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Capitalismo

Este es un sistema económico, basado en la propiedad privada de


los medios de producción y la consiguiente diferenciación con respecto a ellos de
dos grupos sociales opuestos, y en el hecho de que el proceso productivo procura
una plusvalía que permite la acumulación y reproducción del capital.
Por una parte, pues, existe la división de la sociedad en dos clases, los proletarios
de los medios de producción, que pueden ser individuos o sociedades, y los no
poseedores de dichos medios, que se ven obligados a vender su fuerza de trabajo
al poseedor – capitalista, quien la explota en beneficio propio; entre estas dos
clases sociales se establecen unas relaciones de producción de terminadas por
la estructura del proceso productivo. Con todo, este esquema no se da jamás
en estado puro, pues con dichas dos clases coexisten otros grupos sociales, como
pequeños propietarios, miembros de las profesiones liberales, campesinos que no
emplean mano de obra ajena, etc.
Por otra parte, para que el capital se convierta en elemento predominante del
proceso de producción y pueda hablarse de capitalismo es necesario que el
capitalista pueda comprar en el mercado la fuerza de trabajo que necesita como si
fuera otra mercancía cualquiera, de manera que pueda apropiarse de una parte
del trabajo asalariado sin pagarla y asegurar con ese excedente el desarrollo del
propio capital y del capital en general, considerado en cuanto propiedad social de
los capitalistas. El mecanismo que pone en marcha y rige el funcionamiento de la
estructura capitalista es el de los precios fijados libremente en el mercado.
Esencialmente el capitalismo se identifica con la economía de mercado, sujeta
al juego libre, el empresario capitalista no puede hacer otra cosa que buscar la
maximización del beneficio propio, el cual dependerá de sus costes de producción
y de los precios del mercado.
Si las decisiones de los distintos empresarios coinciden, se produce
el equilibrio de la oferta y la demanda; en caso contrario, se tenderá, mediante una
rectificación de los precios, a la vuelta a ese equilibrio. Cuando este mecanismo
falla, surgen las crisis de sobre producción, por exceso de la oferte, o la inflación,
por exceso de la oferta, o la inflación por exceso de la demanda. Es cierto que, a
partir de este esquema fundamental, el capitalismo admite retoques y correctivos
que lo atenúen o maticen, pero esas modificaciones, generalmente exigidas por
fallos internos del sistema y realizadas con el fin de asegurar su supervivencia,
chocan en el fondo con la lógica interna del capitalismo.
El Capitalismo, surge históricamente, como sistema social, posterior al feudalismo,
y por tanto , a la esclavitud. En estos dos sistemas anteriores, se producía también
un excedente económico, fruto del trabajo, del que se beneficiaba
la clase dirigente, pero no se reinvertía en un proceso creador de nuevos
excedentes, capaces de asegurar la acumulación y reproducción sistemáticas del
capital, que es el rasgo típico del capitalismo. Éste se desprendió del feudalismo, y
de la servidumbre a través de un proceso largo y complejo que significó la
transformación de multitud de artesanos y pequeños capitalistas en contra de los
señores feudales. Japón y Prusia serían un ejemplo del primer
caso; Inglaterra y Francia del segundo. Este proceso se verificó, de todos modos,
en dos fases: en la primera el pequeño productor consiguió su emancipación de
las cargas feudales que pesaban sobre él, y en la segunda fue separado de la
propiedad de los medios de producción para convertirse en un asalariado sujeto a
un capitalista.
La acumulación de grandes capitales, que se sumaron a los obtenidos
anteriormente en el comercio, en un número reducido de manos hizo que se
pudiesen aplicar las innovaciones técnicas surgidas durante el siglo XVIII. Fue
entonces cuando apareció el capitalismo industrial, como prolongación y en
