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Aborto por Violación.

1. Concepto

La violencia sexual en general y específicamente la violación sexual es un fenómeno que


acompaña la cotidianeidad de las mujeres. Según la Organización Mundial de la Salud, La
Universidad Cayetano Heredia y el CMP Flora Tristán, en Lima y Cuzco, una de cada cinco
mujeres han sufrido violencia sexual antes de los cinco años y una de cada diez luego de haber
cumplido 15 años. No todas las mujeres que han sido violadas quedan embarazadas, sin
embargo existe el riesgo de embarazo impuesto, contagio de enfermedades de transmisión
sexual y VIH Sida. En el Perú, el aborto de una mujer cuyo embarazo tiene como causa una
violación se castiga con 3 meses de pena privativa de libertad, sometiendo a las mujeres a
asumir un embarazo y una maternidad que no decidieron y que justamente son el producto de
la violación de sus derechos.

En el año 2000, el Comité de Derechos Humanos, le señaló al Estado Peruano que “es signo de
inquietud que el aborto continúe sujeto a sanciones penales, aun cuando el embarazo sea
producto de una violación” y le reiteró que la normatividad que penaliza esta conducta es
incompatible con el artículo 3 (igualdad de derechos entre hombres y mujeres), el artículo 6
(derecho a la vida) y el artículo 7 (derecho a no ser sometido a torturas) del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Por su parte, en julio del presente año, el Comité
contra la Tortura ha establecido con claridad que la legislación que penaliza el aborto por
violación constituye un trato cruel, inhumano y degradante, además de tener graves daños
para las mujeres, incluso su muerte innecesaria.

En las sociedades latinoamericanas, urge fortalecer los cimientos de un Estado laico. En el


Perú, el artículo 50 de la Constitución establece que el Estado es independiente y autónomo de
la Iglesia Católica, sin embargo al discutir sobre temas vinculados con la sexualidad y
reproducción de las mujeres, los funcionarios públicos confunden la noción de “pecado” y de
“delito”. Cómo olvidar que en el año 1990, Alan García, por presión de la Iglesia Católica, dejó
de promulgar un proyecto de ley aprobado por el Congreso en el que se despenalizaba el
aborto por violación. Y, como quitar de nuestra memoria la profusa discusión llevada a cabo en
la frustrada reforma de la Constitución del año 2002, donde nuestros congresistas no tuvieron
ningún problema en expresar que su decisión sobre éste y otros temas estaban basados en su
posición religiosa más que en criterios basados en el derecho. Cómo dejar en el tintero las
siguientes expresiones: “desde mi posición cristiana, fundamentalmente protectora del
individuo y de su entorno más cercano, pido al presidente de la Comisión…” (ex congresista
Vargas Gálvez de Benavides de Unidad Nacional), ”Es nuestra responsabilidad, entonces, como
representantes elegidos por el pueblo y como seres humanos con principios y temor a Dios,
proteger la vida humana desde el momento mismo de su concepción” (ex congresista Alejos
Calderón de Perú Posible), “Los creyentes, como el que habla, saben también que desde el
punto de vista de nuestra religión... el único que debe destruir la vida o dejar que nuestra
existencia salga de este mundo es Dios, el todopoderoso” (ex congresista Bustamante
Coronado del FIM).

¿Por qué no se puede argumentar desde los derechos humanos?, ¿Por qué en el tema de
aborto no se reconoce siquiera que existen intereses o derechos en conflicto?, ¿Por qué no
recordar que en estos casos la mujer ha sido violada y que no respetar su decisión de abortar
implica quebrar nuevamente su voluntad y su cuerpo? Ello sí se puede, tal como lo hizo en
mayo del presente año, la Corte Constitucional Colombiana cuando señaló, sobre la
penalización del aborto, que:

“Una intromisión estatal de tal magnitud en su libre desarrollo de la personalidad y en su


dignidad humana, privaría totalmente de contenido estos derechos y en esa medida resulta
manifiestamente desproporcionada e irrazonable. La dignidad de la mujer excluye que pueda
considerársele como mero receptáculo, y por tanto el consentimiento para asumir cualquier
compromiso u obligación cobra especial relieve en este caso ante un hecho de tanta
trascendencia como el de dar vida a un nuevo ser, vida que afectará profundamente a la de la
mujer en todos los sentidos.”

