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Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal

Sistema de Información Científica

Miller, Nicola
HISTORIOGRAFÍA SOBRE NACIONALISMO E IDENTIDAD NACIONAL EN LATINOAMÉRICA
Historia Caribe, vol. V, núm. 14, 2009, pp. 161-186
Universidad del Atlántico
Barranquilla, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=93717337008

Historia Caribe,
ISSN (Versión impresa): 0122-8803
luchoalarconmeneses@gmail.com
Universidad del Atlántico
Colombia

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HISTORIOGRAFÍA

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RESUMEN

Este artículo analiza el estado actual de la investigación en Latinoamérica, centrándose en el


gran corpus de material producido desde los 1990s en diversos campos (historia, ciencias
sociales, estudios culturales). Al analizar los trabajos sobre los siglos XVIII y XIX, toma
como punto de partida el impacto causado en la investigación de los latinoamericanistas
Comunidades Imaginadas de Benedict Anderson. Analiza como éstos aplicaban sus teorías
y sus críticas sobre el nacionalismo en Latinoamérica. Destaca también los progresos re-
cientes en el área y plantea la necesidad de incorporarlos en todos los debates sobre la
historia y teoría del nacionalismo. Por razones de espacio, este trabajo no presenta una
bibliografía mucho más extensa.

PALABRAS CLAVE

Historiografía, nacionalismo, identidad nacional, Latinoamérica

THE HISTORIOGRAPHY OF NATIONALISM AND NATIONAL


IDENTITY IN LATIN AMERICA

ABSTRACT

This article surveys the current state of research on nationalism in Latin America, focusing
on the large body of work produced from the 1990s onwards in a wide variety of disciplines
(history, the social sciences and cultural studies). Covering work on both the nineteenth and
the twentieth centuries, it takes as a starting point the impact of Benedict Anderson’s work,
Imagined Communities, on Latin Americanists. It discusses the ways in which Latin
Americanists have applied his ideas, and their critiques of many of his claims about Latin
American nationalism. It goes on to outline major recent developments across the field,
within the context of an argument that it is important for all scholars of nationalism to
incorporate Latin American experiences into their debates on the history and theory of na-
tionalism. The references have been selected to guide readers to key relevant works; regret-
tably, the article cannot, for reasons of space, offer a fully comprehensive bibliography

♣ Título original en ingles:»The Historiography of Nationalism and National Identity in Latin America.»
Publicado en Nations and Nationalism, Journal of, the Association for the Study of Etnicity and Nationalism,
12 (2), 2006, UK, [pp 201-221]. Traducción realizada por Julio Maldonado Arcón, profesor Universidad del
Atlántico, la cual fue recibida en septiembre de 2008 y aprobada en Noviembre de 2008.
♦ Profesora del Departamento de Historia, University College London, e-mail: nicola.miller@ucl.ac.uk

   


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KEY WORDS

Nationalism, National Identity, cultural Studies, history.

Siempre se ha considerado a Latino- pera se encuentre en un mundo


américa como el “hijo malo” de la his- globalizado- sino que, en vez de eso,
toria del nacionalismo. Por su caren- muchas formas de identidad nacional
cia de características étnicas y continúan siendo manifiestamente un
lingüísticas, generalmente asociadas factor significativo en las vidas de
con las identidades nacionales en Eu- muchos latinoamericanos. La insisten-
ropa o Asia, carencia de un proceso cia en una identidad nacional debe atri-
estable para la consolidación del Es- buirse en parte al peso acumulativo
tado, y también por falta de una esta- histórico de los intentos por promover
bilidad económica como la de Estados el nacionalismo, Pero también es un
Unidos o Canadá, las primeras colo- indicativo de unos hechos del nacio-
nias de España y Portugal son consi- nalismo en Latinoamérica que valen la
deradas, en el mejor de los casos, como pena ser retomados dentro de un con-
naciones incompletas. Hasta bien en- texto comparativo.
trados los 1980s, se creía –entre los
estudiosos del latinoamericanismo y Aunque desde la independencia mu-
del nacionalismo comparado- que el chos países latinoamericanos se sumie-
Estado fue primero que la nación; que ron en un proceso de construcción de
la conciencia nacionalista no empezó la nación estado, no fue sino hasta los
a surgir sino en los 1950s; y que ese 1960s que Latinoamérica comenzó a
nacionalismo no era la clave para en- interesarse por el tema del nacionalis-
tender mejor a las sociedades lati- mo. Se inspiraron parcialmente en el
noamericanas. Aun así, es necesario trabajo de Kedourie sobre el naciona-
resaltar que, a pesar de la pérdida de lismo en algunos países
algunos territorios importantes por al- descolonizados (1960 y 1971), pero el
gunas naciones latinoamericanas en el estímulo principal fue la revolución
siglo XIX (México es un ejemplo pal- cubana y su alianza con el bloque so-
pable al cederle cerca de un tercio de viético. Los estudiosos de las ciencias
su tierra a Estados Unidos, las regio- sociales en Estados Unidos volcaron
nes de esos estados naciones perma- su atención hacia los ejemplos de na-
necieron invariablemente intactas en cionalismo en Latinoamérica estimu-
el siglo XX. Es decir, los movimien- lados por la guerra fría para detectar
tos separatistas estuvieron virtualmen- cualquier amenaza potencial contra los
te ausentes en la región. Lo que pare- intereses de Estados Unidos (Whitaker,
ce sorprender de Latinoamérica en la 1962; Whitaker y Jordan, 1966; Masur,
primera década de los 2000s, no son 1966; Baily, 1970; Swansborough,
los diferentes tipos de identidad que 1976). En los 1970s, otros estudiosos
se pueden encontrar allí –lo cual se es- simpatizantes de la posición latinoa-


  
             !!"
  
     

mericana e influidos por la teoría de la vimientos sociales jugaron un papel


dependencia, escribieron varios ensa- importante lanzando entonces a los
yos sobre el desafío de Washington. La grupos excluidos a la arena política;
mayoría de esos trabajos se centraron los debates sobre ciudadanía y los de-
en el nacionalismo económico espe- rechos generados por un resurgimien-
cialmente las nacionalizaciones con- to de la retórica del proceso liberal de-
temporáneas de Perú, Chile y Venezue- mocrático junto con la implementación
la. Volviendo también al ejemplo his- de las políticas económicas
tórico del petróleo en México en 1938 neoliberales que llevó a mucha gente
(Quijano, 1971; Freeman, Smith, 1972; a la marginalidad; a la relevancia de
Tancer, 1976; Sigmund, 1980). Pero a los temas sobre la legitimidad, espe-
finales de la década, cuando el nacio- cialmente en el contexto de la
nalismo latinoamericano asumió una redefinición del papel del Estado en el
tendencia derechista con la aparición desarrollo nacional; y la necesidad de
de los regímenes militares, el interés vincularlo con el pasado (un tema aun
en el nacionalismo se desvaneció nue- para los países que no vivieron la ex-
vamente ya que los historiadores vol- periencia del autoritarismo militar de-
vieron su atención sobre otros esque- bido precisamente a la reestructuración
mas analíticos para comprender mejor del Estado). Esto, a su vez, resaltó la
las políticas latinoamericanas. Aunque importancia de la memoria y la histo-
todos esos regímenes promovieron ria, y Renan se anotó un punto obvian-
fuerte y claramente proyectos nacio- do esto en relación con la construcción
nalistas, el nacionalismo se vio eclip- de nación.
sado por el tema del autoritarismo, las
relaciones civiles militares y los dere- Por supuesto, al mismo tiempo, el
chos humanos. siempre invocado proceso de
globalización trajo a colación la viabi-
Este rechazo al nacionalismo se sub- lidad y significado de la nación esta-
sanó dramáticamente en los 1990s con do. Los movimientos indígenas en
la aparición de un buen número de tra- Ecuador, Guatemala, México, Bolivia
bajos en las áreas de historia, ciencias y en otras partes, su confianza respal-
sociales, estudios culturales, antropo- dada por los contactos internacionales
logía, ciencias políticas y geografía comenzaron a enfrentarse a las autori-
sobre las identidades colectivas lati- dades del Estado central y su propósi-
noamericanas en las cuales, la identi- to de dejar de lado a la comunidad na-
dad nacional no era necesariamente el cional. Significativamente, muchos de
punto principal, sino el punto de arran- esos movimientos querían renegociar
que o criterio. Mucho de ese interés en vez de rechazar su papel dentro de
renovado se debió a los cambios apa- esas naciones estados. Aquí se obser-
recidos en los procesos de transición: va una tendencia amplia de muchos
desde al autoritarismo a la sectores de la sociedad latinoameri-
redemocratización, en el cual los mo- cana para asumir al nacionalismo como

