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en circa rsa ase Falco gure sore Berecaoe de ter ese es tous dues iat, & posts sl FES tpt ot 0 tt Seite eres eae Capitulo 5 Mineria y conflicto en Perd: sembrar minerales: cosechar una avalancha de piedras' Jane Arewsw0-Yaneins Introduccién, E15 de junio de 2008 se recordaré como un hito en la historia negra del Pers, En la madrugeda de ese dia la intervencin dela poicie ferns anc srupo de indigenas awajin y wampis, que habian blogueado une remen, Frent2 gn al departamento de Amazonas, desencadené una matanes {véase el Capitulo 1 para més informacién sobre Bagua).* 1 « Fosenm uncles expla spb Pe (Car ae 208) Vee eapnd 4. hepuiwneyoutbecom/achIDVevipbHlho; chipsinyostubecsal Suchovekaenbow> 5, Cntptnrdrpunplchieaaepbic/ 20921710 we een Yes contra la expansién de Yanacocha hacia el Cerro Quilish ejemplificé una rara oposicién colectiva a la mineria, aunque simbélica y politicamente crucial. Sin embargo, tal como ya han sefialado algunos autores, la mayoria de los conflictos en Cajamarca no estaban animados por una oposici6n radical contra la mineria, sino que buscaban obtener soluciones satisfac- torias a problemas concretos y a expectativas insatisfechas (Bebbington et 1. 2007a, Bury 2002, Lingén 2008, Tanaka y Meléndez, 2009). El conjunto de las investigaciones sobre mineria y conflicto en Peré ‘mantiene un relato coherente que es ademés consistente con la experien- |{cia de Santiago. Los nuevos proyectos mineros generan incertidumbre |respecto a los medios de subsistencia de la poblacién local y sobre el con- trol de recursos claves como el agua y la tierra. Una poblacién que de- ‘pende fundamentalmente de la agricultura no puede permitirse correr el riesgo de perder ni cantidad ni calidad de esos recursos. Ademés, la gente siente que la presencia en su territorio de empresas poderosas erosiona su ‘capacidad de controlar efectivamente las instituciones locales que tradi- cionalmente les han proporcionado estabilidad y proteccién (Bebington et 41. 2008b, Bebington y Bury 2009: 2-4, Bury 2002). Segiin esos estudios, las interacciones entre las empresas extractivas y las poblaciones estén marcadas por una serie de distorsiones institu- . e Soe eae aguas La poblacién local sostuvo que la operacién pondria en riesgo el abaste- cimiento de agua para Cajamarca, la capital regional, e impediria el de- sarrollo de la agricultura, la principal actividad econémica de la regién. El conflicto alcanz6 el Ambito regional ¢ incorporé una amplia gama de actozes sociales y autoridades locales. En noviembre de 2004, tras cinco afios de movilizacién popular y dificiles negociaciones, Yanacocha fue obligada a renunciar a Ja exploracién del Cerro Quilish (Lingin 2008). ‘Estas experiencias son importantes porque muestran que la pobla- cién de zonas mineras ha ganado algo que nunca antes habian tenid poder de decir «no» a una empresa poderosa. Ademis, estas experiencias an aportado lecciones tacticas y estratégicas para los grupos que se en- frentan a las empresas mineras (Arellano-Yanguas 2008). Sin embargo, a pesar de su importancia, estos casos no representan la totalidad de los conflictos mineros, Ademés, es necesario reconocer que durante el re~ ciente auge de la mineria este tipo de conflictos no se han multiplicado al mismo ritmo que la expansién de la inversién minera. Las altas trans- ferencias de canon que han ido a las localidades mineras pueden explicar (al menos en parte) esta moderacién en la oposicién radical a la mineria, al haber generado un cambio en la percepcién publica sobre los benefi- cios potenciales de la mineria. ‘Un anilisis de estos conflictos emblemiéticos revela que ocurren solo cuand6 Ia poblacion percibe que tiene medios de vida alternatives que son incompatibles con Ta muneria, Este fue eI caso en Tambogrande en el que Ia minerla amenazaba el desarrollo de un sector agricola orientado a la exportacién, y en Cajamarca con el problema de la escasez de agua. Este argumento socioecolégico podria ayudar a explicar la consistente resistencia ala mineria en Piura y zonas de Cajamarca, asi como la menor resistencia en las zonas del centro y sur andino ubicadas por