El aborto es un problema grave en nuestras sociedades, no lo escondamos y enfrentémoslo


racionalmente, basados en principios democráticos y desde un enfoque de derechos humanos.
Las mujeres siguen siendo violadas y por lo tanto expuestas a embarazos no queridos, el no
considerarlas como sujetos y obviar su decisión es despreciarlas y atentar contra su dignidad.
El gobierno de turno y los tribunales de justicia tienen que garantizarnos una democracia
basada en el respeto del principio constitucional de laicidad estatal, que permita ampliar los
horizontes ciudadanos y garantice nuestros derechos reproductivos, tal como se viene
haciendo en otras sociedades.

2. Posturas
2.1. A favor

Tenía 11 años, venía de una comunidad andina, había sido encargada por sus padres a sus
“padrinos” residentes en Lima, apoyaba en las labores de la casa e iba a la escuela. Ahí fue
donde sus maestras se percataron de la angustia que la invadía cuando llegaba la hora de
volver a casa, entre otros signos de que algo andaba mal. Finalmente, Marita[1] les reveló su
drama: el hijo de sus padrinos abusaba sexualmente de ella, una y otra vez. La acompañaron a
la Comisaría, donde la niña tuvo que relatar –y revivir- su drama, una y otra vez, al policía, a la
fiscal, al personal del Centro de Emergencia Mujer. Ahí fue que me reportaron el caso y se
continuó su acompañamiento. En el proceso, pasó por un examen médico para determinar su
estado de salud. Entonces irrumpió, aterradora, la pregunta: ¿Y si esta niña de 11 años había
quedado embarazada como resultado de las violaciones sexuales? ¿Qué iba a pasar ahora con
Marita? ¿Qué pasaría con su vida, con su salud, con sus estudios?

Lamentablemente, el caso de Marita no es aislado. Nuestro país tiene la tasa más alta de
denuncias por violación en América del Sur; en el 2013 el Ministerio Público registró 17 763
denuncias por delitos contra la libertad sexual, cerca de 50 casos cada día. En el 75% de casos
las víctimas fueron menores de edad. Más del 30% de niñas y adolescentes víctimas de una
violación sexual resultan embarazadas. 34% del total son violadas en su propio domicilio.

Y el drama de cada una de estas niñas, adolescentes y mujeres se reproduce y se agudiza cada
vez que la sociedad y el Estado les dan la espalda, en un círculo de violencia sin fin. Ese Estado
que no fue capaz de protegerlas, de darles seguridad en la calle, de dar curso a sus primeras
denuncias en una Comisaría, es el mismo que, por falta de logística (cámaras Gesell) o de
formación de los funcionarios competentes, les hace revivir una y otra vez la ominosa vejación
de la que han sido víctimas. Ese mismo Estado es el que las deja solas en su búsqueda de
justicia: menos del 1% de denuncias es defendido por el Estado Peruano[2] y los procesos son
largos, interminables a veces.
Como si este círculo de violencia no fuera suficiente, el Estado obliga a la mujer, niña o
adolescente víctima de violación a llevar a término el embarazo, la obliga a asumir el resultado
de un delito condenado por la ley y la sociedad, sin tomar en cuenta el impacto que puede
tener en su proyecto de vida, en su salud física y mental. Si decidiera interrumpir ese
embarazo el Estado la condenaría con una sanción penal (pena privativa de libertad no efectiva
de tres meses). No establece ni siquiera la posibilidad de acceder gratuitamente a un
anticonceptivo oral de emergencia que no es abortivo (la OMS refiere que surte efecto antes
de la fecundación). ¿Con qué derecho un Estado que no supo protegerla para evitar que fuera
violada, que la revictimiza cuando denuncia, que la deja sola en la búsqueda de justicia,
pretende encima obligarla a llevar a término el embarazo?

