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Prismas - Revista de Historia Intelectual

ISSN: 1666-1508
revistaprismas@gmail.com
Universidad Nacional de Quilmes
Argentina

Martínez, Ana Teresa


Intelectuales de provincia: entre lo local y lo periférico
Prismas - Revista de Historia Intelectual, vol. 17, núm. 2, diciembre, 2013, pp. 169-180
Universidad Nacional de Quilmes
Bernal, Argentina

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=387036832005

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Dossier: Los otros intelectuales: curas, maestros, intelectuales
de pueblo, periodistas y autodidactas

Intelectuales de provincia:
entre lo local y lo periférico

Ana Teresa Martínez


conicet / Universidad Nacional de Santiago del Estero

P.B. Il y a un bon usage du malentendu. teaba evidentemente en la época, sobre el


R.D. C’est là tout le jeu et l’enjeu culturels.1 trasfondo del estructuralismo. Considerar la
cultura “como un sistema simbólico”, se de-
Poco tiempo después de la publicación del ya cía, no es suficiente si no se plantea la rela-
clásico La gran matanza de gatos, de Robert ción de ese sistema con el mundo social que
Darnton, Bourdieu invitó a este autor a un de- lo produce. Esto significaba, sin embargo,
bate que sumaba también a Roger Chartier, algo mucho más complejo que el movimiento
para realizar una “libre confrontación cientí- de ida y retorno reiterado del texto al con-
fica” en torno al libro, a fin de publicarla des- texto y de este a aquel: el sistema simbólico
pués, concretando así una modalidad de “re- es producto de un sistema de producción, en
seña” que evitara “los efectos de imposición que el carácter diferenciado de los agentes,
un tanto terroristas” que acompañan a ese no sólo en sus posiciones recíprocas, sino en
género académico.2 En ese debate, luego de su grado de especialización y en su pertenen-
pasar por asperezas y malentendidos vincula- cia o no a un espacio diferencial, relativa-
dos a la diversidad de tradiciones culturales mente autónomo, de producción, constituyen
de los participantes, que se materializaban en datos que no pueden evitarse. De ser así, “La
críticas y defensas de diverso tipo de la “his- gran matanza de gatos” no debía ser leída en
toria de las mentalidades” a la francesa, en- el mismo registro epistemológico y metodo-
frentadas a la propuesta de una “historia an- lógico que otros capítulos del libro, referidos
tropológica”, la discusión se fue volviendo a la Enciclopedia o a Rousseau. Más allá de
cooperativa y confluyendo hacia los proble- su intención exitosa de rehabilitar la comple-
mas de la unidad cultural y la diferenciación jidad simbólica del mundo de los imprenteros
social. El problema era a la vez disciplinar, y de sus gatos “buenos para pensar”, Darnton
metodológico y epistemológico, y se plan- acordaba con Bourdieu que las relaciones en-
tre los productos culturales (siempre comple-
jos) y los mundos sociales en que se produ-
1
“Dialogue à propos de l’histoire culturelle”, debate en- cen se plantean diferencialmente, y que es
tre Robert Darnton, Roger Chartier y Pierre Bourdieu a precisamente esta diferencia lo que interesa
raíz de la publicación del libro del primero, La gran ma- aprehender en cada caso. Las prácticas y los
tanza de gatos, publicado en Actes de la recherche en
sciences sociales, vol. 59, septiembre de 1985, pp 86-93. productos culturales no se vincularían así con
2
Ibid. un sistema simbólico correspondiente al con-

