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Secuencia.

Revista de historia y ciencias


sociales
ISSN: 0186-0348
secuencia@mora.edu.mx
Instituto de Investigaciones Dr. José María
Luis Mora
México

San Miguel, Pedro L.


"¿Quién habla por los pasados indios?" Charles Gibson y la historiografía sobre los pueblos
mesoarnericanos
Secuencia. Revista de historia y ciencias sociales, núm. 63, septiembre-diciembre, 2005, pp. 6-38
Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora
Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=319127418010

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· Pedro L. San Miguel
Profesor en la Universidad de Puerro Rico y profesor investigador visiranre en el Instituto Moro (2002-
2003). Obtuvo su doctorado en Historia de América Latina por la Universidad de Columbi a. Es autor de va-
rios libros sobre la historia del Caribe, entre ellos: La gllen-a silenciosa: las lflchas sociales en la ruralia domini-
cana (México, 2004) ; L oscampesinos di!1 Cibao: economía di!mercado y transformación agraria en la l?eptiblica
Dominicana, 1880-1960 (SanJuan, 1997) ; y La isla imaginada: historia, idi!ntidüdy utopiaen La 1JsjJañola (San
Juan y Santo Domingo, 1997), que será publicado en inglés por The University ofNorth 'Malina Press. Tam-
bién es coediror de Política, idi!midüdy pensamiento social en la República Dominicana (siglos X IX )' xx) (Madrid,
1999). Además ha colaborado en varios textos paro escuelasecundaria y preparatoria, entre los que se destacan:
Historia y geografía di! Puerto Rico (SanJuan, 1994 ; 2a. ed. rev., 2000); e Historia)'geografía deAmérim (San Juan,

¡
2001). Actualmente estudia la historiografía mexicanista en Estados Unidos.

Resumen Abstraer
Desde el siglo XIX, en Estados Unidos surgió In the nineteenth century, the Unired Srares
un interés por las antiguas sociedades mesoame- saw the emergence of an inreresr in ancienr Me-
ricanas. Dicho interés aumentó en el siglo xx, soamerican socieries . This interesr increased in
por lo que su estudio constituye uno de los te- the 20th century, that is why irs study consti-
mas centrales de la historiografía esradunidense I tutes one of rhe main themes in US hisroriogra-
sobre México. Este trabajo ofrece una perspecti- phy of México. This article provides a perspec-
va sobre esta historiografía tomando como refe- tive on this hisroriography, using "cultural" and
rencia los "estudios culturales" y los "estudios "post-colonial" studies as a reference. It begins
poscoloniales". Comienza con un trasfondo que wirh rhe hackground, which dates hack to the
se remonta a la centuria decimonónica, si bien se 19rh cenrury, although ir focuses on rhe work
concentra en la obra del historiador contempo- of conremporary historian Charles Gihson, who
ráneo Charles Gibson que fue, en Estados Uni- was one of the renovarors of rhe hisrory of rhe
dos, uno de los renovadores de la historia de los American peoples in the Unired States. Ir ar -
pueblos mesoamericanos. Se arguye que su obra gues thar his work combines erudirion wirh an
aúna la erudición con un sentido ético y que, ethical sense and even has a Urapian dimensiono
incluso, posee una dimensión utópica.

Palabras clave: Key words:


México, Estados Unidos, Mesoamérica, historio- Mexico, Uníred Srates, Mesoamerica, historio-
grana, indios, Charles Gibson. graphy, Indians, Charles Gibson.

Fecha de recepción:
noviembre de 2004
Fecha de aceptación:
febrero de 2005
"¿Quién habla por los pasados indios?"
Charles Gibson y la historiografía sobre
los pueblos rnesoarnericanos
Pedro L. San Miguel

INTRODUCCIÓN: EL AUGE DE LOS ESTUDIOS que contenía sus "fuentes" principales,


MESOAMERICANOS constituidas por los monumentos y los
restos materiales y artísticos de dichas
ur ante las primeras décadas del sociedades.'

D siglo xx, en México ocurrió una


especie de boom en las indagacio-
nes sobre los "pasados indios". A ello con-
Por el otro, se desarrolló una tendencia,
compuesta mayormente por historiadores,
cuyo eje temático giró en torno a las reper-
currieron tanto factores intelectuales y aca- cusiones de la conquista española sobre
démicos como causas de arra índole. Una las sociedades del México antiguo. Origi-
pléyade de investigadores europeos y esta- nalmente, esta corriente asumió a su vez
dunidenses se lanzó al estudio de las socie- dos vertientes: una se desprendía de las
dades mesoamericanas, sobre rodo desde indagaciones sobre las instituciones y, en
las disciplinas de la antropología, la etno- consecuencia, se centró en el estudio de
logía y la arqueología. También emergió los organismos coloniales y en su inciden-
un grupo d e estudiosos mexicanos que cia sobre las sociedades aborígenes; la otra
contribuyó de forma notable al estudio de se concentró en examinar los efectos más
ese pasado, el que se había convertido en- generales de la conquista, razón por la cual
tonces en un elemento central del discurso abarcó temas como las transformaciones
nacional posrevolucionario. En el mundo demográficas y ecológicas inducidas por
académico estadunidense se perfilaron en el dominio español." Como es sabido, el
esos años las dos corrientes que habrían núcleo de ambas vertientes fue el grupo
de predominar a lo largo del siglo pasado. de latinoamericanistas de la Universidad de
Por un lado, un grupo de investigadores California en Berkeley. La obra emblemá-
se concentró en el estudio de las sociedades tica de la primera vertiente fue Tbe Enco-
mesoamericanas antes de la conquista, so- mienda in New Spain: Forced IndianLabor in
bre todo de los aztecas y los mayas; por
razones obvias, su núcleo principal estuvo 1 Ent re las obras que abordan esa madeja de co-
constituido por los arqueólogos¡ entre rrientes, véaseKeen, Imagen, 1984. pp. 421-568; Or-
quienes predominó una perspectiva mu- tega y Medina, "Culturas", 1992. pp. 107-120; lma-
seográfica del pasado de las culturas meso- gología, 1987; Pike, United,1993. y Evans. Romaming
americanas. El paisaje m exicano mismo 2004.
se convirtió en su principal "archivo", ya 2 Russell-Wood. "United", 1985, p. 690.

Secuencia [7] núm. 63, septiembre-diciembre 2005


theSpanish Colonies, 1492-1550,3 de Lesley ganismos estatales y eclesiásticos con el fin
Byrd Simpson, publicada originalmente de determinar en qué medida protegieron
en 1929 y que años más tarde lo llevaría o ampararon a los indígenas de los ele-
a abordar un proyecto más abarcador sobre mentos más perniciosos de la sociedad co-
la "administración de los indios en Nueva lonial. Emblematizadas por los estudios de
España"." Entre las obras de la segunda Lewis Hanke," en tales indagaciones figu-
vertiente se encuentran las ambiciosas in- ras como los conquistadores, los encomen-
vestigaciones del mismo Simpson y de deros, los grandes empresarios coloniales,
Sherburne Cook sobre la población indí- y los burócratas corruptos y venalesdesem-
gena, a las que eventualmente se sumó peñaron usualmente el papel de los malo-
Woodrow Borah, así como otros estudios sos: eran los villanos de esas narraciones.
más puntuales, como el de Cook sobre la Por el contrario, la corona, los funcionarios
erosión y los cambios ecológicos en el Mé- leales y probos y los misioneros consagra-
xico central. 5 dos y devotos eran los paladines ya que,
De alguna manera, estas discusiones supuestamente, eran los campeones de la
sobre las consecuencias de la conquista re- causa indígena, los defensoresde los desva-
presentaron una modernización de la añeja lidos y los deshacedores de entuertos.
disputa en torno a la denominada leyenda Sin pretender que constituya una causa
negra. Esta filiación es más perceptible en única, es razonable pensar que el resurgi-
el caso de las investigaciones dedicadas al miento de estas cuestiones durante las dé-
estudio de las instituciones coloniales, cadas de los treinta a los cincuenta del si-
cuya genealogía se remonta a las magnas glo XX tuvo como trasfondo el creciente
obras de la época de la conquista, cuando papel de Estados Unidos en al ámbito in-
teólogos, juristas y filósofos debatieron ternacional, que, en el caso concreto de
acremente en torno a la naturaleza de las América Latina, se manifestó con plena
poblaciones aborígenes de América, a la intensidad a raíz de la guerra hispano-cu-
posición de esas sociedades en el imperio, bano-americana de 1898, cuando el país
a la legitimidad del dominio hispano, y a norteño desplazó a España de sus colonias
las políticas que debían normar las relacio- en el Caribe, apoderándose de Puerto Rico
nes entre los españoles y los amerindios. y estableciendo un dominio neocolonial
Debido a esta filiación, las obras contem- sobre Cuba. Ya desde entonces se comen-
poráneas usualmente se dedicaron a escu- zaron a debatir en Estados Unidos "las
driñar las leyes, los reglamentos y los or- responsabilidades del imperio", cuestión
que adquiriría mayor relevancia a partir
de su incursión en los asuntos europeos
3 Esta obra fue sustancialmente revisada y publi-
durante las guerras mundiales." En algu-
cada en 1950 con un título ligeramente modificado:
TbeEncomienda in Neu: Spain: TheBeginning ofSpanish
Mexico. De esta edición hay una versión en español. G Hanke, Lw:ha, 1959. Entre los continuadores de
Sirnpson, Conquistadores, 1970. Hanke se puede incluir a Phelan, Reino, 1972.
4 Sirnpson, "Scudies", 1934-1940. 7 Sobre las implicaciones de esto en el mundo
, Buena parte de estos trabajos han sido compila- académico esta dunidense y, específicarnenre, sobre
dos en Cook y Borah, Ensayos, 1977-1978, y Pasado, sus repercusiones en el quehacer hisroriográfico, véase
1996 Novick, Noble, 1997, vol. n, pp. 343 Yss.

8 PEDRO L. SAN MIGUEL


nos casos,se llegó a plantear de forma pal- mas en el pasado, Estados Unidos parecía
maria la cuestión de las "obligaciones" de enfrentar la gran disyuntiva de mantener
Estados Unidos en aquellos países en que una posición aislacionista, de no interven-
tuvo alguna injerencia directa; así ocurrió ción en los asuntos internacionales, o, por
sobre todo en varios territorios del Caribe, el contrario, de asumir una política activa
como Puerto Rico, República Dominicana que encarnara una postura moral. Respec-
y Haití. 8 Asimismo, habría que tener pre- ro de los países dominados, se plantearon
sente que, hacia los años cuarenta, aumen- de manera concreta los problemas y las
tÓ el interés por las minorías étnicas en responsabilidadesque conllevaba su tutela,
Estados Unidos, lo que se evidenció tras la que no era sino una manera de reformular
publicación de la obra de Frank Tannen- el viejo dilema del white man's burden. Te-
baum SIave & Citizen (1946), en la cual mas como la leyenda negra y la figura de
se intenta comprender la esclavitud y las Barrolomé de las Casas se convirtieron en
relaciones raciales en Estados Unidos al iconos de esas tribulaciones.!!
trasluz de las experienciasde otras regiones Por eso renacieron con intensidad las
de las Américas, como Brasil y el Caribe." discusiones acerca de las virtudes o los vi-
Esta fascinación aumentó aún más hacia fi- cios del imperio español, que fue en esos
nes de la década siguiente, cuando se ac- años, en última instancia, el gran eje na-
tivaron los movi-mientos a favor de los de- rrativo de la historiografía esradunidense
rechos de las mi-norías étnicas en Estados del periodo colonial en América Latina.
Unidos; a ello se aunó el proceso de desco- Aun así, esas obras contribuyeron a inser-
lonización luego de la segunda guerra tar de manera definitiva a las poblaciones
mundial, que atizó más aún el afán por aborígenes en la historiografía latinoame-
estudiar a los "otros".'? ricanista de Estados Unidos, ya que abor-
En tal contexto, el estudio histórico daron de manera directa el tema de las
del antiguo sistema imperial español ad- consecuencias de la conquista sobre las
quirió mayor relevancia y nuevos signi- sociedades arnerindias.F No obstante, to-
ficados. Las inquietudes en torno a las davía las poblaciones y las sociedades in-
implicaciones del creciente poderío esta- doamericanas eran juzgadas fundamenral-
dunidense se proyectaron hacia el pasado, mente desde la perspecriva española. En el
convirtiéndose el imperio español y los caso de los estudios sobre la población, su
virulentos debates sobre su gestión en énfasis estribaba en "la macrodemografía
América en alegorías de las tribulaciones, y las estadísticas agregadas" por lo que di-
las expectativas y las preocupaciones que rectamente arrojaban escasa luz sobre "las
suscitaba el naciente imperio. Así como formas culturales, los patrones y las estruc-
España tuvo que confrontar algunos dile- turas que organizaban la vida indígena".
Por su parte , los estudios sobre las institu-
8 Véase Santiago-Valles, Subjl'J:t, 1994; Rodríguez,
ciones enfatizaban el entramado político y
"Representing", 2002; Pérez Jr., Wa,-, 1998; Calder,
Impact, 1984, y Castor, Ocupación, 1971.
9 Tannenbaurn, Slave, 1946. 11Gibson, Black, 1971, pp. 11-12.
10 Novick, Noble, 1997, vol. n, pp. 560-586, Y 12Gibson y Keen, "Trends", 1957; Keen, "Main",
Handlin, Verdad, 1997, pp. 377-395. 1985, y Gibson, "Latín", 1982, pp. 187-202.

