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Los padres van armando, incluso antes de que el bebé nazca, la idea del hijo
que esperan. Cuando este hijo "esperado y fantaseado" nace, todo aquello que
sus padres anticiparon con respecto a él se pone en evidencia y resulta ser
que no es exactamente tal cual ellos lo pensaron. Hay una diferencia
universal. Y esta diferencia es constitutiva. Puede expresarse en diversos
grados. Por ejemplo: el color del pelo o de los ojos, el sexo del bebé, que
tenga la nariz del padre y no la del abuelo materno, etc. También estas
diferencias pueden ser más o menos concientes.
Esta "distancia" que surge entre el bebé que esperaban y el bebé que nació, es
lo que permite la circulación del deseo, por eso decimos que la diferencia es
constitutiva. Para los padres se produce una herida en su narcisismo por la
diferencia con lo esperado y que pronto se recupera.
Cuando nace un bebé con alguna patología, esta diferencia con lo esperado es
tal que lo toma casi totalmente. La brecha que se abre es mucho mayor, y la
herida no es tan fácilmente recuperable.
Sabemos que la música y sus elementos nos proporcionan un material muy rico
para trabajar estas cuestiones. Como recurso de comunicación, permite el
despliegue de las significaciones pero también permite la lectura del juego
significante que entorno de ello se arme de modo tal que desde allí se pueda
construir una escena terapéutica y no sólo recreativa, o divertida. Escena
terapéutica en tanto se presta a asistir a la construcción del psiquismo,
haciendo una lectura que articule hechos y decires, posibilidades,
frustraciones. En ella la escucha y la observación se centra en las
producciones del bebé, de sujeto en proceso de construcción que de su
padecimiento dice y la significación que los padres dan a estas producciones.
Un vínculo supone lugares, espacios entre los lugares y relaciones entre estos
lugares.
La madre aporta la: mirada, sonrisa, voz, canto para cuidar y comunicarse con
su bebé.
Queremos terminar esta charla con dos frases que nos parecen sintetizan lo
que hemos expuesto:
"No hay mejor cuna que la que se puede acunar" (Dr. Pinard, 1885)