Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
2016-2017
Tutor:
Fernando Broncano
Centro de Posgrado | 26/09/2017
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
RESUMEN:
2
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
Índice
1. Presentación ________________________________________________________ 4
2. Contra la alienación:
la importancia del situacionismo en el comisariado __________________________5
2.1. La sociedad del espectáculo como contexto ___________________________ 6
2.2. Una lucha por el control de las nuevas técnicas de condicionamiento ______ 19
3. Exposiciones en manos de las instituciones: autorretrato de
la museología a través de su forma de relación con el espectador ____________ 23
4. El contexto como contenido: desviando la exposición ________________________
5. Conclusiones ______________________________________________________ 46
5. Índice de imágenes _________________________________________________ 49
6. Referencias bibliográficas ____________________________________________ 50
3
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
1. Presentación
El presente trabajo tratará de indagar sobre la figura del comisariado como práctica y
sobre la exposición como medio. Partiendo de la teoría situacionista y con
convencimiento en que la mediación cultural es capaz de intervenir en la construcción
de realidades subjetivas, se realizará un análisis de la figura del comisario
contemporáneo.
Por último, se señalará el papel que han jugado los artistas en el descubrimiento de la
museografía como un medio de comunicación y se cuestionarán los límites entre artista
y comisario tratando de reflejar el fin de los personalismos y la proliferación de agentes
culturales críticos.
4
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
2. Contra la alienación:
la importancia del situacionismo en el comisariado
2 DEBORD, G., La sociedad del espectáculo, Santiago de Chile: Ediciones Naufragio, 1995, tesis 168, p. 103.
3 MANEN, M., Salir de la exposición (si es que alguna vez habíamos entrado), Bilbao, Consonni, 2012, p.
113.
4 LIPOVETSKY, G. y SERROY, J. La estetización del mundo: vivir en la época del capitalismo artístico,
8 Ibídem, p. 322.
5
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
la era hipermoderna estamos cada vez más abiertos al arte, pero éste es cada vez
menos capaz de afectarnos en profundidad y de crear una participación vital”9.
“Estaban allí en una celda cuya puerta había estado siempre abierta pero no podían
evadirse. Fuera de esta celda nada tenía importancia, porque no había nada diferente
de ella” 11. La vida tenía lugar tras paredes de vidrio, la televisión te hablaba,
9
Ídem.
10 Debord, G., Op. Cit., tesis 30, p. 18.
11 VANEIGEM, R., Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones, Barcelona, Anagrama, 1977,
p. 45.
6
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
presentándote a sus amigos, los escaparates mostraban lo que querías ser y en los
museos, las obras se ofrecían pasivas relatándote una historia que no te pertenecía. Tu
vida era vacío y silencio pero las estrellas sonreían por ti y tú te alegrabas por ellas.
Vendías tus horas a cambio de dinero y si se te iba de las manos, podías venderte a ti
mismo convirtiéndote en conductor de autobús, contable, médico, reponedor o lo que
diese sentido a tu vida.
Sin embargo, esa alienación que la población estaba sufriendo no tenía lugar
únicamente en los puestos de trabajo. Antes de aprender a andar, la sociedad visitaba
las diferentes cunitas de la población repartiendo distintas categorías humanas. La
gente acababa clasificada en grupos de estereotipos que invadían la sociedad y se
convertían en imágenes que otros podían imitar. El hecho de verse reconocido en
determinadas imágenes prefabricadas implicaba una posición pasiva que no requería
de un interés por comprender la propia existencia. La población estaba abocada al
desconocimiento de sus propios deseos y de sus propias vivencias. De hecho, “fuera
de la celda no había nada diferente a ella”12 así que, ¿qué desear?
La alienación en el trabajo ya era una batalla perdida pero el tiempo libre de la población
había dejado de ser libre. La totalidad de la vida estaba definida antes de vivirla: la ropa
bonita hace bonita a quien la lleva, el tabaco te hace atractivo, un viaje a la playa siempre
te hace feliz –además, solo los más afortunados pueden permitírselo–, el trabajo es un
sacrificio necesario para sobrevivir dignamente… Así, nadie poseía lo que sentía porque
nadie había participado de la creación de dicho sentimiento.
La cultura debía ser un reflejo de la sociedad, sin embargo, la gente se sentía cada vez
más lejos de una cultura falseada por las élites a lo largo de los siglos. El
adoctrinamiento de las masas que un día fue realizado por imágenes de santos estaba
siendo realizado mediante los medios de comunicación. Éstos hacían aparecer en el
salón de cualquier vivienda a estrellas de todas las categorías –de cine, de rock, de
12 Ídem.
7
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
moda, del ámbito deportivo, del político, etc.– por las que la gente sentía devoción. Las
personalidades famosas también se mimetizaban con lo que les daba la fama y así unos
y otros representaban un teatrillo de diva deseada y fan adorador incapaz de alcanzar
la altura de su estrella.
En los años 60’ del siglo pasado la pasividad se había convertido en una forma de vida
y en La sociedad del espectáculo, Guy Debord reunió y analizó los motivos de una vida
tiovivíca. Puesto que la cultura no era reflejo de la sociedad sino que la sociedad estaba
deviniendo reflejo de los medios de comunicación, era necesario tomar estos medios y
realizar con ellos el arte. El arte tenía la capacidad de generar conciencia y la teoría
situacionista examinó la interacción que el individuo estaba teniendo con la realidad para
poder mostrársela.
El mundo rebosaba de mercancías vacuas y obras de arte banalizadas por lo que los
situacionistas no pretendían crear más obras artísticas. Lo que ofrecían era un empleo
situacionista de los medios. La Internacional Situacionista ofreció distintos modos de
percibir la realidad, considerándolos como la realización del arte. “El arte puede dejar
de ser una relación de las sensaciones para convertirse en una organización directa de
sensaciones superiores: se trata de producirnos a nosotros mismos, y no cosas que no
nos sirvan”13.