remplazamiento del capitalismo comercial dominante desde los siglos XI y XII, y
comenzó a informar la vida de las sociedades más avanzadas.
La revolución industrial, que venía ya gestándose desde el Siglo XVI, aunque no
alcanzara su plenitud hasta fines del SVIII, transformó los procesos productivos,
transfiriéndolos del hogar o el taller artesano a la fábrica y convirtiendo el
trabajo manual, en mecánico, y exigió la aportación laboral de un número cada vez
más elevado de obreros. Este capitalismo industrial inicial, era altamente
competitivo, porque las empresas, de propiedad individual, eran pequeñas y
numerosas en cada sector y, por tanto ninguna de ellas tenía por sí sola poder
suficiente para intervenir decisivamente en el mercado. Sin embargo, la rápida
acumulación de capital, unido a los frutos inmediatos de la revolución tecnológica,
que se había operado, hoza que el proceso de crecimiento de las unidades
económicas fuese cada vez más acelerado. La consiguiente concentración se
tradujo en las instituciones bancarias y en las grandes sociedades anónimas. La
consecuencia fue una sensible disminución del nivel de competencia y la aparición
en distintos sectores de mercados oligopolistas y monopolistas dominados por
pocas empresas o por una sola, las cuales podían de esta manera aumentar sus
beneficios recurriendo a diversos métodos, como adopción y control de patentes,
repartición de territorios en exclusiva, fijación arbitraria de precios, etc. En suma,
todo cooperó a hacer que sufriera un gran bajón el nivel de competencia típico del
primitivo capitalismo industrial. Por otra parte a finales del siglo XIX las grandes
potencias industriales, movidas por el deseo de conquistar mercados y fuentes de
primeras materias cada vez más amplios, se repartieron los territorios
de África colonial.
En esta misma época fue también notoria la expansión de Gran Bretaña en
Extremo y Medio Oriente y, junto con Alemania, en China, Alemania, por su parte,
proyectó sus intereses sobre el Este europeo, mientras que EE.UU. prevalecía en
Iberoamérica, y en el Pacífico. De esta manera las grandes metrópolis llegaron a
regir económica y aun políticamente la mayor parte del mundo. No obstante, las
sucesivas crisis económicas del sistema capitalista, en particular la
Gran Depresión de los años treinta, y las dos guerras mundiales, comprometieron
el desarrollo del capitalismo y contribuyeron a que el Estado fuera aumentando
cada vez más su intervención y sus mecanismos de control en la vida económica
de las grandes naciones capitalistas. Esto dio lugar, por un lado, a que ciertos
métodos, como la planificación, que por limitar la autonomía de decisión de la
empresa privada parecían propios sólo del socialismo, fueran introducidos en
muchos países capitalistas y por otro lado, a que aparecieran en estos mismos
países fenómenos de vinculación y colusión entre la administración pública y los
sectores dominantes del capitalismo privado, característicos de lo que se ha dado
en llamar capitalismo monopolista de Estado.
Este conjunto de hechos, ligados al factor determinante del alto nivel de desarrollo
tecnológico capitalista, ha hecho posible el innegable crecimiento del capitalismo y
su capacidad de substituir con menos oscilaciones y crisis que en otros tiempos,
aunque tampoco puede negarse que el sistema capitalista mundial se halla
sometido en su pase presente a una doble y constante polarización crítica definida
por el binomio inflación/recesión. En otro terreno, el establecimiento del socialismo
en vastas porciones del mundo, ha comprometido en cierto modo la validez del
capitalismo como sistema "natural" y "único" de organización económico – social.
Con esto damos por terminado esta parte, ya hemos hablado de que es y como
surgió el capitalismo. Haciendo énfasis en que es un sistema basado en la
libre inversión de capitales, que además abre la brecha entre pobres y ricos.

