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FACULTAD DE PSICOLOGIA

DEDARROLLO CONTEMPORANERO

LINA MARIA SALOMON

TUTORA

TRABAJO PRESENTADO POR:

ERIKA MARCELA GONZALEZ CASTRO

322267

DIANA ALEJANDRA GONZALEZ

BUGAVALLE 18/04/2015
LO MASCULINO Y LO FEMENINO

Al nacer hombres o mujeres, no sólo se han adquirido unas diferencias biológicas


evidentes, definidas por el sexo (macho – hembra) sino que a la vez han sido asignados
una serie de roles tanto sociales como culturales que dan forma a la realidad biológica con
la que se nace. La relación que se establece entre el aspecto biológico y el cultural se
denomina construcción social de los géneros, concepto alrededor del cual es fundamental
revisar algunos términos que lo conforman y lo complementan. De esta manera, se
entiende por género la simbología social, cultural e histórica, con la cual una sociedad
define las características, roles, comportamientos y valores que diferencian a los hombres
y mujeres, lo masculino y lo femenino. La Identidad de género comprende los procesos de
identificación que cada ser establece a partir de los valores y normas que la sociedad ha
señalado acerca de los roles de género. Y los roles de género son el conjunto de papeles y
expectativas diferentes para mujeres y hombres que marcan la diferencia respecto a cómo
ser, como sentir y cómo actuar. La categoría de género responde a una construcción social
por medio de la cual se define qué es lo apropiado para el sexo femenino y el sexo
masculino. Comprende imaginarios, que simbolizan y dan sentido a la diferencia sexual, a
la manera como se explican, valoran y establecen normas acerca de la masculinidad o la
feminidad. Los imaginarios en torno a las relaciones de género inscriben a los individuos
en unas características culturales específicas a partir de las diferencias biológicas,
incidiendo en la formación de las identidades de varones y mujeres desde que nacen y en
sus comportamientos en el curso de la vida. Esto se lleva a cabo a través del proceso de
socialización que junto con la formación de la identidad de género producen una
identificación con los valores, normas y comportamientos de un grupo determinado; por
tanto, los seres humanos se convierten en hombres y mujeres que responden a las
características femeninas y masculinas establecidas por la cultura[1]. Es importante anotar
que los roles de género han tenido variaciones a lo largo de la historia puesto que han
cambiado dependiendo de cada época y de lo que socioculturalmente se le ha exigido a
hombres y a mujeres, en lo relacionado a sus comportamientos, actitudes,
determinaciones económicas y políticas, relaciones, actividades, entre otros.
Si se piensa en lo que es “ser hombres o ser mujeres”, aparecen un conjunto de imágenes
e imaginarios al respecto. El hombre por ejemplo se ha relacionado con la fuerza, la
masculinidad, el poder; la mujer por su parte con la feminidad, la maternidad, la
sensibilidad. Estos imaginarios se conforman porque es lo que socialmente se les ha
atribuido y porque han sido heredados de una red de representaciones que ha sido
formada históricamente y que ha sido transmitida de generación en generación. Estos
imaginarios crean patrones, es decir modelos a seguir, lo cual por un lado, no da cabida a
otra forma distinta de comportamiento, y por otro, se espera que los dos sexos
mantengan y perpetúen dichos patrones, creando así los estereotipos de género
entendidos como el conjunto de atributos que pueden ser asignados a mujeres y hombres
con el propósito de establecer diferencias entre ellos, y de esta manera instaurar una
única forma de ser hombres y mujeres, en donde no se pueden concebir variaciones o
modos alternos de conducta. Es importante apuntar que los estereotipos se pueden
definir como una idea o un comportamiento que está caracterizado por su posibilidad de
repetición automática a partir de un modelo que ya existía con anterioridad Por tal
consideración, los estereotipos no son adquiridos por la experiencia sino que son
transmitidos y recibidos a través de la “comunicación en masas”, o por medio de la
estructura social en el cual se han desenvuelto las personas, permeando así su vida
cotidiana. Se caracterizan además por ser homogéneos y resistentes al cambio, sin
embargo, está homogeneidad es aparente en la medida en que bajo referencias que se
consideran diferentes se relacionan o asignan a un mismo nombre en particular.[2] De
igual forma, los estereotipos tienden también a definir un grupo a partir de los rasgos que
éste contenga y a designar a todos/as de la misma manera, creando así generalizaciones
sin tener en cuenta las particularidades y especificaciones de cada uno/a. Sin embargo, se
considera que son imprescindibles en la manera en la cual el hombre enfrenta al mundo
puesto que son las imágenes que surgen en las personas automáticamente de un grupo,
