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Derecho Electoral
Temas selectos de
Derecho Electoral 53
44. Artículo 134 constitucional
Marcos Francisco
Otros títulos de la colección
y su interpretación judicial
electoral en México del Rosario Rodríguez
Roberto Martínez Espinosa
53
www.te.gob.mx
Bloque de derechos humanos
como parámetro
de constitucionalidad
y convencionalidad
Editorial tepjf
Temas selectos de
Derecho Electoral 53
México, 2017
341.472 Rosario Rodríguez, Marcos Francisco del.
R656b
Bloque de derechos humanos como parámetro de
constitucionalidad y convencionalidad / Marcos Francisco
del Rosario Rodríguez. -- Primera edición. -- México : Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación, 2017.
ISBN 978-607-708-386-3
ISBN 978-607-708-386-3
Impreso en México.
Directorio
Sala Superior
Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación
Bloque de derechos humanos
como parámetro de constitucionalidad
y convencionalidad
La reforma y su importancia
El 10 de junio de 2011 se promulgó por parte del Ejecutivo una de las reformas
constitucionales más importantes en la historia moderna del sistema jurídico
mexicano en materia de derechos humanos. La trascendencia y los alcances de
esta reforma han sido tales que, como consecuencia de ello, se han erigido nuevos
paradigmas jurídicos, al sustituir a los que habían prevalecido durante la etapa
del positivismo jurídico y el Estado decimonónico (Kuhn 2007, 149-65).
Esta reforma es el resultado de una lucha constante de diversos grupos y
sectores de la sociedad, quienes por años buscaron la consolidación de un reco-
nocimiento constitucional de los derechos humanos como elementos de primacía
en el sistema jurídico. De igual forma, la influencia ejercida por el sistema interna-
cional e interamericano de los derechos humanos determinó en buena medida
este cambio de ruta. Pero, sin duda, el hecho que aceleró esta transformación
12 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez
1 Cuando se habla de los derechos humanos se hace referencia a aquellos que son inherentes a la persona.
Esto implica considerarla como un fin en sí misma, nunca como un medio. A su vez, no basta con conocer
tal elenco de derechos; su reconocimiento y formalización en el derecho positivo es indispensable para
su protección eficaz. Desde tal perspectiva es importante precisar que los derechos humanos son un
producto jurídico de la modernidad, especialmente del iusnaturalismo racionalista (Ortiz 2002).
14 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez
Por tanto, la persona solo podía ejercer los derechos que el Estado le había
otorgado. La titularidad de estos estaba sujeta a tal otorgamiento y no se basaba
en un reconocimiento derivado de su condición humana. Es por ello que solo
se podía exigir su tutela si y solo si se encontraban en el marco constitucional.
Con estos parámetros conceptuales se configuró la Constitución de 1917. Así,
el título I, capítulo I, fue denominado: “De las garantías individuales”. El texto
original rezaba:
ARTÍCULO 1.- En los Estados Unidos Mexicanos todo individuo gozará de las garan-
tías que otorga esta Constitución, las cuales no podrán restringirse ni suspenderse,
sino en los casos y con las condiciones que ella misma establece (cpeum 2015).
2 Todo derecho humano previsto en una Constitución, por el hecho de estarlo, se encuentra garantizado
en su reconocimiento y protección, por lo que, en caso de que se presente una vulneración, aparecen
las garantías, las cuales operan restituyendo o reparando su eficacia; es decir, las garantías son medios
que aseguran la eficacia de los derechos humanos. El positivismo jurídico le ha dado un énfasis a la
cualidad sancionadora de los derechos humanos como sujetos de ser garantizados en caso de una vio-
lación, yendo incluso al extremo de afirmar que un derecho humano que tenga garantía se encuentra
imposibilitado para ser tutelado (Ferrajoli 2002, 9-72).
Universalidad, inalienabilidad,
indivisibilidad, interdependencia y progresividad
Universalidad
Inalienabilidad
Una de las características cualitativas que poseen los derechos humanos, al ser
consecuentes con su naturaleza universal e inherente, es la inalienabilidad.
Esta característica implica que los derechos humanos son irrenunciables.
Significa que las personas humanas, aun siendo titulares de sus derechos, no
pueden sustraerse de detentarlos, ni tampoco un tercero puede alienarlos con
ningún motivo (Ballesteros, Fernández y Garibo 2007, 126).
Al retomar la idea de la naturaleza accesoria de los derechos humanos a la
persona humana, es lógico advertir que en ningún momento puede omitirse esta
realidad, puesto que su adherencia no está condicionada a la voluntad o consen-
timiento de las personas, o bien del otorgamiento que realice alguna autoridad
del Estado (D’Agostino 2001, 93-5).
La inalienabilidad de los derechos humanos conlleva que, al momento de su
reconocimiento y tutela, no pueda existir justificación válida que pretenda eludir
la conservación integral de su vigencia.
