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LAzARO, A. Y ASENSI, ].; Manual de OricntaciJn ZABALZA, M. A.: CaLidad en Id Educación Infimtil.
EJCoiary Tilloría. - Dise/Jo y demrroi!o curricul,lr.
I
Aulas inclusivas
Un nuevo modo de enfocar y vivir
. el currículo I
Segunda edición
.1
Susan Stainback,
William Stainback
Callege of Education
University of Northern Iowa
(USA)
NARCEA, S. A. DE EDICIONES
MADRID
A Samantha Bray Stainback y todos los niños
que llevan l~ felicidad a la vida de las familias.
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Prólogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
l. Introducción
Estrategias 90
DesulTollo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96
Referencias bibliográficas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 100
@ narCC<l, s. a. de •..
>díciones
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,.
Índice 9
Autores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 287
lndice de nombres 289
lndice temático. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 294
@narcea, s. a. de ediciones
,..
Presentación
EXISTEN ESCUELAS' que, destacan sus esfuerzos para transformar los am-
bientes educativos en comunidades
inclusivas. El objetivo de estas escuelas
consiste en garantizar que todos los alumnos -los discapacitados físicos y
psíquicos graves y profundos, los que plantean serios problemas de disci-
plina, los corrientes, los superdotados y quienes están en situación de
riesgo- sean aceptados en pie de igualdad, reconocidos por lo que cada uno
tiene que ofrecer a la comunidad educativa y se les ofrezcan las adaptacio-
nes curriculares y las ayudas necesarias para que su aprendizaje sea satisfac-
torio.
En estas escuelas se hace hincapié en enseñar a preocuparse por los de-
más y responsabilizarse de ellos. Se presta especial a tendón a que todos y
cada uno de los alulnnos2 se sienta acogido y 'seguro, a apoyarles tanto en el
plano educativo como en el social y a que aprendan a respetar a los otros y a
respetarse a sí mismos y convencerse de que tienen algo que ofrecer a la
sociedad. Por regla general, esto se consigue mediante la participación de
padres, profesores y alumnos en el funcionmniento cotidiano y en las deci-
siones de sus respectivas escuelas, lo que supone capacitar y dar responsabi-
lidad y voz a todos los cOluponentes de la escuela para que participen en la
construcción de una cOluunidad positiva dentro de ella.
Aunque se trata de un enfoque relativan1ente nuevo, utilizado sólo por
un número reducido, aunque en aumento, de escuelas, se reconoce ya de
forma generalizada la necesidad de hacer más para desarrollar comunida-
des y aulas inclusivas. Aunque la enseñanza de carácter integrador comenzó
cmuo un esfuerzo para acoger y apoyar a los alumnos con discapacidades en
las escuelas y aulas ordinarias, hay que reconocer que este enfoque es espe-
1 La Hansen School, de Cedar Falls (1owa, EE.UU.); la Winooski High SchnoL de Winooski
(Vermont, EE.UU.); la Saint Frands School, de Waterloo County (Ontario, Canadá); la Brook Fo-
rest School, de Oak Brook (Illinois, EE.UU.), y la Ed Smith School, de Siracusa (Nueva York,
EE.UU.) han llamado la atención de padres, educadores y personas interesadas por la educa-
ción. Todas ellas son ejemplos de un nuevo tipo de escuelas, conocidas ya como "escuelas in-
clusivas" .
2 Para que la lectura del texto resulte más sencilla, no siempre se utiliza conjuntamente el
género masculino y femenino, en aquellos términos que ¿¡dmiten ambas posibilidades. Así,
cuando se hable de "nii'i.o" o "alumno" se entiende que se refiere también a la "niña" o
"alumna", y aludir al "profesor" no excluye a las profesoras (N. del E.).
«) narcea, s. a. de ediciolles
12 Prest.'ntación
3 Este texto está disefiado a modo de continuación y complemento de otro anterior: Sup-
port Nr:tworks for Inclusive ScllOOls:1l1terdepel1dent Irltegrated Educntíon -"Redes de apoyo a escue-
las inclusivas: una educación integrada e interdependiente" -. (Stainback y 5tainback, 1990),
cuyo fin consiste en dar oportunidades a todos los estudiantes y profesores para apoyar a los
demás y recibir apoyo de ellos en escuelas que promueven la integración total.
@narcca,s. a. de ediciones •
•
Presentación 13
I
poner en práctica las decisiones curriculares.y formas eficaces de evaluar el
progreso de los alumnos y de infornlar sobre él.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
4 Por último, agradecemos de todo corazón la ayuda prestada en a preparación de este li-
bro a Joycl' Broell, Chl'ryl Reynolds, Amy Kluesner y Carla Loynachan, de la University oJNorl-
}¡crr¡Iowa, y a nuestros colegas de la Bl'ookes PlIblishing Company, que han estimulado y ap(lrt<ldo
mucho a la puesta en común de las ideas y conceptos de muchos autores de este libro.
@11;]rC('<l,s. a. de ediciones
Prólogo
DOS CAMINOS
tida de este call1ino consiste en aceptar a todos: educar a todos los niños en
aulas y cOlllunidades ordinarias. Es el mejor cmnino.
La inclusión significa acoger a todos -a todos los alumnos, a todos los ciu-
dadanos- con los brazos abiertos en nuestras escuelas y cOlllunidades. Las
escuelas son un buen sitio para elnpezar. Históricanlente, por razones que
en su momento parecieron buenas fragmentamos nuestro sistema para ga-
f
los alumnos, se da por sentado que han de vivir en soledad, rechazados, sin
amigos y sin trabajo. La brutal verdad es que el resultado estadístico de la
segregación es una "vida" caracterizada por la pobreza, acabando frecuente-
11lenteen instituciones que ya no funcionan, escandalosalllente caras y de-
vastadoras para el espíritu humano. La opción por la inclusión significa el fi-
nal de las etiquetas de la educación especial y de las aulas especiales, pero
f
VUELTA A LO BÁSICO
No estanlOSa favor de los esfuerzos para incluir a todos los niños porque sea
mejor para los niños "etiquetados" sino porque es mejor para todos. En con-
f
I "ABC" es el acrónimo de las palabras inglesas: ncceptnllce, belongillg y cOIl1/1l1wity. (N. dd T.).
2 Corno en el caso anterior, el texto se refiere a tres RR "inglesas": readillg, wrítillg y rcla-
thmsliíps. (N. del T.).
@nilrcea. s. a. de ediciones
18 Pearpoint,Forcst
rack Pearpoil1t
Marsha Forest
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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sic Books.
. @ llal"Cea, s. a. de ediciones
,':
1
Introducción
1
Hada las aulas inclusivas
I
Susan Stainbaek,
William Stainbaek y H. James Jaekson
Los autores de este capítulo esperan que pronto podanlos hablar simple-
mente de dar una educación de calidad a todos ~os alulnnos. Sin embargo,
todavía hay alumnos excluidos de la vida escolar y comunitaria normal,
por lo que muchas personas emplean ahora la expresión inclusión plena para
aludir élla educación de todos los alulnnos en clases y escuelas próxünas al
domicilio. Se ha producido un cambio del concepto de integración por el de
inclusión plena y esto por una serie de razones. En prin1er lugar, se está
adoptando el concepto de inclusión porque cOlnunica con mayor precisión
y claridad lo que hace falta: hay que incluir a todos los niños en la vida edu-
cativa y social de sus escuelas y aulas de su barrio y no sólo colocarlos en
clases normales. En segundo lugar, se está abandonando el término integra-
ción porque supone que el objetivo consiste en reintegrar a alguien o algún
grupo en la vida normal de la escuela y de la comunidad de la que había
sido excluido. El objetivo básico consistiría, en prhner lugar, en no dejar a
nadie fuera de la vida escolar, tanto en el plano educativo COlnoen el físico
y social.
IMPORTANCIA DE LA COMUNIDAD
@narcea,s. a. de ediciones
24 Stainbaek, Stainbaek y Jaekson
bert, Kahne y Powell, 1990). No se trata sólo de un telua de interés para las
personas preocupadas por la inclusión plena; en los últimos años, algunos
filósofos, sociólogos y estudiosos se han ocupado de los problenlas de las es-
cuelas despersonalizadas (Coleman y Hoffer, 1987; Murphy y Hallinger,
1988). Hay pruebas de que, en las escuelas en las que los alulnnos, los padres
y los educadores no entablan an1istad, compromisos y lazos entre ellos (es
decir, en las que la cOlnunidad está ausente), aUluentan los problemas de
bajo rendimiento, abandono de la escolaridad, abuso de drogas y actividad
de bandas juveniles (Coleman y Hoffer, 1987; Maero!!, 1990). Ante ello, Cole-
111any Hoffer han lanzado la hipótesis de que algunos problemas actuales
de la educación general pueden deberse, en parte al 111enos,a la ausencia de
cOlllunidad en nluchas escuelas de una sociedad cada vez luás urbana, C0I11-
pleja y despersonalizada.
Para restablecer el sentido de COluunidad, los educadores y los líderes
c0111unitarios de algunas grandes e inlpersonales escuelas de los Estados
Unidos y de otros países han comenzado a dividir sus escuelas en unidades
11láspequeñas, cada una de las cuales cuenta con su propio director, sus
maestros, sus aluIllnos y su identidad. La idea consiste en organizar escuelas
111áspequeflas en las que los ll1aestros y los alumnos perulanezcan juntos, al
ll1enos, durante la Inayor parte del tieInpo que los estudiantes pernlanecen
en el centro. Está presente también la preocupación porque estas escuelas se
conviertan en centros de actividades de la comunidad en los que participen
los padres y las personas que pertenecen a la nÜS111a. Para establecer lazos y
amistades y crear unas instituciones Inás personalizadas y sensibles, las per-
sonas necesitan estas oportunidades de comunicarse en un plano personal.
En escuelas como la Sail1t Fral1CÍs School, de Kitchener (Ontario, Canadá)
o la Helen Hansen School, de Cedar Falls (Iowa, EE.UU.), los alumnos tradi-
cionalmente clasificados C01110 discapacitados graves y profundos están in-
cluidos en la enseñanza ordinaria mediante el empleo de "círculos de alni-
gas" y otros enfoques orientados a "conectar" a estudiantes y maestros por
Inedia de la mnistad y de relaciones de atención Inutua. Estos esfuerzos pue-
den llevar tmnbién a que se desarrolle un sentido lnás claro de cOInllnidad
en toda la escuela (Flynn, 1989; Jaekson, 1990).
(Elnarceil, s. a. de ediciones
Hacia lilS aulas inclusivas 25
Filosofía de la clase
Las aulas inclusivas parten de la filosofía de que todos los nii10s pertenecen
al grupo y todos pueden aprender en la vida normal de la escuela y de la co-
lTIunidad. Se valora la diversidad; se cree que la diversidad refuerza la clase
y ofrece mayores oportunidades de aprendizaje a todos sus miembros.
Robert Barth (1990),profesor de Harvard, describía así el valor de la di-
versidad:
"Yo preferiría que mis hijos estuvieran en una escuela en la que se desearan
las diferencias, se les prestara atención y se celebraran como buenas noticias,
como oportunidades de aprendizaje. La cuestión que preocupa a mucha gente
es: ¿Cuáles son los límites de la diversidad a partir de los cuales una conducta
J
es inaceptable?' ... Pero la pregunta que me gustaría que se planteara más a me-
nudo es: ¿Cómo podemos hacer un uso consciente y deliberado de las diferen-
J
Reglas de aula
En las reglas de las aulas inclusivas, es normal que se presenten los derechos
de cada miembro. Por ejemplo, en la pared, se lee la regla: "Tengo derecho a
aprender de acuerdo con mi capacidad. Esto significa que nadie me pondrá
motes por mi forma de aprender". Otra regla es: "En esta clase, tengo dere-
cho a ser yo tnismo. Esto significa que nadie me tratará de fonna injusta por
el color de mi piel, mi peso, ll1i estatura, por ser niño o niña ni por mi as-
pecto" (estas reglas figuraban en carteles pegados en la pared de un aula in-
clusiva de primer grado, en 1990, de la Helen Hallsell Elemel1tary School, de
Cedar Falls, 1owa, EE.UU.). Estas reglas reflejan la filosofía del tratamiento
justo e igual y del respeto mutuo entre los alumnos, así como con los demás
miembros de la escuela y de la comunidad,
@narcea,s. a. de ediciones
Hacia las aulas inclusivas 27
iD narcea, s. a. de ediciones
28 Stainbaek, Stainbaek y Jaekson
@narCC<l,s.a.dcediciones
Hacia las aulas inclusivas 29
Hay una serie de pasos para promover comunidades inclusivas tanto de cen-
tro como de aula (Berrigan, 1989; Biklen, 1985; Blackman y Peterson, 1989;
Forest y Flynn, 1988; O'Brien, Forest, Snow y Hasburg, 1989; Stainback y
Stainback, 1990; Stainback, Stainback y Forest, 1989;
, Villa y Thousand, 1988).
A continuación, revismnos algunos de los nlás importantes.
@narcea,s. a. de ediciones
30 Stainback, Stainback y Jaekson
Nombraluiento de la persona
r
que actúe como coordinadora de apoyo
En las escuelas inclusivas, los educadores especiales suden integrarse en la
educación general. Unos se convierten en lnaestros ordinarios o en asesores
especialistas, otros asumen la función de estimular y organizar el apoyo en
las aulas ordinarias. Suele llamarse a éstos "promotores de apoyo", "n1aes-
tros colaboradores" o "maestros de métodos y recursos" (Porter, 1988; Stain- r
back y Stainback, 1990; Thousand y Villa, 1989). Con independencia de la
denominación que se les dé, trabajan en colaboración con otras personas del
centro escolar para garantizar que se satisfacen todas las necesidades de los
alull1nos en la enseñanza ordinaria. "Colaboración" significa que el coordi-
nador de apoyo, el maestro, los alumnos y delnás personal escolar trabajan
juntos sin que ninguno asuma las funciones de experto, supervisor ni eva-
1
luador. De este modo, todos contribuyen a promover sisten13s de apoyo y a
adaptar la enseilanza a las necesidades individuales. Como señalan Nevin, I
Thousand, Pulucci-Whitcomb y Villa (1989):
I
"El proceso cooperativo es multidireccional, dado que se considera que to-
dos los miembros tienen unos conocimientos y experiencia únicos y necesa-
rios. En todo momento, cualquier participante en la relación cooperativa puede
1
ser donante o receptor de consultas ... (o) cualquier miembro del grupo puede
convertirse en líder, emprendiendo acciones que ayuden al grupo a cumplir I
sus cometidos y mantener relaciones cooperativas eficaces" (p. 21).
f
Distintas escuelas han comenzado a designar a alguna persona para que
actúe como coordinador de apoyo. Esta figura puede iInpulsar los esfuerzos
r
@ narcen, s. a. de ediciones
t
I
Hacia las aulas inclusivas 33
para educar a todos los alumnos de las aulas inclusivas. Como indicaba Ann-
marie Ruttíman, que fue una de las primeras coordinadoras de apoyo, tiene
que ser una persona "abierta, flexible, dispuesta a asumir riesgos, l11UYtra-
bajadora, que acepte el fracaso y cl11piece de nuevo ..." (Ruttiman y Forest,
1986, p. 26).
Un objetivo primordial del coordinador de apoyo consiste en trabajar
codo él codo con los maestros ordinarios y con el resto del personal de la es-
cuela para promover redes naturales de apoyo. Los maestros, en colaboración
con los prol11otores de apoyo, fomentan la interdependencia por medio de
los sistemas de conlpañeros, la tutela a cargo de compañeros, el aprendizaje
cooperativo y el desarrollo de la amistad para que los alumnos aprendan a
ayudarse mutuamente (Stainback y Stainback, 1990).
El coordinador de apoyo o el maestro colaborador actúa con frecuencia,
tanlbién, como facilitador de recursos, dado que es imposible que el maestro
ordinario sea experto en todas las áreas de la evaluación, el currículo o el
manejo de la conducta. Esta función supone conseguir el material y el equi-
pamiento adecuados o la intervención de los especialistas, asesores, maes-
tros ete., que tengan conocimientos y experiencia en el campo concreto de
que se trate. Por eje111plo,si un alumno presenta conductas molestas en una
clase, el coordinador de apoyo puede ayudar al maestro a localizar al espe-
cialista adecuado para que le asista. Del 111ismo1110do,como facilitador de
recursos, el coordinador de apoyo puede ayudar a encontrar y organizar a
los asesores de clase, como cOlnpai1eros tutores, para profesionales y volun-
tarios.
Estos maestros colaboradores o personal de apoyo también pueden ayu-
dar de forma directa C01110 miembros de equipos docentes, facilitando el apren-
dizaje en su respectiva área de conocimientos y experiencia (véase Bauwens
y cols., 1989). Adelnás, a menudo proporcionan ayuda capacitando a los
maestros para adaptar e individualizar la enseñanza para satisfacer las nece-
sidades propias de cada alumno. Es fundamental señalar que el maestro or-
dinario sigue teniendo la responsabilidad de la educación y de la ayuda de
todos los alumnos de su clase. El coordinador de apoyo no debe asulnir la
función de maestro en la clase. El maestro colaborador o el coordinador de
apoyo actúan como recurso para el maestro ordinario, la familia, el director
y el conjunto de la clase para construir redes de apoyo y adaptar la ense-
ñanza a las necesidades individuales.
Entre el personal de una escuela (p. ej., orientadores, psicólogos esco-
lares, maestros), hay muchas personas capaces de desarrollar las funciones
de coordinador de apoyo o de garantizar el establecimiento de redes de
apoyo. Los coordinadores de apoyo deben solicitar la información y con-
sejo a los antiguos maestros de educación especial, los asesores y demás
personal con experiencia en el desarrollo y mantenimiento de redes de
apoyo escolar.
@narcea, s. a. de ediciones
34 Stainback, St,linbaek y Jaekson
CONCLUSIÓN
Hay que pensar que el desarrollo de escuelas y aulas inclusivas planteará
cuestiones nuevas y difíciles a medida que se implanten, como: ¿cuál debe
ser el currículo de las escuelas inclusivas? ¿Cónlo pueden modificarse y
adaptarse, cuando sea necesario, los contenidos curriculares y CÓlTIO
pueden
de distintas características y necesidades? ¿Qué eva-
im.partirse a alUI11110S
luaciones, sistemas de calificación e inforl11eSpueden utilizarse en las aulas
inclusivas para hacer justicia a todos? En los próximos capítulos, diversas
personas que se han ocupado de estas cuestiones y han tratado de darles res-
puesta durante varios años expondrán sus experiencias y aprendizajes al
respecto.
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@narCCil,s. a. de ediciones
.
•<
2
Celebrar la diversidad,
crear comunidad I
Un currÍCulo que ensalza las diferencias
y construye sobre ellas
Mara Sapon-Shevin
@naree",s.<l.deediciones
1
I .
r
Celebrar la diversidad, crear comunidad 39
@ n<lTl'e<\,s. a. de ediciones
40 Sapon-Shevin
,
de imágenes "étnicas" -la única diversidad del aula-; un solo libro sobre un
grupo cultural. l
Desconcctar la diversidad cultural de la vida cotidiana de la clase: leer libros
sobre niños de color en ocasiones especiales solamente. Enseñar una unidad
didáctica sobre una cultura diferente y no volver a ocuparse de dicha cul-
tura.
I
Estereotipil1: imágenes de indios norteamericanos del pasado, exclusivamente; ¡
personas de color que aparezcan siempre pobres; personas de culturas ajenas a
los Estados Unidos que sólo aparezcan con trajes "tradicionales" yen ambien- r
tes rurales.
Representación crrónea de los grupos étnicos norteamericanos: imágenes y li- 1
bros sobre Méjico para dar clase sobre los mejicanos norteamericanos; de Ja-
pón, para referirse a los japoneses norteamericanos; de África, para enseñar t
sobre los afronorteamericanos (p. 63).
I
Hay muchos recursos excelentes que pueden utilizar los maestros para ~
incluir las diferencias raciales en todo lo que enseñen; entre ellos, podemos
nlencionar las guías didácticas sobre educación multicultural, los catálogos !
de libros infantiles sobre niños de color y los currículos para la enseñanza de
I
las diferencias.
r
@ ll<Hcea,s. a. de ediciones t
Celebrar la diversidad, crear comunidad 41
if) Hale•..•
", s. a. de ••diciones ,
!
,
Celebrar la diversidad, crear comunidad 43
i
toda la clase. Ellnensaje es importante: hay muchas formas de comunicarse
y, si las personas quieren, pueden aprender a
hablar entre sí.
Liberar a los niílos de las ideas restrictivas y estereotipadas sobre 10 que "pue_
den hacer las nii\as" o lo que "pueden ser los niií.os", abriéndoles más opcio-
nes para su crecimiento y desarrollo,
Estimular a los nii\os para que interactúen con el mal llamado "sexo opuesto"
y lo comprendan.
Para cUlllplir el prim.er objetivo, los maestros deben estar atentos al len-
guaje que enlplean en clase y a los cOlllportamientos que muestran, así C0010
a los nlateriales y actividades que facilitan a sus alU111nos.Las advertencias
de que "los chicos no lloran" o los intentos de sacar a los chicos del rincón
del hogar para llevarlos al de los bloques de construcción transmiten, sin lu-
gar a dudas, que hay cosas que los chicos no hacen. De igual modo, estudiar I
únicamente a autores lnasculinos, inventores lnasculinos y la historia del
"honlbre" impide que las niií.as comprendan plenalnente o se enorgullezcan
1
de los logros de las mujeres y de su propio potencial. r,
Los lnaestros deben examinar continuamente sus lnateriales y actividades
para asegurarse de que todos los niños se sientan implicados y bienvenidos.
Hay lnuchos libros infantiles que se oponen a los papeles sexuales estereotípi-
cos. Los niños lllayorcitos deben leer libros cuyas protagonistas sean lnujeres,
animándoles a que descubran a muchas lnujeres que omiten los libros de his-
toria. También puede estimularse a los niños para que sean conslunidores críti-
cos en relación con el sexislno y lo rechacen en su vida diaria y en los materia- ¡
les que utilizan. Los maestros deben ayudar también a que, incluso los niños
más pequeños, exploren los presupuestos básicos de los libros que leen: liMe 1
he dado cuenta de que, en este libro, sólo cocinan las mujeres. ¿Pueden cocinar
tanlbién los hombres? ¿Conoces a honlbres que cocinen?" El tiempo dedicado
I
a los cuentos puede ir seguido por actividades de cocina en la que participen
todos los alumnos. La revisión de catálogos de juguetes y el descubrimiento de
\
que hay juguetes diseñados para los niños y otros para las niñas puede llevar a
un diálogo en el que los alumnos lnanifiesten qué juguetes les gustan y por
qué y acerca de cómo los padres y otros adultos deciden a menudo comprar
juguetes que se comercializan como dirigidos a un género deternlinado.
@ narcea,~, a. de ediciones
Celebrar la diversidad, crear comunidad 45
,
Si un maestro o maestra se da cuenta de que las niñas de su clase no sue-
len escoger trabajos de ciencias/ por ejemplo/ quizá deba abordar esta cuestión
encargando a las niñas proyectos concretos que desarrollen su competencia y
su confianza en este campo. Si se meten con un niño porque dice que está
aprendiendo él hacer ganchillo, el maestro o maestra puede hablar a sus alum-
nos de la historia de hombres que se han dedicado a tejer o a confeccionar re-
des y enseñarles a hacer gorros y bufandas de ganchillo para el invierno.
El estímulo para que niños y niñas interactúen "traspasando las fronte-
ras del género" puede enfocarse del nüsmo modo que cualesquiera otras es-
trategias de integración. Los maestros deben preguntarse: "¿Cónlo puedo
preparar lni clase y mis actividades de manera que niñas y niños se sientan
cómodos trabajando juntos y escogiéndose mutuanlente corno cOll1pañe-
ros?" De nuevo/ los ll1aestros deben tratar de evitar la perpetuación de dis-
tinciones artificiales estableciendo una "línea masculina" y otra "femenina"
o pennitiendo que, como responsables de la semana, haya un niño y una
niña. Es posible que haga falta intervenir de forma lnás contundente para
contrarrestar las prácticas y actitudes predOlninantes, que tienden a separar
a los niños y a las niñas y a impedir que mantengan relaciones significativas.
Los maestros pueden encargar tareas que haya que realizar por parejas o en
grupos heterogéneos/ tanto con respecto al género COlnoa la raza, la capaci-
dad o a todo ello. La asignación aleatoria de tareas puede contribuir también
a hacer que la cuestión del género no constituya un problenla de la clase. Por
ejemplo, si se seleccionan al azar los nombres de los alumnos y alumnas
como compañeros para los trabajos diarios de matemáticas, algunas parejas
estarán formadas sólo por niíi.os, otras por niíi.as y otras por un niño y una
niíi.a. Si los maestros se dan cuenta de que se hacen bromas o se ridiculiza a
algunos alumnos por cuestiones de género (p. ej.: "¡Ja, ja! Michael pinta de
rosa su dibujo" o "Marina está leyendo un libro de chicos"), debe intervenir
y abordar directamente el problema. Al menos, el maestro o maestra debe
dejar claro que ni se permiten ni se dejarán pasar las bromas de mal gusto.
En el mejor de los casos, puede promover una discusión sobre el 1110tiVO de
que la gente piense que el rosa es un color de niilas o que los libros sobre co-
hetes sean de chicos. Hay muchas oportunidades para que los alumnos par-
ticipen en proyectos que vulneren las fronteras tradicionales de los géneros
(p- ej., cocinar/ manualidades sobre madera/ ciencias, artesanía). Una maes-
tra de tercer grado enseñó a todos sus alunlnos y alumnas a hacer punto.
Manifestó que ninguno de sus alumnos ni sus padres se opusieron, que-
dando todos muy satisfechos por los bonitos trabajos que hicieron. Un maes-
tro de quinto grado hizo que todos sus alumnos y alumnas construyeran y
lanzaran cohetes; no lo presentó C01110 una actividad exclusivmnente para
los chicos nüentras las chicas se dedicaran/ por ejemplo/ a construir cOlnede-
ros para pájaros.
Como las normas culturales relativas a los papeles propios de cada sexo
varían considerablelnente/ Derman-Sparks (1989) advierte que los ll1aestros
iD narcea, s. a, de ediciones
46 Sapon-Shevin
deben tener lnucho cuidado para no actuar de forma racista cuando tratan
de ser antisexistas. Propone que los maestros presenten las funciones de gé-
nero como opciones lnúltiples, sin asignar valores superiores a determina-
das funciones. Además, los maestros han de procurar descubrir formas de
presentar opciones que promuevan el pleno desarrollo de los niños, respe-
tando, no obstante, sus orígenes culturales. Dice que si, por ejemplo, los pa-
dres se oponen a que su hija lleve pantalones o a que se anime a su hijo a llo-
rar, el nlaestro debe preparar .alternativas como, por ejenlplo, disponer
detenninados períodos de la jornada en los que se lleven pantalones para
realizar actividades motoras o animar al niño para que ponga por escrito sus
sentimientos o los plasme en un relato.
iD lliHC('<I, s, a. de edicion('s
..JoS Sapon-Shevin
2 Véase unil explicación más amplia de esta cuestión en Sapon-Shevin, M. (199..Jo): "Ability
differences in the dassroom: Teaching and lcarning in inclusive classrooms", en D. Byrnes y C.