"¿QUIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?" 9


legal español y su establecimiento en Amé- América Latina colonial no se diferenciaba
rica. Así que, a pesar de que mucho de la forma como la había conce-
bido Antonio de Herrera, cronista mayor
los indios habían ocupado un lugar destacado de Indias, a fines del siglo XVI e inicios
en la hisroriografía hispanoamericana gene- del XVlI. A casi cinco siglos de distancia de
ral de los últimos 100 años, f. ..] siempre no la conquista, su pasado seguía siendo ima-
hacían] de manera indirecta, como objeto de ginado esencialmente a partir de los "he-
las acciones , las actitudes o las políticas espa- chos de los casrellanos'v'?
ñolas, siendo conquistados, convertidos, do-
minados o discuridos.l"
CHARLES GIBSON y LA NUEVA
Es decir, los amerindios eran a lo sumo HISTORIA MESOAMERlCANA
actores de reparto, cuando no mero esce-
nario, en el cual actuaban los conquista- Tal era el estado de cosas hacia los años
dores, los encomenderos, la corona o sus cincuenta y sesenta del siglo xx, cuando
burócratas. comenzó a modificarse el estatuto de las
Indicativo sobre el particular resulta sociedades indoamericanas en la historio-
la afamada obra de Lesley Byrd Simpson, grafía estadunidense. Entonces surgieron
Muchos Méxicos, cuya primera edición data algunas obras en las que las poblaciones
de 1941. 14 En este texro, una de las obras amerindias ya no aparecían como meros
de síntesis sobre la hisroria mexicana que objetos, como entidades inertes cuyos ras-
más éxiro ha tenido en Estados Unidos, gos sociales y culturales habrían sido mol-
las sociedades aborígenes tienen un papel deados exclusivamente por los designios
minúsculo. Así, luego de sendos capítulos de los conquistadores y los colonizadores
iniciales dedicados respectivamente al en- españoles. Entre esos trabajos pioneros so-
torno geográfico y a ese "tirano" de la die- bresalen Tlaxcala en el siglo XVI (original
ta mexicana que es el maíz, Simpson inicia en inglés de 1952) y, más adelante, Los
su relación histórica con la figura de Her- aztecas bajo el dominio español (edición en
nán Cortés. En los capítulos subsecuentes, inglés de 1964) de Charles Gibson.!" Es-
los personajes principales son en lo funda- tas obras formaron parte de una corriente
mental los españoles o, en su defecro, las renovadora que se inició en esos años y
elites criollas. Ni siquiera en la edición que se evidenció igualmente en el estudio
revisada de su obra incorporó Sirnpson de otras sociedades indoamericanas, como
algunos capítulos sobre las poblaciones la inca. En este último caso, el estudio que
indígenas, a pesar de haber sido él una de jalonó en Estados Unidos el comienzo de
las figuras que más contribuyeron a reno- las nuevas indagaciones sobre el pasado
var el estudio de las poblaciones meso- indígena fue la -eventualmente- influ-
americanas tanto antes como después de
la conquista. Parecía que la historia de la 15 La frase proviene del título de la ohm de Anto-
nio de Herrera, Historia general deloshechosde loscaste-
13 Ambas citas provienen de Lockhart, "Charles", llanosen las islas y tic1"I"a firme del mar océano (1601-
1988, p. 26. 1615) .
14 Simpson, Many, 1966. 16 Gibson, Tlaxcala, 1991, YAztecas, 1981.

10 PEDRO L. SAN MIGUEL


yente obra de! antropólogo John Murra, tivas invesrigaciones de Roberr Redfie!d y
cuyo concepto de los "pisos ecológicos" Osear Lewis sobre Tepoztlán, y la de
ha marcado desde entonces las indagacio- Ralph Roys sobre Yucatán.!" Sin duda a
nes etnológicas e hisróricas acercadel mun- estos nombres se podrían añadir otros que
do andino."? entre los años cincuenta y sesenta partici-
Es decir, la obra de Gibson formó parre paron de ese creciente interés por el estu-
de una corriente renovadora a la cual con- dio de las sociedades mesoamericanas; cada
rribuyeron varios autores, diversas disci- vez con mayor frecuencia, los antropólogos
plinas y distintas tendencias. Entre éstas se recurrieron al estudio del pasado como
encuentran las indagaciones sobre las so- parte de sus estrategias de investigación,
ciedades mesoamericanas que surgieron tal como evidencia la obra de síntesis de
en México en las décadas posteriores a la Eric Wolf, Pueblos y culturas de Mesoamérica
revolución y que ya para los años cuarenta (que apareció en inglés en 1959 con el tí-
y cincuenta constituían un impresionante tulo de Sons of the Shaking Earth) y, años
acervo tanto en el ámbito de la arqueolo- más tarde, Agrarian Revolt in a Mexican
gía como en el de la historia. Sobre esta Village de Paul Friedrich.!?
renovación también incidió la labor de los La confluencia de estas diversas ten-
etnólogos que realizaron variados estudios dencias, en la que participaron académicos
sobre comunidades, planteando en ocasio- estadunidenses, europeos y mexicanos, y
nes cuestiones cuyas respuestas requerían en la que colaboraron antropólogos, ar-
de una aproximación histórica, y que, en queólogos e historiadores, es palpable en
consecuencia, provocaron nuevas interro- el Programa de Historia de la América
gantes en la historiografía. Entre los tra- Indígena, coordinado por Pedro Arrnillas
bajos antropológicos que contribuyeron a y auspiciado por la Comisión de Historia
generar más interés en los "pasados in- del Instituto Panamericano de Geografía
dios", el mismo Gibson resalta las respec- e Historia y la Fundación Rockefeller en
los años cincuenta.F'' Al establecerse las
17 Murra, Organización, 1978, y Flff'lfl<Idones, 1975,
pautas que debían orientar el estudio de
A pesar de remontarse a la década de los cincuenta, las sociedades aborígenes del continente,
cuando realizó su resis doctoral (que sirvió de base al se hacen señalamientos que indican el des-
libro publicado en 1978), los trabajos de Murra no igual tratamiento que, todavía entonces,
se conocieron como libro hasta mucho más tarde, recibían los indoamericanos en las diversas
como indican la, fechas de publicación de las obras historias nacionales de América. En algu-
mencionadas. Incluso, su tesis no fue publicada en nos casos, se señala,
inglés hasta 1980, si bien sus planteamientos eran
muy conocidosentre los estudiosos del muodo andino ts Gibson, "Latin", 1982, p. 189; Redfield, Tepoz-
y sus huellas son visibles en varias de las investigacio- tldn, 1930; Lewis, Lijé, 1951, Y Roys, Indian, 1943.
nes más relevantes de las últimas décadas, entre ellas 19 Wolf, Pueblos, 1997, Y Friedrich,Ag1lzrian, 1977-

Spalding, Huarochirí, 1984, y Srern, Peru's, 1983. Se- Como aclara el mismo Friedrich en el prefacio(p. XlII,
gún Van Young, "Recent", 1985, p. 740, la influen- nota 2), aunque la primera edición de este libro es de
cia de Murta en los estudios andinos es hasta más 1970, su origen se remonta a los años cincuenta) ya
perceptible que la de Gibson en los estudios meso- que formó parte de su tesis doctoral. Su redacción de-
americanos. Véase también Spalding, "Colonial", finitiva data de ptincipios de la década siguiente.
1972. 20 ArmiJlas, Programa, 1957, Y Programa, 1958.

"¿QUIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?" 11


['..J el tratamiento de la historia colonial es das por la conquista y el dominio español.
tal ['..l que casi podría colegirse ['. .J que los Esto no quiere decir, por supuesto, que
europeos habían llegado a un continente in- los antiguos temas desapatecieran del
habirado. En general, y aun en los casos en todo. En algunos casos, continuó existien-
que la conciencia del problema es más viva, do la fascinación por los temas más tradi-
los historiadores tienden a ver la América cionales, como la conquista militar. No
poscolombina como una proyección europea, obstante, aún en tales casos ocurrieron
y lo indio y lo africano, solamente en función modificaciones significativas, sobre todo
de su aportación a la cultura euroamericana porque se prestó más atención a las carac-
y la participación de los indígenas y de los terísticas de las sociedades amerindias y a
esclavos importados como clases laborantes cómo éstas incidieron sobre el ritmo y las
en las sociedades coloniales y nacionales." modalidades que asumió la confrontación
(o el encuentro) con los españoles, y, en
Reparos aparte, el plan de estudio de consecuencia, en cómo determinaron el
las culturas indígenas, sugerido en ese pro- resultado final. 22
grama, contiene varios de los criterios fun- Sea como sea, lo cierto es que la obra
damentales seguidos por Gibson en sus de Gibson ernblematizó el cambio de pa-
investigaciones sobre los tlaxcaltecas y los radigma del estudio de las soc iedades
aztecas. En síntesis, lo que en última ins- mesoamericanas en Estados Unidos. Como
tancia pretendía el programa era demos- ha señalado James Lockhart, su obra dio
trar el papel determinante que habían "más importancia al lado indígena en la
desempeñado las poblaciones indígenas conformación de la interacción entre espa-
en el surgimiento de las sociedades pos- ñoles e indígenas ".23 Y aunque en muchos
colombinas; es decir, que las culturas in- sentidos Gibson no rompió del todo con
doamericanas no habían sido una mera ta- los paradigmas historiográficos prevale-
bla rasa sobre la cual los europeos habían cientes entonces, la "reorientación [de su)
impreso sus huellas. En consecuencia, el enfoque" adquirió dimensiones verdadera-
foco de atención tendió a cambiar; a partir mente revolucionarias en el ámbito de la
de entonces hubo un mayor interés en los historiografía estadunidense. Ello se debió,
temas relacionados con la estructura social según Lockharr, a que su per spectiva "lo-
y con las formas indígenas de organización cal" hizo que su estudio tratara "con gente
política, y cómo éstas habían interactuado y tradiciones [muy] diferentes" a las abor-
con las instituciones y los esquemas de dadas convencionalmente. Así que, a pesar
dominación españoles. Asimismo, implicó de haber seguido en su Tlaxcala "las fuen-
una reconsideración de las culturas indo- tes y tipos de aproximación que se habían
americanas, las que pasaron a ser concebi- venido desarrollando gradualmente en la
das no como conjuntos de objetos y piezas historia hispanoamericana por más de un
arqueológicas que meramente había que siglo", y de haber repetido "las diferentes
clasificar y ver, cual si fueran dioramas de etapa~ por las que había pasado el campo"
un museo, sino como formas de adapta- -por ejemplo: incluyendo material narra-
ción y resistencia a las realidades produci-
22 Véase. por ejemplo, Powell , Guerr«, 1984.
21 Arrnillas, Programa, 1957, p. 3. 23 Lockhart, Nabuas, 1999, p. 14.