No hay que confundir los alcances de este principio cualitativo, pues que sean
inalienables no implica la imposibilidad de establecer límites en su ejercicio, o
de llevar a cabo una ponderación o preferencia entre un derecho en caso de
colisión. La inalienabilidad se sustenta en el aspecto esencial de todo derecho:
la persona humana.
Toda persona, por el hecho de serlo, es titular de derechos humanos. Esta
realidad, como se señaló, no está supeditada a factores, actos o contextos deter-
minados. La razón es que la persona no puede renunciar a este atributo. El ser
humano no es libre para ser o no serlo. La persona humana no posee libertad para
decir si es titular o no de sus derechos, a diferencia de la libertad que sí posee
para decidir si ejerce o no un derecho humano determinado.
En definitiva, los derechos humanos se conciben como necesarios para toda
persona por ser bienes básicos que permiten su desarrollo integral; en tal senti-
do, son inseparables a la condición humana e insustituibles para concretar dicho
desarrollo.
22 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez
Indivisibilidad e interdependencia
Progresividad
Hay ciertos derechos humanos que por sus condiciones, una vez que han sido
reconocidos, requieren de una progresividad paulatina en su ejecución y desarro-
llo, ya que si no se atiende a sus características, lejos de garantizar su eficacia,
puede generarse una merma o afectación en su fuerza y vigencia.
Anteriormente, la doctrina había señalado que solo los derechos sociales esta-
ban sujetos al principio de progresividad, ya que por su carácter prestacional su
eficacia era indirecta, y solo en la medida que fuesen impulsados administrativa,
legislativa y jurisdiccionalmente podrían estar en un estado óptimo de concreción
(Silva 2004, 59-62).
Por ejemplo, el derecho a la salud, para que pueda ser cumplido de forma efec-
tiva, no solo requiere de un reconocimiento expreso y formal en la Constitución
e instrumentos internacionales, sino de una actuación coordinada de distintas
autoridades y ámbitos competenciales (León 2011).
Además de las disposiciones normativas que lo prevén, las políticas públicas
son determinantes para la eficacia plena de este y cualquier derecho social, pero
su vigencia no debe supeditarse solo a los programas que el Ejecutivo imple-
mente, pues en caso de que no se garantice de forma adecuada, mediante la vía
jurisdiccional se puede hacer exigible su pleno ejercicio.
Esta postura imprecisa terminó por abandonarse, ya que las categorías vertidas
a los derechos humanos no son válidas en la medida que explican un contexto
histórico (derechos de primera, segunda y tercera generación), pues apuestan por
una divisibilidad en su composición y naturaleza. Los principios fundamentales
rigen para todo derecho humano, por ende, la progresividad no solo opera para
los derechos sociales (Nikken 2010).
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (tepjf) se ha destaca-
do por el establecimiento de criterios jurisprudenciales que han contribuido al
fortalecimiento del principio de progresividad. Temas tales como la perspectiva
de género, derechos políticos de las comunidades indígenas, políticos de los
afiliados, libertad de expresión,4 entre otros, han advertido con claridad el
4 El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (tepjf) ha sido consistente en su labor interpre-
tativa por ampliar la eficacia y la vigencia de los derechos políticos de las personas, lo cual ha traído
un beneficio directo en el ejercicio de estos, más allá de lo dispuesto en el texto constitucional y en
26 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez
Principio propersona
Artículo 1o.
[…]
Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad
con esta Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo
en todo tiempo a las personas la protección más amplia (cpeum 2014).
1) La preferencia de normas.
2) La preferencia interpretativa (Caballero 2012, 130-2).
6 Conforme a los criterios de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte idh) vertidos en el
caso Gelman vs. Uruguay, del 20 de marzo de 2013, no solo los jueces están obligados a ejercer control
de convencionalidad, sino cualquier autoridad desde el ámbito de sus competencias debe velar por la
vigencia de los derechos humanos.
7 Si bien pareciera que atender a las restricciones merma la eficacia del principio propersona, la Corte
Europea ha establecido criterios en una línea jurisprudencial clara al respecto, en la cual se reconoce la
validez de las restricciones, siempre y cuando sean razonables, proporcionales, constitucionales y que
atiendan un interés legítimo de la sociedad.
30 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez
por medio de la tutela efectiva del ejercicio de los derechos humanos de todas y
cada una de las personas. Además, propicia el desarrollo indiviso de las personas,
y de igual forma trasciende en la dimensión social del individuo.
Toda persona tiene el derecho de hacer valer ante cualquier autoridad la
eficacia plena de este principio, pero esto no implica que cualquier pretensión
llevada ante una instancia jurisdiccional o administrativa sea válida o viable. Por
ello se requiere que la autoridad esté formada en esta nueva clave constitu-
cional, para que, en aras de favorecer y garantizar el principio de certidumbre
jurídica, pueda atender la petición, o bien resolver el conflicto que le ha sido
planteado, buscando el beneficio de la persona.
