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Indice de contenidos
¡Encantado de conocerte!
Antes de nada las presentaciones.
Capítulo 1. Emociones... hasta en la sopa
• ¿Sentimos todos lo mismo ante la misma cosa?
• Las 4 fases de todas las decisiones. Cirugía de una decisión.
• Conclusiones y problemas más frecuentes
Capítulo 2. Los nombres de las emociones. ¿Cómo se llama cómo estás?
• ¿Cómo te sientes ahora?
• ¿Qué no es una emoción?
• Conclusiones y problemas más frecuentes
Capítulo 3. De dónde vienen las emociones ¿Por qué tengo emociones?
• Lo que se pensaba y lo que se empieza a pensar
• La dependencia emocional
• Conclusiones y problemas más frecuentes
Capítulo 4. Emociones al ataque: claves para el reconocimiento emocional
• La metáfora del ordenador: qué es el inconsciente
• Seis emociones para empezar
• Emociones, una a una
o La ansiedad o La tristeza o El
miedoo La rabia o El
aburrimiento o La culpa
• Conclusiones y problemas más frecuentes
Capítulo 5. Socorro... me hacen la vida imposible... ¿Por qué nos enganchamos con quien nos
enganchamos?
• ¡Despierta!, nadie te quiere fastidiar...
• Vivimos a la defensiva... Llegó el momento de presentarte al Ego
• ¿Cómo funciona el ego?
• ¿De qué está “rellena” la personalidad o ego de las personas?
• Otros secretos de cómo funciona el ego
• Secreto 1: ¿qué es la proyección?
• Secreto 2: los sistemas de defensa
• Conclusiones y problemas más frecuentes
Capítulo 6. Las emociones a través de la sombra
• ¿Qué personas “nos sacan de quicio”?
• ¿Por qué tenemos sombra?
• Conclusiones y problemas más frecuentes
Capítulo 7. No me aguanto más... Estoy desmotivado. Cómo funcionan la
motivación y la “desmotivación”
• Principios básicos de la motivación
• Las emociones que no hacemos conscientes nos alejan de n alto nivel de motivación
• ¿Te sientes víctima o responsable de lo que te sucede?
• La responsabilidad, clave de la automotivación
• Conclusiones y problemas más frecuentes
Capítulo 8. ¡Quiéreme, por favor! La adicción a la aprobación
• El círculo vicioso de las emociones. Cuando las emociones llegan a enfermar
• Las diez creencias que nos mantienen dependientes de los demás
• Creencias de la persona emocionalmente autónoma. Claves básicas de la
autonomía emocional
• Concepto de salud emocional
• Conclusiones y problemas más frecuentes
Capítulo 9. Resumen del programa de entrenamiento. Los 4 pasos para desarrollar la
autonomía emocional
Bibliografía
¡Encantado de conocerte!
Tras 20 años dedicado a apoyar procesos emocionales en empresas, familias, centros
educativos, parejas... el impacto de la inteligencia emocional no ha hecho sino empezar.
Cuando hace veinticinco años ya Daniel Goleman publicó su archi-conocida obra Inteligencia
Emocional, sentí que mi vida tenía mucho que ver con este universo. Aquellas palabras de
Goleman me hicieron cambiar de rumbo. Hasta la fecha me dedicaba a cantar. Cantaba en
musicales, en antologías de la zarzuela, en coros de teatros de ópera. Vivía (sin darme cuenta) en la
imagen del cantante y no cantaba desde algo esencial y profundo dentro de mí. Era más bien un
ejercicio compulsivo de necesidad de ser visto, de darme importancia, de destacar por encima de
otros. y no tanto de un canto libre y creativo. Curiosamente, el hecho artístico (tan supuestamente
asociado al culmen de la expresión personal y que muchos asumen cuando abandonan trabajos que
ya no les gustan) se convirtió para mí en una esclavitud que arrastraba desde años. Y era justo de lo
que habría de liberarme más tarde para ser y hacer lo que soy y hago ahora. El dedicarme a las
emociones fue mi despertar particular. Y desde entonces continúo investigando, compartiendo y
creando en este universo del corazón que no es sino mi manera de estar en el mundo.
Cambié partituras por libros y escenarios de teatros por comités directivos y cursos de
formación. Cambiaron las formas y sucedió que me sometí a todo tipo de terapias, cursos,
seminarios, libros. necesitaba sentirme, conocerme, saberme. Y desde entonces no he dejado de
compartir profesionalmente lo que voy aprendiendo. Por lo tanto, si me preguntas a qué me dedico
puedo decirte que a la integración de los seres humanos. Integrar quiere decir que mis intenciones
y mis sentimientos vayan a una, en un contexto social en el que la incongruencia y las auto-
mentiras se han normalizado.
Me doy cuenta de que los mal llamados “trastornos emocionales” tienen un denominador
común: la falta de congruencia personal o lo que es lo mismo, creer que podemos vivir fuera de
nosotros, sin hacer caso a lo que sentimos. De tal manera que este libro que ahora tienes en tus
manos te cuenta que en realidad, lo que sientes, tus emociones, no son setas que salen en el bosque
de manera espontánea, sino que te cuentan cosas, que tienen que ver contigo, que te están
susurrando tus siguientes pasos. En el fondo, este libro habla de que el “malestar emocional” es un
acto de traición a tu conciencia. Y te da herramientas para recuperar la integración personal.
Se trata de un viaje de regreso, no es de ida. Inteligencia emocional para todos es una manera de
volver al sentido común que vive dentro de ti.
Ojalá que lo disfrutes tanto como lo hice al escribirlo. Fue hace ya 13 años.Este librose publicó,
se reeditó, luego se descatalogó y ahora volvemos a lanzarlo.
Emociones....hasta en la sopa
Objetivos del capítulo
• Reconocer que todas las situaciones de la vida involucran emociones
• Valorar que cada persona puede sentir cosas diferentes ante un mismo hecho
• Distinguir las fases que toda decisión implica
En la calle alguien te pide una moneda acercándose excesivamente a ti. Le dices que no llevas
nada pero la persona insiste y llega un punto en que no sabes qué hacer.
Miras las calificaciones de los exámenes y, ante un examen que pensabas que esperabas
suspender, te encuentras el título que dice “Aprobado”.
Media hora antes de la cita te llama con quien te habías citado esa noche para salir y te dice
que va a ser imposible quedar, que lo siente mucho pero que está cansado.
Vas a comprar el periódico pero en el kiosco no queda el que quieres. El vendedor te dice que
te lleves otro distinto.
En un momento en el que estás sin un duro metes la tarjeta en el cajero y te das cuenta de que
se te ha hecho un ingreso que no te esperabas.
Esperas a alguien hace media hora y, al llamarte al móvil, te dice que no va a llegar, que está
en un atasco lejos del lugar de la cita.
Al pasar por la carretera observas cómo un coche a toda velocidad atropella a un gato que, en
ese momento, intentaba cruzar.
Miras insistentemente a la persona que te gusta pero él o ella no cruza ninguna mirada
contigo.
En el día de tu cumpleaños recibes la llamada de una vieja amiga que hacía años que no
sabías nada de ella.
No hay cosa, no hay persona con la que te relaciones, no hay situación de la vida de cada día
que no lleve alguna emoción incorporada. Los hechos, las circunstancias, las relaciones con otros,
no son asépticos, no están vacíos de nuestro deseo, de lo que queremos que ocurra, de las
expectativas que depositamos en que suceda lo que queremos. Las emociones son como la huella
que pones a lo que ocurre, son las marcas vivas de que tú estás allí.
Las emociones son la firma de que eres tú quien está en una situación. Son la confirmación de
que existes y padeces, de que estás haciendo tuya la situación, de que eres el protagonista de tu
vida.
Las emociones nos anclan en la realidad. Sea agradable o desagradable una emoción que
sientes te está diciendo que lo que sucede ahí fuera no te deja indiferente, que lo que está pasando
tiene que ver contigo, te importa por lo que sea y en alguna medida.
¿Hay situaciones en las que no hay emociones? Podría responderse a primera vista que sí pero
permíteme llamarte la atención sobre el papel invisible y determinante de las emociones en los
aparentemente intrascendentes hechos de la vida. Por lo tanto, responder a la pregunta anterior
(¿hay situaciones en las que no hay emociones?) sería lo mismo que pensar que existen situaciones
en donde pasas desapercibido/a para ti mismo/a.. ¿Existen estas situaciones?. Mi hipótesis es que
no. Veamos.