Kiger (('Lis.): Di[fcrc!lcl:'s il1 COJIllIIOI/: Al/ti-bias teacllillg ill a diverse ::,ociety (pp. 168-192), \Vashing-
ton, D.e.: AS5ociation for Childhood Education Intcrnationa1.
@narcea, s. o. de ,,(\iciones
50 Sapon-Shevin
@narL'e<l,s.a. de edicion~s
Celebrar la diversidad, crear comunidad 51
I
Una maestra de preescolar enseñó a su clase la diferencia entre expresio-
nes excluyentes, que rechazan a las personas, y expresiones inclusivas, que
atraen a las personas. "No puedes jugar con nosotros" y "Aquí no hay sitio
para ti" son ejemplos de expresiones excluyentes. "¿Quieres estar en nuestro
grupo?" y "Echaos para allá y dejadle sitio a Micah" son ejemplos de expre-
siones inclusivas.
Los niños pueden convertirse también en consumidores críticos, tanto
con respecto a sus propios ambientes como a los materiales que encuentren.
Hay nunlerosas listas de verificación que facilitan a los lectores el examen de
diversos materiales para buscar pruebas de :discriminación, información
errónea y 0111isión, en relación con las personas de color, las mujeres, las per-
sonas con discapacidades o las familias no tradicionales. Los niños peque-
ños pueden darse cuenta de que, en muchos libros infantiles, no aparecen
personas de color o que las lnamás de los libros se quedan en casa y los pa-
pás van trajeados a trabajar, mientras que su mamá es cmnarera y su papá,
agricultor.
Los niños mayorcitos pueden realizar análisis nlás complejos de los ma-
teriales de clase. En un artículo acerca de la sensibilización de los niños con
respecto a los estereotipos relacionados con los norteamericanos indígenas,
Califf (1977) manifestó sus experiencias al enseñar él los niños los valores y
las tradiciones de los aborígenes nortemncricanos y a descubrir las represen-
taciones erróneas y los estereotipos en los me0-ios de c01nunicación. Al fina-
lizar la enseñanza de estas cuestiones, presentó a la clase un libro sobre Cris-
tóbal Colón. Quedó encantada al ver que los niños detectaban nluchos
estereotipos y deformaciones. Trece niños escribieron cartas a la directora de
la editorial. Uno de ellos decía que le daba la sensación de que el libro pre-
sentaba a los indios C01110 si fueran perros y q",+eno quedaba claro que los in-
dios tuvieran su propio idioma. Otro niño explicaba que el libro no debiera
decir que Colón invitó a los indios a ir a España, porque había descubierto
que Colón esclavizó a los indios. Cuando la directora de la editorial contestó
a los alunlnos diciéndoles que estaba de acuerdo con las críticas y que sus-
pendería la venta del libro, los niños experinlentaron la importancia de
aliarse y de oponerse al racismo. I
Los alumnos pueden también aprender a oponerse al racismo, al se-
xiSlno y a la discriIninación en sus propios anlbientes. Un profesor de cien-
cias sociales de séptimo curso pidió a sus alumnos que rellenaran una lista
de verificación sobre la accesibilidad de su escuela (Sapon-Shevin, 1988). Los
ahllnnos recibieron orientaciones para su trabajo y cintas métricas para eva-
luar si los alulnnos que no oían, utilizaban el braille e iban en silla de ruedas
tenían pleno acceso al edificio y a sus programas. Después, estos alumnos
redactaron cartas dirigidas al director de la escuela, exponiendo los resulta-
dos obtenidos y su malestar en relación con algunos de sus descubrinl.ientos.
Por ejemplo, descubrieron que se podía subir en el ascensor, pero no ba-
jar. Se dieron cuenta de que los alumnos que: iban en silla de ruedas no po-
dían ir a las clases que se ilnpartieran en la segunda planta. Sus ideas sobre
la inclusión plena y su indignación ante la injusticia constituían indicios pro-
metedores de su creciente capacidad para reconocer y oponerse a la discri-
111inacióny la exclusión. t
En el nivellnás básico, los niños tanlbién pueden aprender a responder
a los motes que se ponen a otros niños y a la exclusión de los ll1ismos so pre- I
texto de sus diferencias. Las Madison Public Schools (1989) establecieron una 1
norma concreta a este respecto que dice: "De acuerdo con la política no dis-
criminatoria del distrito, no se tolerarán los motes de carácter racial. Esta I
norma abarca todas las expresiones, gestos y conductas despectivas de tono
racial" (sin página). r
El folleto del distrito añade que los niños tienen que saber que los motes t
y afrentas raciales constituyen una forma de agresión verbal y son inadll1isi-
bIes. Indica que, cuando se utilizan expresiones racistas, pueden ser útiles t
las siguientes expresiones a modo de respuesta:
l
En esta e~cuela no se permiten los motes raciales.
Los motes raciales rebajan a quienes los dicen.
E~ta palabra me parece ofensiva.
En nuestra clase y en nuestra escuela, valoramos a todas las personas y no em-
,
1
@ndfcea,S. a. de t'dicioncs
Celebrar la diversidad, crear com\.lllidad 53
CONCLUSIÓN
La creación de clases que hagan sitio y respeten a todos los nii10Sy todas sus
diferencias constituye un reto que exige tiempo; A pesar de nuestros deno-
dados esfuerzos, tenelnos que seguir luchando con nuestras expresiones,
nuestra labor docente y nuestro currículo para tratar de conseguir la inclu-
sión, la justicia y el respeto. Lo más importante que pueden hacer los maes-
tros es estudiar nuestras propias ideas, valores y creencias acerca de la diver-
sidad. ¿Cuándo te percataste de las diferencias raciales y qué te
transmitieron al respecto? A medida que ibas creciendo, ¿con qué grupos en-
trabas en contacto y con cuáles no te relacionabas nunca? ¿Hasta qué punto
te encuentras cómodo con personas de color, con las lesbianas, con los pa-
dres o madres sin pareja, con los afronortemnericanos, con los hispanos, con
los judíos, con los latinos? Sólo estudiando nuestras propias historias y ex-
periencias personales poden10s tratar de cOlnprender los efectos de nuestra
educación y, en su caso, combatirlos, de manera que creemos clases inclusi-
vas que sirvan de modelo de justicia social y de igualdad.
Swadener, Gudinas y Kaiser (1988)sugieren que los maestros 111editeny
den una respuesta a estas citas de diversos padres de niños:
Padre adoptivo de una niña coreana: "Tuvimos que sacar a nuestra hija del ser-
vicio de asistencia diurna cuando otros niños comenzaron a meterse con ella, di-
ciéndole que no era una auténtica norteamericana, sin que el maestro 10 tomara en
serio. Creo que ..."
Padre hmong: "En nuestra tradición hmol1g, las máscaras tienen un significado
espiritual. Pidieron a mi hijo que hiciera un trabajo de arte en el que tenía que con-
feccionar unas caretas de terror y esto le afectó mucho. Creo que ..."
Padre con pocos ingresos: "Es muy duro tener que decirle a mi hijo de seis años
que nosotros no podemos tener las cosas que otros niños de la escuela dan por
supuestas; ya sabe, unos vaqueros de marca o ropa CablJage Pafc/¡. Me parece
que ..:' (p. 5).
([)narrea, S. a. de ediciones
54 Sapon-Shevin
@narce,l,s.<l_deediciones
3
Educación inclusiva
"Dar sentido" al currículo
Alisan Fard,
Linda Davern
y Raberta Schnarr
@llilrCea,S_ <'1_
de ediciones
56 Ford, Davern y Schnorr
iD narCl'iI, S. 3. de ediciones
Educación inclusiva 57
1.128 soldados, ¿cuántos autobuses hacen falta?' Sólo el 70% de los alumnos de
secundaria a los que se planteó este problema en una evaluación nacional efec-
tuó la operación correcta: dividir 1.128 entre 36, con un resultado de 31 y un
resto de 12 (ó 311/3). Peor aún; de los que llegaron a ese resultado, sólo uno de
cada tres sacó la conclusión de que, para transportar a todos los soldados, ha-
cían falta 32 autobuses. El resto, acostumbrado al mundo estéril y centrado en si
mismo de las matemáticas escolares, no se detuvo a pensar qué sentido tenía
una respuesta que aludía a 113 de autobús" (Adler, 1990, p. 18).
Por tanto, aunque persista la preocupación por que los graduados ad-
quieran una sólida base de conocimientos, la misma atención, si no más, hay
que prestar a la capacidad de integrarlos (áreas de conocilniento integradas),
aplicarlos (destrezas de pensamiento crítico y de, resolución de problemas),
utilizarlos ("alfabetización informática"), ampliarlos (aprender a aprender;
aprendizaje autodirigido) y utilizarlos con otras personas (construcción de
destrezas interpersonales a través de estructuras cooperativas).
Otras fuerzas sociales se han introducido en el debate sobre lo que se
quiere de los estudiantes de hoy y ciudadanos adultos del nlañana. El por-
centaje de estudiantes que no llegan a graduarse en la lziglz sclzool suscita una
gran preocupación. Muchos de estos estudiantes l/en situación de riesgo" se
sienten alienados y desvinculados de la actividad escolar. Hay expresiones,
C01110 promover las relaciones de pertenencia al grupo, crear un sentido de comuni-
dad y desarrollar la responsabilidad social, que e111piezan a formar parte del
vocabulario escolar.
La economía global y las comunicaciones a escala nlundial han reforzado
la necesidad de que los graduados tengan un conocimiento lnás profundo de
otros idiomas y culturas. En los Estados Unidos~ la 11lezclacreciente de gru-
pos raciales y étnicos en las escuelas y la persistente insensibilidad con res-
pecto a las diferencias han hecho más acuciante la necesidad de que los estu-
diantes comprendan y valoren las diferencias existentes en su propio país.
Por último, sigue vigente la preocupación por la preparación de nues-
tros graduados para entrar en el mercado de trabajo y convertirse ei1 ciu-
dadanos responsables. A medida que se incrementa la dependencia del sis-
tema de seguridad social de la mano de obra y son menos los trabajadores
que contribuyen al mismo, se pone en evidencia la necesidad de contar con
todos los trabajadores potenciales (incluyendo a las personas con discapaci-
dades que, hasta hace poco, tenían escasa preparación para integrarse en la
población activa). Adelnás, como la proporción de embarazos de adolescen-
tes sigue aumentando, hay que prestar más atención al aprendizaje de las
responsabilidades relacionadas con la vida fan1iliar. Por otra parte, los edu-
cadores se preocupan cada vez más de preparar a los jóvenes para afrontar
los riesgos que corre la salud, como el abuso de las drogas y el S.l.D.A.
Con respecto a éstas y otras cuestiones sociales, las declaraciones sobre
la 11lisiónde los sistemas escolares son necesarian1ente amplias. El delegado
(0 narce", s. a. de ediciones
58 Ford, Davcrn y Schnorr
1. Habilidades cognitivas: l
Leer, escribir, escuchar, hablar y enlplear las ulatelnáticas.
Utilizar los principios y métodos científicos. I
Pensar creativa y críticamente. t
2. Desarrollo personal:
Conseguir el bienestar físico. r
Expresarse en el terreno artístico.
1
3.
Tener una actitud positiva con respecto a uno lnismo y el aprendizaje.
Preparación como ciudadano y para hacerse cargo de las fWlciones futuras:
Mostrar preocupación y respeto por los denlás.
,
Trabajar en colaboración. 1
Reconocer y apreciar a las personas y la sociedad, otras culturas y la his-
toria.
4. Demostrar una conciencia de comunidad y preparación para participar en la
11lislua, de las posibilidades de carrera profesional, de las responsabili-
dades dOlllésticas y un uso constructivo del tiempo libre.
Todos los estudiantes pueden y deben trabajar para conseguir estos mis-
mos resultados de la educación. Diferirán en cuanto al nivel de resultados
que consigan y en el grado de inlportancia otorgado a cada uno de ellos.
@narCCil,s.il.deediciones
Educación inclusiva 59
I
miento creativo y crítico, al desarrollo de actitudes positivas con respecto a
uno n1ismo y al aprendizaje y a la den10stración de preocupación y respeto
por los demás. Éstas no son áreas de desarrollo que puedan parcelarse, sino
que debe enfatizarse en todas las situaciones de aprendizaje en el transcurso
de la trayectoria escolar de todos los alun1nos. :
Los lnaestros y profesores juzgan a diario ~qué objetivos deben tener
prioridad en relación con cada alumno concreto. No es raro oír a un maestro
alguna expresión de este tipo: "Si consigo que Susana quiera aprender, ya ha-
bré logrado algo". Para él, todos los objetivos son in1portantes, pero, en rela-
ción con Susana, infundirle una motivación personal y la independencia de
criterio tienen prioridad. I
Los objetivos descritos poseen un peso diferente según el alumno de que
se trate. Para una alumna que tenga una mala opinión de sí misma, el obje-
tivo prioritario consiste en ayudarle a fortalecer su autoestima. Para un
alulnno que se mantenga aislado de sus compaii.eros o sea rechazado por és-
tos, no puede haber un objetivo n1ás importante que conseguir formar un
grupo de compañeros que le acoja y apoye. Para un alumno que no hable, el
principal objetivo será el desarrollo de un sistema de comunicación que le
sea útil en diversos ambientes.
Además, algunos campos de la educación tendrán distinta iInportancia
según los individuos. Dependiendo de la carr~ra que pretenda seguir un
alumno, habrá que conceder mayor importancia a las ciencias naturales o a
un idioma extranjero. Si un alumno o alUlnna se desenvuelve con dificultad
en el án1bito de la con1unidad, su progrmna tendrá que dar prioridad a la
participación.
Las semejanzas (y diferencias) entre alumnos se entenderán y aprecia-
rán lnejor si se valoran en relación con un conjul1,tode objetivos comunes. En
el próximo apartado, avanzarelnos algo más i en relación con esta idea,
cuando examinemos el uso de un marco curricular con1ún.
, I
CREAR UN MARCO CURRICULAR COMUN
Para aclarar al máxiIno las cosas a todos los que participen en la planifica-
ción correspondiente a un estudiante concreto, conviene elaborar un marco
s:urricular de referencia común, a partir del cual establecer las prioridades
educativas. Por desgracia, en la mayoría de los casos, no se ha tenido en
cuenta a todos los alumnos al establecer los objetivos y organizar la secuencia
curricular que seguirán los alumnos de curso en'curso. Por regla general, los
educadores especiales aceptan esta situación y elaboran sus propias secuen-
cias utilizando otro marco de referencia (p.ej., la:shabilidades útiles para vi-
vir) para los alumnos clasificados como discapaCitados. Por tanto, en las ac-
tuales circunstancias, los maestros y los educadores especiales se enfrentan a
la tarea de determinar cÓlnose entrelazan los objetivos de los alu111nosantes
que Zac tiene muy poco en comÚn con sus lompafieros por la forma de
enunciar sus objetivos. Esto no quiere decir que haya que renunciar a ellos
para que se le incluya en una clase de tercero! , No obstante, al formular los
objetivos, puede hacerse mucho para que se entiendan mejor en el contexto
de una clase inclusiva: en primer lugar, puede 'reducirse al mínilno el uso de
la jerga de la educación especial. En segundo lugar, debe prestarse la má-
xima atención a las actividades o contextos 111ásgenerales, itnportantes para
el alumno, en vez de redactar largas listas de habilidades y objetivos preci-
sos que sólo tienen sentido cuando se han establecido ya las rutinas cotidia-
nas. En tercer lugar, debe utilizarse un marco: de referencia común a todos
los allunnos para elaborar las adaptaciones curriculares.
Al redactar estos objetivos, será más fácil ver
, las semejanzas y las defe-
rencias que habrá que tener en cuenta al elaborar el plan de clase. Teniendo
presentes estas consideraciones, las necesidades de Zac se "encuadran" de
otra ll1anera, tal como se presentan en la tablal1. En la primera columna, se
muestran las relaciones entre las necesidades de Zac y los objetivos educati-
vos generales antes expuestos. La segunda columna de la tabla lnuestra un
resumen del currículo adaptado a Zac (el auténtico se redactaría con mucho
más detalle, aunque se enmarcaría en los títulos que enfatizan las activida-
des o contextos de enseñanza). I
Con respecto al cOlnentario de que "todav;ía precisa una programación
funcional", parece que Zac necesitará una enseñanza más directa que la ma-
yoría de sus compañeros en áreas que afecten su quehacer cotidiano. No
debe pasarse por alto esta necesidad por el mero hecho de que esté en una
clase de tercer niveL Sin embargo, esto 110 significa que necesite un "pro-
grama" funcional independiente que, por regla general, supone unos objeti-
vos, ll1étodos y, a menudo, ubicación separados. Tanlpoco le hace falta una
jornada conlpleta dedicada a rutinas como preparar, comidas, comprar co-
lnestibles o aprender actividades de ocio, sino introducir un C0l11pOnente
funcional en su progranla escolar. También necesita elementos como el arte,
la ll1úsica y todos los que le permitan desarrollar habilidades de COll11ulica-
ción y sociales, así como un sentido de pertenencia a su clase y recibir una
infornlación de contenidos conceptuales que le;resulten significativos.
En principio, puede parecer difícil incluir un conlponente funcional en
la rutina habitual de la clase. La mayoría de los ~lumnos ya dominan las des-
trezas que Zac tiene que perfeccionar. En tal caso, ¿cómo se justifica que el
maestro le dedique tienlpo para trabajar sobre estas cuestiones? Es iIl1por-
tante reconocer que, en las rutinas y programaciones, ya están presentes lTIU-
chas actividades funcionales. Por ejemplo, lo~ alumnos llevan a cabo mu-
chas tareas de organización personal a lo largo de su vida escolar (cuidar sus
pertenencias personales, quitarse y ponerse la ropa de caIIe, utilizar los ser-
vicios y comer). Por tanto, aunque no se dedique un tienlpo específico a tra-
bajar sobre estas actividades, están presentes en las rutinas cotidianas.
Como helnos indicado, la diferencia estriba el1 que Zac requiere una ense-
@narceil,S_<l.deediciones
I
62 Ford, Davern y Schnorr
ñanza directa e intensiva en estas áreas, lnientras que la n1ayor parte de sus
c0111pañerossólo necesita un recordatorio de vez en cuando. En el caso de
Zac, estos aspectos funcionales de la rutina escolar no se dan por supuestos,
sino que se planean y enseñan de forma sistemática.
Es posible que las rutinas típicas de la escuela no den ocasión a enseñar
todas las destrezas funcionales que se dirigen a un alumno concreto. En tal
caso, es cuestión de situarlas en lugares lógicos dentro del plan. Por ejemplo,
la rutina de tercer grado puede lnodificarse para incluir diversas actividades
que se consideren hnportantes para Zac: el momento del bocadillo, trabajos
que haya que hacer en el aula o ir a la tienda del barrio para practicar la
forma de cruzar la calle y comprar objetos corrientes. Algunos c0111pañeros
participarán en esas actividades, aunque no con los mismos objetivos ni con
el grado de frecuencia de Zac.
La tabla "1 constituye un ejemplo de un "esquen1a de rutinas" que lTIUeS-
tra cón10 se afrontan las necesidades curriculares de Zac dentro de una es-
tructura C0111ún. Pueden diseñarse esquen1as similares para clases de tercer
ciclo de prhnaria, comenzando por las rutinas que comparten todos los
alumnos (aunque varíe la intensidad de la enseñanza) y estructurando de
forma gradual los con1ponentes exclusivos.
(Continuación)
<0n<ucea. s. d. de ediciones
Educacióninclusiva 63
Tabla 1. (Contil/uación)
vos concretos no significa que se le excluya de las actividades de clase relacionad<1scon ellos.
Por ejemplo, Zac participa en clases de ciencias naturales y sociales que se basan en proyec-
tos y le permiten trabajar sobre las habilidades de comunicación, el trabajo cooperativo y la
prensión y manipul<1ciónde materiales. ,
8:20:
8:30:
Organización/ advertencias
(COI¡filltlaciór¡)
Figura 1. (Continuación)
8:50: Puesta en común del diario/ 8:50: Puesta en común del diario!
asamblea de clase asamblea de clase.
Como sus compañeros, Zac em-
plea su turno para "leer" una
entrada de su diario (o sea, pre-
senta el dibujo y señala las pa-
labras que lee su ayudante).
10:00: Recreo.
Zac prepara un bocadillo senci-
llo (p. ej., galletas con mante-
quilla). A las 10:10, se reúne con
sus compañeros para el recreo.
Muchos llevan un bocadillo.
10:10: Recreo
(Conti111J(/ciól1 )
Figlua 1. (ColltilHiIIÓÓIl)
@Ilarcea, 5. a. de ediciones
,..
Educación inclusiva 67
Microsociedad
Desde 1981, la City Magllet Se/lOol de Lowell (Massachusetts, EE.UU.), ha
funcionado COlnouna micmsocicdad, haciendo ,~que el trabajo escolar se pa-
rezca al mundo real (Corbo, 1990). El objetivo consiste en dar a los alumnos
una idea precisa del nlundo real, enseñando cómo funcionan las institucio-
nes mediante la participación, capacitando, por tanto, a los alumnos para la
adopción de papeles activos cuando sean adultos.
Los alumnos asisten a clase (desde la escuela infantil hasta el final de la
primaria) durante 4 horas diarias. Después, todas las tardes, los alumnos di-
rigen su propia sociedad bajo la supervisión del profesorado. En esta socie-
dad, cada estudiante tiene un trabajo, gana dinero y paga las cuotas e im-
puestos. La "ulicro", como suele llamársele~ tiene su propio gobierno
(legislación), su sistelna judicial, bancos y mon~da y negocios. Como funcio-
narios de la nücro, los alumnos legisladores aprueban presupuestos, in1-
puestos y leyes. Los abogados, jueces y ll1iembros de los jurados escuchan
las denuncias de sus cOlnpañeros, relacionadas,con la disciplina y otros pro-
blemas, determinan la culpabilidad o inocencia' y deciden las consecuencias.
Los trabajadores de los negocios l11anufacturan y venden diversos produc-
@narCl'a,s.a. de edicionl"s
68 Ford, Davern y Schnorr
I
Enfoques cooperativos
Los enfoques relacionados con el aprendizaje cooperativo están adqui-
riendo cada vez más popularidad, a medida que las escuelas prestan 111ayor
atención al incremento del rendimiento de los alulnnos, así como a las habi-
lidades sociales. El aprendizaje cooperativo enseña a los niños a trabajar
con sus compañeros con el fin de alcanzar objetivos comunes. Estos méto-
dos hacen 111ucholl1ás fácil la inclusión de alulnnos con características espe-
ciales COlnoagentes activos en clase. Dadas las características de los enfo-
ques cooperativos (estructuras de grupos pequeños, interacción directa,
funciones asignadas, importancia de las habilidades sociales y responsabili-
dad personaD, los lnaestros y profesores pueden estructurar funciones
adaptadas a las capacidades de los individuos (Johnson, Johnson, Holubec
y Roy, 1984).Los materiales también pueden adaptarse para incluir mejor a
los niños. Los objetivos individualizados pueden procurarse talnbién den-
tro de la estructura del grupo cooperativo, incluso en el caso de alumnos
con necesidades 111últiples.
@narCCil,S,'l.deediciones
Educación inclusiva 69
I
el aprendizaje mediante la experiencia pero han tenido que utilizar las medi-
das tradicionales de los tests, que no son coherentes con este enfoque. I I
Tests de rendiIniento I
"Si los tests pudieran estar compuestos por tareas que nosotros valoramos ... I
el mismo hecho de la preparación del test tendría importancia educativa"
(Grant Wiggins, citado en Carba, 1990).
I '
rrollo hay que insistir durante el cuatrimestre siguiente. Estas, junto con
otras lnedidas realizadas sobre la marcha (p. ej., pretests y postests, listas in-
dividualizadas de control, cOlnentarios sobre los trabajos, información coti-
diana de carácter infornlal sobre los trabajos) 'proporcionan la información
necesaria para garantizar un progreso continuo.
He aquí un ejemplo de la utilización de la carpeta:
I
"La Sra. B.y el Sr. L. constihlyen el equipo docente de una clase de tercer curso
compuesta por alumnos con necesidades diversas. Decidieron recopilar carpetas
de todos sus alumnos. En diciembre, Emily, que había participado en un pro-
grama de recursos en el aula, tiene en su carpeta varias muestras escritas. Cada
una está fechada y tiene una breve descripción, de la actividad (incluyendo las
preguntas que le hizo el maestro para estimularla). Las muestras van desde una
I
oración de cinco palabras hasta un relato de cuatro oraciones. Cada relato va
acompañado por un dibujo hecho por Emily. Las palabras con ortografía inven-
tada aparecen tr••ducidas entre paréntesis por 'el maestro para comunicar lo que
Emily lee en voz alta. También se incluye una lista de libros que ha leído y la co-
pia de dos pasajes utilizados como pnlcba informal de lectura al finalizar las diez
primeras semanas. Estos pasajes están codificados con el fin de evaluar los puntos
fuertes y los problemas de lectura.
Zacarías es el alumno de tercer curso transferido a la Harrison Elcmcl1tary
School de una escuela de educación especial. Como en el caso de Emily, en su
carpeta aparecen muestras de su trabajo, basado en objetivos individuales y en
su participación, como copias fechadas de símbolos gráficos que utiliza (p. ej.,
su horario cotidiano, símbolos de elementos del menú de la cafetería y de los
diversos lugares de la escuela) y descripciones del modo y el momento de su
utilización. También aparecen copias de dos relatos de muestra (con dibujos)
que escuchó y en relación con los cuales contestó algunas preguntas. Sus res-
puestas a cada pregunta se registraron (y describieron) (p. ej.: «¿Adónde iban
los nii1os?~}ZacarÍas señaló el dibujo de la casa)".
La Sra. B. y el Sr. L. se quejan del tiempo que les lleva mantener el sistenla
de carpetas (recopilarlas, individualizarlas, reunirse para examinarlas). Sin
e1nbargo, el tielnpo empleado en esta actividad debe considerarse en relación
con su valor instructivo. Los alunlnos participan activanlente en el desarrollo
de sus carpetas: ayudan a evaluar y seleccionar las "obras 1nejores". De este
f modo, aprenden a establecer sus propias normas y a evaluar su trabajo, es-
1 tando mucho más dispuestos a aSlunir la resp:onsabilidad de su aprendizaje
(Rothman, 1990). El desarrollo del sentido de 'responsabilidad y la transfor-
mación en alumnos independientes en cuanto a su trabajo constituyen unos
resultados educativos que 111erecenla dedicaci~n del tiempo que requieren.