En caso de que la pretensión sea válida ––como se señaló––, la autoridad de-
berá definir cuál dispositivo normativo o interpretación jurisprudencial se ajusta
de mejor forma al contexto de la litis, y de esta forma proceder a su aplicación.
La maximización de los derechos humanos no conlleva a que su ejercicio sea
absoluto, sino debe advertirse de los límites que posee todo derecho humano,
ya que si se ejercen de forma desproporcionada, afectarán con ello la vigencia de
otros derechos. La función de dichos límites es fundamental para salvaguardar el
orden y la estabilidad del sistema jurídico.
Los límites al ejercicio de los derechos humanos permiten su adecuado encau-
samiento, evitando así invasiones o trasgresiones en la vigencia de otros derechos;
de ahí que no pueda ser posible un ejercicio absoluto e indiscriminado sin que
existan colisiones. De igual forma, en circunstancias o contextos determinados, los
derechos humanos pueden y deben ser susceptibles de restricciones temporales,
ya que no existen condiciones para su desarrollo y tutela efectiva.
Hay situaciones de suma urgencia que requieren que el Estado actúe de forma
pronta y efectiva para solventar tal problemática, ya que, en caso de no conte-
nerse, terminaría por afectar de forma generalizada los derechos humanos de
un sinnúmero de personas. Esta contingencia justifica que ciertos derechos hu-
manos se vean suspendidos en su ejercicio para facilitar la actuación estatal, y
evitar así que se quebranten sin una razón ni medida proporcional.
En ese sentido, las motivaciones que lleven al Estado a determinar que ciertos
derechos deban ser restringidos por causas graves o de emergencia (tales como una
invasión, guerra, pandemia o violencia desmedida que impida la gobernabilidad
32 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez
8 “82. El derecho a la vida es un derecho humano fundamental, cuyo goce pleno es un prerrequisito
para el disfrute de todos los demás derechos humanos. De no ser respetado, todos los derechos ca-
recen de sentido. En razón de dicho carácter, no son admisibles enfoques restrictivos del mismo. De
conformidad con el artículo 27.2 de la convención, este derecho forma parte del núcleo inderogable,
pues se encuentra consagrado como uno de los derechos que no puede ser suspendido en casos de
guerra, peligro público u otras amenazas a la independencia o seguridad de los Estados parte” (Corte
idh 2006b).
9 “140. Los derechos políticos son derechos humanos de importancia fundamental en el sistema
interamericano que se relacionan estrechamente con otros derechos consagrados en la Convención
Americana, como la libertad de expresión, la libertad de reunión y la libertad de asociación, y que, en
conjunto, hacen posible el juego democrático. La Corte destaca la importancia que tienen los derechos
políticos y recuerda que la Convención Americana, en su artículo 27, prohíbe su suspensión y la de las
garantías judiciales indispensables para la protección de estos” (Corte idh 2008).
10 “Los procedimientos de hábeas corpus y de amparo son de aquellas garantías judiciales indispensables
para la protección de varios derechos cuya suspensión está vedada por el Artículo 27.2 y sirven, ade-
más, para preservar la legalidad en una sociedad democrática [y que] aquellos ordenamientos consti-
tucionales y legales de los Estados Partes que autoricen, explícita o implícitamente, la suspensión de
los procedimientos de hábeas corpus o de amparo en situaciones de emergencia, deben considerarse
incompatibles con las obligaciones internacionales que a esos Estados impone la Convención (El hábeas
corpus bajo suspensión de garantías (arts. 27.2, 25.1 y 7.6 Convención Americana sobre Derechos Humanos),
Opinión Consultiva OC-8/87 del 30 de enero de 1987. Serie A No. 8, párrs. 42 y 43)” (Corte idh 1998).
34 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez
los principios que rigen la vigencia de los derechos humanos; al contrario, las
restricciones temporales tienden a salvaguardar la integridad de la totalidad de
los derechos; de ahí que ante una contingencia que pone en riesgo su ejercicio
se adopten medidas plenamente justificadas por el Estado en favor de cumpli-
mentar tal objetivo, con los parámetros constitucionales y convencionales antes
mencionados.
Artículo 1º
[…]
Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad
con esta Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo
en todo tiempo a las personas la protección más amplia (cpeum, artículo 1, 2014).
Como se puede advertir, las pautas otorgadas por la scjn privilegian la armoni-
zación de los dispositivos normativos e interpretativos por parte de la autoridad,
por encima de la facultad conferida a estas para inaplicar la norma jurídica que
11 El control difuso no pretende la expulsión de la norma del sistema jurídico por ser inconstitucional,
puesto que la finalidad de dicho control es contener la posible afectación de una norma jurídica al
momento de ser aplicada al caso concreto, pero no pronunciarse acerca de la validez o invalidez de
dicha norma, ya que no posee la facultad para ello, ni es el objetivo del referido control difuso.