Repasemos la primera hora de un lunes cotidiano de la vida de Sandra, a primera vista
intrascendente (está redactado en primera persona para que tú también deduzcas tus emociones en
cada uno de los momentos que se señalan):
Me levanto a las siete porque suena el despertador
Me voy a la ducha
Me preparo o tomo un café
Desayuno
Me visto
Cojo mis cosas
Salgo de casa
¿Hay emociones en todo este proceso? Por supuesto: desde que Sandra abrió los ojos, como tú
por la mañana, ya empezó a sentirse de una manera u otra: si durmió poco, mucho; si le duele algo,
si le apetece levantarse o no; mentalmente pudo repasar lo que le tocaba hacer, si es difícil,
comprometido, divertido o imprescindible... Y en la ducha... la prisa, la tranquilidad, el agua
demasiado fría o caliente,... Ya estás aquí Sandra, viva, presente, eres tú... ¿Y sabes en qué se
nota? En que sientes, sufres, te enervas, te alegras, te exasperas, estás tranquilo/a, te encolerizas, te
asustas o entristeces... Por lo tanto no existen situaciones sin emociones. Siempre te sientes de
alguna manera, en positivo, en negativo, en neutro si quieres... Pero tu nivel de involucración, tu
implicación en lo que haces viene marcado por lo que sientes.
Todas las situaciones involucran emociones. La cuestión es ser sensible a ellas.
Por lo tanto no hay hechos sin relevancia en la vida desde un punto de vista emocional. Otra
cosa es que tú no le des importancia, no lo valores como tal y quieras que pase lo más rápido
posible porque la situación sea desagradable o no te encuentres muy bien. Pero si vives, sientes.
Sólo que, como veremos más adelante, es tu mente la que quita o da importancia a lo que sientes.
La emoción te da los buenos días y te recuerda que eres tú quien firma cada una de las cosas
que haces. Tu sello, tu marca, el signo personal de tu vida está en lo que sientes. Es más, nada es
igual si tú no estás. O más bien que todo gira en torno a tu emoción. Que la manera en que sientes
determina cómo actúas en cada situación. Hay algo dentro de ti que te dice que estás despierto (o
dormido), participando de cada momento (sea en positivo o en negativo). Son las emociones...
1 Goleman es el autor del libro Inteligencia Emocional, la persona que considero introduce este concepto tal y como lo
conocemos hoy día.
2 Está publicado en la editorial Península
No te pases películas: La verdadera intención no la marca lo que dices con la boca
sino lo que sientes.
Lo que Sara siente no es “bien” pero dice “bien”. Quizás se sentía rabiosa por lo que ella
interpretaba una traición de amigos. Su verdadera intención es distanciarse pero no lo dice.
Aprender a reconocer y nombrar sus emociones puede ayudarla a ser más auténtica y efectiva, y
así empezar a conseguir más lo que quiere.
Tomando nuevamente como referencia el caso del ascensor, en el que nuestro personaje
Enrique se vio implicado, vamos a añadir a cada una de las fases señaladas la posible emoción que
Enrique sintió en cada una de ellas.
Para ello primero necesitamos recuperar nombres de posibles emociones que te propongo
extraigamos de tu propia experiencia. Para extender e ilustrar nombres de emociones en un sentido
más amplio te propongo la siguiente guía (que no es exhaustiva) pero sí puede darte algunas ideas.
Entre tus propias palabras y las que aquí te sugiero podemos empezar a nombrar lo que sientes:
El cuadro de la página siguiente está dividido en una serie de subcuadros. Se han estructurado
cinco grandes grupos de emociones y dos grupos centrales: los celos y la envidia -que son mezcla
de las emociones primarias de los cinco grupos- y la culpa que es, como veremos, la madre de las
emociones. Sirva ahora el cuadro para el objetivo básico de este capítulo: nombrar emociones.
□ ¿Cómo te sientes ahora?
Apático Satisfecho
Encantado
Aburrido Entretenido
Escéptico Eufórico
Alegre
Mi Tu percepción
percepción
2. DEFINICIÓN
Ansiedad-
Enrique se define volviendo a saludar al vecino y queriendo Rabia
provocar el saludo del mismo
3. ELECCIÓN
Enrique decide retirar el saludo Rabia
4. CONSECUENCIAS Culpa-
Cuando el vecino saluda a Enrique éste decide no Saludarlo Ansiedad
Quede de manifiesto, por lo tanto, que en cada fase de una decisión cualquiera las
emociones siempre están a la orden del día y que en el proceso de ser emocionalmente
inteligentes es recomendable reconocer estas emociones, que ahí están y marcan nuestras
verdaderas intenciones.
1. COMUNICACIÓN ¿Te
comunicaste o no? ¿Cómo lo hiciste?
□ Conclusiones
1. Hagas lo que hagas la emoción te cuenta lo que realmente sientes y quieres.
2. La verdadera intención no la marca lo que dices con la boca sino lo que sientes.
3. Decir “estoy bien o mal” es no decir nada.
4. Nombrar emociones (para mí mismo primero, como ejercicio personal) es la primera fase de
este entrenamiento emocional.
5. No es lo mismo una emoción que una expresión mental.
6. Máxima debilidad = máxima fortaleza.
7. Muéstrate al mundo tal y como eres.
□ Conclusiones
1. La causa de una emoción es lo que he pensado. Si te sentimos de alguna manera es que hemos
pensado algo.
2. A veces esos pensamientos pasan desapercibidos -se llaman pensamientos automáticos- pero,
si sentimos, es que algo hemos pensado sin darnos cuenta.
3. Ser autónomo emocionalmente no consiste en cambiar de ciudad, de país, en cambiar de techo
(acciones físicas). Suele suceder que, cuando cambiamos sólo físicamente, el problema
emocional sigue con nosotros.
4. La auténtica autonomía no es cuestión de cambios externos -físicos-, de mirarse al espejo para
autoafirmar lo independientes que somos, sino que es mental. Si hay personas a nuestro
alrededor, estupendo, pero, si no las hay, podemos desarrollar la capacidad de autoabastecernos
a nosotros mismos.
5. Es la necesidad la que da la clave de la dependencia emocional y la voluntad o deseo de
estar con alguien la clave de la autonomía.
6. No tengamos miedo a la hora de reconocer lo dependiente que somos en las pequeñas
cosas de la vida. Ello es necesario para ir consiguiendo dosis progresivas de autonomía.
El primer ejercicio que te propongo realizar es responder a la prueba situacional que viene a
continuación. Como verás cada emoción viene subrayada y existen una serie de preguntas debajo
de cada una de ellas.
Las preguntas tienden a representar situaciones (con otras personas o estando tú solo/a) en las
que, a nivel general, muchas personas sienten la emoción a la que pertenece la pregunta. Observa
que no hay ni buenas ni malas respuestas sino que lo importante es irte familiarizando con las
situaciones que tienden a provocar en ti la aparición de una u otra.
3 Apego quiere decir aferrarse a lo que fue, en el pasado, de una manera y no poder soportar que cambie ahora
4 Ejercicio extraído del libro de Filliozat, E. El corazón tiene sus razones. Ed. Urano
Acto
Observa que lo que le hace sentir culpable a Carlos es querer mantener a toda costa esa
imagen de la izquierda (ilusión de ser todopoderoso) que está dentro de su cabeza. Ello le
martiriza y él siente que, aunque sea falsamente, la ha de disimular. Y prefiere el disimulo a
reconocer que necesita ayuda en esa parte de su trabajo. Lo emocionalmente inteligente sería
romper esa imagen, pedir ayuda, reconocer que esa parte del trabajo no la domina, que necesita
apoyo y que no controla este proceso, lo cual no quiere decir que se vayan a tomar represalias
contra él. Toda la maquinación y el miedo son frutos de su imaginación (de su inseguridad y su
orgullo). Carlos necesita reconciliarse (“hacerse amigo”) de su realidad (columna de la derecha),
□ Conclusiones
1. Las emociones básicas son las más frecuentes. Hemos propuesto cinco (ansiedad, tristeza,
miedo, rabia y aburrimiento) además de la culpa.