Relación con la Globalización


Se considera a la globalización como un fenómeno del capitalismo y se trata de un
proceso donde se integran aspectos sociales, culturales, políticos y económicos,
que se impulsa a partir de que los precios del transporte y la comunicación han
bajado a finales del siglo XX.Quienes se oponen al sistema capitalista, señalan a
la globalización como el fenómeno responsable de generar desigualdades
económicas en un sistema.

Globalización
Hace algunos años hemos empezado a utilizar este término, para explicar o tratar
de explicar una serie de fenómenos que se ha suscitado sobre todo a partir de la
caída del comunismo como sistema económico y como ideología política. La
globalización está a la base del nuevo orden internacional, de los tratados de libre
comercio, de los nuevos bloques económicos y de los mercados comunes.
Hoy día el debate acerca de la "globalidad", acapara miles de espacios. Se trata
de un futuro y un fenómeno compartido por el género humano. La integración de
países y regiones a nivel mundial ha traído múltiples efectos, de los cuales los
negativos son los más notables. Crisis financieras se expanden por todo el mundo,
con consecuencias funestas para las economías reales:
empobrecimiento, desempleo, marginación…
En este tema, pueden entrar en conflicto muchos interesas, ya que tanto la parte
económica, como la parte moral se entrometen, ambas tratando de defender su
punto de vista, la pregunta que queda en el aire sería ¿Qué pretende la
globalización?
Según Víctor Flores Olea, la globalización debe reorientarse a favor
del genero humano, además dice que esta idea no es la quimera de unos cuantos
académicos y profesores, sino que es ya el debate a nivel de los grandes centros
de poder, puesto que finalmente, los efectos tarde o temprano alcanzarán a todos.
De aquí, surgen temas y preguntas tales como ¿qué pueden hacer entonces los
Estados nacionales?, ¿Cómo, cuándo y quiénes pueden redireccionar la
globalización?, ¿Qué está pasando con la sociedad en los distintos países?.
El mismo Flores Olea dice que los efectos perversos de la globalización son el
fracaso de una manera de pensar, de escuelas teóricas que al implementarse no
cumplieron sus promesas, porque la "ortodoxia neoliberal", es una doctrina técnica
e ideológica capacitada sólo para aplicar sus propios postulados, pero
incapacitada para hacer autocorrecciones críticas – teóricas. Agrega que la
expansión del sistema de producción y de intercambios es algo inherente al
sistema capitalista desde sus inicio, pero en los últimos veinte o veinticinco años,
cobra actualidad y vigencia y sufre un cambio cualitativo, un cambio de naturaleza,
que es lo que hoy se conoce con el nombre de Globalización.
Flores Olea, afirma que una de las situaciones que ha propiciado, tanto la
Globalización, como las crisis, es la Informática y la electrónica, ya que permiten
hacer cambios, redireccionar, reinvertir y hacer movimientos de capital con
una velocidad absolutamente extraordinaria, tal vez imposible hace unos cuantos
años. Y no solamente eso, sino que se ha automatizado los movimientos del
capital, es decir, actualmente se programan lascomputadoras para indicar que si
en tales acciones se llega a un cierto punto, automáticamente la
computadora suelte las inversiones que hay y las mande a otro destino.
Estamos viviendo un mundo extraordinariamente informatizado y con un control
extraordinario del fenómeno por parte de las inversiones financieras, mucho más
que de las inversiones propiamente productivas del capital. Se ha dicho con razón
que la globalización es mucho más modesta en el aspecto de las inversiones
productivas, que se siguen dando de una manera muy importante a nivel nacional
y también ciertamente a los niveles regionales, es decir, con la creación
agrupaciones económicas como la Unión Europea, el TLC, el Mercosur, la APEC,
etcétera.
Pero el hecho de que el fenómeno económico de la globalización esté
determinado esencialmente por el capital financiero y no por el capital productivo
está originando desajustes, crisis, inestabilidades, verdaderamente increíbles en
prácticamente todas las regiones del mundo.
En los países de donde salen los capitales en una horas, en unos días, en una
semana - ya sea por desconfianza o por disminución de la rentabilidad- hay