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 17, 2013, pp. 169-180


junto de la sociedad, sino cada vez con mun- conclusión sobre “el buen uso del malenten-
dos diferentes donde se refractan las signifi- dido” al movernos entre mundos diferencia-
caciones y se deslizan los significados entre dos, a fin de adentrarnos con ella en los pro-
espacios de sentidos prácticos diversos. Si los blemas teóricos y a la vez epistemológicos y
obreros se divierten recordando la masacre de metodológicos que nos plantea tanto el estu-
gatos delante de sus patrones, es porque preci- dio de esto que llamamos “figuras mediado-
samente –concluyen Bourdieu y Darnton al ras”, como el de los “intelectuales de pueblo”
final del debate– hay usos sociales diferencia- y “de provincia”, que son también en buena
dos de sistemas simbólicos parcialmente com- medida lo primero. Desde esta perspectiva,
partidos y parcialmente sujetos al malenten- parece haber algo en común a reflexionar en
dido, que desarrollan “toda clase de complejos todos los casos.
juegos estratégicos” que se vuelven posibles
aprovechando precisamente esa franja de am-
bigüedad. Al llegar a este punto, Bourdieu ha- Distinciones conceptuales
bla del “buen uso del malentendido” y Darn-
ton se entusiasma: “he aquí todo el juego y lo De Gramsci o Mannheim a Bourdieu, pasando
que está en juego en la cultura”.3 por Raymond Williams y Foucault, la cons-
Los estudios de sociología de la cultura y trucción de instrumentos teóricos para descri-
de historia intelectual se han centrado particu- bir adecuadamente el espacio y los agentes de
larmente en el análisis de campos culturales la producción cultural se ha detenido reitera-
centrales y de productores culturales que han damente en la definición y la posición del “in-
alcanzado consagración y reconocimiento al telectual” dentro de la sociedad, en su rela-
menos nacional. Este enfoque ha dejado fuera ción con el Estado y las clases dominantes.
a intelectuales y espacios sociales considera- Recordaremos aquí rápidamente dos posi-
dos “locales” por su condición periférica, que ciones típicamente diferentes aunque no con-
han incidido en la construcción de esos cam- tradictorias. Raymond Williams, en su obra
pos desde una posición marginal y que han de síntesis teórica, publicada en 1981, opta
desempeñado roles significativos en la repro- explícitamente por hablar de “productores
ducción, la circulación y la apropiación cultu- culturales” y no de “intelectuales” a fin de
ral. En este trabajo proponemos una serie de abarcar en una misma categoría la más amplia
reflexiones conceptuales que intentan avanzar gama posible de agentes que intervienen en
en la producción de instrumentos teóricos los procesos de elaboración, circulación y
para romper con las circunscripciones “nacio- apropiación cultural. La opción se vincula
nales” que organizan el análisis del espacio con su preocupación por precisar conceptos
social de la cultura repitiendo en el análisis el que vienen siendo utilizados con sentidos dis-
mismo esquema de dominación que lo confi- pares en un campo de estudios en pleno pro-
gura. Analizamos así el concepto de lo “lo- ceso de conformación, gracias a la convergen-
cal” y la condición pueblerina y de provincia- cia de estudios literarios, lingüística, historia de
nía, en sus características generales de la cultura, sociología empírica americana de la
posición y de especificidad. Del debate entre cultura contemporánea e historia de las men-
Bourdieu, Darnton y Chartier retendremos la talidades de cuño francés. En este contexto,
busca definir un programa de sociología de la
cultura que no se superponga a otras discipli-
3
La traducción de todas las referencias literales al debate nas convergentes y, abarcando el conjunto de
es mía. los problemas, aporte una especificidad desde

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el enfoque sociológico.4 Cuidadoso de la di- intelectuales se incluye así en otro tipo de pro-
mensión histórica insoslayable de su pro- yecto, donde el análisis de la división del tra-
grama, y sabiéndose a la vez en diálogo con el bajo social lo conduce a formular una teoría
empirismo de buena parte de la sociología del mundo social como espacio de indefinidas
americana, el libro está atravesado de recau- posiciones diferenciales posibles, analizables
dos contra el teoricismo y la preocupación de caso por caso, pero dotado –por hipótesis– de
no trasponer ingenuamente casos particulares ciertas homologías estructurales entre espacios
en conclusiones generales. “Productores cul- diferenciados de posiciones comparables entre
turales”, dice, es un término abstracto pero sí. Al mismo tiempo, esta noción de campo se
deliberadamente neutral. Y le permite dejar articula en su propuesta con una teoría de la
de lado la conceptualización que ya Mann- acción social donde la dimensión pre-reflexiva
heim y Gramsci habían utilizado –cada uno en términos de disposiciones refiere no sólo a
en el contexto de problemáticas diferentes– experiencias de clase y de trayectoria, sino
para denominar un cierto tipo de productores, también de profesión, es decir, de modalida-
sin lograr superar las ambigüedades surgidas des de incorporación de las determinaciones
de intentar precisar esa clase en un contexto sociales, los saberes, los vínculos, la percep-
más amplio de problemas que los de la socio- ción y la apreciación de lo que está en juego en
logía del conocimiento de Mannheim o las el espacio social del que se forma parte. Es
preguntas sobre el lugar político de estos pro- esta idea general del mundo social como espa-
ductores en la lucha de clases. Buscando una cio cualitativo y discontinuo de diferencias la
definición teórica más eficaz que la clásica de que hace interesante su idea de intelectual –que
la antropología cultural, la sistematización no excluye la noción amplia de productor cul-
teórica de Williams converge hacia una defi- tural, sino que la especifica–. Para Bourdieu
nición de cultura como “sistema significante un intelectual es un agente que desde una po-
realizado”, analizable en sus “prácticas mani- sición relativa en un espacio social relativa-
fiestas”. Especificando así disciplinarmente mente autónomo de producción cultural, ha-
su construcción teórica de objeto, el concepto ciendo valer el peso de ese capital simbólico
de “productor cultural” resulta efectivamente específico, interviene en otros campos, como
adecuado para abarcar los amplios tipos de el de la política o las luchas sociales. Como
casos que le interesa analizar. siempre ocurre en las ciencias sociales, hay un
Diferente es la preocupación de Pierre Bour- modelo implícito, que es el Zola del Affaire
dieu, quien inscripto en la tradición durkhei- Dreyfus, no por casualidad en la generación
miana, epistemológicamente despreocupado de siguiente a la de la autonomización del campo
las especificaciones disciplinares, trabaja en la literario en Francia, como Bourdieu muestra
propuesta de una economía de las prácticas so- en Las reglas del arte.
ciales, que al mismo tiempo sea cuidadosa de Pero aquí reflexionamos sobre los “otros”
la historicidad de los objetos sin renunciar a intelectuales y sobre los “intelectuales de pro-
sostener hipótesis que puedan replicarse como vincia” y los “intelectuales de pueblo”. Y esto
esquemas de análisis comparativo, subordina- nos pone frente a la necesidad de prestar aten-
dos a sus condiciones de aplicación caso por ción a toda una variedad de condiciones, posi-
caso. Su preocupación por la sociología de los ciones y modos de operar que no responden, al
menos mecánicamente, al perfil de intelectual
que venimos de desplegar, aunque sí caben per-
4
Raymond Williams, Sociología de la cultura, Barce- fectamente en la figura amplia del productor
lona, Paidós, 1994 [1981]. cultural. Decimos que esta vez nos interesan