  
             !!"
  
     

una defensa vital contra las encrucija- pensar el nacionalismo latinoamerica-


das del capitalismo internacional y sus no y la identidad nacional desde diver-
avatares. Ese enfoque tenía eco en sas perspectivas. Esta es una oportu-
muchos espacios académicos, dentro nidad para revisar el campo y determi-
y fuera de la región para recon- nar las áreas de futuras investigacio-
ceptualizar al nacionalismo y a la iden- nes.
tidad nacional de manera más flexible
que las permitidas por las tempranas Pocos de los principales teóricos e his-
interpretaciones monolíticas. Estas ini- toriadores comparativistas del nacio-
ciativas se inspiraban y sustentaban en nalismo han dicho mucho sobre
los avances de las teorías del naciona- Latinoamérica. Aun más, líderes del
lismo, sobre todo del trabajo omnipre- área como Gellner, Anthony Smith,
sente de Anderson Comunidades Ima- John Breuilly y John Hutchinson han
ginadas (1983; edición revisada, ignorado Latinoamérica o la han con-
1991). vertido en un engorroso pié de página,
aduciendo que ella no se acomoda real-
El énfasis de Anderson sobre hasta mente a ninguno de sus esquemas, pero
dónde todas las naciones eran imagi- no modifican los suyos para adecuarlos
nadas (no necesariamente ligadas a de manera significativa a las experien-
estándares causados por las definicio- cias de esa región. El problema real de
nes europeas sobre lo étnico, lo racial Latinoamérica consiste en que no es
y la lengua) abrió el camino para in- completamente diferente de la norma
cluir las experiencias latinoamericanas implicada sino que todo lo concernien-
en unas estructuras teoréticas y com- te a ella aplica pero parcialmente. To-
parativas mucho más amplias. Los es- dos los indicadores convencionales del
tudios post coloniales constituyeron nacionalismo están ahí presentes pero
una importante influencia al respecto, de manera complicada. Por ejemplo,
aunque los latinoamericanistas tendían la lengua no puede asumirse como un
a ser muy cautos con respecto a la no- causante del desarrollo de
ción misma de post colonialismo iden- Ltinoamérica, pero comenzando con
tificando un impulso universalizante en los finales del siglo XIX, los intelec-
ella, junto con su aplicación en tuales de la mayoría de esos países
Latinoamérica. Aun así, muchos empezaron a diferenciar el idioma es-
latinoamericanistas se mostraban re- pañol como “chileno”, “peruano”,
ceptivos a los tipos de enfoques pro- “mexicano”, etc. En Brasil, el idioma
puestos por diversas escuelas dedica- portugués con tendencia brasilera ha
das a los estudios sobre lo post colo- jugado un rol principal para describir
nial, lo subalterno y lo cultural, parti- lo brasilero. En la mayoría de los paí-
cularmente, teorías sobre la narración ses de la región, la incorporación del
y el análisis del discurso. Todo esto vocabulario nativo, las inflexiones y el
ayudó a conformar todo un cuerpo de ritmo de las lenguas indígenas –un pro-
trabajo revisionista que ha llevado a ceso que data desde la conquista- tam-

  
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bién ha influido en el desarrollo de un agricultura. En el siglo XX se aplica-


sentido de diferenciación nacional. ron políticas virtualmente genocidas en
Así, la lengua constituye con toda cer- Guatemala durante los 1960s. Y tam-
teza un factor relevante en el surgi- bién ha existido una indiferencia per-
miento del nacionalismo latinoameri- manente por los indígenas del Amazo-
cano (Morse, 1989), aunque no siga un nas. Todas esas experiencias, junto con
patrón lingüístico hegemónico, un las de la clase negra y los inmigrantes
modelo de nación estado. ha llevado a severos cuestionamientos
sobre la afirmación oficial de que las
Una gran excepción del rechazo gene- naciones latinoamericanas son demo-
ral comparativista hacia América La- cracias raciales. El significado del tér-
tina es Eric Hobsbawm, quien desarro- mino ampliamente expandido mestiza-
lló un breve pero sustancioso análisis je, va desde la hispanización hasta un
sobre el nacionalismo latinoamerica- grado de inclusión de lo indígena, pero
no, desafortunadamente escaso en ello implica una asimilación (como un
nuestro medio (Hobsbawm, 1995). El, crítico mexicano afirmó: “tu eres dife-
con una interpretación modernista rente, pero yo te perdono”). La mayo-
estándar, se centra en el Estado y el ría de los latinoamericanistas resalta-
capitalismo y toma la experiencia lati- rían ahora hasta que grado las ideolo-
noamericana para sustentar su tesis gías de mezclas raciales se basaban en
general de que las naciones son unas estructuras estatales racializadas
constructos políticos y por lo tanto, y las iconografías nacionales oficiales
capaces de sostenerse ellas mismas a que excluían a los negros e indígenas
pesar de la volubilidad y el carácter (Appelbaum y otros, 2003). Aun así,
cambiante de las identidades étnicas. la propuesta de Hobsbawm permane-
Pero su propuesta de que ce válida: Desde comienzos del siglo
Latinoamérica ha permanecido inmu- XX, el nacionalismo latinoamericano
ne al moderno nacionalismo étnico ha planteado una retórica de inclusión
cultural de hoy (p. 331) parece muy que en algunos casos le ha abierto unas
traído de los cabellos para aquellos que posibilidades a los marginados para
conozcan la historia de Latinoamérica renegociar su status.
y sus pueblos indígenas. Dos instan-
cias surgen en el siglo XIX: el proceso A pesar de las complejidades de la re-
de pacificación chileno en los 1860s, lación entre raza y nación en
cuando los mapuches perdieron una Latinoamérica, está el caso de la críti-
buena cantidad de tierra debido a las ca europea permanente después de la
campañas militares oficiales que los segunda guerra mundial de que el na-
obligaron a desplazarse hacia el sur del cionalismo como un vehículo de lo ra-
país, y la guerra Argentina del Desier- cista no tuvo lugar en Latinoamérica,
to (1879-80), cuando la mayoría de los en donde el nacionalismo fue y conti-
pueblos indígenas remanentes fueron núa siendo concebido en términos de
asesinados para abrir las pampas a la lo emancipatorio. La experiencia de la

   


            !
         