,
¡
abanico de diversidad de su alumnado C01110consecuencia de la inclusión
de todos. A tnuchos maestros les resultará familiar esta situación: {
"No ha.ce mucho, una clase terminó una unidad didáctica sobre el sistema so- 1
lar. Al principio de la unidad, cada alumno realizó un pretest. Kati, una alumna
anteriormente excluida, sólo tuvo dos respuestas correctas en el pretest, mientras 1
que uno de sus compañeros, Elliott, respondió bien 16 de los 20 ítems. En todos
t
los proyectos y actividades de la unidad, Kati demostró su entusiasmo como
alumna. Era evidente que disfrutaba, contando los nuevos datos adquiridos y el
vocabulario que aprendía a su familia y escribiendo sobre ello en su diario.
Cuando se administró el pos test, al final de la unidad, Kati respondió bien
13 de los 20 ítems. Esta vez, Elliott tuvo bien 18 de los 20."
@l1<1rce<l,s.<I. de cdidollL'S
,
1
I Educación inclusiva í3
- Confiar en sí mismos y en los demás o a tener miedo y ser suspicaces ante los
demás.
- Afrontar los problemas mediante la comunicación o a mantenerse en silencio,
evitar el contacto o mostrarse agresivos.
- Apoyarse mutuamente o a luchar contra los otros para apartarlos.
- Respetarse mutuamente o a ridiculizar a los otros o dejarlos de lado.
- Tener en cuenta la perspectiva de los otros o a considerar su propia perspec-
tiva como la única válida.
Dirigir su propio aprendizaje o a hacerse dependientes de quienes "tienen
autoridad" con respecto a la motivación y a la disciplina.
Este clima se refleja, por ejemplo, en la clase que sólo reconoce los logros
de los alumnos con niveles nl.ás elevados de aprovechamiento, o aquélla en
la que los nifios antes excluidos pasan la mayor parte de la jornada en la
parte trasera del aula con un profesor de apoyo, en una lTIeSaque nunca uti-
lizan los demás niños. Existe tanl.bién la clase en la que los adultos nunca
prestan atención a las molestias que ocasionan unos niños a otros "porque
los chicos son así" o aquélla en la que los niños pasan partes significativas de
su jornada procurando superar a los otros (p. ej., concursos de lnatelnáticas,
de ortografía). Aunque no se pretenda, ¿qué lecciones aprenden estos niños
sobre sí mismos? Es probable que unos niilos aprendan que carecen de ÜTI-
portancia a causa de sus características de aprendizaje, que necesitan estar
separados de sus cOlnpañeros, que son (y serán sienl.pre) "perdedores".
En cambio, los lnaestros pueden diseÍlar unas activ~dades de aula que
den oportunidad a los estudiantes para desarrollar características conlO una
fuerte autoestirna, la preocupación por los denl.ás y el respeto hacia ellos, la
capacidad de trabajar en interdependencia y otras consecuencias que tienen
que ver con el desarrollo personal y la ciudadanía responsable. Estos l1l.aeS-
tras y sus alumnos crean y experiInentan en sus clases un sentido de "comu-
nidad" .
CDnarcea. s. a. de ediciones
74 Ford, Davern y Schn()rr
que los alumnos creen que "pertenecen" al grupo y pueden expresarse con
libertad. En estos ambientes seguros, los niños y los jóvenes aprenden a
afrontar riesgos y a aceptar retos o situaciones nuevas, en vez de evitarlos
,
por miedo al fracaso o al ridículo. Aprenden que los errores constituyen un t
aspecto "natural" del proceso de aprendizaje. La creación de un anlbiente
t
seguro favorece el éxito de todos los alumnos y tiene una ünportancia espe-
cial cuando buscamos la participación satisfactoria de los alumnos con nece- 1
sidades diversas como nliembros de clases nonnales. Por ejelnplo:
1
Jasan forma parte de la clase de ciencias sociales del Sr. Owens, en la Mili
Valley Middle 5choo1. El contenido de la asignatura versa sobre la historia de
1
los Estados Unidos y los acontecimientos actuales. El Sr. Owens se ha preocu- t
pado de quitar importancia al carácter "correcto" o "erróneo" de las respues-
tas a preguntas en las que son válidas muchas ideas o perspectivas. Una es- l
trategia que emplea en clase consiste en hacer que los alumnos trabajen en
pequeí'los grupos y utilicen un proceso estructurado de resolución de proble- ¡
mas para dialogar sobre cuestiones relacionadas con el contenido de la asig-
natura. t
La primera fase de este proceso consiste en que los miembros de cada grupo
presenten, al menos, cinco posibles ideas en relación con un problema dado.
I
I
(fJ narce<l, s. <l.de ediciones
r
(
Educación inclusiva 75
r
En esta fase, no se permite ninguna valoración de las ideas presentadas, regis-
trándose todas las aportaciones. Se espera que los alumnos procuren estimular
la participación y recompensar a los demás por sus aportaciones.
( En la segunda fase, el grupo tiene que escoger las tres ideas de la lista que, a
i su modo de ver, mejor aborden el problema. El grupo debe justificar por qué
escoge cada una y mostrar cómo pueden llevar a la resolución del problema.
I El torbellino de ideas permite que los alumnos piensen y aporten ideas con
libertad. Asimismo, promueve la práctica de responder con respeto a las dis-
t tintas ideas. Esta estructura ha resultado acertada para Jason, que participa con
entusiasmo, aunque, a veces, dé ideas o respuestas que no se ajustan a las ta-
! reas o no están plenamente elaboradas. Se estimula su participación. Entre
otras cosas, Jasan está aprendiendo a resolver problemas con los demás y a ex-
(
presar sus ideas con menos temor a la humillación. Sus compañeros de grupo
están aprendiendo destrezas semejantes, además de respetar las aportaciones
1 de todos, y a escuchar y pedir aclaraciones cuando una persona tiene proble-
l mas de comunicación.
rg narcea, s. a. de ediciones
I Educación inclusiva 77
I
grupo consistía en tratar de utilizar todas las tarjetas juntando las que dieran
los productos 12, 36 Y 48. Hada falta que partidparan todos los miembros
del grupo para conseguir el objetivo de utilizar todas las tarjetas.
Es importante señalar que los maestros que construyen clases coope-
rativas tienen que trabajar con diligencia para que cada niño alcance el
máxinlO nivel posible, pero el tono y el enfoque son diferentes. Los alull1-
nos aprenden que, para desenvolverse bien, ne?
tienen porqué medirse con
los otros. I
I
Los alun1nos aprenden a respetarse a sí mislnos al experimentar la afir-
mación de su individualidad. Las oportunidades frecuentes de reconocer y
celebrar las diferencias enseií.an a los niños a conocerse COlTIO individuos, en
vez de basarse en estereotipos negativos o lin1itadores. Los niños aprenden a
@ narce<l, s. 3. de ediciones
Educación inclusiva 79
I
físicas, intelectuales, ell10cionales), es lnuy ünp'ortante prestar atención a las
características del ambiente de aula; no obstante, la importancia es ll1áxitna
si hay en clase alumnos de esas características. Sin embargo, es preciso seña-
lar que la construcción del sentido de comunidad no es un "añadido" más a
lo que se espera que hagan unos maestros ya rnuy atareados. Los lnaestros
crean el ambiente de la clase; la cuestión estriba en que establezcan cons-
cientemente las características positivas que se :traducen en la "comunidad".
Las lecciones informales que los alumnos aprenden del ambiente de aula
pueden influir tanto en su desarrollo como cualesquiera lecciones "forn1a-
les" tOllladas de la programación oficial.
CONCLUSIÓN
¿Cónlo pueden los maestros "dar sentido" al currículo que ofrecen a sus di-
versos grupos de alunul0s? En este capítulo se indica que ellos ll1ismos ha-
llarán la respuesta si se preocupan más de ayuq.ar a todos los alumnos a con-
seguir resultados conl0 el desarrollo de una actitud positiva hacia sí mismos
y hacia los demás, el trabajo cooperativo y la delnostración de respeto a los
delnás y preocupación por ellos. Es probable que la atención prestada a estas
características generales de la educación tenga :efectos positivos en los resul-
tados que se han valorado tradicionalmente, incluyendo el dominio de los
contenidos conceptuales y procedin1Íentos. Los ll1aestros tmnbién pueden
descubrir tnás fOrInas de incluir los objetivos funcionales de ciertos alU111nOS
en un proyecto curricular común, de ll1anera que no parezcan tan diferentes
de las necesidades de otros alun1nos de la clase. Es probable que estos maes-
tros, que ya conocen algunas formas ricas y significativas de impartir el cu-
rrículo, se planteen la necesidad de incluir 11lásestrategias de este tipo en
sus progralnas cotidianos. También les resultará ll1ás fácil individualizar sus
sistelnas de evaluación. Por último, los lnaestros tienen que hacerse más
conscientes de la función que desell1pefia el clitna de la clase en la creación
de profundas experiencias de aprendizaje para! y con sus alumnos.
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I
~
e
@l1<lrCea,s. a. de ediciones
Adaptación y realización
del currículo
4
Un currÍCulo para crear
aulas inclusivas1
William Sfainback,
Susan Sfainback,
y Jeanette Moravec
"No tenemos que escoger entre socialización y anüstades en aulas ordinarias y una
educación de calidad en aulas especiales segregadas. Podemos proporcionar una edu-
cación de calidad en aulas ordinarias" (Strul1y, en Stainback, Stainback y Forest, 1989,
p.77).
I Diversas partes de este capítulo se basan en el artículo: Stainback, W.; Stainback, S.; Stc-
fanich, G.: "Learning togethcr in inclusive classrooms", Tcachíl1g Exceptiollol CI1ildrcll. Utilizado
con autorización del COl/lldl for Exceptionnl Chíldrcll.
@ narcea, s. a. de ediciones
I ,
sores de apoyo y otros especialistas, para convertir las aulas en elementos bási-
cos del proceso de inclusión. Las estrategias que presentamos aquí se basan en
una revisión de la bibliografía y la investigación profesionales en relación con el
currículo (p. ej.: Bangert, Kulik y Kulik, 1988; Cox y Kelly, 1989; DolI, 1986; Fal-
vey, 1989; Glatthorn, 1987; Miller, 1983; Pallas, Natriello y McDill, 1989; Smith,
1986) y en las experiencias de los autores en su trabajo en aulas ordinarias.
FUNDAMENTACIÓN
@nilfCCil,S.3. de ediciones
-
Un currículo para crear aulas inclusivas 87
I
existan conjuntos de saberes o de informaciones definibles de antemano que,
adquiridos sucesivamente, se traducen en una:vida postescolar satisfactoria
(Poplin y Stone, en prensa). Este tipo de información secuenciada se ha utili-
zado en 1nnchas aulas como "el currículo". Con frecuencia, esa información
se suministra a través de lecciones lnagistrales del maestro o profesor, de la
lectura del libro de texto o de la realización de , fichas de trabajo para apren-
der y practicar las expresiones, los conceptos JI: las destrezas necesarias para
comprender la asignatura. En la mayoría de los casos, si un niño no puede
aprender "el currículo", fracasa y, a veces, se le excluye de las aulas ordina-
rias. I
Por fortuna para el movimiento de la escuela inclusiva, este lnétodo va
cayendo en desgracia entre los educadores generalistas 111ásprogresistas
(Smith, 1986). He aqui algunas razones de esta,postura:
I
@Ilarce",s. a. de edidones
-
Un currículo para crear aulas inclusivas 89
(
@nil.rCeil,s. a. de ediciunes
90 Stainback, Stainback y Moravcc
ESTRATEGIAS f
@ naree", s. a. de ediciones
Un currículo para crear auJas inclusivas 91
opciones de vocabulario
I
en un cuadro gráfico para poder cOlTIunicarse con
los amigos. I
Cuando no se tiene en cuenta lo que necesitan los alumnos de acuerdo
con las capacidades de cada uno, es fácil que aparezca la apatía en relación
con las tareas escolares. La constancia es una condición del éxito, pero
cuando se encuentra una y otra vez fuera del alcance del alumno, éste deja
de intentarlo (Seligman, 1975).Dado que, cuando no se ajustan bien los obje-
tivos de aprendizaje y las características de ciertos estudiantes, éstos acaban
en una situación de indefensión aprendida, en las aulas inclusivas no debe
utilizarse un único conjunto de objetivos estandarizados con independencia
de las habilidades propias y exclusivas de cada alumno. No obstante,~ hay
que tener cuidado cuando se consideren esas habilidades individuales. Estas
pueden y deben contelnplarse a la luz de lo que , sucede en el grupo de com-
pañeros de cIase. La elaboración de unos objetivos independientes o diferen-
tes para uno O unos pocos alumnos puede conducir a su aislamiento, a su se-
gregación o a ambas cosas dentro del aula. Preparar unas actividades
adaptadas a las distintas capacidades de los', alumnos, manteniendo al
Inis1110tiempo el contexto del grupo, hacer que cierto nÚlllero de ellos se
ocupe de distintos objetivos en lnomentos diferentes, o ambas cosas pueden
ayudar a evitar este posible problema. I
Vean10s un ejemplo de la individualización de los objetivos de aprendi-
zaje en una clase de ciencias naturales de 3º. LAnecesidad de escoger dife-
rentes objetivos de aprendizaje, adecuados a diversos alun1nos concretos
llevó al maestro y al profesor de apoyo a formar un equipo para la elabora-
ción de un plan. Aunque consideraban que el objetivo curricular básico de la
unidad denominada: "Comprender el mundo físico que nos rodea: ¿qué es
la telnperatura?", de ciencias naturales de 3Q, era apropiado para todos los
alumnos, algunos poseían destrezas y conocin1ientos diferentes que aconse-
jaban que centraran sus energías en objetivos de aprendizaje distintos. La
lnayoría de los alunu10s estaba aprendiendo a u'tilizar
, las escalas Fahrenheit
~. y Celsius, mientras unos cuantos trabajaban sobre los movimientos molecu-
lares a distintas ten1peraturas. Un alumno estaba aprendiendo a reconocer y
I utilizar objetos calientes y fríos. En esta unidad de ciencias se pedía a cada
alumno que aportara algo a diversos proyectos1de la vida real que iInplica-
I ran la temperatura y que participara en actividades adecuadas a los objeti-
vos de aprendizaje de los que fuera responsable. Es decir, aunque todos los
I
alulnnos se ocupaban del mismo objetivo educativo básico (¿qué es la tem-
t peratura?) y aprendían juntos con las mismas 'actividades de aula, tenían
que alcanzar distintos objetivos curriculares 'y había que evaluarlos de
I acuerdo con ellos. I
Hay que señalar que todos se beneficiaban ,de la diversidad de la clase.
t Por ejemplo, las actividades del alumno que estaba aprendiendo a diferen-
I ciar objetos fríos y calientes y a utilizarlos, dieron ocasión a los que estaban
aprendiendo las escalas de ten1peratura a construir n1uchas situaciones prác-
I
I @narcea.s.il.deediciones
I
92 Stainback, Stainback y Moravec
I Adaptación de la actividad
I Los maestros tienen que nl0dificar también las, actividades en las que parti-
cipe algún alumno concreto o ellnodo en que alcance
,
los objetivos propues-
I tos. En una clase de historia de bachillerato, cuyo objetivo general era "com-
prender la Guerra Civil", se llevó a cabo una adaptación de actividades. Uno
I de los objetivos priInordiales propuestos a los 'alumnos consistía en apren-
I der qué personas tuvieron una participación clave en la guerra a través de
lecturas, investigación en bibliotecas y diálogos en clase. Había un alunl110
I ni escribir y tenía graves
, con un gran talento artístico, pero que no podÍa'leer
,
dificultades para expresarse verbalmente. Aunque a la mayoría de los estu-
diantes se les encargaron diversas lecturas C0l110 tarea para casa, a este
I alumno se le encargó que hiciera retratos en fo~ma de cartel de las personas
clave estudiadas, tomándolos de los que figuraban en el libro de texto. Se pi-
I
I @n<lrCC<l, s. <l. de ediciones
I
94 5tainback, Stainback y Moravec
dió a los demás alumnos que pusieran en coulún con éste lo que aprendían
en sus lecturas, tanto del libro de texto como de otras, en relación con cada
personaje (p. ej., personalidad, consecuencias de las decisiones luás impor-
tantes tomadas durante la guerra, etc.).
Para la evaluación, la mayoría de los alulnnos redactó un ensayo sobre
uno de los personajes de la Guerra Civil estudiados. En cambio, el alunlno al
que nos referinlos y otros compañeros idearon y construyeron un mural de
la Guerra Civil.que mostraba a los personajes que se habían estudiado. El
lnural constituyó la base para la puesta en cOll1úny el diálogo sobre estos
personajes históricos. De este lnodo, los talentos de un alumno que carecía
de las destrezas necesarias para aprender y compartir la información sobre
los personajes históricos de la Guerra Civil que poseían la lllayoría de sus
cOlllpañeroscontribuyeron, sin embargo, al desarrollo de las actividades cu-
rriculares de todos los alumnos de la clase.
En este ejemplo, el alulnno en cuestión aportó a la clase unos retratos,
en tamaño de cartel, y un mural que se utilizaron para estimular el diá-
logo. Al ulislno tielnpo, él tuvo ocasión para mejorar sus habilidades de di-
bujo, de participación en el grupo, de facilitar información (p. ej., seña-
lando sus dibujos) y de escuchar y responder a sus compañeros (p. ej.,
seilalando el dibujo de un general). Adelnás, pudo poner en COlllúny obte-
ner con sus cOlnpañeros información relativa a las personas claves de la
Guerra Civil.
Adaptaciones múltíples
Además de las adaptaciones curriculares a las habilidades de distintos estu-
diantes en relación con un único elemento (p. ej., adaptación de objetivos, di-
ferenciación de los mislnos según los alumnos, adaptación de actividades),
es posible realizar varias 1110dificacionesde este tipo allnismo tiempo. En
una clase integrada de literatura, en la que los alumnos estaban estudiando
el concepto de "valor", se utilizaron las adaptaciones múltiples. Entre las ac-
tividades de la unidad estaban: conocer el relato Mi amigo Fliclw, de Mary
Q'Hara, demostrar o explicar por qué el valor era un elemento importante
del relato y cómo se relaciona ese valor con la vida de los alumnos. Un con-
junto de habilidades, intereses y conocimientos de los estudiantes, que se I
pusieron de manifiesto en la clase, influyó en la selección de los distintos ob-
jetivos de aprendizaje, desde el nlero reconocimiento de los personajes y el I
sentido de la palabra "valor" hasta analizar, sintetizar y prever los aconteci-
mientos del relato. r
Con el fin de abarcar los objetivos de aprendizaje individuales de los
ah.unnos, el profesor ordinario y el de apoyo se encargaron de organizar una
serie de actividades diseñadas para presentar y estudiar los eleluentos de la
historia de diversas lllaneras. Los alunlnos leyeron el relato en silencio, escu-
charon grabaciones magnetofónicas dellnislno, prepararon secuencias dibu-
@ narceil, s. a. de ediciones
1
Un currículo para crear aulas inc1usÍv(lS 95
Destrezas funcionales
Determinados tenlas curriculares, corno los relativos él la vida cotidiana y las
destrezas profesionales, que, tradicionalmente, se han tratado por su utili-
dad práctica para los alumnos situados en ambientes de aprendizaje segre-
gados, no tienen por qué eliminarse cuando se incluye él los alumnos en au-
las ordinarias. De este modo, los estudiantes que necesitan aprender ciertas
destrezas para la vida práctica, el trabajo y de carácter social pueden recibir
orientaciones y tener oportunidades de aprenderlas en momentos naturales
de la jornada. El ahnuerzo, las horas de bocadillo y la economía doméstica
permiten que los alumnos aprendan él preparar la cOlnida y las destrezas ne-
cesarias para comer; las habilidades precisas' para vestirse y arreglarse pue-
den fomentarse cuando los alumnos hacen lo propio antes y después de la
jornada escolar y en clase de gimnasia, y las correspondientes a tomar el au-
tobús pueden enseñarse cuando los alumnos van y vienen a la escuela o en
el ámbito de la ciudad. Con las orientaciones que les brindan los compañe-
ros y los adultos y en las interacciones con ellos, aprenden de fornla natural
lnuchas destrczas cotidianas, observando y compartiendo las actividades de
ocio y de trabajo en las aulas ordinarias. En un instituto, las alunlnas enseí"1a-
ron a una conlpañera a peinarse, maquillarse y vestirse "a la moda" sin
ayuda de los adultos. En unas semanas, esta alumna se vestía y arreglaba
como cualquier otra compañera de clasc. Y esto se produjo tras varios ai10s
de fracasos en un ambiente aislado al tratar de, enseñar, recoger "datos preci-
sos" y programar la "generalización" de esas destrezas de forma "sistemá-
tica". Del mismo modo, las habilidades como elegir el menú y comer en res-
taurantes de comida rápida, ir al cine o ir de compras a grandes almacenes
se aprenden yendo con los padres o los comBañeros.
Adelnás, las destrezas relativas a la vida social y las de carácter profesio-
nal pueden enseñarse en los progrmnas de trabajo y estudio del currículo or-
dinario, y en los de tutoría.'/Un padre manifestó que su hija (una alulnna con
síndrome de Down) adquirió sus habilidades profesionales más valiosas en
un programa de trabajos supervisados en horario extraescolar y en verano
para adolescentes, desarrollado en su comunidad (Sylvester, 1987). Los tra-
bajos de verano, de fin de semana y en horario extraescolar son formas natu-
rales y normales de desarrollar las habilidades profesionales de todos los es-
tudiantes si se les facilitan diversos grados de apoyo. .'
I Hay que insistir en que es un grave error !levar a.alulunos de prImarIa <-:
secundaria previamente clasificados como dlscapaCltados, a ~onas de la lo
I calidad en horario escolar para que aprendan' "destrezas funcH?nales, coml.~~
.. rofesionales", salvo que también lo hagan los delnas, porque aSl
1 nItan.as o p 1 t'
d.smlnuyen as opor unl a e
d d s de participación plena de estos alun1nos en
, l E t
I s~s aulas y las de entablar alnistad con sus :co~~~~~~~i~~ac ~~ede:tr~~:~
quiere decir que la enseñ~:,za de aspectos de¡:a v~. or~an~ia. evidente-
I funcionales o de forn1aClOl1profeSIonal carezca e lmp ,
@ll¡¡rCea,$. d. de edicione$
• !
1 I
Un currículo para crear aulas inclusivas 9~
¡
dan aprender la misu13 cantidad ni las lnisma~ cosas de las materias acadé-
I nlicas, todo conocimiento adquirido es valioso: y conveniente. Toda persona
necesita para vivir algo más que saber hacer un sándwich o limpiar el suelo.
I Por otra parte, cualquiera de nosotros, con independencia de las características
1 propias de cada cual, necesita hacerse una idea de quiénes somos y quiénes
fueron nuestros antepasados, así como apreciar kI medio ambiente yellnundo
t que nos rodea. Es un grave error subestimar o limitar a algunos alumnos, su-
poniendo que lo único útil que pueden aprender consista en atarse los zapatos
I
o tomar el autobús. Además, es fundamental evitar educar a un subgrupo de
t alumnos de lnanera que compartan pocas exp~riencias e ideas con las perso-
nas con las que vivirán, se entretendrán y trabajarán en la comunidad.
t Es probable que, en un futuro próximo, los argumentos que enfrentan el
aprendizaje de destrezas prácticas y profesionalés con la enseñanza académica
t vayan debilitándose, porque son muchas las per~onas que están comenzando a
1 ver la necesidad de integrar ambas en la educación de todos los estudiantes. Se
ha descubierto que, aunque la formación académica pueda llevar a una mayor
I competencia profesional, la formación profesional puede aportar un contexto y
1 una motivación mayores para el aprendizaje de asignaturas académicas y habi-
lidades cognitivas de nivel superior (Rosenstock, 1991; Wirt, 1991).
t !
Estimular a todos los alumnos en el plano educativo
r I
Otra consideración relativa a la puesta en práctica se refiere a la necesidad
I imperiosa de ser cautos a la hora de adaptar metas, objetivos y actividades
curriculares. Hacer excesivamente fáciles loslobjetivos y actividades a un
I
alumno cuando éste es capaz, con constancia o'diferentes
, métodos de apren-
¡ dizaje, de donlinar contenidos más difíciles eq hacerle un flaco servicio. La
investigación ha delnostrado que los estudian'tes consiguen 11layores éxitos
I educativos y sociales cuando las expectativas tlel personal docente con res-
pecto a ellos son elevadas (Jones y Jones, 1986). Por tanto, el curriculo debe
1
, estilnular a todos los alumnos a esforzarse a1llnáximo y a superar siempre
los logros anteriores, proporcionando, en todo cafjO, las adaptacior/es y apoyos ne-
cesarios. Es decir, aunque haya que adaptar los objetivos y métodos de los
1 programas educativos para satisfacer las ~ecesidades únicas d: cada
alumno, es esencial mantener unas expectativas elevadas y unos eshmulos
exigentes fundados en las capacidades y nec~sidades úr~i~as de c~da estu-
diante para proporcionar a todos los alunlnos una educaclOn de eahdad.
CONCLUSIÓN I
Al acabar este capítulo, hay que insistir en que: la principal razón de la inclu-
sión plena no es que los alumnos previanlen~e exc1u~dos vayan ,a.alcanzar
grandes metas en cuanto a su socialización o er
histona o matematlcas, aUll-
I
@narct.'i1, s. a. de ediciones
100 Stainback, Stainback y Moravec
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@ililfCe:1. s. a. de ediciones
5
Enfoque colaborativo
para apoyar al alumnado
y profesorado
de aulas inclusivas
r
IMPLANTAR LA RESOLUCIÓN COLABOR:<\.TIVA
I DE PROBLEMAS EN LAS ESCUELAS
y LAS AULAS
~
I
II
I
ticiar y reforzar a quienes reciben los servicios, indirectos. En consecuencia,
ha de apoyarse el aprendizaje del personal docente, del mismo modo que se
apoya el de los alunlnos. Hay pruebas de que ¡losmaestros y profesores que
participan en el enfoque colaborativo de los servicios indirectos lo prefieren
(p. ej., Gutkin, 1986),por lo que es importante dar pasos positivos en este sen-
tido cuando se trabaja con ese fin.
@Harcea,s.<l.deediciones
lOS Graden y Bauer
@narcea, s. a. de ediciones
Enfogue colaboratívo 109
Resolución de problemas
Mientras la "colaboración" se refiere a la relación entre los individuos, la "re-
solución de problenlas" describe la herramierlta, sistemática que se utiliza
para dirigir el proceso. La sucesión concreta de acciones encaminados a la
resolución de problemas que describhnos aquí proporciona una estructura
para desenvolverse a través del proceso de colaboración. Esta estructura per-
lnite cierta flexibilidad para adaptarse a las situaciones concretas.