verdaderas crisis y dificultades económicas muy profundas que se traducen en
pérdida de riqueza real, en desempleo. Hay también recortes presupuestales de
los gastos gubernamentales y en primer término de aquellos gastos orientados a
la cuestión social, es decir, todo estemovimiento financiero, que es especulativo,
afecta profundamente los niveles de vida, los poderes adquisitivos, la riqueza real
de las naciones, etcétera.
Si a lo anterior añadimos que el fenómeno de la globalización en sus últimos 20
años de desarrollo ha originado concentraciones de capital y al
mismo tiempo marginación, pobreza, desempleo, a niveles difícilmente
concebibles antes, entonces nos damos cuenta que no estamos haciendo una
globalización que esté realmente resolviendo los problemas de la sociedad
humana, sino en muchas ocasiones, por el contrario, agravándolos de una manera
dramática.
También es importante decir que los efectos desastrosos de empobrecimiento, de
desigualdad de riquezas y de oportunidades en el interior de los países, están
reorientando las fuerzas políticas en una dirección nueva.
Once países de la Unión Europea hoy están en manos de las democracias
socialistas o de alianzas donde los socialistas tienen un peso específico. Todo
esto ha creando nuevas condiciones políticas para la reconversión y encontramos
junto a esto una gran cantidad de organismos sociales y ciudadanos que se están
movilizando en el mundo entero pidiendo una corrección fundamental
del modelo económico de la globalización neoliberal.
También es muy importante subrayar la importancia del aspecto nacional en estos
procesos políticos, efectivamente el sistema económico del capitalismo es unitario
y parecería que los Estados nacionales tradicionales, fragmentados, lo reciben
simplemente como un mandato de Dios, o como un destino que no buscaron, sino
que se les aplica de una manera indefectible, como el destino griego. Pero el
hecho es que son los Estados nacionales los que han estado asumiendo estas
políticas y han propugnado, han predicado y han publicitado la necesidad y las
maravillas salvadoras de la incorporación a la economía globalizada.
En México eso lo hemos visto en varios sexenios: "¡No hay otra salida para el país
que abrirnos al exterior, que desregular las inversiones extranjeras, que adelgazar
al Estado!", es decir, devaluar lo público para privilegiar lo privado.
El momento nacional de las decisiones de esta composición, ciertamente global,
es fundamental y no puede subestimarse y creo que empiezan a surgir corrientes
tanto internacionales, como nacionales, que perciben que este tipo de
globalización que se ha impuesto es profundamente destructora de la sociedad.
Entonces, definitivamente, el proceso de globalización, que no sólo es económico,
aunque ha sido lo dominante, sino que tiene aspectos en la comunicación, en la
informática, en la cultura, etcétera, debe sufrir una profunda corrección, es decir,
debe haber una globalización democrática, una globalización de la solidaridad, en
donde los objetivos no sean la mayor acumulación de capital en el menor tiempo
posible, que sería la definición apropiada de una "economía de casino", de una
economía especulativa, sino buscar en la economía soluciones para el
desarrollo social y humano de todos los pueblos, que en el fondo ha sido la
preocupación real central de los grandes economistas de siempre, es decir, una
preocupación moral y no mecánica. Es decir, la economía al servicio del
desarrollo, de
las necesidades humanas, de las necesidades sociales y no simplemente de los
requerimientos abstractos de la acumulación
desenfrenada del capital.
Harry Gayner, economista candidato al premio Nobel, nos propone
una teoría llamada Positivismo Económico, en la cual nos propone las siguientes
premisas, que llenan el espacio de la teoría de los economistas dominantes,
llamada Economía de mercado.
a. Un ser humano revestido de valores.
b. Una familia fuerte, respetuosa y amorosa que es el sostén del estado.
c. Un medio social positivo
d. Una mejor distribución de la riqueza productiva y tributaria
e. La descentralización económica y política
f. Una democracia auténtica y una nueva relación entre el estado – gobierno y la
sociedad civil, erradicando la corrupción sistematizada, organizada y metódica.
g. El sagrado derecho a la vida y a los bienes
h. Lideres idóneos en lo social