región sobre el neoimperialismo impli- diciones de lo inventado acerca de lo


ca que aun los marxistas estatal todavía influye en una gran can-
internacionalistas tienden a resaltar la tidad de estudios actuales sobre la con-
importancia de la nación como el es- memoración y rituales cívicos en
pacio de reivindicación de las masas: Latinoamérica. Aunque tales trabajos
el pueblo, que conformaba la nación, apunten hacia otros esquemas concep-
se vio privado de su soberanía por las tuales como el de Pierre Nora y Jacques
élites que vendieron sus países para Le Goff sobre la historia y la memoria
servir al imperialismo (Castañeda, que intentan cambiar la perspectiva de
1993). Como plantea Hobsbawm Hobsbawm.
(1995), por lo menos, desde la revolu-
ción mexicana (1910-20) el naciona- En lo que concierne a Benedict
lismo en Latinoamérica adquirió una Anderson, les tomó mucho tiempo a
tendencia izquierdista, desarrollista, los latinoamericanistas apoyarse en sus
antiimperialista y popular. propuestas, pero resulta difícil realzar
su influencia sobre las investigaciones
Pero no siempre fue así, y Hobsbawm en los 1990s. Muchos latinoame-
como otros historiadores de izquierda ricanistas encontraron su concepto de
menospreciaron las versiones nación más como un constructo cultu-
autoritaristas conservadoras que se te- ral que ideológico o burocrático en re-
nían del organismo estatal. Pero su lación a las sociedades que ellos abor-
posición sobre las revoluciones con daron y en las cuales los Estados eran
una especie de legitimación popular históricamente débiles. En lo que se
propició una adhesión a lo nacional a refiere a la especifidad de sus propues-
pesar de sus implicaciones, por lo me- tas, los latinoamericanistas criticaron
nos para Cuba, México y Nicaragua y a Anderson, pero muchos de ellos
que ha sido recientemente abordada adoptaron, adaptaron y acogieron sus
por los latinoamericanistas desde una ideas según lo confirmado en una con-
propuesta netamente nacionalista. ferencia sobre historiadores y críticos
Hobsbawm resaltó la importancia de culturales en el 2000 para debatir la
“la moderna cultura de masas, espe- importancia de Anderson en la región
cialmente apoyada por la tecnología” (Castro-Klaren y Chasteeen, 2003).
(p. 320; por ejemplo, el deporte, la ra- Irónicamente, rechazaban la versión
dio y la televisión). Obviamente, esos agrandada de Anderson en lo referen-
medios se constituyeron en medios vi- te a las guerras de independencia que
tales para la divulgación del naciona- tenían como modelo el nacionalismo
lismo, pero muy poco durante sus ini- europeo y de otras partes. Posiblemen-
cios, ellos operaron independientemen- te, no hay historiadores de las guerras
te del Estado como lo muestran los de independencia que aceptarían la
estudios de casos (Britton, 1994, versión de Anderson que se basa, como
Mason, 1995). Un análisis mucho más muchos han señalado, en un rango li-
extenso de Hobsbawm sobre las tra- mitado de fuentes secundarias. Su idea

  
             !!"
  
     

de que el origen de la burocracia crio- dos plausiblemente como movimien-


lla jugó un papel crucial en la creación tos de emancipación nacional al estilo
de conciencia de élite tanto de España de la descolonización posterior a la
como dentro de la misma América ha segunda guerra mundial, ello no im-
sido vista con mucho escepticismo, en plica que el concepto de nación fuese
parte porque no tenía casi ningún so- irrelevante o carente de significado.
porte. Existe mucho más tema al res- Algunos sostienen que lo que se ima-
pecto, pero el trabajo más reciente de ginaba era una república y no una na-
Francois-Xavier Guerra halló bastan- ción, pero existe una creciente eviden-
tes evidencias contra la tesis de cia que sugiere que ambos temas esta-
Anderson (Guerra, 2003; Uribe-Uran, ban presentes y que ambos evolucio-
2001). La otra propuesta de Anderson naron pero no en tándem, lo cual sería
–llamémoslo las implicaciones del ca- una metáfora muy simplista, sino en
pitalismo impreso- ha llamado más la una estrecha interrelación (McFarlane
atención. Su afirmación de que el efec- y Posada Carbó, 1998). Después de las
to de los diarios de finales de la colo- revoluciones, americana, francesa y la
nia para crear una conciencia ultra na- haitiana fue posible concebir una na-
cional también parece basarse en evi- ción separada y a diferentes escalas de
dencias muy limitadas. Al tratar de una república, pero era muy difícil
ilustrar su idea acerca del papel de la imaginar una república que estuviera
literatura en la creación de una con- basada en los conceptos de soberanía
ciencia en un tiempo vacío homogé- popular y territorios fronterizos. Tam-
neo, explícitamente trató de “agarrar- bién, muy recientemente los historia-
se” del Periquillo sarniento, una no- dores han intentado identificar los di-
vela de 1816 del periodista José Joa- ferentes niveles de significado relacio-
quín Fernández de Lizardi quien nados con los términos “nación” y “pa-
satirizaba las formas de comportamien- tria” durante y después de las guerras
to coloniales y algunos otros temas. de independencia (Guerra, 1992;
Como explicación causal, el plantea- Brown en esta edición especial). To-
miento de Anderson no resiste un aná- davía existe espacio suficiente para
lisis de fondo. otras investigaciones sobre la relación
entre los Estados que surgieron de la
Sin embargo, si se consideran como derrota del poder colonial con las co-
factores de un proceso y no como orí- munidades y naciones estados que des-
genes de una serie de eventos, sus ideas pués se generaron. Aun más, el discur-
pueden aplicarse muy positivamente. so de las constituciones de esas repú-
El interés por lo contrario y no por lo blicas debería recibir más atención que
concreto llevó a algunos historiadores la prestada hasta ahora. Aunque con
a reconsiderar el significado de la idea frecuencia se ignoraban estas consti-
de nación durante el proceso de inde- tuciones como lo señala Alan Knight
pendencia. Aunque los movimientos (2001), siempre se volvía a ellas como
independentistas no pueden ser asumi- punto de lanza de ese ideal.

  
             !!"
  
     

El famoso énfasis de Anderson sobre miendo la vida social como un texto


el capitalismo impreso se aplicó más (Radcliffe y Westwood, 1996), suman-
efectivamente en periodos posteriores do los interrogantes sobre cómo era la
de la historia latinoamericana. Doris vida cotidiana de la nación al tema de
Sommer (1991), encabezó este enfo- cómo podría ser imaginada. Es decir,
que con una lectura altamente los planteamientos de Anderson tuvie-
perceptiva de las novelas románticas ron un impacto evidente en los estu-
del siglo XIX en las cuales el drama dios multidisciplinarios en
nacional de casar a un criollo con un Latinoamérica.
indígena se narraba como caso perso-
nal amoroso. Quienes afirman que las El historiador y antropólogo mexica-
novelas tienen muy poco significado no con tendencia estadounidense
en la creación de las comunidades ima- Claudio Lomnitz publicó hace poco
ginadas en Latinoamérica, porque solo una crítica perceptiva contra Anderson
eran leídas por una escasa minoría, con respecto a Latinoamérica y que
tienden a ignorar el hecho de que esas ahora es citado por los
élites estaban dispersas en lo regional, latinoamericanistas casi con la misma
en lo económico y por las alianzas po- frecuencia que Anderson. Lomnitz
líticas. Existían muchos obstáculos planteó tres aspectos: primero, afirmó
para que las élites se consideraran a si que la idea de Anderson sobre la na-
mismas como parte de una misma co- ción como una política imaginada y
munidad, aun antes de que ellas inten- limitada inherentemente en cuanto a la
taran incorporarse a las masas. Las soberanía, no refleja el uso cambiante
novelas podrían haber jugado un pa- del término nación durante el periodo
pel constructivo aquí, aunque es muy que precedió a los movimientos
difícil afirmar que las novelas del independentistas en Hispanoamérica.
boom latinoamericano de los 1960s Un criollo descendiente de españoles
contribuyeron a forjar las identidades y habitante de Nueva España (hoy
nacionales. También se han analizados México), podría referirse a la nación,
otros tipos de narrativas –ensayos, por lo menos de tres maneras: a) iden-
cuentos, artículos periodísticos y poe- tificarse a si mismo como español; b)
sía- pero todavía queda mucho más diferenciar su espacio territorial en
material histórico que puede ser extraí- Nuevo México del territorio indígena,
do de esta clase de documentos. Por el cual se designaba como una “nación
otro lado, también se ha comenzado a separada”, con privilegios legales di-
explorar el rol de la prensa al respecto ferentes (derechos soberanos, por
(Jaksic, 2002). ejemplo); c) para diferenciarse a si
mismo de España (Lomnitz, 2000: p.
El énfasis textual generado por el in- 333-4). Tal vez lo que convencional-
terés de Anderson en el capitalismo mente se entiende ahora por “nación
impreso también ha sido retomado estado” era la noción de “patria”, lo
pero desde un matiz antropológico asu- cual implicaba pertenecer a un territo-