Además de declarar que la verdadera realización del arte residía en las diferentes
formas de acabar con la pasividad con la que se aceptaba la vida cotidiana, dos
miembros de la I.S. destacaron por utilizar los medios artísticos de condicionamiento de
una forma explícitamente situacionista. Debord, por su parte, se encargó de subvertir
los medios de realización que utilizaba el cine creando películas que impedían el
visionado pasivo. Constant, sin embargo, consideró que la arquitectura era el medio de
adoctrinamiento que el situacionismo debía intervenir. Si el urbanismo influía sobre el
comportamiento de la población de una manera alienante, era necesario un nuevo
escenario para la vida. Diseñó así una nueva ciudad -Nueva Babilonia- que no cohibiese
a la población y que, alejada del Orden Establecido, deviniese un espacio liberado
dónde cualquiera pudiese realizar el arte. Si los individuos eran productos de las
situaciones que atravesaban, era necesario idear una situación perpetua de la que
surgiese la totalidad de la vida. Queriendo alcanzar la forma de expresión de los gitanos,
fantaseó con un nuevo modelo de ciudad capaz de crear personas libres que, viviendo
8
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
La política arraigada durante la década de los 60 del siglo pasado, vinculó la rebeldía
de la población al agravamiento de la explotación y la pobreza 15. Sin embargo, algunos
movimientos revolucionarios vieron que la gravedad de la situación había llegado a una
esfera mucho más íntima del ser humano. Se quiso entonces una revolución política
desde el individuo, analizando la alienación a la que la población estaba siendo
condenada. La gente no solamente estaba siendo explotada sino que además, se le
estaba alejando de una percepción directa de su vida cotidiana.
14 PLANT, S., El gesto más radical: la Internacional Situacionista en una época postmoderna. Madrid: Errata
naturae. 2008. p. 13.
15 PERNIOLA, M., Los situacionistas: Historia crítica de la última vanguardia del siglo XX. Madrid: Acuarela
9
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
En este contexto, cierta parte de la sociedad –y entre ellos los situacionistas– apreció
algo de fingido en el discurrir que estaba teniendo la vida. Vieron que un pseudomundo
ficticio se estaba representando ante el mundo, siéndole superior y demostrándose
como el orden natural de la existencia humana 20 y se dedicaron a señalar su existencia
para poder abolirlo. De este modo, bautizaron el contexto en el que la gente estaba
siendo privada de sus vivencias más cercanas como espectáculo y Guy Debord –
principal figura del movimiento situacionista– se encargó de definirlo en profundidad con
la publicación, en 1967, de su libro La sociedad del espectáculo.
16DEBORD, G., In girum imus nocte et consumimur igni [película]. 1977. mín. 10:45.
17 Plant, S., Op. Cit., p. 15.
18 Ídem.
19 Ídem.
20 DEBORD, G., La sociedad del espectáculo. Santiago de Chile: Ediciones Naufragio. 1995, tesis 29. pp. 17-
8.
21 Ibídem, tesis 215, p. 128.
22 Debord afirma que el espectáculo es la reconstrucción material de la ilusión religiosa en Debord, G., Op.
10
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
“Lo que aparece es bueno –dijo Debord– y lo que es bueno aparece”25 y el devenir que
estaba teniendo el consumo corría el riesgo de ser asumido como bueno, natural e
incuestionable. La fe en lo que aparecía fue tal que hubo quien creyó –o quien asumió–
que los poderes que la publicidad les atribuía, existían realmente y que el consumo de
dichos productos o la imitación de determinadas formas de vida colocaba a todo el que
lo hiciese, al mismo nivel social. Sin embargo, los situacionistas no estaban tan seguros
de que el sistema de producción que generaba no solo productos místicos sino también
experiencias fantásticas al alcance de todos, fuese compatible con la vida como tal.
Debord definió el espectáculo advirtiendo que no se trataba de algo irreal sino más bien
de algo ficticio. Es decir, la realidad espectacular invade la vida y su devenir y se
presenta en forma de imágenes, como auténtica realidad. La problemática que
encontraba Debord, era que el orden con el que se sucede la existencia humana allí
donde impera el capitalismo, no es el guion de una película estudiada e interpretada
frente al piloto iluminado de la cámara y, por lo tanto, los habitantes no son conscientes
de la ficción de la que forman parte. El orden cíclico que permite que el espectáculo siga
funcionando, estaba siendo asumido como natural y con resignación ante esa verdad
absoluta, se seguía viviendo.
11
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
Los situacionistas, del mismo modo que Marx, Lukács y Sartre, estaban en deuda con
Hegel y su idea del desarrollo de la conciencia humana de uno mismo. En ella, la
conciencia social y la libertad humana son capaces de desarrollarse cuando uno lucha
34 MARX, K., “Contribución a la crítica de la filosofía hegeliana del derecho” en Lukács, G., Historia y
Conciencia de clase, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales del Instituto del Libro, 1970, p. 110.
12
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
Para Sartre solo había libertad en una situación y solo podía concebirse dicha situación
cuando se era libre. Consideró, en su libro El ser y la nada, que los individuos eran
producto de las situaciones que atravesaban y por tanto no recuperaban su libertad
hasta ser conscientes de ello 36. Los situacionistas reconocieron la situación en la estaba
teniendo lugar la vida y la denominaron espectáculo. Además, la Internacional
Situacionista consideró que, si solo había libertad en la situación, era preciso crear
situaciones que permitiesen el reconocimiento de uno mismo 37.
38
SUBIRATS, E. (ed.), Textos situacionistas: crítica de la vida cotidiana, Barcelona, Anagrama D.L., 1973,
p. 11.
39 Debord, G., Op. Cit., tesis 30, p. 18.
13
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
En cuanto a esta convicción, los situacionistas pretendían superar el ocio tal y como
estaba teniendo lugar ya que consideraban que también el ocio –y de hecho éste más
que nada– había sido invadido por el espectáculo. Mediante técnicas como el
détournement, pretendían subvertir la cotidianidad para de este modo señalarla. El viejo
arte estaba destinado a su propia disolución y, como ya hemos señalado, los
situacionistas lo transmutaban, elevándolo a la realización del mismo, una realización
40 Ídem.
41 Plant, S., Op. Cit., p. 106.
42 LEFEBVRE, H., “Critique de la vie quotidienne (II): Fondements d’une sociologie de la quotidienneté“ en
Goonewardena, K., “Henri Lefebvre y la revolución de la vida cotidiana, la ciudad y el Estado”, Urban, nº
2, 2001, p. 7.
43 En referencia a Gilles, alter ego de Debord en la novela de Bernstein, M., Todos los caballos del rey,
14
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
compleja y elevada44 que, sin embargo, ponía el arte al alcance de cualquiera que
quisiese implicarse.