2. Considero la culpa la madre de las emociones porque suele estar en la base de las demás.
3. En el proceso emocional he distinguido dos aspectos: el estímulo desencadenante de la
emoción (personas o situaciones) y la verdadera causa emocional (nuestros estados mentales
inconscientes). Cada emoción tiene un estado mental diferenciador que se puede aprender
practicando y observando el comportamiento propio.
4. Hay situaciones específicas que facilitan la aparición de las mismas emociones, si bien cada
persona es un mundo y el trabajo emocionalmente inteligente consiste en detectar los propios
estados mentales.
5. Cada emoción se expresa en un código determinado .De ahí que lo que te propongo sea
descubrir el mensaje oculto tras la misma. No desperdicies la información que nos brinda.
Descartar la información de una emoción es evitar asumir la propia responsabilidad.
Problema
Yo tendré mi parte de responsabilidad pero el otro también puede querer imponerse
Posible afrontamiento
¿Y qué más da que el otro quiera imponerse? El problema sigue siendo que a ti te produce una
emoción negativa que quiera hacerlo. Si no hubiera estados mentales tuyos en juego las acciones
del otro no te importarían nada. El secreto está en empezar a ver que nuestro modelo de vida es de
dependencia: siento que el otro es la causa de mi sufrimiento.
No pretendas eludir la responsabilidad en tu emoción. Cuando no lo hacemos la consecuencia
es que nos pasamos la existencia pidiendo permiso a los demás para permitirnos ser nosotros
mismos. Si asumes tu emoción como propia -y el estado mental que la causa- tendrás más
posibilidades de resolver conflictos por tí mismo, sin depender de otras personas para ello.
Las frases subrayadas: “está inaguantable”, “lo sabe todo”, “está tan colado”, “me atacó”,
¿percibes que son reales o fabricaciones de Jose? Mi punto de vista es que Jose atribuye a Enrique
todo eso porque se siente absolutamente inseguro, desprotegido y falto de recursos para salir
adelante. ¿De dónde se saca Jose que Enrique está inaguantable? Quizás de que no puede soportar
no tener la razón y lo traslada a Enrique; ¿Tú has visto en algún momento que Enrique lo “sepa
todo”?... Pero si Enrique no ha parado de hacerle preguntas... Sólo que, al final, cuando éste le dice
que sigue celoso, ahí es donde Jose ha perdido el pie y no ha podido soportar que era verdad lo de
los celos; lo ha rechazado de su conciencia (se lo ha negado) y entonces ve a Enrique sabelotodo
cuando es él quien lo sabe pero no se lo reconoce.
Por último, cuando dice Jose que Enrique “lo atacó”... ¿de dónde se lo saca?, ¿percibes tú que
Enrique ataca a Jose?. Mi hipótesis es que ello vuelve a ser el rebote inconsciente de Jose sobre
Enrique porque no puede soportar la verdad del cuento: que sigue enamorado de Sandra y no se lo
quiere reconocer ante Enrique (probablemente porque se siente perdedor y a Enrique ganador de
estar con Sandra).
Hagamos un experimento. ¿Qué hubiese sido lo emocionalmente inteligente en este caso?. En
la página siguiente tienes el diálogo anterior entre Enrique y Jose en dos versiones: la que
acabamos de leer y la emocionalmente inteligente (reveladora de las
intenciones de Jose a partir de ser honesto con sus emociones). Veamos el auténtico camino de
la autonomía emocional.
JOSE: ¿Celoso yo? ¡Venga, hombre, que eres tú JOSE: Supongo que mis celos aún me llevan a
rivalizar contigo y, ¿sabes qué?... En el fondo lo que no
5 Y aunque te parezca mentira hay gente que puede sentirse culpable de todo eso y otras cosas tales como ser hombre o
mujer, tener los ojos de color oscuro o ser alto/a. La culpa es tremendamente despiadada.
atacamos a quienes sentimos que nos ataca con el objetivo de proteger nuestra identidad. Y
decimos entonces: “mi jefe me va a oír”, “ese hombre se va a enterar de con quien habla”, “yo no
me dejo que me pisen”, “es la última vez que me pone la pata encima”... ¿Observas? Todo el rato
el objetivo de una parte dentro de nosotros (que llamaré EGO a partir de ahora) es la de ajustar
cuentas atacando a otros. Pero... ¿es necesario atacar?
Un caso de no ataque ¿Santos o
emocionalmente inteligentes?
Tres días más tarde del arrebato de celos de Jose éste se cita a solas con Sandra:
JOSE: Quiero decirte que te has equivocado en tu elección con Enrique SANDRA:
¿Qué quieres decir?
JOSE: Que estás ciega, eres tonta y te lo vas a pasar muy mal con ese inmaduro
SANDRA: ¿Qué tal si tengo la experiencia y luego hablamos?
JOSE: Necesitas romperte la cara para aprender, ¿no?
SANDRA: Digamos que no estoy convencida de lo que dices...
JOSE: Tiene razón Sara... Eres tan testaruda y tan hipócrita que no hay manera de hacerte
entrar en razón.
SANDRA: Me gusta estar con Enrique, nada más...
JOSE: Encima rechazas mi ayuda... ¿sabes lo que te digo? Que te des de golpes en las paredes
hasta que te enteres de que no te conviene... Ya vendrás llorando a los amigos... SANDRA: Ojalá
pueda contar contigo si fuera así...
La primera vez que alguien leyó este caso me dijo: Pero esta Sandra ¿es una santa, no?. ¿Cómo
es que no le afecta nada?... Fíjate qué comentario tan curioso: no atacar se interpreta como
santidad de lo acostumbrados que estamos a estar a la defensiva, al acecho y a un paso de saltar
para degollar al adversario...
¿Crees que Sandra llamará luego, desesperada, a Enrique para decirle que se ha sentido
insultada y maltratada por Jose, que es un cretino al que no merece la pena llamarle amigo?
¿Cómo te hubieses sentido tú ante las palabras de Jose? ¿Y cómo te sueles sentir ante unas
palabras similares que pronuncie alguien que para ti sea importante?. Estas preguntas ponen
realmente a prueba tu autonomía emocional porque revelan tus tendencias a defenderte o no.
S Jose es frágil cuando ataca y se defiende... Sandra es fuerte porque no ataca.
¿Se defiende Sandra? No, ¿por qué? ¿Porque no tiene sangre en las venas, porque es insensible,
porque es imbécil?... Nada más lejos de la realidad; sencillamente Sandra no siente la necesidad de
defenderse porque no se ha sentido atacada (a pesar de algunos aparentes insultos y aparentes
“provocaciones” de Jose). Si quieres ver oportunidades para la provocación tienes el mundo a tus
pies: quien no te mira como tú deseas, quien no te saluda cuando tú lo haces y esperas lo mismo,
quien no te sonríe si te encuentras en un día triste, quien te deja el cambio tirado en cualquier lugar
que no esperas porque ese día tú estás necesitado/a de buenas palabras... Pero llama a las cosas por
su nombre: percibes que te provocan porque te dejas provocar (aunque realmente nadie te ha
provocado). ¿Has escuchado alguna vez el refrán “Quien se pica, ajos come”?, pues aquí lo tienes.
La causa de que se me pueda provocar es que soy tan susceptible, tan egocéntrico y tan consentido
que no se me puede decir nada. Soy como una figura de cerámica, que se me puede ver pero no
tocar, porque si me tocan... me rompo. Soy tan frágil...
Y como ya hemos hablado del ego ahora quiero presentarte al SER. El ser es esa otra parte
dentro de nosotros que representa (siguiendo la metáfora) nuestra esencia más profunda. El ser es
la conciencia en potencia, el yo,... lo que soy y voy descubriendo de mí mismo. Pero atención
porque el ser no es “lo bueno” y el ego “lo malo” sino que el ser, para mí, representa la totalidad
(de mis rasgos o estados mentales no reconocidos todavía y de mis cualidades, de mis
potencialidades, mis deseos y mi entrega en la vida). Lo que ocurre es que, como tenemos una
visión moralista (juzgamos como negativo todo lo que concierne a los estados mentales del
capítulo 4) y queremos ser reconocidos y nos identificamos sólo con lo que llamamos “bueno”, a
causa de la educación judeocristiana
que hemos recibido, entonces entender que el ser pueda serlo todo (lo aparentemente positivo y lo
aparentemente negativo) es algo que no suele entrar en la cabeza a la primera.