encima de Jos 3500 metros, donde las oportunidades de subsistencia al margen de la ‘minerfa son mucho més limitadas. La introduccién de la agenda localista, sobre todo el aumento del canon minero, hizo que la oposiciOn fuera menos atractiva. En el cor 0 plazo, los puestos de trabajo en el sector puibico, financiados por las transferencias del canon minero, generan nuevas oportunidades —mien- tras los precios del mineral se mantengan altos——, incluso sila expansién de la mineria ocasiona dafios a la agricultura y a medios preexistentes de subsistencia. Quellaveco, la nueva operacién minera de Anglo Anierican Soi ce Pe ner ese ser ote pes s en Moquegua, es un claro ejemplo de este fendmeno. Anglo American quirié al gobierno peruano los derechos para explotar pee cobre ‘en 1992. El lugar esté ubicado a 15 kilémetros de | ‘Cuajone, la tercera sina mas grande de pais. En 2000, la poblacién le negé a Anglo American Ja licencia social para operar porque consideraron que su plan de manejo de agua era deficiente y ponia en riesgo la agricultura del valle A diferencia de Monterrico Metais en el proyecto Rio Blanco, Anglo American fue paciente yacepté el veredicto popular sin apelaral gobierno Peruano para que forzara el cumplimiento de sus derechos legales. En 008, Anglo American presenté un nuevo plan y lo sometié a conside- racion publica. EI nuevo disefio de la mina reduce significativamente el impacto negativo dela operacién através de un ineremento sustancial de la inversién inicial. Sin embargo, més alld de este importante desarrollo técnico, durante el reciente auge de la mineria existié un. factor de mayor Peso. Entre 2006 y 2008, las arcas de los gobiernos locales de Mo a a se llenaron con las transferencias del canon minero y se crearon niles de uestos de trabajo relativamente bien remunerados en cientos de obras Piblicas. En 2008, més del 50 por ciento de la poblacién econémicamen- te activa de los distritos andinos de Torata, Carumas y San Cristobal fue ‘empleada por el gobierno local” Por lo tanto, los campesinos pobres de «xtas localidades obtuvieron un importante ingreso adicional y, en algu- nos casos, una forma completamente nueva de ganarse la vida. A su ver, este sustancial incremento en los ingresos impuls6 el comercio minorista y la demanda de servicios en beneficio de la poblacién urbana de la ca- pital regional, que también comenz6 a percatarse de las ventajas poten ciales de la minerfa, El resultado fue que en septiembre de 2008, cuando Anglo American organiz6 talleres locales y regionales para presentar sus rnuevos planes para Quellaveco, la oposicién popular a la mineria habia disminuido y la mayoria de la poblacién acogia las nuevas inversiones con esperanza. Sin embargo, esta perspectiva més positiva para las empresas mic sna me mie pe mp cextractivas por parte de algunas poblaciones locales. Como confirma la 22, Entrevistas con alcaldes y funcionarios monici le sts manicpaiade (agosto de 2008). = " pai Ps ie tea ngs historia de mi amigo Santiago, estos conflictos embleméticos se multi- Plicardn si el gobierno insiste en la apertura de la selva amaz6nica a la explotacién minera y petrolera a cualquier precio, sin contar con el apoyo amplio y honestamente ganado de las poblaciones indigenas (y mestizas). Ademés éel anterior argumento socioecolégico —que se aplica incluso con més fuerza en el contexto de la regin amaz6nica—, la importancia Gel contrel de su territorio como garantfa de su supervivencie como gru- pos diferenciados hace que las poblaciones indigenas no acepten que se Jes imponga la presencia de empresas extractivas. Las comunidades negocian los benefcios de las empresas Durante mi investigacién de campo me di cuenta de que muchos de los onflictos existentes en torno a las operaciones mineras eran el prelu- dio de una negociacion respecto a algiin tipo de compensacién, Cuan- to mis exitosos eran los actores locales en aparentar que esos conflictos conllevaban una oposicién radical a la mineria, més fuerte era su po- sicién negociadora. Las poblaciones locales con frecuencia enmarcaban sus demandas en discursos sobre dafios ecoldgicos y los perjuicios que la ‘minerfa les suponfa para sus