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En la historia reciente de nuestro país, hemos visto como se han perdido costumbres que permitían
una sana interacción y funcionamiento social, como por ejemplo el respecto por la autoridad
(llámense padres, maestros o estado) ó el respeto por la palabra dada; dichas costumbres han
mutado en unas nuevas, que básicamente se fundamentan en la individualidad, en el “Yo hago lo
que quiero”, “Nadie me manda”, “No tengo que rendirle cuentas a nadie” y “Estoy en mi derecho”.
Estas ultimas afirmaciones, si bien son ciertas desde el punto de vista del derecho, son llevadas a un
extremo donde ya lesionan a la sociedad y socaban la premisa de que el derecho y el bienestar
general priman sobre el particular; es por eso que ahora vemos que transacciones comerciales
simples adquieren una dimensión exageradamente grande y compleja, porque ahora negociamos
desde la desconfianza.
Ante esta realidad, algunas personas entienden que es necesario realizar cambios, pero ¿Quién
deben hacerlos? La respuesta más común y cómoda: todos los demás deben cambiar, pero Yo
empiezo cuando note que el resto de gente este cambiando, una segunda respuesta común es: el
estado es quien debe impulsar el cambio.
Pues bien, este cambio debe empezar desde nosotros mismos, cada individuo debe cambiar,
reconociendo nuestras individualidades debemos asumir cambios que nos lleven a pensar mas en
sociedad a “evolucionar” como sociedad; en la medida en que cada individuo cambie seremos
menos tolerantes con el estado corrupto actualmente tenemos, que tanto criticamos pero, que a la
menor oportunidad nos montamos en la ola y se nos olvidan todas nuestras críticas, se nos olvida
que ese “estado o gobierno” que tanto criticamos esta compuesto por personas y si estas no
cuentan con los fundamentos necesarios simplemente el estado no va a funcionar.
Se deben crear más espacios donde todos, sin excepción, podamos hablar sobre moral y ética, si
bien la academia y algunas organizaciones son abanderadas en la creación de estos espacios, no
cuentan con la capacidad de llegar a toda la sociedad, es ahí donde el estado debe actuar, creando
otros espacios amplificando el mensaje y que este sea constante; si todos los días lo estamos
escuchando y viviendo la moral y la ética con el tiempo terminaremos adoptándola con propia y la
convertiremos inconscientemente en nuestro estilo o forma de Vida.