un acontecimiento y un individuo. Asimismo se considera que hacen parte de la
interpretación que se hace del mundo bajo un sistema clasificatorio, donde descansa el
sentido común de las personas. Por lo tanto, debe considerarse que dentro de cada
estructura social, las personas son caracterizadas dependiendo de sus atributos, y a veces
estos son asignados de forma inconsciente, puesto que están consignados en una red que
hace parte del tejido histórico del cual hace parte cada individuo (sentido común). Estas
caracterizaciones pertenecen entonces a las construcciones que se han formado a nivel
individual y colectivo sobre: las ideas de género, sexo, etnicidad, religión y jerarquización
social. En ese sentido: “no podemos prescindir de los estereotipos de la sociedad en la
medida en que estos nos ayudan a entender, simplificar y procesar los infinitamente
variables, atributos, características y roles individuales del mundo en que vivimos. Todas
las sociedades crean estereotipos en torno a muchos aspectos y condiciones de la vida
sociocultural. Uno de ellos ha sido sobre la diferencia sexual entre hombres y mujeres,
que de cierta manera determina el destino de las personas, atribuyéndoles a los hombres
y a las mujeres características, roles y significados no sólo a las acciones que deberían
desempeñar sino que se espera que desempeñen. Es así como los roles de género han
sido transmitidos, constituidos y construidos colectivamente como conductas
estereotipadas por la cultura, y en esa medida se espera que dependiendo del sexo al cual
pertenezca la persona, realicen ciertas actividades y tareas. Las atribuciones, creencias,
ideas, características, roles o tareas que ha fundado cada cultura en un momento histórico
determinado con base a la diferencia sexual, han establecido también los conceptos de
masculino y femenino los cuales señalan las funciones, comportamientos, valoraciones y
oportunidades entre hombres y mujeres. Las categorías de lo masculino y lo femenino,
además de expresarse en la valoración diferencial de los dos sexos, también se expresan
en la oposición entre naturaleza y cultura. Las mujeres han sido relegadas a la naturaleza,
gracias a su función reproductiva, mientras los hombres al ámbito de la cultura y lo social
a través de su función productiva. Aunque estas oposiciones: masculino/femenino,
cultura/naturaleza, han sido sometidas a numerosas críticas, es un excelente punto de
partida por medio del cual se pueden entender las asociaciones simbólicas a las categorías
de masculino y femenino, como un resultado de cómo cada sociedad ha construido su
ideología cultural, basándose en las supuestas características biológicas inherentes a
hombres y a mujeres. La ideología, por su parte ha sido la encargada de perpetuar un tipo
de discurso en particular, y para reproducirlo se sirve de vehículos o medios, bien sean
visuales, artísticos, textuales, narrativos, literarios, orales, escritos, entre otros, a través
de los cuales se proponen una serie de papeles y roles a seguir por los sujetos que
participan dentro de una organización social. La memoria también interviene como un
elemento fundador de la ideología, ya que es el mecanismo adecuado a través del cual se
trasmiten y se perpetúan, a lo largo de la historia, ciertos discursos que sobreviven hasta
nuestros días, mientras que otros quedan perdidos u olvidados. El rescate de éstos
últimos son de alguna forma los que dan contrapeso y cuestionan a la cultura dominante,
es decir aquella que ideológicamente se debe trasmitir. Consecuentemente, la ideología
cultural también configura un conjunto de normas, prescripciones y estereotipos sobre el
comportamiento femenino y masculino, sin embargo existen variantes que hay que tener
presente para cada cultura, como clase social, grupo étnico, o estado generacional. Un
escenario para demostrar estas ideas preconcebidas es la familia, puesto que en ésta
“célula social” cada miembro y cada uno de los que la compone, asume una posición y
papel a seguir desde que se nace. A la familia se le han atribuido distintas funciones o
tareas, como la sexual, económica, reproductiva, socialización, ubicación y
mantenimiento. Pero también tiene una condición de funcionalidad puesto que una
sociedad no podría existir sin ella, y se convierte además en un espacio social y simbólico
donde se perfila la manera de ser de cada individuo y están consignadas las experiencias
de cada sujeto desde su nacimiento. Al hijo recién nacido, los padres, familiares y la
sociedad misma suelen asignarles unos atributos creados de una idea preconcebida y pre
configurada, que por ejemplo se hace visible en la compra de ropa, de juguetes, de colores
diferentes para los niños y las niñas. En la primera infancia, a las niñas se les enseña a
jugar con las muñecas, a la cocina, se involucra entonces en las actividades domésticas las
cuales más adelante deberá reproducir en su hogar en la vida adulta. De la misma manera