El uso que el Poder había hecho del arte en tanto que consolidación de él mismo estaba
siendo sustituido por los medios de comunicación. Los bienes de consumo eran ahora
capaces de perpetuar dicho poder y, tratando de alejarse de la manipulación de las
masas, el arte debía ocuparse de otros aspectos. El détournement o desvío fue la forma
mediante la que los situacionistas realizaban el nuevo arte. Lo convirtieron en “un medio
eficaz de autodefensa en la interacción cotidiana con los diversos medios de
condicionamiento” 45. Se trataba de subvertir lo que estaba siendo percibido, por lo que
el movimiento situacionista no buscaba producir nada que le fuera propio, sino que
ofrecía un uso situacionista de la percepción 46. Este uso no solo procuraba que el
espectador se convirtiese en actor y reconociese su libertad a través del reconocimiento
de la situación que le era inherente. Además de atacar –y de este modo hacer visible–
la realidad cotidiana más inmediata, los situacionistas actualizaban los viejos contenidos
históricos47 señalando el desgaste y la pérdida de importancia que estaban sufriendo
las antiguas esferas culturales. Su fundamento último más profundo pretendía remover,
con su uso, “la relación con el saber y con el mundo” 48.
La I.S. consideró en sus revistas que el vacío cultural estaba alcanzando límites
extremos llegando a afirmar que “el vacío cultural no ha sido nunca tan manifiesto como
desde la última guerra”51. La gente trabajaba para comprar el reposo y al caer en éste,
el vacío a colmar que era el ocio, rebosaba de capitalismo y la alienación se abría paso.
15
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
La cultura era la vía mediante la cual la gente podría entender su propia existencia, “el
conjunto de instrumentos artísticos o conceptuales mediante los que una sociedad se
explica a sí misma y se representa los objetivos de la vida” 52 y así la concebían los
situacionistas. Y en la explicación de uno a sí mismo, en la posesión de la consciencia,
era el lugar en el que se encontraba la libertad individual.
52 Ibídem, p. 194.
53 SARTRE, J.P., La náusea, México, Editorial Éposa S.A., p. 54.
54 Internacional situacionista, Op. Cit., p. 56.
55 Debord, G., Op. Cit., tesis 68, p. 39.
16
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
el comunista, el asesino por amor, el ciudadano que respeta las leyes, el rebelde, el
burgués, reemplazarán al hombre poniendo en su lugar un sistema de categorías
multicopia”56. El mundo real en el que nace la teoría situacionista se estaba
transformando en simples imágenes y ésas se presentaban como reales –dignas de ser
alcanzadas–, convertidas –en palabras de Debord– en “motivaciones eficientes de un
comportamiento hipnótico”57.
Al considerar que esta nuestra Historia había sido patrocinada por las élites más que
por el proletariado, los situacionistas se pusieron al servicio del segundo. Partiendo de
una concepción de la Historia como falsa –o parcial–, lo que persiguieron fue alcanzar
el conocimiento a partir del desaprendizaje o la deconstrucción. El despiece de lo
aprendido llevaría a la población a la libertad, ofreciendo entonces y solo entonces, la
posibilidad de crear su propia historia individual, libre de unos conocimientos
manipulados durante siglos. De este modo, en el primer número de su revista, los
situacionistas se declararon al servicio del proletariado, ausente en la gran parte de la
Historia y “obligado permanentemente a reinventarlo todo” 59. Haciendo alusión a Marx,
la I.S. añade que el proletariado, “teóricamente sin pasado” 60, “es revolucionario o no es
nada” 61. Era éste, por lo tanto, quien debía realizar el arte 62.
17
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
El urbanismo también fue considerado como un medio en manos de las élites capaz de
condicionar el comportamiento humano y los situacionistas reconocieron a la
arquitectura como el “medio más simple de articular el tiempo y el espacio, de modular
la realidad” 73 capaz de silenciar la luz, de iluminar la oscuridad o de crear catedrales
personales con habitaciones aislantes capaces de una evasión más eficaz que cualquier
65 Ídem.
66 Ibídem, p. 194.
67 Ídem.
68 Ibídem, p. 12.
69 Ídem.
70 Ibídem, p. 194.
71 Ibídem, p. 13.
72 Ibídem, p 12.
73 Ibídem, p. 20.
18
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
La labor del comisario era mucho más cercana a la museología ortodoxa y el comisario
ejercía las funciones de conservador. Las primeras labores de comisariado eran
realizadas por los secretarios de los coleccionistas. Entre ellas, primaba la salvaguarda
y la documentación de las piezas 77. La disposición de las obras respondía a necesidades
74 Ibídem, p. 21.
75 Ibídem, pp. 17 y 45.
76 GROYS, B. “El curador como iconoclasta”. Criterios. Fundación Instituto de Estudios Políticos y Sociales.
conflicto e intercambio”. En J.P. y Almazán, D. Eds. Museología crítica y arte contemporáneo. Zaragoza,
Universidad de Zaragoza, 2003, pp. 51-70.
19
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
funcionales y rara vez se pensaba en una selección expositiva más allá de elecciones
instintivas.
Sin embargo, hoy sabemos que las exposiciones artísticas son discursos pronunciados
desde posiciones de poder. Los museos devienen prácticas significativas en sí mismas
y son capaces de forjar valores socioculturales determinados 78. “La mediación del poder
–apuntó Vaneigem en 1967– ejerce un permanente chantaje en torno a lo inmediato” 79.
Y las exposiciones artísticas siempre son elaboradas desde posiciones de poder. En
ellas se selecciona y dispone todo un corpus de símbolos y signos capaces de
condicionar no solo la percepción del discurso, sino también la posición de los
espectadores.
78 Ídem.
79 Vaneigem, R., Op. Cit., p. 115.
80 La cursiva forma parte del texto original: Internacional situacionista, Op. Cit., p. 12.
20
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
Resulta evidente que las exposiciones artísticas han pasado a formar parte del
espectáculo alienante. Son aparatos de consumo conscientemente elaborados que
corren el riesgo de ser asumidos como reales. Es en este sentido en el que la
historiadora de la cultura y semióloga, Mieke Bal, considera que el comisariado no
21
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
debería naturalizar la relación con las obras expuestas. Según su punto de vista,
invisibilizar las asociaciones realizadas previamente por el mediador expositivo
respondería a una lógica paternalista que impediría a los espectadores llevar a cabo
una lectura crítica de la exposición 87.
