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¿Inclusión o integración?

Columna de Tatiana Bacigalupe sobre el derecho a la educación de los niños con necesidades
especiales.

La inclusión busca que la escuela, en conjunto con la familia y la comunidad, influya de manera
positiva en la adaptación del niño en la sociedad, puesto que el tipo de relaciones que se
establezcan en estos entornos inmediatos influirá en sus futuras relaciones sociales.

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Un sin fin de políticas públicas y una reforma que comenzó hace más de 10 años, intentan darle un
nuevo giro a la educación de nuestro país. Se han aumentado los años de escolaridad obligatoria,
se pretende que este aumento incluso llegue a la educación Parvularia, podemos encontrar
nuevos planes y programas para la educación básica y media, en conclusión, estamos viendo la
educación como sinónimo de progreso social.

De esta manera la educación se comienza a ver como un derecho para todos los niños y niñas,
incluso para aquellos niños física o mentalmente impedidos, quienes tienen el derecho (planteado
en los derechos del niño) de recibir tratamientos, cuidados y una educación que responda a sus
necesidades de manera particular. Así nos encontramos con el nacimiento de un nuevo debate: la
integración de niños con necesidades educativas especiales (NEE) al sistema escolar. La nueva
reforma nos abre un nuevo camino para que estos niños se integren en la educación tradicional.
Pero ¿qué es lo que realmente buscamos, ubicarlos en el sistema tradicional o incluirlos al sistema
tradicional?

En los últimos años la palabra integración se ha utilizado para definir una nueva forma de
educación para aquellos niños con NEE. Con el decreto 490 y partir del año 1990, se ha comenzado
a normar la incorporación de niños con discapacidad a aulas tradicionales. Esta nueva mirada de
requerimiento para aquellos niños responde a la actual demanda social de terminar con la
discriminación y segregación de quien es distinto o especial.

Por una parte nos encontramos con una integración que ubica a niños en clases normales, sin un
apoyo profesional diario. También nos podemos encontrar, con centros educativos que ubican a
los niños separados completamente, y solo los unen en situaciones espaciales como: recreos,
actividades extracurriculares, etc. Sin embargo, cuando buscamos definir la palabra integración,
nos damos cuenta (según La Real Academia de la Lengua Española) que integrar significa que “algo
o alguien pase a ser parte de un todo” (RAE, 2001). Pero ¿Qué sucede cuando ese todo no tiene
relación alguna con ese alguien o algo?

Ahora bien, en el plano actual y nacional de la educación de niños con necesidades especiales, nos
damos cuenta de que estos pasan a formar parte de un currículum o programa educativo
tradicional, teniendo que ser ellos quienes se adapten a su nueva realidad. Lo más preocupante de
esta visión es que la educación en sí, vale decir, el proceso de enseñanza y aprendizaje, no está
siendo significativo para ellos, porque la educación no está enfocada en ellos, sino en otros.

Hoy en día sabemos que las personas con discapacidad son continuamente segregadas de nuestra
sociedad, si bien poco a poco han podido integrarse, los seguimos etiquetando como distintos.
Hemos crecido en infraestructura, pero en real inserción social, estamos muy lejos de lograr que
se incluyan en la sociedad. Es por este motivo que la idea de integración no suena tan lejana, sino
que más bien, se transforma en una forma de inserción social.

Ahora bien, es necesario darnos cuenta de que, al integrar de la manera que hoy se está llevando a
cabo en nuestro país, se está perdiendo uno de los principios educativos para una educación de
calidad más importantes: el estudiante no es el que se debe adaptar a la escuela, sino que la
escuela debe adaptarse a los estudiantes. Con esto también se quiere decir que la escuela debe
velar por la individualidad del niño, adaptando sus planes y programas a las múltiples necesidades
que pudiesen generar sus alumnos. Por ejemplo si llevamos esto al plano de la educación
parvularia nos damos cuenta que uno de sus principios pedagógicos propone que “Cada niña y
niño, independientemente de la etapa de vida y del nivel de desarrollo en que se encuentre, es un
ser único con características, necesidades, intereses y fortalezas que se deben conocer, respetar y
considerar efectivamente en toda situación de aprendizaje. Igualmente, se debe tener en cuenta
que la singularidad implica que cada niño aprende con estilos y ritmos de aprendizaje propios”
(Ministerio de Eduación, 2001).

Es así como se plantea una nueva visión, no sólo de la integración de niños con NEE, sino que
además, se plantea una nueva visión de la individualidad de TODOS los niños y niñas que debemos
educar. Debemos velar por la esencia de que cada niño tiene un algo especial, que lo hace
diferente del resto, y es por este motivo que no es él quien se debe integrar a un todo, sino que es
ese todo el que debe ser flexible y velar por los intereses y necesidades de cada ser que forme
parte de él.

