Behandlungstech- ra: la posición de semblant. Esto significa que tenemos que tratar
nik", p. 208. Recordar, repetir y reelaborar, T. XII, Amorrorty editores.
Sr

22 23
dos conceptos: el de analista, por un lado, indisociable de su posi- serve al paciente de la misma. Sino al contrario, le permite atrave-
ción y el de semblant. A su vez, todos los lacanianos saben —al me- sarla. He aquí que, si bien es el analizante quien ubica al analista en
nos podemos suponerlo— que la letra qué permite asegurar esta po- posición de gran Otro, éste se abstiene de responder, ya que desde
sición es a. allí, su deseo tendría irremediablemente el efecto contrario del bus-
Ahora bien, dicho esto, ejos de creer que lo hemos resuelto cado.
todo, nos encontramos ante un conjunto de enigmas impenetrables Así, el analista no sólo preserva el lugar de la angustia —por-
que hacen que la escritura propuesta por Lacan necesite una larga in- que toda emergencia traumática señala un progreso en la cura— sino
vestigación para abrir aquello que ocultan sus letras. que es recorrido, a veces, por un goce que no es el suyo. Como si lo
Pero ¿qué tipo de a es el analista? ¿acaso es el excremento, tocara una laminilla irreal del analizante, cada vez que las palabras
esa parte del yo perdida para siempre? ¿O ese ojo de pesadilla, sin de éste dejan en la estacada el goce que les da su peso.
párpado que me petrifica? ¿O esa fuente que de sólo beberla me pro- Si este goce que lo alcanza y se apodera de él parte tan rápi-
duce sed? Proponemos escribir su posición así: t‘l do como había llegado, entonces resulta no ser suyo, por ser fálico.
Es decir, el aleph. Que es, en tanto punto de origen, el aleph Debemos pensar que el goce que hemos de llamar propio al analis-
de la angustia, el punto desde donde a se desprende. Porque sólo ta no lo es.
desde ese lugar, el de la Hilflosigkeit, el del desamparo, es que el sig- Pero, en definitiva ¿por qué querer —me dirán— que tenga uno
e nificante muerde en lo real, que el saber se inscribe como cuerpo. y, para colmo, tan extraño? Pero ¿cómo aprehender un goce incons-
1 La barra que golpea, en Lacan, al gran Otro y al Sujeto, divi- ciente que viene del otro, en el cuerpo de uno y cesar de recibirlo in-
Y diéndolos de sí mismos, es una y doble a la vez. Separa desde el ini- mediatamente, tan pronto como el discurso del paciente cambia, si
si - cio el saber del pensamiento, o el inconsciente del fantasma. Pero no es desde una posición de goce otro?
d Es esto estar, para el analista, en el lugar de a, pero en el sem-
también el pensamiento del goce.
El dispositivo de la cura permite que el analizante se haga blante. Lo escribimos a°. Es desde allí que se vuelve el soporte de
tí más o menos cargo de la primera barra. Dado que es el analista los estallidos pulsionales del paciente. Se vuelve una mierda abo-
quien toma sobre sí la represión. Pero en la segunda, aquella en la rrecida —para no zozobrar en el duelo de esa nada perdida, un seno
cual el pensamiento se umbilica en el goce, sólo el analista puede vaciado de goce, un ojo que sabe los pensamientos de los demás an-
A desgranar las letras que la componen. tes siquiera de que sean formulados.
Para poder ser hecho mirada, se desposee de la suya. Para po- Pero tal vez nos hemos apresurado un poco. Dado que no es
der ser hecho voz, pierde la suya. Así, lo que ve son los vectores di- nada evidente, excepto como argumento de autoridad, que el analis-
di námicos que sostienen o traban el cuerpo del otro. Lo que oye son ta esté o deba estar siempre en el lugar de causa de deseo. ¿Qué sig-
fr las variaciones tonales de la voz, su desplazamiento en la tesitura. nifica, en definitiva, sostener un deseo que no es subjetivo?
la
El analista, en tanto tal, no tiene cuerpo. O bien su cuerpo no Ante todo significa asegurar siempre el relanzamiento de la
SI
tiene Erscheinung, es decir, manifestación de lo que le es propio. demanda. Que ésta no se marchite, varada en las dificultades de la
El hecho de que su posición se origine en la angustia no sig- repetición. Porque él es quien se ofrece como objeto de la demanda
dt nifica de manera alguna que tomando sobre sí la indefensión, pre- —tal como lo demuestran las emociones libidinales de su cuerpo— y
fi con su acto, se vuelve un partenaire real de la historia del paciente.
se No sólo de la historia de la cura, sino simplemente de su historia en
Cf. Jacques Lacen, Seminario Les Noms dit Pére, inédito, 20 de noviembre de
1963. tanto tal: ya que antes y después de un análisis, nadie tiene la mis-
3
Sz

24 25
ma historia de su vida. Los personajes siguen siendo los mismos, pe- Lacan, de manera muy codificada, casi cabalística, cuando quería
referirse a esa modalidad del acto y a ese momento de la cura, lo ha-
ro el cuerpo sin Erscheinung del analista (a0) les ha cambiado el
cía de manera encubierta y citando a Heráclito más de una vez: "El
rostro.
Lejos de ser un deseo extático, inmovilizado por la resisten- príncipe cuyo oráculo está en Delfos no oculta ni revela, hace sig-
no" (Diels und Kranz, Fragmente der Vorsokratiker, fragment B
cia, el deseo del analista se demuestra por la persistencia de la de- \ i
XCII1).
manda.
Hacer signo se dice en griego semainei (aspeuvet.), y signo
Dejarnos lo más difícil para el final: el secreto de una cura, so-
se dice semeion (aspictov) que también significa punto. Para decir
bre todo si se trata de la cura de un analista. Lacan lo ha trabajado
punto, Aristóteles emplea tanto seineion como stigmé: punto, marca
por años, lo cual se transmite indudablemente en las curas. Pero el
del. punzón.
hecho de que los analistas no lo mencionen jamás muestra que el ac-
to es transmisible pero no comunicable. Para hablar, para dar cuen- Este acto que hace huella en la mirada, como el trazado de una
caligrafía, como la violencia suprema de un gesto de ballet, al pun-
ta de ello, hay que producir construcciones que lo evoquen.
1 zar el objeto, lo hace "apareser". La apuesta de este acto, es que la
Nos limitaremos aquí a señalar una de las posibles vías para
voz del paciente haga nacer de esa letra que el analista acaba de tra-,
cernirlo, ya que ninguna lo agota, y no hacen conjunto.
zar y que no tiene sonido alguno en la lengua, un significante nuevo.
Podríamos partir de una constatación freudiana: el paciente
Para escribir la letra que inscribe el deseo del analista en su
e sufre por lo que supone sabido por su analista. Ahora bien, ya que
acto a, es preciso darle tres apariciones: N, a0, an.
el analista lo sabe ¿para qué habría de contárselo el paciente?
Y Esta suposición no es plenamente inconsciente. Al contrario, O bien abrir una llave, una llave de a y escribir:
si an
la primera proposición de la cadena de razonamientos es conscien-
a
te. Pero no su consecuencia. Esta serie de razonamientos es la que
sostienen tanto la transferencia como el sufrimiento, alienándose y
tr reproduciendo un goce cuyo acceso está oculto.
S es el nombre del significante que cifra este goce. Pero no Pero ¿qué ocurrió con el sujeto a través del escalonamiento
es decible, y no por alguna misteriosa razón, sino simplemente del lugar del analista? Lacan solía escribir $ al sujeto, cualquiera
A porque se encuentra fuera de la cadena hablada. Cualquier tentati- fuere el lugar que ocupe. Si bien es cierto que, en tanto letra, es idén-
va de reintroducirlo en el discurso dándole voz, lo condena a ha- tico a sí mismo, no lo es como significante, que difiere de sí mismo
cerlo desaparecer en el mismo acto de aprehenderlo. Aquí, en esta en relación al lugar ocupado. Al principio, cuando ocupaba el lugar
dt de la verdad, lo escribíamos simplemente [ ,ya que era maltrata-
fr circunstancia,teriae- del analista es hacer signo.jUn hacer signo
do por los mandamientos inconscientes.
la (Zeichen) que marque al objeto (auszeichnen) y permita mostrarlo
¿Qué lugar ocupa ahora como partenaire de a? a
Si (zeigen), hacerlo ver, hacerlo aparecer. De esta manera, el que
Lacen dudó en nombrar este lugar. Lo llamó el Otro, pero
ci muestra hace muestra de, se vuelve monstruo, se transforma en
también, el Goce. Este cambio no es intrascendente, especialmente
dg aquello que señala.
Las dos primeras palabras en alemán, son las que usa Freud si pensamos que aunque el sujeto esté en el lugar del Otro, se signi-
IT fica en otra parte.
para describir la operación realizada sobre el objeto por la identifi-
so cación primaria. La tercera es, en alemán un equivalente inmediato Y si fuera el goce, de ninguna manera podría tratarse sólo del
Pa. goce fálico, ya que éste impide al sujeto manifestarse. En última ins-
de éstas.

26 27
tancia podría escribirse en el goce el "je" de la enunciación. Pero no an [el deseo del analista] [el sujeto en el entre-dos
el sujeto.
ao goces]
Entre el goce y el Otro, optamos... por los dos y escribimos:
el entre-dos goces. como el nombre del lugar del sujeto del incons- S2 [el saber irrepetible S1 [la cifra de un nuevo saber]
ciente producido por el análisis. de una cura]
También decíamos que este Otro no es el saber inconsciente,
que le es lógicamente exterior. Es una tierra recorrida por cursos de
agua. un entre-dos-mares, una mesopotamia, un delta. No es la len- Nota bene:
gua de todos los días, ni tarnpoco.nuestras distintas lenguas. Es la
lengua salvada. Creímos reconocer en "Le déploiement de la paro/e", de Mar-
tín Heidegger, una de las referencias de Lacan. Al menos así lo ha
sido para nosotros (Acheminement vers paro/e, Gallirnard, 1981). J.
4. Al contrario que para el místico, el Otro Goce no es, para el Derrida nos lo ha confirmado en sus dos trabajos Geschlecht (1983)
analista, la meta de su acto. Si es condición necesaria de gusto y y La main de Heidegger (Geschlecht
II). El primero, publicado en
de creación. también es fuente de sufrimiento. Para el místico, el Les cahiers de l'Heme, dedicados a Heidegger, ambos en
Psyché,
goce de la palabra sólo puede servir para arrebatarle al cuerpo el
Galilée, 1987. Francois Baudry introdujo el concepto de doble fon-
goce que no conviene. Sin estar en desacuerdo, el analista consi- do del objeto en varios trabajos agrupados en
L'intinze, éditions de
dera más bien que la palabra es la que introduce en el cuerpo 'el
l'Éclat, Montpellier, 1988. J. D. Nasio ha trabajado en L'inconscient
gusano que lo arruina. Y que el goce del cual no somos culpables á venir, Ch. Bourgois. 1980, el papel esencial de la forclusión como
sirve para fijar el síntoma. proceso fundamental y no sólo limitado a la psicosis.
El místico y el lógico comparten el deseo de una forclusión
que erradique el sentido sexual del lenguaje, para que sólo per-
manezca la referencia. Pero ésta no es la misma para uno y otro.
Resta igualmente, cierto parentesco entre ambos procedimientos.
Tal vez el análisis sea la prueba de que el Otro tiene una
consistencia de goce que no se deja agujerear fácilmente por su
trabajo, y, cuando ello ocurre, su inexistencia no dura tanto co-
mo se desearía.
Más modesto, pero tan atento como sus dos compañeros de
armas, el analista siente que al tocar el "sentido" de las palabras
—para reducirlo— también se toca el cuerpo más acá de su imagen
especular, el "sensorium", como era llamado antiguamente.
Instalado en un lugar en que la escena sexual está forclu-
ída, el analista hace en acto el trabajo de• un lógico, extrayendo
del muro del lenguaje las letras en souffrance del tesoro del su-
jeto.

28
29
II

De hijo en padre:
las paradojas freudianas del Edipo y la castración

Frend concluye su concepción del complejo de Edipo masculino en


La organización genital infantil y El complejo de Edipo. A partir de
entonces, se dedicará a la cuestión de la sexualidad femenina, sin
que la conclusión teórica de ésta recayese sobre la masculinidad de
forma tal que modifique la producción anterior.
Ahora bien, el avance sobre la cuestión de la fase fálica y el
e complejo de castración se funda en la doble entrada del soporte pa-
terno: un padre prehistórico, ya muerto; un padre rival.
Y Tendremos, pues tres problemas a examinar.
SI - el complejo de castración del cual Freud había dado otras
definiciones antes de 1923-1924, por ejemplo en La organización
genital infantil y en El sepultarrziento del Complejo de Edipo, que
ti
no concuerdan en absoluto con la proposición teórica que hace al
F; final.
el - el complejo paterno, en el que hay que dar cuenta de la ar-
A ticulación entre el padre muerto, ya que es odiado como rival, y el
padre muerto desde los albores de la humanidad. Dicha articulación,
que los discípulos de Freud nunca llegaron a encontrar, plantea la
di cuestión de la fundación de la identificación primaria y del carácter
fr
absolutamente primero del Ideal del Yo cuya función de heredero
la
del complejo de Edipo será una segunda formación. Aquí, sólo Me-
SI
ci lanie Klein siguió la letra de Freud, y estableció, sin saberlo, un la-
zo con Lacan;
- la incidencia recíproca de un complejo sobre el otro.
EL
se Demos la palabra a Freud, para comentar luego, in extenso, el
Pa, fragmento.

31
"Aún no había tenido' la oportunidad de dudar de la existencia del 2. Esto implica interrogar igualmente el estatuto inetapsicológico de
pene en la mujer. La aceptación de la posibilidad de la castración, el la amenaza. Reconocer la castración en la mujer deja su realización
reconocimiento (Einsicht) de que la mujer está castrada pone enton- en suspenso. Sólo es posible. Ahora bien, si el inconsciente no co-
ces un término a las dos posibilidades de satisfacción en el comple- noce graduación en la certeza' y si los deseos edípicos han sido rea-
jo de Edipo. Una y otra conllevaban, en efecto, la pérdida del pene: lizados fantasmáticamente, ¿cómo pensar que el castigo concomi-
una, la masculina, como consecuencia del castigo; la otra, femeni- tante no sea a su vez efectuado?
na, como presupuesto. Si la satisfacción del amor, en el terreno del Cuando Freud plantea en La organización genital infantil'
complejo de Edipo, debe (solo costar el pene, entonces, uno se ve las polaridades sexuales, establece que "en el estadio (...] de la or-
obligado (inu) a llegar al conflicto entre el interés narcisista por esa ganización genital infantil, hay ciertamente un masculino, pero no
parte del cuerpo y la investidura libidinal de los objetos parentales. hay femenino: la oposición se enuncia aquí: órgano genital mas-
En este conflicto gana la primera de las fuerzas. El yo del niño se culino o castrado. Recién cuando el desarrollo culmina en la etapa
aleja del complejo de Edipo I de la pubertad, la polaridad sexual coincide con masculino y fe-
Las investiduras de objeto son abandonadas y reemplazadas inen i no."
por la identificación. La autoridad del padre, o de los padres, intro- Es claro, pues, que si para Freud masculino y femenino le in-
yectada en el yo, forma allí el núcleo del superyó. el cual toma del cumben a la anatomía' y a la cultura, no pertenecen al inconsciente
e padre el rigor, perpetúa su interdicción del incesto protegiendo así al como tal, que conoce "un solo órgano genital ..] un primado del
yo contra la vuelta de la investidura libidinal del objeto L falo". Ahora bien, si se nos concede que la polaridad sexual (fálica)
Y El proceso en su conjunto salvó, por un lado, el órgano geni- es intrapsíquica, deberemos concluir que el niño jamás puede plan-
si tal, alejando de éste el peligro de perderlo y, por otra parte, lo ha pa- tearse solamente teniéndolo, porque la posibilidad disyuntiva impli-
ralizado, suspendido en su función (seine Funktion aufgehoben) ca, por el sólo hecho de ser enunciada, la conjunción: órgano geni-
El complejo de Edipo zozobra por la amenaza de castración' tal masculino y castrado.
tr
Este texto tan conocido por los psicoanalistas es, sin embar- 3: Extrañamente, Freud sostiene férreamente que, en el varón, la
ei go, menos llano de lo que parece, y se constituye así en un portador castración es tan sólo una amenaza'.
A aparentemente ingenuo de más de una paradoja. Sin embargo, afirma que las dos posibilidades de satisfacción
Iso;i a partir del complejo de Edipo, acarreaban (mitbrachten) la pérdida
I. Luego de una primera lectura, podría concluirse que el hombre ja- del pene'.
di más conoce una verdadera castración: sólo su amenaza. Por ello es
fr
necesario deducir una labilidad extrema de la masculinidad, ya que
la 3 "Lo inconsciente", cap. IV, T.XII, Amorrortu editores.
ésta sólo sería garantizada por el narcisismo. Aliado a su única vál- 4 "La organización genital infantil", T. XII, Amorrortu editores.
Si
vula de seguridad, el superyó protegería al sujeto del retorno de lo re- 5 "El sepultamiento del Complejo deEdipo", T. XIX, Amorrortu editores.
CI 6 Sólo Lacan dará cuenta de esta paradoja, permitiendo articular que la castración
ch primido, es decir, de la investidura libidinal del objeto.
puede cumplirse. pero en lo real... Anicular la conjunción de lo efectivo y de
de lo narcisfstico, con la identidad Y la diferencia entre pérdida y falta es el apor-
H. te categorial mayor que Lacan le haya dado a los analistas, para quienes estas
so I El niño, durante el complejo de Edipo. articulaciones no eran pensables en el corpus freudiano, en los Seminarios de
2 Traducción modificada. "La disparition du Complexe d'CEdipe", in La vie sexue- los años' 50.
pa
lk. PUF., p. 120-121. Las palabras en bastardilla fueron puestas por el autor. 7 Ibidem.
52

32
33
Toda la ambigüedad del pretérito alemán está allí: acarreaban... modelo de castración, pero no poseen la misma significación.'°
Freud es categórico: el falo no tiene el mismo carácter de objeto per-
acarrearon...
dido que los demás y deja en suspenso la cuestión de una teoría di-
4. Centrémonos, pues, en una de las frases más enigmáticas del frag- ferencial entre la constitución del objeto (o de los objetos) perdi-
do(s) y el falo, cuya posesión es un don.., del complejo de
mento en cuestión:
"El proceso en su conjunto ha [...] salvado al órgano genital, castración. Esta cuestión conlleva una pregunta a la cual Freud no
ha alejado de éste el peligro de perderlo y E...] lo ha paralizado, sus- responde, dado que el goce del falo está prohibido: o el falo es re-
primido y sublimado, o bien primero es perdido y recién después se
pendido su función) (seine fitnktion aufgehoben)". Esta fase —fáli-
reprime y sublima la representación.
ca— debe zozobrar.
¿Cuál es la función que está suspendida? Aquella que busca Si nos inclinarnos por la primera operación, éste pertenecerá
(o parecerá pertenecer) al sujeto confrontado a la castración. Si ele-
obtener, por la masturbación, un goce autocrático, donde se expre-
sa la investidura libidinal de los objetos parentales. Si el autoerotis- gimos la segunda, el falo no puede sino venir de otro. Primero del
padre.
mo es el modo de satisfacción de los fantasmas edípicos, entonces
no debe ser considerado como un estadio, reemplazado primero por
el narcisismo y luego por la investidura objetal, sino que debe ser 6. Si finalmente resultara cierto que Freud privilegia la unidad con
E
e pensado como el tipo de satisfacción del narcisismo por excelencia. el pene, gracias a la sobreinvestidura narcisista, de esta manera, es-
Al señalar Freud que el objeto es amado según las huellas de la ac- to implicaría a nuestro entender, la posibilidad de que el psicoanáli-
sis corra un triple riesgo:
Y tividad autoerótica9, plantea aquí la ecuación: autoerotismo = goce
SI - — el de desvalorizar teóricamente la importancia de todo
fálico = investidura libidinal (incestuosa) del objeto.
d aquello que es, para el varón, extrañeza, alteridad del pene que se
Freud utiliza aquí una pareja de verbos para distinguir dos po-
mueve, cambia y crece, sin que el niño lo vincule a alguna causa
siciones en la significación del deber: la satisfaeción del amor [...1
conocida;
ti debe (solo costar el pene, entonces uno debe (mu), se ve obligado,
—el de dejar de lado, luego de la pubertad, la significación de
a llegar al conflicto entre el interés narcisista [...] y la investidura li-
la coincidencia de la satisfacción orgásmica y la pérdida temporal de
el bidinal [...1.
la utilización instrumental del pene. Y el efecto retroactivo de esta
El primer "debe" (sol!) expresa en alemán el mandamiento o
significación sobre la organización sexual previa;
la eventualidad, aquello que viene del otro o de lo real. El segundo
—el de no poder precaverse de la amenaza del deslizamiento
(mi), la coacción del sujeto en su respuesta.
di de un "tener" el pene a "serio", pendiente inevitable del narcisismo,
fr que sería el único "fondo"* de este "tener". Esto llevaría al juicio:
5. Una primera conclusión nos llevaría pues a afirmar que hay pér-
la É/ lo es, porque.. Con ello, el hombre "masculino" estaría a dos pa-
dida del pene en el varón, recubierta por una reinvestidura narcisis-
Si
ta de su posesión. Esto no ocurre ni con el pecho, ni con las heces. sos de la problemática.., de aquél que peligra con orientarse hacia
e
la homosexualidad.
dt Los daños narcisistas ligados a estas pérdidas corporales brindan un

H,
8 La traducción francesa prefirió "suprime su funcionamiento" a "suspende su 10 "La organización genital infantil", T.X II
so * NdT: Tanto el francés como el castellano, permiten este juego de palabras:
función". Hay que pensar que Freud no era tan radical.
Pa, "fondo" (fond) como base y "fondo" (fmut) en tanto capital.
9 "A propósito de un caso de neurosis obsesiva, T. X. Amorrortu editores.
S2

34 35
7. Ahora bien, al permanecer tan cerca de su experiencia, Freud Asimismo, se vislumbra que, lejos de considerar la pulsión de saber
constituye a su vez el_zócalo para la nuestra, y nos lega así proble- como un deseo, Freud la conceptualiza en su esencia misma apun-
mas por resolver cuyo texto muestra a través de un cincelado que no talándose sobre las dos pulsiones a partir de las cuales se organiza la
dejaba de saber, por poco que lo sigamos, que una línea de fractura perversión inconsciente: voyeurismo/exhibicionismo, sadomaso-
aparece ene] material mismo de su obra. quismo.'
Gracias a ello se puede llevar a cabo hoy una discusión acer- 8.2. La "pulsión de saber" o bien la constitución de un saber
ca de la naturaleza del corte que la castración representa. Esto ma- hecho posible por la actividad pulsional regida por la primacía del
nifiesta una sorprendente homología con las discusiones, en la his- falo. o —como dice a menudo Freud— la "Bedeutung" del falo, es un
toria de las matemáticas, sobre el concepto de función. término medio entre el acto y el pensamiento.
• El desagote total de la energía era, en el "Proyecto" de 1895,
8. Nos resulta imposible proseguir con esta lectura de la concepción propio de la función primaria del psiquismo, donde el aparato corría
freudiana del falo sin vincularla a lo que representa para Freud el el riesgo de su propia consunción, ya sea en la satisfacción, o en la lo-
destino psíquico de la "energía sexual" y la organización interna de ca huida ante el dolor. Luego, este desauote total será llamado acto.
sus distintas vicisitudes. Y ello, antes de poder mostrar el carácter Trece años después Freud desarrollará la complejidad del circuito:
1-. "sintético" de la relación entre los conceptos de falo y castración "Esta relación de la `pulsión de saber' (Witrieb) con los pro-
e con el de padre. cesos de pensamiento, la vuelve particularmente apta, con relación
En otras palabras, antes de considerar esta relación Falo-Pa- a la energía que se esfuerza penosamente pero en vano en abrirse pa-
Y dre, que para algunos no es más que, en el mejor de los casos, un jui- so hasta el acto, para atraerla hacia el pensamiento, donde se pre-
si cio analítico, y en el peor, un truismo, nos parece ir en el sentido de senta la posibilidad de otro modo de satisfacción del goce (Lustbe-
Freud si interrogamos, en el camino que va de la pulsión al Edipo, friedigung)." 3
los términos freudianos "pensamiento" y "saber". Hay pues, una relación originaria entre la energía libidinal y
Es ésta una preocupación de Freud desde 1893, pero señala- el acto, en tanto único modo originario de satisfacción. Esta relación
tr
F: remos sólo dos apariciones fundamentales: una, en el "Proyecto" de es impedida no sólo por el pensamiento, que ha nacido como inhi-
1895 y la otra en "El hombre de las ratas" de 1909. bición, sino también por la constitución de un saber pulsional que
Á: 8.1. "Esa parte del cuerpo fácilmente excitada, modificable, drena goce hacia éste, y le ofrece así otro modo de satisfacción. Es-
IV ocupa al más alto nivel el interés del varón, asignándole constante- te proceso, aquí descripto por Freud, es una ley del psiquismo, in-
mente nuevas tareas a su pulsión de investigador (Forschtrieb)[...]. dependiente de su forma de síntoma en la neurosis obsesiva, que no
di La fuerza motriz (treibende Kraft) [del esa parte viril f...1 se mani-
fi: fiesta en esa época esencialmente como necesidad apremiante de
la
si investigación (Forschungsdrand), como curiosidad sexual. Muchos 12 Cuando en francés leemos "fuerza motriz", también hay que tener en cuenta
o actos de exhibición y de agresión que comete el niño E...] resultan que cl alemán dice "fuerza de excitación" y "curiosidad" suena en alemán, lle-
vándolo al "neo" de "Neugicrde", avidez y concupiscencia.
ser para el análisis experiencias al servicio de la investigación se-
13 "Diese bezichung des Wisstriebes zu den Denkvorgángen macht ihn beson-
dc xual [..]." ders geeignet (...), die Encrgie, die sic vergeblich zu Handlung durchzudri n-
H, gen bemüht auf Denken zu locken, 'yo sich die Müglichkeeit einen Art von
SO Lustbcfriedigung bictet", "A propósito de un caso de neurosis obsesiva", T. X,
11 "L' organisation génitale in fantile", in La tic savuelle, p. 114-115, traducción de Amorronu editores; Beinerkungen iiber einen Val! van Zwangsnennuse, Sin-
pa Denise Berger. Die infeinale Genitalorganisation, Studienausgabe V, p. 238-39. dienausgabe, VII, p. 100.
S•J

36
37
es más que un caso particular. Permítanme recurrir a la noción de 10. Entonces, la castración también es un destino de/goce. Freud no
goce para dar cuenta de la primera aparición de la palabra "energía" puede ser más claro.
en Freud y no considerarla un simple modelo teórico nominalista. Ambas posibilidades de satisfacción del Complejo de Edipo
Este goce sexual, cuya relación originaria e inmediata con el acarreaban consigo la pérdida del pene.'' Sin embargo, la castración
acto, calificada por Freud como esfuerzo vano, es el mismo que, en no es sólo un destino del goce, sino que, en tanto límite, adquiere su
la época del Edipo, en tanto se satisface, conlleva en sí y por sí mis- significación en el horizonte del acto imposible que representa su
acceso.
mo, la pérdida del pene. Por lo tanto, hay relación:

Pensamiento Castración. 11. Henos aquí en nuestra segunda articulación: Freud sostiene que
Acto
hay' un vínculo específico entre la castración —en la medida en que
Por lo tanto, contrariamente a lo que se podría suponer, sólo se ejerce sobre el falo— y la intervención paterna. Esta especificidad
se vuelven sintomáticos" los pensamientos que son regresivamente se origina en la constatación de que la experiencia de la castración
coaccionados (müen) a ser los representantes (vertreten) de los ac- se resuelve de distintas maneras según las modalidades que adopte
el sujeto para elaborar (defenderse de) esta intervención.
tos (Taten).'s
Modalidades: esto quiere decir que hay categorías específicas
9. Hay pues, en la obra de Freud, una línea de puntos que sigue tra- de este proceso, que rigen la manera en que el sujeto recibirá su sig-
e
zados muy complejos, que va dibujando un grupo de tres conceptos nificación, fundadoras de los conectores que permiten unir los pre-
y (no trataremos aquí el cuarto, la sublimación): el goce (libido se- dicados a un sujeto (gramatical). Dicho de otro modo, todo sujeto,
SI xuelle Energie, a veces Lust, Genuss); el acto (Akte, Tat, Handeln, cualquiera fuere, tiene la posibilidad de alcanzar la verdad (cálculo
Handlung) y la castración. de predicados). El problema del psicoanalista, gracias a Freud, es
La emergencia del pensamiento, el surgimiento de las prime- qué hacer con esto. Y cómo.
ras ligazones psíquicas, vuelve al acto en tanto finalidad última de La castración es real en la madre." Freud dice, con respecto a
tr la niña, "vollgezogene Tatsache", es decir, hecho consumado.'9
los procesos primarios, imposible como destino del goce. De este
primer acto imposible, donde el goce linda con la muerte hasta con- El varón debe aceptar (annehmen) solamente su posibilidad,
el
fundirse con ella, derivarán actos preparatorios, sustitutivos, falli- o su equivalente: quebrar su increencia (Unglauben).
A
dos, al igual que actuaciones, etc., que lo representarán sin por ello Los procesos que se ponen en marcha para asegurar la peren-
acceder a su soberanía específica. De esta primera imposibilidad de nidad de la increencia en la ausencia del pene en la madre son im-
agotar todo el goce nacerá un límite al cual apuntará de ahora en más portantes. Freud le dedica páginas esenciales tanto al "ungesche-
fr el acto, como única vía de acceso.'6 El goce no es sólo imposible, henmachen", hacer-no advenido*, como al desmentido. A partir de
la allí es fácil observar que la concepción freudiana de las creencias se
también está prohibido, en la medida en que está referido, gracias al
si falo, al complejo edípico.
(11
17 "Beide brachten ja den Verlust des Penis mit sich. Beide: Whiglichkeiten der
dc Befriedigung aus dem odipus komplex."
u- 14 Freud dice "obsesivos", "zwanghaft".
15 anden?, p. 259, "Bemerkungen übereinen Fall vonZwangsneumse", ibídem, p. 101. 18 "El sepultamiento del complejo de Edipo", T.XIX, Amorrortu editores.
se 16 H. Putnam cuenta que en su primera sesión con Freud, como única interpreta- 19 D. U.d.0 k., Studienausgabe, p. 250.
* Generalmente traducido como "anulación retroactiva".
131 ción a sus confesiones de culpa, éste le dirá: "Usted es un asesino!".