Tras la aprobación de la Guía para la interrupción voluntaria del embarazo por indicación
terapéutica por el Ministerio de Salud, el debate se abre a la interrupción en caso de violación
sexual. Recientemente, el Comité para la eliminación de la discriminación contra la mujer de la
ONU recomendó al Estado peruano que considere la interrupción del embarazo en casos de
violación, incesto o severa malformación del feto, en caso de que la mujer así lo decida.

La sociedad y el Estado deben asumir este debate con gran responsabilidad, superando los
esquemas tradicionales y machistas que no conciben a la mujer como sujeto de todos los
derechos, que le asignan y le imponen la maternidad como designio único e inevitable,
concibiéndola, en buena cuenta como una suerte de útero andante. ¿Y el derecho al libre
desarrollo de la personalidad? ¿A caso no debiera ser potestad de la mujer tomar ese tipo de
decisiones puesto que se trata de su cuerpo, pero también de su proyecto de vida? ¿O deben
el Estado y la sociedad disponer de éstos restringiendo su libertad y dignidad? Si una mujer
decide continuar con el embarazo resultante de una violación sexual, el Estado y la sociedad
deben acompañarla; y si su decisión es interrumpir ese embarazo deben brindarle también la
información necesaria, el acompañamiento y los servicios que requiera, y no darle la espalda -
una vez más- y obligarla a hacerlo en la clandestinidad poniéndola nuevamente en situaciones
peligrosas para su salud y su vida.

La interrupción de un embarazo debe ser siempre el último recurso, el Estado y la sociedad


deben brindar todas las condiciones, hacer todos los esfuerzos posibles para que la
maternidad sea siempre el fruto de una decisión libre y responsable que garantice para la
madre y para su hijo o hija una vida plena y feliz. Mientras no se puedan garantizar esas
condiciones la mujer debe tener la posibilidad de decidir.

En cuanto a Marita, por suerte, no quedó embarazada. La acompañamos hasta que, tras pasar
por un albergue de INABIF, pudo volver a casa, con su familia, con acompañamiento del MIMP,
libre para seguir sus estudios, para jugar, para vivir. ¿Y si hubiera quedado embarazada como
resultado de esas violaciones sexuales? Tú, ¿la hubieras obligado a seguir con ese embarazo

2.2. En contra

"¿Cómo pueden negarle un aborto a una niña de doce años que ha sido víctima del incesto?"
se queja un indignado partidario del aborto. "Y como puede llamarse a usted misma una
amante cristiana si puede forzar a la víctima de una violación violenta a dar a luz al hijo del
violador?" Cada partidario pro-vida ha escuchado estos mismos desafíos de una forma u otra.
Estas son preguntas emocionalmente cargadas, diseñadas para probar: 1) que los partidarios
pro-vida son insensibles "amantes de fetos", 2) o, con una ética inconsistente, permitir el
aborto para algunas circunstancias, pero no en otras.
Desafortunadamente, muchas personas pro-vida tienen dificultad en responder a estos
desafíos porque el asunto de los embarazos por asaltos sexuales es algo ampliamente
incomprendido. Típicamente, ambos lados del debate aceptan la presunción de que las
mujeres con embarazos debidos a asaltos sexuales querrían un aborto y que el aborto de
alguna forma las ayudaría a recobrarse del asalto. Así, las personas pro-vida se quedan en la
posición incómoda de que la santidad de la vida es más importante que las necesidades de las
víctimas de asaltos sexuales con quienes todos simpatizamos con toda justicia.

Pero de hecho, el bienestar de la madre y del niño nunca están en conflicto, ni siquiera en
casos de asaltos sexuales. Tanto la madre como el niño son ayudados al preservar la vida, al no
perpetuar la violencia. La razón por la que la mayor parte de la gente alcanza la conclusión
equivocada acerca del aborto en casos de violación e incesto es que las verdaderas
experiencias de las víctimas de asalto sexual que se han embarazado, son dejadas de lado
siempre. Muchas personas, incluyendo las víctimas de asalto sexual que no se embarazaron,
han formado opiniones basadas en prejuicios y temores que están desconectadas de la
realidad.