Como se dijo anteriormente, esta nueva forma de mirar la educación, o más específicamente de
mirar a los estudiantes, nos da una nueva manera de enfocar la integración. Es preciso que se
destaque que ya no sólo buscaremos ubicar a los niños con necesidades educativas especiales en
colegios tradicionales, sino que además buscaremos que su ubicación forme parte de un proceso
de enseñanza/aprendizaje que sea significativo para ellos.

Por consiguiente hoy en día el término integración ha ido tomando una nueva mirada.
Actualmente se busca una inclusión de los niños con necesidades especiales. La inclusión según
Stainback (1999) significa acoger a todos los ciudadanos con los brazos abiertos, en las escuelas y
comunidades. Este nuevo término permite que hablemos de incluir a los niños en la sociedad, de
que sean las escuelas quienes se adapten a ellos, donde lo niños no sean segregados ni
etiquetados. Entonces, ¿tendrán un nuevo trato en la sociedad?

La inclusión busca que la escuela, en conjunto con la familia y la comunidad, influya de manera
positiva en la adaptación del niño en la sociedad, puesto que el tipo de relaciones que se
establezcan en estos entornos inmediatos influirán en sus futuras relaciones sociales. De esta
manera los niños, desde pequeños, se sentirán parte de su medio, adaptados, integrados y por
sobre todo incluidos. No serán niños etiquetados y apuntados por ser diferentes, sino que
comprenderemos que tienen algo especial, así como todos los demás.

Es así como la dicotomía de los términos inclusión e integración llega a un punto donde el debate
de ¿Qué es lo mejor para los niños con necesidades especiales?, comienza a tener sentido.
Integrar busca ubicar a aquellos niños que de alguna manera estaban siendo excluidos de nuestra
sociedad en escuelas especiales. En cambio, la inclusión busca incluir a los niños en un trabajo que
involucre a toda la comunidad, donde el trabajo de adaptación más fuerte, debe recaer en los
profesionales a cargo, ya que son ellos quienes tienen que ser capaces de adaptar los currículum y
planes educativos.

Muchas veces el tema de la integración ha traído conflictos entre las escuelas tradicionales y
especiales, se habla de la poca capacitación del profesorado de las escuelas tradicionales, de la
poca preparación para recibirlos y, por qué no decirlo, del rechazo que existe en muchas escuelas
por incluir a estos niños. Estamos concientes de que por mucho tiempo las escuelas especiales han
entregado la educación necesaria y significativa que los niños con necesidades educativas
especiales requieren, pero es necesario que comprendan que la nueva mirada de la inclusión y el
dejar atrás la mera ubicación de los niños, es un beneficio real para ellos, donde, a partir de sus
entornos más cercanos, vivenciarán relaciones sociales de calidad con el otro.

Lo importante de esto es darnos cuenta que cada niño, independiente de su condición física o
cognitiva necesita este trato especial, y que la discapacidad no debe ser la razón para darnos
cuenta, que todo niño tiene derecho a ser tratado como un ser único e irrepetible, y que por ende,
tiene necesidades especiales sólo por el hecho de ser persona.

Cada uno de los debates que se generan en torno a la Educación nos permite situarnos en el
camino hacia la calidad y, por consiguiente, darnos cuenta que no basta con tener a los niños en el
colegio, sino que debemos lograr que además, participen de procesos de enseñanza-aprendizaje
significativos.

Debatir sobre estos temas es darnos cuenta que no es sólo un problema del Ministerio de
Educación, sino que de toda la comunidad, de toda la sociedad. Todos y cada uno de nosotros
tenemos que velar por que la educación sea de calidad y sea para TODOS, para lo cual es necesario
que abramos nuestros ojos y nos demos cuenta de lo que realmente está sucediendo. De esta
manera debatir o simplemente conversar sobre temas, como por ejemplo la integración, se vuelve
significativo no solo para los profesionales de la educación, sino para todos los miembros de la
sociedad. Debemos tomar conciencia de que la comunidad donde estamos inmersos es una
realidad social que no solo me influye, sino que yo, como persona, influyo en ella y en todos los
miembros que la componen. Tomemos conciencia, seamos capaces de generar cambios
significativos, comprendamos que no podemos vivir sin pensar en los demás, sin involucrarnos en
lo que sucede a nuestro alrededor. Y por último démosle a la educación el lugar que se merece.
Los niños son el futuro de la nación, ellos tienen sus derechos y somos nosotros, los adultos,
quienes debemos velar por ellos. Cuidemos nuestro tesoro: “La Educación, es Nuestra Riqueza”
(eslogan del Ministerio de Educación).

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