38 39
basará en este término de increencia. El ateísmo que exige de la Tal intervención del padre es necesaria para unir lo real de la castra-
práctica analítica no puede sino fundarse en una creencia, otra. Sien- ción de la madre con lo posible de la del varón. Pero, en tanto función,
do la castración un proceso de juicios de carácter ético (tal mujer, sí nada le asegura a sí misma, a su vez, poder intervenir entre los otros
está castrada; tal otra, no) la cuestión que siempre queda planteada dos en el sentido anhelado. Un necesario "por lo tanto", que es lo me-
es encontrar la vía para que toda la actividad de pensamiento pase nos hegeliano posible y que nada tiene de la "astucia de la razón".
por esta otra creencia.
13. Los analistas de los años treinta y cuarenta a menudo le han re-
12. Esto nos conduce directamente a la siguiente cuestión: la articu- prochado a Freud no haberse ocupado en absoluto del papel de la ma-
lación predicada por Freud entre los dos complejos de castración y dre en la producción y el desencadenamiento de las neurosis. En es-
de Edipo significa: que lo verdaderamente "real" y lo "posible" no te punto, es un hecho histórico conocido que la preocupación por la
pueden hacer lazo solos. Es indispensable que un tercero venga, en madre provocó una reorientación o un reequilibrio en apariencia, de
tanto "necesario", a enganchar los otros dos: la teoría analítica. Pero, para decirlo sucintamente, las notas que
Freud dejó esparcidas en sus escritos clínicos no permiten suponer
"Corresponde esencialmente al complejo nodal de la infan- que fuese sordo o insensible a la neurosis de la madre de sus pacien-
cia que el padre asuma allí el rol de enemigo en el ámbito sexual, tes. Para él, el factor específico desencadenante de la neurosis no es
e de aquél que estorba la actividad sexual autocrática" » ni la neurosis materna, ni siquiera la neurosis del padre en tanto in-
Ii
dividuo, sino las modalidades que va a tornar su presencia en el con-
3; Hemos elegido esta cita porque expresa mejor que muchas flicto. Estas modalidades son típicas, cualquiera fuere la personali-
si • otras el fondo de al menos una de las vertientes de la cuestión del pa- dad de los sujetos en cuestión, psicológicamente no determinante.
dre: no sólo la amenaza proferida adquiere valor de castración cuan- Por lo tanto, un lector de Lacan que hubiese comenzado tar-
d •
do se liga a la percepción del sexo femenino, sino también la pre- díamente su lectura de Freud, no dejaría de sorprenderse a su vez
á •
sencia del padre en tanto presencia. Es más, por el sólo hecho de cuando éste afirma: es de señalar que la huida en la enfermedad le
existir es un "enemigo en el ámbito sexual" (cosa que dista mucho fue posible merced a la identificación con su padre''''
de "fichar" todos los días en la casa, como es sabido. Esto da cuen- Esta es una declaración, al menos enigmática para quien sólo
A,. ta de que en la práctica analítica, el problema permanece íntegro); viera en el padre una instancia simbolizante y no tuviera en cuenta
15 , Freud dice más precisamente, "Gegner und Stórer": adversario y la proyección de su sombra, cuya mueca feroz no impide de ningún
ci perturbador. La- pregunta que, esperémoslo, viene a continuación modo a Freud darle su forma lógica acabada:
di
debería ser ésta: ¿acaso la "sexualidad" puede ser contrarrestada "Debes ser así (como el padre) [...J No te es permitido ser así
por otra cosa que no sea ella misma? (como el padre)"."
la
Si respondiéramos que sí, que sólo un agente de otra natura- Este fragmento, que podemos considerar —sin exageración al-
Si
ci leza que la sexualidad puede contrarrestarla y encauzarla, tendría- guna— fundador de la ética analítica, puede sin embargo ser objeto
de mos un punto de vista fundado en la creencia de que la ley ha sido de una interpretación —ingenua, pero no por ello menos dominante—
de realmente dada a los hombres por... Dios. en el interior de nuestro propio campo, que consiste en (hacer) cre-
H.
so
20 S igmund Freud. "A propósitdde un caso de neurosos obsesiva",T. X Amorror- 21 Ibidem, subrayado del autor.
pa tu editores; Studienausgabe. B. VII, p. 72, 73, 74. 22 Sigmund Freud. "El Yo y el Ello", T. XIX. Atnorronu editores.

40
41

_
er que los contenidos del precepto (tú debes...) son, o deben ser, dis- la huella paterna, en tanto primera, que no dependa de lo aleatorio
tintos de los de la interdicción (tú no tienes que...). Este clivaje, di- de la historia vivida individual.
gámoslo brevemente, es fundador del malestar en la cultura. La fe- Siendo inverificable la hipótesis darwiniana de la horda, y re-
rocidad de la paradoja constituyente del ideal del yo es que tanto el chazada la biología de Weismann por la comunidad científica, los
precepto como la interdicción se aplican a la misma huella, al mis- apoyos que buscaba Freud resultaron rápidamente insostenibles.
mo rasgo: El descrédito teórico recayó nuevamente sobre la teoría del
a A -a (ay no—a). Es cierto que a, y es cierto que no-a. Si eres padre. Estas obras de Freud fueron catalogadas como especulacio-
"a", no-a retorna amenazante; pero si eres no-a, la pérdida de "a" no nes sobre la cultura y la historia; Malestar en la cultura, fue consi-
sólo te priva de lo único que vale en el mundo, sino que además, to- derado como los pensamientos finales de un anciano inteligente de
dos los a', a". a"... an que puedan presentarse, deberán caer con la temple estoico. Debía ser leído, en suma, entre Montaigne y Ralph
misma amarga alegría que siente aquél para quien todos los frutos Waldo Emerson.
son la misma manzana originaria. No obstante, de este modo, no sólo se podaban algunas ramas
1 Por supuesto, no se trata en lo más mínimo de que el ideal del que la experiencia clínica aparentemente no alimentaba sino que
yo pueda cambiar su lógica sino de ya no identificarse con él... y su además el psicoanálisis se volvía, irremediablemente, un puente, un
1-, espejismo enloquecedor: la promesa de un goce armonioso, y por simple "bridge", entre medicina y psicología. Nada más.
e qué no, compartible. La clínica analítica misma se hallaba separada del fundamen-
Los analistas anglosajones llamaban a ésto "fantasmas de cu- to —por cierto enigmático— de la identificación primaria, sin el cual
y ración", esos mismos que mantienen al sujeto en su sufrimiento y pierde toda posibilidad de pensar su experiencia en los límites de su
si
sus síntomas. propio campo. El paso siguiente era obvio: para tener una teoría del
Ese padre que M. Safouan llamó ideal" es aquél que subtien- fin de la cura, de sus objetivos, de su finalidad, se vio forzada a rc-
cl, de el imperativo kantiano, que Freud arruina, dándole como función currir... a la sociología, la psicología, etc., no para transformarlas se-
tr el desconocimiento de la paradoja que reprime. Con lo cual, va mu- gún las necesidades del psicoanálisis, sino para tomar sus criterios
F; cho más lejos que Schiller, quien, para atenuar su rigor, buscaba lo- pedirles humildemente que fueran su tribunal.
ablemente la posibilidad de una concordancia entre el deber y la in- Porque, hay que decirlo, Freud fracasó mientras vivió en ha-
A clinación. Rara armonía, por supuesto, que Ilamaba..."alma bella". cerles oir a sus discípulos el carácter de clave de bóveda del lugar
del padre.
14. Pero lo que resultó imposible de elaborar, en vida de Freud, pa- Excepto por Melanie Klein, quien, en un lenguaje que a Freud
ra los analistas fue su esfuerzo —desesperado no sería una palabra le costaba comprender, comienza y termina su obra con una defen-
fr
demasiado fuerte— para instaurar una concepción no psicológica del sa encarnizada de la existencia del superyó primitivo, como prime-
la
SI lugar del padre. ra identificación y primer avatar del objeto que se oponen al yo tal
Ci En efecto, al igual que en TOICIll y Tabú, con su historia fan- como lo planteara Freud en E/ yo y el Ello."
d( tástica de los orígenes de la sociedad, el mito biológico de la huella Por otra parte, el rasgo de genio de Winnicott fue haber teori-
(1( filogenética responde a la necesidad de encontrar una fundación de zado el objeto, y en esto fue el primero, enfocándolo bajo la enig-
H.
se
pa 24 "El Yo y el Ello".
23 Etudes sur l'CEdipe. Études du Seuil.

42 43
mática luz negra de la identificación primaria: "[.4 La más impor- a nivel de la constitución del segundo ideal del yo, sino más bien en
tante [...1del individuo: la identificación al padre de la prehistoria la región donde se instauró el primero, cuyo efecto es llamado por
personal'. Freud la elección de objeto.
- que el hecho de tener acceso a la relación sexual no le ase-
15. Digamos, para terminar, que probablemente uno de los fran- gura de ningún modo a un hombre la estabilización de la significa-
queamientos esenciales que debe realizar un hombre, y que signa ción que busca para sus identificaciones secundarias.
una adquisición mayor sin la cual un análisis no puede decirse "ter-
minado", al menos en lo que respecta a la vida amorosa, consiste en Si el análisis permite la constitución de un saber nuevo —no
saber que el órgano peneano, en tanto instrumento de goce, no le tanto teórico sino práctico—, ese saber consiste en no ceder al prin-
pertenece de derecho. cipio del placer. En otras palabras: para alcanzar el deseo, (casi)
Ha de ser oculto para siempre por la represión primaria que siempre hay que atravesar el muro de la angustia.
aquello que ha perdido es lo que "salvó" su órgano: la posibilidad
1 de representarlo con su cuerpo.
Esta pérdida que el análisis, para ser eficaz, no puede sino re-
doblar, es la posibilidad de tomar el camino que conduce al goce,
e por la vía corta del fantasma. La otra vía, mucho más aleatoria, es la
de un nuevo saber: el instrumento del goce le es dado cada vez por
Y el ser que no lo tiene. Por lo tanto, doblemente difícil de sostener: no
si - sólo no lo posee de derecho, barrido de su narcisismo, sino que ade-
d más, el goce que le brinda le quita aquél con el que sueña. Y si lo
que recibe es un don, quiere decir que en la escena sexual él también
entra como objeto.
tr
Por otra parte, este acceso a las mujeres, en tanto tal, es obra
ej de sublimación ya que es la única que permite que el retorno al go-
ce y a su satisfacción se haga por la vía del deseo.
N Sin embargo, liberado de su soporte fantastnático, este deseo
que busca su respondiente en un deseo otro, resbala y busca apoyo
dt precisamente por ello. La idealización de la mujer se presenta como
fr una carta forzada. Ello no puede pagarse sino al precio del dolor. Pa-
la
radoja también del análisis: aquel para quien los partenaires sólo son.
SI
o el soporte de la actividad fantasmática necesita valorarlos menos.
Ahora bien, este acceso a la castración también nos enseña:
de - que sólo es por la vía "regresiva" que se accede: es decir, no

so 25 lbidem, capítulo 111.


pa 26 Freud.

44 45
III

La Función Materna

O. ¿De dónde viene la necesidad del concepto 'función materna'?


Seguramente del hecho de que todo concepto, al menos en psicoa-
nálisis, deja escapar, como de una red, algo de real, en el mismo ac-
to de aprehenderlo.

1. ¿Por qué nombrar una nueva función? ¿Acaso no basta con una
para sostener el edificio analítico y la estructura subjetiva? Osare-
mos adelantar pues: aún cuando la mujer esté referida al Nombre-
del-Padre, puede ocurrirle no ser su pasadora para uno de sus hijos,
aunque lo haya sido para otros.
1.1. Plantear la existencia de una función materna implica
forzosamente, por el hecho mismo de hacerlo, reconocer que la afir-
mación del Nombre-del-Padre no asegura por sí sola el modo por el
cual la estructura se reproduce. La definición de esta función pres-
cribe que una mujer, al desear a un niño fálicamente marcado, lo re-
conoce como un producto que es en su carne, nombre. La reproduc-
ción sexuada es pues, no sólo de monto metafórico, sino
materialmente, producción de nombres.
1.2. Podemos afirmar por lo tanto, que una madre, por más es-
tructurada que esté en el discurso, no puede asegurar por sí sola, en
tanto sujeto, que su simple función pueda cumplirse más o menos
felizmente.

2. En el origen de las psicosis que vienen del lado materno —por-


que también pueden venir del lado del padre, o de ambos— exis-
te un desconocimiento radical de que el falo es un Nombre-del-
Padre.
2.1. Cada uno, falo y Nombre-del-Padre, son uno y binarios a

47
la vez. El tercero, el objeto, es un producto, pero excede, a la vez, a la estructura de la feminidad —y a su forclusión inherente—, la fun-
toda identidad con los otros dos y consigo mismo. ción nomi liante del Nombre-del-Padre se vería comprometida.
2.2. En el hecho de que el falo pueda no ser un Nombre-del- 6.1. Pensamos que esto es válido como regla en la historia que
Padre, yace un goce que merece un estudio profundo. La no identi- conocemos; las excepciones —Mesalina, Catalina de Rusia, etc.— no
dad entre uno y otro, que no es simplemente lo contrario a su iden- hacen serie.
tidad —pudiendo sostenerse la negación de manera distinta— es, aquí, 6.2. Resulta esto válido hasta aquí, porque actualmente el dis-
el resultado de un rehusamiento específico —sentido exacto de la curso de la ciencia ejerce su eficacia clivando profundamente el bi-
Versagung freudiana. nario fálico e introduciendo con esta operación condiciones históri-
camente nuevas de producción de locura. Asimismo, psicoanálisis y
3. Por otra parte, esta Versagung, este rehusamiento, reside en discurso de la ciencia —en particular aquel que se desprende del es-
tanto tal en la estructura y se declina de manera distinta en hom- tado actual de la genética— se han vuelto profundamente antinómi-
bres y mujeres. Cuando resulta ser eficaz en una madre, le permi- cos, cuando no lo eran en la época de Freud, y el primero es quien
te pensarse única creadora y decirle a su hijo: "eres carne de mi debe tomar, sin garantía alguna y profundamente solitario, la posi-
carne". ción de guardián de la cultura, ya que ésta siempre existió en una re-
E lación sustancial con la función nominante.
e 4. Curiosamente, cuando esta diferencia ocurre en la 'vida sexual'
de una mujer, no existe motivo alguno para que se encuentre nueva- 7. En las "psicosis infantiles" el niño es recibido como puro objeto: la
Y mente en el goce específicamente materno. Y viceversa. ' marca fálica es ciertamente inscriptible, pero difícilmente'. Mientras
si • que en el autismo llamado primario, al aparecer como falo radiante,
5. Que el falo pueda permanecer en lo real, parcialmente innomina- no puede radicalmente, y con razón, ser marcado por ésta. Fracasa el
d Nombre-del-Padre en su carácter doble o bifaz: aquí es puro goce.'
do, es un efecto de la estructura en el Otro. Sin embargo, no da igual
di
tr que haya o no una incidencia subjetiva producida por la madre en
tanto tal, que ensanche o inclusive, cristalice, esta brecha. 8. La madre del niño autista no logra pensar, inclusive inconscien-
'
5.1. Brecha que se dice de distintas maneras: temente, que el niño que lleva —en su vientre o en sus brazos— es un
Á. - goce femenino de un falo sin nombre —lo cual puede ser un ser hablante desde siempre, que es hablante en su ser, aunque no lo
borde demasiado subrayado en la histeria y que Lacan llamaba su haga efectivamente al nacer o unos meses después. El hecho de ha-
C: "sin fe" (sans foi); blarle es para ella totalmente incongruente.
- goce materno de un falo que goza solo, y de sí mismo, co- 8.1 Esto me ha sido dicho, tanto por madres que consultaban
fr mo la idea hegeliana —en la Pequeña Lógica—, siendo entonces su por un niño llamado autista, como por ciertas pacientes en análisis
la
único destino el ser rechazado. Ambas operaciones —que producen que se encontraron ante un niño, nacido durante la cura, del cual no
St
presentaciones distintas de este significante— son diferentes y asi- hablaban, al cual no le dirigían la palabra en la casa, y que aún no
métricas y encuentran su apoyo gramatical en la ruptura de los sen- hablaban a la edad en que otro niños ya lo hacían.
de tidos objetivo y subjetivo del genitivo.
Ii I En este punto la operación no dista en nada de la psicosis adulta; su aparición
SO 6. Igualmente, en general, la entrada de una mujer en el discurso se clínica menos tardía permite a veces intervenir.
Pa realiza deseando el falo como nombre. Sin esta condición que hace 2 Es decir el Urvater en tanto tal.
SL

48 1 49
9. Este carácter incongruente de la palabra Con un ser que no habla 11. La madre de Fabian tampoco hablaba. Oraras veces. Fue su ma-
podría decirse en tres tiempos simultáneos: rido quien me contaba, semana tras semana qué hacía o deshacía su
1°) El goce de este niño es inconmensurable, ya que hijo en la casa, los pequeños gestos de la vida cotidiana. •Nacida en
2°) No hay unidad de medida, y además una familia pobre y numerosa, ella había sido enviada a una escue-
3°) No hay ningún goce. la de monjas y había vuelto al hogar años después, sólo para encar-
9.1. No obstante, las consecuencias de esta no-congruencia garse de los hermanitos. El padre, alcohólico, le pegaba a su mujer,
—vivida como tal— de la relación entre el Uno (el 1) —instrumento y una noche, antes de que comenzaran los golpes, un hermano ma-
de medida por excelencia— y el objeto, entre la palabra y el niño no yor, cansado de esta escena que no acababa nunca, clavó un cuchi-
tardarán demasiado en hacerse notar, porque para poder incorpo- llo en la espalda del padre. Ella fue, de toda la casa, quien se incli-
rar la voz es necesario que ésta sea la alteridad de aquello que se nó para retirárselo de la herida.
dice (Lacan). No es sólo sustancia, sino pura diferencia. La voz El filo se había deslizado hacia el omóplato, cuando oyó al
como objeto presenta, única entre los demás, un isomorfismo con médico que acudía decir en voz alta que con su gesto hubiera podi-
el gran Otro. do acabarlo, comprendió que su culpa no tenía remisión. Muchos
años después, habiéndose separado los padres, lo volvió a ver en una
Ii 10. Así es como se le habla al niño con el mismo tono que se habla de esas ceremonias que permiten, en una suerte de solemne confir-
e en la calle, en la oficina, al padre, o a la familia en general. mación, celebrar el reencuentro de toda la familia. Pero éste no la re-
La persona que me comunicaba esto —que pasaba su vida en conoció y pasó a su lado sin siquiera reparar en ella. En ese mo-
Y silencio, tanto en la oficina frente a la pantalla de la computadora, mento pensó: "No tengo padre; nunca lo tuve".
SI como en su casa ante su caballete de pintora, o bien leyendo un li- Fabian nació un fin de semana en que no lo esperaban, ya que
bro— me decía, luego de demorar mucho, mucho tiempo para en- el embarazo sólo llegaba a término dos semanas después. Contando
O
contrar las palabras, que emplear un tono de voz diferente para diri- con ese —largo— tiempo, el padre había viajado por dos días para ser
O
ti' girse al bebe le hubiese parecido.. .una payasada. Y —podríamos testigo de la boda de su hermano en otra cuidad.
E agregar—, una actitud contraria a su ética, ya que para ella el pan no Cuando la madre lo tomó en sus brazos, tuvo —me dirá años
el era más que pan, y el vino sólo vino. Por otra parte, nunca comen- más tarde— dos pensamientos: "Cuanto más rápido muera, mejor pa-
zaba a hablar primero con nadie—excepto con Usted..., pero aquí es ra él"; "Sabe todo, todo de mí". Al percatarse de lo que había pen-
fv, distinto...— y pensar en dirigirse a su hijo la sometía a una extraña sado, la certeza de su profunda indignidad le volvió abruptamente,
sensación de sin-sentido. más clara que nunca. Años más tarde, cuando el mundo médico co-
dc Rápidamente derivado por mí a un análisis, el niño habló, menzaba a preocuparse por la mudez de su hijo, otro pensamiento se
fr
probablemente, no sólo porque la analista elegida fuera excelente, apoderó de ella y, al darme aquel día esos pensamientos se despren-
la
ni tampoco por haber podido la madre considerar nuevamente su día repentinamente, como justificándose, de un peso enorme. De tal
ética con relación al pan y al vino, sino, principalmente y en nues- forma que nunca más volvió a hablar de eso. "Se calla porque no
dt tra opinión porque, siendo portadora de un nombre de origen esla- quiere que sepan cómo está hecho por dentro. Como yo".
cid vo, esta mujer había elegidd para su hijo un nombre poco y nada La noche del nacimiento de Fabián, estando su marido au-
usado en Francia, igualmente eslavo, aunque el padre tuviera un sente, coincidía con el aniversario de la muerte (por un ataque de
so nombre perfectamente francés y su hijo, reconocido, llevara su epilepsia) del hermano mayor que había clavado el cuchillo en la
nombre patronímico. espalda del padre.

50 51
Durante este largo relato en que la madre unía trozo a trozo los frag-
15.1 Este lugar, que hace que la función sea posible y deseada, pero,
mentos esenciales de su vida, Fabian estaba en la sala de espera jun- a su vez, falible y hasta evanescente, es escrita por Lacan 3 x x.
to a su padre y no había oído nada. A la semana, este niño que a los
Lugar de escritura por él llamado, al menos una vez, de la Virgen',
cinco años jamás había emitido ningún sonido articulado. comenza-
que hace que cada hombre de su vida y cada uno de sus hijos, sean
ba a pronunciar palabras, luego oraciones, sin dudar siquiera sobre
para una mujer, únicos. Sin embargo, si ella permanece allí como tal,
la articulación de algún fonema. este lugar se vuelve, además, la sede de una angustia difícilmente
bordeable. Por otra parte, es en este lugar y negativizándolo, que una
12.Si lo propio de la función materna es crear la alteridad de lo que mujer produce, por su decir y en un decir, la función del Urvater de
se dice, es porque una madre no ocupa el lugar del Otro por el sólo la cual está separada: 3 x cbx, y puede, entonces, articular con a,
hecho de ser madre. A contrario imperio, la creación de la alteridad que es el efecto por excelencia de la función. Al ser pasadora se vuel-
es la que permite, estando en el lugar del Otro, separarse del objeto. ve pasante, y en este mismo acto ocurre el pasaje.
Tanto del niño para dárselo al padre, corno del pecho para dárselo al
niño, o de su voz para estar en condiciones de escuchar los movi- 16.Esta correlación entre a y es lo que permite, en el cuerpo real
mientos corporales del bebe como mensaje propiamente lingüístico. del niño, la aparición y el anudamiento de las pulsiones, como 'su'
E Cuando no ocurre esta creación del Otro, no le queda sino el lugar respuesta al decir del Otro.
e de objeto, sometida a la angustia que ello supone: sentirse succio- 16.1. Tal vez esto fuera lo que Winnicott llamaba, según las
Li nada por cualquier demanda, así como amenazada constantemente circunstancias, solicitud materna primaria y locura funcional de la
por la pérdida, no del objeto, sino de su propio cuerpo. madre.
SI
16.2. La escritura lógica permite articular que la función ma-
13.Por su parte, el niño autista pareciera haberlo "comprendido", por- terna, pasante del Nombre-del-Padre, posibilita no sólo crear el lu-
O
que realiza, con relación a su madre, una tarea que llevará a ésta a serle gar del Otro —que es la condición apenas necesaria para dar cuenta
O
té eternamente deudora: él no le pide nada, verbalmente. Aunque, gracias del nacimiento de la pulsión— sino también creer que se es el Otro.
al análisis, logre unir palabras con palabras y oraciones con oraciones. Por lo menos un tiempo suficiente.
ei
A 14.Por otra parte, la función materna, tanto como el falo y el Nombre-
del-Padre, es bifaz. Y existe, por excelencia, en una apuesta: que el ob-
jeto portado por la madre será sujeto. Porque recién al apostarlo el su-
jeto existe, es producido, al mismo tiempo yen la misma jugada que el
fr
lugar del Otro. Esta doble creación es la propiedad específica y defini-
la
Si toria de la función. Creando el lugar del Otro en su propio cuerpo, la
ci madre permite y otorga al niño las condiciones para que, al mismo
de tiempo, el cuerpo del niño se vuelva también lugar del Otro.
d¿
15.Feminidad y función materna echan raíces en un solo y mismo 3 Podríamos intentar otra nominación de las letras de Lacan, enunciando que és-
sé lugar, pero sus relaciones no necesariamente son pacíficas, porque tas escriben cl lugar del entre-dos-nombres, el del padre genitor. el del padre-
pa por-venir de sus hijos. Desde luego, las letras escriben el irreductible del entre-
cada cual destina el falo a un lugar diferente. dos, lugar por excelencia de la creación.

52
53
IV

¿Qué es un concepto en psicoanálisis?*

"1..1 ninguna elaboración lógica, y ello desde antes


de Sócrates y fuera de nuestra tradición, nunca provino
sino de un núcleo de paradojas [...}."
J. Lacan, "L'étourdit", Scilicet 4, p. 49.