La bibliografía psicológica y la relativa a las
, organizaciones presentan
gran cantidad de investigaciones sobre el proceso de resolución de proble-
mas. El proceso concreto aquí descrito está adaptado para su utilización den-
tro del enfoque de ayuda a la intervención para fomentar el éxito de todos
los alumnos en las aulas. Gutkin y Curtis (l982) 1990) y Zins, Curtis, Graden
y Pon ti (1988) describen estos pasos. En la lista que aparece a continuación
figuran los siete pasos básicos de la resolución' de problemas, que describi-
mos con detalle en las páginas siguientes:
iD narcea, s. a de ",dicíoncs
110 Graden y Bauer
esta postura supone un obstáculo para la resolución eficaz del problelna por-
que lo plantea como algo inlnodificable. Cuando se utilizan expresiones pro- I
pias del n10delo clínico, los n1aestros suelen mostrarse pesimistas con respecto
a la intervención y a su capacidad de intervenir (Bergan, Byrnes y Kratochwill, I
1979; Tombari y Bergan, 1978). La resolución eficaz de problemas debe partir l
de una definición concreta de un problelna que sea 1110dificable.
Además, es preciso clarificar la definición del problema en cuanto a sus
cOlnponentes y los factores relacionados con ellos. Esta clarificación es impres-
cindible. Las investigaciones muestran que los individuos etiquetados como
poco preparados se detienen poco en cada paso del proceso de resolución de
problen1as ..parten de una visión poco clara de los lnismos y hacen recomen-
daciones apresuradas de las posibles estrategias (Curtis y Watson, 1980). Esta
postura neva a unas soluciones insatisfactorias de los problemas planteados.
Sin en1bargo ..los asesores bien preparados para resolver problen1as contribu-
yen a agudizar las destrezas de clarificación de las definiciones de los proble-
mas que dan los maestros (Curtis y Watson ..1980). Hay una correspondencia
entre la definición y la clarificación de la definición adecuadas del problema, y
una elevada probabilidad de resolverlo (Bergan y Tombari, 1976).
En la resolución de problemas, hay que tener en cuenta también los facto-
res mnbientales relevantes. Por ejemplo, la organización de la clase, las estra-
tegias docentes, las metas y objetivos de los alulnnos, las interacciones entre
el maestro y el alumno, las interacciones entre los compañeros y las que se
producen entre padres e hijos pueden ser importantes, dependiendo del pro-
blema de que se trate. La resolución eficaz de problen1as opera desde una
perspectiva sistémica y utiliza un enfoque "de embudo", pasando de un am-
plio conjunto de variables ambientales a otras ll1ás específicas.
Además de un enunciado concreto del problema (nivel actual de actua-
ción), en este paso del proceso han de establecerse los objetivos concretos
(nivel deseado de actuación). De este n10do, puede detenninarse la discre-
pancia entre lo que el alumno hace en la actualidad y lo que necesita hacer
para desenvolverse satisfactoriamente, pudiendo eXaIninarse los factores
que tienen relación con la situación satisfactoria indicada.
@narce<l.s. a. de edicione5
Enfoque colaborativo 111
,
que siguen a la conducta. Se lleva a cabo este análisis funcional para cOlnpren-
f
der las sucesiones de acontecimientos que se dan en la actuación del alumno
r en el ambiente natural de la clase y la forma ap'arente
, de relacionarse las varia-
bIes de la clase con esa actuación. Por ejenlplo, si una alulnna o ah.l111nosólo
ternlina el 20% del trabajo que debería realizar en su sitio en clase, el análisis
del problelna tiene que establecer las condiciones mÍnitnas necesarias para re-
alizar el trabajo asignado y determinar si la alulnna o alumno en cuestión po-
see las destrezas previas imprescindibles para! hacer la tarea. Sin este análisis,
podría ponerse en práctica un plan erróneo. Por , ejemplo, si se implantara un
I plan de motivación (un sistema de recompensas contingentes a un nivel espe-
cífico de trabajo realizado en el pupitre) pero la alumna o alumno careciera de
I las destrezas básicas imprescindibles para llevarlo a cabo por su cuenta, el
~
plan fracasaría. En el caso de una intervención de tutoría a cargo de conlpañe-
ros, si el alumno ya poseyera las destrezas básicas objeto de la tutoría, el plan
¡ sería ineficaz. Estos ejemplos muestran la necesidad del análisis del problenla
para elaborar un plan viable con un objetivo relevante.
El tercer aspecto inlportante que tener ell cuenta en el análisis del pro-
blema consiste en tratar el proceso de 111aneraq ' ue puedan generarse hipóte-
I
sis c0111probables. El análisis del problema cOllduce así a preguntas que res-
I ponder e hipótesis que probar en clase sin pretender obtener lila respuesta"
única. Este proceso de generación y comprobación de hipótesis se utiliza en
1 las clases inclusivas, en las que la resolución de problenlas se lleva a cabo
continuamente para acolnodarse a las necesidades de todos los alulnnos.
I Al aplicar el enfoque sisténlico, el análisis funcional y la comprobación
I de hipótesis, las personas que resuelven eficazmente los problelnas utilizan
todas las herramientas y estrategias precisas para recabar la información ne-
I cesaria y analizar adecuadanlente el problelna. Entre las herranlientas útiles
I que pueden utilizarse en esta fase están las preguntas hábihnente construi-
das, la observación directa en clase, la evaluación directa de las destrezas del
1 alumno a través de la evaluación de carácter curricular y la recopilación de
productos pennanentes (p. ej., lnuestras de trabajos). Conviene señalar que el
I análisis del problelna debe ser eficiente, utilizando únicanlente las herra-
nlientas precisas en la situación de que se trate. Por ejemplo, las observacio-
nes en clase no deben hacerse de forma rutinaria, efectuándose sólo cuando
I la información directa sobre las variables de la clase y la actuación del alunulO
parezca útil para el análisis del problelna. Si conviene realizar una observa-
I ción, el elnpleo de un 11larcode referencia que guíe la evaluación de acuerdo
con variables relevantes de la enseñanza y de la clase, como el elaborado por
l YsseldyIce y Christenson (1987), puede ser extrelnadalnente útil. Existen otras
técnicas de observación y estrategias de evaluación conductuales directas qtle
talnbién son útiles (véase Shapiro, 1989). En todo caso, las técnicas deben es-
tar directamente relacionadas con la obtención1de infornlación relevante para
l
elaborar el plan del alulnno en clase. Hay que cuidar talllbién que las obser-
vaciones se efectúen dentro del proceso colaboi'ativo de resolución de proble-
(
,
I
I
Enfoque colaborativo 113
tiende con claridad los aspectos básicos del procedilniento: quién, qué,
cuándo, dónde y cÓlno. Todos estos aspectos deben aclararse para garanti-
zar que todas las partes ünplicadas comprendan los aspectos fundatnenta-
les del plan.
,
p nuevo, es illlportante la eficiencia, haciendo 10 que resulte más natural en el
contexto del aula. La clasificación de los resultados que hagan el lllaestro, los
alumnos, los padres o todos ellos son datos lnuy reveladores. Aunque estas
clasificaciones son subjetivas, tienen un valor real en relación con la percep-
1 ción de los individuos nlás próxünos a la situación.
Para acabar la exposición de los pasos correspondientes a la resolución
de problenlas, hay que enfatizar que el progreso en esa sucesión de pasos no
Sie111prese lleva a cabo de un 1nodo simplista y, en algunos casos, puede ser
conveniente retroceder a un paso anterior. Por ejenlplo, después de probar
una posible estrategia y observarse que no funciona COTIlase preveía, los res-
ponsables pueden decidir pasar de nuevo al análisis del problellla para con-
I siderar otros factores que pudieran utilizarse para elaborar estrategias.
r
IDEAS PRÁCTICAS PARA LA RESOLUCIÓN COLABORATIVA
DE PROBLEMAS
(1)narce<l, s. a. de ediciones
114 G,aden y Bane,
Funciones en la colaboración
Los enfoques colaborativos en las aulas inclusivas deben reducir las distin-
ciones entre unas funciones y otras con el fin de hacer el mejor uso posible
de la experiencia de cada uno en la resolución de problelnas. El objetivo de
la colaboración consiste en poner en común los conociInientos y las perspec-
tivas y, en consecuencia, alumbrar unas estrategias mejores que las que se
obtendrían en un trabajo aislado. Por ejelnplo, los lnaestros pueden poner en
COll1ún su dominio del conocim.iento profundo de sus alumnos, los procesos
de enseñanza en grupo y el currículo; los educadores especiales pueden
aportar sus conocinlientos y destrezas sobre la adaptación de la enseñanza y
las estrategias específicas de intervención; los psicólogos escolares pueden
poner en cOlnún sus conocinlientos acerca de las diferencias individuales y
el aprendizaje y la conducta hunlanos; los asesores pueden aportar su cono-
cill1iento de su área curricular concreta y de los objetivos de aprendizaje, y
los padres pueden poner en conlún su amplio conocinliento de sus hijos y
de su fornla de actuar en otros ambientes. El reto que se plantea consiste en
hacer ellnejor uso de todos los conocimientos y destrezas presentes en las
escuelas sin entrar en problelnas "de conlpetencias" de las distintas profe-
siones. Por experiencia, las autoras saben que, cuando se produce la colabo-
ración, 111uchosalUl11nOSse benefician de los trabajos de resolución de pro-
blelnas; por tanto, aún hace falta lnás personas que participen en ellos.
@narcea,s. a. de edici()n••~
•
,
Enfoque colaborativo 115
I CONCLUSIÓN
La resolución colaborativa de problemas es una actividad fundamental para
i
el éxito de las escuelas inclusivas. Para ser más eficaces ambos componentes
del enfoque (1.1 colaboración y la resolución' de problemas), deben conside-
rarse simultáneanlente. I,
El enfoque de sistemas proporciona una perspectiva más global a la re-
solución colaborativa de problelnas. Este enfoque permite considerar a los
participantes un problema concreto, modificable, en el contexto en el que se
produce. La cOlnplejidad del contexto se pon~ de manifiesto al generar hipó-
tesis y no al buscar relaciones de causa a efecto.
La "ética de la colaboración", la aceptación, de toda la escuela del carác-
ter y la importancia de las relaciones colabo~ativas, es un componente esen-
cial de las escuelas inclusivas. Como sei'\alan, Phillips y McCullough (1990),
I la ética colaborativa potencia a los profesionales para ayudarse mutuamente
en la resolución de problemas, los motiva p~ra actuar y les da la oportuni-
r dad de adquirir nlayor destreza. Más ünportante aún, quizá, sea el hecho de
que proporciona un respaldo colectivo a los ~erechos de los maestros, COll10
mielnbros de una cOlnunidad que aprede, a la ayuda y al apoyo de sus com-
paileros y de la escuela.
1
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Enfoque col",bor.ltivo 117
6
Celebrar la diversidad,
crear comunidad
I
AUNQUE SON MUCHAS las destrezas curriculares y docentes de los maes-
r tros, la educación de algunos alumnos de aulas inclusivas exige la colabora-
ción de profesionales de diversas disciplinas. La , necesidad de los servicios
I
del personal de apoyo en las aulas inclusivas no constituye un reflejo nega-
• tivo de la deficiencia de los ll1aestros. En realidad,
, nos recuerda que, con
independencia de su disciplina o experiencia, ningún individuo tiene la ca-
pacidad suficiente para satisfacer todo el conjunto de necesidades de la di-
versidad de alulnnos que puede presentarse erl una clase heterogénea.
r Una de las aportaciones más significativas que puede hacer cualquier
l11ien1l")rode un equipo educativo consiste en identificar los aspectos positi-
vos y las posibilidadcs de un aluluno concreto y considerarlos cmuo funda-
le mento del éxito futuro del misn10 con respecto a sus objetivos personales,
acadén1icos y profesionales. Cuando las personas tienen la posibilidad de op-
t tar, no suelen pasar la 111ayorparte de su tielupo: ocupadas en actividades que
I ponen de manifiesto sus propias debilidades. Una de las gfé::ndes paradojas
de la educación es que, aunque la 1nayori3 de ~os profesionales elige su ca-
I rrera basándose en sus intereses personales y en sus aspectos 111<15 positivos,
muchos educadores tratan de enseí1ar a los alulnnos centrándose en lo que
I consideran sus puntos débiles. Esto no quiere decir que el rCluedio de los pro-
I bleluas del alu1l1no o la acmnodadón para superarlos constituyan objetivos
educativos inadecuados, sino que, probablemente, los enfoques que enfati-
I zan los aspectos positivos se traducirán en el éxito del ahnuno, en su mayor
autoestima y en su interés por aprender durante toda la vida.
Cada vez con mayor frecuencia, incluso los alulnnos más gravemente
discapacitados reciben servicios educativos y otros cOlnplementarios en au-
las ordinarias (Ford y Davern, 1989; Forest y Lusthaus, 1990; Giangreco y
Meyer, 1988; Giangreco y Putnam, 1991; Sapon-Shevin, 1990; Stainback y
Stainback, 1990; Thousand y cols., 1986; Williams, Villa, Thousand y Fax, I
1989; York y Vandercook, 1990; York, Vandercook, Macdonald y Wolff, 1989).
La inclusión progresiva y la reubicación de alun1nos con discapacidades, I
procedentes de clases y escuelas de educación especial, en aulas ordinarias
no se ha traducido automáticamente en una educación adecuada ni en un
1
trabajo en equipo eficaz del personal contratado para apoyar a los alumnos. 1
La colaboración ineficaz y la carencia de una programación conjunta de los
profesionales se debe, en gran parte, a: 1) diferentes valores, orientaciones y
experiencias de las diversas disciplinas (Giangreco, 1990a); 2) falta de prepa- I
ración inicial con respecto al conocimiento de otras disciplinas y al trabajo
cooperativo en equipo (Askamit y Alcorn, 1988; Rainforth, 1985; Sapon-She- f
vin, 1988; Stainback y Stainback, 1987); 3) confusión acerca de los tipos de
personal de apoyo disponible en las clases inclusivas y de sus conocimientos l
para brindar ese apoyo, y 4) obstáculos logísticos y pragmáticos. 1
Los objetivos de este capítulo son:
Exponer las características y tipos que apoyo que se ofrecen en las clases
inclusivas.
Destacar ciertas cuestiones importantes para seleccionar los apoyos pre-
cisos y el personal necesario.
- Exponer diversos mitos relativos a las distintas disciplinas.
- Facilitar unas orientaciones generales para proporcionar apoyo en las
aulas inclusivas.
Para proporcionar apoyo en un aula inclusiva hace falta algo lnás que domi-
nar una disciplina concreta y estar físicmnente presente en clase. En este
apartado, presentmnos una definición del apoyo y una descripción de cuatro
tipos de apoyo. Adelnás, nos ocupan10s de diversas cuestiones relativas a
quién decide el tipo y la cantidad de apoyo necesarios.
I
damento, confirmación o prueba de una opinión o doctrina. 4. V. altura, punto
de apoyo. ("Diccionario de la lengua española". Real Academia Española, 1992).1
El apoyo supone:
• ayudar a los alumnos y a sus familias a hacer realidad su propia idea de una
vida digna;
• atender las necesidades de apoyo identificadas por los alumnos, las familias
y otros miembros del equipo educativo, y actuar al respecto;
• modificar la asignación de recursos de manera que sea posible incluir a los
alumnos en la vida escolar ordinaria y los equipos puedan aprender y traba-
jar juntos;
• recordar que los alumnos son los "protagonistas" y que los miembros del
equipo educativo son los actores secundarios;
• reconocer los esfuerzos de los compañeros de equipo;
• diseñar métodos curriculares y docentes que ayuden al alumno a tener un
aprendizaje activo;
• diseíí.ar métodos curriculares y docentes que ayuden al maestro a incluir efi-
cazmente al alumno;
• diseñar métodos curriculares y docentes que promuevan la interdependen-
cia positiva entre los alumnos de la clase;
• facilitar información constructiva sobre las consecuencias de las acciones a
los demás miembros del cCluipo que se traduzca en unas interacciones más
eficaces entre los miembros y, en último término, en la mejora del aprendi-
zaje del alumno;
• facilitar suficiente información, pero no excesiva; estar al tanto y a disposi-
ción, pero no en exceso.
No supone apoyo:
• llevar a cabo una observación en clase y, a continuación, redactar notas y de-
positarlas en la mesa del maestro, sin dar ocasión a un diálogo de segui-
miento; l
• expresar las propias opiniones, consejos y recomendaciones y marcharse sin
dar lugar a un diálogo sobre ellas;
• solicitar una reunión con el maestro durante las horas de clase, sin previa
concertación;
• presentar al maestro una lista de destrezas o actividades que incluir en la
clase del día; 1
• decir al maestro o a la familia lo que tienen que hacer;
• proporcionar al maestro un fichero de recursos cuando pide apoyo para la
resolución de problemas;
• andar alrededor de los alumnos con discapacidades en clase;
• hacer "terapia" en la parte posterior del aula;
• sugerir intervenciones que interfieran con la rutina de clase;
• proporcionar más apoyo del necesario. [
!
@narce". $. tl. de ediciones
124 Ymk, Giangceco, V,nclmook y M"cdonald
• (£) n<lrC~><I,
s. <l.de ediciones
126 York,Giangreco, Vandercook y -rvlacdonald
Procesos cognoscitivos
y de aprendizaje
Adaptaciones o alternativas curricula- Educador, logopeda, terapeuta ocupa-
res y docentes cional, psicólogo, especialista de la
vista o el oído, compai\ero, profesor
de apoyo
Organización de tareas, horarios Educador, terapeuta ocupacional. lo-
gopeda, profesor de apoyo
Comunicación e interacciones
Comunicación no verbal Logopeda, profesor, familiares
Socialización con los compañeros Logopeda, profesor, psicólogo, com- (
pai\eros
Comportamiento adaptativo Educador, psicólogo, logopeda, com- (
pañeros
Físico o motor
Uso funcional de las manos Terapeuta ocupacional. fisiotera-
peuta, familiar, compailero
Movilidad y traslados Fisioterapeuta, terapeuta ocupacio-
nal, especialista en orientación y
movilidad, educador, familiar, com-
pañeros
Postura (posición corporal) Fisioterapeuta, terapeuta ocupacional
Forma y actividad física Fisioterapeuta, profesor de educación
física, enfermero
Sensorial
Visión Especialista de la vIsión, terapeuta
ocupacional. especialista en orien-
tación y movilidad
Audición Especialista del oído, logopeda
Salud
Dificultad para comer Terapeuta ocupacional, logopeda, fi-
sioterapeuta, enfermero, educador
Medicación Enfermero
Otras necesidades sanitarias Enfermero
I
cretas (por ejelnplo, unas claves mejores y en la ayuda para ir de un sitio a
otro; unos ambientes de comunicación más adaptados, como símbolos para el
aprendizaje en una pizarra de comunicación), en
, vez de ocuparse únicamente
de lo que debe hacer un alumno concreto para adaptarse mejor al medio.
Después de que todas las personas implicadas se pongan de acuerdo en
las ayudas educativas necesarias para n10dificar el entorno o acomodarlo a
un alumno o lnaestro concretos, puede buscar~e el personal de apoyo ade-
cuado. Como muestra la tabla 2, hay varias materias que pueden servir de
apoyo en cualquier tipo de situación. Además de los profesionales, las expe-
r riencias directas de los lnielnbros de la familia y de los compañeros tienen
un valor incalculable para la resolución de diversos problemas. Para decidir
I quién puede encargarse del apoyo en relación, con los problelnas de un
t alunlno concreto, hay que tener en cuenta todos los recursos con que cuen-
tan la escuela, el hogar y la cOlnunidad. La decisión final sobre el personal, el
tipo y la magnitud del apoyo necesarios selalcanzan por consenso del
equipo. La decisión por consenso reduce los riesgos de solapamiento, lagu-
nas y contradicciones en la provisión del servicio (Giangreco, 1990c; Gian-
greco, Dennis y Edelman, 1997). I
I
r MITOS SOBRE LAS DISCIPLINAS I
¡ Hay gran número de nlitos en torno a las funciones y responsabilidades de
las diversas disciplinas. Los autores presentall aquí estos mitos relativos a
r las disciplinas porque, con frecuencia, son una fuente de conflictos dentro
del equipo, sin que las personas inlplicadas reconozcan a menudo su in-
fluencia. I
En primer lugar, está el mito de que la InaestrÍa de una persona sea un
requisito previo prinlordial para desempeilar la función de apoyo. La capa-
cidad de una persona para trabajar en colaboración tiene la rnisma ünpor-
tancia que su dominio de una disciplina determinada. Esta capacidad
1 supone: Dejar de lado ciertas ideas rígidas prop~as de la disciplina cuando se
pretende obtener un~ visión ,glo~al de.l n~ño.;re~?lver ~rob.le~as aunql.~~ no
r se consideren propIOS del 31nblto dlsclphnapo dellndl~ndu0'y facll1tar
apoyo para mejorar las interacciones dentro ~e la clase InclUSIva y de la
comunidad escolar. El esfuerzo de apoyo realIzado por una persona con
habilidades destacadas para lnantener la disciplina se verá obstaculizado si
carece de suficiente destreza para colaborar. i
En segundo lugar, otro mito son los límites ~stricta1nente definidos entre
disciplinas. En realidad existe un enorme solrapan:iento entre m~chas de
ellas. Por ejemplo, en la actualidad hayal ffiell?S selS estamentos dIferentes
que reclaman para sí la responsabilida~ de ap~yar a. alulnnos Y: n1aestros en
la tutela de casos en las escuelas (por eJemplo, trabaJadores soclales, padres,
maestros, orientadores, psicólogos, enfermero~). En el trabajo con niños, se
@narCE'il,s. a. de ediciones
128 York,Giangreco, Vandercook y Macdonald
todos los días. Estos individuos conocen mejor qJe nadie al alulllno y al nlaes-
tro y están más cerca de ellos para ayudarles a d~senvolverse bien en clase y
en la escuela. Por ejemplo, si un alumno utiliza formas alternativas de conlU-
nicación o de lnovilidad, el núcleo de personas que rodea a ese alumno puede
y debe aprender formas eficaces de facilitar esa's, lnodalidades alternativas.
Para hacer esto, necesitan apoyo, consejos, información en diversas discipli-
nas. No quiere decir esto que los individuos que: se han formado en distintas
materias tengan de transmitir todas sus destrezas a otras personas. Por ejenl-
plo, sería ineficaz enseñar a todas las personas dedicadas a un alumno con-
creto conocimientos y métodos específicos de dia1gnóstico y evaluación.
Los lnétodos específicos de apoyo varían lnucho. Pueden llevarse a cabo
numerosas variaciones creativas para satisface~ de fornla más eficaz las ne-
cesidades de alulnnos y profesores (Skrtic, 1987). Lo más importante es deci-
dir quién tiene puede adquirir la c0111petencialnecesaria para apoyar a un
alulnno y no quién tiene el título indicado. Una vez identificadas las priori-
dades de un sujeto en un lnedio educativo, pued.en determinarse la persona
o personas capaces de ayudar a satisfacer sus nJcesidades.
ESTRUCTURAS DE APOYO
Las horas de clase y de reunión dan pie a todo tipo de apoyo (por ejelu-
plo, mediante recursos, luoral, técnico, de evaluación). Tratando de ser efi-
cientes, es posible que los equipos centren toda su atención en el apoyo me-
diante recursos, técnico y de evaluación, pasando por alto la clase de apoyo
más importante y más fácil de proporcionar: el apoyo moral. Aunque el
apoyo moral pueda manifestarse por el modo de ocuparse de otras necesi-
dades (por ejemplo, la atención activa a las peticiones de recursos de una de
las personas ü11plicadas), también son in1portantes algunas estrategias espe-
cíficas para validar los esfuerzos individuales y del equipo. Por ejeluplo, una
forma de prestar apoyo moral consiste en incluir en el orden del día un
punto para "felicitar por el éxito obtenido".
CONCLUSIÓN
<Eln¡¡rct'il. s. a. de ediciones
132 York,Giangreco, Vandercook y Macdonald
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, l' "
@llarcea,s. a. de ediciolll;'S
I
7
1,
La colaboración del alumno
¡
Elemento esencial
¡ para impartir el currículo
en el siglo XXI
I Richard A. Villa y ]acqueline S. Thousand1
I
I
l
1 "Muchos de nuestros problemas más críticos no surgen en el mundo de las cosas,
sino en el de las personas. Nuestro mayor fracaso como seres humanos ha sido la incapa-
cidad de garantizar la cooperación y la comprensión con los demás" (Herscy y Blan-
1 chard, 1977, p. 1). I
t LA HISTORIA DE la colaboración entre educadores en las escuelas nortea-
¡ mericanas para el desarrollo, la in1partición y modificación del currículo y
de la enseñanza ha sido relativamente corta. Surgió en los años 60, en forn13
de enseñanza en equipo (Bair y Woodward, 1964; Beggs, 1964), y evolucionó
y se expandió en los afias 70 y SO,con los enfoques de orientación escolar y de
educación especial previa a intervenciones específicas, COlTIO los equipos de
estudio del niño (Graden. Casey y Christenson, 1985), los equipos de apoyo al
lnaestro (Chalfant, Pysch y Moultric, 1979), los sistem.as de asesoramiento al
maestro (Knight, Myers, Paolucci-Whitcomb, Hasazi y Nevin, 1981), y las
consultas colaborativas (Idol, Paolucci-Whitc'omb V Nevin, 1986; Nevin,
I -
1Los autores agradecen las aportaciones de los siguientes alumnos y educadores de Vcr-
mont, facilitándonos ejemplos de estrategias eficaces de colaboración de alumnos: Chandra
Duba, Gary Ellenboden, Michael Giangreco, John Gempka, Joanne Godek, Moriah Gosselin,
Tracy Harris, Sharon James, nancy Kel1er,Lélurie LaPlant, Lisa Ledwith, Karcn Lewis, Linda Li-
buda, Jasan Messick, Bill Niquette, Mary Jane Pcters, Don Schneider, Laurie Souticre, Miehelle
Steady y N"dine Zane. Sus élccianes nos infunden esperanza para el siglo XXI.
Los autores dedican este trabajo él la memoria de Bab Cota. En su corta vida enseñó a mU 4
@narccil,s.<I.deediciones
136 Villa)' Thousand
"Para cualquiera de nosotros, es demasiado lo que hay que saber, y no digamos ense-
fiar, a docenas de alumnos en una época masificada. Ese dato trágico nos conduce a otro
liberador: es más importante la sabiduría que Jos conocimientos" (Wiggins, 1989, p. 58).
@narcea.s. a. de ediciones
Ln colabornción del alumno 137
9. ¿Con qué frecuencia le han dado oportunidad de defender los intereses edu-
cativos de un compañero?
Nunca Raramente A veces A menudo Muya menudo
..•.~'.... 10. ¿Con qué frecuencia le han animado a que le acompaiíara una persona que le
ayudase en una reunión «difícih, para darle apoyo moral?
