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La Edad Media
Temas
1. La Edad Media
2. Alta Edad Media
3. La invasión de los bárbaros
4. Pueblos medievales
5. Carlomagno y el Imperio carolingio
6. Baja Edad Media
7. El papado: auge y decadencia
8. Instituciones medievales:
El feudalismo
La ciudad y los gremios
La caballería
La Universidad
9. Contribuciones humanísticas de la Edad Media
10. La expansión del Islam
11. Las Cruzadas
La Edad Media
El inicio de la Edad Media se remonta al año 476 cuando Odoacro, caudillo de los
hérulos (pueblo bárbaro‐ germano ) derroca al emperador romano de Occidente,
Rómulo Augústulo, y se declara rey de Italia. A pesar de esto, los romanos
siguieron gobernando el Imperio de Oriente, con su capital en Constantinopla.
La Edad Media duró aproximadamente diez siglos (1000 años – del s. V al XV) y
ésta se dividió en dos etapas:
Alta Edad Media –del s. V al IX
Baja Edad Media –del s. X al XV
(El año 1.000 marca la división entre ambas épocas)
Alta Edad Media
Durante la primera etapa de la Edad Media hubo un retroceso cultural, aunque después
sobrevino una reivindicación con el surgimiento las lenguas modernas y sus respectivas
literaturas.
La caída del Imperio romano también ocasionó un retroceso social, al desaparecer todas
las instituciones, menos la Iglesia, y al quedar la comunidad prácticamente reducida al
campo, con la agricultura como único medio para sobrevivir. Además, la mujer, que había
adquirido cierta posición en el mundo romano, quedó reducida a las labores domesticas y
a un estado de permanente inferioridad, pese a algunas excepciones.
La invasión de los barbaros
El principio de la Edad Media se asocia con la invasión
de los bárbaros. El pueblo bárbaro más famosos fue el
germano , aunque también existieron también otros
pueblos importantes, como los mongoles (del interior
de Asia) y los hunos (comandados por el feroz Atila).
El pueblo germano vivía, desde antes de Cristo, en el
centro, norte y noroeste de Europa. En un principio se
dividía en: suevos, vándalos, godos, francos, belgas,
alamanos, burgundios, lombardos, anglos, sajones, etc.
La mayoría se desplazaban de un lugar a otro
enfrentándose abiertamente con el ejército romano.
Las tribus germanas tenían costumbres primitivas: eran nómadas, no tenían conocimiento de las
artes, el alfabeto o la escritura y eran liderados por un caudillo. Los varones se ocupaban de la
caza y la guerra, mientras que las mujeres y los ancianos se encargaban del cuidado de la hogar
y el pastoreo. Los germanos eran fuertes, rubios, de ojos azules, amantes de la diversión y la
cerveza. Además, practicaban la monogamia y su comercio se reducía a simples trueques;
carecían de leyes escritas por lo que se regían por los consejos de los varones más prudentes y
los ancianos. En los juicios se aplicaban la odalía, prueba de fuego, en la que, según ellos, los
inocentes salían con menos lesiones o triunfantes.
Pueblos medievales
Introducción
Las frecuentes invasiones bárbaras debilitaron al Imperio romano y, al mezclarse unos con otros, surgieron nuevas naciones: los pueblos medievales. En los
actuales países que configuraron el antiguo Imperio romano se puede percibir esta gran mezcla, y no es extraño encontrar gente rubia, morena o con la mezcla
de ambos elementos.
Estos pueblos se fueron instalando en toda Europa: algunos al centro y al norte y otros en Oriente, en las orillas del Danubio. De éstos últimos, los que más
influyeron en Occidente fueron: los godos ‐ visigodos y ostrogodos ‐, los anglosajones, los normandos y vikingos y los francos.
A continuación estudiaremos cada uno de estos grupos. Asegúrate de estudiar cada uno para poder continuar con la presentación.