S Tú no eres bueno ni malo por lo que haces ni por lo que dejes de hacer,
necesitas desprogramar tu cerebro, limpiar tu disco duro del juicio moral.
Recuerda de cara a hacer este trabajo de autonomía emocional: tú no eres bueno ni malo por lo
que haces ni por lo que dejes de hacer, necesitas desprogramar tu cerebro, limpiar tu disco duro del
juicio moral. Lo que haces o dejas de hacer tiene unas consecuencias. Esto es lo importante de ir
comprendiendo, que en lo que puedes fijarte es en las consecuencias que se producen a tu
alrededor a partir de tus conductas, actitudes y reacciones emocionales. La emoción, dentro de ti,
que te hace sentir que eres bueno o malo haciendo algo o dejando de hacerlo se llama CULPA.
Cada vez que te empeñas en juzgar el orgullo como negativo y la paz como positiva te estás
haciendo un lío y tu ego gana la batalla. No juzgues, aprende de ti, aprende de tus reacciones y las
cosas empezarán a ser de otra manera. Sé que puede resultar difícil pero es un buen comienzo.
Rabia Ataque
P e rs-o na s C Tristeza Huída
o s a s* Angustia Retirada
Percepción Depresión Detenerse
(Estrecho) distorsionada Miedo Pararse
Cuadro 5.3 La causa de las emociones que no deseamos es un filtro mental estrecho6
6
Este esquema lo he extraído y ampliado del libro de Annie Marquier. El poder de elegir. Ed. Luciérnaga
• Cuando es ancha de miras la percepción tiene más posibilidades de equivaler a lo que es real. Las
emociones son de corte positivo y las acciones más responsables.
La clave, por lo tanto, para una percepción más adecuada a la realidad es ampliar el propio
filtro mental de la personalidad.
Las personas, desde este punto de vista, nos diferenciamos unas de otras por la amplitud o
estrechez de miras, por nuestra estructura mental. La estructura mental da lugar a todo lo demás:
cómo percibimos, cómo nos sentimos y cómo, en consecuencia, reaccionamos o actuamos a favor
o no de nuestros objetivos.
O sea que sentimos que los demás nos irritan cuando no vemos más allá de nuestras narices
(filtro mental estrecho) y percibimos que todo va bien cuando nos paramos a pensar que el otro
tiene sus razones -filtro mental amplio-, razones que son propias, no las mías y que, cuando se
comporta de manera diferente a cómo yo espero es porque ve el mundo de manera distinta a la
mía, y no porque me quiera hacer la vida imposible.
Un caso de amplitud de miras Los filtros mentales de Jose y Sara,
¿anchos o estrechos?
Jose, que se ha enterado de que Sara no ha aprobado ni una, quiere, a toda costa, que ésta se
sienta bien. La ve rara, inquieta, como a punto de cometer alguna locura, de ahí que se desviva en
detalles (llamadas, regalos, salidas...) porque quisiera verla contenta de la manera que sea...
Hasta que cierto día en que Jose la invita a cenar...
SARA: ¡Vayaporquería de salsa!...
JOSE: ¿No te gusta?
SARA: Puahhhh. Me parece la cosa más horripilante del mundo
JOSE: ¿Quieres cambiar de plato?... (algo inquieto)
SARA: Por supuesto.. ¡Camarero!...
(Le cambian el plato)
SARA: (Comiendo un trozo de carne) Y ahora esto está más duro que...
JOSE: (incómodo y molesto) ¡Vaya Sara, no se acierta hoy contigo!...
SARA: ¿Quieres probar la maravilla de las carnes tiernas de este país?... Pues toma (y le pone
un trozo en el plato de Jose con la mala suerte que le salpica de aceite en la camisa de éste)
JOSE: (ciego de rabia) ¡Mira dónde pones las cosas, ingrata!
SARA: ¿Y ahora qué te pasa a ti, rey del mambo? No me grites que no está el horno para
bollos...
JOSE: Eso digo yo, que no hay manera de que estés contenta y además ni lo agradeces...
SARA: Mira el señor agradecido... ¿Pero te has mirado al espejo con esa cara de rabioso
empedernido?
JOSE: Rabiosa lo serás tú, que pareces un perro herido, siempre defendiéndote...
SARA: Jose, si me dices más cosas creo que me voy a ir...
Menos mal que Sara, en su última frase, se acerca a lo emocionalmente inteligente aunque sea
de lejos... Cuando sientas que no puedes en una situación inicia una retirada honrosa antes de
entrar en una guerra sin sentido (aunque, a veces, si eres consciente de que puedes sobrevivir al
conflicto, vale la pena abordarlo. Suele ser un medio de llegar a la paz).
Pero quiero que nos detengamos en el proceso de Jose, que es quien tenía la intención de que
Sara se encontrara bien. Parece lo más normal del mundo: en la pareja, entre amigos que dicen que
se quieren, los padres con los hijos y los hijos con los padres... si alguna de estas personas se
encuentra en un mal momento o sufre y nosotros estamos cerca, quizás tenemos ganas de ayudarle
para que esté bien, de que lo supere, de que vaya a mejor.
Hasta aquí todo parece la cosa más natural del mundo si no fuera porque no hemos sido
sinceros del todo con nosotros mismos. El ego ha escondido una pieza que falta en este
Socorro. me hacen la vida imposible.
Inteligencia emocional para todos
rompecabezas y esta es una de las cosas que, el caso anterior, pone de manifiesto: en realidad,
cuando le deseamos a alguien que esté bien y hacemos cosas por esa persona nuestro objetivo no
sólo es que esa persona mejore sino que mejore gracias a lo que nosotros hacemos por ella (pero
esto, aunque nunca lo decimos -nos sentiríamos culpable de ello- da lugar, inconscientemente, a
los estados mentales que causan las emociones que Jose siente en la cena con Sara). Estos estados
mentales se llaman egocentrismo y omnipotencia, si no... ¿por qué se va “enganchando”
progresivamente Jose a lo largo de la conversación?
Podríamos “proyectar” que es que Sara es muy exigente, muy intolerante con la comida, es
ingrata, no sabe apreciar que le echen una mano, etc. Pero nada de esto arreglaría la dependencia
emocional de Jose ya que es dependiente de que Sara mejore, de que Sara esté bien para estar él
bien. ¿Por qué? Porque, en el fondo, lo que le fastidia es no haber conseguido (pese a sus
esfuerzos) que Sara esté más contenta. Si no, a santo de qué le dice a Sara la frase “no hay manera
de que estés contenta y además ni lo agradeces ”.
S Entérate: no puedes salvar al mundo, ¿sabes?, no puedes cambiar a nadie; sólo,
si quieres, puedes cambiarte a ti.
¿Te ha ocurrido que intentas complacer a alguien por todos los medios que tienes y ese alguien
sigue con la cara de póquer (según tu percepción) y siempre está amargado, o triste o no hay
manera de sacarlo de dónde está?... Y a ti te sobreviene la emoción de rabia porque tienes la
sensación de que estás ante un pozo sin fondo, alguien que por mucho “que le des” siempre está
insatisfecho?. Pues ya tenemos la solución. El problema no es del otro (el “amargado”) sino tuyo,
¿sabes por qué?:
• Primero porque la emoción es tuya (sientes rabia de ver que al otro no le sirve nada lo que
“intentas hacer por él” y tú , inconscientemente, no puedes soportar que algo tuyo no le
sirva a alguien (fíjate cómo sale aquí el egocentrismo: quisiste ayudarlo con la condición -
que nunca reconociste pero revela la emoción de rabia- de que sirviera tu acción para él); o
sea, no lo hiciste gratuitamente sino esperando recibir algo, ¿qué?: que mejorase gracias a
tu apoyo pero no lo conseguiste. Doble rabia por lo tanto.