E 1. El dilema del cocodrilo


e:
"Un día, un cocodrilo' se apoderó de un bebé que jugaba en
si las orillas del Nilo. La madre le suplicó al animal que le devolviera
a su hijo.
- Está bien, le respondió. Te lo devolveré si adivinas exacta-
mente qué voy a hacer. Pero si te equivocas, lo comeré.
- ¡Vas a devorarlo! Exclamó la madre.
- Ah...! Suspiró el cocodrilo. No podré devolvértelo. Porque
si lo hago te habrás equivocado. Y te avisé que en ese caso, sería de-
vorado.
- ¡Al contrario! Gritó la madre sublevada: no puedes comer-
di lo, porque si lo haces yo habría dicho la verdad, y me prometiste que
fi en ese caso me devolverías a mi hijo".
Desde el punto de vista del cocodrilo, no hay diferencia en el
Si hecho de que la madre diga o no la verdad. ¿Cómo es esto?

di *
Conferencia dada en el marco del Coloquio "L'enseignement de Lacar] dix ans

aprés" (La enseñanza de Lacan diez años después), en Paris, octubre de 1991.
H: El trabajo que aquí se presenta es una versión profundamente recscrita y reto-
so cada.
I Faletta Nicholas, Le line des paradaves,
pa Belfond, Paris, 1986, pp. 149-151, y
127-147. Hemos modificado ligeramente el texto.
S2

55
- Si ella dice la verdad, el cocodrilo no puede devolver al ni- dad como goce, que el cocodrilo no devora en el acto al niño sino
ño sin falsear lo que ella dijo; que somete su goce a ciertas condiciones: a) habla: b) suspende,
- Si ella se equivoca, tampoco podrá restituírselo. aparentemente, su acto a condiciones de verdad.
Desde el punto de la madre, 1.3. Si no hablara, no podríamos decir que goza, porque ello
- Si ella dice la verdad, el niño debe serle restituido. Porque procedería de un ámbito sin campo de experiencia. Al mismo tiem-
sólo una vez devuelto, se podrá decir que ella se ha equivocado. po, lejos de recortar un goce anterior a ella, la palabra lo produce en
En la segunda parte de su Lógica simbólica, Lewis Caroll tanto anterior, abriendo a otro.
proponía la solución siguiente para el cocodrilo: "Haga lo que haga, 1.4. El cocodrilo merece realmente sostenida atención, dado
él falta a su palabra. Si devora al bebé, obra de tal manera que la ma- que al barrer toda veleidad de considerar la verdad, tanto como ade-
dre dice la verdad y él no cumple con su palabra. Si lo devuelve, cuación a la cosa como desocultación o puesta al descubierto, nos
obra de manera tal que ella se equivoca, y allí también falta a su pa- obliga, a pesar nuestro, a examinar las relaciones de la verdad con el
labra. Entonces, como no tiene manera alguna de satisfacer su sen- acto sin acusar al cocodrilo de patear el tablero. Esto equivaldría,
1 tido del honor, no debemos dudar que obrará según la seguhda pa- para nosotros, a escaparse de la cuestión.
sión que regula su vida: ¡el amor por los niños!" 1.5. Igualmente podríamos suponer que el cocodrilo se en-
En cambio, si la respuesta de la madre hubiera sido: "¡Vas a cuentra infinitamente saciado y sin ganas de comer nada, ni siquie-
devolvérmelo!", el cocodrilo habría tenido dos posibilidades: ra un niñito tierno. Dado que habla, que no come tanto para llenar-
e:
- si lo devuelve, cumple con su palabra; se sino para vaciarse. Con la mejor predisposición del mundo, se ve
- si lo devora, es entonces la madre quien se equivocó, y el injustamente acusado por la madre de este niño que vino inopinada-
si cocodrilo en este caso tampoco habrá roto el trato. mente a instalarse en sus fauces, de querer devorarlo; él que está al
rl borde de las náuseas. Y sólo para dar una lección se ve obligado a
di Ahora bien, haga lo que haga, si el cocodrilo siempre respeta cometer un acto que le repugna.
su palabra y su sentido del honor es satisfecho cualquiera fuere su 1.6. La madre ha dicho la verdad. Su lógica sutil apuesta a lo
tr
decisión, podemos pensar que el criterio que seguirá será aquí tam- peor, esperando, de ese modo, anularlo. Pero no cuenta con que el
bién su segunda pasión. Lewis Caroll agrega que teme que, para el cocodrilo integra el tiempo y su propia respuesta a las premisas del
er
niño, el resultado sea el mismo que anteriormente. problema, y lo vuelve así insoluble. Los lógicos se declararon ven-
A
Esta paradoja merece varias puntuaciones: cidos por no encontrarle solución alguna. Pero en lugar de intentar
1);
1.1. Un lector lógico podría pensar que este dilema es inso- resolverlo, ¿acaso no habría que extraer ciertas enseñanzas?
ch luble y no vale la pena detenerse en él, dado que no conforma sino 1.7. Cuando está en juego el goce, lo simbólico corre el ries-
una variante del proverbio pragmático bien conocido: "The proof of go de obsolecencia, y la única relación que mantiene el acto con la
lá the pudding is in the eating". Es la opinión del editor de Lewis Ca- verdad es la relegación. Si no se logra incorporar el goce, término
Si bárbaro, a la lógica, habría que concluir, empero, que todos los sig-
roll'.
o 1.2. Sin embargo habría que agregar, para hallar un punto in- nificantes en juego en el análisis de los actos de lenguaje no son lo
de
decidible que resista al ingenuo materialismo de tal teoría de la ver- mismos, no todos son intercambiables entre sí. O que todos sus lu-
gares no se pueden permutar.
H.
so New York, 1977. citado 1.8. El dilema que acabamos de examinar puede considerarse
2 Bartley, WW III, cd., Lewis Carroll's Symbolic Logic,
pa por Balata N. ibidem. una variación de la paradoja bien conocida del barbero del pueblo

56 57

1
dm.

que sólo afeita a los hombres que no se afeitan a sí mismos. La pre- pero fuera del conjunto "hombres del pueblo". Y como está fuera
gunta: "¿Quién afeita al barbero?" no debe ser contestada bajo nin- del conjunto, lo funda.
gún concepto "él mismo", dado que transgrediría la regla que esti- 1.9.2 Que la verdad, por estar ubicada entre uno y otro, no
pula que afeita a todos los hombres que no se afeitan a sí mismos. significa jamás de una vez para siempre. sino a cada paso: la verdad
No obstante, si no se afeita a sí mismo, también transgrede el prin- del uno siendo el engaño del otro y viceversa.
cipio de afeitar a todos los hombres que no lo hacen por sí solos. La 1.9.3 Que a su vez, la introducción del acto en una lógica de
pregunta persiste: "¿Quién afeita al barbero?". Este ejemplo reviste la verdad y de la significación no tiene como único propósito esta-
una importancia extrema, ya que, como bien se sabe, Bertrand Rus- blecer una pragmática al lado de una semántica, etc., sino sencilla-
sell comenzó a partir de allí r la elaboración de una teoría de conjun- mente fundarla, introduciendo una materialidad que le faltaba.
tos tal que no cayera en contradicciones internas que la arruinarían*. 1.9.4. Que considerar, de manera pragmática o hegeliana,
Quien pensara que el carácter absolutamente apremiante de que la verdad del niño es ser comido, amenazaría con sofocar la
las proposiciones lógicas sólo es válido para los seres lógicos y ma- complejidad de lo que allí se juega; es decir, con reducir el goce co-
temáticos y no tiene la suerte de aplicarse tal cual a la realidad de los mo tal al goce de un débil mental.
hombres, estaría equivocado. Áquí, el psicoanalista vendría a decir 1.9.5. Que esta ruina que amenazaría la lógica con la intro-
E que es aún más rigorista que el lógico en el sentido que apuntaba, ducción del tiempo. del acto, del sujeto, no lo es tanto en sí misma,
ej por ejemplo, Willard van Orman Quine cuando decía que la parado- sino por una representación que se ha dado.
ja es una prueba válida a contrario de la imposibilidad de la exis- 1.9.6. Que la verdad es un medio para llegar al goce, ya que en
tencia del barbero*. En cuanto al psicoanalista, todos los días tiene principio éste, allí, se quema. Excepto en casos como el del cocodri-
si que vérselas con estos tipos de paradojas, y sus consecuencias. lo, para el cual el único medio de pensar su acto es la renegación.
1.9.7. Que, por último, deberíamos tener en cuenta, no como
el7, • hipótesis, sino como formando parte de la más cruda realidad, que
1.9. ¿Qué enseñanzas podemos extraer de la paradoja?
1.9.1 Que la palabra recibe su valor de verdad desde un lugar el cocodrilo y la madre no son sino un solo y mismo sujeto.
tr
F; otro del que fue proferida. Es decir, que el sujeto está excluido del
el campo en que se significa. Lo cual permite resolver la paradoja del
A barbero de manera distinta a la teoría de los tipos de B. Russell. 2. Lo imposible, el lenguaje y el número
Oponiéndose a Quine, el psicoanalista dirá: éste existe realmente,
a. El carácter imposible de la existencia lógica del barbero, si
d seguimos el razonamiento de Quine** —uno de los más grandes ló-
fr * Russell da cuenta de ello antes de encarar su teoría de los tipos lógicos, o de la gicos del siglo—, nos lleva o al impase acerca del valor de las para-
la impredicabilidad, en un artículo: "Les Paradoxes de la logique", publicado en
1906 en la Reme de Métaphysique et de Morale y reproducido por G. Hintz-
dojas o bien a tomar otro camino.
mann en su recopilación Poincaré. Russell, Zernielo, Péano, Blanchard, Paris, En efecto, o bien la paradoja sirve para ser resuelta o disuel-
O 1986. También se puede consultar de Russell. su huroduction h la Philosophie
ta, o su carácter de núcleo de cristal de la experiencia humana debe-
de Marhéonatique. Payot, Paris. 1951 (en particular el capítulo 13) y la primera
dé sección de Stephen Klenne. Introduction ro Mathenia tics, Northholland, 1952 ría permitir hacernos otras preguntas.
(existe una traducción española).
• W.V.O. Quine: The ways of parado"( and other essays, The Harvard University
SO
Press and random House. Cambridge- New York, 1956-1966. (Existe una tra-
Pa ducción española publicada por Alianza editorial). ** On Paradores, Cambridgc University Press.

58 59
e" e

Por ejemplo, acerca de la naturaleza del lenguaje. Más allá de la nuar. Porque la fundación retroactiva de las matemáticas lo ilumi-
multiplicidad de las lenguas, ello conforma la nervadura de las in-
na sobre su propio procedimiento, que sólo progresa cuando los ins-
vestigaciones de Lacan a lo largo de los años setenta; el lenguaje en trumentos de pensamiento que tenía resultan repentinamente inuti-
tanto tal debe tener una estructura que explique que las lenguas pue- lizables.
Enciende su linterna sabiendo que el universal:
dan tener organizaciones diferentes.
Ahora bien, de ningún modo se trata de pensar esta estructu- 1) no existe
ra corno matriz de todos los posibles, sino al contrario, de mostrar 2) no le brinda ningún conocimiento sobre lo particular; pero
que, sin embargo, sin lo universal fundado en lo real, lo par-
que siendo exterior al lenguaje, pero vehiculizada por éste, libera
entonces las lenguas y los discursos a su particularidad. ticular no podría siquiera ser ubicable.
Por otra parte, en la medida en que poseemos el repertorio de
casi todas las lenguas conocidas, hay una prueba más de que nues-
tro camino hacia el universal no pasa por establecer, por abstrac- 3. El Falo, paradigma de concepto psicoanalítico
ción, las notas comunes. Llamamos Real a este exterior al lenguaje,
yen la medida en que está articulado a lo simbólico, no puede serio 3.1 La significación, la diferencia y el Uno
sino por su misma naturaleza. Diciendo que lo Real es el goce, el En el ser hablante no hay más que un elemento, símbolo o sig-
también afir- nificante, como representante de la existencia del sexo y de la dife-
cuerpo y la muerte' que están anudados por el sexo,
Número rencia entre ambos, que se encuentra desde entonces investido por
mamos que son cuatro, y por lo tanto, que es a través del
que lo Real entra en el lenguaje, aunque permanece más allá. una serie de determinaciones que se desprenden de esta aberración.
La operación de enraizar el lenguaje en el número es equiva- Freud comienza su experiencia descubriendo el valor fálico
lente a la de las matemáticas a partir de fines del siglo XIX, que se de los síntomas histéricos en la mujer, pero también en el hombre.
refundo a sí misma volviendo a pensar el análisis infinitesimal a par- Y si bien hubo escándalo al afirmar esa presencia ineludible en la
tir de la aritmética. Asimismo, la existencia se enraíza en la palabra cual también se enraíza la feminidad, dicha puesta en evidencia es
también visible (impagable): no es por tener el falo que el hombre
sobre el fundamento del sexo:
deja de querer apoderarse de éste, aunque más no fuera al precio del
síntoma.
xn — x = 1 — O
Por otra parte, al establecer que los objetos parciales hacen
Allí donde el lógico renuncia, ante lo lógicamente imposible, serie pero que la posición del falo es particular, Freud nos señala
porque no lo conduce a ninguna parte, el psicoanalista debe conti- que:
1) si está allí como objeto, lo es de modo diferente a los demás;
sobre todo, porque la castración es modelo de la pérdida de
3 En su trabajo, Lacan el la science moderna, lean-Claude Milner afirma que la todos los objetos:
muerte "en tanto es una marca de finitud, no es nada en el análisis". Con ello 2) se encuentra allí en tanto corte.
contradice afirmaciones explícitas de Lacan (por ejemplo "Hay una muerte que
la vida lleva consigo, pero hay otra que la porta sobre sí' en el Informe sobre A partir del hecho que el falo designa diferentemente a los
Daniel Lngache). Mas ello sería secundario y resultaría sobre todo un argu- dos sexos que se refieren a él como única vía para entrar en relación
mento escolar. Más grave aún: pierde en el camino toda una cara de lo real, a uno con otro, se torna no sólo objeto imaginario en tanto destinado
causa de un combate, en realidad secundario, contra Heidegger. Cf. Lacan et
a su propia pérdida, sino que, siendo sobre todo el "Vorbild" de to-
les philosoplies, Albin Michel, Paris, 1991, pp. 335-351.

60 61
El problema: los dos sexos que tienen un único significante común,
da separación de objeto, significa todo aquello que está suspendido
siguen siendo 1 y 1 y nunca suman 2. A su vez, este defecto consti-
en el movimiento que va de la falta a la pérdida.
Para el Inconsciente, el falo es la castración. Pero esta identi- tutivo, la ausencia de una medida común, se vuelve inevitablemen-
dad de presencia y ausencia será renegada, reprimida, desconocida te para cada quien, la búsqueda de aquello que pueda completarlo.
en sí y en sus efectos: que el falo castra y la castración ...faliciza. Entonces, en lugar de enfrentar al Otro Sexo, se tratará, para cada
uno, de enfrentarse al goce, intentando medirlo. Ese 1 será utilizado
El falo es fiinción por excelencia. Permite no sólo asignarle va-
lores con relación a argumentos, sino que, fundamentalmente, hecha como instrumento de medida, y sus diversas operaciones serán el
luz sobre su materialidad en tanto letra. Acerca de su carácter real. cálculo del fantasma.
Si nos limitáramos solamente a proclamar su carácter de "fue- Desde este punto de vista, la neurosis puede ser considerada
ra de la estructura", difícil sería rechazar su sinonimia con la cate- la culminación de esta búsqueda. En cambio, afirmar y desarrollar
goría metafísica de "trascendente" y deberíamos acordar con Jac- las consecuencias de que no hay una medida común, permite plan-
ques Derrida la definición de falo como "significado trascendental". tear el zócalo fundamental, como en Grecia', de un progreso en la
Ahora bien, aunque el trascendental kantiano sea medio y fin racionalidad.
de diferentes operaciones constitutivas de la facultad de conocer, no El Uno lacaniano no es coextensivo al Ser, y desde esta no-
E • es, en tanto tal, producto de ninguna operación. identidad se plantea la cuestión del Otro'. Su doble carácter se des-
e En tanto entendemos al falo como función, en cambio, lejos prende de la escritura freudiana: "Einziger Zug" que Freud señalaba
como soporte de la identificación secundaria6. Al desplazarlo hacia
de ser la idealklad como tal que limita (grenz) la facultad (Fühigkeit)
de producir sus objetos al ser hablante, se define en la estrUctura co- la primaria, Lacan debe someterlo a dos operaciones: 1) su carácter
si •
mo el significante excluido de una exclusión*. Si le aconteciera pre- único pasa a la identificación primaria, que sostiene simplemente
sentarse ante alguien que no ha concluido las operaciones de exclu- "hay Uno" ("Y'a de l'Un") separado del Otro; 2) "lo unario" marca
sión, sería la causa de una espantosa devastación. Símbolo, en tanto la iteración que hace posible el conjunto. En otras palabras, el Uno
tal, del carácter asolador de la sexualidad humana cuando excede, y sostiene la unidad del O y del 1 (se considera el conjunto en tanto va-
tr
también es su régimen, el vehículo brindado por el significante. cío, o en tanto conjunto). Es pura diferencia. Unario implica que no
F,
ei Este carácter fuera/dentro del falo no le otorga, y afirmarlo no hay jerarquía de los trazos, que todos y cada cual pueden ser elegi-
A es más que una petición de principio, un carácter metafísico. Su ex- dos para ser separados de los demás.
clusión, en cambio, deja marcas que serán sus representantes y ha-
ce que Lacan, para dar cuenta de su operación de manera axiomáti- 3.2 Que el goce no es uno
di • ca, trabaje con el 1 como huella y con el 1 en tanto diferencia, siendo La inscripción del lenguaje en el cuerpo lleva el sello del falo,
fr y esta in-corporación funda el cuerpo como lugar, el lugar del Otro.
el segundo el que puede desplegar la lógica del primero.
Pero número se usa aquí, no como cifra, ni en tanto idea, sino Esta intrusión de los significantes no se produce, empero, sin una ex-
Si
corno letra. Viene a nombrar un problema y a dar los medios para
dc. desarrollarlo.
4 Arpad Szabo, Les débuts des mathématiques grecques. Vrin, Paris, 1977, pp.
93-99 y 215-235.
Ya que, al ser reprimido, permite que un objeto caiga, que horada al otro. 5 En este punto Lacan reconocía su deuda con cl Pamiénides de Platón.
so *
En el capítulo sobre la "Florclusión del sentido" estudiamos cómo interviene y 6 Freud S., "Psicología de las masas y análisis del yo", cap. VII, T. XVIII, Amo-
pa rrortu editores.
"desaparece", convirtiéndose en lo real de cada registro.
SE

62 63
4

II
El orden simbólico es lastrado por un goce culpable del cual no nos
rrusión de goce que, por ser arrebatado, separa para siempre al goce desprenderemos jamás. Pero gracias al cual hablamos. O para de-
del Otro de su lugar, que se vuelve así disponible a las huellas*. La
paradoja de esta operación es que no se inscribe en tanto tal. Lo sim- cirlo en el orden lógico: porque hablamos nos deshacemos de un go-
bólico no se nos presenta como incorpóreo sino en un segundo tiem- ce del cual conviene no decir nada. Esta represión se encuentra en el
origen de la metáfora, porque es al reprimirlo que este goce habla de
po, cuando lo que conforma el cuerpo de lo simbólico es separado
otra cosa. Este malestar se enrosca en el corazón de lo simbólico y,
del lenguaje". gangrenándolo, lo hace vivir.
En alemán, Gehuss es la palabra que nombra el goce de los

1
El Otro Goce no es una hipótesis. Es una hipoteca que uno ha
animales y geniessen nombra el goce místico. Ambas palabras son
variaciones muy cercanas de la misma raíz. Freud, que las emplea contraído y gracias a la cual hemos establecido nuestra residencia
con poca frecuencia, lo hace para referirse al estadío terminal de la en el lenguaje.
Esta deuda es hacia Otro que no le es previo, sino creado por
melancolía psicótica° y al goce estético. Este parentesco lingüístico
echa luz —sin que se disipe la sombra— sobre lo que queda de este el acto mismo de ese don. Creado en tanto inexistente.
(tanto
arrebato, y hacia qué se tiende, en la búsqueda de un jetzseits
3.3. El tiempo. El trauma. El concepto
más acá como más allá) del goce sexual.
Este divorcio en la naturaleza misma del goce, condenará pa- 3.3.1. La afirmación de Freud acerca de que el Inconsciente
ra siempre al ser hablante a perseguir el goce del cuerpo por medio no conoce el tiempo' se volvió rápidamente demasiado popular,
e.
del lenguaje, lo cual hizo que siempre se creyera que se trataba del tanto en el ámbito de los analistas como en el de los escritores. Lo
lj
goce del pensamiento. Y que se persiguiera el que se origina en y cual es perjudicial, dado que Freud sólo decía que el Inconsciente no
SI por las palabras, gracias al agujereamiento del falo, en el desenfre- reconoce el tiempo cronológico en el cual manejamos las cuestiones
de nuestra vida y de nuestra muerte. Pero de ninguna manera ha di-

1
no orgiástico del cuerpo, siendo este quiasma constitutivo del ser
d humano. En esta diferencia, se instala el símbolo de la negación: cho que no hubiese un tiempo propio del Inconsciente que le da un
eb "¡No es eso!" lo que yo deseaba, y no tendré nada más, excepto ritmo tal que nunca ese! mismo, sino pura alteridad que halla esta-
tr bilidad únicamente en el fantasma y en cl síntoma.
que... no es eso! Todo acceso, vacilante, a lo abierto que produce la
F; 3.3.2. El Inconsciente es el nombre de las modalidades, de la es-
el obra y a su economía, no puede ser alcanzado sino por esta dimen-
tructura, y de los efectos del encuentro entre el lenguaje y el cuerpo.
sión de fuera-del-saber.
Su régimen general es llamado por Freud doble inscripción" y sus ele-
mentos representación de cosa/representación de palabra; huella/rasgo
Una de las consecuencias de la operación que permite la constitución del
lugar (Spur/Zug). Esta lógica binaria mínima, que produce una ternaria y una
fr, se puede rastrear en la investidura de una parte, al menos, de este goce forclui- cuaternaria, necesita que se descubra en ella cómo se aparean las iden-
do, en la identificación a la proyección de su propia imagen. El yo viene a alo-
la jarse en el intersticio entre la primera y la segunda identificación. En realidad,
tidades y las diferencias. Sin contar con que el vocabulario que Luan
si consiste, radicalmente, en los paréntesis que recubren el objeto (a). envueltos a tomó de la lingüística ha podido crear todo tipo de malentendidos acer-
o su vez, en una imagen real y en otra, virtual. Freud no pensaba distinto cuando ca de la noción de "significante". Esta noción sólo puede ser analítica-
dc en "Duelo y melancolía", se cuestionaba acerca del destino de la investidura,
mente comprendida si se le hace soportar la identidad entre la huella y
dt separada de la primera huella.
n° 2/3, Le Seuil, Paris, p.70.
li; 7 Lacan, J., "Radiophonic", Scilicet
théorie des incorporels dans ¡'anejen storcistne, Vrin, Pa-
8 Bréhier. Emite., La 10 !dem, "Lo Inconsciente", ibidem.
so ' ris, 1989, cap. III.
11 [dem, ibidem.
pa 9 Freud, S., "Duelo y melancolía", T. XIV, Amorrortu editores.

65
64
a-sí-mismo, en cambio, una letra se determina como siendo aquello
el rasgo. Pero que queda varada si no se piensa en el diferente fundo-
que es. Si el significante es pura diferencia consigo mismo y con los
namiento entre los dos términos de esta identidad'.
Bajo el régimen general de la represión originaria, la repre- demás, la letra es, finalmente, indivisible en su identidad. Este es un
postulado materialista, ya que nada permitiría, caso contrario, dete-
sión, la renegación y la forclusión inscriben de manera diferenciada
ner el retorno indefinido hacia atrás, o frenar bruscamente el equí-
las distintas relaciones que la identificación primaria va a mantener
voco de una serie indeterminada de extraños bucles". Si fuera la le-
con las secundarias, y le dan así estructuras diferentes al doble bu-
tra divisible al infinito, la "caja negra" incorporaría entonces todos
cle del Inconsciente.
los inputs como procedimientos de codificación. Habría mensajes
3.3.3. Al mismo tiempo, los destinos del significante analíti-
co permiten que se supongan, retroactivamente, las relaciones entre cuya decodificación sería infinita, infinitamente decodificable. o
bien la caja produciría solamente "codemas".
huella y rasgo.
Hay momentos de un análisis en que una palabra, un fonema, 3.3.4. En su carta a Fliess del 6/12/1896, Freud supone que el
Inconsciente está constituido" como un registro, por recuerdos con-
una frase, dejan de tener su sentido habitual y dejan filtrar por sus
aristas como si fueran gemas, mientras se escabulle el sentido, una
ceptuales (Begriffserinnerungen).
significación. Este significante que cae, arrastrando consigo algo de Afirmaremos entonces que un concepto, en psicoanálisis, es
la puesta en relación de la identidad en sí misma de la letra)' de la
síntoma, se vuelve letra. Así es como se puede enunciar que un aná-
e lisis no consiste en decir cualquier cosa sino porque en y por este no
no-identidad en sí misma del significante.
Estos dos polos planteados, identidad y diferencia, nos per-
sabido, se hará una escritura que reproduce aquella —primera— que
Y es condición de la palabra, por un isomorfismo que se trata de cons- miten establecer que en el espacio de su juego, éstos se encuentran
si determinaciones múltiples y en contradicción, unificadas de mane-
truir*. Si un significante se define por su fundamental no-identidad
d: ra no pacífica por la materialidad de la letra. Contradicciones de
contrarios y no de contradictorios. Y si hay Aufhebung, no se trata
12 En este punto, Serge Leclaire ha sido el primero, y desde muy temprano, en tra-
de una superación de las contradicciones, sino de una supresión...
tr donde establece puentes entre el punto de síntesis.
bajar al respecto en su Psyclzanaliser,
de vista económico freudiano y el significante lacaniano. Pero esta parte de su
Si paradigmáticamente volvemos al falo, podemos afirmar
el obra, teóricamente fecunda, fue parcialmente opacada por el éxito que obtuvo
su despliegue clínico. El rechazo de la teoría económica freudiana en nombre que la letra 1 es a la vez, la castración y el instrumento de goce. Y
A
del significante encontraba paradójicamente allí su refutación más fundada. contrariamente a todas las presuposiciones apresuradas, la primera
Las consecuencias de este divorcio, que se oponía al vectofesencial de su li-
bro, esencialmente en lo que respecta a la dinámica de la cura, siempre se han
di hecho sentir desde entonces, en los avatares de la historia de la transmisión la-
13 Tomamos el concepto de bucle en raño de Douglas Hofstadtcr, en Gitdel, Es-
fr can iana. cher, Bach, pero en su uso plural, cuando éstos no son detenidos por un bucle,
la • El isomorfismo entre las condiciones de producción de una neurosis y su efec- o sea, un procedimiento recursivo. El bucle es finalmente un stoikheion, un áto-
Si tuación en la cura es una hipótesis formal, sin contenido, que le permite al ana-
tomadas mo que consiste en la afirmación de una identidad paradójica, mediante la afir-
lista aguardar y alcanzar las vías contingentes, y siempre diferentes
mación de las versiones cada vez más simples de sí mismo, es decir, una re-
por el retorno de lo reprimido, que jamás coinciden con la represión (Freud, ducción a la diferencia que impide el regressus ad infinitum.
"La represión". T. XIV. Amorrortu editores.) Esta no-coincidencia, axiomática,
14 Sigmund Freud, Sri efe anWilhelm Fliess, S. Fischer, Frankfun arn/Main, 1986.
dc nos brinda la tensión de la diferencia; y la medida de su diferido. Donde Freud
ya señalaba el motivo de la presencia de aquello que no es huella, ni rasgo, si- La traducción al francés de las cartas no sólo es errónea, sino éticamente falible,
H.
no "quantum", objeto. El objeto, y más aún el analista, son la razón de esta di- por dejar de lado panes enteras del texto expurgado, sobre todo en cuanto al ma-
SO nuscrito "Esquisse d'une psychologie scientifique". (Proyecto de una psicología
ferencia de los recorridos tornados por el retorno de lo reprimido. Su identidad
Pa con la represión es una deducción material o constructiva.
para neurólogos). La famosa carta 52, es en la edición completa, la 112.