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los “otros”, los que no se han desenvuelto en un Antes de entrar en cada categoría, es funda-
campo relativamente autónomo donde apo- mental recordar las condiciones epistemológi-
yarse y acumular capital específico para trans- cas de la construcción de este tipo de series.
ferir a las luchas políticas, sociales y cultura- No debemos olvidar que se trata de una escala
les; o, si lo han hecho, se encuentran ubicados de diferencias no homogénea, ni en los crite-
como productores en zonas demasiado margi- rios definitorios ni en los rasgos pertinentes
nales de esos campos como para poder contar seleccionados. Y sin embargo, con esta “im-
con un capital de visibilidad que hacer valer en perfección” que nos pone lejos de la interpre-
espacios centrales de poder. Sin embargo, los tación realista de las categorías, configuran
casos estudiados nos muestran que estos agen- bajo ciertos criterios una escala, con solapa-
tes han intervenido de distintos modos, apo- mientos y pequeños hiatos, constituidos en
yándose en saberes adquiridos y validados por parte precisamente por la diversidad de puntos
otros caminos o en lugares sociales habilitantes de vista diferenciadores que ponemos en juego.
de otras maneras para la producción cultural. Concretamente: un intelectual de provincia
Es el estudio de estos entramados de relaciones está en su espacio en una posición homóloga a
caso por caso lo que nos permite interiorizar- la de un intelectual de la capital, aunque subor-
nos en mundos culturales y sociales complejos, dinada si lo miramos respecto de aquel y de la
que no entran en categorías genéricas y que nos relación de un espacio con otro. La cuestión
devuelven a la variedad y la especificidad de la sigue siendo cómo definir esa posición y acla-
inevitable historicidad del objeto en las ciencias rar de qué se trata esa subordinación. Pero un
sociales. Sin embargo, recorrida la diversidad y intelectual de pueblo tiene una posición homó-
la riqueza de los casos, necesitamos organizar- loga al de provincia, en una escala menor. Ha-
los y conceptualizar para poder ir más allá de la brá que analizar respecto de qué es pertinente
deixis indefinidamente reiterada. Porque ade- considerar la escala. A su vez, la categoría más
más, si algo hemos aprendido de Bourdieu y de amplia, que podemos llamar desde cierto punto
Williams, es que hasta que no logramos cono- de vista los “reproductores culturales”, apare-
cer el conjunto de las relaciones que despliegan cen en el ámbito de la cultura en un lugar su-
efectos en un espacio social (o en una “forma- bordinado respecto de los que llamamos típi-
ción”) no hemos aprendido nada sobre ninguno camente “intelectuales”, y sin embargo no
de sus elementos parciales. Y esto ya no es es- podemos decir que ningún agente concreto,
tructuralismo, sino el abc de la construcción de histórico, empírico, sea solamente un produc-
un objeto sociológico. tor o solamente un reproductor de bienes sim-
bólicos. No hay producción a partir de nada, ni
reproducción que no realice recortes, interpre-
Categorías y divisiones tación, producción. ¿Qué era el Menocchio de
Ginzburg? ¿Un productor subordinado?, ¿un
A los efectos del análisis, podríamos diferen- extemporáneo intelectual de pueblo?, ¿o un re-
ciar, para comenzar, tres tipos de casos que se productor creativo de sus lecturas? Yo diría
definen recíprocamente: los que podríamos que las tres cosas a la vez, según el punto de
llamar intelectuales de provincia, los intelec- vista desde el que lo miremos.
tuales de pueblo y la categoría más amplia de Al mismo tiempo, si nos centramos en el
quienes cumplen un rol central no tanto en la rol “mediador” de algunos agentes centrales
producción como en la instalación de sentidos de la reproducción y la circulación en el
en una determinada sociedad, como los curas campo de la cultura, su lugar en ciertas condi-
o los maestros. ciones puede resultar dominante sobre los