Nunca Raramente A veces A menudo Muy a menudo
(Collfiwtacióll)
Figura 1. (Continllación)
,-----------------------,-,--------------,
11. ¿Con qué frecuencia le han pedido que ayudara a determinar las modifica-
ciones y adaptaciones del currículo o de la enseñanza con el fin de que un
compañero que tuviera dificultades de aprendizaje pudiera participar de
forma más significativa en una clase? I
Nunca Raramente A veces A menudo Muy a menudo
I
12. ¿Con qué frecuencia ha participado en un diálogo sobre la actuación docente
con un profesor? I
Nunca Raramente A veces 1\ menudo Muy a menudo
I
13. ¿Con qué frecuencia le han pedido que proporcionara información a sus pro-
fesores sobre la eficacia y adecuación de su e'nseñanza y de su forma de lle-
var la clase? I
Nunca Raramente A veces
i
A menudo Muy a menudo
I
14. ¿Con qué frecuencia ha participado, en pie de igualdad, con profesores, ad-
ministradores y miembros de la comunidad en comisiones escolares (por
ejemplo, comisión de currículo, comisión de disciplina, consejo escolar)?
Nunca Raramente A veces
I
A menudo Muy a menudo
I
15. ¿Con qué frecuencia ha sentido que la escuela «le pertenecía", que las expe-
riencias escolares estaban estructuradas teniendo presentes, ante todo, los in-
tereses de los alumnos? I
I
Nunca Raramente A veces A menudo Muy a menudo
I
I
Los autores han agrupado las estrategias de "poder de los cOD1pañeros"
(Villa y Thousand, 1988, p. 145) o de colaboración de los alumnos que se ex-
ponen en este capítulo en tres categorías: 1) los: alumnos cmuo miembros del
I equipo docente, 2) los alumnos como defensores de los compañeros y 3) los
alumnos como responsables de las decisiones'. En la categoría de los alum-
I nos como mien1bros del equipo docente se presentan y describen casos espe-
I cíficos de alumnos participantes en relaciones: de enseñanza entre iguales o
de tutoría entre compañeros, sistemas de aprendizaje en grupos cooperati-
I vos, fórmulas de enseñanza en equipo entre maestro y alumno, diseño del
currículo y de adaptaciones curriculares docentes para los compañeros y for-
mación en elementos de enseñanza eficaz como método de supervisión de la
I~ eficacia docente. En la categoría de defensa de los compañeros, se ofrecen
ejemplos de estudiantes que elaboran y ponel~ en práctica planes de transi-
ción para compafieros con necesidades intensivas que son nuevos en la es-
cuela, alulnnos que actúan COlno apoyo o como voz del cOlupañero en pro-
gramas individualizados de educación (P.I.E.) y en reuniones de
@llilfCCil,S.;'I. de ediciones
140 Villay Thousand
Los "equipos docentes" (Thousand y Villa, 1990, p. 151) constituyen una fór-
nlula prometedora para proporcionar servicios intensivos a los alumnos, ba-
sada en el supuesto de que todos los estudiantes pueden recibir una educa-
ción eficaz dentro de la mislna escuela y de las nlisnlas estructuras de clase.
@narcea,$.a.deedidones
La colaboración del alumno 141
lizar en las sesiones de tutoría (por ejemplo, felicitar por el progreso, infor-
maciones correctoras) (Pierce, Stahlbrand y Arrnstrong, 1989). Al asumir la
superior categoría del maestro, se refuerza la auto estima de los tutores (Gart-
ner, Kohler y Riessman, 1971). Asimismo, la preparación para una enseñanza
eficaz exige utilizar destrezas cognitivas de nivel superior (por ejenlplo,
síntesis, análisis de tareas o conceptos) y promueve una comprensión más
profunda de los contenidos curriculares que se enseií.en Oohnson y cols.,
1984).
Los maestros rnás eficaces en la colaboración con los alumnos me-
diante la fórnlula de tutoría entre compañeros disponen de estrategias bien
organizadas para reclutar, formar, supervisar y evaluar la eficacia de los
alumnos tutores. :
1
Ejemplo 1: Evolución de un sistema de tutoría entre compañeros en una
escuela elemental. Un sistema así en toda una' escuela no se organiza de la
noche a la maíi.ana. Los illaestros no acostumbrados a la fórmula de tutoría
de cOlllpaíleros o escépticos con respecto a ella tienen que familiarizarse con
las investigaciones y las estrategias necesarias para establecer esos sistemas,
observar directamente ejemplos de relaciones de aprendizaje entre iguales
con resultados satisfactorios y tener acceso a asistencia técnica para iniciar y
supervisar progralnas de tutoría de cOlllpañeros.
La escuela elemental Jol1n F. Kennedy, de VYinooski (Vermont), llevó a
cabo un proceso de desarrollo de tres afio s en su programa de tutoría entre
, compafíeros. Comenzó utilizando de manera informal un grupo de tutores
en tres clases y evolucionó hacia un programa formal de preparación y su-
pervisión que inlplica a más del 60% de los alumnos, como tutores y tutela-
dos, en 15 de 21 clases. I
Durante un curso escolar, se dio prioridad al establecimiento de estrate-
gias de poder de los iguales, como los sistemas de tutoría entre compañeros
y los grupos de aprendizaje cooperativo. Con ello, se trataba de fortalecer un
modelo de funcionamiento interno de la clase para proporcionar servicios
especializados y promover la colaboración entrt7 el personal de la educación
general y de la especial. En este primer aílo, diyersos orientadores y denlás
personal de apoyo animaron a los nlaestros para que solicitaran servicios de
tutoría entre compafíeros. Tres maestros aprovecharon la presencia de tuto-
res alunlnos de distinta edad forulados y supervisados por los maestros.
La fórmula de tutoría entre compaí1eros de 'distinta edad siguió vigente
durante el curso escolar siguiente. Además, una maestra de cuarto y una de
sus colaboradoras establecieron en su clase un sistema de tutoría entre COln-
paíleros en el que participaron todos los alumnos como tutores, tutelados o
ambas cosas. Al cabo de pocos meses, una maestra de primero pidió que los
tutores de cuarto hicieran de tutores de distinta edad en su clase. Consciente
de los posibles beneficios que sus alumnos pudieran obtener (por ejclnplo,
mayor autoestima, utilización de habilidades cognitivas de nivel superior,
I
iD ll<lrrC<l. s. a. de ediciones
I
,,
La colaboración del alumno 145
t tutoría en la universidad.
Durante la primera semana de su experiencia de enseñanza en equipo,
I Bill estuvo observando al profesor. Al final de la segunda semana, comenzó
a enseñar durante los últimos diez o quince minutos de clase. En ese tiempo,
I su cometido consistía en introducir un nuevo concepto u operación matemá-
tica que se desarrollaría en la siguiente clase. El profesor y Bnl se reunían él
,
I
diario con el fin de que el primero revisara y aprobara su plan para estas
"miniclases". Tras permanecer un mes en el aula, Bill impartió su primera
clase completa. Siguió haciéndolo durante el resto del semestre, aproxitna-
J
damente una vez por semana.
I Cuando Hill no se dirigía a todo el gnlpo, trabajaba individualmente con
aquellos alumnos que tenían errores en su trabajo a causa de ausencias o por
tener dificultades con algún concepto. Siguió observando los métodos di-
dácticos del profesor y se reunía con él a diario para recibir información so-
bre su docencia. También pedía con regularidad a los miembros de la clase
1 que le facilitaran información sobre su trabajo.
Al acabar el horario escolar, Hill se quedaba a disposición de cualquiera
1 de los miembros de la clase para ayudarles olcolno tutor; a veces, los alunl-
nos le llmnaban a casa pidiendo ayuda. En palabras de Bill: "No les itnporta
I llamarme, porque, en realidad, soy un compañero" (B. Niquette, c0l11unica-
I ción personal, 29 de diciembre de 1989).
Good y Brophy (1987) dicen que los compañeros que actúan como pro-
I fesores pueden ser más eficaces que los adultos al ensei1ar determinados
conceptos, COlnoen el caso de las matemáticas (Cohen y Stover, 1981). Pien-
san que este aumento de eficacia puede atribuirse a su tendencia a ser más
directivos que los adultos, al uso de un lenguaje más adaptado a la edad de
los alumnos y a que tienen lnás recientes las posibles frustraciones de sus
cOlnpañeros ante los contenidos. El comentario de uno de los estudiantes de
la clase lnás avanzada: "A Bill se le entiende con más facilidad y utiliza me-
jores ejemplos. Sabe lo que nos pasa" (L. Soutiere, comunicación personal),
valida estos supuestos.
La pertenencia de Bill a este equipo de nlatemáticas ha tenido diversos
efectos positivos. Manifestó: liMe da la sensación de que estoy avanzando en
mi formación lnaternática y al nlisrno tiempo aprendiendo mucho sobre las
personas" (B. Niquette, comunicación personal). Indicaba que, COlnoconse-
cuencia de esta experiencia, había aUl11entado su confianza en sí mismo.
Además, al haber sido alunlno de esa clase dos años antes, c0111prendía muy
bien los problemas de los estudiantes y creía que ellos reconocían y aprecia-
ban esa comprensión. El profesor estaba itnprE~sionado
, por el estilo profesio-
nal y serio con que se desenvolvía HilIrpor la ~espuesta positiva de los alum-
nos a su presencia y por sus progresos en el uso de estrategias docentes
eficaces (S. James, comunicación personal).
@narC€il,s_<l.deediciones
148 Villa y Thousand
@ narcea, s. a. de ediciones
La colaboración del alumno 149
I
fonnación permanente que lleve a los ll1aestros de la adquisición al dominio
del modelo elegido. I
No hace mucho, la comunidad escolar de VVinooski (Vermant) colaboró
en la elaboración de una propuesta de reestructuración escolar para crear
una "comunidad de alumnos de alto rendimiento" (Villa, Peters, Zane,
Ellenboden y Soutiere, 1989). Una comisión -en la que estaban representa-
dos la comunidad, los alumnos, los lnaestros ylla administracián- señaló
los resultados futuros que se deseaban y las estrategias para conseguirlos.
Una de las recomendaciones menos convencionales de la comisión fue la de
iniciar un programa de formación de alumnos que cOlnplementara las estra-
tegias didácticas (Cummings, Nelson y Shaw, 1983; Hunter, 1982) que ya se
estaban impartiendo al personal docente del distrito.
A los alumnos que participaran en el programa de formación se les pre-
sentarían los mismos elementos de enseñanza eficaz que practican los profe-
sores. El beneficio previsto de la formación cons~stirÍa en la potenciación del
alulnno; los alumnos que encontraran dificultades en una lección tendrían
n1enos inconvenientes para pedir al maestro que hiciera una revisión del
concepto expuesto o que diera una explicación alternativa del mismo. Ade-
Il1ás los alumnos proporcionarían a los profesores una información inme-
diata con respecto a su eficacia docente, participando con el maestro en un
proceso activo de resolución de problen1as para descubrir fonnas de calU-
biar la tarea, el nivelo de proporcionar ayudas para increluentar la probabi-
lidad de éxito. Por último, los maestros podían utilizar la información de los
ahllnnos en concepto de información diagnóstica para establecer sus pro-
pios objetivos de progreso profesional. I
I
I
ALUMNOS DEFENSORES DE SUS COMPAÑEROS
I
Los alumnos pueden actuar como defensores 'de sus compañeros partici-
pando en situaciones de enseñanza en equipo con los profesores e intervi-
niendo en la determinación de adaptaciones curriculares.
!
Alumnos en los equipos planificación de transiciones
,
Se ha demostrado que la cooperación de los compañeros para ayudar en la
transición de alumnos con profundas necesidades de un medio educativo a
otro es lnuy valiosa. Un ejemplo muy claro al :respecto es la transición de
Bob, en su ingreso y en su salida del distrito escolar de Winooski. Bob, un
alumno con discapacidades múltiples, tenía trece aíí.os cuando ingresó en el
distrito, procedente de un internado. Los alum~os de la pequeña junior higlt
sehool se reunieron con el profesorado en pequeños grupos para planear la
transición de Bob. Su participación en la planifi~ación contribuyó al desarro-
llo de un auténtico sentido de responsabilidad :con respecto al éxito de Bob
@narcea,s. a. de ediciones
150 Villay Thousand
entre sus futuros compañeros. Los consejos que dieron a los profesores faci-
litaron en gran ll1edida su inmediata aceptación; las ideas que expusieron
los alumnos iban desde proporcionar a Bab un amplificador que, a su 1110do
de ver, le ayudaría a comunicarse, hasta los tipos de libretas, mochila y gra-
baciones musicales que mejor se adaptarían (Scagliotti, 1987).
Tras casi dos años de estancia en Winooski, la familia de Bab se mudó a
una comunidad vecina. Sus compai'ieros se ofrecieron para hablar con los ma-
estros y los alumnos de la nueva cOll1unidad con el fin de facilitar su ajuste y
aceptación. Se invitó a tres alumnos para que hablasen con los nuevos compa-
ñeros de Bob. La carta de agradecimiento del profesor responsable del pro-
grama de Bob en la nueva comunidad resume con toda claridad la importan-
cia y la influencia de los cOlnpañeros para una transición satisfactoria.
"Moriah Gosselin y Jasan Messick hablaron con las clases de tarde de Bob.
Hablaron organizadam.ente y con humor y se refirieron a muchos aspectos im-
portantes de la integración de Bob en su escuela. Lo más importante fue la es-
tima y el cariño hacia él, evidentes en sus exposiciones. Fueron excelentes.
Chardra Duba, que vino a la escuela a las siete de la mañana para hablar
con las clases matutinas de Bob, no sólo expuso las experiencias de Winooski,
sino también sus propias experiencias con hermanos discapacitados.
Aunque el foco de sus intervenciones era Bob, la influencia de estos chicos
llegó mucho más lejos. Las actitudes y conductas que demostraron fueron au-
ténticas lecciones para todos nosotros sobre la amistad y el respeto mutuo. Lo
que ellos nos enseñaron allana el camino a muchos alumnos discapacitados"
(K. Lewis, comunicación personal).
i
sean capaces de hacerlo-, un plan de acción o contrato social a favor de una
conducta futura lnás adecuada. I
Entre las muchas ideas presentadas por Cury-vin y Mendler para la partici-
pación del alumnado, están las relativas a la intervención de los estudiantes
en la determinación, con el profesor, de las reglas y consecuencias de sus ac-
ciones en clase. Curwin y Mendler (1988) reconüendan que los alumnos elabo-
ren las reglas para sus profesores (por ejemplo, las tareas se les devolverán
dentro de los tres días siguientes de su presentación;
, el profesor no puede to-
mar café en clase si los estudiantes no pueden cOlner), así como negociar las
reglas que les afecten. Presentan tan1bién las sigUientes recomendaciones para
•, la potenciación del alumnado formuladas en urla middle 5cl1001 suburbana:
I
- Consejo de alumnos de «bajo rendimiento~~ y «con problemas» (se utili-
zaban distintas denominaciones) que contribuye a fijar la normativa de la es-
cuela y a modificar reglas y consecuencias. I
- A los alumnos que estuvieron detenidos se les encomendó la tarea de co-
mentar cómo podría mejorarse el clima escolar.
- Un día al año, los alumnos se encargan de dirigir la escuela mientras los
profesores y administradores desempei1aban el papel de alumnos.
- Se pidió a cada clase que preparara al menos dos reglas de alumnos para
el profesor (Curwin y Mendler, 1988). I
Parece que los graduados en escuelas que han, capacitado a su alumnado
para resolver problenlas relativos a su propia conducta estarán mejor prepara-
dos para la conlpleja vida que se prevé para el ~iglo XXI.En concreto, habrán
tenido oportunidad de utilizar sus habilidades creativas de resolución de pro-
blemas para enfrentarse a las conductas de los demás -destreza necesaria
para su futuro medio laboral-o Habrán tenido oportunidad de reconocer que
unas soluciones son mejores que otras y que, cuando falla un primer enfoque,
conviene tener otro. Habrán observado a los profesores y a sus compaíi.eros
buscando juntos formas apropiadas para afrontar la presión y la adversidad y
para responder cuando se pone de nlanifiesto que han transgredido una regla.
I En reSUlnen, habrán tenido nlúltiples oportunidades de elaborar una visión
saludable de la complejidad y la diversidad del comportamiento hUlnano.
I I
Responsabilidad del profesor y del administrador
I
Es evidente que los alumnos no 50n los únicos !quc tienen que rendir en una
I escuela. Los profesores y adlninistradores ejercén las funciones de gestores y
facilitadores del alnbiente de aprendizaje (Glas~er, 1986) y de líderes docen-
I tes. Los alumnos pueden desempeíi.ar un papel muy positivo y activo para
I lnejorar la enseñanza de diversos modos. Por ejemplo, aquellos a quienes se
han enseíi.ado los elementos de una enseñanza eficaz pueden utilizar estos
I conocitnientos para facilitar a los profesores Claves e informaciones cons-
tructivas que promuevan una enseñanza y un! aprendizaje aún lnás eficaz.
I
CONCLUSIÓN
- ... ,
'la función de la escuela pública en Nortemnérica ha sido siempre la de pre-
parar a los niños para sus tareas en la sociedad. Esta función ha sufrido cam-
bios espectaculares durante el siglo xx. A principios de siglo, una función
itnportante de las escuelas públicas consistía en introducir a las oleadas de
inmigrantes en la cultura, el idioma y los procesos democráticos de los Esta-
@narcea,s.a.deediciones
La colaboración del alumno 157
I
dos Unidos y Canadá (Stainback, Stainback y Bunch, 1989) y preparar a las
«masas» para el trabajo en las fábricas de la nueva era industrial. Se conside-
raba que la escuela pública era la «gran igualadora», por los conocimientos y
destrezas C01nunes que itnpartía a sus alumnos~
Sin embargo, C01110 estructura organizati~a, la escuela acabó reprodu-
ciendo el modelo estandarizado y burocrático de las fábricas (Skrtic, 1986).
Como la fábrica, la escuela se estructuró para crear un producto estándar; to-
1 dos los alull1nos experimentaban, y se esperaba que dominasen, el mismo
currículo, al misl110 ritn10 y a tr:avés de los ll1ismos métodos de enseñanza
1 (por ejemplo, el gran grupo). Había poca tolerancia y aprecio de las diferen-
cias naturales entre los niños con respecto a la:cultura, el estilo de aprendi-
l zaje, los intereses y los valores. Los alull1nos no, podían cuestionar los conte-
I nidos, el método ni la autoridad del profesor. Era una época en la que se
obligaba a los nií'ios zurdos a aprender a escribir con la mano derecha, dado
1 -
que la norma estableCla el ell1pleo de esa maIJ.O.A ' los alumnos que no se-
guían con facilidad el progratna estándar, se les pennitía o se les estill1ulaba
1 a que abandonasen la escuela. También se produjo la segregación de ciertos
1 sectores de la población escolar. Los indígenas norteamericanos y los afro-
norteamericanos recibían una educación por sbparado; los alumnos clasifi-
1 cados como discapacitados estaban excluidos de la escuela pública, y cobró
popularidad el siste111ade agrupamiento en sectores diferentes según el ren-
1
dimiento, de manera que los niúos pobres y en situación desventajosa ocu-
I paban los sectores inferiores (Stainback y cols., 11989).
La sociedad de finales del siglo xx es mu~ho más c0111pleja,global, in-
I terdependiente, rica en inforll1ación, tecnológica y tendente a la inclusión
que a principios de siglo. Se ha producido un cambio de valores y una mar-
I
cada tendencia a incluir a todos los alu111noserl la educación ordinaria (Rey-
I noJds y Birch, 1982), haciendo que las escuelas:sean más diversificadas y re-
flejen ll1ejor la sociedad de siglo XXI en la que se integrarán sus graduados.
La sabiduría de finales del siglo xx supone disponer de estrategias para
afrontar la diversidad. Al entrar en el siglo XXI,«el 111undodel trabajo re-
querirá habilidades para 1nanejar inforu1ación y para trabajar con las perso-
I
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Apoyo y estrategias
1
positivas de enseñanza
Wade Hitzing
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"La integr<lción no sólo ('s buena para personas con, minusvalías, sino que es necesaria
para todo el mundo. La normalización no es sólo pélra, personas con minusvalías. Por de-
finición, no puede referirse sólo a personas con minusvalías. Debe impregnarnos a cada
uno de nosotros, él cilda uno de ustedes, a mí. El trabajo con personas que tienen discapa-
cidades no sólo es importante para ellas, no sólo para quienes efectúan el trabajo, sino
que, si tiene algún sentido, será importante para todos. , Siempre se suscita la misma pre-
gunta: ¿Cómo podemos maximizar 1i1 variedad? ¿Cómo podemos ensanchar nuestra vida
viviendo, trabajando, asociándonos con personas de t~dos los colores, de todas las proce-
dencias, de todas las edades, de todos los intereses?" (Blatt, 1985, p. VIII).
Wooden, 1976).
@narcea, s, a. de ediciones
164 Hítzing
COMPRENDER Y AFRONTAR
LA CONDUCTA PROBLEMÁTICA
I
Selección de objetivos. El hecho de reconocer que los actos molestos e,
incluso, peligrosos constituyen una £orl11adJ cOlTIunicación no supone que
sean aceptables y que el estudiante no tengalque aprender a optar por algo
ll1ejor. Sin enlbargo, debe traducirse en una lnayor comprensión del papel
adaptativo y funcional que desempeI1an en la
vida de una persona. Donne-
llan y cols. (1984) señalan que:
iD nMú'i1, s. a. de ediciones
170 Hitzing
Para conseguir los dos prüneros objetivos, que, por regla general, se
tratan al Inis1110tienlpo, pueden utilizarse distintas estrategias. En primer
lugar, lo lnás importante es que los maestros se preocupen de alcanzar es-
tos objetivos por encinla de todo. La n1ayoría de ellos ha recibido una for-
mación que enfatiza la modificación de la conducta y la adquisición de des-
trezas y, a lnenudo, es difícil -casi ünposible- dejar de lado estos
objetivos para centrarse en la seguridad, la confianza, la cooperación y el
establecin1iento de unas relaciones sólidas y positivas. Por ejen1plo, una
lnaestra en cuya clase había ingresado recienten1ente un niño lnanifestó
que quería "sentarse con Joe y ton1ar con él un vaso de zumo" (P. Hulgin,
comunicación personal). Ambos tuvieron un mal día. Joe se había golpeado
en la cabeza muchas veces. Ella quiso pasar con él algunos minutos que
fuesen lo nlás tranquilos y placenteros posibles. Con1cnzó llenando entre
los dos un vasito de zumo. El sólo bebió un poco y después tiró el resto.
Ella no prestó denlasiada atención al hecho, pero trató de enseñarle a aga-
rrar el vaso con lnás cuidado. Él se opuso a sus intentos y se negó a coope-
rar. A continuación, ella sirvió el zumo y se lo ofreció a él. El niño se negó a
beber el 2Ulno, aunque ella se lo acercó hasta la boca; después, le tiró el
vaso (era evidente que la lnaestra iba modificando poco a poco, aunque sig-
nificativan1ente, los objetivos que se había lnarcado para la interacción). De
nuevo, ella no reaccionó de fonna exagerada; se lin1itó a recoger el vaso y a
tratar de ayudarle a servir lnás Zluno. Cuando él se negó a cooperar, ella
sirvió el Zlllno y se lo acercó para que bebiese. En este punto, cualquier per-
sona que observara su interacción hubiera concluido que, con independen-
cia de lo que la n1aestra pudiera haber dicho o pretendido, en realidad, es-
taba tratando de hacer que el alull1no aprendiera a agarrar el vaso. Era
evidente que la atención y la energía de la maestra habían calnbiado su
orientación para prolnovcr siIl1plemente el calnbio conductual; la situación
no era tranquila ni placentera.
Si la n1aestra hubiera mantenido su objetivo original, no se habría preo-
cupado porque loe hubiese derralnado el ZUlno ni de que cooperase para
servirlo. En caso contrario, tan pronto como se hubiera dado cuenta de su
probable equivocación al seleccionar esta situación concreta COlnoforma de
relax y de cOlnpartir unos 1110mentosagradables, habría dicho: "Perdona,
creí que te apetecería un poco de ZUll10.¿Qué quieres que hagalllos?", sin
considerar esta situación C0l1l0una oportunidad para enseñarle a servir
ZUll10ni para hacerle obedecer. Habría dirigido sus esfuerzos a procurar que
el alUl11nOparticipara en algo que le resultase interesante y entretenido y
<Elnarcen, s. a. de cdicioncs
172 Hitzing
iD narcea, s. a. de edidol1l;'s
Apoyo y estrategias positivas de enseii.anza 173
práctica un plan educativo que contenga poca o ninguna actividad que re-
sulte para el alumno interesante/ entretenida o que él mismo escogiera si tu-
viese oportunidad. A menudo, parece que la proporción se invierte: cuantas
más dificultades surgen en la enseñanza al alumno, menos probable será que
contenga objetivos preferidos por él. Esos planes parecen una colección de
actividades de entrenalniento en la obediencia. I
La elaboración de planes de apoyo eficaces es difícil. A consecuencia,
quizá, de un tipo de formación centrado en la conducta del alumno, la ma-
yoría de los educadores está más preparada y ,se siente más cómoda ense-
I
disruptivo O peligroso. Si no hay más remedio que acudir a este tipo de solu-
ción, es importante utilizar los procedimientos menos intensivos y 111enOS
agresivos posible. Quizá sea suficiente tomar las medidas necesarias para ase-
gurar que no se recompensen las conductas cOlnunicativas que resultan mo-
lestas. Sin en1bargo, si eso no basta, quizá el maestro tenga que recolupensar
tan1bién al alumno por no emprender la conducta 111olesta.No hay necesidad
de implantar procedin1ientos disciplinarios muy severos, limitándolos a las
restricciones de actividades placenteras. En sÍ, no es en absoluto abusivo ni
estigmatizante el hecho de enseilar a un alumno que una de las consecuen-
cias de su conducta agresiva y peligrosa en el patio de recreo es que le digan
que vuelva a la clase. Sin embargo, sielnpre será preferible afrontar esta situa-
ción tratando de comprender, en primer lugar, las condiciones que parecen
producir la ira y la agresión, así con10 ayudarle a que se dé cuenta de que hay
otras formas igualn1ente eficaces de c01l1portarse en tales situaciones. Hay al-
gunos libros que describen muy bien varias estrategias de progrmTIación po-
sitivas (Donnellan, LaVigna, Negri-Shoultz y Fassbender, 1988; Evans y Me-
yer, 1985; LaVigna y Donnellan, 1986; Meyer y Evans, 1989).
Algunas estrategias docentes positivas tienen componentes desagrada-
bles, al menos desde el punto de vista del alumno. Por ejen1plo, a los estu-
diantes no les gusta que les pongan condiciones de "extinción de la con-
1
ducta" ni que se les ignore; la 111ayoríade los que se niegan a hacer una tarea
escolar preferiría que se les dejase en paz, en vez de orientar de otro modo
su trabajo. Es evidente que les gustaría poder realizar sus actividades prefe-
ridas sin tener que dejar de lTIolestar a los demás, pero, nunca puede justifi-
carse la utilización del dolor, tanto emocional conlO físico, para controlar la
conducta de los alumnos.