67
66
determinación, la negativa, es condición de la positividad de la se- Cuando Freud escribía (15) en la carta del 6/12/1896 a Fliess que el
gunda. Por lo tanto, esta letra soporta, en su materialidad tanática, texto (Niederschrift) inconsciente corresponde a recuerdos concep-
tuales (Begriffserinnerungen), planteaba en primer término, que es-
tanto el filo de Excalibur de la significación, como la razón de la
tá ordenado según relaciones de causalidad (Kausa/beziehungen).
corporización de lo simbólico, tanto como la materialización histé-
rica y la representación obsesiva. Marca tanto el inconmensurable Es porque la causa del Inconsciente no está toda en su efecto, sino
borde del goce corno el lugar imposible de la significación. persistente por fuera, que ha de ser construida. Uniendo frases dis-
3.3.5. El tiempo de un análisis está puntuado por el adveni- yuntas del discurso cuya reunión produce, no necesariamente el ho-
miento de traumas: no se trata de escenas preexistentes en el recuer- rror, sino la abominación del sin sentido.
do y necesariamente vividas como tales, sino del volverse-trauma,
nachirüglich, aprls-coup, de escenas que no lo eran previamente. Si
cada análisis puede a veces empezar con el relato de un trauma se- 4. Del Padre a la Virgen. Esbozo de una lógica modal (18)
xual realmente vivido—yen ello repite la historia del psicoanálisis—,
no puede continuar sino con la instalación y análisis de fantasmas. Su Una de las paradojas, seguramente no menor, de nuestra cul-
tercer tiempo abre hacia un nuevo saber, producto de la cura: lo que tura, consiste en sobredimensionar la figura del padre en el funcio-
traumatiza es el fantasma; toda huella es, en potencia, traumática. namiento político y en las instituciones sociales como si ello res-
El tiempo de la cura, yendo de singular en singular, debe ele- pondiera al carácter menoscabado de su función simbólica. Esto no
e,
varse, para concluir, en el universal de sus condiciones. es de ningún modo una explicación histórica ni de la historia, sino
Y La construcción de la frase del fantasma en tanto axioma la constatación de que la función paterna no sólo siempre juega en
si • —que permite una deducción de las condiciones de goce'—, el rea- dos tiempos, "individual" y "colectiva", sino que, además, por no
di gruparniento de los traumas en los cuales consiste finalmente el estar asegurada simbólicamente sobre lo "individual", siempre se
Otro, autorizan a afirmar que el camino del análisis es una expe- infla imaginariamente en lo "colectivo".
riencia que se deja, en y por su movimiento, aprehender en la figu- El concepto de metáfora paterna que Lacan adelantara en
tr
1958" a fin de dar cuenta de la necesidad de la intervención del pa-
E ra del concepto.
el Pero, por cierto, no se trata de un concepto que brinde cono-
"lo que ocurre", 'vas geschieht, aquello sobre lo cual el espíritu no tiene poder
A cimiento, instrumento del yo, ni tampoco en el sentido hegeliano de
alguno; y que el elemento del Begriff, del -concepto" expresa la determinación
N, Dado que lo que he de saber, es en defini-
la begriffile Geschichte m. sensata que el espíritu debe asegurar en vistas a esa realidad de lo que aconte-
tiva, cómo he sido concebido como objeto, por significantes. Y no ce. Los autores nos recuerdan que la posición hegeliana fundamental es que cl
cf‹ tiempo es la exterioridad del concepto con relación a sí mismo. "El espíritu se
puedo aprehenderme como sujeto sino allí donde, contra toda evi-
manifiesta necesariamente en el tiempo [...1 mientras no aprehende su concep-
fr
dencia, he desaparecido en mi elección. to, es decir, no destruye el tiempo (Ph. E. II, 305). No obstante, el concepto he-
la geliano, por ser, en tanto espíritu absoluto, afirmación de la historia en verdad
SI (Hegeliana, p.69), debe ser una aprehensión, una toma sin resto, sin pérdida.
C. o sea las determinaciones del amor, en Lo cual tiene como pre-condición la entera racionalidad de lo real: en lo Real
15 Que Freud llamaba: Liebesbedingungen,
dc preexiste en tanto posible, la determinación de su entera subsunción en lo sim-
tanto condiciones exclusivas, que a veces.., lo excluyen.
trad, Hyppolite, tomo bólico. Para el psicoanálisis, y ello marca el lugar diferenciado del concepto,
dt 16 "La Historia concebida" — Phénoménologie de l'Esprit,
Phánomenologie des Geisres, Suhrkamp, Frank- jamás hubo divorcio, Entzweiung, división entre lo simbólico y lo real a partir
H; II, Aubier, Paris, 1947, p. 313.
furt am Main, 1973. Gwendoline larczik y Pierre-Jean Labarriére, en su Hege- de una unidad originaria. El número, por el cual lo Real se introduce en el len-
so guaje siendo su único aspecto aprchensible, y no una hipóstasis.
liana, síntesis programática de la renovación de los estudios hegelianos impul- 17 Seminario de enero de 1958.
pa sada por ellos en Francia, escriben criteriosamente que die Geschichle
designa
St

68 69
dre para que el lenguaje asegure su función mortífera de la Cosa, clases, sino decires. No es una tercera persona quien enuncia una
quedó rápidamente empantanado en un uso doble que lo degradó, función de un argumento, sino que es el argumento mismo el que
sea en noción lingüística, sea en un llamado forzado en la clínica a enuncia, diferentemente, la función a la cual está sometido o no, que
la presencia real del genitor. La fineza de análisis clínico que acom- lo afecta o no. Nada de nominalismo, pues: la función señala una
pañaba su introducción y el diagnóstico de callejón sin salida teóri- modalidad estructural. Si la función fálica es lo que impide la rela-
co en que yacía el psicoanálisis de entonces, no pudieron impedir un ción sexual, no estar allí implica que el existencial, lejos de ser un
destino, por lo menos desgraciado para este concepto, que resultaba individuo tomado en el conjunto, funda al mismo por el hecho de su
cada vez menos pertinente a medida que se tornaba un comodín ide- auto-exclusión.
ológico que superaba ampliamente la comunidad freudiana, lo que En los ejemplos mitológicos elegidos por Freud, así como en
su escritura —hay que decirlo— no autorizaba. • el material clínico de cada analista, el Padre embaraza a las mujeres
En los años setenta, Lacan vuelve al padre mítico de Totem y por el sólo hecho de ser visto, oído o rozado. Su presencia es fálica
tabú para reintroducir la cuestión paterna con toda la brutalidad que en tanto presencia. En este nivel, Padre y Falo hacen uno. Castra por
II
le cabe, y cuya presentación como metáfora, que sigue siendo cier- el sólo hecho de encarnar el goce fálico. ¿A quien castra? Sólo el
ta, había inducido erróneamente a edulcorarla. Asimismo, desarro- Otro puede serio.
E. lla a lo largo de diez años de seminario, una nueva lógica", que. si Este padre es aquel que, da a luz, con su primer surcamiento,
e bien toma los conceptos y métodos de la lógica maternatizada, no a la perversión inconsciente, y sólo de este humus puede nacer la pa-
deja de constituir una crítica —la única existente hoy en día—, de sus labra.
Y inflexiones metafísicas. Para Frcud este padre es necesario, ya que con su exterioridad,
si limita al Otro materno. Si seguimos este razonamiento con Lacan,
Acerca de lo necesario del existencial negativo: 3x (1)x con este primer surcamiento, el Padre estará en el origen del Otro.
Sin él, el Otro real subsistirá siempre, arruinando de entrada lo sim-
Esta escritura plantea, lo cual conlleva ciertos problemas, la bólico. Pero esta necesidad es una necesidad de finalidad que puede
tr
existencia de al menos uno para quien la función fálica no se cum- introducir subrepticiamente algo de Providencia. En cambio, no hay
ple. Es preciso aclarar de inmediato este cuantor_existencial tal co- causa alguna que la produzca, en tanto necesidad, ya que ella no es
mo lo utiliza Lacan, señalando que "al menos uno" es una fórmula sino el retomo de lo reprimido de la apuesta que lo funda. El teolo-
N primitiva que se opone al "uno cualquiera". Consecuentemente, el 1 gismo que allí se introduce viene a arropar la desnudez de su pro-
no es ni una cifra, ni un artículo indeterminado, sino una letra que funda contingencia. Pero nos estamos adelantando demasiado, lo sa-
o posee dos apariciones diferentes. La presencia del símbolo de la ne- bremos efectivamente cuando estén establecidas todas las funciones.
gación sobre la función significa que está revocada porque el argu-
la
SI mento enuncia: que éste le dice no a la función. Lo cual implica que
CI en Lacan, las funciones no son enunciados, atributos, predicados o Del Universal como posible: Vx cbx
di
de Que el universal plantee que para todo argumento se cumple
H, 18 La teoría lógica modal ha sido desvalorizada durante todo el racionalismo, in- la función: que todos están sometidos a la férula, que todos —pero só-
cluyendo a Descartes y a Spinoza, como no formando parte de las determina- lo uno por uno— tienen la posibilidad de pasar por la castración, deja
so
ciones esenciales de la sustancia. Nos hemos basado, esencialmente, en una
Pa lectura de dos Seminarios de Lacan: 'tu pire", y "El saber del psicoanalista". abierto el agujero que su condición supone. Por lo tanto, sólo hay

70 71

_
universal incompleto, sometido a la vicisitud de una realización, que mundo humano: "¡que exista!". Apuesta renovada sin cesar, lugar
no está, muy lejos de ello, resuelta definitivamente. Es universal, pe- de apuntalamiento de la demandan.
ro sólo en potencia. No hay nada que le permita ser apodíctico. Pero debajo de la demanda alienada en la repetición, sobre la
Esto le permite a Lacan decir que la lógica proposicional de- cual el sujeto ya no tiene dominio alguno, aflora un deseo en senti-
pendiente de lo necesario es, en realidad, sólo un capítulo de una ló- do contrario: "¡Que cese de escribirse!" (esquema 2). ¿Qué? La cas-
gica modal aún no escrita. tración, ¡obviamente! Para acceder finalmente al goce de este Otro
El universal siempre está realizándose, atrasado en cuanto a que desaparece sin cesar, para conocer aquello que mi placer me
su propia pretensión, mortificado por el tiempo que rebota y que él arrebata tan pronto como despunta en el horizonte.
querría ignorar, para honrarse a sí mismo. Las modalidades lógicas son modos de escritura y modos de
Este tiempo que lo roe y que es a la vez su esperanza, es in- relación del sujeto con lo que está escrito. La hipótesis de Lacan y
troducido en el universal por el existencial, como repetición. de Freud es que el Inconsciente repite, aun si existe lo inalcanza-
La posibilidad se escribe, en las tablas de verdad: p y — p 19. O ble y sobre todo porque existe lo inalcanzable*, los procedimien-
bien p es verdadero, o no-p es verdadero. La batalla naval ocurrirá, tos de su propio origen. En todo momento de un análisis, signos de
o bien no ocurrirá". La verdad no recae sobre uno de los términos, percepción del goce del Otro** le llegan al sujeto que, hablando
sino sobre la disyunción misma. Al leer la controversia histórica de éstos (u oyendo hablar, en el caso del infans), los convertirá en
acerca de los futuros contingentes'', Lacan tuerce la figura clásica y huellas que Se le escabullen, ya que al hacerlo, a medida que quie-
enuncia "Sólo puede ser necesario lo posible". re apoderarse de ellos, los va reprimiendo. Las palabras del len-
Queda claro, entonces, que la necesidad del existencial no es guaje, ya cargadas de goce, dado que fueron tomadas del Otro y de
en sí, sino en la consecuencia de la [re]- petición hecha desde el su voz, serán, en adelante, lastradas con las huellas de una expe-
riencia de satisfacción que evocan, pero de la cual son las únicas
representantes.
19 Ver, sin embargo, Lukasiewicz J., Contribution á l'histoire de la logique des
propositions (1934), así como Post E., Introduction á une théorie générale des
propositins élémentaires (1921), ambos trabajos editados por Jean Largeault,
Logique inathématique, textes, Armand Collin, Paris, 1972. El primero, inicia-
dor de la escuela polaca de lógica, es quien tuvo el honor histórico de reevaluar 22 Este lugar absolutamente central dado a la apuesta pascaliana desarrollada du-
la lógica estoica como fundadora de la lógica proposicional, de haber estable- rante toda la segunda mitad del Seminario De un Otro al otro, señala justamente
cido las diferencias con la de Aristóteles y esencialmente, de haber señalado la la necesidad de hacer caer al Otro de su lugar de existencia —para lo cual el li-
importancia teórica del modus ponens, o implicación material la cual, rechaza- bertino también es impotente— sin guadañar al mismo tiempo la creencia, cosa
da casi con unanimidad en la historia de la lógica, será esencial en la escritura que nos llevaría fuera-del-discurso.
* La repetición, para el análisis, no es la repetición de lo Mismo, sino la respues-
de Lacan.
20 Aristóteles, De interpretatione, 9 Vrin, pp. 55-103. El estagirita, contraria- ta a un encuentro inesperado.
mente a los megáricos, para quienes el futuro está completamente determi- ** Los signos de percepción, inconscientes, "anteriores" al significante, también
nado, sostenía que la negación y la afirmación son necesariamente verdade- llamados por Lacan "quebradas del goce", (ravinement de la jouissance) son el
ras o falsas sólo cuando se trata de las proposiciones generales, y no cuando sustrato de una materialidad sensible que precede a la organización de la per-
los futuros portan sobre los singulares. Para Aristóteles, necesidad y con- cepción en "sentidos". Que sólo es viable cuando la pérdida del objeto abre a
tingencia son contradictorias y no contrarias, por lo tanto, su disyunción es la vez, hacia la realidad y la búsqueda en ella de este objeto, perdido en otra par-
exclusiva. te. Y es sobre las huellas dejadas por estos aluviones que dibujan su espacio
21 Lacan adelanta esto en Les Non-dupes-errent, el 9/4/1974, luego de comentar más propio, que piensa el Inconsciente. Sus conceptos, los tamices con los cua-
el trabajo de Jaacko Hintikka, Time and Necessity, Oxford, 1973, que introdu- les se toma algo de la Cosa, al tiempo que se la deja escapar. El fantasma, por
ce la noción de tiempo en el estudio de las modalidades. implicar necesariamente razonamientos, implica una dianoética del goce.

72 73
-••••

5. La vigía del Otro Goce y la contingencia de lo femenino do del universal fálico. Esto, no va, por cierto sin un rechazo de sí
misma, que sin embargo no la obliga a cambiar el registro de su go-
5.1. El universal negativo ce. La indeterminación de la feminidad, allí donde Freud la deja. la
La escritura lacaniana de la feminidad es un capítulo sobre el sitúa entre lo real del sexo y una falicidad introducida por el len-
cual gira toda la organización de la sexuación. Aquí Lacan innova, guaje que carece de representante inconsciente. Por lo tanto, usar la
y aún no hemos terminado de hacer trabajar las formulaciones enig- palabra "falo" no es falso, sino incongruente. Hay, para la mujer, un
máticas y llenas de ardides que recorren los seminarios. significante faltante, y la negación sobre el universal representa su
forclusión.
3x cb,x
5.2. María, Laura, Beatriz...
Vx ttftx Esta ausencia radical de un significante permite, al menos a la
mujer una sorprendente facilidad para extraerse del discurso, para
En general, la forma más admitida de leer el cuantor de aba- actuar el semblante y servirse de él, a la búsqueda de un goce de sí
jo a la derecha es: No para todo x se cumple la función. Esto da, si que ella pueda contener.
transformamos, según Aristóteles, la negación del universal en par- Muy tempranamente, en un trabajo que casi nunca es citado,
ticular afirmativo: hay x que no están sometidos a la función y que aun cuando los analistas abordan el tema, El tabú de la virginidad",
no son fálicos. Así, entonces, puede resultar: a la izquierda los hom- Freud señaló la importancia del ritual primitivo de la desfloración.
bres, a la derecha las mujeres. Bello y simple. Pero falso. Lo que allí ¿Qué nos muestra? Que una serie de actos llamados sexuales no son
está escrito no es el universal negativo de una lógica proposicional los que marcan a una mujer como no-virgen. Lo demuestra ese inten-
o de clases, y no se deja leer según los procedimientos habituales. to sorprendente que bordea su propio abismo, ese saber lindando con
Porque no alcanza con discurrir sobre la sexualidad de las lo inconmensurable del cual se empeña en vano en trazar el propio lí-
mujeres para... saber qué es la sexualidad femenina. Basta, en este mite: que representantes del Padre lleven a cabo la desfloración de ca-
punto, con volver a Freud ya los freudianos para apuntar que aun la da adolescente para que, forzando lo indecidible, subsista una repre-
ausencia real del órgano masculino puede tener, en muchos casos, sentación social de una huella que no sabría obtenerse en sí misma.
un valor fálico en sí. Este saber fue olvidado y la ceremonia de desfloración reem-
Este no-toda lacaniano no es una negación (gramatical), da- plazada, ya sea por todas las formas de gineceo, o bien por la fasti-
do que la supresión de la negación (lógica) sobre la función la de- diosa y larga historia moral de la educación de las niñas, que repre-
termina.. .en una particular indeterminación. senta, no la preocupación por la protección de la virginidad, sino por
Aquello que la hace mujer es contingente. Esto es lo que ella su imposible abolición. El horror por los hombres se debe a que, no
padece y que siempre inspira su queja: "¡No hay Uno!... que no es- habiendo primera huella, iedu encuentro pueda ser para ella el pri-
té bajo la férula; lo cual hace que todos dejen que desear..." (Lacan). mero. Y es que, sabiendo que no Sóigi hay el falo, las niñas tienen de
La feminidad no sólo es un asunto de lo real, sino también y entrada una ventaja sobre los varones, un poco atontados por estar
sobre todo de lo simbólico: es una posición lógica en la palabra. Es afligidos de llevarlo puesto. Pero este saber "infuso" acerca del de-
lo que autoriza que un hombre tampoco pueda satisfacerse con el
goce que le toca y estar totalmente a la búsqueda de la Otra satis-
facción. También ocurre que una mujer pueda, a su vez, estar del la- 23 Fruid, S., "El tabú de la virginidad. T. XI, Amorrortu editores.

74 75
fecto constitutivo del goce sexual se paga a veces, con el encuentro Sin darle forma lógica, Freud ya lo había formulado en la sintaxis
del hombre que persigue el goce del cuerpo, reduciéndolo todo a misma del mandamiento superyoico: "Debes ser como el padre. Te
"a" (esquema 4). está prohibido ser como el padre"". Allí, por supuesto, el deber y la
Para un hombre, el encuentro con una mujer siempre puede interdicción caen sobre el mismo rasgo.
ser portador de castración, de relanzamiento del deseo. Siempre y Si la resolución de esta trampa lógica es, tal vez, la clave de
cuando no lo reduzca todo a "a" y permanezca abierto a su dimen- bóveda de un análisis de hombre, hay que precisar que la historia de
sión Otra, al decir de verdad que provoca en él. la lógica no le proporciona al freudiano, en este punto precisamen-
Para una mujer, su posibilidad de llegar al goce sin necesa- te, socorro alguno, dado que ni Aristóteles, ni los estoicos, ni los me-
riamente desear, hace que subsista en ella la búsqueda del Uno que, gáricos, ni los modernos le han otorgado más que poca atención a
por su existencia, venga a barrar la negación sobre el cuantor en que esta figura, tratándose ciertamente del caso de lo falso.
se encuentra tomada: Falso no puede ser tomado aquí por el analista, más que como
apertura de un lugar por la caída* de un elemento que no tiene nombre.
— [3x] (19x y le permita este pasaje aleatorio 3x cDx Y que permitiría una revolución en la cura: que las palabras dejen de ser
"flatus vocis", le daría de golpe a los decires su estatuto de
existencia.
Cuando se encuentran cerradas las vías para construir lo que
se presenta como imposible, analista y analizante se vuelven traba-
jadores del mar. Ambos saben que habitar el lenguaje, para aquellos 6. Resistencias y modalidades
que han decidido, por las buenas o por las malas, residir sólo sobre
sus costas, no basta para enfrentar el asalto del oleaje y la fuerza de 6.1. Cuando alguien viene a demandar un análisis, ocurre que,
la resaca. Y si hay navegación, en un elemento en el cual jamás na- por el sólo hecho de dirigir su demanda a alguien, aunque éste se
da se dejó apropiar definitivamente, se trata pues, en cada movi- abstenga de manifestar algún saber, aparece con firmeza una figura
miento de remos, de interrogar el agua. que imanta todo el discurso: hay un lugar, el analista tal vez, donde
Volvamos a esta frase trágica y banal: "No hay ni uno...", su se sabe cual es el bien que lo concierne. Sin saberlo, todo analizan-
fuerza inquebrantable reside justamente en el hecho de no se puede te de estos tiempos, por más ateo que sea„ produce, para garantizar-
falsear. Porque ningún hombre vivo puede decir que no, a la altura de se de algún modo de lo indecidible que se abre a sus pies, una figu-
lo que se le demanda, a encamar por sí solo el goce fálico. Además, ra de Dios que dé consistencia a su demanda.
cuando ello ocurre y, naturalmente, el hombre se deja descubrir dese- Por su parte, el analista no debería sacar conclusiones teóri-
ante en este juego mortífero, las apuestas llevan a que sea ella quien cas para explicarse por qué el Dios de Aristóteles es llamado nece-
encame a F. Y ello ocurre, a veces, desde su primera juventud. Pero
eleva las apuestas de tal manera que el entusiasmo que la recibe no es
más que desertización, dado que ella representa lo más inaccesible, lo 24 Freud S., "Le Mal et le in Essais de psychanalyse, PB Payot, Paris, 1981,
que se halla fuera de lo simbólico. En tanto pura encarnación de go- nueva traducción, p. 247.
* Falso deriva del latín fallo:
ce, no puede, en efecto, causar deseo alguno. Sólo huida. engañar o escapar a. El segundo sentido lo hace
equivalente del griego !anillan° (ocultar, estar oculto). Pero también se puede
Este lugar de lo imposible, del cual "virgen" es uno de los acercar al viejo alto alemán fallan, caer. Ernout y Meillet escriben en su
tionnaire étymologique de la bague latine, Klincksieck, Paris, 1985: "1...1Dic-
nombres, se escribe en lógica: p — p. Es imposible que p sea verdad, el
y que no-p sea verdad al mismo tiempo. acercamiento indicado es demasiado seductor como para no intentar sostener-
lo" (p. 214). Para Lacan, este juego literal debe seguirse de manera apodíctica.

76
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sanamente corno pivote, en el curso del análisis, acarreando una se- tanto a la culpabilidad propia del goce como el retorno de Dios, aun-
guidilla de categorías detrás de sí. que fuere bajo su forma panteísta de Naturaleza (naturans) y el Bien
Ahora bien, si no tiene éste otras ideas acerca de qué es el go- que de él se desprende.
ce del Ser, no podrá, obviamente, sino seguir al analizante... que no
ha dejado de ser. 6.2. La lógica modal en la escritura de Lacan implica:
Las resistencias al análisis en tiempos de Freud tenían que ver 6.2.1. Que el existencial no es empírico por no encontrarse en
con la puesta al descubierto de la sexualidad en tanto tal y la exclu- la realidad. Esta es una indicación suficiente para concluir que la so-
sión del campo de la consciencia como arena teórica. lución kantiana: la existencia es posición y no predicado, por más
Hoy podemos evaluar que la existencia del discurso científi- justa que sea, no basta en lo que respecta al Inconsciente, cuyos jui-
co ha, como mucho, reprimido, y sólo en cierto puntos, forcluído, la cios atributivos son inmediatamente acompañados de existencia.
visión del mundo de la ciencia tradicional, de la cual Aristóteles es 6.2.2 Que el universal sea solamente en potencia, señala que
el representante por excelencia. sólo a través de la castración, dos veces cumplida, puede el hombre
Las resistencias al análisis, en lo que a Lacan respecta, no se acceder al "principio de realidad", es decir al reconocimiento de la
dirigen tanto a la sexualidad, sino que se ejercen a partir de las fi- diferencia de los sexos.
guras de los saberes, no que saben sobre el Otro goce, sino que se 6.2.3 Que Lacan escribe sus cuatro fórmulas de a dos sin que
construyen a su alrededor. comuniquen. Nosotros proponemos escribir vectores entre sí, en un
El proyecto !amilano en cuanto a la lógica modal lo vuelve, sentido levógiro arriba, dextrógiro abajo, que permiten operar apli-
por un lado heredero de la tradición clásica, desde Aristóteles, pa- caciones. de una sobre la otra de a dos. Siendo los dos vectores hori-
sando por la primera edición de la Crítica de la razón pura que cul- zontales los más difíciles de demostrar. Nuestra hipótesis es, para
mina en el Kant y el problema de la metafísica de Heidegger. Por ello, que hay que atravesar el plano de la identificación (esquema 3).
otra parte, Lacan ha realizado el desplazamiento más preciso con to- 6.2.4 Que el lugar del padre es también el del síntoma, que no
do lo que vehiculiza esta tradición, ya que está ubicado en otro cam- cesa de escribirse, dado que cuerpo, pensamiento y realidad forman
po de experiencia. una sola superficie. Si aquel que está aferrado de este modo a la ne-
En relación con la lógica matemática actual, criticó tanto su cesidad puede, dando la vuelta a los modos, pasar por este lugar de
"platonismo" ingenuo: -"¿Dónde esperaba, en el cielo de las ideas, el lo imposible y permanecer allí lo suficiente, al menos dos veces,
transfinito cantoriano?"- como su nominalismo, que sirve para for- puede que la inyección de uno sobre el otro no deje indemne la po-
cluir lo que hace que la ciencia dé cuenta, efectivamente, de lo Real. sición de partida. Sólo el pasaje por lo imposible, corroyéndolo has-
El psicoanálisis encabalga la ruptura galileana (y a ella le ata- ta la médula, puede concederle al síntoma la dignidad de sinthome.
ñe la tarea de perlaborar uno por uno), con cada sujeto, el retorno de 6.2.5 Que la queja que vuelve sensible esta ausencia del pa-
lo que ha sido forcluido* por el discurso científico, y que concierne dre, esta no-inscripción al infi,)ito, no puede seguir siendo la misma,

incontestablemente más lejos que la crítica libertina, en el plano moral y la sen-


* El efecto de forclusión ejemplar fue realizado, en nuestra opinión, no por esos sualista en el plano teórico. También es posible pensar que el acto rousseauia-
rodeos que acostumbra la historia, o directamente por el discurso de la Enci- no sea la repetición paradojal de la critica jansenista de la doctrina de la gracia,
clopedia, ni por los únicos materialistas-sensualistas, discípulos de Locke, sino de sus efectos y de su desaparición sin rastros. La sexualidad aparece final-
por Rousseau. En efecto, la destrucción, que es obra suya, de la noción de pe- mente, a fines del siglo XIX, como un retorno de lo forcluido, como el nuevo
cado original y su reemplazo por el mito teórico del estado de naturaleza, va nombre del mal.

78 79
si el hecho de nombrar lo que uno quiere puede alcanzar la jerarquía le dan al Dios del monoteísmo, bajo las especies del Padre todopo-
de un decir, que es la del Nombre-del-Padre. deroso. Por otra parte, estas letras intentan dar cuenta de la estruc-
6.2.6 Que la primera vuelta de un análisis debe pensarse, pues, tura mínima de aquello por lo cual la_experiencia mística no sólo no
como la producción de una pérdida relativa al objeto, en tanto plus- se reduce a ninguna religión revelada en particular, sino que puede
de-gozar. La segunda ha de ser pensada como la construcción, lin- darse, en ocasiones, las representaciones sustitutivas más variadas,
dando con el Otro Goce, de los significantes que permiten decirlo. tal como lo ha demostrado Koyré".
6.2.7 Que el hecho de que el concepto de sexuación se organi- Tal lector no habría de equivocarse, ya que la fragmentación
ce sobre letras articuladas modalmente implica que la posición o las y el rechazo que el discurso científico ha operado sobre el religioso,
posiciones de cada uno en la palabra se estabilizan con una escritura dejan subsistir su raíz: el Padre inconsciente, aun cuando la ciencia
que no depende en ningún modo del sentido, sino que, al contrario, está hecha para no querer saber nada de éste. Precisamente este tra-
vectoriza la significación. Esta escritura, condición de la palabra, nos bajo sobre la raíz le permite saber al analista que este origen, en tan-
ofrece el borde por el cual la armadura del objeto —antes de su frag- total, es imposible de erradicar. Y el sueño de su eliminación, el pre-
mentación pulsional— puede ser trazada. Tampoco es contradictorio facio de lo peor.
pensar que la sexuación entendida así, como matriz elemental de la En otras palabras, el ateísmo no es una profesión de fe sino
orientación de la estructura, es el desarrollo articulado de las aporías una tarea infinita de la razón, que no reposa en ninguna increencia,
de la noción freudiana de bisexualidad, que ha encallado, contra la sino en los fines de una práctica. Que no puede hallar su lugar sino
voluntad del propio Freud, en una profusión imaginaria de sentido. como crítica en acto de las pretensiones de la ciencia de reducir el
6.2.8 Que también sería oportuno señalar que un análisis no ser hablante a ser.., un ser sin palabra, sentenciable despedazado
puede, no debe, de derecho al menos, detenerse en el estableci- por un veredicto experimental en el cual su decir no cuenta.
miento del mapa de la sexualidad de cada uno, lo cual significa la Pero esta crítica práctica, que jamás se erige en tribunal de la
utilidad y el uso de sus objetos pulsionales, en la medida en que la Razón, sólo es protegida por el apego del psicoanálisis al gesto ga-
llamada sexualidad viene a alojarse, sin dar cuenta de ello, en las lileano, prolongado por Cantor y Gódel.
anfractuosidades de la sexuación.
6.2.9 Que en la medida en que lo Real no es asible sino apo-
réticamente, por antinomias y paradojas, la dignidad de los concep- 25 Koyré A., Mystiques, .vpirituels, alchimistes da XVIe siécle allemand, Galli-
tos analíticos no sólo reside en la capacidad de captar sus bordes, ya mard, 1971. Koyré fue el primero y el único en haber definido la mística, en su
unidad, como una ontología axiomática y armar así la compleja historia de su
que lo dejan escapar y se pierde así su trazado. Esta dignidad de pen- relación con el crecimiento de la ciencia moderna, así como su mutación bajo
samiento reside también y sobre todo en la capacidad de inventar la forma del idealismo alemán en su vertiente romántica. Gérard Jorland nos
brinda en La science dans la philosophie, una síntesis precisa de toda la obra
nuevas figuras paradojales, por donde el sujeto pueda retomar de la
de Koyré. Más cerca de nuestra época, Gerald Holton bosqueja un cuadro, en
petrificación que provoca la mostración —apophansis— propia del al capítulo IX: "L'imagination scientifique: dyonisiens et apolloniens" de su li-
decir. En ese momento, el analista, que era esencialmente un lógico bro L'imagination scientifique, Gallimard, Paris, 1981, sobre ese doble movi-
para extraerse de su propia resistencia, se vuelve artesano, y su apa- miento que acompaña al discurso científico en los Estados Unidos de América,
que ha de ser relacionado con el de la Alemania del siglo XVI.
rato formalizado en utensilios de un savoir-faire. Las but not least, aquí deseamos señalar nuestro reconocimiento hacia los traba-
6.2.10 Que un lector no analista que, en vez de referir las le- jos Une histoire des mathématiques de Amy Dahan Dalmédico y Jeanne Pfeiffer,
tras a la práctica del análisis, lo hiciese con la representación a las Le Seuil, Point Sciences, 1986. En efecto, sin estos estudios sobre los usos suce-
sivos del concepto de función en la historia de las matemáticas, no se nos habría
que aluden, no dejaría, con razón, de sorprenderse por el lugar que ocurrido estudiar la función fálica a partir de su concepto matemático.

80 81
Porque sus conceptos se traman en el espacio de una inexistencia, Esquema 3
que por su misma afirmación para en seco lo religioso, y que la Vectorización de las fórmulas de la sexuación
ciencia ignora como condición misma de su operatividad.

Padre primitivo
Viruct
Esquema 1
lacanianas de la sexuación A

3x (13x 3x $1:1x

Vx ‹Dx Vx sitx

Univemil
en toreoda Universal
Esquema 2 oniersibir

Plano de las identificaciones en el encuentro sexual

Esquema 4
La sexuación en la lógica modal

Es nec ario (castración Es imposible q


que dej de escribirse) no deje de
=repeti ión no escribirse

Castra ón
Interdije ión Forclusión índe dible

Es posirjle= Es contingente
que dej de escribirse que deje de no
escribirse

82 83
V

La Todestrieb, el Otro Goce,


la Función Paterna

El lugar de la muerte* con relación a la mirada de la tó-


pica inconsciente

En abril de 1915, apenas seis meses luego del comienzo de


la guerra, Freud escribe y pronuncia en la B'nai Brith, la logia de
la cual era miembro, las dos conferencias conocidas con el título
"Consideraciones actuales sobre la guerra y la muerte". En la se-
gunda' —él que no había podido no reconocer, al declararse la gue-
rra, que se inclinaba hacia los países de lengua alemana— escribía
ahora que esta guerra había producido una "perturbación de nues-
tra relación con la muerte [...F. Porque, decía [...] "esta relación
no era sincera (kein aufrichtiges).
Estábamos (antes de la guerra)
naturalmente listos para sostener que la muerte es la salida nece-
saria de cualquier vida, que cada uno le debe una muerte a la Na-
turaleza y tiene que estar dispuesto a pagar esta deuda; en defini-
tiva, que la muerte es natural, innegable (unableugbar) e
inevitable"
Ahora bien, hay que reconocer que Freud habla aquí en el
segundo ensayo, no del horror que la guerra ha suscitado en él, del

* Los dos primeros pos-capítulos de este capítulo son el eco lejano de un trabajo
llevado a cabo en común, hace 10 años, en el Cercle Freudien, llamado "Semi-
nario a muchas voces". Claude Ravant publicó en "Inventar lo real" su versión,
con el título "La forclusión del sentido" que era el título de nuestra interven-
ción. Damos aquí nuestra respuesta y el desarrollo, muy ampliado, de aquella
intervención.
1 "Nuestra relación con la muerte".
2 S. Freud, "De guerra y muerte: Temas de actualidad", T. XIV Amorrortu editores.