Ese “no deber” del comisariado estaría claramente influenciado por la noción
situacionista del arte. La buena práctica del comisariado descrita por Mieke Bal no hace
otra cosa que señalar la importancia de éste como medio de condicionamiento. De este
modo, el buen hacer del comisariado se encontraría estrechamente ligado a la
obligación moral de evitar el consumo pasivo de la exposición. Se trataría de una lucha
contra la alienación. La buena muestra de arte mediaría el tiempo y el espacio
ofreciéndose como una situación exagerada: opuesta al devenir natural de la vida.
Del mismo modo que el situacionsimo, Adorno y Horkheimer consideran que la forma
en la que están constituidos los productos de la industria cultural contemporánea
imposibilita cualquier tipo de capacidad imaginativa88. Impiden cualquier tipo de
razonamiento o fantaseo al respecto, anulando la esencia del papel de la cultura. El
espectador consume de forma pasiva estos productos y tal como señala el artista Thierry
Geoffroy: del mismo modo que el cine, la televisión o actualmente la política, el arte es
una forma de entretenimiento. “La gente piensa –afirma Geoffroy– que no debe
esforzarse. En lugar de moverse por algo o ser crítico, van a ver una exposición de
arte”89. Se trata, principalmente, de la obsesión de atraer al mayor número de visitantes.
La necesidad de atraer al público, reduce a los visitantes a datos estadísticos y la
90
propaganda pasa a formar parte de las labores museológicas.
Con respecto a la carrera contra la policía por hacerse con los medios de
condicionamiento, los situacionistas añadieron que del resultado dependía “la aparición
de entornos liberadores o el refuerzo del entorno del viejo mundo de opresión y de
horror”91. De acuerdo a sus teorías, la libertad artística no podría tener lugar hasta
haberse apoderado de los medios acumulados en el siglo XX, que para ellos eran “los
verdaderos medios de producción artística de este tiempo” 92. Advertían, además, de
22
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
93 Ídem.
94 Ídem.
95 Ibídem, p. 73.
96 Ídem.
97 Lipovetsky, G. Y Serroy, J., Op. Cit., p. 321.
23
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
Los museos artísticos son espacios donde se determinan las formas de acceso y los
códigos necesarios para el consumo de la cultura. A través de su poder, inciden y
moldean la forma de pensar de los visitantes. Del mismo modo que la percepción de
los visitantes se ve influenciada por el bagaje cultural de éstos, los museos también
cuentan con un carácter interpretativo propio. El mensaje pronunciado con respecto al
arte, por lo tanto, se verá mediado en primer lugar por la consideración propia de la
institución. Sus discursos serán construidos de acuerdo a criterios propios. Analizarlos
ayuda a conocer la posición de la institución en cuanto a su papel público como
comunicadores culturales. Un papel que define su posición en relación a su deber con
los visitantes. Desde la museología crítica se reconocen, en las prácticas culturales de
los museos, tres tipos de políticas culturales diferenciadas que, por otro lado, pueden
solaparse entre sí.
24
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
Este tipo de cultura institucional se encargará de preservar la división que supone la alta
cultura. Un concepto propio del academicismo europeo capaz de determinar cuáles son
las obras que merecen la admiración del público. En ese sentido, el museo reproducirá
un sistema de relaciones jerárquicas tanto entre sus profesionales como entre sus
visitantes.
25
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
Existirán dos modos de hacer llegar el conocimiento a quienes carecen de él. El primero
de ellos presentará una organización lineal que se centrará en enfatizar el origen de las
piezas. El segundo, se sustentará de la didáctica o la instrucción y proveerá a los
espectadores de la reflexión que debe extraerse de lo allí expuesto. Se negará la opción
de una reflexión adicional a la allí presentada y los generadores de conocimiento se
establecerán como emisores de una élite elevada poseedora del discurso. Un discurso
conciso que, al considerar que el conocimiento emana del objeto y al público como un
ente acultural, define su posición separada de la de los visitantes.
Padró afirma que la museología formalista descrita por Weil, “centraliza los mitos y las
memorias que se encuentran en los objetos” 102. El relato de este museo se centrará en
26
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
Simplificando el mensaje:
la blockbusterización de la cultura
103 Ídem.
27
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
Una de las opciones expositivas que busca atraer el mayor número de público, tenderá
a genializar a los autores expuestos o a destacar la importancia incalculable de las
piezas. Las muestras de los grandes genios del arte que utilizan la imagen-icono de los
artistas como legitimadora del valor de las piezas expuestas se encontrarán dentro de
este tipo de museología. Este tipo de exposiciones pretenderá atraer al mayor número
de visitantes posible y contabilizará su éxito mediante estadísticas sobre el número de
visitantes. En este sentido, la exposición Piedad y terror en Picasso: el camino del
Guernica, organizada por el Museo Centro de Arte Reina Sofía para celebrar el 80
cumpleaños de la creación del Guernica, no ha conseguido superar la cifra récord del
museo: el número de visitantes registrados durante la exposición realizada en 2013 en
torno a la figura de Dalí. Se trata de un tipo de estadística que no solo puede extraerse
de este tipo de exposiciones blockbuster en auge en los últimos tiempos, sino que
también a afecta a piezas individuales e icónicas en la historia del arte como cualquier
autorretrato de Frida Kahlo o El grito de Edvard Munch. La exhibición que se hace de
estas piezas denota una visión esencialista del arte que quedará reducido a pura imagen
de consumo. El valor artístico de las piezas quedará legitimado por la fama de éstas o
el estatus de su autor.
28
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
Además de las exposiciones estrella que reducen a autores y obras a simples productos
icónicos de consumo, esta cultura institucional producirá otro tipo de exhibición-
espectáculo. En ellas desaparecerá en ensalzamiento de la figura del genio y la
sacralización de las obras maestras y las exposiciones se convertirán en el verdadero
producto de consumo. Las muestras de arte se venderán entonces como experiencias
de entretenimiento. Los programas culturales subrayarán el descubrimiento a través de
los sentidos y recurrirán a factores sorpresivos: el diseño escenográfico y la potencia de
lo visual eclipsarán las piezas y se convertirán en el contenido. Este tipo de museos
recurrirá a una noción postmoderna de organización. En ella, el desarrollo histórico
ordenado será presentado como una acumulación de “imágenes, fragmentos y
espectáculos que son continuamente reproducidos y simulados sin que pueda
descubrirse, entenderse o ubicarse un punto de referencia para comprender sus juicios
de valor”104.
