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Las 300

Sin duda los espartanos están de actualidad. Para un pueblo en el que


el mayor honor consistía en caer en el campo de batalla defendiendo
Esparta y lograr la gloria imperecedera, el hecho de que casi 2500 años
más tarde se siga hablando de su heroísmo en las Termópilas y les
hagan una película, es todo un triunfo. Leónidas estaría encantado. Si
bien a los espartanos se les recuerda por su austero modo de vida y su
dedicación a lo militar (como dice Indro Montanelli, los espartanos no
tenían ejército, lo eran) existen otros aspectos singulares por los que
merecen ser recordados.

Las 300
Las mujeres espartanas eran las más libres de toda Grecia. Su labor
como madres era tan respetada como el valor en la batalla de sus
guerreros. De hecho, los espartanos sólo ponían nombre en las tumbas
de los caídos en combate y de las mujeres fallecidas al dar a luz,
hazañas para ellos similares.

Las niñas, en lugar de considerarse inferiores a los niños, como en el


resto de las polis griegas, eran valoradas como las madres de los
futuros ciudadanos y recibían una cuidada alimentación a la vez que se
promovía en ellas el mantenimiento de una buena forma física. Sí, son
las primeras deportistas habituales documentadas de la historia. Quizá
esto explique en parte por qué las espartanas tenían fama de ser las
mujeres más bellas de Grecia (de hecho, la griega más hermosa de la
literatura es precisamente Helena de Esparta).

Además, las espartanas no se dedicaban a las tareas del hogar (trabajo


que llevaban a cabo sirvientas) sino que ocupaban su tiempo con el
desarrollo de ejercicios gimnásticos, la práctica de la música y la
poesía, la educación de los hijos (los niños varones, sólo hasta los siete
años) y la administración del hogar y de una notable parte de los bienes
económicos. Como los hombres pasaban gran parte de su tiempo
luchando lejos, ellas tomaban el mando en su ausencia. Y poco a poco
se convirtieron en grandes propietarias que controlaban gran parte de
las riquezas del estado. Estas libertades escandalizaron a sus
contemporáneos y tuvieron el honor de ser criticadas por el mismísimo
Aristóteles por su autoritarismo y libertad (Política, 265-11) lo que a las
espartanas debió parecerles muy gracioso.

Por si fuera poco, en una época en la que el resto de las mujeres eran
consideradas seres imperfectos por debajo de los hombres, y pasaban
la mayoría de su tiempo recluidas en el hogar (sí, incluso en la civilizada
Atenas), a las espartanas se les toleraba incluso la infidelidad, eso sí,
sólo si la cometían con un hombre más alto y fuerte que su propio
marido. Las propias leyes de Licurgo obligaban al cornudo a aceptarlo
concediendo que en este caso los celos eran inmorales y ridículos.
Todo por la patria.
Así que parte del carácter heroico y amante de la libertad que tanto
admiramos se lo debemos a las valerosas espartanas. Casi como dice la
reina Gorgo en la película de Zack Snyder:

"sólo las mujeres libres dan a luz hombres de verdad."

Autor: Natalia Suárez para revistadehistoria.es

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