• Segundo, por quererlo salvar, por quererlo sacar de dónde está cuando nadie te pidió permiso
ni nadie te dio vela en el entierro... Pero allá fuiste tú, de voluntario/a “de la Cruz Roja” a
salvar al mundo. He aquí el estado mental de omnipotencia y la actitud redentora que no sé
si sabías que estaba ahí: no puedes salvar al mundo, ¿sabes?, no puedes cambiar a nadie
(sólo a ti, si lo intentas y eres constante). Si ofreces apoyo a alguien asegúrate de que lo
haces sin condiciones porque si esperas algo a cambio (que el otro mejore), y el otro no
mejora, proyectarás que el otro es un ingrato cuando el problema es tuyo: eres un
intervencionista que intenta arreglar la vida de los demás sin permiso y sin que nadie te lo
haya pedido.
Más o menos este pudo haber sido el proceso emocional de Jose porque observa: ¿se dice en
algún momento que Sara le pidiera ayuda a Jose? No, ¿por qué lo hace entonces? Digamos que por
solidaridad. Pues si lo hace por esa razón, ¿por qué la acusa luego de ingratitud a Sara si es tan
solidario? Porque lo proyecta en Sara al sentirse culpable de no ser útil a su amiga (cosa que no se
reconoce) y esto no lo puede soportar. Pero no nos lo dice en ningún momento, sino que se permite
el lujo de enfadarse con Sara... Mira la culpa como vuelve a estar ahí, siempre presente...
Todo lo que hacemos lo hacemos por nosotros mismos. Hasta quien es más altruista lo hace
porque quiere sentirse bien haciendo lo que hace, le da placer o le produce bienestar. En el fondo,
hacer cosas por los demás, esconde un egoísmo -no egocentrismo- no reconocido que no es ni
bueno ni malo, es real.
Egocentrismo e Intromisión, las causas de la estrechez de miras Qué es el
egocentrismo
El caso de Jose ilustra lo que es un filtro mental estrecho: cuando paradójicamente él tenía una
buenísima intención -que era la de ayudar a Sara- emocionalmente el hecho se vuelve en su contra.
A veces, nuestras buenas intenciones causan estragos. Bajo una necesidad imperiosa de ayudar a
alguien, como hemos visto, puede esconderse una incapacidad para ver más allá de mis narices.
Es difícil encajar lo que voy a decir pero te propongo estudiarlo con detenimiento: nunca tu
ayuda puede ser interpretada de la misma manera en que tú la das. Tu intención (buena, mala,
regular...) no la juzgamos es tuya, pero no pretendas que el otro la reciba igual... Y, si te ofendes
porque el otro no la recibe igual, tienes un problema de egocentrismo importante (y este
egocentrismo sí que es la causa de tu sensación de ofensa).
Vivimos en una cultura tremendamente egocéntrica: creemos que lo que a nosotros nos va bien,
les va bien a los demás. Elaboramos teorías para justificar lo que nos gusta (a nivel de comidas, de
forma de vestir, de estilo de vida, de modo de pensar) y luego las “proyectamos” en los otros
pensando que se lo pasan bien con las mismas cosas que nosotros; que disfrutan con lo mismo que
nosotros; que se sienten felices con lo mismo que nosotros... Paremos este círculo vicioso: somos
tan egocéntricos que generalizamos en los demás nuestros propios gustos y, encima, pensamos que
les estamos haciendo un favor... Descentrémonos, rompamos la ilusión de homogeneidad (pensar
que lo que a mi me va bien al otro le va bien). Y atención cuando nos ofendamos si los demás no
consideran conveniente nuestra ayuda.
Nos tomamos las cosas como algo personal y entonces no se puede hablar con nosotros:
JOSE: Qué vestido tan oscuro llevas, ¿no?
SARA: (rabiosa y contrariada) Pues anda que el uyo... Pareces un enterrador...
Observa, en vez de pensar que Jose tiene un gusto diferente al suyo, Sara “se ofende”, se toma
el comentario como algo personal (se le clava) y luego dirá que Jose es un maleducado... La
tendencia primera es atascarnos en nosotros mismos (egocentrismo), nos creemos que el otro dice
lo del vestido para alabarnos o hundirnos: pero si Jose no quería hacer ningún comentario sobre
Sara sino sobre el vestido, ¿por qué Sara se lo toma como algo personal?. Porque eso es
precisamente el egocentrismo: estamos deseando que los demás se fijen en nosotros todo el rato,
queremos ser el centro de atención (en positivo o en negativo). ¿No puede ser que Jose,
sencillamente, haya hecho un comentario sobre el vestido independientemente de Sara? ¿Por qué
Sara tiene la tendencia a darse por aludida, a involucrarse si no se habla de ella? Jose entonces no
es libre de decir lo que piensa por “temor al enganche de Sara” y ya empezamos a rizar el rizo: el
uno “se engancha” en la otra y la otra en el uno. Propongo que la causa de la emoción de Sara sea
su estado mental de inseguridad: a ella también le parece oscuro o no se siente atractiva con él.
Pero lo proyecta en Jose llamándolo enterrador.
El caso de los misioneros en Perú
Cuando se produjeron las migraciones españolas en América tras lo que se conoce como el
descubrimiento de este continente, la iglesia católica envió a muchos religiosos para evangelizar
a los indígenas bajo la creencia de que necesitaban ser introducidos en las creencias del
catolicismo. Independientemente del afán intervencionista de estos misioneros (que pensaban, sin
duda, que hacían lo mejor para los habitantes de ese continente), y bajo la -para ellos- sana y
buena intención de hacerles conocer la figura del dios católico (respetando o no las creencias
espirituales de estos indígenas), también se produjeron otra serie de hechos que, ante la
ignorancia de unas mentes redentoras, fueron inconscientes a los efectos de sus prácticas.
Una de estas prácticas (que sucedió en miembros del pueblo inca - pueblo que se extendía en
la zona sur del continente americano-) fue la de vestir a los indígenas con sacos y ropas
provenientes de España (bajo la idea de inculcar moralidad y costumbres europeas entre los
nativos que estaban desnudos) provocando (inconscientemente) la muerte de muchos de ellos por
el contacto con tales vestimentas que, al provenir de España, estaban contaminadas por la
entonces mortífera plaga denominada peste, enfermedad que arrasaba a Europa durante la
conquista de América.
y en donde, cuando nos dan, saltamos como muñecos de cajas con muelle, como interruptores
de la luz, como perros rabiosos encendidos buscando venganza...
Ya tienes parte de mis teclas X y salen en las dos frases anteriores de mi ejercicio:
Creo que ya puedes ver mis debilidades, pues salen tanto en aquello que digo que me cae mal
como en aquello que digo que me cae bien (sólo que por lo contrario): si me cae mal ver a alguien
protagonista y me cae bien que me pregunten cosas sobre mi, lo que me está pasando es que
necesito, como loco, ser el centro de atención yo, sólo que no me lo permito (por eso lo proyecto
en negativo en el primer caso). ¿A santo de qué, si no, me va a molestar que mi primera amiga sea
protagonista? Pues porque yo también lo quiero ser. Y curiosamente lo que me gusta de la segunda
amiga es que me escucha mis rollos, es atenta y me hace hablar... justo lo que estoy necesitando y
no me permito reconocer. Por lo tanto, ¿cómo se llama mi TECLA X?
Si he definido la TECLA X como el propio “talón de Aquiles”, es decir, el estado mental
básico que escondo tras mis proyecciones y que no quiero que se note de mi, entonces, en mi caso,
ha de ser lo contrario de lo que proyecto en mis amigas: ¿por qué necesito yo llamar la atención,
por qué hago alardes externos, qué necesidad puedo tener para que se me tenga que ver? Que soy
el ser más inseguro del planeta...
Por lo tanto:
¿Qué proyecto? Exhibicionismo...mi imperiosa necesidad de que se me vea, de no pasar
desapercibido allá donde voy.
¿TECLA X? MI INSEGURIDAD
¿Cómo me defiendo? Llamando la atención con mi saber como profesional de las emociones
pues tengo una gran necesidad de ser reconocido como sea y me encuentro cómodo en el terreno
intelectual.
