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NEUROGLUTEN.

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Eneko Landaburu para Natura-56. (Gara, 25 Febrero-2001)
EL GLUTEN DEL CEREAL PUEDE DAR DOLOR DE CABEZA
La revista "Neurology" acaba de publicar un informe sobre 10 pacientes con dolores de
cabeza e inestabilidad. La Resonancia Magnética mostraba inflamación del Sistema Nervioso
Central. En sangre se detectaron anticuerpos antigliadina signo de intolerancia al gluten (proteína
presente en el trigo, centeno, cebada y avena) Los 9 que hicieron dieta sin gluten tuvieron alivio
total o parcial.
Durante toda la vida hemos consumido granos salvajes enteros y sin cocinar. Últimamente
(desde hace diez mil años) empezamos a modificarlos con la agricultura (selección, hibridación,
trasplante, manipulación genética) y el cocinado. Ahora contienen proteínas nuevas para las
cuales nuestro organismo no está adaptado. Uno de cada 250 personas padecen la enfermedad
Celiaca, una intolerancia permanente al gluten, que causa diarrea y mala absorción de nutrientes.
Otros malestares "de origen desconocido" pueden tener relación con el consumo de gluten.

EL GLUTEN, SOSPECHOSO DE CAUSAR DOLOR DE CABEZA


www.elpais.es/suplementos/salud/20010213/02sal13a.html
EL PAIS, Barcelona (13-02-2001)
Cuando se padecen dolores de cabeza frecuentes o falla la coordinación motora y se es
sensible al gluten, puede ser conveniente revisar cuanto trigo y otros cereales se consumen. Un
equipo de investigadores ha descubierto ahora que al abandonar o reducir el consumo de gluten,
que es una proteína que se encuentra en el trigo y en otros cereales, estos síntomas se redujeron
en gran medida entre el grupo de estudio de mediana edad.
El estudio ha sido publicado en el último número de Neurology, la revista científica de la
Academia de Neurología de EE UU. En el mismo se informa sobre 10 pacientes con sensibilidad
al gluten cuyas pruebas de resonancia magnética mostraban una inflamación del sistema
nervioso central. Todos habían experimentado dolores de cabeza ocasionales y algunos sufrían
inestabilidad y falta de coordinación muscular.
Después de eliminar el gluten de su dieta, nueve de los 10 pacientes del estudio
encontraron un alivio total o parcial.
Uno de los pacientes de este estudio se negó a probar la dieta.
En uno de los casos, un hombre de 50 años sufría dolores de cabeza y nauseas, además
de confusión y agitación.
Había experimentado episodios de dolores de cabeza durante cuatro años, pero
posteriormente la frecuencia y gravedad de los ataques aumentaron. Después de iniciar una dieta
sin gluten, su equilibrio se vio mejorado rápidamente y sus dolores de cabeza desaparecieron por
completo. Sin embargo, sus dolores de cabeza intermitentes volvieron cuando relajo la dieta sin
gluten.
Según el director del estudio, Marios Hadjivassilliou (neurólogo del Royal Hallamshire
Hospital de Sheffield), en un caso parecido publicado en otra revista se hablaba de un hombre de
45 años que padecía migrañas desde la infancia y cuyos ataques se habían agravado y se
habían hecho más resistentes al tratamiento con el paso del tiempo. Después de que se le
diagnosticara que padecía sensibilidad al gluten e iniciar una dieta sin gluten, sus dolores de
cabeza se resolvieron.
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"Eliminar el factor desencadenante, que en este caso es el gluten, puede ser una
intervención terapéutica para algunos pacientes que tienen sensibilidad al gluten y padecen
dolores de cabeza", afirma Hadjivassiliou.
El diagnostico de la sensibilidad al gluten y la disfunción neurológica relacionada con esta
sustancia se basa en la presencia de anticuerpos contra esta sustancia. Además, hay
determinados genes que hacen que algunos sujetos tengan una mayor propensión a ser
sensibles al gluten.
Hadjivassiliou M, Grunewald RA, Lawden M, et al. Headache and CNS white matter abnormalities
associated with gluten sensitivity. Neurology 2001; 56: 385-388.

