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Escuela de Filosofía
«Initium ergo ut esset, creatus est homo, ante quem nullus fuit»
(Para que hubiera un comienzo fue creado el hombre, antes del cual no había nadie)
San Agustin.1
“La condición humana abarca más que las condiciones bajo las que se ha dado
la vida al hombre”.2
Con esto la autora pretende denotar, que como seres orgánicos tenemos un
conjunto de funciones que hacen propia la vida del hombre y que además sustentan la
1
San Agustín, La ciudad de Dios, XI, 32
2
Hanna Arendt, “Capítulo I – La condición humana”, La condición humana (España: Paidós, 2005), 36
.
especie; por ejemplo en el ámbito de la labor, el hombre se encargará de los procesos
biológicos, del mero apetito y de toda su circunstancia corpórea.
Por otro lado, en cuanto a la actividad del trabajo, se refiere más propiamente a
los vínculos no naturales del hombre, aquello que no está en el constante ciclo
metabólico de la vida orgánica, de esta actividad no dependerá la mortalidad de los
humanos, el trabajo proporcionará un mundo artificial y sintético de cosas hechas por el
hombre y para el hombre.
Es necesario volver sobre la condición, pues si bien es cierto que los procesos
orgánicos nos limitan como una especie biológica, como todo el reino animal,
empezamos a distinguirnos y diferenciarnos en la intencionalidad de nuestros procesos.
Esto queda en evidencia cuando nos fijamos en que nuestras propias construcciones, nos
condicionan tanto o igual que lo hacen las cosas naturales.
3
Hanna Arent, “Capítulo I – La condición humana”, La condición humana (España: Paidós, 2005), 37
“La condición humana no es lo mismo que la naturaleza humana, y la suma
total de actividades y capacidades que corresponden a la condición humana no
constituye nada semejante a la naturaleza humana”4
Esto deja en evidencia que las condiciones que nos permiten relaciones con el
mundo, no permiten dar con la respuesta a lo que somos. Es decir no nos condicionan
absolutamente.
Resulta frustrante no poder dar forma y definir lo que nosotros mismos somos,
aun cuando podamos hacerlo con todas las demás especies naturales. Si lo intentáramos,
tal empresa supondría en primera instancia, el que pudiéramos alzarnos sobre nuestra
propia proyección en el mundo y además, supone plantearnos, tener una naturaleza igual
a las demás cosas; pero ello no podemos saberlo por nuestra limitación cognitiva.
Ahora bien, una vez se ha designado a la vida activa como el espacio donde se
está enraizado entre hombres, donde queda por sentado que no será posible existencia
alguna de vida humana, por muy solitaria que sea, sin un sustrato, el mundo, que
atestigüe directa o indirectamente a través de la acción o por medio de los productos, la
4
Ibídem
estampa de otros seres humanos; será entonces necesario, que se piense, los límites de
dichas estancias. Ya que, es en éstas donde el hombre ha de ser tal cual es.
5
Hanna arendt, La condición Humana. (Barcelona, Paidos)
interés irá más cargado hacia el discurso, pues éste se ha vuelto un medio para conseguir
fines inmediatos. Así el hombre de la polis ha comenzó a persuadir y deja a un lado la
fuerza y la violencia. Y volviendo a lo ya mencionado, el zóon politikon, además de no
guardar relación, se oponía a la asociación natural que plantea la vida familiar. De aquí,
que quede en evidencia que la interpretación de animal racional sea una noción errónea
de lo que posterior se llamará animal social.
Para responder a ello, Arendt, ha dicho que todo fin contiene un nuevo
comienzo, que este comienzo es la promesa, el único mensaje, y que comenzar es la
capacidad suprema del hombre, capacidad garantizada por cada nacimiento, que es en sí
cada hombre. Hilando fino sobre esta declaración, la autora nos invita a pensar que cada
nacimiento nos garantiza en cualquier tiempo o momento la salvación del mundo.
La pensadora advierte que los hombres no son mortales sino que son natales7 en
tanto no vinieron al mundo para morir sino para comenzar. Es decir, dado que la acción
es la actividad política por excelencia, la natalidad y no la mortalidad, puede ser la
categoría central de lo político y además, el elemento que frene el abismal progreso de
la sociedad laboral. Con esto querrá mostrarnos que la capacidad de irrumpir y
comenzar de nuevo que tienen tanto la acción política como el nacimiento, es lo que
puede salvar al mundo, y nuevamente deja entrever que la noción de condición humana
está ligada a la facultad de dar comienzo. Y así lo señala en su obra ya antes
mencionada, la Condición humana:
6
Pablo Bagedelli, Entre el ser y la vida: el concepto de natalidad en Hannah Arendt y la posibilidad de
una ontología política. Buenos Arires.
7
Ibídem,4