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espectáculo insoportable de una muerte que se ha vuelto cotidia- vida. Esto se empobrece, y pierde su interés cuando, en los jue-
na y omnipresente, ni del miedo angustiado de las noticias del gos de la vida no se permite (nicht gewagt werden dad) arries-
frente en el que tiene dos hijos. Sino que, aprovechando el cam- gar la mayor apuesta (der hóchste Einsatz), precisamente, la vi-
bio brutal e inesperado del decorado de la vida diaria, y de la con- da mismas. La inclinación a excluir la muerte de las cuentas de
moción profunda que ello provoca, escribe y descubre en sí mis- la vida tiene, como consecuencia, muchas otras renuncias y ex-
mo, es decir en la estructura inconsciente, una capa no analizada, clusiones.
un estrato jamás penetrado hasta entonces, que desmiente prácti- En otras palabras, la muerte está fuera de las cuentas de
camente lo que él pensaba, decepcionado de sí mismo ya que ha- la vida, está fuera de nuestras pequeñas y ajustadas cuentas, es
bía creído sostener férreamente (festgehaltenenVerhültnisses) su lo que queda fuera-de-la-cuenta como tal, aquello que permite
relación con la Muerte. que las cosas cuenten, aunque poco. Aunque, a fuerza de no
Así, las palabras empleadas para introducir su propósito contarla, disminuya el placer que nos procura lo que sí cuenta,
son expresamente abruptas: "Experimentamos el sentimiento de al punto de no ser más dignos de ello, como si lo que ha sido en
ser tan extranjeros en este mundo que solía ser tan bello e íntimo un primer momento y para siempre excluido de la cuenta toma-
(...daj3 wir uns so befremdet Mien in dieser einst so schónen und ra todo el valor detrás del telón, pero sin que ésta nos sea re-
trauten Welt)3. presentable. Porque es aquello sin lo cual nada cuenta. Final-
En realidad —explica Freud—, teníamos tendencia a poner la mente. Freud, como buen contador (comptable)*, nos señala
muerte de costado (beiseite zu schieben), a eliminarla de la vida. simplemente que lo que cuenta para uno, lo que está inscripto
Nos habíamos creído, hasta aquí, dispuestos a pagar esa deuda in- en la columna "Haber", desde el principio mismo, no puede no
contestable (unableugbar). Pero si ello no siempre fue así, es tener su correspondiente en la columna "Debe". Toda la cues-
porque "nuestra propia muerte no nos es representable" (unvors- tión se resume, en definitiva, en el estatuto que le damos a esa
tellbar). sencilla línea vertical, esa barra que separa a 11110 y otro, a la
Sin embargo, esta relación que mantenemos con la muer- distancia y a la naturaleza de la misma puesta entre ambos. Co-
te es muy eficaz (hat aber cine strake Wirkung) sobre nuestra mo si no quisiéramos saber algo que nos parecería, si nos fuera
dicho, repentinamente incontestable, unableugbar, sin pensar
en renegarlo aunque nos deconcertara un poco: que siendo
3 S. Freud, Zeirgemitfies über Krieg und Tod (1915), Studienausgabe, Fischer-
Verlag, IX, p. 49. Traducción levemente modificada con respecto a la versión esencialmente del Otro', la apuesta del principio, está escrita
de la editorial Payot, que prefiere traducir befremdet por "perdidos", en vez de dos veces, como en toda escritura contable. Una vez acompa-
"extranjeros". La raíz "frem" está, en nuestra opinión, más cerca de "extraño", ñada del signo +, otra de un signo—.
"extranjero", "desconcertado", en resumen, alienas. Cuando uno se pierde
existe aún un camino. Cuando uno se siente extraño y extranjero, la noción mis-
ma de 'camino' perdió su sentido. Con respecto a la palabra trata que nosotros
volcamos como "íntimo", los traductores han elegido "familiar", anticipándo-
se, por qué no, dos años a la introducción de la noción de Unheimlichkeit, de 5 S. Freud, ibidem, Traducción mailitcada.
"Inquiétante étrangeté" (inquietante extrañeza), de "Lo siniestro". La elección NdT: En francés, el vocablo comprable significa a la vez "contador" y "deudor".
es muy buena, pero puede ser que al escribir frau:. Freud pusiera el acento en 6 Hay otra apuesta a la del sujeto, pero ésta le resulta opaca en principio. Una vida
la pérdida de lo íntimo, que es no sólo el reverso del mundo como tal, sino tam- encarada desde este punto de vista es la lectura, hecha tanto de interpretaciones
bién lo que nos permite investido. como de actos, de la deuda que se contrae también con uno mismo. Sin embargo,
4 Esta palabra, que significa innegable e incontestable se forma con la raíz leas- la experiencia analítica demuestra que muchas veces resulta necesario, hasta in-
(nen), que literalmente podría traducirse como "no renegable". dispensable para alguien, el hecho de volver a contraer una deuda con Otro.

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Entonces, no sería acaso desde esto que se podría leer la frase de cie- ¿Lacan versus Freud?
n-e de "El Yo y el Ello": "la muerte es un concepto abstracto, de con-
tenido negativo, para el cual no se sabría hallar una correspondencia Pedimos permiso al lector para hacer un salto de medio si-
inconsciente?" 7. Si el inconsciente es el contador arrogante y punti- glo para ir a escuchar una de las repercusiones de este ensayo de
lloso de nuestra vida, si es quien arma minuciosamente la lista ex- Freud.
haustiva de los puntos buenos y malos, de los precios pagados y a En 1972, en una conferencia dictada en la Universidad de
pagar, ¿no será porque él mismo está en correspondencia con el otro Louvain, Lacan" comienza asestándole a su auditorio: "la muer-
lado de la barra vertical, allí donde está inscripto para siempre y más te... es del dominio de la fe [...] tienen mucha razón en creer que
allá de cada uno, la cifra en negativo de nuestra deuda originaria? van a morir [..] eso los sostiene [.. 4 si no lo creyeran ¿acaso podrí-
Sabemos, gracias a Freud, que la estructura de discurso del Incons- an soportarla, la vida? [...] Aunque estemos sólidamente apoyados
ciente (aquello que lo hace sprechend, hablante) reposa en la no- en esa certeza [...] igualmente no es más que un acto de fe [...] no
inscripción de nuestra propia muerte' como representación incons- estarnos seguros[...] Porque.. .no habría alguno que viviera ciento
ciente. Esto permite plantear la relación recíproca como siendo per- cincuenta años l...] Ahí es donde la fe retoma su fuerza [...1".
tinente: el concepto abstracto de contenido negativo, incontestable, Al leer (o al oír) estas palabras, ningún lector (oyente) po-
y por lo tanto renegado de nuestra propia muerte tiene por corres- drá evitar un sobresalto, porque vendrá inmediatamente a su men-
pondiente** (entlsprechend) al Inconsciente como tal. te una frase de Freud que hasta ahora hemos omitido expresa-
Al no poder llenar por la experiencia este concepto abs- mente, tornada de la conferencia que examinábamos más arriba.
tracto o formal —ya que no nos es otorgado vivir la propia muer- Frase que resuena: "nadie en el fondo cree en la propia muerte (bn
te— sólo dándole un contenido negativo' logramos, sin represen- Grunde, glaube niemand an semen eigenen Tod") o, en el incons-
tárnosla, pensar en torno a ella. Contenido negativo significa ciente cada uno de nosotros está persuadido de su inmortalidad".
simple supresión o privación de la vida. Esta imposibilidad mis- Queda claro que Lacan orientó sus palabras para descon-
ma de poder ser llenado por la experiencia hará que sólo el in- certarnos; hasta nos puede asaltar la duda: ¿Lacan está oponién-
consciente' pueda bordear con lo representable ese agujero al que dose a Freud en un tema que compete al núcleo del psicoanálisis,
ninguna experiencia permite acceder. y, si así es, ¿por qué?
En primer lugar, Lacan ubica la cuestión de la muerte en el
orden del discurso: "dominio de la fe" se refiere aquí a las reli-
giones monoteístas y, particularmente, al cristianismo, siendo su
7 S. Fruid, "El Yo y el ElloT. XIX. enunciación, de manera audible, muy irónica. Luego se desplaza
8 Ver más arriba, nota 11.
NdT: "Correspondan?' tiene dos acepciones en francés: "correspondiente" y
desde "fe" a "creencia"; pasa de aquello que se dirige al Otro —la
"corresponsal". fe, la "fidelitas"—, a lo que queda del lado del sujeto —la creencia—.
9 Nos parece muy probable que usando esta fórmula que luego se volvió tan fa- Creencia en la propia muerte, que permite soportar la vida. Pero
mosa, Freud empleaba palabras que vienen directamente de la filosofía de
Kant, y en particular, de su opúsculo de 1763 "Ensayo para introducir en filo-
sin avisar, Lacan introduce una palabra muy freudiana, aunque
sofía el concepto de magnitud negativa". Donde demuestra la diferencia entre
oposición lógica y oposición real. Escribe, por ejemplo, "[...] llamo al displa-
cer un placer negativo [...], al odio, un amor negativo [..1, toda muerte, un na- 11 "Lacan habla". Conferencia en la Universidad de Louvain, el 13 de octubre de
cimiento negativo [...r, pp. 32 y 42, Vrin, Paris, 1980. 1972, en el volumen Lacan en Bélgica, Documento de trabajo de La Associa-
10 Cuyas representaciones son irrepresentables. tion Freudienne.

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poco usada, "certeza". Gewiftheit, para pasar, inmediatamente a sentable de nuestra propia muerte, que ha de ser buscado el argu-
otra palabra, "acto de fe", y caer nuevamente en la incertidumbre, mento lógico que origina el sismo que resquebrajó la primera tó-
"no estamos seguros", y retornando ligeramente confianza, la fe pica, preparando, con la huella de la muerte del padre, la aparición
hace su entrada nuevamente. de la pulsión de muerte. Esto, por la violencia de su entrada teó-
Hay parejas de palabras que siempre van juntas, por ejem- rica, ha ocultado largamente los instrumentos metapsicológicos
plo, "creer/no estamos seguros", cuyo nexo es sin lugar a du- que preparaban su advenimiento.
das...la renegación, "Yo creo que voy a morir, pero, tal vez haya Deberíamos concluir, al menos provisoriamente, que salvo
alguno que..., en fin, no estoy seguro". El sujeto no puede man- por la sorpresa erística, Lacan no se opone a Freud, aunque in-
tener su certeza'', no puede apoyarse sólidamente en ella, a ex- troduzca cierta novedad en la interpretación del sueño que cierra
cepción de la psicosis, donde ésta existe pero con un estatuto otro. las "Formulaciones sobre los dos Principios del Acaecer Psíqui-
Por lo tanto, la relación interna de la pareja fe/creencia —que no co"3. "Él estaba muerto.. mas no lo sabía", Freud intercala, co-
existe como tal en alemán, dado que las dos palabras en castella- mo es sabido, "según su deseo", y funda así el psicoanálisis so-
no están representadas por una sola Glatzbetz— se erige por el fun- bre el Padre Muerto. En cuanto a Lacan, leerá ese "Él" que
cionamiento de la renegación o la desmentida. Tal es, en nuestra comienza la frase como la única manera que tiene el sujeto ha-
opinión, la razón de la introducción de un significante nuevo, "ac- blante para designar el lugar desde donde habla, sin reconocerlo,
to de fe", que ocupa el lugar de aquello que la certeza no puede empero, como tal"
mantener en el tiempo: un franqueamiento permanente de la ba-
rra de la división que separa el "Haber" del "Debe" de nuestras
cuentas con la vida. Acto de fe que pareciera seria mejor traduc- ¿Qué es una intrincación pulsional?
ción que Lacan haya encontrado para el lema freudiano "Creer en
el Inconsciente". Imposible de manera permanente. Vemos entonces que antes de postular el carácter mortal de
Asimismo, esta doble relación —de increencia sobre lo que la pulsión sexual o dicho de otra manera, la existencia de Otra
se sabe, e incertidumbre sobre lo que se cree— ubica a la muerte pulsión que se contrapusiera a la pulsión sexual, Freud había des-
en un lugar privilegiado, tanto en la tópica freudiana corno en la cubierto un lugar tal para la propia muerte que todo el incons-
lógica de Lacan. Este reconocimiento renegado que es el privile- ciente tópico se encontraba en correspondencia con éste.
gio de la muerte —propia—, le otorga un parentesco estructural con No obstante, ántes de interrogar la pulsión de muerte
la diferencia de los sexos y la castración, pero también con la hue- acerca de su relación con el lugar de la muerte, tanto la propia
lla enigmática del padre muerto. Aquí, en este sitio imposible de
encontrar nace, en el recorrido de la obra de Freud, un anuda-
miento a la vez invisible y enlazado con hilo rojo que pasa por la 13 "Formulaciones sobre los do, pi:ncipios del Acaecer Psíquico", T. XII, Amo-
identificación primordial y culminará en el trabajo sobre la Ichs- rrortu editores.
paltung, la división del yo. Por ello, es aquí mismo, en lo irrepre- 14 Es imposible que alguien pueda sostenerse —¿acaso en el tiempo que dura un
sueño?— en la estructura del lenguaje mientras se reconoce a la vez en el lugar
de muerto, lugar necesario para poder hablar, pero justamente irreconocible por
el hecho de hablar. Tal sinceridad (aufrichrig) no nos es otorgada, y erigimos
12 El sujeto del Inconsciente, en la medida en que él es la certeza, lo es, por cier- un muro, a veces infranqueable, entre el saber dado por la incorporación del
to, pero de nada r- O. Por ello, el recurso de la creencia es un pasaje obligado. lenguaje y la certeza imposible. O bien, diríamos, no producimos —suficiente—
Ésta viene a suplir aquello que la certeza no puede tener como objeto. saber a partir de los franqueamientos del lado de la certeza.

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como la del Padre llamado Muerto, es preciso poner nueva- de la Hilflósigkeit, da nacimiento a la demanda antes que cual-
mente a trabajar las relaciones que mantienen entre sí las pul- quier enunciación sea fonéticamente articulada''.
siones sexuales. Porque la idea más consistente al respecto, la Esto es exactamente lo que nos enseña el cachorro humano,
más seguramente transmitida en la historia del psicoanálisis, es cuando sigue con la mirada la voz de su madre, que se mueve
aquélla que postula que la muerte, en la pulsión, no se descubre cuando le habla fuera del estricto campo visual que su edad y su
sino en su desintrincación. posición horizontal le permiten. Que los ojos busquen al Otro y su
Para ello, sin embargo, deberemos aclarar nuestro camino mirada, más allá y más acá del campo de lo visible, muestra que
con otra hipótesis relativa a la dualidad pulsional. Ya que cuando el marco en que esta aparición es posible, nos es dado no sólo por
Freud intitula el anteúltimo de sus capítulos de El Yo y el Ello co- lo escópico a secas, sino por la voz que le encPein que el campo de
mo Los dos tipos de pulsiones 15 "Die beiden triebarten", nosotros la mirada sobrepasa ampliamente el recorte de lo visto que nqs
elegimos leer —respetando el dual del cual carece el castellano, la impone nuestra percepción visual. Así es como la voz del Otro
marca del singular del sustantivo y dándole otro sesgo a la poli- Minen es objeto de su mirada, en la medida en que la enmarca.
semia del alemán Art—: "Ambos modos de la pulsión". Proponer Esa es la voz que la mira, fuera del campo de lo visual.
que "de vida" y "de muerte" no sean especies sino modos nos lle- En cuanto a ella, ¿qué es la voz, sino investidura del vacío,
va a precisar el dónde y el por qué de su báscula. Cuestión que nos del vacío como diferencia, que es la voz sino moldeo del aliento?
obliga a que el "Sésamo" de la palabra desintrincación no pueda Es por la voz y en la voz que un sujeto es nombrado:Es nombra-
ya, para la determinación de su sentido, depender sólo del recur- do y su nombre existe en la voz, sin que su pronunciación sea ne-
so al acontecimiento que la produce'', sino de un estatuto tópico cesara. Pero también puede que un nombre sea proferido, sin que
que ha de ser articulado. la voz dé cuenta de todo aquello que no es dicho aunque sea pro-
Cuando el grito obtiene la presencia del Otro que acude, nunciado. En ese caso, ni ella ni nada recogerán ni transmitirán el
su naturaleza de llamado, no sólo encuentra en ese entre-dos, don del nombre. Y dado que la voz nos nombra —sin dar pruebas
con la ausencia, el silencio que le permitirá descubrirse voz. Si- de su acto— cabe afirmar que, apenas dice, puede ser incorporada,
no que, desde ese instante, el prae de la pre-sencia, eso ante lo que la voz del Otro nos erige en cuerno y nos da así nuestra,esta-
cual se ubica el Otro, dará respuesta al llamado de la voz, y allí tura cuando es la alteridad misma de lo que se dice".
es donde será esperada: del lado de lo visible. Esta ligazón con Por ello podemos ser llamados con la mirada, y la seña que
lo visible la convierte en portadora de la mirada cuando es pro- se nos hace, aunque vestida de silencio, no es, sin embargo, nece-
ferida fuera de la vista. En el momento en que nos hablan, se in- sariamente un llamado sin voz. ¿Acaso hay algo más tentador pa-
viste nuestra imagen corporal, y asegura sus bordes o se nos la ra seguir, allí donde el amor roza la sinrazón, o más atemorizante
quita instantáneamente a la menor inflexión. Esta respuesta de y en el límite de la muerte, que un decir sin palabras?
presencia —prueba a veces falaz, pero única prueba en definiti-
va, del deseo del Otro— tácita sin ser silenciosa, a la exigencia
17 Así, el deseo del Otro se anuda a la demanda del sujeto que él mismo ha crea-
do con su ofrecimiento; su demanda da lugar y se anuda al deseo del sujeto, que
no pasa por por la satisfacción de las necesidades, ni se detiene en el signifi-
15 S. Freud, "El Yo y el Ello", T. XIX, Amorrortu editores; Studienausgabe, 111, p. 273. cante. Si el Grafo tomaba sobre todo su punto de apoyo en la necesidad y la ar-
16 Sostener que tal o cual acontecimiento habrá producido una desintrincación no ticulación de la demanda, respetando ese estrato, el nudo permite encarar la
da cuenta del mecanismo, o de la lógica en juego, única en poder explicar por aparición y la articulación de la pulsión al saber, girando en torno al goce.
qué desatarán esa respuesta. 18 J. Lacan, Seminario "La Angustia", clases del 5 y 12 de junio de 1963.

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ti

Al igual que el niño que muestra, antes de reconocerse en el es- bien éste puede "salir por los ojos"*, en castellano, "estar sin voz"
pejo, que la voz lo mira, ¿cómo podríamos decir "eso me con- suena exactamente igual que "estar sin vos", y podríamos seguir
cierne"*, hablando de seres que jamás hemos visto, o de cuestio- con los ejemplos en cualquier lengua hablada. Estas expresiones
nes cuya abstracción les quita todo parentesco directo con la muestran que las intrincaciones pulsionales se hacen en el cam-
mirada, sin que la palabra o la escritura nos las hayan presentifi- po de la metáfora.
cado como formando parte de, no tan estrechamente del campo de Esa es su fuerza y su debilidad. Ocurre, en la experiencia
lo escópico —que es un recorte—, sino del territorio donde la esti- analítica más corriente, que en determinado momento se descubre
ma de mí-mismo (mi selfregard has!) hace que me sienta interpe- que una palabra, amada al punto de ser un soporte de la vida, era
lado? intencionalmente engañosa y mentirosa. Que sea además la del
Creemos, pues, que los objetos pulsionales difieren no sólo padre, puede no dañar irremediablemente su metáfora" como tal,
por su "naturaleza" —la mirada y la voz, el pecho y el excremen- •pero carga con tanto peso el intercambio con el otro que ya no ha-
to— sino también y sobre todo, por su estructura formal, y mantie- brá palabras confiables, esmerándose el sujeto para que suceda lo
nen entre sí una relación al menos doble. mismo con la propia.
Aquello que, en la lengua, es efecto de metáfora y nada ex-
Una pulsión enmarca a la otra. plica'', es tomado de ahora en más, como real no sólo por el In-
Las Pulsiones se significan unas a otras. consciente, sino también por el yo. Este hundimiento de la metá-
fora produce, al deshacer la trama discursiva, la desligazón
Ahora bien, un lector de Lacan que nos hubiera seguido pulsional y pone en peligro al sujeto cuyo principio de placer re-
hasta aquí no dudaría en detenernos en este punto para preguntar- sulta sin recurso alguno ante, por ejemplo, tal imagen de la belle-
nos si la determinación de estructura —la significación fálica en za frente a la cual se encuentra repentinamente extático e inerme,
tanto representante del discurso como tal— no sería suficiente pa- siendo abandonado súbitamente' por todo goce posible.
ra dar cuenta de la intrincación pulsional. Si ese fuera el caso, le El hecho de que las pulsiones se signifiquen una a otra pro-
contestaríamos que es necesaria, pero que hay que otorgarle, sin duce el tejido sin el cual el principio de placer carece de todo pun-
embargo, sus articulaciones. to de apoyo para impedir que el goce propio del objeto se apode-
Necesaria, porque sólo bajo el régimen general del falo un
objeto es investible. Pero si lo fuera por una sola pulsión, el des-
* NdT: "sortir par les yeux - es una expresión que alude al hastío, al asco, que pro-
pedazamiento del cuerpo que vendría luego' pondría rápida- voca algo o alguien en uno al punto de que eso rebalsa por los ojos.
mente fin al placer que el sujeto podría sacar de dicha investi- 20 Depende del momento de la vida en que se haga dicho descubrimiento.
dura. 21 Las metáforas son creaLiones subjetivas, pero ni bien son recibidas en la len-
gua, dejan de tener Sobretodo, ninguna razón las precede para dar cuen-
En francés, se pueden "bebe?' las palabras de alguien o ta de un sentido que les sed:. evio. La búsqueda de ese sentido previo es un
engaño, pero también es moto; le toda rraducción mitopoiética.
22 Experiencia de la cual los hombres pueden dar cuenta en análisis, hablando de
un encuentro con una (La?) mujer, pero también de las madres, de otra mane-
• NdT: En francés la expresión "ea me regarde" significa "eso me concierne", ra, por cierto, luego de un episodio puerperal, contando la llegada de un niño,
pero la traducción literal es "eso me mira". a su vientre o a la vida. Estos acontecimientos, donde el falo parecería presen-
19 Y que viene luego, indefectiblemente, cuando una "dcsintrincación" nos pone tarse como en una partiría, amenazando con hacer desaparecer al sujeto y al
ante ese estado particular de la investidura que, además, borra el carácter bi- Otro, se parecen mucho a los ejemplos dados por Kant sobre el sentimiento de
nario del significante, en tanto aniculable. lo sublime en La Crítica del Juicio.

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re o haga tabula rasa de aquél que el sujeto puede tener en sí. "Acerca de la Música" o "Los Salmos y la fotografía", publicados
Cuando ello ocurre efectivamente, el campo de la metáfora ha si- junto a estudios sobre la pintura española y holandesa en una
do deshecho, la pulsión se enuncia, a partir de ahí, solamente en magnífica compilación cuyo título es sugestivo: El ojo escucha2".
voz pasiva. Para este gran trágico, el pintor, con su toque singular busca infi-
Entonces, cuando Lacan formulaba la pregunta: "¿Acaso nitamente, replegado en lo más profundo de la naturaleza, el nú-
goza eso de lo cual gozamos?' apuntaba —a nuestro entender—, a cleo de una palabra revelada. En este punto esclarece que no ha-
ese punto, a ese instante de báscula, oculto, donde el sujeto, ca- bría mirada que posar en el cuadro, si no hubiera un discurso
rente del sostén de la intrincación pulsional, se ve amenazado por previo. ¿Pero se trata de un discurso que yace ahí o de su resto?
el espectáculo de un objeto cuyos contornos se marcan de pronto Por ello, al oír grabaciones de Wilhelm Furtwangler y com-
de manera tal, que desborda los límites de la escena y amenaza en- pararlas con otros directores de orquesta que han sido tan desta-
tonces tanto al mundo como al sujeto con desaparecer. Desde es- cables para el siglo, lo notable de la escucha de su manera de mar-
te ángulo, toda desintrincación, contingente e incalculable, es el car el tiempo con la batuta, de la concepción del tiempo que
reencuentro de una desintrincación que ya estaba esperándolo. impone a su orquesta y hace escuchar a los oyentes, además del
Ésta, de la cual sería exorbitante decir 'preexistente', resulta ser sentimiento de una extraordinaria claridad de análisis, sino la per-
el efecto de unafrustración de amor", o bien es sometida a la mo- cepción, a través de todo lo que posee el cuerpo de sensibilidad al
dalidad de lo imposible de escribir. volumen, es una masa sonora modelada, estirada, moldeada por
Por otra parte, una de las condiciones de la indicación para sus manos, como si se tratara no solamente de leer e interpretar las
proponerle a un paciente que se recueste o no en el diván, surge notas en el tiempo, sino de imponer su presencia de masa en el es-
de su capacidad de no sentir que una voz procedente de un detrás pacio, tal una escultura, con una pasta cada vez más densa o aire-
invisible podría no venir del cuerpo de un semejante. Es decir, el ada, hecha ante nuestros ojos".
marco de la pulsión escópica permite, gracias a su intrincación La desintrincación pulsional hace que el cuerpo se resuma
con la pulsión invocante, más allá del simple recorte de su venta- súbitamente a una sola pulsión, que la piel y los órganos, los otros
na, que aquello que no es visto siga visible'. La cura analítica es bordes, se aplasten sobre uno de sus recorridos. Esto puede cono-
pues, desde esta perspectiva, la experiencia de ver a través de la cer una duración ilimitada en el tiempo, o tener un alcance más o
voz. menos permanente. Ahora bien, es el fenómeno mismo de la des-
Paul Claudel lo había percibido muy bien, y da cuenta de
ello la importancia otorgada a esta intrincación en sus ensayos
26 Paul Claudel, L'aql emite, Folio Essais. pp. 169 y sig., pp. 185 y sig.
27 Algunos músicos que han trabajado con él en la Filarmónica de Berlín, aunque
no sea exclusivo de él, señalan que la medida del tiempo les era dada por la mi-
23 Pregunta que se hace Lacan en el Seminario Encore. rada del director, y no por su oído. Lejos de ser solamente una captación "in-
gil Y no de objeto. Así, un exceso en el goce, sentido como tal o no, por el sujeto auténtica" del tiempo, aquélla que se ejerce con la ayuda del espacio, tal como
resulta ser, muchas veces, la única respuesta posible a una frustración de amor intentaba demostrarlo todo el análisis de Heidegger en "Ser y Tiempo", mues-
infligida por el Otro. tra que existe una espacialidad del tiempo que no depende de las tres dimen-
25 Es cierto que la voz permanece en el ámbito de lo visible gracias al significan- siones de nuestra percepción sensible, sin ser tampoco de carácter trascenden-
te, pero nos interrogamos aquí no tanto sobre una carencia absoluta y funda- tal. La intrincación de la mirada y de la voz hace que cada uno de los dos
mental de la función fálica, sino acerca de las razones de sus "disfunciona- objetos pueda trabajar como corte del otro. Es esta intrincación funcionando, la
mientos" en el interior mismo del discurso. En otras palabras, sobre los que constituye un sustrato de lo imaginario, en relación con el Otro Goce —que
accidentes que hacen a la existencia de la función como tal. no depende de lo especular— y su conformación fálica.