12 PEDRO L. SAN MIGUEL


tivo proveniente de las crónicas, y dedi- tante "preparación militar". Esta "larguí-
cando amplia atención al estudio de las sima resistencia contra el imperio [azteca]
instituciones C'indias" en este caso) y al preparó [a los tlaxcaltecas] para ocupar
proceso de cristianización-, el resultado la posición que tendrían en tiempos de la
final fue "algo totalmente nuevo'v" conquista".20
Sin embargo, su alianza con Hernán
Cortés en contra de los aztecas no fue ins-
LA (RE)INVENCIÓN DE UNA IDENTIDAD tantánea. Inicialmente, al llegar los espa-
ñoles al territorio de Tlaxcala, la reacción
Aun así, el éxito y la influencia de Los azte- de sus habitantes fue enfrentarse a los in-
cas de Gibson hizo que se le prestara menos trusos con el fin de mantener su indepen-
atención a su Tlaxcala , a pesar de que "his- dencia, la que tanto esfuerzo y sacrificios
torio§ráficamente va más lejos" que esa les había costado frente a la permanente
obra . 5 Como arguye Lockharr, uno de los amenaza azteca, si bien los tIaxcaltecas ter-
aspectos relevantes de Tlaxcala es que pre- minaron aliándose con los barbudos gue-
tende narrar la historia de los tlaxcaltecas rreros" Por demás, Gibson señala que el
desde una óptica local, no desde la pers- apoyo tlaxcalteca no fue unánime y sin re-
pectiva de una identidad india abstracta servas. Destaca que uno de los jefes del
en la cual, durante la conquista, los habi- ejército tlaxcalteca, Xicoténcatl "El Joven",
tantes del reino terminan desempeñando se opuso a acordar la paz con los españoles
el papel de traidores a una causa indígena y favoreció, por el contrario, la continua-
totalmente inexistente en el momento. Al ción de la campaña en su contra. Aun des-
comienzo de su estudio hace alusión a las pués de realizarse la alianza hispano-tlax-
narraciones tlaxcaltecas sobre su pasado calteca, Xicoréncatl se mostró dispuesto
con el fin de demostrar la existencia de a atacar a los españoles, sobre todo luego
una identidad local, construida en buena de su derrota en la famosa Noche Triste,
medida a partir del creciente enfrenta- cuando consideró incluso una alianza con
miento con los aztecas del Valle de Méxi- los aztecas en contra de los recién llegados.
co. La intensidad de dicha pugna aumentó Habiendo desertado del campo español,
durante el siglo previo a la conquista es- el joven rebelde fue apresado y ejecutado
pañola y fue reduciendo a Tlaxcala a una en 1521. 28
situación de "relativa pobreza" y de cons- No obstante, luego de ser derrotados
por los españoles, los tlaxcaltecas proce-
24 Lockhan, "Charles", 1988, pp. 26-28. Este ar- dieron acorde con el patrón de interacción
tículo, que, hasta donde conozco, es el único dedicado común entre los diferentes gtupos étnicos
exclusivamente a la obra de Gibson, aparece también
y los reinos existentes, que usualmente se-
en Florescano y Pérez, Historiadores, 1995.
guía la secuencia: enfrentamiento militar,
25 Lockharr, "Charles", 1988, p. 25. Resulta indi-
derrota y alianza.i? Al convertirse en alia-
cativo de esta menor atención el hecho de que la pri-
mera edición en español de Tlaxcala date de 199 1,
es decir, casi 40 años después de su publicación en 26 Gibson, T/axcala , 1991, pp. 28-29.
inglés, mientras que Aztecas apareció en español 27 uu; p. 39.
en 1967, apenas a tres años de haberse publicado en 28 lbid., pp. 31-39 y 154-155.
inglés. 29 Ibid., p. 154.

" ¿ Q UIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?" 13


dos de los españoles -coalici ón desigual, ese pacto, y no su derrota militar, consti-
en la que ocuparon la posición de subordi- tuía el fundamento de su alianza con los
nados-, los tlaxcaltecas acruaron a base de españoles y, por ende, era la fuente de las
principios militares y políticos amplia- prerrogativas que exigían, entre las que
mente practicados en toda Mesoamérica. se destacaba la exención del pago de tribu-
Lejos de ser "traidores", de ser apóstatas tos. A pesar de ello, Gibson alega que no
de las creencias y las tradiciones prevale- existió una relación directa entre los "ser-
cientes, fueron totalmente fieles a las ideas vicios" prestados por los tlaxcaltecas a los
y las percepciones que regían los imagina- españoles y los supuestos privilegios con-
rios mesoamericanos acerca del poder y cedidos a la provincia. Por ejemplo, y a
de los conflictos entre los reinos. "Sus pri- contrapelo de una creencia muy generali-
meros esfuerzos se encauzaron a reconocer zada, "los indios tlaxcaltecas pagaron im-
la 'conquista' en términos familiares y a puestos de muchos tipos": contribuyeron
admitirla en el seno de hábitos de con- en bienes, dinero y trabajo con la corona,
ducta indios."30Más que desertar del cam- la Iglesia, el gobierno indio y hasta con
po "indio", los tlaxcaltecas procedieron de los particulares.V
acuerdo con esa dimensión de su cultura Si la provincia de Tlaxcala obtuvo al-
que se refería a la guerra y la paz, compar- gunos privilegios durante el periodo colo-
tida por la generalidad de los pueblos del nial, arguye Gibson, se debió más bien a
México antiguo.P! la tenaz campaña de los líderes del gobier-
Consumada la derrota del imperio az- no indio. Su insistente cruzada a favor de
teca, a la que los ejércitos tlaxcaltecas con- los intereses locales produjo, en efecto,
tribuyeron de forma extraordinaria, se ini- que la corona y el gobierno virreinal le
ció, a lo largo del siglo XVI, una compleja concedieran una serie de prerrogativas y
interacción entre los tlaxcaltecas y los es- reconocimientos, buena parte de los cua-
pañoles que tuvo como signo dominante les, empero, eran concesiones a particula-
la adaptación de los primeros al dominio res -especialmente a los nobles y los prin-
de los segundos. Dicha adaptación estuvo cipales- o tuvieron poco efecto real sobre
matizada por la historia tlaxcalteca ante- "los problemas prácticos de la provin-
rior a la conquista, sobre todo por ese po- cia".33 Aún así, las historias tlaxcaltecas,
deroso "patriotismo local", que fue un recogidas en un sinnúmero de petitorios,
factor determinante en la lucha que desa- reclamaciones y solicitudes, al igual que en
rrollaron los líderes regionales porque las unas pocas historias locales -entre las que
autoridades españolas le reconocieran a la Gibson destaca la de Tadeo de Niza, "pri-
provincia una serie de privilegios, insisten- mer historiador originario de Tlaxcala",
temente reclamados a base de un supuesto y la de Diego Muñoz Camargo 34 _ , in-
pacto con Cortés. Según los tlaxcaltecas, sistieron una y otra vez, primero, en su
versión acerca del pacto con Cortés, y, se-
30 ¡bid, p. 182. gundo, en el carácter colectivo de las su-
31 Para una aproximación a las relaciones entre
las ideas y el poder, y, en consecuencia, entre la vio- 32 Gibson, Tlaxcala, 1991,pp. 164-173 .
lencia, la guerra y la cultura, véase Wolf, Figllrar, 33 Ibid., p. 163.
2001, cap. 4, que se refiere a los azrecas. 34 lbid., pp. 27-28.

14 PEDRO L. SAN MIGUEL


puestas concesiones realizadas por la coro- lo que probablemente se originó como un
na y las autoridades coloniales más que acuerdo entre Cortés y algunos dirigentes
en su naturaleza privada e individual. indios privados llegó a ser visto a fines del si-
Los supuestos acuerdos con Cortés ha- glo XVI como un acuerdo más general , que
brían constituido sólo el inicio de una pro- incluía favores ext raord inarios para toda la
longada jornada de peticiones que per- provincia de Tlaxcalar>?
duraría a lo largo del siglo XVI y que
alcanzaron mayor intensidad a partir de Esta interpretación de Gibson acarrea
1545; en los años de 1550, 1562-1563 Y una dificultad que apunta, precisamente,
1583-1585 hubo "campañas" especial- hacia los extremos de la representación
mente enérgicas. Estas campañas "coinci- del "otro", hacia los límites de poder "ha-
dieron con el periodo de poderío político blar por el subalterno".38 El problema es-
de los indios", que se evidenció en el "cre- triba en la distinción que establece Gibson
cimiento" de su gobierno. A partir de entre lo colectivo y lo individual, y, por
1589, por el contrario, ocurrió una "dis- ende, entre lo público y lo privado, distin-
minución en [el] número y [la] calidad" ción que aparentemente se fundamenta
de las cédulas expedidas a favor de Tlax- en las nociones españolas de la época de
cala, lo que reflejaría una creciente situa- la conquista o, incluso, en las concepciones
ción de desventaja frente al mundo espa- prevalecientes en las sociedades occidenta-
ñol, marcada por mayores injusticias, les modernas. Cabe preguntarse, entonces,
agravios y ultrajes hacia los indígenas.P sobre la posibilidad de que los tlaxcaltecas
Con todo , ese cúmulo de peticiones y re- y los conquistadores tuvieran ideas diver-
elamos regeneró la memoria tlaxcalteca; gentes sobre lo público y lo privado ; con-
pese al embate del colonialismo español, cretarnente, que entre los indígenas de
mediante la fusión de nociones "parcial- Mesoamérica no existiera una separación
mente reales" y de otras "parcialmente fic- tan tajante y categórica entre lo uno y lo
ricias", se inventó una tradición capaz de otro, como supone Gibson. Al menos tal
mantener la identidad local. 36 era el caso en lo que a la posesión de la
Pero, ¿qué es lo real y qué lo ficticio de rierra se refiere. Entre los nahuas, indica
esa 'tradición tlaxcalteca? O más bien, Lockhart, "no podemos señalar tierras que
¿desde qué perspectiva determina Gibson pertenezcan del todo a un dominio o al
lo cierto y lo falso de las alegaciones rlax- otro. Todas parecen pertenecer a ambos a
caltecasacercadel supuesto pacto con Cor- la vez".39 De ser así, ¿cómo saber con exac-
tés y, posteriormente, de sus argumenta- titud qué concepciones acerca de lo pú-
ciones sobre la naturaleza colectiva, no blico Ylo privado, de lo colectivo y lo par-
privada, de las concesiones realizadas por ticular normaron esos traros entre los jefes
las autoridades españolas? ¿Desde qué tlaxcaltecas y Cortés? ¿Tenían ambas par-
estatuto acerca de la verdad concluye Gib- tes las mismas concepciones? ¿Le confi-
son que rieron rlaxcalrecas y españoles los mismos

35 lbid., p. 163. 37 Gibson, Tlaxcala , 1991, p. 156.


361bid, p . 185, YHobsbawm y Ranger,lmention, 3" Spivak, "Can", 1988.
1988. 3Y Lockhart, Nahuas, 1999, p. 232.