http://xlsemanal.elcorreo.com/conocer/salud/20170418/cuando-el-gluten-ataca-al-cerebro-celiacos.html
CUANDO EL GLUTEN ATACA AL CEREBRO
Este conjunto de proteínas, omnipresente en nuestra dieta, podría estar detrás de muchos
trastornos neurológicos: desde las migrañas al autismo, el párkinson o la depresión. Esta
polémica teoría divide al mundo científico. Por Priscila Guilayn / Fotos: Carlos Luján
“¿Y, por qué nunca me lo dijo?”
María P., sevillana afectada por un agresivo trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), salió
intrigada del neurólogo hace unos meses. Llevaba 15 años visitando especialistas, psiquiatras y
psicólogos, y a ninguno se le había ocurrido comprobar si era celiaca. Ninguno pensó que algo
aparentemente tan simple como eliminar el gluten de la alimentación pudiera cambiarle la vida.
Aquel día le contó a su neurólogo que, por recomendación de una amiga con un problema
similar, había visitado a un gastroenterólogo. Tras hacerle las pruebas, le dijo que era celiaca y
que esto podría tener relación con su trastorno. Así que, de la noche a la mañana, erradicó de su
dieta todos los alimentos con gluten -el 80 por ciento de los procesados en la Unión Europea-, y
el TOC se le suavizó de forma considerable. «Nunca me había sentido tan bien», concluyó María.
«El neurólogo no le dio mucha importancia, pero me dijo que la dieta podría ayudarme -recuerda-
. Es decir, él sabía que el gluten podría influir en mi enfermedad, pero nunca me lo hubiera
planteado».
Lo cierto es que pocos neurólogos en España le habrían hablado a María sobre la
neurotoxicidad del gluten en personas celiacas o sensibles al gluten, una variante menor de la
enfermedad celiaca. Más que nada por la casuística; muy reducida. Es decir, desde 1966,
cuando se describió por primera vez un conjunto de enfermedades neurológicas relacionadas con
la intolerancia permanente al gluten -reunidas bajo el nombre de ‘neurogluten’-, muchas de esas
dolencias solo han sido fundamentadas en casos aislados o en pequeñas series de pacientes,
razón por la cual muchos especialistas no la suelen tomar en consideración. «Hay patologías
neurológicas en las que el gluten desempeña un papel. Eso es indudable -dice Jesús Porta-
Etessam, jefe de neurología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid-. Pero es importante
delimitar entre lo que está directamente vinculado con el neurogluten y lo que es una relación
casual».
Tratamiento precoz
En todo caso hay dos trastornos neurológicos relacionados con el gluten que nadie
discute. La ataxia por gluten, en la que se ve afectado el cerebelo, provocando alteraciones del
movimiento en dedos, manos, brazos, piernas, labios, lengua e incluso ojos.
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Y la neuropatía periférica, que afecta a los nervios, o prolongaciones de las neuronas, de
la médula espinal, causando problemas musculares y sensoriales. «Estas dos enfermedades
mejoran con dieta sin gluten, si es estricta y continuada, en la mayoría de los casos -dice el
neurólogo Carlos Hernández Lahoz, estudioso del neurogluten desde hace casi dos décadas-.
Ahora bien, es importante aplicar el tratamiento de manera precoz, antes de que se produzca la
muerte neuronal».
Luis Rodrigo Sáez no es neurólogo, pero, al igual que Lahoz, lleva casi 20 años buceando
en el neurogluten y defiende el beneficio de la dieta en algunas dolencias más. Sáez es
gastroenterólogo y en su consulta ha observado mejoras en diferentes complicaciones
neurológicas con solo retirar el gluten al paciente. «Hablo de unos 300 casos, algunos seguidos
durante años -afirma este antiguo jefe de Servicio de Digestivo del Hospital Universitario Central
de Asturias, que no duda en aconsejar-: ante cualquier trastorno neurológico, salvo casos muy
avanzados, quizá, se debería recomendar la instauración y seguimiento de una dieta sin gluten,
ya que se trata de un tratamiento inocuo que puede mejorar el curso clínico y la evolución de
muchas de esas patologías».