  
             !!"
  
     

rio pero no necesariamente a las co- (comunidades indígenas, vastos Esta-


munidades que habitan en él, de tal dos territoriales, la iglesia), Lomnitz
manera que podían coexistir varias afirmaba que el nacionalismo, no solo
naciones dentro de la misma patria. en Latinoamérica, sino en general, im-
Esta situación todavía persiste en plicaba “algún nexo de dependencia”
Latinoamérica en el siglo XIX, en la entre la mayor parte de los ciudadanos
cual, y sin ninguna sorpresa, las élites (hombres, mujeres y niños); criollos e
preferían usar el término patria en vez indígenas; terratenientes y sus traba-
de nación ya que esto les permitía elu- jadores). En otras palabras, aunque el
dir el propósito engañoso de incorpo- nacionalismo implicaba fraternidad o
rar a todo el pueblo en una misma na- lazos horizontales, en la práctica, se
ción. Pero, incesantemente la idea de construyó sobre unas bases jerárqui-
nación ganó en vigencia porque una de cas de paternalismo y clientelismo.
las estrategias para legitimar la pro-
puesta de ganar control sobre el Esta- En tercer lugar, Lomnitz planteaba, con
do central movilizando el apoyo po- seguridad correctamente, que
pular hacia ello, consistía en extender Anderson había cometido un craso
los beneficios del gobierno republica- error al asociar el nacionalismo con la
no a sectores más amplios de la pobla- secularización. En España, Lomnitz
ción. Tales medidas, como lo señala- resaltaba, la conciencia nacional se
ba Lomnitz con respecto a México veía estimulada en parte por el
(2003: 352), incluía la abolición de expansionismo religioso en el Nuevo
impuestos y tributos religiosos, el des- Mundo y con la creencia de que “ser
pojo y la distribución de las tierras de español” significaba gozar de una re-
españoles junto con la expansión de lación privilegiada con la iglesia cató-
nuevos instrumentos y tecnologías lica. Por otro lado, la masonería jugó
siempre se implementaban desigual- un papel crucial en convertir a los lí-
mente, lo cual era sintomático de las deres regionales en líderes nacionales.
dificultades que acarreaba el tratar de Lomnitz también afirmaba que mucho
unir varias “naciones” dentro de una de la historia temprana de México pue-
nación Estado modernizador. de ser abordada en términos de las lu-
chas por controlar el poder estatal en-
La segunda afirmación de Lomnitz re- tre dos sociedades secretas: la británi-
futaba la idea de Anderson de que el ca y la norteamericana, una rivalidad
nacionalismo, implicaba una “camara- que era apoyada por Inglaterra y Esta-
dería profundamente horizontal”. To- dos Unidos respectivamente (Lomnitz,
mando como punto de partida la histo- 2000: 352). No necesariamente el na-
ria latinoamericana del siglo XIX so- cionalismo desplazó a la lealtad reli-
bre las luchas de poder entre los Esta- giosa, sino que, en algunos casos, era
dos republicanos como resultado de las compatible con ella. En España, obser-
guerras de independencia y las institu- vaba Lomnitz, la idea de una econo-
ciones que venían del periodo colonial mía nacional dependiente del concep-

  
             !!"
  
     

to de un “tiempo vació homogéneo” que su iglesia contra el gobierno corrupto


Anderson atribuía al surgimiento del ca- sugiere una idea de redención perso-
pitalismo impreso, podría remontarse al nal proyectada sobre la nación (Smilde,
siglo XVI (Lomnitz, 2000: 352). 1999). Pero como Lomnitz afirmaba,
la propuesta de Anderson de que el
Basándonos en lo planteado por nacionalismo remplazó al sentimiento
Lomnitz, quien se centró principalmen- religioso es difícil de apoyarse en las
te en los comienzos del siglo XVIII, evidencias Latinoamericanas.
es válido resaltar que en su mayoría,
el papel crucial jugado por la religión Finalmente, desde un punto de vista
para el desarrollo del nacionalismo en latinoamericano, el talón de Aquiles de
Latinoamérica, permanece casi inex- los argumentos de Anderson no se basa
plorado por los académicos quienes tanto en “lo imaginario” como en la
tienden a mantener una mirada secu- “soberanía”. Lomnitz planteó el pro-
lar. Cuando se aborda lo religioso, ge- blema de las soberanías divididas que
neralmente se hace desde el ropaje de existieron durante el mandato colonial
la cultura popular, por ejemplo, lo de y que tomaron mucho tiempo para con-
la Virgen de Guadalupe en México. Es vertirse en una especie de noción de
más, mucho de lo relacionado con lo una soberanía absoluta popular que
religioso y que subyace en el discurso empezó a predominar después de la re-
nacionalista latinoamericano se ha so- volución mexicana de los 1910/20. Ba-
brevalorado, pero esto es también vá- sados en el análisis de Lomnitz, es tam-
lido para muchas otras partes del mun- bién válido agregar que el ideal de la
do. Pero la larga historia del naciona- soberanía popular no puede ser asumi-
lismo católico en la región está por da acríticamente en ningún punto de
abordarse completamente, lo mismo la historia de Latinoamérica en vista
que la amplia relación entre religión, de la efectividad limitada de los meca-
religiosidad y nacionalismo en nismos de representación. Volviendo
Latinoamérica. Un buen comienzo es al planteamiento de Hobsbawm sobre
el de Henry Goldschmith y Elizabeth la legitimidad, en buena parte del si-
McAllister (2004), pero su propuesta glo XX la soberanía era palpablemen-
pionera cuestionando la separación de te considerada como el papel de un
raza, religión y nación como catego- presidente o de una sola persona (los
rías analíticas, primarias y limitadas y argentinos continúan mirando a Perón
que son las intersecciones entre ellas, como el líder soberano de la nación
necesitan más atención, todavía nos durante sus 17 años en el exilio). La
dicen más sobre la religión y la identi- lista de hechos sobre la soberanía en
dad racial que sobre religión e identi- los países latinoamericanos es bastan-
dad nacional. Por ejemplo la eviden- te amplia.
cia de los protestantes evangélicos ve-
nezolanos que participaron en una Aparte del tema obvio de la amenaza
movilización en 1996, organizada por económica a la soberanía en los países

   