"¿QUIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?" 15


significados, o partieron y asumieron con- fueron concesiones p rivad as o públicas,
cepc iones de siguales, como sugiere tam- para definir si su alcance era estrictamente
bién el ejemplo de la g uerra, que el mismo particular o si poseían una dimensión co-
Gi bson menciona? D espu és de tod o, aun lectiva. ¿Estarem os ante una de esas situa-
contando con la mediación de intérpretes, ciones, comunes por d emás, en que las
la com unicación inicial entre españ oles e formas jurídicas (espa ñolas, en este caso)
indoamericanos fue sumame nte deficiente, han terminado transfigurándose en la ver-
sobre todo cuando el intercambio de men- dad histórica?42
sa jes conllevaba, como sería la situación Como se pu ede apreciar, las historias
de m arras , la transmisión de sutiles dis - tlaxcaltecas desempeñan un pa pel crucial
crepancias soci ale s y culturales, aunque en la recon strucción que hace Gibson so-
tales diferencias pudieran quedar enmasca- bre la identidad local . Al enfatizar la exis-
radas tras similitudes formales."? ten cia del "patriotismo tlaxcalteca ", Gib-
Pero lo cieno es que del texto de G ib- son disloca la reificación de "lo indio", que
son no se desprenden las respuestas a estas había sido una de las características predo-
preguntas, al menos no directamente; minantes de la historiografía hasta enton-
también lo es que quizás nunca podamos ces. Cabría preguntarse cuáles fueron las
saber con certeza si, en efecto, los jefes concepciones generales que guiaron a Gib-
mcsoamericanos que supuestamente rea- son en su intelección acerca de ese "patrio-
lizaron esos pactos con Cortés estaban pen- tismo". ¿Tendrá éste alguna relación con
sando en obtener ventajas estrict amente las nociones modernas acerca del naciona-
p ersonal es o si, por el contrario, sus recla- lismo? Éstas son preguntas difíciles, si no
mo s poseían una dimensión social , colec- imposibles, de contestar categó ricam ente.
tiva, que los españoles no p od ían com- N o obstante, considero plausible que las
pren der por ser ajenos al mundo cultural nociones contempor áneas sobre el nacio-
tlaxcalteca. Posteriormente, a medida que nalismo hayan fungido co m o m odelos
los tlaxcaltecas sufrieron esa "aculruraci ón" (probablemente inconscientes) para conce-
o "hispani zación política" a la qu e se refiere bir y elaborar sus ideas sobre el "pa triotis-
Gibson," y que, en consecuencia, recurrie- mo tlaxcalteca". Después de todo, el con-
ron insistentemente a los organismos judi- cepto mismo de "p at riot ism o" rem ite a
ciales con el fin de validar los pri vilegios lo que Gyan Prakash ha denom inado "es-
que alegaban poseer, tendieron a prevale- critura histórica fund acional ", la que se
cer los criterios legales esp añol es. Y son, basa en la representación de alg ún tipo de
precisamente, esas deci siones las que han identidad qu e se resist e a descomponerse
fungi do como fuente ernpfrica y com o "ar- en partes heterog éneas.P
chivo cultural" para determinar la natura- Vale, pues, la pena exami nar cuáles son
leza de los privilegios reclamados por los los principales elem entos definitorios de
tlax caltecas; es decir, para "comprobar" si ese patriotismo tlaxcalteca, según lo con-

4<1 Sobre los problemas de la comunicación en los


momentos iniciales de la conqui sta, véase Todorov, 42 Foucaulr, Verdad, 1995. Esta cuestión tambié n
Conquista, 1987, y Martinetl, Comunicaáón, 1992. es discutida en G uha, "Prosa", 1999.
41 G ibson, Tlaxcala, 1991, pp . 107 Y 123. 4 3 Prakash, "W riti ng" , 2000, pp . 176-177.

16 PEDRO L. SAN MIGUEL


cibe Gibson. En primer lugar se encuen- lograron dirigir "los procesos de hispani-
tran las "historias tlaxcaltecas", a las que zación", al menos hasta fines del siglo XVI,
ya he aludido. En su misma presentación cuando "el gobierno indio perdió su posi-
de reclamos particulares como exigencias ción" de autoridad/" Ello se debió princi-
colectivas, o en su pretensión de hacer pa- palmente a la "intromisión" de los civiles
sar privilegios individuales como si fueran españoles qui enes, en busca de tierras y
concesiones comunitarias, se evidencia la mano de obra, comenzaron a incursionar
intención de crear eso que Benedict An- en el territorio de Tlaxcala. Tal incursión en
derson ha llamado una "comunidad ima- la provincia tuvo resultados "desastrosos",
ginaria".44Como muchas de esas historias ya que fue mermando los recursos dispo-
se compusieron con el propósito de de- nibles para la población indígena, amén
fendet los intereses colectivos, guardan de provocar transformaciones en la vida de
una gran similitud con las historias nacio- las comunidades. Éstas acabaron por su-
nalistas articuladas en torno a la defensade cumbir a la "desunión" inducida por "la
lo propio frente a lo externo, frente a un ganancia individual", que demostró "ser
otro que amenaza el patrimonio y la iden- más fuerte que el bienestar común de los
tidad locales, tipo de defensaque constitu- indios". Ni las leyes ni la política de "se-
yó un fenómeno generalizado entre los gregación racial" de la corona pudieron
pueblos mesoamericanos durante el pe- impedir este ineluctable procese."
riodo colonial." Aún así, e irrespectiva- Debido al papel protagónico que Gib-
mente de su función en la defensa de los son le adscribe a los "pr incipales" y a las
intereses colectivos, cabe preguntarse qué instituciones indígenas, los tlaxcaltecas
parte del pasado tlaxcalteca omitieron esas que figuran en su narración son funda-
historias. ¿Cuánto de las fisuras y de los mentalmente los miembros de las elites.
conflictos internos entre los daxcaltecas Como que en Tlaxcala la conquista no
quedaron borrados de tales inscripciones? modificó en lo sustancial "la estructura
Sobre el particular, hay que tener presente general de la sociedad aborigen", las rela-
que dichas historias fueron construidas ciones entre los principales y los mace-
por las elites de la sociedad daxcalreca. guales se mantuvieron "como en tiempos
De hecho, el papel de los "gobiernos precortesianos''. Esto fue así pese a los es-
indios" y de los jefes daxcaltecas consti- tragos causados por las epidemias durante
tuye el segundo elemento destacado de el siglo XVI. 4 8 En consecuencia, las elites
la relación que hace Gibson acerca de la daxcaltecas se encontraron en una posición
constitución del patriotismo daxcalteca: capaz de manipular a sus súbditos, a las
son ellos los verdaderos héroes de la super- autoridades españolas --<¡ue actuaban diri-
vivencia de la identidad local. Desde sus gidas por una "colonización humanisra"-
posiciones de poder, "los principales, los e, incluso, de poner barreras efectivas a las
jefestradicionales de la vida de Tlaxcala", incursiones de los civiles españoles.

44 Anderson, [magined, 1994.


4, Florescano, Historia, 200 2, pp. 209-268; Lock- 46 Gibson, Tlaxcala, 1991, p. 183.
harr, Nabuas, 1999, pp. 531-604, YG ruzinski, Coloni- 47 [bid. pp. 85-92.
zaci6n, 1991. 48 [bid, pp. 183 Y 144.

"¿QUIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?" 17


La clase alta india no solamente pudo ejer- dias en defender a la comunidad y su
cer discreción en cuanto a adoptar prácticas identidad.
españolas para ella misma; pudo también Así, en la obra de Gibson el pasado in-
retener la influencia española sobre las clases dio es en la hechura fundamental de las
bajas y beneficiarse cada vez más con el tri- elites indígenas. Al igual que en la histo-
buto y la mano de obra de esas clases. El inte- riografía moderna de la nación, el "patrio-
rés de los principales se revela en los esfuerzos tismo tlaxcalteca" de Gibson está predica-
del gobierno indio por limitar la producción do a base del principio de una comunidad
de cochinilla y por impedir directamente a con un alto grado de homogeneidad que
los maceguales acumular riquezas o cambiar es amenazada por fuerzas externas: prime-
su posición de cualquier otro modo.t" ro por los aztecas, luego por los conquista-
dores y, posteriormente, por los civiles es-
En su narración, los maceguales, los pañoles, quienes finalmente lograron
tlaxcalrecas del común, aparecen apenas socavar las bases materiales de la colecti-
como el objeto de la interacción entre los vidad, y debilitar su identidad y su fibra
"principales", los funcionarios del gobier- moral. Por su parte, las instituciones de
no y los civiles españoles. Ya como bene- poder -tanto las indias, que actúan en el
ficiarios de las medidas del gobierno indio ámbito local, como las españolas, que ope-
o de la "colonización humanista" del Es- ran en toda Nueva España- se distinguen
tado, como objetos de las medidas explo- por su naturaleza bienhechora. Desde las
tadoras de unos u otros, o de las fluctua- instituciones del gobierno indio, sobre
ciones demográficas, las grandes masas de todo desde el Cabildo, los "principales"
tlaxcaltecas son el trasfondo de las acciones actúan como guardianes de la identidad
ejecutadas en el escenario principal por tlaxcalteca, tratando de evitar el contagio
los "principales", los funcionarios colonia- con un mundo exterior que se concibe
les y los civiles españoles. El mismo pro- como una amenaza para la unidad y la
ceso de "hispanización política" que, junto pervivencia del grupo. El mismo gobierno
con la aceptación del cristianismo por los español, insiste Gibson, se caracteriza por
indígenas , Gibson resalta como una de las sus políticas humanistas, interpretación
adaptaciones más creativas de los tlaxcal- que remite a las concepciones acerca del
tecas al dominio español, fue un fenómeno Estado como una entidad que protege a
circunscrito mayormente a las elites in- los miembros más desvalidos de la socie-
dias. "En ningún momento penetró la his- dad y, en consecuencia, como garante de
panización política hasta los niveles más la armonía social.
bajos de la sociedad.T" Esto, por supuesto, Movidos sin duda por fines políticos
fue en gran medida resultado del vigor de tanto al interior como al exterior de la co-
la comunidad y de las tradiciones políticas munié:lad, los principales tlaxcaltecas in-
tlaxcaltecas luego de la conquista. Pero tentaron forjar un sentido de identidad
en el relato de Gibson también se muestra que adoptó una serie de instituciones y
como resultado del éxito de las elites in- concepciones españolas en una matriz in-
dígena . En su historia de Tlaxcala, Gibson
49 Ibid., p . 153. destaca la relevancia de estos procesos. No
50 Ibid., p. 123. obstante, reproduce un esquema que, por

18 PEDRO L. SAN MIGUEL


un lado, remite a la noción de una comu- fundamentalmente arrnorucas. Esa
nidad ideal-o al menos con alto grado de búsqueda de la armonía -que en la obra
homogeneidad y de ausencia de conflictos historiográfica se efectúa en el plano dis-
internos- y, por el otro, que le confiere a cursivo- es, precisamente, uno de los ras-
sus elites y sus instituciones una agencia gos fundamentales del pensamiento ut ó-
histórica que termina sumiendo a los sec- pico, tal como lo ha destacado Beatriz
tores subalternos al papel de meros reci- Pasror.?" En el caso de Gibson, su concep-
pientes de sus actos. Así, el patriotismo ción acerca del gobierno indio y del "colo-
tlaxcalteca actúa como una fuerza social, nialismo humanista" como instituciones
política y cultural que defiende los intere- protectoras entronca con dos tendencias
ses colectivos, pero que también se trans- que, aunque respondiendo a tradiciones
forma en una institución, una ideología, culturales y a experiencias históricas muy
"un interés cultural" y un Estado de eli- disímiles, coinciden en una cierta perspec-
tes . 5 i El resultado es una historia del tiva utópica, La primera tendencia, que
patriotismo tlaxcalteca que termina re- se origina en el pensamiento de los mi-
medando las modernas historias naciona- sioneros "rebeldes y utópicos" de inicios de
listas en la medida en que quienes figuran la época colonial, tuvo como objetivo
como sus agentes activos, como sus crea- construir "un sistema alternativo que su-
dores y defensores, son las elites, sus insti- perara o al menos minimizara las injusti-
tuciones y sus organismos de poder. Según cias de la colonia", ss
Partha Chatterjee, el pensamiento nacio- La otra tendencia de inclinación utópi-
nalista es un "discurso derivativo" de los ca que se trasluce en las posiciones de Gib-
discursos coloniales. Siguiendo este prin- son es el movimiento "progresivista" de
cipio se puede argumentar que la cons- Estados Unidos, que generó una impor-
trucción que realiza Gibson del "patrio- tante tradición intelectual que se remonta
tismo tlaxcalteca'' es un derivado de los a principios del siglo xx y con la cual se
discursos nacionalistas modernos. 52 Si en identifica a algunas de las figuras cimeras
éstos apenas figuran los plurales y hete- de la historiografía de ese país, como
rogéneos "fragmentos de la nación";" en Charles Beard y Carl Becker,? Una de las
el relato de Gibson poco cuentan los diver- metanarrarivas del "progresivismo histo-
sos trozos del "patriotismo tlaxcalteca", riográfico" estriba en cómo las fuerzas
Pese a ello, la obra de Gibson también egoístas, representadas regularmente por
posee una dimensión utópica que amerita los "grandes negocios", conspiran contra
destacarse, perceptible en su recreación de las masas y el "pueblo" , En tales relatos, el
la sociedad tlaxcalteca después de la Estado ciertamente puede cumplir una
conquista, en la que, luego del violento función nefasta, aliándose con esos intere-
momento inicial, prevalecieron a lo largo
del siglo XVI unas relaciones de poder ,4 Pastor,jardin, 1999.
55 Marzal, Historia, 1993, p. 171. Véase también
5l Este argumento está inspirado en Kaviraj , "Ins- Pa8tor,jardin, 1999, pp. 157-262.
titución", 1999; Guha, "Sorne", 1988. '6 Novick, Noble, 1997, vol. r; Handlin, V<rdad,
'2 Charterjee, Nationa!ist, 1995. 1997, pp. 51-89; Higham, History, 1965, pp . 104-
53 Chatterjee, Nation, 1993. 144 Y 183-211, YHofstadter, Historiadores, 1968.

