La obra es un diálogo entre Sócrates y Fedro, que se desarrolla mientras pasean a lo largo de la alameda que borda el rio Iliso. El dialogo se divide en dos grandes partes; 1RA. PARTE: Sócrates se encuentra a Fedro entusiasmado tras haber escuchado un discurso de Lisias sobre el amor. Explica que Lisias le ha demostrado que es preferible creer en las palabras amorosas del que no ama que en las del que ama. Ello es debido a que el amante no apasionado equilibrará sus ofertas y demandas y, en cambio, el amante apasionado, se dejará llevar por su impulso que le impedirá medir sus palabras y no actuará de modo razonable; con su proceder acabará perdiendo su amor. Sócrates está, en parte, de acuerdo con Lisias, pero profundiza en su discurso. Dice que hay que distinguir entre el amor al placer y el amor al bien. El primero es más confuso y el segundo más claro. Sin embargo, discrepa de Lisias porque cree que también el amor apasionado acerca al Bien. Todos los seres son atraídos hacia el Bien, pero en el caso de los hombres, no son atraídos hacia él de forma equilibrada sino mediante la discordia. Ilustra su postura con el mito del carro alado: el hombre es como un carro tirado por dos caballos. El caballo blanco es dócil y sigue las órdenes del cochero. El caballo negro, en cambio, es díscolo, y empuja con fuerza para desviarse del camino; es misión del cochero armonizar el tiro de los dos caballos: la obediencia y la fuerza, la razón y el instinto y conducir felizmente el carro hacia la meta. A continuación cita nueve grados de almas, siguiendo el orden de más a menos elevadas: filósofos, reyes, políticos, médicos, falsos profetas, pintores, artesanos, demagogos y tiranos. Continúa diciendo que después de la muerte, las almas se someten a un juicio, que deberán repetir cada mil años. En cada juicio se da al alma un nuevo destino según su comportamiento en la existencia anterior. Al llegar al décimo juicio (10.000 años), las almas vuelven a su lugar de origen. A lo largo de alguno de sus viajes, las almas han podido ver los cortejos de dioses y de las ideas; por esto, en ésta vida, miran de asemejarse a lo que vieron en el mundo superior, en sus anteriores viajes. Hay que distinguir, pero, entre el alma que va en pos de la Idea y es destinada a un mundo superior después de la muerte y la que se contenta con el mundo de los sentidos; ésta será destinada a realizar 2
sucesivas reencarnaciones en la tierra, hasta conseguir su total
purificación. 2DA. PARTE: Donde se distingue a través del dialogo el uso de las artes para alcanzar la belleza, y el uso que de ellas hace el Sofista, que sólo pretende alcanzar el éxito material. En el primer caso, el alma se remonta hacia el mundo superior y el segundo, se queda en el mundo inferior. Finalmente, a través del mito del Dios Theuth y el rey Thamus Platón, plasma lo que piensa sobre lo escrito y lo que debe ser velado al común, tanto de un punto de vista de método como de contenido. Se pueden distinguir seis grandes momentos: 2.1) La escritura no aumenta ni la sabiduría ni la memoria en los hombres (Fedro, 274b – 275d). 2.2) Lo escrito no es autárquico, puesto que no se ayuda ni se defiende por sí mismo; requiere necesariamente, de la intervención de su autor (Fedro, 275d-e). 2.3) Lo oral es superior a lo escrito (Fedro, 276a). 2.4) Lo escrito es “un juego” y lo oral es “lo serio” (Fedro, 276b – 277a). 2.5) La claridad y la perfección es de la oralidad y no de la escritura (Fedro, 277a - 278b). 2.6) Las cosas de sumo merito, el filósofo, nunca los pone por escrito (Fedro, 277e - 278b). ANÁLISIS DEL TEMA DEL FEDRO: Sobre la “Belleza”: del latín “bellus”= hermoso, agraciado. Sobre el “Amor”: del latín “amor oris”=cariño, afecto íntimo. Sobre la “Retórica”: del griego, “εϊρω”=”yo hablo” y “τορ”=”agente”=Orador que habla apropiadamente. Sobre las “Palabras”: del griego, “παραβολή” “parabolée”= “estar al lado [paralelo o al frente de] y lanzar, comparar, sentenciar”. Posteriormente, en el siglo XII, se verificó un cambio de sentido en el latín y se llegó al verbo “paraulare” tal como “hablar”; de ahí, “parlar” en italiano, “parler” en francés y “palabreo” en español. Quedando relegado el término “palabra” como lo que es o puede ser expresado por la facultad del habla (facultad propia e intrínseca del género Homo sapiens sapiens), o simplemente, de aquel sonido, que expresa una idea. El dialogo en su primera parte, habla de la “belleza” y del “amor” y la segunda, sobre la “retórica” y el “discurso”; pero como “belleza” y “amor” están enmarcados dentro de la “forma y fondo” de lo tratado; y en la segunda, de la estructura del “configurar y del transmitir”, solo con palabras correctamente enlazadas y lógicamente pronunciadas, llegamos a la comprensión de la cosa.