Por ejemplo, se asume comúnmente que las víctimas de violación que se embarazan querrían
naturalmente tener abortos. Pero en un estudio importante de víctimas embarazadas de
violaciones hecho por la Dra. Sandra Mahkorn se encontró que 75 a 85 por ciento escogieron
contra el aborto.(1) Esta evidencia debería hacer que la gente se detenga y reflexione en la
presunción de que el aborto es deseado o incluso que es lo mejor para las víctimas del asalto
sexual.

Muchas razones se dan para no abortar. Primero, aproximadamente el 70 por ciento de todas
las mujeres creen que el aborto es inmoral. Aproximadamente el mismo porcentaje cree que el
aborto sería otro acto de violencia perpetrado contra sus cuerpos y sus hijos.

Segundo, algunas creen que la vida de sus niños tiene un significado intrínseco o un propósito
que ellas aún no entienden. Este niño fue traído a sus vidas por un acto horrible, repulsivo.
Pero tal vez Dios, o el destino, usará a los niños para un propósito más grande. El bien puede
venir de un mal.

Tercero, las víctimas de un asalto muchas veces se vuelven introspectivas. Su sentido del valor
de la vida y el respeto a otros se hace mayor. Ellas han sido victimizadas, y la idea de que se
pueden volver el verdugo de su propio e inocente hijo a través del aborto es repulsivo.

En cuarto lugar, al menos a un nivel inconsciente, la víctima puede sentir que si ella puede
superar el embarazo, ella habrá conquistado la violación. Al dar a luz, ella reclamará algo de su
autoestima perdida. Dar a luz, especialmente cuando la concepción no fue deseada, es un acto
totalmente desinteresado, un acto generoso, un despliegue de coraje, fuerza y honor. Es la
prueba de que ella es mejor que el violador. Mientras él fue egoísta, ella puede ser generosa.
Mientras él destruyó, ella puede dar cuidados. Si dar a luz construye el auto respecto, ¿qué hay
acerca del aborto? Esta es una cuestión que muchas personas no consideran. En vez de eso, la
mayoría de la gente asume que un aborto al menos ayudará a la víctima de violación a poner
atrás el asalto y continuar con su vida. Pero al saltar a esta conclusión el público está
adoptando un punto de vista no realista respecto al aborto.

El aborto no es una cirugía mágica que regresa el tiempo y hace que una mujer se
"desembarace". En vez de eso, es un evento real que siempre es estresante y muchas veces
traumático. Una vez aceptado que el aborto es en si mismo un evento con ramificaciones en la
vida de una mujer, entonces debemos mirar cuidadosamente a las especiales circunstancias de
una víctima de violación embarazada. ¿Podrá un aborto en verdad consolarla, o solo causará
más dolor a su ya golpeada psiquis?

Al contestar a esta pregunta, es de ayuda, el empezar por notar que muchas mujeres reportan
que sus abortos se sintieron como formas degradantes y brutales de violación médica. (2) Esta
asociación entre el aborto y la violación no es difícil de entender.

El aborto involucra un examen doloroso de los órganos sexuales de una mujer por un extraño
enmascarado que está invadiendo su cuerpo. Una vez que ella se encuentra en la tabla de
operaciones, ella pierde el control sobre su cuerpo. Si ella protesta y pide a aborcionista que
pare, probablemente se la ignorará y se le dirá "Es demasiado tarde para que cambie de
opinión. Esto es lo que quería. Tenemos que terminar ahora." Y mientras ella yace ahí tensa y
desvalida, la vida escondida dentro de ella es literalmente succionada fuera de su útero. La
diferencia? En un asalto sexual, a una mujer le roban su pureza, en esta violación médica a ella
le roban su maternidad.

Esta asociación experimental entre el aborto y el asalto sexual es muy fuerte para muchas
mujeres. Es especialmente fuerte para mujeres que han tenido una historia previa de asalto
sexual, esté o no la mujer embarazada como resultado del asalto (3). Esta es solo una razón de
porque las mujeres con una historia de asalto sexual son proclives a experimentar una mayor
angustia durante y después del aborto que otras mujeres.