"¿QUIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?" 19


ses; pero, en el caso estadunidense, esto se des ideales, en Tlaxcala, hacia fines del si-
ve como una desviación, como una situa- glo XVI, el afán de lucro "irrurnplió] en la
ción anómala, por lo que el Estado usual- historia para desterrar la edad de oro de
mente se concibe como un ente justiciero, la humanidad", con lo que se desmoro-
dispuesto a defendet los intereses del pue- nó la "visión 'arcádica' y 'áurea' del mundo
blo en contra de los opresores. En conse- indígena". 57
cuencia, las instituciones estatales, las leyes Tal visión acerca de las com unidades
y el sistema político en general se perciben indoamericanas no es privativa del pen-
como garantes de la armonía social, por lo samiento utópico; también es localizable
que contribuyen a generar un orden defi- en buena parte de las investigaciones etno-
nido por la paz, la equidad y la moralidad. gráficas que se realizaron en México y en
La comunidad tlaxcalteca construida los países del tercer mundo en general du-
por Gibson se distingue, por un lado, por rante la primera mitad del siglo xx. En
poseer una fuerte identidad, cuyo mante- tales investigaciones, las sociedades aborí-
nimiento es responsabilidad, sobre todo, genes -vistas con frecuencia al trasluz de
de los principales indios, y, por otro lado, la noción de la "comunidad pequeña" que
por la existencia de unas relaciones de po- popularizó Robert Redfleld-P" aparecen
der esencialmente armónicas entre sus tres como entidades ensimismadas, cerradas
elementos constitutivos: el pueblo tlax~al­ generalmente al mundo exterior y como
teca, sus elites (representadas por el go- congeladas en el tiempo. Internamente, por
bierno indio) y las instituciones españolas, otro lado, eran construidas como entidades
inspiradas en un colonialismo humanista. armónicas, en las que prevalecía la solida-
Esta relación armónica es amenazada por ridad entre sus miembros; y cuando final-
fuerzas externas, en concreto por los civiles mente colapsaban esos lazos, se debía a las
españoles que, en búsqueda de fuentes de fuerzas externas -el mercado.iel capitalis-
enriquecimiento, incursionan en el territo- mo o la economía monetaria, los empre-
rio tlaxcalteca y poco a poco socavan la ar- sarios, los comerciantes o los usureros, los
monía en el interior de la comunidad, hacendados o los terratenientes- que pene-
amén de destruir el precario equilibrio traban en la comunidad y que terminaban
entre la ley y la realidad social que habían destruyendo la armonía anterior.?? Tal me-
logrado sostener los tres agentes de ese or-
den. Desde la historiografía, Gibson reedi- 57 Ainsa, Edad, 1998, pp. 101 Y 108.
ta la narración de J.a ciudad ideal, de la '8 Rcdfield, Lit/le, 1965 .
comunidad virtuosa e impoluta en la que 59 Ésta es una cuestión que tiene una larga ge-

existe una fundamental concordia entre nealogía, que en Europa se remonta a fines del siglo
XIX, a los debates acerca de los efectos del capiralismo
sus partes constitutivas, concierto que es
sobre lassociedades agrarias "atrasadas", campesinas
destruido por lo foráneo. Por supuesto,
en su mayoría, y, en América Latina, usualmente de
para que esta postura se pueda sostener, origen indígena. Para discusiones sobre el tema, véase
Gibson tiene que disociar las conductas San Miguel, Campesinos, 1997; Roseberry, "Campesi-
privadas, que degradan a la sociedad origi- nos", 1991; Cancian, "Comportamiento", 1991; C.a1-
naria, y las acciones del Estado, que se rige va, Campesinos, 1988; Wolf, Peasants, 1966. De parti-
por sus políticas "humanistas". Como en cular relevancia para México son los artículos de Wolf,
muchos relatos míticos sobre las socieda- "Types", 1955, y "Closed", 1957.

20 PEDRO L. SAN MIGUEL


ranarr ariv a comparte con el pensamiento acerca de la nación, la identidad y el nacio-
utópico sob re las sociedades idíli cas la per- nal ismo mexicanos.
cepción acerca del carácter corruptor y de-
gradante de esos elementos foráneos que
inciden sobre las comunidades primigenias. Los A Z TECA S, O LAS TRlBULACIONES
Así, rras una obra que en la superfici e ÉT ICAS DE GrnSON
se d ist ingue por su empirismo avasalla-
dor,60 podemos localizar el dejo de una La novedad de la obra de G ibson hizo que,
narrat iva rom ántica que "nosrálgi carnenre durante las décadas sig uie ntes, se convir-
lamenta la d estrucción de una idealizad a t iera en el arquetipo de las invest igaciones
comunidad precolonial'U" Al reconstruir sobre los pasados indios. Modelo, por otro
su identidad, simbólicamente Gibson con- lado , difícil de emular debido a la ampli-
tribuye a conferirle a la sociedad tlaxcalte- tud de su t emática, la exte nsió n de! pe-
ca un nuevo lugar en el orden colonial; riodo estudiado -toda la era colonial, en el
también coadyuva a restituirle un a digni- caso de Los aztecas-, la diversidad de sus
dad perdida por las acusaciones de "t rai- fuentes, y, por ende, su enorme erud ici ón ,
ción " que tradicionalmente han pesado Así que, a pesar de que a partir de los años
sobre ella. Esta acusación, como muy bien setenta en Estados Unidos aumentó el nú-
arguye Guy Rozart, fue una hechura de mero de investigaciones sobre la historia
la historiografía nacionalista que surgió de las sociedades mesoamericanas posterio-
en el siglo XIX . res a la conquista, pocas pueden comparar-
se en amplitud, complejidad, sofisticación
Du rante la colonia, dominada por un d is- y profundidad con Los aztecas de G ibson.
curso salvífico en versión española [...1, los Posiblemente, sólo dos obras puedan com-
tlaxcaltec as pueden const ruirse una identi- parárse!e: Los nahuas de Lockhart y La sa-
dad posiriva [...], com o cristianos y miem- ciedad maya de N anc y Farriss. 63
bros de un reino español l...] Pero cuando se y no resulta arduo comprender por
trata de cambiar de paradigma, de inscribirse qu é Los aztecas ha sido tan difícil de em u-
de ntro de una historia un iversal americana, lar. Salvando las distancias , constituye un a
en una hisroria nacional , el papel de los an- de las pocas obras que, en el ám bito de la
rig uos tlaxcalt ecas se vuelve mu y ambig uo hisroriografía lat inoam er ican a, posee ras-
y la acusación de traici ón em pieza a tom ar gos que se aproximan al m odelo braude-
cuerpo.V liano.64 En primer lug ar, por su m arco
temporal, que se ubica en esa "larg a du-
Quizás sin proponérselo, al reivindi car ración" d efinida por los eres siglos que
la identida d y las historias tlaxcaltecas, perduró el dominio esp añol sob re las po-
G ibson también abre un pequeño orificio blaciones del Valle de México. Vista estric-
que permite atisbar desde perspectivas crí- tamente desde la concepción de Braudel
ticas las más socorridas versiones modernas sobre los tiempos hi stóri cos -la "larga du -

60Lockhart, "Charles", 1988. 63 Lockharr, N ahuas, 1999; Farriss, Sociedad,


61 Thomas, Colnnialism's, 1994, p. 15. 1992.
62 Rozar, Orígmes, 2001, p. 152. 64 Van Young, "Recent", 1985, p. 726.

"¿QUIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?" 21


ración ", el ciclo medio de las coyunturas, cómo el dominio españo l incidió sobre la
yel riempo corto y "nervioso" de los acon- ecología del Valle, induciendo, a la vez,
cecimienros-J? la cronología de Losaztecas modificaciones radicales en las relaciones
no alcanza ese "t iempo larg o" que , en el ent re sus habitant es y el medio am biente
esquema braudel iano, es modelado a base que, a la larga, contribuyeron a tra nsfor-
de los cam bios lentos, casi im pe rcep t i- mar la civilización azteca.
bles, de las transforma ciones geológ icas.
No obstante, si nos distanciamos un tanto Con la conquista española, el eq uilibr io de
de las metáforas geológicas de Braudel y recursos y pobl ación cam bió abrupta mente.
tomamos como criterio de la "larga dura- Los conquistadores talaron g randes cant ida-
ción" los cam bios sufridos por la civili za- des de árboles para util izarlos como material
ción azteca luego de la conquista, entonces y combustibl e. Sus arados penetraban más
resul ta mucho más comprensible adscri- profundamente en la tierra que los palos para
birle a la obra de Gibson esa dimensi ón cavar de los indígenas, y su ganado y sus
braudeliana . Así, cuando Gibson contrasta ovejas dejaban desnudo el terreno. Nuevos
la perspectiva de los arqueólogos - más sistemas de riego y molinos har ineros con-
aten tos a "los cambios natura les" y a sus cent raban o redistribuían las afluencias de
efectos sobre las antiguas sociedades me- agua. Ninguno de los nuevos proced imie n-
soamericanas- y de los histor iadores - más tos era desastroso en sí m ismo pero el efecto
inclinados al estudio de los acontecimien- combinado a través de los años fue una dis-
tos de corto plazo-, propone concepciones mi nución acelerada del terreno agrícola. 6 7
del tiempo q ue son cuasi braudclianas.I'''
Además , sugiere d e alguna form a la Es decir, los españoles produjeron una
necesidad de lograr una mejor integración nueva civilización en México -e indu jeron
entre esos dos p lanos del "tiempo" y, en cambios civilizarorios entre los aztecas-
consecuencia, de nuestra intelección acerca debido, entre otras razones, a que estab le-
de las sociedades indoamericanas. cieron una relación cualitativamente dis-
Otro rasgo braudeliano de Los aztecas es tint a con el entorno natural, descuidando
su pretensión de realizar una especie de "las adap taciones regionales" logradas por
"hi sto ria total". O bviamente, en ella se los mesoamericanos a lo largo de mu chos
prest a m ayor ate nc ión a las est ruct uras siglos. Tal "descuido" español se evidencia
económicas , demográficas , sociales y polí- en su menosprecio del sistem a de chinam-
ticas; pero tam bién se tom an en conside - pas y del sistema lacustre de l Valle, "tan
ración las carac te rísticas g eog ráficas y ingeniosamente utilizado por los indíge-
ecológic as del Valle de México que hicie - nas", pero que fue som etido por los espa-
ron posible el desarro llo de las sociedades ñoles a un intenso drenaje qu e t uvo resul-
mesoamericanas, al igual qu e las t ransfor- tados desascrosos.P" A estas alteraciones
maciones radi cales que sufrió la región habría que añadi r el gran descenso de la
luego de la conquista. De hecho , es facti - población indígena, que constituye sin
ble leer Losaztecas desde la perspec t iva de d uda alguna la tran sformaci ón "ecológica"

6' Véase Braudel, Historia , 1999, pp . 60-106. 67 tu«, p. 9.