29
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
Según apunta Padró, en este tipo de museo nos encontraríamos ante la falacia de la
comunicación. El museo actúa de acuerdo a la convicción de que debe aunar las voces
internas del museo con la opinión de sus visitantes para construir una cultura
institucional fuerte. El museo pretende hacer llegar el conocimiento al público a través
de mensajes ligeros. Tratando de huir del sistema impositivo de la institución anterior,
aquí se persigue el fomento del aprendizaje lúdico. Sin embargo, la obsesión con la
organización de exposiciones temporales desatiende otras labores contemporáneas. Al
invertir los recursos del museo en generar contenido que refleje la sociedad
contemporánea se relega la necesidad de lecturas actualizadas de las colecciones
permanentes.
107Las actividades feministas fomentadas desde esta tipología institucional se limitarán a la promoción de
mujeres artistas, no necesariamente feministas. El término femenina únicamente pretende hacer
referencia a la condición biológica de la mujer que, al fin y al cabo, es a la que este tipo de actividades
presta atención.
30
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
La política cultural de estas instituciones se cuestionará los modos en los que se viene
exponiendo a lo largo de la historia. Se realizarán muestras vinculadas a la crítica de las
consideraciones social e históricamente establecidas en las que, además, se valorará
de forma positiva la innovación del lenguaje artístico. Este tipo de museo se habrá
liberado del peso de la alta cultura y el extasío de su belleza y apostará por aceptar
nuevas acepciones artísticas. El arte ya no será concebido como pura forma sino que
se entenderá como el encuentro entre “momentos de subjetividad ligados a experiencias
particulares”. Esta política cultural partirá de reflexiones como las de Bourriaud109
cuando afirma que la experiencia visual de los espectadores contemporáneos se
encuentra muy alejada de la que pudieron tener a principios del siglo pasado. En la
actualidad y debido a un siglo de sobreexposición a imágenes tanto móviles como fijas,
esta museología considerará que el público cuenta con la capacidad de reconocer
distintos elementos dispersos y sin material tangible que los una, como un mismo
universo perceptivo.
31
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
Este tipo de museos descentralizará la atención que había adquirido el objeto artístico
y dirigirá la reflexión sobre cuestiones socioculturales. Parece que el formato expositivo
a llevar a cabo por este tipo de instituciones no ha sido definido más allá de sus
intenciones críticas. A través de encuentros entre diversos agentes, tratará de generar
nuevas reflexiones comunes. La preocupación del museo, por lo tanto, se centrará en
colaborar en la formación de una población crítica. La característica principal se
encontraría en el deseo de actuar como germen de reflexión.
111 Ídem.
32
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
Los artistas llevan desconfiando del lenguaje expositivo desde principios del siglo
pasado. La exposición ha sido reconocida como un aparato capaz de condicionar más
allá de las obras que muestra. El objeto artístico deviene imagen icónica, una imagen
de consumo rápido susceptible de absorber los discursos que el museo o la galería haya
querido darles. Sería absurdo negar que la descontextualización de las obras da lugar
a decenas de personas amontonadas ante una Mona Lisa que se ha convertido en
icono. Cantidades ingentes de obras se exponen en museos –inseparables de lo que es
la historia del arte–, privadas de sus condiciones de comunicación particulares y
El verano de mil novecientos treinta y siete, Joseph Goebbels debutó como comisario
artístico. Adolf Ziegler fue quien realmente encabezó la comisión encargada de rastrear
los museos alemanes y seleccionar las obras de arte vanguardista que no reflejaban lo
112 “El contexto como contenido” fue el título del primer artículo en el que O’Doherty hace referencia al
término cubo blanco, que pasará a la historia del arte como un hito de la museografía contemporánea.
113 Debord, G, Op. Cit., tesis 190, p. 115.
Título en inglés de la obra teatral de Oscar Wilde en la que el nombre del protagonista, Ernest, palabra
114
homófona de earnest (formal), condiciona la percepción que los personajes tienen de éste. En la relación
con el protagonista, la etiqueta que supone el nombre se impone a su verdadera identidad. Los displays
expositivos pueden actuar del mismo modo, condicionando la percepción de las obras que recogen.
33
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
que el gobierno nazi pretendía ser 115 . Pero Goebbels, al fin y al cabo, ideó el universo
simbólico en el que se acogía esa exposición. Porque la organización de una exposición
de arte nunca es inocente, sino que siempre responde a alguna intención previa. La
planificación de la exposición que llevó el título Entartete Kunst (Arte Degenerado) se
encontraba entre las diversas labores propagandísticas de las que éste se ocupaba. Y
su eficacia no se encontraba precisamente en la selección de las obras. El display
expositivo transmitía por encima de ellas.
115 BARRON, S. 'Degenerate Art:' The Fate of the Avant-Garde in Nazi Germany. New York: Harry N.
Abrams, 1991.
116 Groys, B., Op. Cit., p. 24
34
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
Para Entartete Kunst y tras haber escogido el discurso de la exposición: transmitir a qué
no debía parecerse lo ario y cuál era la deshonra de la nación, se realizó la selección
de obras a exponer. En un principio, la exposición pretendía responder a un ejercicio
directo de propaganda política. En la muestra pretendían exhibirse obras realizadas
durante la República de Weimar con las que poder mostrar la decadencia de un período
político al que se debía superar. Sin embargo, se trataba de una selección de obras que
requería de un tiempo del que no disponían. El discurso selectivo de la exposición tuvo
que verse ampliado: además de la decadencia de la República, se mostraría la
demencia del nuevo siglo 117.