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intrincación que se abre a dos experiencias del objeto diferentes falta", entonces la pulsión de muerte se presenta en "el sentido de
en cuanto al goce: un anhelo de no-ser, a excepción de ser el falo. En otros términos,
La del falo como tal, cuyo impacto, más que su aprehen- se trata de un rechazo de la castración, que le da al rechazo de la
sión, se hará como lo real del significante. vida no sé qué acento de maldición-30.
La de un cuerpo o de un pensamiento del cual uno aspira apo- En cuanto al sujeto que nos ocupa, su ser mismo se reduce
derarse, más acá de la presencia, por cierto incómoda, de la pulsión" a su imagen narcisista. Pero no es imposible que haya alguienn
que reciba imágenes de sí mismo -más acá de su imagen especu-
lar- a través de los significantes heteróclitos que éste reconoce
El Goce del Falo y el narcisismo llamado, "primario" como suyos en el Otro. Una de las consecuencias de la castración
asumida, en cuanto a la dependencia de lo imaginario a lo espe-
El goce del falo es una pasión cuyo basamento, y allí resi- cular, es demultiplicar el espejo. No tanto haciendo de la humani-
de el corazón de la paradoja que le da forma de aporía, es la ima- dad entera, el soporte de aquel que nos falta para admiramos allí
gen del propio cuerpo y el amor que le confiere el sujeto, que es -lo cual no resolvería en nada la cuestión-; sino más bien apren-
"amor de su propia eternidad"". Con relación a la mirada de la pa- diendo a apropiarnos de las imágenes repentinas y contradictorias
sión narcisista, "la vida como tal aparece como una intrusión en que nos remiten en nuestros intercambios, no solamente nuestros
la calma de la pura subsistencia". Y si hay un anhelo de retorno a semejantes, con los cuales los juegos de engaño están siempre a
lo inanimado, tal como lo postulara Freud para la pulsión de la orden del día, sino las palabras que ignorábamos nos pertene-
muerte, no puede tratarse sino del retorno a "lo que el sujeto era cieran a tal punto, y siendo, más que cualquier imagen unificada,
en tanto significante, antes de nacer". "La pulsión de muerte es el corazón de nosotros mismos.
tanto más virulenta cuanto que la muerte escapa al sujeto como Safouan concluye estas páginas que articulan como tal vez
constituyendo el sentido de la vida". nadie lo haya hecho desde entonces, y siguen siendo un clásico in-
Cuando, por motivos que intentaremos articular luego, al- superable: "desde cierto enfoque, la significación fálica equivale
guien sólo quiere ser amado por sí mismo, sin siquiera pensar que a la puesta en juego en el psiquismo de un goce que, por ir más
uno es "más bien digno de ese amor realizando en su ser lo que le allá del placer, nos vuelve enemigos de la vida; ya sea porque su
falta vuelve vana la existencia, o porque la muerte es el camino
que conduce a ésta".
28 La desintrincación pulsional no sólo es un acontecimiento que provocaría mo- El problema que debemos resolver, entonces, no consiste
dificaciones patológicas del narcisismo —inhibiciones, formaciones de carácter,
tanto en intentar disminuir el goce que el sujeto busca sentir, da-
hasta delirios— obligando al sujeto a encontrar otro soporte que reemplace el
que se escabulle. Siempre encontramos en la vida cotidiana pulsiones parcial- do que el más allá del placer es efectivamente la dirección del
mente desintrincadas. que se manifiestan como aptitudes más finas en talo cual vector fundador del aparalz, Freudiano, sino más bien en poder al-
ámbito, que van desde la hiperacusia de la joven madre a la disposición cro-
mática de un oído. En la medida en que esta aptitud linda con el dolor, ésta es
la prenda de una búsqueda apasionada. Sin plantear ninguna jerarquía entre
ellos, las sonatas de Beethoven no suenan igual tocadas por Rudolf Serkin, Be- 30 Ibídem.
nedetti Michelangeli, Sviatoslav Richter. 31 Proponemos este "tipo", como contraste del primero, a sabiendas de que si bien
9 9 En este análisis seguiremos, casi línea a línea, el trabajo, tal vez insuperable, estos tipos puros no existen, no sólo también se hallan mixtos, sino además, que
que le dedicó Moustapha Safouan en el capítulo "Lamour comme pulsion de el análisis mismo tiene como meta, cuando es posible, reunirlos. La pregunta
mon", en su libro L'échec dii principe dii plaisir, seui I, Paris, 1970, pp. 80-82. sería, no obstante: ¿cómo?

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canzar de manera no exclusiva, un goce que, no consintiendo a la del cuerpo del (futuro) sujeto, aun siendo al mismo tiempo la de-
templanza del placer, no sea por ello fundamentalmente enemigo terminación del narcisismo, no lo crea de ningún modo de una so-
de la vida. la vez. Es decir, sin pasar por las modalidades de esta investidura
Por otra parte. la cuestión del amor de sí, bien se sabe, es y de aquéllas, heterogéneas, que el sujeto hace de los objetos que,
sumamente temible, porque el hecho de saber que el exceso de en tanto exponentes de su relación con el Otro, se confunden con
gratificaciones buscadas por el sujeto a cuenta del narcisismo se- los bordes de su propio cuerpo.
cundario tendería a querer curarlo de un defecto fundamental del Al notar la coincidencia central de Lacan con el Freud de
primario, no nos brinda en sí el camino a seguir, más allá de los los años 20, sería preciso, si quisiéramos conservar no el concep-
primeros tiempos de la cura. to de "narcisismo primario" sino la enigmática idea a la cual esta
Ya que en principio, el llamado narcisismo primario con- palabra alude, darle la significación de ser una identificación ima-
siste en buscar en el otro el espejo que lo realza", sin preocupar- ginaria... no a imagen del cuerpo sino al circuito pulsional.".
se ni un instante en devolver con la misma moneda, o de permi- Esto es lo que deja entrever una lectura del esquema ópti-
tirle a su semejante hacer lo mismo". co, que muestra que la imagen real del cuerpo recubre el objeto
Los analistas nunca han elegido claramente las dos teorías real antes que la imagen virtual aparezca en el fondo del espejo
que Freud les ha legado. plano". Si bien durante una época la escritura que Lacan hizo del
yo, como eje i(a) — (a)" hizo pensar que sólo se trataba de la
1) La de una investidura primaria de la superficie del cuerpo" identificación al otro especular, ya no puede ser igual una vez que
propio, o bien una libido ya-allí, o aquélla que excedentaría del (a) se vuelve objeto de la pulsión", y más aún luego, cuando se
autoerotismo. trata del objeto en tanto tal, antes de su fragmentación pulsionaP".
Con lo cual, existe el tiempo en la constitución de la estructura.
2) La de una investidura primaria del objeto por el ello", única Es preciso pues interrogarse acerca del basamento pulsional del
fuente de Lust —de goce— del cual el lch se apodera, a su vez, narcisismo y la naturaleza estructural de los paréntesis que encie-
convirtiéndolo en huellas mnémicas. La libido así producida rran a este objeto.
viene a investirse sobre la superficie del cuerpo. En efecto, si el narcisismo secundario es, indudablemente,
especular, es decir, la imagen virtual del cuerpo en el espejo del
El hecho de que para Lácan haya primacía lógica y tempo-
ral del deseo del Otro prohibiría que hubiese una primacía del
narcisismo, sin embargo, esto no ha permitido —extrañamente— re- 36 Lo que asegura la posición del sujeto y del narcisismo es el hecho de no haber
sido totalmente la falta del Otro. A su vez, identificarse a la propia falta permi-
solver la cuestión, dado que la investidura fálica que el Otro hace
tiría que jamás faltase el objeto, aun cuando el objeto faltare. "Totalmente" se-
ñala la distancia entre "a" real y "a" imaginario.
37 Esquemas que podemos encontrar en el Seminario 1, "Les écrits techniques de
32 En una de sus últimas piezas cortas de teatro, "Hughic", Eugene O'Neill nos Freud"; en "Remarques sur le rapport de Daniel Lagache", Écrits. Seuil, pp 674
da, al respecto, un sabroso relato. y 680; en el Seminario La Angustio. el 28/11/62 y el 9/1/63.
33 Ver al respecto, de G. Pommier, L'Amour á l'envers, Essai sur le transfert en 38 En los esquemas 1. y p en "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posi-
psychanalyse, PUF, Paris, 1995, p. 267 y subs., donde utiliza la fórmula "el nar- ble de la psicosis", Escritos.
cisismo es unilátero". 39 A partir de 1963.
34 En "Introducción del Narcisismo", de 1914, T. XIV, Amorrortu editores. 40 A partir del segundo informe de Roma La iroisióme", 1974, publicado en las
35 A partir de "El Yo y el Ello", de 1921 Cartas de L'École Freudienne de Paris

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Otro, el primario está representado por el espejo cóncavo que per- La Todestrieb y el Otro goce
mite la formación de una ilusión: la imagen real del cuerpo (el ja-
rrón invertido del esquema óptico) que rodea al objeto. Por lo tan- Si intentáramos replantear sucintamente lo que hemos
to, este imaginario pre-especular está unido y es coetáneo a la avanzado hasta aquí. diríamos que cuando el ich se identifica a un
identificación primaria y al autoerotismo. Sin este imaginario pre- rasgo del objeto haciendo de éste una huella, la libido que lo in-
especular, el objeto real es fuente de terror y no habría sujeto que viste ya no tiene la misma naturaleza que cuando pertenecía al ob-
encontrase placer mirándose al espejo y precipitándose así en la jeto. Se desprende de allí un goce que Freud llamaba "sublimado"
alienación fundadora. Además, el narcisismo primario, efecto de y planteaba como la libido propia del yo". Con un inciso que va-
la primera incorporación fálica, indica que el cuerpo del futuro su- le su peso teórico: la sublimación trabaja al servicio de la pulsión
jeto ya es el lugar del gran Otro y ofrece el soporte que permite re- de muerte. Así, en la constitución de la segunda tópica, vincula
encontrar un otro semejante, el del amor, cuando éste falta. Ex- sin rodeos, la vertiente mortífera de la pulsión y la naturaleza mis-
cepto que el lazo entre ambos debe ser asegurado por la metáfora ma del narcisismo.
paterna, la cual, estabilizando una relación siempre conflictiva y Nos queda por esclarecer, empero, una diferencia esencial
asegurando su distancia, impide que colapsen uno con otro —re- entre dos modos de funcionamiento, recubiertos por Freud bajo
gresión narcisista— dado que agujerea todas las imágenes de mí una misma denominación":
mismo con las que me identifico'. Si el narcisismo primario es del a)cuando, en el funcionamiento de los circuitos pulsiona-
orden del—!, el secundario es posible con la escritura de los +1. les, hay producción, como efecto de la identificación regresiva, de
Así, todo acontecimiento que conlleve una pérdida de la di- libido sublimada, apta para investirse en el yo como libido narci-
mensión metafórica de la palabra y del asentamiento fálico del su- sista o servir para el trabajo, para la experiencia estética, o para la
jeto, no puede no producir resonancias, o cambios en el eje ima- constitución de los grupos...etc. Para Freud esto se produce al
ginario del sujeto. servicio de la Todestrieb, instrumento por excelencia de desexua-
Mirando un cuadro del gran pintor chino Shitao, "Orquíde- lización.
as, bambú, roca", Francois Cheng" nos da a conocer un poema de b) cuando, en ese mismo funcionamiento, esta producción
Su Shi, poeta chino del siglo XI : es utilizada, además, al servicio de Otra orientación, que ya no es
solamente del ordes, de la simple Wiederholung, de la repetición
Cuando Yüke pintaba un bambú, en la satisfacción del goce (Lustbefriedigung). De aquí en más,
Veía el bambú y dejaba de verse, mereciendo el agregado de la palabra coacción, Zwang, ya que la
Es poco decir que dejaba de verse; ruptura del principio del placer, no está ya circunscripta al sínto-
Como poseído, abandonaba su propio cuerpo, ma, sino que arrastra al sujeto mismo más allá de las formaciones
Este se transformaba, se volvía bambú

43 Sólo tomamos en cuenta la identilicación primordial. también llamada por


Freud regresiva —lo cual constituye, en definitiva, el núcleo de la reflexión freu-
diana— porque es la que se encuentra involucrada en los procesos que nos inte-
resan. "El Yo y el Ello". T. XIX.
41 Este último párrafo ha sido largamente discutido, en cuanto a su relación con
44 A pesar de las diferencias que intentamos apuntar, ello parece fundamental-
los enlaces y los retornamientos tóricos, con Silvia Amigo.
mente justo, porque los dos modos que siguen corresponden ambos al orden de
42 Francois Cheng, Shimo, La saveur du monde, Phébus éditions, 1998, Paris, p. 74.
la identificación primordial.


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del Inconsciente. También genera que, en última instancia, los ferencia entre el goce obtenido y el buscado", la Todestrieb, una
mismos síntomas puedan ser la intrincación final de la Todestrieb. vez desintrincada, no responde más a esta insatisfacción constitu-
¿Cuál es entonces esa búsqueda que imprime en el aparato tiva de la pulsión. Por otra parte, por estar la diferencia entre go-
psíquico no sólo otra orientación, sino también una dirección ex- ces en el origen de la negación, una vez anulada, no se contará
clusiva, un "sentido único", sin "ida y vuelta" en la orientación de más con el basamento para que ésta —la negación— sea capaz de
la estructura? circunscribir el goce permitiendo al sujeto decir: "¡No es eso!"
Estamos en condiciones de hacer dos proposiciones, la pri- La satisfacción de este goce enigmático no es orgásmica y
mera de las cuales es muy conocida: tampoco sirve en tanto tal, sin intervención de la significación fá-
- Aquello que la repetición busca repetir, es lo que escapa, lica, o del falo a secas, para producir placer preliminar. Como sus-
por la función misma de la marca, ala aprehensión de cada "Uno" tancia, está enteramente vertida en el ser de alguien y lleva al su-
de la cadena". jeto a la búsqueda del mantenimiento de una identidad fuera de la
- No es la misma repetición que busca el resto caído de ca- cadena significante con una excepción como tal": la identificación
da encuentro, de cada cita con las propias huellas, que aquélla que, primordial. Que ésta sea prevalente sobre las secundarias resulta
imprimiendo un giro esencial en la orientación del aparato, apun- ser la clave del problema, dado que esto vuelve ineficaz aquello
ta a alcanzar exclusivamente el Uno único, separado de los otros". que las separa?' una de otras. La propuesta freudiana nos indica,
La Todestrieb" no le pertenece más a las pulsiones intrinca- además, respecto al carácter silencioso de la Todestrieb, que en ese
das entre sí y, aunque las va siguiendo, se separa del recorrido pul- terreno no tendremos retornos de lo reprimido que nos guíen en el
sional, por no ser ubicable sobre representantes inconscientes que trabajo analítico, ya que la represión es inepta para contrarrestarla.
le pertenecerían propiamente. Esto es lo que Freud llamaba su ca- Aunque la apuntemos interpretativamente, la respuesta que se ob-
rácter silencioso y que hace, a la vez, que ésta escape a la contabi- tendría sería del orden de un rechazo apasionado".
lidad inconsciente. Cuando el mandato ¡Goza! es acatado" este go- Por otra parte, esta identificación al Uno único, si ésta se
ce se da a sí mismo y al Otro como saldo final de toda cuenta. detiene en el hecho de ser esa excepción o bien si se precipita en
Quedaría por agregar algo que se deduce del texto freudia- la identificación al objeto", hace desaparecer, o al menos borro-
no: si el empuje de la pulsión sexual encuentra su origen en la di- nearse, la barra que define al sujeto.

El "unwilkommene Kind" y la muerte de la pulsión


45 Ver el comienzo del Seminario La Lógica de/fantasma, clases de noviembre de
1966.
46 Ver RSI, Seminario del 11 de marzo de 1975.
Unos años después de la introducción de la pulsión de
47 ¿Se podría afirmar que la Todestrieb tiene, sin embargo, un empuje, pero dis- muerte en el psicoanálisis, Ferenczi le respondía a Freud con un
tinto al de la pulsión de la cual se ha separado? ¿Y que dicho empuje es cons-
tante? El estudio de las adicciones, tanto de la falsa pareja anorexia/bulimia co-
mo de las drogas, inclinaría por la afirmativa, aunque habría que darle a su 49 "Más allá del principio del Placer", T. XVIII, Amorrortu editores.
circuito otro detonador que no esté en la diferencia de los goces que ha sido 50 De allí, la importancia, en una cura, de llegar a producir los SI, únicos en po-
abolida. En cuanto a la zona erógena y al objeto, en este último caso, sería el der abrir el juego.
cuerpo mismo, más acá de su imagen especular, y su meta, un goce sin límite 51 Es decir, la castración.
fálico del cual tenemos desde hace tiempo descripciones más que abundantes. 52 Clínicamente menos difícil, en realidad, para trabajar.
48 Las "soluciones" realmente masoquistas, donde el sujeto abandona la dignidad 53 Sólo como resto caído, porque la dificultad, a veces insalvable, es producir su
fálica, son raramente seguidas de culpa. transmutación en causa.

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breve ensayo" en el que ligaba la existencia de la pulsión de do sobre la preeminencia del deseo del Otro lo hace condición, no
muerte con el hecho de que alguien haya sido un niño unwilkom- sólo de la vida psíquica del sujeto, sino de la existencia misma de
mene, no-bienvenido. Recopila allí varias observaciones clínicas, la pulsión. Así, la no-erotización de una zona erógena en la rela-
donde, por primera vez en la historia del psicoanálisis, se ponen ción con el Otro genera como consecuencia necesaria la ausencia
en serie ciertos rasgos clínicos y son nombrados como efectos del de represión originaria.
no-deseo del Otro". Por otra parte, como el deseo del Otro no es igual a sí mis-
Es difícil estimar el alcance histórico de esta intervención, mo, siempre sufre síncopas: para cierta mujer puede que la llega-
mas no sería impertinente considerar que esta valorización de los da de una hija haga que su amor y su deseo por el hijo mayor cai-
efectos del Otro sobre el sujeto" esté en la base de una clave de ga a tal punto de no darse cuenta sino años después, cuando los
bóveda de la producción teórica de Lacan. En Las formaciones síntomas del varón la hayan despertado. Y piense que hasta en-
del Inconsciente", comentando el trabajo de Ferenczi, sin citarlo tonces, el lazo que la unía a su hijo, nacido el día del cumpleaños
expresamente, habla de los síntomas de aquellos que, por no ha- de un padre al que ya no veía y que había renegado de su familia,
ber sido deseados ni recibidos, piensan por ello que no tienen deu- jamás hubiera sufrido contratiempo alguno.
da alguna que pagarle a nadie. Paradoja a veces mortal de quienes Extremadamente significativos, gozando de una decisiva
están, a pesar suyo, condenados a pagar esa deuda —invisible, in- importancia para la vida de alguien, estas síncopas obedecen al ré-
tangible, hecha con tejido de la nada y en la cual se trata muchas gimen mismo de la significación fálica que no puede, por la vía del
veces no de objetos o significantes, sino de la propia vida del su- amor, sustraerse al régimen de presencia/ausencia que la ritman.
jeto— y tanto más dura de pagar porque no hubo don del Otro que
agradecer... Excepto que se debe realmente esa vida que el Otro
no ha querido como tal, que ha descartado, o bien al darla, le ha La Todestrieb, el rechazo de la castración y las escrituras de
planteado luego al sujeto condiciones o contratos que le significa- la sexuación
ran hasta donde estaba en ella y a partir de cuándo ya no...
En 1960, Perrier, en su comunicación en el Coloquio de ¿Cómo interrogar la pulsión de muerte en tanto orientación
Bonneval" introduce la idea de muerte de la pulsión, y avanzan- utilizando las escrituras de sexuación? Nos parece que podemos
escribir que el sujely —masculino, se trate de hombre o mujer— que
54 Sandor Ferenczi, Obras Completas, IV, pp. 76-8. se escribe tanto arriba como abajo del tetrápodo lacaniano, aban-
55 En una nota de traducción de esta inmensa contribución, la editora de Ferenczi, dona su posición en Vx 0:Dx: todos los sujetos está sometidos a la
Judith Dupont, niega que "willkommen" sea entendido a partir del concepto la-
caniano de deseo del Otro y reivindica la especificidad del concepto ferencziano. castración, donde suelen moverse los hombres. De ahora en más
56 Freud lo tenía en cuenta, pero, por motivos que aún no fueron estudiados, no se inscribe sólo en la línea de arriba, 3x (Dx: existe alguien que
lo teorizaba de este modo. Suponemos que tiene que ver con una preocupación le dice no a la castración, p„ra ser él mismo la excepción, aquél
suya de erigir la estructura del Inconsciente, y cualquier remisión al Otro, sal-
vo en su referencia prehistórica y jamás publicada por él, hubiera podido pres- para la cual no hay traza.
tarse a confusión. Teórica, psicologizando el objeto del psicoanálisis, clínica Una de las paradojas de esta posición identificatoria al Fa-
brindando una escapatoria a la cuestión de la deuda, Ferenczi aparece como la- lo, y nada menor, es que su goce específico.. no es fálico. Quien
zo entre Freud y Lacan.
57 Seminario Las Formaciones del Inconsciente, clase del 12/2/1958. pretende inscribirse solamente como excepción resulta arrojado a
58 "Les pulsions et l'Inconscient", en L'inconscient, Callarme de Bonneval, bajo la derecha del cuadro lacaniano de la sexuación, allí donde 3x
la dirección d'Henri Ey, Desclée de Brouwer, Paris, 1966.
437 no hay nadie para decirle no a la castración. Este lugar en que

106 107
se encuentra a su pesar, lo somete a la elección imposible de no por cierto, a una rencgación que se ha padecido'. Cierto borra-
ser allí (n 'y pas étre) y a su goce específico, Otro, donde el sím- miento o desdibujamiento de la división del sujeto dará a la neu-
bolo de la negación ha desaparecido, ya que el falo no hace más rosis su vertiente casi indomable". Por otra parte, siempre se ha-
de límite al goce del cuerpo. rá sentir otro efecto, el resultante de aquel rechazo automático
Lacan llamaba el goce Otro a aquello que Freud nombraba hacia la inexistencia: 3X-.
Genuss, término que, en alemán sirve para designar el goce no se- Pero aún nos queda una pregunta: ¿por qué algunos se sien-
xual al igual que el de los místicos, el del arte, el de los animales; ten más atraídos que otros por los deletéreos encantos de esta po-
lo diferenciaba de este modo del goce libidinal que él llamaba tus!. sición? La indicación más constante que nos sugiere la clínica es,
Esta tentativa de identificación al Falo real, imposible pero que para estos sujetos, el padre real (no el Urvater), el que se en-
eficaz, está hecha en desmedro de la función fálica y su virtud or- carga de asegurar la castración dirigiendo al sujeto hacia las iden-
denadora de lugares, ya que, en tanto función, es un efecto de la tificaciones secundarias, ha fallado más o menos en su labor', sin
metáfora paterna. Así, conforme a esta identificación, falo y fun- encontrarse por ello en un desfallecimiento de la función paterna
ción se encuentran en contradicción. como tal, que en general lo precede, aguardándolo ya allí en el
Si la escritura lacaniana "para todos", Vx, sirve para escri- Otro.
bir las identificaciones secundarias, y 3x, "existe al menos uno", Confrontado al desfallecimiento de hecho del padre", la ten-
para la identificación primordial, la vectorización de abajo hacia tativa de reparación consiste no, a manera de ejemplo, en ser padre'
arriba a su vez de otra manera, sino en identificarse al Falo" en tanto tal.
Como si el sujeto articulara: "Aseguro la castración para todos y pa-
plano de la identificación

inexistencia 60 Cuando la renegación resulta ser sólo del Otro, produce Stinunungen de elación
re hazo — — o melancólicos. Como si el sujeto se viera constantemente obligado a asegu-
3x (T)x- 3x ctix rarse del valor de su vida.
61 Este borramiento o desdibujamiento de la división puede producir tanto "locu-
división del sujeto
ras" histéricas, femeninas o masculinas, santidades heroicas, o esa tonanad in-
Vx (1)x terpretativa tan incómoda en el semejante.
62 Un padre real puede fallar como agente de la castración tanto por el hecho de
su propia no castración como por el empantanamiento que sufre su palabra a
causa de una mujer narcisista que, 110ICIIS 1,0101S, reduce su filo fálico a la me-
es la orientación de la pulsión de muerte, cuando el sujeto aban- nor expresión. Esto plantea la enigmática cuestión de la capacidad de borra-
dona el piso de abajo". Esto se diría: "Único, jamás uno entre miento del Nombre-del-Padre que adviene en el Otro. La necesidad de tener a
alguien con quien contar llevará frecuentemente al sujeto a buscarlo remontan-
otros". Esta "subida" hacia la excepción no se podría encarar sin do en el linaje id esí como puro significante. Búsqueda a la cual no puede sus-
que entre a jugar cierto rechazo a la castración, como respuesta, traerse de ningún modo, pero que es absolutamente paradójica, dado que su
propia orientación lo conduce, no a tenerlo, sino, sin saberlo, a serio.
63 Por otro lado, hay un precio de incertidumbre que marca la apuesta que el.su-
jeto debe hacer para sí mismo, ya que aquélla hecha por el Otro toma, muy a
59 Va de suyo que lo problemático no es querer ocupar los dos pisos, sino el aban- menudo, la consistencia de una trampa.
dono del piso de "abajo". En cambio, un sujeto que permaneciera solamente en 64 En todas las acepciones metafóricas del ténnino.
éste, sin buscar jamás distinguirse en nada, no tendría sino una existencia taci- 65 0 bien a su representante, SI. Esto permite, de alguna manera, desafiar la muer-
turna y sombría, esperando, por ejemplo, que sólo un cataclismo pudiera sa- te en vez de padecerla. Demostrándose así que la finalidad de todos los discur-
carlo de su plana existencia. sos es la muerte, aunque en cada uno cambie de registro.

108 109
ra cualquiera, porque nadie la ha asegurado realmente para mí'.
Allí es donde el Otro GoceTM, es decir aquello con lo cual el sujeto
puede contar como capacidad sublimatoria, va a encontrarse total-
mente bajo el dominio del Goce del Otro". ¡Vida o muerte! VI
También está el caso de los hombres de excepción, aquellos
que realmente han asegurado a los demás la posición de hacerlos La Forclusión del sentido:
desear. Una vía de respuesta sería que estos seres vienen en pare- qué nos enseñan los autistas acerca de la palabra
ja: Freud para Lacan, Cristo para San Pablo, Hegel para Marx...
Cada uno se ha dado a sí mismo un Maestro, a falta, a veces, de
haberlo tenido realmente. 1. Jeróme, Fabien y Jessica nuevamente visitados

1.1 Jeróme
Unos veinte años después de haber comenzado a atender a
niños autistas en el hospital y en la consulta privada, la pregunta
acerca de la razón por la cual algunos pudieron hablar y otros no'
sigue siendo enigmática, y me obliga a volver sobre el relato de sus
curas, inclusive sobre la distancia teórica que habría podido crear-
se entre lo que fue mi manera de leer lo que allí ocurría y la de hoy.
Releyendo las notas del primer año del tratamiento de Je-
róme, y en particular, las primeras sesiones', el enigma permane-
ce íntegro. ¿Cómo un niño de tres años que no hablaba —sólo emi-
tía ciertos sonidos inarticulados que no pertenecían a la lengua-3,
no caminaba —excepto un poco, deslizándose en cuatro patas—, re-
pentinamente, al cabo de sólo un mes de entrevistas con los pa-
dres en las que estuvo presente, logró:
- colocar tres figuras de madera sobre una cama,
- colocar, a su vez, la cama en una habitación de la casa de
juguete del consultorio del analista,

I Ver al respecto, las historias de Diana v Jessica. publicadas en Ensayos sobre


Autismo y Psicosis. Kliné, Buenos Aires, 1997.
2 Ver "La risa de Jer6me", ibidem.
3 Estos sonidos inarticulados sirven, por cierto, para llamar al Otro, pero al no
66 Aquí. el goce de la sublimación revela su parentesco estructural con el de la formar oposiciones, no lo hacen cambiar de registro, y al no pertenecer a la len-
mujer. gua, no tienen utilidad alguna para que alguno de éstos permita incorporarlo/la
67 Es decir, a merced del Otro real, en lo que el Otro real tiene de parentesco con como tal. El Nombre del Padre sirve para introyectar el lenguaje, pero en prin-
la Cosa. cipio, solamente en una lengua.