“Entre un 10 y un 20 por ciento de los pacientes con problemas neurológicos podría
beneficiarse de la dieta sin gluten”, afirma el digestólogo Luis Rodrigo Sáez
La mayoría de los neurólogos, por su parte, no lo recomienda sin una asociación directa y
científicamente probada entre el gluten y el problema en cuestión. «No hay que generar
expectativas inadecuadas en los pacientes», opina Pablo Irimia, vocal de la Sociedad Española
de Neurología. «Yo también he visto casos de cura de cáncer de manera espontánea. Los hay —
añade Antonio Yusta, jefe de Neurología del Hospital Universitario de Guadalajara —. Pero en
medicina no discutimos casos aislados, actuamos por demostraciones científicas».
Retroceder sin parar
A María P., sin embargo, le hubiera gustado conocer desde hace años esta conexión entre
el gluten y algunos trastornos neurológicos, aunque no estuviera contrastada científicamente.
«Cuántos disgustos me podría haber ahorrado — comenta esta monitora de comedor, de 34
años, que recuerda los tiempos en que su vida era un continuo retroceder—. Yo caminaba por la
calle y al ver una raya o lo que fuera tenía que volver atrás. Y si no hallaba otro camino, me
quedaba andando en círculos. Me costaba mucho pasar de una habitación a otra. Para todo
necesitaba rituales. ¡Un horror!». Ahora bien, desde junio pasado, libre su dieta de gluten, María
dejó de retroceder. «¡Ahora avanzo! Me han dado más responsabilidades en el trabajo y me he
apuntado a varios cursos; tengo ganas de aprender. Sé que puedo hacerlo. ¡Incluso me he ido de
viaje!», cuenta animada.
La transformación en la vida del psicólogo Javier Alonso Cimadevilla, de 57 años, también
fue impresionante. Tenía narcolepsia en fase grave. «Podía pasar meses con ataques casi a
diario — revela —. Me desmayaba, tenía convulsiones. Era angustiante. Las crisis eran agudas y
llegué a pensar en jubilarme». Hasta que su neurólogo dejó caer la posibilidad de seguir una
dieta. «Me sugirió hacer las analíticas de celiaquía, aunque no hubiera pruebas contundentes y él
no acabara de creer en la relación entre el gluten y los trastornos neurológicos — rememora —.
En la clínica diaria, sin embargo, me dijo, ya había visto pacientes de epilepsia y de esclerosis
múltiple que habían mejorado con la dieta». Y así le sucedió a Alonso desde que, en 2004,
desterró el gluten de su vida. «Nunca más tuve convulsiones ni cataplejía».
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Mejoría frecuente
El neurólogo Porta-Etessam, del Clínico San Carlos de Madrid, considera que la relación
que el gluten puede tener con la epilepsia o con otras manifestaciones neurológicas. «Suele ser
frecuente, con la dieta, la mejoría en casos de mialgias y fatiga, y también se ha descrito en
ansiedad y depresión», admite.
En los casos de migrañosos, Yusta Izquierdo conviene en que sin gluten puede mejorar la
frecuencia e intensidad de las jaquecas. «Con la dieta, los fármacos para la migraña se hacen
más efectivos», afirma el jefe de Neurología del Hospital Universitario de Guadalajara, que
también concede beneficios para las encefalopatías.
Rodrigo Sáez, por su parte, añade patologías como neuritis ópticas, algunas formas de
esquizofrenia, ciertos trastornos del espectro autista, TOC, síndrome de Tourette, algunas formas
de párkinson o narcolepsia. «Hay entre un 10 y un 20 por ciento de pacientes que se podría
beneficiar de la dieta sin gluten», afirma el digestólogo.
A la espera de pruebas científicas irrefutables, lo cierto es que el número de
complicaciones neurológicas que responden positivamente a la dieta sin gluten ha ido creciendo
con el paso del tiempo. Sin embargo, en este medio siglo de estudios sobre el neurogluten, aún
no se conoce a ciencia cierta cómo llegan al cerebro y afectan el sistema nervioso central y
periférico los péptidos de gliadina (la parte dañina del gluten para los celiacos). Se sabe que
penetran en el organismo por un aumento en la permeabilidad de la barrera intestinal, pero
¿cómo pasan de la corriente sanguínea al cerebro?