Pueblo de origen escandinavo que se estableció al noroeste del Mar Negro en el año 230 d.C. Allí aprendieron a cabalgar e introdujeron en Europa una
modalidad de combate que prevaleció durante siglos. Durante mucho tiempo, los romanos utilizaron sus servicios para contener a otros bárbaros. Los godos se
dividieron en dos grupos: visigodos o godos del este y ostrogodos, o godos del oeste (Observa el mapa). Al ser empujados y derrotados por los hunos se vieron
obligados a ocupar el territorio romano. Los romanos los dejaron asentarse, pero con el paso del tiempo surgieron enfrentamientos y finalmente, en el año 377,
los visigodos lograron derrotar al ejército imperial Adrianópolis. El general romano Teodosio (después emperador) sometía los bárbaros y convertirlos en aliados
hasta su muerte; luego éstos se volvieron a rebelar contra el Imperio de Occidente, ocupado por Honorio. Tras numerosas batallas, en el año 410 bajo el mando
de Alarico, invadieron Italia. Alarico tomó como rehén a la hermana de Honorio, y se casó con ella. Estos hechos alarmaron al Imperio y desmoralizaron al pueblo
ya que la “Ciudad eterna” era considerada inexpugnable. Para algunos, este hecho trascendental marca el comienzo de la Edad Media.
Los primeros bárbaros en invadir Hispania, 409 d.C., fueron: los suevos (Galicia), los alanos (Levante) y los vándalos (Vandalucía, tierra de vándalos, actual
Andalucía). En 415 los visigodos invadieron la península, liderados por Ataúlfo, y se establecieron en Barcelona. Ataúlfo fue asesinado y su sucesor, Valia, hizo un
tratado con los romanos y liberó Hispania de los otros bárbaros. Al final del compromiso, los visigodos se retiraron al sur de Francia y establecieron el reino de
Aquitania. Los vándalos que quedaban en España se retiraron y se establecieron en la antigua provincia de Cartago, desde allí se extendieron a otras comarcas
del Mediterráneo; no obstante, su dominio y gobierno perduró en la península.
En 451 los romanos y los visigodos vencieron a los hunos en la batalla de los Campos Cataláunicos y, en el 453 subió al poder visigótico el rey Teodorico II. Éste,
confederado con Roma, marchó sobre España y venció a los suevos. Durante esta etapa, se produjo un intercambio de costumbres, leyes y prácticas entre
visigodos e hispanorromanos.
Roma logró la formación de un Estado separado, aunque asociado, a su Imperio. En este territorio se promulgó un código de derecho para los germanos, con
leyes romanas y visigodas, entre las que sobresale el derecho individual a la propiedad, lo que les convertía en nómadas estables. Al final del siglo V, los francos,
otro pueblo germano, invadió las Galias y los visigodos invadieron masivamente Hispania, derrotando al rey visigodo Alarico II. Su sucesor, Teodorico, hizo
participar del poder a la nobleza romana, más culta que la bárbara, perpetuando así la influencia del romanismo. Al morir Teodorico, los reinos ostrogodo y
visigodo se separaron y, en 526‐534, Amalarico se convirtió en rey.
Poco después (555‐567) , bajo el reinado del rey Atanagildo se estableció por capital visigótica la ciudad de Toledo y, a su muerte, su viuda Gosvinta contrajo
matrimonio con Leovigildo. Éste gobernó en asociación con su hermano Liuva, quien se hizo cargo del reino visigótico de las Galias. Al morir Liuva, Leovigildo
emprendió una lucha contra los bizantinos y los suevos, con el propósito de unificar la península hispánica. Poco después, nombró gobernador del sur a su hijo
Hermenegildo, quién se convirtió al catolicismo y se proclamó rey de Sevilla. Más tarde, Leovigildo le declaró la guerra a su propio hijo y tras vencerle, ordenó su
decapitación, y se apoderó prácticamente de toda la península.
Entraron en el Imperio por Oriente en 476, liderados por el caudillo Teodorico, éste logró desalojar de Italia a los hérulos y se proclamó gobernante de Italia. A
pesar de sus creencias arrianas vivió en armonía con los católicos y trasladó la capital a Rávena para facilitar el intercambio con Constantinopla. Gobernó de
forma justa durante 36 años y conservó las instituciones del antiguo Imperio. Restauró monumentos, fomentó las letras y se rodeó de sabios consejeros
romanos.
