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SEMINARIO TEÓRICO

J. Lacan, Seminario VII: LA ÉTICA DEL PSICOANÁLISIS

Capítulos XII, XIV, XV del seminario 7

10/02/2018 Pilar Dasí Crespo

La paradoja del goce.

Estos capítulos son el principio de las declinaciones de la ética, el punto inicial de la forma en
que se estructuran las sociedades, citando a Levy Strauss, donde él trataba de estudiar las
civilizaciones y las normativas universales que rigen los grupos humanos.

Hice un triángulo, una diacronía, que pasaban por tres textos de Freud y tres planteamientos.
El primero es “Tótem y Tabú”, un texto donde Freud teoriza sobre cómo se forman las
sociedades inicialmente, a partir de un pacto entre hermanos, el cual es transgredido
inmediatamente. Un profesor (juan Carlos tajecian (5:00) mío decía, sobre el papel social del
regalo, que el origen de este era, entre tribus, por ejemplo, regalarse un caballo de una tribu a
otra, la otra se quedaba en deuda y le devolvía dos caballos a la primera, luego ésta volvía a
regalar tres caballos… Así hasta que una de las tribus se quedaba con todos los caballos.

En los pactos, complejos en las sociedades (sólo hay que ver las cortes), que hacen de marco
simbólico para avanzar o no avanzar en una estructura social. Este primer pacto entre
hermanos, Freud dice que es la consecuencia de un asesinato. Lacan a su vez dice: muy bien
por Freud. En otro texto, “el malestar en la cultura”, escrito en 1920 consecuencia del final de
la 1º Guerra Mundial, donde Lacan se interroga sobre las consecuencias en los hombres dada
la magnitud y la diferencia con el resto de las guerras anteriores. En la obra se habla de que el
mal estar en la cultura es consecuencia de ese pacto transgredido, el cual se traduce en un
malestar del deseo. Cualquier situación produce malestar porque nos produce una serie de
emociones de angustia, malentendido, tristeza, etc. De tal manera que siempre, Lacan
concluye, que todo malestar es producido por algo del deseo que no puede ser consumado,
realizado o bien articulado según uno lo piensa. Por ejemplo, yo quiero hacer un examen, me
lo estudio tema a tema, incluso los específicos y de legislación, yendo a una academia, etc.
Pero como no depende sólo de tu nota, sino de la posición relativa con el resto de las notas,
pues uno se siente mal. En estas personas que opositan suele aparecer el síndrome del
quemado. ¿qué ha pasado? Un malestar del deseo.

Entonces, lo que hace Lacan es hablar del asesinato del padre primitivo según Freud, el cual
fue asesinado por sus hijos, para repartirse el poder que ostentaba el padre. Y luego resulta,
que, a fecha de hoy, el malestar continúa. Hay algo en el medio importante, algo que
necesitamos para explicar el tránsito de ese momento mítico al malestar actual voy a
explicarlo mediante un modelo político que aparece con el fin de los dioses politeístas para
pasar al primer dios monoteístas. Atón (aquenaton) en la novela Sinuhé el egipcio. Lacan
estudia la confusión histórica que hubo entre los dos Moisés, el Moisés de la zarza. Primero
Freud escribe el texto “Moisés y la religión monoteísta” y luego Lacan nos habla de esos dos
Moisés, entre los cuales hay una confusión. El Moisés legislador, político, moral, de luz, y el
otro al cual le fue revelada la palabra de dios de forma íntima, en una situación no
políticamente llamativa. EN la historia se condensaron ambos Moisés, generando los dos
mandamientos fundamentales que a fecha de hoy nos rigen todavía a nosotros: los dos
primeros mandamientos.

Esos mandamientos son: Amarás a dios sobre todas las cosas y amarás al prójimo como a ti
mismo. Esos dos mandamientos son los que estudia Lacan, ¿por qué? Amar a dios sobre todo
implica que hay otro, omnipotente y presente que existió y alguna vez estuvo vivo y que ahora
no lo está. Lacan hace una construcción teórica entre ese dios, al cual se adora por estar
muerto, pero al cual se adora precisamente por eso; y lo relaciona con el padre de la horda
primitiva,