a los a los varones, en cambio, se les educa para que sean fuertes, para que no expresen
sentimientos, se les prohíbe entonces ser débiles frente a los demás. Es así como a las
mujeres y a los hombres se les educa de manera distinta y se espera que estas enseñanzas
donde se ven reflejada la dicotomía masculino/femenino, se vean exteriorizadas en la vida
cotidiana y que se trasmitan de padres a hijos. Las mujeres entonces se visualizan como
aquellas responsables de parir a los hijos por lo tanto, son ellas las que los deben cuidar, y
se asocian entonces a lo femenino, doméstico, maternal, al espacio de lo privado. En
contraposición lo masculino que se asocia a lo fuerte, al proveedor, a la productividad, al
espacio de lo público. Aparece así otra dicotomía que se asocia a los hombres y a las
mujeres (femenino/privado masculino/público), que han establecido estereotipos rígidos,
limitando las potencialidades humanas de cada sexo. Aunque existen evidentes
diferencias anatómicas, estas diferencias socioculturalmente hablando, han consignado
atribuciones no equitativas e igualitarias entre los dos sexos, que permite explicar por qué
las mujeres han asumido las cargas de la casa, que van desde las labores domésticas hasta
el cuidado no sólo de los hijos sino también de los miembros que hacen parte del espacio
familiar como lo son la pareja y los/as adultos/as mayores, mientras que los hombres han
tenido un rol en el cual las obligaciones sociales frente al cuidado prácticamente
desaparecen. En resumen, históricamente a las mujeres se les ha asignado y se les ha
formado socioculturalmente, para ser madres o esposas, es decir, se les ha dado el rol de
estar al servicio de los demás y de asumir el cuidado de los demás. Adicionalmente a este
hecho las mujeres han estado sometidas a una sociedad patriarcal, la cual ha debilitado su
capacidad de decisión en muy diferentes esferas y ha fundado el imaginario que las
actividades desarrolladas por mujeres son un oficio secundario, aunque sean una parte
fundamental para el desarrollo de una sociedad. Es importante señalar que el patriarcado
es un sistema de organización social, donde el poder y la autoridad están representados y
sustentados en “el patriarca”; ya sea a nivel público y/o privado. Él tiene el poder y la
autoridad, controla la producción y distribución de los alimentos y de la riqueza que
originan sus excedentes. La cultura del patriarcado posee desarrollos míticos y religiosos
que excluyen a la mujer del espacio público y le asignan el espacio privado, el espacio del
hogar, ubicándola en una posición de menor jerarquía y autoridad frente a los hombres,
quienes al estar en el espacio público han podido público han podido pertenecer o
acceder con más facilidad a áreas como por ejemplo la educación y la política, en las
cuales ellos mismos han sido los responsables de tomar sus decisiones. Estas decisiones,
se han constituido en un espacio tradicionalmente masculino, y han sido aquellas que han
podido definir las estructuras sociales y económicas de las sociedades, lo cual ha sido de
gran importancia para el trascurso de la historia y de su trasmisión. De este modo, se
puede entonces traer a la luz cómo a lo largo de los años han existido una cultura
dominante y otra subalterna, en la cual los hombres han pertenecido a la primera y las
mujeres, han pertenecido a la segunda. Estas dos culturas han sido trasmitidas por
generaciones, y desde muy temprana edad, creando así relaciones entre los dos sexos
bastante asimétricas, las cuales han permitido legitimar los estereotipos de género, es
decir modelos a imitar, de los cuales se adoptan los patrones de conducta y las verdades
acerca de lo que se debe hacer y lo que en cambio está prohibido para cada uno de los
dos sexos, estableciendo un mundo masculino y otro femenino, que no se pueden
sobreponer ni combinar, porque se entraría en lo que no hace parte de la normalidad o
hasta lo que deja de ser natural para hombres y mujeres. En consecuencia, se puede decir
que la cultura dominante es la responsable de naturalizar las relaciones sociales de las
mujeres y los hombres. Las relaciones de poder no equitativas persisten aún hoy, al
interior de familia y al interior de la pareja y eso da cuenta de cómo influyen los
estereotipos de los roles de género en la vida cotidiana de las personas. Un ejemplo de
esto puede ser la razón por la cual parte de las mujeres en la sociedad actual siguen
pensando que una “buena esposa” se debe caracterizar por ser “obediente a su marido”.
Esto da cuenta del lugar de la mujer en la relación de pareja y la familia y permite
comprender por qué a pesar que en la actualidad la mujer cumple un papel mucho más
activo en la economía del hogar, el desempeño de su función productiva no le ha
permitido desligarse de las obligaciones sociales, lo cual le ha llevado a tener un doble rol,
quedándose ella sin un espacio propio.

