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1.8.

2 la reflexión deontológico: ética de mínimos

La ética de mínimos hace referencia a las condiciones y


comportamientos mínimos de convivencia comunes en los
diferentes ámbitos sociales en el mundo, tiene que ver con el deseo
general de encontrar una mejor comunicación y entendimiento,
incluyendo las necesidades básicas de toda cultura y/o civilización
para hacer más amigables las inevitables relaciones con los demás.
Estos deberes y derechos mínimos son denominados como éticas
de justicia y constituyen el “momento deontológico” de la ética.

• Ideal de justicia.

• Ideal universal, pocos exigen a todo ser racional a ser imparciales.

• Deseo general de todas las culturas.

• Relaciones con otros.

• “lo que es razonable “.

REFLEXIÓN PRÁCTICA ACERCA DE NUESTRAS ACCIONES.

La ética no es el conjunto de normas, ni tratados, ni leyes que


obligatoriamente debamos acatar y cumplir, sino que ética es una
orientación armónica que nos va a ayudar a vivir la vida. A lo largo de
nuestra existencia vamos obteniendo enseñanzas y lecciones sobre
vivencias anteriores, estas enseñanzas nos van a influenciar en la visión y
actuación que ante los hechos cotidianos y ante la muerte tengamos, nos va
a ayudar a adoptar una estrategia ante la muerte, nos va a ayudar a penar
alegremente por la vida. Nuestras acciones en la vida van a ser
influenciadas por la ética. Ética así pues seria el estudio y reflexión de
vivencias pasadas que nos marcan, así mismo la ética establece una
conducta a seguir ante los hechos que cotidianamente se presentan.

La idea de que se vive en un mundo subjetivo en el que se tiene un acceso


privilegiado y un mundo social al que se pertenece. Esto da al individuo una
dimensión individual y una dimensión personal, estas dos dimensiones que
constituyen al sujeto se construyen con la autonomía personal y la
autorrealización individual. Esta consideración es clave a la hora de
construir un marco de aplicación de la ética discursiva, porque nos permite
distinguir en el concepto mismo de sujeto las exigencias de una ética de
mínimos y una ética de máximos.

El ámbito moral entre una ética de máximos y una ética de mínimos: entre
aquellos mínimos normativos universalízables, que son posibles por la
dimensión autónoma del sujeto y de los que se ocupan las éticas
deontológicas de la justicia, y los máximos a que se refieren los proyectos
biográficos de autorrealización. Por objeto tienen tales máximos las éticas
de la felicidad, siempre que la felicidad no se entienda sólo como placer,
sino en el amplio sentido humano de autorrealización.

La autonomía en el hombre se presenta como la capacidad moral para la


resolución o actuación ante un hecho concreto, desde este punto de vista
estrictamente moral, es autónoma la voluntad de dejarse orientar por lo que
todos podrían querer, por ello se dice que la autonomía del sujeto en el
sentido estrictamente moral se refiere a la capacidad universalizadora, que
es la que en el ámbito de las normas nos permite fundamentar
racionalmente una ética de mínimos universalmente exigibles. A la vez la
ética de máximos viene marcada por el deseo o propósito de llevar a cabo
la autorrealización personal o individual. “Dra. Adela Cortina”

No hay duda de que "la utopía ha perdido su inocencia", como constatan


algunos autores y con esta perdida de la realdiad utopica, tambien la ética y
la moral se ven efactadas; ya no aceptamos una lógica binaria, simplista, de
los valores, ni siquiera la tradición que viene desde lo más cercano a
nosotros: la educación recibida y en la que hemos crecido. Como siempre, el
problema está en cómo descubrirlos participando en la acción concreta,
cómo no caer en un pragmatismo banal, como programar nuevas y buenas
utopías, utopías factibles.

No se puede olvidar que una buena ética es siempre una UTOPIA.

Dado este panorama actual para plantear la educación y la configuración de


los comportamientos en todos lo ámbitos de la vida personal y social hay
autores que propugnan un acuerdo sobre una ÉTICA DE MINIMOS.

1.8. Exigencias éticas: recuperación de la dimensión


teleológica

La filosofía no solo se ocupa de lo que se dice y de aquello que se quiere


decir (análisis lingüístico) sino también de aquello que se quiere hacer: es
esta la dimensión teleológica de la educación (telos: fin, el estudio de los
fines de la educación) puesto que cuando educamos SIEMPRE educamos
para algo, de ahí que podamos afirmar que la educación es siempre un
quehacer teleológico, orientado o dirigido en una u otra dirección. Esto hace
que la finalidad sea algo constitutivo y esencial en toda educación: sin ella
carecería de sentido o seria un caos de contradicciones, impropios del ser
humano (se caracteriza por ser un animal racional). De ahí que toda acción
educativa apunte siempre hacia la adquisición de algo no poseído, de algo
que deseamos alcanzar porque completa y perfecciona nuestro ser
personal.