40 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez
Los destinatarios de esta cláusula constitucional son todos los intérpretes de las nor-
mas en materia de derechos humanos, sean autoridades o particulares. Todas las
autoridades del Estado mexicano, dentro de sus competencias, tienen que seguir
este criterio interpretativo. Esto implica que los jueces deben acudir a esta técnica
de interpretación en todo caso relacionado con normas de derechos humanos en
los asuntos de su competencia; los legisladores tendrán que adecuar la normativa
existente utilizando este criterio y aplicarlo como parte de la técnica legislativa al
emitir la norma; y todos los órganos de la administración pública deberán ajustar
su actuación conforme a la nueva pauta interpretativa de derechos humanos,
especialmente cuando se trate de restricción de los mismos (Ferrer 2009, 363).
Se puede decir con toda precisión que, con la inclusión de la cláusula de in-
terpretación conforme en el marco constitucional, se garantiza la armonización
entre las distintas normas jurídicas y los criterios interpretativos que reconocen
derechos, lo cual propicia la protección y vigencia del principio propersona, el
cual, tal como se advirtió, necesita de esta técnica hermenéutica para ser eficaz.
en los casos Myrna Mack Chang vs. Guatemala, del 25 de noviembre de 2003,12
y el caso Tibi vs. Ecuador, del 7 de septiembre de 2004.13
Fue hasta el caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile cuando por primera
vez el pleno de la Corte idh hizo referencia de la obligación de los jueces de los
estados parte del sistema interamericano de salvaguardar a la convención de toda
norma que pudiera mermarla.
12 En el voto razonado esgrimido por el juez García Ramírez, en el considerando 27 señaló: “Para los
efectos de la Convención Americana y del ejercicio de la jurisdicción contenciosa de la Corte Interame-
ricana, el Estado viene a cuentas en forma integral, como un todo. En este orden, la responsabilidad
es global, atañe al Estado en su conjunto y no puede quedar sujeta a la división de atribuciones que
señale el Derecho interno. No es posible seccionar internacionalmente al Estado, obligar ante la Corte
solo a uno o algunos de sus órganos, entregar a éstos la representación del Estado en el juicio —sin
que esa representación repercuta sobre el Estado en su conjunto— y sustraer a otros de este régimen
convencional de responsabilidad, dejando sus actuaciones fuera del ‘control de convencionalidad’ que
trae consigo la jurisdicción de la Corte internacional” (Corte idh 2010).
13 En los considerandos 3 y 4 de su voto razonado, el jurista García Ramírez refiere: “3. En cierto sentido,
la tarea de la Corte se asemeja a la que realizan los tribunales constitucionales. Estos examinan los actos
impugnados —disposiciones de alcance general— a la luz de las normas, los principios y los valores de
las leyes fundamentales. La Corte idh, por su parte, analiza los actos que llegan a su conocimiento en
relación con normas, principios y valores de los tratados en los que funda su competencia contenciosa.
Dicho de otra manera, si los tribunales constitucionales controlan la ‘constitucionalidad’, el tribunal
internacional de derechos humanos resuelve acerca de la ‘convencionalidad’ de esos actos. A través del
control de constitucionalidad, los órganos internos procuran conformar la actividad del poder público
—y, eventualmente, de otros agentes sociales— al orden que entraña el Estado de Derecho en una
sociedad democrática. El tribunal interamericano, por su parte, pretende conformar esa actividad al
orden internacional acogido en la convención fundadora de la jurisdicción interamericana y aceptado
por los Estados partes en ejercicio de su soberanía. 4) Del mismo modo que un tribunal constitucional
no podría —ni lo pretende— traer ante sí todos los casos en que se cuestione o se pueda cuestionar
la constitucionalidad de actos y normas, un tribunal internacional de derechos humanos no aspira
—mucho menos todavía que el órgano nacional— a resolver un gran número de litigios en los que se
reproduzcan violaciones previamente sometidas a su jurisdicción y acerca de cuyos temas esenciales ya
ha dictado sentencias que expresan su criterio como intérprete natural de las normas que está llamado
a aplicar, esto es, las disposiciones del tratado internacional que invocan los litigantes. Este designio,
que pone de manifiesto una función de la Corte, sugiere también las características que pueden tener
los asuntos llevados a su conocimiento” (Corte idh 2003).