110 111
- y sobre todo, una vez hecho lo anterior, reírse de ello a toda la vida'. Por supuesto, no se trata de saberlo para crear este
carcajadas, irguiéndose por primera vez en toda su altura para lugar y reconocerlo, dado que sólo el amor, pero en ciertas condi-
conquistar, acto seguido, su estatura humana? ciones, puede hacerlo existir.
No obstante, tampoco podemos decir que Jeróme no conta-
La primera sorpresa fue este acontecimiento en sí. La se- ra para su madre antes del inicio de la cura. Sería tan injusto res-
gunda, que aún dura, las articulaciones que este acontecimiento pecto de los sentimientos que ésta tenía hacia él, como inexacto,
mostraba. ¿Cómo podía un niño, en las condiciones en que se en- en cuanto a nuestra propia exigencia teórica. La pregunta que ha-
contraba, contar hasta tres'? Y antes de hablar, decir todo aquello bríamos de hacernos, en relación con el primer mes de sesiones,
que los bebes, y luego los niñitos, dicen hasta el momento en que sería más bien: ¿cuál había sido el cambio en el propio registro de
cuentan. Pero no sólo se trataba de contar, porque a esos tres, ¡los la palabra, en aquello que la comanda sin saberlo, para que se pro-
había puesto en la cama! Es cierto que la madre me hablaba de él, dujera su propio advenimiento? A saber, que la palabra del Otro
y aunque no me lo dijera, es probable que esas sesiones fuesen la dé lugar a la palabra del sujeto.
primera vez que hablaba de su hijo en voz alta a alguien que ella Ahora bien, una vez que la palabra ha sido conquistada,
había investido —a quien suponía saber sobre él. permanecemos en la ignorancia, ya que no sabemos por qué ese
Nuestra primera conclusión es que Jeróme fiie leyendo, la atraso —o ese diferimiento sobre los tiempos regulados de ante-
aparición de algo que aparentemente no existía anteriormente: él mano para que ese don y esa aprehensión se vuelvan efecti vos—
contaba para su madre, dado que ésta le contaba a Otro lo que el va a resultar tan inexorable. Por otra parte, ¿por qué el hecho de
niño hacía o dejaba de hacer en la casa, en el jardín al que concu- contar para su madre no contaba para él, por qué no era tomado
cría, o en casa de su nodriza. en cuenta, como aquello que está fuera de la cuenta como tal?
Esto nos obliga a nuestra vez a preguntarnos si la madre al- La semejanza con el malentendido del diálogo amoroso
guna vez le habría contado al padre estos pequeños hechos de la no es fortuita. Uno puede contar para el otro pero o no lo sabe,
vida cotidiana o si, aun haciéndolo, el lugar que el padre ocupaba o bien no encuentra la marca que le permita saber que cuenta
en su palabra, en tanto destinatario, no bastaba para que su hijo re- para el Otro.
gistrara esos intercambios como algo que lo concerniese. Si había Fue Jeróme quien nos mostró el acontecimiento que nos
palabra, ésta no debía nombrarlo. Aunque la !t'aire le hablaba al llevó a escribir, ya que ni bien se supo contando para el Otro,
padre, la cualidad de éste no debía surgir de la emisión sonora, contó tres, haciendo el vacío —agujereando al Otro— en su pro-
aun si ésta resultara totalmente sensata para su destinatario. A ve- pio cuerpo.
ces, en los intercambios domésticos, el lugar nominante del nom-
bre es profundamente ignorado, inexistente o aplastado durante
5 Cuántas veces debemos intervenir con los padres de un niño por el cual se pi-
de un análisis, diciéndoles, para responder a sus discusiones sobre las reglas de
cortesía, que la igualdad ética, social y política entre el hombre y la mujer, no
4 Ello plantea también una pregunta —temible—: ¿qué es un conteo real antes de necesariamente es homologable a sus funciones de padre y madre. Este abor-
que haya una noción de cuenta I. 2. 3...? Es, al menos, lo que nos ha mostrado daje de la igualdad de los sexos, entendido como ausencia de diferencia, no le
Jeróme, indicando que, hasta tres por lo menos, y tal vez, "el sucesor", el goce facilita a los niños su separación con la madre. Nuestra época habrá conocido
puede contar, sin que haya previamente una noción aprendida. Vello, antes in- —y no es más que un comienzo— la revuelta más violenta contra la diferencia de
clusive del estadio del espejo, lo cual indicaría hipotéticamente, que este con- los sexos como referencia real del sujeto. Y es muy posible que ésta sea el zó-
teo "real" lo preexiste. calo de otra fonna histórica de defensa contra el malestar en la cultura.

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Entonces, nuestra pregunta consistirá en saber qué hemos agregado, fuertemente los rasgos— la relación real con el analista del parien-
sin saberlo, para que eso fuera posible, qué hemos sustraído al im- te que demanda la cura provoca cambios en la economía libidinal
pedimento radical en que se hallaba la función del padre'. de la familia, logra mostrar elementos constitutivos que sólo la
Dos meses después, jugando con una cocinita, Jeróme se transferencia puede poner al descubierto.
acercó al analista, que hablaba con la madre, fingiendo tragarse la La madre de Jet-orne encontró en la transferencia, de ma-
figura azul que había colocado en una taza de café. nera inmediata, "natural", algo que era el basamento mismo de
A pesar de que yo haya nombrado 'papá" a esta figura, y de su ser: el amor al Nombre. Ese amor, en el cual las interven-
haber sido verosímilmente este juego el que le permitiera apode- ciones del analista no contaban en lo más mínimos, fue el que
rarse del lenguaje, el primer nombre propio que Jeróme pronun- le permitió a su hijo tan rápidamente, y de manera tan sorpresi-
ciará no será el suyo, sino el del analista. Éste le servirá para di- va, incorporar la médula del lenguaje, es decir lo que permite
ferenciarse de sus compañeros del jardín. Más adelante, dirá al que sea apetecible. No obstante, desde la madre, el nombre en
respecto: "Los demás no vienen a ver al Sr. Y". tanto tal no estaba revestido de aquello que hace que fuese ap-
Pero, además, la transferencia de la madre, que posibilitó la to para crear, no solamente lo viviente, sino amor sexual. Ese
atención que J. nos prestara de entrada, no le permitió recrear un amor por el puro nombre, en este caso del analista, no podía no
lazo con su marido —ni a éste con su mujer— que, por otra parte, repercutir en el padre, que se veía afectado, tanto por tener un
jamás había existido, lo cual provocó que el Pasaje del analista al varón, heredero del apellido, como por su certeza, verdadera e
padre nunca pudiera ser esbozado. impensable a la vez, de que éste no podría verdaderamente por-
Recién hemos podido leer la inscripción de esta escena, en tarlo jamás. Curiosamente, su mujer encontró en su hijo un alia-
que el nombre del analista fue el primer nombre en ser pronun- do inesperado —o bien un intérprete más allá de toda esperanza—
ciado, aprés-com, diez años después, en un gesto silencioso que en la tarea ardua y silenciosa que le competía: mantener a toda
mostró todo su alcance e iluminó la posición en la cual había que- costa la escisión entre Nombre y Falo. Efectivamente, Jeróme
dado enclaustrado el analista. se opuso tenazmente a cualquier incidencia del goce de su pa-
Un día, saliendo del consultorio, Jet-time descubrió de pron- dre en el campo recientemente conquistado de su relación con
to sobre la puerta la placa con el nombre de éste, y con la mirada la madre, antes incluso de que ciertas torpezas del padre lo al-
brillante —toda la expresión de su rostro lo acompañaba en un ges- zaran en su contra. Como no recibía, por parte de su mujer, de
to de arrobamiento— lo señaló con el índice, mirando hacia arriba, ninguna investidura fálica, su palabra no había de tener valor
manifiestamente a su madre, quien, al darse cuenta, lo envolvió normativo alguno —es decir, legitimante— para su hijo. Y él mis-
con la mirada, sonriendo a la vez, a su hijo y a quien portaba ese mo no estaba en condiciones de imponer una orientación fálica,
nombre —y contemplaba la escena— señalado por el índice. de la cual carecía, más acá de aquella que su mujer hubiese po-
Pensamos que en el análisis de niños —y al respecto, las cu- dido atribuirle, limitáncioso a exigir del analista la curación de
ras de niños llamados autistas no hacen más que reafirmar muy su hijo, sin notar su propio malestar y su angustiada palidez,
porque temía que el pequeño —a los tres años— pudiera apuña-
larlo. Punzante ilustración del lugar de prójimo que un niñito,
6 Lo cual no resuelve la cuestión de la forclusión.
7 Va de suyo que se intentó de todo para que el padre pudiese tener el mejor vín-
culo posible con su hijo, a pesar de la feroz oposición que éste le hacía. Ver el
desarrollo del caso, en el volumen indicado más arriba. 8 Sólo contó, por supuesto, el hecho sorprendente e inesperado de que J. hablara!

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que aún no hablaba, podía tomar en este hombre cuya función Jeróme se acercó al escritorio, tomó tres marcadores e hizo un pri-
fálica no estaba totalmente redoblada' por la metáfora paterna. mer dibujo. Hará otros dos en las sesiones siguientes y luego min.:
Lo que posibilitó la palabra fue también el límite que en- ca más nada de este orden durante dos años. En ese tiempo juga-
contró Jet-time para que un segundo tiempo inscribiera metafóri- mos, especialmente con la cocinita, pero casi ni tocó los lápices,
camente aquello que el análisis había abierto como tiempo "pri- y si lo hizo, tachó luego concienzudamente todo lo que podía pa-
mordial" de escritura de lo real. recerse a un dibujo, de manera tal que yo no pudiera jamás gozar
La transferencia de la madre con el analista —aunque más no de esa imagen, ni darle sentido alguno.
fuese como Nombre— agujereó al Otro y lo vació (de una parte) del El primer dibujo fue hecho muy rápido, en un abrir y cerrar
Goce que le es propio. Esto alcanzaba para que algo de falo, O, se de ojos, al igual que los otros dos que le seguirán. Empuñando los
produjera para el niño, cesando de no escribirse. Este aconteci- marcadores, con el rostro feliz y un grito saliendo de su garganta.
miento fue el que abrió todo el desarrollo de la cura, y nos aclara, El gesto era preciso y los trazos muy largos y seguros'.
en la reflexión aprés coup, la identidad entre Falo y agujero'', que Así podemos ver a la derecha, un trazo largo, más grueso,
sólo el acto es capaz de realizar. Esto permite afirmar, pruebas me- esbozando una cabeza y otro cuerpo, pequeño, compuesto de ca-
diante, que hay Otro solamente en y por la falta en el Otro. beza y abdomen. Otro trazo hace una segunda cabeza y otro ab-
El análisis de Jeróme habría eventualmente podido llegar a la domen que rodea la figura más pequeña. Por lo tanto hay, o bien
legitimación de su palabra" si el analista hubiese podido persuadir a dos cuerpos o bien, un único cuerpo redoblado que guarda en su
los padres de que no hay efectivamente ley de la palabra sino cuan- vientre un cachorro humano. La cabeza y el rostro de la madre es-
do ésta se ejerce bajo la primacía —la Bedeutung— del falo. Es decir, tán inclinados sobre el vientre. El niño está hecho con el mismo
aquí, que debe ser atribuido a quien porta el Nombre del Padre. trazo que divide en dos la primera figura. Un ojo se encuentra co-
locado en lo alto del dibujo.
1.1.1 Los cuatro dibujos Una cabeza con dos orejas grandes y cuatro rayas horizontales
abajo a la izquierda completan la breve descripción de este dibujo.
Durante lo que llamamos "primera sesión", ocurrió un se- • Lo sorprendente de la ejecución del dibujo —sigue siéndolo
gundo acontecimiento luego de haber colocado las tres figuras so- hoy, ya que no se puede sino aceptar, observándolo con atención—,
bre la cama y la cama en la casa. es que su mano era guiada por, a falta de otra cosa, algo que de-
bemos llamar una forma que preexistía a su realización.
La pregunta muda planteada por esta figuración concierne
al estatuto de esa forma y al saber que allí se representa.
9 "Redoblada", significa tamién que la metáfora paterna se escribe una primera
vez como función fálica. Una mujer embarazada se inclina sobre su vientre con un
10 Como lo muestra en su libro, Clínica de los fracasos del fantasma, Silvia Ami- bebe adentro hecho con el mismo trazo que la otra figura que se
go, esta identidad nodal se escribe en Lacan , para el agujero de lo real, Si, pa- encuentra detrás de la espalda de la madre.
ra lo simbólico, y - para lo imaginario. Las tres letras corresponden a las tres
identificaciones freudianas.
11 Lo mismo también se plantea en curas clásicas de adultos, y en análisis didác-
ticos, e indica que la relación entre ley y palabra está en juego en todas las es- 12 Los originales se han perdido en el momento en que fue publicado el primer re-
tructuras, no sólo en el sentido de la entronización de la ley, sino de la dificul- lato del caso en la revista Patio N°12, en abril de 1989 y nos impide para siem-
tad de que ésta se efectivice a la vez como interdicción y legitimación. Siendo pre saber cómo los colores diferenciaban a las personas y al objeto que apare-
esta segunda modalidad mucho más difícil de hacer existir. cían dibujados claramente.

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Dibujo 1. Jeróme Dibujo 2. Jeróme

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Dibujo 3. Jeróme Este dibujo era efectivamente sorprendente por parte de un niño
que se erguía por primera vez a los tres años y no hablaba. Lo que
ignorábamos en ese momento y no podíamos efectivamente saber
era que esa escena y esos dibujos anunciaban-producían la incor-
poración de la palabra en Jeróme.
Años más tarde, otros niños que no hablaban anunciarán la
entrada y la inscripción de la palabra y la voz en ellos, con el mis-
mo tipo de dibujo: una mujer encinta con un bebe en su vientre.
Este primer dibujo —los siguientes, interesantes, por cierto,
no agregarán ningún elemento teórico distinto— lleva a pensar,
con cierta certeza, una percepción del cuerpo de la madre conte-
niendo al niño. Si puede dibujarlos al uno y al Otro es porque en
el momento mismo en que lo hace, Jeróme está dejando el inte-
rior del cuerpo materno que ya ha abandonado en el parto, y de-
jando de ello una huella, no lo sabrá nunca más. Representarse allí
es el memorial por siempre perdido, el saber definitivamente
oculto de su estadía en él.
Tal como el pájaro de Minerva al tomar vuelo, el anuncio
del cual Jeróme se vuelve agente señala tanto la noche de su esta-
día intrauterina, como la mañana de su nacimiento en el Otro. La
representación° no es tanto portavoz del presente, como puede
dejarlo suponer su sentido etimológico —prae est ens—, sino más
bien vector trazado sobre el porvenir, por el hecho mismo de su
efectuación. Representar no es, si seguimos lo que nos enseña,

13 Aunque Freud haya empleado esa palabra perteneciente al vocabulario de la


metafísica moderna, en particular del idealismo trascendental, el uso que hace
de ésta está por fuera de las definiciones que fijan su uso en filosofía. Aquí no
lo tornamos como algo que ocurre entre el sujeto y la Cosa, corno modalidad de
presencia del objeto —Vor: delante/ Stellung: posición— sino como exposición,
posición a partir de la cual nacerá un (nuevo, si eso ocurre) sujeto. Esta repre-
sentación no ocurre "ante" un sujeto previo, sino que es, más bien, "represen-
tancia" ante el Otro, figuración desplazada de un tiempo que se cierra. Aquí no
se trata tanto de la clausura de la representación —en el sentido derrideano, que
impide el acceso a lo real—, como lo hemos señalado a propósito de la metafí-
sica, sino de una representación que clausura Se trata entonces de un saber —no
subjetivado— figurable si y sólo si es función de la letra. No se trata tanto de una
imagen, corno de un anudamiento: un saber en lo real que se vuelve figurable
—dargestellz.

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instalar lo que está bajo la luz de la presencia ante sí, sino más El carácter humano de la tercera figura es bastante claro, y tam-
bien, darle licencia a un irrepresentable absoluto, para dar lugar, bién se puede ver en el interior, una cabeza de perfil.
y caer con éste, a una existencia inanticipable hasta entonces. Jeróme nos ha mostrado todo cuanto un niño "normal" no
El dibujo también está recorrido por vectores más o menos tiene la suerte de hacer, porque para éste la significación fálica, al
verticales que no tienen ninguna función figurativa —lo cual no darle una imagen virtual de su cuerpo, torna innecesaria no sólo
significa que lo que puede ser llamado "figurativo" lo sea sola- la representación de su saber de haber estado en el cuerpo del
mente en ese aspecto— pero que marcan la conquista, que acaba de Otro, sino además este hecho enigmático: dicha figuración pare-
hacerse, de la posición erguida, de la erectibilidad del cuerpo co- ce la sombra de la incorporación de la palabra.
mo tal. Así nos ha permitido una ganancia de saber, válida para to-
Seguramente no faltan dibujos de niños que den esa repre- do sujeto, aunque para él haya ocurrido tardíamente: la lectura de
sentación de sí mismos en el cuerpo de la madre. Lo singular en la palabra del Otro, efecto de aprés-coup de la significación fáli-
este caso, es la concomitancia entre el conteo de las tres personas, ca que acaba de recibir, permite que la escritura de su imagen se-
el acto de ponerlas en la cama, de pararse, reir por ello, y tomar pare y ligue, a la vez, voz y mirada como envoltorios del objeto.
luego tres colores para dibujar los tres personajes. Más aún, nos permitió pensar que toda incorporación de la pala-
Muestra así, tal como lo sugiere el ojo que ejerce, desde arri- bra pone en juego, como condición necesaria de su éxito, no sólo
ba la escena que es la voz del Otro referida a él y dirigida a un ter- al objeto mirada, sino, esencialmente el hecho de que éste último
cero, la que permitió que se desprendiera una mirada. Y el grafismo haya sido separado por la función de figurabilidad que la literali-
signa con su sello, no sólo la constitución de una primera imagen de zación hace posible a partir de una imagen del cuerpo que no se
sí, como tenderían a mostrarlo los otros dos dibujos, sino además, agota en su apariencia visible.16.
que éste ya es del orden de una literalización de esa imagen" Decíamos que luego de este tercer dibujo, J. no volvió a dibu-
El segundo dibujo muestra un cuerpo, con trazo grueso, fi- jar. Es falso y verdadero a la vez. Si lo hacía, apenas me veía echarle
liforme, que se desprende de un otro que está sentado, como si sa- el ojo a su dibujo, tachaba concienzudamente toda la página, de ma-
liera de su seno. Al lado, una cabeza de pájaro sale de su huevols. nera tal que no pudiera leer nada del orden de una forma sensata, co-
mo suponiendo que yo —el Otro— gozaba de sus producciones, y que
14 Esta literalización es la única posibilidad para que se inscriba la imagen como
él debía impedírmelo para protegerse, como si el dibujo fuese real-
letra, es decir, gracias a la significación fálica, nueva, de la cual él es el objeto. mente su propio cuerpo, y no una simple producción separable, con-
Ello muestra que los cuidados dados al cuerpo del niño pueden. llegado cl ca- denada, en definitiva, a una pérdida sin consecuencias.
so, no ser "seductores", es decir, constituir una investidura suficiente de su
cuerpo, por tener una significación fálica procedente del Otro. Cuando en el
otro solamente hay un goce Otro en las relaciones con el niño, la investidura fá-
lica puede advenir pero, lamentablemente, si no hay significación, su destino 16 Esta anticipación de la figui.1..ls.:a relativa a lo unario parece reforzar aquello
será la expulsión. que adelantara Lacan en 1961, cuando dictaba sus seminarios sobre la escritu-
15 Jeróme y sus padres vivían en una casa con jardín en un barrio residencial de
ra. Afirmaba en ese entonces que las pinturas de Lascaux eran anteriores a las
las afueras e iban muy frecuentemente al club de tenis y al liaras. No lo he ve- inscripciones de las barras verticales, de lo unario, sobre un pedazo de hueso.
rificado en el caso de Jeróme. pero no hace falta demostrar el interés de los ni-
Gérard Pommier ha escrito, al respecto, palabras bellas y pertinentes en Nais-
ños por los pollitos que salen del huevo. Empero, es notable el hecho de repre- sanca et renaissance de l'écrinire (Nacimiento y renacimiento de la escritura),
sentar así el acceso a la palabra y a la motricidad voluntaria. Por lo tanto, PUF. 1991. No obstante, no le darnos aquí el mismo sentido que él al concepto
realmente no alcanza con que la mielinización de los haces piramidales haya lacaniano de significación fálica. En cuanto al resto, tomamos nota de su in-
acaecido para que se produzca el acceso a la motilidad como tal. vestigación.

122
123
Pero ignorarnos por qué el poder mortífero de la mirada se ejercía cuenta de la palabra —para él y para muchos de los niños que he-
exclusivamente sobre las representaciones de sí mismo en dos di- mos tratado—, el obstáculo de la letra resultará infranqueable.
mensiones, mientras que por largos años aun, pareció no sentir los Como si la imposibilidad de hacer pasar el trazo de lo real
mismos efectos sobre su cuerpo. a lo imaginario barrara para siempre, justamente, no tanto el
La única hipótesis que podemos plantear al respecto es que aprendizaje de la escritura, sino la escritura como aquella que
se trataba de un negativismo anterior a la inscripción del símbolo otorga un lugar de identidad al torbellino de la diferencia, ya que
de la negación, negativismo atribuible al retardo en los tiempos tal es 1\a naturaleza del significante en la palabra. A falta de este
necesarios para que la identificación primordial se constituya. parámetro, que pasa de lo real de la huella al trazado imaginario a
Dos años después, cuando Jeróme tenía cinco años, nos hi- través del conteo simbólico, el vacío que lo atraía al principio de
zo con lápiz, una cabeza de mujer extrañamente bella, llamativa la cura, no estará bordeado de letras que aseguren cada uno de los
para un niño de su edad. Muy sorprendido, le dije lo que había he- registros.
cho. Asintió con la cabeza y dibujó a continuación, sonriendo, Para que una forma guíe a la mano, tiene que estar suficien-
con sumo placer y gran placidez, un niño a su lado. Luego tachó temente investida. Una vez cumplida la enseñanza de la escritura,
por última vez todo el dibujo y, negándose a caminar ya bajar los poca gente sigue dibujando, lo cual muestra no sólo su carácter
escalones, se hizo llevar alzado por su madre y se enfermó toda la "reprimente" (refoulant), sino también su necesario parentesco
semana. Corno si el dibujo de sí mismo separado de la madre lo con la imagen de sí y la del Otro que el pintor siempre sigue reen-
hiciera caer en un duelo en el cual ninguna función paterna, ni si- contrando y construyendo, aunque fuese en la más abstracta de las
quiera la presencia del analista —durante su ausencia, entre dos se- composiciones.
siones— estaba a la altura para permitirle que no sucumbiera. La Jeróme nos enseñó que esa imagen y la mirada que de ella
enfermedad física era la salida provisoria, más no la única, de es- se desprende, unidas a la erectibilidael del propio cuerpo —y al tra-
ta carencia. En efecto, sus tres primeros dibujos son letras, letras zado de sus bordes— entraban en las condiciones fálicas de la es-
del pasaje del falo simbólico entre el lenguaje y su cuerpo; pero critura. La mano que toma el lápiz presupone, y a la vez separa, la
en este sujeto recién bosquejado y no legitimado por la metáfora, mirada que enmarca la escena donde puede verse visto por ese ojo
hubo un rechazo fundamental: aquellas letras, huellas y trazos que en el vientre, y al salir de aquél. Estos dibujos son una escritura
esbozaban una primera división, jamás podían ni debían ser lle- contemporánea de la emergencia de la palabra, forman parte de su
nadas, a su vez, de goce. propia trama: tanto efectos del descubrimiento de su capacidad de
Sabíamos, desde el análisis de El Hombre de los lobos, que significación, como puntos de apoyo internos para su efectuación.
un sueño puede funcionar, nachtrüglich, como escena traumática.
Su dibujo tenía para Jeróme, un carácter real, es decir: era como 1.1.2 Una anamorfosis singular
tal, la separación de su madre, en tanto Otro real, pero nada podía Hay otro aspecto de la cura que no dejó de atormentamos,
advenir a ese lugar para legitimar al Otro como simbólico. Co- bajo la forma de un fenómeno y un acto, cuya relación nos resul-
menzar a contar la inexistencia en tanto Uno. tó secreta por largo tiempo. El fenómeno consistió en un cambio
Extrañamente, su recuperación lo hacía avanzar en el ma- progresivo de expresión, que se desarrolló lenta pero inexorable-
nejo de la palabra después de cada uno de sus pasajes en que abor- mente ante nuestros ojos: un rostro de niño iluminado por la ale-
daba el vacío rehusando moverse, hablar, o enfermándose. Pero gría, la risa, el buen humor, y sin ninguna marca aparente de la
llegado el momento en que la escuela exige que la escritura dé afección sobre la cual trabajábamos culminó —luego de la con-

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quista de la palabra articulada y el uso correcto de los pronombres Pero esa imagen deformada y deformante no es accesible a la re-
personales— con una máscara que se adhirió a su cara y terminó presentación, excepto en momentos privilegiados de la neurosis o
por reemplazarla completamente luego. Esa expresión de debili- del análisis, porque se ha vuelto invisible por la función imagina-
dad —demoramos algún tiempo en percatamos de ello— en la cual da de la madre simbólica, representada en el esquema lacaniano
no creímos durante largo tiempo era producida por la exageración mediante el espejo plano''.
de pequeñas mímicas inconscientes de sus padres. La madre tiene, en primer lugar una función simbólica, a
Esta expresión apareció cuando sus dificultades en la escue- condición de tener una falta, y sólo si la presentifica de manera tal
la le parecieron infranqueables. Pero si bien éste fue el detonante que ningún objeto pueda ser atornillado en sus bordes. En otras
que le impedía la identificación con sus semejantes de la misma palabras, si el niño va primero a colmarla. su no ajuste lo lanza-
edad la simetría de cada uno de sus gestos y de sus tics dismórfi- rá a descubrir qué es para el Otro, dado que nada lo asegura por
cos con los mismos gestos y expresiones —aunque fueran totalmen- completo de su ser.
te imperceptibles— del rostro de los padres, muestra que hemos de La imagen del espejo plano es un efecto del agujero, es de-
buscar las causas en otra parte. Nuestra primera sorpresa fue cons- cir, de una separación real que, al permitir la alienación primor-
tatar esa identidad que revelaba, más de lo necesario, que el acto de dial e imaginaria, asegura luego la separación simbólica.
incorporación había ocurrido efectivamente. Pero no terminaba de Nuestra atracción por los monstruos, mezclada más o me-
explicar el cambio total de expresión y de rostro. Ahora bien, Jeró- nos con un horror que va del simple rechazo a la fascinación ero-
me no había exagerado un poco las mímicas de los padres, lo cual tizada —sin jamás detenerse en la indiferencia—, es el memorial de
habría alcanzado para indicar la identificación, sino que, más bien esa imagen anamorfótica de la cual no tenemos remembranza al-
las había estirado de manera casi monstruosa en tiempo y espacio, guna, pero que insiste siempre gravosamente en nuestro senti-
y las hacía aparecer sin querer, como gestos de payaso. miento de impotencia, de necedad o fealdad. Quizá sólo sea para
Este estiramiento deformante, con una correspondencia huir de ella, que tanta gente queda pegada a la imagen del otro
punto por punto, se nos apareció repentinamente como una ima- ideal, sin dejar brecha alguna entre ambas.
gen sobre un espejo esférico y evidenció cómo el Otro mater- La máscara de debilidad a la cual se identificó Jeróme fue
no no había podido estar, ni siquiera mínimamente, en posición de el resultado de no poder conquistar mínimamente un yo ideal,
espejo plano, que le permitiera al niño identificarse con su ima- unido a la clara percepción de su diferencia, al menos en cuanto a 4
gen virtual, y de este modo, identificarse a sí mismo, gracias a és- sus aptitudes intelectuales, con los niños de su edad. La identifi-
ta, como siendo un cuerpo. cación al nombre del analista no era suficiente para que éste pu-
Sin esto, sólo el espejo esférico le brinda al niño el instru- diera reemplazar un deseo materno que no había tenido la menor
mento para formar la imagen del otro al que se identifica. De allí afinidad con el falo, dándole así una orientación en el goce.
esa presentación ananzorfótica de sí mismo.
La estructura de la identificación imaginaria hace que todos
los sujetos parlantes porten una imagen deformada de sí. Que sir- 17 En el vocabulario nodal: mediante lo imaginario de lo simbólico, es decir, por
el valor imaginario de los significantes que, tanto por no saberlo como sabién-
ve, a su pesar, como zócalo identificatorio irreconocible y brinda dolo, nos constituyen. Estos significantes son las palabras que nos han sido di-
un soporte de evidencia a los mandamientos superyoicos y a los rigidas, así como aquellas que hemos creado nosotros mismos como lectura de
sentimientos de desvalorización que cada quien sufre de manera los signos que nos venían del Otro. Pero no sabemos distinguirlas. No es tanto
con una simple lectura sino con una rcescritura que tendremos la sune de "al-
temporaria o permanente. terar" o de "otrificar" su sentido.