“Las alas de las aves: las mismas .tienen teleología natural.; es decir:
.sirven para un fin, volar, pero su configuración no se debe al designio
consciente de alguien”.
Dentro del dominio de la teleología natural se pueden distinguir dos tipos:
.la determinada o necesaria y la indeterminada o inespecífica. Ayala

La primera, que es objeto de la biología funcional y se trama en cadenas de


causas próximas, es la que se da .cuando se alcanza un estado final
específico a pesar de las fluctuaciones ambientales. La segunda, que es
objeto de la biología evolutiva y se trama en redes de causas remotas, es la
que ocurre .cuando el estado final al que se tiende no está predeterminado
específicamente, sino que más bien es el resultado de la selección de una
de las diversas opciones existentes. El desarrollo de un huevo hasta formar
una gallina o el de un cigoto humano hasta formar una persona, son
ejemplos de procesos de teleología natural determinada.; y .la regulación de
la temperatura corporal de un mamífero constituye otro ejemplo. Mientras
tanto: .las adaptaciones de los organismos son teleológicas en sentido
indeterminado. Estas últimas dependen .de circunstancias ambientales o
históricas y por eso el estado final no resulta generalmente predecible. Cosa
que si ocurre, sin embargo, con los procesos de homeostasis que, regulando
la fisiología y el desarrollo de un organismo, se integran en la autopoiesis.

1.8.1. Urgencias de de una reflexión ética.

Dimension Teleologica

Idea siempre presente en el pensamiento de los griegos y se refiere


a que todo cuanto existe lleva implícita una finalidad, algo para lo
cual fue hecho. Por eso los griegos son deterministas y creen en el
destino, porque todo y todos desde un comienzo hemos sido hechos
o estamos para algo ya establecido a priori.

En nuestra época, los cambios tecnológicos y sociales son tan


rápidos, se producen tantos "acontecimientos" importantes en el
mundo cada día, la historia parece que se acelera y se detiene al
mismo tiempo.

Todo esto y mucho más hace que el modo tradicional de transmitir,


aprender, modificar y crear valores sea hoy casi imposible, sin
haber inventado todavía maneras nuevas. Quizás realmente
estamos en un período de crisis de un sistema del mundo, y aún no
se ven claras cuáles son las posibilidades reales que tenemos.

Desde el punto de vista de la moral, hay que tomar una decisión


práctica; en tanto, desde el punto de vista de la ética, ha de
formarse la conciencia en el hábito de saber decidir moralmente.

Norbert Wiener (1942) llamó sistemas teleológicos a los sistemas


cibernéticos cuyo funcionamiento puede describirse como orientado a un
fin. Desde entonces el desarrollo del estudio de los sistemas complejos ha
convertido las explicaciones teleológicas en científicamente respetables.

El retorno a la teleología, evidenciado por el recurso a estos principios en


ciertos momentos del modo de proceder tradicional en el establecimiento
de las normas, merece en todo caso ser más profundizado. La característica
profundamente teleológica de los diversos principios está del todo clara en
el hecho de que hacen depender la solución de los problemas de moral
especial justamente de la consideración de las consecuencias de la acción y
de la identificación de tales consecuencias con otros tantos valores o no
valores. Los ejemplos que vamos a aducir para cada principio en los
párrafos siguientes intentan demostrar esta afirmación y la perspectiva de
la cual proviene.

Se afirmaba, por ejemplo: la interrupción del embarazo es siempre


moralmente ilícita, porque no hay derecho a interferir en el proceso vital del
que va a nacer. En el proceso que lleva a la formulación de esta norma
podemos entrever diversas fases: -ante todo se parte de la visión
teleológica del valor vida como valor no moral más fundamental, y por tanto
como valor que debe ser siempre preferido cuando entra en concurrencia
con otros valores no morales; en un segundo momento se reformula la
norma del modo deontológico antes mencionado, que implica también la
exclusión de cualquier posible conflicto entre el valor vida y otros valores no
morales, ampliando y generalizando a todos los casos p9sibles aquel juicio
teleológico inicial; -luego, en un tercer momento, viendo que la norma así
generalizada no es siempre aplicable o tomando en consideración las
diversas consecuencias de una acción particular, la norma misma es
nuevamente encuadrada en su contexto originario de perspectiva
teleológica mediante el recurso al principio del doble efecto. En este tercer
momento la consideración justamente de las consecuencias o del doble
efecto de la acción, hace considerar moralmente lícita la intervención por la
cual se extrae el útero afectado de tumor en una mujer encinta, porque a la
consecuencia negativa de la muerte del feto acompaña la consecuencia
positiva de la recuperación de la salud o de la no pérdida de la vida por
parte de la madre.

Considerar el efecto, sea doble o no, de una acción no es otra cosa que
volver a la argumentación teleológica y a su procedimiento valorativo
específico, que tiende a identificar las consecuencias con otros tantos
valores o no valores, para considerar luego moralmente recta aquella acción
cuyo efecto positivo se identifica con el valor más fundamental y más
urgente respecto a los valores menos fundamentales y menos urgentes del
otro efecto negativo.

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