CONCLUSIÓN
Una historieta del fan10so gato Garfield refleja ,con toda claridad el principal
111ensajede este capítulo. Garfield aparece sentado en un árbol, diciéndose a
, '
SI mIsmo: I
'
¿Por qué subo a los árboles si luego no puedo bajar? Los vecinos se acercan
siempre para ver. Después, los bomberos vienen a recogerme. Por último, mi
retrato acaba en el periódico. [Garfield reflexiona sobre esto y concluye:] Acaho
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1
1
9
1
1 Cómo poner en práctica
I las decisiones curriculares ,
I
I
Dianne 1. Ferguson
I
y Lysa A. Jeanchild
I
I
I
I COMO SE EXPONE en otros capítulos de este,libro, no suele ser fácil decidir
qué enseñar. Pero decidir cónlO enseñar es igualmente complicado. Los lnaes-
r tras tienen diversas posibilidades, dependiendo del alumnado. Pueden utili-
I zar distintos materiales de aprendizaje, enseñ'ar en lugares especiales, orga-
nizar diversos grupos de alUlnnos o planear clases de lnanera que cada
alumno tenga diversas experiencias de aprendizaje. Incluso, los maestros
pueden organizar un "aprendizaje a distancia", pennitiendo que unos aluln-
nos enseñen a otros o utilizando ordenadores con un fin didáctico. Los lnaes-
tras pueden diseñar una serie de opciones válidas para cada alunl11o, depen-
diendo de su opinión acerca de la ejecución de las decisiones curriculares.
En este capítulo nos ocupamos, en primer lugar, de los aspectos de la en-
señanza o de la "implantación del currículo" que son iguales para todos los
alumnos, incluso para los muy capacitados y los muy discapacitados. A con-
tinuación, InostranlOS que, para garantizar un resultado común él todos, la
enseñanza debe ser diferente, según su capacidad. Por último, presentalTIOS
algunas "reglas y trucos" para desarrollar una: enscii.anza adecuada a grupos
heterogéneos. Responde este últüno tenla al hecho de que las reformas edu-
cativas, incluyendo la integración, el aprendiz:aje cooperativo y la enseií.anza
a grupos de alulnnos de distintas edades, imponen que los nlaestros tengan
a su cargo grupos heterogéneos (Giangreco y Putnam, 1991).
La tabla 1 muestra el conjunto de opciones posibles en la enseñanza, en
una lista qtle incluye: materiales (lo que se utiliza para enseñar), dis€I1o de la
clase (1a forma de organizar la enseñanza), lugares (donde tiene lugar lo en-
<Dnarct'a, s. a. de ~diciones
Cómoponer en prácticalas decisionescurriculares 181
Resultados de la enseñanza
Lo que se presume que la escuela debe proporcionar a los alumnos puede
dar lugar a confusiones. Gran parte de lo que ha'cen los n1aestros se resume
en reglas, tests, reglamentos, puntuaciones y calificaciones. Aunque todo
ello tiene su in1portancia y función, a tnenudo sirve para oscurecer su mi-
sión. Con independencia de los detalles de la escolarización y la enseñanza
que hay que tener en cuenta, el resultado real de la escolarización para to-
dos los alulnnos es muy sencillo: todo lo que aprendan debe servirles para
ser miembros activos de sus comunidades respectivas, de manera que unos
I se preocupen lo bastante de lo que les ocurre a' los otros para éstos atien-
dan a los demás. Las escuelas deben contribuir a
que todos los alumnos se
~ impliquen socialmente, a que participen activamente en la vida de la co-
111unidad.
t
!• Tabla 1. Opciones para implementar el currículo
r ••
,
,
Textos estándar: libros y cuadernos de trabajo, seleccionados y adquiridos por el
! distrito. I
Otros medios visuales: información general pública que se ofrece a través de anun-
cios, carteles, señales, etc. I
1
Elementos impresos y visuales familiares: álbumes de fotos, trabajos de artesanía,
I recetarios, correspondencia, listas de compras y de tareas, documentos de negocios y
financieros. I
(g nareea, s. a. de ediciones
182 F<'gu,un y Jeanchild
Tabla 1. (Continuación)
Aula del grupo de clase: aula centralizada con el mismo grupo de alumnos durante
un período extenso de tiempo, bien de un único nivelo de varios niveles.
Dentro de la escuela: zonas diversas del edificio: biblioteca, cafetería, oficinas, patio
de recreo, sala de alumnos, vestíbulos y pasillos, servicios, enfermería.
(Con ti Ill/ación)
@nan:e",s.a. de ediciones
1
Cómo poner en práctica las decisiones curriculares 183
1
Tabla 1. (Continuación)
1
1 Lugares extraescolares visitados con frecuencia: biblioteca pública, tiendas de ultra-
marinos, oficinas, centros comerciales, oficina de correos, cafeterías, iglesias, restau-
1 rantes, bancos.
I Enseñanza individual: un alumno interactúa con el maestro o con otro adulto: tuto-
I res, personal de servicio, consejeros o voluntarios.
Ampliación del aprendizaje por ordenador: de forma individual, los alumnos utili-
zan diversos programas informáticos educativos o lenguajes de programación, jue-
gos de ordenador y bases de datos para amplim sus conocimientos.
@nMCl''', s_ a, de ediciones
184 Ferguson y Jeanchild
Proceso de enseñanza
Con independencia de lo que estén aprendiendo los alunlnos, el proceso de
ensefi.anza y aprendizaje es el Inislno. Aprender no consiste sólo en obtener
la respuesta correcta o en hacer algo del modo "adecuado". A veces, los
alun1nos pueden dar a sus maestros respuestas y conductas "correctas" sin
saber por qué ni cónlo son correctas. Aprender supone, para todos los alu111-
nos, detenninar el significado de lo que se aprende y cómo se relaciona con
sus conocilnientos y experiencias anteriores. Para aprender de Inodo que
sean capaces de utilizar lo que han aprendido sin la ayuda del maestro, los
alu111nosdeben poder dar sentido a lo que se les enseña.
Hay ll1uchos factores que influyen en el modo de aprender. La tabla 2
describe los recursos didácticos que deben 111anejarlos 111aestrospara que
cualquier alumno consiga un aprendizaje completo y utilizable.
Cómo poner en práctica las decisiones curriculares 185
)
) Tabla 2. Requisitos para enseñar él fodos los alumnoJ
1 Claves naturales: Los maestros deben determinar el!modo de garantizar que todos
los alumnos aprendan a aplicar lo adquirido en contextos naturales. En vez de de-
1 pender de los maestros para que éstos les digan cuándo y cón10 utilizar lo que hayan
aprendido, los alumnos necesitan maestros que les ayuden él aprender cómo utilizar
1 sus habilidades de forma fluida y natural en su ausencia.
I
I Establecer el ambiente de aprendizaje: Los maestros tienen que planear la ense-
ñanza eDila1ltelación, de manera que el ambiente estimule y respalde el éxito del
I alumno. Para ello, el maestro tiene que disponer de los materiales necesarios, los dis-
positivos protésicos adecuados y demás equipamien:to auxiliar, así como planear la
I colocación más conveniente de los alumnos y los maestros, y del mobiliario.
I Ayuda individual: Los maestros tienen que deter~inar el tipo y magnitud de la
I ayuda necesaria para respaldar la adquisición de contenidos de los alumnos, que no
sólo varían de un alumno a otro, sino, en el caso del mismo alumno, de un momento
I a otro, dependiendo de la dificultad y del grado de conocimiento de la tarea. Las de-
cisiones sobre la ayuda individual varían constantemente.
I
Motivación del alumno: Los maestros tienen que ddr valor al tiempo que los alum-
I nos emplean para aprender, descubriendo los incentivos más importantes para cada
uno; utilizar condicionalmente esas recompensas, y ~ariar el tipo y la magnitud de la
I recompensa a medida que cambie el aprendizaje de los materiales indicados.
I
de vista de la enseí1anza, talnbién pueden ayudar a los maestros a perfec-
cionar sus habilidades docentes para fodos. I
@narCt>il, s. a. de ediciones
I
Cómo poner en práctici'llas decisiones curriculares 189
cooperación. Una vez que los maestros han tomado sus decisiones sobre la
composición de los grupos, la siguiente regla para una enseñanza en grupo
heterogéneo que sea satisfactoria consiste en organizar minuciosamente las
experiencias de aprendizaje de los alumnos de manera que promuevan sus
habilidades para asimilar los contenidos, trabajar juntos y establecer relacio-
nes mutuas. La fonna de percibir unos alumnos a otros y la rapidez con que
aprendan depende del modo en que los n1aestros estructuren su experiencia
de aprendizaje.
La segunda regla estimula a los maestros a que organicen las experien-
cias de aprendizaje del grupo de manera que, de todas las forn1as posibles,
los alull1nos aprendan a depender unos de otros, a conseguir objetivos co-
munes y a ayudarse lnutumnente. Los maestros pueden descubrir muchas
formas de crear esta interdependencia positiva. A continuación, presenta-
mos algunos "trucos" para ello:
@narc(,<I,s.<I.decdiciollcs
190 Ferguson y Jeanchild
iD naTeea, 5. a. de ediciones
i
I
Cómo poner en práctica las decisiones curriculares 191
recoger datos sin obstruir la buena marcha!de los grupos y de hacer par-
ticipar a los alumnos en la recogida de infonnación. Más in1portante aún,
la infoflnación dehe recogerse de forma habitual para orientar las deci-
siones docentes.
¡
Regla 3: Maximizar los logros individuales
CONCLUSIÓN
@flilTcea,s. a. de ediciones
•
I
Cómopone, en p'"""" la' dcci,'one' o""',"I,,e' 193
I I
dependientes, colocándolos en lugares separados y obteniendo resultados
I diferentes (Ferguson, 1989). En consecuencia, los
, ah..unnos con capacidades
¡ diferentes se han educado con diversos grados de separación (Laski, 1991;
Lipsky y Gartner, 1989). La mayoría de nosotros , conocemos bien el resul-
tado: los alumnos con 111enOr capacidad quedaban aislados y se les estig-
nlatizaba, lnientras que los más capaces perdían la oportunidad de estable-
I cer relaciones con unos conlpañeros distintos. I
1 En este capítulo, presentamos dos fornlas de pensar sobre la escolariza-
ción y la enseñanza que respaldan la inclusión de todos los alumnos, con inde-
1 pendencia de sus diferencias. La pritnera supqne cOlnprender que el obje-
tivo de la escolarización es idéntico para todos los alumnos. Las escuelas
I tienen que conseguir que todos ellos se introduzcan en la sociedad, partici-
I pen activamente en sus comunidades, tanto dentro C01nofuera de la escuela.
La segunda implica contemplar el proceso docente como algo equivalente
I para todos los alumnos. Los contenidos críticos:de la enseñanza son los mis-
mos para todos los alulnnos, aunque puedan utilizarse de distintas maneras
I para acomodarlos a las diferentes necesidades 'y estilos de aprendizaje. Las
I decisiones que t0111enlos lllaestros sobre los materiales de enseñanza, el di-
seño de las lecciones, el lugar en el que se lleve!a
, cabo la enseñanza y lo que
I suceda realmente en las interacciones de aprendizaje deben ayudar al
alumno a "hacerse una idea" de lo que se le eilseña y de la forma de apli-
I carlo a su vida extraescolar. . ¡
También describimos tres aspectos en los que se diferencian los alumnos
entre sÍ, que pueden ayudar a los lnaestros a estructurar la escolarización de
modo que incluya a todos los alumnos y todos se beneficien de ella. Unos re-
querirán adaptaciones que les ayuden a aprender lo mismo que otros. Otros
requerirán adaptaciones más profundas paral acercar sus necesidades de
aprendizaje al currículo estándar. I
En este último apartado presentanlos algunas "reglas y trucos" para la
enseñanza en grupo heterogéneo. Hemos ofrecido algunos aspectos de teo-
ría y otros de carácter práctico que ayuden a lo Si, 111aestrosa deternlinar cónlo
diseñar una enseñanza que sirva a los tres tipos de alumnos para lograr los
mismos resultados de aprendizaje. I
Creemos que no sólo es posible utilizar las diferencias en sentido posi-
tivo, sino que estas diferencias son necesarias para las escuelas y los 111aes-
tras que tratan de influir de forma positiva en la vida de sus alunlnos. La
cuestión no estriba en que las escuelas puedan incluir él. todos los alumnos a
pesar de sus diferentes capacidades o discapacidades, sino en que pueden re-
forzar el aprendizaje de cada alumno a causa de 'sus diferencias.
Si los educadores parten de la base de que los, objetivos de la escolariza-
ción y los procesos esenciales de aprendizaje son idénticos para todos, ayu-
dar a las escuelas a incluir a todos no es una cuestión
, de método. Las deci-
siones sobre qué y CÓlTIO enseñar, que no son fáciles, no son distintas para los
alumnos con diferentes capacidades.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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@nilrCea,&. a. de ediciones
r
,
I
I
I
I
10
I
I Medir e informar I
I sobre el progreso de cada alumno
I
I I
I
ALBERT SHANKER (1988) dice que la educ,!ción "nunca ha funcionado
bien para más del 20% de nuestros niños" (p. 8). Para que le sirva al resto,
como debe ser, harán falta cambios fundatnentales del currículo, la actividad
docente y la gestión (Neill y Medina, 1989). I
La creación o redefinición de un sistelna escolar que incluya reahnente a
todos los niños y adultos en el proceso de aprendizaje es, sin duda, una cues-
tión educativa de actualidad. Muchos trabajo~ de investigación recientes y
de observaciones de la práctica educativa indi¿an una tendencia fuerte y en
expansión hada la educación inclusiva. En la ~ctualidad, en Nortean1érica,
hay un movimiento que reconoce la heterogeneidad de los estudiantes. Aun-
que los educadores de nuestros días tienen la oportunidad de crear sistemas
escolares, escuelas y aulas que valoren la diversidad hUlnana, el problema
que se plantea a las escuelas inclusivas consiste en que también deben darse
unos parámetros que garanticen la calidad dS la educación para todos los
alumnos y la evaluación de la educación en relación con el pensalniento pe-
dagógico y la práctica en el aula actuales. I
Este capítulo explora diversas fonnas de prácticas del pasado y del pre-
sente relacionadas con la ll1edida del progres~ del alumno y las estrategias
de comunicación acerca de la evaluación del n1islno. La necesidad de enl-
plear medios rnás huolanos, eficaces y eficientes de evaluación del alumno
es ill1periosa. Al tratar los distintos problenlas parciales de este capítulo, con-
viene señalar que, aunque haya que tener en cuenta las investigaciones teó-
ricas sobre el tenla, la mislna inlportancia tiene escuchar a los profesionales
que trabajan a diario en las clases. En realidad,lgran parte de este capítulo se
iDnarCt.~a,s, a. d ••••diciones
Medir e informar 197
del maestro (Board of Education for the City of Etobicoke, 1987). Históricamente,
en el contexto educativo, la evaluación se ha considerado como lo últilno
que hacen los educadores para o con respecto a los alumnos. En muchos ca-
sos, los educadores han tratado de evaluar a los alun1nos del mismo modo
que se evalúan los productos o la cadena de producción:
Proporcionar una base para el apoyo extra que haya que facilitar cuando
sea necesario.
Para que los alumnos progresen, deben recibir inforn1ación sobre lo que
han hecho, para poder tOll1ar conciencia de sus puntos fuertes y de sus nece-
sidades. El objetivo primordial de la evaluación es el diagnóstico. Para que
el aprendiz dé auténticas pruebas de su competencia, tanto él como ellnaes-
tro deben tener claras las expectativas en relación con una tarea o trabajo de-
terminado. En consecuencia, cuando se elaboran las estrategias de evalua-
ción, hay que especificar los objetivos y los resultados. Los objetivos del
programa y las estrategias de evaluación deben tener una categoría similar
en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
PREMISAS DE LA EVALUACIÓN
La evaluación del progreso del alumno es uno de los aspectos más iInpor-
tantes del proceso educativo. La evaluación y la interpretación de lo que ha
aprendido un alUlnno no deben ser actividades que se realicen con indepen-
dencia o allnargen de la enseñanza, sino que deben formar parte de ella. La
evaluación debe ir más allá de la lnera medida del rendimiento acadénlico
del alumno. He aquí unas premisas de la evaluación que pueden contribuir
a garantizar que sea un aspecto inherente a la enseñanza:
- La evaluación continua del rendimiento del alumno, como parte del pro-
ceso de enseñanza y aprendizaje, debe descubrir con rapidez los problemas y
dificultades y proporcionar una base para la acción inmediata.
- La forma de la evaluación debe adecuarse a la tarea, al tipo de aprendi-
zaje y al nivel de aprendizaje.
- El efecto de la evaluación debe ser constructivo. Las técnicas de evalua-
ción deben incrementar, no disminuir, la sensación de valía personal del
alumno y de su importancia en el aprendizaje.
- Deben utilizarse diversas técnicas de evaluación, con el fin de obtener
información sobre los diferentes aspectos del aprendizaje del alumno, propor-
cionando, por tanto, un fundamento fiable de juicio y de decisión.
- La evaluación debe ir más allá de las áreas cognitivas y psicomotrices,
penetrando en el campo afectivo e incluyendo una exploración de los intereses,
valores y actitudes.
- Para que la evaluación sea eficaz, debe establecerse una comunicación
en muchas direcciones: alumno-alumno, alumno-lnaestro, maestro-alumno,
maestro-padres y maestro-colegas. Debe haber una comunicación eficaz de los
objetivos, expectativas, criterios y actuación. Los alumnos tienen que compren-
der la finalidad inmediata y las expectativas de sus estudios y el modo de de-
mostrarse a sí mismos y a los demás su aprendizaje.
- El proceso de evaluación debe ayudar a los alumnos a aprender a eva-
luar su propio aprendizaje.
@naree", s. a. de ediciones
Medir e informar 201
@narceil,s,a.deediciones
202 Cullen y Pratt
PROCESO DE LA EVALUACIÓN
/
ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN
~
PARTICIPACIÓN DEL ALUMNO y EL MAESTRO
------------------------
tD narCCil,~. él. de cdiciOlR'S
l
Medir e informar . 203
II
La preocupación del maestro con respecto , progreso de un alumno se-
ñala el cOlnienzo del ciclo de decisión. El maestro recoge y reúne toda la
información antecedente disponible sobre el alumno en cuestión. Esto su-
pone celebrar entrevistas con los padres y con los maestros anteriores, el
eX3lnen del registro acumulativo y de la ficha sanitaria del alunl110 y la
observación del alumno (véase la figura 1) A partir de esta información,
@narrea,s. a. de ediciones
I
I
204 Cullen v Pratt I
se fOrn1l1la la hipótesis inicial y el maestro tiene que relacionar esta eva-
I
luación con el currículo y la enseñanza. Para muchos alumnos, se prepara I
un plan de enseñanza adaptado o lllodificado de acuerdo con la inforIna-
ción recogida. Hay que supervisar continuamente el rendimiento del I
alumno con el fin de evaluar su progreso y hacer las necesarias modifica-
I
ciones de la enseñanza. Es posible que algunos alumnos requieran una in-
vestigación lllás detenida de sus capacidades antes de pasar a la fase si- f
guiente.
I
Segunda fase: Reunión del equipo de la escuela \
iD narcca, s. d. de ediciunes
•
)
Medir e informar 205
J
I ÁREAS QUE SE
CONSIDERAN
¿QUÉ SÉ
SOBRE EL NIÑO?
¿QUÉ MÁS I
NECESITO SABER?
¿CÓMO PUEDO CONSEGUIR
ESA INFORMACIÓN?
I Física
I
1
1
Conducta social y
I emociOlMl
I
I
I Habla y lenguaje:
• oral,
I • escrito,
I
I
Cognitiva
I
I
I
I
Aspectos <Icadémicos
• lectura,
I • escritura,
•matemática,
I • otros
ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN
(0 nan;ea, s. a, de ediciones
\
Con frecuencia, se pasa por alto la revisión del registro acumulativo del
alumno (véase la figura 2) COU10 estrategia que deba incorporarse al proceso
de evaluación. La revisión completa de los informes y registros es una forma
excelerüe de fau1iliarizarse con las necesidades de aprendizaje del alumno,
así COIUO con su estilo de aprendizaje. Al anotar los cOll1entarios del maestro
que aparecen en los informes en un diagrama organizado por materias (p.
ej., matelnáticas, lectura, materias de interés personaD, a menudo aparecen
perfiles de los puntos fuertes y débiles del alumno que llevan al maestro a
formular una hipótesis inicial sobre las necesidades del estudiante. La com-
probación del nÚlnero de faltas de asistencia (y las razones), la apreciación
de un descenso del rendüniento o la detección de reiterados probletuas con
respecto a los hábitos de trabajo y a las destrezas de organización pueden
impulsar una investigación más detallada.
La entrevista del alumno con el tnaestro, que puede considerarse C01110 una
variante de la observación, constituye una estrategia importante que con-
viene utilizar en el proceso de evaluación. De la entrevista puede extraerse
la siguiente información:
@ narcea, s. a. de ediciones
Medir e informar 207
LENGUAJE
Escuchar: Hablar:
Escribir: Leer:
MATEMÁTICAS I
• Aritmética: Geometría: I Medida:
ÁREAS DE CONTENIDO
CONDUCTAS
•
208 Cullen y Pratt
Observación
@narcea,s.a. de ediciunes
Medir e informar 209
ACCIÓN REFLEXIÓN
COMPRENDER
PLANIFICAR
OBSERVAR
Ir • Conductas reladonadas con los criterios • ¿Estoy seguro de que veo esto y que no lo
establecidos. deduzco?
• Al alumno en actividades independientes • ¿Se comporta el alumno o alumna de
del maestro. forma diferente cU<lndo trabajo con él o
" • Cuando interactúo con el alumno. ella?
• Mientras utilizo un<l técnica de "ense- • ¿Cambia la conducta del alumno o
ñanza de prueba". altunna en situaciones diferentes?
• ¿Qué hace el alumno o alumna y cómo 10 • ¿Puede decirme algo el alumno o alumna
hace? sobre su conducta?
• ¿Tengo que modificar mis interacciones
con el alumno o altllnna para aun1entar
): mis conocimientos?
.
I
• ¿Soy sensible al lenguaje corporal, al perí-
odo de atención, al nivel de estrés y al per-
fil individual de aprendizaje del alumno o
alumna?,
REGISTRO I
• De la conducta observada, con todo de- • ¿Necesito ver al alun1no o aJUlnna en Ullil
talle. situi1ción diferente?
• Circunst<lncias relacionadas con 1<1con- • ¿Tengo que buscar algo más ahora
dueta observada (p. ej., condiciones am~ mismo?
bicnta1cs, factores de salud). • ¿He anotado con\entarios anecdóticos
pertinentes en relilción con lnis observa-
. ?
Clones.
• ¿Cómo puedo validar una hipótesis como
consecuencia de esta observación?
@narct'a. s. a. de l'dki()nes
210 Cullen y Pratt
Tests infonnales
Los tests infor111alesdeben reflejar los contenidos y procedhllientos de las ta-
reas típicas de aprendizaje desarrolladas en el aula. Este procedimiento
puede llevarse a cabo: 1) utilizando 111ateriales que el alull1no emplee nor-
ll1almente en clase, 2) descubriendo lo que el alull1no puede y no puede ha-
cer con estos 111ateriales,3) identificando las estrategias de aprendizaje utili-
zadas con resultados satisfactorios, 4) identificando las estrategias que
puedan ser útiles y 5) en1pleando técnicas de enseñanza como prucba para
determinar el éxito de estas estrategias.
Proyectos de grupo
Está haciéndose evidente que la evaluación de los alun1nos es una parte de
un proceso l1111Cho lnás amplio de educación y que una función del proceso
educativo consiste en preparar a los alun1nos para el nlundo laboral futuro.
Como casi todo el ll1undo tiene que confiar de alguna lnanera en los demás
en su trabajo, es esencial que la dinámica de grupo y el aprendizaje en grupo
tengan un lugar en todas las escuelas. Cuando se utilizan los principios del
aprendizaje cooperativo, los proyectos de grupo tienen grandes ventajas.
Con independencia de que el proyecto se desarrolle en lengua, ciencias na-
turales, arte dralnático o matelnáticas, los alumnos tienen la oportunidad de
que se los evalúe como miembros de un grupo. La evidente ventaja de utili-
zar esta forn1a de evaluación es que da oportunidad, tanto al maestro C01110
a los alU111nosde valorar las habilidades sociales. Talnbién permite cOlllpren-
der y apreciar las aportaciones de los delllás lniembros del grupo. Si nos li-
@ nan::ea, s. a. de ediciones
212 Cullcn y Pratt
AutoevaluaCÍón
Los empresarios piden cada vez más él sus elnpleados que se autoevalúen,
de 111aneraque ese proceso forn1e parte del programa de evaluación del ren-
dimiento. Para prolnover una colaboración libre y sincera entre el alu111noy
el maestro, por regla general, se debe perll1itir a los alull1nos que realicen al-
gún tipo de autoevaluación, como un elelnento más del programa total de
evaluación. Este tipo de evaluación debe utilizarse para:
Las dos formas principales de informar sobre el progreso del alumno son el
boletín de infonnación y la entrevista entre los padres y el maestro. El hecho
@narcea,s. a. de ediciones
214 CulIen y Pratt
CONCLUSIÓN
@n;¡rcea.S_;l. de ediciones
216 Cullen y Pratt
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I
I
I
I III
I
I Aspectos complementa íos
I
I
I
I
I
I
I
I
I .
I
I
I
I
I
I
I
I I
I
11
Perspectiva de los padres
sobre la calidad
de nuestras escuelas
@nllr;e<l,s.<l.deediciones
222 Strully, Buswell, New, Strully y Schaffner
@naree'l,s.'l.J",ediciones
!
Perspectiva de los padres sobre la calidad de nuestras escuelas 223
El aspecto más importante de una educación de calidad tiene que ver con la
acogida de todos los a1Ull1110S y su integración en la vida escolar. Comienza
cuando los padres matriculan a su hijo en la escuela y el director y el maes-
tro lnanifiestan su entusiasmo por educar a ese niño. Varios directores, como
Bill Gillenwater, de Greeley (Colorado, EE.UU.), Jim Jackson, de Cedar Fans
(Iowa, EE.UU.) y Brian Cunen, de Kitchener (Ontario, Canadá), manifiestan
su sincero placer por admitir a un nuevo alumno. Todos los alulnnos, nue-
vos o no, deben experimentar esta misma aceptación. Debe considerarse a
cada cual como uno más de la escuela. I
Por desgracia, muchos padres cuyos hijos han sido etiquetados como di-
ferentes reciben un mensaje muy distinto de los maestros y administradores.
Los autores han tenido que soportar reacciones ante sus hijos que van desde:
"Hay un progrmna lnaravilloso para niños COll10éste a unos 8 km. de aquí" r
hasta: "Nuestra escuela es muy competitiva y su hijo no se sentiría inte-
grado" y: "Sólo tenemos veinte ordenadores; no podemos prescindir de uno
para que lo utilice su hijo cuando hay niños que podrían beneficiarse real-
luente de su uso". Estas respuestas u otras seluejantes son mensajes eviden-
tes de que, sencillamente, no se quiere a algunos niños.