En este punto se pueden plantear preguntas como: ¿se deben seguir de manera indefinida
estos patrones? ¿El hombre siempre se relaciona con la fuerza? ¿La mujer con la
maternidad? ¿Los hombres sensibles dejan de ser hombres? ¿Una mujer que se reconoce
por su fuerza deja de ser mujer? Al tener cuestionamientos acerca de estos patrones a
seguir, se adquiere una actitud crítica frente a lo socioculturalmente se le impone a los
dos sexos, y del mismo modo también se comienza a cuestionar los roles y papeles que
existen al interior de la familia. Un hombre que asume labores domésticas o comienza
también a participar en los cuidados de los miembros de la familia, proporciona a esta
unidad social un equilibrio puesto que se crean entre los dos sexos relaciones de
colaboración y ayuda mutua, las cuales van a estar reflejados en una mejor convivencia y
en relaciones no violentas al interior de la misma. Al dividir las cargas de una manera más
equitativa hace que cada miembro asuma responsabilidades y ayude al desarrollo
económico, social y cultural de la familia. La colaboración al interior de la familia o al
interior de la pareja hace que haya un reconocimiento mutuo por parte de cada individuo
que se valore cada una de las actividades en las que se desenvuelven y, del mismo modo
se valora al individuo como tal. La mayoría de los estereotipos de género que aún hoy
siguen vigentes persisten gracias a que tanto hombres como mujeres no cuestionen
críticamente esos atributos y roles que han sido asignados por medio de la diferencia
sexual. La familia, como una institución social, puede ser la promotora de ideas y de
patrones de conducta, y son los hombres y las mujeres que la componen los encargados
de darle el mismo u otro significado. Así mismo se considera que es responsabilidad del
Estado desarrollar programas o acciones que favorezcan la transformación de las
relaciones y la deconstrucción de categorías ideológicas que permitan relaciones más
equitativas entre mujeres y hombres y por ende una sociedad más justa. No hay que
olvidar que muchos de los estereotipos por diferencia sexual han sido los causantes de los
fuertes obstáculos y violencias a las cuales han sido sometidas las mujeres, y esto se ha
visto reflejado en la limitaciones que han tenido al acceder de forma digna y equitativa a
espacios como la educación, trabajo, política, salud, recreación, entre otros. Los hombres
a su vez, se les ha negado el derecho de expresar sus afectos y sentimientos bajo el
supuesto de la fortaleza y la insensibilidad que los debe caracterizar. Se ve entonces como
los papeles asumidos han provocado discriminación y desigualdad entre los sexos,
impidiendo el desarrollo personal e integral de cada uno. Buscar alternativas de cambio,
da cuenta de que se requiere reflexionar y tener en cuenta aquellos valores que se deben
tomar y aquellos se pueden cambiar sin provocar ninguna clase de segregación. Bajo estas
consideraciones se plantea que es al interior de la familia donde las acciones de cambio
producen un mejoramiento en las condiciones de vida y en las oportunidades a las cuales
cada uno de los miembros pueda integrarse y acceder en la sociedad de la cual hace parte.
Erika González