El aislamiento de las imágenes vacía las piezas de significado, dando paso a un espacio
susceptible de ser definido artificialmente. El modo en el que éstas son presentadas
también logra transmitir uno u otro mensaje. Los elementos exhibidos consiguen
retroalimentarse. La percepción de cada una de las obras se ve condicionada por sus
inmediatas vecinas, así como por la totalidad de piezas que la rodean. En dicha lectura
influye también el entorno generado para la ocasión. El acto perceptivo se adelanta, de
este modo, a la concepción que se generará en la mente de los espectadores. La
totalidad de la exposición, desde su previa promoción hasta su apariencia final, actúa a
modo de marco conceptual al estilo descrito por George Lakoff 119. Los aspectos
significados. Aquí, sin embargo, trato de ampliar sus esclarecimientos hasta cualquiera de las piezas que
componen una exposición artística. Los marcos de referencia –apunta Lakoff en el libro citado– “forman
parte de lo que los científicos cognitivos llaman el inconsciente cognitivo”. Estaría haciendo referencia a
las estructuras del cerebro a las que no se puede acceder de forma consciente pero que “conocemos por
sus consecuencias: nuestro modo de razonar y lo que se entiende por sentido común”. LAKOFF, G., No
pienses en un elefante: debate y lenguaje político. Madrid: Editorial Complutense, 2007, p. 8.
35
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
Examinados desde la
actualidad, los métodos
retóricos utilizados por el
régimen nazi en la exposición
Entartete Kunst no destacan
por su sutileza retórica. La
exposición de arte degenerado
fue altamente promocionada y
de acceso gratuito, permitiendo
la asistencia de quienes no
Figura 1. Entrada a la exposición Arte Degenerado, Múnich, solían pagar a cambio de
1937.
cultura y ampliando el cerco del
público. El título de la muestra introducía con contundencia y sin medias tintas, el
mensaje que quería transmitirse. En la entrada, el gran rótulo que anunciaba el nombre
de la exposición era otro de los elementos capaces de comunicar visualmente. Una
tipografía desordenada y asimétrica, alejada de la armonía clásica propia del régimen,
demostró el valor que el equipo de propaganda nazi atribuía a la retórica visual.
Probablemente elegido de manera consciente, el diseño del letrero anunciaba una
muestra que no sería sinónimo de proporción ni armonía120. Pero el trabajo de
comisariado debía atestiguar la degeneración anunciada. Al fin y al cabo, no se trataba
de predicar la locura de la vanguardia como si de un mensaje hueco se tratara, sino de
mostrarla sirviéndose de material visual rápidamente asimilable El display expositivo
que se eligió fue de gran importancia para ello. Se quería transmitir una Alemania grande
y pura como el clasicismo de la Antigüedad y el público debía sentir la degeneración de
la vanguardia. Debía ser un lugar “donde el público visitante se dedicase a condenar lo
expuesto en lugar de admirarlo”121. El modo de disposición de las obras se convertía
así, en el lenguaje del que disponía el equipo de comisariado.
36
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
Se eligió un recorrido
museístico de aspecto
caótico y destartalado
donde las obras se
alternaban con
fragmentos de
discursos del dictador.
“Una puesta en escena
realizada a propósito
para transmitir la idea
Figura 2. La Entartete Kunst en un fotograma del documental
de que aquello era Degenerate Art (Grubin, 1993)
un outlet de arte moralmente deleznable –describe Cuevas en su artículo–: los cuadros
habían sido apilados o pegados a las paredes con desgana, estaban torcidos y rodeados
de grafitis que insultaban a la obra y al autor” 122. Las piezas se colocaron sin espacio
entre ellas, o posadas sobre el suelo y eran designadas mediante insultos que aparecían
en cartelas colocadas sin aparente esmero. El precio de las obras de temática religiosa
aparecía junto a las obras a fin de mostrar la cantidad que la República de Weimar había
derrochado en tal monstruosidad. Se trataba de obras religiosas muy similares a obras
cumbres de la historia del arte como el Cristo Crucificado de Grünewald junto a las que
parecían mensajes como “insulto a Dios”. Algunas de las obras eran designadas
mediante menciones directas a la raza judía de los artistas –de los que solo seis lo eran
realmente– y otras se exponían junto imágenes de patologías degenerativas a modo de
fuente de inspiración, exacerbando así la degeneración de lo allí retratado. Todo estaba
dispuesto a fin de ofrecer un espectáculo dantesco capaz de calar en el subconsciente
del pueblo alemán. “El catálogo oficial anunciaba que el motivo de la muestra era
«demostrar las intenciones detrás de todo este movimiento filosófico, político, racial y
moral, así como las fuerzas motrices de la corrupción que lo motivan»”123.
Todo ello se veía acrecentado por los constantes discursos del dictador en los que
aludía a los artistas de vanguardia. En ellos, Hitler solía recurrir a dos acepciones: o
bien los artistas eran enfermos mentales o bien estaban tratando de tomar el pelo al
público por lo que debían se der encarcelados. Respecto a los artistas degenerados
promulgaba lo siguiente:
122 Ídem.
123 Ídem.
37
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
Les prohíbo someter al pueblo a sus experiencias. Si de verdad ven los campos
azules están dementes y deberían estar en un manicomio. Si solo fingen que los
ven azules son criminales y deberían ir a prisión. Purgaré a la nación de su
influencia y no permitiré que nadie participe en su corrupción. El día del castigo
está por venir.124
Pero para una mayor efectividad, el gobierno alemán organizó otra exposición de forma
paralela. Ambas exposiciones fueron realizadas en la misma ciudad y mediante
contraposición, una enfatizaba el discurso de la otra. Große deutsche
Kunstausstellung (La gran exposición de arte alemán) fue el título elegido para la
muestra. Para ella, el régimen encargó a Ludwig Troost la construcción de un gran
pabellón de reminiscencias clásicas en Múnich: la Casa de Arte Alemán. Un diseño
donde primaba la línea recta, que también respondía al planteamiento propagandístico
que pretendía evidenciar la solemnidad del régimen. La muestra fue ideada para alabar
el arte realista, dedicad únicamente al arte sano, al arte que Hitler consideraba que
llevaban en la sangre, un arte al que se refería como comprensible por el pueblo.
Las obras escogidas para esta segunda exposición mostraban familias rubias
idealizadas, jóvenes arias desnudas, victoriosos soldados alemanes y bellos paisajes.