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en desarrollo que dependen de los mer- ejemplos son la guerra de la Triple


cados y capitales internacionales, exis- Alianza (Argentina, Brasil, Paraguay
te también el tema de los efectos de la y Uruguay), en 1864-70; la guerra del
guerra y el militarismo sobre la cons- Pacífico (1879-83) entre Chile, Perú y
trucción de la nación estado en Bolivia (Mallon, 1995). En el siglo XX
Latinoamérica, un tópico que ha lla- se presentó la guerra del Chaco entre
mado la atención muy recientemente. Bolivia y Paraguay (1932-35); una dis-
Se observa que generalmente puta fronteriza entre Ecuador y Perú
Latinoamérica ha sufrido de muy po- que término en guerra en 1941, 1981 y
cas guerras entre países, mucho menos 1985; la llamada guerra “del fútbol”
que en África o en Asia. Solamente Bra- en 1969 (incitada por un partido de
sil intervino un poco en las dos guerras fútbol, pero que involucraba realmen-
mundiales. Miguel Angel Centeno afir- te a los refugiados), sin dejar de men-
ma que el modelo de guerra de Charles cionar la guerra de las Malvinas en
Tilly como un dispositivo de construc- 1982. Directa o indirectamente, se pre-
ción de naciones estados en Europa tie- sentó una intervención militar norte-
ne muy poco que ver con Latinoamérica americana en Cuba (1898-1902, 1906-
en donde, afirma, lo económico era el 1909, 1912-1917, 1961) en República
principal imperativo para construcción Dominicana (1905, 1916-1924, 1965),
del estado nación a mediados del siglo Guatemala (1954), Honduras (seis ve-
XIX (Centeno, 2002). ces entre 1911 y 1925), México (1914,
1916-1917), Nicaragua (1912-25,
Pero, como se plantea seguidamente, 1927-33, 1981-90), Panamá (1903,
la creación de la nación no puede estar 1989) y Haití (1915-34, 1994).
supeditada a la construcción del Esta-
do. En cualquier caso, hay evidencias Si incluimos las guerras civiles, sin
de que a pesar de las limitaciones del mencionar las revoluciones sociales, se
poder estatal una cosa que los Estados palpa claramente que el papel del con-
podían hacer e hicieron fue impulsar flicto militar en la construcción de la
el enlistamiento militar, que aunque nación estado en Latinoamérica tuvo
resistido, jugo un papel puntual en la una mayor incidencia que la asumida
creación de una conciencia popular de por Centeno. Tomando solo el periodo
algo llamado nación (Deas, 2002). Se posterior a 1945, se presentaron revo-
ha afirmado incesantemente que la luciones sociales en Bolivia (1952),
guerra y el militarismo sí jugaron un Cuba (1959) y Nicaragua (1979) y gue-
papel significativo por lo menos en la rras civiles con o sin tintes revolucio-
formación del nacionalismo en algu- narios en (1947), Colombia (1948-62,
nos países de Latinoamérica durante 1984 hasta la fecha), Costa Rica, 1948,
el XX. El caso es palpable para Méxi- El Salvador (1979-92), Guatemala
co, que sufrió la intervención de Esta- (1966-72, 1978-84) y Perú (1982-92).
dos Unidos en la guerra de 1846-48 y Polémicamente, Chile, Argentina y
de Francia en la de 1861-67. Otros Uruguay se encontraban también en

  
             !!"
  
     

guerra civil durante sus golpes de es- puede considerarse como pionero
tado de 1973 (Chile y Uruguay) y (1995). En sus trabajos sobre los acto-
1976. Recientemente, los efectos so- res populares en la construcción de
ciales disruptivos del crimen organi- nación, los estudiosos de
zado en relación con el tráfico de dro- Latinoamérica han integrado de mane-
gas y los compromisos de los estados ra análisis muy significativos sobre
para controlarlo, también significa que aspectos relacionados con clase, raza
muchos países de Latinoamérica, es- y género. Aunque los primeros traba-
pecialmente los más pobres, viven en jos tendían a centrarse en las áreas ru-
lo que efectivamente se puede consi- rales y en los indígenas, el espectro
derar un conflicto bélico. Si amplia- abarca actualmente la gente de color y
mos la noción para incluir la violencia otras comunidades de inmigrantes.
política, tenemos que remitirnos a toda Más recientemente, el énfasis se ha
una historia de rebeliones populares, desplazado hacia las fuerzas laborales
particularmente las áreas rurales, mu- organizadas dentro de la industria, es-
chas de las cuales se afirma, presentan pecialmente en las provincias y ciuda-
por lo menos una dimensión des (Klubock, 1998).
protonacionalista como la de los co-
mienzos de las guerras de la indepen- La inclusión de una perspectiva de gé-
dencia. Todos estos factores implican nero dentro del tema del nacionalismo
que la soberanía de las naciones esta- no solo ha puesto al descubierto mu-
dos de Latinoamérica se ha visto ge- cho material interesante sobre el pa-
neralmente comprometida. pel de la mujer de todas las clases so-
ciales en la construcción de nación,
Posiblemente la crítica más diciente sino que también evidencia la impor-
sobre Anderson es que el sobreestima tancia de los conceptos de honor en el
el papel de las élites en la formación imaginario nacional (Caulfield, 2000;
de las identidades nacionales. Casi que Chambers, 1999). Adicionalmente,
inevitablemente, y como lógica conse- otro promisorio centro de interés lo
cuencia, el no menciona nada sobre el constituye el papel de la transmisión
género y muy poco sobre lo racial. En intergeneracional dentro de las fami-
los últimos 15 años los lias en las ideas acerca de la identidad
latinoamericanistas han elaborado es- nacional. También ha ocurrido un giro
tudios que actúan como correctivos desde pensar casi exclusivamente a
significativos no solamente sobre los nivel de las representaciones, hasta
enfoques ascendentes sino también considerar cómo las identidades nacio-
sobre los exclusivamente descendentes nales se encuentran inmersas en las
y que pueden considerarse restrictivos. prácticas cotidianas. Por ejemplo, el
trabajo de Peter Wade sobre la música
Al respecto, el trabajo de Florencia popular colombiana (2000), o el de
Mallon sobre el surgimiento del nacio- Rick López sobre los concursos de be-
nalismo campesino en México y Perú, lleza en México (2002).

  
             !!"
  
     