¿Qué roles se representan en tu ¿Cuáles son las tareas que


familia? desempeña cada rol?

Mama: Lleva el control, y el Mantiene al pendiente de las labores


mantenimiento de la casa, y también de la casa, y de que nos hace falta,
trabaja, y también le ayuda a mi nos apoya, y nos brinda todo su amor
esposo a cuidar de mi hija mientras incondicional.
estudio.

Papa: Sostiene económicamente el Nos da una buena educación y


hogar, y pone lo horarios de llegada. concejos para que salgamos adelante
en la vida.

Hermano: Tiene 17 años hace poco se Un Joven rebelde pero se le


graduó de bachiller y ahora está en controlan sus horarios y lugares a los
planes de entrar a la universidad. que debe ir y no.

Angelly: Mi hija solo tiene 8 meses Dormir Y comer.

Esposo: Una persona cristiana, Es una persona que es muy


trabaja para sostener nuestro hogar y responsable en su hogar, y me ayuda
cuida también de Angelly en los en las labores de la casa en sus
descansos. tiempos libres.

Cumplo Con los deberes como madre


Erika: Dedicada a mi familia y mi y esposa, estoy al pendiente de lo
estudio. que ellos necesiten de mí.
¿Los Roles Se Intercambian?

1. En ocasiones los roles se intercambian, mi madre cuanto trabaja y mi padre descansa a él le


toca encargarse de mi hermano en la cocina, y demás prioridades de la casa.
2. También ocurre en mi hogar, cuando estudio mi esposo se encarga, de organizar la casa,
bañar la niña, darle tetero, y poner pañales, hacer el almuerzo y dejarle la niña a mi abuela
para recogerme en la universidad.
¿Hombres y mujeres pueden realizar las mismas tareas?
¿Por qué?