44 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez
14 Véase en el voto razonado del juez ad hoc Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot en relación con la sentencia
de la Corte idh en el caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, del 26 de noviembre de 2010:
“24. El ‘control difuso de convencionalidad’ convierte al juez nacional en juez interamericano: en un
primer y auténtico guardián de la Convención Americana, de sus Protocolos adicionales (eventualmente
de otros instrumentos internacionales) y de la jurisprudencia de la Corte IDH que interpreta dicha
normatividad. Tienen los jueces y órganos de impartición de justicia nacionales la importante misión
de salvaguardar no solo los derechos fundamentales previstos en el ámbito interno, sino también el
a partir del caso Gelman vs. Uruguay ––que se verá posteriormente–– todas las
autoridades de los estados que forman parte del sistema interamericano tienen
la obligación de velar por la vigencia de las normas convencionales.
Como se ha señalado, derivado de la reforma constitucional en materia de de-
rechos humanos del 10 de junio de 2011, así como por el resolutivo de la consulta
a trámite Varios 912/2010 emitida por la scjn, se instauró en el sistema jurídico
de México el control difuso de constitucionalidad y convencionalidad, el cual no
solo vela por conservar la vigencia del orden jurídico interno, sino que también
confronta a las normas jurídicas locales con los dispositivos convencionales,
plasmados en la Convención Americana y en la jurisprudencia interamericana. Por
ello, el control difuso que llevan a cabo las autoridades en cualquier actuación
es un control de constitucionalidad y de convencionalidad, lo que de alguna ma-
nera evidencia la existencia del bloque de constitucionalidad, y su importancia
para garantizar la eficacia de los derechos humanos.
conjunto de valores, principios y derechos humanos que el Estado ha reconocido en los instrumentos
internacionales y cuyo compromiso internacional asumió. Los jueces nacionales se convierten en los
primeros intérpretes de la normatividad internacional, si se considera el carácter subsidiario, com-
plementario y coadyuvante de los órganos interamericanos con respecto a los previstos en el ámbito
interno de los Estados americanos y la nueva ‘misión’ que ahora tienen para salvaguardar el corpus juris
interamericano a través de este nuevo ‘control’”(Corte idh 2010).
15 Véase Sentencia que resolvió el amparo directo administrativo 1060/2008.
46 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez
Eso significa que si bien los jueces y tribunales mexicanos —en principio— quedan
sujetos a la observancia y aplicación del imperio de las disposiciones nacionales;
cuando el Estado Mexicano ratificado un tratado internacional –como parte del
aparato del Estado que son, también quedan sometidos a esta; por tanto, están
obligadas a velar porque los efectos de las disposiciones que la integran no se
vean mermadas por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin; mediante
el ejercicio del control de convencionalidad entre las normas jurídicas internas
y la Convención Americana sobre Derechos Humanos; más aún la interpretación
que de esa convención hubiese realizado la Corte Interamericana, como su último
intérprete (Sentencia que resolvió el amparo directo administrativo 1060/2008).
Previamente al caso señalado, la Sala Superior del tepjf, en la sentencia del expe-
diente identificado como SUP-JDC 695/2007, conocido también como el caso Hank
Rhon, fue el primer órgano que resolvió una controversia a la luz del principio
de supremacía constitucional y de convencionalidad.
En este caso, la Sala Superior consideró como indebida la interpretación hecha
del artículo 42 de la Constitución Política del Estado de Baja California (cpebc),
por parte del Tribunal de Justicia Electoral del Poder Judicial del Estado de Baja
California (tjebc), el cual no tuvo en cuenta los tratados internacionales ratificados
por el Estado mexicano.
En la etapa en que se dictó esta resolución, la Sala Superior carecía de compe-
tencia para pronunciarse acerca de la inconstitucionalidad de las normas jurídicas
en materia electoral, pero no para dejar de advertir la inadecuada interpretación
del artículo 42 de la cpebc, a la luz de lo dispuesto por la Convención Americana
en su artículo 23.2, en el cual se establece un catálogo de los límites válidos para
el ejercicio de los derechos políticos que no fueron contemplados en el texto
constitucional local (Ríos 2009, 183-224).
La sentencia dictada por la Sala Superior fue un precedente trascendental, en lo
que se refiere a la expansión y potencialidad de la eficacia de los derechos huma-
nos, ya que, al pretenderse aplicar la restricción prevista por la Constitución local,
se hizo valer la primacía de los derechos humanos reconocidos en la Constitución
federal y en los instrumentos internacionales signados por el Estado mexicano.
Otra caso de suma relevancia relativo a la aplicación del control difuso de consti-
tucionalidad fue la sentencia del 8 de agosto de 2011 dictada por el magistrado
Carlos Emilio Arena Bátiz, integrante de la Cuarta Sala Unitaria Penal del Tribunal
Superior de Justicia del Estado de Nuevo León (Ferrer 2012, 25).
