Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Así es que los tres se acostaron en la cama del Cochinito. "¡Qué bien", pensó la Sapo.
"Ahora no puede pasarnos nada."
Pero no conseguían conciliar el sueño porque se quedaron escuchando los misteriosos
rumores del bosque... ¡Y hasta el Cochinito los oyó!
Por suerte, se consolaron unos a otros. Repitieron en voz alta que no tenían miedo y nada
los asustaba y, al cabo de un rato, se durmieron de cansancio.
A la mañana siguiente, Liebre fue a visitar a Sapo. La puerta de la casa estaba abierta de par
en par, pero no se veía a Sapo por ninguna parte.
"¡Qué raro", pensó Liebre. La casa de Pata también estaba vacía,
—¡Pata. Pata! ¿Dónde estás? —llamó Liebre.
Pero nadie contestaba y empezó a preocuparse de que hubiera sucedido algo malo.
Todos se quedaron callados, pensando en el miedo que habían tenido por la noche. De
pronto, todos se echaron a reír.
—¡Pero, qué cosas dices, Liebre! —exclamó Sapo—. No hay nada que temer, nosotros
siempre estamos aquí.
-Max Velthuijs