Temáticas de consumo rápido, situadas dentro del realismo establecido. Obras que no
precisaban de códigos culturales para su asimilación, capaces de generar en el público
un reconocimiento sin sobresaltos. Y las mismas características tenía el modo en el que
fueron expuestas. En esta muestra, la disposición elegida fue mucho más lineal y las
obras contaban con espacio entre ellas. Muchas se alzaban sobre peanas y las salas
contaban con cúpulas de cristal que llenaban las salas de luz y blancura. Las piezas se
38
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
clasificaron por temáticas evitando cualquier tipo de diálogo entre ellas. El display se
centraba en la armonía y la limpieza de la línea.
Comisariando la situación:
Duchamp no es inocente
Los artistas degenerados fueron acogidos por la diseñadora Elsa Schiaparelli, quien
además se encargó de reunir a la Alta Burguesía neoyorkina en torno a la exposición.
Muchos de los artistas que habían sido expuestos como el súmmum del descaro y la
locura en Alemania, se presentaban ahora como el arte más innovador: la vanguardia
como vanguardia. Fue una exposición pensada por André Bretón y materializada por
Marcel Duchamp. En ella, exposición y obra se aunaron en consonancia e indistinción.
Los artistas habían descubierto que el arte se había convertido en un sistema
perfectamente instituido. Considerando –décadas antes de que los situacionistas lo
convirtiesen en teoría– que el arte estaba actuando como legitimador de un sistema
burgués. Tratando de renovar el arte, consideraron que era necesario subvertir la forma
en la que se estaba consumiendo y llevaron a cabo lo que más tarde sería llamado
détournement.
A principios del siglo XX, tanto la literatura como el arte eran vistos como instituciones
y éstas eran percibidas como marcos herméticos donde se generaba el valor de una
39
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
Las muestras de arte devienen espacios efímeros que, del mismo modo que el
urbanismo analizado por los situacionistas, condicionan el comportamiento de su
público. A pesar de que los sitacionistas no se refiriesen al comisariado artístico de
forma explícita, Marcel Duchamp sí se encargó de cuestionarlo como medio de
condicionamiento. Investigó, de manera práctica, el display expositivo como situación
efímera capaz de subvertir el consumo que se estaba haciendo del arte.
125 O'NEILL, P., “La emergencia del discurso curatorial desde el final de los años sesenta hasta nuestros
presente”, ExitBook, nº 17, 2012, pp. 8-52.
126 Ibídem, p. 10.
127 Ídem.
128 Ídem.
129 PARIENTE, A., Repertorio de ideas del surrealismo. Logroño, Pepitas de calabaza, 2014, p. 21.
40
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
130 PAZ AGRAS, L., “Marcel Duchamp. Rompiendo las reglas del espacio”, Departamento de proyectos
arquitectónicos – ETSAM, Universidade da Coruña, Departamento de Composición, 2013, p. 4.
131 Ibídem, p. 17.
41
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
42
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
Fue con la llegada de los años setenta cuando los especialistas en museología
empezaron a tomar conciencia sobre los límites del cubo blanco. El reconocimiento del
formato tuvo lugar a partir de la crítica al mismo. Brian O’Doherty fue quien comenzó a
definirlo y él mismo se encargó de atribuirle la denominación que le ha acompañado
hasta nuestros días. Aunque muchos museos se han servido –y siguen haciéndolo– del
cubo blanco, el formato expositivo se encuentra estrechamente ligado a la morfología
expositiva de las galerías de arte de principios del siglo XX. A pesar de que éstas solían
tener una forma rectangular, la denominación cubo blanco ayudó a O’Doherty a la
implantación del término. En un momento en el que el cubo se había convertido en un
elemento predominante en lo visual y lo simbólico, O’Doherty fue capaz de reformar en
el imaginario de la galería rectangular en una habitación cuadrada. Un nombre distinto
como podría haber sido rectángulo blanco, no hubiese podido iconizar del mismo modo
la acepción y eso era algo que el autor sabía.
Alfred Barr Jr. tomó al cubo blanco como recurso expositivo y lo ligó al programa
ideológico que implantó en el MoMA en 1939 al consolidar su colección permanente. De
este modo, el Museo de Arte Moderno de Nueva York decidió establecer un contexto
expositivo capaz de situar al espectador en “un espacio con ambiciones de pureza,
neutralidad y objetividad, garante de la autonomía estética y del formalismo artístico” 132.
El museo logró separar, de ese modo, al espectador de la vida y el devenir histórico
dando lugar a “un sujeto ahistórico, despolitizado y descorporeizado” 133.
132 FERNÁNDEZ LÓPEZ, O. "El fin del cubo blanco. Releyendo a Brian O'Doherty", Hum. 36 Papeles de la
cultura contemporánea: el Arte contra el Arte (Creación desde la destrucción), nº 15, p. 70.
133 Ídem.
43
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
La galería de arte ofrece las piezas como obras de arte. Las ingentes cantidades de
dinero que están dispuestos a pagar por ellas deben verse justificadas. Por ello, en el
cubo blanco la obra se expone aislada de aquello que pueda “menoscabar su propia
autoevaluación” 134. La solemnidad del recinto será similar a la de los espacios sagrados.
La construcción de una galería sigue la normativa empleada en la construcción de
iglesias medievales135. El mundo profano se encuentra en el exterior y no debe penetrar
en ella por lo que carece de ventanas y la iluminación proviene del techo. Se evita la
irrupción de muebles u objetos funcionales enfatizándose la presencia de cualquier
producto como un ente divino, alejado de la utilidad práctica. La presencia de los
visitantes es apreciada, ante tanto vacío, como una invasión por lo que, mientras la
mente y la mirada sí son bienvenidas debido a su intangibilidad, el cuerpo o la voz
resultan extrañas. Por ello, gran parte de los visitantes de una galería tratarán de circular
con cuidado y en silencio.
Con la toma de conciencia sobre el poder de un espacio expositivo como lo era el cubo
blanco, varios artistas decidieron trabajar señalando la estructura de mediación como
obra en sí misma. Al reunir capacidades comunicativas, la exposición se convertía en
obra. Empezó a investigarse entonces y de manera consciente la capacidad crítica de
la mediación del espacio.
134 O'Doherty, B., Dentro del cubo blanco: la ideología el espacio expositivo, Murcia, CENDEAC, 2011, p.
20.
135 Ídem.