En dicha sentencia, por primera ocasión, después de haber entrado en vigor
la reforma en materia de derechos humanos del 10 de junio de 2011, se llevó
48 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez
una declaración unilateral, cualquiera que sea su enunciado o denominación, hecha por
un Estado al firmar, ratificar, aceptar o aprobar un Tratado o adherirse a él con
objeto de excluir o modificar los efectos jurídicos de ciertas disposiciones del tratado en
50 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez
§ Énfasis añadido
Cuando se trata de sentencias dictadas por la Corte idh en casos en los que el
Estado mexicano no sea parte de la litis, la scjn señaló en un primer momento
––en la resolución de la consulta a trámite identificada con el expediente Varios
912/2010–– que estas no podían ser consideradas como vinculatorias, solo podían
concebirse como criterios orientadores.
Esta interpretación de la Suprema Corte se confrontaba con lo establecido
por la Corte Interamericana en la sentencia del caso Radilla, en la cual se esta-
blecía la obligación para todos los jueces del sistema interamericano de aplicar
la jurisprudencia interamericana con independencia de que un Estado haya sido
parte o no en la litis.
16 Este tema tiene su antecedente en el proyecto realizado por el ministro José Ramón Cossío, puesto a
consideración del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (scjn) el 10 de agosto de 2009. En
dicho proyecto se proponía la reducción del fuero militar, posibilitando el sometimiento a la justicia
civil de los miembros de la milicia, cuando se tratase de violaciones a los derechos humanos efectuadas
en contra de civiles. Tal postura no alcanzó la mayoría del Pleno, pero sentó un cimiento importante
que se reforzó tiempo después con la emisión de la sentencia del caso Radilla.
52 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez
17 El hecho de que cada resolución dictada por la Corte Interamericana se erija como jurisprudencia, y
no exista una forma para determinar el orden de prelación de una jurisprudencia sobre otra, así como
la inexistencia de un sistema de sustitución o abrogación, hace más difícil la aplicación correcta de
criterios jurisprudenciales en aquellos casos que los estados no han sido parte del caso.
funciones estatales, más allá de las restricciones propias que puedan existir para
aquellos entes y autoridades que por sus atribuciones se vean impedidos de ha-
cer cualquier tipo de valoración o interpretación por estar sujetas a un régimen
estricto de legalidad.
La resolución emitida en el caso Gelman vs. Uruguay ha alentado la discusión
de los alcances del carácter obligatorio y vinculante de las sentencias de la Corte
Interamericana y también si, en su cumplimento, pueden existir matices o grados
distintos de eficacia al momento de incardinarse en los sistemas jurídicos. En los
párrafos 67, 68 y 69 de la resolución referida se establecen estas consideraciones:
67. De tal manera, es posible observar dos manifestaciones distintas de esa obli-
gación de los Estados de ejercer el control de convencionalidad, dependiendo
de si la Sentencia ha sido dictada en un caso en el cual el Estado ha sido parte o
no. Lo anterior debido a que a que la norma convencional interpretada y aplicada
adquiere distinta vinculación dependiendo si el Estado fue parte material o no en
el proceso internacional.
68. En relación con la primera manifestación, cuando existe una sentencia
internacional dictada con carácter de cosa juzgada respecto de un Estado que ha
sido parte en el caso sometido a la jurisdicción de la Corte Interamericana, todos
sus órganos, incluidos sus jueces y órganos vinculados a la administración de
justicia, también están sometidos al tratado y a la sentencia de este Tribunal, lo
cual les obliga a velar para que los efectos de las disposiciones de la Convención y,
consecuentemente, las decisiones de la Corte Interamericana, no se vean mermados
por la aplicación de normas contrarias a su objeto y fin o por decisiones judiciales
o administrativas que hagan ilusorio el cumplimiento total o parcial de la sentencia.
Es decir, en este supuesto, se está en presencia de cosa juzgada internacional, en
razón de lo cual el Estado está obligado a cumplir y aplicar la sentencia. En esta
situación se encuentra el Estado de Uruguay respecto de la Sentencia dictada en el
caso Gelman. Por ello, precisamente porque el control de convencionalidad es una
institución que sirve como instrumento para aplicar el Derecho Internacional, en
el presente caso que existe cosa juzgada se trata simplemente de emplearlo para
dar cumplimiento en su integridad y de buena fe a lo ordenado en la Sentencia
dictada por la Corte en el caso concreto, por lo que sería incongruente utilizar esa
herramienta como justificación para dejar de cumplir con la misma, de conformidad
con lo señalado anteriormente (supra considerandos. 60 a 65).