medios de subsistencia. Sin embargo, las ne~ sociaciones se solian centrar en oportunidades de empleo, compensacién econémica, promocién de pequefias empresas locales ¢ implementacién de proyectos de desarrollo social. La conexién entre los discursos empleados y los resultados de la ne- gociacidn es compleja y ambigua. En algunos casos, el datio ambiental era real y representaba un serio peligro para la salud. La comunidad de Champamarca —ubicada a pocos metros del tajo abierto de la mina de Cerro de Pésco, en medio de antiguos desmontes mineros— es un escan. daloso ejemplo de esto. A pesar de que més del 84 por ciento de los nifios tienen altos niveles de plomo en la sangre, la negociacién de la comu. nidad con Ie empresa se centré en el aumento de los puestos de trabajo temporales en la mina oftecidos a miembros de la comunidad. Uno de los dirigentes comunitarios confirmé que, a pesar de haber tenido ofertas para trasladarse a una nueva localidad, «nos queremos quedar aqui por ‘que nos herios enterado de que una empresa canadiense esta interesada en la explotacién de los minerales que todavia quedan en los desmon. ‘sy relaves, Cuando vengan vamos a negociar con ellos para conseguir ws 5 inert y aie Fee sem ines, sear an anes pleas puestos de trabajo en la nueva empresar.” En otros casos, los efectos ne~ vos de la minerfa no son tan graves. ; a seme hacen los actores locales el ajuste entre el discurso ms ra- dical y la negociacion pragmética? ‘Tras mantener conversaciones con ‘muchas personas me quedo con la sensacién de que estas tenian en su mente ls dos objeivos (seducisel impacto de a minesay consegut algunas ventas inmedists) sin embargo, en muchas de eas ocaliades la supervivencia daria Is mime urgencia, Ademés, una ve que poblacién se involucra en la logica de la negociacién, necesita plantear cexigencias claras que puedan ser satisfechas con relativa rapide y super] visadas porlospatsipantes, diferencia de sus demandas originales gu a menudo requieren mucho tiempo para ser cumplidas y complejos me- canismos de control que escapan a su control inmediato. ; Como se inician estos conflictos? A partir de mi interaccién con los, protagonistas locales, identifico cuatro detonantes distintos: (2) Los elevados beneficios empreseriales llevan a que la gente insista fen que las empresas cumplan las promesas y acuerdos previos que zo han sido cumplidos. Este fue el caso de las comunidades cam- pesinas en los alrededores de Pierina (Ancash), que demandaron la ejecucién de proyectos sociales y el pago de mayores sueldos para los miembros de la comunidad que trabajan para las empresas con- tratistas. Detris de los conffictos de Ayash y Carhuayoc en = (donde el conflicto es con Antamina) ¢ Ilo en Moquegua (donde el conflicto es con Southern Peru Copper) existen demandas similares, jento de agravio respecto a acuerdos previos para la venta ia ara también animé flgunos de los conflictos. Algunos pobla- ores vendieron sus terrenos 10 o 15 afios atrés y llegaron entonces a acuerdos sobre el precio. Sin embargo, una vez que conocieron los sorprendentes beneficios de a empresa, legan ala conclusiéa de que hhabian sido engafiados y de que el precio deberia haber sido mucho mayor. Los desplazados por Antamina al comienzo de la operacién, que ahora viven en las comunidades de Carhuayoc y Huaripampa 23, Entrevista en Champamarca (23 de mayo de 2008). oo ave boar tags (Ancash), tenfan esa opinién. Bebington et él. (2007a) dan cuenta de procesos similares en Cajamarca. (3) Varias comunidades exigen la parte que les corresponde de los altos beneficios de las empresas argumentando que nunca se han benefi- ciado de una riqueza que ellos piensan que les pertenece. Los activis- tas de Yarusyakan, Ticlacayan y Huayllay (todas en Pasco) afectados por las minas Atacocha, Milpo y Huarén, respectivamente, hicieron reclamos de este tipo. En mayo de 2008, en una reunién publica con la empresa Atacocha, el presidente de la comunidad de Ticlacayan reclamé una compensacién monetaria porque «somos descendien- tes de los Incas, este es nuestro hogar y la empresa vino a despojarnos de nuestros recursos». (4) Finalmente, en un contexto de altos precios