44
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
45
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
5. Conclusiones
En 1967, Vaneigem apuntó que el famoso cuadro de Edvard Munch, El grito, le evocaba
una impresión sentida diez veces al día y añadía: “un hombre arrastrado por una
multitud, sólo visible para sí mismo, grita repentinamente para romper el hechizo,
recordarse, regresar a su piel”136. El ritmo frenético que ha adquirido la vida cotidiana en
la ciudad contemporánea amenaza con alejar a la población del encuentro consigo
misma. La velocidad de la que gozan los sistemas de comunicación y la presencia de
Internet, han acelerado sorprendentemente las vivencias de las situaciones. Esta
aceleración arrastra a los individuos envolviéndolos en el sistema espectacular descrito
por el situacionismo. No resultaría extraño que personas como Vaneigem, ahogaran hoy
sus gritos de desesperación al descubrirse subordinados a sus vivencias en lugar de
devenir dueños de sus propias vidas.
Debord reconoció la historia del arte como un discurso conscientemente elaborado por
las élites. Una elección de obras que los museos vaciaban de significado y exhibían,
reduciéndolas a imágenes. La separación que la museología clásica realiza entre obra
de arte e información se reproduce en una forma jerárquica de transmitir el
conocimiento. Esta costumbre da lugar a una asunción pasiva de la información por
parte de los espectadores que, por un lado, consumen las obras como pura imagen y
por otro, asumen la información como datos que les son ajenos.
Desde principios del siglo pasado y con el reconocimiento de las exposiciones como
discursos en manos de las élites, tanto artistas como pensadores se han dedicado a
cuestionar su papel. Pero, tal y como apuntó Mosquera: “Ver y pensar las exposiciones
como entidades significantes en sí mismas es una tendencia reciente, hasta hace poco
46
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
nos ocupábamos solo del arte y de los artistas” 137. El comisariado de arte es una práctica
con la responsabilidad pública de exponer diversas ideas o valores. El poder, como
método de persuasión, consigue incidir en las identidades de gran parte de la población
y el arte se ha encargado de subvertir dicho poder a favor de la difusión de una cultura
libre.
137 Mosquera, G., “La era de las exposiciones: Consolidación y desarrollo” Exit Express, nº 37, 2008, p. 8.
47
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
Parece que el comisariado, consciente de sí, está apartando tanto al arte como al artista
de sus altares. Librándolos de la divinización que los siglos les han otorgado, la reflexión
cultural está desviando su atención hacia la sociología. Lejos de personalismos, el
análisis de los comportamientos humanos, las relaciones sociales y las identidades
parecen estar estableciéndose como una parte central de la nueva cultura
contemporánea. Muchas opciones culturales se centrarán, en este sentido, en la
indagación sobre los grupos sociales surgidos en los márgenes de lo establecido o
ignorados por el sistema. Sin embargo, la proliferación de admiradores de los
diversos subgrupos sociales e identidades alternativas está derivando en el trato de
determinados sujetos como animales de feria. Muchos grupos sociales son
sometidos a la espectacularización y exposiciones que pretenden analizar y
aprender la conformación de identidades acaban por frivolizar al respecto. De este
modo y lejos de fomentar el aprendizaje de los visitantes ajenos a las subculturas,
se enfatizan estereotipos hasta el punto de ponerlos de moda entre las clases
medias.
48
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
5. Índice de imágenes
p. 40
Figura 5. Exposición surrealista en París: 1200 sacos de carbón, 1938………
49
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
6. Referencias bibliográficas
BARRON, S. 'Degenerate Art:' The Fate of the Avant-Garde in Nazi Germany. New York:
Harry N. Abrams, 1991.
BERNSTEIN, M., Todos los caballos del rey, Barcelona, Anagrama, 2016.
BOURRIAUD, N., Estética relacional. Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora S.A., 2008,
p. 20.
CUEVAS, D., “Nazis contra el arte contemporáeo”, Jot Down Magazine, Disponible en:
http://www.jotdown.es/2017/07/nazis-arte-degenerado/ [Consulta: 23-08-2017]
DEBORD, G., In girum imus nocte et consumimur igni [película], 1977, Mín. 10:45.
FERNÁNDEZ LÓPEZ, O. "El fin del cubo blanco. Releyendo a Brian O'Doherty". Hum.
36 Papeles de la cultura contemporánea: el Arte contra el Arte (Creación desde
la destrucción), nº 15, Pp. 68-80.
HARGREAVES, A., EARL, L. y RYAN, J., Una educación para el cambio. Reinventar la
educación de los adolescentes, Barcelona, Octaedro, 1998.
HUXLEY, A., Un mundo feliz, España, Random House Mondadori, S.A., 1969.
Internacional situacionista, vol. I: La realización del arte, Madrid, Literatura Gris, 1999.
50
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
MANEN, M., Salir de la exposición (si es que alguna vez habíamos entrado), Bilbao,
Consonni, 2012.
MOSQUERA, G., “La era de las exposiciones: Consolidación y desarrollo” Exit Express
nº 37, 2008.
O'NEILL, P., “La emergencia del discurso curatorial desde el final de los años sesenta
hasta nuestros presente”, ExitBook, nº 17, 2012, pp. 8-52.
PADRÓ, C. “La museología crítica como una forma de reflexionar sobre los museos
como zonas de conflicto e intercambio”. En J.P. y Almazán, D. Eds. Museología
crítica y arte contemporáneo. Zaragoza: Universidad de Zaragoza. 2003. pp. 51-
70.
PAZ AGRAS, L., “Marcel Duchamp. Rompiendo las reglas del espacio”, Departamento
de proyectos arquitectónicos – ETSAM, Universidade da Coruña, Departamento
de Composición, 2013 Disponible en: http://dpa-
etsam.com/criticall_en/proceedings2014/files/154marcel-duchamp-compiendo-
las-reglas-del-espacio.pdf [Consulta: 05-08-2017]
PERNIOLA, M. Los situacionistas: Historia crítica de la última vanguardia del siglo XX.
Madrid, Acuarela & A. Machado. 2008.
RAUNING, G., “La industria creativa como engaño de masas”, Producción cultural y
prácticas instituyentes: líneas de ruptura en la crítica institucional, Madrid:
Traficantes de sueños y transform, 2008, pp. 27-43.
51
Máster en Teoría y Crítica de la Cultura Universidad Carlos III
VANEIGEM, R., Tratado de saber vivir para uso de las jóvenes generaciones,
Barcelona, Anagrama, 1977.
52