Después de haber dado un panorama de diversos ecónomos ahora, veremos el


lado moral, dado por Monseñor Felipe Aguirre Franco, Obispo de Tuxtla, quien nos
habla acerca de este tema, y sus connotaciones religiosas.
Como un hecho que tiene que ver con las relaciones internacionales en el orden
económico, la Iglesia se ha interesado en todo momento de realidades, que se
engloban justamente porque encierran ciertos denominadores comunes que tienen
que ver con las finanzas y los fenómenos de la producción y de la distribución de
las riqueza en estos fines del siglo. Ya Juan Pablo II en la Centessimus Annus
señalaba cómo es prácticamente imposible hoy en día que las naciones resuelvan
sus problemas encerrándose en sus solas posibilidades de desarrollo. Y en el
reciente Sínodo de América, los representantes del episcopado del Continente,
tocaron el tema. Sabemos que un Obispo americano le hizo el feo y dijo, no sin
razón, que la famosa globalización no era un concepto cristiano.
En el mensaje de la Paz de este año, el Santo Padre puntualiza algunos aspectos
del asunto con consideraciones de tipo moral. En primer lugar cuestiona un
fenómeno cuyas consecuencias no pueden todavía prever y cuya bondad no se
puede dar por supuesta. ¿ Se podrán beneficiar todos finalmente de un mercado
global? ¿ Tendrán todos finalmente la posibilidad de gozar de la paz ? Propone en
seguida la centralidad de la personahumana, que tiene que estar a la base de
todo proyecto de desarrollo y progreso, finalmente pone a la globalización el
correctivo de la solidaridad, el desafío - dice - consiste en asegurar una
globalización en la solidaridad, una globalización sin dejar a nadie al margen.
Juan Pablo II sabe perfectamente que, detrás de la globalización está el fantasma
del capitalismo salvaje; el ardid de los dueños del dinero, poderoso caballero; el
espejismo del mercado, una sutil forma de marginación y un nuevo sistema de
esclavizantes dependencias económicas.
Los Obispos americanos, desde el estrecho Behring hasta la Punta del Fuego, han
hecho una valoración más precisa de la globalización económica, reconociendo de
entrada las consecuencias positivas que entraña desde el punto de vista de
la eficacia y del incremento de la producción. Señalan, sin embargo,
con conocimiento de causa, los efectos negativos que ya se perciben; la
absolutización de la economía, la falta de trabajo, el deterioro de
algunos servicios públicos, la destrucción de la naturaleza, el incremento de la
brecha entre ricos y pobres y la competencia desleal entre las naciones. Sólo
desde el punto de vista moral de la dignidad de cada persona, podrá ser criterio
válido que permita afrontar en la globalización, lo relativo a la deuda externa, evitar
la corrupción política y la marginación de naciones y grupos sociales.
Si el fenómeno de la globalización se entendiera en un sentido moral y solidario,
debería ciertamente propiciar la negociación de la deuda externa dando ventajas a
los países pobres, y debería también buscar la forma como estas mismas
naciones lograran la competitividad en el mercado internacional. Si el objetivo de
la globalización es verdaderamente no dejar a nadie al margen, entonces se
requieren importantes inversiones sociales por parte de las instancias económicas
mundiales para que se abata la miseria y la pobreza externa.
En el recién Sínodo de América, fue interesante y curioso a la vez que los Obispos
Latinoamericanos y los Obispos Norteamericanos hicieran causa común sabiendo
de antemano que nuestros países están endeudados sobre todo con los Estados
Unidos y con las instituciones internacionales que ellos manejan para controlar el
mercado mundial. Todos los Obispos secundaron la petición del Papa para que
expertos en el orden económico mundial y miembros del Consejo
Pontificio Justicia et Pax se reúnan para analizar y buscar soluciones, así como la
otra ya citada para que la deuda externa se condene o al menos se reduzca con
ocasión del Jubileo del 2000. Hacia el fin del siglo y del Milenio, las relaciones
internacionales se ven condicionadas sobre todo por factores de orden económico,
y por eso la Paz requiere de una ética económica que regule esos procesos. Hoy
no hace falta que un país invada a otro con una ocupación militar para atentar
contra su soberanía, hay nuevas y sutiles formas de imperialismo a través de las
fuerzas tan importantes y decisivas del campo económico.
El Santo Padre exhorta a los Jefes de Estado y a los Responsables de las
Naciones a fin de que los ordenamientos que ellos dan puedan ser para los
ciudadanos garantía de la justicia y estímulo para un crecimiento de
la conciencia civil, y a los cristianos a comportarnos según la justicia y a vivir en
paz con todos, porque Jesús no da simplemente su paz, nos da su paz
acompañada de su justicia.