de los minerales, las em- presas utilizan las ganancias para ampliar sus operaciones. Por lo tanto, tienen que negociar con las comunidades para obtener més terreno y acceso a fuentes de agua. Por su parte, las comunidades perciben la situacién como una oportunidad para reafirmar su posi- cin negociadora con la mina. Aunque en muchos casos no se opo- nen radicalmente a la actividad minera, quieren una compensacién jjusta por la pérdida de activos y asegurar el futuro de sus medios de subsistencia (véase también el Capitulo 7 de Humphreys Bebbing- ton). Los conflictos en Rancas, Cerro de Pasco y Huayllay (los tres en Pasco), y Juprog (Ancash) se ajustan a este patrén. Estos cuatro detonantes de conflictos se dan en un contexto en el que las empresas estén obteniendo ganancias muy alta, lo cual es consistente con el andlisis cuantitativo general que muestra que los conflictos se con- centran en las mismas éreas donde las rentas mineras son més altas. En este tipo de conffictos, la expansién de la mineria —medida en cuanto 2 inversion y de superficie total sobre la que las empresas tienen otorgados, derechos—no genera conflicto dicectamente a través de su impacto ne- gativo sobre los medios de vida o el medio ambiente, sino a través de las, ‘oportunidades que genera en las comunidades para negociar una redis- ‘ribucién més favorable de las rentas mineras, 24. Audiencia piblicaen le ciudad de Cerro de Pasco (6 de mayo de 2008) 5 nay anc ene: soba ns, scar en enc plas ™ 3A qué se debe que las comunidades elijan el conflicto como estra~ tegia? La respuesta mas directa es que ellas perciben el conflicto como el ‘nico medio que les permite negociar en condiciones de igualdad con las, empresas. Esta percepcién se ve favorecida por la clara asimetria de poder entre las comunidades y las empresas, y la sospecha de complicidad en- ‘te el Estado y las empresas mineras, lo que significa que el gobierno ha perdido su credibilidad para arbitrar las normales disputas de interés que este tipo de actividades inevitablemente conlleva. Las transferencias del canon minero también generan conficto Entre 2005 y 2008, los gobiernos regionales y locales de zonas mineras re- cibjeron abundantes transferencias del canon, mientras que el ntimero de conflictos sociales aumentaba en esas mismas regiones. He identificado ‘es subtipos de conflictos en torno al acceso 0 uso de esas transferencias financieras: (1) conflictos entre la poblacién y las autoridades locales por Iaincapacidad de estas tltimas para utilizar de manera eficiente las trans- ferencias del canon, (2) conflictos entre los diferentes niveles de gobierno cn torno a las reglas para la distribucién de las transferencias de canon inero y otras transferencias fscales similares, y (3) contflictos acerca de Jos limites fronterizas entre jurisdicciones vecinas. Un breve anélisis de los conflictos en Moquegua entre 2006 y 2008 ilustra la dindmica que los ha alimentado. En junio de 2008, Moquegua llen6 los titulares de fos informativos nacionales cuando su poblacién paraliz6 la regién, y durante diez dfas tomé el control y cerré el puente que une el pais con Tacna y con Chile. La interrupcién de la actividad comercial ocasioné pérdidas econémicas significativas para el conjunto del pats. Cuando el gobierno traté de restablecer el orden publico, los ‘manifestantes tomaron como rehenes al Jefe de la Policia y a 60 de sus oficiales, hiriendo a varios de ellos. La protesta estaba motivada por desacuerdos entre Moquegua y Tac- na sobre la forma en la que el gobierno nacional distribuyé las transfe- rencias de canon minero entre las dos regiones. La Southern Peru Copper Corporation (SPCC) pagaba impuestos por los beneficios totales de sus operaciones en Tacna y Moquegua (Toquepala y Cuajone respectivamen- te). La ley dictaba que el gobierno central debia distribuir el canon en. proporcién al material bruto procesado en cada regién. a er eae ngs n2007, debido a su menor grado de mineralizacién, Tacna process 178 por ciento del material bruto pero produjo solo el 48 por ciento del total de cobre refinado. De acuerdo con la ley, en 2008, Tacna recibié el 78 por ciento del canon minero generado por