«El cerebro está protegido frente a elementos que circulan por la sangre por la barrera
hematoencefálica -explica Hernández Lahoz-. Pero en el caso de personas sensibles al gluten,
por mecanismos no bien conocidos, dicha barrera no desempeña de manera eficaz su papel». Es
decir, los anticuerpos generados se cuelan en el cerebro «favoreciendo la aparición de diversas
enfermedades neurológicas», explica Rodrigo Sáez. El digestólogo, por cierto, enfatiza la
inocuidad de la dieta sin gluten, un conjunto de proteínas de escaso valor energético. «No se le
conoce ningún valor positivo —subraya —, salvo que ayuda a fabricar pan más esponjoso e
hinchado».
ANDREA FERNÁNDEZ, 15 AÑOS
Diagnóstico: migrañas
“¡Desde noviembre no pruebo el gluten y ya no tengo jaquecas!”
«El recuerdo que tengo de mí misma es el de una niña que lloraba todo el rato. Me
presionaba la cabeza con las manos porque sentía como si me fuera a explotar. Y lloraba,
lloraba, lloraba… Otro recuerdo: de estar siempre en el médico. Todas las semanas. Desde los
seis años tenía jaquecas muy fuertes. ¡Cuántas veces llamaron a mi madre para que me
recogiera en el colegio porque el ruido del comedor me desencadenaba accesos de migraña! Y lo
mismo en los cumpleaños. Los chillidos de tantos niños juntos me resultaban dañinos. Así que,
para mí, la fiesta duraba poco. Acababa en la cama… y en la oscuridad porque la luz tampoco
me ayudaba cuando me atacaban esos dolores de cabeza. El barullo, en todo caso, no era el
único detonante. También el estrés. Cuando se acercaban los exámenes, aparecían las
jaquecas. Bueno, la verdad es que tampoco hacía falta una razón para desatar las migrañas.
Bastaba con ponerme a leer, que es algo que me encanta. Ahora da gusto contar todo esto en
pasado. Fueron ocho años de sufrimiento. Desde noviembre no pruebo nada con gluten y ya no
tengo jaquecas. ¡Me siento feliz! Tuve que hacer dos veces la biopsia duodenal.
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La primera dio baja sospecha de celiaquía, pero el resultado de la segunda salió positivo.
Creo que, por fin, he solucionado mi problema».
AZUCENA ÁLVAREZ ÁLVAREZ, 62 AÑOS
Diagnóstico: ataxia cerebelosa
“Antes no podía caminar. ¡Quién me iba a decir que la harina me hacía tanto daño!”
«Tengo un restaurante y siempre he sido muy activa, pero con 55 años mi vida cambió.
Pasé a caminar mal, yendo hacia los lados, y cayéndome. Perdí la fuerza en las manos y me
costaba mucho sujetar las cosas. El bolígrafo no me obedecía: no conseguía escribir. Cuando lo
lograba, apenas tenía control sobre mi letra. Hablar también era muy difícil. Nadie me entendía.
Un año más tarde estuve ingresada durante cuatro días, descubrieron la celiaquía y me
diagnosticaron ataxia cerebelosa. Desde entonces, aparte de no consumir gluten, ni siquiera
puedo entrar a la cocina de mi restaurante. Con inhalar el polvillo de los rebozados ya me pongo
mala. Dejar de trabajar ha sido muy duro, pero he mejorado. Hablo mejor, camino mejor y sin
ayuda, aunque todavía haga eses; ya no arrastro los pies, los levanto. No tengo mareos ni
vómitos y he dejado de toser. En fin, quién lo iba a decir, que a mí la harina me hiciera tanto
daño».
MIGUEL MÁS CASTALÁ, 69 AÑOS
Diagnóstico: síncopes de origen no cardiaco
“Llevo seis años sin gluten. Seis años sin desmayos ni dolor en el pecho”
«Imagínate la situación: de los 40 hasta los 62 años desmayándome a menudo.