CULTURA LÍQUIDA SEGÚN BAUMAN

Jorge Picó. No me dio tiempo de despedirme de Piglia, que casi se juntó con
Berger, y ahora Bauman… En el 2011 publicó La cultura en el mundo de la
modernidad líquida que es una joyita para navegantes del mundo de la cultura. En
él encontraréis notas del peregrinar de la cultura a lo largo de la historia: desde el
wildeano concepto de “los elegidos tocados por la belleza” hasta San Bordieu que
pone patas arriba la cultura nacida con la ilustración (refinement, Bildung) y nos
explica que es un instrumento útil bien pensado para marcar diferencias de clase,
una fuerza “socialmente conservadora”, contrariamente a los beneficios
desinteresados que hablaba Kant. Para los modernos, explica Bauman, la cultura
era vista como una misión que era preciso emprender. Estaban los que poseían el
conocimiento y los incultos. Y de ahí a la idea de cultura como cultivo para
construir naciones. Bauman se dedica a estudiar esta disolución de conceptos, “la
disolución de todo lo sólido” y cómo la cultura en la modernidad líquida se dedica a
la solución de problemas individuales: “hoy la cultura ya no consiste en
prohibiciones sino en ofertas, no consiste en normas sino en propuestas”. ¿Os
acordáis del suplemento del País que se llamaba “Tentaciones”? Pues eso, la
cultura es más una tentación, un señuelo, señuelo que cambia constantemente.
Como un gran escaparate donde todo entra con tal de que pueda ser devorado.

“El principio del elitismo cultural es la cualidad omnívora”. Conectarse,


desconectarse donde antes primaba la fidelidad, la pertenencia. Aunque si os da
la morriña del antaño “sentido de comunidad”, más que nada para protegerse del
chaparrón que está cayendo, ya tenéis Facebook como sustituto. La caza es la
gran metáfora de la modernidad líquida: cazadores de instantes, de identidades,
frente a la modernidad que estaba llena de “jardineros” que cultivaban algo (el arte
socialista, etc.) o los “guardabosques” de los tiempos premodernos. Esos bosques
a los que uno acudía a rezar una oración a los Dioses y encender un fuego. No me
preguntéis qué olvidamos primero: saber encender un buen fuego, las oraciones o
el camino hacia ese bosque que había que cuidar. ¿Y qué pasa con los artistas?
Se pregunta Bauman. Pues que ya no tienen encomendada ninguna tarea
grandiosa (del estilo “píntame la creación, Miguel Angel…”) y sus creaciones ya
sólo sirven para brindar fama a sus elegidos y son juzgados por el número de
retuits o seguidores en las redes sociales o el número de apariciones públicas. Y
“puesto que resulta imposible saber de antemano cuáles de los bienes ofrecidos
lograrán tentar a los consumidores, y así despertar su deseo, solo se puede
separar la realidad de las ilusiones multiplicando los intentos y cometiendo errores
costosos”. La cultura de la modernidad líquida ya no tiene que enderezar las
ramas torcidas del vulgo ignorante, sino más bien seducir clientes. Y ya sabéis
que el cliente siempre tiene razón, aunque el cuadro esté colgado del revés…
El pensamiento de Zygmunt Bauman en 12 frases