Sin embargo, a su muerte, Italia pasó a formar parte del Imperio romano de Oriente, o bizantino, bajo la soberanía de Justiniano no sin antes haber
devastaciones que arruinaron más al empobrecido país. Por otro lado, un nuevo grupo de bárbaros, los lombardos, invadieron la península itálica en el 568,
iniciando una serie de guerras con los bizantinos que mantendrían dividido el país dando lugar a una serie de reinos; esta situación explica la larga división que
sufrió Italia durante siglos.
Las islas británicas pertenecieron a Roma hasta el año 420, tras la independencia de los habitantes de Britania quienes trataron de defender su autonomía ante
los numerosos ataques de los anglos, sajones y jutos. Poco se sabe de estas luchas, pero en todo caso, todos los rasgos de a civilización romana desaparecieron.
Los nuevos invasores, los anglosajones, arrinconando a la población británica en el país de Gales y, a otros en el noroeste de Francia, reino de Bretaña.
En el siglo IV, el papa Gregorio Magno, envió al monje Agustín para convertir a los anglos y éste fundó varios monasterios y la primera sede episcopal de
Canterbury. Lo mismo hizo San Patricio con la isla de Irlanda. Las islas Británicas quedaron divididas en siete reinos: Anglia, Mercia, y Nothtumri, regidos por los
anglos; Essex, Sussex y Wessex, por los sajones, y Kent, regido por los jutos. Pero éstos se unificaron en el siglo IX con el rey Alfredo el Grande, sucedido por el
rey anglosajón Eduardo III.
Desde el siglo VIII grupos del norte, normandos y vikingos, expertos en navegación, invadieron distintas regiones del centro y sur de Europa. Unas veces por
saqueo y otras para establecer bases y colonias. Estos pueblos eran paganos y se cebaban al saquear templos y monasterios. Llegaron a ocupar el interior del
continente, hasta el imperio carolingio (de Carlos). En 911 se establecieron en Normandía, al occidente de Francia, y extendieron su dominio hasta Inglaterra y
Sicilia. Además, intentaron invadir España pero fueron repelidos por los musulmanes, fuertes en esa época. Durante siglos aterrorizaron los mares Atlántico y
Mediterráneo, descubrieron Groenlandia e incluso se piensa que llegaron a Norteamérica pero que no se establecieron.
Los francos, o pueblos libres, procedentes del mar Báltico, al norte de Europa, fueron uno de los pueblos bárbaros con mayor trascendencia. Éstos, comandados
por Meroveo y aliados con los romanos, derrotaron al ejército de Atila (Hunos) en la batalla de los Campos Cataláunicos. En el 486, el nieto de Meroveo,
Clodoveo o Clovis, derrotó al ejército romano y estableció un reino independiente al norte de las Galias.
Clodoveo expandió el reino franco, que se convirtió en el más fuerte de los reinos bárbaros, de su reino surgieron varios países, entre ellos, Francia y Alemania.
Una de las claves de la expansión del reino de Clodoveo fue su conversión al catolicismo en el año 496. A su muerte, en el 511, el reino quedó dividido entre sus
hijos, lo que causo numerosas luchas fratricidas y la escisión de muchos reinos. A los sucesores de Clodoveo se les conoce como los reyes holgazanes ya que se
dedicaron al placer dejando las riendas del reino a alguno de sus nobles, especie de primeros ministros o mayordomos.
Uno de los más destacados fue Carlos “Martel” (martillo) quien derrotó a los moros en Poitiers en 732. Por lo que todo el poder real, excepto el título, recayó
sobre él y luego sobre su hijo Pinino el Breve (pequeño). Pinino reclamó el título, mandó encerrar al rey Childerico III e hizo que el monje San Bonifacio lo
proclamara rey de los francos. Poco después aprovechó que el papa Esteban II necesitaba ayuda en su lucha contra los lombardos, que pretendían apoderarse
de Roma, el papa bendijo el reinado de Pinino y éste luchó contra los lombardos. Pinino invadió el norte de Italia, dio parte de la tierra conquistada al papa y se
consolidó la existencia de los Estados pontificios de la Iglesia, que perdurarían hasta 1870. Los obispos de Constantinopla no tenían esa potestad en el Imperio
romano de Oriente, ya que estaban sometidos al emperador, esa forma de gobierno se llama cesaropapismo: el césar o autoridad civil tenía poderes de papa o
autoridad religiosa.