Segundo, investigaciones muestran que después de cualquier aborto es común para las
mujeres el experimentar culpabilidad, depresión, sensaciones de estar "sucia", resentimiento
contra los hombres y baja autoestima. Lo que es más significativo es que esas sensaciones son
idénticas a las que las mujeres sienten típicamente luego de una violación. El aborto, entonces,
solo se suma y acentúa las sensaciones traumáticas asociadas con el asalto sexual. Más que
eliminar las cargas psicológicas de la víctima de asalto sexual, el aborto se suma a ellas.

Esta es la experiencia de Jackie Bakker, quien reporta: "Descubrí muy pronto que las
consecuencias de mi aborto continuaron mucho después que el recuerdo de mi violación se
había desvanecido. Me sentí vacia y horrible. Nadie me dijo acerca del dolor interno que
causaría pesadillas y profundas depresiones. Ellos solo me dijeron que después del aborto
podría continuar mi vida como si nada hubiera pasado."

Los que alientan el aborto muchas veces lo hacen porque se sienten incómodos en tener que
tratar con víctimas de la violación, o tal vez por prejuicios contra las víctimas a quienes ven
como "culpables por dejar que les sucediera." El deshacerse del embarazo es una forma de
esconder el problema. Es el camino "rápido y sencillo" de evitar el tener que enfrentar las
verdaderas necesidades emocionales, sociales y financieras de la mujer.

De acuerdo a Kathleen DeZeeuw, "He sobrevivido la violación y también he criado a un hijo


"concebido en una violación", me siento personalmente asaltada e insultada cada vez que
escucho que el aborto debería ser legal en el caso de violación e incesto. Siento que somos
usadas por los pro-aborcionistas para promover el aborto, incluso a pesar de que no nos han
pedido que demos nuestra opinión.

El caso contra el aborto de embarazos por incesto es aún más fuerte.

Los estudios muestran que las víctimas de incesto raramente acceden en forma voluntaria a un
aborto (4). En vez de ver el embarazo como indeseado, es más común que la víctima de incesto
vea el embarazo como una forma de parar la relación incestuosa porque el nacimiento de su
hijo expondrá a la luz la actividad sexual. Es más probable que ella también vea el embarazo
como una esperanza de tener un hijo con quién establecerá una verdadera relación afectiva,
una muy diferente de la relación de explotación en la cual se encontraba atrapada.

Pero mientras las víctimas de incesto pueden atesorar su embarazo porque ofrece una
esperanza de liberación, y la esperanza de encontrar amor, su embarazo es una amenaza para
el abusador. También es una amenaza para el secreto patológico que puede incluir a otros
miembros de la familia quienes están asustados de reconocer que el abuso está ocurriendo. Ya
que esta es una amenaza doble, las víctimas pueden ser obligadas a un aborto no deseado
tanto por parte del abusador como de otros miembros de la familia.

Por ejemplo, Edith Young, una víctima de incesto de 12 años de edad se embarazó de su
padrastro, y escribe veinticinco años después del aborto de su hijo: "Al pasar de los años he
estado deprimida, suicida, furiosa, ultrajada, sola, y he tenido un sentimiento de pérdida... El
aborto que iba a ser por "mi mejor interés" no lo fue. Tanto como puedo expresar, solo salvó
sus reputaciones, resolvió sus problemas, y permitió que sus vidas continuaran alegremente...
Mi hija, como extraño a mi hija. La extraño sin importar la razón de su concepción."

Los proveedores del aborto, quienes ignoran esta evidencia, y se no se molestan en entrevistar
a menores que se presentan para abortos por signos de coerción o incesto, están en realidad
contribuyendo al abuso de jóvenes niñas. No solo le están robando a la víctima su hijo, están
escondiendo el crimen, incitando al perpetrador, y devolviendo la víctima al abusador de
forma que la explotación continúe.

Finalmente, debemos reconocer que los niños concebidos a través del asalto sexual también
tienen una voz que merece ser escuchada. Julie Makimaa, concebida en un acto de violación,
trabaja diligentemente contra la percepción de que el aborto es aceptable o incluso necesario
en casos de asalto sexual. Mientras que es compasiva al sufrimiento que su madre en las
manos de su atacante, Julie también está muy orgullosa de su valor y generosidad.