O sea que esta metáfora de la TECLA X tira por tierra los conceptos de simpatía y antipatía
tradicionales. No existen personas en si simpáticas o antipáticas. El ego le llama simpatía a quien
te da en una tecla que no te duele y antipatía a quien te da en una tecla que te duele. Es como si
fuésemos por la vida con un teclado de ordenador en las manos y, cuando te encuentras a alguien,
representa que esa persona habla y, sin darse cuenta, toca una tecla de tu teclado. ¡Ay de ti si te
toca la que tú guardas bajo llave! De éste dirás que es un sinvergüenza o un entrometido (porque
quiero poner palabras suaves pero seguro que pensamos cosas no tan finas de quien nos toca donde
más nos duele).
En cambio si encuentras a una persona que tiene guardada la misma tecla que tú, o que no te
toca tu TECLA X, a esa persona la llamarás con piropos y dirás que es respetuosa y te dirás que te
cae bien.
Dos preguntas:
• ¿Quién toca la tecla del teclado? Respuesta: la otra persona
• Pero, ¿de quién es la tecla? Respuesta: tuya
Por lo tanto, por mal que nos pese, la causa de mi emoción ante alguien que me cae mal o bien
(lo cual es indiferente como verás) está en mi. Observa lo que nos hace dependientes: no es lo mal
Socorro. me hacen la vida imposible.
Inteligencia emocional para todos
o lo bien que nos cae la persona sino ser ignorantes a nuestra TECLA X. La tecla siempre estará
ahí, pero eres tú quien no quiere verla. El trabajo emocionalmente inteligente es de reconocimiento
y aceptación de esa tecla, no de evitación, negación u ocultamiento.
Fíjate lo vendidos que nos hace estar el ego cuando somos inconscientes a nuestra TECLA X.
Con el horror a que nos toquen la tecla lo que provocamos en los demás es una dependencia en
forma de continua necesidad de que nos adulen, nos alaben y nos ensalcen. Una necesidad de que
“no nos hagan daño”, de protegernos y de pasar como de puntillas por la vida “a ver si nadie se
mete conmigo”. Puedes pedir a las personas que te traten como tú necesitas (como ya se ha dicho
esto también es parte del trabajo de ser emocionalmente inteligente) pero ello no arreglará tu
dependencia emocional. Así pues te animo a indagar sobre tus fuentes de vulnerabilidad con el
simple ejercicio anterior. ¡Descubre tus teclas X!. No las protejas, hazlas conscientes e incluso,
muéstralas. Ello te hará fuerte.
□ Conclusiones
Cuando no reconocemos cómo funciona el ego:
1. Identificamos la situación presente con otra (generalmente negativa) procedente del
pasado.
2. Percibimos la situación presente de forma errónea.
3. La personalidad reacciona en función de esa falsa percepción poniendo en marcha la
negación de la propia TECLA X (sistemas de defensa procedentes del disco duro del
ordenador o memoria inconsciente).
4. Vemos en otros nuestro propio malestar (proyectamos).
Problema
Me siento egoísta si pienso que todo lo que hago por los demás, en el fondo lo hago por
mí.
Posible afrontamiento
Sentirte egoísta no es una emoción. La verdad del cuento puede ser que, aunque no lo hayas
dicho, verte egoísta te hace sentir culpable, te puede incluso avergonzar que las cosas funcionen
así. Lo que puede pasarte es que estás rompiendo los esquemas clásicos de “generosidad” social en
donde “queda bien” decir y hacer cosas por los demás. Si te das cuenta, en el fondo, lo que haces,
siempre reviere en ti. Y ello es una buena noticia emocionalmente hablando ya que es el principio
de reconocer que, para dar, es imposible estar vacío. Precisamente una persona sólo puede ser
generosa si está previamente llena; o si, lo que hace, le da aún más fuerza y lo llena aún más.
Mira cara a cara a la culpa que es, desde mi punto de vista, en donde está el problema, no en ser
o no egoísta. Y te recomiendo no cambiar tus acciones a causa de sentirte culpable.
□ Conclusiones
1. Nuestro lado oscuro o sombra (lo que nos altera, molesta o no podemos soportar de otras
personas), cuando permanece fuera de nuestra conciencia, se proyecta en otras personas en
forma de emociones “negativas”.
2. Aquello que “te saca de quicio” tiene que ver con rasgos tuyos que no has integrado en ti.
Reconocer y aceptar estos rasgos son la base del trabajo emocionalmente inteligente.
3. No te avergüences de sentirte igual que las personas a las que dices que repudias. Te ofrecen
una valiosa información para ti, para realizar tu trabajo de complitud personal, de equilibrio y
manejo emocional integrado.
4. Aquello de lo que intentas huir, las cosas que quieres evitar no están sólo ahí para descartarlas,
sino que tienes la alternativa de reconocerte en ellas. La evitación, a la larga, te hace atarte más
a ello. No resistas a tu propia sombra. Si te molesta algo de alguien es porque te sientes
inconscientemente culpable de ver en ti aquello que tanto te altera en otro.
MOTIVACIÓN “DESMOTIVACIÓN”
6 Aunque hablo de personas “desmotivadas” entiendo la “desmotivación” también como el momento específico en el
que, ante una situación puntual, puede sobrevenir la “desmotivación” y el cuadro también sirve para explicar este tipo de
experiencia
Motivados ”Desmotivados”
¿Congruencia
Congruentes Incongruentes
Razón/Acción?
¿Esperan
Si No
dificultades?
Se quejan, exigen
Reacciones Ponen medios
comodidad
VICTIMISMO RESPONSABILIDAD
Se alimenta de la Se alimenta de la
actitud reactiva actitud proactiva
Lo que hará que alguna de ellas lo viva de forma victimista será su actitud: que sienta que ella
nada tiene que ver con el despido, que lo perciba como una injusticia grande, que no se lo
esperaba, que no hay derecho... Y otra persona lo vivirá responsablemente porque puede
enfocarlo desde otro tipo de actitud: que sienta que se lo veía venir, que aunque sea desagradable
está sucediendo y tiene que ver con ella, que ha de afrontar la situación y mostrar su desacuerdo o
planificar el siguiente paso.
Aunque victimismo y responsabilidad son dos actitudes polares u opuestas ello no quiere decir
que no haya actitudes en medio que tiendan hacia uno u otro lado, e incluso, ante un mismo hecho,
una persona puede oscilar de la izquierda a la derecha a lo largo de los meses. Por ejemplo, ante la
muerte de un ser querido, o una separación entre dos amantes, suele describirse lo que se llama el
proceso del duelo. Quiere decir que la misma persona va pasando, primero, por actitudes
victimistas (¿Qué he hecho yo para merecer esto?) para, posteriormente, ir adoptando una actitud
responsable (observar la propia parte de responsabilidad en cómo afrontar lo que sucedió).
Pero esto ocurre en contadas ocasiones, que las personas gozamos de un proceso natural y
progresivo que va de la actitud reactiva (negarse a avanzar y resistirse a lo que sucede) hacia la
actitud proactiva (aprovechar los hechos para avanzar a partir de ellos sin resistirse a ellos). Porque
en la mayor parte de las ocasiones creo que tenemos la tendencia a vivir en un victimismo
inconsciente y exacerbado (causado por los mecanismos ya descritos en capítulos anteriores de
percibir el ataque en los demás y en lo que nos sucede).
Una persona proactiva tiende a decir: Una persona reactiva tiende a decir:
Seguro que encuentro un momento Tengo No sirve de nada intentarlo otra vez
un montón de cosas buenas ¿Para qué cambiar las cosas?
Lo intentaré
Estoy muy ocupado, imposible, no tendré
tiempo
No tengo todo lo que quisiera
□ Conclusiones
1. Nadie te puede motivar ni desmotivar. Busca las razones para hacer lo que haces. Siempre
hay razones -ocultas o manifiestas.
2. La “desmotivación” no existe como tal pues en realidad, más que personas desmotivadas,
existen personas motivadas por cosas diferentes a lo que hacen pero no se permiten
reconocerlo.
3. Los hechos, los sucesos, son los mismos para todas las personas. La diferencia entre
nosotros está en la manera de abordar lo que nos sucede. Esta manera de abordar se llama
actitud y las actitudes se eligen.
4. La clave para automotivarse está en ejercer la responsabilidad. Te suceda lo que te suceda
siempre puedes desarrollar la habilidad para responder, para afrontar -de una manera u otra-
lo que te sucede. Atención al victimismo: puede alejarte de un alto grado de motivación.
