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Casa Taques Bittencourt

En 1958 el médico Mario Taques Bittencourt encargó a Vilanova Artigas y Carlos Cascaldi el
proyecto de su vivienda, la segunda de un total de tres (1949 - 1959 - 1981), construidas en la
misma calle del barrio del Sumaré. Esta se sitúa en el cuadrante oeste de la ciudad de San
Pablo, región que fue marcada por un modelo urbano residencial vinculado al concepto de
barrios-jardines ingleses difundidos en la ciudad por la compañía anglo-brasileña City of São
Paulo Improvements and Freeholdland desde la segunda década del siglo XX. En este proyecto,
al igual que en los construidos en barrios semejantes a lo largo de los veinte años anteriores,
Artigas vinculó su experimentación a una concepción estructural iniciada en la Casa Olga Baeta
(1956), donde una única cubierta sustituyó los volúmenes, únicos o articulados, definiendo así
un área sombreada de uso.
La casa fue concebida a partir de un rectángulo de 21.50m x 11.60m, prevaleciendo su
orientación perpendicular a la calle, no como resultado de proporciones geométricas clásicas o
abstractas en si mismas, sino como respuesta a los problemas estructurales (luces y
dimensiones máximas) y a las normativas legales de ocupación de la parcela, que
condicionaban su planta a una rigurosa geometría de ejes y modulaciones que se evidenciaban
también en los alzados. La distribución del programa dentro de la forma rectangular impuesta
se organizó alrededor de un jardín central descubierto y se resolvió por medio de la
articulación de sus forjados en cuatro niveles intercalados entre sí. Estos se conectan mediante
rampas que determinaron la continuidad espacial entre las diferentes zonas a partir del
acceso, prolongado desde la calle hacia el interior del volumen, yuxtaponiendo así el ámbito
urbano y el doméstico. Desde el acceso se desciende hasta el salón o se asciende hasta el
estudio, de altura y media; y desde allí se sigue hasta los dormitorios.
La reducción de los componentes estructurales fue decisiva, resumiéndolos a dos únicos
muros-vigas de 21,50m dispuestos en el sentido longitudinal de la parcela, formando dos
pórticos con apenas dos puntos de apoyo en cada uno. Estos dos muros-vigas (o pórticos)
están unidos por losas nervadas distribuidas entre las distintas cotas de la casa y se despliegan
en las rampas, pudiendo ser interpretados como un único forjado. Las rampas asumen en este
caso, además de las funciones anteriormente desarrolladas de circulación vertical y horizontal,
la de estructura, corroborando aún más la interdependencia entre la estructura, el programa y
la fruición espacial. La orientación Norte (fachada soleada en el hemisferio sur) coincide con la
fachada a calle, lo que permite el despliegue de un gran ventanal a lo largo de todo el ancho de
la casa, dividido en 9 módulos iguales inscritos en el marco estructural de hormigón visto,
unificando así la expresión de los tres dormitorios. Vilanova plantea una división de este
importante elemento en tres franjas horizontales: dos tarjas (inferior y superior) de vidrios
fijos, y una franja central de ventanas basculantes. Un volumen bajo de piedra rústica protege
el patio de servicio hacia la calle e introduce el contrapunto de un tercer material.
La vinculación entre los aspectos tipológicos y espaciales a una imagen final determinada
esencialmente por sus elementos estructurales se afianzó también en otros argumentos, más
amplios y generalizables, como su inserción dentro de una tradición arquitectónica moderna
brasileña. Esta pasaba hacia finales de los cincuenta por una significativa reorientación teórica,
poniéndose de relieve la elección de un material por excelencia, el hormigón armado, y sobre
todo la manera de utilizarlo, vinculando expresividad y ejecutabilidad.
PLANTA BAJA
PLANTA ALTA

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