69. Respecto de la segunda manifestación del control de convencionalidad,
en situaciones y casos en que el Estado concernido no ha sido parte en el pro-
ceso internacional en que fue establecida determinada jurisprudencia, por el
solo hecho de ser Parte en la Convención Americana, todas sus autoridades
públicas y todos sus órganos, incluidas las instancias democráticas48, jueces y
demás órganos vinculados a la administración de justicia en todos los niveles,
están obligados por el tratado, por lo cual deben ejercer, en el marco de sus
respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes, un
control de convencionalidad tanto en la emisión y aplicación de normas, en cuan-
to a su validez y compatibilidad con la Convención, como en la determinación,
juzgamiento y resolución de situaciones particulares y casos concretos, teniendo
en cuenta el propio tratado y, según corresponda, los precedentes o lineamientos
jurisprudenciales de la Corte Interamericana (Corte idh, párrafos 67, 68 y 69, 2013).§
Las resoluciones dictadas por la Corte idh poseen el estatus de cosa juzgada,
lo cual implica la imposibilidad de sustraerse del cumplimiento por cualquier
medio de lo contenido en la sentencia, así como la inmutabilidad de sus efectos
y alcances. Esta cosa juzgada vincula a la totalidad de los órganos y categorías
integrantes del Estado, por lo que no se podría hablar de una obligación parcial
o referida a un determinado órgano o categoría gubernamental.
El voto razonado elaborado por el juez de la Corte Interamericana, Eduardo
Ferrer Mac-Gregor Poisot, respecto de la resolución del caso Gelman vs. Uruguay,
del 20 de marzo de 2013, explica con suma claridad las implicaciones de la figura
de la cosa juzgada en el ámbito interamericano:
26. La “cosa juzgada” constituye una institución procesal que consiste en “la auto-
ridad y eficacia que adquiere la sentencia judicial cuando no proceden contra ella
§ Énfasis añadido
56 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez
18 Voto razonado del juez Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot a la resolución de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos del 20 de marzo de 2013.
19 En el primer supuesto se produce una eficacia inter partes, que consiste en la obligación del Estado de
cumplir con todo lo establecido en la sentencia interamericana de manera pronta, íntegra y efectiva.
Existe una vinculación total y absoluta de los contenidos y efectos del fallo, que se deriva como obli-
gación de los artículos 67 y 68.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
20 “33. En el segundo se produce una eficacia erga omnes hacia todos los estados parte de la convención,
en la medida en que todas las autoridades nacionales quedan vinculadas a la efectividad convencional
y, consecuentemente, al criterio interpretativo establecido por la Corte idh, en tanto estándar mínimo
de efectividad de la norma convencional, derivada de la obligación de los estados de respeto, garantía
y adecuación (normativa e interpretativa) que establecen los artículos 1º y 2º de la Convención Ameri-
cana; y de ahí la lógica de que la sentencia sea notificada no solo ‘a las partes en el caso’, sino también
‘transmitido a los Estados partes en la Convención’ en términos del artículo 69 del Pacto de San José”
(Corte idh 2013).
58 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez
Estas pautas permitirán, con claridad, ubicar el papel de los estados ante
la jurisprudencia emitida por la Corte Interamericana, ya sea como partes del
conflicto o como entes vinculados por sus efectos. De ahí la importancia del es-
tablecimiento de un mínimo de efectividad, del cual puede definirse la capacidad
de adecuación de los estados a las pautas de convencionalidad, previstas en las
disposiciones o interpretaciones convencionales.
60 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez
21 La integración del bloque puede estar expresamente señalada en el marco constitucional, siendo el
poder revisor en el marco de sus facultades quien decida cuántas y cuáles normas forman parte de
dicho bloque; o bien, la existencia del bloque puede surgir —como ocurrió en Francia y España— por
vía interpretativa, es decir, por medio de una reforma sustancial o material de la Constitución.
62 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez
Artículo 1o. En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los
derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacio-
nales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su
protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos
y bajo las condiciones que esta Constitución establece […].
Artículo 103. Los Tribunales de la Federación resolverán toda controversia
que se suscite:
I. Por normas generales, actos u omisiones de la autoridad que violen los
derechos humanos reconocidos y las garantías otorgadas para su protección por
esta Constitución, así como por los tratados internacionales de los que el Estado
Mexicano sea parte (cpeum, artículos 1 y 103, 2014).
Consideraciones de la resolución
de la contradicción de tesis 293/2011
22 Cabe señalar que no solo en el artículo 133 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
se encuentra el principio de supremacía, ya que este se desdobla a lo largo del texto constitucional,
dotándole de fuerza y vigencia primaria. Aun cuando no existiera explícitamente, el principio de su-
premacía es inherente a la condición de ser Constitución y no ser otra norma cualquiera.
64 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez
Constitución poseen una misma jerarquía. Con esta resolución, la Suprema Corte
reconoció la primacía de los derechos humanos, colocándolos como parámetros
de validez para cualquier actuación estatal.
Si bien es cierto que este nuevo criterio armoniza el contenido de los artículos
1 y 133 constitucionales, al definir con precisión que derivado de la reforma
constitucional del 10 de junio de 2011 los derechos humanos son los verdade-
ros factores de supremacía constitucional, apoyándose en un bloque normativo
que integran la Constitución, los tratados internacionales y las jurisprudencias
interamericanas,23 es un hecho que tal criterio pudo haber sido mucho más fa-
vorable y deferente con el principio propersona.