Hoy también se observa un amplio cativa vigencia, podría necesitar una


corpus de trabajos sobre la cultura po- revisión (Appelbaum y otros, 2003).
pular y las manifestaciones de masas Igualmente, los subalternos no siem-
en Latinoamérica, y cómo cada uno de pre colmaban las expectativas de que
ellos se entrecruzan con aspectos del ellos se resistirían a las intrusiones de
Estado, del mercado y del imaginario la nación estado. Generalmente se
nacional (Rowe y Schelling, 1991; mostraban dispuestos a aceptarlas para
Bueno y Caesar, 1998). Algunos de los asegurarse unos derechos (ejemplo, a
primeros trabajos fueron criticados por través del uso de los tribunales en lo
asumir la expresión “lo popular” como relativo a las tierras, derechos labora-
un mundo semi autónomo, pero hoy se les, derecho a conservar sus prácticas
le ubica como un modelo desarrollado culturales, protección contra los abu-
y sofisticado para comprender las re- sos físicos y sicológicos de los jefes).
laciones entre lo global, lo nacional y Ellos transaban, negociaban, se com-
lo regional. Por otro lado, las estrate- prometían y algunas veces protestaban
gias de apropiación por parte del esta- o se resistían. Pero claramente se com-
do como la nacionalización de las prác- prometieron con las propuestas de
ticas culturales consideradas “popula- construcción de nación.
res”, como la música folclórica o el
carnaval y algunas formas de resisten- Como resultado de todo este trabajo,
cia han sido analizados por un amplio se han establecido ciertas normas bá-
rango de medios incluyendo historie- sicas para el estudio de los nacionalis-
tas, “operas del mondongo”, íconos mos latinoamericanos. Prevalece un
populares, deportes (la mayoría de las énfasis moderno sobre la invención de
veces, el fútbol, aunque hoy se encuen- la nación aunque no dejan de tenerse
tran materiales sobre el béisbol y el en cuenta algunas de las permanentes
basket), junto con algunos temas culi- inquietudes. Especialmente en relación
narios (Arbena y LaFrance, 2002; con las continuidades de las identida-
Archetti, 2003; Gonzáles, 2003). des colectivas coloniales y de la post
independencia (Roniger y Sznajder,
Como resultado, tal investigación 1998; Roniger y Herzog, 2000). Aun
muestra que existe una mayor concien- si todas las naciones fuesen construi-
cia sobre el Estado nacional tanto ver- das, algunas tienen bases más firmes
tical como horizontalmente de lo que en la práctica cultural existente y en la
hasta ahora se creía. Las élites del si- historia compartida; algunas son me-
glo XIX han podido tratar de ser nos confiables en cuanto a creencia y
exclusionarios en su nacionalismo, vigencia permanente. Los imaginarios
pero no siempre se les permitió salirse pueden generar enfoques creativos, ilu-
con la suya. Para el siglo XX, el soco- siones utópicas o desengaños
rrido argumento de la retórica de la destructivos. Era más fácil crear un
inclusión y la realidad de la exclusión, consenso sobre un pasado manejable
aunque todavía mantiene una signifi- en Chile que podía diferenciarse de sus

  
             !!"
  
     

vecinos por una historia o una estabi- Esto me lleva a un hecho sorprendente
lidad mucho mayor que databa de los de la literatura sobre el nacionalismo
1830s, que, digamos, Argentina, la cual latinoamericano: la división de facto
no consolidó un Estado centralizado de esos estudios entre quienes aborda-
hasta los 1880s. Las identidades nacio- ron el nacionalismo como una mani-
nales no fueron más consideradas festación del poder político centrándo-
como necesariamente primarias o to- se en lo estatal, y quienes abordaron
talmente absorbentes. El énfasis recae la identidad nacional como comunidad
ahora en la importancia de investigar cultural centrándose en la sociedad.
el desarrollo histórico de la creación Para todo el valor de los trabajos indi-
de lo propio y de la otredad no inda- viduales, existen problemas generados
gando mucho sobre quién se compro- por esta división de enfoques que vie-
metía en ciertas prácticas o quiénes ne en parte determinada por restriccio-
producían ciertas imágenes, sino cómo nes disciplinarias. Aún en los 1990s,
tales prácticas o imágenes se crean o los investigadores sociales publicaban
recrean incesantemente. prescripciones para la construcción de
la institución y de la reformulación del
Al incorporar al análisis no solo facto- Estado, el cual solo mencionaba de
res culturales como lo religioso, la mú- paso la necesidad de que tales proce-
sica y la lengua, sino también factores sos se relacionaran con una “estrate-
sociales como los patrones laborales, gia nacional”, como si esa expresión
relaciones personales, las familiares y pudiera ser sencillamente aceptada sin
las domésticas, es factible reunificar lo necesidad de un análisis a fondo
cultural con lo económico, de tal ma- (Bresser Pereira y Spink, 1999;
nera que las identidades pueden ser ana- Vellinga, 1998).
lizadas en el contexto de las relaciones
de intercambios. De todas las potencia- Por otro lado, existen discusiones de
les disquisiciones que pueden deducir- políticas de identidad estructuradas
se del escrutinio completo de las repre- como si el Estado -de ninguna mane-
sentaciones y el discurso, es importan- ra- hubiese tocado las vidas de las per-
te tener en cuenta todas las bases mate- sonas involucradas. Aun durante el si-
riales de las prácticas culturales y de las glo XIX, cuando las naciones latinoa-
fuerzas materiales que influyen sobre mericanas eran todavía débiles, se ob-
el entorno nacional (Appelbaum y otros, servaba su presencia en la vida del
2003). Este argumento, recientemente pueblo ya fuese a través de la
propuesto en la comunidad académica conscripción militar o en lo tributario.
Angloamericana en reacción contra las En cualquier caso, su verdadera debi-
influencias post modernistas, es el que lidad a veces significaba que las dife-
los investigadores de Latinoamérica han rentes fuerzas sociales peleaban den-
sostenido y demostrado largamente tro de las instituciones sociales y alre-
(García Canclini, 1995, 2001; Ramos, dedor de ellas y el control del Estado
2001). era visto como un premio fácil de ob-

  
             !!"
  
     

tener. Las ideas contestatarias del re- (ley y orden, educación, lengua, asun-
publicano, del revolucionario, de las tos públicos, derechos políticos, salud,
autoridades se encontraban estrecha- comunicaciones, transportes) y la ex-
mente ligadas a las visiones encontra- periencia del gobierno común –bueno
das sobre la nación; algunas veces, y o malo- una fuente importante de refe-
para algunos nacionalistas, el Estado rencias, reclamos, anécdotas compar-
se convertía en el “otro”. Así, el viejo tidas, junto con un sentido de historia.
debate sobre si el Estado fue antes que En el contexto latinoamericano, el con-
la nación en Latinoamérica dio paso a cepto de Estado continúa siendo, por
una estructura analítica que muestra lo menos, un eje central de análisis,
hasta dónde la construcción del Esta- pero sobre la base de una nueva aproxi-
do y la creación de la nación fueron mación a que la formación del Estado
procesos relacionados, que operaron en es más complejo de lo pensado hasta
paralelo, apoyándose algunas veces ahora (Joseph y Nugent, 1994).
entre si, pero deteriorándose también
de alguna manera. El trabajo de Tulio Una muestra de las consecuencias de
Halperín Donghi (1980), sobre la Ar- separar cultura y política consiste en
gentina post independencia y de Mary que, por largo tiempo, los intelectua-
Kay Vaughan sobre la implementación les (escritores y artistas), inducidos por
de las políticas educativas en México los latinoamericanistas partidarios de
en los 1930, muestran lo esclarecedor la tesis de Kedourie sobre los Estados
que puede ser analizar en su conjunto post coloniales en África y Asia, juga-
la construcción del estado y la crea- ron un papel relevante en los naciona-
ción de la nación (Vaughan, 1997). lismos latinoamericanos. Es cierto que
algunos intelectuales claves que fue-
Considero que la influencia del Esta- ron figuras en la historia política de sus
do en la construcción de las identida- respectivos países, adquirieron un sta-
des nacionales latinoamericanas con- tus icónico como padres fundadores
tinúa siendo importante, a pesar de lo (Domingo Faustino Sarmiento, presi-
que Anderson ha llamado la “crisis del dente de Argentina, 1868-1874; José
guión”, llanamente, la tendencia cre- Martí, líder de la independencia cuba-
ciente en las últimas tres décadas de na, torturado en los inicios de la se-
la nación estado de separarse en na- gunda guerra cubana contra España
ción y estado. Pero, como Michael durante el régimen colonial, 1895-8).
Mann plantea, se puede estar exage- También está el caso de muchos inte-
rando sobre esta tendencia, especial- lectuales de Latinoamérica, particu-
mente fuera de Europa Occidental larmente en la primera mitad del siglo
(Mann, 1996). A pesar de la migración, XX, quienes se formulaban en sus tra-
la diáspora y las nuevas concepciones bajos preguntas sobre la identidad na-
sobre la territorialidad la nación esta- cional. Al crear ficción, poesía, arte,
do continuó siendo un factor prepon- arquitectura, cine, música y al plantear
derante en la vida de muchos pueblos conceptos sobre raza y cultura, esos

  
             !!"
  