Pipino, tenía dos hijos, Carlos y Carlomán; el segundo murió al poco tiempo y Carlomán quedó como gobernante (771).
Imperio carolingio
Carlomagno llevó al reino franco a su máxima expansión, estabilidad y esplendor y fue un
símbolo del nuevo concepto de “Imperio cristiano”. Fue, ante todo, un guerrero. Se pasó la
vida en constantes luchas y conquistas. Europa central era un cúmulo de pequeños estados,
fragmentados y dirigidos despóticamente por caudillos de pueblos bárbaros. Carlomagno
intentó llevar a cabo la unión europea a base de la implantación del cristianismo, y la
conversión de los pueblos bárbaros. Entonces, se tenía como sinónimo de progreso cultural
la aceptación del cristianismo y el rechazo de las costumbres paganas.
A continuación estudiaremos los aspectos más significativos de su Imperio. Asegúrate de hacer clic en
cada uno para poder continuar con la presentación.
Batallas por la conquista
Una de sus muchas batallas bélicas fue contra los lombardos en el norte de Italia, que de nuevo se habían levantado contra el papa; los venció y se apoderó de
su capital, Pavía. Llegó a Roma en donde entró triunfante y el papa Adriano le otorgó numerosos dones. Carlomagno le cedió más ciudades en el centro de Italia
para ensanchar sus Estados Pontificios. Además, emprendió una guerra santa, que duró 33 años, contra los germánicos al norte del Rin hasta que logró la
conversión prácticamente forzosa de éstos al cristianismo. Tras las alabanzas del papa se convirtió en norma poder conquistar a los paganos para convertirlos al
cristianismo.
Carlomagno siguió sus avances hacia el noreste de Europa y llegó a las tribus de raza eslava, a las que convirtió en tributarias. En el norte de España hizo, sin
éxito, una incursión en contra de los musulmanes. Llegó hasta Zaragoza, pero en la retirada, sus tropas sufrieron un terrible ataque por parte de los vascos,
pobladores de las montañas pirenaicas; allí murieron los hombres más importantes del ejército franco, entre ellos Roldán, o Rolando. Este hecho, aunque
militarmente poco importante, dio lugar a una de las primeras composiciones en lengua vulgar, la Canción de Roldán o Rolando, poema épico famoso de la Edad
Media, escrito en francés. A pesar de todo, Carlomagno estableció una provincia entre Cataluña y Navarra, que se llamó La Marca Hispánica.
En el año 799 Carlomagno tuvo que ir rápidamente a Roma, a instancias del sucesor de Adriano, el papa León III, que había sido depuesto por sus detractores.
Carlomagno lo repuso y condenó a sus opositores. Estando el monarca en oración después de una misa de Navidad, el papa se le acercó y le puso en la cabeza
una diadema de oro, proclamándolo “emperador de los romanos”. A partir de entonces, Carlomagno se sintió más obligado a defender al papado y a la religión
católica y en distintas ocasiones intervino con ese propósito. Igualmente se restableció en Europa la unidad cristiana y cesaron las aspiraciones de Bizancio sobre
aquella parte de Europa.
Para facilitar la administración de su vasto Imperio, Carlomagno lo dividió en 300 provincias o condados que estaban gobernadas por un duque (jefe militar) o un
conde (administrador). Las provincias que quedaban en la frontera con otros países se llamaban marcas y estaban gobernadas por marqueses (que tenían una
jerarquía superior a la de los duques o condes). Además, se estableció el oficio de los missi dominici o “enviados del Señor” (un obispo y un conde) que eran
administradores dotados de poderes casi absolutos y el cumplimiento de las leyes imperiales en sus frecuentes recorridos por el territorio. Carlomagno no fue
despótico ni absolutista, ya que estableció Asambleas o Estados generales, que eran reuniones anuales del clero, la nobleza y la gente libre para que le
asesoraran en su gobierno. Estableció su centro de operaciones en Aquisgrán, donde hizo construir una catedral.