el impuesto a la renta pa- gado por SPCC; mientras Moquegua, donde se habia producido el 52 por to del cobre, recibia solo el 22 por ciento. La poblacién de Moquegua se sintié engafiada y desposeida de los beneficios del que consideraban «su cobre». En consecuencia, exigieron al Gobierno nacional modificar inmediatamente los criterios de distribucién del canon. El gobierno nacional responsabilizé a Zenén Cuevas, presidente del Frente de Defensa de los Intereses del Pueblo de Moquegua (FEDIPM) y a Cristala Constantinidis, ex presidenta del gobierno regional, de la movi- lizacién y la violencia resultante, vinculandolos a movimientos politicos de izquierda. Ambos comentaron, iténicamente, que habrian estado en- cantados de tener una capacidad de convocatoria tan fuerte.* Ellos sabfan que no tenjan respaldo politico para instigar una movilizacién tan masi- va. En ocasiones anteriores habfan convocado a manifestaciones piblicas en torno a otros temas con escaso éxito. Ms bien, el conflicto reflejaba la existencia de una red més compleja de dinamicas subyacentes ligadas ‘todas ellas al tema de la transferencia del canon minero. Durante mucho tiempo, la riqueza generada por la industria minera en la regidn se habia concentrado en Ilo y Moquegua (la capital regional), Jas dos principales ciudades de la regién, principalmente a través de la actividad econémica generada por los salarios de los trabajadores de la SPCC. No fue hasta 2005 que el rapido incremento de las transferencias del canoa minero hizo que los distritos de las zonas altas comenzaran { @ percibir los beneficios de la presencia de la SPCC. En 2006 y 2007, la regi6n y sus municipalidades recibieron las transferencias per cépita més altas del pais. Este repentino aumento en los ingresos municipales (Cuadro 5.2) fue percisido como una oportunidad tinica para mejorar la calidad de vida de ls poblaci6n. Sin embargo, también gener disputas internas en- ttre las distintas municipalidades sobre limites geogréficos y control de los acufferos, asi como conflictos entre la poblacién y las autoridades, 25. Entrcristas personales en Moquegua (22 de agosto de 2008) y Lima (15 de septiem- bre de 2008), aa 5 Mowry cna Per: sonra snl, sera ant dps 0 Cuadro 5.2 INGRESOS PER CAPITA POR CANON MINEO (DOLARES AMERICANOS) EN TRES| 2wunicteatinanss aNDINAS Ds Masuscal Nrevo - Moquscua (2004-2008) 2004-2005 ~—~—«2006~—~—=«2007—=«00. Caramas 70 786 ~«wNNSSC«SSSC« TTorata 1 179930704398. 2721 San Cristabal B 7741408 8681070 laboracion propia, ‘Tanto la poblacién como las autoridades tomaron consciencia de aque la existencia de depésitos minerales en su territorio suponia una importante fuente potencial de ingresos. También el control de las fuen- tes de agua cobr6 una nueva importancia estratégica por su interés para la explotacién minera, Entre 2005 y 2008, el gobierno regional de Mo- quegua reports Ia existencia de 23 conflictos terrtoriales dentro de su jurisdiccién, La mayoria de ellos estaban vinculados a la existencia de ya~ cimientos minerales y al control de fuentes de agua (Gobierno Regional de Moquegua 2008). No obstante, Jas disputas con las regiones vecinas de Puno y Tacna por el control de territorios y recursos de agua estratégicos tuvieron una influencia atin mayor en el estallido del conflicto de 2008. Puno cuestiond la jurisdicci6n de Moquegua sobre el pueblo de Pasto Grande, incluido 1 lago de Pasto Grande, su sistema de abastecimiento de agua, y los di- ferentes depésitos minerales que ya habian sido descubiertos al. Simul téneamente, Moquegua reclamé la jurisdicci6n sobre la comunidad de Huaytire y el lago Suche, que abastece de agua a la mina Cuajone y que oficialmente pertenecfa a Tacna, En 2007, este tltime conflicto adquirié ‘una especial relevancia en Moquegua, donde la poblacién salié a la calle para manifesta au enojo, Est movlizacién ayuda crea la sensecén de agravio necesaria para unir al pueblo otra vez en junio de 2008. Ya erecent intensidad dea presi popula sobre los acaldes de las zonas rurales fue el segundo factor fundamental para explicar la magni- tud de la movilizacién de junio de 2008. Los nuevos gobiernos locales y regionales asumieron el cargo en