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Así era hace 20 años

La llegada de este nuevo año me ha hecho recordar que hace 20 años ingresé a la Universidad (enero
de 1997).
Con la mochila llena de ilusiones (y cuadernos, porque el Ipad o la Tablet no hacían parte ni siquiera
de la imaginación) crucé la puerta de la Universidad Pontificia Bolivariana para asistir a la primera
clase de lo que fueron cinco años (casi seis, con la tesis) de estudio de la carrera de Comunicación
Social.
Hoy miras con simpatía las novedades de aquella época que ahora resultan casi tan corrientes como
tomarse un vaso con agua.
Por ejemplo, uno de los cursos más actualizados, que hacían parte del entonces nuevo pensum era
“Nuevas tecnologías”, dictado por Elvia Lucía Ruiz. “Muchachos, estamos en la era de internet”, nos
dijo en una de sus primeras clases.
El libro base en aquel curso de Nuevas Tecnologías fue “Camino al futuro” de Bill Gates, quien
entonces se hizo mucho más popular que el (hoy difunto) Steve Jobs. Y era literalmente una mirada
al futuro que hoy es nuestro presente: aplicaciones, la posibilidad de descargar películas e imágenes
“desde cualquier parte del mundo”, la presencia de un PC monedero en el que pudieras revisar tu
correo, hacer transferencias de banco, leer noticias o escuchar tu música favorita ¡sin la necesidad de
comprar cds! “Levanten la mano los que tienen Internet en su casa”, nos dijo una vez un profesor.
Como mi papá es tan gomoso, ya había instalado este novedoso sistema desde hacía algunos meses
en nuestro hogar. Teníamos un mail de outlook para toda la familia que yo revisaba con “frecuencia”
(unas tres veces por semana) y algunos de mis compañeros me pedían el favor de ir a mi casa para
ver su mail en nuestro aparatoso computador familiar.
A los pocos meses se hicieron populares un par de portales en los que ¡podías revisar tu mail desde
cualquier lugar del mundo! Estos portales eran yahoo y hotmail, cuya bandeja de entrada se llenaba
si es que dejabas de acumular más de 20 mails y la clave para que no se bloqueara tu correo era
“mail leído, mail borrado”. A más de uno nos ocurrió que luego de haber escrito por mail una larga
epístola dirigida a algún amigo que estaba lejos, oprimíamos el botón “send” sin darnos cuenta de
que la conexión se había caído. Las palabras escritas en aquel mail habían desaparecido y no había
ningún lugar en el ciberespacio en el que hubiera quedado grabada. No quedaba más remedio que
intentar recordar las ideas y escribir de nuevo.
“¡Mira! Si tú pones en un buscador el título de alguna canción, puedes encontrar su letra!”, me dijo
una vez emocionada una amiga. Ya no había que esperar hasta que llegara el viernes para ver en la
sección ¡Qué nota! de este diario. Al contar estas historias a las nuevas generaciones de jóvenes, o
millenium, te miran como si fueses un dinosaurio y no pueden entender (y uno tampoco) como esta
herramienta era una novedad cuando tú cursaste los primeros años de tu universidad.

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