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productores y los intelectuales, como sucede cada uno en su espacio, pero hay entre ellos una
con el caso de los editores o los curadores de diferencia en las características del nudo de rela-
muestras. En realidad, lo que vale la pena para ciones en que se insertan. El intelectual de pro-
hacer rendir el análisis es hacer el esfuerzo de vincia es un capitalino del interior, cuyo espacio
moverse entre los diversos puntos de vista y aparece circunscripto a una delimitación polí-
criterios de clasificación de agentes, que nunca tica estatal específica, y que puede ser –en caso
son “una sola cosa”. Las categorías “produc- de que la haya– el centro de una red más amplia
ción”, “reproducción”, “circulación”, “media- de la que formen parte pueblos y ciudades me-
ción”, “recepción” sólo son útiles si las pensa- nores. El intelectual de pueblo tiene un espacio
mos como no excluyentes, y la de intelectual, de referencia acotado a la población en que vive
si en el caso tiene valor heurístico para com- y a las redes de las que forma parte, en posición
prender dinámicas de intercambio entre luga- predominantemente periférica. Todo esto sin ol-
res diferenciales del espacio social. Moverse vidar que las redes de circulación pueden cru-
con libertad entre los términos, conscientes de zarse, constituir circuitos y regiones de inter-
lo que se hace y dice, parece ser la mejor regla cambio según lógicas diversas –que no siempre
metódica al respecto. Recordar que en todos se articulan en la forma centro-periferia– y que
los casos se trata de “productores” y a la vez hay que descubrir caso por caso.
de “mediadores”, sin perder de vista las posi- Desde otro punto de vista, la provincia y el
ciones diferenciales y la diversidad de disposi- pueblo parecen diferenciarse sobre todo en la
ciones, es importante para no olvidar lo que escala: una capital de provincia constituye ha-
unos y otros tienen en común. bitualmente un centro donde se concentran
Y en general habrá que evaluar en cada más recursos de todo tipo que los de un pue-
caso qué aportan estas categorizaciones a la blo. Sin embargo, ambos comparten sobre
comprensión de los textos y otros productos todo una cierta densidad del espacio vivido
culturales, a la interpretación de la produc- que podríamos llamar “el locus”, aquello que
ción cultural en general y al conocimiento de produce “lo local”. Pero lo que constituye los
la construcción de discursos sociales hegemó- “centros” también es un cierto “locus” que,
nicos, de la instalación de sentidos en los es- por las condiciones de circulación de bienes
pacios sociales. simbólicos en el sistema capitalista e indus-
Esta toma de conciencia del carácter trial, adquiere niveles de acumulación, una es-
“idealtípico” de los instrumentos conceptua- pecificidad y cierta entidad de centro recono-
les no constituye una enunciación ritual para cido como tal. La imagen parece la de una
continuar luego operando como si se tratara telaraña múltiple, que haría inútil el análisis de
de una tipología realista, sino, por el contra- lo que se repite con mayor o menor magnitud
rio, es una cuestión central que nos invita a según el caso. Pero como decía Bourdieu del
organizar el conjunto explorando los bordes, estudio de los barrios pobres de Francia, esto
los matices, lo que ocurre en los solapamien- no puede abordarse sin romper con el pensa-
tos, allí donde se condensa y se hace mani- miento sustancialista, haciendo un análisis de
fiesta la historicidad de nuestro objeto. “las relaciones entre las estructuras del espa-
cio social y las estructuras del espacio físico”.5
Intelectuales de provincia Como bien señalan Ana Clarisa Agüero y
e intelectuales de pueblo

El intelectual de provincia y el de pueblo pare- 5


Pierre Bourdieu, La misère du monde, París, Seuil,
cen entonces ocupar posiciones homólogas 1993, p 159.

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Diego García, aquí es capital delimitar cuál es ciones que adquieren sentido unas respecto de
el contexto pertinente para cada análisis, y otras, y otra cualitativa, que nos envía al espa-
para esto se necesita decidir criterios.6 Lo cio habitado, balizado y experimentado en las
cuantitativo, en determinadas condiciones, prácticas de los sujetos. Espacio geométrico y
puede tener consecuencias cualitativas impor- espacio antropológico, diría Merleau-Ponty,
tantes. Avanzar en este análisis, nos parece, el locus remitiría a ambos, pero los usos del
requiere dos abordajes simultáneos: el de lo término que presenta el artículo del dicciona-
local en cuanto “locus” y el de la periferia en rio precisamente subordinan el primero al se-
cuanto diferencia pero también desigualdad. gundo. El acento está puesto en lo que pode-
mos llamar el “sentido práctico” del espacio.
Es en esta segunda línea donde el espacio se
El “locus” constituye por las prácticas: es la marcha rei-
terada la que genera el camino; la aglomera-
El recurso al término latino es sólo un modo ción de personas la que produce la ciudad; un
entre otros posibles de aproximarnos a la idea tipo de mirada aprendida la que convierte la
de un espacio cualitativo. El “locus” (vincu- montaña o el desierto en paisaje; la ocupación
lado al lochus griego, que curiosamente re- prolongada por generaciones la que hace de
mite a la emboscada) nos refiere a una ampli- un lugar cualquiera un lugar propio, un “pago”.
tud de sentidos, muchos de los cuales están Estas prácticas significantes dotan al espacio
aún operantes en los usos del término “lugar” de memorias, le etiquetan la magia de los nom-
en castellano: el sitio en tanto localidad o re- bres propios que lo balizan, producen lugares
gión; el puesto como punto del espacio asig- diferenciales con retazos de otras prácticas y
nado, por ejemplo para un vigía o la posición nombres, bricolando con lugares semánticos
de un soldado en la batalla; la ocasión en que dispersos los relatos y los rumores que se le
una palabra es adecuada o está “fuera de lu- asocian y constituyen la particularidad del lu-
gar”; el punto en un orden de posiciones, gar y la pertenencia, atando a los sujetos a un
como el lugar de un pasaje en un libro. Tam- tiempo y un espacio que les pertenece y al que
bién se encuentran usos vinculados a las cate- pertenecen.7
gorizaciones del mundo social: la condición, Se puede vivir en la provincia o en el pue-
la clase, el cargo, la dignidad son locus socia- blo con el deseo y el pensamiento en la capi-
les; otros más específicos –y sugerentes– como tal, pero los pies, el cuerpo, el entrañamiento
la designación del útero, y en construcciones que demarca el límite y la posibilidad difícil-
adverbiales el espacio se cruza con la metafo- mente escapen a la provincia o al pueblo, y si
rización del tiempo: ad id locorum: “hasta escapan efectivamente en algún punto de la
este momento”. trayectoria, lo hacen llevando consigo los ejes
El recorrido por el diccionario de latín per- estructuradores de la experiencia. Es por esto
mite visualizar las dos maneras clásicas de que analizar lo que constituye la experiencia
considerar el espacio, una referida al espacio de provincia y de pueblo puede proveernos no
representado, hecha de relaciones entre posi- de conocimiento, pero sí de hipótesis heurísti-
cas que nos guíen en la búsqueda de indicios.
¿Qué es un intelectual de pueblo o de provin-
6
Ana Clarisa Agüero y Diego García (comps.), “Intro-
ducción” a Culturas interiores. Córdoba en la geografía
7
nacional e internacional de la cultura, La Plata, Al Mar- Michel de Certeau, L’invention du quotidien. Arts de
gen, 2010. faire, París, Gallimard, col. Folio, 1990.