Lo que, en realidad subyace a este mensaje, :es que el niño en cuestión
es un individuo devaluado. El problema no consiste en que algunos niños
sean diferentesr sino que las diferencias se consideran de forma negativa e,
incluso, se destacan excesivamente. Como padres de niños a los quer en su
momento, un sistema educativo etiquetó cmuo diferentes, estamos orgullo-
sos de que nuestros hijos sean diferentes. Los niños son diferentes a causa
de sus personalidadesr dotes y talentos únicos. El hecho de ser diferente no
es una característica que las personas tengan que ocultar o deseen call1biar.
En vez de considerar las diferencias como un obstáculo que superar, con-
viene tener en cuenta las posibilidades de aprender de las personas diferen-
tes y contemplar las diferencias como una posibilidad para crecer y evolu-
cionar. Acoger a una persona es sinónimo de hon~arlar quererla y apreciarla.
Todo niño debe experituentar el auténtico significado de que se le acoja y se
le tenga gran estima. Acoger a alguien es el primer paso para aceptarlo por
sus dotes y talentos únicos. Dice mucho de la escuela y de lo que en ella se
produce.
En 1963r el joven negro James Meredith, trató de luatricularse en la uni-
versidad. La gente se puso en contrar gritándole que aquél no era su sitio.
Tuvieron que intervenir soldados armados para que la gente no le hiciera
daño cuando entraba en la facultad. Resultaba evidente que la llrliversityo/
Mississippi no era un lugar que admitiera la diversidad. Hoy día, parece
mentira que alguna vez pudiera haber ocurrido eso y da la sensación de que
la apertura mental de la gente es mayor. Sin emb'argo, en 1989, a una joven
@ niltCea, s. a. de ediciones
224 Strully,Bus\vell, New, Strully y Schaffner
j
a los alumnos es insuficiente. Los alumnos sah
los únicos responsables de
su aprendizaje. Los maestros deben ayudarles 'y apoyarles para que deseen
J aprender y desarrollarse. Alumnos y maestros comparten la responsabili-
dad de ayudar a todos los estudiantes a conseguir los objetivos que preten-
den. No obstante, los alumnos deben tomar parte en el proceso y no lim.i-
tarse a ser espectadores silenciosos, dejando a~otros que decidan sobre sus
I
vidas. I
1 Las decisiones curriculares se toman cuando un grupo de personas que
se ocupan de un alunlllo trabaja unido. No hayienfoques ni currículos prefa-
I I bricados, como tampoco hay atajos fáciles. Cuando las personas trabajan
) unidas para decidir el currículo de un alumno, es preciso hacerlo con res-
peto y aprecio hacia las perspectivas e ideas (ulicas de cada cual. Es más fre-
I cuente que el proceso de trabajar unidos lleve a las personas en la dirección
correcta que en la equivocada. I
1 __ - I
228 5trully, Buswel1, Ncw, 5trully y Schaffncr
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I
I
EN UN INSTITUTO, un alumno de secundaria, brillante y con buen rendi-
miento, acaba de finalizar u'na asignatura anual de geol11etría; sin embargo,
no tiene ni idea de cómo calcular la cantidad Ide papel necesario para em-
papelar las paredes de su habitación. Los alumnos mejicano-norteameri-
canos asisten a una escuela en la que las clase~ se inlparten exc1usivaInente
en inglés y en la que, prácticamente, se pasan por alto sus ricas experien-
cias culturales y lingüísticas. A los alumnos ton dificultades de aprendi-
zaje los envían a clases en las que hacen ejerbcios y practican una y otra
vez las destrezas básicas de matemáticas y d~ lectura, pero no aprenden a
aplicarlas a diversos trabajos, a mantener sus pagares ni a participar en las
elecciones de la comunidad. En esta escue~a urbana, la proporción de
alumnos que abandona los estudios se mantiene en un nivel alannante-
mente elevado porque no aprecian la utilidad de los contenidos de apren-
dizaje para su vida cotidiana. I
En otra escuela, los alulnnos aprenden juntos
, a descubrir soluciones y a
ponerlas en práctica en interacción con personas de su comunidad, coope-
rando en puestos auxiliares eventuales de dive'rsos organismos de la misma.
En las clases de esta escuela, se presta apoyo individualizado al aprendizaje
ESCOLARIZACIÓN TRADICIONAL:
ENSEÑANZA DE LAS DESTREZAS BÁSICAS
) MEDIANTE EL MODELO DE UNA FÁBRICA
~
Desde la aparicióll de las escuelas públicas en ~l siglo XIX,el currículo se ha
l basado en gran parte en un modelo de destrezas :básicas que divide las destre-
zas que se practican en la vida cotidiana en unidades menores y delimitadas,
I sin aplicarlas a la práctica (Anderson, Hiebert, Scott y Wilkinson, 1985;
1 Brown, Collins y Duguid, 1989). Este modelo se basa en la teoría del reduc-
cionislll0 ci~ntífico, que constituyó la base de h:l revolución industrial. Según
I Jones (1990), en este lllodelo, el aprendizaje consiste
, "esencialnlente, en las
técnicas de decodificación en ]a lectura, de cálculo en lnatemáticas y en llle-
I marizar diversos datos en historia y en cienc~as naturales ... 'las destrezas
I cognitivas de orden superior' son objetivos de~eables, pero sólo después de
que los alumnos dOlninen las de carácter básico" (p. 1).
1 Este modelo de educación da por supuesta la existencia de un conjunto
finito de conocilnientos y el hecho de que los alumnos pueden adquirir ese
I conjunto de infonnaciones. Sin embargo, C01110 señalan Johnson y Johnson
(1989), en los últimos 10 años, se han generado más conociInientos que en
I
toda la civilización. Los antiguos lnodelos de educación son incoherentes
I con el rápido crecimiento del corpus de inform'ación.
Por regla general, los currículos se han basado en adaptaciones de este
I nlodelo de destrezas básicas. Los currículos escolares vigentes se han simpli-
I ficado y, en algunos casos, las destrezas básicas, específicas se han dividido
en una secuencia evolutiva típica de enseñanza.
I Por desgracia, el 1110delode las destrezas básicas no sirve para definir el
contenido y los procedimientos de ensei'l3nza (Jones, 1990). Los alunlnos me-
morizan datos aislados, olvidándolos rápidamente a menudo. No utilizan la
abstracción en situaciones reales. Cada vez lnás, la bibliografía indica que el
aprendizaje de las destrezas básicas, incluso, se produce con mayor facilidad
cuando se aplican en el contexto de actividades significativas para el sujeto y
la comunidad (Anderson y cols., 1985; Brown y cols., 1989; Commission 011
Rcading, 1990; Greenberg, 1989; jones, 1990; Resnick y Klopfer, 1989; Rom-
berg, 1988; Wilcox y Bellamy, 1982).
Cuando los objetivos del currículo se analizaron "científicalllente" en
destrezas básicas definidas, el proceso de en~efianza se disefí.ó "racional-
11lente" de acuerdo con las econOlnÍas de escala. Según los autores del si-
glo XIX,las primeras escuelas públicas se crearon con el fin de preparar a la
gente para que se desenvolviera bien en las fá~ricas (Berryman, 1988; Jones,
1990). Por tanto, no es extraño que las escuelas se basaran en un lnodelo fa-
bril: cortos períodos de tielnpo para el aprend,izaje de las destrezas básicas
definidas, filas ordenadas de pupitres, interacCión y participación linlitadas
ele los alumnos y estructuras jerárquicas de gestión. Quizá, en su mon1ellto,
este enfoque fuese útil; sin embargo, el mercado de trabajo y la sociedad ac-
CURRÍCULO EFICAZ:
APRENDIZAJE MEDIANTE LA EXPERIENCIA
j
EN ACTIVIDADES COMUNITARIAS
Estos temas son coherentes con los esfuerzos realizados por muchos
educadores actuales para pronlover una enseñanza referida a la comunidad
(Falvey, 1988; Ford y cols., 1989; Wilcox y Bellamy, 1982, 1987). Combinada
con el uso cada vez rnayar del aprendizaje cooperativo y de otros enfoques
que apoyan el aprendizaje de muy diversos alumnos trabajando juntos, esa
reestructuración del currículo puede facilitar las actividades significativas
en unas escuelas integradas e inclusivas que estiInulen a los alumnos a tra-
bajar unidos, a apoyarse mutuanlente y a establecer relaciones.
CONTENIDOS DE APRENDIZAJE:
OBJETIVOS PARA LA VIDA COMUNITARIA COTIDIANA
I
cesitan aprender ellnáximo posible de estas materias. No obstante, todos los
alumnos tienen que aprender estas asignatur~s de nlanera que tengan una
finalidad y sean significativas para su vida. El currículo escolar debe am-
pliarse para incluir informaciones relativas a la vida diaria, a las destrezas
profesionales y a la resolución de problelnas lcomunitarios para todos los
alunulos.
¿Qué deben enseñar las escuelas? ¿Qué deben, aprender los alun1.l1os en la
escuela? A medida que se hace cada vez nlás eyidente que las destrezas bá-
sicas son objetivos de aprendizaje insuficiente~, los educadores y las comu-
nidades están comenzando a estudiar minuciosamente estas importantes
cuestiones. El marco de referencia elaborado constituirá la base del currícu-
lo escolar. La lista siguiente presenta unas orientaciones acerca de lo que
deben aprender los estudiantes en las escuelas, basadas en las investiga-
ciones y en la bibliografía recientes sobre la reestructuración eficaz del cu-
rrículo:
I
evaluación de las posibles soluciones. Esas destrezas
,
de pensamiento crítico
y de resolución de problemas deben constituir el fundamento de todo apren-
diza je, en vez de ponerlas a disposición de los alumnos
, únicamente después
de que hayan adquirido los "conocimientos básicos" (BerrYlnan, 1988; Iones,
1990; Resnick y Klopfer, 1989). Es más fácil aprender a resolver problemas
llevando a cabo actividades de resol'ución de problelnas reales que conside-
rándolo una materia independiente y abstracta (Benjamin, 1989). La partici-
pación de los alumnos en círculos de apoyo, e~ la planificación de la vida, en
la adaptación curricular y en otras actividades , pensadas para ayudar a los
compañeros da una ocasión excelente para aprender y utilizar destrezas de
pensamiento crítico, resolución de problemas~ trabajo en equipo e, incluso,
de gestión. I
Trabajo en equipo y comunicación interpersonal. Nuestra sociedad de-
pende cada vez n1ás de las relaciones interpersonales complejas; en conse-
cuencia, el trabajo en equipo y la comunicación interpersonal se están con-
virtiendo en objetivos educativos cada vez más in1portantes (Berryman,
1988). Los alumnos necesitan oportunidades para , trabajar en equipo en una
serie de actividades. El aprendizaje cooperativo emplea el trabajo en equipo
y la cooperación como objetivos adecuados de aprendizaje y como estrate-
gias de aprendizaje de otras destrezas (Johns0I1y Johnson, 1989). El desarro-
llo de destrezas de trabajo en equipo resultar~ muy valioso en la vida labo-
ral, por ejeu1plo, para diseñar y comprobar soluciones a problen1as técnicos
y sociales (Berryman, 1988).
@ n,1rcca. s. a. de ediciones
Aprendizaje referido a la comunidad 237
Destrezas fundamentales
PROCESO DE APRENDIZAJE:
APRENDIZAJE ACTIVO EN ACTIVIDADES APLICADAS
@ nare",,,, s. a. de edicione&
1
,
1
Aprendizaje referido a la comunidad 241
I
Los alumnos participan en un aprendizaje Jctivo. Ese aprendizaje es más
1 eficaz cuando se lleva a cabo en la comunidad.
I
Estructuración de un ambiente de aprendizajl acogedor
R I
Pueden utilizarse diversas estrategias didácticas y organizativas para estruc-
n turar el ambiente de aprendizaje de manera que lo estitnule y se acolnode a
las diversas capacidades y estilos. Los grandes :edificios escolares pueden di-
I vidirse en comunidades tuás pequeñas y cohesivas 11lediante la idea de crear
1 "escuelas dentro de las escuelas". En este modelo, un grupo definido de ma-
estros y alumnos llevan a cabo juntos todas l~s actividades de enseíi.anza.
Con frecuencia, estas "escuelas" crean sus propias identidades escogiendo
un nombre o mascota, organizando convivencias y planeando experiencias
de aprendizaje para toda la escuela en torno a
temas específicos (ecología,
guerra civit ferias multiculturales). Las clases :seleccionan diversos telnas y
los niños se reparten por todo el edificio. Los maestros también pueden es-
tructurar aulas y otros ambientes de manera: que estimulen el apoyo y el
aprendizaje cooperativo. Las clases que crean espacios cómodos, acogedores
y tranquilos estin1ulan a los niños a reunirse en pequeños grupos o por pare-
jas para leer en común o desarrollar actividades de resolución de problen1as.
A ¡nenudo, las aulas inclusivas tienen pequeflos , sofás, alfombras, cojines y
silloncitos. La ruptura con respecto al mobiliario típico de aula transmite la
sensación de que no se trata de una fábrica, de que es posible aprender có-
modamente y de que no a todo el mundo le gusta , ellnismo tipo de asiento.
Un alumno que utilice una silla de ruedas, muletas o alzas en el calzado es-
tará más cón1odo y se sentirá incluido en una 'clase en la que haya diversos
tipos de asientos. I
Esa diversidad de asientos puede estiu1ular también el aprendizaje en
las actividades aplicadas. Por ejemplo, puede~ , ponerse por parejas o grupos
de cuatro para facilitar las actividades cooperativas de aprendizaje. Johnson
y Johnson (1989) dicen que esto contribuye a crear unos grupos básicos, uni-
dades estables y a largo plazo que brindan apoyo, estímulo y ayuda. Estos
grupos básicos personalizan el trabajo acadé~ico y la experiencia escolar,
traduciéndose en un rendimiento superior en calidad
, y cantidad.
Adelnás de la creación de ambientes acog~dores de los alumnos para un
aprendizaje activo, las técnicas de enseí'íanza también pueden translnitir1es
la idea de que ellos constituyen el centro de sJ educación. Diversas técnicas,
como el aprendizaje cooperativo, las drmnatiZ:aciones, los proyectos y pro-
ducciones audiovisuales, los juegos y las experiencias, y las tutorías con1uni-
tarias, se adaptan a muy distintos intereses y e~tilos.
Johnson y Johnson (1989) sostienen que, por lo menos, el 60% del tra-
bajo que se desarrolle en el aula debe dedicarse a actividades de aprendi-
zaje cooperativo. El aprendizaje cooperativo permite
, que una clase se ocupe
de diversos objetivos, tanto en el terreno de las técnicas de aprendizaje
@ narc('a, s, a. de l,diciones
242 PctersOll, LeRa)', Fidd y \Vood
@ narc(,<l, s. a. de ediciolles
Aprendiz.;--ljereferido a la comunidad 243
•
244 PetersOll, LeRoy, Field y \Nood
de aplicar los conocimientos para resolver problemas sino quc cuando los
f f
alun1nos identifican los problemas del ll1undo real que quieren resolver, bus-
can el modo de adquirir los conocitnientos precisos. Por ejemplo, en una clase
de biología, el profesor hizo que los alu111nosaprendieran ecología, formas de
investigación científica y modos de medición científica. En esta actividad los f
@llilTCt'a,s. a. de ('dkiont'~
Aprendizaje referido a la comunidad 245
estudiantes fonnaron equipos de trabajo a los que se les encomendó que com-
probaran la calidad del agua del río cada dos selnanas. Los equipos recogie-
ron ll1uestras del agua, cultivaron los organismos y nüdieron los niveles de
diversos productos qUÍInicos presentes en el agua. Un estudiante, clasificado
COlnodiscapacitado psíquico profundo, ayudó en los experimentos y tuvo
ocasión de trabajar sobre algunos otros objetivos concretos, como cruzar la
calle, familiarizarse con el barrio y andar por un terreno irregular.
Un grupo de cuatro alumnos visita senlanalmente los negocios y empre-
sas de la ciudad para realizar una tarea de carácter periodístico. Vuelven a
clase para redactar un artículo sobre un negocio local para el periódico de la
escuela. El objetivo de dos alunlnos de este grupo consiste en adquirir las
habilidades necesarias para moverse por el barrio, conocerlo, comunicarse y
redactar historias. Otros dos alumnos que acompañan cada semana al grupo,
trabajan en técnicas de entrevista, producción de periódicos y redacción de
temas. Los cuatro alumnos trabajan juntos para cumplir sus respectivos ob-
jetivos individuales y practicar sus destrezas. .
Los alumnos de una clase de pequeños se dividen en grupos reducidos
para acudir a la biblioteca de la ciudad. Los padres y algunos voluntarios lo-
cales ayudan a los grupos en cada visita. Los alumnos están aprendiendo a
cruzar las calles, identificar las señales, utilizar los recursos de la biblioteca,
encontrar libros y sacar en préstanlo los libros relacionados con un tema con-
creto o trabajo que deban realizar. Si algún alumno o alumna requiere cierta
práctica adicional para dominar estas destrezas, acompaña a distintos gru-
pos en las visitas a la biblioteca.
En otro grupo de lnayores, la colaboración entre la clase y una agencia
local de un banco permitió a los alumnos practicar diversas actividades de
interés académico, comunitario y profesional durante el curso. Pequeños
grupos de alunlnos van en autobús al banco varias veces al año. Aprenden
diversos aspectos de las operaciones bancarias y de las funciones del perso-
nal de la agencia, desarrollan habilidades sociales y aprenden a manejar di-
nero. Además, cmnen con el personal del banco y siguen su rutina. Distintos
alumnos participan en actividades diferentes, aprendiendo de acuerdo con
sus propias necesidades: uno se entera de las operaciones de crédito, otro
ayuda al cajero y otro alumno cuenta dinero en la cámara acorazada.
Las experiencias referentes a la conlunidad abundan en los colegios locales
cmnprometidos con la prOlnoción de un aprendizaje activo e inclusivo para to-
dos los ah.llnnos. En una clase de física, los equipos de alumnos trabajan con
una empresa local de bioingeniería para desarrollar aparatos que sirvan a la
lnejor adaptación de un compañero. En la clase de econolnÍa dOlnéstica, los
equipos de alumnos acuden por turno una vez a la selnana a una iglesia local
para preparar el desayuno del centro de acogida. En las clases de arte y de em-
presa, los equipos de alumnos trabajan como internos en uno de los cuatro cen-
tros de arte locales, desarrollando sus conocil11ientos prácticos de 111árketing,
selección de acontecimientos artísticos, venta de entradas y gestión de enlpresa.
@narcei'l, s. a. de ediciones
246 Petcrson, LcRoy,Field y Wood
Los sistemas escolares tienen que efectuar cambios fundmnentales con res-
pecto al contenido y la inlpartición del currículo si quieren que el aprendi-
Aprendizaje referido a la comunidad 247
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Jennifer Coots
y Susann Terry-Gage
I
, ,1
HISTORICAMENTE, LA FUNCION de las escuelas ha consistido en crear
una ciudadanía alfabetizada (Bastian, Fruchter, Gittel y Haskins, 1988; Ra-
vieh, 1983). El objetivo era desarrollar unas bases teóricas que promovieran
una ciudadanía eficaz y productiva. Sin embargo, un nún1ero creciente de
padres, educadores y personas de la com.unidad , han etnpezado a preocu-
parse por la capacidad de la escuela de satisfacer este objetivo y por el grado
en que esta atención restringida a lo teórico prepare suficientelnente a los
alulnnos para la vida fuera del ámbito escolar.
@narceil,s.il.deediciones
252 Coots y Terry-Gage
Fa!;o,.'ey,
J
I Actividades extracurriculares 253
I
de apoyo cuando un alulnno no esté seguro de poder cumplir los requisitos
necesarios para participar y sea incapaz de hacerlo, de fOfIna independiente
en las actividades (p. ej., un alulnno que no pueda hablar, leer o escribir,
puede participar en el club de prensa del instituto, con la ayuda de un
asistente que ponga por escrito sus pensamientos y sentimientos, transmiti-
dos por su n1irada y expresión corporal). En algtll10s casos, es posible reclu-
tar y preparar a los alun1nos mayores para que presten apoyo a sus con1pa-
ñeros n1ás pequeños que 10 necesiten. Por ejemplo, un alulnno bilingüe de
cuarto puede acompañar a un cOlnpañero monolingüe de primero al club de
scouts y hacer de intérprete con los demás compañeros y con ellnonitor, así
con10 enseÍlar inglés al pequeño y el idio1l1a de éste a los demás.
El apoyo de tipo infonnativo consiste en proporcionar infonllación a los
111aestroso profesores para que puedan hacer atcesible la actividad a todos
los alulllnos. Por ejemplo, la adaptación de reglas puede suponer que se per-
111itaa un aluluno batear una pelota de béisbol plarada,
, en vez de hacerlo con
una lanzada, porque es capaz de golpear una pelota estable, pero no en 1110-
vin1icnto. Otro ejemplo consiste en proporcionar , información sobre las ca-
racterÍsticas y necesidades de un alun1no al personal que supervisa las acti-
vidades extracurriculares. Un alun1no que padezca ataques frecuentes debe
estar vigilado por personas que hayan sido informadas del tipo de ataques
que suele padecer y de los procedin1ientos adec~Jados que seguir en caso de
que ocurra.
Por regla general, los alumnos de todas las edade~ pueden participar en diver-
sas actividades extracurriculares en sus respectivas con1unidades, incluidas
sus escuelas. El carácter y el tipo de las activid4des vaTÍa según las edades.
Este apartado presenta las bases para ofrecer actividades extracurriculares a
niños y adolescentes de diversas edades, menciona actividades extracurricu-
lares corrientes y presenta y describe distintas estrategias para incluir a to-
dos los allunnos en ellas.
Clases de música.
Clases de danza.
Clases de informática.
Clases de natación.
Gimnasia.
Clases de cocina.
Clases de música y arte en el museo local.
Actividades y clases patrocinadas por las parroquias.
Artes y oficios.
Grupos teatrales de barrio.
Programas de asistencia diurna y postescolares.
tos. Por último, los padres pueden colaborar en el transporte en coches parti-
culares, preparando bocadillos o proporcionando otra clase de ayuda.
Primaria
Durante la educación primaria, los niños en1piezan a explorar sus habilidades
y capacidades, descubriendo aquéllas en las que destacan. Las actividades ex-
tracurriculares prestan una ayuda adicional para que los niños descubran y de-
sarrollen sus talentos. Además, los de escuela primaria entablan relaciones y
alnistades que perduran durante mucho tien1po, toda la vida incluso. Las acti-
vidades extracurriculares facilitan el desarrollo y el mantenimiento de esas re-
laciones y amistades. Por último, habida cuenta del gran número de fan1ilias en
que el padre y la madre trabajan fuera de casa, muchos niños de primaria par-
ticipan en progran1as y servicios de asistencia diurna o postescolares, que pue-
den considerarse actividades extracurriculares y dar numerosas oportunidades
a los niílos para promover amistades, adquirir destrezas que no suelen ense-
ñarse en las escuelas y obtener ayuda con1plementaria para realizar sus tareas.
He aquí diversas actividades extracurriculares en las que pueden tOlnar
parte los alumnos de escuelas primarias:
* Especie de béisbol sobre un campo m,ís pequeño que el normal, con pelota grande y blanda.
Secundaria
Por su edad, los alulnnos de secundaria comienzan a independizarse de
sus falnilias. También empiezan a preocuparse por su futuro -carrera, tra-
bajo y educación postsecundaria- y por las redes de compañeros y las re-
laciones entre ellos. Las actividades extracurriculares les dan ocasión para
ir independizándose de sus faulilias, explorar sus posibilidades de promo-
ción y establecer redes de amigos.
Hay 111uchasactividades extracurriculares adecuadas a los altllnnos de
secundaria; he aquí algunas:
, I
ron un círculo de mnigos para ellos mismos y para sus cOlnpañeros. El
Friendslzip Club sigue siendo uno de los lnás populares del campus.
Los padres u otras personas interesadas tmnbién pueden organizar los
traslados en coche desde su barrio a la escuela y viceversa, acontecimientos
deportivos, bailes y otras actividades en la escuela y en el barrio. Además, los
profesores y los padres deben asegurarse de que los alumnos obtengan sus
tarjetas de identidad escolar que les faciliten el acceso a acontecimientos y ac-
tividades patrocinados por el instituto, se inscriban en clubes y sepan cuándo
, I y adónde acudir para las reuniones y acontecimientos de los mislllos.
CONCLUSIÓN
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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@naH'ca,S, a, dE'ediciolles
I
14
El currículo en las eschelas
I orientadas a la inclusi~n
I I
Tendencias, cuestiones, problemas
y posibles soluciones I
Míchael F. Gíangreco1
I
I He llevado a cabo siete emrevistas semiestruCll\radas, de entre hora y media y dos horas y media
de duración, con Ann Nevin, profesora de Special Educar/oll de la Universidad de VcrmonL Las pregun-
tas que le planteé se refclian a sus búsquedas en el sistema ERre y a los recursos utilizados en sus clases
de métodos educativos. Deseo manifestar mi agradecimiento a:Ann por sus aportaciones cscritas. sus co-
rrecciones y sus perspectivas en relación con las tendcncias, cuestiones, problemas y posibles soluciones
para facilitar la adopción del currículo para las escuelas inclu~ivas. Quiero dar las g~-acias también a mi
colega Chigee Cloninger por sus valiosas y a menudo divertid~s sugerencias. Por Ú1tllTIO, deseo expresar
mi sincero aaradecimiento a las personas de las escuelas Clwrlestoll Elementar).', lraslmrg Elemel1fary.
Park Su'al Elementary (Springfield), Sheldol1 Elemellflll)' y SI. AliJan 's Bl/Y Elemcllfl/ry por darme la
oportunidad de aprender de sus trabajos orientados hacia la inclusión.
@nMcca,s.n. de edidones
262 Giangrcco
Decir que las clases de educación general de las escuelas de los barrios aco-
gen y facilitan experiencias de aprendizaje significativas a todos los alumnos,
con independencia de sus características, sería negar la evidencia. A nledida
que se sigue discutiendo y analizando la falta de equidad de una enseñanza
separada y desigual, un nÚlnero cada vez mayor de padres y de profesiona-
les se esfuerza por hacer algo al respecto.
'-~:~~';. - '. Z Se llevaron a cabo entrevislas semiestrueluradas con personas que trabajan en o con escuelas
orientadas a la inclusión. La duración de estas entrevistas osciló entre treinta y sesenta minutos. En ellas,
se hicieron preguntas sobre las características de las escuelas o del personal que las hacía inclusivas. El
autor agradece a Michael Collins, Richard DeYoung, Lauric LaPlant, George Salambier y Richard Villa
sus indicaciones sobre diversas eseuclas de Vermonl y a Gordon Porter sus puntos de vista sobre la inclu-
sión en Ncw Brunswick (Canadá).