Desde la invasión de los bárbaros en el siglo V, la cultura en Occidente había decaído dramáticamente y permaneció así durante lustros. Por ese motivo,
Carlomagno se interesó en instruir al pueblo. De sus viajes, llevó a su corte numerosos objetos, libros y maestros en diferentes artes. Aprendió a leer y estableció
una escuela a la que llamaría palatina, o de palacio. Incluso aprendió a leer a una edad avanzada, aunque nunca llegó a dominar completamente la escritura.
También creó una academia y puso a su frente al clérigo anglosajón Alcuino de York (735‐805). En esta escuela se formaron muchos clérigos y monjes que,
diseminados por el Imperio contribuyeron al renacer de las artes y las letras. Asimismo se inició el sistema de enseñanza dividido por ciclos: elemental o trivium
(gramática, retórica y dialéctica) y el superior o quadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía). Los libros salidos de la escuela palatina no son obras
originales pero se consideran obras maestras, insuperables en su presentación: letra, miniaturas policromadas, encuadernación esmerada, etc. Se dio un gran
paso en la escritura al inventarse la letra minúscula que pronto fue adoptada por Roma y la curia papal, dándose a conocer como letra romana. Tal adelanto
supuso la preservación de libros antiguos y contemporáneos.
Carlomagno tuvo muchas mujeres e hijos. En su vejez, en el 808, distribuyó su reino entre sus tres hijos sobrevivientes: Carlos, Pipino y Luis. Los dos primeros
murieron, quedando solo Luis, apodado “el piadoso” (también conocido como Ludovico Pío). En el 813, en presencia de su padre quien moría un año después,
Luis fue proclamado emperador.
Los sucesores de Carlomagno no fueron tan afortunados en la administración del Imperio. Ludovico Pío destacaba por su espíritu pacifista y religioso, en la época
considerados como defectos. No mantuvo todo su vigor con los missi dominici por lo que algunas marcas y provincias fueron adquiriendo su autonomía. Esta
situación dio origen al feudalismo, que estudiaremos más adelante. Al morir Ludovico Pío (840) el territorio franco quedó dividido entre sus tres hijos: Luis,
Carlos y Lotario. Éste último, al ser el primogénito heredó el título de emperador y no reconoció la división. Tras una guerra con sus hermanos, fue obligado a
firmar el Tratado de Verdún, que dejó a Europa dividida en tres partes: Carlos recibió la parte occidental, Luis la oriental y Lotario la franja intermedia. El Sacro
Imperio romano y germánico. Los sucesores de los nietos de Carlomagno dividieron el Imperio en reinos pero se volvieron a unir en el 936 con Otón I, quién
debió acudir de nuevo a defender los Estados Pontificios. Como recompensa, el papa Juan XII, lo proclamó emperador del ahora llamado Sacro Imperio romano
germánico (962).
A la muerte del rey de Inglaterra Eduardo III el Confesor, Guillermo, duque de Normandía (Francia) se apoderó del reino y se proclamó rey de Inglaterra (1066).
Los anglosajones no se adaptaron a esta usurpación y los nobles se disputaron el trono, dando origen a sangrientas luchas, hasta que los normandos franceses se
adueñaron de la situación. Más adelante gobernaría también otra dinastía francesa, los Plantagenet, uno de cuyos reyes Enrique II de Anjou, quiso gobernar la
iglesia católica, allí establecida. Sus sucesores, Ricardo “Corazón de León” y Juan “Sin Tierra” estuvieron durante años peleando en las Cruzadas, en Tierra Santa,
por lo que los nobles y el pueblo vivían en permanente descontento, debido también a los abusos de los gobernantes que se ocupaban del gobierno en su
ausencia. Por eso, los nobles y la jerarquía de la Iglesia redactaron la Carta Magna (1215) en los que exigían que se respetasen los derechos individuales, así
como los de la Iglesia, y se prohibieran los impuestos excesivos. También establecían un Consejo de Reino y un Comité de Vigilancia. El rey, Juan I (“Sin Tierra”)
firmó dicha Carta, lo que fue un gran paso hacia la democracia.
