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De otro lado, el mito posee una rica versatilidad que facilita múltiples maneras de

aproximación. De hecho, el propio Sófocles le da un tratamiento personal y a veces libre. Un


ejemplo de ello es la comparación entre el Filoctetes de su obra homónima y el otro Filoctetes
de la Pequeña Ilíada, además de otros personajes como el papel que otorga a Crisótemis de
su tragedia Electra, a Ismene en su Antígona o al propio Neoptólemo en su Filoctetes.
Otros aspecto importante es el que se refiere al papel de los oráculos y la presencia de los
dioses en sus dramas. Así en Ayante, aunque propiamente no existe un oráculo, el
divino Calcante3 vaticina que el héroe es juguete de la ira y de la burla divina.
Dado que ya solo por este día le persiguiría la cólera de la divina Atenea, según decía en sus palabras
el adivino
Por su parte, en Las Traquinias el oráculo predice la desgracia de Heracles:
¿Sabes, entonces, hijo, que me dejó unos vaticinios dignos de crédito con respecto a esa ciudad
Y más adelante lo reitera la misma Deyanira:4
Tales cosas decía, que estaba decretado por los dioses que pondrían fin a los trabajos de Heracles,
según contaba que la vieja encina que hay en Dodona había anunciado un día por boca de sus palomas
A su vez en Antígona los avisos de Tiresias a Creonte reflejan la desaprobación divina de su
conducta. Afirma Tiresias:
Lo sabrás cuando oigas los signos de mi arte
En todo caso, en esta pieza hay dos oráculos: el que se da en el prólogo5 y el que
conoce Edipo siendo joven según el que será asesino de su padre y marido de su madre, de
acuerdo con el relato de Yocasta:6
Llegó un día un oráculo a Layo -no diré que proveniente del mismo Febo, sino de sus servidores-,
consistente en que a él le alcanzaría el destino de morir a manos de un hijo que habría de nacer de mí y
de él
A su vez, en Electra los oráculos no sirven más que para reafirmar el fuerte carácter y la
decidida voluntad de la protagonista. Por su parte, en Filoctetes no hay propiamente oráculos,
sino más bien una profecía varias veces retomada, según la cual la ciudad de Troya no caería
en poder de los griegos sin el concurso de Filoctetes y/o su arco. Finalmente, en Edipo en
Colono el oráculo que se anuncia5 es luego retomado varias veces:
Fue Febo quien al vaticinarme todas aquellas desgracias me anunció que llegaría este reposo al cabo
de mucho tiempo, ... y me vaticinó también que en ese lugar alcanzaría el infausto final de mi vida...
En general, se puede observar que el papel de los oráculos representa en Sófocles, más que
una fuerza que se sobreponga a la figura del héroe, un poder que requiere y necesita el propio
carácter y personalidad del protagonista, es decir, según Guzmán Guerra, que "el oráculo no
induce al personaje a actuar, sino que es la propia compulsión del héroe a la acción la que da
pleno sentido a la ejecución del oráculo emanado de la divinidad".7 Respecto a la credibilidad
que Sófocles otorga a los oráculos se puede decir que es muy probable que, como tantas
personas religiosas de su época, le diera credibilidad, aunque lo verdaderamente importante
es que la presencia de oráculos en sus obras obedece a razones literarias y dramáticas. No
falta la crítica a los oráculos en los oráculos sofocleos. Así, tres veces habla Edipo en Edipo
rey contra la validez de los oráculos8

Caracteres dramáticos[editar]
Es un tópico entre los estudiosos de la obra de Sófocles afirmar que en buena medida su
teatro es un teatro de caracteres. De hecho, el título de todas las tragedias conservadas
(salvo Las Traquinias) corresponde con el de los protagonistas correspondientes. Cada una de
estas figuras emerge como un auténtico coloso y arquetipo humano.
En el Edipo rey, la figura de Edipo resulta verdaderamente singular. Encarna el problema de la
autoidentificación, que se plantea en los términos dicotómicos del parecer/ser. Edipo desea
conocer la verdad, cueste lo que cueste, y en su búsqueda de la verdad se topará con tres
personajes de su entorno palaciego: Yocasta, su madre y esposa; Creonte, su cuñado, y el
adivino Tiresias. Ante Yocasta, Edipo se autoproclama9 con, quizá, la mejor definición que a lo
largo del tiempo ha conocido nuestro personaje: «Hijo de la Fortuna». Ante el adivino, Edipo
se nos muestra confiado y autosuficiente, ya que por su propia inteligencia ha sido capaz de
adivinar el enigma de la esfinge, y a continuación promete ante sus súbditos, sin otro concurso
que su misma inteligencia, librar a su ciudad de la peste que la asola. Las relaciones
de Edipo y el ciego adivino Tiresias son al principio de respeto, aunque poco a poco se van
cargando de desconfianza y de mutuo recelo, para concluir en una abierta acusación: a ojos
de Edipo el adivino ciego Tiresias ha sido cómplice del crimen:10
Entérate de que a mi juicio participaste realmente en el planteamiento de la empresa, y la cometiste,
solo que no lo mataste con tus manos. Y si pudieras ver, yo diría incluso que la dicha empresa fue solo
obra tuya.

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