¡Pobre Sara!... es quizás la primera tentación con que puedo reaccionar al leer el caso, pero de
poco sirve que la consolemos cuando el tema está en su negativa inconsciente a mirar el proceso
emocional por el que va pasando. Y todo, a causa de su necesidad de ser apreciada, valorada,
aceptada y reconocida. La necesidad de aprobación es la mayor fuente de dependencia emocional
que existe, la más inconsciente, la más frecuente y la más ruidosa. Causa estragos en las parejas,
envidias entre los hermanos, rupturas en las empresas, amargura entre los amigos, enfermedades
entre los amantes... Es la llave oculta de la desmotivación y la responsable de los problemas
emocionales.
La historia de Sara pone al rojo vivo un círculo vicioso que se repite comúnmente en las
relaciones de pareja: se trata de la inevitable rueda de insatisfacción en la que nos introducimos
cuando deseamos que alguien nos quiera, cuando creemos que son las situaciones o las personas
las que nos han de satisfacer o completar. En el origen de esta rueda se halla una profunda
necesidad de buscar amor.
Supongamos que, en un momento dado, las circunstancias de la vida no nos son favorables, lo
que equivaldría a percibir que no tenemos lo que deseamos o nos sentimos solos. Si recuerdas a
Sara le estaba fallando todo su mundo exterior: lo que estudiaba, la relación con sus amigos, el
cambio de ciudad no deseado... ¿Qué solemos hacer entonces?
Creo que a pocos se les ocurriría aceptar la propia soledad como rasgo inherente al propio ser
humano (que, desde mi punto de vista, es parte del trabajo terapéutico que es conveniente realizar).
Muy lejos de esto, a lo que nuestro ego nos suele llevar es a buscar una relación, un compañero o
compañera ideal. Así nuestro ego se sentirá satisfecho en la medida en la que encontremos a
alguien que concuerde con nuestros criterios, alguien que satisfaga nuestra necesidad de compañía
y de amor. Creemos, por lo tanto, que nuestra necesidad se cubre teniendo a alguien al lado a quien
llamamos pareja.
Desde esta lógica la pareja no es sino una tapadera que viene a suplir nuestra necesidad
insatisfecha de no sentirnos solos. Aunque el ego es muy sibilino y no llama a las “necesidades”
por su nombre. Más bien nos confunde, haciéndonos creer que, cuando buscamos a alguien, lo
hacemos por amor, entrega, ganas de compartir. O que el designio del ser humano es vivir en
pareja y es justo y tenemos derecho a enamorarnos.
Entonces empieza la eterna peregrinación por una rueda interminable de emociones que la
historia de Sara revela una a una (revisar el cuadro 32 de este capítulo).
Si seguimos el hilo de la historia de Sara podremos observar cómo nuestra personalidad o ego
teje siempre una secuencia prácticamente invariable de emociones básicas que no hacen sino
perpetuar indefectiblemente nuestra profunda necesidad de sentirnos amados. El relato de Sara
lleva unos números que corresponden a cada una de las situaciones del esquema que presentamos.
Parece lo más normal del mundo desear ser amado o amada (1). Pero justo aquí empiezan los
problemas. Ante la necesidad de amor buscamos a alguien que compense esa necesidad, alguien
que pueda “convenirnos”. Y hasta puede ser que nos sintamos dichosos durante algún tiempo. Es
ese momento en el que “parece” que llegan las nubes a nuestro cielo azul (a esa etapa la solemos
denominar enamoramiento). Pero la necesidad de Sara de ser amada por César no se apaga con el
amor de César porque él está centrado en sus problemas. Entonces Sara se siente culpable (2)
porque cree que es su función, como pareja de César, consolar y amortiguar el conflicto de él. Pero
no lo consigue. Cree que es ella quien puede redimirlo, apoyarlo. Pero sin resultado. Ella siente
culpa porque su creencia es que su pareja ha de estar bien dado que ella está a su lado
(egocentrismo inconsciente).Y si él no está bien a su lado es que a lo mejor ella no le da todo lo
que él necesita. La culpa le hace sentir a Sara que ella debe hacer algo por amortiguar el malestar
de César, porque son pareja y ese es el sentido de la relación: sacar al otro de su malestar, evitarle
el “maltrago”. En esta etapa el ego nos hace pensar que somos imprescindibles para nuestras
parejas y vivimos en la ficción de que podemos llenar, con nuestra ayuda, el vacío que el otro
siente.
Pero no hay nada más lejos de la realidad que ese compulsivo mecanismo, pues nadie puede
llenar a nadie, ni nadie puede motivar a nadie, ¿recuerdas?, sólo que el ego nos hace creer que las
personas nos podemos abastecer unas a otras.
Y lo que Sara no sabe todavía es que, en la medida en que ella crea y haga cosas para evitar el
sufrimiento de César, va a ir acumulando inevitablemente resentimiento. Sencillamente porque, a
pesar de sus esfuerzos, no puede conseguir que César esté bien a expensas de ella, sino que es
César el único que puede autoabastecerse. Y entonces llegará el momento en que “cobrará” a César
sus constantes esfuerzos por hacerle salir de la crisis.
Mi experiencia me dice que la rueda de las emociones es matemática pura. Pues la culpa
(cuando es inconsciente) abre paso, sin tregua, al resentimiento. A veces expresado al otro, a veces
ni siquiera reconocido. Sara resiente de César cuando lo increpa (3). Le dice que no se siente
querida por él. Y sencillamente lo que Sara no puede reconocer es que de nada sirvieron sus
esfuerzos por sacarlo a él de su crisis. Se ilusionó con curar a César cuando ella lo hizo basándose
en su falsa creencia de que ella podía ofrecer consuelo a la situación de su pareja.
Y tras el resentimiento, la venganza. La forma que Sara utiliza para vengarse de César es
autoinfligida y viene, primero, en forma de separación (4), luego en forma de síntomas físicos y,
finalmente, en forma de depresión. Podría haber sido en forma de infidelidad con un amigo suyo,
pero Sara, por su estructura mental, elige la venganza en si misma.
La venganza es la forma de expresión preferida por el ego para volver a abrir la herida del
círculo vicioso que he detallado más arriba. La rueda de las emociones se abre y cierra con una
causa (la necesidad y carencia inconsciente de amor) que jamás puede encontrar alivio a través de
otras personas. El alivio emocionalmente inteligente está en mí, en mi estabilidad personal, en ser
yo mismo -independientemente de gustar a otros.
Y ese esquema de la dependencia afectiva es el mismo de una adicción a una sustancia física
(drogas, alcohol) u otro tipo de adicciones (al juego, al sexo e incluso al trabajo). El ciclo sería
siempre éste:
El problema de la adicción es siempre la tendencia a sustituir la carencia (que es personal y no
se arregla con otras personas ni con drogas), con cosas externas (las propias drogas o personas).
Esto es una compensación que no es real, no acaba nunca de taparse o de arreglarse porque la
carencia es mía. Se alivia sustituyendo pero no se resuelve. Si tengo cierto complejo físico y
pienso que encontrando a alguien que yo le guste se acabará mi sensación de carencia, ¿qué estoy
haciendo realmente? Pues estoy compensando provisionalmente mi carencia pero no estoy
resolviendo: yo, que me siento feo, me pongo al lado de alguien que, durante un rato, me dice que
soy guapo. Pero ¿qué haré cuando ese alguien no me lo diga o cuando haya otras personas que no
me digan que soy guapo? Que me hundiré en la más profunda de las depresiones porque
sencillamente una carencia personal no se puede sustituir, se ha de hacer consciente, se ha de
llevar a la luz y aceptarla (ver su utilidad, ver cómo la uso, qué partido saco de ella y cómo me
beneficia).
¿Cómo manejar la tendencia a depender afectivamente de la pareja?
1. Reconocer la dependencia emocional del otro y de otras personas en general: que mi
aceptación depende de que los otros se encuentren bien gracias a mi
2. Reconocer que estoy pidiendo a gritos ser amado/a, pero que las personas no son quienes
pueden llenar lo que necesito: no buscar a más personas para hacerme sentir completo/a
3. Conectar con la carencia personal que se esconde tras mi necesidad afectiva (inseguridad,
dudas sobre mí mismo/a, falta de autoaceptación)
4. Reinterpretar mi concepto de pareja (de dependencia emocional) por un progresivo modelo
de autonomía (dos seres que eligen estar juntos conscientes de sus propias carencias y que
no esperan que sea el otro quien les llene o haga sentir completos).