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cia? ¿Un intelectual que allí nació? ¿Vivió? talle incide sólo en su posibilidad de consa-
¿Por cuánto tiempo? ¿Cuál es el umbral a cru- gración, pero no es tan probable que tenga las
zar para volverse “nacional”? ¿Es Ricardo consecuencias que mencionaremos. En cam-
Rojas un intelectual de provincia? ¿Dejó de bio, el santiagueño Hipólito Noriega, por
serlo Canal Feijoo cuando se trasladó a Bue- ejemplo, sólo puede ser visto como un inte-
nos Aires? lectual de provincia en el sentido que detalla-
La provincia y el pueblo, en tanto locus, mos abajo; o los hermanos Wagner ser consi-
espacio cualitativo practicado y convertido en derados arqueólogos de provincia, aunque
sentido práctico, suponen límite y posibilidad. hayan nacido en Europa y mantenido víncu-
los de amistad con Paul Rivet o correspon-
dencia con el Smithsonian Institut.8
La condición pueblerina 1) Frente a las reglas de la confrontación
y de provincianía científica, del intercambio literario, del de-
bate artístico, que permite que las obras se en-
Los límites cuantitativos (los de la escala) se riquezcan pasando a formar parte de un circuito
imponen configurando cualitativamente los de aprendizajes, de valoración y de crítica, la
espacios culturales y académicos. No se trata provincia y el pueblo carecen de la masa crítica
sólo de registrar la situación de campo inte- cotidiana que obliga y habilita el intercambio.
lectual reducido –cuando existente– en el Dada la baja diferenciación de los espacios de
pueblo o la provincia, sino de reflexionar so- socialidad, la producción en soledad o en el
bre qué significa. complejo diálogo con los no especialistas tien-
Registramos habitualmente las dificultades de a agotarse – y esto es lo importante a rete-
de profesionalización en un medio en que es ner– en meros intercambios de reconocimiento
difícil vivir de una profesión como la literatura, y en las reciprocidades del capital simbólico
la pintura, incluso la producción en ciencias no específico.
humanas y sociales, con pocos puestos univer- 2) Esta inexistencia o limitación de los
sitarios –en el caso de que los haya– y orienta- campos de producción específica son el pro-
dos así los productores a la docencia secunda- ducto y a la vez generan la inespecificidad del
ria o el ejercicio de otras profesiones más capital simbólico que se acumula y canjea: la
lucrativas, con lo que tienen de absorbentes. publicación de un libro que muy pocas perso-
También solemos registrar la asimetría de los nas localmente han leído o leerán genera sin
mecanismos de consagración, que hacen que la embargo el halo de intelectualidad que marca
misma sólo parezca valer plenamente cuando más un lugar social que una competencia. Las
se produce en un centro (Buenos Aires, París, colecciones de lujo de autores locales que pu-
Nueva York), donde se confirma cualquier con- blican instituciones ligadas al poder local, con
sagración anterior. Pero hay otras dimensiones el mero objeto de ser exhibidas, forman parte
a considerar que suelen escapársenos. de este juego de complacencias. Si hay luga-
Lo que expondremos a continuación no pa- res donde los títulos universitarios y los libros
rece ser igual para todas las áreas de la pro-
ducción cultural: cuanto menos importante
sea el trabajo colectivo y la confrontación, 8
Véase Ana Teresa Martínez, Constanza Taboada y
menos parece incidir. Es difícil decir que Juan Alejandro Auat, Los hermanos Wagner: entre ciencia,
L. Ortiz haya sido un poeta de pueblo, aunque mito y poesía. Arqueología, campo arqueológico nacio-
nal y construcción de identidad en Santiago del Estero.
haya vivido en un pueblo como empleado de 1920-1940, 2ª ed., Bernal, Universidad Nacional de
correos hasta su muerte. En todo caso este de- Quilmes, 2011.