Respecto a su propia percepción de su origen, Julie proclama: "No me importa como empecé.
Lo que importa es en lo que me he convertido."

Ese es un eslogan con el cual todos podemos vivir.

3. Despenalización del aborto por violación: Una causa perdida

El martes 24 de noviembre del 2015, por mayoría, la Comisión de Constitución del Congreso de
la República archivó el proyecto de ley que busca despenalizar el aborto en casos de
embarazos por violación sexual, inseminación artificial o transferencia de óvulos no
consentidos.

Considerando las implicancias detrás de esta decisión por parte de nuestros congresistas,
volvemos a compartir esta nota escrita por Josefina Miro Quesada a fin de que nuestros
lectores puedan realmente entender qué es lo que se pedía.

En el Perú el aborto es un delito que sanciona con pena de cárcel tanto a la madre
(autoaborto) como al tercero que lo practica (aborto consentido o sin consentimiento). Como
en todo delito, existen ciertas situaciones que agravan o atenúan la conducta sancionada, es
decir que aumentan o disminuyen la pena.
Un agravante es, por ejemplo, la muerte de una madre a causa del aborto. Un atenuante
podría ser la interrupción del embarazo cuando ha sido producto de una violación sexual. De
acuerdo con el abogado penalista Carlos Caro este último supuesto de aborto por violación
sexual es un atenuante del delito “base” de autoaborto (artículo 114 CP).

Este delito “base” –el autoborto- señala que si la madre causa un aborto o consiente que otro
lo haga se le sancionará con una pena de hasta dos años. Pero si su embarazo ha sido producto
de una violación sexual la pena se reducirá hasta un máximo de tres meses.

Este es uno de los dos supuestos regulados en el artículo 120 del Código Penal que señalan lo
siguiente:

En otras palabras, si el hecho encaja en alguno de los dos supuestos, la gestante será
sancionada con una pena de cárcel de dos días (pena mínima de todos los delitos) a tres
meses.

El único supuesto de aborto que no está penalmente castigado es el aborto terapéutico. Es


decir, cuando lo realiza un médico y es la única manera de salvar la vida de la madre gestante o
evitar que sufra un daño irreparable.

De hecho, aunque no existiera este supuesto específico, el Código Penal lo contempla gracias a
una regla general (artículo 20 del CP) que exime de responsabilidad penal a la persona que
sacrifica un bien porque es la única manera de preservar otro de igual valor. Es lo que se le
conoce como “estado de necesidad exculpante”. Por ejemplo, no podríamos sancionar a un
médico que sacrifica la vida del hijo porque sólo así puede proteger la de la madre. Se entiende
que no se le puede exigir otra conducta.

En concreto, el proyecto de ley recientemente archivado proponía trasladar el supuesto del


aborto por violación del artículo 120 al artículo 119 junto al aborto terapéutico (que no está
penado). Además, obligaba al MINSA a establecer protocolos para estos casos de manera que
uniformizaba los estándares de atención de calidad.

3.1. Pena simbólica

De acuerdo con el abogado penalista Iván Montoya, antes de que el Código Penal de 1991
entrara en vigencia, el proyecto de este código contemplaba en un solo artículo la no
criminalidad de los abortos terapéutico, por violación y eugenésico. Este último cuando es
posible que el hijo por nacer sufra graves malformaciones.

La reacción inmediata –señala- de un sector conservador que se opuso al proyecto hizo que se
cambiara la redacción del artículo para que los dos últimos supuestos fueran separados y
sancionados con una pena simbólica de tres meses. “Estaba explícitamente pensado para que
no opere. Fue una respuesta para congraciarse con el sector que se oponía y a ese sector no le
disgustó,” señaló.