Empezaba con un ardor en el estómago, me ponía a sudar y me faltaba el aire. Enseguida venía
un fuerte dolor en el pecho izquierdo y me caía al suelo. Así varias veces al mes, durante 22
años. ¿Te lo imaginas? Todos los que trabajaban en la ambulancia me conocían, y también en el
hospital. Ningún especialista supo decirme qué me provocaba los síncopes. Los cardiólogos
descartaron un problema de corazón. Los neurólogos me hicieron escáneres, tomografías, de
todo, y nada. Fui a gastroenterólogos: me revisaron y no llegaron a ninguna conclusión. Con 63
años, le dije al cardiólogo que ya no podía seguir viviendo así. Me derivó al doctor Luis Rodrigo
Sáez, que me hizo una biopsia duodenal y, finalmente, me dio un diagnóstico: intolerante al
gluten. Hace seis años que hago dieta sin gluten: son seis años sin ardores, sin dolores de pecho
y, por supuesto, sin desmayos».
ALONSO CHIMENO CIENFUEGOS, 4 AÑOS
Diagnóstico: encefalopatía epiléptica con retraso psicomotor grave
“No necesito un papel que me diga que el gluten le sienta mal. Yo lo veo”
«Mi hijo era como un muñequito de trapo. No sonreía, no reaccionaba, no fijaba la mirada,
no prestaba atención, no tenía ningún movimiento voluntario; lloraba mucho. Con un año, nos
dimos cuenta de que cada vez que tomaba la papilla de cereales sufría convulsiones muy fuertes.
Aunque las pruebas de celiaquía daban negativo y los médicos nos decían que tenía que comer
cereales, le retiramos el gluten y paró de llorar y de sentir dolores, empezando a fijar un poco su
atención, a mover las piernas y a escucharnos. Veíamos los avances, pero como no queríamos
que tuviera carencias nutricionales volvimos, por recomendación médica, a la dieta normal. Y así
estuvimos, yendo y viniendo con la dieta sin gluten hasta que la adoptamos de forma
permanente. En los últimos seis meses está más curioso, más atento, más alegre. ¡Suelta
carcajadas! Empezó a repetir sonidos, a interactuar; y a hacerlo incluso con picardía. La
evolución es tremenda. No necesito un papel que me diga que el gluten le sienta mal. Yo lo veo».
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Vivir sin gluten
Vivir sin gluten significa excluir de la dieta el trigo, el centeno, la cebada y, muchas veces,
la avena. De entrada se trata de renunciar a cuatro apetitosas ‘P’: pastas, panes, pasteles y
pizzas. Los chocolates tampoco están permitidos, a no ser que el fabricante muestre con claridad
que no contiene gluten. Para los celiacos y personas sensibles al gluten, la lista de prohibiciones
es larga, porque cuando un alimento no contiene este conjunto de proteínas entre sus
ingredientes, puede haber sido añadido como aditivo o se ha colado en el proceso de fabricación.
Es decir, hay que estar atentos a todo, incluidos las bebidas — café, té, infusiones, cerveza,
licores de frutas…—, embutidos, quesos, conservas, patés y dulces en general.

http://es.wikipedia.org/wiki/Gluten >>
https://es.wikipedia.org/wiki/Gluten#La_ataxia_por_gluten_.28AG.29
LA ATAXIA POR GLUTEN (AG)
La ataxia por gluten es una enfermedad autoinmunitaria asociada a la presencia en la
sangre de anticuerpos antigliadina (AGA). Se caracteriza por la aparición de un daño en el
cerebelo, que se manifiesta como un cuadro de ataxia cerebelosa progresiva (alteración del
equilibrio, torpeza, pérdida de coordinación), o más raramente en combinación con mioclonias y
temblor palatal,60 61 todo ello independientemente de la presencia o ausencia de afectación
intestinal.30 62 63 64 65 66
Como ocurre con la dermatitis herpetiforme, menos del 10% de los pacientes
experimentan síntomas digestivos, pero aproximadamente una tercera parte muestra diferentes
grados de afectación intestinal.61 Puede aparecer en pacientes de todas las edades, incluyendo
niños.67
La recomendación actual es que los pacientes con ataxia cerebelar progresiva deben ser
evaluados para enfermedad celíaca. Si el diagnóstico se realiza tarde, cuando ya se ha producido
una pérdida considerable de las células de Purkinje, la respuesta a la dieta sin gluten puede ser
pobre.31

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