66 Gibson, Aztecas, 1981, p. 11. 6" lbid., pp . 11- 12.

22 PE DRO L. SAN MIGUEL


más drástica producida por la conquisra.P? de la comunidad primigenia que mantie-
Tanto por una como por otra razón, recalca ne una relación armoniosa con su entorno,
Gibson, "la conquista marca una discon- vínculo que es amenazado -e incluso des-
tinuidad L..J en la historia humana y física truido- por la intrusión de los foráneos,
del valle"."? No obstante, por importantes quienes someten y explotan a los aboríge-
y significativas que hayan sido las transfor- nes, se apoderan de sus bienes y recursos,
maciones en las relaciones entre el medio y degradan a la naruraleza .F Aunque pue-
natural y la población indígena, ninguna da ser cierto, como afirma Lockharr, que
modificación pudo "compararse con los Gibson no se vio "profundamente afectado
cambios producidos por la explotación por los conceptos y los m étodos de la an-
española". Los indígenas "fueron más afec- tropología";" en un nivel más recóndito
tados por las apropiaciones de tierra que parece que compartía con ésta no pocos
por la erosión, más por el control español de sus merarrelaros más estimados. En Los
sobre el sistema de riego que por la ca- aztecas, la conquista -la irrupción del fo-
rencia absoluta de agua ". En consecuencia, ráneo, del extraño- actúa como hito de la
en LOJ aztecas Gibson se aboca a trazar esas perturbación de la relación entre los hu-
"fuerzas de control L.. J humanas" que a lo manos y la naturaleza. Además de fungir
largo del periodo colonial ejercieron di- como límite cronológico señalando el "an-
versas presiones sobre los habitantes indo- tes" y el "desp ués", la conquista adquiere
americanos del Valle de México. "! en tal construcción narrativa una dimen-
Como en el caso de Tlaxcala, donde sión ética, ya que representa el momento
narra los efectos nocivos de la irrupción de la "caída". El demarcador cronológico
de los civiles españoles en la provincia, en -la conquista- opera como algo más que
Los aztecas Gibson retoma la noción de un recurso para ubicar la secuencia de los
cómo los elementos foráneos alteraron acontecimientos que son referidos como
de manera drástica una armonía preexis- parte de una historia; se convierte, además,
tente: en la primeta obra, la avenencia sur- en una de las maneras retóricas en que se
gida luego de la conquista entre los ma- construye al "otro" onrológicamente.?" Ya
ceguales tlaxcaltecas, los "principales" y que antes de ella prevalecía la armonía en-
los agentes del "colonialismo humanista"; tre la sociedad y la naturaleza, los indíge-
en la obra po sterior, la concordia entre los nas del periodo anterior a esa "caída" son
indoamericanos que ocupaban el Valle de concebidos a partir del "mito de la integri-
México y su entorno natural. Si bien Gib- dad social o de la autenticidad't.?"
son está muy lejos de concebir a las comu- Aunque revestida de un empirismo
nidades del Valle como sociedades que apabullante, que genera la sensación de
existían en un estado de naturaleza, como que la obra carecede toda consideración que
"hombres (y mujeres) naturales", en LOJ trascienda la erudición en su sentido más
aztecas recurre a otro de los tropos más co-
munes en la literatura antropológica: la 72 Este argumento está basado en Spurr, Rbetoric ,

1993, pp. 156-169; White, Tropia, 1986, pp . 183-196.


69 Crosby, e olnmbia» , 1972 . 73 Lockhart, "Charles", 1988, p. 26.
70 Gibson, Aztecas, 1981, p. 1 L 74 Sobre el particular, véase Fabian, Time, ] 9Hj ,
7 1 loid., p . 12. " Spurr, Rhetoric, 1993, p. 139 .

"¿QUIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?" 23


escueto y que está desprovista, por ende, Esa presencia de la leyenda negra en
de consideraciones teóricas o concepruales la obra de Gibson, aunque plagada de difi-
-mucho más de reflexiones filosóficas-e,"? cultades y trampas, remite al gran tema de
Los aztecas contiene profundas inquietudes Los aztecas: cómo se modifica (o disuelve)
morales. Como Jonás dentro de la hallena, una civilización. Esta afirmación puede
las tribulaciones éticas de Gibson quedan resultar contradictoria con lo que, en tér-
engullidas por una inmensidad de datos, minos generales, se suele destacar en el
detalles y hechos. Aún así, las inquietudes mundo académico estadunidense acerca
éticas afloran insistentemente en la obra de de la contribución de Gibson a la historio-
Gibson; ellas corresponden a la historio- grafía de las sociedades indoamericanas
grafía estadunidense más importante de luego de la conquista. Según tal criterio,
su época referente a América Latina, como
evidencia todo el debate, de gran algidez La gran contribución de [Los azt~as] [",j fue
a partir de los años treinta del siglo xx, el despliegue, sobre un lienzo muy amplio,
en torno a las consecuencias de la conquis- de la lección de que las estructuras y la vi-
ta española sobre las sociedades indoame- talidad indígenas sobrevivieron en lo funda-
ricanas, sintetizado en torno a la deno- mental a la conquista, y que afectaron, y
minada leyenda negra.?? No en balde, el muchas veces casi dictaron, todas las medi-
tema de la leyenda negra surge con fre- das que p lanearon o emprendieron los es-
cuencia en la obra de Gibson; se alude a pañoles."?
ella en las conclusiones de Los aztecas, al
igual que en algunos trabajos que elaboró De tal forma, Gibson desmintió la
años más tarde, como el volumen que edi- idea, muy generalizada anteriormente, de
tó sobre el tema a principios de la década que la conquista "había destruido la civili-
de los setenta, al igual que en sus más im- zación india dejando sólo el nivel de la al-
portantes trabajos de síntesis sobre las con- dea" .80 En consecuencia, las poblaciones
diciones de los indoamericanos bajo el do- indígenas de América dejaron de ser con-
minio español. ?" cebidas como meras receptoras de las polí-
ricas españolas, y pasaron a verse como
76 Van Young, "Rercnr", 1985, p . 726, YLock- agentes activos en el surgimiento de los
han, "Charles", 1988, p. 30. esquemas económicos, sociales y cultura-
77 Keen, "Majn ", 1985, pp. 663-671. Obvia- les que se fueron gestando a lo largo del
mente , estas discusiones no fueron exclusivamente periodo colonial. Es decir, Gibson trazó
estadunidenses, ya que en ellas también participaron un nuevo paradigma a base del cual inter-
europeos, sobre todo españoles, y, por supuesto, lati- pretar las interrelaciones entre españoles
noamericanos. Al respecto, véase Gibson, B!ack, 1971, e indígenas, entre dominantes y domina-
pp. 3-27. dos, que se convirtió en el modelo impe-
7" Gibson, Aztecas, 1981, p. 413; Blace, 1971 ;
España, 1977, pp . 226-227 Y 259; "Indian", 1986,
rante en la historiografía esradunidense."!
pp. 381-382. Según la bibliografía que se incluye en
Lockhart, "Charles", 1988, pp. 46-47, su ensayo"ln- 79 Lockhart, "Charles", 1988, p. 36.
dian" , 1986, escrito para The Cambr idge History of RO lbid., p. 33-
Latm America , fue el último trabajo publicado por 8 1 La influencia de tal paradigma es palpable en

Gibson. las mejores obras de síntesis sobre la historia latino-

24 PEDRO L, SAN MIGUEL


Partiendo de la premisa de que en ello esrudío"."' Pero creo que esta interpreta-
reside el mérito principal de Los aztecas, ción pasa por alto varios factores . Sobre
Lockhart ha señalado que existe una con- todo, ¿cuál era la concepción de Gibson
tradicción entre lo que sería el argumento sobre la civilización? Es decir, ¿qué cri-
central de esta obra y su parte demostrati- terios usó para definir la "civilización az-
va, por un lado, y las conclusiones gene- teca" y, en consecuencia, para determinar
rales a las que llega su amor, por otro lado. su decadencia a raíz de la conquista? Como
Según Lockhart, a pesar de demostrar em- es su costumbre respecto de los problemas
píricamente la supervivencia de muchas conceptuales, Gibson no ofrece una defini-
de las estructuras indígenas, en sus conclu- ción sistemática de lo que entiende por
siones Gibson enfatizó la "explotación" y "civilización"; a lo sumo, en el párrafo ini-
la "decadencia" como los rasgos predomi- cial de su obra brinda algunas ideas muy
nantes de las sociedades indígenas del vagas acerca de la civilización azteca. No
México central luego de la conquista. Por obstante, el manejo que hace del término
ende, Lockhart considera que existe una en ese brevísimo pasaje sugiere cuál es
inconsistencia entre la parte empírica de la su punto de partida. Al respecto, dice
obra de Gibson y sus conclusiones; y que Gibson:
tal incongruencia se debe en buena me-
dida a las influencias de la leyenda negra La civilización azteca es conocida por su ex-
sobre él: aunque Gibson "minimizó con traordinaria empresa imperial en los siglos xv
éxito su impacto en el cuerpo del libro, y principios del XVI, Ypor su pronra derroca
siempre simpatizó con la flJeyenda [n]e- a manos de un ejército español en 1519-
gra".82 Como sugiere el mismo Lockhart, 1521. Este libro analiza la historia de la civi-
en la obra de Gibson la dimensión ética lización azteca después de esa derrota y los
terminó imponiéndose a los datos; para cambios que tuvieron en la vida indígena
decirlo en los términos de Hayden White, durante los tres siglos siguientes de subyu-
su dimensión "m erahisr órica" terminó 50- garnienro al poder de la corona española."?
breimponiéndose a las consideraciones
empíricas.f" De esta cita parece desprenderse que,
Es obvio que desde una perspectiva es- para Gibson, el criterio determinante en la
trictamente empirista, este rasgo de la existencia de la civilización azteca era la
obra de Gibson podría interpretarse como presencia de un sistema imperial; es decir,
una suerte de desmériro. El mismo Lock- de una estructura política compleja y el
hart, a pesar de mostrar una gran admira- control de una base territorial amplia. Esra
ción por el conjunto de la obra de Gibson, noción se basa en un cierto evolucionismo,
piensa que la conclusión de Los aztecas "no muy común en la antropología política,
hace justicia a la multirud de percepciones que tiene entre sus fundadores a Lewis
acertadas que se revelan en el cuerpo del Morgan.f" En
el caso particular de los az-

americana producidas en Estados Unidos, como ejem- "4 Lockhart, "Charles", 1988, p. 36.
plifica Lockharr y Schwartz, Ear/y, 1983. "' Gibson, Aztecas, 1981, p. 5. Cursivas mías.
82 Lockhart, "Charles", 1988, p . 36 . "6 VéaseLlobera, A ntropología, 1979, secci6nll1:
83 Whi ce, Metahistoria, 1992. "Formas de organizaciónpolírica: un esquema cuasi-