Como se advirtió, los derechos humanos de la persona son la razón de ser del
bloque de constitucionalidad, los cuales requieren estar positivados para garantizar
su eficacia, pues de lo contrario se hace complejo exigir su judicialización.
Como consecuencia de que los derechos humanos se encuentran contemplados
en disposiciones normativas, se genera la facultad para que cualquier individuo o
colectividad, ante el caso de una violación de derechos, pueda exigir a la autoridad
jurisdiccional la aplicación de la norma o criterio interpretativo más favorable,
expandiendo el ejercicio efectivo de estos y protegiendo al máximo su esfera
jurídica (Bazán 2011, 82).
Por ello, al ser la persona el eje rector del sistema jurídico, resulta un tanto
contradictorio que la scjn se haya decantado por hacer prevalecer las restricciones
que estén contempladas en el texto constitucional, lo cual, en algunos casos, puede
constituir una merma o debilitamiento de la primacía de los derechos humanos.
En cambio, en un modelo en el que no se aplican restricciones, sino que
el principio propersona prevalezca permanentemente, el juez está en mejores
condiciones para buscar la solución normativa o jurisprudencial que le permita
tutelar de manera efectiva los derechos humanos. Con un margen amplio de
23 En el expediente Varios 912/2010, la scjn se había decantado por conferir vinculatoriedad única y exclu-
sivamente a las sentencias en las que el Estado mexicano fuera parte, señalando que en el resto de los
casos las resoluciones serían criterios orientadores, lo cual contrariaba el criterio jurisprudencial vertido
por la Corte Interamericana en el caso Rosendo Radilla vs. México. Es por ello que con la resolución
de la contradicción de tesis 293/2011, la scjn se armoniza con los parámetros de convencionalidad,
dándole el mismo valor a las sentencias interamericanas, siendo parte o no de la litis.
§ Énfasis añadido
24 Esta afirmación se da en razón de que mediante los criterios jurisprudenciales de la Corte Interamericana
se explican los alcances y contenidos de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y demás
instrumentos interamericanos.
68 Marcos Francisco del Rosario Rodríguez
Restricciones constitucionales
al ejercicio de los derechos humanos
V. Conclusiones
La inclusión del principio propersona como eje rector del sistema jurídico mexi-
cano garantiza que los derechos humanos estén en un régimen permanente de
reconocimiento y tutela, ya que existe un deber imperativo para la actuación
de toda autoridad y que sea válido, además de que se supedite a los parámetros de
constitucionalidad y convencionalidad.
Esta exigencia para la autoridad determina una nueva clave en el sistema jurí-
dico mexicano, cimentada en la persona, como el bien jurídico supremo a tutelar,
lo que propicia un retorno a un esquema más axiológico y menos formalista.
Para que este nuevo diseño constitucional sea funcional y se optimice real-
mente la eficacia en el ejercicio de los derechos humanos de las personas, se
hace indispensable la configuración de un bloque de constitucionalidad o de
derechos humanos, integrado por la Constitución, instrumentos internacionales
y jurisprudencia interamericana, cuya función principal es la armonización de
todas las disposiciones normativas inferiores que se encuentren vigentes en el
sistema jurídico.
La eficacia de la vinculatoriedad de la jurisprudencia emitida por la Corte idh
resulta vital para la debida operación del bloque de constitucionalidad o dere-
chos y, en particular, para la maximización del principio propersona. De ahí la
importancia de la aplicación de estándares que generen mínimos de eficacia, pues
solo así los sistemas domésticos tenderán a una adecuación y compatibilización
permanente con las disposiciones convencionales.
Las restricciones contenidas en el texto constitucional, conforme lo vertido
en la resolución de la contradicción de tesis 293/2011, poseen una prevalencia
respecto a lo dispuesto en un instrumento internacional ratificado por el Estado
mexicano. Esto sin duda puede conllevar mermas al principio propersona, si tales
restricciones carecen de razonabilidad, proporcionalidad y congruencia consti-
tucional. Por ello, resulta determinante la labor de la autoridad jurisdiccional
cuando en un caso concreto se apliquen tales restricciones, pues aun cuando estas
deben prevalecer conforme a lo establecido por la Suprema Corte, el principio
propersona debe imperar en cualquier actuación judicial.
Es un hecho que los alcances de estos paradigmas están por venir, y se irán
construyendo principalmente en el ámbito de la interpretación constitucional;
de ahí la importancia de que los jueces estén formados y sensibilizados acerca de
la trascendencia y primacía de la persona en el orden jurídico.
De igual forma, el resto de las autoridades deben estar a la altura de estas
nuevas exigencias, pues comparten el deber constitucional y convencional con
los jueces de preservar y maximizar, por medio de sus actuaciones, los derechos
humanos y el principio propersona.
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