El ser humano se compone de dos sexos: Hombre y mujer. Ambos tienen la


misma dignidad y merecen el mismo respeto. No obstante, en el pasado las
mujeres no siempre han sido consideradas humanas de pleno derecho, es
decir, su valía no ha sido reconocida como equivalente a la de los Hombres.
Tradicionalmente se han asociado unos estereotipos a los Hombres y otros a
las mujeres. Así, se consideraba que todo ser humano nacido varón tenía que
ser valeroso, inteligente, fuerte y ganar mucho dinero para mantener a su
familia. Del mismo modo, toda mujer debía ser bella, débil, inocente y tener
como objetivo vital el casarse y tener hijos. De este modo, había muchos
comportamientos o actividades que un hombre no podía desempeñar por el
simple hecho de ser hombre. Asimismo, las mujeres tampoco podían actuar
con libertad. Sin embargo, hoy sabemos que tanto hombres como mujeres
pueden realizar numerosas tareas que inicialmente estaban vetadas e incluso
dedicarse profesionalmente a ellas. Es cierto que, en líneas generales, hay
ciertas características biológicas que diferencian a los Hombres de las
mujeres, como por ejemplo la altura o la flexibilidad. Ahora bien, no se trata
de diferencias tan acusadas como para justificar la discriminación reiterada
de una persona por razón de su sexo. Cada persona es única y tiene unas
características individuales que la distinguen del resto, con independencia de
si es un hombre o una mujer. Por lo tanto, su valía tiene que ser reconocida
examinando las virtudes y capacidades que le son propias.
Primer Collage.

Segundo Collage
Derechos No Derechos
1. Nacer libres e iguales en dignidad y
derechos. 1. A no ser sometido a torturas, ni a
2. , posición económica u otros. penas o tratos crueles, inhumanos o
3. Derecho a la vida, a la libertad y a la degradantes.
seguridad. 2. A no ser arbitrariamente detenido,
4. A no ser esclavo de nadie. preso ni desterrado.
5. Al Reconocimiento de su personalidad
Jurídica.
6. A ser iguales ante la ley y protección
de la misma.
7. A tener acceso a la justicia siempre.
8. A tener un juicio justo e imparcial.
9. A ser inocente hasta que se
demuestre su culpabilidad.
10. A tener una vida privada sin ser 3. No ser discriminados por raza, color,
objeto de injerencias arbitrarias. sexo, idioma, religión, opinión política
11. A Circular libremente salir y volver a
los países de origen.
12. A buscar asilo, y a disfrutar de el, en
cualquier país (si no hay acción penal
en contra).
13. A tener una nacionalidad.
14. A Casarse y tener una familia.
15. A la propiedad individual y colectiva.
16. A la libertad de pensamiento,
conciencia y creencia. 4. Nadie será objeto de injerencias
17. A la libertad de opinión y de arbitrarias en su vida privada, su
expresión familia, su domicilio o su
18. A la Libertad de reunión y asociación correspondencia, ni de ataques a su
pacíficas. honra o a su reputación. Toda persona
19. Toda persona tiene derecho al tiene derecho a la protección de la ley
trabajo, a la libre elección de su contra tales injerencias o ataques.
trabajo, a condiciones equitativas y
satisfactorias de trabajo y a la
protección contra el desempleo.
20. Toda persona tiene derecho al
descanso, al disfrute del tiempo libre,
a una limitación razonable de la
duración del trabajo y a vacaciones
periódicas pagadas.
Conclusión: Los Derechos Humanos son nuestros derechos que nosotros tenemos
por el hecho de ser personas, sin distinción de características ''económicas, sociales,
religiosas, físicas, etc. Expresan lo que necesitamos para realizarnos plenamente como
personas y atiende a nuestras condiciones físicas. Los derechos nos corresponden
desde que nacemos y durante nuestra vida. El principal objetivo es defender nuestra
dignidad y la libertad. La falta de conocimientos sobre nuestros derechos determina
que no podamos reaccionar frente a la injusticia o frente a la violación de alguno de
ellos

¿Es importante y tiene sentido conocer nuestros derechos?

Si es importante porque nosotros ante alguna situación social y economía no sabemos


nuestros derechos los demás pueden ''Aprovecharse de vos'', por lo cual todos
debemos saber y conocer nuestros derechos.

En mi opinión lo importante es empezar a conocer nuestros derechos, el derecho de


tener nuestra libertad y nuestra dignidad.

Bibliografía:

www.buenastareas.com

www.minieducación.gov.co

www.monografias.com

www.google.com Imágenes

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