 En la modernidad líquida, lo que antes era duradero, religión, empleo y relaciones,


pasa a ser efímero

REDACCIÓN
10/01/2017 00:04 | Actualizado a 11/01/2017 18:52
Con la muerte de Zygmunt Bauman (Poznań, Polonia,1925 – Leeds, Reino
Unido, 2017), se apaga una de las voces que mejor supo definir el cambio de los
tiempos y la revolución social y cultural que supuso el siglo XX. La amplia obra del
sociólogo polaco estuvo marcada por el término modernidad líquida, que
Bauman acuño y que fue utilizado y compartido por muchos autores
posteriormente.
La sociedad líquida que conceptualizó Bauman define el actual momento histórico
en el que se han desvanecido las instituciones sólidas que marcaban nuestra
realidad y se ha dado paso a una realidad marcada por la precariedad, el ritmo
cambiante e inestable, la celeridad de los acontecimientos y la dinámica agotadora
y con tendencia al individualismo de las personas.

Durante su larga vida, Zygmunt Bauman dejó grandes frases que definen su
pensamiento. Estas son algunas de las más célebres:
1- “La cultura líquida moderna ya no siente que es una cultura de aprendizaje y
acumulación, como las culturas registradas en los informes de historiadores y
etnógrafos. A cambio, se nos aparece como una cultura del desapego, de la
discontinuidad y del olvido.”
2- “No hay modernización (y, por tanto, tampoco forma de vida moderna) sin una
masiva y constante producción de basura, entre ella los individuos basura
definidos como excedentes.”
3- “Nos hallamos en una situación en la que, de modo constante, se nos incentiva
y predispone a actuar de manera egocéntrica y materialista.”
4- “La cultura de la modernidad líquida ya no tiene un populacho que ilustrar y
ennoblecer, sino clientes que seducir.”
5- “Todas las medidas emprendidas en nombre del «rescate de la economía» se
convierten, como tocadas por una varita mágica, en medidas que sirven para
enriquecer a los ricos y empobrecer a los pobres.”
Ahora nadie cree que el gobierno puede hacer nada

ZYGMUNT BAUMAN

6- “Además de tratarse de una economía del exceso y los desechos, el


consumismo es también, y justamente por esa razón, una economía del engaño.
7- “La suya es una sociedad de clases, señora, y la suya también, señor, y
ténganlo muy en cuenta, si no quieren que su amnesia termine en terapia de
choque. También es una sociedad capitalista y accionada por el mercado, uno de
cuyos atributos es el ir dando trompicones de una depresión/recesión a otra.
Como es una sociedad de clases, reparte los costes de la recesión y los beneficios
de la recuperación de forma desigual, aprovechando cualquier ocasión para dotar
de mayor firmeza a su columna vertebral: la jerarquía de clases.”
8- “El amor es la supervivencia del yo a través de la alteridad del yo.”
9- “Si no existe una buena solución para un dilema, si ninguna de las actitudes
sensatas y efectivas nos acercan a la solución, las personas tienden a
comportarse irracionalmente, haciendo más complejo el problema y tornando su
resolución menos plausible.”
10- “El único significado que acarrea el término ‘clase marginal’ es el de quedar
fuera de cualquier clasificación significativa.”
11- “Cuando una cantidad cada vez más grande de información se distribuye a
una velocidad cada vez más alta, la creación de secuencias narrativas, ordenadas
y progresivas, se hace paulatinamente más dificultosa. La fragmentación amenaza
con devenir hegemónica. Y esto tiene consecuencias en el modo en que nos
relacionamos con el conocimiento, con el trabajo y con el estilo de vida en un
sentido amplio.”
12- “La vida social ya se ha transformado en una vida electrónica o cibervida.”

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