(f.lnarcea, s. a. de ediciones
1,
,
El currículo en las escuelas orientadas él la inclusión 263
I
Durante las visitas con algunas personas de orientación inclusiva que
trabajan en escuelas de Vermant, el autor observó un conjunto de sCluejan-
zas entre las escuelas y las personas que trabaj~n en ellas. La tuayaría de es-
tas personas insisten en el equilibrio entre el rendin1iento académico y fun-
cional de sus alun11105 y Jos aspectos sociales y personales de la enseñanza.
En can1bio, en las escuelas tradicionales, hay personas que quitan im.-
portancia él los aspectos sociales y personales de la experiencia escolar. En al-
gunos casos, se racionaliza la división en grupos con currículos diferentes, la
segregación y la agrupación homogénea de los ,'alumnos en aras del cUnl.pli-
miento de objetivos académicos. Los progran1as que se ocupan exclusiva-
lTIente de las cuestiones académicas y funcionales pueden lograr la gradua-
ción de aluIl1nos que posean una alfabetizacióil básica o destrezas de 111era
supervivencia, aunque carezcan de las redes slociales y de las experiencias
vitales necesarias para aplicar estas destrezas de manera que faciliten su de-
sarrollo posterior y su participación en actividades personal y socialnlente
l
valoradas. La consecuencia 111ásprobable de la escolarización separada, ba-
sada en la consecución de objetivos acadélTIicos:es el aUlnento de las diferen-
cias entre quienes "tienen" y quienes "no tienen" (Lipsky y Gartner, 1989).
Los intentos precedentes de llevar a cabo agrupamientos heterogéneos
de estudiantes se centraban exclusivan1ente en1los beneficios sociales y per-
sonales de la inclusión (p. ej., pertenencia al grupo, mnistad). Se restaba iIll-
portancia a la consecución de los objetivos acadénücos, traduciéndose en un
gasto indebido de potencial hUlnano. Esas prácticas pusieron en entredicho
las interdependencias entre la participación en la ensei\anza cOlnpartida, la
iInagcn que el alUl11nOtuviera de sí luismo y la aceptación social. Su presen-
cia en los lnisnl0s lugares y sus experiencias COIllunes de aprendizaje influ-
yen en la fonna de pcrcibirse a sí Illismos y de percibir a los delnás (5chnor1',
1991). Los defensores de la inclusión no parecen dispuestos a sacrificar los
aspectos sociales y personales ni los acadél11icos y funcionales de los progra-
mas educativos. !
En el proceso de identificación de una serie de resultados sociales y
personales, por una parte, y académicos y ftulcionales, por otra, el perso-
nal de las escuelas de orientación inclusiva tra'ta de establecer una relación
clara entre el proyecto educativo de la escuela y la calidad de vida del
alumnado. Pretenden asegurar la mejora de la vida de los alumnos COlTIO
consecuencia de su presencia en la escuela.ISe crean oportunidades de
aprendizaje orientadas al logro de buenos resultados y se evalúan para de-
tenl1inar si producen los que se pretende. La evaluación del éxito del
alumno en la escuela no debe limitarse a unas' conductas estrictmnente de-
finidas, sino extenderse a resultados significativos que, de forma directa o
indirecta, estén relacionados con la 111ejorade la calidad de vida de la per-
sona (Meyer y Janney, 1989).
En todas las escuelas de orientación inclusiva visitadas por el autor,
puede identificarse, al Jl1enOS,un líder que impulsa las reforn1as a favor de
Tendencias sociales
En cuanto instituciones sociales, no es posible cOlnprender plenamente las
escuelas fuera del contexto de las influencias sociales y culturales. Con inde-
pendencia de que creamos o no que las escuelas son un reflejo de la socie-
dad, responden a. las necesidades sociales o existen para proporcionar un •
modelo a la sociedad, es innegable que las escuelas están relacionadas con
lnúltiples características de la cultura y de la sociedad. Los problemas do-
luésticos contemporáneos, como los calubios fundamentales de la configura-
••
ción de las fanlilias (p. ej., las fanlilias nlonoparentales), la carencia de vi-
vienda, el hambre, la inmigración de personas que hablan 111UY distintos
idiomas, el deselupleo, los e111barazos de adolescentes y el abuso de drogas
plantean a las escuelas urbanas, suburbanas y rurales el problenla de adap-
tarse para. satisfacer las necesidades de los alumnos y de la sociedad, para
influir en ellas o para ambas cosas. Ante estos problemas, el hecho de afe-
•
•
@1l<1rcea,S. ct. d.e ediciones
El currículo en 1"5 escuelas orient"das a la inclusión 265
@narren,s. J. de ediciones
1_-
266 Gidngreco
@n¡ucea, s. a. de edidones
,I
El currículo en las escuelas orientadas a 1<l inclusión 267
Relevancia curricular
La garantía de la relevancia de los contenidos curriculares constituye un pro-
blema al que se enfrentan continuamente las escuelas, puesto que está deter-
minado, en parte, por las características siempre canlbiantes del a111biente y
de la cultura, así como por las necesidades y opiniones de los consumidores.
Aunque el clhna, la cultura, la población, la tecnología y la economía varían
de un sitio a otro, ciertos objetivos generales de la educación siguen siendo
relevantes en todos los monlentos y ambientes. A continuación, menciona-
mos algunos objetivos del currículo de orientación inclusiva que pueden ac-
tualizarse individualnlente para alunlnos con características y necesidades
diversas (Dewey, 1897; Goodlad, 1979; Mil1l1esota State Board of Educatio11,
1990; Ysseldyke y Algozzine, 1982):
@llarct"a,s. a. de t'dícíOllt"S
I
I
El currÍCulo en las escuelas orientadas a la inclusión 269
Establecer, mantener
I
y ampliar unas relaciones nlutuas significativas con
los demás. I
Adquirir conocimientos y aplicarlos a la participación en la comunidad y
como ciudadano. I
Resolver problclnas personal o socialmente significativos.
Desarrollar el aprecio de la creatividad y la e'stética y las capacidades co-
rrespondientes. 1
Valorar, aceptar y comprender la diversidad y la interdependencia hu-
manas. I
Atender las necesidades humanas mediante la cooperación.
Afrontar los cambios iniciados por uno nlismo o por otros.
Utilizar el tiempo de ocio de forma que teng'a un valor personal y social.
Adquirir competencias que mantengan y refuercen la salud personal.
Adquirir destrezas útiles para la vida en el hogar.
Ser productivo en el terreno profesional (contribuir total o parcialmente
al propio sustento). I
I
Como señalamos antes, las personas que trabajan en escuelas de orienta-
ción inclusiva tratan de garantizar la mejora de ~a vida de todos los alumnos
corno consecuencia de su paso por la escuela. Por tanto, los objetivos del cu-
rrículo orientado a la inclusión reflejan lo que,jhistóricamente, la sociedad
ha considerado resultados deseables para lTIuchos alumnos y procuran que
estos mismos resultados se extiendan a fodos losl, alumnos.
Cuando exarninalTIOS los objetivos del currículo de orientación inclusiva,
es difícil hacer excepción de alguno de estos resultados práctica y teóricalTIente
deseables. Sin embargo, hay arguu1entos que sostienen
, que tales resultados op-
tiu1istas son poco realistas o inalcanzables para algunos niños, lo que hace obli-
gada la exclusión de algunos alumnos. La racionalización de la exclusión de
ciertos alumnos concretos a causa de determinadas características personales
en beneficio de la mayoría es intrínsecamente perjudicial para la mejora de la
educación. COlTIOdeCÍa Donald Baer (1981) en su ensayo sobre la educabilidad:
"Procederé como si todos los niños fuesen cnpacJs, de aprender cuando reciben ense-
i1allza. Nótese que este enunciado es muy cómodo en el nivel de la política. Si
procedo de este modo, a veces -con frecuencial quizá~ tendré razón yeso será
bueno para los niií.os, bueno para la sociedad yibueno para la ciencia de la con-
ducta. Lo bueno no es que tenga razón (por mucho que me guste), sino que al-
gunos niií.os que, en caso contrario, se pensaría que no pueden aprender, al me-
nos, aprenden algo útil para ellos yeso será bu'eno para ellos. En la medida en
que esos esfuerzos ponen de manifiesto que esta sociedad quiere hacer todo 10
posible incluso por los niños más desgraciados de la sociedad, eso es bueno
para la sociedad y, en consecuencia, para todos sus niños, aunque estos niños
sólo consigan dar un paso para ayudarse mejor a sí mismos en toda su vida. Y,
en la medida en que, a veces, acabamos teniendo éxito a la hora de enseí'íar a
un niño con el que hemos fracasado una y otra Ivez en nuestras tentativas ante-
@narcea,s.a. de ediciones
270 Giangrcco
Prácticas docentes
El hecho de tratar de conseguir los objetivos del currÍCulo orientado a la in-
clusión da oportunidad a los educadores de aprender y perfeccionarse.
Cuando la educación ordinaria sólo era accesible a los alumnos que se consi-
deraban fáciles de enseñar, aunque los educadores violasen casi todos los
preceptos conocidos de la buena enseñanza, los alumnos aprendían. Los
lnaestros sabían que, si los alumnos fracasaban, pasarían bajo la responsabi-
lidad de otra persona. Por fortuna, había bastantes educadores compronleti-
dos con la mejora educativa para lnodificar esta tendencia con excelentes re-
sultados, no sólo para los alumnos antes excluidos, sino para todos.
Las aulas inclusivas de nuestros días constituyen anlbientes estünulan-
tes del aprendizaje para los alumnos y para los adultos, en los que se insiste
en el aprendizaje activo, los alumnos trabajan en grupos cooperativos y la
resolución de problelnas se traduce en una serie de soluciones nuevas y no
en una única respuesta correcta. Si los educadores pretenden que sus alum-
nos consigan un conjunto de resultados significativos, de nada sirve mante-
ner el statu qua de las lecciones lnagistrales, los cuadernos de trabajo y las fi-
chas de trabajo en las clases heterogéneas. La presión ejercida por los
agrupanlientos heterogéneos en el diseño curricular fuerza a los maestros a
excluir a algunos alumnos (manteniéndolos o no dentro del aula) o a afron-
@n"rcca,s. a. J~ediciones
El currículo en las escuelas orientadas a la inclusión 273
Una il1l1ovaciól1 es una idea, práctica u objeto que el individuo o unidad que
lo adopte considere nuevo. En lo que se refiere a la conducta humana, poco im-
porta que la idea sea o no objetivamente nueva de acuerdo con el lapso de
tiempo transcurrido desde su primera utilización o descubrimiento. La nove-
dad de la idea que percibe el individuo determina su reacción ante eIJa. Si al in-
dividuo le parece nueva, la idea es una innovación (p. 11).
La difusión es el proceso por el que una innovación se transmite en el tiempo,
a través de ciertos canales, entre los miembros de un sistema social. Es un tipo
especial de comunicación, en el que los mensajes tienen relación con ideas nue-
vas. La novedad de la idea que contiene el mensaje de la comunicación otorga
su carácter especial a la difusión (p. 5).
La novedad supone la presencia de cierto grado de incertidumbre (p. 6).
Organización ad hoc
Los directores escolares son los responsables de la adopción de una de las
primeras medidas para promover unos an1bientes, unos currículos y una en-
Ü ll.lrCl'<l, s. d. de ediciones
El currículo en las escuelas orientadas a la inclusÍón 275
o nilTcea, s_ a. de cdiciollCs
276 Giangrcco
"Siempre y cuando queramos, podemos enseilar con éxito a todos los ni-
ilos cuya escolarización nos afecte. Ya sabemos más de lo necesario para ha-
cerlo. Que lo hagamos o no dependerá, en último extremo, de nuestros sen-
timientos ante la realidad de que, hasta ahora, no hayamos hecho nada al
respecto" (p. 29).
Estrategia Resultados
Establecimiento y construcción del con- Supuestos y convicciones comunes
senso
@narcea, $. a. de ediciones
El currículo en las escuelas orientadas a la inclusión 277
Tres mineros están trabajando en una galería cuando oyen un ruido raro y
se apagan las luces. Los mineros huelen lo que les parece una fuga de gas. Sin
pararse a pensar en todos los aspectos de la situaci6n, un minero enciende
una cerilla para poder ver algo. Por suerte, la explosión fue poco importante,
produciéndole sólo algunos rasgui1os. Los otros dos mineros, comprensible-
mente enfadados por la imprudencia de su compai1ero, le preguntaron por
qué había encendido la cerilla. Explico: "Nos haCÍa falta luz y pensé que era
una buena idea".
Desde tiempo inmemorial, tenemos datos que nos indican que las ceri-
llas producen luz y calor. Sin embargo, el hecho de que algo produzca un
efecto concreto no significa que deba utilizarse sielnpre; tmnbién hay que
considerar otros factores. Si, a la hora de adoptar una innovación, nos basa-
mos sólo en los datos de investigaciones que respalden su eficacia, es posible
!
278 Giang«co
I
nes y sistemas que puedan provocar catllbios en las comunidades. Las accio-
nes profesionales conllevan el conocimiento de las tendencias, las investiga-
I ciones y la bibliografía al uso, dentro y fuera del campo de la educación. Al-
gunas de las ideas más acertadas para mejorar el currículo y la enseñanza
I pueden ser consecuencia de la implantación de ideas procedentes de otros
can1pos. Los educadores deben tOlllar las uledidas necesarias para proseguir
I activan1cnte su aprendizaje. Por últiu10, cuando los educadores lleven a cabo
I sus acciones personales, políticas y profesionales, crearán oportunidades
para asumir riesgos y constituirse en ejemplos que 1lluevan a otros a actuar
I con ellos. De este modc>,una sola persona puede ser eje del cambio.
Con frecuencia, las acciones encaminadas al cambio se inician con el
I "1nejor pronóstico", en un plan experin1cntal y;
de evaluación. Esto no signi-
fica que la iniciación del cambio sea algo tan casual que no importe lo que se
I haga pritnero. El cambio puede comenzar de muy diversas formas y en dis-
I tintos lugares, fundándose en n1uchos factores exclusivos de una situación.
La necesidad de más escuelas y programas educativos inclusivos exige ac-
I tuar, con independencia de la magnitud aparente de la acción. Como decía
Alex Osborn, que acuií.ó el término brninstorl11ing ("torbellino de ideas"),
I "una idea razonable lista para utilizarla es mejor que una buena idea que
haya que pulir" (Parnes, 1988, p. 37).
,
Descubrir adónde se dirigen los program.éls de orientación inclusiva y aprender
más sobre ellos.
@nafeea,s. a. de edicíone~
~
280 Giangreco •
Tabla 2. (ContÍ1ll1aciól1)
Hacer que se reconozca, en los planos local, regional y nacional, el trabajo ejem-
plar de las personas que tratan de conseguir una ensei1anza orientada a la in-
clusión en sus comunidades respectivas.
•
psicología, fisioterapia, terapia ocupacional, logopedia) para conocer mejor su
trabajo.
Hacer algún curso para aprender nuevas técnicas docentes con alumnos que pre-
senten mnyores diferencias individuales y a adaptar el currículo.
•
•
Tabla 3. (Colltillllf1cióll)
Fotocopiar los índices de las revistas educativas y enviarlas a los maestros o pro-
fesores de la escuela de manera que puedan conocer los estudios más recientes
y leer los artículos más interesantes.
Someter con regularidad a crítica con los compañeros la bibliografía reciente so-
bre el currículo y la enseñanza. 1
:
Establecer equipos de planificación para alumnos concretos.
CONCLUSIÓN
Es innegable que el n1undo está cau1biando. Los educadores tienen que ele-
gir el modo de que el hecho de estar en la escuela mejore la vida de sus aluln-
nos. Un buen punto de partida puede ser reunirse con otros miembros de
cOlnunidades escolares para deteru1inar qué deben aprender los niños. Una
vez conseguido esto, al menos inicialmente (está en continuo cambio), las ta-
reas siguientes consisten en diseñar actuaciones docentes que ayuden a con-
seguir los objetivos de los alumnos y seleccionar foru1as de organización es-
colar que respalden el currículo y la enseñanza.
Existen escuelas de orientación inclusiva, aunque siga siendo un pro-
bleu1a su expansión. No todas las escuelas inclusivas son modelos de exce-
lencia con respecto al currículo y la enseñanza. La calidad de la educación
de las escuelas inclusivas varía de forma espectacular. Los esfuerzos cons-
tantes para reestructurar las escuelas e integrar las innovaciones deben con-
ducir al posterior perfeccionan1iento y a unos lnodelos más numerosos de
inclusión sin luerrna de la enseñanza.
Aunque este capítulo sugiere métodos para que los individuos y los gru-
pos faciliten la escolaridad orientada a la inclusión mediante el currículo y la
i5 narcea. s. a. de ediciones
••
282 Giangreco
@n<lrCll<1,s. n. de ediciones
El currículo en las escuelas orientadas a la inclusión 283
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••
@narcea,s. a. de ediciones
Autores
Terri Vandercook
••
•
lnstitute on Community Integraban
Su san Stainback University of Minne.sota
College of Educaban
University of Northern lowa Richard A. Villa
Winooski School District
•
University of Northern lowa Wayne 5tate Univer.sity, Detroit
••
•
••
•
@ narcea, s. a. de ediciones
••
"
Indice de nombres
Cox, J.: 84
Crabbe, A.: 266, 284
232,249,253,259,266,283
Forest, M.: 15-1S; 29, 33, 34, 35, 83, 100, 101,
•
Crealock, C: 203,216
Crimmins, D.: 166, 177
CroS5, T.: 104, 117
Cu11en, B.: 195-217
115,117,120,132,133,151,152,159,160,
199,211,217,249,258,259,274,285
Fox, T.: 134,266, 284, 286
f"oxx, R.: 164, 177
•
Cummings, C: 149, 159 Friend, M.: 25, 34, 140, 159
Curlis, M.: 109,116 Fruchter, N.: 251, 259
Curtis, v.: 104, 105, 106, 107, 108, 110, 114, 116,
117,133,266,284
Curwin, R.: 136, 154, 155, 158, 159
Fullan, M.: 273, 284
Galloway, C: 105,117
Gardner, 1-1.:249
••
Chalfant, J.: 107, 114, 116, 135, 159
Chard, S.: 68, 80
Gardner, J.: 234, 239, 240, 249
Gartner, A.: 88, 101, 141, 159, 194, 199, 211,
•
•
Christenson, S.: 111, 117, 125, 134, 135, 159 216,263,266,274,284,285
Gaylord-Ross, R.: 100, 115, 116, 133, 166, 172,
177,259
Oarch, C: 112, 117
Gennari, P.: 148, 161
Oavern, L: 55-SO; 92, 100, 112, 116, 120, 133, Giangreco, M.: 119-134, 261-286; 87, 112, 116,
249,253,259 148,179,194
David, S.: 47, 54 Gibran, K.: 158, 159
Ocal, T.: 273, 283 Gittcl, M.: 251, 259
Ocde, C: 266, 284 Gbsser, W.: 136, 154, 155, 159
Dempsy, P.: 249 Glatthorn, A.: 101, 143, 159
Dennis, R.: 126 Gliedman, J.: 163
Deno, S.: 216
Dentan, W.: 244, 249
Dennan-Sparks, L.: 40, 45, 54
Oeschler, D.: 266, 284
Godeck, J.: 286
Go£f, A.: 266
Good, T.: 147, 159
Goodlad, K: 56, 79, 268, 284
•
Oeutchman, L.: 112, 117 Graden, J.: 103-177; 133, 135, 159,266,279,284
Oewey, J.: 268, 284 Grant, C: 39, 41, 54, 70
0011, R.: 100 Greenberg, J.: 231, 244, 249
Donnellan, A.: 165, 166, 167, 176, 177 Greer, C: 259
Duguid, P.: 231, 249 Grenot-Scheyer, M.: 112, 116, 252, 259
Durand, Y.: 165, 166, 173, 177 Gruenwald, L.: 100
Dyasi, N.: 235,250
@ narcea, s. u. Je ediciones
Índice de auto,es 291
I
Hickman, J.: 108, 116 Leu, J.: 250
Hierbert, E.: 231, 248, 267, 284 Levin, H.: 266, 278, 283, 285
Hil!,E" 266, 282, 286 Lewis, K: 150
Hill, M.: 284 Lezotte~ L.: 266, 285
Hitzing, W.: 163-177 Lickona, T.: 73, 80
Hoffer, T.: 23, 24, 34 Liebenmm, J.: 252
Holburn, S.: 283 Lipner, c.: 177
Holubee, E.: 68, 80, 136, 160, 266, 280, 284 Lipsky, D.: 88, 101, 194, 199,211,216,263,266,
Horn, E.: 266, 286 274)284,285
Horner, R.: 123, 133 Lipton,IM.: 64, 66, 80
Hough.ton, A.: 133 Lusthaús, E.: 120, 133, 151, 152, 154, 159, 160,
Hourcade, J.: 25,34,140,159 258; 259
Howard, M.: 159
Hulgin, P.: 170
I
Macdonald, c.: 119-134; 250, 274, 286
Hllnter, M.: 148, 159 Madalls, G.: 248
Maeroff, G.: 23, 24, 34
Idol-Macstas, L.: 114, 116, 135, 159 Mark, F.: 105, 117
lverson, V.: 132 Marten's, B.: 107, 112, 117
Martin~Reynolds,
, J.: 105, 117
Jaekson, H.: 21-35; 104,112 Maruyama, G.: 118, 160, 266, 284
Janncy, R.: 123, 133, 263 Mattison, R.: 173, 176
Je,mchild, L.: 179-194 McCullough, L.: 115, 117
Jol1nson, D.: 68, 80, 86, 101, 112, 114, 116, 159, McDiJl; D.: 101
160,231,240,242,249,252,259,272,280, McLaugh1in, M.: 23, 34
284 Medina, M.: 195, 199, 217
Jol1nson, F.: 68, 86,100,112,136,231,235,266, Mcdway, F.: 117
272,280,284 Mendler, A.: 136, 154, 155, 158, 159
Jol1nson, L.: 117, 136, 143 Mesaros, R.: 165, 177
}0I1n50n, R.: SO, 101, 107, 116, 143, 144, 159, Melzler, J.: 282, 284
160,231,235,240,242,249,252,259,266 Meyer, L.: 112, 116, 120, 123, 133, 160, 176, 177,
Jones, B.: 99, 101,231,232,233,235,236,249 194;249,263,280,284
Jorgensen, J.: 100 Miller, J.: 101
Mirenda, P.: 165, 177
Kahne, J.: 24, 34 Moravec,j.: 83-101
Kaisel~ R.: 54 MorrisJ R.: 173, 177
Kampschoer, E.: 100 Moultrie, R.: 107, 1]6, ]35, 15Y
Katz, L.: 68, 80
MountJ B.: 172, 177
Kel!y, J.' 84
Murphy, J.: 34
Kcrcwsky, W.: 70, 79
Kigcr, G.: 48 I
Naisbitt, J.: 265, 285
King, R.: 54
Kireschcnbaum, H.: 157, 160 Natriello, G.: 101, 271, 285
Klopfer, n.: 231, 235, 249 Negri-~houltz, N.: 176, 177
Knicp, W.: 266, 285 Ncill, M.: 195, 199, 217
Knight, M.: 160 NeJson~ c.: 136, 149, 159, 160
Koh1er, M.: 141, 159 Nevin, [A.: 34, 114, 116, 135, 136, 159, 160, 278
Kovack, c.: 151, 159 New, Ll: , 221-228
Kratochwill, T.: 108, 110, 115, 173, 177 NewsoU1, C: 166, 173, 177
Kregel, J.: 282, 284 Niquetk B.: 146, 147
Kulik, c.: 100 Norby, J.: 125, 134
Kulik, J.: 100 I
O'Bricn, J.: 29, 172, 177
La Vigna, G.: 166, 176, 177 O'Dea, !A.: 133
Le Roy, B.: 229-250 Oakes,}.: 46, 66, 80, 271, 285
Leach, P.: 255, 259 Ogle, D.: 249
@narcea,s. a. de ediciones
•
•
~
•
Indice de materias
Educación Especial: 16
Educación IlIf(Jlltil: 257-259
•
AYlldal1/allllllJw: 187-192 Empresllria!t's, estrategias: 92, 155
£/Isdiallza: e. adaptada a la diferencia, 180,
Calendario: 131-132, 217 184~185; e. ml.1lticultural, 36-37; opciones
Calidnd edllcatiz){l: 221-228 curriculares, 180-182; proceso, 183-191
•
Cambio: 270-271 E,ttn.'vista profesor-alulllllO: 206-208
@llil(CC<l,S, a. de ediciones
Índice de mntcrias 295
I
Equipos doccntes: 98, 141~142, 222, 274 NOl"ll1nlizncióu: 159
Escolarización: result<ldo, 180-183, e. tr<ldido-
naI,230-231
I
Objetivos: 167-169, 261
Eswc1ns i!lclusims: 229-250; 26, 260-261, 274, 275 O/¡sell)ncióll: 205
Estereotipo: 40 ,
EstrJIcturnci61l: e. de las escuelas, 239; e. del Padres: 215, 227-228
entorno de aprendizaje de apoyo, 239-240 PCI/snllliento crítico: 234-235
Estudiante (s): "abogados" de compañeros, 151; Progrcsoidel al/l11111o: 214
alto riesgo, 57; apoyo al, 124; características, Pmdcncin: 136-137, 155
181-182; decisiones, 155-157; diferencias, Pruebas de evn/uación: 199-202
192; educación, 54-56; heterogeneidad, 195;
miem.bro del equipo docente, 139-149; re-
presentantes en la comunidad escolar, 161 Racismo;' 41, 50
Evall/aci6n: del alumno, 154, 199, 210-211; del Redes de'npoyo: 29, 35
profesor, 155; resultados, 238-240 Religiosn's, diferencias: 46
Relldimiellto acndémico: 191, 192
Exclusi61l: 266
Resolución de problemas: 56-57; r. CO]<'Iborativa,
113-115
Género, diferencias de: 43~45
Responsabilidad: 154-156; r. social, 57 263~264
Gmpos: étnicos, 37-38; heterogéneos, 185~191;
RC~llltados: 56-60, 113, 121, 167, 169, 180-183,
proyectos de g., 210
224,201
Inclusi6n vs. integración: 21-22 RicsRo: 57
, I
]¡ulividllalizncióll: 26, 46-51, 74, 96, 184-191,
211-233 Segllridnd, reglas de: 165
Informncióll de fOlldo: 32-33 Sexismo: 53
II/forlllc: 196-198 Socialización: como objetivo educativo, 85-86;
Illterpenciól1: 160-161, 172, 175 maximizar la S., 179-190; proceso de S., 24
I
Lección, adaptación: 145 Telldellcins t'e/l/cnhvns: 263-267
Lengunje totn/: 69, 265 TeIldcncias sociales: 264~265
Lidemzgo: 269 Tc~ts estandnrizndos: t. referidos a norma, 199-
Logros illdividunles: 191-193 200; medidas de aprendizélje, 71; segrega-
ción, 201, 211-212
Matellláticns: 93, 226 Tor/Jc11illode idens: 113, 278
Moral, educación: 227 Tutor: 140
Motivnción pnrn e/nprendizaje: 196 Tlltorin /;'1tre Compmlcros: 135-158