     

intelectuales contribuyeron indudable- de lo nacional-popular”, en la medida


mente a la formación del imaginario en que “lo popular” funcionaba como
nacional, por lo menos el de las élites. una reserva de nostalgia o de heroís-
mo romántico en la formación del Es-
Pero la idea divulgada de que las iden- tado (Brunner, 1992). Todavía hay muy
tidades nacionales latinoamericanas poco trabajo sobre una categoría de
fueron creadas por generales o intelec- intelectuales que considero fueron
tuales no puede justificarse a menos cruciales para los proyectos de cons-
que se de una definición amplia de in- trucción de nación; intelectuales loca-
telectual (cualquiera que reciba edu- les cuyas actividades son obviamente
cación superior). Evidencias de difíciles de documentar. Pero hurgan-
Latinoamérica sustentan el plantea- do en los archivos regionales se pue-
miento de John Breuilly de que las den lograr resultados positivos como
políticas nacionalistas han estado ge- lo muestran los trabajos de Florencia
neralmente dominadas por otras insti- Mallon ya mencionada anteriormente,
tuciones o grupos de intereses Guy Thompson (1999), en su estudio
(Breuilly, 1985). La aparición de nue- sobre el patriotismo regional en Méxi-
vos sectores sociales (profesionales, co del siglo XIX y Natividad Gutiérrez
políticos) era muy evidente desde fi- en su estudio sobre los intelectuales
nales del siglo XIX ya que la moder- mexicanos indígenas (1999). En térmi-
nización creó una separación parcial nos generales, el papel del nacionalis-
de las esferas confluyentes de la mo en los sectores medios amorfos de
intelectualidad y la política. la sociedad latinoamericana no ha
atraído mucho la atención, aunque el
También he planteado en otro trabajo libro de Patrick Barr Melej sobre Chi-
que la influencia de los intelectuales le (2000), sugiere que el trabajo reali-
latinoamericanos en el siglo XX se vio zado al respecto podría reportar gran-
constreñida por sus relaciones proble- des dividendos.
máticas con el Estado (Millar, 1999):
en donde el estado estimulaba y apo- Los trabajos recientes han adoptado
yaba sus iniciativas, como en México tres enfoques para explorar las relacio-
y Brasil, gozaron de gran influencia; nes entre la construcción de nación y
cuando el Estado los ignoraba y repri- la formación de estado en
mía, como en Argentina, el impacto era Latinoamérica. Primeramente, hay una
mucho menor. creciente literatura sobre historia, me-
moria y conmemoración. Se analizan
En la misma Latinoamérica, la idea del más y más las historiografías como
intelectual políticamente comprometi- fuentes y esferas relevantes de contro-
do, de izquierda como vocero de los versias y polémicas: ¿Cómo es posi-
desposeídos y que articulaba una iden- ble escribir historia después del colo-
tidad específica se ha relacionado con nialismo? (Thurner, 2003) ¿Cómo pue-
lo que llegó a conocer como “el mito dan escribirse y recordarse historias so-

   


            !
         

bre experiencias altamente contexto de la redemocratización de


divisionistas? Esto es pertinentemen- Latinoamérica en 1980s que acompa-
te válido para países que tratan de de- ñó a las políticas económicas
latar las experiencias sobre las viola- neoliberales que trataban de reducir el
ciones de los derechos humanos come- papel económico del Estado. Aunque
tidas por los regímenes militares (Ar- existe una amplia literatura al respec-
gentina, Chile, Uruguay, El Salvador, to, quiero llamar la atención en un es-
Guatemala). ¿Cuál ha sido la versión critor clave con respecto al naciona-
oficial y aprobada de la historia nacio- lismo. En su famoso trabajo, Culturas
nal? Así, el estudio se ha centrado en híbridas, Néstor García Canclini inten-
el papel de los ritos y ceremonias na- ta hacer pensar a la gente más allá de
cionales, en los mitos, himnos, bande- las líneas divisorias entre la popular
ras, estatuas, museos, desfiles monu- cultura de masas para analizar las di-
mentos cívicos y públicos (Beezley y versas formas como la gente de todos
otros, 1994; Beezley y Lorey, 2001; los estratos sociales presionaron sobre
Duncan, 1998; Earle, 2002; Tenorio los procesos de modernización. El tra-
Trillo, 1996). bajo de García Canclini no se centra
directamente sobre el nacionalismo,
Por otro lado, el papel de la cultura pero provee un nuevo modelo poten-
material capta más y más la atención: cialmente efectivo para repensar sobre
la construcción de una identidad por las relaciones entre los poderes regio-
medio del consumo y la exhibición. La nales, nacionales y transnacionales.
mayor parte de este trabajo trata de
investigar el tema espinoso del impac- García planteaba que las sociedades
to social del nacionalismo, hurgando latinoamericanas eran amalgamas de
más allá de las élites. También se está diferentes temporalidades históricas,
prestando atención en algunos íconos de las diversas relaciones en los pro-
del nacionalismo, populares como la cesos de modernización. Las identida-
virgen de Guadalupe (Brading, 2001) des se afincan en las fronteras; las cul-
o intelectuales como la poetisa chile- turas son híbridas. Lo importado se
na Gabriela Mistral (Fiol-Matta, 2002). inserta en lo local transformándose
Todos estos trabajos se basan en la pro- ambos. García Canclini propone que
puesta de Hobsbawm y Ranger sobre en vez de ahondar en las tendencias de
la tradición inventada. las élites de desarrollar ideologías
como el nacionalismo y que servían de
En segundo lugar -y aquí los investi- criterio para sus propios fines, o sobre
gadores latinoamericanos han aporta- la resistencia del hombre de común
do grandes contribuciones a los deba- para enfrentar esas estrategias, es más
tes internacionales- el papel de la so- importante analizar las instituciones
ciedad civil en relación con el Estado por medio de las cuales todos los sec-
y el mercado ha sido objete de una re- tores sociales negociaron la moderni-
novada aproximación, sobre todo en el dad: creencias y organizaciones reli-

  
             !!"
  
     

