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Primero, lo que sí hace: distingue verdades primeras y derivadas y, aún más, las reduce a una
solo, el principio de no contradicción. Las verdades derivadas, como su nombre lo indica, se
derivan de estas verdades primeras y no son innatas.
¿Cómo nacen las verdades primeras según Aristóteles? Primero, no se deducen de otras
verdades anteriores porque, de ser así, no serían primeras. Además, es necesario que sean
indemostrables: debemos creer en ellas sin demostración alguna. Debemos creer que el
hombre posee una potencia que puede intuir inmediatamente estas verdades. Aristóteles, al
igual que Locke, admitiría que poseemos una facultad capaz de formar estas primeras
nociones. Pero ¿cómo está hecha esta potencia para intuir estas primeras ideas? El
razonamiento de Aristóteles, según Rosmini, no alcanza para explicar el origen de las ideas
primitivas y universalísimas, aquellas ideas que no se pueden deducir de otras ideas precedentes
porque no hay tales: son ellas quienes preceden a las demás. Aquí es donde se presenta el
problema.
Confundimos así dos potencias distintas y le atribuimos al sentido lo que sólo pertenece al
entendimiento. La distinción de Aristóteles entre sentido e intelecto no es suficiente.
¿Cómo puede el entendimiento hacer una abstracción sin tener primero un universal que le
guíe en tal operación?
El universal no es sustancia tal como pretendían los platónicos o como Aristóteles veía a las
Ideas platónicas, por lo tanto, su refutación se basará en esta creencia.
Aristóteles recurre a varias pruebas, de distinto valor y eficacia, para demostrar su tesis (revisar
1038b10-1039ª23) las cuales nos llevan a la siguiente conclusión: si aceptamos que el universal
es sustancia, caemos en graves absurdos lo que nos lleva a la conclusión de que esto es
impensable. Además de los argumentos ad hominem, Aristóteles va estableciendo que el
universal no es sustancia porque no posee los rasgos que se identifican como distintivos de la sustancia, a
saber:
1) Sustancia es lo que no es inherente a otra cosa y por tanto no se predica de otra cosa
(no se dice de un sujeto, ni está en un sujeto; Categorías, 5: 2ª10) constituyendo sólo un
sustrato de inherencia y predicación de los demás modos de ser.
2) Sustancia es el ente capaz de existir separadamente del resto, es decir, de manera
autónoma, en sí y por sí mismo.
3) Sustancia es algo determinado (tode ti); no se trata, entonces, de un atributo universal
ni de un abstracto racional.
4) Caracteriza a la sustancia la unidad intrínseca; no puede tenerse por sustancia un mero
agregado de partes, una multiplicidad no organizada unitariamente.
5) Será sustancia sólo lo que es acto o lo implica esencialmente y no la pura potencia o
potencialidad no actuada (Metafísica, VII)
El universal, que para los platónicos era la sustancia por excelencia, en Aristóteles no comparte
estos rasgos: no se predica de otra cosa ni constituye sujeto de predicación, se predica siempre
de otra cosa; no es algo determinado; no es algo separado; es sólo unidad abstracta; no es acto
sino potencia (en sentido lógico).
COMPLETAR
Aristóteles lo describe como “la parte del alma con la cual el alma conoce y piensa” (De Anima:
III, 4; 429 a9), caracterizándola en términos funcionales. Aunque parece obvio que los
humanos desean saber y entender cosas, Aristóteles asume que está en nuestra naturaleza el
desear conocer y entender (De Anima: II 3, 414b18; III 3, 429a6–8). De este modo, si tener
facultades sensoriales es esencial para ser un animal, tener un intelecto es esencial para ser
hombre.