Você está na página 1de 3

SIN CASTIGOS Y SIN PREMIOS ¿SE PUEDE

EDUCAR?

En la que medida que nuestros hijos van creciendo y


desarrollando distintas habilidades de vida, nosotros
desarrollamos nuestros propios métodos educativos e
intentamos hacerlo lo mejor que podemos.

La primera vez que vemos que nuestro hijo hace algo que nos
molesta o consideramos un peligro, como gritar o saltar en el
sofá, ¿cómo actuamos?

Al principio puede que le regañemos y que con decirle que puede


hacerse daño, funcione y deje de hacerlo. La siguiente vez puede que
le amenacemos con quitarle algún juguete. La siguiente le gritemos.
La siguiente le castiguemos en su habitación y así vamos
incrementando hasta llegar a límites en los que lo único que hacemos
es perjudicar tanto a ellos como a nosotros. Además no sirven de
nada porque se sigue repitiendo una y otra vez lo mismo. Y si no se
repite es porque nuestro hijo nos tiene miedo y ha asumido que tienen
que obedecer a todo lo que le digan porque es un ser inferior que lo
único que tiene que hacer es lo que los demás le digan. Callar cuando
se lo ordenen y agachar la cabeza para evitar el castigo.

Esto no solo ocurre en casa, también fuera de casa. Pueden


pasar 2 cosas, que el niño se comporte igual que nosotros y
cuando quiera algo, da igual lo que sea, pero para él es
razonable, haga lo mismo con otros niños de su edad a los que
él considere más débiles. O que tenga tan asumido que tiene
que obedecer y aceptar órdenes de los demás que si recibe por
parte de otros niños o adultos golpes, órdenes castigos o
insultos lo asuma como algo normal que tiene que aceptar.

Como no queremos que esto ocurra, cada vez somos más los
padres y afortunadamente algunos educadores que hemos
elegido el camino más largo pero con más satisfacciones.
Elegimos educar con Disciplina Positiva.
No hay ninguna fórmula mágica que haga que tu hijo deje de
saltar en el sofá. Olvídalo, no existe. Además los niños saltan,
gritan, ponen juguetes por medio, les cuesta recoger o no lo
hacen, se pelean, derraman vasos de agua, te interrumpen mil
veces cuando hablas por teléfono, etc. Pero sí evitas
amenazarle, pegarle o castigarle, algo que tampoco te va a
llevar a nada bueno ni a darte una solución, estarás abriendo
paso para que él sea capaz de darse cuenta de lo que le
respetas y sea mucho más fácil que entienda que saltar en el
sofá es peligroso.

¿Si le castigas no lo hará nunca más? Claro que sí, seguirá


ocurriendo. ¿Por qué?, porque no tiene otra opción mejor que
saltar en el sofá.

¿Qué podemos hacer en este caso o en uno similar?

Acercarnos a ellos con toda la amabilidad del mundo, (¿se te


ocurre alguien mejor que tu propio hijo para ser amable?).
Tener en cuenta lo divertido que es saltar para un niño pequeño
en el sofá.
Acompañarle mediante el contacto físico con un abrazo o
dándole la mano hacia otro lugar.
Decirle sin darle un sermón de tres horas explicando lo que
puede ocurrir y actuar.
 ¿Y cómo actuar?
Empatizar aclarándole que entiendes lo divertido que es jugar y
que a ti también te gustaría poder hacerlo pero no lo haces por
ser peligroso.
Preguntarle qué se le ocurre que podéis hacer diferente. Si no
quiere hablar porque está enfadado, respetarle y hacerle saber
que cuando quiera retomáis la conversación para encontrar otra
manera. Que le estaréis esperando para cuando se encuentre
más tranquilo. Preguntándole también si quiere que os quedéis
con él o prefiere estar solo. Ojo, esto no es “te quedas pensando
ahí, hasta que se te pase”. Es un “te dejo aire si lo necesitas” si
no es así me quedo contigo hasta que se nos pase a ambos
(probablemente, también necesites calmarte).
Sin castigos, sin premios: Demos opciones
Ofrecerle opciones. Puedes preguntarle si quiere iniciar un
juego en el que podéis saltar juntos en el suelo de la mano y
pasar un rato divertido. Podéis salir al parque si necesita
ejercicio y está dentro de tus posibilidades. Puedes ofrecerle
distintas opciones e invitarle a que te de las suyas
escuchándolas con atención. Siempre preguntando que le
parecen tus opciones, sin imponerlas.
Sin enfadarnos con ellos, ni amenazar, gritar o castigar los
resultados son mucho mejores para todos.

Date tiempo, es un camino más largo, pero merece la pena.

Você também pode gostar