A continuación te presentamos un vídeo que explica muy bien este sistema administrativo.
La ciudad y los gremios
Hacia el siglo XII surge una nueva clase, la burguesía, formada por hombres libres que se
dedicaban al comercio o a la artesanía y que, gracias al incremento del comercio
adquirirían pronto gran importancia, influyendo en el debilitamiento del feudalismo.
Con el tiempo, los miembros de un mismo oficio se unieron en gremios o corporaciones,
libremente al principio y obligatoriamente después, para defender sus intereses y
fomentar el perfeccionamiento de la profesión.
La oposición de algunos señores feudales a la autonomía de estas poblaciones obligó a
muchas de ellas a unirse en comunas y a construir fuertes murallas a su alrededor para
protegerse.
La caballería
La principal ocupación de los señores feudales durante la Edad
Media fue la guerra. La caballería era una especie de institución, una
libre asociación entre el monarca o señor feudal y los vasallos de
cierta posición, los hidalgos, con un mismo propósito: la lucha por
unos ideales: al principio materiales y luego más desinteresados.
El lugar de morada, reunión y de defensa, y hasta cierto modo de
veneración, era el castillo, prácticamente inexpugnable. En el castillo
se celebraban torneos o justas, entre grupos de caballeros amigos o
rivales. Todo lo que se conoce hacía caballería de la Edad Media se
ha transmitido por medio de los cantares de gesta y más tarde por la
novelas.
El amor cortés y caballeresco. En los castillos los señores feudales se solían reunir para escuchar a la
los juglares y a los trovadores. Cuando faltaban estos poetas se leían romances. Una de las primeras
muestras de canciones de gesta o poemas épicos está en español medieval: el Cantar del Mio Cid.
La poesía poética lírica se llamó trovadoresca porque la fomentaros los trovadores. Nació, además, el
amor cortés, un amor platónico e idealizado que se cantaba a una dama, no propiamente a la esposa.
Cabe resaltar el libro de Andrés del Capellán, de 1185: Acerca del arte del amor honesto. También se
trató el amor real y físico, como en el Libro del buen amor, de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita.
La Universidad
Las primeras universidades de la Europa Cristiana fueron fundadas para el estudio de
derecho, medicina y la teología. Además de centros de enseñanza eran lugares de
investigación y producción del saber y focos de vigorosos debates y polémicas. Entre 1200 y
1400 se fundaron en Europa muchas universidades, entre ellas Bolonia, Oxford y Cambridge.
A continuación te presentamos las contribuciones humanísticas que surgieron durante la Edad Media.
Asegúrate de estudiar cada uno para poder continuar con la presentación.
Contribuciones humanísticas (Edad Media)
Filosofía
A diferencia de la filosofía griega, la filosofía medieval centró en su interés en Dios. Surgió una asociación entre filosofía y cristianismo o, más en general, entre
filosofía y religión, que puso las bases de la filosofía medieval. En el siglo XI surgió así un nuevo movimiento, donde predomina lo religioso: la filosofía
escolástica. El tema fundamental de reflexión pasó a ser la divinidad, quedando subordinada la comprensión e interpretación del mundo, del hombre, de la
sociedad, etc. al conocimiento que se pudo obtener de lo divino. La fe, trató de entrar en diálogo con la razón. La inicial sumisión de la razón exigida por la fe, dio
paso a una mayor autonomía propugnada, entre otros, por Santo Tomás de Aquino, que condujo, tras la crisis de la Escolástica, a la reclamación de la
independencia de la razón con la que se iniciará la filosofía moderna.
La siguiente tabla muestra los pensadores más destacados durante la Edad Media. Para ampliarla haz clic en la imagen.