giosas, agencias estatales, mercados, como una oportunidad para dejar de


los medios y el turismo. También, en lado concepciones temporales (como
un posterior estudio, Consumidores y las fases del modelo de nacionalismo
Ciudadanos (2001), propone retomar que lo asume primero como una idea,
el concepto de consumo para conside- luego como un movimiento político y
rar como “mercancías” al bienestar, después como un consenso social) para
la salud y la educación ya que no se verla como un factor espacial que abre
podía considerar al consumo como un las posibilidades de reconocer la exis-
factor de irracionalidad, despilfarro y tencia de concepciones diversas de lo
manipulación potencial ael individuo, temporal sin considerarlas retrógradas
sino más bien como un proceso que o subdesarrolladas (Mignolo, 1998).
remite a las posibilidades de pensar Esto puede ser particularmente prove-
creativamente acerca de nuevas choso para Latinoamérica en donde la
interrelaciones entre el público y las importancia de la delimitación de los
esferas privadas. También a pesar de territorios, literal y simbólicamente, se
la decadencia de los derechos tradicio- está discutiendo ampliamente (Craib,
nales, como la salud como obligación 2002; Qayum, 2002).
del Estado, surgían nuevas posibilida-
des para que el ciudadano tuviera la Al respecto, los estudios de los
posibilidad de abrir un espacio cultu- regionalismos subnacionales (especial-
ral latinoamericano para luchar contra mente en Europa) fueron inicialmente
la norteamericanización. Tales pro- una reacción contra las historiografías
puestas generaron controversias polí- nacionales que presentaban al regio-
ticas e intelectuales, pero el trabajo de nalismo como un obstáculo anacróni-
García Canclini debe ser leído por to- co para la creación de naciones esta-
dos los interesados en el lugar de la dos modernos y viables. Sin embargo,
nación estado dentro del mundo con- estudios más recientes han formulado
temporáneo. nuevas formas de considerar la confi-
guración de la nación, centrándose en
En tercer lugar, se está prestando aten- la interacción entre lo regional y lo
ción otra vez a los aspectos geográfi- nacional y en el alcance de esa
cos de lo nacional sobre las bases del interacción para ayudarse mutuamen-
análisis pionero de Anderson (1991). te (Anna, 1998). Allí persiste una ten-
La idea de territorios limítrofes pro- dencia a centrarse en las áreas rurales
vee la base para hacer coincidir la no- y sus relaciones, o a la falta de ellas,
ción de Estado y la de nación, aunque en el Estado central. Al respecto, exis-
se este planteando que esto solo opera te bastante campo de acción para estu-
a un nivel simbólico, especialmente diar las rivalidades regionales o de las
dentro del contexto de la globalización. ciudades provinciales. Los investiga-
Los estudiosos de la globalización que dores están comenzando a reflexionar
no la consideran como un proceso en- sobre los espacios urbanos, los concep-
teramente negativo, la identifican tos de marginalidad, límites y regio-

  
             !!"
  
     

nes tanto en lo local como en lo inter- Hispanoamericanismo, el cual ha ac-


nacional. Es cierto que los límites rea- tuado como una referencia puntual de
les y simbólicos afectan los diversos sus igualdades y diferencias y que ha
significados de identidad nacional pero funcionado más como un complemen-
ello no parece disminuir su importan- to de sus identidades nacionales que
cia. Se ha planteado, por ejemplo, que como un punto de rivalidad entre ellos.
la mexicanidad y la hegemonía del Factores como raza, etnia y lengua,
WASP en Estados Unidos se han visto valores religiosos y políticos constitu-
fortalecidas por la consolidación de yen un acervo común para identificar
una sociedad diferencial fronteriza a Hispanoamérica. Es decir, cada país
(Pastor y Castañeda, 1988; Journal of hispanoamericano ha conformado su
American History, 1999). También, los propia variante de una visión
cubanos de Miami tienen un fuerte supranacional la cual se ha combina-
concepto de su cubanidad, lo mismos do con cada historia de nación estado
que su contraparte de “la isla”, aun- para generar identidades nacionales
que le agreguen significados diferen- diferentes constituidas, en todo caso,
tes (Behar, 1995). por prácticas e ideales culturales y po-
líticos.
Existe un interés creciente sobre las
complejidades de las representaciones Por ello, algunas oposiciones que cual-
del “otro” y del “yo”. Las naciones la- quiera familiarizado con la historia de
tinoamericanas han intentado diferen- Europa da por aceptada, como nacio-
ciarse de Estados Unidos o de otros nalismo/internacionalismo, nacionalis-
países vecinos y, en algunos momen- mo subestatal /regionalismo y nacio-
tos –como en países europeos (Espa- nalismo/regionalismo supranacional,
ña, Francia, Inglaterra), presentarse nunca han sido completamente pro-
como autóctonos. Por ello, debemos puestas en Latinoamérica, llevándonos
indagar mucho más sobre los contex- a cuestionar por lo menos hasta dónde
tos internacionales en los cuales las han sido aplicadas para el estudio del
identidades nacionales evolucionan, nacionalismo en cualquier parte. Es-
sobre el intercambio de gentes, con- tudios recientes ya cuestionan la opo-
cepciones e imágenes en ambas direc- sición entre regionalismo local y na-
ciones –dentro de las Américas y cru- cionalismo en Europa afirmando, por
zando el Atlántico. Para responder ejemplo, que los intereses regionales,
efectivamente a estos interrogantes es particularmente en las ciudades inter-
necesario aplicar un enfoque medias, se han adecuado efectivamente
interdisciplinario. Aun más, en la Amé- a los proyectos nacionalistas (Confi-
rica española, ya que el caso de Brasil no, 1997)
es diferente, las identidades naciona-
les han terminado en una relación com- También, el significado de los
pleja con una identidad regional regionalismos supranacionales esta
transnacional: el llamando la atención de los estudiosos

  
             !!"
  
     

de Europa. La idea de que la nación se glo XX, los intelectuales usaban el tér-
encuentra enfrentada a otras identida- mino “autenticidad” (con una abierta
des colectivas (locales, regionales, posibilidad de mestizaje cultural) mu-
supranacionales) y podría por lo tanto cho más que el término “identidad”,
perderse si las otras se fortalecen, no que presenta algunas implicaciones de
es necesariamente cierto. Tales iden- homogeneidad y que podría convertir-
tidades pueden trabajar para atenuar la se en otro de los términos importados
significación de lo nacional pero tam- que no encajan con la realidad. Al res-
bién para aumentarla. Se ha dicho por pecto, podría ser de algún valor para
ejemplo, que en México la identidad los latinoamericanistas ser más analí-
nacional es lo suficiente sólida como ticos y utilizar el término “lo nacional”,
para resistir la supuesta amenaza de la que evita el énfasis cultural
norteamericanización, que la identidad homogeneizante de la expresión iden-
mexicana no se basa ya en patrones de tidad cultural y las implicaciones del
consumo de tal manera que la gran pre- compromiso de conciencia política del
valencia de los productos de Estados nacionalismo. En el mundo
Unidos después del NAFTA no hacen globalizado se nota que existe una
ninguna diferencia y que la propia identidad marcada y etiquetada para
identidad de México dependía de he- consumo de los extranjeros, especial-
cho en su éxito económico lo cual solo mente turistas, y otra considerada “real
podría lograrse integrándola más tar- y auténtica” y que se maneja en espa-
de en el mundo globalizado (Morris, cios en los cuales los turistas muy ra-
1999). ramente se interesan o no tienen acce-
so. Generalmente ambas identidades
La evidencia en Latinoamérica mues- presentan los mismos componentes,
tra hasta donde el término identidad es pero son identificados de diferente
en si mismo problemático. Aun dentro manera y analizados con diferentes
de los homogeneizantes proyectos de registros.
los nacionalistas, siempre había resis-
tencia y debates sobre sus diferencias Es fácil olvidar que el principal argu-
socioculturales. La tendencia domi- mento de Anderson sobre el naciona-
nante en los debates en Latinoamérica lismo en Latinoamérica ha sido virtual-
sobre la identidad consistía en incor- mente ignorado como el mismo se la-
porar por lo menos un cierto grado de mentó en el prefacio a su segunda edi-
énfasis sobre la heterogeneidad y ción de Comunidades Imaginadas,
ductibilidad (un término recurrente en 1991. Aunque su propuesta de que las
la mayoría de los estudios “naciones modales” se crearon en
latinoamericanistas sobre la identidad América es exagerada (o al menos, lo
nacional). Como afirma García C. es demasiado para Estados Unidos),
(2001), “la heterogeneidad es conside- pero el punto clave de que las expe-
rada parte integral de la nación”. Por riencias de todas las regiones son vita-
lo menos, en la primera mitad del si- les para comprender la historia del na-

   


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cionalismo en general, no ha recibido BIBLIOGRAFÍA


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