El asesinato del padre provocó en sus hijos culpa. Y ambivalencia de sentimientos. Sinuhé
cuenta muy bien esta historia, el cual está en contacto con vivos y muertos al ser
embalsamador. En Egipto había un gran ritual sobre la muerte, la cual sirve para mantener
cohesionada a su tribu, el cual es el fundamento de la identidad de los pueblos. Hoy, la gente
no quiere sufrir por los duelos, un ritual simbólico que le permite desprenderse del muerto en
tanto que vivo, quererlo en tanto que muerto, ya que nadie muere mientras es recordado, ya
que está vivo en el pensamiento, porque dejó un legado simbólico del cual podemos hablar.
Los rituales de muerte son imprescindibles y no pueden negarse, ya que afectarían al deseo del
sujeto en cuanto a que despertarían el malestar. Es imposible pasar un duelo rápido, pero
también tiene una fecha de terminación. Un duelo más allá de dos años es un duelo
patológico. Yo creo que un duelo no puede hacerse del todo realmente. Jamás se puede hacer
del todo Ya que repites fechas, hay aniversarios, imagina una pareja que siempre se ha
regalado algo y uno está ausente. No tiene que ver con estar llorando, sino con un sentimiento
íntimo. Dejando de lado el mandamiento de “Amarás a dios sobre todas las cosas”, un dios
muerto, un padre asesinado por sus hijos y la traición que unos hermanos hicieron unos sobre
otros. Pasamos al siguiente

El otro mandamiento, el de amarás al prójimo como a ti mismo, Lacan dice en el seminario que
ese mandamiento le horroriza. Lo razona de la siguiente manera: si alguien no se quiere a sí
mismo, ya que nos gastamos muchas putadas, si vas a querer al prójimo mal rollo, ya que uno
no se quiere a sí mismo. Todos los goces que nos hacen sufrir, la estructura fantasmática, el
malestar del deseo, es la evidencia de que no nos tratamos bien a nosotros mismos. Cuando
vamos a terapia, vamos a decir al otro “dime en qué punto no me estoy tratando bien a mí
mismo” “donde me estoy equivocando” “porqué se racionalmente que no debería sufrir y
estoy sufriendo” “por qué me dicen que tengo algo idiopático y me duele, pero no hay causa
orgánica” “por qué tengo miedo de subir a un tren porque pienso que va a descarrilar sí sé que
es irracional.” Eso es una demanda, donde el profesional, según su teoría, intenta dar una
explicación de la manera menos mala posible

Entonces, Moisés explica que la palabra de dios es revelada de forma oscurantista, las tablas
de la ley son oscurantistas, ya que no hay explicación son misterios de la iglesia. De igual
forma, cualquier religión o fundamento religioso tiene la misma estructura, sólo que hay una
que completa el drama, la católica, con la muerte del hijo, cristo. En todas las demás, está la
misma estructura que se transmite de generación en generación en distintas culturas, pero la
católica completa el drama con la muerte del hijo. El cual ha muerto para salvar a todos los
hombres.

No nos podemos sustraer de que algo no funcione en nuestro inconsciente.


Independientemente de la ideología, la transmisión de los constructos religiosos que perduran
y condicionan, sobre todo las guerras actuales donde hay una regresión a los
fundamentalismos religiosos, un sustrato religioso como pretexto para matar a otros. Existen
muchas guerras, como decía Luis el otro día, para quedarse con materias primas, como en el
Congo, donde el caucho rojo, fundamento de la industria automovilística, produjo más
muertos que el exterminio nazi. Además, con consecuencias terribles como el esclavismo,
donde morían en los barcos por una enfermedad psíquica, por melancolía. Pasaban del campo
abierto a estar confinados en un barco.

En cualquier caso, el fundamento religioso vuelve a estar en una primera línea para los
pretextos de las guerras. El retroceso fundamentalista en Afganistán, como ya dijo Lacan, el
triunfo de los fundamentalismos en nombre de la religión. Entonces, él habla de Moisés, Tao,
Confucio, pero la cristiana, con la muerte de cristo es la más completa. Así, Moisés y el
monoteísmo hablan de la ley moral articulada en el drama primordial articulado en “tótem y
tabú”. El asesinado del padre tuvo como consecuencia el origen de la cultura y al mismo
tiempo surgió la ambivalencia: el padre odiado que no daba lugar al resto de hombre y por
otro lugar amado, pues una vez asesinado, empezaron a amarlo, lo que crea una prohibición
de goce más reforzada, más exigencia del super yo y en consecuencia el “malestar en la
cultura”.