Una pena es “simbólica” cuando en la realidad la conducta no es sancionada (no hay cárcel
efectiva). Esto tiene que ver con la prescripción de la acción penal –el tiempo límite que tiene
el estado para sancionar una conducta delictiva. Un delito prescribe en un tiempo igual a su
pena máxima más la mitad. En este caso, cuatro meses y medio, lo que es insuficiente para
investigar el hecho. Es decir, mientras la policía y el fiscal investigan la responsabilidad de los
involucrados, el delito ya prescribió.

Si bien nadie va a prisión por este delito, según Montoya, “por más efecto simbólico que
tenga, sigue arrojando a muchas mujeres a realizarse abortos clandestinos en condiciones
insalubres”. Por otro lado, Caro señala que normalmente solo se sanciona el aborto cuando la
madre “resulta muerta, herida o no lo consintió.” Esto, según Caro, explica la enorme cifra
negra de los delitos cometidos y nunca perseguidos.

3.2. Fuera del matrimonio, ¿Y dentro?

Según el artículo 196 del Código Penal peruano de 1924, la violación solo era sancionada
penalmente si el acto sexual se realizaba “fuera del matrimonio”. Si era “dentro del
matrimonio”, no era delito. La ley por tanto, permitía que un esposo o esposa forzase a su
cónyuge a tener relaciones sexuales con él o ella contra su voluntad. Este trato diferenciado se
explica en un contexto distinto en el que, según el abogado Montoya, lo que la ley protegía era
el honor sexual.

Hoy en día lo que se protege es la libertad o autodeterminación sexual de la persona,


independientemente de si es frente al marido o un tercero. Por eso, el Código Penal de 1991
eliminó la frase “fuera del matrimonio” del artículo 170.

El legislador, sin embargo, olvidó hacer lo mismo con el artículo 120 referido al aborto por
violación sexual y a la inseminación artificial no consentida. En la actualidad, la frase sigue ahí y
es por este motivo que el proyecto de ley planteaba eliminarla.

3.3. Acto médico y la investigación

La ronda de exposición del pasado martes 21 de abril tuvo como invitado al ex ministro de
Salud, Luis Solari, quien se manifestó en contra de la iniciativa. El mismo señaló que la
propuesta “elimina ‘de yapa’ el acto médico en el aborto terapéutico y la denuncia e
investigación policial cuando se trata de una violación”.

Respecto del primer punto, es cierto que la nueva redacción del aborto terapéutico (artículo
119) excluía la frase “practicado por un médico”. Según el penalista Carlos Caro, en un inicio la
ley se creó para los médicos porque se pensaba que solo ellos podían practicar el aborto con
todas las garantías de salubridad.

En la realidad, sin embargo, señala que ningún médico se prestaba para este supuesto. “Esta
restricción cierra la oportunidad de abortar en otras situaciones graves. Dada la realidad del
país, no siempre hay un médico a disposición. Ahora podría hacerlo –en casos extremos- un
obstetra, enfermera, serumista o un estudiante de medicina,” señala.

Respecto del segundo punto, el proyecto eliminaba la frase “siempre que los hechos hubieren
sido denunciados o investigados, cuando menos policialmente”, en relación a la violación
sexual. Según el penalista Montoya, la razón de este requisito era porque debía “haber un
mínimo de verosimilitud de la denuncia de la víctima de violación”.

Agrega que para abortar en este caso, debería ser suficiente la denuncia de la madre o un
informe policial. El vacío que quedaba por eliminar esta frase, explica, podía subsanarse vía
reglamento de la ley o un acuerdo de los jueces que decidan cómo debe aplicarse la norma –lo
que se denomina “acuerdo plenario”.
4. Opinión del pueblo

El equipo de Manuela Ramos para la campaña “Déjala decidir” se aproximó a los jóvenes de
una universidad privada de Lima y les preguntó a un grupo representativo de alumnas:

En el Perú una mujer violada sexualmente y que posteriormente queda embarazada, comete
un delito si decide interrumpir ese embarazo. En tu caso ¿Estarías de acuerdo con la
despenalización del aborto en caso de violación? ¿Por qué?

Estas fueron las respuestas de las estudiantes mujeres:

SÍ, porque se trata de un embarazo no deseado.

SÍ, porque muchas veces son jóvenes con bajos recursos y no tienen solvencia económica para
afrontar esa situación.