Con el tiempo, el latín se descompuso y dio lugar a las lenguas romances, que darían origen a los primeros libros y escritos de importancia. Ya en la Baja Edad
Media tenemos muestras de varias obras:
• Las hazañas de los vikingos. Breves composiciones literarias en lengua escandinava.
• El cantar de los nibelungos. Leyendas escritas en germánico, que relatan las proezas de éste pueblo.
• La Canción de Rolando. Es el poema épico francés más famoso. Relata las hazañas de Rolando, sobrino de Carlomagno, en su enfrentamiento en el desfiladero de
Roncesvalles, con los musulmanes, su heroísmo y su muerte en la batalla.
• El Poema o Cantar del Mio Cid. Poema épico del siglo XII, anónimo, escrito en castellano. Se describen las proezas del héroe histórico don Rodrigo Díaz de Vivar, apodado
“Mio Cid”.
• La Divina Comedia. Dante Alighieri (1265‐1322). Obra inconmensurable, escrita en verso, llena de múltiples significados y simbolismos. Trata de un viaje imaginario,
protagonizado por él, a través del Infierno, Purgatorio y Paraíso.
• El libro del buen amor. Escrito por Juan Ruiz, Arcipreste de Hita. El poeta canta, a veces, de su amor de Dios y otras de su amor a la mujer, pero no sólo a una, a trece. La
obra también es conocida como el Libro del Arcipreste.
• Los cuentos de Canterbury. Serie de cuentos escritos por Geoffry Chaucer, con gran realismo y naturalidad. Aparecen descritos rasgos de la sociedad medieval inglesa.
Estilo románico
Continuación y derivación del arte romano. El románico se afianza e incrementa a raíz de las peregrinaciones a lugares santos, como Roma Jerusalén y Santiago
de Compostela. Cabe destacar los tempos de San Martín en Frómista y la Catedral de Santiago de Compostela (su planta primera y el pórtico fue ampliada en
siglos posteriores).
Una de sus características principales es el uso de simbolismo en las figuras, la pintura y la escultura son sencillas, de mucha unción y espiritualidad y están
integradas a la arquitectura.
Estilo gótico
Ante la necesidad de construir edificios más altos, el románico fue evolucionando hasta llegar al gótico. Este nombre es inapropiado ya que se pensó que lo
habían importado los godos y no es cierto. Se originó en el monasterio del Císter, en Francia, y se propagó por toda Europa. Son famosas en este estilo las
catedrales. Se pueden citar: la de París, Amiens, Chartres y Reims, en Francia, las de Burgos y León, en España y la de Colonia en Alemania. En el siglo XIV, el arte
gótico se recarga de adornos y decoraciones originando el gótico flamígero, cuya mejor representante es la Catedral de Segovia.
El intercambio comercial y cultural se llevó a cabo mediante dos rutas:
La ruta de las especias: marítima y de caravanas, que recorría el Mar Rojo y el Golfo
Pérsico.
La ruta de la seda: atravesaba los desiertos y cordilleras de Turquestán.
Legado del mundo islámico
El ajedrez La numeración índigo‐arábiga El concepto de cero
Obras literarias El papel El grabado
La pólvora Reinterpretación de la filosofía clásica Técnicas agrícolas
Circulación monetaria
Cruzadas
Ocho guerras santas o de motivación religiosas, emprendidas por el mundo cristiano
occidental, bajo las órdenes de papas y reyes en contra de los musulmanes entre los
siglos XI y XIV con el propósito de liberar Jerusalén y el resto de Tierra Santa.
Referencias
Reynal, V. (2008). Civilizaciones de occidente: Curso de Humanidades. San Juan, PR: Editorial
Plaza Mayor.
S.N. (2010). Vídeo: mEl feudalismo. Descargado de
http://www.youtube.com/watch?v=EOZgMn9oHcY&feature=related el 19 de marzo de
2012.
Arte Historia (2008). Vídeo: La feudalización de Europa. Descargado de:
http://www.artehistoria.jcyl.es/historia/videos/622.htm