El asesinato del padre y la ambivalencia marcaron un momento en el cual el goce, el cual no


pasase por las coordenadas de la civilización, estaba prohibido. El nombre del padre es el
operador estructural que permite al sujeto estar en el mundo de una manera adecuada
(neurosis). Cuando no ocurre eso, hay un goce asintótico y eterno, ilimitado, ocurren las voces
de la psicosis, presentando una angustia masiva con la cual no puede vivir porqueno hay algo
que venga a poner límite, invadiendo un goce que no puede soportar. Eso se regula con el
delirio, intentando construir un marco que permita vivir al psicótico de forma que crea un
marco artificial para limitar ese goce. Esa prohibición del goce y la exigencia del superyó, en el
sentido que nos exige normas muy estrictas con respecto a la moral. Lo que sabemos del
neurótico, es que toda ley lleva la posibilidad de ser transgredida, y es esa transgresión de la
ley la que hace que se nos cuelen en la vida formas de goce que nos fastidian la vida, o dicho
de otra forma, la transgresión en un niño, adolescente, adulto, de lo que según nuestras
normas morales se debe hacer y lo que hacemos en realidad, implica un retorno de ese goce
prohibido y el saber que gozamos de algo prohibido por la ley (moral o la que tenga cada uno).

Estar gozando de la transgresión de la ley y un retorno de ese goce que nos invade más allá de
la voluntad, que al sujeto le violenta. Eso se vuelve insoportable y la persona somatiza eso de
la forma que sea. Por eso es importante saber y conocer los trastornos que existen, pero
también conocer el fundamento. Esa transgresión de la ley que nos hace gozar, se encuadran
los diferentes trastornos, los mismos trastornos del DSM-V. Hay que fundamentar los
trastornos, una ley transgredida, lo cual es sujeto sabe y hay un retorno del goce perdido para
el sujeto. Por eso el hombre no es bueno por naturaleza. Al no ser bueno por naturaleza, el
sujeto sufre, sufre del goce de la transgresión y hace sufrir al otro. Entonces, el único mito que
ordena amar a dios, en el caso del mito construido a raíz de Cristo, es el mito más completo, ya
que muere tanto padre como hijo. Lacan dice que la muerte de dios y el amor al prójimo son
históricamente solidario. Para explicarlo, Lacan habla de los intelectuales de izquierdas y
derechas, Marx y Freud y Kant y Sade.

El amor al prójimo es el mandamiento que se articula en nuestra civilización ¿De dónde surge
esa idea de amor al prójimo? Dios está muerto. Ya que está muerto, y lo estaba desde siempre,
precisamente por eso es un mensaje REAL transportado a través de todas las creencias que lo
hacen aparecer vivo, resucitado del vacío creado por la muestre de los dioses no
contradictorios. El reconocimiento de la función del padre en la historia humana es una
sublimación esencial a la apertura de una espiritualidad que representa un paso en la
aprehensión de la realidad. El hecho de que el padre esté muerto, pero cumpla una función de
acotar el goce (haberlo matado implica no poder gozar porque está prohibido) es la forma en
la que las civilizaciones y los sujetos aprehenden la realidad, todos tenemos un sustrato
religioso que organiza nuestras vidas. Entonces, Freud no descuida al padre Real, al de la horda
primitiva, ya que la identificación viril que se desprende del amor por el padre normaliza el
deseo. Eso implica la ética de nuestro tiempo y sus conflictos identificatorios de este momento
tienen que ver con la forma en que los hombres se instituyen a sí mismo en relación con la
imagen que tienen de ese padre muerto.

El amor al padre normaliza el deseo ¿qué quiere decir? Desde estos dos mandamientos, Lacan
trata de advertirnos sobre la culpa y sus efectos en relación con el asesinato mítico del padre
de la horda y los sentimientos ambivalentes haca él y los hermanos entre sí. El mandamiento
viene tras un reconocimiento, viene después de que se reconozca que ya está operando en el
propio sujeto un sentimiento concreto. Después de hablar de esto dice que lo normativo del
deseo es demasiado para un analista. Añade que Freud dejó el psicoanálisis en manos de los
tontos de capirote. He dado un salto, pero lo explico, en la historia de civilizaciones, el
asesinato del padre es lo que normativiza que deseemos, pero que deseemos con malestar.
¿Acaso el psicoanálisis quiere personas normativizadas en el deseo de la sociedad? ¿Acaso yo
quiero que alguien se uniforme en sus goces y deseos igual que yo? Lo que yo aspiro es que
emerja en ella algo de la diferencia absoluta, por un lado, ser igual que todo el mundo y por
otro lado diferente a todo el mundo. Todo lo contrario, al discurso capitalista, para el cual
todos somos mercancías, todos somos normativos y a que todos seamos iguales y que no
protestemos mucho, para no causar conflictos en la estructura social. Al psicoanálisis le
horroriza lo normal porque mata la particularidad del deseo de cada uno. Eso no quiere decir
que busque sujetos destarifados, sino que se normalicen con su contradicción entre goce-
deseo y puedan establecer relaciones sanas con otros sujetos. La televisión nos plantea
muchas distopías sobre la normativización del deseo.