126 127
1.2. Fabian's la función de un padre distraído en cuanto a lo que le imponen su
La madre de Fabian no hablaba en ninguna parte: ni en la sexo y su función como servidumbre y deuda de su goce.
casa, ni con analista, ni con nadie. Se limitaba a contestar, breve- El "No he tenido padre" había sido desconocido, pero con
mente. Recién después de una larga serie de pedidos de nuestra un desconocimiento particular que nos demanda reflexión, y sin
parte, accedió a contarnos, una vez y nunca más, su propia histo- efectos visibles en el sujeto antes que el nacimiento de un niño, y
ria infantil, sus pensamientos respecto de sí misma y de Fabien, no necesariamente el primero, venga a hacer bascular la vida de
las circunstancias del parto. todos en un enigma. Desconocimiento que se debe al hecho de
Más allá de las peripecias dramáticas de su niñez y adoles- que la frase no ha sido reprimida, con su corolario de búsqueda de
cencia, más allá de su sufrimiento bien real y de las pruebas que aquello que asegura, por repetición, la perennidad de la función;
tuvo que soportar, lo cual hubiera merecido un análisis que jamás sino puesta a un lado, certificando que el hombre elegido como
habría pensado en demandar, lo que nos interesó, y no deja de es- padre del niño, no portará el rasgo paterno que, por transmitir la
tar relacionado con estas circunstancias, fue la frase que se dijo a función del falo, lo legitima en la relación con el niño y le permi-
. sí misma en el preciso momento, en el marco de una ceremonia te, a su vez, no volverse el Otro materno del niño para remediar la
de confirmación religiosa, en que su padre, con el cual 110 vivía carencia que lo aflige. Y que no puede saber que lo afecta a sí mis-
desde hacía unos años, pasaba a su lado sin reconocerla: "No ten- mo. Es decir, que jamás habrá sido investido por la madre de su
go padre, jamás lo he tenido". Frase que marcó desde entonces su hijo, del rasgo que le permite tener legitimidad en el uso del ce-
vida de una inquebrantable certeza. tro, por más deseado que fuese.
La misma frase nos ha sido dicha, varias veces por mujeres Así, cuando la madre de Fabian se decía acerca de su hijo,
de estructura y orígenes distintos, en análisis o en entrevistas, pe- en el momento del nacimiento, estando el padre del niño ausente,
ro todas madres de un hijo autista. Y lo escuchamos, no como la "Él sabe todo sobre MC... "Cuanto antes muera, mejor para él",
confesión de una inexistencia del padre que concerniese a su exis- reencontraba aquello que una vez, y tan sólo una, había podido
tencia en tanto vivo, o como la difícil prueba de realidad que uno pensar —como todo niño— de su propio padre, antes que la indig-
se ve obligado a transitar cuando se trata de su desaparición, sino nidad de éste, por un retorno de la desmentida, la hiciera renegar
como la conclusión desengañada y sin retorno de lo que ha sido su de haberlo tenido nunca.
carencia en su función de investirlas, de su deseo de padre, como Esta frase, que puede parecer delirante, pero que no lo es
hijas volviéndose mujeres. Esta marca no puede ser reemplazada necesariamente, señala hasta qué punto el deseo llamado edípico
o sustituida, en la serena identidad de lo mismo, por ninguna iden- —tan desprestigiado por algunos hoy en día— es el basamento sin
tificación a la madre. Esta frase dicha así, sin énfasis y sin rodeos, el cual el amor por un hombre, el amor de un hombre, pueden en-
"No he tenido padre", jamás ha sido reconocimiento de una falta contrarse sin un suelo que los sostenga.
que las convocara, mucho antes de proferirla, para buscar susti- La sesión en que accedió a contarme su vida y los pensa-
tuto en la figura de un hombre, tuviera éste o no, la edad del pa- mientos acerca de su hijo, éste jugaba en la sala de espera que es-
dre carente. Tal constatación tampoco tuvo como efecto la apari- taba separada del consultorio por un largo pasillo. La semana si-
ción de una fobia o de otro síntoma que hubiera servido a sostener guiente, el padre me contará que en la casa, Fabian había
proferido palabras por primera vez. A la semana, comenzará a ha-
18 La historia de la cura de Fabian ha sido publicada en Ensayos so/ir Autismo y
cerlo en sesión. Como si el hecho de dar su historia al analista, y
Psicosis, Kline, Bs. As., 1997. más aún los pensamientos delirantes, no sólo hubiera tenido co-

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mo efecto aliviarla —según sus propias palabras— de un peso de in- 1.3 Jessica
dignidad que ya no podía soportar, sino que había abierto por pri- A los siete años, Jessica no había visto ni oído a su padre,
mera vez una vía entre ella y su hijo, del cual daba testimonio el excepto una o dos veces, pero dormida y con pocos meses de
caudal de palabras y cifras. edad, cuando fue, en vano, a ver a su madre para reanudar la rela-
La madre de Fabian, como tantas otras madres de autistas, ción. ¿Cómo pudo la niña reconocer su voz' procedente de una
no le hablaba a su hijo, no como prueba de desafección o falta de panadería, cuando caminaba junto a su madre por la calle, una tar-
amor, sino más radicalmente, porque el hecho de mantener una de. neblinosa de otoño?
relación de palabra con un bebe que aún no hablaba le parecía in- Jessica' nos ha dejado una pregunta, más allá de los avatares
congruente. de un análisis ejemplar, aunque se haya detenido demasiado pron-
Las consecuencias de esta aprehensión tan singular de la to, marcando para siempre nuestra práctica —tanto hacia delante co-
estructura se notarán rápidamente en el niño, dado que estas ma- mo hacia atrás. Porque sumergiéndonos en la experiencia misma de
dres expresan la no-congruencia —vivida corno tal— de la relación la radicalidad con la cual fue planteada, sin palabras, la cuestión del
entre el Uno (el 1) —instrumento de medida por excelencia— y el padre, nos confrontó brutalmente con elfaktunz de esta pregunta de
objeto, entre la palabra y el niño. un modo, para nosotros, hasta entonces desconocido.
No pueden creer que haya relación entre una y otro, entre el Si bien la lectura de Freud y de Lacan hace confrontar, de
Uno y el Otro, y esta increencia, radical, por la cual el pan es pan alguna manera, a quien los lee con lo real del análisis, como toda
y el vino, vino, corta de raíz, la potencia creadora de la palabra. lectura, no puede no sufrir —por más determinado que esté el lec-
Sin unidad de medida, el goce que el niño representa es in- tor en su creecia en el Inconsciente—los efectos algo deletéreos de
conmensurable, y absorbe la propia vida pulsional de la madre. una renegación solapada, al menos en cuanto a la referencia de lo
Sin embargo, estas madres nos han permitido saber que la que indica su letra: a saber, la existencia del Padre en tanto, al de-
madre no ocupa ni de hecho ni de derecho, el lugar del Otro, sino cir de Freud,
que debe crearlo. Sin esta creación de alteridad que da cuenta, en
determinado momento, de la función mágica del significante, no 19 ¿Se trataría acaso de volver a la idea fabulosa del experimentan' crucis, tan pre-
habrá en el niño, incorporación de la voz. Sólo hay un lugar para ciada en cierta época, y hoy abandonada para siempre en el placard de los ju-
el Otro si la madre así lo cree, si para un niño, ella se cree ocu- guetes ideales de un, pistemología caduca? Nada sería menos seguro, ya que
no se trata aquí de validación o de verificación de una teoría, sino de la expe-
pando ese lugar. riencia de la llegada de un sujeto a aquello que lo funda.
Sin esta creación, su ausencia no empujará al niño al traba- 20 El relato de la cura de Jessica apareció en francés en la revista La psychanalyse
jo de dominio simbolizante por la vía del objeto, porque esta au- de renfant, volume 19, N°2; en español fue publicado en una versión reescrita y
aumentada, en En.vayos .‘ohre Autismo y Psisosis, Kliné, Buenos Aires, 1997.
sencia no tendrá significación alguna. 21 En nuestra opinión, :á:ir la enseñanza de Lacan, no consiste tanto en recha-
Cuando Fabian logró dibujar en sesión un seis y pudo nom- zar la existencia de lo origina, t;ino más bien, en no aislarlo en el reducto em-
brarlo, descubrió rápidamente la serie infinita de los enteros na- pirista de lo inalcanzable, por Lstar muy lujos en el tiempo. En Freud, el valor
de la palabra lir —lo originario, en tanto acompaña todo el tiempo al aparato que
turales y captó sin dificultad el principio de los lugares que los ri- engendra—, no se confunde necesariamente con el de la palabra friith —lo que
gen: unidades, decenas, centenas, etc. Pudo entonces pronunciar ocurre muy temprano, early. Esta confusión la confinaría finalmente con lo
instantáneamente todos los fonemas de la lengua sin dudar, pero irracional. En cambio Lacan ha mostrado que lo originario era una lógica. que
era la estructura como tal. Una de sus fórmulas preferidas para dar cuenta de
con una voz metálica y casi inhumana, como la voz sintética de ello era: "Lo que está articulado pero no es articulable". Que de lo originario
una computadora Lacan haya construido una lógica, con nudos y maternas, no significa que lo re-

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Poder dar cuenta de cómo una huella de voz de un genitor desco- Por otra parte, otro detalle —por cierto articulado a la huella de la
nocido, jamás visto ni nombrado, pudo permanecer en Jessica, voz del genitor— vuelve a esta cura singular para nosotros, y per-
nos permitiría avanzar en nuestra clínica y teoría más de lo que mite unirla —formalmente— a otras curas de niños autistas.
hemos podido hasta aquí. Cuando su madre hace un gesto con el pulgar (Pouce!)* pa-
Pero ya no podemos dudar de la existencia de esa huella, ra prohibirle el mcking, mostrándoselo, Jessica no hace caso has-
sabiendo que al escuchar el relato que su madre hacía al analista ta que dicho gesto sea hecho en sesión. Entonces contestará con
de ese acontecimiento —sumado al comentario relativo a su deter- gesto decidido, casi provocador, exhibiendo sus dos pulgares.
minación de no verlo nunca más— vimos a Jessica acercarse a su Hay que interrogar este gesto inesperado. Diciendo "¡Ni
madre, pellizcarla muy fuerte, recostarse sobre el escritorio, y unan la madre se refiere al rocking, mientras que, mostrando los
partir en un estado de soñadora ausencia. dos pulgares, Jessica niega la negación de la madre y de manera
Jessica conocía la palabra "padre", porque iba regularmen- gráfica nos significa: "¡Sí, al menos una!".
te a casa de sus abuelos. Sabiendo que su abuelo era el padre de Esto muestra varias articulaciones sorprendentes:
su madre, se había obviamente planteado la pregunta acerca del a) Ella cuenta: uno, dos
suyo propio. Estas consideraciones serían francamente ociosas en b) Al afirmar ese dos, niega, pero sin el significante de la ne-
un niño que habla, pero no lo son forzosamente si pensamos en gación
una niña que jamás había articulado fonema alguno, que se ba- c) Interpreta en el gesto materno una negación de su propia
lanceaba sin cesar, en particular, cuando sentía cierta tensión libi- existencia
dinal, y no había sido capaz, hasta aquel momento de ninguna ad- d) Responde contándose
quisición intelectual. Es cierto, además, que la existencia de su
genitor jamás había sido evocada en su presencia. Pero no significa que haya podido hacer la ecuación 0 =1
Sólo el trabajo analítico y la investidura que ella logró realizar que es la operación fundante del sujeto. Cuando ella debería ha-
sobre el analista pueden dar cuenta de las condiciones de producción ber hecho el descubrimiento de la falta en el Otro, identificar es-
de un plus de goce que se invistió sobre la huella de la voz del padre. ta falta y localizar, gracias al objeto, una huella para representar-
De todos modos, si bien el hecho de conservar la huella de se en ella, su madre no pudo permitírselo, porque, ocupada por un
la voz de un genitor que nunca ha sido visto es realmente asom- desamparo que la sideraba, no se prestaba para que la niña sim-
broso, esta huella —este signo de percepción"— no es un signifi- bolizara el agujero de su ausencia. No le faltaba nada, y menos su
cante, pues nunca ha sido tachada o borrada. Pero también debe- hija. Seis meses después, es a su hija a quien no le faltaba madre.
mos deducir que la niña podía pensar y sacar conclusiones; esto Así, con su gesto, Jessica nos esclareció retroactivamente
mostraría que aun en ausencia del significante fálico, que no ha- acerca de la identidad de la cuenta)' de la palabra. Utilizó opor-
bía sido incorporado, existía goce fálico. tunamente al analista para llegar al dos, pero rehusándose a con-
tarlo, a incluir en su cuenta aquello que le permitía responder
emplace pura y simplemente, ni que con ello se haga la economía de la enun- a su madre, se prohibió para siempre a sí misma la apre-
ciación, única para su manejo. Con cierta ganancia empero: sacar el Ur de la hensión que le permitiera hablar a Jeróme: contar el tres e incluir
pendiente religiosa que lo confundía con lo arcaico.
22 En su seminario La ética, Lacan forinula una definición del significante ha-
ciéndolo equivaler con los Wahrnetnungszeichen de la carta 52 a Fliess. Más * NdT: En francés, el grito 'pernee!" (pulgar). es un grito para detener el juego, a
adelante —en Aún— preferirá hablar de huellas aluvionales, veces acompañado del gesto mostrando el dedo pulgar.

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al tercero como aquello que permite la cuenta. Por su parte, Fa- lo real que el análisis debe enfrentar, y dar cuenta así de las modali-
bian había comenzado por el seis y había llegado rápidamente a dades de la estructura que los instrumentos utilizados anteriormente
la serie infinita. no le habían permitido tomar en cuenta. Para ello, él brindaba una
Los niños autistas nos enseñan, gracias al análisis, una fun- herramienta que deseaba capaz de escribir particulares clínicos.
ción que está articulada pero que no es articulable por ningún su- Intentemos pues rastrear algunos elementos que permitan
jeto constituido en la estructura neurótica: mucho antes del apren- mínimamente dar un ejemplo que no sea una simple petición de
dizaje de los números y de la suma, por el sólo hecho de ser principio, donde sólo la presentación de un nudo o una cadena su-
capaces de hablar y habiendo apenas empezado a hacerlo, cuen- pondría resueltos los esfuerzos para brindar también su traduc-
tan. ¿Hasta cuatro, hasta seis tal como Lacan empezaba a teori- ción conceptual analítica. Sin establecer una traducción, lo cual
zarlo en el 76? Lo cierto es que la palabra es homeornorfa a una supone una nominación que acompañe el pasaje de la letra al nu-
noción de conjunto donde la función del cero y la del plus un ya do, el procedimiento" de dibujar nudos está probablemente un po-
están inscriptos. co ligado a la magia. Pensamos que es necesario construir un pro-
Aquellos pacientes nuestros que han podido hacer esta apre- cedimiento de puesta en relación del instrumento formal", del
hensión hablaron y salieron del autismo. Los otros adquirieron ca- significante del discurso y de la puntuación de una cura, para reu-
pacidades de relación con el otro de las cuales carecían y nos mues- nir, en cada caso, los tres registros.
tran por defecto, la identidad conjuntística entre palabra y cuenta.

Esquema Recta al infinito


2. Acerca del anudamiento del nudo
cuerpo lenguaje
Uno de los efectos, y no menores, de la enseñanza de Lacan
sobre su nudo borromeo, fue la opinión, más o menos expandida en
los medios lacanianos refractarios a los instrumentos formales, de
que no agregaba nada nuevo a lo que ya se sabía. O bien, que era o ch
imposible o vano interrogar el anudamiento mismo del nudo. Y es-
to, a pesar del cuidado que tuvo el propio Lacan en indicar los lu-
gares donde aportaba los elementos mínimos necesarios para con-
tar pon una teoría del anudamiento que pudiera eventualmente ir Si tomamos uno por uno los tres redondeles que constitu-
más lejos que el camino que él había abierto. Esta creencia —tenaz yen el nudo antes de ser anudados, podemos apilar dos sin que se
y basada en la idea de que se trataba allí de una sumisión al empi- anuden. Como lo muesu a primera figura aquí arriba, en que
rismo lógico"— arruinaba su esfuerzo para proponer una escritura de

24 Para cualquiera menos Lacan, por supuesto, dado que cuando éste presentaba
23 En realidad, no sólo Lacan ha formulado las críticas más fuertes y mejor fun- los nudos, estaba creando a la vez, su uso analítico. Y lo hacía de manera tal
dadas —como analista, es decir, desde el interior— del empirismo lógico, sino que también nos obliga a leerlos, a descifrarlos como letras.
que reintroduce en la lógica, con los maternas y el nudo, un realismo concep- 25 El único que puede dar cuenta de un real, el cual, si bien es un efecto de len-
tualista, acerca del cual nadie hasta hoy ha trabajado las consecuencias. guaje, no se deja aprehender por la simple palabra.

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uno de los dos pasa dos veces por encima del otro. Pero, en ese a su vez, "simbólico", entonces al "falo" sólo le quedaría volver-
preciso momento lógico, "antes" del nudo, esos dos círculos se se "real", lo cual si bien no es falso, sería al menos excesivamen-
llaman simplemente "Cuerpo" y "Lenguaje", y no "Imaginario" y te reductor y empobrecedor, y no daría cuenta de la complejidad
"Simbólico", siendo su referencia perfectamente empírica. El ter- de la operación.
cer redondel puede ser reemplazado, en la construcción que nos No obstante, es cierto que cuerpo y lenguaje se vuelven
ocupa, por una recta infinita —tal como nos enseña la geometría de imaginario y simbólico. Pero solamente mermando una parte de
Desargues citada" por Lacan— recta infinita que hace agujero to- sí mismos, pérdida imputable a su "copulación" común con un fa-
do lo que encuentra a su alrededor y que pasa por el apilamiento loquees la razón de su cambio de estatuto. Así, podemos afirmar,
de los dos círculos previos. Si pasa, efectivamente, por abajo y siguiendo paso a paso la operación de anudamiento borromeo,
por arriba, y sólo así, entre éstos, y según si se anuda a sí misma que cuerpo y lenguaje sólo adquieren su estatuto nodal debido a
por arriba o por debajo, estarán anudados de manera borromea. la pérdida que les causa el falo F.
Cualquier otra modalidad de pasaje no los anudará de esa mane-
ra, y posibilitará el agregado de un cuarto redondel. Esquema del nudo borromeo
Si el anudamiento ha sido hecho de tal forma que tengamos
como resultado el nudo, que es la mostración de la estructura, en-
imaginario
tonces sí podremos nombrar a dos de los redondeles, "Imagina-
rio" y "Simbólico", antes no.
Esa recta infinita es llamada por Lacan de distintas mane-
ras en cada uno de los seminarios en que la trabaja. Tanto "Iden-
tificación primordial" como "represión originaria"; establece así
entre esos dos conceptos freudianos, una identidad referencial,
explicitada en la letra que anota a su lado: F. Empero, y es una in- real JI
simbólico
dicación importante, sólo escribe la letra, y no una palabra o un
nombre.
Ahora bien ¿cuáles son las consecuencias, al menos las pri- Entonces, y recién entonces, es posible concluir oportuna-
meras, de esta escritura? En primer término, el anudamiento del mente, que no hay estatuto simbólico del lenguaje sin la incorpo-
nudo, con sus tres consistencias, no es el resultado de la suma ración del falo por el cuerpo, que no hay estatuto imaginario del
simple de "cuerpo", más "lenguaje", más "falo". Las transforma- cuerpo sin que el lenguaje se haya vuelto simbólico. Que lo ima-
ciones no son simples una por una, como podría suponerse, dado ginario se une a lo simbólico solamente si el cuerpo ha perdido ra-
que si "cuerpo" se volviera simplemente "imaginario" y lenguaje" dicalmente una parte de sí mismo; que reencontramos sin saberlo
en lo real, lo simbólico siendo tal, a condición que el lenguaje ha-
26 No sólo la cita, sino que le vuelve a dar un lugar eminente, que le pertenece, en ya perdido parte de su sustancia; que volveremos a encontrar,
la historia de las matemáticas, injustamente olvidado debido al lugar ocupado igualmente sin saberlo, en lo real. Simbólico, imaginario y real
por la geometría analítica cartesiana. Ver el volumen que reedita sus obras con son lo que son, entonces, en la medida en que integran el falo, el
una larga introducción histórica y matemática: Desargues en son temps, bajo la
dirección de .1. Dhombres y Sakarovitch, Librairic Scientifique A. Blanchard, primero en su existencia, el segundo en su consistencia, el terce-
Paris, 1994. ro en su agujero. Finalmente Lacan nos permite ver aquí que lo re-


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al, al menos el que concierne al análisis, lejos de ser un dato pri- 3. Conclusiones
mitivo, anudado a los otros antes del origen de todo, como una
idea platónica, es un producto del anudamiento, y que gracias a ¿Qué conclusiones provisorias podemos extraer de esta ex-
dicho anudamiento podremos tal vez en una cura, tener alguna posición?
idea al respecto. Por lo tanto, no sólo es un límite inalcanzable, a. La operación de verificación" realizada por el falo c.D pue-
único aspecto que cierta transmisión del análisis retiene, ya que es de llegar a faltar dado que es un efecto de metáfora. El he-
engendrado, y no originario. cho de que el Otro, como sujeto, esté estructurado como
La escritura modal, que da cuenta de las condiciones del su efecto, no asegura que siempre se transmita la metáfo-
anudamiento, nos permite graficar en qué punto no basta, para el ra en los sujetos por venir'. La operación de verificación
nacimiento de un ser hablante, que haya para ese cuerpo, un "ba- tiene aquí valor fundante y no solamente productor de sín-
ño" de lenguaje, o bien que simplemente se encuentre allí su- toma.
mergido. Porque de a dos, cuerpo y lenguaje no hacen más que b. Siendo también la significación fálica efecto de metáfora,
apilarse. Para que ese cuerpo se vuelva parlante, para que pueda sobre todo paterna, debe ser entonces concebida tanto co-
cumplirse dicho "misterio", hay que dar cuenta de acerca de qué rno un significante de la estructura, que como un acto que
se trata esta intervención de D. Intervención que debe repetirse al la relanza, cuya modalidad —imposible o necesaria, posi-
menos dos veces en los tiempos de la vida de un sujeto. Por ello, ble o contingente—, incognoscible antes de tiempo, de-
si conviene recordar que hay efectivamente un "antes" lógico del pende del carácter mismo del falo: ser una función. En
nudo, el hecho de contar (con) esos tres —cuerpo, lenguaje, falo— otras palabras, el falo, que ya ha sido incorporado, no pue-
no nos permite no interrogarnos acerca de la significación del ter- de prescindir de la obligación de ser resignificado, de re-
cer término, allí donde lleva a cabo la operación de anudamiento. significarse.
El hecho de que el Falo sea, como tal, la significación, nos obli- c. La incorporación de (.1.)1 —que no se ha producido en el au-
ga más bien a darle transcripciones que nos informen sobre su po- tista— es aquello hacia lo cual apuntamos. Para ello, es ne-
sición como letra. Dado que, inaccesible como singularidad, pue- cesario que en el Otro esta letra sea nombrada con el único
de leerse en un conjunto. nombre que puede hacerlo. O bien, en otras palabras, que el
Pasando por los dos círculos apilados, produce una serie de objeto como cal pueda ser, gracias al nombre, mordido por
agujeros (cuatro)", que se dicen de distintas maneras: Prohibición lo simbólico.
de/incesto, Nominación, No-relación sexual, á. Este pasaje de la
recta infinita que anuda cuerpo y lenguaje representa la operación
freudiana de la identificación primordial que Lacan llama Identi- 29 En Freud, la aparici.1; da. lo real de la adolescencia es lo que verifica las ad-
ficación real al Otro real, o sea, la Incorporación, por amor, del quisiciones de la sexualidad jidintil, asi como la neurosis del Hombre de los
Nombre-del-Padre". Lobos verifica la escena traumática de la infancia. En Lacan, el Falo es el que
Dicha incorporación, como operación real, es la del lengua- verifica el falso agujero de dos redondeles que no están anudados entre sí, si-
no uno encima del otro. Esta construcción resulta diferente en RSI y en Le
je en tanto tal, dado que el falo real lo representa completamente. Sin tho me.
30 Ver al respecto, el capítulo "La función materna".
31 Lacan reemplaza con esta teoría lo que expusiera en su seminario La Identifi-
27. Lacan, "La Troisidme". cación, y los siguientes, donde el Uno era primero, objeto de identificación nar-
28 Lacan, RSI, clase del 18 de marzo de 1975. cisista, donde la incorporación era la del objeto voz, en La Angustia.

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d. Los niños que han hablado gracias al análisis, lo hicieron en antinómico a quererlo como goce", o aun, a renegado co-
tanto han podido contar al menos hasta tres. Sin embargo, mo tal.
haber logrado contar 1,2,3..., es decir, establecer una serie j. Es extremadamente difícil para alguien producir esta prima
de cardinales, no indica que hayan podido inscribir una se- de goce que da sentido a la existencia cuando el falo no es-
rie de ordinales. A partir de esto habría podido deducirse la tá en posición de primacía (Bedeutung).
función del cero como conjunto. k. La experiencia de asistir al nacimiento de la palabra y a
e. El hecho de que el lenguaje se vuelva simbólico le permite su adecuación a una lengua, tanto con niños normales
ser succionado por el sujeto por venir. Siendo el pecho la como con autistas, nos enseña que ésta no es posible sino
cara visible de esta operación. por la reducción y pérdida que ello conlleva de (casi) to-
f. En la psicosis, la forclusión en el Otro del Nombre-del-Pa- das las posibilidades fonatorias de la laringe que no co-
dre no conlleva una no-investidura del niño, al contrario. rresponden de manera isomórfica a la lengua hablada por
En el autismo, la ausencia de copulación del falo con cuer- la madre.
po y lenguaje impide al niño encontrarse como producto 1. Para el analista, al contrario que para el lingüista, el so-
plus-de-gozar para la madre. nido tiene sentido. Si la lingüística como ciencia se ha
g. La ausencia de incorporación de falo es un hecho enig- basado en la noción fundamental de doble articulación
mático pero que aclara en negativo el hecho —acerca del fonemática y semántica, la práctica del análisis, en cam-
cual no nos cuestionamos— de que se produzca. Es co- bio, se funda en el carácter consentido (censé) de toda
mún pensar que el niño en el cual esta operación no lo-
gra efectuarse, ha sido puesto por la Madre en posición
32 Que el plus-de-gozar pueda ser arrebatado al Goce del Otro sólo gracias al Falo
real: como ausencia de toda representación que lo con- en tanto significante, y no sólo corno instrumento, ya ha sido demostrado por
cierne, como pedazo de cuerpo. Estamos más o menos de Freud con el chiste, y en general con todas las formaciones del inconsciente. Sin
acuerdo, con la salvedad que esto también puede expli- embargo no evaluó necesaria la diferenciación sustancial de este goce con el fá-
car aquello que se designa como "psicosis infantiles". lico. Por lo tanto, no puede haber producción de "a" sino por la intromisión del
goce fálico, ya sea alcanzable o no. Toda la distancia, pero también la íntima co-
Para el autismo, sostenemos que no pudiendo ser signi-
munidad entre el Vorlust, el placer preliminar, y el placer sublimado ya se en-
ficado por el falo, el niño lo es. Pero de manera tan radi- cuentra dibujado allí. En cambio, a nuestro entender, el concepto lacaniano de
cal que la madre no puede recuperar para sí el menor ápi- Otro goce implica -respecto al del cuerpo- que el Nombre-del-Padre es puesto
ce de este goce. en posición de gran Otro, pero desarticulado del Falo. Las diferencias entre el

h. Que 'a', en tanto plus-de-gozar sea el único lugar para que misticismo masculino y femenino encontrarían su razón entre un Padre sin Fa-
lo y un Padre que es él mismo, como significante invocado, puro Nombre, Falo
el infans se estructure en el discurso, marca claramente que
como tal. Cuando el misticismo se encuentra fuera del discurso, es fuente de un
los lugares donde no debe ser concebido son tanto gran F sufrimiento no siempre transformable en sublimación productiva. Por lo tanto,
como a en tanto real. acerca de estas dos vertientes a la vez, masculino y femenino, el misticismo di-
i. El plus-de-gozar (prima de placer en la traducción fran- ce una modalidad, contingente, de la estructura en general: jamás aceptar, re-
cesa de Freud) implica que hay una ganancia —tal como chazar a toda costa, que el Padre sea uno y dos. Tanto el de Stiren como el de Re-
gina (cf. Lacan, Eingore, Seuil, p. 71), tanto Aton como Vahve. Ver al respecto,
lo indica su escritura freudiana, Lustgewinn— de goce to-
la triple lectura del Moisés de Freud hecha por Brigitte Lémerer, Frangois Bal-
mado del goce del Otro, gracias a la intermediación del ines y Sol Rabinovich. Respectivamente: Les deux Morse de Freud; Le nom, la
Falo como significación, lo cual es muy distinto, hasta loi, la voix; Écritures du meurtre; editions ÉRÉS, Paris, 1997.

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emisión fónica, de todos los trazos fónicos permanentes q. Esta pérdida es llamada por Lacan, en los últimos párrafos
o azarosos de un sujeto, que indican el goce del cuerpo en del seminario sobre Joyce, Forclusión del sentido". Con
la emisión de la voz, aunque éstos no formen parte de los eso se hace el objeto 'a'.39
rasgos pertinentes que hacen al armazón fonemático de la
lengua.
in. El período de gorjeo y lalación, cuyo soporte real reside en
Ja incapacidad anatómica de la laringe del bebe para articu-
lar", es empero el período en el curso del cual la voz se for-
ma como objeto. Gorjeo y lalación son a la voz, lo que el
chupeteo es al pecho.
n. La voz está hecha, como el Otro, de oposiciones y dife-
rencias. Esto permite afirmar que el Falo, en tanto signi-
ficante-causa del Goce", es aquí el significante de la fo-
nación35.
o. Si el bebe, cuando empieza a emitir el gorjeo, es capaz de
hablar cualquier lengua36, pierde rápidamente, y general-
mente para siempre, arrellanándose en la de su madre, la
posibilidad de hablar otras. Su oído deja de oír sonidos que
antes podía discriminar, su laringe se vuelve profundamen-
te incapaz de articular sonidos para los cuales su anatomía
está preparada.
p. Esta pérdida radical hace que el yo (je) de la palabra se for-
mará en el goce de lalangue, aquello que Freud llamaba
Lustich; que habrá coalescencia entre este je y el moi como
instancia".

33 Cf. nota 21.


34 Lacan, (entre otros lugares) Encore, clase del 20/3/73.
35 Lacan, Le S inthome. clase del 1673/76.
36 Ver al respecto el notable libro de Bénédicte de Boisson-Bardics, Comment la
parole vient aux enfants, Odile lacob, Paris, 1996. Con respecto a la doble ar-
ticulación, entre otros, Six legons sur le son et le sens; Langage enfantin et
aphasie y La charpente phonique du langage, todos de Roman Jakobson, édi-
tions de Minuit.
37 En definitiva, no hay muchas lenguas que diferencien, como el francés, el "je" 38 Lacan, Le Sinthome, clase del 16/3/1976.
del "moi". En alemán, es sabido, se dice "Ich" para ambos, al igual que en es- 39 Lacan, Ou pire, clase del 9/2/1972. Por supuesto, no se trata de una forclusión
pañol e italiano. Esta riqueza del francés, a la cual recurre Lacan, obliga a pen- de "todo" el sentido, porque lo que queda se encuentra en el borde de 'a', como
sar las razones por las cuales falta en las lenguas vecinas (indoeuropeas). producto del encuentro entre imaginario y simbólico.

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