5. Empezar a aceptarme tal y como soy, con mis carencias y mis cualidades
6. Recobrar o plantear por primera vez los propios objetivos personales
7. Actuar “sin colgarme de nadie” en base a mis propias metas
Cuadro 8.4 La alternativa emocionalmente inteligente en las relaciones afectivas
El ser humano no encontrará nunca lo que busca mientras no entre en contacto con la propia
energía de su SER: obtenga lo que obtenga, nunca será bastante, por la sencilla razón de que el ego
es un mecanismo vacío que no puede darnos la plenitud y satisfacción que buscamos. Por lo tanto,
el círculo vicioso de las emociones se producirá inevitablemente siempre que busquemos suplir la
necesidad de amor proyectándola en alguien. Es una ley de la psique, como la gravedad es una ley
del mundo físico.
Ahora ya tenemos otro nombre para llamar a la desmotivación: la desmotivación es una forma
de venganza inconsciente en mí mismo: como no me salen las cosas como quiero, como no es
posible que yo obtenga lo que me merecía (lo que tu ego te hace pensar), entonces me vengo con
abatimiento, desesperanza e incomunicación. Prefiero “tirar la toalla” a reconocer mis errores y
volver a empezar.
S No te olvides: tu desánimo tiene una causa, tu incapacidad para
corregir tus errores.
□ Las diez creencias que nos mantienen
dependientes de los demás
Para apoyar aún más la localización de posibles fuentes de dependencia te propongo revisar
estas 10 creencias propuestas por un autor que ya conoces (Albert Ellis)7. Son creencias que suelen
permanecer inconscientes pero que, a la hora de convivir e interactuar con las personas, nos
sorprenden en forma de actitudes, emociones y comportamientos que nos llevan a concluir que
queremos complacer a los demás más de lo que nos permitimos reconocer.
Observa que hay creencias que pueden parecerte mentira que produzcan dependencia. Por
ejemplo: cada vez que quieres que alguien sea distinto a como es, que quisieras que cambiara para
tú sentirte bien, que “le vendría bien” que cambiase en algo, si eso lo deseas es que no aceptas a
esa persona tal como es. Ello te hace dependiente de aquello que quieres que cambie la persona
pues es un rasgo posiblemente tuyo que proyectas y no acabas de aceptar en ti. Te hace
dependiente porque estás condicionando la relación con esa persona a que no exista ese rasgo y te
hace dependiente de la persona porque ese rasgo puede más que tú, te solivianta y te exaspera (el
problema es tuyo y de nadie más).
1. Preocuparse demasiado de lo que la gente piensa de mí.
2. No puedo fallar en algo importante; sería una catástrofe y no podría aguantarlo.
3. Frustración: las personas y las cosas tendrían que ser siempre como yo quiero y si no lo son, es
tremendo, terrible, espantoso y eso no es justo.
4. Si sucede cualquiera de los tres primeros hechos, entonces ¡siempre culparé a alguien por ello!
5. Si me obsesiono con un hecho inminente o cómo alguien opina de verdad sobre mí, las cosas
saldrán mej or.
6. Existe la solución ideal para cada problema y debo encontrarla ahora mismo.
7. Es más fácil evitar las responsabilidades y las situaciones difíciles que enfrentarlas.
8. Si nunca me involucro en nada, y me mantengo apartado, nunca seré desgraciado.
9. Es mi pasado y las cosas terribles que me pasaron cuando era un niño, o en mi última relación,
o en mi último empleo, lo que me hace actuar y sentir ahora de esta manera.
10. Las personas y cosas malas no tendrían que existir, pero cuando aparecen, siempre me tocan a
mí.
Cuadro 8.5 Diez creencias que usamos para depender de los demás
Para personalizar estas creencias te propongo utilizar el siguiente cuestionario:
□ Conclusiones
1. La causa última del malestar emocional es la necesidad de ser aceptados y
reconocidos. Ello implica que, mediante el mecanismo de complacer a otras personas,
pretendo sentirme valorado y estimado. Me adapto a otros para conseguir su
aprobación -no destaco, evito el conflicto, pretendo agradar sistemáticamente.
2. Pero este mecanismo tiene los días contados y no llega más allá de un tiempo efímero ya
que la única manera de conseguir aprobación real es a través de nosotros mismos:
descubriendo lo que queremos y desarrollando las capacidades de nuestro SER. Nunca la
comparación con otros puede darnos equilibrio emocional, sino culpa -por querer ser como
otros para recibir una provisional aceptación.
3. Es un mito que necesitemos estar con otras personas. El camino emocionalmente
inteligente te sugiere cambiar el concepto de necesidad por el de voluntad o deseo. En la
medida en que quiero estar con alguien -y no dependo o necesito de éste para estar
equilibrado- estamos dando pasos para restablecer nuestra autonomía.
4. Una persona emocionalmente inteligente siente y padece como la que más sólo que es
consciente de que nadie jamás puede llenar sus propias necesidades y carencias. Las
personas no estamos hechas para compensarnos y llenarnos entre nosotros, sino para buscar
el equilibrio interno mediante la propia realización personal y el desarrollo de lo que
somos.
2. Aceptar 2.1. Descubrir el beneficio oculto de mi rasgo: qué consigo con * Emociones
ello.
Flexibilidad * Círculo vicioso de las
2.2. Detectar en qué momento del de las emociones me hallo emociones
Audacia (NA, C, R, V).
* Parar venganza
Responsabilidad 2.3. Identificar en qué rasgo necesito la aprobación de los demás
Proacción y su reconocimiento.
2.4. Aceptar es localizar cuándo y para qué decidí utilizar el rasgo
del cual me quejo en otros y que está en mí.
3. Cambiar 3.1. Pasar a la acción sin forzarse, poco a poco. *Detectar creencias que nos hacen
dependientes.
Confianza 3.2. Sólo la acción constituye y me da conciencia de que estoy
cambiando. Culpa: cambiar imasen o acción.
Seguridad Resentimiento: cambiar imaeen
3.3. A la hora de la acción sentiré toda la gama de emociones que Miedo: sentirlo y hacerlo ieual
Adaptabilidad alejan de un alto nivel de motivación (culpa, resentimiento, miedo,
Iniciativa sentimiento de obligación y queja). Esas emociones están ahí para Victimismo: hacerlo tú.
que yo me demuestre a mí mismo que quiero cambiar. Si no
Consistencia hubiese emociones que traspasar no aprendería nada (recuerda que
Persistencia el ego se emociona a modo de rabieta y de resistencia al cambio.
Por lo tanto, es buena señal sentir esas emociones, pero irlas
Autonomía traspasando).
3.4 A medida que incorpore cambios reales a mi vida iré sintiendo
cómo aumenta mi motivación (la razón para hacer lo que hago). La
desmotivación es un estado emocional que oculta las razones en
forma de esos 5 sentimientos.
4. Extender .1. La extensión es dejar que las cosas sucedan, contagiar, no * Fluir
forzar, que los nuevos rasgos salgan por los poros sin demostrar
Sinceridad nada ni controlar nada. Permitir que haya lo que hay, sin afanes ni Desapego del resultado
Entusiasmo pretensiones.
Creatividad
Otras obras nuestras: Inteligencia emocional para todos
• La corriente del corazón. Psicología poética de la realidad. Manuscritos, 2013.
• Las mentiras de la organización. Bases para el desarrollo de empresas conscientes. Versiones
digitales en Kindle (amazon), e-pub y pdf, 2012.
• Cobo, M. (autora) y Galindo, A. (coordinador): Emociónate. Programa de desarrollo en
competencias emocionales para niños y jóvenes (Colección en 5 volúmenes para los cinco
niveles de enseñanza obligatoria). ICCE, 2010 (también en versión en catalán).
• Las mentiras del sexo. Kairós, 2009.
• Cómo sobrevivir en el aula. Guía emocional para docentes. ICCE, 2005.
www.asesoresemocionales.com