"¿QUIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?" 25


tecas, el sistema impe rial conlleva ba el voreció "la pé rdi da de identidad de los
dom inio de diversos grupos étn icos, como pri ncipa les grupos [tribales]"; por el con-
se demuestra en la relación que hace Gib- trario, los más débiles y menos conspicuos
son de las "tribus" que ocupaban el Valle "se conservaron L..] por defi cienci a't.?" En
de México a la llegad a de los españo les." consecuencia, desaparecieron o fueron su-
Este abigarrado conjunto de "tribus" fue plantadas las instancias esratales aztecas, al
preservado en el imperio azteca; más aún: ig ual q ue los referentes tr ibales más im-
buena parte de su administración depen- portantes . Es decir, fuero n d estruidos
día de las funciones específicasque realiza- aquellos elementos de la organización polí-
ban las "p rincipales entidades tribales".88 tica que, según la concepción de Gibson,
Luego de la conquista, tales identidades le brinda ban coheren cia al imperio, que
pervivie ron, si b ien se alte ró la relación era, en su esquema, lo que le confería a la
de poder previamente existente ent re ellas. sociedad azteca el rango de civi lización .
A partir de entonces, se debilitaron "las Si a esto añadimos la hecatombe demográ-
unidades tr ibales m ás fuert es" m ientras fica que ocurrió en el primer sig lo de la
que se fortaleció "la posició n de [los] pue- conquista, el uso de la mano de obra ind í-
blos intermedios". Con tod o, las "tribus" gena para beneficio de los esp añoles, la
no desaparecieron e, incluso , los españoles t rans formación del me dio ambien te y
recurrieron a ellas cuando así convino a . la creciente apropiación de tierras, bosq ues
sus int ereses. Por ejemp lo, hacia mediados yaguas por los españoles, tenemos ento n-
de l sig lo XV I, el rep artimiento, insti ru- ces el cuad ro completo de la deg radación
ción colonial destina do a obtener mano que sufrieron los ind oamericanos. Todo
de obra, "mantuvo los precedentes tribales esto redundó en un verdadero camb io civi-
anter iores a la conquista"; todavía a princi - lizatorio.
pios de de la centur ia sig uiente, "huellas Aunque la abrumadora eviden cia em -
de la estruct ura tribal azteca eran visibles pírica ofrecida por G ib so n refiere las
en la organización labo ral".89 múltiples y creativas adaptaciones de los
Sin embargo, como proce so general, aztecas a la siruación colonial, al igual que
las d ivisiones tribales más g randes tend ie- las "supervivencias" de divers as estructu-
ron a desaparecer. No por casualidad, un a ras y práct icas indígenas, en el fondo relata
de las "tribus" que pervivió fue la de los la decadencia de una civilización. El colap-
otomíes, qu e antes de la conqu ista era una so, la degradación y la decadencia consti-
de las más débiles. La política española tu yen, por así decirlo , el sustrato metana-
estribó en eliminar todo aqu ello qu e con- rrativo de Los aztecas. Sin embargo, se rrara
tribuyera a sostener o meramente a recor- de W l camb io de civilización muy particu-
dar el pasado imperial azteca, lo que fa- lar, ya q ue d icha decadencia no ocurrió
como resul tado de facto res internos, de
evolucion ista". Paca el caso concreto de México , v éase
fuerzas intrínsecas a la sociedad azreca,
el trabajo de Carrasco, "J erarquía", 1979, que se in- sino como producto de agentes externos.
cluye en ese volumen. Para decirlo en los térm inos de Braudel, la
"' G ibson, Azt«as, 1981, pp. 13-24. conq uista representa la coyun tura gue
xx tu«, p. 26.
89 Ibid. , pp . 30-31. 90 l bid., p . 33.

" ¿ QU I~N HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?" 27


"acelera" los cambios civilizatorios en las una proporción muy reducida de la po-
sociedades indígenas de Mesoamérica; ella blación original: en 1570, sólo 22% del
hace que el "tiempo largo" se comprima, total de 1519 y un raquítico 5% a me-
que las modificaciones ocurran en un lapso diados del siglo XVII. Todavía a fines del
de riempo mucho más breve que el "nor- periodo colonial, cuando la población in-
mal". Esto es patente, sobre todo, si se to- dígena se encontraba en proceso de recu-
man en consideración las repercusiones peración, posiblemente no superaba una
demográficas de la conquista. quinta parte de la cifra de 1519.
Desde esa perspectiva de "larga dura- En otras palabras, lo que Gibson narra
ción" que adopta Gibson y que atiende, es la historia de "los sobrevivientes": los
sobre todo, a las transformaciones estruc- que no murieron en las sangrientas guerras
rurales sufridas por las sociedades indíge- iniciales de la conquista, los que no pere-
nas, el hecho fundamental de la historia cieron como resultado de las inclementes
del Valle de México fue la crisis demográ- mortandades producidas por las enferme-
fica que ocurrió luego de la conquista. Se- dades y las dolencias que se propagaron a
gún Gibson, antes de la conquista habita- partir de entonces, los que no sucumbie-
ban en el Valle 1 500 000 indígenas . ron a la desarticulación de las estructuras
Hacia 1570 quedaban 325 000 y a media- comunitarias tradicionales ni a los trasto-
dos del siglo XVII, cuando se alcanzó el ques del medio ambiente inducidos por
nadir demográfico, apenas sobrevivían los nuevos señores . Es al trasluz de esta
70 000. A partir de entonces, aunque con hecatombe demográfica que habría que
alzas y bajas periódicas, la población indí- plantearse el problema del cambio civili-
gena del Valle tendió a aumentar lenta- zatorio esrudiado por Gibson en su obra.
mente, alcanzando una cifra aproximada Porque habría que preguntarse -aunque
de 120 000 en 1742 y de 275 000 en sea una pregunta realizada con frecuen-
1800. 9 1 Como es sabida, esta catástrofe cia-, ¿cómo puede continuar existiendo
demográfica repercutió de formas muy di- una civilización si los grupos humanos
versas y complejas sobre las sociedades que la hacen posible y que la sostienen
mesoamericanas; incidió tanto sobre su dejan de existir; si, como ocurrió en Me-
vida económica y social como en la cul- soamérica, el colapso de la población ori-
rura. Irónicamente, señala Gibson, una de ginal alcanza proporciones apocalípticas
las consecuencias inmediatas de la dis- en apenas siglo y medio? Desde este punto
minución de la población fue "cierto re- de vista, la crisis demográfica resulta ser el
lajamiento de las tensiones del medio" hecho fundamental que determina las mo-
debido a que "una población indígena más dificaciones que ocurrieron a partir de
pequeña hacía menos demandas" sobre los 1519. La desaparición de la población ori-
recursos.P y no era para menos: como re- ginal fue lo que, en buena medida, prescri-
sultado de las plagas y las epidemias intro- bió las adaptaciones de los sobrevivientes
ducidas por los españoles, los habitantes a los reclamos de los españoles. Ella incidió
indígenas del Valle pasaron a representar tanto sobre la "hispanización política"
como sobre las respuestas de los pueblos
91 Ibid., p. 144. indios a las exigencias económicas -de tri-
92 Ibid., pp_ 10-]] _ buto, mano de obra y tierra- de los nuevos

28 PEDRO L. SAN MIGUEL


amos. También contribuyó a delimitar la Estas cuestiones, de plena vigencia en
naturaleza y la frecuencia de las relacio- el presente, remiten a las polémicas acerca
nes y de los contactos directos entre indí- del pasado de las sociedades indígenas, a
genas y españoles, lo que repercutió de los efectos del dominio colonial y de la ci-
manera concreta sobre el proceso de "acul- vilización occidental sobre ellas, y a las
curación", es decir, sobre el cambio civi- posiciones de las poblaciones indoamerica-
Iizatorio. nas en las naciones latinoamericanas con-
Desde esta perspectiva, no deja de cau- temporáneas. En gran medida, tales po-
sar sorpresa que, como demuestra Gibson, lémicas oscilan en torno a dos posiciones
muchas de las estructuras y las prácticas principales: aquella que considera que las
indígenas hayan sobrevivido a la conquis- poblaciones indias de América son porta-
ta, y que, ad emás, hayan desempeñado doras de una civilización propia, desvirrua-
funciones tan explícitas en definir las in- da y negada a raíz de la conquista, pero
terrelaciones entre los indígenas y los espa- que constituye el germen de una alternati-
ñoles. Evidentemente, ello es indicativo va civilizatoria opuesra a la civilización
de la fortaleza de las antiguas civilizaciones occidenral.?" y aquella otra que considera
mesoamericanas; también lo es de la enor- al "indio" y a la "cultura india" -más allá
me creatividad, del poder de adaptación y de supervivencias concretas- como hechu-
de la capacidad de resistencia cultural y ras coloniales, razón por la cual aboga por
social de "los que sobrevivieron". Sin em- la desaparición de "los indios" y por su
bargo, esto plantea una pregunta crucial. incorporación a la nación como ciudada-
Cuando en una obra histórica -por ejem- nos.? Entroncadas con las vertientes his-
plo, en Losaztecas de Gibson- se alude a tóricas del indigenismo de principios del
la supervivencia, luego de la conquista, siglo xx, las polémicas en torno a rules
de las civilizaciones mesoamericanas, ¿a posiciones han adquirido nueva vida debi-
qué se refiere en concreto? ¿Qué criterios do a lo que se percibe como la "reindiani-
se emplean para definir la civilización; zación de América".96 Como resulta evi-
cuáles para determinar su supervivencia? dente, estas polémicas giran también en
¿Cómo, en otras palabras, se conceptúan torno al problema de la representación;
las culturas y las identidades indígenas ? versan acerca de "quién habla (con pro-
¿Se basan tales criterios en las "superviven- piedad) sobre los pasados indios".
cias culturales", en la identificación de ras-
gos culrurales fijos, concebidos como "in- 94 Bonfil , México, 200 1; "Aculturación", 1990.
dios" , que continúan operando en la nueva 95 Martfnez, Patria, 1975 . En esta obra se realiza
situación colonial, aunque el contexto ge- un riguroso análisis sobre el origen colonial de "lo
neral en que quedan inmersos haya cam- indio" y de la "cultura india" que, aunque circuns -
crito a Guatemala, es aplicable a México.
biado completamente; o se basan en crite-
96 Reina, Reindianizacián, 1997; Marzal, Historia ,
rios menos fijos e inmutables, incluso en 1993 . En México, la obra clásica sobre el indigenismo
autopercepciones étnicas forjadas al calor es Villoro, Grandes, 1996. Recomiendo, asimismo, la
del conflicto y la resistenciar'" lectura de dos obras referentes al mundo andino que
abordan esta cuestión desde perspectivas polémicas
y novedosas; ellas son Flores, Bsscando. 1993, y Vargas,
93 Sobre el particular, véase Field, "Who", 1994. Utopía, 1996.

" ¿ Q UIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?" 29


Sin asumir fronralmenre este debare, racter ísticas geográficas y ecológicas del
la obra de Gibson tiende a oscilar entre Valle de México, de destacar la relación
esras dos posiciones. Por un lado, reconoce armoniosa de sus habitantes originales con
la supervivencia (quizás mejor aún : la rein- su enromo, y de sugerir las transforrnacio-
vención) de importantes elementos socia- nes provocadas por la conquista, Gibson
les, políticos, económicos y culturales in- pasa a relatar las peripecias de las "tribus"
dígenas durante el periodo colonial. No y los "pueblos" duranre el periodo colo-
obstante, tales supervivencias se insertaron nial. Al respecto, y como ya he señalado,
en un contexto general rotalmenre inédito, destaca la virtual desaparición de las pri-
circunscri to por el hecho colonial. Así, re- meras y la supervivencia de los segundos.
sume Gibson: En los capítulos subsiguientes, Gibson se
refiere a aquellas instituciones españolas
10 que hemos estudiado es la decadencia de que inicialmente incidieron de forma di-
un imperio y una civilización ind ígenas . El recta y decisiva sobre las comunidades in-
imperio se desplomó el primero [siel y la civi- dígenas, como la encomienda, los corre-
lización se vio fragmentada en comunidades gimientos y la Iglesia. Aquí de lo que se
individuales. Hubo cierta creatividad en las trata es de resaltar las tensiones a que fue-
p rimeras etapas de la transición, pero no ron sometidos los indígenas; aunque muy
puede decirse que el proceso en conjunro sutilmente, es una estruccura narrativa
haya sido ptoductivo para los indígenas. l...] que va anudando la trama, que va gene-
Casi todos los indios se sometieron a las rando una creciente tensión entre los mun-
exigencias de Josespañoles y protestaron sólo dos azteca y español, si bien tal artificio
rara vez. La civilización se vio invadida de queda velado por la gran cantidad de datos
rasgos españoles en muchos puntos, pero ofrecidos por Gibson, que generan una
conservó su particular carácrer indígena en sensación de mero reporte, de una escueta
parte por convicción, en parte porque fue constatación de hechos irrefutables.
reducida a una categoría social tan baja que Esa creciente tensión es coronada por
no tuvo ocasión de cambiar."? el capítulo seis, que trata de la población,
que se inicia con sus cálculos sobre el des-
Esre complejo proceso de cambio civi- plome demográfico en el Valle de México.
Iizatorio, que es, por así decirlo, el eje na- Como ya he mencionado, en la obra de
rrativo en romo al cual Gibson organiza su Gibson, este acontecimiento opera como
evidencia, queda sintetizado en la estruc- el hecho fundamental del temprano perio-
tura del libro, tal como indica el orden de do colonial ya que determina buena parte
sus cap úulos.?" Luego de describir las ca- de los desarrollos posteriores, incluso por-
que delimita el marco de las opciones de
97 Gibson, Aztecas, 1981 , p. 418 .
los indígenas y sus posibilidades de adap-
98Los capítulos del libro son: 1) El Valle de Mé-
xico; 2) Tribus; 3) Los pueblos; 4) Encomiendas y co-
tación ante las presiones españolas. Por
rregimientos; 5) La religión; 6) La población; 7) La tal razón, el escueto título de ese capítulo
administración política de los pueblos; 8) Tributos y -"La población"> resulta un tanto equí-
finanzas de lospueblos; 9) El trabajo; 10) La tierra; 11) voco. Si bien se inicia con un análisis de las
La agricultura; 12) La producción y el intercambio; tendencias demográficas, a continuación
13) La ciudad , y 14) Conclusión. Gibson pasa a estudiar varios temas refe-