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publicados tienden a funcionar como títulos madores culturales inespecíficos, que invier-
de nobleza o como medallas, es decir como ten buena parte de sus energías en promover
marcadores de una esencia superior, estos son la cultura y el arte con la secreta esperanza de
las capitales de provincias y los pueblos. producir a los interlocutores y el espacio de
3) Lo que hay que tener en cuenta es que la intercambio del que carecen. Un intelectual
marca del lugar social que aquí se genera es de provincia y de pueblo será siempre tam-
mucho más indeleble que la del prestigio cien- bién un hombre o una mujer “de la cultura”,
tífico o artístico (que debe renovarse en el tiem- con capacidades polivalentes para la produc-
po) y tiende a generar espacios de poder per- ción y la gestión, así como dispuesto a res-
manentes –poder de consagración y poder de ponder a demandas sobre temas y problemas
admisión al campo–, en los que las luchas por no siempre de su especialidad.
los espacios de producción no se vinculan La “provincianía” y lo “pueblerino”, desde
tanto al capital científico o a la calidad y la este punto de vista, parecen entonces tener
originalidad de la obra, cuanto al poder polí- que ver con la escala. Los “notables” de pro-
tico de generar relaciones y mover influencias vincia en las primeras décadas del siglo xx,
una vez adquirido ese lugar social. Las inicia- que aprovechaban las ambigüedades de un ca-
tivas novedosas tienden así a obturarse antes pital inespecífico ligado a un apellido ilustre,
de nacidas, entre las lógicas de los poderes a las expectativas implícitas sobre una identi-
personales y los prestigios que nadie sabe dad social que se vinculaba naturalmente a las
bien en qué se fundan. letras, a las leyes, al gobierno, como una acti-
4) La dureza de las reglas de la industria vidad entre otras, o como profesión-destino,
editorial capitalista, sumada a la dificultad siguen teniendo correlatos en estos bordes de
para contactar empresas editoriales comercia- la producción científica en humanidades y
les, confina aún hoy con frecuencia a los pro- ciencias sociales, hoy mucho más sistemati-
ductores de provincia y de pueblo a publicar zada en un campo nacional con reglas de pro-
en ediciones universitarias de circulación ín- ducción y evaluación que se imponen a duras
fima o nula fuera de la localidad, e incluso a penas en estos espacios marginales.
las publicaciones “de autor”, financiadas con En estas condiciones de lo local que pode-
los propios recursos o la subvención obtenida, mos llamar “provincianía” y “condición pue-
sin la mediación de una editorial reconocible. blerina” se genera el encierro que lo caracte-
La publicación “de autor” se convierte tam- riza, se favorece el aislamiento y un temor
bién en una elección cuando se ha escogido la reactivo, tanto a lo desconocido, como a todo
provincia como lugar único de circulación, ya aquello que pueda amenazar poderes simbóli-
que la contraparte que se obtiene es el rol re- cos constituidos y consolidados, o también
ducido o inexistente de los sistemas de eva- poderes económicos y políticos demasiado
luación, que habilita la circulación en un próximos y demasiado ingerentes en la pro-
mismo plano de obras heterogéneas en cali- ducción cultural. Por otra parte, cierto discurso
dad y permite conservar a bajo costo el lugar antiacademicista, reactivo a reglas que se con-
social del “productor cultural” y ocasional- sidera “no se aplican” en el lugar, que florece
mente el de “intelectual”. en las provincias y en los pueblos se vincula
5) Al mismo tiempo, esta misma dimen- al rechazo de aquello que nos rechaza.
sión reducida, convertida en inespecificidad
del capital que circula en el campo, es la que Dicho esto, no todas las provincias ni todos los
empuja a los intelectuales de provincia y de pueblos participan igualmente de estas condi-
pueblo a convertirse en reproductores, en ani- ciones. Para ponderarlas, vale tener en cuenta:

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1) el tamaño de las concentraciones urba- que se asoma en sus enunciados, hecha de de-
nas, con lo que suponen de diversidad y aper- bates locales, de preocupaciones que suelen
tura a lo nuevo; quedar en el orden de lo implícito por ya sabi-
2) la cifra absoluta y el porcentaje de habi- das, de relecturas selectivas de los grandes
tantes con estudios superiores terminados, temas nacionales, es la que debe ser objeto de
con su carga de homogeneidad o desigualdad análisis. Se trata de reconstruir en cada caso
cultural; las condiciones de producción; reponer al es-
3) la antigüedad y la consolidación de las critor, científico, poeta, músico, en su propio
instituciones educativas y culturales, así como espacio de experiencia cotidiana; reconstruir
su diversidad; con quién y contra qué habla, escribe o pinta,
4) las tradiciones culturales que confluyen no sólo en el contexto de intercambios con
y caracterizan a cada región; otros centros y redes, sino en el contexto más
5) la historia de injerencia política o auto- inmediato, que tiene una inminencia inevita-
nomía de las universidades y otros centros de ble. El carácter vanguardista de un grupo
producción cultural en el lugar en cuestión; como La Brasa en los años 20 en Santiago del
6) las redes institucionales que desde cen- Estero no puede entenderse cabalmente, por
tros más formalizados en la región o en la ca- más lazos que haya mantenido Bernardo Ca-
pital pueden sostener reglas de validación y nal Feijoo con los intelectuales de Sur, si no
favorecer su apropiación; es confrontado a las rupturas necesarias para
7) las otras redes de intercambios disponi- su generación en la provincianía de su con-
bles, las que pasan por vínculos familiares, de texto cotidiano.9
sociabilidad o afinidades electivas que pue- Aquí el concepto de “refracción” de Bour-
den generar intercambios transversales y den- dieu puede ser particularmente útil. Él lo em-
sidades regionales con cierta autonomía rela- plea sobre todo para superar la rudimentaria
tiva de los centros. teoría del reflejo entre la pertenencia social de
clase y la producción cultural. Si en cada
campo de producción existen cosas en juego
La refracción y el malentendido específicas, luchas e intercambios particula-
res entre agentes con una configuración de
Esta dimensión limitante de la “provincianía”, posiciones diferenciales respecto de un tipo
por otra parte, no es la única a considerar. En especial de capital, en cada campo hay tam-
primer lugar, porque no constituye una con- bién un conjunto de creencias comunes (una
dena para el intelectual de provincia, sino una doxa), unas reglas de juego aceptadas (un no-
condición de vida cotidiana con la cual habér- mos) y una creencia en el juego (illusio) que
selas, en un doble sentido: lo que se tiene constituye el suelo común (collusio) sin el
como posibilidad y aquello contra lo cual se cual el campo de producción no funcionaría.
puede trabajar objetiva y subjetivamente. Estas formas de especificación de la libido
Pero también porque provincianía es ade- social que son cuerpo en el agente y configu-
más un punto de mira y un punto de vista, un ran sus esquemas (schèmes) de percepción, de
lugar que el centro no ve y desde donde el
centro no ve. Analizar la producción de un au-
tor extracéntrico es también descubrir por en- 9
Véase Ana Teresa Martínez, “Entre el notable y el inte-
tre medio de su palabra lo invisible para el lectual. Las virtualidades del modelo de campo para
analizar una sociedad en transformación (Santiago del
centro, es decir aquello que se desprende de la Estero 1920-1930)”, en Revista Andina, n° 37, segundo
particularidad del lugar. La interdiscursividad semestre de 2003, Cusco, cbc.

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apreciación y de acción son la raíz de su dencia para refractar, como si se tratara de un
orientación al juego y de su modo de jugarlo. medio de densidad óptica diferente, las líneas
Se interponen así redireccionando, tradu- temáticas, las preocupaciones, los estilos, las
ciendo, dando forma particular (no haciendo autoridades que se considera pertinentes. Re-
desaparecer) a los intereses, deseos o cual- fractar no es ver otra cosa, sino ver diferente.
quier otra pulsión vinculada con la pertenen- Ubicados en los puntos de “fricción” entre es-
cia de clase y la trayectoria, que ya no pueden pacios dominantes y dominados, pero investi-
ser vistas como causalidad directa o vía de un dos con frecuencia de “buena voluntad cultu-
solo sentido con respecto al producto cultural ral” hacia las líneas de trabajo, los autores
o a las tomas de posición del agente. consagrados, los estilos legítimos, los intelec-
Esta noción de refracción entre espacios tuales de provincia y de pueblo pueden emitir
sociales diferenciados también puede ayudar- –en general sin saberlo ni quererlo– enuncia-
nos a conceptualizar el modo en que funcio- dos bifrontes, que se dirigen a la vez a espa-
nan las relaciones entre los espacios sociales cios diversos y se mueven entre la voluntad de
de producción cultural diferenciados ya no decir algo que se entienda en el centro y la
sólo (y a veces ni siquiera) por las disciplinas necesidad de hablar de y en el propio espacio.
que se practican (campo de la pintura, de la Descifrar estas capas de significado, bucear el
literatura, científico, etc.), sino por otros cri- texto y su contexto escriturario en busca de un
terios pertinentes de demarcación. Decíamos intertexto no explícito, es tarea de rastreador,
hace un rato con Agüero y García que los con- de seguir huellas y guiarse por indicios.10
textos pertinentes en cada caso deben ser dis- En tanto posibilidad, lo local supone la
cernidos, que no son un datum, y recordába- densidad de un entramado de relaciones con
mos antes con Bourdieu que hay que romper lógica propia, que debe ser analizado caso por
con las divisiones sustancialistas y lograr es- caso, con su historia particular y un modo de
tudiar las relaciones entre los espacios socia- particularizar las historias más amplias que lo
les y la demarcación del espacio físico, que es incluyen. Es en este punto donde la refracción
siempre cualitativo espacio humano. Ahora nos conduce al “buen uso del malentendido”.
podemos dar un paso más para aclararnos: no Al estudiar el orden de la interacción y bus-
necesariamente hay en cada provincia o en cando cómo articularlo a cuestiones sociológi-
cada pueblo un campo intelectual para estu- cas más amplias, E. Goffman desarrolló una
diar, pero sí hay un espacio social cualitativa- teoría para el análisis de lo que llamó los
mente diferenciado donde es posible discernir “marcos de la experiencia” en los que se pro-
subespacios específicos (hasta “donde haya ducen los intercambios comunicacionales.11
efectos de campo”, decía Bourdieu) entre los Si hay algo que vuelve a aparecer en esta etapa
que se puede delimitar circuitos de circula- de su trabajo es la vulnerabilidad y la fragili-
ción, de intercambio y de cosas en juego, sin dad de los procesos de comunicación. Los
olvidar que todos tienen que ver con un campo cambios de enfoque, de perspectiva, el pasaje
general del poder (económico, político y sim- de los primeros a los segundos planos forman
bólico) que incide de diversas maneras sobre parte de la experiencia cotidiana, en el manejo
el conjunto del espacio social y del espacio práctico de la interacción. En Frame Analysis
físico. En general, cuanto más reducida la es-
cala, la incidencia tiende a ser mayor.
10
La diversidad de los espacios sociales, de Carlo Ginsburg, Tentativas, Rosario, Prohistoria,
2004.
cada uno de los contextos relevantes, puede 11
Erwing Goffman, Les cadres de l’experience, París,
ser percibida a través de la capacidad que evi- Minuit 1991 [Frame Analisys, 1974].