La excesiva normativización del deseo a los analistas no les gusta. En ningún momento un
analista sabe lo que al otro le conviene, no nos metemos en historias ajenas y no somos nadie
para decir lo que tienen que hacer, pero encontramos la fórmula para que haga lo adecuado
según su forma de ser. Entonces, para hablar de por qué lo normativo es demasiado para un
psicoanalista, hace un rodeo por los intelectuales de derechas y de izquierdas. Dice Lacan que
hoy, la ética, que no tiene nada que ver con la moral, y que carece de sentido a diferencia de la
moral. Hoy, la ética es inseparable de una ideología. Plasmado en las páginas 221 y 222 del
seminario sobre la ética de Lacan, donde dice que:” el intelectual de izquierdas es tonto,
retrasado, un inocente que dice verdades que son toleradas y que funcionan. Es individualista,
pero sus ideas culminan en una canallada colectiva”. “El intelectual de derechas es un villano
consumado, no retrocede, es el señor-todo-el-mundo con más decisión y confiesa ser un
canalla”.

Esto implica que Freud no era un buen padre, pero en todo caso no era ni un canalla ni un
imbécil. No era ni retrasado ni progresista, lo que le llevaba a un escaso optimismo sobre las
masas. Freud no era Marxista, y en ese punto se separa de Marx que hablaba de la unión de
los proletarios del mundo, que podrán desarticular a los capitalistas y seremos todos
hermanos. Lo cual demostró ser un fracaso, no por las ideas, sino por la aplicación de las ideas.
Por eso Freud se horroriza del amor al prójimo, puede ser cruel e inhumano por la existencia
de la maldad humana, ya que la energía del superyó proviene del hecho de que el sujeto
vuelve contra sí mismo su agresividad. El malestar en la cultura fue escrito después de la
primera guerra mundial, para repensar el problema del mal. Hanna Arend también habla de
ello, concluyendo que el mal es banal.

El goce es un mal, algo prohibido que nos permite estar en lo social. Y también entraña el mal
del otro: Defiende los siguientes postulados:

1) El prójimo es un malvado y mi amor es demasiado precioso.


2) La naturaleza del bien es ser altruista (ocluye el mal), pero esto no es el amor al
prójimo
3) Si reconozco el mal en el prójimo, es porque la maldad es próxima (existe el goce)
4) La respuesta de amor no es beneficencia
5) Forma parte de la naturaleza de lo útil el ser utilizado. Aquí entra la paradoja del
utilitarismo
6) Quiero el bien de los otros a imagen del mío
7) Queriendo la felicidad de mi cónyuge, sacrifico la mía
8) El goce próximo, su goce nocivo, maligno, es lo que se propone como verdadero
problema para mi amor

Para acceder al problema del goce, es necesario leer a Sade, que no sirve para el erotismo,
pero sí para la ética. Él opone los dos mandamientos, el de Kant y la máxima de Sade. El
primero defiende que “obra de tal forma de tal modo que tu forma de obrar sirva de norma
universal” y “puedo gozar de tu cuerpo, puede decirme el otro, al punto que no haya límite”.
Son dos máximas imposibles de cumplir, ya que Kant pretende resolver filosóficamente que
desde el asesinato del padre mítico ya lo hemos pasado mal, hacedme caso y seremos felices.
Eso es imposible, el mismo se da cuenta, pero es una novedad filosófica ya que implica un
nuevo mandamiento, un nuevo marco de referencia. Kant quiere demostrar que el peso de la
ley va más allá del afecto. Según Michel Sauval, recoge como Marchaisse recoge que, sobre el
final de su vida, atormentado por la decapitación de Luis XVI, Kant admite la existencia de una
malignidad completamente formal, es decir, admite a Sade.

Si Kant admite que Sade tenía razón, que va más allá que él en la ética. Facilita la lectura de
Kant, el cual leía por admiración, pero no por devoción. Pero al admitir que hay una malignidad
formal en el ser humano, Kant da la razón a Sade.