SÍ, porque no es responsabilidad‑ de la madre haber quedado embarazada.

NO, porque no se debería atentar contra la vida de alguien. Si la madre no puedo o no quiere
criar al bebe, hay otras soluciones para que el bebe viva (como adopción).

SÍ, porque es injusto obligar a una mujer convivir con el recuerdo vivo del opresor sin embargo,
también es legítimo dejarla si es que la mujer decida apostar por la vida; no por la presión de
no cometer un delito sino por auto convencimiento.

NO, es una vida que no debe interrumpirse al margen de la forma en que fue concebida.

SÍ, porque es brindarle una salida a la mujer que ha sido víctima.

SÍ, porque es un embarazo no deseado.

SÍ, porque una mujer debería tener el derecho a decidir cuando y con quién quiere tener hijos.

SÍ, Porque cada mujer tiene el derecho de elegir lo que quiera hacer.

SÍ, debe ser por libre decisión de la mujer, nada por obligacion

SÍ, porque ese hijo no ha sido gestado por alguien con quien la mujer ha deseado formar una
familia.

NO, porque es un bebe, y no tiene la culpa de tanta violencia.

SÍ, porque lo que ocurrió es algo horrible.

SÍ, porque no es un hijo planeado.

SÍ, porque la mujer debería tener la libertad de decidir, una violación es algo impuesto.

NO, ya que es una vida la que está en juego.

SÍ, porque toda mujer tiene derecho a elegir sobre su cuerpo.

SÍ, es mi cuerpo, son mis decisiones.

Estas fueron las respuestas de los estudiantes hombres:


SÍ, la mujer debe ser libre de actuar como le parezca mejor, es su cuerpo, es su decisión.

SÍ, la mujer decide ser madre o no cuando le venga en gana.

NO, según la biblia no podemos matar y por ética y moral todos tenemos derecho a la vida.
Sería injusto quitar la vida a un ser que desea nacer.

SÍ, estamos de acuerdo a que un hijo es una bendición y es fruto de mucho amor entre sus
padres , pero en este caso la cuestión es diferente ya que la mujer puede recordar en el niño,
los momentos difíciles que vivió.

NO SÉ, en realidad dependerá de lo que ella decida, yo lo apoyaría en todo.

SÍ, porque es una acto no deseado y tiene repercusiones en el futuro.

SÍ, es su propia decisión.

SÍ, porque es una violación!

SÍ, porque ser una madre debe ser en todos los casos una elección y no una obligación. SÍ, si
hay un crimen de este tipo, las mujeres no deberían de cargar con ese error dentro de sí
mismas.

NO, el dar la vida es parte de nuestro sentido como seres humanos en una forma organizada
como es el estar insertado en un sistema social.

SÍ, porque considero que hasta un determinado momento es sólo un conjunto de células.

Si en caso fuera ya un feto formado, es duro, pero también estaría de acuerdo porque al final
es decisión personal de cada mujer si tiene un hijo o no, el estado no tiene nada que ver.

NO, hay conflictos de derechos tanto por el embrión a la vida y la mujer en derecho a hacer
con su cuerpo lo que mejor le venga. Sin embargo el derecho a la vida está por encima de todo

SÍ, porque creo que una persona debe ejercer su libertad consigo misma y su cuerpo.

SÍ, un embarazo así ha sido producto de un acto coaccionado, de un atentado contra esa
mujer. Por tanto ella debería poder decidir cómo afrontar esa situación como mejor convenga,
sin que el Estado ejerza control sobre esa decisión.

SÍ, es su derecho elegir.

SÍ, es un hijo que no ha sido concebido de manera planificada sino por un acto de negativo
como es la violación.

SÍ, porque no es un hijo deseado.

SÍ, porque se cometió un crimen contra la mujer.

SÍ, porque si yo fuera mujer, no podría ver como mi hijo crece y recordar siempre que fue
producto de una violación.

NO, porque es una vida la que se estaría eliminando y hacerlo esta pésimo.

SÍ, porque seria un embarazo no deseado y se habría cometido una delito en contra de la
mujer.

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