30 PEDRO L. SAN MIGUEL


rentes a la historia social de "los sobrevi- siguiendo el ejemplo español".99 Como
vientes" . Al respecto, menciona el proce- en otros casos, Gibson recurre al tropo de
so de nivelación social que sufrieron los una armonía ancestral que es trastornada
mesoamericanos durante el régimen colo- y degradada por fuerzas externas.
nial, que afectó especialmente a las clases A tono con esa hispanización que pa-
altas, y sugiere cierras aspectos de lo que decieron las instituciones indígenas, la
Gibson considera que fue la degradación vida cotidiana de los habitantes del Valle
en que cayeron los indígenas, sobre todo comenzó a transformarse. El tributo, las
la ebriedad. finanzas de los pueblos, los sistemas de
A partir de ese capítulo, que funciona trabajo, la estructura agraria, el uso de la
como una especie de bisagra entre los an- tierra y la agricultura, al igual que la pro-
teriores y los subsiguientes, Gibson detalla ducción y el intercambio en general, fue-
las adaptaciones que realizaron los indí- ron adaptándose cada vez más a los pa-
genas del Valle de México a la vida colo- trones españoles . lOO "El trabajo -alega
nial. En esos capítulos se pormenorizan Gibson- tendió así a salirse de las catego-
las peripecias de las instituciones indias, rías sociales, morales y espirituales en las
sobre todo de las responsables de "los pue- que lo habían situado los indios para en-
blos". Estas, apunta Gibson, durante la trar a las categorías económicas o físicas
primera generación posterior a la conquis- de Europa.t'l'" Mientras, la tierra pasaba de
ta, continuaron operando a base de los cri- manera creciente a manos españolas, lo
terios prehispánicos, como fue el caso de que a la larga posibilitaría el surgimiento
los tlaroques, que dirigían las comuni- de la hacienda, la más española de las ins-
dades en esa época. Pero pronto se hizo tituciones del mundo rural. Esto resultó
patente, desde la perspectiva española, "la en menoscabo de las comunidades indíge-
necesidad de hispanizar el gobierno indí- nas, muchas de las cuales quedaron vir-
gena", urgencia que se fundaba en el deseo tualmente desprovistas de un fondo legal
de "controlar las finanzas municipales de hacia fines del periodo colonial. Tal si-
los indígenas ". Como ilustra este ejemplo, tuación "amenazaba la comunalidad de la
en estos capítulos Gibson se centra en na- vida indígena", atentaba contra "su natu-
rrar los encuentros, los enfrentamientos y raleza y su existencia misma". Amén de
los desencuentros entre las instituciones perder sus propiedades, las comunidades
indígenas y las españolas, destacando las perdían a sus habitantes, muchos de los
adaptaciones que realizaron las primeras cuales terminaron refugiándose en las ha-
ante los reclamos de las segundas. No obs- ciendas en busca de tierra, de trabajo o de
tante, tales adaptaciones trascendieron la esa seguridad que las antiguas solidarida-
esfera de lo meramente administrativo; des indígenas ya no podían brindar. Las
dejaron una marca indeleble, ya que trans- comunidades, por supuesto, reclamaron
formaron la naturaleza de las instituciones lo que seguían considerando que eran sus
indias. Al crear "nuevas y más rigurosas
condiciones políricas", las exigencias es- 99 Gibson, Azteca.<, 1981, p. 194 .
pañolas terminaron por transformar la lOO Tal es, vistos globalmente, el tema central de
esencia misma de los "gobiernos indios", los capítulos ocho al doce .
tornándolos en organismos "explotadores, uu Gibson, /vzieces, 1981 , p. 225.

" ¿ Q UIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?" 31


prerrogativas. Mas poco podían hacer al Para entonces, la "m ezcla de razas "
respecro. cons rituía un fenómeno distintivo de la
ciudad de Méxi co. Uno de los ind icadores
Una com unidad tenía poco que ofrecer como de la nueva situación fue la crecien te par-
respuesta al argum ento de qu e sus habitantes ticipaci ón de los indígenas en la produc-
eran ga ñanes, porque eso eslo que eran; la ción artesanal y en los g rem ios d e origen
adv ersidad había acabado por ser ratificada español. H acia 1569 ya se afirmaba que
pot la costumbre y por la ley, y el status de "no existía oficio en la ciudad qu e los in-
los gaña nes era la confirmación en sí, la cos- dios no hubieran ap rendido". A pesar del
tumbre. 10 2 rechazo inicial de los arresanos espa ñoles,
quienes se oponían a su presen cia en la
Es decir, el cambio fue mu cho más que producción artesanal, los ind ígenas se fue-
una rransformación de índole material; ron incorporando a los gremios como
conllevó una verdadera metamorfosis de mano d e obra . Ante su avance, los artesa-
los valores, constituyó una verdadera mo- nos españoles recurrieron al exped iente ra-
dificación civilizaroria. En la obra de G ib- cial, requiriendo qu e los practicantes de
son, esta transición queda patente en la determinados oficios fueran blancos exclu-
esrrucrura de Losaztecas, qu e se inicia con sivamente. "Pero en las com plejidades de
"lo más indio" (la relación entre naturaleza la economía colonial posrerior de la ciu-
y sociedad antes de la conquista, las rribus , dad, esas distinciones étnicas no prevale-
los pueblos) y culmina con "lo más espa- cieron." Como emblema de la nueva si-
ñol" (la hacienda, la ciudad). En ese relato tuación , Gibson menciona a la Real
de cam bio civilizarorio que consrruye G ib - Fábrica de Tabacos, en la cual , hacia fines
son, la ciudad epitomiza el polo opuesto del periodo colonial, "ent re 6 000 y 9 000
de las estructuras indígenas'- las tribus y miembros, hombres y mujeres de rodas
los pu eblos- con las que inici a su narra- las clases", se cod eaba n entre sí. 10·1 Este
ción. En e!!a, más que en nin gún orro lu- hecho , que figura como úlrimo dar o ofre-
gar de la colonia, se confunden y se borran cido en Los aztecas, cumple un a función
las ident idades étn icas orig inales. Esre pro- sim bólica en la narra ción de Gibson , En
ceso com enzó a ocurrir temprano en el primer lugar, porque retrospectiva mente,
per iodo colon ial; enrre fines del sig lo XVI desde la persp ectiva del rard ío siglo XVIII ,
e inicios del XVII , ya las jurisdicciones ecle- evoca el resultad o de ese cambi o civilizato-
siásticas sufrían un progresivo "alejam ien- rio que Gibson ha intentado demosrrar a
to de la organización indígena original". lo largo de rod a su obra. y, en seg und o
Un siglo'rnés tarde era parente el fracasode lugar, porque desde un punto de vista pro-
los esfuerzos legales por mantener separa- gresivo, la mezcla racial parece emblemari-
dos a los indígenas y a los no indígenas.103 zar al México del fururo . El daro hisrórico,
la amal gama racial prevalecienre en la Fá-
lbid., pp . 304 -305 . Cursivas del origi nal.
10 2

lbid., pp. 385 -386. Debid o a la func ión sim-


10 3 di cado a ella en A zteca> es una suerte de añadido que
bólica q ue desempeña la ciudad en la narrar iva de recoge inform ación "potencialmen te valiosa", pero
Gibson , difiero de la apreciación de Lockhart, "Char- que está "hasta cierto punto divorciado de los demás".
les", 1988, P' 36, en el sentido de que el capírulo de- 101 Gibson, Aztecas, 1981 , pp . 408-4 l 2.

32 PEDRO L. SAN MIGUEL


brica de Tabacos, se convierte en un re- tria", el consumo generalizado de pulque
curso retórico, en un artilugio narrativo "puede atribuirse -según Gibson- a la an-
para simbolizar, como resultado, la historia gustia profundamente arraigada en la so-
de los aztecas bajo el dominio español; ciedad indígena". 105 Por ral razón fracasa-
pero, además, para anunciar el surgimien- ron todos los esfuerzos de las autoridades
to de una nueva civilización en el corazón por erradicar la bebida y la embriaguez.
mismo del antiguo imperio azteca, visión En el relato profundamente eticista de
acerca del subsiguiente devenir histórico Gibson, la embriaguez denota la deca-
mexicano arraigada en la noción del Mé- dencia espiritual y la ruina moral de los
xico mestizo. mesoamericanos. Este tipo de discurso'
Éste no es, sin embargo, el único ele- entronca con las posiciones moralistas de
mento que sugiere lo que, según Gibson, autores coloniales --como Motolinía, Las
fue la suerte de la antigua civilización az- Casas y Sahagún-,IOG pero también con
teca y de los indígenas que la componían. los discursos sobre la nación que surgieron
Posiblemente, ningún aspecto tiene un en el siglo XJX y que establecían una tajan-
papel tan relevante en ese sentido en su te dicotomía entre el indígena de la época
narrativa como la embriaguez, mal-alega prehispánica, capaz de construir hermosas
Gibson- que aquejó de forma general a ciudades y monumentos, y de elaborar su-
los indígenas de México luego de la con- blimes narraciones, poemas y cantos, y los
quista. Si bien de manera "no premedi- indígenas de la época colonial y del pre-
tada", "el colonialismo español ofreció sente, degradados al extremo de resultar
estímulos ['..J significativos, para el vaga- inconcebible que fueran descendientes de
bundeo y el alcoholismo"; casi cualquier los primeros.l'" Discursivamente, el punto
"crisis en la economía precaria de sus vidas de contacto entre los religiosos del siglo
se convertía en ocasión para la haragane- XVI y los "fabuladores de la nación" del
ría en gran escala". En lo que al consumo siglo XIX lo constituyen los escritores mes-
de alcohol se refiere, Gibson resalta que, tizos del periodo colonial, que con frecuen-
en la época prehispánica, únicamente los cia desararon recias -aunque disimuladas-
enfermos y los ancianos solían consumir invectivas contra la ignominia que habían
pulque regularmente; sólo se otorgaban padecido las sociedades indoamericanas
permisos para su consumo exrendido "para como producto de la conquista, y cuyas
celebrar ceremonias públicas y celebracio- figuras más relevantes quizás sean Gua-
nes religiosas". Pero con el desplome de mán Poma de Ayala y "el Inca" Garcilaso
los controles y las regulaciones producido de la Vega. ros
por la conquista, su uso se difundió entre Esta larga genealogía de la noción cIel
la población; entonces emergió "el alcoho- indio degenerado y envilecido desembocó,
lismo popular permanente", un fenómeno
social previamente desconocido. "Poco la' tus, pp. 151-152.
después de la conquista la población [bid. p. 151, n. 58; Pastor,jardín, 1999, pp.
106
indígena se dio rápidamente a la bebida." 181-262.
Amén de ser resultado de la expansión de 107 Rozar, Orígenes, 2001.
su producción en las haciendas españolas, 108Marzal, Historia, 1993, pp. 220-270, YPastor,
donde "se convirtió en una gran indus- jardín, 1999, pp. 393-526.

"¿QUIÉN HABLA POR LOS PASADOS INDIOS?" 33


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