El tercer capítulo, el capítulo 16, habla del goce de la transgresión. A los psicoanalistas no les
gusta lo normativo. Eso se debe a que nosotros estamos destinados a cosquillear, a jugar con
los extremos. No quiere decir ser un perverso, sino cosquillear con el miedo, el terror, la
política, la literatura, el arte… y como digo yo en mi artículo: las vanguardias. Porque las
vanguardias van siempre por delante de la sociedad general y nos cuentan lo que va a pasar.

Un psicoanalista no debe retroceder ante los extremos. Tampoco la ética del psicoanálisis es la
pastoral analítica, no se limita a repetir los conceptos de forma automática con alarde de
saber, sino que cuestiona continuamente los conceptos, tanto a uno mismo como al auditorio;
ni implica ningún confort intelectual. Al contrario, un psicoanalista está siempre en el
disconforme con lo que sabe. Por último, la ley del psicoanálisis está fundada en el Otro,
aprendiendo lo que el otro dice, viéndolo e intentando enriquecerse a uno mismo con el otro.
Por eso los psicoanalistas deben leer mucho, tienen que aprender de lo hecho.
De tal manera que la paradoja del goce son las paradojas de la propia ley. Porque hecha la ley,
hecha la transgresión de la ley. Todos los conflictos psíquicos que tenemos son entre lo
racional y el hecho de que existe lo pulsional. Una palabra te cambia el día, una emoción te
hace pensar otra cosa. El hombre no sabe todo de sí mismo porque existe el inconsciente. La
realidad la percibimos de distintas maneras, y cada uno de forma diferente. Cada uno la ve
según la estructura de su fantasma, acotada a su manera de ver las cosas. Aunque se tiende a
unificar lenguajes.

Entonces, al tú debes de Kant, Sade sustituye el fantasma, el goce, por el imperativo. Sade
franquea el límite imaginario del vacío, no lo franquea en el fantasma, lo que lo hace aburrido
de leer. Su teoría tiene dos cosas: el sistema del Papa Pio VI, una máxima política. Sade fue una
persona que estuvo encerrada en la Bastilla y salió de allí cuando la Revolución Francesa. El
otro es una proclama que escribe, contenida en su libro “la filosofía del tocador” donde recoge
la proclama “franceses, un esfuerzo más si queréis ser republicanos”. Son dos textos
interesantes de leer de Sade.

¿La obra de Sade es un testimonio? ¿Es consciente o inconsciente? Para Lacan, es un


testimonio consciente de la relación de su obra con el hombre del placer. Respecto del alcance
de las exacciones de algunos personajes de la época, en el seminario VII Lacan sugiere que
leamos “Memorias sobre los grandes días” de Auvernia de Esprit Fléchier. Escrito en 1665,
donde podemos aprender qué podían permitirse con sus campesinos un gran señor de los
albores del XVII”.

Amar al semejante, es a la vez, avanzar necesariamente en alguna crueldad. Pero ¿de qué
crueldad habla? La del otro o la mía. Para Lacan ambas son iguales, lo que nos hace colocarnos
de un lado u otro de las cosas tiene que ver con nuestras identificaciones. La obra de Sade es
una “sublimación insoportable”, aparece en el sujeto el carácter indestructible del Otro, en la
medida que surge la figura de su víctima. A pesar de que a Sade se le considere un sádico,
Lacan habla del mal uso de ese concepto con Sade, que más que un sádico era un masoquista
que se pasó su vida en la cárcel, y salió sólo por la toma de la Bastilla. Mientras Kant, al final de
su vida, acepta la existencia de una maldad formal por la decapitación del rey; Sade rechaza de
forma fulminante en sus escritos la pena de muerte. Era un moderno. Él, en su teoría,
transgrede los límites de lo políticamente correcto, lo políticamente correcto es una mentira
que nos constriñe y nos lleva a una transgresión de lo políticamente correcto. Lo que Sade nos
enseña, es que lo políticamente correcto constriñe al sujeto, llevándole a otras y mayores
transgresiones y, en consecuencia, a mayores patologías.

Estamos en una sociedad de la perversión generalizada bajo el emblema de lo políticamente


correcto, ya que más corrección, más transgresión de la norma. Cuando parte de la sociedad
avanza de forma higiénica, las bajas pasiones van a ir articulando lo social, con más muertes,
guerras, y estupideces como negar el cambio climático o privatizar viajes a la Luna.

Para terminar, cito al experto en la perversión, Sir Andre, psicoanalista que dice que: Sade es
un libertino prisionero, no solo por pasar tantos años de su vida en la cárcel y el manicomio,
sino porque fue prisionero de su fantasma.

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