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Goffman estudia los encuadres y las rupturas malentendido se nos escapan en esos actos de
o deslizamientos de significado que se produ- escritura ilegítima, extemporánea, desubicada
cen cuando nos equivocamos en el encuadre, del marco presupuesto por los debates y las
cuando no percibimos el marco socialmente preocupaciones legítimas del momento.
instituido por el grupo para la situación dada, La interpretación esencialista de las pala-
o cuando no percibimos el encuadre que el in- bras, que nos hace creer que detrás de los mis-
terlocutor presupone: ¿habla en serio? ¿Se mos términos hay siempre los mismos signifi-
trata de una broma, un engaño, un accidente? cados, nos hace perder de vista que el uso en
Todos los modos del malentendido pueden ser la enunciación es un juego constante de desli-
así analizados como desplazamientos o inade- zamientos semánticos vinculados a intertex-
cuaciones de los marcos de la experiencia pre- tualidades no dichas, pero sobre todo a expe-
supuestos o no percibidos en la interacción. riencias no enunciadas. Para nadie es hoy
Pero el malentendido no es sólo un obstáculo novedad que los contextos no son exteriores a
en la comunicación, también hay un buen uso, los textos; sin embargo, de saberlo a tener los
como lo muestran los chistes, las bromas y instrumentos para encontrar los indicios, las
muchas transgresiones deliberadas de los en- huellas de lo presente no dicho, sigue siendo
cuadres legítimos en las protestas sociales que un desafío cada vez. La intraducibilidad del
ponen el acento en la transgresión simbólica humor está allí para recordarlo.
(regar con agua del Riachuelo la Embajada de Curas, maestros, dirigentes gremiales que
los Estados Unidos; llevar a la reina del carna- escriben y actúan en el espacio público no son
val de Gualeguaychú a una cumbre de presi- sólo intelectuales, pero en un sentido distinto
dentes, etcétera). (o en todo caso redoblado), por causa de la
El malentendido en aquel sentido no deli- provincianía o del carácter pueblerino, sino
berado puede asimilarse al anacronismo. Pero porque participan simultáneamente de otro
el que a nosotros nos interesa ahora es sobre campo, que los constituye en lo que son, y
todo un malentendido no en el tiempo, sino en donde tienen intereses simbólicos simultá-
el espacio vivido, en el encuadre cotidiano de neos: el campo religioso, o católico, o gre-
la comunicación de un espacio diferente. No mial, con sus propias problemáticas y cosas
por casualidad, el “faulty” por excelencia en juego. No se trabaja de cura o de maestro,
para Goffman, es decir, el personaje que suele se es cura o maestro. Maestros argentinos for-
estar siempre fuera de encuadre y tiene difi- mados en las Escuelas Normales de la pri-
cultades para relacionarse socialmente, es el mera mitad del siglo xx, o maestros por des-
extranjero. carte profesional formados en los Institutos
Desde esta perspectiva, podríamos decir Terciarios de la Argentina de la década de
que detrás de muchas lecturas de los intelec- 1990, los ejes articuladores de la experiencia
tuales de provincia, de pueblo o de mediado- y los encuadres comunicacionales que surgen
res culturales que pertenecen simultánea- de ella son inevitables en sus discursos.
mente a otro campo que no es el intelectual Aquí no se trata de los esquemas de com-
(curas, periodistas, obreros, etc.) hay una do- prensión en espacios socialmente diferencia-
sis de malentendido que procede de un error dos, como era el mundo de los artesanos y el
del encuadre de comunicación, por suponer de los burgueses, sino de otra diferenciación
uno diferente o simplemente desconocer el que marca los territorios en tanto lo que veni-
efectivo desde donde se habla. mos de llamar “locus”, espacio cualitativo de
Pero también podríamos postular que mu- un sentido práctico diferenciado, relacionado
chos buenos usos creativos y estratégicos del por una parte con las condiciones generales

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del trabajo intelectual y por otra parte con la uno de los desafíos a continuar enfrentando,
historia particular de una experiencia. Recu- si queremos entender la historia de la cultura
perar cada vez los encuadres pertinentes del de una manera menos pautada en el análisis
espacio diferencial desde el cual escriben y por las diferencias que construye la estructura
actúan los “otros” intelectuales tal vez sea centro-periferia. †

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