enero de 2007, tras ser elegidos por sus promesas de materializar el potencial de desarrollo de las transferencias ™ sr eo ng de canon minero, Sin embargo, eso era més facil decirlo que hacerlo, y los alcaldes pronto se enfrentaron con el descontento popular por la falta de resultados inmediatos, El alcalde de Torata fre destituido de su cargo en mayo de 2008, y sus homélogos de Carumas y San Cristdbal pronto se enfrentaron a una fuerte oposicién y a la puesta en marcha de meca- nismos participativos para promover su revocatoria, Enfrentados a esta hostilidad, los alcaldes recurrieron ala generacién de empleos en el sector piblico para apaciguar a la poblacién. A finales de 2007 y principios de 2008, la mayoria de la poblacién de esos distritos estaba empleada en ‘obras publicas financiadas por las transferencias del canon minero. Como muestra el Cuadro 5.2, en 2008 las transferencias de canon ‘minero disminuyeron, poniendo en peligro este sistema de clientelismo politico y, como resultado, la poblacién y las autoridades locales tuvieron motivos para movilizarse. Los alcaldes asumieron una doble estrategia. Mientras que por un lado trataron de ganar més dinero para sus munici- pios, también intentaron desviar el descontento popular de las deficien- cias de su gestién y orientarlo hacia un objetivo extern, De esta manera, los alcaldes fueron la principal fuerza impulsora de la protesta. Conven- cieton a aquellas personas que estaban empleadas en las obras puiblicas municipales de que, a menos que apoyaran la movilizaci6n, el municipio no podia permitirse el lujo de seguir sosteniendo sus empleos.”* En septiembre de 2008, en mi viaje a la zona alta de Moquegua me ‘quedé bloqueado en unas obras de la carretera. Durante las varias horas que estuvimos alli detenidos, tuve una charla agradable y esclarecedora con las dos j6venes que dirigfan el tréfico. La conversacién acerca de la crianza de sus hijos y la dureza de su larga jornada de trabajo terminé ] con la orgullosa declaracién de que habian ganado el derecho a trabajar or su participacién en las movilizaciones de junio. El alcalde les habia prometido trabajo a cambio de unirse a la movilizacién. También comen- taron que los alcaldes les habfan pedido a los contratistas que ejecutaban las obras publicas que apoyaran el traslado de los manifestantes desde sus localidades hasta la ciudad de Moquegua, y que también les habfan facilitado discretamente las provisiones necesarias para la manutencién dela gente durante la movilizacién. 26, Entrevista personal con partcipantesen la movilizacion. 5 ery conta a Pe sentra mien star ola pds 15 En octubre de 2008, el parlamento nacional modificé la ley, hacien- do que las transferencias de canon minero fueran proporcionales al valor del mineral producids en la Localidad / regién. Esta modificacién provo- 6 nuevos disturbios en Tacna, en los que tres personas murieron y mu- has resultaron heridas. El gobierno central finalmente declaré el Estado de emergencia por 60 dias. Conclusiones En respuesta a algunos conflictos en los que la poblacién se oponia a la minerfa, y en concordancia con una agenda de buen gobierno de las in- dustrias extractivas que tiene un amplio respaldo internacional, el Estado peruano introdujo el canon minero y facilit6 una mayor participacién de las empresas mineras en la dindmica local. La industria minera, el gobierno peruano y los representantes de Jas regiones afectadas promovieron estas innovaciones. La idea clave era ‘esembrat» los ingresos mineros a fin de promover el desarrollo local. En teoria, el auge del precio de los minerales deberia haber sido el mejor jcontexto posible para mostrar el potencial de esta estrategia, pero, pa~ radéjicamente, el resultado fue la multiplicacién de los conflictos. Dos |mecanismos diferentes parecen explicar el aumento de conflictos. En primer lugar, la renta generada por las actividades mineras pro- ocd conflctos, sobre todo entre comunidades locales y empresas. Esto es normal en sistemas politicos como el de Pera, donde el gobierno central esté débilmente integrado con las autoridades locales yes percibido como

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